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No. 5 MARZO DE 2010
POR LAS CALLES DEL RECUERDO: LA CALLE CARLOS ESTRADA
PERSONAJES TENANCINGUENSES:
GERVASIO TRINIDAD ROBLES
LOS ALTARES DE DOLORES BELLA TRADICIÓN QUE CONSERVAN LOS
TENANCINGUENSES
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3
EDITORIAL
“ANOCHE, MIENTRAS DORMÍA…”
Hace algunos días, circulando por las calles de Tenancingo,
observé la camioneta de un apicultor que, orgulloso de su oficio, puso
en la ventana trasera de su vehículo un fragmento de aquel hermoso
poema de Antonio Machado.
Me pregunté entonces cuántos de nosotros en México podemos
sentir ese orgullo y esa alegría por trabajar en algo que nos agrada,
que nos realiza y que nos brinda los recursos para llevar una
existencia digna. Sobre todo, cuántos tenemos la oportunidad de
trabajar en comunión con la naturaleza, sin perjudicar el ambiente ni
afectar negativamente nuestro entorno y el de los demás. Seguramente
que, en la actualidad, habrá poca, muy poca gente que pueda decir que
lo hace. Casi nadie trabaja en lo que le gusta, y menos todavía son
quienes gozan de un sueldo aceptable.
Para mí, ser feliz estriba, entre otras cosas, en trabajar en lo
que te gusta y que te paguen bien por ello. En México muy pocos
pueden darse ese lujo. Por si fuera poco, las oportunidades de trabajar,
aunque sea en algo que no nos guste, también son escasas.
Aunque la crisis del empleo es mundial, en nuestro país ésta
tiene características muy particulares, sobre todo porque, en teoría, los
mexicanos no deberíamos estar sufriendo ninguna crisis. No es
posible que un país como el nuestro, con tan perfecto equilibrio en
cuanto a ubicación geográfica, tamaño, demografía, etc., y tal
magnitud de riqueza natural y mineral esté ahora, a casi doscientos
años de su independencia, debatiéndose en tan deplorable situación
social y económica. Y yo creo que se debe a dos razones principales:
la ineptitud en la administración de quienes nos gobiernan y la apatía
de todos nosotros en general.
Es la mala administración de quienes nos han gobernado la que
desvaneció miserablemente nuestra riqueza petrolera, la que no ha
sabido aprovechar nuestro infinito potencial turístico y la que nunca
pudo capitalizar socialmente el poder tan absoluto de que han gozado
quienes han encabezado los gobiernos. Y es nuestra apatía la que nos
(Continúa en la página 24)
4
En las siguientes oraciones, encuentra el nombre de alguna población o lugar de Tenancingo o el Estado de México. 1.- “Pasan tan aprisa que ni tiempo me dan de saludarlos”. 2.- “Llevaba el chal más hermoso”. 3.- “Me llamo Ernesto Lucas, a sus órdenes”. 4.- “Oye, Miguel, salí tres veces y las tres olvidé comprar tus medicinas”. 5.- “Pondré una tienda de arte o tlapalería”. 6.- “Debe valer doscientos pesos”. 7.- “Carlos le va al Atlante”. 8.- “Raquel bordó un mantel precioso”. 9.- “Dedico este listón a ti con cariño”.
(Soluciones en la página 4)
La Página de Gloria Temblador
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PERSONAJES DESTACADOS
DE TENANCINGO
GERVASIO TRINIDAD ROBLES
En estos días en los que tenemos la oportunidad de admirar la
magnífica obra de los hermanos Monroy, conocida como “los lienzos
monumentales de la Cuaresma”, se encuentra muy presente entre
nosotros el talento que tenían estos pintores, dos de las mayores
glorias del arte tenancinguense. Sin embargo, Petronilo y José María
no son los únicos pintores originarios de nuestra ciudad que brillaron
durante la segunda mitad del siglo XIX. Hay otro pintor injustamente
desconocido que, como Petronilo Monroy, también tomó clases en la
ilustre Academia de San Carlos: Gervasio Trinidad Robles.
Este pintor recibió una beca por parte del Ayuntamiento de
Toluca, la cual le permitió ingresar a la mencionada academia. Es
posible que Petronilo y Gervasio se hayan encontrado en ella e incluso
que el segundo haya sido alumno de Monroy, ya que algunas de las
obras de Trinidad Robles están fechadas con el año de 1876, cuando
el gran pintor de la “Alegoría de la Constitución de 1857” ya era
maestro de San Carlos.
A pesar de que muy pocos conocen su obra, Gervasio Trinidad
Robles se incluye de manera destacada en una de las salas del Museo
José María Velasco de la ciudad de Toluca, ya que en ella se
encuentran las dos obras que, en agradecimiento por su beca, el pintor
obsequió al gobierno de esa ciudad. Estas obras son “Prometeo”
(fechada el 15 de noviembre de 1876) y “El Niño de la Cerbatana”,
Ahí se menciona que estas dos obras son las únicas de las que integran
la sala las cuales son temas originales, y no basadas en estampas
religiosas de la época, ya que en aquel tiempo era muy común, incluso
entre los grandes pintores, copiar imágenes de litografías llegadas de
Europa (los lienzos monumentales de Tenancingo están basados en su
mayoría en dichas estampas).
No obstante lo anterior, es poco lo que se conoce de este gran
pintor tenancinguense. Xavier Moyssen, en la biografía “Isidro
6
Martínez, un pintor académico desconocido”, menciona que este
pintor toluqueño recibió una beca por parte del gobernador Mariano
Rivapalacio, para estudiar en San Carlos “…y no sería él, por cierto,
el primer artista del Estado de México que llegara al notable
establecimiento; lo habían antecedido Gervasio Trinidad Robles,
Leonardo Sánchez, Felipe S. Gutiérrez, Petronilo Monroy y los
paisajistas Luis Coto y el extraordinario José María Velasco.” Si este
autor menciona a los artistas en orden cronológico, entonces el primer
pintor del Estado de México en ingresar a la Academia de San Carlos
es precisamente el tenancinguense del que aquí tratamos.
Es curioso y lo más probable es que se trate de una
coincidencia no intencional, pero el nombre de Gervasio Robles es
muy conocido, ya que así se llama el personaje apodado “El Pantera”,
héroe de un cómic de los años ochentas, obra de Daniel Muñoz
Martínez y del que Televisa ha producido recientemente una serie de
televisión. Sin embargo, si usted quiere apreciar algo de la obra de
nuestro excelente pintor, le recomendamos que visite el Museo José
María Velasco, ubicado en la calle de Lerdo, a dos cuadras del centro
de la ciudad de Toluca. Ahí están los dos cuadros mencionados.
Otorguémosle el reconocimiento que se merece éste, uno más de los
grandes talentos tenancinguenses.
RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS DE LA PÁGINA 2:
1.- “PaSAN TAN Aprisa que ni tiempo me dan de saludarlos”.
2.- “Llevaba el CHAL MAás hermoso”.
3.- “Me llamo ErnesTO LUCAs, a sus órdenes”.
4.- “Oye, Miguel, SALI TREs veces y las tres olvidé comprar tus
medicinas”.
5.- “Pondré una tienda de arTE O TLA palería”.
6.- “Debe vaLER DOscientos pesos” (Calle Lerdo de Tejada)
7.- “Carlos le va al ATLAnte” (Atlatlahuca).
8.- “RaquEL BORDO un mantel precioso”.
9.- “Dedico este lisTON A TI COn cariño”.
POR LAS CALLES DEL RECUERDO
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Colaboración del Maestro en Historia Raymundo Cruz Centeno
La Calle de Carlos Estrada
Continuando con el historial para conocer la nomenclatura de
las calles de nuestro querido Tenancingo, vamos ahora a hablar un
poco de una de las calles más viejas y angostas que convergen a
nuestro “Centro Histórico”: la calle de Carlos Estrada. El primer
nombre y el que le siguió están relacionados con la vegetación, en
otro tiempo tan abundante en nuestra ciudad.
Esta calle se llamó primeramente “Calle del Capulín”; es de
suponerse que existió ahí un árbol de esta especie, el cual le dio
nombre, aunque ignoramos desde y hasta cuándo.
En el Registro Civil hay actas de nacimiento y de defunción
que registran el nombre que posteriormente ostentó; “Calle de la
Palma”.
Cuando
nuestra ciudad
fue incendiada
por el bandolero
General Laurea-
no Valdez y
hubo necesidad
de un nuevo
trazo, dos tenan-
cinguenses que
vivían en esa
calle, don Car-
los Zepeda y
don Carlos Estrada, tomaron parte activa en esa labor. Tuvieron que
enfrentar la oposición de algunas familias que no permitieron que sus
propiedades fueran afectadas, como ocurrió con la que habitaba el
lugar donde hoy se encuentra la ferretería “Los Portales”, razón por la
que el trazo de sur a norte choca con esa propiedad, para continuar
después de la Plaza Morelos con el nombre de Lerdo.
Es posible que don Carlos Estrada haya fallecido al poco
tiempo de haber emprendido la tarea antes dicha y que en un arranque
Tianguis en la esquina de Carlos Estrada y Cinco de
Mayo, a principios del siglo pasado.
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de gratitud le hallan dado su nombre a la calle. Don Carlos era desde
antes muy querido por el pueblo pues era conocido como el médico de
los pobres ya que, sin haber tenido estudios de medicina, preparaba
tónicos, ungüentos, emplastos, pomadas y “chochitos”, entre otras
cosas que solamente él sabía cómo y con qué prepararlas, para aliviar
los males y dolencias de la gente, de quien recibía en pago maíz,
frijol, gallinas y otras especies.
Es pertinente ubicar estos hechos que ocurrieron a fines del
siglo XIX y principios del siglo XX, para no confundir a este
personaje con su homónimo, quien llegó a ocupar la presidencia
municipal, pero no guarda ningún parentesco con el del nombre de la
calle.
¡MÚSICA, MAESTRO!
El Coro de la Ciudad de
Tenancingo
Te invita a su concierto de marzo, con
ARIAS Y COROS DE ÓPERA
Y DANZAS POLOVETSIANAS de A. Borodin
Sábado 27 de Marzo de 2010
8 de la noche Auditorio Petronilo Monroy
ENTRADA LIBRE ¡NO FALTES!
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LAS DANZAS POLOVETSIANAS Las Danzas Polovetsianas o Polovtsianas es el fragmento más
conocido de la ópera El Príncipe Igor de Alexander Borodin. A
menudo se interpreta como una pieza independiente en conciertos y es
una de las obras más populares del repertorio clásico. En la ópera las
danzas son interpretadas con un coro (con una breve intervención de
Kontchak, Khan de los polovetsianos), pero las interpretaciones en
concierto a menudo omiten las partes corales y el solo de bajo. Las
danzas no incluyen la "Marcha Polovetsiana" que abre el Acto III (nº
18), pero la obertura, las danzas y la marcha de la ópera han sido
ejecutadas juntas para formar una suite de El Príncipe Igor.
Las danzas suceden en el Acto II de la ópera, cuando se
celebra un banquete preparado por el Khan de los polovtsianos.
Entran músicos y miembros del séquito. Hombres, mujeres y
jóvenes muchachas se unen en el canto y danzas; compiten uno con
otro, desaforadamente y con entusiasmo.
La primera danza, que no usa coros y a veces es omitida en los
conciertos, es el nº 8, titulada "Danza de las doncellas polovetsianas"
["Пляска половеских девушек"]: Presto, 6/8, Fa mayor; es colocado
directamente después del "Coro de las doncellas polovetsianas" que
abre el acto y es seguido por la cavatina de Konchakovna.
Como una obra orquestal de exhibición de un importante
compositor ruso del siglo XIX, esta obra causa una impresión
espectacular, es brillante e irresistiblemente bárbara al estilo del
exotismo de la música romántica. Tiene notables solos instrumentales
como los del clarinete (en el nº 8 y la danza masculina [c]) y el del
oboe y el corno inglés (en la danza femenina [b]).
Muchos de los temas del nº 17 fueron incorporados en el
musical Kismet, el más conocido de los cuales es la danza femenina
[b], adaptada para la canción "Stranger in Paradise" de George
Forrest y Robert Wright. Un remix de toda la obra (con coros) fue
incluida en DDR Extreme 2. Esto es parte del texto traducido:
“Vuela, canción, sobre las alas del viento, a la tierra donde
nacimos. Allí, donde nosotras cantábamos libremente, donde nuestra
vida fue dichosa”
Como parte de las actividades que se han organizado
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para conmemorar el Bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia de México y el Centenario del inicio de la Revolución Mexicana,
el COMITÉ MUNICIPAL DEL PRI
Te invita a la
EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA y Ciclo de Conferencias
“NUESTRAS RAÍCES” Historia de Tenancingo
Del jueves 11 al domingo 14 de marzo de 2010, en el Auditorio “Petronilo Monroy”
Jueves 11 de Marzo de 2010.
17:30 hrs. Inauguración.
17:40 hrs. Palabras de bienvenida y exposición de motivos, a cargo del Ing. Jesús Herrera Bravo, Presidente del Comité Municipal del PRI.
17:50 hrs. Presentación de la etapa histórica de la exposición, por el Lic. en Comunicación Gráfica Héctor Gordillo Camacho.
18:00 hrs. Presentación de la etapa contemporánea de la exposición, por el Lic. en Diseño Gráfico Sergio O. López Oscós.
Viernes 12 de Marzo de 2010.
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10:30 hrs. Apertura de la exposición.
11:00 y 17:00 hrs. Conferencia “Acciones durante la Guerra de In-dependencia y la Revo-lución en Tenancingo”, por el L. C. G. Héctor Gordillo Camacho. 12:00 y 18:00 hrs. Conferencia “Imágenes de la Sociedad Tenancin-guense a principios del siglo XX y el trabajo foto-gráfico de don Antonio Oscós”, por el L. D. G. Sergio O. López Oscós.
20:00 hrs. Cierre de la exposición.
Sábado 13 de Marzo de 2010.
Horario de la exposición: de 16:00 a 20:00 hrs. Domingo 14 de Marzo de 2010.
Horario de la exposición: De 11:00 a 18:00 hrs.
Tenancingo, Méx., Marzo de 2010.
LOS ALTARES DE DOLORES
Fotografía: Visita de Gustavo A. Madero, hermano del Presidente de México Francisco I.
Madero, al Santo Desierto del Carmen, en 1912.
En la foto: Don Epigmenio de la Piedra, quien llevó al Virrey la copia del Plan de Iguala, en donde se proclamaba la inde- pendencia de Méxi- co, y posteriormen- te fue Párroco de Tenancingo.
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Una hermosa tradición
que los tenancinguenses conservan
El próximo 27 de marzo, como preámbulo a la “Semana
Mayor” o Semana Santa, en muchos
lugares del mundo y en especial de
la República Mexicana se
acostumbra conmemorar a la
Virgen de los Dolores, recordando
los sufrimientos que pasó la Madre
de Jesucristo al pie de la cruz,
cuando su hijo fue crucificado.
Para quienes en Tenancingo
acostumbramos elaborar el
tradicional “Altar de Dolores”, es
tiempo justo para sembrar la semilla
de alpiste, trigo y otros granos, para
adornar el altar con estas plantas
que se protegen de la luz del sol
para que crezcan amarillas, como marca la tradición. En seguida se
ofrece, como cada año, una semblanza del origen de la tradición y del
simbolismo de cada elemento que conforma el altar.
I.- ORÍGENES DE LOS ALTARES.
Entre las manifestaciones culturales más significativas de una
socie-dad se encuentran las diversas formas de expresión religiosa, a
través de las cuales los miembros de un grupo humano interpretan el
mundo y lo transforman.
Esta acción transformadora del hombre se hace patente en
ciertos acontecimientos que modifican el entorno de una manera
sorprendente y efímera, como son las peregrinaciones, las procesiones
y otros actos vinculados a las celebraciones religiosas. Para estas
ceremonias se construyen arcos, tapetes de flores o aserrín, enramadas
y altares, que dan un carácter sagrado o festivo a los espacios
habitualmente dedicados a las actividades de la vida cotidiana, como
pueden ser los terrenos de cultivo, los ríos y manantiales, los caminos,
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las calles y plazas de las poblaciones y, dentro de las viviendas, los
patios y las habitaciones, además de algunos lugares como talleres,
fábricas y otros espacios dedicados normalmente al trabajo. Un
ejemplo de estas transformaciones se da en Tenancingo con la
instalación de los Altares de Dolores.
La tradición de celebrar el Viernes de Dolores según el sentido
litúrgico data aproximadamente de 1413, fecha en que se decide
consagrar en la ciudad de Colonia, Alemania, el cuarto viernes de la
Cuaresma a los dolores de la Virgen, determinado esto por el concilio
provincial que se celebró en esa ciudad ese año. En España se inició
pocos años después, y de ahí fue trasladado a México.
En nuestro país la introducción de esta costumbre se debió a
fray Bartolomé de Olmedo, quien erigió el primer altar de Dolores en
San Juan de Ulúa, en 1519. Poco a poco se fue arraigando en la
religiosidad de la sociedad novohispana, en la que eran frecuentes las
demostraciones de piedad entre los criollos de familias acaudaladas,
quienes afirmaban su identidad a través de sus actos que adquirieron
mayor popularidad entre los siglos XVII y XVIII.
Beatriz Cervantes Jáuregui y Ana María Crespo relatan la
importancia que tenía esta celebración en San Miguel de Allende
dentro del ciclo de fiestas religiosas de esa ciudad, en la que la
industria textil tuvo gran importancia y donde la Virgen de los
Dolores fue adoptada como patrona de los cambayeros y reboceros.
El espíritu religioso y luctuoso de esta fecha, al adaptarse en
México, cambia por los toques diferentes que se muestran en los
altares que se ofrecen ese día a la Virgen de los Dolores.
II.- PREPARATIVOS.
Don Antonio García Cubas refiere en “El Libro de mis
Recuerdos” que “dos o tres semanas antes del sexto viernes de
cuaresma, que fue consagrado a la Virgen, como un recuerdo a sus
dolores, por resolución del sínodo (antes mencionado), hacíanse los
preparativos para los famosos altares que en tal día se levantaban”.
Esos altares a los que se refiere el autor son el centro de una
tradición que compendiaba una serie de cualidades del alma de
nuestro pueblo, en derredor de la Virgen María a quien se representa
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traspasada por siete puñales, o sea los siete dolores que sufrió desde el
nacimiento de Jesús hasta su pasión, muerte y sepultura.
En la capital y en la provincia cobraron celebridad los altares
de Dolores porque han sido la ocasión para obsequiar “lágrimas de la
Virgen” a quienes visitaban los hogares donde se levantaban estas
ofrendas. Con agua de chía y limón, así como de otros sabores, los
feligreses reflexionaban sobre las angustias de la Virgen y, a la vez,
bebían las “lágrimas” en forma de bebidas refrescantes obsequiadas
por los anfitriones donde se guardaba la edificante tradición.
Los preparativos de Viernes de Dolores, según las narraciones
de García Cubas, consistían en “embadurnar de agua recargada de
chía jarros, comales, cantaritos, ladrillos, pinos y otros objetos de
barro muy porosos, de diversos tamaños y variadas formas, cuidando
de echarles agua diariamente; en sembrar en platos y macetillas trigo,
cebada, lenteja, cebada, alegría y otras semillas, preservando unos
sembrados fuera del contacto del aire, a fin de obtener las plantas
amarillas y dejando libres otros para que éstos se desarrollasen y
adquiriesen su verdor; y por último, en echar un ojo a muebles,
trastos, lienzos y otros objetos útiles y necesarios para la
improvisación y adornos de los referidos altares.
El montaje del altar se prepara
la víspera y deberá simular el calvario.
Se hace colocando un fondo de
cortinas de tela, las que se ponen
generalmente de color morado y
blanco, para así recordar la pureza de
la Virgen María y al mismo tiempo el
dolor que ella sintiera de ver a su hijo
clavado en la cruz. Esto se logra con
papel corrugado pintado de color acre,
simulando el monte y en la parte
central se colocará un crucifijo y al pie
del mismo, la imagen de la Virgen
María en su advocación de los
dolores, lo cual permite recordar esta
parte de la pasión de Cristo. En las
mesas donde se coloque el altar se
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utilizan manteles blancos, recordando siempre la pureza de la Virgen.
Los cronistas de fines del siglo XIX, como Guillermo Prieto,
narran el singular espectáculo de las vendedoras de agua de chía. Se
trataba de atractivas jóvenes, en su mayoría vestidas de chinas
poblanas que lucían sus gracias y ofrecían al público su mercancía en
una jícara y frente a un puesto adornado con pequeños cántaros y
flores dentro de los cuales sobresalían las amapolas adquiridas en los
muelles de Xochimilco.
Por otra parte, para las aguas frescas en el seno familiar, en
relación a la puesta del Altar de Dolores, su confección variaba de
acuerdo a las posibilidades económicas de cada quien.
Al seguir en su narración a García Cubas, nos encontramos
que en la mayoría de los casos, las sustancias para teñir el agua eran:
para las coloradas, los pétalos de la amapola; para las tornasoladas, los
mismos con una piedrecita de alumbre; para las moradas, la grana o
cochinilla que se transformaba en roja por medio del mismo alumbre;
para las carmesíes, el palo de Campeche; para las púrpuras con vivos
de fuego, los pétalos de la flor de Jamaica, o bien el carmín púrpura
disuelto con una dosis adecuada de amoníaco; para las azules, el
sulfato de cobre con unas gotas de ácido clorhídrico; para las
amarillas, solución acidulada de cromato amarillo, con adición de
carbonato de potasa.
Detrás de frascos y botellones se colocaban lamparitas de
aceite que al ser encendidas hacían brillar vivamente las aguas de
colores que dichos recipientes contenían. En la noche, la luminosidad
era sorprendente y los destellos de diversos colores configuraban un
ascua de sorprendente policromía que en verdad eran “un milagro
óptico”.
III.- ELEMENTOS DEL ALTAR Y SU SIGNIFICADO.
Los Altares de Dolores conllevan un profundo simbolismo
religioso que tiene por objeto honrar a la Virgen María y acompañarla
en sus sufrimientos causados por la muerte de Cristo.
Los altares siguen un patrón previamente establecido y llevan
varios elementos que no pueden faltar por la importancia de su
significado en este ritual. En primer lugar, el altar debe ser una
evocación del calvario y, como en la antigüedad, lo más importante es
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la imagen de la Virgen María: La Dolorosa, colocada sobre la última
grada, en la parte superior del altar. Esta imagen siempre se representa
con un corazón en el pecho, con uno o siete puñales clavados, los
cuales representan los siete dolores de la madre de Jesús. Estos
dolores fueron, de acuerdo a la tradición cristiana, el sufrimiento que
le causaron las palabras del profeta Simeón al anunciarle la pasión de
Cristo, cuando el pequeño fue presentado en el templo; la huída a
Egipto para escapar de la
persecución y muerte de
los inocentes decretada por
Herodes al enterarse del
nacimiento del Mesías; la
aflicción que sintieron José
y María al perder a Jesús
en el templo cuando
visitaron Jerusalén; el
encuentro de Jesús y María
en el camino al calvario,
cuando él llevaba la cruz a
cuestas; la crucifixión y
muerte de Cristo; el volver
a ver el cuerpo de su hijo
lleno de heridas cuando lo
bajaron de la cruz y, por
último, el entierro de Jesús.
Los altares
mexicanos, llenos de velas,
flores y papel de colores,
parece más una muestra de
alegría que de tristeza. Se le agregaron algunos elementos
francamente prehispánicos que terminaron por hacer de él algo único
en su gracia barroco-mexicana.
En algunos casos, la mesa en la que se coloca el altar se cubre
totalmente con flores de manzanilla. Sus colores nos indican, con el
verde, la humildad que la Virgen vivió; el amarillo del centro recuerda
la belleza del alma y del cuerpo, y el blanco como siempre, la pureza.
17
Sobre la mesa y en todo el altar se colocan naranjas agrias, a
las que se le clavan banderitas de color dorado. La naranja significa la
amargura que sintió la Santísima Virgen al ver clavado a su hijo en la
cruz, y el color dorado de las banderas significa la alegría de la
resurrección.
En el piso frecuentemente se riega hinojo, que nos recuerda
que Jesús fue abandonado por aquellos que le juraron fidelidad y
prometieron que no lo abandonarían. En este sentido, también se
incluye a veces un gallo, que representa aquel que cantó cuando San
Pedro negó conocer a Jesucristo.
Las velas encendidas simbolizan el camino de Jesús, quien
dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esta luz provoca
reflejos en el papel dorado, y el calor que se eleva hace que se muevan
los festones de papel picado que también son frecuentemente
incluidos en los altares mexicanos. Todo esto genera un sentimiento
de alegría por la resurrección del tercer día.
Es también frecuente incluir elementos propios de la pasión de
Cristo, tales como los clavos, la cruz, la corona de espinas, etc.
Las familias que cuentan con más recursos mandan bordar en
los manteles blancos dos pescados y un cesto con cinco panes en color
oro y plateado, que representan el milagro que hiciera Jesucristo al dar
de comer a más de cinco mil gentes, milagro que se conoce como “la
multiplicación de los panes”. Este mismo significado tienen los
“sembrados”, de los que ya se habló anteriormente, y que consisten en
botes pequeños o recipientes de diferentes formas en donde se hacen
germinar con anticipación semillas de trigo, chía, cebada o alpiste,
protegiéndoles de la luz para que adquieran un color amarillo.
El sentimiento popular ha brindado a los altares mexicanos un
enriquecimiento tal, que en ellos a veces se colocan esferas gigantes
de vidrio azogado para darle profusión a la luz, flores moradas y
blancas, comales de barro sembrados de chía, dibujando en ellos el
símbolo de la pasión de Cristo y un tapete generalmente cubierto de
salvado, café molido, granos y semillas, pétalos de flores, etc.
El agua de colores, como ya se dijo, representa las lágrimas de
la Virgen, de tal suerte que en algunos casos al no hacerles el
ofrecimiento del agua a los visitantes, éstos preguntan: “¿Aquí no
lloró la Virgen?”. Cuando hay la posibilidad de ofrecer siete colores
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de agua, cada uno de éstos representa, así mismo, cada uno de los
siete dolores.
Profundizar, como en el presente caso, en las costumbres y las
tradiciones del pueblo mexicano es función esencial de toda crónica,
en la medida que es indispensable que la investigación histórica nos
informe de nuestro pasado, para entender el presente y proyectar el
futuro. El Viernes de Dolores nos viene a mostrar la profundidad
espiritual del pueblo mexicano y sus valores artísticos manifestados
no únicamente en la confección de los altares en los que se desborda
la creatividad heredada de nuestros ancestros, sino también en la gente
que pasa gran parte de la tarde y de la noche en ese viernes sexto de
cuaresma admirando en compañía de sus familiares esta muestra de
arte y fervor popular.
IV.- LA IMAGEN DE LA DOLOROSA DE TENANCINGO.
De entre las muchas y muy valiosas imágenes que se encuentran en
los templos de Tenancingo, ninguna es tan admirada ni tan venerada
como la imagen de la Virgen de los Dolores que se encuentra en el
templo del Calvario, al pie del cerro
que cobija a esta población.
Es tal el fervor que se le
tiene a esta imagen, que muchas
familias tienen una reproducción fiel
de ella, o alguna otra representación
de la Virgen de los Dolores en sus
propias casas y cada año, en el
viernes que antecede a la Semana
Santa, la colocan en lugar
preponderante, al centro del altar
que dedican ese día a honrar los
dolores de la Madre de Dios.
La instalación de este altar se
ha convertido en una tradición en la
que impera el cuidado, el cariño y la
dedicación de quienes lo colocan, no
sólo como objeto de regocijo y devoción propias, sino para
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admiración de la gran cantidad de público que la noche del Viernes de
Dolores acostumbra recorrer la ciudad, disfrutando del arte que cada
uno de estos altares encierra.
Pero, ¿Cómo llegó la imagen de la Virgen de los Dolores a
Tenancingo?
“No existen datos ni documentos plenamente compro-bados,
los cuales acaso se perdieron en el incendio de la casa cural ocurrido a
mediados del siglo XIX, cuando hordas revolucionarias pusieron
fuego a la mitad de la población.
Se sabe, entonces, por tradición, que a principios del siglo
XVI, en el pequeño conjunto de casas que hoy es la ciudad de
Tenancingo, y en el lugar que hoy ocupa el Templo del Calvario,
venía a instalarse diariamente una humilde mujer con el objeto de
vender comida a los transeúntes, ya que por aquí atravesaba el camino
que conducía de los minerales de Taxco y Zacualpan a la capital del
reino de la Nueva España.
Pasó un día un hombre de aspecto humilde, jinete en un mal
caballo, que entre otras cosas traía un gran rollo cubierto con una
funda de tosco lienzo cerrado a costura, lo que impedía ver el
contenido. Después de descansar y tomar alimento aquel hombre, al
disponerse a continuar su marcha, fuere porque aquel bulto, por sus
dimensiones, le era demasiado molesto, bien por aligerar en algo la
carga a su cansada cabalgadura, resolvió dejar en guarda dicho bulto
para recogerlo a su regreso.
Pasaron los días, en los que además de sus pertenencias, la
mujer tenía que cargar con el bulto para entregarlo a su dueño si
regresaba, lo que nunca llegó a suceder.
Cuando por fin ella se convenció de que la persona no
volvería, resolvió abrir el bulto y con gran sorpresa pudo ver que lo
que por tanto tiempo había guardado era una exquisita pintura que
representaba a la Virgen María, sentada al pie de la cruz.
La mujer estaba tan impresionada que resolvió trasladar su
vivienda a ese lugar, en el que construyó también una humilde choza
de tejamanil, en donde colocó la imagen, quedando ésta a la vista de
los que pasaban. Bien pronto llamó la atención, excitando la
veneración de cuantos la contemplaban, al grado de que ningún
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caminante pasaba sin detenerse a orar ante la Santa Imagen y
depositar una limosna, cera o flores.
Con el fondo reunido de aquellas limosnas y el piadoso
concurso de algunas familias avecindadas ya en el lugar, pudo
fabricarse una pequeña capilla de adobe.
El culto a la imagen de la Virgen crecía con los años, haciendo
ya insuficiente la pequeña capilla, por lo que a mediados del siglo
XVII se comenzó la construcción de una obra monumental, cuyas
amplias dimensiones permitieron conservar en su interior la antigua
capilla hasta terminar la obra, lo que sucedió en Noviembre de 1813,
quedando entonces un magnífico templo de estilo neoclásico, el cual
luce en nuestros días portentosas obras del pintor tenancinguense Don
Petronilo Monroy, quien en cierta época fuera maestro en la
Academia de San Carlos, de la Ciudad de México”.
(Tomado de la Revista “El Tiempo Ilustrado”. Artículo escrito por
Juan Herrera y Cairo. 17 de Marzo de 1907).
EDITORIAL
“ANOCHE, MIENTRAS DORMÍA…”. (Continuación de la página 1)
impide organizarnos, contrarrestar esa ineptitud, combatir la
corrupción y educar bien a nuestros hijos para evitar la delincuencia.
Ante un panorama así, difícilmente se puede trabajar en busca del
progreso y el bienestar económico.
Sólo en México pudo acuñarse un término tan demagógico
como el que se le adjudica al actual Presidente de la República: “El
Presidente del Empleo”. Y no porque se hayan cumplido o no sus
promesas, sino porque nunca, en ningún tiempo o lugar, el crear
empleos debería ser responsabilidad de un gobierno. Como
administradores que son, los gobernantes deben generar las
condiciones que hagan posible el surgimiento y desarrollo de
empresas y fuentes de trabajo, no ser una agencia de colocaciones.
Esta actitud equivocada es la que ha convertido a los gobiernos
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municipales en gigantescos aparatos burocráticos que, insaciables,
devoran con su nómina la mayor parte de los recursos públicos. Así
también ha provocado, con el exceso de concesiones otorgadas con
fines políticos a comerciantes informales y al transporte público, entre
otros rubros, una excesiva evasión fiscal y una gran desmotivación en
la iniciativa privada, así como una tremenda desorganización vial y
una gran contaminación.
Alguien dijo que el ambulantaje es lo único que nos ha salvado
del estallido de otra revolución social violenta. No está lejos de la
realidad: quien no tiene trabajo y aun quien lo tiene, pero se encuentra
agobiado por las cargas fiscales y la inflación, encuentra la solución
en poner un puesto callejero. Y así, los números del gobierno federal
indican que el empleo aumentó aún más que los niveles esperados en
los meses de diciembre y enero pasados. Claro está que aumentó: la
mitad de los mexicanos estaba subempleada vendiendo baratijas de
temporada a la otra mitad.
La economía informal propiciada por la ineptitud
administrativa ha provocado que casi desaparezca de México la
producción interna; nos hemos convertido en simples consumidores y
hemos dejado de producir casi todo. Si antes no éramos más que
maquiladores, ahora se ve más lejos que nunca la posibilidad de que
produzcamos bienes de capital. Las medidas populistas, retrógradas y
anacrónicas hacen que recibamos con avidez bienes y servicios de
baja calidad, venidos de países que hasta hace poco tiempo eran,
económicamente, muy inferiores a nosotros. Este cambio en la visión
equivocada del papel gubernamental en la economía de un país lo
entendieron hace diez o quince años Corea e Indonesia, y lo han
entendido ahora China, Brasil y la India. ¿Cuándo lo entenderemos
nosotros?
A nivel municipal, todavía está por verse el caso de un
presidente que invierta recursos en crear infraestructura que permita
instalar fábricas y otras fuentes de empleo, en lugar de salpicar aquí y
allá con obras inconclusas, como guarniciones sin banquetas, que
solamente fomentan el crecimiento descontrolado e indiscriminado de
la mancha urbana, la cual ya ha afectado nuestros bosques y ha
exterminado nuestra fauna silvestre.
22
Mientras esperamos que mejore la situación, a quienes
mantenemos un negocio propio, pagamos impuestos, luz, agua, etc., y
enfrentamos a diario la posibilidad de cerrar definitivamente, todavía
nos queda el recurso de soñar mientras dormimos. Y el de disfrutar el
poema de Machado:
Anoche, mientras dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Dí, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?
Anoche, mientras dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón,
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanda cera y dulce miel.
Anoche, mientras dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche, mientras dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
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