Soja Y abejasDecio Luiz Gazzoni
Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria
Embrapa Soja
Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento
Embrapa
Brasília, DF
2019
Se puede adquirir copias de esta publicación en:Embrapa SojaRod. Carlos João Strass, s/n, Acesso Orlando Amaral, Distrito de Warta Caixa Postal 231, Londrina, PR, BrasilCEP 86001-970Teléfono: +55 (43) 3371-6000www.embrapa.brwww.embrapa.br/fale-conosco/sac/
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Comité local de publicacionesPresidente: Ricardo Vilela AbdelnoorSecretaria Ejecutiva: Regina Maria Villas Bôas de Campos LeiteMiembros: Alvadi Antonio Balbinot Junior, Claudine Dinali Santos Seixas, José Marcos Gontijo Mandarino, Fernando Augusto Henning, Liliane Márcia Hertz Henning, Maria Cristina Neves de Oliveira, Norman Neumaier and Vera de Toledo Benassi
Supervisión Editorial: Vanessa Fuzinatto Dall´AgnolStandadización bibliográfica: Ademir Benedito Alves de LimaDiseño gráfico y diagramación: Vanessa Fuzinatto Dall´AgnolFotografías de portada: Decio Luiz GazzoniRevisión de la edición en español: Jaime Rodriguez (Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia. La Paz, Bolivia)
1ª edición PDF digitalizado (2019).
Todos los derechos reservadosCopias no autorizadas de esta publicación, en parte o en el todo,
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© Embrapa 2019Ademir Benedito Alves de Lima (CRB 9/530 )
Gazzoni, Decio Luiz. Soja y abejas / Decio Luiz Gazzoni. – Brasília, DF : Embrapa, 2019. PDF (150 p.) : il. color.
Publicado anteriormente como: Soybean and bees. Publicado anteriormente como: Soja e abelhas.
ISBN 978-85-7035-889-9 1. Soja. 2.Polinização. 3. Abelha. I. Título. CDD 633.34
AUTOR
Decio Luiz GazzoniIngeniero agrónomo, M.Sc. en EntomologíaInvestigador de Embrapa SojaLondrina, PR, Brasil
Este libro está dedicado a mi amigo de
muchos años, el Ingeniero Dr. Arnildo Pott,
ex investigador de Embrapa, actualmente
profesor de Botánica de la Universidad Federal
de Mato Grosso do Sul. Es un erudito botánico
reconocido en todo el mundo, cuya sabiduría,
conocimiento, contribución científica,
dedicación, actitud y esfuerzo siempre admiré.
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Presentación
Brasil, en línea con los esfuerzos internacionales, ha realizado varios estudios y actividades
dirigidas a la conservación y el uso sostenible de los polinizadores. La pérdida del hábitat
primario de estos agentes, en gran parte debido a la supresión de la vegetación nativa para
múltiples usos, es una de las mayores amenazas para la polinización como un servicio ecosis-
témico. Las acciones para revertir este problema están en curso. Por ejemplo, en términos de
políticas públicas, la Ley Forestal de Brasil presenta elevado potencial para promover el ser-
vicio de polinización del medio ambiente, al propiciar refugio y alimento para los poliniza-
dores. La EMBRAPA está comprometida con el estudio y cuantificación de esta contribución.
En EMBRAPA, la mayor atención prestada a esta cuestión pone de relieve la necesidad de
ampliar el uso de tecnologías, procesos y estructuras para garantizar que los servicios de po-
linización sean favorecidos. Los estudios se están desarrollando para el monitoreo continuo,
y para la caracterización de los polinizadores y su contribución a los sistemas de producción
agrícola que se practican en el país. Se requiere una atención especial para vigilar y estudiar
las consecuencias de la deforestación y el uso inadecuado de pesticidas en la agricultura, así
como otros procesos que pueden significar una desventaja para el servicio ambiental de la
polinización.
Además, en EMBRAPA se cree que la polinización es de gran valor para la agricultura y el
medio ambiente. El equilibrio de los ecosistemas depende de la fertilidad del suelo, la no con-
taminación del agua y del aire, la descomposición de los residuos y el reciclaje, así como la
desaceleración en el ritmo de los fenómenos climáticos extremos y los desastres naturales.
Por lo tanto todos los esfuerzos para comprender y garantizar la integridad de los servicios
de los ecosistemas, son un beneficio importante para la existencia humana en el planeta.
La agricultura a pequeña escala, que se desarrolló en espacios pequeños o en los sistemas de
producción orgánica, puede llevarse a cabo sin el uso de pesticidas en ciertas circunstancias.
Por otro lado, los plaguicidas son una importante contribución a la agricultura a gran escala,
debido a razones operativas y económicas, aunque su aplicación debe seguir las recomenda-
ciones de las buenas prácticas agrícolas. Por lo tanto, los sistemas de producción deben ser
mejorados para fomentar la acción de los enemigos naturales y de los polinizadores.
En consecuencia, la gestión de las áreas agrícolas debe basarse en las prácticas que favorecen
la presencia y permanencia de los insectos benéficos en los cultivos, con un énfasis en las po-
blaciones de polinizadores. La adopción de buenas prácticas agrícolas, tales como el manejo
integrado de plagas (MIP), se traduce en menores costos de producción y un menor riesgo de
perturbación de los ecosistemas. Además, es importante mencionar que la EMBRAPA man-
tiene históricamente directrices para apoyar el desarrollo continuo y el uso de programas de
manejo de plagas, con el fin de minimizar los daños de las plagas a los cultivos, lo que reduce
los costos de producción y el impacto negativo al medio ambiente. En este sentido, la EM-
BRAPA siempre ha mantenido una política clara de la preocupación ambiental en tecnologías
desarrolladas por sus científicos.
Este libro acerca de soja y abejas es una revisión de la literatura que involucra el proceso de
polinización en soya, cuyo reciente aumento de la productividad, basada en la innovación
tecnológica, depende de una gestión eficiente del cultivo. La soja es el cultivo más importante
del Brasil, ocupando grandes áreas, por lo tanto con un consumo significativo de plaguicidas,
condiciones que pueden afectar negativamente al servicio ecosistémico de polinización, lo
que puede también afectar otros cultivos adyacentes en el paisaje agrícola. Un aspecto que
también debe tenerse en cuenta es que, si bien la soja es una planta cleistogámica, con una
tasa de polinización cruzada baja, algunos estudios apuntan a los beneficios cuando las abe-
jas visitan las flores en forma consistente, un aspecto que definitivamente debe ser aclarado.
El autor apunta, con razón, la necesidad de ampliar el campo de la diversidad y la abundancia
estacional de la polinización de las abejas en relación a las diferencias morfológicas entre los
cultivares de soja, que es crucial para establecer una estrategia de mitigación de los efectos
negativos de las acciones de control de plagas en el servicio de polinización.
En mi opinión, el esfuerzo representado por este libro se justifica por la importancia económi-
ca y ambiental de la producción de soja, un cultivo que ha crecido significativamente en los
últimos tres decenios, y es responsable de casi el 50% de la superficie de granos en Brasil. Se
cultiva principalmente en el Medio Oeste y el Sur, conformando un complejo que consta de
granos, harina y aceite, y se erige como el principal producto de la agenda de las exporta-
ciones brasileñas, con aproximadamente el 15% del total exportado por el país.
El esfuerzo realizado por el Dr. Decio Luiz Gazzoni en la organización de este libro es amplia-
mente bienvenido. Con información detallada, presentada de manera objetiva, didáctica e
ilustrada, esta publicación ofrece a los productores, técnicos, estudiantes, oficiales públicos y
otros ciudadanos interesados, datos y cifras para las reflexiones necesarias para la expansión
del conocimiento de las interacciones entre la polinización por las abejas y el cultivo de soja.
En la obtención de la armonización de las formas, los medios y el tiempo necesarios para el
servicio de polinización, también se puede programar la aplicación de plaguicidas, a fin de
no perjudicar a los polinizadores, así como para mitigar el daño presente o potencial para el
equilibrio de los ecosistemas - un valor permanente de la EMBRAPA.
Sebastião Barbosa
Presidente de Embrapa
La planta de soja (Glycine max (L.) Merrill) es hospedera de varios insectos plagas a lo largo de su
ciclo, desde la germinación hasta la madurez. Excepto para el intervalo entre la germinación y la
emergencia de la primera hoja trifoliada, el rendimiento de soja y la calidad de las semillas son
mucho más afectadas durante la fase reproductiva del ciclo, durante el cual posee vainas en la
planta, en comparación con el período de crecimiento vegetativo y la floración.
Las plagas de fase vegetativa de soja son defoliadoras (principalmente lepidópteros y
coleópteros), mientras que aquellas que se alimentan de las vainas (chinches o barrenadores)
son más importantes a partir del inicio de la formación de las vainas hasta la maduración
fisiológica de las semillas. En los cultivares de ciclo determinado - cesan su crecimiento
vegetativo en el inicio de la floración - las vainas están presentes en la planta sólo después
del final de la floración. Por lo tanto, durante la floración, las plagas que causan la defoliación
se consideran las que tienen mayor potencial de daño en soja, al igual que en la fase vegetativa.
Por otro lado, para las variedades indeterminadas – en las cuales el crecimiento vegetativo
no se interrumpe en el inicio de la floración - ocurre una superposición de aproximadamente
15-20 días, cuando hay flores en las plantas al mismo tiempo que están también presentes
vainas en diferentes etapas de desarrollo. En esta condición, las plagas que se alimentan de
las vainas, especialmente las chinches, pueden instalarse en grandes poblaciones, más allá
del nivel de acción, lo que requiere medidas de control de plagas. En este momento, se debe
tener cuidado de evitar o reducir al mínimo el impacto sobre los polinizadores.
La planta de soja es del tipo hermafrodita, produciendo flores perfectas con los sistemas
reproductivos masculino y femenino presentes, simultáneamente, en la misma flor. Las an-
teras producen polen en cuanto los óvulos se desarrollan en el ovario de la misma flor. Cu-
ando un grano de polen maduro alcanza un estigma receptivo, el grano germina dentro de
un tubo formado en el estilo, de manera que el núcleo de la célula de polen, con toda la in-
formación genética, se mueve a través del tubo, hasta llegar al ovario y combinarse con el
óvulo para formar el zigoto. El ovario protege y nutre el zigoto y permite el desarrollo de los
embriones, endospermo y el envoltorio de las semillas. En la base de la flor hay un nectario,
que produce el néctar, una mezcla de sustancias químicas altamente nutritiva, que atrae a
los polinizadores.
La soja es referenciada como una especie autógama, autofecundante y cleistogámica. Para la
mayoría de las flores de soja, cuando se produce su apertura, ya ocurrió la autofecundación.
Además, después de la apertura, el estigma está completamente cubierto por las anteras de
PREFACio
los estambres, lo que hace que sea muy difícil para el polen exógeno lograr alcanzarlo. Por
lo tanto, se menciona en la literatura que la polinización cruzada ocurre a tasas bajas,
en general cerca de 2%. La polinización cruzada en el cultivo de soja está mediada por
polinizadores, generalmente insectos, especialmente las abejas, siendo la polinización por el
viento insignificante. Para efectuar la polinización cruzada, las abejas son atraídas a las flores
de soja, donde recogen el néctar como la fuente principal de energía (carbohidratos) y polen
como la principal fuente de proteína.
La abscisión de la flor de soja es muy alto, superior al 80% y el número de vainas cosechadas cor-
responde efectivamente al 10-20% del número de flores abiertas. De acuerdo con la literatura
revisada, las flores que caen de la planta contienen proembriones fertilizados que habían pasado
por dos o tres divisiones celulares. De acuerdo con los conocimientos disponibles en la litera-
tura, no hay ninguna interferencia de los insectos plagas o de falta de polinización, que se pueda
atribuir a la abscisión de flores de soja, lo cual aparenta ser un fenómeno natural.
La fertilización de las flores de soja por lo general se produce un día antes o en el mismo día
de la apertura de la flor, lo que reduce teóricamente la dependencia de la polinización por
insectos. La polinización cruzada en la soja, aunque a tasas más bajas, está mediada por los
insectos polinizadores. Por lo general, las abejas visitan las flores entre las 9h y 15h, pero el
forrajeo es más intenso entre las 9h y 12h, dependiendo de la región, la temperatura y la hu-
medad relativa.
A pesar de la baja tasa de fecundación cruzada, algunos autores afirman que la polinización
asistida por las abejas aumenta la productividad de la soja, debido principalmente al mayor
número de vainas y semillas por vaina. Los estudios realizados en los EE.UU. y Brasil con-
cluyeron que cuando la soja se cultiva en jaulas con colonias de abejas en su interior, los
rendimientos pueden aumentar un 10-50% en comparación con parcelas de soja en jaulas sin
la presencia de abejas. Cuando se produjo un aumento de la productividad de la soja en
presencia de abejas, el número de vainas llenas y el número de semillas por vaina era más
grande que cuando la soja fue cultivada en ausencia de las abejas.
Sin embargo, también hay referencias en la literatura para indicar rendimientos similares
comparando el cultivo de soja en la presencia o ausencia de abejas. La literatura menciona
un predominio de la abeja doméstica, Apis mellifera, alimentándose en campos de soja, pero
también se encontraron varias especies de abejas nativas. Existe una clara necesidad de esta-
blecer al detalle la diversidad y abundancia estacional de las abejas que forrajean en la soja,
para apoyar la estrategia de mitigación de los efectos negativos de las acciones de control de
plagas sobre los servicios ecosistémicos de polinización.
La flor de soja permanece abierta sólo 1- 2 días. El período de floración dura alrededor de
15 días para la soja en los cultivares de ciclo determinado y 25 días para un ciclo indetermi-
nado. En el caso de cultivares determinados, las vainas sólo se desarrollan cuando se termina
el período de floración. Por otro lado, en cultivares indeterminados, parte del período de
floración coincide con la formación y el desarrollo de las vainas, que pueden coincidir par-
cialmente con la etapa de llenado de grano. En la actualidad, los cultivares indeterminados
dominan la superficie sembrada en los países que son grandes productores de soja, sea en
Norte América o en América Latina.
La diferencia del hábito de la soja es crucial para que coincida la presencia de visitantes flo-
rales, especialmente los polinizadores, con plagas que necesiten de control fitosanitario. Las
plagas que causan defoliación (escarabajos u orugas) pueden atacar la soja desde la etapa
inicial de la planta de semillero a la madurez fisiológica. Los insectos que se alimentan de
las vainas (chinches o barrenadores) solamente son considerados plagas cuando hay vainas
más grandes de 0,5 cm de largo en las plantas. En cultivares con habito determinado no hay
necesidad de controlar los insectos que se alimentan de las vainas durante la floración, lo que
no es necesariamente válido para los cultivares indeterminados, porque la decisión se hace
según la abundancia de las plagas y el nivel de acción recomendado por el Manejo de Plagas.
Para estos cultivares indeterminados hay un período de, aproximadamente, dos semanas,
tiempo considerado crítico debido a la presencia simultánea de las flores y de las vainas en
las plantas de soja.
Las visitas de las abejas a una flor por el olor, color y forma de flores se pueden considerar
un proceso de dos etapas. Una etapa del proceso consiste en la orientación a una distancia
mayor con un predominio del efecto de las características visuales y entonces la orientación
es guiada por las sustancias volátiles exhaladas por las flores, siempre con el objetivo de la
búsqueda de néctar y polen. De este modo, el aroma floral, color y forma de las flores parecen
influir en la visita de las abejas y proporcionar puntos de referencia, que las abejas utilizan
para optimizar la búsqueda de alimento en una especie específica.
El néctar es un poderoso atractivo de gran alcance, para atraer las abejas a una determi-
nada flor. El néctar es un complejo de carbohidratos, básicamente, una solución de fructosa,
glucosa y sacarosa en agua, con pequeñas cantidades de otros compuestos (otros hidratos
de carbono, aminoácidos, proteínas, minerales, ácidos orgánicos, vitaminas, lípidos, antioxi-
dantes, alcaloides y flavonoides). El contenido de hidratos de carbono en el néctar puede
variar desde 4 hasta 60%, dependiendo de la especie de planta y de las condiciones ambien-
tales y una variación con el tiempo de día, que puede determinar las horas de búsqueda de
alimento por abejas.
La importancia del olfato en el reclutamiento de abejas forrajeadoras ha sido bien documen-
tada. La abeja tiene un gran número de sencillas en las antenas, que son los principales qui-
miorreceptores de aromas florales. De hecho, se ha sugerido que el olor juega un papel más
importante en el reclutamiento de forraje que la información proporcionada por la danza,
observado en las colonias. El aroma es más importante para guiar y retener a las abejas de
la miel que el color, la forma o la hora del día, ya que los estudios han demostrado que la
discriminación de abejas fue mayor con un cambio en el perfil de sustancias volátiles com-
parado a cambios del color o de la forma de una flor.
A primera vista, no parece razonable asociar el aumento de rendimiento de la soja con la po-
linización externa, pues en las plantas cleistogámicas, cuando la flor se abre, normalmente
ya está fecundada. La polinización cruzada natural en la soja es baja y se ha estimado por
varios autores que, en general, van desde 0,03% a 4%, aunque tasas más elevadas son
referidas por algunos autores. Estos valores indican que la polinización por insectos tendría
un impacto muy bajo sobre el rendimiento de la soja. Sin embargo, persiste en la literatura
una controversia acerca de la contribución de los polinizadores para aumentar el rendimien-
to y calidad de las semillas de soja. Algunos autores llegaron a la conclusión de que la presen-
cia de los polinizadores, especialmente las abejas, en el entorno abierto, o la soja cultivada en
jaulas con abejas, redundará en aumentar la productividad de soja. Es una cuestión abierta,
porque no es el comportamiento esperado de una planta cleistogámica, autopolinizante con
bajas tasas naturales de polinización cruzada, que la productividad sea incrementada por po-
linización entomófila. En los estudios que mostraron mayores rendimientos en la presencia
de abejas, no se presentó evidencia fisiológica definitiva para fundamentar las observaciones
a campo.
Sin embargo, aparte de la discusión anterior, existe la necesidad de realizar estudios específi-
cos para definir las estrategias más adecuadas para minimizar el impacto negativo de las me-
didas de control de plagas sobre los polinizadores. Como regla general, es esencial observar
estrictamente las recomendaciones del MIP para prevenir la reducción en el rendimiento o la
calidad de las semillas. Las aplicaciones de insecticidas se deben evitar durante el período de
floración. Si es necesario, se debe preferir los pesticidas menos tóxicos para los polinizadores
utilizados en sus dosis mínimas recomendadas. La aplicación de plaguicidas debe llevarse a
cabo preferentemente durante los períodos del día cuando las poblaciones de abejas en los
cultivos de soja son más pequeñas o incluso inexistentes (temprano en la mañana, final de la
tarde o noche). Además, otros componentes del sistema de producción, que pueden afectar
negativamente a los polinizadores, deben ser repensadas y se deberían reforzar los compo-
nentes que promueven el servicio de polinización natural.
RESUMEN
El ciclo de la soja ..................................................................................... 17
Tipos de estructuras reproductivas de las plantas .......................... 23 Plantas monoicas y dioicas ................................................................. 23
Flores perfectas ................................................................................... 24
Flores: estructura, anatomía y principales eventos ........................... 26Las partes de la flor .................................................................................................. 26
Estructura de una flor .............................................................................................. 27
Desarrollo de la flor .................................................................................................. 29
Polen ........................................................................................................................... 31
Polinización ............................................................................................................... 33
Fertilización ............................................................................................................... 35
Fertilización: Secuencia de eventos ....................................................................... 36
Desarrollo reproductivo de la soja ...................................................... 39Tipos de crecimiento de la soja .......................................................... 39
Estructura de una flor de soja ............................................................ 41
Abscisión de flores, vainas y semillas de soja .................................... 48
Desarrollo del estambre y del óvulo .................................................. 50
Polinización de las flores de soja ....................................................... 51
Embrión, endosperma y desarrollo de la semilla .............................. 55
Abejas y sus relaciones con las plantas .............................................. 61Néctar, un mediador clave ................................................................. 61
Composición, dinámica y rol del néctar ............................................ 62
Producción de néctar y función de las enzimas ................................ 66
Secreción de néctar ............................................................................67
Orientación de las abejas ................................................................... 68
Néctar y atracción de polinizadores .................................................. 70
Néctar, aroma y fidelidad de los polinizadores ................................. 73
Néctar y protección ............................................................................75
Efectos de la remoción de néctar y polen .......................................... 76
Nectarios ............................................................................................79
Nectarios de soja y producción de néctar .......................................... 79
Los tricomas y los nectarios .................................................................. 84
La productividad de la soja y su relación con las abejas y la polinización entomófila ................................................................... 85
Abejas y polinización cruzada de soja ............................................... 85
Abejas y productividad de la soja ...................................................... 89
Polinizadores forrajeros en soja .......................................................... 93
Relaciones entre la soja y los polinizadores ...................................... 97
Ciclo de la soja y necesidad de control de plagas ............................103
REFERENCiaS ..............................................................................................107
GLOSARio ....................................................................................................147
La soja (Glycine max (L.) Merrill, Fabaceae, subfamilia Faboideae) es hospedera de diversas
plagas pero también abriga numerosos insectos benéficos en el curso de su ciclo (germi-
nación a la madurez fisiológica de las semillas). El rendimiento y la calidad de las semillas de
la soja están más sujetos a la pérdida cuando el ataque de plagas se produce durante el pe-
ríodo en que las vainas están presentes en la planta, en comparación con la etapa vegetativa
y la floración. Las plagas que atacan a la soja durante su fase vegetativa (Cuadro 1 y Figura 1,
2 y 3) son principalmente defoliadoras (lepidópteros y coleópteros). Numerosos estudios re-
alizados en los últimos 60 años han demostrado que la soja puede soportar altas tasas de de-
foliación, llegando incluso al 100%, hasta el período de floración, sin pérdida de rendimiento
o calidad de los granos o semillas, si las condiciones ambientales y de cultivo son las adecua-
das. Los resultados de los estudios demuestran la capacidad de recuperación de la soja para
estos estreses bióticos, si las condiciones ambientales (temperatura y agua, especialmente)
y las prácticas culturales son apropiadas (manejo del suelo, nutrición de las plantas, control
de malezas, nematodos y enfermedades), acorde a las recomendaciones técnicas (Gazzoni et
al., 1978). Debido a la necesidad de utilizar medidas de control de plagas de insectos que a
veces son perjudiciales para los insectos benéficos (enemigos naturales y polinizadores), es
esencial adaptar los sistemas de producción para que el entorno en el que se cultiva soja sea
lo más favorable posible a los insectos beneficiosos.
Cuadro 1. Estados de desarrollo de la soja
Estados vegetativos
Nombre Descripción
VE Emergencia Cotiledones visibles sobre la superficie del suelo
V1 Primer nudo Par de hojas unifoliadas totalmente expandidas
V2 Segundo nudo Primera hoja trifoliada está totalmente expandida
V3 Tercer nudo Presencia de tres nudos, dos de ellos con hojas trifolioladas
Vn “Enésimo” nudoNudos completamente desarrollados, iniciando con el nudo de hojas unifoliadas
El ciclo de la soja
Continua...
18 SOJA Y ABEJAS
Figura 1. Estadios vegetativos de la soja.
VE. (Germinación y cotiledones).
V4. Tres hojas trifoliolada desplegadas V6. Cinco hojas trifolioladas abiertas.
V1. Hojas unifoliadas. V3. Dos hojas trifolioladas desplegadas.
Foto
s: De
cio
Luiz
Gaz
zoni
Estados reproductivos Nombre Descripción
R1 Inicio de floración Una flor abierta en cualquier nudo del tallo principal
R2 Floración plenaUna flor abierta en uno de los dos nudos superiores del tallo principal, con hojas totalmente desplegadas
R3Inicio de formación de vainas
Una vaina con 5 mm de largo en uno de los cuatros nudos superiores del tallo principal, con hojas totalmente desplegadas
R4Vainas completamente desarrolladas
Una vaina de 2 cm en uno de los 4 nudos superiores del tallo principal, con hojas totalmente desplegadas
R5Inicio de formación de semillas
Semillas con 3 mm de largo en una vaina ubicada en uno de los 4 nudos superiores del tallo principal, con hojas totalmente desplegadas
R6Semilla completamente desarrollada
Semilla verde que llena la cavidad de una vaina ubicada en cualquiera de los cuatro nudos superiores del tallo principal, con hojas totalmente desplegadas
R7 Inicio de maduraciónUna vaina con semillas en cualquier nudo del tallo principal ha alcanzado su color de madurez
R8 Maduración completaEl 95% de las vainas de la planta han alcanzado el color típico de madurez.
Fuente: Fehr y Caviness (1997).
Cuadro 1. Continuación.
19SOJA Y ABEJAS
R3. Dimensión= 8 mm.
R6. Dimensión= 45 mm. R7. Dimensión= 45 mm. R8. Dimensión= 45 mm.
R4. Dimensión= 20 mm. R5. Dimensión= 40 mm.
Figura 3. Dimensión de vainas y semillas (cm) de soja en los estados R3 a R8.
Foto
s: De
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Luiz
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Figura 2. Estadios reproductivos de la soja.
R1. Inicio de floración.
R5. Inicio de formación de semillas. R6. Semilla completamente desarrollada.
R7. Maduración fisiológica. R8. Maduración de cosecha.
R2. Floración plena. R3. Inicio de formación de vainas. R4. Plena formación de vainas.
Foto
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20 SOJA Y ABEJAS
La soja se hace más susceptible a los daños causados por el ataque de los insectos plagas en la
fase reproductiva, que cuando las vainas están presentes en la planta. Durante la floración,
las plantas de soja todavía resisten a altas tasas de defoliación (superior a 50%), siendo más
susceptibles a la pérdida de área foliar entre el inicio de formación de vainas y el inicio de la
maduración (Gazzoni; Minor, 1979; Gazzoni; Moscardi, 1998).
Las plagas que atacan granos (semillas) son mucho más perjudiciales para la planta de soja
que las que atacan las hojas, pero su importancia es limitada a las fases de desarrollo de soja
de R3 a R7 (Figuras 2 e 3). El ataque de dichas plagas puede resultar en la pérdida parcial o
total de las vainas y granos, o la reducción de peso del grano. La capacidad de resistencia de
las plantas de soja disminuye a medida que las vainas aumentan de tamaño, o según avanza el
desarrollo de los granos. Los insectos que atacan las semillas de soja pueden causar daños ir-
reversibles cuando las plagas afecten al eje hipocótilo-radícula, que impiden la germinación
de semillas o afecta la emergencia de las plántulas (Corso, 1977).
Bajo algunas condiciones, especialmente los ataques más graves de chinches, la planta no
completa su ciclo correctamente, lo que retrasa la maduración, provocando la retención de la
hoja y el menoscabo de la cosecha mecánica (Ruedell y Silva, 1983). Los chinches también son
responsables de la transmisión de enfermedades debido a que el lugar donde las piezas bu-
cales de los chinches penetran el grano, permite la intrusión de organismos patógenos tales
como el hongo Nematospora coryli y algunas bacterias. Además de reducir la producción, los
ataques severos de chinches reducen el contenido de aceite y aumentan el tenor de proteína
en el grano (Corso y Porto, 1978; Villas Boas et al., 1990).
Vale la pena señalar que los chinches pueden colonizar plantas de soja en diferentes etapas
de desarrollo. Sin embargo, la capacidad de causar daño se limita a su ataque directamente
en las vainas y granos, sin daño observable antes de la aparición de las vainas, o cuando es-
tán maduras para la cosecha. Se observa con cierta frecuencia poblaciones de chinches
antes de la floración, que aumentan progresivamente en la fase reproductiva, a veces
con un crecimiento exponencial hasta cerca de la cosecha, especialmente en cultivares
de ciclo medio o tardío. Este crecimiento de la población no es el resultado únicamente de
los insectos que se han desarrollado en el mismo campo en el que las plagas están presentes.
En la mayoría de los casos, el crecimiento de la población se debe a la intensa migración de
insectos adultos de zonas en las que sobrevivieron en el paisaje sin la presencia de soja, o
provienen de cultivos recién cosechados en busca de refugio, alimentos y condiciones de cría
más adecuados.
21SOJA Y ABEJAS
La soja puede soportar un cierto nivel de población de chinches sin reducir su producción o
la calidad de sus semillas. Un estudio pionero y probablemente el más importante y concluy-
ente, fue dirigido por Villas Boas et al. (1990), que estudió durante siete años consecutivos,
los efectos de las diferentes poblaciones de chinches en la productividad y calidad de la soja.
Los autores llegaron a la conclusión de que el nivel de acción para el control de plagas hasta
cuatro chinches por metro de línea de soja no resultó en diferencias significativas en la pro-
ductividad y calidad de la semilla, en comparación con las parcelas prácticamente sin
chinches (población controlada de forma preventiva con aplicaciones semanales de insecti-
cidas). Con el nivel de acción de más de cuatro chinches por metro de línea de soja, el rendimien-
to disminuyó progresivamente, siendo también afectada la viabilidad de las semillas.
Afortunadamente para los productores y también para los polinizadores, durante el período
de floración, cuando las abejas forrajean en la soja, las plagas de vainas y semillas por lo
general no son importantes, ya que estas estructuras todavía no están presentes en las
plantas. Sin embargo, aunque el hecho es cierto para los cultivos de soja con hábito deter-
minado, la situación es más compleja para los cultivares indeterminados, debido a la coinci-
dencia de la floración con otros estados reproductivos. En cultivares determinados, la época
de floración termina al comenzar la etapa R3; mientras tanto, las flores todavía se pueden
observar en las plantas hasta la etapa R6, en cultivares indeterminados.
Con el fin de evitar impactos negativos en el control de plagas de soja sobre las abejas y otros
polinizadores, es esencial comprender la anatomía y la fisiología de la reproducción de las
plantas de soja, así como el momento del ataque de plagas y su daño en relación con las eta-
pas de desarrollo de la soja. Conceptos tales como el monitoreo de los niveles de daños por
plagas y el nivel de acción, así como la diversificación de las estrategias de control de plagas,
juegan un papel clave en la consecución de este objetivo.
Además, es importante entender los detalles de la resistencia de soja a daños por plagas de
insectos, a través de su ciclo, especialmente en el período que las vainas no están presentes
en las plantas. Esta especificidad ayudará a organizar las prácticas de manejo de plagas y afi-
nar la estrategia, teniendo como objetivo el menor impacto posible sobre los polinizadores
que visitan la soja.
23SOJA Y ABEJAS
Tipos de estructuras reproductivas de las plantas
Figura 4. Estructura reproductiva de una planta monoica (maíz).
Panoja
Espiga
Planta de maíz, panoja y espiga.
Panoja del maíz (estructura masculina)
Espiga del maíz (estructura femenina)
Anteras de la panoja (estructura masculina)
“Pelos” que se conectan al ovario
(estructura femenina)
Foto
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cio
Luiz
Gaz
zoni
Plantas monoicas y dioicasLa polinización se vincula en gran medida al tipo de estructuras florales de las plantas. Algu-
nas plantas tienen flores que no son perfectas, es decir, no tienen ambas partes reproducti-
vas (masculino y femenino) en la misma estructura floral. En su lugar, estas plantas producen
solo flores masculinas (sólo tienen estambres) o flores femeninas (tienen solamente pistilos).
Plantas monoicas (Figura 4) tienen flores masculinas y femeninas separadas, aunque pre-
sentes en la misma planta. El maíz es una planta monoica típica, con dos tipos de flores desar-
rollándose en diferentes partes de la planta. Las flores masculinas se forman en el extremo
superior de la planta, llamada panoja. Las flores femeninas se encuentran en la parte media
del tallo, en la espiga, que posteriormente alojará semillas.
24 SOJA Y ABEJAS
La panoja comienza a desarrollarse dentro de la planta y se compone de cientos de flores
masculinas, que contienen los estambres. Es completamente visible desde el exterior alrede-
dor de un día antes de que sea madura, cuando comienza a producir polen, que se separa
fácilmente de las anteras. La estructura femenina se encuentra dentro de la futura espiga y el
polen impulsado a los óvulos a través del tubo polínico, se desarrolla en el interior del “pelo”,
ubicado externamente (Geitmann y Ravishankar, 2007). Debido a que el polen se desprende
fácilmente de las anteras, la polinización en el maíz es principalmente anemófila.
En las especies llamadas dioicas, cada planta es exclusivamente masculina o femenina. Las
flores de las plantas dioicas presentan estambres pero no pistilos o viceversa y están pre-
sentes en plantas separadas, no en partes separadas de la misma planta. Un ejemplo de planta
dioica se puede ver en la Figura 5.
Flores perfectasHay plantas hermafroditas, como la soja, en las que coexisten en la misma estructura floral
órganos reproductivos masculinos y femeninos y que se consideran flores perfectas (Figura
6). En las mismas, las estructuras necesarias para producir una semilla para la reproducción
sexual están presentes en la misma flor, con anteras que producen polen y ovarios que con-
tienen óvulos.
Figura 5. Ejemplo de una planta dioica, Actinidia deliciosa (kiwi) A) Hembra, B) Macho and C) Fruta.
A C
B
Foto
s: De
cio
Luiz
Gaz
zoni
25SOJA Y ABEJAS
Cuando el polen maduro entra en contacto con un estigma receptivo, el grano germina y hay
la formación de un tubo polínico en el interior del estilo. El núcleo del grano de polen, con
toda la información genética, viaja a través del tubo y se combina con el óvulo, ubicado en
el ovario, el cual protege y nutre el cigoto, siendo responsable no sólo para el desarrollo del
embrión, sino también por la formación del endospermo de las semillas.
La parte visualmente más atractiva de la flor es el pétalo. El conjunto de pétalos de una flor se
llama corola. Mirando desde una perspectiva humana, el atractivo de los pétalos constituye
la razón principal para el cultivo de plantas no alimenticias, llamadas ornamentales. Sin em-
bargo, desde el punto de vista de la estrategia de la naturaleza, los pétalos sirven para atraer
a los insectos, por lo que las plantas pueden beneficiarse de los insectos que las visitan, para
mover el polen para la estructura femenina de la misma o de otras flores. El color, la forma y
el tamaño de los pétalos son parte de la estrategia de atracción de polinizadores para una flor
específica. Los sépalos son la estructura situada por debajo de los pétalos, e incluso pueden
parecerse a ellos y sirven como una protección alrededor de la flor cuando está cerrada.
Las flores perfectas tienen estructuras denominadas estambres que producen polen (game-
tos masculinos). Un estambre está compuesto de anteras donde se produce polen y filamen-
tos, que sirven de apoyo a la antera. Las estructuras reproductivas femeninas, llamadas pis-
tilo, consisten en: a) el estigma que recibe el polen; b) el estilo, en cuyo interior se desarrolla
el tubo de polen; y c) el ovario donde se encuentran los óvulos (gametos femeninos) y por
ende, donde la semilla se desarrolla. El ovario es apoyado por el pedúnculo y puede tener
varios huevos. Cada huevo se compone de la célula reproductora femenina, que se combina
con el polen para formar el embrión de la semilla y otras células vegetativas, que se con-
vertirán en el endospermo y la cubierta de la semilla. Aunque las partes de una flor perfecta
son siempre los mismos, hay una diversidad de flores perfectas. Por ejemplo, algunas flores
perfectas tienen una estructura que mantiene separados a los estambres del pistilo, hasta la
visita de un insecto.
Figura 6. Descripción esquemática y ejemplo de una flor perfecta (maracuyá, Passiflora edulis).
AnteraEstigma
Estilo
Ovário
Óvulo
FilamentoPolen
Pétalo
Sépalo
A B
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zzon
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26 SOJA Y ABEJAS
Flores: estructura, anatomía y principales eventosLa flor es la estructura reproductiva de las angiospermas. La función biológica de una flor
es efectuar la reproducción, proporcionando mecanismos para la unión del espermatozo-
ide con huevos. Las flores pueden facilitar la polinización cruzada (fusión del esperma y
los huevos de diferentes individuos de la misma especie) o limitarse a la autofecundación
(fusión del espermatozoide y del óvulo de la misma flor). Algunas flores producen diásporas
sin fertilización (partenocarpia). Las flores contienen los esporangios, donde se desarrollan
los gametofitos. Al final, son las flores que dan lugar a frutos y semillas. Muchas flores han
evolucionado para ser atractivo para los polinizadores para convertirse en vectores para la
transferencia de polen al estigma de la misma u otras flores de la misma especie.
Las partes de la florLas partes esenciales de una flor se pueden dividir en vegetativas - los pétalos y sépa-
los asociados en perianto; y reproductiva - con las estructuras masculinas y femeninas.
Genéricamente, una flor consiste en cuatro estructuras situadas en el extremo de una va-
rilla. Cada una de estas partes está dispuesta en espiral alrededor de un punto (Figura 7).
Figura 7. Partes de una flor perfecta.
Pétalo
Estigma
Estilo
Filamento
Estambre
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Gazz
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27SOJA Y ABEJAS
Los cuatro espirales principales, a partir de la base de la flor, son los siguientes:
a) Vegetativa (periantio)
I. Cáliz: la camada más externa, que consiste en unidades llamadas sépalos. Por lo general
son de color verde, que cubre y protege las otras estructuras de la fase de capullo;
II. Corola: la próxima espiral hacia el ápice, compuesto por unidades llamadas pétalos, de
textura fina y suave por lo general y que tiene el color como parte de la estrategia de atrac-
ción de polinizadores.
b) Reproductiva
I. Androceo (derivado del griego Andros Oikia = la casa del hombre): la siguiente espiral, a
veces compuesta de varias vueltas, se compone de unidades llamadas estambres. Los estam-
bres consisten en un filamento, en cuya extremidad superior se ubica la antera, donde el po-
len es producido por meiosis (Riaño-Rodriguez et al., 1999);
II. Gineceo (derivado del griego Gynaikos Oikia = la casa de la mujer): es la estructura central
de una flor, que consiste en una o más unidades llamadas carpelos (Sattler, 1974). El carpelo
- o varios carpelos unidos - contiene una estructura llamada ovario. En su interior se encuen-
tran las megasporangios (óvulos) que, por meiosis, generan megaesporas, conformando el
gametofito femenino. El gineceo de una flor se describe también en forma alternativa, en la
que la estructura visible se llama pistilo (que consta de un ovario, estilo y estigma). Un pis-
tilo puede estar formado de un único carpelo o diversos carpelos unidos. La punta pegajosa
del pistilo - estigma - es el receptor de polen. La barra de soporte - el estilo - se convierte en
el camino para el crecimiento del tubo de polen, formado a partir de granos de polen que se
adhieren al estigma, donde germinan (Sattler, 1974).
Las flores pueden variar de acuerdo a la presencia o ausencia de las diversas partes anteri-
ormente mencionadas en la estructura floral (sépalos, pétalos, estambres y pistilo). Una flor
se llama completa si los cuatro órganos florales están presentes en la misma estructura de la
flor, mientras que una flor incompleta carece de una o más estructuras. A modo de ejemplo,
las flores de la familia Poaceae son incompletas - faltan los sépalos y pétalos – y de polini-
zación anemófila. Se infiere que una planta anemófila no necesita atraer a los polinizadores.
Se supone que la evolución habría dado lugar a plantas con flores incompletas, una variación
de las completas, con polinización mediada por el viento.
Estructura de una florLa figura 8 muestra un ejemplo genérico de la estructuras de una flor, aunque haya variabi-
lidad entre diferentes especies de plantas. Las cuatro partes principales de una flor general-
mente se definen por su posición sobre el recipiente y no por su función. En algunas flores,
28 SOJA Y ABEJAS
faltan algunas partes o, de lo contrario, pueden ser modificadas para realizar otras funciones;
existe también el caso de una estructura que imita lo que normalmente es otra estructura.
Por ejemplo, en algunas familias botánicas, los pétalos son muy pequeños, al igual que los
sépalos; en otros, los sépalos son coloridos y se asemejan a los pétalos. En otras flores, estam-
bres modificados se parecen a los pétalos (Prenner, 2010).
Figure 8. Detalles de la estructura de una flor perfecta. A) Corte longitudinal de una flor perfecta; B) Detalles de lo ovario y de los nectarios; C)/D) Vista lateral y superior de las estructuras reprodutivas.
B
C
A
D
Phot
os: D
ecio
Lui
z Ga
zzon
i
Cuando partes de la flor se fusionan y proveen del mismo patrón circular, son llamadas conatas; si
las partes provienen de diferentes espirales se denominan adnatas. Cuando los pétalos se funden
en un tubo o anillo que constituye una sola unidad, la estructura se llama simpétala o gamopé-
tala. Cuando flores simpétalas tienen simetría bilateral con un labio superior y otro inferior, son
llamados bilabiadas. Flores con los pétalos y sépalos conatos pueden tener la corola o cáliz con
diferentes formas (acampanado, funiliformes, tubulares o giradas (Sattler, 1988).
Pedicelo
Estigma
Estambre
Granos de polen
Receptáculo
Placenta
Óvulos
Ovario
Lóculos
Nectário
29SOJA Y ABEJAS
Cuando el perianto se corta a lo largo del eje central y mitades simétricas se producen, la flor
tiene simetría radial. Esas flores también son conocidas como actinomorfas o regulares, pre-
sentes en algunas rosáceas. Cuando las mitades simétricas de la flor solamente se obtienen
mediante una línea específica, se les llama irregular o zigomorfas, al igual que con la mayoría
de las orquídeas (Sattler, 1988).
Las flores pueden estar directamente conectadas con la planta en su base, cuando se les llama
sésiles, debido a que el tallo es muy pequeño o inexistente. Si un pedúnculo soporta más de
una flor, los tallos que conectan cada flor al eje principal son llamados pedicelos (Sattler, 1988).
En las especies que tienen más de una flor sobre un eje, el conjunto se denomina inflorescencia.
Algunas inflorescencias se componen de muchas flores pequeñas dispuestas en una formación
parecida a una sola flor. Por ejemplo, una margarita o un girasol no son una flor, sino una inflo-
rescencia compuesta de numerosas flores o floretes. Una inflorescencia puede incluir tallos, hojas
modificadas y especializadas, conocidas como brácteas (Sattler, 1988).
Desarrollo de la florUna flor se desarrolla en una yema modificada o de un determinado eje meristematico api-
cal, es decir, el eje crece a un tamaño determinado, cuando se convierte en flor. Los estudios
de desarrollo floral han demostrado que, a menudo, los estambres son varillas modificadas
(caulomas), que en algunos casos pueden parecerse a pequeñas ramas. Se debe considerar
la diversidad en el desarrollo del androceo de flores, que van desde hojas (filomas), varillas
(caulomas) y pequeñas ramas modificadas (ramas o brotes) (Sattler, 1988).
La transición a la floración es uno de los principales cambios en una planta durante su ciclo
de vida. La transición debe tener lugar en un momento favorable para la fertilización y la for-
mación de semillas, con el objetivo de máximo éxito del proceso reproductivo. Para atender
estas necesidades una planta es capaz de interpretar las señales endógenas y ambientales
tales como cambios en los niveles de hormonas vegetales, fotoperiodo y temperatura.
La transición de meristemas vegetativos a florales, en las plantas superiores, se desencadena
por combinación de las señales internas de la planta con otro carácter ambiental. En la dé-
cada de 1930, fue elaborada la teoría del florígeno (una posible hormona de la floración), que
aún carece de aclaración y confirmación definitiva para todas las situaciones. El florígeno
sería una molécula hormonal responsable por desencadenar y controlar la floración de una
planta. De acuerdo con esta teoría, el florígeno se produce en las hojas de las plantas y su sitio
de actuación sería el brote o meristemos apicales, convirtiéndolos en flores.
30 SOJA Y ABEJAS
Algunos autores han demostrado que el florígeno funciona incluso entre diferentes especies,
por observación de su actuación en plantas injertadas. Sin embargo, hasta ahora, la natu-
raleza precisa del florígeno todavía no está clara aún después de la publicación de Huang
et al. (2005), quienes proponen que el FT (Florigen Locus T) mRNA podría ser el florígeno,
mientras que Lifschitz et al. (2006) atribuyen la señal de inducción a un producto del ARNm
de FT. Autores como Turck et al. (2008) refieren que el florígeno se produce en las hojas, en
condiciones favorables a la reproducción, actuando sobre los brotes y ápices del tallo para
inducir diferentes cambios fisiológicos y morfológicos que desencadenan la floración, sin
profundizarse en la base fisiológica y bioquímica que soportaria la afirmación.
En respuesta a los cambios en el fotoperiodo, señales sistémicas (florígeno?) inducen la flo-
ración. Aunque el concepto de florígeno ha sido conceptualizado para las plantas sensibles
al fotoperíodo, muchos autores informan que sería activado por diferentes estímulos en di-
versos sistemas florales, aceptando que la señal es común a todas las plantas. Por ejemplo, el
tomate es una planta con reacción neutra para la duración del día. De acuerdo con Lifschitz y
Ashed (2006), el ‘Single Flower Trust’, lo cual es un gen regulador del momento de empezar la
floración y de la arquitectura de la yema, codifica al ortólogo de tomate FT, constituyéndose
en un gen integrador de la floración. La interpretación molecular de estas señales se produce
a través de la transmisión de una señal compleja (florígeno?), que implica una variedad de
genes, incluyendo ‘Constans’ ‘Flowering Locus C’ y ‘Flowering Locus T’ (Kim et al., 2008).
El primer paso en la transición a la fase reproductiva es la transformación de los primor-
dios vegetativos en primordios florales (Searle et al., 2006). Cambios bioquímicos provocan la
diferenciación celular de los tejidos de las hojas, yemas y tallo, que modularan los tejidos
que constituyen los órganos reproductores. En las plantas de hábito determinado, cesa el
crecimiento la parte central de la yema apical y sus protuberancias laterales se desarrollan
en forma de espiral alrededor del extremo del tallo. Estas protuberancias se convierten en los
sépalos, pétalos, estambres y carpelos.
En la mayoría de las plantas, incluida la soja, una vez que se inicia este proceso, no puede ser
interrumpido o revertido y ocurre el desarrollo de flores, incluso si el arranque inicial de la
formación de las flores depende de una señal del medio ambiente. Una vez que el proceso se
inicia, mismo si esa señal cesa, continúa el desarrollo de la flor.
El control molecular del origen y de la identidad de las estructuras que componen una flor
está bien descrito para algunas especies. En un modelo sencillo, tres genes interactúan de
una manera combinatoria para determinar las identidades de los órganos que se desarrollan
en el meristema floral, conocidos como genes funcionales A, B y C. En el primer espiral floral,
sólo los genes A se expresan, dando lugar a la formación de sépalos. En el segundo verticilo,
31SOJA Y ABEJAS
se expresan los genes A y B, formando pétalos. En el tercer espiral genes B y C interactúan
para formar los estambres y en el centro de la flor, los genes C dan lugar a carpelos. La teoría
llamada ABC fue descrita por Haughn y Somerville (1988).
PolenEl polen en sí no es el gameto masculino. Visualmente, se ve como un polvo grueso. Los gra-
nos de polen son pequeños, lo que requiere ampliación óptica para observar su estructura.
En las plantas de semilla, el polen contiene los microgametófitos, que producen los gametos
masculinos (las células de esperma). Los granos de polen tienen una capa dura, basada en la
esporopolenina, que es un biopolímero que protege el gametofito durante su movimiento
desde los estambres al pistilo de plantas con flores, o del cono macho a la hembra, en las plan-
tas de coníferas. Cuando el polen llega a la superficie de un pistilo compatible o de un cono
femenino, germina y produce un tubo de polen, que se utiliza para transferir los espermato-
zoides hacia el óvulo que contiene el gametofito femenino (Twell, 2014).
Cada grano de polen contiene células reproductivas (generativa) y también células vegeta-
tivas, sin función reproductiva. Observase solo una célula reproductiva en la mayoría de las
plantas con flores, pero hay especies con varias celdas. En las plantas de floración, la célula
vegetativa produce un tubo de polen, mientras que la célula generativa se divide para formar
dos células de esperma (Twell, 2014). En el caso de la auto-polinización, el polen se mueve
desde la antera al estigma de la misma flor, mientras que en la polinización cruzada, el polen
se utiliza para la transferencia de material genético haploide masculino de las anteras de una
flor al estigma de otra.
El polen se produce en el microsporangio, que se encuentra en la antera de una flor de las
angiospermas o en el cono macho de una conífera. Los granos de polen presentan una amplia
variedad de formas, con mayor frecuencia esférica, con tamaños y marcas en su superficie,
que son características de las especies. En el caso de las plantas con polinización anemófila,
granos de polen tienen dimensión aproximada de 90-100 micrómetros (Pleasants et al., 2001).
En las angiospermas, durante la etapa inicial de la flor, la antera se compone de una masa de
células indiferenciadas, excepto en la dermis, que aparece parcialmente diferenciada.
Conforme se desarrolla la flor, cuatro grupos de células esporogénicas se forman en el inte-
rior de las anteras. Las células esporogénicas son fértiles y están rodeadas de capas de célu-
las estériles, que crecen en la pared del saco de polen. Algunas de las células proporcionan
nutrientes para las microósporas que se forman por división meiótica, a partir de las células
esporogénicas (Twell, 2014).
32 SOJA Y ABEJAS
Por medio de un proceso llamado microsporogenesis se producen cuatro micrósporas
haploides por meiosis de cada celda esporogénica diploide, las cuales son llamadas mi-
crosporocito y que constituyen las células madre del polen o meiocito. Después de la for-
mación de las cuatro micrósporas, que están contenidas por paredes de callosa (un polímero
de glucosa) comienza el desarrollo de las paredes del grano de polen. La callosa de la pared
es metabolizado por una enzima llamada calasa y los granos de polen crecen en tamaño y
adquieren su forma característica, formando una pared exterior más resistente, llamada
exina y una pared interna llamada intina (Owen, 2014).
Durante la microgametogenesis, las micrósporas unicelulares sufren mitosis y se desar-
rollan en microgametófitos maduros que contienen los gametos. En algunas plantas con
flores, muchas veces la germinación del grano de polen se inicia antes de que el mismo salga
del microsporangio, con la célula generadora formando dos células del esperma. La exina
puede tener espinas o verrugas u otros patrones secuenciales, que son marcas taxonómi-
camente valiosas para la identificación de género, especie, o incluso cultivar. Las espinas
pueden medir menos de un micron de longitud, llamada espinosa o puede ser mayor que
un micron, referida como equinata. Otras designaciones describen la apariencia externa del
grano de polen, tales como reticulada, cuyo aspecto es el de una red que consiste en elemen-
tos separados una de los demás por un espacio libre (lumen) (Owen, 2014).
La superficie de los granos de polen se cubre con ceras y proteínas, que se mantienen en su
sitio por estructuras llamadas elementos escultóricos, presente en su superficie. De acuerdo
con Owen (2014), la pared exterior del grano de polen se compone de dos capas, que impide
su arrugamiento o encogimiento durante el secado, lo que podría causar la compresión del
material genético. Estas dos capas son el tapete y el techo situado anteriormente a la in-
tina. Estas camadas están separadas por una región denominada columela. La pared exterior
se construye con un biopolímero resistente, llamado esporolenina. En el dislocamiento del
grano de polen entre la antera y el estigma, la pared protege a los espermatozoides contra la
desecación y la luz solar.
Como regla general, el tubo de polen atraviesa la pared del grano de polen a través de es-
tructuras denominadas aperturas (Owen, 2014), que pueden o no estar presentes. Dichas
aperturas son modificaciones de la pared de los granos de polen, como estrechamiento,
ranuras y poros, cuya función primaria es permitir un cierto grado de contracción e hin-
chazón del grano de polen, causada por cambios en el contenido de humedad, sin afectar
a su funcionalidad.
Para el estudio de polinizadores, especialmente de sus hábitos y preferencias, es esencial
identificar las fuentes de polen que, por lo general, pueden ser diferenciados por su apari-
33SOJA Y ABEJAS
encia física. El polen puede ser diferenciado por la presencia o ausencia de aperturas. De
acuerdo con Owen (2014), las aperturas alargadas o ranuras en el grano de polen se llaman
surcos o colpos. Los que son más circulares son llamados poros. La apertura puede tener un
opérculo (tapa), por lo tanto el polen se describe como operculado. La orientación de las ra-
nuras (en relación con la tétrada de micrósporas originales) clasifican el polen como ranu-
rado o colpado. Si el polen dispone de una única ranura, denominado monosulcado.
PolinizaciónLa polinización es el proceso de transferencia del polen del estambre al pistilo de una flor, un
paralelo a las relaciones sexuales en los animales. En general, se pueden dividir las flores en
tres grandes grupos, de acuerdo con el método de polinización dominante:
a) entomófilas: las flores atraen a los insectos para efectuar la transferencia del polen al pis-
tilo de la misma flor o de otra flor de la misma especie (exogamia). Eventualmente, otros ani-
males, como los murciélagos y pájaros, actúan como polinizadores de plantas entomófilas.
Muchas veces existe una especialización en la forma y/o disposición de los estambres, para
garantizar que los granos de polen se transfieren eficazmente al cuerpo del polinizador cu-
ando este aterriza en la flor en busca de su atractivo (néctar o polen). En la búsqueda de este
recurso, el polen es transferido por los polinizadores a los estigmas de las flores de la misma
especie, cuando de sus visitas. Muchas flores utilizan una estrategia de proximidad entre los
componentes de la flor, para asegurar la polinización. Otros tienen sistemas más sofisticados,
en que uno de los objetivos es fomentar la polinización cruzada y evitar la auto-polinización.
b) anemófilas: El viento es el vector que mueve el polen de una flor a otra, o de los estambres
al pistilo de la misma flor. En este caso, no hay necesidad de atraer a los polinizadores y por
lo tanto estas plantas tienden a no tener flores grandes o particularmente atractivas. Mien-
tras el polen de las flores entomófilas tiende a presentar granos grandes, pegajosos y ricos en
proteínas (la “recompensa” para los polinizadores), el polen de las flores anemófilas suele ser
pequeño, muy ligero y de poco valor nutricional a los insectos, a pesar de que todavía puede
ser útil cuando se produce escasez de alimento más adecuado. Sorprendentemente, abejas y
otros polinizadores recogen el polen de maíz (planta anemófila), aunque de bajo valor nutri-
cional.
c) auto-polinización: En algunas plantas, como la soja, la mayoría de las flores son poliniza-
das antes de su apertura. En otras plantas, las flores no abren, incluso después de la autopo-
linización. Estos dos tipos de flores son llamados cleistogámicas.
La anatomía de una flor impone un proceso dominante de polinización para que las plantas
produjeren semillas con éxito. Algunas plantas son autopolinizadas porque poseen flores
34 SOJA Y ABEJAS
perfectas, con estambres y pistilos desarrollándose en perfecta sincronía. En este caso, las
anteras lanzan el polen al estigma de manera eficiente, a medida que maduran. Este es el caso
de la soja y de otras especies de la misma familia (Fabaceae) como se muestra en la Figura 9.
Algunas plantas tienen flores perfectas, pero el tubo polínico no crece en el estilo si el polen
viene de la misma flor. Estas plantas tienen flores autoincompatibles, por lo que hay necesi-
dad de polinización cruzada para producir semillas. Cuando una abeja u otros polinizadores
visitan la flor, pétalos especializados ponen en marcha un proceso de vibración de los es-
tambres, lanzando el polen sobre el cuerpo del insecto. Por eso, cuando los mismos insectos
visitan las flores en otras plantas de la misma especie, se supera el problema de autoincom-
patibilidad, permitiendo la polinización y la fertilización.
Dos procesos principales están presentes en la polinización de las flores perfectas:
a) cleistogamia cuando la polinización se produce en flores cerradas como la soja, una espe-
cie de autopolinización típica;
b) casmogamia cuando la polinización se produce en flores abiertas.
Figure 9. Ejemplos de flores perfectas de Fabaceae (familia botánica de la soja). A) Guisante, B) Frijol and C) Soja.
A C
B
Foto
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Lui
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zzon
i
35SOJA Y ABEJAS
Sin embargo, existe alguna evidencia de que incluso plantas cleistogámicas como la soja,
pueden, bajo ciertas circunstancias, beneficiarse de la polinización por insectos, aumentando
su productividad. Es necesario hacer una aclaración definitiva del tema, para que las prácti-
cas agrícolas que pueden afectar la polinización adecuada sean adaptadas para favorecer los
polinizadores y permitir más altos rendimientos de la soja más altos.
FertilizaciónUn tubo polínico es parte del gametofito masculino de las plantas de semilla. Actúa como un
conducto dentro del cual se transportan las células de gametos del grano de polen mascu-
lino, empezando en el estigma y que se extiende hasta llegar a los óvulos, sobre la base del
pistilo. En el maíz, la única célula vegetativa puede crecer más de 30 cm, pasando por toda la
extensión del pistilo.
La reproducción en las angiospermas es un proceso complejo que incluye varios pasos, que
pueden variar entre especies. El polen es producido por los estambres, el órgano reproduc-
tor masculino de la flor. Cada grano de polen contiene una célula vegetativa y una célula
generativa, la cual se divide para formar dos células de esperma. El polen se libera en la
apertura de las anteras, lo que permite la transferencia de polen para el pistilo, el órgano re-
productor femenino. La polinización puede llevarse a cabo por gravedad, por el viento, por
el agua, por los insectos u otros animales. Los ovarios abrigan los óvulos, que producen el
gameto femenino, es decir, la célula generativa femenina.
Cuando un grano de polen llega a la superficie de un pistilo compatible, la germinación se
produce en respuesta a la inducción promovida por un fluido azucarado secretado por el es-
tigma maduro. Los lípidos en la superficie del estigma estimulan el crecimiento del tubo de
polen, si el grano de polen es compatible. Plantas autoestériles inhiben la germinación de los
granos de polen que genera sus propias flores.
En algunas plantas, la presencia de múltiples granos de polen estimula el crecimiento más
rápido del tubo de polen. La célula vegetativa produce entonces el tubo de polen, un resalto
tubular del grano de polen, que transporta los espermatozoides en el ovario. Para alcanzar
el ovulo, el tubo polínico debe “perforar” su camino por el estilo, que es rico en nutrientes,
haciendo un giro cuando llega a la parte inferior del ovario. Cuando el tubo de polen alcanza
un óvulo, se rompe e introduce las dos células de esperma en el interior del óvulo. Una de las
células fecunda el óvulo para formar un embrión, en cuanto la otra se fusiona con dos nú-
cleos polares de la célula central para formar el endospermo, que sirve como una fuente de
alimento para el embrión. Al final del proceso el ovario se convertirá en una fruta y los óvulos
fecundados se convertirán en semillas.
36 SOJA Y ABEJAS
A pesar de los estudios sobre el tema (Mallet, 1988; Messerli, 2000; Gossot y Geitmann, 2007),
aún no está completamente claro cómo el tubo polínico responde a la orientación de señales
extracelulares para llevar a cabo la fertilización. Se cree que los tubos de polen responden
a una combinación de estímulos químicos, eléctricos y mecánicos durante su viaje a través
del pistilo. Sin embargo, no está claro cómo estos estímulos externos actúan, como son proc-
esados internamente y cuáles son los propios receptores sensoriales. Sin embargo, se aceptan
varios aspectos claves en el proceso de crecimiento del tubo de polen como definitivos. Por
ejemplo, se acepta como fundamental para el proceso la presencia de filamentos de actina
en el citoesqueleto, las peculiaridades de la pared celular, las vesículas secretoras dinámicas
y el flujo de iones, como algunas de las características fundamentales aunque sus funciones
no han sido elucidadas por completo (Mascarenhas y Machlis, 1964; Robinson, 1985; Chebli y
Geitmann, 2007; Okuda y Higashiyama, 2010).
Fertilización: Secuencia de eventosCuando un grano de polen viable alcanza un estigma receptivo, se desencadena una serie de
eventos secuenciales y concatenados, iniciando con la germinación del grano de polen y la
formación del tubo de polen, que emerge y crece. Los granos de polen se mueven en el inte-
rior del tubo de polen hasta que alcanza el ovario.
Para la formación del tubo de polen se requiere digerir parte de la estructura femenina de
la flor, con la ayuda de enzimas hidrolíticas, conforme el tubo se mueve a través del estilo
entre el estigma y el ovario. El tejido digerido se convierte en una fuente de nutrientes para
el tubo de polen.
Dos tipos de núcleos están presentes en el polen (vegetativo y generativo) y tanto el tubo
polínico como los núcleos se mueven estimulados por una sustancia azucarada secretada por
el estigma.
La forma del tubo de polen hasta el ovario no es una línea recta. Alrededor del ovario se
produce una ondulación en dirección a su base, cerca del receptáculo. Aquí, el tubo de polen
penetra en el óvulo a través de un pequeño poro llamado micrópilo. En su interior, uno de los
dos núcleos masculinos se fusiona con el núcleo femenino y forma un cigoto diploide, mé-
todo conocido como fertilización verdadera o singamia.
En la secuencia, otro núcleo masculino ingresa en el saco embrionario y se fusiona con el
núcleo secundario (diploide), formando un núcleo triploide llamado núcleo del endospermo
primario. Este proceso se denomina de fusión triple.
37SOJA Y ABEJAS
Después de la fertilización, el embrión resultante se somete a una serie de divisiones mitóti-
cas, con la formación de una semilla. El núcleo del endospermo también se divide formando
progresivamente las células del endospermo y que sirve como una fuente de nutrientes para
el desarrollo del embrión. Al final, la fruta se forma y en el caso de frutas con múltiples se-
millas, diversos granos de polen son necesario para que todos los óvulos sean fertilizados,
siguiendo la misma secuencia anterior.
A veces, una doble fertilización está presente. Es una variante más compleja de la fertili-
zación en angiospermas, con la conjunción de dos gametos masculinos con un único ga-
metofito femenino. Mientras que un núcleo de esperma fertiliza el óvulo, otro núcleo se une
con dos núcleos polares del megagametofito. Así, un espermatozoide haploide se combina
con un gameto femenino también haploide, resultando en un cigoto diploide, mientras que
otro núcleo masculino se fusiona con otros dos núcleos polares haploides del megagametofi-
to, generando un núcleo triploide. Este último forma el núcleo del endospermo primario, lo
que resulta en el desarrollo del endospermo.
En las gimnospermas, los gametos masculinos son microgametófitos, desarrollándose a par-
tir de espermatozoides producidos por micrósporas. En las estructuras femeninas, los game-
tos presentes en el óvulo se desarrollan a partir de megagametófitos, que producen múltiples
arquegonios.
Similarmente a lo que se ha descrito para las plantas de flores, los granos de polen son trans-
portados de los conos productores de polen hasta el óvulo por la polinización anemófila o en-
tomófila. Los granos de polen ingresan en el óvulo a través del micrópilo y maduran dentro
del gametofito femenino, produciendo las células de esperma. Después de la fertilización, el
embrión se forma en el gametofito, resultando en una semilla rodeada de un recubrimiento
con funciones de protección y/o nutrición.
39SOJA Y ABEJAS
Tipos de crecimiento de la sojaDespués del período de crecimiento vegetativo, cuya duración depende del cultivar, la latitud
y las condiciones ambientales (duración del día y temperatura), además de las prácticas cul-
turales, la planta de soja entra en la fase reproductiva, durante la cual la brotación axilar se
transforma en agrupamiento de 2 a 35 flores, las cuales pueden ser blancas o moradas (Figura
10), éstas en diferentes graduaciones.
Desarrollo reproductivo de la soja
Figure 10. Variación en la coloración de las flores de soja. A) Flor morada; B) Flor blanca.
A B
Foto
s: De
cio
Luiz
Gaz
zoni
Bernard y Weiss (1973) revisaron la literatura referente a la herencia de los pigmentos de
color en soja. Independientemente de partes verdes de la planta, los pigmentos coloreados
ocurren en flores, vainas, pubescencia, semillas e hilo. En la literatura más antigua, se afirma
que los colores de la flor de soja son blancos y morados, controlados por un solo par de genes
(W1, w1) con púrpura (W1) completamente dominante sobre blanco (w1) (Woodworth, 1923;
Johnson y Bernard, 1962). Algunos otros loci, que causan graduación entre los colores mora-
dos y blancos de la flor, han sido reportados y designados (W2, w2), (W3, w3) y (W3, w4).
40 SOJA Y ABEJAS
Más recientemente, Palmer et al. (2004) y Takahashi et al. (2008) establecieron que el color
de las flores de soja es controlado, principalmente, por seis genes (W1, W2, W3, W4, Wm y
Wp). Bajo el genotipo W1, la combinación con W3W4 redunda en flores de color morado os-
curo, W3w4 presenta flores moradas pálidas o con coloración púrpura en la base del pétalo,
w3W4 produce flores púrpuras y w3w4 tiene flores casi blancas (Hartwig y Hinson, 1962). En
genotipos con combinación de alelos W1w3w4, el color de la flor fue indistinguible con la
combinación que produce flores blancas bajo muchos ambientes, sugiriendo que los ambi-
entes afectan el color de la flor en esa combinación de alelos (Hartwig y Hinson, 1962). Yan et
al. (2014) describieron dos nuevas variantes (casi blanco y púrpura claro), concluyendo que
la pérdida completa de función del gen DFR2 genera flores casi blancas, y que un nuevo alelo
del locus W4 (lp) regula flores levemente enrojecidas. El color de la flor puede interferir en
la orientación de las abejas.
Hay dos tipos de hábitos de crecimiento, íntimamente vinculados a la iniciación floral en soja
(Guard, 1931; Dzikowski, 1936; Williams, 1950). Comúnmente, los dos tipos se denominan
indeterminados y determinados. En el tipo de hábito indeterminado, el brote terminal con-
tinúa creciendo durante la fase reproductiva, después del surgimiento de las vainas. En este
tipo, las inflorescencias son racimos axilares (Figura 11a) de la planta que, en la madurez,
tienen una distribución de vainas que disminuye cerca de la extremidad del tronco o de las
ramas. Finalmente, la varilla parece tener una inflorescencia terminal que, en realidad, está
compuesta por una o dos inflorescencias axilares, que se vuelven muy cercanas, en virtud de
los entrenudos cortos en la punta del vástago.
El segundo tipo es el hábito determinado, en el cual la actividad vegetativa de la yema ter-
minal cesa cuando se convierte en una inflorescencia (Figura 11b), en la etapa R2. Este tipo
presenta tanto racimos axilares como uno terminal, con vainas bien distribuidas a lo largo
del vástago, así como un conjunto denso de vainas en la raíz terminal del tronco.
El nudo de la primera flor está relacionado con el estadio de desarrollo de la planta. Los nudos
de los cotiledones, de las hojas primarias y de las primeras dos o tres hojas trifolioladas son
generalmente vegetativos, por lo que las primeras flores aparecen a partir de los nudos cinco
o seis, dependiendo del cultivar, de las condiciones ambientales y de las prácticas culturales.
Una vez iniciada la floración, las flores surgen progresivamente hacia el extremo superior
del tronco principal, así como hacia las puntas de las ramas laterales, cuando existen.
Tanto el inicio como la duración de la floración son controlados genéticamente, pero esta
característica es influenciada por la época de siembra y la latitud. En los cultivares más antig-
uos, la floración podía extenderse entre 3 y 5 semanas para cultivares determinados, con una
duración aún más larga para las indeterminadas (Borthwick y Parker, 1938; Hardman, 1970).
41SOJA Y ABEJAS
Estructura de una flor de sojaLa flor de soja es una papilionácea típica, con un cáliz tubular, compuesto por sépalos en
cinco lóbulos desiguales y una corola de cinco partes, que consiste en a) una pétala bandera
posterior; B) dos pétalos ala laterales; C) dos pétalos quilla anterior. Los pétalos están en con-
tacto entre sí, pero no constituyen una estructura fundida única.
Cuando una yema en la axila de una hoja trifoliolada desarrolla una inflorescencia, el pedún-
culo permanece con la misma anatomía, incluyendo epidermis, córtex, endodermo, tejido
vascular y crecimiento secundario considerable a partir del cambium vascular (Dzikowski,
1937). En el desarrollo de una inflorescencia, la bráctea de cada flor es homóloga a una hoja
trifoliolada y las dos bractéolas son homólogas a los folíolos que se desarrollan normal-
mente, en la base de cada rama. Después de formar los primordios de las bractéolas, el
meristema apical de la flor origina a los órganos florales.
Los 10 estambres que componen el androceo forman dos grupos. En el grupo mayor, los fila-
mentos de nueve de los estambres se funden en una sola estructura, mientras que el estam-
bre posterior permanece separado.
El único pistilo es unicarpelar y tiene uno a cuatro óvulos, alternados a lo largo de la sutura
posterior (Carlson y Lester, 2004) y muy raramente pude tener 5 o mismo 6 óvulos. El estilo
es aproximadamente la mitad de la longitud del ovario, curvado hacia atrás, en dirección al
estambre posterior (libre) y termina en un estigma capitado. Las Figuras 12 e13 muestran
ejemplos de flores de la familia de la soja (Fabaceae), identificando sus partes. La Figura 14
muestra una vista transversal de las estructuras de la flor de soja y la Figura 15 muestra una
vista esquemática, longitudinal, de una flor de soja.
Figura 11. Floración de la soja: inflorescencia axilar y terminal. A) IInflorescencia em la axila del tallo de la soja B) Inflorescencia terminal.
A BFo
tos:
Dec
io L
uiz
Gazz
oni
42 SOJA Y ABEJAS
En el pistilo y en la superficie exterior del tubo del cáliz, de las brácteas y bractéolas, pueden
encontrarse tricomas, los cuales no se observan en los pétalos o estambres. Al principio del
proceso, la futura flor, o primordio floral, surge como un botón en la axila de la bráctea. Los
sépalos constituyen el primer espiral de órganos florales que se desarrollan. El lóbulo ante-
rior del sépalo abaxial aparece primero en el lado abaxial del primordio floral y es seguido,
en rápida sucesión, por los dos lóbulos laterales y, finalmente, por los dos lóbulos posteriores
adaxiales. Rápidamente, las bases de estos lóbulos se amplían y se funden, creando el tubo
del cáliz.
Todos los órganos de la flor se desarrollan rápidamente, con la excepción de los pétalos, que
no se alargan mucho hasta que las anteras dispongan de microsporangios bien desarrollados.
El tubo estaminal, el estambre libre y el estilo se alargan al mismo ritmo, en tiempos simi-
lares, de modo que las anteras maduras se agrupan alrededor del estigma. En ese instante,
los pétalos crecen muy rápidamente, luego superando el cáliz, estambres y pistilo, haciendo
la flor visible.
Figura 12. Estructura de una flor típica de la família Fabaceae.
Pedicelo
Pistilo (cubierto por estambres
fundidos)
Asa
Cáliz Estambre livre
Quilla
Foto
: Dec
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uiz
Gazz
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43SOJA Y ABEJAS
Figura 13. Flor de Erythrina crista-galli (familia Fabaceae), con las estruturas típicas de flores de esta família.
Figura 14. Visión superior de los principais componentes de una flor de soja.
Estambres fundidas por los filamentos
Estambre libre
Cáliz
PediceloQuilla
Quilla
Asa
Bandera
Flor
Partes no reproductivas de la flor
Partes reproductivas de la flor
Estigma
Estilo
Ovario
Antera
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Foto
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Lui
z Ga
zzon
i
44 SOJA Y ABEJAS
Antes de la fusión de los márgenes del pistilo, dos a cuatro primordios de óvulos se pro-
ducen alternadamente y se desarrollan simultáneamente sobre la superficie interior de
los márgenes de la placenta (Guard, 1931; Pamplin, 1963). Cada uno de los óvulos se vuelve
campilótropo, con su extremo micropilar apuntando arriba, hacia el estigma.
El nectario se hace visible unos 10 días antes de la antesis, como un borde de tejido entre las
bases del pistilo y de los estambres. En el momento de la antesis, el nectario discoide, total-
mente formado, mide entre 0,2 y 0,4 mm de altura, circundando la base de la vaina estaminal
(Carlson, 1973; Erickson y Garment, 1979).
Las estomas del nectario son ligeramente ovales y se concentran en cada lado del retroceso
adaxial del nectario, en el lugar donde se conecta el filamento del estambre libre. La mayo-
ría de las estomas están ubicados en el borde de la superficie ventral interna del nectario,
ocasionalmente en grupos de dos o tres. En la porción abaxial hay apenas algunos estomas
(Erickson y Garment, 1979). Waddle y Lersten (1973) observaron que los nectarios son, en
gran parte, vascularizados por ramificaciones que emanan del floema, a partir de la base es-
taminal.
Se verifica por la estructura anatómica que el nectario está asociado con los estambres. No es
una asociación aleatoria, pero deliberada, para forzar los insectos a tener contacto cercano
con los estambres, para obtener el néctar. Por el contacto, el cuerpo de los polinizadores se
cubre con polen, transportado al estigma de la misma flor (flores perfectas) o a la flor fe-
Figura 15. Representación esquemática de una flor de soja incluyendo el nectario.
Ilust
raci
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Lui
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zzon
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Pétalo
Estigma
Filamento
Estilo
Ovario
Óvulo
Granos de polen
Estambre
Nectario
Cáliz
Antera
45SOJA Y ABEJAS
menina en flores monoicas o dioicas. La Figura 16 muestra los granos de polen de soja bajo
el microscopio. La Figura 17 muestra una abeja doméstica, destacando la corbícula en la tibia
del último par de patas, donde la abeja deposita el polen para ser llevado a la colmena.
Figura 16. Ganos de polen al microscopio.
Figura 17. Abeja cargando una pelota de polen en la corbícula, ubicada en su tíbia.
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46 SOJA Y ABEJAS
Robacker et al. (1983) estudiaron el comportamiento de plantas de soja cultivadas con
variaciones de la temperatura del aire (diurna y nocturna), temperatura del suelo y con-
centraciones de N, P y K en el suelo para investigar posibles efectos de las condiciones am-
bientales sobre las características de las flores (el número de flores, la intensidad del color,
la apertura, el tamaño, la secreción de néctar y la emanación del aroma) en la atracción de la
soja a las abejas. La mayoría de las características de la flor varía en estrecha asociación con
el cambio de la temperatura diurna del aire de 20 a 24° C, alcanzando los valores máximos a
28° C, posteriormente disminuyendo a 32° C, con excepción del tamaño de la flor y de la se-
creción de néctar, que continuaran aumentando hasta la temperatura de 32° C. Se analizaron
dos componentes del aroma de la flor y se observó que la emanación de un componente au-
mentó, mientras que la del otro disminuyó, con el aumento de la temperatura del aire. La
hipótesis sugerida por Robacker et al. (1983) es que los dos productos químicos del aroma
pueden transmitir información a los polinizadores, en cuanto a la receptividad y adecuación
nutricional de las flores.
Tanto la producción como la apertura de flores respondieron linealmente a la temperatura
nocturna del aire en el ambiente en que las plantas fueron cultivadas, alcanzando valores
más elevados en las mayores temperaturas (22 y 26° C) cuando se cotejaron con las tempera-
turas más bajas (14 y 18° C). La producción de flores también respondió de forma lineal a la
temperatura del suelo, alcanzando valores más elevados en las mayores temperaturas (28 y
32° C), en comparación con las temperaturas más bajas (16 y 20°C, acorde al estudio de Ro-
backer et al. (1983).
De dos niveles de fertilización de nitrógeno (75 y 175 ppm) y fósforo (15 y 30 ppm) probados,
el nivel más alto de N estimuló una mayor producción de flores, aumentó el tamaño de la flor
y la secreción de néctar, mientras que el nivel más alto de P disminuyó las mismas tres carac-
terísticas florales (Robacker et al, 1983). Por otro lado, los menores niveles de N y los niveles
más altos de P promovieron una mayor apertura de flores.
En su estudio, Robacker et al. (1983) concluyeran que el atractivo de las plantas de soja para
las abejas varía en función de las características de las flores y las condiciones ambientales.
Se observó una mayor atracción de abejas para las plantas cultivadas a una temperatura del
aire diurna de 28° C, temperatura del aire nocturno entre 22 y 26° C y con el nivel más alto de
N, combinado con el nivel más bajo de P.
Severson y Erickson (1984) investigaron las características del néctar de 17 cultivares de soja
para evaluar la preferencia de forraje por abejas domésticas. Los autores verificaron que las
flores permanecían abiertas sólo por un día y la secreción de néctar ocurrió entre las 9h y las
15h. La producción de néctar por flor varió de 0,022 a 0,127 μL entre las cultivares, mientras
47SOJA Y ABEJAS
que el contenido total de carbohidratos en el néctar varió de 0,301 a 1,354 μg/μL. Se observó
una gran variación en el contenido de los azúcares totales e individuales. El contenido de
carbohidratos totales por flor varía de 16 μg a 134 μg, mientras que el contenido de fructosa,
glucosa y sacarosa varía de 42 μg/μL a 314 μg/μL, de 43 μg/μL a 262 μg/μL y de 97 μg/μL a
986 μg/μL, respectivamente.
Las proporciones de fructosa: glucosa: sacarosa entre las cultivares se distribuyó en una serie
continua relativamente amplia, desde aquellas con bajo contenido de sacarosa (alrededor de
1,2: 1,0: 1,4), hasta las que presentaron alta proporción de sacarosa (alrededor de 1,2: 1,0: 6,7).
Severson (1983) encontró diferencias significativas entre cultivares con flores moradas y
blancas, para los niveles de fructosa y de glucosa, cantidad de néctar por flor y carbohidra-
tos totales por flor. El observó que los cultivares con flores blancas tenían un contenido de
carbohidratos más uniforme por flor a lo largo del día, en comparación con las de las flores
moradas. Sin embargo, se observó que los niveles de fructosa y glucosa variaron significati-
vamente en función del día, la hora del muestreo y la temperatura, mientras que el contenido
de sacarosa de cultivares de flores moradas varía sólo con la hora del día.
Las características del néctar de soja de las cultivares Centennial y Coker 237, cultivadas en
Marion (AR, EE.UU.) fueron analizadas durante los años 1980 y 1981 por Severson (1983). La
secreción de néctar disminuyó con el tiempo y con aumento de la temperatura, mientras que
la fructosa, la glucosa, la sacarosa y el contenido total de carbohidratos de la planta y por flor,
aumentó con el transcurso del tiempo de floración y con la temperatura. También observó
que los factores ambientales que promueven el estrés de las plantas parecen influenciar la
proporción de los componentes de la fracción de carbohidratos del néctar. Por ejemplo, la
deficiencia hídrica promovió una disminución en el contenido de sacarosa y un aumento de
cuatro veces en los niveles de fructosa y de glucosa.
Severson (1983), también, estudió el atractivo de soja ‘Bragg’, ‘Centenario’, ‘Coker 237’ y ‘Da-
vis’ en experimentos con jaulas. Los resultados indicaron que las abejas presentaron mayor
fidelidad a ‘Centennial’ y ‘Davis’ que a ‘Bragg’ y ‘Coker 237’. Sorprendentemente, la mayor
atracción de las abejas no estaba correlacionada con características del néctar, ya que los
cultivares Coker 237 y Bragg producen un néctar químicamente más atractivo y en mayor
volumen que Centennial o Davis. El autor teoriza que la atracción inicial de las abejas para
las flores de soja sería determinada por componentes volátiles florales y, en el caso, ‘Centen-
nial’ y ‘Davis’ producirían un espectro de volátiles más atractivo en cantidad y / o calidad que
‘Bragg’ o ‘Coker 237’.
48 SOJA Y ABEJAS
Las flores de soja tienen un período corto de viabilidad para la polinización y la fecundación,
lo que condiciona el forraje por abejas, que está altamente correlacionado con la disponibili-
dad de polen y néctar. De acuerdo con Free y Williams (1973), la concentración de azúcar en
el néctar determina la frecuencia de visitantes, mientras que el volumen limita la cantidad de
abejas forrajeras que visitará el cultivo. En las condiciones de Ortigueira, PR, Brasil, la visita
de las abejas a las flores de soja ocurre entre las 9h y las 15h y entre las 9h y las 13h, en Sorriso, MT,
Brasil (Gazzoni, 2013). El pico de esas actividades y el tiempo que las flores permanecen abiertas
varía entre cultivares y por el efecto de la condición ambiental local.
La intensidad de forraje por abejas está relacionada con las características nutricionales y el
volumen de néctar (Heinrich, 1979; Hagler, 1990) y en particular con el perfil de azúcares del
néctar (Waller, 1972; Abrol y Kapil, 1991; Abrol, 2012). Erickson (1984) y Delaplane y Mayer
(2000) observaron que el contenido de azúcar total en el néctar de flores de soja varía de 37
a 45%, verificando también un aumento del contenido de carbohidratos y disminución del
volumen de néctar de acuerdo con la hora del día y la temperatura.
El volumen de néctar en cada flor varió significativamente entre los cultivares de soja (0,2 a
0,5 μL) y el aumento de la temperatura, como observó Severson y Erickson (1984). Los autores
no verificaron diferencias aparentes en las características del néctar entre los cultivares de
flores blancas o púrpuras. La hora del día fue el principal factor a afectar las características
del néctar de soja, pues los niveles de fructosa, glucosa, sacarosa y el total de carbohidra-
tos en el néctar aumentó a lo largo del día, mientras que el volumen de néctar por flor dis-
minuyó. Las variaciones entre días y en relación al cambio de temperatura fueron menores
que el efecto de la hora de muestreo. Los autores también observaron diferencias en las
características del néctar entre las cultivares lo que podría establecer preferencias de
forraje por las abejas.
Abscisión de flores, vainas y semillas de sojaDiversos estudios relatan que una planta de soja produce muchas más flores que aquellas que
efectivamente evolucionan hasta vainas. De 20 a 80% de las flores sufren un proceso de ab-
scisión, dependiendo de las condiciones ambientales y genéticas (Van Schaik y Probst, 1958;
Hardman, 1970; Hansen y Shibles, 1978; Dall’Agnol, 1980; Wiebold et al, 1981). La mayoría
de los cultivares con muchas flores por nudo tienen un mayor porcentaje de abscisión de
las flores que aquellas con pocas flores por nudo.
La abscisión no está restringida a las flores y también puede suceder con las vainas. Puede
ocurrir desde el momento de la iniciación de los brotes florales, durante el desarrollo de
49SOJA Y ABEJAS
órganos florales, en el momento de la fertilización, durante la fase precoz del embrión, o
en cualquier fase de desarrollo de los cotiledones. La abscisión de flores ocurre con más fre-
cuencia de 1 a 7 días después del inicio del florecimiento (estadio R1) (Williams, 1950; Kato y
Sakaguchi, 1954; Kato et al, 1955; Pamplin, 1963) y en la formación de vainas, después del flo-
recimiento (Carlson y Lersten, 1987). Normalmente, las primeras y las últimas flores son las
más susceptibles a la abscisión, pero incluso después de R3 algunas de las semillas o incluso
vainas enteras pueden abortar (Zhang y Smith, 1999).
Al parecer, la planta produce más flores que las reservas de fotosintatos que podría producir,
siendo que las reservas son esenciales para la producción de vainas y semillas. Un equilibrio
dinámico y continuo parece estar permanentemente en curso, actualizando la capacidad de
la planta para generar la cantidad máxima de semillas viables con vistas a la perpetuación
de la especie. No hay informes de insectos plagas que provoquen abscisión de flores de soja
más allá de lo que el proceso natural produce normalmente. Esta hipótesis concuerda con la
conocida tolerancia de la planta de soja para ataques de insectos plagas, incluso durante la
fase reproductiva del cultivo.
Hansen y Shibles (1978) constataron que, en dos cultivares indeterminados, la abscisión fue
mayor en la parte inferior de los vástagos, habiendo mayor retención y producción de vainas
en la porción media de las plantas. En contraste, en 11 cultivares determinados, más vainas
se desarrollaron en el tercio superior de la copa y la abscisión aumentó en las porciones in-
feriores (Weibold et al., 1981).
Es importante señalar que Abernathy et al. (1977) relatan que la falla de fertilización es insig-
nificante como causa de abscisión floral en soja. En su mayoría, las flores abortadas estaban
fertilizadas, con la presencia de proembriones que habían pasado por dos o tres divisiones
celulares. En consecuencia, la abscisión no se correlacionaría con la mayor o menor visita de
polinizadores.
Además de las flores, también los óvulos individuales o los ovarios enteros pueden abortar.
Kato y Sakaguchi (1954) observaron que el óvulo basal, que es el último a ser fertilizado, sería
más a menudo abortado. Además, el óvulo terminal aborta en frecuencia más alta, debido a
su menor capacidad para competir por el agua disponible.
A pesar de su reconocida resistencia al ataque de insectos plagas, uno de los períodos más
susceptibles a sus daños, es el inicio de la formación de vainas (R3). Una sola punción de
un chinche puede abortar una semilla o una vaina entera, porque las estructuras son muy
pequeñas y sensibles.
50 SOJA Y ABEJAS
Desarrollo del estambre y del óvuloEl primer espiral de cinco primordios de estambres surge poco después del inicio de los pri-
mordios de los pétalos, seguida rápidamente por el segundo espiral. La secuencia de desar-
rollo es la misma para cualquiera de los espirales de estambres. Cada primordio de estambre
contiene una masa más o menos homogénea de células, rodeada por una capa de la proto-
derme. Conforme el estambre se desarrolla, su porción apical forma una antera compuesta
de cuatro lóbulos y un filamento corto (Figura 18).
Figura 18. Flor de soja: Detalle de los estambres fundidos envolviendo el pistilo y las anteras cubriendo el es-tigma, con los granos de polen recubriendo a ambos.
Foto
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Cada lóbulo de la antera consiste en una región central de células arcasporales (esporógeno
primario), periféricamente delimitadas por cuatro a seis capas de células derivadas de divi-
siones periclinales de la protodermis. Estas capas exteriores maduran y se transforman, pos-
teriormente, en la epidermis, endotecio, capas parietales y alfombra. En dirección al centro
de la antera, el arcospio se conecta al tejido conectivo, en el cual también ocurre la unión del
estambre aislado.
Palmer et al. (1978) determinaron el número medio de granos de polen de plantas fértiles
(Msl) y el número medio de micrósporos cenocíticos de plantas masculinas estériles (msl,
msl) en soja. Se realizaron comparaciones entre el número medio de granos de polen y el
número medio de micrósporos cenocíticos con respecto al ambiente donde las plantas
fueron cultivadas y la posición del estambre en la flor. Según los autores, la producción
de polen de plantas fértiles varía de 374 a 760 granos de polen por antera.
51SOJA Y ABEJAS
El óvulo de soja tiene dos integumentos (bitegumentados) y ambos - óvulo y saco em-
brionario - se doblan sobre sí mismos (campilótropo). Los megasporos se forman en el nu-
celo, que es la masa celular central del cuerpo del óvulo que contiene la bolsa embrionaria
(Prakash y Chun, 1976). Un máximo de cuatro óvulos surge, inicialmente, como pequeñas
masas de tejido sobre la placenta en lados alternados de la sutura posterior del pistilo unicar-
pelar.
Las células de un primordio de óvulo están cubiertas por una capa única de protoderme. En
hasta dos días después del inicio de la formación del óvulo, varias células arcosporales hipo-
dérmicas son distinguibles. Estas células son más grandes que las vecinas y tienen una colo-
ración más intensa del citoplasma. Con el desarrollo, una de las células arquerales supera a
las otras en tamaño y se convierte en el megasporocito funcional. Las células vecinas de la
arquería se vuelven menos prominentes, asemejándose al resto de las células del óvulo en
formación. Las divisiones periclines en la región de la hipoderme producen dos capas pari-
etales del nucelo entre el megasporocito alargado y la epidermis del óvulo.
En el momento de la fecundación, el nucelo envuelve la bolsa embrionaria, pero sólo la epi-
dermis permanece intacta en la extremidad micropilar, en contacto directo con el tegumen-
to externo (Pamplin, 1963). A medida que la semilla se desarrolla después de la fertilización,
el nucelo se rompe en la extremidad micropilar, exponiendo la bolsa embrionaria, de modo
que el suspensor del embrión quede en contacto directo con la epidermis del tegumento ex-
terno. La extremidad chalazal del nucelo persiste por varios días, pero, debido al desarrollo
del endosperma, ocurre su obliteración completa unos 14 días después de la fertilización
(Pamplin, 1963).
Polinización de las flores de sojaCon la polinización, los estambres diadelfos (fundidos) se elevan para que las anteras for-
men un anillo alrededor del estigma. Así, el polen se derrama directamente sobre el estigma,
resultando en un elevado porcentaje de autofecundación (Williams, 1950), la cual general-
mente ocurre en el día inmediatamente anterior a la apertura total de la flor (Dzikowski,
1936). La mayoría de las referencias bibliográficas indican que la polinización cruzada en la
soja se limita al 4%.
La fertilización se inicia cuando el grano de polen germina y forma un tubo polínico que
crece en el interior del estilo hacia el saco embrionario, penetrando en el óvulo a través
de una apertura llamada micrópilo. El crecimiento del tubo polínico requiere enzimas
proteolíticas, que digieren el tejido del estilo. La célula generadora del grano de polen sufre
52 SOJA Y ABEJAS
mitosis para producir dos células de esperma. Una vez alcanzado el saco embrionario, un
espermatozoide se une con el huevo para formar un cigoto, mientras que la otra célula de
esperma se une a los dos núcleos de la célula central, para formar el tejido triploide llamado
endosperma.
El estigma húmedo es recubierto en su parte superior por una película proteica que se origi-
na de la cutícula. La función más probable de la película es impedir la desecación del exudado
lipídico, presente en el extremo distal del estigma y, también, para confinarlo en la superficie
del estigma. Se especula que también puede contener factores de reconocimiento del polen,
para facilitar la fertilización (Cheung et al., 1995).
Erbar (2003) refiere que el tejido del estigma se compone de papilas con salientes laterales
que se anastomosan entre sí. Las papilas ocupan el extremo distal del estigma y secretan la
mayor parte del exudado del estigma. En ellos se sitúan entre uno y tres círculos de papilas
libres sin salientes, que también son secretoras.
También acorde a Erbar (2003), existen innumerables canales llenos de exudado en el es-
tigma y en el estilo. Los tubos polínicos crecen en esos canales, que proporcionan nutrición y
orientación mecánica para los mismos. En la base del estigma, en la zona de transición entre
el estigma y el estilo, ocurre un aumento gradual en la cantidad de exudado entre las células,
excepto en el centro del estilo. Estas células forman parte del tejido del estilo, secretando un
exudado de apariencia similar al del estigma.
El polen generalmente germina en la superficie de la película que recubre el exudado del es-
tigma. La germinación, también puede ocurrir en los espirales inferiores de las papilas, pero
cuando esto ocurre, los tubos se dirigen inicialmente al estigma, posteriormente creciendo
en el interior del estilo.
Aunque muchos granos de polen se depositan sobre el estigma, y la mayoría de ellos germina
y crece en el espacio entre el estigma y el inicio del estilo superior, la mayor parte atrofia y
muere antes de alcanzar el ovario. Sólo algunos tubos polínicos alcanzan el lóculo y compiten
para fertilizar los óvulos (Herrero y Hormaza, 1996).
Después de la germinación, los tubos de polen crecen entre las células del tejido del estilo. El
tejido del ovario forma un obturador secretor, en la parte superior del cual los tubos de polen
crecen hacia los óvulos (Erbar, 2003). Su exudado es péctico, lo que posiblemente controla la
dirección del crecimiento del tubo polínico quimiotáticamente (Cheung et al., 1995). Durante
el crecimiento del tubo polínico hacia el óvulo, la célula generativa se divide y forma dos ga-
metos masculinos, que son los espermatozoides.
53SOJA Y ABEJAS
Finalmente, el tubo polínico crece a través del micrópilo del óvulo, entre las células de la
epidermis nucelar y entra en el aparato filiforme de la sinergia degenerada. Aquí, el extremo
del tubo polínico se rompe, liberando las dos células espermáticas. Una célula espermática
se funde con el óvulo y forma el cigoto diploide constituyendo la célula inicial del embrión,
mientras que la otra célula de esperma se une a los núcleos secundarios formando el nú-
cleo primario del endosperma (Ray et al., 1997). Rustamova (1964) observó que el tiempo
transcurrido entre la polinización y la fertilización varía entre 8 y 10 h. Así, en el día de
la apertura total de la flor es probable que la fertilización y fecundación se produjo el
mismo día o, tal vez, un día después.
La planta de soja se considera cleistogámica, es decir, pertenece al grupo de plantas auto
polinizadas. La polinización cruzada en el cultivo de soja es mediada por los polinizadores,
especialmente las abejas (Figuras 19 y 20). Los estudios más antiguos sobre el tema indica-
ron tasas de polinización cruzada en la soja de tan solamente 0,04% en Wisconsin (EEUU),
con diferentes cultivares de soja en filas adyacentes y en diferentes localidades (Woodworth,
1922). La tasa varía entre el 0,18 y el 0,70% en Virginia (EEUU), en años sucesivos (Garber y
Odland, 1926) y fue de menos del 1% en Iowa y Maryland (EEUU) (Weber y Hanson, 1961).
De acuerdo con Ahret y Caviness (1994), basado en una media de 2 años, la polinización cru-
zada varía entre un mínimo de 0,09% para cultivar Walters, hasta un máximo de 1,63% para
‘Brim’. Los mismos autores afirman que los cultivares difieren significativamente en la ex-
tensión de la polinización cruzada y hasta el 2,5% de cruces pueden ocurrir en cultivares de
los grupos de maduración IV, V y VI (clasificación utilizada en los EE.UU.) en algunos ambi-
entes, donde poblaciones adecuadas de polinizadores adecuados están y las demás condi-
ciones son favorables.
En Brasil, la dispersión de polen en plantas de soja fue relatada por Abud et al. (2003), ob-
servando que la tasa máxima de transferencia de polen de cultivares transgénicos, en líneas
adyacentes fue, en promedio, del 0,45%. Cuando las distancias eran mayores, la tasa se redujo
drásticamente. Si se colocó una línea de soja entre otras dos evaluadas, la polinización cru-
zada varió de 0,04 a 0,14%, disminuyendo a cero cuando 11 líneas (6,5 m entre sí) separaron
las líneas en evaluación. Chiari et al. (2011) encontraron una gama de tasas de polinización
cruzada, con un mínimo del 0,2% y picos del 2,67% en soja cultivada en jaulas con y sin la
presencia de abejas africanizadas en su interior.
54 SOJA Y ABEJAS
Figura 19. Apis mellifera visitando una flor de soja.
Figura 20. Abeja cubierta por granos de polen.
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55SOJA Y ABEJAS
Los detalles del desarrollo del óvulo y de la flor de la soja se presentan en la Cuadro 2.
Cuadro 2. Cronología del desarrollo del óvulo y de las flores de soja
Días antes de la antesis
Eventos morfológicos y anatómicos
25 Iniciación de los primordios florales en las axilas o brácteas
25 Diferenciación de los sépalos
20-14 Iniciación de los pétalos, estambres y carpelos
14-10Iniciación de los óvulos, maduración de los megasporocitos, meiosis, cuatro megásporas pre-sentes.
10-7Iniciación de la antera, diferenciación de las células arquesporales masculinas, meiosis, micro-sporogénesis.
7-6 Megásporo funcional entra en la primera división mitótica.
6-2
La segunda división mitótica resulta en cuarto sacos embrionarios nucleados.
La tercera división mitótica resulta en ocho bolsas embrionarias nucleadas.
Las paredes celulares se desarrollan alrededor de las antípodas y de los huevos, formando una bolsa embrionaria con siete células y ocho núcleos.
Los núcleos polares se funden. Las células antípodas comienzan a degenerar. Los nucelos empiezan a desintegrar por la región micropilar, al lado de las bolsas embrionarias.
Un haz vascular único en el óvulo se extiende de la chalaza al funículo, juntándose con el haz carpelar.
1
La bolsa embrionaria continúa creciendo, las células antípodas se desorganizan, haciendo difícil su identificación.
Las sinérgides presentan un aparato filiforme; una sinérgide degenera.
La alfombra en la antera prácticamente desaparece. Los granos de polen maduran y algunos germinan.
El nectario circunda el ovario y alcanza la máxima dimensión.
0Las flores se abren, normalmente en el día de la fertilización. El cigoto permanece en reposo. El núcleo del endosperma primario inicia la división. Se inicia el colapso del nectario.
Fuente: Carlson y Lerster (1987). Los tiempos presentados se refieren a una compilación de datos de diversas cultivares de soja, estudiados por Carlson (1973), Kato et al., (1954), Murneek y Gomez (1936), Pamplin (1961) y Prakash y Chan (1976). La secuencia de desarrollo es esencialmente la misma independiente de cultivar, pero el número de días varía con las condiciones ambientales y la carga genética de la cultivar. Los cultivares modernos seguramente tienen tiempos diferentes que varían de acuerdo a la latitud, temperatura y presencia o ausencia de estreses bióticos o abióticos.
Embrión, endosperma y desarrollo de la semillaDespués de la fecundación, con el surgimiento de las vainas, la planta de soja se vuelve mucho
más susceptible al ataque y consecuentes daños causados por insectos-plaga, especialmente
aquellos que se alimentan directamente de vainas y semillas. Una vez fertilizado, la vacuola
en el cigoto se vuelve más pequeña y, finalmente, desaparece completamente después de la
56 SOJA Y ABEJAS
primera división celular, lo que ocurre aproximadamente 30 horas después de la polinización
(Pamplin, 1963; Rustamova, 1964).
Soueges (1949) describió la embriogénesis de la soja a partir de la primera división del cigoto,
hasta las etapas iniciales de cotiledones. La primera división del cigoto es transversal. La
célula apical, frente a la célula central, se convertirá en el embrión. La célula basal, frente
al microfilo, forma el suspensor, una estructura efímera que ayuda en el crecimiento del
embrión en las fases iniciales. Las sucesivas divisiones de la célula apical producen el proem-
brión en cerca de 3 días, con forma esférica. El proembrión es aproximadamente del mismo
tamaño que el suspensor, éste de forma cónica. Un protodermo bien definido se desarrolla en
el proembrión, cerca de 5 días después de la fertilización (Figura 21).
Figura 21. Desarrollo del embrión, semilla y endosperma.
Procámbio
Meristema basal
Revestimiento de la semilla
Meristema apical de la brotación
Protoderma
Endosperma
Cotilédones Meristema apical radicular
Célula basal del suspensor
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Unos 6 a 7 días después de la fertilización, divisiones localizadas en lados opuestos del proem-
brión, justo debajo del protodermo, inician la formación de los cotiledones. Pamplin (1963)
observó que el cotiledón en el lado chalazal del embrión es, aparentemente, el primero en
aparecer, pero rápidamente es seguido por la iniciación del segundo cotiledón, que crece
y rápidamente alcanza el mismo tamaño que el primer cotiledón. Con el desarrollo de los
cotiledones, hay una rotación gradual de modo que el embrión, con sus cotiledones, gira en
ángulo de 90 °. A continuación, los cotiledones asumen la posición que ocuparán en la semilla
madura, con sus superficies internas formando un plano paralelo con los laterales del óvulo.
57SOJA Y ABEJAS
De acuerdo con Soueges (1949), en esa fase los cotiledones presentan contornos circulares,
pero crecen rápidamente a lo largo de los bordes, especialmente para el extremo chalazal del
óvulo. Esto resulta en un estiramiento acentuado de los cotiledones, dándoles su forma típica
reniforme. Diez a 12 días después de la fertilización, los tejidos del hipocótilo están bien es-
tructurados y consisten en protodermo, meristema fundamental de la corteza y procambio.
Los derivados de la hipófisis formaron los primordios de la raíz, que hasta el momento de la
germinación permanecen limitados a una pequeña área al final del hipocótilo, un poco por
encima del punto de unión del suspensor (Pamplin, 1963).
El epicótilo se inicia simultáneamente con los dos cotiledones, a partir de un meristema re-
sidual existente entre ellos. Pamplin (1963) señala que el epicótilo aparece por primera vez
como un aglomerado alargado de células de coloración más intensa y localizado entre las
bases de los cotiledones. La capa de células más externas se convierte en la túnica. Cerca de
14 días después de la fertilización, el epicótilo forma el primordio de las dos hojas primarias
en ángulo recto con el punto de unión de los dos cotiledones. Las hojas primarias continúan
aumentando por cerca de 30 días, hasta alcanzar su tamaño máximo, con la característica
pluma de la semilla madura.
El primer primordio foliar trifoliolado, que está totalmente diferenciado cerca de 30 días
después de la fertilización, se ubica cerca de la base de las dos hojas unifoliadas y permanece
con tamaño reducido y sólo retoma el desarrollo en la germinación.
Paralelamente al desarrollo del embrión ocurre, también, el desarrollo del endosperma, en
que su núcleo primario se divide casi inmediatamente después de la fertilización. En el mo-
mento de la división del cigoto el endosperma ya presenta varios núcleos libres (Pamplin,
1963; Prakash y Chan, 1976). Las divisiones de los núcleos del endosperma ocurren en
ciclos simultáneos en los días que siguen a la fertilización. Los núcleos y el citoplasma
común del endosperma se desplazan a la periferia del saco embrionario por el desarrollo de
una gran vacuola en el centro de la masa del endosperma. Los núcleos libres del endosperma
se distribuyen dentro del citoplasma.
Al cabo de cinco días después de la fertilización, el endosperma comienza a desarrollarse
alrededor del embrión, en la porción micropilar del saco embrionario y, después de 8 días,
el embrión, cordiforme, se presenta completamente inmerso en el endospermo celu-
lar (Takao, 1962; Meng-Yuan, 1963; Prakash y Chan; 1976). Las paredes celulares del en-
dosperma se desarrollan gradualmente hacia el extremo chalazal del saco embrionario y,
después de 14 días, se extienden hasta el final del extremo chalazal del óvulo.
58 SOJA Y ABEJAS
En el momento de la fertilización, el tegumento interno del óvulo consta de dos a tres capas
de células. Después de eso, la división periclinal, especialmente en la porción chalazal del
óvulo, resulta en un aumento del espesor del tegumento interno, alcanzando cerca de 10 ca-
pas de células. Aproximadamente 10 a 14 días después de la apertura de la flor, la capa más
interna del tegumento interno adquiere coloración densa y se diferencia como un endotelio
o alfombra tegumentaria que, presumiblemente, tiene una función nutritiva.
El tegumento externo, en el momento de la fertilización, se compone de dos a cuatro capas
de células, excepto en la región del micrópilo y del hilo, donde es considerablemente más
gruesa (Pamplin, 1963). Después de la fecundación, ocurren divisiones periclinales y el tegu-
mento externo tiene un espesor de 12 a 15 capas de células (Prakash y Chan, 1976). La epi-
dermis del tegumento externo está constituida por células isodiamétricas en el momento de
la fertilización. Durante el crecimiento y maduración de las semillas, estas células se alargan
radialmente, especialmente cerca del hilo. Las células epidérmicas del funículo, en la región
del hilo, también se alargan radialmente, de modo que pasa a existir en el hilo una doble capa
de células epidérmicas alargadas y de paredes gruesas. La secuencia de desarrollo y llenado
de la semilla en el interior de la vaina se muestra en la Figura 22.
Detalles acerca del desarrollo de las semillas y vainas, después de la fertilización, son presen-
tados en el Cuadro 3.
Figura 22. Secuencia de desarrollo de la semilla de soja: los granos más pequeños son más sensibles a los daños de insectos-plagas.
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59SOJA Y ABEJAS
Cuadro 3. Cronología del desarrollo de semillas y vainas de soja.
Días después de la floración
Días después de la floración
0 Zigoto en reposo. Divisiones consecutivas del núcleo del endosperma primario.
1 Proembrión con dos células. El endosperma presenta alrededor de 20 núcleos libres.
2 Proembrión con 4 a 8 células.
3Diferenciación entre proembrión y suspensor. El endosperma ocupa una capa periférica, con un gran vacuolo en su interior.
4-5El embrión toma forma esférica, con un gran suspensor. El endosperma que lo circunda es celular, pero el resto es acelular y vacuolado.
6-7 Surgen los primordios de los cotiledones. El endosperma es predominantemente celular.
8-10Inicio de la rotación de los cotiledones. El procambio aparece en los cotiledones y en el eje embrionario. Todos los tejidos del hipocótilo están presentes. Se presenta el primordio del ápice de la raíz. Todo el endosperma es celular.
10-14
Fin de la rotación de los cotiledones, con su superficie paralela a los laterales de los óvulos. Los cotiledones se alargan hacia la cara chalazal del óvulo. Los primordios de las hojas pri-marias están presentes. El endosperma ocupa cerca de la mitad de la cavidad de la semilla. Vascularización de la epidermis de la semilla.
14-20Continúa el desarrollo del embrión y de la semilla. El tejido del endosperma se reduce, asimilado por los cotiledones.
20-30Las hojas primarias alcanzan su tamaño máximo. El primordial de la primera hoja trifoli-olada está presente. Los cotiledones alcanzan el máximo tamaño y el endosperma práctica-mente ha desaparecido.
30-50Progresiva acumulación de materia seca, pérdida de humedad de las semillas y vainas. Ma-duración de las vainas.
50-80 Maduración de la cosecha
Fuente: Carlson y Lerster (1987). Los tiempos presentados se refieren a una compilación de datos de diversas cultivares de soja, estudiados por Bils Y Howell (1963), Carlson (1973), Fukui y Gotoh (1962), Meng-Yuan (1963), Kamata (1952), Kato et al., (1956), Ozaki et al., (1956), Pamplin (1963) y Suetsugu et al. (1962). La secuencia de desarrollo es esencialmente la misma independiente de cultivar, pero el número de días varía con las con-diciones ambientales y la carga genética de la cultivar. Los cultivares modernos seguramente tienen tiempos diferentes que varían de acuerdo a la latitud, temperatura y presencia o ausencia de estrés bióticos o abióticos.
61SOJA Y ABEJAS
Abejas y sus relaciones con las plantas
Néctar, un mediador claveEl néctar es una secreción dulce y acuosa de una planta, que media las interacciones con po-
linizadores y defensores, a veces protegiendo contra usurpadores o microorganismos, debi-
do a la presencia de compuestos secundarios y proteínas antimicrobianas en su composición
(Heil, 2011). El néctar puede ser secretado en prácticamente todos los órganos de la planta
(excepto las raíces) y el lugar de la secreción generalmente coincide con su función, a pesar
de que nectarios funcionalmente extraflorales (EFN) puedan ser encontrados en el interior
de las inflorescencias, aunque sin involucrarse en la polinización (Elias, 1983).
Procort et al. (1996) puntúan que el néctar floral debe ser entendido como una recompensa
clave ofrecida por las plantas para sus polinizadores, con el objetivo de atraerlos y obtener
su lealtad. Fahn (1979) describe el néctar como un exudado de las plantas, secretado por los
tejidos glandulares, que son tan importantes que su estructura y características son amplia-
mente consideradas en taxonomía vegetal y filogenia.
De acuerdo con Brandenburg et al. (2009) y De La Barrera y Nobel (2004), la mayoría de las an-
giospermas y algunas especies de gimnospermas producen néctar floral (FN) para atraer po-
linizadores, cuyo objetivo principal es la adecuada polinización y fecundación cruzada. Por
otro lado, el néctar extrafloral (EFN) atrae hormigas, parasitoides y predadores generalistas
y sirve como una defensa indirecta contra herbívoros para más de 100 familias de helechos,
gimnospermas y angiospermas (Koptur, 1992; Heil, 2008). Muchas plantas producen néctar
en ritmos diurnos, parcialmente adaptados para la actividad de consumo (Tilman, 1978; Cor-
bet y Delfosse, 1984; Heil et al, 2000; Kuo y Pate, 1985).
Heil (2011) menciona que, aunque no está claro si es posible a las plantas ajustar la secreción
de novo del néctar, una reabsorción de FN fue inequívocamente demostrada (Nepi y Stpiczyn-
ska, 2008). Con métodos diferentes, Pederson (1958) y Ziegler y Lütge (1959) demostraron la
reabsorción del néctar y su distribución a otros órganos de la planta, lo que incluía estudios
con sacarosa y glutamina marcadas con 14C, aplicados artificialmente. La reabsorción de FN
no consumida parece ser común, pero este fenómeno aún no se ha demostrado para EFN
(Nepi y Stpiczynska, 2008).
62 SOJA Y ABEJAS
La reabsorción de néctar no secretado por el nectario floral se ha relacionado con la muerte
celular programada en el tejido del nectario, mientras que el floema permanece activo, re-
sultando en cambios en las relaciones fuente-dreno (Kuo y Pate, 1985; Gaffal et al., 2007). En
este escenario, es probable que los nectarios extraflorales no tengan capacidad para reab-
sorber el néctar porque la regulación de la secreción EFN no depende de patrones de progra-
mación ontogenética.
Composición, dinámica y rol del néctarEl néctar es un líquido dulce. En promedio, los azúcares del néctar representan menos del
2% de la fotosíntesis líquida de un determinado momento (Pate, 1985). Las plantas regulan
la producción de néctar de acuerdo con las tasas de consumo (Pedkeon et al, 1958; Corbet
et al, 1979; Bolten, 1979; Inouye et al, 1980; Corbet y Delfosse, 1984; Gill, 1988; Pillke, 1991) y
reabsorben el excedente (Pacini, 2003). El néctar contiene agua, azúcar y aminoácidos para
atraer polinizadores y defensores y para protegerse de organismos “ladrones” de néctar, así
como de microorganismos indeseables, por la presencia de compuestos secundarios y proteí-
nas antimicrobianas. La secreción de FN y EFN puede ser inducida por el ácido jasmónico, a
menudo ajustada a la preferencia del consumidor y a su tasa de consumo, lo que depende de
la actividad de las enzimas de inversión.
Las invertasas cumplen al menos tres papeles: la descarga de la sacarosa presente en el floe-
ma, la movilización de carbohidratos durante la secreción activa y el ajuste post-secretor de
la relación sacarosa: hexosas del néctar. Sin embargo, de acuerdo con Heil (2011), todavía
existen aspectos no dilucidados en la forma en que las plantas producen y secretan compo-
nentes no-carbohidratos del néctar, siendo necesarios más estudios para entender cómo las
plantas producen néctar y cuál es, efectivamente, la sustancia más importante en la medi-
ación de sus interacciones con animales mutualistas.
Heil et al. (2000, 2009) y Nepi y Stpiczynska (2008) señalan que aún no está claro donde los
componentes no-carbohidratos del néctar se sintetizan, como estos compuestos entran en el
néctar, como las plantas adaptan la secreción de néctar para las tasas de consumo o para la
identidad del consumidor y, también, como el néctar no consumido es reabsorbido. A pesar
de que Gonzales-Teuber y Heil (2009) y Nicolson et al. (2007) mencionaron que poco se sabe
sobre otros componentes del néctar, como los azúcares y aminoácidos, y sobre la síntesis de
componentes del néctar y la regulación de su secreción, recientemente se han hecho impor-
tantes descubrimientos sobre los componentes del néctar. Las proteínas del néctar, llamadas
nectarinas, fueron identificadas en el FN del tabaco (Nicotiana spp.), disponiendo de activi-
dad de protección, así como en el EFN de Acacia y en gotitas de polinización de gimnosper-
63SOJA Y ABEJAS
mas (Carter y Thornburg, 2004; Wagner et al, 2007; Carter et al, 2007; Gonzales-Teuber et al.,
2009A, 2010).
Al investigar la composición del néctar, Heil et al. (2005) y Kram et al. (2008) encontraron al-
gunas enzimas que desempeñan un papel central en las modificaciones químicas post-secre-
ción del néctar. Kessler y Baldwin (2007) identificaron los olores en el néctar que indujeron
determinados comportamientos en los polinizadores. Radhika et al. (2010) asociaron la hor-
mona ácido jasmónico (JA) con la modulación de la secreción de FN, mientras que Heil et al.
(2001), Heil (2004) y Heil et al. (2004) llegaron a la misma conclusión acerca de EFN.
Los tres genes que codifican para los factores de transcripciones putativas fueron señalados
como involucrados en el desarrollo del nectario: ‘CRABS CLAW (CRC)’, ‘BLADE-ON-PETIOLE 1’
y ‘BLADE-ON-PETIOLE 2’ (Bowman y Smyth, 1999; Mckim et al., 2008). Posteriormente, Ruhl-
man et al. (2010) descubrieron un gen que codifica para una invertasa apoplástica en Arabi-
dopsis thaliana, cuya actividad es necesaria para la secreción de FN. Los primeros proteomas
obtenidos a partir de los nectarios de varias especies fueron mencionados por Gonzales-Teu-
ber et al. (2010), Park y Tornburg (2009), Peumans et al. (1997) y Hillwig et al. (2010).
Dos alternativas no exclusivas son mencionadas por Heil (2011), sobre los orígenes de los
carbohidratos, la principal clase de componentes del néctar: la primera apunta para el trans-
porte de almidón directo del floema, según la necesidad; y la segunda refiere su acumula-
ción durante el desarrollo del nectario y su posterior hidrólisis durante la secreción. Algunos
carbohidratos también pueden derivarse de la fotosíntesis in situ. La secreción directa de los
productos del proceso de asimilación fue demostrada repetidamente para la producción de
FN usando el anillo de brotes florales o con experimentos utilizando oscurecimiento y defoli-
ación (Gaffal et al, 2007; Von Czamowski, 1952). Radhika et al. (2008) utilizó CO2 marcado con 13C para demostrar que el EFN también contiene azúcares que fueron asimilados durante las
últimas horas antes de la secreción.
De acuerdo con la primera alternativa mencionada por Heil (2011), los carbohidratos se
transfieren del floema al tejido secretor en forma de sacarosa donde se almacenan y/o son
procesados (Wenzler, 2008; Kram y Carter, 2009). Es muy conocido que, durante la secreción
activa, la sacarosa es metabolizada por las invertasas de la pared celular, produciendo néc-
tares ricos en hexosas (Agthe, 1951; Zimmermann, 1953; Frey-Wyssling, 1954). Más reciente-
mente, se estableció que los genes que codifican para la biosíntesis completa de sacarosa
actúan en los nectarios de A. thaliana (Kram et al., 2009) y los patrones de expresión de genes
involucrados en el metabolismo del almidón permiten una clara separación de una fase ana-
bólica antes de la antesis y una fase de catabolismo durante la secreción de los nectarios, en
tabaco ornamental (Ren et al., 2007).
64 SOJA Y ABEJAS
La segunda alternativa es apoyada por estudios de Horner et al. (2007) y Ren et al. (2007),
mostrando que los nectarios del tabaco ornamental y de A. thaliana acumulan grandes canti-
dades de almidón. La degradación de este almidón en mono y disacáridos coincide con el ini-
cio de la secreción de néctar durante la antesis. La degradación del almidón acumulado y la
muerte celular programada durante y después de la secreción, también se describieron para
otras especies taxonómicamente no relacionadas, tales como la soja (Horner et al., 2003) y
Digitalis purpurea (Baker y Baker, 1975; Gaffal, 2007). De acuerdo con Pacini et al. (2003), mu-
chas especies poseen amiloplastos en el tejido del nectario, que pueden estar directamente
ligados a la vacuola, los cuales son vaciados durante la fase más activa de secreción de FN
(Gaffal et al., 2007).
De acuerdo con Zimmermann (1953) y Heil et al. (2005), la sacarosa también puede ser elimi-
nada del néctar por hidrólisis post-secretora, que es mediada por invertasas que se secretan
directamente en el néctar. Ruhlmann et al. (2010) descubrieron una invertasa apoplástica en
A. thaliana, necesaria para promover la secreción activa de néctar. Un linaje mutante, cuya
actividad fue referida por Ruhlmann et al (2010) y Kram y Carter (2009), muestra que existe
variabilidad genética para el carácter. Esta enzima se asoció a niveles reducidos de acumu-
lación de almidón dentro del nectario, demostrando que las invertasas apoplásticas también
pueden desempeñar un papel central en el transporte de sacarosa a partir del floema y su
subsiguiente almacenamiento en los tejidos nectaríferos.
Sin embargo, Gaffal et al. (2007) y Ren et al. (2007) demostraron que la acumulación de
almidón sólo puede explicar una parte del azúcar que se secreta durante el pico de actividad
de los nectarios florales. Además, Pacini et al. (2003) alertan que los nectarios extraflorales
no almacenan almidón y que todos los carbohidratos deben provenir directamente del floe-
ma, siendo que la formación de néctar y su secreción dependerían de mecanismos basados
en vesículas. Matile (1965) y Heil (2007) recuerdan que los nectarios florales son filogenética-
mente derivados de nectarios extraflorales, así que el transporte directo del floema parece
representar el mecanismo original, mientras que la acumulación de almidón podría ser una
estrategia alternativa para la secreción de grandes cantidades de azúcar durante las activi-
dades de pico de nectarios florales, como afirman De La Barrera y Nobel (2004).
La polémica descubre una serie de preguntas abiertas acerca de donde los constituyentes no
carbohidratos del néctar son producidos, dónde y cómo se agregan al pre-néctar y cómo son
secretados, postuladas por Heil (2011). El autor teoriza que, considerando la abundancia y la
diversidad química de proteínas del nectario, asociada a la falta de mención de la presencia
de muchas de esas nectarinas en otros tejidos, parece probable que su síntesis ocurra en los
tejidos del nectario.
65SOJA Y ABEJAS
De hecho, las células secretoras de los nectarios extraflorales de Vigna unguiculata contienen
inclusiones ricas en proteínas (Kuo y Pate, 1985) y todos los genes nectarin que codifican
para proteínas de FN en el tabaco ornamental se expresan en el tejido del nectario, como
fue afirmado por Thornburg (2007) y Carter y Thornburg (2004) y que algunos de ellos están
bajo el control del factor de transcripción MYB305 (Liu et al., 2009). Además, las nectarinas
del tabaco contienen péptidos que señalan para su secreción, de manera que sólo pueden ser
secretadas por la fusión de las vesículas con la membrana plasmática.
Existe una gran variación en la composición del néctar, dependiendo de las especies de plan-
tas y de los parámetros ambientales. Varios azúcares dominan el total de solutos en el néctar
floral, cuyos componentes principales son disacáridos como sacarosa y monosacáridos como
fructosa y glucosa. La proporción de los azúcares en la composición también varía en función
de las especies (Baker y Baker, 1983a, b; Freeman et al, 1991; Stiles y Freeman, 1993).
Además de los carbohidratos, otros compuestos como aminoácidos, fenoles, lípidos y anti-
oxidantes se encuentran en la composición del néctar, aunque en cantidades muy inferiores
(Baker y Baker, 1975; 1983a). La combinación única del néctar de una planta específica con-
duce a un sabor y olor típicos lo que puede ser esencial para el mantenimiento de ciertos
grupos de polinizadores (Southwick, 1990), especialmente en cuanto a su fidelidad a plantas
específicas. Algunos autores teorizan que una acción interactiva puede estar presente y que
los polinizadores podrían influir en la composición del néctar, especialmente la proporción
de azúcares, así como la morfología de flores e inflorescencias, para adecuarse a sus necesi-
dades y preferencias (Baker y Baker, 1990), basado en una relación de coevolución.
Para ilustrar este punto, los colibríes prefieren soluciones de sacarosa en lugar de una canti-
dad equivalente de monosacáridos (Martínez Del Río, 1990; Stromberg y Johnsen, 1990), de
modo que las flores polinizadas por colibríes tienden a producir néctar con predominio de
sacarosa, mientras que las flores polinizadas por abejas presentan niveles más altos de hexo-
sas (Baker y Baker, 1983a, b). Sin embargo, en otros casos, la composición del néctar puede
ser menos sujeta a la variación de las restricciones filogenéticas (Galetto et al., 1998).
La producción de néctar puede mostrar patrones diferentes de acuerdo con las especies de
polinizadores que visitan las flores (Feinsinger, 1978; Cruden et al, 1983; Galetto y Bernardel-
lo, 1992). Baker y Baker (1983a, b) apuntan a las posibles relaciones coevolutivas entre las
características del néctar y los diferentes polinizadores. Por ejemplo, flores polinizadas por
adultos de lepidópteros producen néctar abundante, pero menos concentrado. Las flores po-
linizadas por abejas secretan néctar altamente concentrado en menor cantidad, mientras
que las flores polinizadas por colibríes presentan valores intermedios (Pyke y Waser, 1981;
Opler, 1983; Baker y Baker, 1983a; Sutherland y Vickery, 1993).
66 SOJA Y ABEJAS
El conocimiento de la dinámica de producción de néctar es fundamental para entender la
relación ditrófica planta-polinizador. Galetto y Bernardello (2004) demostraron que hay un
ritmo específico para la secreción de néctar durante la vida de una flor, permitiendo que la
dinámica de producción de néctar de una especie pueda ser determinada. La estrategia de
la planta de ofrecer néctar, los patrones de actividad, la frecuencia y diversidad de poliniza-
dores de una especie vegetal, las tasas de consumo de néctar por animales, entre otros, no
pueden ser comprendidas sin el conocimiento profundo de las características del néctar y de
su dinámica.
Producción de néctar y función de las enzimasVarios estudios trataron de elucidar las funciones de la invertasa apoplástica en tejidos cir-
cundantes del floema, que crea el flujo de azúcar en tejidos no fotosintéticos, como es el caso
de las partes componentes de las flores. El apoplasto es el espacio de libre difusión entre
las células, fuera de la membrana plasmática, entremezclado por espacios de aire entre las
células de plantas, también limitado por la cutícula de la planta. De esta forma, el respaldo es
conformado por los espacios extracelulares, limitado por las paredes de células adyacentes,
formando un compartimiento en el interior del tejido. La ruta apoplástica facilita el trans-
porte de agua y de solutos a través de un tejido u órgano. Este proceso se conoce como el
transporte de apoyo, lo cual es importante para la interacción de la planta con su entorno.
La principal fuente de carbono (dióxido de carbono) necesita ser solubilizada en el apoplasto
antes de difundirse a través de la membrana plasmática para el citoplasma, para ser utilizada
por los cloroplastos durante la fotosíntesis. El apoplasto es, también, un lugar para la comu-
nicación célula a célula.
Ruhlman et al. (2010) observaron que la producción de néctar está estrechamente asociada a
la presencia de la enzima invertasa apoplástica. Por lo tanto, la mayor producción de néctar
es más dependiente de un aumento en la actividad de la enzima que de la capacidad fotos-
intética de la planta. El aumento del volumen de néctar durante el ciclo de vida de la flor,
en reacción a su retirada por polinizadores, está directamente vinculado a un aumento de la
actividad de la enzima invertasa. Los mismos autores observaron que el silenciamiento del
gen que codifica para una de las isoformas de la enzima - predominante en los órganos re-
productivos - impidió la producción de néctar en las plantas de Arabidopsis así modificadas.
La lógica fundamental de este proceso fue propuesta por Cheng y Chourey (1999). La inver-
tasa promueve la hidrólisis de la sacarosa para hexosas, como la glucosa y la fructosa y puede
estar localizada en la pared celular (apoplástica), en la vacuola (vacuolar) o en el citoplasma
67SOJA Y ABEJAS
(citoplasmático). La invertasa situada en la pared celular es importante cuando la descarga
apoplástica del floema sigue una ruta que facilita el paso de sacarosa a los tejidos-drenajes.
Los autores concluyeron que la importancia de la invertasa apoplástica no se restringe al des-
doblamiento de la molécula de sacarosa, ya que la introyección de glucosa y fructosa tiene el
mismo efecto sobre el paso de fotosintatos en los drenajes del tejido del floema. En este caso,
los autores atribuyen a la enzima un posible papel más amplio, actuando como indicador o
como factor regulador.
Una evidencia adicional de la importancia de la invertasa apoplástica en el proceso de descar-
ga del floema por esa ruta, es la abundancia de transcriptos en esos tejidos, de acuerdo con
Jin et al. (2009) y su casi inexistencia en tejidos con descarga simplástica (Ruan y Patrick,
1995), basada en estudios realizados en los tejidos de tomate. En Vicia faba, los tejidos que
circundan la formación de las semillas que no tienen enlaces de plasmodesmos, también pre-
sentan elevada expresión de la enzima (Weber et al., 1996). Además, la supresión de la ex-
presión del gen codificante de la invertasa apoplástica reduce la productividad del arroz. Sin
embargo, cuando la concentración de la invertasa aumenta, se observa un incremento del
rendimiento, confirmando así el papel crucial de la enzima en el desarrollo de órganos no
fotosintéticos (Wang et al., 2008).
Secreción de néctarLa mayoría de los autores concuerdan que, para muchas especies, el néctar representa “la se-
creción de la savia del floema” (Agthe, 1951; Frey-Wissling, 1954; Lütge, 1961; Fahn, 1988;
Carter, 1999; De La Barrera y Nobel, 2004). Mientras tanto, a pesar de que la conexión de
los nectarios al floema o al xilema es la regla, en un gran número de especies de plantas
la vascularización no alcanza la epidermis del nectario. Wist y Davis (2006) relataron que,
para cerca del 50% de las especies de la familia Asteraceae, faltan conexiones vasculares di-
rectamente ligadas a sus nectarios florales. Al ampliar el alcance taxonómico, Fahn (1988)
descubrió que un tercio de todas las especies de plantas no presentan vascularización di-
recta. Davis et al. (1988) y Elias et al. (1975) afirman que sólo una minoría de los nectarios de
plantas posee terminaciones vasculares del floema y del xilema y que, cuando llegan hasta el
parénquima o la epidermis, normalmente son ramificaciones del floema.
Aún permanece oscura la forma en que los carbohidratos y otros componentes del néctar
pasan del floema al tejido nectarífero, para posterior metabolización y secreción para el am-
biente externo. Tanto la vía simplástica como el transporte a través del apoplasma se men-
cionan. Muy probablemente el pre-néctar se transporta en las vesículas que se mueven a
68 SOJA Y ABEJAS
través del simplasto, siendo secretadas por exocitosis (Kram y Carter, 2009). Los carbohidra-
tos del néctar pueden pre-almacenarse en el tejido nectarífero, al menos en lo que se refiere
a la secreción de néctares que son más concentrados que el floema. Los hidratos de carbono
pre-almacenados pueden estar involucrados con invertasas que desempeñan un papel doble,
tanto en la carga de pre-néctar del floema, como en la movilización de carbohidratos durante
la secreción activa (Ruhlmann et al, 2010; Von Czamowski, 1952).
De acuerdo con Heil (2011), hay cinco grandes evidencias que apoyan el modelo descrito arriba:
• La secreción de néctar vía tricomas excluye un transporte apoplástico en esas especies,
debido a barreras de apoyo tanto en las paredes de las células externas del tronco, como en
las células intermediarias de los tricomas (Kuo y Pate, 1985; Fahn, 1988);
• Las vesículas son comunes en tejidos nectaríferos (Kuo y Pate, 1985; Fahn, 1988);
• Los néctares secretados se caracterizan por una amplia gama de concentraciones y
proporciones de sacarosa: hexosas (Baker y Baker, 1975; Baker y Baker, 1982) y, por lo tanto,
no pueden producirse sólo mediante un mecanismo de flujo de transporte pasivo y se carac-
terizan exclusivamente por enzimas de clivaje de sacarosa;
• Los componentes no carbohidratos, tales como lípidos y proteínas, pueden ser sintetiza-
dos en el tejido nectarífero, pasando a componer el pre néctar antes de su secreción (Nicol-
son et al, 2007; Kram et al., 2008);
• La secreción del néctar depende de varios mecanismos de control de acción rápida, los
cuales no pueden resultar únicamente de abastecimiento pasivo de una única fuente.
Orientación de las abejasEn general, cuando las abejas se acercan a las flores, son principalmente atraídas por el color
y/o la forma de la flor. Estas indicaciones se utilizan continuamente para garantizar el éxito
de las visitas. De acuerdo con Hsu y Young (2012), las abejas reciben señales visuales por me-
dio de dos tipos de canales paralelos situados detrás de la retina. El primer canal se utiliza
para los colores, el otro es un canal monocromático utilizado para la orientación hasta los
bordes de un elemento que está en su campo visual. En el proceso de integración de estos
canales, la prioridad y la interacción entre ellos son fundamentales, ya que estas señales
cromáticas y acromáticas coexisten naturalmente.
Hsu y Young (2012) entrenaron a las abejas para detectar formas y colores, que posterior-
mente se utilizaron en pruebas para determinar su capacidad para diferenciar las combina-
69SOJA Y ABEJAS
ciones de patrones opuestos. Como resultado de la prueba verificaron que las abejas eligieron
el color correcto, pero el patrón de forma equivocada, tanto en el experimento anterior como
en otras pruebas. El efecto del entrenamiento para recompensa con el color azul difería del
equivalente para el color verde. En las pruebas de selección múltiple, había una mayor ten-
dencia de acierto con las abejas entrenadas para identificar el color azul, lo que indica que la
señal cromática fue muy importante para la discriminación. Los autores, también, concluy-
eron que el color tiende a ser el factor decisivo en una situación conflictiva. Además, el color
azul fue preferido en relación al color verde, indicando que la preferencia de color estaba
involucrada en el reconocimiento visual de las abejas en relación a su objetivo final.
La visita de una abeja a una flor puede considerarse un proceso de dos etapas. El primero,
implica la orientación de una distancia relativamente grande hasta la proximidad de la flor
y, el segundo, gobierna la orientación a corta distancia, cuando la abeja se posa y prueba el
néctar. Von Frisch (1950) estableció que las abejas se orientan a las flores específicas por el
color, la forma y el aroma floral. Hansen et al. (1964), Clement (1965), Free (1993) y Leleji
(1973) observaron preferencias de forraje asociadas al color floral. Butler (1951) concluyó
que las abejas fueron atraídas a distancias de algunos metros por la visión de una flor (es
decir, color y forma), pero finalmente fueron inducidas a aterrizar en la flor por su aroma. El
aroma floral, el color y la forma de las flores influencian no sólo la visita inicial de las abejas,
como proporcionan puntos de referencia que las abejas utilizan para optimizar el forraje en
una especie de planta específica.
Sin embargo, llegar a la flor de una determinada planta no es suficiente, la fidelidad a una es-
pecie dada requiere un refuerzo para la continuidad del forraje. De esta forma, las flores de-
ben ofrecer polen o néctar, en cantidades que superen la capacidad de forraje de cada abeja
individualmente. Este umbral de forraje se considera la recompensa floral mínima aceptable
para las abejas, debiendo superar en abundancia y calidad la recompensa de otras especies de
plantas próximas que compiten por la visita de las abejas. Desde la perspectiva de las abejas,
se trata de una cuestión de eficiencia y de consumo mínimo de energía para el máximo de
recolección.
Naturalmente existe un equilibrio entre las recompensas ofrecidas por las plantas (flores
individuales) para atraer a las abejas e inducirlas a la visita y posteriormente polinizar otras
flores de la misma especie, de forma que esas abejas maximicen sus retornos en relación a
la energía gastada, considerando necesario visitar un número mínimo de flores (Heinrich y
Raven, 1972; Robacker y Ambrose, 1981).
Sin embargo, la fidelidad, en sentido amplio, no es siempre el mejor comportamiento. La
fidelidad floral exhibida por individuos de una colonia de abejas puede ser perjudicial para
70 SOJA Y ABEJAS
aumentar las tasas de polinización cruzada. Si hay un cierto grado de variabilidad en las
características florales dentro de una población de plantas de la misma especie, determina-
dos miembros de esa población pueden quedar aislados desde un punto de vista reproduc-
tivo.
La fidelidad de las obreras a un tipo de flor ha sido propuesta como un medio de especiación
por aislamiento etológico (Grant, 1949). Esto se vuelve particularmente evidente en las prác-
ticas agronómicas cuando el cruce entre dos variedades de una determinada especie no
ocurre debido a la discriminación de los polinizadores entre las variedades. Como un ejem-
plo, Hansen et al. (1964) afirman que la selección de forraje de las abejas fue perjudicial en
programas de mejoramiento de alfalfa (Medicago sativa L.), debido a la elevada fidelidad a de-
terminadas características florales de algunas variedades.
Existen otros ejemplos de fidelidad que conducen a la discriminación entre variedades de
algunos cultivos, por ejemplo, el chiquillo (Lotus corniculatus L.) (Degrandi y Collison, 1980),
coliflor (Brassica oleracea L.) (Faulkner, 1974), zanahorias (Daucus carota L.) (Erickson et al.,
1979), algodón (Gossypium spp.) (Moffett y Stith, 1972), cebolla (Allium cepa L.) (Lederhouse,
1972), soja (Glycine max (L.) Merr.) (Kettle et al., 1979) y girasol (Helianthus annuus (DC) Ckll.)
(Tepedino y Parker, 1982).
Determinados factores presentes en las plantas, relacionados con la atracción, la orientación
y la discriminación de las abejas, se controlan genéticamente. La variación genética y la
herencia de la cantidad de néctar floral y concentración de carbohidratos fue demostrada
entre clones de alfalfa (Walker et al, 1974, Teuber y Barnes, 1979) y entre cultivares de
pepinillo (Murrell et al., 1982). Loper (1976) observó un aumento de la emanación de com-
puestos de aroma individuales a partir de flores de plantas F1 de alfalfa, demostrando la via-
bilidad de selección para compatibilidad varietal en características florales de cultivos que
requieren mediación de abejas para polinización cruzada.
Néctar y atracción de polinizadoresLos polinizadores visitan las flores a la cata de polen y néctar, que son alimentos para sí y
para la colonia. La concentración y la abundancia de néctar en las flores afectan profunda-
mente la actividad de forraje de abejas domésticas (Butler, 1945; Corbet, 1978; Kauffeld y
Sorensen, 1971; Pedersen, 1953; Vansell, 1934). Desde el punto de vista de la estrategia de la
planta, el néctar debe atraer a mutualistas y benéficos y rechazar no mutualistas, ladrones o
visitantes indeseables. Estas funciones se deben realizar simultáneamente y dependen de la
composición química del néctar.
71SOJA Y ABEJAS
La concentración de azúcares y su proporción es fundamental para atracción y fidelidad de
polinizadores, variando los requerimientos de acuerdo con la especie de polinizador. El néc-
tar se compone fundamentalmente de un complejo de hidratos de carbono, una solución de
fructosa, glucosa y sacarosa en agua, con cantidades menores de muchos otros compuestos,
como otros hidratos de carbono, aminoácidos, proteínas, iones minerales, ácidos orgánicos,
vitaminas, ácidos grasos, antioxidantes, glucósidos, alcaloides y flavonoides (Waller et al,
1972; Baker y Baker, 1977; Luttge, 1977; Scogin, 1979; Gilliam et al., 1981). El contenido de
hidratos de carbono en el néctar puede variar de 4 a 60%, dependiendo de las especies de
plantas y de las condiciones ambientales (Shuel, 1975), lo que aumenta la especificidad de la
relación entre una planta específica y sus polinizadores.
Aunque los azúcares del néctar son 100-1.000 veces más concentrados que los aminoácidos,
estos pueden afectar significativamente el atractivo del néctar. Mientras que los pájaros y
los murciélagos pueden obtener nitrógeno de otras fuentes, muchos insectos adultos se ali-
mentan sólo de líquidos. Por lo tanto, las flores polinizadas por insectos deben poseer más
aminoácidos en su néctar que flores polinizadas por vertebrados. En este sentido, concentra-
ciones elevadas de aminoácidos fueron reportadas para FN de flores adaptadas para polini-
zación por mariposas (Baker y Baker, 1982), moscas (Potter y Bertino, 1988) o abejas (Peta-
lidou, 2006). Las hormigas prefieren néctares ricos en aminoácidos y, al igual que muchos
insectos polinizadores, las hormigas pueden mostrar acentuada preferencia por aminoácidos
específicos, generalmente los esenciales (Blütgen y Fiedler, 2004; Carter et al, 2006; Gonzales-
Teuber y Heil, 2009).
Con base en una investigación con casi 900 especies de plantas, Percival (1961) identificó tres
patrones generales de composición del néctar en función de los carbohidratos: a) predominio
de sacarosa; b) cantidades iguales de sacarosa, fructosa y glucosa y c) predominancia de fruc-
tosa y glucosa. El autor propuso que la cantidad de néctar y su calidad pueden desempeñar
un papel importante en la determinación del forraje de las abejas, en lo que fue secundado
por Waddington y Holden (1979), aunque no está claro si las abejas adaptan sus estrategias
de forraje considerando las fluctuaciones en las características del néctar entre días, o entre
horarios dentro de un mismo día. Así, estas alteraciones pueden afectar el atractivo de los
polinizadores y su fidelidad.
El desplazamiento de los compuestos del floema para el tejido de los nectarios fue propuesto
por Luttge (1977) como una función de mecanismos de transporte activo, específicos para
esta finalidad. Sin embargo, la composición del néctar difiere considerablemente de la sa-
via circulando en el floema (Ziegler, 1956). Frey-Wyssling (1955) reforzó la teoría que la se-
creción de néctar depende del suministro de sustancias del floema a los nectarios florales,
añadiendo que el número de células entre las terminales del floema y la superficie del tejido
72 SOJA Y ABEJAS
secretor floral no puede exceder una cierta cantidad de células (en la mayoría de los casos,
alrededor de diez) para que ocurra una abundante secreción de néctar. La abundancia de
néctar es uno de los principales factores de atracción y de fidelización de los polinizadores.
En este contexto, la principal enzima implicada sería la invertasa apoplástica, localizada en
los tejidos que envuelven las terminales del floema en los nectarios y que permite que
la sacarosa sea metabolizada en tejidos no fotosintéticos. Ruhlman et al. (2010) observaron
que la producción de néctar está estrechamente asociada a la presencia de la enzima inver-
tasa apoplástica y, por consiguiente, la producción de néctar es dependiente de mayor ac-
tividad de la enzima, además de la capacidad fotosintética de la propia planta. Estos autores
observaron que en Arabidopsis, la ausencia de los genes que codifican para las isoformas de
la enzima, predominantemente en órganos reproductivos, impidió la producción de néctar.
La invertasa promueve la hidrólisis de la sacarosa en glucosa y fructosa y puede ser localizada
en la pared de la célula (apoplástica), vacuola (vacuolar) o citoplasma (citoplasmática). La
invertasa en la pared celular es importante para que el flujo de compuestos del floema
apoplástico promueva la transferencia de sacarosa a los tejidos de los nectarios. Algunos
estudios concluyeron que la importancia de la invertasa apoplástica no se restringe al quie-
bre de la molécula de sacarosa, puesto que el transporte de glucosa y fructosa a los nectarios
tendría el mismo efecto del transporte de fotosintéticos del floema (Cheng y Chourey, 1999).
Así, queda establecido un vínculo, aunque distante e indirecto, entre la acción de la enzima
invertasa y el atractivo para polinizadores.
Los hidratos de carbono y los aminoácidos libres presentes en el néctar son fundamentales
para atraer polinizadores y, como los animales difieren en sus preferencias nutritivas, la
composición del néctar determina el espectro de sus consumidores. Por ejemplo, coliflor,
mariposas y algunas abejas generalmente prefieren que el néctar floral sea rico en sacarosa,
así como ocurre con especies de hormigas que se alimentan de néctar extra floral (Blütgen
y Fiedler, 2004; Nepi y Stpiczynska, 2008; Gonzales-Teuber y Heil, 2009; Nepi et al., 2009). La
abeja doméstica y otras especies de abejas, así como moscas, prefieren que el néctar floral sea
rico en hexosas (Blütgen y Fiedler, 2004; Nepi y Stpiczynska, 2008; Gonzales-Teuber y Heil de,
2009; Nepi et al, 2009). Sin embargo, algunas aves nectaríferas y hormigas no poseen la enzi-
ma invertasa, no siendo capaces de procesar la sacarosa, razón por la cual prefieren néctares
libres de ese compuesto, según lo afirmado por Heil et al. (2005) y Martínez del Río (1990).
Lo expuesto contradice frontalmente lo que fue encontrado anteriormente por otros autores.
Wykes (1952a), en una investigación con la respuesta gustativa de abejas para las soluciones
de azúcar con composición variable, pero con la misma concentración de azúcares totales,
verificó que las abejas prefieren las soluciones de azúcar en el siguiente orden decreciente de
73SOJA Y ABEJAS
dominancia: sacarosa, glucosa, maltosa y fructosa. Bachman y Waller (1977) y Waller (1972)
mostraron que las abejas prefieren las soluciones de azúcar en las que la sacarosa es el con-
stituyente principal, con una concentración cercana al 50%. En línea con estos resultados,
Whitehead e Larsen (1976) determinaron que el máximo de respuesta de los quimiorrecep-
tores de la jalea de la abeja doméstica ocurre con concentraciones cercanas a 1,5 molar (50%
w/w) y las concentraciones de glucosa o fructosa alrededor de 3,0 molar (50% w/w). Contrar-
iamente, en otra investigación, con una prueba de preferencia de carbohidratos contenidos
en el néctar de las especies de plantas preferidas por las abejas, estas preferían néctar con
cantidades relativamente iguales de fructosa, glucosa y sacarosa (Furgala et al, 1958, Kropa-
cova, 1965).
La abeja doméstica prefiere soluciones de sacarosa en el rango del 30-50% (Woodrow, 1968;
Waller, 1972). Jamieson y Austin (1956) descubrieron que las abejas pueden discriminar entre
concentraciones de sacarosa, diferenciándose entre sí por valores tan bajos como el 5%. Se
mostró que las abejas pueden distinguir entre el 50% y el 45%, pero no entre el 50% y el 47,5%
o entre el 47,5% y el 45% de la sacarosa.
Además de los carbohidratos y aminoácidos, que están presentes en gran proporción en el
néctar, otros compuestos están involucrados en la capacidad de atracción del néctar. Los
compuestos orgánicos volátiles (COV) como la benzil-acetona, han sido relacionados con el
atractivo de los polinizadores. El efecto atractivo de pétalos perfumados es conocido desde
hace siglos, siendo parte del complejo de atracción de polinizadores, pues los olores del néc-
tar son considerados una señal relevante para polinizadores (Raguso, 2004). Por otro lado,
otros compuestos presentes en el néctar, como gelsemina y glucósidos iridoides, exhiben
propiedades repelentes (Heil, 2011).
Néctar, aroma y fidelidad de los polinizadoresLa importancia del olfato en el reclutamiento de abejas forrajeras ha sido bien documentada
(Von Frisch, 1967; Johnson y Wenner, 1970). Las abejas tienen un gran número de sensi-
las placoides en las antenas, que son los principales quimiorreceptores para aromas florales
(Lacher, 1964). La amputación parcial de las antenas indicó que la agudeza de la percepción
del perfume de las flores por las abejas varía con el número de sensilas intactas sobre los seg-
mentos de la antena (Ribbands, 1955). Los autores sugieren que el olfato desempeña un papel
más importante en el reclutamiento de las forrajeras, que las maniobras de danza observa-
das en sus colonias (Johnson y Wenner, 1966; Johnson, 1967; Wenner, 1967; Wells y Wenner,
1973).
74 SOJA Y ABEJAS
Weiss (2001) demostró que los lepidópteros adultos prefieren flores artificiales que contienen
néctar perfumado, en contraste con aquellas que contienen soluciones de azúcar puro, mien-
tras que Rose et al. (2006) mencionaron que las avispas parasitoides localizan el néctar extra
floral de las plantas del algodón (Gossypium hirsutum) usando sólo sus olores para orientación,
el mismo ocurriendo para ácaros que usan los olores del néctar para distinguir entre plantas
hospedadoras y no hospedadoras (Reyneman et al., 1991).
Gonzáles-Teuber y Heil (2009) señalan que el origen del olor del néctar floral está ligado a los
volátiles liberados por los pétalos, los cuales son absorbidos y relanzados por el néctar. Sin
embargo, una gran variedad de compuestos orgánicos volátiles ocurre en el néctar de tabaco
salvaje (Nicotiana attenuata) y muchos de estos compuestos no se detectaron en otras partes
de la flor, sugiriendo que, en ciertas especies, el néctar emite su propio perfume, acorde a lo
señalado por Kessler y Baldwin (2007). Como otros compuestos del néctar, estos volátiles sir-
ven tanto para atraer y fidelizar polinizadores, como para protegerlo de ladrones de néctar,
como algunas especies de hormigas (Janzen, 1977; Kessler y Baldwin, 2007).
Kolterman (1969) concluyó que el olor era más importante para el condicionamiento con-
ductual de las abejas que el color o la forma de las flores o, aún, que la hora del día. En la
misma línea, Manning (1957) observó que la discriminación de las abejas fue mayor con un
cambio en el olor que con un cambio de patrón o forma de flor. Boren et al. (1962) y Pedersen
(1967) sugirieron que el olor fue parcialmente responsable de forraje diferencial por abejas
en clones seleccionados de alfalfa, mientras que Kriston (1969) descubrió que las abejas
podrían ser condicionadas más rápidamente por olores que recuerdan aromas florales que
por aromas no florales.
Contrariamente a lo que ocurre en soja, la producción de compuestos volátiles florales en
alfalfa y otras fabáceas ha sido extensamente estudiada. La fidelidad de las abejas entre flo-
res de siete líneas clonales de alfalfa, presentadas a ellas por tres días consecutivos, fue
consistente entre los días (Loper y Waller, 1970), siendo que las diferencias de aroma de las
flores fueron indicadas por los autores como posible base para esta selección. Además, Loper
et al. (1974) observaron que la selección por las abejas entre 28 clones de alfalfa dependía
de la cantidad y calidad de volátiles florales. El ocimeno (terpeno) fue identificado como el
principal componente volátil de flores de alfalfa (Loper et al., 1971; Loper, 1972) y la discrimi-
nación olfativa por abejas entre estos compuestos también se demostró (Waller et al., 1973,
1974), estando los mismos asociados a la fidelidad de las abejas.
Un ritmo endógeno en la producción de volátiles también fue demostrado con flores de Ces-
trum nocturnum (Solanaceae) (Overland, 1960) y así como la emanación de sustancias volátiles
por flores de alfalfa sigue un patrón cíclico diario, que es controlado por ritmos inducidos
75SOJA Y ABEJAS
por el fotoperíodo (Loper y Lapioli, 1971). Un aumento de la emanación de compuestos del
aroma de flores de algunas plantas F1 de alfalfa, superior al observado en plantas progeni-
toras, sugiere que el aroma total de flores es un carácter del aroma floral que puede ser con-
trolado genéticamente (Loper, 1976). Por lo tanto, puede ser posible alterar el carácter floral
de alfalfa u otra especie de planta para aumentar la fidelidad de las abejas, por la vía del me-
joramiento genético.
Se ha estudiado la producción de volátiles en flores de otras especies de plantas. El examen
de más de 150 especies de orquídeas demostró la existencia de un espectro volátil complejo
que implica cerca de 50 compuestos diferentes (Dodson y Hills, 1966; Hills et al., 1968). La
producción de volátiles florales en orquídeas es específica de cada especie y es fundamental
para la polinización, una vez que sus principales polinizadores - abejas del género Euglossine
- discriminan entre especies de orquídeas por el olfato (Dodson et al., 1969). Espectros com-
plejos de volátiles fueron reportados para flores de Michellia figo Spreng (Toda et al., 1982),
Castanopsis caspidata Schottky (Yamaguchi et al., 1979), tréboles (Trifolium spp.) (Honkanen et
al., 1969) y de Sambucus nigra L. (Velisek et al., 1981).
Néctar y protecciónCarbohidratos, aminoácidos y volátiles son sustancias protagonistas en la atracción de visi-
tantes y su adecuación nutricional “legitima” el néctar para determinadas especies de visi-
tantes. Sin embargo, los néctares también contienen otros compuestos, por ejemplo, proteí-
nas y varias clases de metabolitos secundarios. Las menciones pioneras a las proteínas del
néctar datan de la primera mitad del siglo pasado, conforme Buxbaum (1927) y Lütge (1961).
Estas proteínas son fuente de nitrógeno orgánico, pero hay otras funciones importantes aso-
ciadas a ellas.
Por ejemplo, las nectarinas en el néctar floral de tabaco ornamental (Nicotiana langsdorffii x N.
sanderae) protegen el néctar de infecciones microbianas por el “Ciclo Néctar Redox” (Carter
y Thurnburg, 2004; Carter et al, (2006, 2009); Carter et al, 2007; Park y Thornburg 2009), en el
que se identificaron sólo cinco proteínas en néctar de tabacos ornamentales, ocho en jaca-
randá azul (Jacaranda mimosifolia) y 10 en Rhododendron irroratum (Kram et al., 2008). Hay ex-
cepciones, según lo mencionado por Gonzáles-Teuber (2009) acerca del mutualismo en Acacia
myrmecophytes, donde se identificaron más de 50 proteínas diferentes, en las que esta espe-
cie de planta alberga colonias de hormigas para su defensa indirecta. Heil (2011) describe la
mayoría de las nectarinas como proteínas relacionadas con la acción anti-patógena como
quitinasas, glucanasas y taumatina.
76 SOJA Y ABEJAS
Kram (2008) sugirió un papel en la defensa antimicrobiana para las GDSL-lipasas (enzimas
hidrolíticas con propiedades multifuncionales) en el néctar floral de J. mimosifolia. La mayoría
de las nectarinas parecen estar involucradas en la protección contra microorganismos que,
comúnmente, infestan néctares, en particular levaduras, cuya actividad metabólica altera la
composición del néctar, de acuerdo con los estudios de Herrera et al. (2008, 2009). Sin em-
bargo, aunque la presencia de algunos microorganismos que infectan el néctar, o incluso de
ladrones de néctar, eventualmente puede tener efectos beneficiosos para la planta (Lara y
Ornellas, 2002). Herrera et al. (2008) proponen que la mayoría de las plantas se benefician al
mantener el néctar tan estéril como sea posible, manteniendo el control de su composición
química.
La protección conferida por las sustâncias del néctar son importantes una vez que los esto-
mas abiertos en los nectarios pueden ser un punto de entrada de patógenos de plantas, según
lo informado por Ivanoff y Keith (1941) y Keith y Ivanoff (1941). Más recientemente, Buban
et al. (2003) y Farkas et al. (2007) describen el nectario como un sitio primario de infección
por Erwina amylovora, agente causal del fuego bacteriano de manzanas y peras y, para prote-
gerse de la infección, el néctar de las flores de esas plantas contiene proteínas (nectarinas).
También se ha observado que algunos néctares poseen compuestos tóxicos para ladrones y
plagas, pero a veces también afectan adversamente insectos benéficos, como polinizadores.
La toxicidad del néctar se debe a metabolitos secundarios, aminoácidos, compuestos fenóli-
cos y alcaloides (Baker, 1977; Adler, 2000), aunque algunos de estos compuestos pueden tener
acción protectora.
Efectos de la remoción de néctar y polenLa remoción del néctar por visitantes florales puede tener un efecto pronunciado sobre la
cantidad total de néctar segregada por una flor. Aunque en algunas especies la remoción del
néctar no modifica el patrón de producción (Galetto y Bernardello, 1993, 1995; Galetto et al.,
2000), en otros la cantidad total de azúcar en el néctar puede aumentar (Pyke, 1991; Galetto
y 1991; Galetto y Bernardello, 1992; Bernardello et al, 1994; Galetto et al., 1997). Las predic-
ciones para estos patrones no son simples, porque pueden estar relacionadas con los po-
linizadores, los factores ambientales, la asignación de recursos de la planta, u otros factores
(Galetto y Bernardello, 2004).
Por la observación de varias características de la producción de néctar y de su dinámica,
además de la interacción con polinizadores, diversos autores investigaron el impacto de la
remoción del néctar respecto a la asignación para otros recursos de las plantas (ej., produc-
ción de néctar versus producción de semillas) y sobre la polinización cruzada. Ornelas y Lara
77SOJA Y ABEJAS
(2009) sugirieron una posible teoría vinculando el nivel de polinización cruzada, la remoción
de néctar y la mayor productividad. Estudiando diferentes niveles de reposición de néctar re-
movido y de recepción de polen por el estigma, sugirieron que la intensidad de polinización
y reabastecimiento de néctar interactúan en sus efectos y afectan la producción de semillas.
El estudio de los autores en Penstemon roseus involucró siete niveles de remoción manual del
néctar: 1) una vez al final de la vida de la flor; 2) una vez al día, durante dos días, en la fase
estaminada; 3) una vez al día, durante dos días, en la fase de pistilo; 4) una vez al día, durante
cuatro días consecutivos; 5) dos veces al día durante dos días, en la fase estaminada; 6) dos
veces al día durante dos días, en la fase de pistilo; 7) dos veces al día durante cuatro días con-
secutivos. La manipulación del polen involucró los siguientes tratamientos de colocación
de anteras sobre estigmas vírgenes: 1) baja frecuencia - una antera de un donante; 2) media
frecuencia - dos anteras de dos donantes; 3) alta frecuencia - cuatro anteras de dos donantes.
Al manipular las tasas de reposición de néctar y patrones de recepción de polen, estos autores
encontraron evidencias de un trade-off entre la inversión de recursos de la planta en néctar o
en semillas, principalmente en los niveles con necesidades intermedias de reabastecimiento
de néctar. La máxima producción de semillas fue alcanzada cuando las flores produjeron
niveles adicionales intermedios de polen, asociados a niveles intermedios y también inter-
medios de remoción de néctar. Sin embargo, cuando la frecuencia de remoción de néctar fue
aumentada, la producción de semillas disminuyó a niveles similares a los de las flores polini-
zadas naturalmente. Estos resultados sugieren que la producción de semillas de P. roseus está
limitada por la cantidad de polen, tanto con autofecundación como con polinización cruzada.
Sin embargo, la magnitud de la reducción en la producción de semillas, por la limitación del
polen, fue más pronunciada cuando las plantas tuvieron el costo de atraer polinizadores adi-
cionales (es decir, costos de reabastecimiento de néctar).
Ornelas y Lara (2009) descubrieron que la producción de semillas fue menor en bajos nive-
les de deposición de polen, más alta en deposiciones intermedias de polen, e intermediaria
cuando las cargas de polen fueron las más altas. La frecuencia de eliminación de néctar y
deposición de polen tuvo un efecto interactivo sobre la producción de semillas, con niveles
intermedios de remoción de néctar resultando en el nivel más alto de formación de semillas,
pero sólo cuando las cargas de polen fueron intermediarias. En altas cargas de polen, la pro-
ducción de semillas fue mayor, pero cercana a poca o ninguna remoción de néctar. Con baja
deposición de polen, todas las tasas de remoción de néctar también redujeron la fecundidad.
El peso total de las semillas no siguió el mismo patrón de producción de semillas, como efecto
de la remoción de néctar y de la intensidad de polinización. Altos niveles de remoción de
néctar y de deposición de polen redujeron el peso total de semillas, con poca interacción en-
tre los efectos principales. Este conflicto entre los costos de reabastecimiento de néctar y de
78 SOJA Y ABEJAS
limitación de polen fuerza a la planta a buscar una situación de equilibrio entre la necesidad
de atracción de polinizadores y aprovisionamiento de recursos para la futura producción de
semillas (Ornelas y Lara, 2009).
Manipulando las tasas de reposición de néctar y patrones de recepción de polen en el es-
tigma, Wang et al. (2008) también encontraron evidencias de un trade-off entre inversión de
los recursos de las plantas para la producción de néctar o de semillas, principalmente en los
niveles intermedios de reposición de néctar.
Aunque algunas flores polinizadas por animales respondían positivamente a la remoción de
néctar, produciendo néctar adicional, esa secreción extra no siempre es costosa para la plan-
ta (Ordano y Ornelas, 2005). Para algunas plantas, el costo de producción de néctar es insig-
nificante, tanto en términos de inversión en tejido floral (Harder y Barrett 1992; Leiss et al.,
2004), de crecimiento vegetativo (Golubov et al., 2004) o de producción de néctar, (Ordano
y Ornelas, 2005; Ornelas et al., 2007), aunque la demanda puede ser razonablemente elevada
en términos de energía, asimilación de fotosintéticos (Pleasants y Chaplin 1983; Southwick,
1984) o de producción de semillas (Pyke, 1991; Ordano y Ornelas, 2005).
Pyke (1991) analizó los costos de producción de néctar en plantas salvajes de Blandfordia no-
bilis polinizadas a mano, para garantizar la polinización ideal. Sus resultados mostraron que
la disponibilidad de recursos y no el nivel de polinización limita el número de semillas por
planta.
Algunos estudios mostraron un pico en la producción de semillas con niveles intermedios
de visita de polinizadores, ocurriendo disminución en la producción de semillas en niveles
de visitas más elevados (Búrquez et al., 1987; Young, 1988; Herre, 1990), que pueden resultar
en la remoción de polen ya depositado en el estigma (Gori 1983). Además, la deposición de
polen es variable de una flor a otra (Stephenson, 1981; Burd, 1995). Estos resultados pueden
indicar la saturación de forraje por la población de abejas en el campo, recogiendo más néc-
tar y polen de lo que sería aconsejable, forzando a la planta a invertir recursos para producir
más néctar, o no alcanzando el potencial máximo de fecundación. Este tipo de resultado es
contrario a la teoría de que más abejas forrajeando en soja resultaría necesariamente en más
polinización cruzada, mayor eficiencia en la fecundación y, finalmente, rendimientos más
elevados.
79SOJA Y ABEJAS
NectariosLos nectarios pueden ser extremadamente diversificados en cuanto a sus localizaciones, es-
tructuras e incluso en cuanto a sus mecanismos de secreción (Elias, 1983; Fahn, 1988; Pate et
al., 1985). En algunas especies ni siquiera hay una estructura que sea visible externamente
(Frey-Wyssling y Hausermann, 1960) y su presencia puede ser identificada sólo cuando el
néctar aparece en la superficie de la planta. Los nectarios también pueden formar estruc-
turas anatómicas distintas, a veces facilmente visibles, con una ultraestructura altamente
compleja (Heil, 2011).
Los nectarios pueden estar conectados al floema, al xilema o, aún, no disponer de enlace vas-
cular directo como indicado por Fahn (1988) y Wist y Davis (2006). Las secreciones de néctar
ocurren a través de estomas modificados, permanentemente abiertos, o de tricomas espe-
cializados (Fahn, 1988; Wist y Davis, 2006; Vassiliev, 2010). Tales diferencias pueden ocurrir
dentro de la misma planta y en diferente tipos funcionales de nectarios. Por ejemplo, los
nectarios florales extra-estipulares del caupí o chícharo salvaje (Vigna unguiculata), forman
un área de tricomas secretores ampliamente espaciados, que no tienen ninguna conex-
ión directa con el sistema vascular, según Kuo y Pate (1985). Los mismos autores afirman
que los nectarios extraflorales, ubicados en el vástago de la inflorescencia, consisten en una
región con tejidos secretores en forma de cono, que están ligados al floema y liberan el EFN a
través de estomas permanentemente abiertos.
Las secreciones de los tricomas glandulares o del nectario pueden ser temporizadas espacial
y funcionalmente y por lo tanto contribuir conjuntamente a la composición final de néctar.
Broersma et al. (1972), Levin (1973) y Rivera (1996) mencionan tricomas florales glandulares
y vegetativos, presentes en algunas especies, que pueden ser sitios de producción de com-
puestos antimicrobianos.
Nectarios de soja y producción de néctarDiversos estudios se realizaron para elucidar el desarrollo y las características funcionales de
los nectarios (Durkee et al., 1981; Durkee, 1983; Dafni et al., 1988; Fahn, 1988; Beardsell et al.,
1989; Figueiredo y Pais, 1992; Zer y Fahn, 1992; Rabinowitch et al., 1993; Belmonte et al. 1994;
Stpiczynska 1995; Nepi et al., 1996; O’Brien et al., 1996; Gaffal et al., 1998). En cuanto algunos
autores estudiaron la fase de madurez del nectario (Percival, 1961; Baker y Baker, 1981; Ra-
binowitch et al., 1993; Ecroyd et al., 1995; Davis, 1997; Carter et al., 1999; Carter y Thornburg
2000; Thornburg et al., 2003), otros se concentraron en la composición del néctar, en especial
80 SOJA Y ABEJAS
de azucares como glucosa, fructosa y sacarosa, los cuales son componentes importantes del
néctar, en gran parte responsables por sus características y funcionalidad (Butler et al., 1972;
Baker y Baker, 1981; Roshchina y Roshchina, 1993).
A pesar de que la familia Fabaceae comprende varias plantas cultivadas de importancia
económica, pocos estudios tratan del desarrollo, anatomía y ultraestructura de sus nectarios
(Ancibor, 1969; Waddle y Lersten, 1973; Gulyás y Kincsek, 1982). Las especies de esta familia
involucradas en estudios recientes son Lotus corniculatus, (Murrell et al., 1982; Teuber et al.,
1980.), Phaseolus vulgaris (Webster et al., 1982.), Pisum sativum (Razem y Davis, 1999), Trifolium
pratense (Picklum, 1954; Eriksson, 1977) y Vicia faba (Waddle y Lersten, 1973; Davis et al., 1988;
Davis y Gunning, 1991, 1992, 1993; Stpiczynska, 1995). Algunos autores investigaron los nec-
tarios de soja, su estructura y funcionalidad como Purseglove (1968), Carlson (1973), Waddle
y Lersten (1973), Mcgregor (1976), Erickson y Garment (1979), Carlson y Lersten (1987), Cro-
zier y Thomas (1993) y Horner et al. (2003).
El estudio de Horner et al. (2003) detalla los cambios que ocurren en el interior de las células
y tejidos del nectario, del receptáculo floral, del sistema de vasos que enerva el néctar y de
los tricomas glandulares adyacentes al gineceo. Ellos demostraron que los nectarios de soja
tienen una ultraestructura y un método de secreción holocrina no previamente reportado
para cualquier otra leguminosa. Estos datos sirven como base para la observación de nectari-
os de soja silvestre anual (Glycine soja) y de especies perennes del mismo género, en los cuales
la polinización cruzada y la secreción de néctar son mayores que en la soja cultivada, G. max
(Brown et al., 1986; Schoen y Brown, 1991; Fujita et al., 1997).
La estructura de los nectarios florales en soja se desarrolla entre las bases del gineceo (cen-
tral) y del anillo de estambres (lateral). Ellos tienen una forma discoidea, formándose inme-
diatamente antes de la apertura de la flor, con no más de 24 horas de vida útil. El nectario
consiste en células parenquimáticas de paredes finas, citoplasma denso, un núcleo, cuerpos
de Golgi y vesículas, mitocondrias, plastídios, retículo endoplasmático, muchos ribosomas
y una o más vacuolas, sufriendo muerte celular programada después de la polinización. Las
ramificaciones de vasos del floema penetran en el nectario por su base, supuestamente sir-
viendo para el flujo de azúcares (HORNER et al., 2003), siendo originados a partir de haces
vasculares en el xilema, que enervan el anillo estaminal periférico al nectario. El receptáculo
de la flor, justo debajo de la base del nectario, el gineceo, el anillo de estambres, los pétalos y
sépalos, están conectados al haz vascular principal y sus ramas, que enervan todos esos ór-
ganos de flores. En torno a estos haces vasculares basales se localiza el tejido conectivo que
contiene muchos cristales de oxalato de calcio.
Además de los azúcares, otras sustancias se encuentran en el néctar (Griebel y Hess, 1940;
Vogel, 1969; Baker y Baker, 1973, 1975, 1983; Deinzer et al., 1977; Rodriguez-Arce y Diaz, 1992;
81SOJA Y ABEJAS
Figura 23. Vista externa de la flor de soja, acorde a las fases de desarrollo de los nectarios. A) Pre-activa; B) Activa; C) Post-activa.
A B C
Foto
s: De
cio
Luiz
Gaz
zoni
Roshchina y Roshchina, 1993; Ecroyd et al., 1995; Ferreres et al., 1996; Cabras et al., 1999;
Petanidou et al., 2000). La eventual variación en la proporción de xilema y floema en la vas-
cularización del nectario parece afectar la composición de los carbohidratos del néctar (Frei,
1955; Frey-Wyssling, 1955; Esaú, 1977). La atracción es la principal característica funcional
del néctar, pero algunos de sus compuestos son conocidos por proteger contra el ataque mi-
crobiano o contra insectos que atacan vainas o semillas (Carter et al, 1999; Carter y Thorn-
burg, 2000; Thornburg et al., 2003).
Horner et al. (2003) mencionan tres etapas de desarrollo de los nectarios de la soja: pre ac-
tivo, activo y post activo. En las fases pre activa y activa, los nectarios están compuestos de
una sola capa en la epidermis que contiene muchos estomas abiertos y presentando células-
guardia con paredes gruesas, plastídios plenos de almidón, además de otros organelas. En
las fases activa y post activa, cristales de varios tipos (prismáticos, aglomerados aciculares o
cúbicos) se encuentran dentro de algunas de las células del néctar, en espacios intercelulares
y en la superficie externa, cerca de la base del nectario. Los cristales de oxalato de calcio del
receptáculo no desaparecen durante el desarrollo del nectario y de su degeneración. Además
de estos existen otros cristales, cuya composición química no ha sido determinada.
Horner et al. (2003) presentan una descripción detallada de las tres fases de desarrollo de los
nectarios de soja, asociados al desarrollo de la flor (Figura 23), a seguir descriptos:
Fase Pre activaDurante esta fase, ocurre la formación del nectario entre las bases del anillo de estambres
y del gineceo. Al principio de la fase preactiva no hay tricomas sobre el gineceo, los cuales
surgirán posteriormente. Los primeros tricomas son alargados y no glandulares, de paredes
finas y unicelulares, se desarrollan durante la fase preactiva, siguiendo el surgimiento de
82 SOJA Y ABEJAS
tricomas también alargados, compuestos por 2-3 células, con paredes muy gruesas y, final-
mente, tricomas glandulares cortos, compuestos por 5 a 7 células. Además, al inicio del desar-
rollo del nectario, pequeños cuerpos globulares aparecen en el espacio entre el gineceo re-
cién formado y el nectario. Estos cuerpos poseen un diámetro variable y su origen y función
son desconocidos. Ellos desaparecen en el curso de la fase preactiva.
Los cristales se observan dentro de la región basal del néctar, pero en la mayoría de las veces
se localizan en una capa de dos a tres células de espesor, debajo de la base del nectario. Esta
capa se extiende desde la base compartida entre el nectario y el anillo de estambres hasta la
base compartida con el gineceo. Posteriormente, se forma un montículo circular de células
especiales del parénquima, recubierto por una sola capa de epidermis, con estomas distintos,
que ocurre en toda la superficie del nectario. Ellos consisten de dos células guardas y un poro,
con la inclinación hacia el gineceo exhibiendo más estomas. Una cutícula densa y continua
recubre todas las células.
Las células del parénquima del nectario tienen paredes finas, con uno o más grandes vacuolas
semejantes a las células epidérmicas no estomáticas, en su interior. Plasmodesmos ocurren
entre las células especiales del parénquima adyacentes, o entre estas células y células epidé-
rmicas. Las células-guardia, de paredes gruesas, contienen plastidios prominentes, plenos de
almidón, así como otras organelas pero, normalmente, no tienen plasmodesmos.
Fase activa
Durante esta fase, estando la flor aún cerrada, el nectario alcanza su tamaño máximo. Al prin-
cipio de esta fase, el parénquima alrededor de los terminales vasculares del floema se vuelve
altamente vacuolado. Las vacuolas se rellenan con partículas de material no soluble en agua
y partículas similares al ribosoma. En muchas de estas células, así como en las células
epidérmicas no estomatales, tubos rectos con conjuntos de partículas similares al ribosoma
ocurren en el citoplasma, o atraviesan los plasmodesmos y se observan puentes citoplasmáti-
cos, asociados con las vacuolas.
Antes y durante el período en que los fragmentos tonoplásticos y el contenido de las vacuolas
se mezclan con las organelas citoplasmáticas, muchas veces se observan haces de tubos pre-
sionando hacia fuera del tonoplasto vacuolar y del citoplasma. A continuación, estas células
colapsan liberando su contenido a la superficie del nectario, a través de los poros de las célu-
las guardadas. Esta secreción holocrina es diferente de la que se informa a otras leguminosas
o no leguminosas y sugiere un fenómeno de apoptosis. Al final del proceso, las células espe-
83SOJA Y ABEJAS
ciales restantes del parénquima del nectario siguen el mismo destino, junto con las células
de la epidermis, de modo que todo el nectario decae, dejando sólo algunas de las células de
la guardia intactas.
Hay dos tipos de tricomas glandulares no alargados, junto con un tricoma del tipo corto,
glandular, compuesto de 5-7 células, localizados en el gineceo, adyacente al nectario. Estos
últimos tricomas parecen completar su desarrollo y convertirse en funcionales durante las
etapas activa y post activa, posteriormente al colapso del nectario. Esta observación sugiere
que el néctar puede consistir en una variedad de compuestos, los cuales se originan tanto en
el nectario cuanto en los tricomas glandulares.
Las células especiales del parénquima sufren varias alteraciones antes de su colapso y de la
liberación de su contenido. Las que se encuentran más alejadas de las ramificaciones del floe-
ma contienen citoplasma periférico denso, que consiste en un núcleo, mitocondria, plastidi-
os, cuerpos de Golgi con vesículas, matrices de retículo endoplásmico rugoso (RER), retículo
endoplásmico liso, ribosomas no asociados, al revés de grandes vesículas o pequeñas vacu-
olas contiendo material fibrilar y una vacuola central mayor, con varias vacuolas menores.
A medida que aumenta el tamaño de la vacuola en cada célula del parénquima y de la epider-
mis, el citoplasma periférico es presionado contra la pared celular. Las lagunas aparecen en
el tonoplasto en varios lugares, formando entradas que permiten que el citoplasma se mez-
cle con el contenido de la vacuola. Más tarde la vacuola desaparece y los contenidos mezcla-
dos están delimitados sólo por la membrana plasmática y por la pared celular. En esta fase
de desarrollo, muchas células especiales del parénquima aparecen parcial o completamente
destruidas y otras con el citoplasma y el contenido vacuolar fundido.
Cuando el colapso del nectario se acerca a su final, todas las células del parénquima y de las
ramificaciones internas del floema también colapsan, tornándose indistinguibles entre sí,
excepción hecha a las células de la epidermis y las células-guardia. Las células epidérmicas
no estomatales pasan por las mismas etapas de degeneración que el parénquima especial,
eventualmente entrando en colapso. Además de que las vacuolas exhiben puentes con el
citoplasma, tubos citoplasmáticos con partículas similares a ribosomas y haces tubulares,
también ocurren aglomeraciones de pequeños cristales semejantes a agujas, de composición
desconocida, en las vacuolas de algunas de las células epidérmicas en degeneración, así como
en algunas de las células especiales del parénquima, antes del colapso. Este material cris-
talino, de composición desconocida, también se observa en los espacios intercelulares bajo
las células guardia.
84 SOJA Y ABEJAS
Fase post activa
En las flores recién abiertas los nectarios empiezan el proceso de colapso, con excepción de
las células guardias que permanecen intactas. En el decurso del día, el nectario se transforma
en un aglomerado de células degeneradas y colapsadas, parcialmente cubiertas con un re-
siduo de material denso con pequeños cristales de formato cúbico, que pueden originarse en
el néctar y en otras secreciones.
Los tricomas y los nectariosEn la flor de soja, tanto los tricomas secretores como los no-secretores del gineceo están
asociados con el desarrollo del nectario. Durante el período final de desarrollo pre-activo
del nectario, tres tipos de tricomas surgen sobre la epidermis del gineceo. El primer tipo es
alargado, no glandular, unicelular y de paredes finas, que contiene una gran vacuola con ci-
toplasma periférico y un gran núcleo (Horner et al, 2003).
El segundo tipo de tricomas, también alargados y no glandulares, está compuesto por una o
dos células basales con paredes gruesas y una célula terminal larga, con una pared mucho
más gruesa que la de tricomas unicelulares. En ambos tipos, la cara externa de la pared de los
tricomas presenta papilas. Estos tricomas contienen núcleos relativamente grandes, con nu-
cléolos avanzados y ocurren en la parte más superior del gineceo, cerca del estigma (Horner
et al, 2003).
El tercer tipo de tricomas se desarrolla después de los dos tricomas alargados y es mucho
menor y más corto, consistentes de cinco a siete células arregladas linealmente, como es
descrito por Horner et al. (2003). Estos últimos tricomas se dispersan entre los tricomas más
largos de la base hasta la parte superior del gineceo. El núcleo de las células del último tipo
de tricoma es mucho menor que el núcleo en los dos tipos de no glandulares y se encuentra-
centralmente en cada célula.
85SOJA Y ABEJAS
La productividad de la soja y su relación con las abejas y la polinización entomófilaA pesar de ser una planta autopolinizada, cleistogámica, no sólo la abeja doméstica (Apis mel-
lifera) sino también otros insectos polinizadores se encuentran en la soja. Monasterolo et al.
(2015) estudiaron a los visitantes en flores de soja y los efectos de visitas de los polinizadores
sobre el proceso reproductivo de la soja, en un paisaje que incluía el cultivo de soja en las
proximidades de un fragmento de bosque, en la región del Chaco, Argentina. Las tasas
de visita fueron evaluadas en relación a la distancia del bosque, comparando los valores
obtenidos en el cultivo de la soja con aquellos observados en flores salvajes presentes en
los fragmentos forestales cercanos. Los autores también realizaron un experimento de ex-
clusión, a fin de evaluar la contribución de visitas de insectos a las flores para el éxito repro-
ductivo de la soja, además de analizar la relación entre la dimensión del cuerpo del visitante
floral y la distancia entre el bosque y la flor visitada.
Se observaron cinco especies de abejas pertenecientes a dos familias visitando flores de soja,
las cuales también fueron bien representadas en las evaluaciones realizadas en las flores
silvestres del fragmento forestal. La especie A. mellifera fue la especie más abundante en-
contrada en flores de soja en todas las distancias del punto de muestreo hasta el bosque.
Por su parte, los visitantes salvajes presentaron diversidad de especies en función de la dis-
tancia entre el punto de muestreo y el borde del bosque. Las especies de menor tamaño se
restringían a las áreas más cercanas al bosque, mientras que las mayores se encontraron a
menudo dentro del cultivo.
Las tasas de visita fueron significativas y negativamente afectadas por la distancia hasta el
bosque (Monasterolo et al., 2015). Todos los componentes de la productividad de la planta,
medidos en los experimentos con exclusión para vertebrados, fueron significativamente me-
jorados, duplicando los valores observados sin la visita de polinizadores, lo que destaca el
papel del bosque como reservorio de polinizadores para la soja.
Abejas y polinización cruzada de sojaLa literatura apunta a la soja como una especie autógama, cleistogámica, fecundada por au-
topolinización. Sin embargo, una mirada más atenta apunta controversias, pues ciertos au-
86 SOJA Y ABEJAS
tores evidencian que la soja podría beneficiarse de polinización por insectos. El mayor
beneficio es el aumento de rendimiento cuando la polinización por insectos está presente,
como inicialmente levantado por Robacker et al. (1983) y Free (1993). Por su parte, existen
registros de apicultores norteamericanos y brasileños de que las abejas producen cantidades
significativas de miel de soja (Hambleton, 1936; Milum, 1940; Johnson, 1944; Pellet, 1947; Da-
vis, 1952; Jaycox, 1970a; Pellet, 1976), indicando forrageo activo y recolección de néctar y de
polen en flores de soja. Además, el estudio conducido por Van Der Linden (1981) informó que
61 de 63 muestras de miel producida en Iowa contenían polen de soja, lo que indica que se
obtuvieron, al menos parcialmente (5-10%), a partir de la soja.
Conceptualmente, no es muy aceptable que el aumento de la productividad de la soja depen-
da de la polinización cruzada, considerando que en plantas cleistogámicas, la fertilización
ocurre antes de que la flor se abra. La polinización cruzada natural en soja ha sido estimada
como muy baja, situándose la mayoría de los estudios entre el 0,03% (Cavida, 1966) y el 3,62%
(Beard y Knowles, 1971). Las estimaciones de Woodhouse y Taylor (1913), Woodworth (1922),
Garber y Odland (1926), Cutler (1934) y Weber Y Hanson (1961) se sitúan entre estos dos ex-
tremos.
Por lo tanto, es sorprendente verificar niveles más altos de cruces, como los que se han re-
portado en algunas variedades de soja en respuesta a la visita de la abeja doméstica. Gordi-
enko (1960) registró tasas de cruce de 28% y 44% para dos variedades de soja cultivadas en el
interior de jaulas con abejas, similares a los observados por Kengni et al. (2015), en Camerún,
que oscilaron entre el 21 y el 29%. La polinización de soja con esterilidad masculina, efec-
tuada por abejas en parcelas de soja contenidas en jaulas, fue responsable de un aumento
del 477% en la producción de semillas, en relación al observado sin la presencia de abejas
(Koelling et al., 1981), atribuida por el autor al aumento de la polinización cruzada. Incre-
mentos en los niveles de cruzamientos atribuidos a la visita de A. mellifera fueron relatados
en cultivos en campo abierto, con cultivares de soja convencional (Cutler, 1934; Beard y
Knowles, 1971; Abrams et al, 1978; Sadanaga y Grindeland, 1981) o con características de
macho-esterilidad (Cutler, 1934; Beard y Knowles, 1971; Brim y Young, 1971; Sadanaga y
Grindeland, 1981).
En la literatura consultada se observó una posible explicación - aunque parcial - para este
fenómeno, que es la expresión del gen mutante p2, que incrementa el nivel de polinización
cruzada de soja de menos del 1% al 4-15%, con las tasas más elevadas ocurriendo vecino a las
colonias de abejas (Bernard y Jaycox, 1969). De acuerdo con los autores, el gen p2 provoca
alteraciones en la pubescencia (pilosidad más corta) en soja, siendo también responsable de
la reducción del vigor del polen. Al reducir la capacidad de la flor para autopolinizarse, esta
característica aumentó la tasa de polinización cruzada natural a partir de su nivel normal,
87SOJA Y ABEJAS
de alrededor del 2%, a cerca del 10% en pruebas realizadas en 1967 y 1968, siendo que la
proximidad con colonias de abejas ha redundado en porcentajes ligeramente superiores, lo
que ya había sido previamente reportado por Abrams et al. (1978).
Para discutir plenamente la relación entre la polinización y el rendimiento de la soja (o de
cualquier otra planta) se debe tener en cuenta el costo de energía gastado por la planta para
atraer a los polinizadores. (Pyke, 1981; Pyke y Wasser, 1981). Pyke (1991) subraya la impor-
tancia de comprender la naturaleza adaptativa de la producción de néctar floral, los costos
asociados y los beneficios en términos de desarrollo y/o reproducción (Pyke, 1981; Pyke y
Wasser, 1981). La producción de néctar puede utilizar hasta un 37% de energía disponible
en un determinado momento (Pleasant y Chaplin, 1983; Southwick, 1984), sin embargo sin
afectar al crecimiento o la capacidad reproductiva de las plantas. Por otra parte, Pyke (1991)
relató que la remoción del néctar de las flores de Blandfordia nobilis aumentó la producción
neta de néctar de la planta, pero redujo su capacidad de producir semillas. El ejemplo ante-
rior demuestra que la producción de néctar implica un costo para una planta en términos
de desarrollo y/o reproducción y que tanto las ganancias como los costos asociados con la
producción de néctar pueden ser estimados en la misma moneda (reservas de fotosintatos).
Conforme aumenta la producción de néctar de una planta, es normal que haya un trade-off
entre los aumentos resultantes de la polinización mediada por polinizadores, en términos
del número de semillas (aumento o reducción), debido a los costos de producción del néctar.
En el caso de plantas totalmente autopolinizadas, atraer polinizadores para la polinización
abierta puede resultar en costos innecesarios, con eventuales perjuicios para la producción
de semillas, así mismo con bajo costo en términos de producción de néctar.
Como se mencionó anteriormente, Ornelas y Lara (2009) sugirieron una teoría similar para
conectar el nivel de polinización cruzada, la remoción de néctar y la elevación del rendimien-
to de las plantas. Estudiando diferentes niveles de reposición de néctar y de recepción de
polen por el estigma, sugirieron que la intensidad de polinización y de reabastecimiento de
néctar interactúa en sus efectos sobre la producción de semillas. El estudio en Penstemon ro-
seus involucró siete niveles de remoción manual del néctar, en diferentes momentos y en tres
diferentes intensidades de deposición de anteras sobre estigmas vírgenes. A pesar de que Or-
nelas y Lara (2009) indicaron una interacción entre la intensidad de remoción de néctar y po-
linización, relacionándola con rendimientos crecientes, este fenómeno varía entre las espe-
cies, especialmente considerando el grado de dependencia de polinización entomófila para
una determinada especie. El creciente volumen de néctar producido por la planta después
de la remoción del néctar (tanto artificial como por visitantes florales), puede vincularse a
varias vías metabólicas, incluyendo el metabolismo del azúcar en la planta.
88 SOJA Y ABEJAS
El nivel potencial de polinización cruzada debido a la visita de las abejas puede haber sido
subestimado, porque el color de la flor de soja se utilizó en la mayoría - si no en todos los es-
tudios - como el indicador genético de polinización cruzada. El color púrpura es dominante
sobre el blanco (Woodworth, 1923). La descendencia obtenida en plantas de flores blancas,
portando hipocótilos y flores púrpuras, indican que ocurrió la polinización cruzada. Sin em-
bargo, no se tuvo en cuenta en estos estudios la capacidad de discriminación de la abeja do-
méstica entre cultivares en relación con el color floral y/o otras cracterísticas, lo que even-
tualmente podría haber introducido un error sistemático.
Erickson (1975b) apuntó que las características florales asociadas con la atractividad de las
abejas (tamaño de flor, color, abundancia, cleistogamia, aroma, producción de néctar, etc.)
varían a lo largo de un continuo entre los límites extremos, para la mayoría de esas caracte-
rísticas en los diferentes cultivares de soja. Por lo tanto, la discriminación de las abejas entre
cultivares de soja podría tener efectos significativos en virtud de diferencias fenotípicas en-
tre cultivares, que favorecieran la fidelidad floral de forraje de las abejas. En consonancia con
lo anterior, se verificó que las tasas de cruce fueron mayores cuando los cultivares de flores
blancas y moradas se intercalaron en la misma línea, en comparación con el cultivo en líneas
separadas para cada color (Beard y Knowles, 1971).
Mientras tanto, y a pesar de los registros anteriores, las flores de soja no siempre son atrac-
tivas para las abejas, habiendo sido aventada la hipótesis de que las condiciones ambientales
durante el crecimiento y floración de las plantas afectan las características florales (Robacker et
al., 1983). En general, las plantas que crecen a temperaturas más altas producen más néctar y son
más atractivas que las cultivadas a temperaturas con un máximo de 29ºC.
Erickson et al. (1978) también observaron que la atracción de la soja para las abejas no fue la
misma para todas las cultivares. En el caso de las abejas, se observó que el número de abejas
varía entre 680 y 810 / ha, dependiendo del cultivo de soja, lo que representa aproximada-
mente el 1% de la población encontrada en la alfalfa (Pedersen, 1962), o el 20% de lo obser-
vado para el trébol blanco (Weaver, 1965).
Es importante mencionar que, aunque la potencialidad de secreción de néctar (vinculada al
atractivo para las abejas) es hereditaria, está sujeta a la interferencia de factores climáticos y
edáficos. Otro factor que puede influir en la capacidad de atracción de las abejas para la soja
es la distribución de flores sobre las plantas. Las flores de soja no se agrupan en “racimos”,
como en el trébol y la alfalfa, pero están ubicadas en los nudos de las hojas de las plantas.
Normalmente se sitúan bajo el follaje, particularmente en cultivares indeterminados. Hein-
rich y Raven (1972) refieren que inflorescencias son más adecuadas para polinizadores de
cuerpo aventajado, como la abeja doméstica, permitiendo mejor manejo de la energía cor-
89SOJA Y ABEJAS
pórea, comparativamente a flores individuales, una vez que el dispendio de energía en la lo-
comoción entre flores muy cercanas (como en una inflorescencia) puede ser hasta 100 veces
menor que un periodo equivalente de vuelo.
En comparación con otras plantas melíferas, el número de flores por planta de soja es bajo.
De esta forma, aunque las abejas caminan entre flores en un mismo nudo de la planta de
soja, o entre los nudos espaciados, más vuelos serían necesarios para visitar un determinado
número de flores en soja que en cultivos como la alfalfa, canola o trébol. Además de la posible
mayor oferta de recursos y de la calidad de los mismos, este hecho explica el mayor número
de abejas que visitan estos cultivos, en contraste con la soja.
Es importante considerar que el estigma de la flor de la soja se vuelve receptivo uno o dos
días antes de la antesis, mientras que las anteras liberan el polen antes de que la flor se abra,
una condición extremadamente favorable para la autopolinización (Fehr, 1980; Delaplane y
Mayer, 2000). De acuerdo con Yoshimura (2011), la polinización por el viento es insignificante,
debido a la baja amplitud de dispersión del polen de la soja y el bajo período de viabilidad.
Milfont (2012) refiere que la autopolinización y la utilización de insecticidas en el cultivo de
la soja, durante el período en que las flores están presentes, moldearon el sentido común de
que la soja no necesita (o no se beneficia) de la polinización por insectos.
Algunos autores comentaron que el bajo número de vainas en relación al número de flores
emitidas por las plantas (normalmente alrededor del 10-15%), puede atribuirse a un déficit de
polinización, reduciendo así el rendimiento de la soja (Mcgregor, 1976; Free, 1993; Delaplane
e Mayer, 2000). En contraste, Abernathy et al. (1977) relataron que la falla de fertilización es
insignificante como causa de abscisión floral en soja. Las flores que sufrieron abscisión eran,
en su mayoría, fertilizadas y, por lo general, contenían proembriones, que habían comple-
tado dos o tres divisiones celulares.
Abejas y productividad de la sojaA pesar de lo anteriormente mencionado, con respecto a las bajas tasas de polinización cru-
zada en la soja, a veces se refiere como parcialmente dependiente de la polinización por in-
sectos (Klein et al., 2007; Gallai et al., 2009). Lautenbach et al. (2012) relataron beneficios de la
polinización por insectos en cultivos de soja en estudios realizados en Brasil, Argentina, In-
dia, China y Estados Unidos. Robacker et al. (1983) refieren que la soja retorna rendimientos
más elevados cuando las abejas fueron introducidas en áreas de cultivo para fines de polini-
zación, a pesar de citar restricciones en la metodología utilizada en los estudios.
90 SOJA Y ABEJAS
Free (1993) menciona que, además de cargar el polen de una a otra flor, el movimiento de
los insectos sobre las flores mejora los índices de fecundación, en plantas autopolinizadas, lo
que también es referido por Aizen (2008), al verificar mejoría en los índices de fecundación
con la presencia de polinizadores en plantas autofecundadas. La intervención de los insectos
cargando polen de flores fértiles para flores macho-estériles también contribuye a aumentar
la tasa de fecundación de las flores, de acuerdo con Ortiz-Perez et al. (2006). La ocurrencia de
macho esterilidad, aunque con tasas variables, es común en cultivos en los que la producción
comercial de semillas se deriva por multiplicación en años sucesivos, partiendo de una única
fuente de semilla genética básica.
La productividad de tres cultivares de soja cultivados en Indiana - EE.UU. aumentó alrededor
del 17,2%, en distancias de hasta 32 m de colonias de abejas (Abrams et al., 1978), contrastan-
do con la productividad menor obtenida por encima de 32 m. En Wisconsin, dos cultivares,
Corsoy y Hark, demostraron un 14,8% y un 16,4% de aumento, respectivamente, en jaulas
con abejas, en comparación con la soja cultivada en jaulas, sin abejas (Erickson, 1975a). Sin
embargo, no se observó un aumento significativo en el rendimiento de Chippewa 64 en las
mismas condiciones. En los ensayos en jaula, utilizando la cultivar Pickett 71 en Arkansas y
Missouri, se produjo un 15% más de granos de soja en jaulas con abejas que en jaulas sin abe-
jas (Erickson et al., 1978) (Cuadros 4 y 5). En el mismo estudio, los rendimientos en ensayos
de campo abierto con las cultivares Forrest y Lee 68, fueron significativamente mayores en
distancias de hasta 100 m de apiarios.
Cuadro 4. Rendimiento medio (g) de soja, por 3,05 m de fila.
Año/Cultivar Con abejas Sin abejas Campo abiertoPresencia/ausencia
de abejas (%)N
1971
Chippewa 588 627 630 -6.6 6
Corsoy 762 669 676 13.9* 6
1972(1)
Hark 783 744 797 5.2 9
1973
Hark 500 430 480 16.3** 9
(1) Primavera seca, germinación deficiente, población de plantas no uniforme. * Significativo al nivel de 0,05.
Fuente: ERICKSON (1976)
91SOJA Y ABEJAS
Cuadro 5. Diferencias en los valores de los componentes del rendimiento de soja, debidas a la presen-cia o ausencia de abejas.
En Kansas, el rendimiento de la soja cv. Forrest, cultivada en jaulas que contenían abejas, fue
un 20% mayor que en jaulas sin abejas (Kettle y Taylor, 1979). El aumento de rendimiento
en dos variedades probadas por tres años en Delaware, varió del 2,2% al 16,0% en jaulas con
abejas, comparadas con la soja cultivada en jaulas sin abejas (Mason, 1979). Sheppard et al.
(1979) descubrieron que las poblaciones de abejas adecuadas para la producción de semillas
híbridas se alcanzaron con la colocación de una colmena a cada 0,72 hectáreas, sin referirse,
sin embargo, al número de individuos de la colonia.
Jung (2014) no encontró diferenciáis en la productividad de soja cultivada en campo abierto
o en jaulas (con o sin abejas en su interior), pero los experimentos en jaulas, conducidos
por Erickson et al. (1978) en Arkansas y Missouri, resultaron en un 16% de aumento en el
rendimiento, cuando las abejas fueron introducidas en las jaulas.
En el Norte de Paraná, Brasil, Chiari et al. (2005) evaluaron el efecto de la polinización de
las abejas en la producción y calidad de semillas de soja, concluyendo que la producción de
semillas fue mayor en áreas protegidas, con colonias de abejas (51%), o áreas al descubierto
(58%), comparándose a las áreas cubiertas, sin colonias de abejas. El número de vainas en el
tratamiento protegido (con abejas) fue un 61% mayor en comparación con el mismo tratami-
ento protegido, pero sin abejas. Sin embargo, el peso medio de 100 semillas fue mayor en el
área protegida, sin abejas.
En otro estudio, Chiari et al. (2008), verificaron que los rendimientos de soja en el área pro-
tegida con abejas, fue de 2.757 kg/ha y en el área descubierta fue de 2.828 kg/ha, ambos su-
periores al área protegida sin abejas (2.000 kg/ha). El número de vainas / planta fue mayor
en el área protegida con abejas (38) y en el área descubierta (32), en comparación con el área
TratamientoTotal de
granos (n)Vainas con granos (n)
Granos cosechados (n) Vainas vacías (%)
Con abejas 782*** 332*** 664* 15,7**
Sin abejas 643 276 577 18.6
Campo abierto 889 386 813 10.7
*, **, *** Comparación entre presencia y ausencia de abejas significativamente diferentes a los niveles de 0,2, 0,1 y 0,05, respectivamente.
Fuente: ERICKSON (1976).
92 SOJA Y ABEJAS
protegida sin abejas (21), pero no hubo diferencia para el peso de las semillas o para el poder
germinativo de las mismas.
En el estado del Ceará, Brasil, Milfont et al. (2013) refieren incrementos en la productivi-
dad de la soja del 18,1%, comparando el área abierta, con libre acceso para los polinizadores
salvajes, además de introducción de abeja doméstica, en comparación con la soja cultivada
en jaulas sin abejas. Incluso sin la introducción de abejas en el área de soja descubierta, el
rendimiento aumentó un 6,3% en relación al obtenido en jaulas sin abejas. Cuando las abe-
jas fueron introducidas en el área no protegida, ocurrió un incremento en el rendimiento,
asociado a un aumento del 10% en el número de vainas, del 3% en el número de vainas con
dos semillas y del 5% en el número de vainas con tres semillas, en comparación con la soja
cultivada en jaulas.
Kengni et al. (2015), en estudios realizados en Camerún, señalan que la presencia de la abeja
A. mellifera adansonii es responsable de aumentos del 34-38% en la tasa de fructificación de la
soja, entendida como la relación entre el número de flores emitidas y el número de vainas
efectivamente presentes en la planta, por ocasión de la cosecha. Los autores citan aumentos
de 235 a 317% en el número de semillas por vaina y de 111 a 189% en el número total de semil-
las de soja, comparando parcelas cultivadas en condiciones normales de campo con parcelas
similares, pero aisladas del ambiente externo por jaulas, que impidian la presencia de abejas
en la soja.
En conclusión, existen resultados conflictivos en la literatura consultada, algunos autores re-
latando aumentos medios de 10 a 50% en la productividad de la soja, cuando las condiciones
de polinización por insectos son adecuadas, contrastando con la referencia de que la polini-
zación cruzada se sitúa entre 0, 3-3,5% de las flores de soja, observación que está en línea con
los autores que no verificaron aumento de la productividad de la soja que pudiera atribuirse
a la polinización entomófila. En el análisis de la literatura referente a la relación entre las
abejas y la productividad de la soja, se observó que, cuando la media de productividad de soja
era alta, especialmente motivada por buenas condiciones de manejo y ambientales (tempera-
tura y pluviosidad adecuadas), el aumento de productividad debido a la presencia de abejas u
otros polinizadores fue más acentuado. Una posible explicación para este hecho sería la pro-
ducción y la disponibilidad de reservas de fotosintatos en las plantas, para ser transferidos
a las semillas. En condiciones ideales, la planta soportaría una producción mayor de granos,
beneficiándose de eventuales incrementos de polinización y fecundación de óvulos. En con-
diciones adversas, la productividad sería disminuida, oscureciendo cualquier efecto positivo
de polinizadores. Una red de estudios que involucran diferentes años, materiales genéticos,
latitud y condiciones ambientales debe ser implementada para aclarar la controversia.
93SOJA Y ABEJAS
Polinizadores forrajeros en soja
Los polinizadores se atraen hacia una flor específica - como las flores de soja - en la búsqueda
por el néctar y el polen y la capacidad de atracción y posterior fidelización es aparentemente
proporcional a su cantidad y su calidad nutricional. Incluso a escala global, existen pocos es-
tudios sobre la diversidad y la abundancia estacional de polinizadores que visitan flores de
soja. La abeja domestica (A. mellifera) es la especie más comúnmente encontrada en soja (De-
laplane y Mayer, 2000; Nogueira-Couto y Peraro, 2000), aunque otros himenópteros (Milfont
et al., 2013; Fujita et al. 1997; Santos et al., 2013), dípteros y coleópteros (Santos et al., 2013;
Fagúndez et al., 2014) han sido referidos como visitantes florales en soja.
Un total de 29 especies de abejas salvajes en cuatro familias de la orden Hymenoptera (Api-
dae, Anthophoridae, Megachilidae, Halictidae) fueron recolectadas en el cultivo de la soja, en
tres regiones de Estados Unidos, por Rust et al. (1980). Veintidós especies fueron recolectadas
en Delaware, visitando 14 cultivares de soja, habiendo sido recuperado polen de soja en seis
de esas especies. Siete especies fueron recolectadas en Wisconsin y 10 en Missouri. Melissodes
bimaculata (Lepeletier) y Halictus confusus Smith se encontraron en todas las tres regiones.
Megachile rotundata (F.), M. mendica Cresson y Dialictus testaceus (Robertson) fueron los polini-
zadores más abundantes. La mayor densidad de abejas silvestres fue de 0,36 individuos / m2
en la cultivar Essex. La mayor densidad de una sola especie fue de 0,24 individuos / m2 para
Ceratina calcarata Robertson en ‘Colombo’.
Las abejas silvestres forrajeando en soja, recogidas por Rust et al. (1985), fueron: 1) Familia
Apidae: Bombus impatiens Cresson; Bombus vagans Smith. 2) Familia Anthoporidae: Ceratina
calcarata Robertson; Melissodes bimaculata (Lepeletier); 3) Familia Megachilidae: Megachile ro-
tundata (F.); M. mendica Cresson; 4) Familia Halictidae: Agapostemon virescens (F.); Augochlorella
sosa (Provancher); Halictus confusus (Smith); Coriaecum lasioglossum (Smith); Dializus testaceos
(Robertson); D. tegularis (Robertson); D. illinoenis (Robertson); D. obscurus (Robertson); D. pilosus
(Smith); D. imitatus (Smith); D. zephyrus (Smith); D. versatus (Robertson); D. atlanticus Mitchell.
Barella (2009) mencionó que A. mellifera fue la especie dominante forrajeando en soja (57%),
en Barra do Bugre-MT, Brasil, mientras que las especies de Meliponini representaron el 29%
del total de insectos visitantes florales recogidos, pero no necesariamente siendo poliniza-
dores.
94 SOJA Y ABEJAS
Las flores de soja tienen nectarios funcionales. Para la mayoría de los cultivares, cada flor de
soja produce apenas un poco menos néctar que las flores de alfalfa, en regiones del norte de
los Estados Unidos y las concentraciones de azúcar en néctares de soja son 5-10% más elevadas
que en los de alfalfa, cuando las condiciones ambientales y de manejo del cultivo son favorables
(Erickson, 1984).
Alves et al. (2010) estudiaron la influencia del forraje de abejas africanizadas sobre la concen-
tración de azúcar en el néctar de soja, cultivada en jaulas con o sin la presencia de abejas, en
áreas semi-cubiertas, con libre visita de las abejas y en área descubierta. El área cubierta, con
colonia de abejas africanizadas en su interior, presentó concentración de azúcar superior al
área cubierta, sin visitas de insectos, y al área descubierta, pero la concentración de sacarosa
en el área abierta fue mayor que en los demás tratamientos. El contenido de glucosa no fue
afectado por los tratamientos, mientras que la concentración de fructosa fue menor en área
cubierta, sin abejas, en comparación con los demás tratamientos.
En la región central de Estados Unidos, la producción de néctar y la visita de las abejas se con-
centra entre las 9h y las 15h, similar a la encontrada por Gazzoni (2013) en el sur de Brasil. El
volumen de néctar por flor de soja - que es mayor en climas más cálidos - varía significativa-
mente entre los cultivares, normalmente entre 0 y 0,2μL / flor, con algunas flores alcanzando
0,5μL, sabiendo que el estómago de una obrera de abeja doméstica tiene una capacidad de
35-50 μL (Erickson, 1984). Este autor relata un contenido medio de azúcar en el néctar de soja
variable entre el 37 y el 45%. En Missouri y Arkansas, el contenido total de carbohidratos en
el néctar de soja varía de 301 a 1.354 μg/μL de néctar y de 15 a 134 μg / flor. El observó que
la concentración de azúcar floral aumentó, pero su volumen disminuyó, según varió la tem-
peratura y la hora del día. Las proporciones de cada azúcar en el néctar (es decir, la relación
fructosa: glucosa: sacarosa) difieren entre los cultivares de soja, así como con la hora del día,
dentro de un cultivar.
En el caso de los cultivares de flor morada y blanca, Erickson (1984) no encontró diferencias
en el contenido de hidratos de carbono, pero cita que el sentido común apuntaba que, en
Wisconsin, la producción de miel era más consistente en volumen y contenido de carbohi-
dratos entre los cultivares de flor blanca, razón por la cual cultivar con flores blancas
eran consideradas más atractivas que las rojas.
La recolección de polen de soja por abejas en soja es altamente variable, así como la capaci-
dad de una cultivar para producir polen. A pesar de que generalmente la cantidad de polen
recogida por las abejas en las flores de soja es pequeña, en algunas áreas el polen de soja
puede representar más del 50% de la cantidad total de pólenes recogidos por las abejas, de
acuerdo con Erickson (1984). Pelotas de polen de soja retiradas de la corbícula de obreras
95SOJA Y ABEJAS
son fácilmente reconocidas por su color marrón grisáceo, tamaño pequeño y por su compac-
tación. Una hipótesis probable para explicar la alta concentración de polen de soja, en algu-
nas áreas de apicultura, es la deficiencia de plantas melíferas, en floración, en la misma área
de cultivo de soja, durante el período de florecimiento de la soja, explicado por las extensas
áreas continuas de cultivo de soja.
Erickson (1984) emprendió el cuestionamiento de la cleistogamia y el hecho de que las flores
de soja permanecieran abiertas sólo un solo día. En el caso de los estudios en ambiente con-
trolado, se constató que sólo el 33% de las flores de soja ‘Mitchell’ examinadas se encontra-
ban autopolinizadas a 3,5 horas después del inicio de la fotofase (aurora artificial), pero
el 58% estaban autopolinizadas 6,5 h después del inicio del fotoperíodo. Estos resultados
sugerirían que, al inicio del día, la soja es más propensa a la polinización cruzada, seguida
por un período de intensa autopolinización, que iniciaría antes del mediodía y se extendería
hasta el anochecer. Se propuso que el calendario de estas estrategias puede variar en función
de la abundancia relativa de polen, además de otros factores. Sin embargo, incluso Erickson
(1984) no estaba completamente convencido de su teoría, recomendando que los estudios de
seguimiento en el campo fueran conducidos, para confirmar la hipótesis con resultados de
campo. La literatura posterior a 1984 no contempla ningún estudio para probar la hipótesis
propuesta por el autor.
97SOJA Y ABEJAS
Erickson (1976) afirma que, contrariamente a los conceptos populares de sentido común y a
una considerable parte de la literatura científica, las abejas normalmente se alimentan ac-
tivamente en la soja para recoger el néctar y el polen, y que se sabía poco sobre el nivel de
preferencia de las abejas en relación al polen de soja, e incluso sobre su calidad nutricional.
Las abejas recolectan grandes cantidades de néctar de soja, en muchas áreas de los EE.UU.
y, bajo ciertas condiciones, a veces prefiriendo el néctar de soja, en comparación con otras
fuentes. Según el autor, el néctar de soja es de alta calidad, producido en cantidad sustancial,
dependiendo de la variedad y de las condiciones ambientales, en particular, las condiciones
del suelo que predisponen a altas tasas de secreción de néctar en la soja.
En Argentina, estudios palinológicos demostraron que la soja es una importante fuente de
néctar para la producción de miel, a veces resultando en miel monoclonal de soja (Fagúndez
y Caccavari, 2003, 2006; Gallez, 2005). Además de néctar, Fagundez y Caccavari (2003) repor-
tan que la soja es una importante fuente de polen para el mantenimiento de las colonias de
A. mellifera.
En general, las plantas compiten por la atención de las abejas, con concentraciones de azúcar
en el néctar por encima del 25%. La calidad del néctar de soja (30 a 50% de sólidos disueltos)
parece situarse ligeramente por encima del contenido medio de otras plantas, de acuerdo
con Erickson (1975a, b). La tasa de secreción de néctar en plantas es controlada por una com-
pleja interacción de factores climáticos y edáficos, así como por la carga genética de cada
cultivar de soja (Percival, 1975).
De acuerdo con Erickson (1975a), las flores de algunos cultivares de soja abren sólo parcial-
mente - o simplemente no se abren - en cultivos acompañados en el sur de Wisconsin. Sin
embargo, el autor no determinó se la capacidad de un cultivar de soja para resistir a la cleis-
togamia es un indicador de su capacidad de secretar el néctar en condiciones inferiores al
óptimo climático requeridos por la planta. Cultivares con comportamiento no totalmente
cleistogámico continuaron a secretar una pequeña cantidad de néctar, a temperaturas más
bajas, pero parece poco probable que las abejas visiten las flores cerradas (Erickson, 1975a).
Relaciones entre la soja y los polinizadores
98 SOJA Y ABEJAS
En otro artículo, Erickson (1975b) afirma que el atractivo de la soja para las abejas aparentaba
ser una característica heredable, como ocurre en la mayoría de las plantas polinizadas por
insectos y que las alteraciones en la expresión de la cleistogamia, inducidas por la tempera-
tura, pueden proporcionar indicadores para seleccionar características de atractivo de cul-
tivares de soja para las abejas, involucrando, principalmente, néctar y producción de aroma
(Erickson, 1975b). El autor subrayó que la relación entre el gen e3 (floración tardía) y la pro-
ducción de néctar debe ser estudiada en profundidad. Alves et al. (2010) señalan que algunos
cultivares de soja brasileña pueden no ser muy atractivos para las abejas, en función de las
características del néctar, en especial la concentración total de carbohidratos.
En el estudio de Chiari et al. (2013), ubicado en Londrina, Brasil, el periodo de antesis de la
flor fue 8:04h más largo en el área protegida, sin la presencia de abejas, comparado a una área
cubierta, con una colonia de abejas y a otra área no cubierta, con libre visitación de abejas.
La media de la receptividad del estigma de la soja fue de 87,35% y la viabilidad del polen de
soja fue del 89,82%. La tasa de abscisión de flores de soja fue de 71,10% en áreas cubiertas, sin
colonias de abejas, por encima de los valores para el área cubierta, con una colonia de abejas
y de las parcelas con libre visita de insectos, que fueron de 50,78% y 55,12%, respectivamente.
En este estudio, A. mellifera fue el insecto que más frecuentemente (97,02%) visitó las flores de
soja, en las parcelas descubiertas. El tiempo gastado por A. mellifera para recolectar néctar fue
mayor en el área cubierta, con una colonia de abejas, que en el área de libre visita de insectos.
Gazzoni (información personal) no encontró diferencias en la población de abejas en campos
de soja, relacionadas con distancias de hasta 200m (Ortigueira, PR) o 500 m (Sorriso, MT) en-
tre el punto de muestreo y la colonia de abejas. Sin embargo, Erickson (1976) observó mayor
número de vainas y de granos en soja cosechada más cerca (hasta 50 m) de la colonia de abe-
jas (Cuadro 6), debido a la mayor presencia de abejas cerca de las colmenas.
Cuadro 6. Efecto de la distancia del apiario sobre algunos componentes de la producción de soja.
Distancia de la colonia (m)
Total de granos (g)
Vainas con granos (n)
Granos cosechados(g)
Vainas vacías (%)
15** 860 367 810 8,5
20 933 401 885 11,0
50* 742 324 698 9,2
100 614 265 580 7,8
250 722 316 639 7,2
350/500 706 302 649 8,4
*, ** Estadísticamente diferente de valores inferiores a 0,1 y 0,05, respectivamente.
Fuente: Erickson (1976)
99SOJA Y ABEJAS
De acuerdo con Erickson (1976), el tiempo promedio dedicado por la abeja para la recolección
de néctar de soja fue de 2,74 segundos / flor y de 4,37 segundos / flor para la recolección de
polen. El autor refiere que A. mellifera visitó, en promedio, 7,14 flores / min recogiendo el néc-
tar y 3,75 flores / min para la recolección de polen. La concentración total de azúcares en el
contenido estomacal de las abejas fue del 41,19% en el área cubierta con presencia de abejas,
mayor que el observado para el área de visita libre, que fue del 38,22%.
Jung (2014) menciona que las abejas domésticas concentran el forraje en el cultivo de la soja
en Rio Grande do Sul, entre 9h y 14h, casi sin visitas a las flores de soja después de las 15h.
Los resultados coinciden con los encontrados por Gazzoni (información personal) para el
Norte de Paraná, pero discrepándose de sus observaciones realizadas en Sorriso-MT, en que
la visita de las abejas domésticas a la soja tuvo un pico entre 9h y 10h, prácticamente desa-
pareciendo del campo después de las 12h. Probablemente la temperatura más elevada y la
menor humedad relativa del aire en Sorriso-MT, sean determinantes para el menor forraje a
partir de las 12h.
El atractivo de una abeja a una planta está asociada a la concentración de azúcar en el néctar,
que puede variar mucho (de 2-3% a 75-77%) en el néctar secretado. El néctar más concentra-
do es el preferido por las abejas porque gastan menos tiempo y necesitan menos trabajo para
deshidratarlo, transformándolo en miel. De acuerdo con Erickson (1975), la cantidad media
de sólidos disueltos en el néctar recuperado de abejas forrajeando en soja fue del 37% (con
intervalos entre 18-55%; n = 30). La concentración de sólidos era menor por la mañana, au-
mentando a lo largo del día. Las muestras simultáneas se obtuvieron de abejas forrajeras en
alfalfa para fines de comparación. A pesar de que la alfalfa es una flor preferida por las abejas,
su néctar presenta concentraciones más bajas de sólidos solubles (Cuadro 7).
Cuadro 7. Sólidos solubles en el néctar de soja y alfalfa, acorde a la hora del día
HoraSoja Alfalfa
Media (%) Amplitud (%) Media (%) Amplitud (%)
10 34 18-43 28 22-34
12 37 31-52 25 22-30
14 40 23-55 30 21-41Fuente: Erickson (1975)
Robacker et al. (1983) investigaron los efectos de las condiciones ambientales sobre las
características de las flores de soja, incluyendo la producción de flores, la intensidad del
color, transparencia, tamaño, secreción de néctar y emanación de aroma en el atractivo de
las plantas para las abejas. La mayoría de las características de la flor aumentó a medida que
las temperaturas diurnas del aire en el ambiente en que se cultivaron las plantas aumentó de 20 a
100 SOJA Y ABEJAS
24° C y alcanzó valores máximos a 28°C antes de estabilizarse o declinar al alcanzar los 32° C. Sin
embargo, el tamaño de la flor y la secreción de néctar siguieron aumentando con temperaturas
superiores a 32° C.
De los dos componentes de aroma de la flor, la emanación de un componente aumentó, mien-
tras que el otro disminuyó con el aumento de la temperatura (Robacker et al, 1983). La hipó-
tesis sugerida es que los dos productos químicos del aroma pueden comunicar información
sobre la receptividad de la flor para los polinizadores. La producción de flores y su apertura
respondieron linealmente a las variaciones nocturnas de la temperatura del aire en el am-
biente en que las plantas fueron cultivadas, alcanzando los mayores valores en los límites
superiores (22 - 26° C), en comparación con las temperaturas más bajas (14 - 18° C). La pro-
ducción de flores también respondió de forma lineal a la temperatura del suelo, alcanzando
valores más elevados en las temperaturas más altas (28-32° C), en comparación con las más
bajas (16-20° C).
De los dos niveles de fertilización con Nitrógeno (75 y 175 ppm) y Fósforo (15 y 30 ppm)
probados, el nivel más alto de N estimuló mayor producción de flores, aumentando su tama-
ño y la secreción de néctar, mientras que el nivel más elevado de P disminuyó las mismas tres
características de la flor, de acuerdo con Robacker et al. (1983). Por otro lado, el nivel inferior
de N y el superior de P promovió mayor apertura de la flor. El atractivo de las plantas para
las abejas domésticas varió positivamente con las características de flor, de tal forma que las
plantas cultivadas a la temperatura diurna de 28°C, nocturna de 22 y 26°C, con el nivel más
alto de N y el más bajo de P fueron las más atractivas para las abejas.
Roumet y Magnier (1993) midieron el flujo de genes por polinización cruzada en el cultivo de
soja, mediada por abejas del género Megachile, utilizando un material genético macho estéril.
La aptitud de las abejas para polinizar plantas de soja con esterilidad masculina (gen ms2),
en parcelas conducidas dentro de jaulas, fue evaluada en cuatro experimentos. El menor
rendimiento de plantas con macho estéril está asociado a un menor número de nudos repro-
ductivos fértiles. Durante el período de floración se observó un flujo eficiente de polen, tanto
con los marcadores morfológicos como con los electroforéticos. El comportamiento de los
insectos polinizadores no fue influenciado por el color de la flor y las diferencias en la dura-
ción del período de floración de las plantas donantes de polen parecen ser el principal factor
de inducción de diferencias en las poblaciones de abejas.
Las características del néctar de 17 cultivares de soja, cultivadas en Hayti (MO, EE.UU.),
fueron examinadas para evaluar el potencial de preferencia de forraje por abejas (Sever-
son y Erickson, 1984). La secreción de néctar ocurrió entre 9 y 15 h y las flores permanecieron
abiertas por apenas un día. La producción de néctar por flor varió de 0,022 a 0,127 μL entre
101SOJA Y ABEJAS
los cultivares, mientras que el contenido total de carbohidratos en el néctar varió de 301 a
1.354 μg / μL. Los contenidos de fructosa, glucosa y sacarosa oscilaron entre 42 - 314 μg / μL,
43 - 262 μg / μL y 97 - 986 μg/μL, respetivamente. El contenido de carbohidratos totales por
flor varió de 16,0-134 μg.
Acorde a los autores, las proporciones de fructosa:glucosa:sacarosa en el néctar de los
diferentes cultivares variaran desde aquellas con bajo tenor de sacarosa (circa 1,2:1,0:1,4)
hasta alto tenor de sacarosa (circa 1,2:1,0:6,7). No hubo diferencias en las características del
néctar entre los cultivares de flores blancas o púrpuras. La hora del día fue el principal fac-
tor que afectó las características químicas del néctar de soja, siendo que tanto los contenidos
de los azúcares individuales (fructosa, glucosa y sacarosa) como el contenido total de hidra-
tos de carbono aumentaron a lo largo del día, mientras que el volumen de néctar por flor
disminuyó. Los efectos entre los días y la temperatura del aire sobre las características del
néctar fueron mínimos. Se observaron diferencias en las características del néctar entre los
cultivares de soja que podrían influir en el forraje preferencial por abejas (Severson y Erick-
son, 1984).
La reciente preocupación por el flujo génico estimuló investigaciones para actualizar las in-
formaciones sobre la polinización cruzada en soja. Ray et al. (2003) realizaron estudios en
2001 y 2002, utilizando dos cultivares de soja: Pace (flor blanca) y DP3588 (flor púrpura), se-
leccionadas por presentar fechas de floración equivalentes. Los experimentos utilizaron la
dominación del color morado sobre el color blanco para identificar polinizaciones cruzadas
naturales. En el primer experimento se sembraron 12 líneas de ‘Pace’ (flores blancas), flan-
queadas en los bordes de cada parcela por cuatro líneas de ‘DP3588’ (flores púrpuras). En
total, 73.512 plantas potencialmente híbridas fueron examinadas y las tasas de polinización
cruzada natural variaron del 0,41% - cuando la fuente de polen estaba a 0,9m - hasta 0,03%
con la fuente de polen a 5,4 m de distancia. Estos valores son consistentes con los valores
previamente reportados en la literatura.
En el segundo experimento (Severson y Erickson, 1984), las semillas de ‘Pace’ y ‘DP3588’
fueron sembradas dentro de la misma línea con espaciamiento de 15,2 cm entre plantas,
alternando las cultivares en la secuencia, dentro de la línea. A cosecha, 167 plantas de la
cultivar Pace (flores blancas) fueron cosechadas y un total de 19.151 progenies fueron
analizadas para evaluar la tasa de polinización cruzada. La progenie de 56 plantas de las 167
(33,5%) analizadas no mostró ninguna evidencia de polinización cruzada. La progenie de las
restantes 111 plantas presentó tasas de polinización cruzada naturales variando de 0,65 a
6,32%, con promedio del 1,8%. Las tasas máximas obtenidas son considerablemente más altas
que las tasas usualmente mencionadas, de acuerdo con Ray et al. (2003).
102 SOJA Y ABEJAS
La característica de resistencia a plagas de algunos cultivares de soja genera una preocu-
pación relativa al potencial impacto negativo del inhibidor de proteinasa de soja - una carac-
terística de resistencia de la soja a insectos - y la estrategia de forraje de las abejas. Los estudi-
os de laboratorio reportaron interrupciones del comportamiento digestivo y del aprendizaje
en abejas tratadas con el inhibidor Bowman-Birk (BBI), un inhibidor de la proteinasa sérica
expresado en algunas plantas modificadas genéticamente (Dechaume-Moncharmont et al.,
2005). Posteriormente, los mismos autores investigaron los posibles efectos comportamen-
tales de cultivares transgénicos en abejas, en condiciones de laboratorio. Un experimento de
libre elección utilizó 150 abejas, que realizaron cerca de 7.700 visitas en las flores. El número
medio de visitas por hora, el tiempo medio de alimentación y el intervalo entre las visitas
consecutivas no fueron significativamente diferentes, cuando la solución de sacarosa de ali-
mentación se mezcló con BBI a 100 μg mL-1, una dosis cercana al nivel de la expresión en la
planta, en comparación con el control sin inhibidor.
La soja no es considerada una planta anemófila, aquellas cuya polinización cruzada es me-
diada por el viento. Para comprobar el hecho, Yoshimura (2011) investigó el asunto usando
muestreadores de polen Durham, distribuidos hasta 20 m del borde del campo de soja. En
laboratorio, la distancia de dispersión fue evaluada en un túnel de viento bajo flujo de aire
constante, en comparación con las distancias teóricas previstas con base en el diámetro del
polen. En el campo, la densidad máxima de polen al día fue de 1,235 granos cm-2 dia-1 en tres
puntos de observación, dentro de 2,5 m desde el borde. En el interior del campo, la densidad
media fue inferior a 1 grano de polen cm-2 dia-1, durante 19 días de floración. Los resultados
del experimento en túnel de viento ratificaron la información de que las plantas presentaban
baja tasa de liberación de polen en el aire y la distancia de dispersión fue menor que el valor
teórico atribuido a la dispersión en racimo. Se concluye que la polinización mediada por el
viento parece ser insignificante en el cultivo de soja, reforzando que la polinización cruzada
en la soja envuelve animales polinizadores, especialmente las abejas.
103SOJA Y ABEJAS
Hay varios insectos plagas que atacan la soja durante su ciclo de vida. Las principales plagas
son los insectos que se alimentan de las hojas y los que se alimentan de vainas y granos. El pe-
ríodo crítico para impactos negativos del control químico de plagas sobre los polinizadores
ocurre cuando las flores están presentes en plantas de soja. Este período puede variar de 12 a
30 días, dependiendo de varios aspectos, pero especialmente si los cultivares de soja son del
tipo determinado o indeterminado. En las cultivares de crecimiento del tipo determinado, el
estadio R2 se caracteriza por la plena floración y el nodo terminal superior desarrolla flores,
cesando el crecimiento vegetativo vertical de la planta. En la etapa R3 (inicio de formación
de las vainas), el período de floración se cierra y pocas flores están presentes en las plantas.
El período de floración promedio para cultivares de hábito determinado dura entre 12 y 17
días - en promedio 15 días.
En el caso de las cultivares de hábito de crecimiento indeterminado, el florecimiento continúa
después de la etapa R3, a veces hasta R5 (inicio del llenado de granos), extendiéndose, por
término medio, durante cerca de 25 días (variando entre 22 y 30 días) . Esta es una diferencia
muy importante, a veces crucial, en relación a la necesidad de control de plagas, porque, en
cultivares determinados, el período de floración no se superpone con la formación y llenado
de vainas. Por lo tanto, no es necesario controlar insectos que se alimentan de vainas y gra-
nos, mientras las flores están abiertas en las plantas. De forma opuesta, en cultivares inde-
terminados - que son comúnmente los más cultivados en la actualidad - las vainas y las flores
están presentes al mismo tiempo sobre las plantas. Así, mientras los polinizadores visitan flo-
res de soja, las vainas y los granos pueden (o no) ser atacados por plagas y, como tal, necesitar
prácticas de control (Figura 24).
En la mayoría de los cultivares de soja, la parte vegetativa del ciclo (VE a Vn) representa
cerca de un tercio de todo el ciclo. Pero esta regla general depende de la cultivar, la latitud, la
altitud, las condiciones climáticas (lluvia y temperatura diurnas y nocturnas), el pH y la fer-
tilidad del suelo. Para ilustrar, las temperaturas más altas pueden inducir ciclos más cortos
para las plantas de soja y la primera flor puede aparecer más temprano que en temperaturas
inferiores. El mismo comportamiento es válido para estreses hídricos o nutricionales (niveles
bajos de N, P y K en el suelo).
Ciclo de la soja y necesidad de control de plagas
104 SOJA Y ABEJAS
La regla de oro para minimizar el impacto negativo de las acciones de control de plagas sobre
los polinizadores es seguir rigurosamente las recomendaciones del Programa de Manejo de
Plagas de Soja (MIP-Soja). Los insectos que se alimentan de hojas pueden ser plagas impor-
tantes a lo largo de todo el ciclo, aunque las especies dominantes pueden variar de acuerdo
con la ubicación geográfica, condiciones ambientales o la presencia de enemigos naturales
(predadores, parásitos, enfermedades de plagas) o, aún, estando relacionados a esquemas de
control químico incorrectamente aplicados.
Dichas plagas pueden, incluso, atacar las hojas de soja durante el período de florecimiento,
tanto en cultivares determinados como indeterminados. En este caso, es posible eliminar o
minimizar el impacto sobre polinizadores siguiendo reglas simples, como efectuar el moni-
toreo constante del crecimiento poblacional de las principales plagas y de sus daños y obser-
var cuidadosamente los niveles de daños y de acciones. En caso de necesidad de utilización de
control químico se debe evitar la aplicación de plaguicidas durante el horario preferencial de
forraje de las abejas (de las 9 a las 15h). Los insecticidas biológicos, fisiológicos o dosis meno-
res de insecticidas que son menos perjudiciales para los polinizadores, constituyen tácticas
fundamentales para mitigar el impacto adverso. Es importante reforzar que es innecesario e
inútil controlar plagas que atacan vainas y granos (chinches u orugas) antes de la presencia
de vainas mayores de 0,5 centímetro de longitud.
La cuestión es más complicada cuando se trata de cultivares de hábito indeterminado, por la
presencia simultánea de flores y vainas en las plantas. En este caso, si las chinches u orugas
que se alimentan de vainas o granos alcanzan los niveles de acción, se recomienda el control
de esas plagas para evitar pérdidas financieras. De nuevo, la directriz principal es seleccio-
nar, entre los insecticidas recomendados para controlar esas plagas, aquellos que tienen un
impacto mínimo sobre polinizadores. En algunos países, existen restricciones oficiales en
el registro que no permiten la aplicación de ciertos insecticidas durante el florecimiento de
la soja, que deben ser estrictamente observados. La aplicación de los insecticidas debe re-
alizarse evitando los horarios preferenciales de forraje de las abejas (9h - 15h), reduciendo la
posibilidad de que los insecticidas alcancen directamente el cuerpo de los polinizadores. En
cualquiera de los casos mencionados, es muy importante la regulación adecuada de los equi-
pos de pulverización, atentando para el caudal adecuado y para las bandas óptimas de tem-
peratura y de viento. Se recomienda observar una zona tampón entre los bordes del campo
de soja y áreas contiguas, que puedan servir de abrigo y alimentación para polinizadores. En
este particular, debe evitarse a toda costa la deriva en las aplicaciones, para no alcanzar blan-
cos no deseados fuera de los límites del cultivo de soja.
La Figura 24 explicita una representación gráfica del ciclo de la soja, destacando el período de
floración y su asociación con la posibilidad de ataque de plagas.
105SOJA Y ABEJAS
Duración del ciclo de la soja: 100 – 150 diasEstadios vegetativos Estadios reproductivos
VE to Vn R1- R2 R3 to R8
VE to Vn R1- R4 (or R5) R5 to R8
Defoliadores
Mosca blanca
Chinches
Plagas de vainas y granos
Cultivares determinadas Cultivares indeterminadas Período en que existen flores Períodos de ataque de plagas
Figura 24. Ciclo de soja, destacando el período de floración y la posibilidad de ocurrencia de plagas.
107SOJA Y ABEJAS
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Abaxial: Girada hacia fuera a partir del eje de un órgano u organismo; la superficie abaxial
de una hoja es la parte inferior o el lado hacia fuera, a partir del vástago.
Abscisión: Aborto de flores o vainas
Adaxial: Denota la superficie superior, opuesta a la abaxial.
Androceo: Aparato reproductor masculino. El filamento y la antera son las dos partes del
androceo.
Antera: El órgano de la planta que produce el gameto masculino.
Antésis : El período inicial en que una flor está completamente abierta y funcional.
Apoptosis: Proceso de muerte programada de una célula.
Arquespórica: La célula (o grupo de células) primitiva, que origina las células a partir de
las cuales se derivan las esporas.
Vainas estaminales: Revestimiento de protección de los estambres.
Bractéolas: Pequeñas brácteas localizadas en el pedúnculo, por encima de la bráctea y de-
bajo del cáliz.
Calazal: La región de un óvulo opuesto al micrópilo, donde los tegumentos y los núcleos
están unidos.
Campilotrópico: Óvulo orientado transversalmente, es decir, con su eje en ángulo recto
con su vástago y con una bolsa embrionaria curvada.
Casmogamia: Cuando la polinización ocurre en flores después de estar abiertas
Cleistogamia: Cuando una flor es autopolinizada antes de su apertura y puede abrir o no
después de la polinización.
Crassinucelados: Óvulo con una o más capas de células fuera del saco embrionario, distin-
tas de las de la epidermis del óvulo.
GLOSARio
148 SOJA Y ABEJAS
Dioica: Especie vegetal en la cual los órganos reproductivos masculinos y femeninos, espe-
cialmente flores, están presentes en diferentes individuos.
Discoide: En forma de disco.
Entomófilo: Relativo a los insectos.
Esporangios: Compartimiento en el que se forman las esporas. Puede ser compuesto por
una sola célula o puede ser multicelular. Todas las plantas, hongos y otros organismos for-
man esporangios en algún momento de su ciclo de vida. Los esporangios pueden producir
esporos por mitosis, pero en casi todas las plantas terrestres, ellos son el local de meiosis y
producen esporas haploides, genéticamente distintas.
Esporógeno: Una célula de forma alargada, en espiral espesada, hidrófila, la cual es deri-
vada de tejidos esporogénicos, cuya función es auxiliar en la dispersión de esporas.
Esporopolenina: Uno de los principales componentes de las paredes de esporas (exina) de
plantas y de granos de polen.
Estambre: El órgano reproductivo masculino de las plantas.
Estambres diadelfos: Teniendo los filamentos de una flor unidos en dos grupos.
Estigma capitado: Un estigma ampliado en la punta, reunido en una masa en el ápice,
como estigma compuesto.
Estilo: Parte alargada de un carpelo, o grupo de carpelos fundidos, entre el ovario y el es-
tigma.
Etiolada: Una planta en desarrollo con déficit o ausencia de clorofila, por impedimento de
su exposición a la luz solar.
Filamento: El tallo del estambre en una flor, que soporta la antera y que consiste principal-
mente de tejido conductor.
Hipocótilo: Parte del eje de un embrión de planta o planta joven, entre el punto de in-
serción del cotiledón y la parte superior de la radícula. En algunas plantillas etioladas, el
hipocótilo es muy prolongado.
Lóculo: Cualquiera de las cámaras de un ovario o anteras.
149SOJA Y ABEJAS
Megasporocito: La célula madre diploide en un óvulo, que forma megásporas haploides por
división meiótica.
Megásporos: En angiospermas, una de las cuatro células haploides formadas a partir de un
megasporocito, durante la meiosis. Tres de los cuatro megasporos degeneran y el restante
genera el gametófito femenino, que produce los óvulos.
Micrófilo: Un poro en la membrana del huevo de un ovocito, lo que permite que el esperma
penetre y fertilice el óvulo.
Microsporangio: El desarrollo de esporas masculinas comienza con el microsporangio y la
célula madre (micrósporo) incorporada. La célula diploide, ubicada en una bolsa de polen,
en la antera, sufre meiosis y produce cuatro micrósporos (haploides). Cada micrósporo su-
fre mitosis para producir microgametófitos (granos de polen), cada uno con dos células.
Monoica: Teniendo los estambres y pistilos en flores separadas, pero en la misma planta.
Nectario: Glándula que segrega néctar. Los nectarios generalmente están ubicados en la
base interna de flores polinizadas por insectos, donde sirven como un atractivo para los
polinizadores.
Nucelo: Masa de tejido del óvulo de una planta que contiene la bolsa embrionaria. Después
de la fertilización, puede ser absorbido por el embrión en desarrollo o persistir para formar
un periesperma.
Perianto: Parte de la flor compuesta por el cáliz y corola.
Periclinal: Paralela a la superficie de un órgano. En la división celular periclinal el plano de
división es paralelo a la superficie del cuerpo de la planta.
Pistilo: El órgano reproductivo femenino de las plantas.
Plasmodesmos: Interconexión entre membranas de células vecinas que crean puentes cito-
plasmáticos. Se producen sólo en las células vegetales. Los microtúbulos membranosos atra-
viesan las paredes celulares por poros. Son la única vía de traslado de sustancias y estímu-
los (alimentación de la célula), conformando conexiones citoplasmáticas que atraviesan la
pared celular entre células contiguas. Al unirse por medio de plasmodesmos, los protoplas-
tos de las células vivas constituyen un simplasto único.
150 SOJA Y ABEJAS
Plúmula: La parte terminal de un embrión de la, planta encima de los cotiledones, que con-
siste en el epicótilo y muchas veces de hojas inmaduras.
Primordio: Derivado del latín primordium: el primero, el comienzo.
Profilis: Una estructura similar a una hoja de la planta (como un bractéola), o que consiste
en una hoja modificada o rudimentaria (como un primordio foliar).
Protodermis: Un tejido vegetal formado por el meristema apical de brotes y raíces que,
posteriormente, da origen a la epidermis.
Quilla: Los dos pétalos de fondo, debajo de las alas, en flores de la subfamilia Faboideae
(familia Fabaceae); a veces las quillas se unen para formar una estructura, cuya forma se
asemeja a la quilla de un barco.
Ribosoma: Un complejo sistema encontrado en todas las células vivas, que sirve como sitio
para la síntesis de proteínas (traslación). Los ribosomas juntan aminoácidos en el orden es-
pecificado por el ARN mensajero (ARNm), para producir proteínas específicas.
Sinérgides: Dos pequeñas células ubicadas cerca del huevo, en el saco embrionario maduro
de una planta con flor.
Suspensor: La cadena de células que ancla un embrión de planta en el tejido circundante
del gametófito. En las plantas con flores, el suspensor conecta el embrión en el saco embri-
onario, extendiéndose para empujar el embrión hacia el endosperma.
Tonoplasto: Membrana citoplasmática que rodea la vacuola, separando su contenido in-
terno del citoplasma de la célula.
Tubo estaminal: Filamentos de los estambres unidos en forma de tubo.
Túnica: La capa de células externa del meristema de un brote, que produce las células de la
epidermis poco después de ella.
Unicarpelar: Tener un solo carpelo (= pistilo), que es la parte femenina de la flor, consist-
ente en estigma, estilo y ovario.
Zigoto: Resultado de la fusión del esperma con el óvulo (células reproductoras haploides, o
gametos). El cigoto es una célula diploide que iniciará la división celular para convertirse en
una semilla.
La Associação Brasileira para o Estudo das Abelhas (A.B.E.L.H.A) es una organización de la sociedad civil sin fines lucrativos, establecida em 2014, sin connotación política o ideológica. Su misión es recolectar, producir y diseminar información científicamente fundamentada, basada en una red de colaboradores, con foco en la conservación de abejas y otros polinizadores en Brasil, promocionando su rol en la biodiversidad y en la coexistencia harmónica y sostenible con diferentes sistemas de cultivo agrícola.
Además de la consolidación de una plataforma de conocimiento sobre abejas y otros polinizadores, también se constituye en una fuente de consulta y como agente de concientización de la sociedad. La asociación también tiene por objetivo trabajar en cooperación con diferentes segmentos vinculados a la temática, como productores, gobiernos, órganos de regulación y supervisión, e investigadores, con la finalidad de sugerir y fomentar prácticas para el uso y conservación de polinizadores.
Apoyo
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9788570358899