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Sosa Ernest - Con Pleno Conocimiento

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    Introduccin(M M. G-A)

    Prefacio

    Agradecimientos35

    CAPTULO UNO

    Con pleno conocimiento37

    CAPTULO DOS

    Agencia epistmica55

    CAPTULO TRES

    Cuestiones de valor en epistemologa

    CAPTULO CUATRO

    Tres concepciones del conocimiento humano

    CAPTULO CINCO

    Contextualismo

    CAPTULO SEIS

    Experiencia proposicional

    CAPTULO SIETE

    Conocimiento: a partir de instrumentos y por testimonio

    CAPTULO OCHO

    Circularidad epistmica

    Resumen

    ndice de conceptos y autores

    TABLA DE CONTENIDO

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    Ernest Sosa

    Con plenoconocimiento

    MODESTO M. GMEZ-ALONSOIntroduccin, traduccin y notas

    P R E N S A S D E L A U N I V E R S I D A D D E Z A R A G O Z A

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    Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmi-tida en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrnico o mecnico, incluyendofotocopiado y grabacin, ni por cualquier sistema de almacenamiento y recuperacin deinformacin, sin el permiso por escrito del editor.

    SOSA, Ernest

    Con pleno conocimiento / Ernest Sosa ; introduccin, traduccin ynotas de Modesto M. Gmez-Alonso. Zaragoza : Prensas de laUnivers idad de Zaragoza, 2014 251 p. ; 19 cm. (Humanidades ; 109) ISBN 978-84-16028-75-7

    EpistemologaGMEZ-ALONSO, Modesto M.

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    Knowing Full Well, 2010 by Princeton University Press De la presente edicin, Prensas de la Universidad de Zaragoza

    1. edicin, 2014

    Coordinacin cientfica: David Prez ChicoDiseo de la cubierta: Inma Garca. Prensas de la Universidad de Zaragoza

    Coleccin Humanidades, n. 109Responsable del rea Humanstica en consejo editorial: Juan Carlos Ara Torralba

    Prensas de la Universidad de ZaragozaEdificio de Ciencias Geolgicasc/ Pedro Cerbuna, 12. 50009 Zaragoza, EspaaTel.: 976 761 330 Fax: 976 761 [email protected] http://puz.unizar.es

    Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusin y comercializa-cin de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

    Impreso en EspaaImprime: Servicio de Publicaciones. Universidad de ZaragozaD.L.: Z 752-2014

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    Hace ya muchas dcadas que vengo a Espaa con frecuencia

    a dar cursos, charlas, a participar en congresos y reuniones, ysimplemente a reunirme con filsofos con los cuales no hay

    dilogo que no se torne eventualmente filosfico, aun en oca-

    siones en las que el propsito de la reunin no era precisa-

    mente el dilogo filosfico.

    Pero no hablo solo del pasado. Sigo en comunicacin fre-

    cuente con colegas y amigos espaoles, siguen las reuniones,

    seminarios y talleres. Creo que no queda regin de Espaaque no haya visitado para interactuar filosficamente. En esto

    cuento por supuesto a Barcelona y Madrid, pero tambin a

    Granada, La Laguna, Murcia, Oviedo, Salamanca, San Sebas-

    tin, Santiago, Sevilla, Valencia y Zaragoza. En todos estos

    lugares he tenido hospitalidad y estmulo, en muchos ms de

    una vez, y en algunos muchas veces.

    Este proyecto de traduccin de mis libros recientes se lo

    agradezco a David Prez Chico, con el cual he mantenido dis-

    cusin filosfica amena e instructiva desde hace aos, con

    visitas mas a Zaragoza y suyas a Rutgers.

    Tambin le agradezco esta magnfica traduccin deKnowing

    Full Well a Modesto Gmez Alonso, cuya introduccin

    arroja luz brillante sobre lo principal de mis interrogantes ypropuestas.

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    Todo el proyecto es para m un honor. Tambin les agra-dezco por anticipado a los traductores de los otros dos vol-menes, a Manuel Liz y a Juan Jos Colomina.

    Gracias mil a los cuatro colegas por su inters y esfuerzopor hacer asequibles mis contribuciones a los que compar-tan mi lengua natal, la cual he tenido el gran placer y honorde poder usar repetidamente en Espaa y en el mundo his-pnico.

    Ernest SRutgers, 2014

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    Introduccin

    El papel prominente que Ernest Sosa desempea en los deba-

    tes epistemolgicos contemporneos es innegable. Sin em-

    bargo, eso no le ha impedido cultivar un agudo sentido delpasado de su disciplina, y haber desarrollado un pensamiento

    propio, en la acepcin ms genuina de esta expresin: una

    concepcin unitaria y coherente cuya extrema versatilidad es

    indicio de su solvencia. La unidad y originalidad de su episte-

    mologa, sus profundas races en la mejor tradicin filosfica

    de Occidente, le han permitido ser uno de los crticos ms

    certeros del panorama epistemolgico contemporneo, delque es al tiempo espectador y parte.

    Con pleno conocimiento es su libro ms reciente. Publica-

    do en 2011, se basa parcialmente en las Conferencias Soo-

    chow en Filosofa, que el autor imparti en junio de 2008.

    Subrayo el parcialmente, pues este volumen, adems de

    recoger material previamente publicado, cuenta con tres ca-

    ptulos inditos: Agencia epistmica, Tres concepciones

    del conocimiento humano y Circularidad epistmica, que,

    adems de encontrarse entre las mejores piezas filosficas

    producidas por Sosa, contienen, tal como sealar ms ade-

    lante, el ncleo mismo de la obra. Una obra que, como el pro-

    pio material que la compone sugiere, se encuentra triplemen-

    te incardinada: afrontando los temas que configuran la agendams reciente en epistemologa, Sosa logra a la vez enriquecer

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    interesado bien en las distintas ramas de la epistemologa de

    virtudes o en el desarrollo intelectual de Sosa. Ofrece una eva-

    luacin, pormenorizada y sutil, de las corrientes y temas domi-

    nantes a da de hoy en epistemologa, pero tambin una episte-

    mologa primera cuya presentacin dialgica incrementa su

    poder argumentativo y persuasivo.

    No sera desacertado decir que la intuicin epistmica

    fundamental es la de que suerte y conocimiento se excluyen, y

    que, tratando de fijar las clusulas que una creencia ha decumplir para ser conocimiento, el programa comn a las di-

    versas corrientes epistemolgicas contemporneas ha sido el

    de la determinacin de condiciones que asegurenla verdad de

    una creencia, o, al menos, que minimicen la posibilidad de un

    acierto fortuito. Los casos de Gettier no hacen otra cosa que

    enfatizar esta intuicin bsica. Se trata de escenarios en los

    que, pese a que la creencia del sujeto es irreprochable encuanto a su justificacin y verdadera, intuitivamente le nega-

    mos conocimiento. Lo que aqu constatamos es que el sujeto

    podrafcilmente haber contado con las mismas evidencias, y

    que su creencia fuesefalsa. Es laproximidad modalde situa-

    ciones as, y el hecho que esta explicita: que, aqu, las razones

    de S a favor de Pdejan indeterminadosu valor de verdad, lo

    que cancela el conocimiento. Las vctimas de las narraciones

    de Gettier han acertado accidentalmente. Lo que tambin po-

    dra expresarse diciendo que su acierto no se debe al sujeto, o

    que este no ha ejercido control suficiente sobre la verdad de su

    creencia. La reciprocidad de ambas intuiciones, la vincula-

    cin entre las nociones desuerte epistmicay defalta de con-

    trol por parte del sujeto, indican desde un primer momentoque los temas de la responsabilidad epistmica (el problema

    de la agencia) y de la posesin de conocimiento se encuentran

    ntimamente relacionados.

    Sin embargo, el problema de la suerte epistmica posee

    rasgos caractersticos, que lo hacen especialmente complejo.

    A cincuenta aos de Gettier, el recorrido de la epistemologa

    analtica puede reconstruirse a partir de la presin ejercidapor estos elementos:

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    (i) Tal como sugerimos arriba, las nociones de accidenteo

    suerte,aunque se aplican a acontecimientos actuales, se ads-

    criben a tenor desituaciones contrafcticas,de lo que sucede-

    ra en mundos posibles prximos al que se fija como actual.

    En general, un hecho es calificado de accidental en la medi-

    da en que, dado un marco determinado, su probabilidad es

    mnima. Podramos decir que cuanto menos probable sea un

    acontecimiento ms lo atribuimos a la suerte, de modo que el

    concepto de accidentalidad admite grados. El problema esque, tal como demuestran los ejemplos de la lotera inversa o

    de los graneros falsos, la suerte epistmica no se define en

    funcin de probabilidades, o, lo que es igual, que conoci-

    miento y suerte son atribuciones absolutas, que no admi-

    ten una variacin en grados. Bastara con que el sujeto, dispo-

    niendo de las mismas evidencias,pudiese haber errado (cosa

    muy distinta a sealar que su error es probable), para que sucreencia no contase como conocimiento. Bastara con que en

    un solo caso su creencia fuese falsa estando justificada para

    que el escenario modal se encontrase contaminado. S ha juga-

    do a la lotera y, como buen conocedor del procedimiento,

    sabe que su probabilidad de ganar es mnima. Sin embargo,

    no por eso sabe que no va a ganar (si lo supiese, por qu jue-

    ga a la lotera?): el hecho de que gane (si es que llega a darse)

    es fortuito, pero de ello no se deduce que la verdad de su de-

    claracin no lo sea. De igual modo, es suficiente con que uno

    solo de los cientos de graneros a los que tiene acceso un suje-

    to sea una mera fachada para que, aunque su creencia en que

    lo que seala es un granero sea verdadera, no le atribuyamos

    conocimiento. De aqu se sigue que, porque la nocin de co-nocimientoes (incluso en contextos ordinarios) especialmen-

    te estricta, la suerte que se opone al conocimiento se define a

    partir de criterios robustos. Fijar las condiciones que la elimi-

    nan no es una tarea fcil, para la que baste apelar a la probabi-

    lidad de verdad: esta condicin delimita ab initiolos procedi-

    mientos de la epistemologa.

    (ii) La nocin dejustificacinsobre la que se desarrollanlos ejemplos de Gettier es internista,es decir, se refiere a las

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    razones o evidencias a las que tiene acceso el sujeto epistmi-

    co para defender sus creencias. En concordancia con este pa-

    radigma, podramos pensar que, para alcanzar conocimiento,

    el sujeto ha de incrementar la cantidad y calidad de sus razo-

    nes (mejorar reflexivamente su posicin epistmica) hasta el

    punto en que estas sean irreconciliables con la falsedad de sus

    creencias. En otras palabras:prima facie,los casos de Gettier

    no parecen implicar el abandono de una teora internista del

    conocimiento,de una teora que define este en trminos deevidencias disponibles in foro interno. Sin embargo, la con-

    juncin del principio de cierre y del empleo (escptico) de es-

    cenarios globales, esto es, de posibilidades ineliminables ape-

    lando a evidencias (o razones) de cuya instanciacin se

    siguiese bien la falsedad o la posible falsedad de nuestras

    creencias ordinarias,2muestran la inviabilidad de una teora

    internista del conocimiento.3

    Como es bien sabido, el escepticismo radical hace uso de

    un argumento por modus tollens que del condicional (intuiti-

    vo) Si s que estoy usando mi ordenador para escribir enton-

    ces s que no soy un cerebro en una probeta, y de la premisa

    (que se sigue de la imposibilidad de eliminar la hiptesis es-

    cptica apelando a razones) No s si soy un cerebro en unaprobeta, concluye que ninguna declaracin ordinaria de co-

    nocimiento es verdadera, y, por ello, que no sabemos nada.

    De este modo, la presin ejercida por este tipo de argumenta-

    cin solo deja dos opciones al internista: la negacin del prin-

    cipio de cierre (de forma que no sea necesario saber que no

    2 Tal como muestra el argumento del sueo (un escenario globalparadigmtico), para que una hiptesis escptica cuente como razn paradudar basta con que sea compatible con la falsedad de P(la creencia em-prica blanco de la hiptesis): la condicin ms fuerte, su incompatibili-dad con la verdad deP,no es imprescindible. 3 El problema radica en que, en lo que respecta a la posibilidad deescenarios globales, no podemos mejorar (reflexivamente) nuestra posi-cin epistmica; de forma que, en la medida en que una hiptesis globales reflexivamente posible, nuestra posicin epistmica constitutiva serala de las vctimas de los casos de Gettier: en caso de acertar, la verdad denuestras creencias sera accidental.

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    somos cerebros en una probeta para que sea verdad que nues-

    tras creencias ordinarias constituyen conocimiento) o un es-

    cepticismo extremo que se sigue de su propia concepcin del

    conocimiento. La primera respuesta es contra-intuitiva. La

    segunda, epistemolgicamente inasumible. No es de extraar,

    por tanto, que, con el fin de preservar el principio de cierre sin

    desembocar en el escepticismo, para evitar el dilema internis-

    ta, se haya recusado la concepcin misma que da pie a ese

    dilema, y se haya definido el conocimiento en trminos declusulas externistas. Si para saber no es necesario saber que

    se sabe, si el sujeto puede poseer conocimientocon indepen-

    dencia de que pueda defender sus declaraciones cognitivas in

    foro interno, no ser necesario que sepa (reflexivamente)

    que no es un cerebro en una probeta para que sea verdad que

    sabe queP:del hecho bruto de que se cumplan las condicio-

    nes (externas) para saber que P se sigue, de acuerdo con elprincipio de cierre, que el sujeto sabe (aunque no lo sepa re-

    flexivamente) que no es un cerebro en una probeta. En cual-

    quier caso, esta estrategia neo-mooreana,4de la que el pro-

    pio Sosa ha hecho uso,5no conlleva compromiso alguno con

    el externismo radical: que los criterios internistas de conoci-

    miento no seansuficientespara saber no significa que no sean

    necesarios,o, lo que es igual, que los criterios mnimos de po-

    sesin de conocimiento sean externos no implica que, una vez

    se cumplen, el estatus epistmico de una creencia no mejore

    cuanto mayor sea su justificacin reflexiva. El procedimiento

    anterior, tal como demuestra la produccin de Sosa, es asumi-

    ble por un externismo moderado.6

    4 Neo-mooreana porque emplea el procedimiento anti-escpti-co de Moore: la transformacin del modus tollensen modus ponens. Sinembargo, su externismo es irreconciliable con el internismo cognitivo deMoore, internismo que, tal como nos recuerda Sosa en el libro aqu pre-sentado, compromete la validez de su respuesta al reto escptico. 5 En el conocimiento animal (definido en claves externistas).Otra cosa es lo que sucede con el conocimiento reflexivo. 6 Por otra parte, el giro hacia el externismo favorece una recons-truccin semntica del concepto dejustificacin,entendida esta, no entrminos de razones a disposicin del sujeto, sino de la fiabilidad del

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    (iii) Un procedimiento anti-escptico complementario

    consiste en minimizar la exposicin de nuestras creencias

    empricas ordinarias a los escenarios globales, mostrando

    que, aunque irrefutables, estos son irrelevantesen la adscrip-

    cin de conocimiento. El lema acuado por Austin en Other

    Minds: suficiente es suficiente,7 llam la atencin sobre los

    lmites de la justificacin (y, en consecuencia, de la duda) en

    contextos ordinarios, fomentando as una apreciacin de las

    declaraciones cognitivas corrientes (y de sus condiciones tan-to lingsticas como veritativas) cuya herencia recogeran

    tanto contextualistas como defensores de las clusulas desen-

    sibilidady deseguridad.

    Fijmonos, dado su xito, en el criterio de seguridad. Se

    trata de una condicin externista cuyo punto de partida es la

    constatacin de que, intuitivamente, atribuimos conocimien-

    to a un sujeto con independencia tanto de que ignore quesabe (posea conocimiento reflexivo) como de las hiptesis es-

    cpticas radicales. Por ejemplo, si el escenario de los graneros

    no se encontrase epistmicamente contaminado, y todos los

    graneros del entorno fuesen reales, no dudaramos en decir

    que, por mucho que no pueda justificarlo, es verdad que el

    protagonista de la narracin sabe que lo que seala es un gra-

    nero. Por qu lo sabe? De otro modo: por qu no saben las

    vctimas de un escenario de Gettier? La respuesta no remite a

    hiptesis global alguna, sino, tal como dijimos arriba, a la

    proximidad modal de situaciones en las que el sujeto emplea

    el mismo procedimiento para adquirir su creencia y esta es

    falsa.8Bastar, por tanto, con que el sujeto no pudiese haber

    proceso de adquisicin de creencias. En este sentido, la creencia puedeencontrarse justificada aunque el sujeto no pueda defenderla racional-mente. 7 J. L. Austin (1946), Other Minds, en J. L. Austin (1961),Philo-sophical Papers(Oxford: Clarendon Press), p. 52. 8 Ntese que hemos sustituido las razones (internas) con las quecuenta el sujeto por el procedimiento (externo) que este emplea en laformacin de creencias. Una reconstruccin de acuerdo con lneas ex-ternistas de los casos de Gettier no solo es posible: es imprescindible,una vez constatamos que basta con que el contexto (modal o actual) sea

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    errado fcilmente (errado en situaciones modalmente cerca-

    nas) procediendo tal y como lo ha hecho para que sea verdad

    que sabe.

    Lo que quienes definen el conocimiento en trminos de

    seguridad sealan es que la suerte incompatible con el cono-

    cimiento es la definida por lafacilidad de errar,9condicin a

    la que determinan (y limitan) dos factores: el procedimiento

    empleado por el sujeto para adquirir su creencia, y el con-

    texto especfico que lo rodea. Ambos factores son objetivos.El primero delimita el orden de situaciones contrafcticas,

    de forma que todas las circunstancias en las que el mtodo de

    formacin de la creencia difiera del actual quedan automti-

    camente excluidas del rea de proximidad modal, siendo

    irrelevantes para la determinacin de si S sabe. No es de ex-

    traar, por ello, que los escenarios globales sean modalmente

    lejanos (e irrelevantes): si fuese un cerebro dentro de una pro-

    beta, la creencia de S de que lo que seala es un granero no se

    debera (causalmente) al ejercicio de su visin, sino a la esti-

    mulacin neuronal a la que le somete un ordenador. El se-

    gundo, dependiendo de si se encuentra o no contaminado,

    determina la verdad o la falsedad de que el sujeto sepa. Fij-

    monos en que la nica funcin que cumple el procedimientode adquisicin de creencias es la de delimitar el rea de

    proximidad modal, la de fijar el alcancede los casos relevan-

    tes. Es lo que suceda dentro de dicho rea, algo independien-

    te del procedimiento empleado, lo que carga con el peso del

    afortunado para que sea verdad que S sabe. El sexador de pollos naive,

    que desconoce cmo funciona su competencia o que yerra al atribuir(conscientemente) esa competencia a determinado rgano, posee cono-cimiento (animal). 9 La expresinfacilidad de errares ambigua. Puede referirse tantoa la facilidad de errar dadas las situaciones modales prximas, como a lafacilidad de errar en virtud de cules sean esas situaciones. En el segundosupuesto nos referimos al rea de relevancia de la posibilidad de error,rea que excluye los escenarios globales (es de esta de la que hablamos enel texto). En el primero, a lo que sucede dentro de esta rea: aqu, losdefensores de la seguridad sugeriran que, ms que la facilidad de error(su probabilidad), es su mera posibilidad la que excluye el conocimiento.

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    conocimiento: sea cual fuese el mtodo empleado para ad-

    quirir creencias (y su calidad epistmica), basta con que se

    produzcanaciertos en la totalidad de los escenarios prximos

    cuyo lmite marca para que el sujeto sepa. De ah que sea la

    seguridad (externa) de la creencia, y no la competencia ejer-

    cida por el agente, la que defina el conocimiento.

    Algunos de los problemas de la reduccin del conoci-

    miento a la clusula de seguridad son obvios. En primer lu-

    gar, y sin que tengamos que hacer referencia a hiptesis globa-les, dicha condicin no parece capaz de excluir la suerte. Al

    fin y al cabo, que las circunstancias (actuales o modales) sean

    afortunadas es eso: una cuestin de buena fortuna. Sin em-

    bargo, quienes defiendan la seguridad podran impermeabi-

    lizarse a esta crtica sealando que, aunque el hecho de que el

    sujeto sepa es fortuito (el reloj no se ha parado aunque sus

    pilas se estn agotando; no hay graneros falsos, aunque elAyuntamiento ya ha decidido erigir algunos, y las obras se

    han retrasado accidentalmente), eso no impide que sepa,

    es decir, que, dadas las circunstancias, su acierto no sea

    casual. El problema de esta respuesta radica, tal como nos

    recuerda Sosa, en que, si bien hay casos donde la suerte es

    benigna (de que alguien pudiese haber perdido fcilmente su

    capacidad visual no se sigue que, disponiendo de ella, no

    sepa que la superficie que ve es roja), hay otros donde nues-

    tras intuiciones, como poco, fluctan: sabe que la superficie

    es roja un individuo que ha elegido la nica taza entre cien

    que no contiene caf mezclado con una droga que inhabilita

    su capacidad visual?, no es su acierto, dadas las circunstan-

    cias, afortunado? Lo que esto indica es que no hay un crite-rio claro para distinguir entre condiciones azarosas relevan-

    tes o irrelevantes epistmicamente, y que el concepto de

    circunstanciases vago.

    Por otra parte, el procedimiento de adquisicin de creen-

    cias no puede ser la nica forma de individuar un rea modal-

    mente prxima, so pena de legitimar un escepticismo (neo)

    pirrnico basado en posibilidades eliminables, pero no elimi-nadas. El alcance fijado por ese criterio incluira situaciones

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    alternativas en las que lo que el sujeto cree (en funcin de los

    procedimientos adecuados) que es una cebra realmente es un

    mulo pintado a rayas, situaciones que seran modalmente

    prximas, y, por tanto, relevantes para la evaluacin de su po-

    sicin cognitiva. Dichas situaciones reduciran drsticamente

    los lmites de nuestro conocimiento, resultado que contradice

    el propsito de esta estrategia, y que solo puede evitarse al

    precio de aadir un criterio de accesibilidad a las situaciones

    descritasespecialmente estricto. Dicho suplemento posee, talcomo suceda cuando considerbamos la crtica precedente,

    la marca de la arbitrariedad.

    Sin embargo, los problemas ms serios de esta teora son

    los que se refieren al criterio de conocimiento mismo, un cri-

    terio que describe como conocimiento algo que apenas cuen-

    ta como tal (el conocimiento bruto), y que, excluyendo el ejer-

    cicio de competencias fiables por parte del sujeto, da lugar aresultados contra-intuitivos. La epistemologa de virtudes ha

    mostrado estas deficiencias, desarrollndose en contraposi-

    cin a ellas.

    El rasgo comn a las diversas variedades de epistemologa

    de virtudes es la definicin del conocimiento en trminos de

    creencias basadas en el ejercicio de competencias fiables,de

    modo que dicha clusula sea, como poco, una condicin ne-

    cesaria para su posesin. Son, al menos, tres las razones es-

    tructurales sobre las que se ha legitimado esta posicin: (i) La

    constatacin de que la mera acumulacin de aciertos no basta

    para atribuir conocimiento a alguien, menos an, si estos se

    basan en mtodos espurios de adquisicin de creencias (la

    adivinacin, por ejemplo). En este sentido, lo que se subrayaes una debilidad constitutiva del criterio de seguridad, que

    acomodara ejemplos de creencias deficientemente forma-

    das. (ii) La sealizacin de que, en la medida en que un mar-

    co seguro es aquel donde el sujeto no pudo haber fallado

    ejerciendo una competencia determinada, la seguridad se

    define en referencia, no solo a la verdad de la creencia, sino

    al ejercicio de habilidades asentadas en el sujeto. Aqu, elcaso crucial es el de las creencias automticamente seguras

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    (el del conocimiento de verdades necesarias): que no haya

    circunstancia algunaen la que el ejercicio de nuestra compe-tencia racional no sea la causa del acierto explica que se trate

    de creencias quesiempreconstituyen conocimiento, pero nopor quson conocimiento, cuestin que remite (al menos, en

    parte) a la fiabilidad de la competencia ejercida. En otras pa-labras: que las circunstancias modales prximas sean las

    apropiadas es condicin necesaria, pero no suficiente, para

    saber; los criterios que garantizan la verdadde una creenciano aseguran, por s solos, que se trate de conocimiento. (iii) Laapreciacin de un hecho relevante en las adscripciones ordi-

    narias de conocimiento: el que este se trate de un logro atri-buible al sujeto epistmico,cosa que lo distingue de la mera

    adquisicin de creencias verdaderas. Para que alguien sepa nobasta con que el escenario sea tal que la verdad se encuentre

    externamente asegurada (por ejemplo, en virtud de geniosbenignos o ngeles protectores). El sujeto ha de poder res-ponsabilizarsede ella, ha de poder ser sujeto de mrito epist-

    mico. Lo que equivale a reclamar su agencia, y a, de algnmodo, internalizar la nocin de conocimiento.

    Sin embargo, no parece que en sus versiones mnimas(aquellas en las que la atribucin de conocimiento depende

    exclusivamente de competencias fiables)10la epistemologa de

    virtudes supere las limitaciones inherentes al externismo. Poruna parte, resulta dudoso que la apelacin a competencias

    (incluidas competencias sub-personales) permita atribuirle alsujeto el mrito de su acierto, pueda conciliarse con que el

    conocimiento sea un logro, mejor dicho,sulogro. Que dichas

    capacidades rastreen la verdad es un hecho bruto y ciego,tan externo al rea reflexiva como puedan serlo un ngelprotector o el carcter afortunado de las situaciones con-

    trafcticas prximas.11Por otro lado, las teoras del proceso

    10 Me refiero al fiabilismo de procesos (process reliabilism),frecuentemente asociado a la obra de Alvin Goldman. 11 Lo que no significa que el sujeto no pueda acceder a dicha fiabili-dad. Sin embargo, y una vez que la posesin de conocimiento es indepen-diente de este factor, el valor cognitivo de la reflexin queda en entredicho.

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    fiable no son inmunes a variaciones de los casos de Gettier. Es

    Sosa quien nos ofrece un contra-ejemplo significativo. S, cuya

    capacidad visual es fiable, asiste a una fiesta en el piso de un

    amigo. All, en base al ejercicio de su visin, forma la creencia

    (verdadera) de que determinada celebridad se encuentra en la

    habitacin. Su creencia se debe a dicha competencia fiable, y

    es verdadera. Sin embargo, lo que S ha visto no ha sido a la

    celebridad, sino un holograma suyo de tamao natural. Sabe

    S que la celebridad se encuentra en la habitacin? Intuitiva-mente, nuestra respuesta es negativa; de lo que se deduce que,

    porque el sujeto pudo haber fallado fcilmente ejerciendo una

    competencia (en general) fiable,el fiabilismo es incapaz de fi-

    jar las clusulas que definen el conocimiento.

    Son dos las tesis ms frecuentemente asociadas a Ernest

    Sosa, tesis cuya funcin es, precisamente, corregir los proble-

    mas del fiabilismo que acabamos de indicar: (i) su caracteriza-cin del conocimiento como creencia apta, es decir, como

    creencia cuyo acierto manifiesta (o se debe) al ejercicio de una

    competencia,12permite tanto diagnosticar por qu, en el caso

    de la celebridad, el sujeto no sabe (la competencia no explica

    la verdad de la creencia, solo que el sujeto tenga esa creencia),

    como fijar un criterio sumamente plausible (no-gettierizado)

    de conocimiento; (ii) su distincin entre conocimiento animal

    y conocimiento reflexivohace posible conciliar las intuiciones

    externistas y las internistas, mostrando que, aunque el crite-

    rio de aptitud se cumple (o incumple) con independencia de

    que el sujeto tenga acceso reflexivo a ello (sepa si sabe), dicho

    acceso es un bien epistmico indudable.13

    La reflexin no es ni suficiente ni necesaria para conocer: como mucho, setrata de un extra que puede acompaar al conocimiento. 12 Se trata de creencias que caen bajo la estructura normativa ADA(acierto, destreza, aptitud), trmino con el que hemos traducido la com-binacin de factores que ha de cumplir una creencia para ser conoci-miento, y que configuran la triple A de Sosa, acrnimo de accuracy(acierto), adroitness (destreza) y aptness (aptitud, esto es, acierto cuyacausa es la competencia ejercida). 13 Dicha distincin explicara la fluctuacin de nuestras intuiciones(que concuerdan tanto con Moore como con el escepticismo cartesiano;

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    Es, sin embargo, significativo que, en Con pleno conoci-

    miento,el propio Sosa se distancie de lo que en el segundo

    captulo denomina teora de la mera aptitud, y que, de ma-

    nera sistemtica, someta a revisin algunos de los presupues-

    tos fundamentales del externismo. Podra decirse que la ver-

    sin de epistemologa de virtudes que propuso en sus obras

    anteriores era la mejor respuesta posible (la ms coherente, la

    menos reduccionista) al problema de qu es el conocimiento

    de acuerdo con la lnea, bsicamente externista, que hemosdesarrollado,pero que este paradigma se reevala en Con ple-

    no conocimiento. Tambin podra decirse que el autor, hacien-

    do uso de recursos propios, entre ellos, el del concepto de

    coherencia vertical (presente a lo largo de toda su produc-

    cin), da una vuelta de tuerca a su posicin epistemolgica.

    Giro y continuidad: el terreno filosfico que Sosa ha hecho

    propio rinde una nueva cosecha.En lo que se refiere a qu constituye el conocimiento, las

    teoras de la mera aptitud se enfrentan a varias cuestiones. En

    primer lugar, al problema del escepticismo radical, problema

    que ninguna variedad de externismo resuelve de forma satis-

    factoria. En qu consiste este problema? En que, desde un

    punto de vista reflexivo, los escenarios globales se encuentranmodalmente tan prximoscomo cualquier escenario ordina-

    rio, o, lo que es igual, en que, en la medida en que lo que di-

    chas hiptesis bloquean es el acceso a nuestra posicin epist-

    mica real,no podemos (sin circularidad viciosa o peticin de

    principio) asumir que esta es favorable con el fin de dictami-

    nar la irrelevancia de esos escenarios. En otras palabras: las

    modalidades epistmicas a las que tenemos acceso son re-flexivas,lo que significa que, desde la perspectiva en la que la

    que, de acuerdo con las hiptesis globales, rehsan otorgar conocimien-to, y que, pese a ello, lo atribuyen poniendo entre parntesis estas posibi-lidades), sin tener que recurrir al contextualismo: el conocimiento queconcedemos ordinariamente es animal (posesin de conocimiento); elque negamos al hacer epistemologaes reflexivo (que el sujeto sepa quesabe, que tenga acceso racional a lo que conoce, que est en posicin deadscribirse conocimiento a s mismo).

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    posibilidad de escenarios envolventes encierraal sujeto, suscreencias verdaderas sern siempre (meta-epistmicamente)aciertos fortuitos. Tal vez nuestras creencias sean aptas, perosi no podemos saber que lo son, tampoco podemos atribuir-nos conocimiento (declarar verazmente que sabemos, res-ponsabilizarnos cognitivamente de nuestras creencias); situa-cin esta ltima en la que cualquier evaluador cognitivo (yasea de primera o de tercera persona) se encontrara por defec-

    to.14

    Puede que sea verdad que S sabe queP,pero, al no podersaber que lo sabe, no tenemos derecho a adscribirle conoci-miento, a decir que lo sabe. De ah que, si lo que nos recuerdaSosa es que, para que las condiciones de posesin y de ads-cripcin de conocimiento no se encuentren enteramente di-vorciadas, el conocimiento reflexivo ha de jugar un papelepistmico importante, lo que nos recuerda el escptico es

    que la ausencia de conocimiento reflexivo superlativoconllevamera posesin bruta de conocimiento. Si el externismo es in-adecuado, la respuesta al escptico es urgente: esa es la direc-cin inherente a una epistemologa de virtudes.15

    14 En la mayor parte de las narraciones en las que se basan las teo-ras epistemolgicas contemporneas, los lectores asumimos una pers-

    pectiva ilustrada de tercera persona (contamos con informacin de laque carece el protagonista del escenario), posicin que nos garantiza elacceso a su posicin epistmica real. El problema de los escenarios globa-les es que, sea cual sea realmente el caso, cancelan dicha perspectiva, si-tuando en el mismo nivel, mecnico y ciego, al evaluador y al evaluado, alsexador de pollos naivey al ilustrado. Desde esta perspectiva, la posi-bilidad de mejorar reflexivamente nuestra posicin cognitiva tienepoco sentido: sin conocimiento reflexivo de alto orden tampoco haycreencia racional; no hay grados de justificacin reflexiva o estatus epis-

    tmicos intermedios(entre la creencia apta en grado superlativo y el meroconocimiento bruto). 15 En todo lo que hemos sealado hemos dado por supuesto queuno puede poseer conocimiento sin saber que lo posee, y, en consecuen-cia, que la posibilidad de escenarios globales introduce un tipo de suerteepistmicamente benigno (a nivel fctico): del hecho de que que el sujetosepa sea fortuito (el escenario no se ha instanciado) no se sigue que suacierto sea azaroso, que, dado lo que sucede (o no sucede), no sepa. Basta,sin embargo, con que introduzcamos escenarios como el del Inhabilita-dor (o como el de la nica copa de vino que no distorsiona nuestras capa-cidades) para que la suerte en cuestin sea epistmicamente relevante, y

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    muestra que el acierto ha sido fortuito, y, por consiguiente,

    que su creencia no equivale a conocimiento. De este modo,

    parecemos obligados a optar entre dos nicas alternativas: o

    la creencia apta es conocimiento (cosa que atenta contra

    nuestras intuiciones fundamentales), o, porque no lo es, de-

    beramos definir el conocimiento en trminos de seguridad,

    algo que, como ya sealamos arriba, tampoco da cuenta de

    qu hace que el sujeto sepa. Este impasseno solo pone en en-

    tredicho la equivalencia de creencia apta y conocimiento:cuestiona el proyecto epistemolgico mismo. Lo que necesi-

    tamos es una concepcin que, en concordancia con nuestras

    intuiciones, subraye que la mera creencia apta no es conoci-

    miento, pero que no por ello nos obligue ni a abandonar la

    definicin de conocimiento en trminos de aptitud ni, por

    supuesto, a renunciar a la determinacin de sus condiciones.

    Sosa no solo proporciona esa concepcin, sino que, gra-cias a ella, resuelve al mismo tiempo los dos problemas indi-

    cados: el de la funcin del conocimiento reflexivo, y el de la

    preservacin de su marco epistemolgico pese a que la apti-

    tud no equivalga a conocimiento. Se trata de dilucidarnues-

    tra intuicin negativa, de explicar por qu rehusamos adscri-

    bir conocimiento a S pese a que su creencia sea apta. Esto

    remite a la nocin (reflexiva) de meta-aptitud. Lo que las cir-

    cunstancias desfavorables prximas bloqueanno es la aptitud

    de la creencia, sino el acceso (apropiado) del sujeto a la apti-

    tud de su creencia,es decir, la aptitud de la meta-competencia

    que ejerce al adscribirse (a s mismo) una creencia apta. Al

    asumir un punto de vista de tercera persona, lo que constata-

    mos es que, dadas las circunstancias en las que se encuentra,cuando el agente se atribuye una creencia apta acierta por ca-

    sualidad:fcilmente hubiese credo que su creencia de primer

    orden es apta sin que esta lo fuese. De este modo, lo que hace-

    mos al negar que sabe es negar que sabe que su creencia es

    apta:careciendo de conocimiento reflexivo el sujeto carece,

    sin ms, de conocimiento. Lo que equivale tanto a abandonar

    la definicin de conocimiento reflexivo como saber que sesabe (sustituyndola por saber que la creencia es apta o

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    creer aptamente que la creencia de primer orden es apta),

    como a eliminar el conocimiento animal. Este pasa a ser, en

    trminos de Sosa, simple cognicin animal. El conocimien-

    to humano es, tautolgicamente, conocimiento reflexivo,o, lo

    que es igual, el conocimiento reflexivo pasa de ser una simple

    condicin de adscripcin de conocimiento a ser condicin de

    adscripcin y condicin de posesinde conocimiento. Solo si

    la creencia de segundo orden del sujeto es apta, este posee

    conocimiento.Esto no significa, sin embargo, que para que sea verdad

    que el sujeto sepa que su creencia es apta deba saber que sabe

    que su creencia es apta, es decir, que sea necesario un conoci-

    miento reflexivo de alto ordenpara que el sujeto posea el m-

    nimoimprescindible de conocimiento reflexivo. En este sen-

    tido, la distincin de Sosa entre creencias reprochables,

    creenciasfallidas,y creencias epistmicamente incompletas,cumple un doble cometido. Por una parte, y en la medida en

    que hay creencias que, aunque no alcanzan el nivel epistmi-

    co ms alto (y ms deseable), no son ni reprochables ni falli-

    das, creencias que, pese a no ser aptas en grado superlativo,

    constituyen conocimiento reflexivo (mnimo, aunque no estric-

    to),se legitiman nuestras adscripciones ordinarias de conoci-

    miento. Por otra parte, la existencia de grados de conocimien-

    to reflexivo, o, lo que es igual, la posibilidad de una mayor

    integracin reflexiva del sujeto con sus creencias, aspiracin

    cuyo cumplimiento ideal es el conocimiento reflexivo de alto

    orden (que el sujeto cuente con razones tales a favor de sus

    creencias que sea racionalmente inconcebible su falsedad,

    esto es, que sea inconcebible la escisin entre lo que cree y laactitud racionalque toma respecto a sus creencias), legitima

    las inquietudes epistemolgicas (cartesianas), y as concede

    carta de ciudadana al problema del escepticismo radical.

    Intuiciones externistas e internistas son conciliadas en una

    concepcin unitaria (conocimiento es conocimiento re-

    flexivo: conocimiento mnimo y conocimiento estricto son

    conocimientos del mismo tipo), pero gradual (el conocimien-to reflexivo en sentido estrictoexige un grado superlativo de

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    Sin embargo, su cumplimiento no nos retrotrae a una con-cepcin internista del conocimiento de corte tradicional. Eldesarrollo de la epistemologa contempornea ha mejorado,en el nterin, nuestra posicin cognitiva. Lo que resulta deello es una teora compleja, en la que fiabilidad, aptitud,reflexin, coherencia horizontal y vertical, e, incluso, compe-tencias (y formas de confianza debidas a dichas competen-cias) cuyo estatus epistmico es independiente del orden de

    razones, se compenetran a distintos niveles. No hay dudade que Sosa trasciende la epistemologa contempornea, perolo hacepreservando (en su debido lugar) toda su riqueza. Loque es muestra de su actitud agradecida y de su meta-aptitudfilosfica.16

    Modesto M. G-A

    16 He optado por desarrollar lo que a mi parecer es la motivacinfundamental para la teora expuesta en Con pleno conocimiento.Sin em-bargo, la imagen de la Tebas de las mil puertas es, en lo que se refiere aesta obra, mucho ms que una metfora. Los distintos problemas que

    aborda el volumen (el del valor del conocimiento, la acomodacin de lasuspensin del juicio, la norma de la creencia, la responsabilidad epist-mica, o los diversos tipos de circularidad en epistemologa), desembocanen el mismo punto: meta-aptitud, conocimiento como conocimiento re-flexivo, conocimiento como integracin del sujeto con sus creencias. Lajustificacin de la tesis de Sosa es, por tanto, mltiple, como diversas sonsus motivaciones. Adems, su potencial dialctico es asombroso (porejemplo, su justificacin, en virtud tanto de capacidades sub-personalescomo de la validacin trascendental de las mismas, de nuestras creenciasperceptivas, constituye una alternativa relevante al disyuntivismo episte-molgico).

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    Prefacio

    El objetivo de este libro es el desarrollo y defensa deuna con-

    cepcin de la normatividad epistmica como una clase de

    normatividad de la actuacin.En el primer captulo, Con pleno conocimiento, afronta-

    mos un problema que ya formul Platn en el Teeteto:Cmo

    se encuentra constituido el conocimiento? Cules son sus

    condiciones necesarias y suficientes? Este problema, bajo el

    rtulo de el problema de Gettier, ha tenido una gran rele-

    vancia en el panorama epistemolgico contemporneo. Una

    solucin basada en un tipo de normatividad de la actuacincuenta con la ventaja de ser sorprendentemente ms simple y

    natural que las propuestas que abundan en la literatura sobre

    los casos de Gettier, conspicuas por el nivel de elaboracin tc-

    nica que han alcanzado. El captulo ofrece una explicacin de

    la normatividad epistmica constitutiva del conocimiento, una

    explicacin que identifica diferentes niveles de conocimiento,

    y, por tanto, diferentes niveles de normatividad.

    El segundo captulo, Agencia epistmica, analiza los ob-

    jetivos que un sujeto podra perseguir al creer de determina-

    do modo. Es la verdad uno de los objetivos de la creencia, tal

    vez, su nico objetivo? Y, si lo es, en qu sentido? Cmo

    afecta el hecho de que el objetivo de una creencia sea la ver-

    dad a su evaluacin epistmica, por ejemplo, a si cuenta o nocomo conocimiento?

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    En el captulo tres, Cuestiones de valor en epistemolo-

    ga, nos fijamos en un segundo problema platnico respecto

    al conocimiento, en el problema delMennsobre su valor.

    Es

    el conocimiento siempre y necesariamente mejor que la co-

    rrespondiente creencia meramente verdadera? Y si es as,

    cmo y por qu? A lo largo de esta investigacin, tambin

    consideramos cmo podra el conocimiento encontrarse nor-

    mativamente vinculado a la accin, en general, y a la asevera-

    cin, en particular. Qu conocimiento necesitamos para ac-tuar adecuadamente, si es que necesitamos alguno? Es el

    conocimiento la norma de la aseveracin? Y, si es as, en qu

    medida? Si el conocimiento es una norma de la aseveracin,

    tal vez, lanorma de la aseveracin, qu relacin guarda este

    hecho con la intuicin del valor del conocimiento?

    El cuarto captulo, titulado Tres concepciones del cono-

    cimiento humano, compara tres posiciones en epistemolo-ga: (a) el realismo indirecto histricamente dominante, (b) el

    tipo de aproximacin cuyo lema es Primero, conocimiento,

    predominante en el contexto de una renaciente tradicin oxo-

    niense, y (c) una concepcin basada en una normatividad de

    la actuacin desarrollada en trminos de creencia apta y

    creencia meta-apta, concepcin expuesta en los captulos

    precedentes. Dicha comparacin saca a la luz algunas venta-

    jas de esta tercera concepcin del conocimiento.

    En el captulo cinco, Contextualismo, analizamos una

    cuarta concepcin epistemolgica. Se ofrecen razones para

    poner en duda que el contextualismo sea realmente una con-

    cepcin rival en epistemologa, propiamente dicha. Resulta

    ms pertinente considerarlo una posicin en filosofa del len-guaje, con implicaciones interesantes para la comprensin del

    discurso epistemolgico. El captulo evala en qu medida

    estas implicaciones son relevantes para la epistemologa en

    sentido estricto.

    El sexto captulo, Experiencia proposicional, presenta

    una explicacin de los estados experienciales en consonancia

    con el anlisis del conocimiento perceptivo de captulos ante-riores. Dicho conocimiento perceptivo exige estados expe-

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    rienciales con contenido proposicional, estados a los que seaaplicable la estructura ADA (acierto, destreza, aptitud).

    El ttulo del captulo siete, Conocimiento: a partir de ins-trumentos y por testimonio, expresa bien sus contenidos.Cmo adquirimos conocimiento mediante la lectura denuestros instrumentos o la escucha de nuestros interlocuto-res? La explicacin que aqu se propone se deriva de la episte-mologa de virtudes teorticas basada en la actuacin expues-

    ta en los captulos anteriores.El captulo final, el octavo, se titula Circularidad epist-mica. El tema que trata es el de la circularidad en epistemo-loga, y el de cmo esta afecta, a la luz de nuestra concepcina dos niveles, al alcance del conocimiento humano.

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    Agradecimientos

    Este libro se deriva en parte de las primeras Conferencias

    Soochow en Filosofa, que impart en la Universidad Soochow

    en Taipi, en junio de 2008.Agradezco al Departamento de Filosof a de Soochow, y en

    especial al profesor Chienkuo Mi, su invitacin para impartir

    dichas conferencias, la provechosa discusin, y su amable

    hospitalidad.

    Parte del material aqu contenido ha sido expuesto en dis-

    tintas charlas y conferencias. Amigos y colegas han ledo di-

    versos pasajes. Me complace agradecer los valiosos comenta-rios que he recibido de Jason Baehr, Jason Bridges, John Greco,

    Niko Kolodny, Jennifer Lackey, Alan Millar, Christian Piller,

    Duncan Pritchard, Baron Reed, Joe Salerno y Wai-hung Wong.

    Stephen Grimm, David Sosa y John Turri me han ayudado con

    sus valiosos comentarios sobre el borrador completo, al igual

    que dos evaluadores annimos de Princeton University Press.

    Tambin quiero expresar mi agradecimiento a Rob Tem-

    pio y al equipo editorial de Princeton, incluyendo a Jodi Beder

    y Nathan Carr, por su ayuda en la preparacin del manuscrito

    para su publicacin. Y gracias a Blake Roeber por el ndice.

    Trabajar con todos ellos me ha sido de gran ayuda, adems de

    un placer.

    Tres de los captulos presentan ideas nuevas, que no hansido publicadas con anterioridad; mientras que los cinco

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    restantes se derivan, de forma parcial o completa, de publi-caciones previas, tal como sigue: el primer captulo, deKnowing Full Well,Philosophical Studies142 (2009): 5-15;el tercero, cuyos contenidos se derivan en gran medida de laltima de las tres Conferencias Carus que impart en los en-cuentros de la Divisin Central de la American PhilosophicalAssociation, en febrero de 2010, de Value Matters in Episte-mology,Journal of Philosophy107(4) (abril, 2010): 167-190;

    el quinto, de Skepticism and Contextualism,PhilosophicalIssues10 (2000): 1-18; el sexto, de Experience and Intentio-nality,Philosophical Topics14 (1986): 67-85; y el sptimo, deKnowledge: Instrumental and Testimonial, en The Episte-mology of Testimony, editado por Jennifer Lackey y ErnestSosa (Oxford University Press 2006), pp. 116-127.

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    CAPTULO UNO

    Con pleno conocimiento

    La creencia es un tipo de actuacin que alcanza un determi-nado nivel de xito al ser verdadera (o, lo que es igual, al ser

    acertada), un segundo nivel si es competente (o diestra), y untercero en el caso de que su verdad manifieste la competenciadel sujeto (y sea, por tanto, apta). A determinado nivel (el ni-vel animal) el conocimiento equivale a creencia apta. En con-secuencia, la normatividad epistmica constitutiva de dichoconocimiento es un ejemplo especfico de la dimensin nor-mativa de las actuaciones. Sin embargo, el hecho de que la

    misma normatividad epistmica que rige a la creencia rijatambin a la suspensin de la creencia, cuando suspender eljuicio no es otra cosa que no actuar, o, al menos, que no actuarcon el objetivo de alcanzar la verdad, plantea un problemapara este modelo explicativo. Mi solucin se basa en distin-guir rdenes de normatividad de las actuaciones, de formaque incluyamos un primer orden referido a la competencia enla ejecucin, y un segundo orden donde el agente deba eva-luar los riesgos de la actuacin de primer orden. Este segundoorden introduce una dimensin de conocimiento reflexivopor encima de la dimensin animal.

    Dos de los ms conocidos dilogos de Platn son investiga-ciones acerca del conocimiento. El Teetetoinvestiga su natura-

    leza, elMenntambin su valor. A mi entender, ambos dilo-gos se incardinan en una pregunta an ms bsica: Cul es la

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    clase de normatividad constitutiva de nuestro conocimiento?Entendemos, por tanto, que una creencia que no alcance elestatus de conocimiento, tendr un carcter inferior. Obvia-mente, es mejor saber que equivocarse: pero tambin es mejorsaber que acertar por casualidad. Qu presupone dicha eva-luacin? Responder a esta cuestin bsica supondra una solu-cin delos dos problemas platnicos. A lo largo de este cap-tulo consideraremos principalmente este problema: Cul es

    la normatividad epistmica que define al conocimiento?Nuestra pregunta es, por tanto, la siguiente: Qu condi-cin ha de satisfacer una creencia, adems de ser verdadera,para ser conocimiento? Al igual que en el caso de Platn, estapregunta, referida a la naturaleza del conocimiento, ha ocupa-do un lugar central en la epistemologa de las ltimas dcadas.

    Edmund Gettier mostr que para que una creencia cons-

    tituya conocimiento no basta con que quien la posee lo hagade forma competente, es decir, con que la creencia haya sidocompetentemente adquirida y se sostenga de manera compe-tente. La estructura de sus casos puede reconstruirse fcil-mente. Es evidente que una creencia puede ser falsa pese a sercompetente. Si, bajo dichas condiciones, el sujeto dedujesealgo verdadero de su creencia falsa, la conclusin en cuestin,

    aunque verdadera, no constituira conocimiento. Y, sin em-bargo, cuando deducimos competentemente una conclusina partir de una premisa que creemos de manera competente(incluso tras sacar la conclusin), tambin creemos la conclu-sin de forma competente. De este modo, alcanzamos un re-sultado ms fuerte (el de Gettier): una creencia puede sercompetente y verdadera (justificada y verdadera) sin llegar a

    ser conocimiento.1

    1 [Nota del traductor]: Edmund Gettier (1963), Is Justified TrueBelief Knowledge?, en Sven Bernecker y Fred Dretske (eds.),Knowledge.Readings in Contemporary Epistemology (Oxford: Oxford UniversityPress 2000), pp. 13-15.Edmund Gettier describe aqu varios ejemplos en los que, pese a que secumplen las condiciones que tradicionalmente definan el conocimiento(S sabe quePsi S cree queP,su creencia es verdadera y se encuentra jus-tificada), rehusamos adscribir conocimiento a S. Con ello, mostr que

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    Tras Gettier, el problema platnico asume una nueva for-ma: Qu condicin adicional, una condicin que bien reem-place o bien se aada al criterio de competencia, debe satisfa-cer una creencia verdadera con el fin de ser conocimiento?

    Solo recientemente, el segundo problema platnico, el delvalor del conocimiento, ha pasado a ocupar el lugar centraldel escenario epistemolgico contemporneo. Para Platn setrataba del problema de cmo es posible que, en general, ten-

    ga ms valor el conocimiento que la correspondiente creenciaverdadera, cuando una mera creencia verdadera resultaraigual de til. Por ejemplo, una creencia verdadera acerca de laubicacin de Larisa nos servir para llegar all tan eficazmen-te como el correspondiente conocimiento. De ah, la cuestin:En qu perfecciona el conocimiento como tal a la meracreencia verdadera, en caso de hacerlo?

    En relacin con ambos problemas asumiremos que existeuna condicin adicional (independientemente de que seasimple o compleja) que ha de satisfacer una creencia paraconstituir conocimiento, ms all de ser una creencia, y de serverdadera. Es ms, dicha condicin debe aadir suficientecontenido normativo positivo como para explicar por qu elconocimiento, que ha de

    cumplir esta condicin adicional, es

    como tal siempre mejor que la correspondiente creencia me-ramente verdadera. Cuando, por ejemplo, nos hacemos unapregunta, de alguna manera intuimos que una respuesta frutodel conocimiento es mejor que un acierto azaroso.

    Afrontaremos el problema del valor del conocimiento enel tercer captulo. En el presente captulo nos ocuparemos delotro problema platnico: Qu es el conocimiento? Cmo se

    encuentra constituido?

    El conocimiento como caso especial

    Al someterlas a prueba, observamos que cosas de la ndolems diversa pueden actuar bien o mal. As sucede en el caso

    dichas condiciones no sonsuficientes para saber, y, en consecuencia, fijel programa de investigacin de la epistemologa contempornea.

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    La motivacin humana se sita a otro nivel, incluso cuan-do, tal como sucede en las actuaciones atlticas o artsticas, setrata de una actuacin fsica.

    El disparo del arquero es un buen ejemplo. El objetivo deldisparo es alcanzar el blanco, y puede juzgarse su xito en vir-tud de si lo consigue, es decir, en virtud de su acierto. Indepen-dientemente de lo acertado que sea, existe otra dimensin des-de la que evaluar el disparo: se trata de evaluar su competencia,

    es decir, la habilidad o talento que pone de manifiesto, lo dies-tro que es. Sin embargo, un disparo podra dar en el centromismo de la diana, e incluso evidenciar

    una gran habilidad, y,pese a ello, fracasar completamente, como disparo, de acuerdocon una tercera dimensin normativa. Imaginemos que, al ini-cio de su trayectoria, la flecha ha sido desviada por un golpe deviento, y que, por ello, hubiese errado completamente el blanco

    si no fuese por un segundo golpe de viento que endereza denuevo su recorrido de forma que alcance el centro de la diana.Dicho disparo es acertado y diestro. Pero no es acertadoporquesea diestro, de forma que el acierto haya sido causado por yponga de manifiesto la habilidad y competencia del arquero. Deeste modo, dicho disparo no supera un tercer criterio de eva-luacin, diferente a los de acierto y destreza: no logra ser apto.

    La explicacin de la normatividad epistmica como untipo de normatividad de la actuacin ayuda a aclarar la natu-raleza del conocimiento. Conocimiento no es otra cosa quecreencia apta,es decir, que creencia en tanto que actuacinepistmica apta, donde una actuacin epistmica es apta simanifiesta la destreza del agente para alcanzar la verdad.

    Tambin clarifica por qu el conocimiento posee un valoraadido del que carece la simple creencia verdadera.Desafortunadamente, este modelo explicativo se enfrenta

    a una objecin alarmante, que consideraremos a continuacin.

    Podramos decir que el termostato dispone, en un sentido amplio, derazones para actuar as, de una razn motivante. No obstante, y pese ala semejanza no trivial, se trata de una expresin claramente metafrica,aunque solo sea porque, literalmente, los termostatos no poseen mente.De este modo, el termostato no puede literalmente albergar motivos.

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    cuado forma parte sustancial de la caza. Adems, normal-mente el cazador ha de elegir en qu condiciones dispara conel fin de garantizar una probabilidad razonable de xito.4Aspues, el disparo del cazador puede evaluarse en ms sentidosque el del atleta. En un sentido, se evala de acuerdo con ladestreza que manifiesta la ejecucin. En un segundo sentido,se evala en virtud de la competencia mostrada por la elec-cin del blanco y del disparo.

    Nodisparar a un blanco concreto puede o no constituiruna actuacin. Por ejemplo: quizs hayas dejado de dispararporque en ese momento estabas dormido. Pero tambin po-dras abstenerte de disparar intencional e, incluso, delibera-damente. Si tu abstencin deliberada tiene un objetivo, y si,adems, lo cumple, tu abstencin tiene xito, pudiendo tra-tarse incluso de una actuacin, es ms, de una actuacin apta.

    Consideremos un campo en el que el agente acta con unobjetivo, sea este atltico, artstico, acadmico o de otro tipo.Esto trae consigo un objetivo derivado: evitar el fracaso. Esms, se trata de un objetivo independiente: uno puede quererevitar el fracaso sin pretender, por ello, alcanzar el xito, almenos en lo que respecta a xito de primer orden. Cuando,por ejemplo, el cazador decide no disparar a un blanco de

    gran valor, el objetivo de su accin, de su abstencin,es evitarel fracaso. Abstenerse es, precisamente, no buscar un xito deprimer orden. Sin embargo, el abstenerse

    posee un objetivopropio: como ya se ha sealado, evitar el fracaso.5

    4 Se plantean aqu cuestiones interesantes acerca de las prcticas ylos objetivos constitutivos de campos tales como el de la caza. Podra

    decirse correctamente de alguien que caza si para nada le preocupase elxito de sus disparos? Estara jugando al ajedrez alguien que no preten-diese ganar? Existe algo as como un automatismo de la prctica, de for-ma que se pueda actuar mecnicamente, sin que el sujeto se encuentrerealmente comprometido con la actividad que realiza? Tal vez recono-ciendo la existencia de grados de seriedad en el compromiso del agentepuedan afrontarse adecuadamente dichos problemas. 5 [Nota del traductor]: El Imperativo Epistmico Estndar: creeaquello, y solo aquello, que sea verdadero, es decir, cree la verdad y evitael error; justifica dos polticas epistmicas que no siempre coinciden. Esusual que, si el objetivo cognitivo bsico es alcanzar la verdad a secas

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    Tmese, por tanto, la actuacin del cazador al abstenerse,una actuacin que tiene xito porque evita el fracaso en elnivel de ejecucin (o de base). Dicha actuacin logra su obje-tivo. Es, por tanto, apta? De acuerdo con nuestro modelo: s.Tal es la respuesta que tenemos que dar. Despus de todo,dicha abstencin es una actuacin con un objetivo propio,que alcanza ese objetivo, y que, al hacerlo, manifiesta una cla-se especfica de competencia.

    Qu pasara si se tratase de un disparo que, de forma ob-via, el cazador debiese haber realizado? Qu pasara si, abs-tenindose, cometiese un error gravsimo? Cmo evitar eldesagradable resultado que parece seguirse, el hecho de quela abstencin sea apta, y de que, pese a ello, se trate de algoque resulte obvio que no deba haber ocurrido? En dicho su-puesto, tal vez la abstencin sea apta solo en un sentido

    (adquirir el mayor nmero posible de creencias verdaderas), los nivelesde escrutinio se resientan. Por otra parte, una cautela excesiva parececonllevar la reduccin, a veces drstica, del nmero de creencias verda-deras. La tensin entre ambos valores epistmicos es un tema recu-rrente en la epistemologa contempornea, desde William James y suThe Will to Believe. Un locus classicus de este problema se encuentraen Roderick M. Chisholm (1989), Theory of Knowledge (New Jersey:

    Prentice-Hall International), pp. 13-17.Sosa seala que tanto precipitacin como prevencin son formas deincompetencia epistmica. Quien se precipita al creer puede acertar,pero su acierto es casual. Quien, con el fin de no equivocarse, suspende eljuicio cuando no hay razones de peso para hacerlo, evita el error al altoprecio de perder la verdad. Podra decirse que, para Sosa, la finalidadcognitiva prioritaria es alcanzar la verdad con conocimiento. En este sen-tido, su jerarqua epistmica es anloga a la de Descartes, quien, pese a loque suele decirse, no considera que la poltica de suspensin del juicio

    con la que se abren las Meditaciones(poltica de acuerdo con la cual elMeditador, ms que renunciar a sus creencias de primer orden, se limitaa retirar su asentimiento racional o reflexivo a las mismas) sea un fin ens mismo (o, al menos, un mal menor), sino un medio para adquirir cono-cimiento reflexivo de alto orden,un medio cuyo valor se deriva en exclu-siva de dicha finalidad. De este modo, y a diferencia de lo que sucede enel caso del pirronismo, la suspensin del juicio no solo no es un estadoinherentemente deseable, sino que, como polticasolidificada,puede tra-tarse o de una forma de incompetenciao, incluso, de mala fe epistmica:de una variedad de prevencin que impida el reconocimiento de juiciosracionalmente indudables.

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    actuacin puede fcilmente no ser meta-apta porque el

    agente no sepa

    evaluar correctamente el riesgo, bien porquese arriesgue

    demasiado o porque no se arriesgue

    lo ms mni-mo. Tal vez el agente no perciba el riesgo en circunstancias enlas que debera ser ms perspicaz, o responda al riesgo perci-bido de forma inadecuada, bien con temeridad ciega o concobarda. Tal vez su actuacin sea correcta en el nivel de eje-cucin (de base), aunque la posibilidad de fracaso sea excesi-

    vamente alta. O tal vez se abstenga en condiciones donde di-cha abstencin indica una actitud pusilnime.

    Sea como fuere, se ha de distinguir la aptitud de una ac-tuacin de su meta-aptitud. Cualquiera de ellas puede estarpresente sin que lo est la otra.

    Por ejemplo: un cazador podra ser sumamente diestro enla eleccin de blancos y en la evaluacin del riesgo, de formaque al disparar se pusiese de manifiesto su competencia en

    Esto le permite concluir que, en vez de demostrar que no sabemos, lo quelos escenarios escpticos modales muestran es que gran parte de nuestroconocimiento es frgil. Con ello, se reduce su capacidad destructiva, o, loque es igual, se redefine el blanco del escepticismo radical: que no es nues-tro conocimiento animal, sino la seguridad de nuestro conocimiento.

    As, enA Virtue Epistemology, Sosa escribe:La competencia o habilidad pertinentes, y la situacin relevantepara su ejercicio, pueden ser lo suficientemente frgiles como para que laactuacin sea insegura, pero, aun as, podra seguir tratndose de unaactuacin apta, de cuyo acierto el mrito fuese atribuible al sujeto. Cono-cimiento es simplemente esa actuacin apta en el mbito de la creencia.No necesita, por tanto, la seguridad de la creencia, pues esta ltima pue-de ser insegura en virtud de la fragilidad bien de la competencia del suje-to bien de su situacin. E. Sosa (2007),A Virtue Epistemology. Apt Belief

    and Reflective Knowledge, Volume I(Oxford / Nueva York: Oxford Uni-versity Press), pp. 40-41. [La traduccin es nuestra].

    Por otra parte, la dicotoma fragilidad / seguridad pierde gran partede su relevancia en Con pleno conocimiento,donde la reemplaza la rela-cin entre la cognicin animaly los distintos niveles de conocimiento re-flexivo. Esto implica tanto una reconstruccin del significado del escepti-cismo como de las estrategias para afrontarlo: no se trata ya de reducir laprobabilidad de los escenarios escpticos globales (de demostrar que hayconocimiento seguro), sino de justificar la atribucin reflexiva de compe-tencias (de demostrar que podemos saber que nuestras creencias de pri-mer orden son aptas).

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    ambos sentidos, y, sin embargo, que su disparo errase el blan-

    co, tratndose, por ello, de un disparo desacertado, y, en con-secuencia, no-apto. En este supuesto, el disparo sera meta-apto sin ser apto.

    A la inversa: tal vez el cazador se arriesgue demasiado dis-parando a determinado blanco, dado el nivel de competenciaque manifiesta (ha estado bebiendo) y las previsiones acercade la fuerza del viento (el da es tormentoso). Sin embargo,

    pudiese ser que al disparar se halle justo por debajo del nivelde ebriedad que anula la competencia y que el viento se hayacalmado por un momento, de modo que su disparo sea (gra-cias a un golpe de suerte) suficientemente apto. En este casoel disparo sera apto sin ser meta-apto.

    El cambio de imgenes, el que hayamos pasado del mode-

    lo representado por el arquero de competicin al ejemplifica-do por el cazador con arco, con la mayor libertad de la queeste ltimo dispone para elegir blancos y para seleccionar dis-paros, trae consigo la siguiente distincin:

    Un disparo es apto si y solo si el xito que logra, el que d enel blanco, manifiesta la competencia de primer orden del agente,esto es, su habilidad como tirador.

    Un disparo es meta-apto si y solo si es correctamente selec-cionado, esto es, si y solo si se ha corrido el riesgo adecuado, deforma que ello manifieste la competencia del agente para elegirblancos y seleccionar disparos.

    Ni la aptitud es suficiente para la meta-aptitud, ni vice-versa. Ambos factores varan de forma independiente.

    Cuando Diana lanza su flecha, su disparo puede ser tan-to apto como meta-apto. Cuando se abstiene de disparar, suabstencin puede ser meta-apta, aunque, por supuesto, ydado que dicha abstencin ni tan siquiera tiene como objeti-vo el xito en el nivel de ejecucin, no puede ser apta. Noobstante, la abstencin puede ser meta-aptaen la medida enque se trata de una respuesta adecuada en cuanto al riesgo

    percibido, de una respuesta tal que manifiesta la meta-com-petencia de Diana cazadora.

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    En ocasiones, el agente responde adecuadamente al ac-tuar a nivel de base, de forma que en dicho caso la actuacinpositiva es meta-apta. En otras circunstancias, la respuestaadecuada es la abstencin, de modo que dicha abstencin esmeta-apta.

    Parecera, incluso, posible que un disparo fuese tantoapto como meta-apto, y que, pese a ello, y en la medida enque no fuese aptoporser meta-apto, fuese de alguna manera

    inferior. De este modo, un disparo podra manifestar lacompetencia del cazador en la evaluacin del riesgo, y ser elresultado de su habilidad como arquero ejercida en condi-ciones adecuadas, y, sin embargo, que su aptitud, en vez demanifestar la meta-competencia del arquero, delatase algntipo de suerte. Diana podra evaluar aptamente el riesgo,pero, acto seguido, tirar una moneda para decidir si dispara.

    Aptitud plena y conocimiento reflexivo

    Las actuaciones alcanzan

    un estatus especial cuando sonaptas a nivel de base, y cuando, adems, su aptitud es el resul-tado de una estimacin competente del riesgo. Supongamosque el proceso de evaluacin del riesgo tiene como resul-tado que el agente sepa que su situacin (tanto constitutivacomo circunstancial) es favorable (donde una situacin esfavorable si el riesgo de fracaso es suficientemente bajo) parallevar a cabo una actuacin. Si se cumpliesen estas condicio-nes, la aptitud de la actuacin podra dejar traslucirsu meta-aptitud, es decir, dicha aptitud podra explicarse de manera

    relevante en tanto que resultado del meta-conocimiento delagente de que el xito y la aptitud de su actuacin de primerorden son lo suficientemente probables.

    Esto se aplica a actuaciones tales como las de un disparoque alcanza a su presa. Dicho disparo es superior, ms admi-rable, y ms razonablemente atribuible al sujeto, cuando,adems de apto y meta-apto, es plenamente apto, apto por

    ser meta-apto. Esto sucede cuando, por ejemplo, la aptituddel disparo de Diana procede de su meta-competencia

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    evaluando adecuadamente riesgos, de modo que la aptituddel disparo haga patente

    su habilidad para disparar apta-mente, habilidad de la que forma parte esencial su habilidadpara evaluar bien el riesgo.

    La aptitud admite grados. Por ejemplo: un disparo esms apto que otro si manifiesta una competencia ms fiable.A determinada escala, el saque de un campen de tenispodra no ser mejor que el de un aficionado, cuando la po-

    tencia y colocacin del segundo es similar a las del primero.Sin embargo, desde otra perspectiva,

    el saque del campenrefleja su pericia en la pista, mientras que el saque casi idn-tico del aficionado es simplemente afortunado, no mostran-do habilidad alguna, o solo la ms mnima. Es ms, el saquedel campen manifiesta competencia a dos niveles. Muestrasu habilidad puramente atltica para sacar con velocidad y

    colocacin, y con porcentajes impresionantemente buenos.Pero tambin puede exhibir (y normalmente lo hace) su exce-lente seleccin de saques, su pericia

    para reducir sus inten-tos a saques con un porcentaje adecuado de xito. El saquedel aficionado fracasa en ambos niveles.

    Los saques del campen son aptos, meta-aptos, yplena-menteaptos (es decir, aptos por ser meta-aptos). Para que unsaque tenga la propiedad de ser apto su xito ha de acreditaruna competencia asentada en el agente. El agente podra sercapaz (o no) de organizar todo este despliegue, aunque dichaplanificacin exigira algo ms que el simple ejercicio de lacompetencia de primer orden en l asentada. Como poco, elagente podra ser capaz de elegir cundo y dnde ejercitar su

    competencia, mostrando en tal eleccin una mayor o menordestreza.Lo mismo sucede en el caso del disparo del cazador con

    arco. Dicho disparo puede ser apto en la medida en que suxito, su acierto, exhibe la competencia del agente en condi-ciones adecuadas relevantes (no hay viento, la luz es sufi-ciente, la distancia no es excesiva, y as sucesivamente). Pero

    el disparo, y su aptitud, tambin puede manifestar la meta-competencia del agente para elegir blancos y seleccionar dis-

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    paros. Si este es el caso, no es accidental que el disparo serealice en condiciones especficas bajo las cuales la compe-tencia del arquero se adece a la tarea de dar en el blancocon un porcentaje de aciertos lo suficientemente elevado. Enotras palabras, en dicho supuesto la percepcin del riesgopor parte del agente es lo bastante competente, de forma quedicha competencia se muestra en su conocimiento de que elnivel de riesgo es el adecuado. A un nivel, el grado de aptitud

    del disparo depende del grado de competencia que su xitopone de manifiesto. Pero, a otro nivel, la aptitud plena deldisparo tambin depende de la meta-competencia acusadaen

    su aptitud y su xito. Una actuacin es plenamente aptasolo si su aptitud de primer orden se deriva de manera sufi-ciente de la evaluacin realizada por el agente (aunque estasea implcita) de su probabilidad de xito (y, correlativamen-

    te, de su probabilidad de fracaso).Aqu el agente se sita en un meta-nivel. Debe tomar en

    consideracin la probabilidad de que su competencia se ha-lle (y permanezca) intacta, y de que las condiciones relevan-tes sean adecuadas (y permanezcan as). Tambin debe eva-luar qu probabilidades hay de que en tales condiciones elejercicio de su competencia resulte en xito. Supongamosque el agente piensa que las probabilidades de xito son losuficientemente altas (y que el riesgo de fracaso es lo bastan-te bajo), que tiene razn, y que se encuentra bien informado,de modo que las probabilidades de xito son tal como lpiensa que son, y tanto su competencia como las condicio-nes son tal como l crea. Supongamos, adems, que, de

    acuerdo con lo anterior, ejerce su competencia, y que, de estaforma, su disparo es, en grado suficiente, apto en virtud desu meta-competencia, es decir, en virtud de que tiene raznacerca de sus probabilidades de xito, poniendo de manifies-to

    as su meta-competencia. En este supuesto, el disparo esms plenamente apto y ms meritorio cuanto mejor se ajus-ten

    entre s las piezas que hemos sealado.

    Afrontamos as otro nivel de normatividad basado en laactuacin. De nuevo, la normatividad epistmica es un caso

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    particular en este sentido ms complejo y sutil. El conoci-miento animal es creencia apta de primer orden. El cono-cimiento reflexivo es creencia animal refrendada aptamentepor el sujeto. Ahora podemos ver que saber algo con plenoconocimientoexige que, adems de disponer de conocimien-to animal y de conocimiento reflexivo, conozcamos algo conaptitud plena. Exige, por tanto, que el acierto de nuestrascreencias de primer orden manifieste mucho ms que las

    competencias animales y de primer orden que explican consuficiente fiabilidad la correccin (verdad) de las creenciasproducidas.

    Nuestras creencias de primer orden fracasaran a estenivel si la meta-competencia relevante no las guiase adecua-damente. Dicha meta-competencia regula cuestiones talescomo, si sobre el asunto que nos concierne, deberamos for-

    mar tal o cual creencia, o si, por el contrario, tendramos quesuspender completamente el juicio. nicamente en el su-puesto de que esta meta-competencia sea realmente operati-va en la formacin de la creencia podr esta alcanzar estatu-ra epistmica. El grado de aptitud de las creencias de primerorden depende del grado de fiabilidad de la competencia deprimer orden que su xito manifiesta. Es ms, nuestrascreencias de primer orden sern tanto ms plenamente ap-tas cuanto ms fiable sea la meta-competencia que su xitotambin exhibe. Sin embargo, y en la medida en que lo quedefine al meta-conocimiento de que es suficientemente pro-bable que una creencia sea apta a nivel animal es el hecho deque la correspondiente meta-creencia manifieste en s mis-

    ma la meta-competencia relevante del sujeto, dicha meta-competencia siempre se plasma en la creencia a travs de sumanifestacin en la meta-creencia: a cierta distancia, comoquien dice.

    En cuanto actuaciones, las actuaciones plenamente aptasson, por lo general mejores que aquellas que tienen xito sinser aptas, y tambin que aquellas que, siendo aptas, no son

    plenamente aptas. El disparo apto con el que Diana mata a lapresa es mejor, por apto, que aquel cuyo acierto se deba, ms

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    que a la competencia, a la suerte. Es ms, se trata de un dis-paro mejor, ms admirable, y ms meritorio, en la medida enque dicho acierto tambin se deriva de su habilidad para ele-gir blancos y seleccionar disparos.8El disparo de Diana esms meritorio en este caso que cuando se trata de un dispa-ro donde, aunque se manifiesta la competencia correcta bajolas condiciones que demanda una actuacin acertada de pri-mer orden, lo que actualiza esa competencia es la suerte, y

    no la meta-competencia del sujeto.De nuevo, la normatividad epistmica es un caso parti-cular de este modelo. La creencia apta, el conocimientoanimal, es mejor que la creencia que cumple su objetivo,que es verdadera, sin ser apta. La creencia apta aptamentereconocida, el conocimiento reflexivo, es mejor que lamera creencia apta o simple conocimiento animal, espe-

    cialmente cuando el conocimiento reflexivo supervisa a lacreencia de primer orden de modo que esta sea apta.9

    8 Podra pensarse que uno ha de poseer cierto conocimiento decmo funciona esta facultad o habilidad para que se le pueda atribuiradecuadamente el acierto de su ejercicio. Sin embargo, existe un tipode mrito que tambin se aplica a sujetos no reflexivos, algo similar

    al mrito que atribuimos a un termostato por mantener caliente la ha-bitacin. 9 De hecho, un conocimiento reflexivo adecuado siempre guiar (oayudar a guiar) a la correspondiente creencia animal. Despus de todo,este conocimiento reflexivo es adecuado en la medida en que satisfacecondiciones de coherencia, donde coherencia no solo se refiere a lacoherencia lgica o probabilista de los respectivos contenidos de lacreencia, sino a las relaciones de mutua justificacin que hacen posibleque tal coherencia se refleje adecuadamente en los contenidos. La cohe-

    rencia vertical, entre el nivel objeto y el meta-nivel, y viceversa, es un casoparticular de coherencia como justificacin mutua, y conlleva supervi-sin de la creencia animal por parte de la meta-creencia relevante (o,con otras palabras, implica que la primera se basa en la ltima). Convienesubrayar que la meta-aptitud de una creencia, de la que hemos dicho quese trata de un factor importante en su evaluacin epistmica, exige ascen-so epistmico, es decir, nos obliga a ascender a una perspectiva lo sufi-cientemente buena en lo que concierne a la evaluacin de potencialesactitudes de primer orden entre las que ha de optar el sujeto (se trate deuna eleccin plenamente deliberada y consciente o de un procedimientomenos explcito). La coherencia entre actitudes de primer orden no es

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    En dicho supuesto, la creencia es plenamente apta, y elsujeto sabe con pleno conocimiento.

    suficiente. El sujeto ha de ascender a una posicin desde la que pueda,bien con plena deliberacin o menos explcitamente, sopesar el riesgorelevante, y optar en consecuencia. Obligatoriamente, dicho anlisis in-cluye algn tipo de estimacin de la situacin y competencia(s) del sujeto,estimacin que, a su vez, ha de realizarse adecuadamente para que elresultado sea una actuacin de primer orden plenamente meritoria.Adems, la susodicha evaluacin es epistmica: se basa en criterios epis-tmicos que determinan cul es la respuesta adecuada, creencia o absten-cin, a la situacin que se afronta.

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    CAPTULO DOS

    Agencia epistmica

    1. Actuaciones y creencias

    Algunas actuaciones tienen como objetivo consciente al-

    canzar un resultado especfico, como cuando el arquero diri-ge su disparo a un blanco. Otras tienen un objetivo en unsentido ms amplio de la expresin, como cuando decimosque la funcin de los latidos del corazn es ayudar a quecircule la sangre. Podra llamarse a las actuaciones cuyo ob-jetivo es especfico (incluso si dicho objetivo no es conscien-te), iniciativas. Dependiendo de si logran su objetivo,tales actuaciones pueden evaluarse como correctas o inco-rrectas.

    De este modo, una iniciativa dispone de un objetivo esen-cial, que le es inherente. Lo que, como resulta obvio, no quitaque no pueda perseguir algn otro objetivo, externo a la ini-ciativa. Podramos querer activar el interruptor mediante

    cierto movimiento de nuestros dedos. Con dicho movimien-to, lo que procuramos es activar el interruptor. Pero en nues-tro plan, la accin de activar el interruptor podra servir paraun fin ulterior: podra ser que nuestro objetivo fuese encen-der la luz. Al encenderla, todava podramos estar haciendoalgo ms, como alertar a un merodeador, incluso aunque estaltima accin no fuese evaluable en virtud de su grado de xi-

    to. Al fin y al cabo, porque tampoco era lo que nos propona-mos, que hayamos alertado al merodeador no es un logro.

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    Sin embargo, si en un caso as lo que pretendisemos fue-se alertar al cmplice del merodeador, cierta relacin de me-dio a fin articulara esta iniciativa con las otras: intentaramosalertar al merodeador con la presencia de la luz, encender laluz mediante la activacin del interruptor, activar el interrup-tor por medio de cierto movimiento de nuestros dedos. Esms, cuando la red de iniciativas tiene xito las acciones in-tencionales resultantes tambin se articulan entre s: alerta-

    mos (intencionadamente) al merodeadorencendiendo la luz,encendemos la luz activando el interruptor,activamos el inte-rruptorpresionndolo de cierta forma con nuestros dedos.

    Es a tales actuaciones, a las que tienen un objetivo, a lasque se aplica la estructura ADA (acierto, destreza, aptitud). Silas creencias son actuaciones de este tipo han de tener un ob-jetivo. Pero tienen necesariamente las creencias un nico

    objetivo? Podra ponerse en duda que la verdad, en particular,fuese en todos los casos su objetivo. Seguramente la verdadno es el objetivo exclusivode la creencia. Al fin y al cabo, exis-te una forma de pensar conforme a nuestros deseos cuyo pro-psito es la tranquilidad intelectualdel sujeto. Por ejemplo, sedice que sobrestimamos sistemticamente nuestros mritospersonales. Las creencias de esta clase podran buscar nues-tra satisfaccinsin tener en cuenta la verdad,de forma que enmuchos casos esta ltima no solo no fuese elobjetivo de lacreencia, sino tan siquiera unode sus objetivos.

    Tal vez la creencia se encuentre necesariamente orientadahacia la verdad. Podra tratarse esta de un objetivo intrnsecoa la creencia misma? Podra ser, con independencia de qu

    otras metas persiga el sujeto al creer. A fin de cuentas, siemprese puede evaluar una creencia conforme asu verdad (positiva-mente) o falsedad (negativamente), y, decualquier actuacinque sea positivamente evaluable en virtud de la consecucindeun determinado estatus, puede decirse, analticamente, queaspira a ese estatus. Sin embargo, cuando sealo que elnico objetivo de una creencia podra ser la tranquilidad, de

    forma que la verdad para nada fuese un valor al que aspira,lo que quiero decir es algo mucho ms sustancial.

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    La idea de que la verdad no es el objetivo de la creencia nose ajusta bien a la concepcin del conocimiento como creen-cia apta, es decir, como creencia cuyo acierto manifiesta lacompetencia del sujeto. Una creencia ilusoria puede alcanzarsu objetivo: la satisfaccin del sujeto, y, por ello, poner de ma-nifiesto la destreza del sujeto para hacerlo, sin ser verdadera.Lo que, en la medida en que implica que una creencia puedeser perfectamente apta sin ser conocimiento, parece refutar la

    epistemologa de virtudes de la estructura ADA. Afortunada-mente, no es dif cil superar este problema.Al creer, podramos o no estar tratando de alcanzar la ver-

    dad. Aquellas creencias que no lo pretendanno pueden cons-tituir conocimiento. Incluso cuando dichas creencias cum-plen aptamente sus objetivos, el que as lo hagan no lasconvierte en conocimiento. Por tanto, las creencias constitu-

    yen conocimiento nicamente cuando el sujeto procura lo-grar la verdad, lo que no siempre sucede. Podra objetarse queun escptico cuyo objetivo consciente fuese la suspensin deljuicio podra, pese a ello, saber que, al dejar la acera, se le estechando un camin encima. Cierto, pero un caso as deja desuponer un problema en cuanto consideramos que alguienpodra esforzarse a nivel consciente en lograr X cuando, deforma ms profunda e inconsciente, a lo que aspira es a locontrario. No parece tratarse de un supuesto ms inverosmilque el del individuo que, lleno de prejuicios, niega de formaconsciente y sincera tenerlos.

    Aquellas creencias cuyo nico objetivo es bien la tranqui-lidad bien cualquier otra finalidad pragmtica, no se encuen-

    tran adecuadamente guiadas por la competencia epistmicapara alcanzar la verdad. Dicha competencia tampoco ejercesu funcin con suficiente correccin epistmica en el caso deaquellas creencias donde el peso de los objetivos pragmticoses mucho mayor que el de la verdad. Podra suceder, porejemplo, que cierta creencia fuese impermeable al peso totalde las evidencias relevantes de las que dispone el sujeto. Si,

    pese a ello, la creencia fuese correcta, ese hecho no manifes-tara competencia epistmica. (Como tampoco tendra por

  • 7/25/2019 Sosa Ernest - Con Pleno Conocimiento

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    Las actuaciones con un objetivo poseen dicha estructura,estructura de acuerdo con la cual una actuacin ser acer-tada o tendr xito solo si alcanza su objetivo. Por tanto,tiene que existir algo que sea el objetivo de la actuacin. Lasactuaciones que nos interesan son, entonces, aquellas quetienen un objetivo esencial, el objetivo que identifica a unaactuacin dada como una iniciativa especfica.1

    Todo lo anterior nos lleva a sealar que cuando decimos

    que el conocimiento es creencia apta a lo que nos referimos esa una creencia de cierto tipo. nicamente aquellas creenciascuyo propsito es alcanzar la verdad cumplen los requisitos.Y tales creencias son aptas solo de modo indirecto. Su aptitudse deriva de la aptitud de la iniciativa correspondiente: de lainiciativa para alcanzar la verdad. Es a esta a la que se aplicams directamente la estructura ADA.2

    El prximo captulo tratar el problema del valor del co-nocimiento. Pero antes debemos despejar algunas dudas res-pecto alas iniciativas epistmicas y el objetivo de la creencia.

    1 Los componentes de la estructura epistmica ADA son acierto,destreza, y aptitud (es decir, acierto que manifiesta destreza). Una estruc-tura ms amplia aplicable a las iniciativas de forma ms general combina-

    ra logro (o xito), destreza y aptitud (esto es, xito que exhibe destreza).Una estructura todava ms general se aplicara a las actuaciones conindependencia de sus objetivos, o de si tienen alguno. As, una actuacinpodra ser deplorable bien por su naturaleza o por sus consecuencias, deforma que este aspecto deplorable pudiese manifestar alguna disposi-cin desafortunada del agente, por ejemplo, un vicio. En este supuesto,la actuacin sera peor que no-apta. Este aspecto deplorable sera atri-buible al agente de un modo anlogo a cmo se atribuyen las creenciasaptas al agente epistmico. Dennis Whitcomb ha desarrollado de forma

    tentativa esta generalizacin en trabajos de prxima aparicin. 2 De forma alternativa, tambin podramos introducir en este sub-conjunto actuaciones que no son iniciativas, entre ellas, creencias. Sinembargo, y dado que tales actuaciones podran tener mltiples objetivos,la estructura ADA se aplicara a ellas nicamente en relacin con un ob-jetivo concreto. En tales situaciones, el conocimiento no sera tan solo


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