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Soledades

Date post: 11-Nov-2015
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Poesía
66
Agustin Bustos Soledades Panacea Ediciones
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  • Agustin Bustos

    Soledades

    Panacea Ediciones

  • Editor: Gustavo Prieto

    Diseo: Marina Abraham

    Agustin Bustos, 2010 Panacea Ediciones, 2010

    e-mail: [email protected]://panaceaediciones.com.ar

    N de serie: 10-002-A02

    Todos los derechos reservados. Se autoriza lareproduccin parcial y total de la obra para nes no

    comerciales, citando al autor.

    Versin electrnica realizada para la difusindel libro en internet

    Coleccin Meteoros

  • Alles Nahe werde fern

    J. W. GOETHE

  • En las sombras de un jardnel hombre

    Se acerca templando la calma del vasto diluvio

    Vendr en la tarde la fresca cariciacomo otro mundoherido al amor se muestrapues sus gestos indisolublesabren la or del da

  • El camino suntuoso por el que degustaba acerbo el pany los manantiales centelleaban arriba y abajo del rme pradoabrieron al unsono un hueco en sus vientres crepitando las hojasel clido reverberar de las luminariasjuego que pudo no ser ms un presagio

    La serpiente bebe del pozoy sus escamas se tornan un blanquecino aletearentre cavidades ureasdonde aturdido el sol reposajuego que pudo no ser ms un presagio

    Ahora que la vid ha ofrecido sus frutos, y el nctar de los panales esparce su rostro nacarado al naciente viajero, la frescura de los barrios embebe dulcemente. Las bestias acuden al llamado, tambin los juglares. Un grito uniforme sobre el cetrino muro, la gente se acerca a observar la danza

  • Infancia, juventud e inocencia que baa las almas puras y de ellas se nutre, se expande hasta elevar al rmamento su luz que enmudecido su mundo contempla

    Eso es tiempogiros en derredorde un centroal que volver al nsin ms atadurasque la piely en su cofrada corear al dios muerto, aquel que encendi candiles apenas regado el tiempo de las beldades

    Puede gurarse en sueos y caer desnudo bajo el manto plido de la realidad, acaso ms cticia e ilusoria?

    Quizs elevar la carne a aire, o lgrimas a deseo, encarnacin que limit las almasser in-vi-si-bleso desear serlosaber que el encanto de las ores se ha perdido para siempre, en torrentes los seores embeben sus restos que con na irona calan nuestro deveniresos esbozos son nuestros signos, nuestra vida y nuestra muerte, de ellos pende la historia, la ciencia, los innitos teoremas y anagramas. Renaciendo en forma de estigma sobre nuestras espaldas, el peso de generaciones

  • y acallado en las costasel hombre deambula trmulo, como cegado por la luz solar, en busca de reparoel bien y el mal

    La virtud ha perecido frente a la imprudencia del hombre

  • Toda la molicie de las sombrasse asemeja a un deseo, a un recuerdoalgo acunadoque vibra

    Ahora que sombras han cado al tiempolas naderas vacas que hubieron perpetuado el dolorpodrn redimirse de los juegos

    Sabiendo que si llory sus huesos fros dejaron marcada su ausenciala espera no sea ms que una sombra

  • Restos de la esta como una ceremoniaamenicen la copa de agua negra que uye en la plazano siempre ha estado vedado el candorpor quien ha olvidado su nombreadnde se dirigen las aves por la noche?he querido acariciar al monje que ronda el cielo de las catedralesaugurando su perdida rabia como algo etreosombras de sombrasde un espejocabello trenzado que roza la vela

    Yo me pregunto adnde se dirigen los peces?o si les importasal o azcardesprender las ropas que tiran mortajas al airey vuelven rosasy con ellas un clavelpero no hay avesporque el agua las ocultaquizs esperen el alba

  • La or se abre dulcementepor besos que han sido un principioindeciso aunque miradas acechensin ojos no hay coraznno es piel si no cedeno es tiempo si no correno es recuerdo si no duele

    Entonces vendr errantela vieja solterona cuando reposesi es de noche y lluevellegar del albaantes que despuntelatir los valles que la sequa adornapues es ms allalgn sitiode donde surgeque la nia dej su vestido

  • La caridad asemeja a rocas negrasbendijo al desdichado llamando al inviernode la acera recostado en calmadicha que oye ms all de la arboledasobre nubes de nquel el rmamento se extiendey fuma su halopues le han brindado su graciaahora que amanecemientras en su mano consume la cera

    1

    La aurora se deleita tras el mar, o ausente de sus quimerassi caen lirios es porque sufrisi al recorrerla ve la esfera que rasga su vientrepues bebe el oro de sus rosaunque se coloquen ajenos, sin miembrosno es ms que ceder a un impulsoadormecido se contraedonde la bruma hiereah la ciudad es un almasi caen hojas de los barcos que zarpan

  • Al despertaruna ausenciacorre de miedotanto que alejasin embargo sobreviene la calma

  • He conjurado fantasaspara ensear sobre mi cuerpotodo es mi cuerpooscuro gesto de la esperallanto de hebras negras

    Y si fuera un mar el que brota de mis ojos?y si no pudiera tomar el tren que conduce lejos, muy lejos?

    El ureo violndisimula las horas perdidaso un sueo que nos escribelo cierto es que mil palabrasno hacen la nocheaunque el humo vuelva ntidos los versos no hay lengua que resista

  • Partir o esperaro caer al olvidocambiar de planodarle aroma al gesto

    Yo creo en la lunaque amparavuelta sedhiende los pasosque al caer explotan mil cristalesy todo es deseo

    La noche es deseoel mar es deseolos libros son deseola palabra es deseo

    La frescura del verbocolma el amor que abre la vida

  • Los dones del invierno eco del descanso que baila desnudose dejan or errantesy todo sabe llegar a tiempoen el momento que se producees la orilla, del mundo

  • Qu tipo de ciudad bajo la pericia siempre presentebaa el ter imperceptiblede la nadaviene y vade la nadajadea y vuelve

    Llega al caer la tardeviento nrdicocamino hacia montaas azuleslos caballos descienden por el senderoen sus dbiles penumbrasreposa la pena del hambrientomultiplica los panesvuelve vino el aguabebe de la copa que ardedel alerce brotan jazmines, ebrios tropezandoel ahorcado huye del patbulocava su propia fosauna mujer lo envuelve con sus brazossufre sus miserias, se ahoga de dolortodo es irrisorio, ambiente de hospicio

  • Noche penaque ahogados acarician su cabellerafro crinesel tiempo cae dulcegusanos un ladque lloraerosiona su vrtebradama cetrinacantapor su pasen que nacaebrioel solmanosojosory en sus labiossangraanudadotodo serclamapor Dios

  • Se esfuma el actovuelve polvo la palabraquien parti es un avesi es que ha marchado

  • Bajo el manto de la vendimia late el juego que no ha sido ms que sombras, desilusiones y carne

    Esperar en la plaza que alguien d cuerda a la cajita musical, y se proyecte algo as como un suspiro, una mueca que llora aunque sabe que no es real

    Quin habr hecho caer la guirnalda de rosas que se hamacaba solitaria sobre el columpio?

    El roco de otoo cae como miel y endulza el andar de los hombres. Una gema circular que gira y se contrae, se desliza y sigue girando. Bella danza de las plazas

    Desde lo alto los impulsos se disimulan, se confunden. Pensar que alguna vez hubo una dama envuelta en fuego que corri por ver sus cabellos como serpientes, anudados tmpanos de sal caan uno tras otro

  • La chelista a las puertas del albaScheherezade el camino se hace polvoida o vueltasin direccin no hay encuentroo todo es dichahasta abrir la gota de aguaque entibia el rmamentoida o ida

  • De maana las veredas hmedasya son del dalas soledades que son del alba, dispersas

  • Si pudiera la ausentelevantar sobre su castilloel centro de papelque latesi supiera

    Si pudiera saberque hay una puertauna esperaalgo que desfalleceal saberse joven

  • El horizontecmulo de sombraso donde todo reposa

    Algo muere y algo nace a cada instante, algo se pierde para siempre

  • En los albores de las ciudadesel ensoado reay al rer morda su labioera en la maana un distante gestocomo nacan de sus ojos y todo calmabaincluso evaporarse el agua de las veredaspues quiso encontrar una imagen

  • Cuando camino por maanasse vuelven presenteya el tiempo ha quedado atrs

  • Lento crepitarvieja herradura atada al columpioaun en la arena donde baael joven besa su copased de inocenciacaricias nocturnas

  • Si alguna vez el fro vendaval de las costasque anuda espejos de brumafuera por la cuerdacomo un lento devenir

    Aterido en el muelleanmico en las playas olvidado, reconfortadofeliz

  • El nio tir del cordn dorado y cay un racimo de rosas. Junto al gorrin de papel que acababa de emprender vuelose abri el teln y dej ver sus miserias siempre presentes bajo el cristal de seda

    No me conoces! exclam el gorrin dejando caer la rama de olivo, elevando su pico al cielo con la mirada perdida

    La rama caa y el gorrin se alejaba, el nio tropez con cierta raz de rbol

    Las rosas marchitas sobre la alfombra le hicieron compaa

  • Como una idea que llega en oleadastiempo y noche se hacen unoun instanteel momento del silencio

  • La boca del tiempo

  • El arte como concepto, como encarnacin de lo etreo, lo sublime. Formas abstractas que pulsan por detrs del rmamento. Se gestan en silencio, donde todo arde, donde hace con la noche su arcada luminosa. Nacer es como reejar una sombra, o un poema, cuando se aborda con lucidez de sol. Su tiempo, su mar, todo reposando. Finamente en la soledad de las costas es donde un nio cansino, puro, se redobla de dolor, se inventa. Es su propio cuerpo, y de nadie ms. No entiende que pertenece a algo mayor que l. Pensar que quizs vea su destino inmerso en las alas de un gorrin, o saber que llora sobre el mar, y su llanto es insignicante. Se pierde, ya no ve ms all del oleaje, ah es donde perece. Sus brazos carecen de extensin, todo es innito para quien no alcanza con sus brazos. Saberse diminuto es la consigna que pulsan las cosas, en nuestra propia cara, donde se ha levantado por siglos la hambruna que devora hasta el hueso. Su cuerpo se reconoce, ya no es un ngel. En la noche todo muta, pero pocas veces vuelve con el alba.Al n las almas reposan nuevamente, pues se ha convertido en un perverso pie, en las costas, donde un nio jugaba a sentir dolor.

  • La mujer que ama en silenciosabe esperarpues es ella su propia gloria

    1

    He visto en sus ojosel amor

    Como suspiros de dos almas donde ha nacido un fruto, el fruto de Diosla idea y el espritu carne que asemeja a un hijo vivo, el hijo de Diosy en l, la historia, la clave que domina al hombre, el mismsimo cuerpo que naufrag perdido durante siglos, hoy aqu entre dos seresidea divina de creacin

    Surgir de la nada a un todotan elegantementey dejar caer su no mantotiempo y espaciosin sentido ya

    La muerte

    1

    La mujer que espera la noche

  • porque en ella se sabe eternaporque todo lo que fue vive en la luna

    La mujer que duerme en la arena ha sido sa su virtud saber adorar al cuerpo

    La mujer que llora en su lecho porque siente el latir del mundo

    La mujer en silencio vasta como un rayo de sol

    La dama que ha cavado en su vientre el peso del hombrepara engendrarlo puro

    La amante que dej caer las copas

    La nia que abraza las ores

    La princesa en su espejo

    Todo el campo que mueve la brisa, las agujas, las manos, la marea, la inmensidad, la eterna penumbra, las algas, hermosas algas, las esferas, las alas, las rosas, la ltima cavidad de la tierra, la maana, las gaviotas, la sal, la sangre, la piel

    Ensame un suspiro de tu alma y yo escribir para ti

    1

    Sus ojos claroshacia el alba

  • Un gesto

    Saberme eterno cuando aunados nuestros cuerpos oten en la noche

  • El mar a lo lejos duerme los cuerpos que han cado en la negra noche. Acallados y sin aliento, penurias de otro tiempo laceran sus miembros. Se oye el silbido tenue de mil narices crepitar bajo el tejado azul. Sus ojos centellean y reejan el latir de un candil proyectado entre ramos de rosas, sombras siempre presentes, augures noctmbulos que punzan como un raudo vendaval. Vestigios de algo cmulo de historias han de volver a blandir su estirpe siempre presentesi al n las gaviotas pudieran posar sus nas garras sobre el prtico, dejar su fe al mundo y emprender nuevamente vuelo, entonces el hombre podra elevar su vista al cielo y ver las vueltas de la historia, o todo su devenir suspendido en el aire. Pero en un fro gesto su suerte ha sido echada. Ya no ms deseos. El poeta, farsante mayor, ser venerado. Todo ser entregado a las ores como un presente dignsimo, como un milagro, un gran vocero, o una contorsin. No hay porqu mirar la corriente si no es acaso todo nuestro devenir? Pero de la costa, envuelto en dorada arena vibran los cristales de la mente humana. Ah donde nacen los hombres puros alguna vez los hubo? donde basta una mueca frgil para desgarrar los impulsos ssmicos que agitan la tierra. Todo ser que busca ha de volver al mar, pues es se su origen. Y en los platinados peces clavar sus ojos. Mecerse suavemente hasta caer de bruces en la boca aguada de su inmenso amo. El mar que todo lo devora, donde al n un cuerpo que pierde su rostro se vuelve tan slo un cuerpo. Flotando en las sales de alguna playa, quizs varado en un arrecife, inerte en la arena o enmohecido a la deriva. No todo lo que nos bendijo un da nos libra de culpa. Sonrisa glida,

  • como si fuera su irnica esencia la que hoy se presenta y cloquea ftilmente en la frente marcada a fuego que de sus cabellos desprende hacia el ocano, una rfaga, no ms. Donde al n un cuerpo que pierde su rostro se vuelve tan slo un cuerpo.

  • En la inmensa planicie donde uye algn ro, quizs, y los colores reverberan en un constante latir como de acuarela. All donde el acero de los peces es an ms intenso, casi hasta reejar el sol en sus escamas y tornarse as un raudo cuerpo luminoso sobre las mansas aguas; he de pensar que quizs la incertidumbre se ha vuelto cotidiana. La relacin tiempo-tedio que todo lo destruye. Y la lucha, eterna y vana, constante como una llovizna de verano. La lluvia es la tarde, un gran llano. Donde una hoja atrapada en la brisa gira durante horas, es la tarde-noche, una friccin. De la tarde a la noche hay un solo paso, un lento devenir. El crepsculo, esa pequea muerte.Moldear tal vez un rbol, o una or o quizs algo no tan etreo, algo real, una lgrima o un gesto; es de donde todo uye, ya que no hay tardes en invierno, slo maanas y noches. Algo puro no es tarde, no puede serlo.La tarde es verano.El invierno en cambio es un cmulo de tempestades. Una suave cuna para quien recorre solitario las anchas avenidas y de ellas desprende su obra o un simple gemido. Es entonces que vibra, se contorsiona y nace, una vez ms, para volver al pueblo en que naci donde fue nio sin siquiera merecerlo. Pero esto se vuelve imposible, ha crecido. Y quien crece se vuelve hombre, aorando quizs un surgir como de gusano a mariposa, o tal vez encontrar el amor.Lo cierto es el inviernoY en inverno nacen nios, se deleitan y muerenO crecen y pierden la fe.

  • Esta es una versin electrnica del libroSoledades de Agustin Bustos,

    realizada especialmente para su difusin.

    Panacea Ediciones autoriza y alientala libre distribucin y reproduccin de esta obra

    siempre que se cite al autor y no sea utilizadapara nes comerciales.

    por una cultura sin cadenas


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