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López y Ramírez 1
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y ADMINISTRATIVAS
ESCUELA DE PERIODISMO
LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL PERIODISMO EN CHILE: UNA
MIRADA A LA CREACIÓN DE LA PRIMERA ESCUELA DE PERIODISMO
EN EL PAÍS
IVANNA LÓPEZ MANCILLA
ANÍBAL RAMÍREZ SEPÚLVEDA
PROFESOR GUÍA: RODRIGO ARAYA
VALPARAÍSO, JULIO 2012
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INFORME DE TESINA
Alumnos: Ivanna López Mancilla Aníbal Ramírez Sepúlveda Título de la Tesina: La institucionalización del periodismo en Chile: una mirada a
la creación de la primera Escuela de Periodismo en el país.
Profesora Guía: Rodrigo Araya C.
Profesor Informante: Rodrigo Araya C.
Fecha del Informe: 08 de Agosto de 2012.
Tras haber acompañado el proceso de confección de esta tesina, y
haber leído detenidamente su informe, me he formulado la convicción que el trabajo
de Ivanna y Aníbal posee los merecimientos para que sus autores obtengan la
Licenciatura en Comunicación Social.
Ello, tomando en consideración que durante el tiempo que les tomó
elaborar esta tesina, no sólo han demostrado la capacidad necesaria para realizar un
trabajo académico como éste, sino también para compatibilizar la parte última de su
tesina con ocupaciones laborales muy exigentes. Y ello les ha permitido llegar a
resultados que estimo de gran relevancia.
Dicho esto, paso ahora a informar mi evaluación de esta tesina, de
acuerdo a los indicadores que la normativa de la Escuela me pide considerar:
1. El trabajo cuenta con una redacción que facilita su lectura, además de contar con una presentación que responde a una secuencia lógica propia de un informe de estas características.
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2. El problema abordado representa un aporte para la investigación sobre el periodismo, toda vez que se hace preguntas que permiten identificar el modo en que la profesión ha sido pensada. Esto alcanza un valor especial, toda vez que, como se dice en el mismo texto, el periodismo se define como profesión en tanto ideología (p. 37), lo que permite aquilatar la influencia que el concepto predominante de la profesión adquiere sobre la práctica, en tanto actúa como su constituyente. Así dicho, la dimensión ideológica del periodismo no radicaría exclusivamente en los contenidos que difunde y las cosmovisiones presentes en ellos, sino también en el modo en que se entiende su función social, esto es, cómo se le define.
3. El marco teórico permite comprender el problema de investigación y los principales conceptos que lo construyen, como también percibir el ángulo de mirada de los investigadores. Dada la amplitud del problema, y la variedad de conceptos presentes (periodismo, ideología, universidad, profesión, modernidad, entre los principales), la mayor interrogante que me surge de la lectura del marco teórico, tiene que ver con su profundidad. Capítulos como el destinado al significado de la universidad, por ejemplo, pueden parecer exiguos, en tanto no permiten una discusión plena de lo que Ivanna y Aníbal desean plantear. Sin embargo, me parece que lo que ellos presentan es adecuado para una tesina de licenciatura.
4. El diseño metodológico me parece una fortaleza del trabajo. Combinan la búsqueda de documentación con las entrevistas a actores, cuestión que fortalece el resultado al que llegan. Además, las opciones metodológicas están adecuadamente justificadas.
5. La información levantada durante la investigación, ha sido debidamente analizada por los investigadores. Además, en el informe dan cuenta del modo en que esto fue realizado. El método de análisis empleado resulta coherente con el objetivo de la investigación, toda vez que les interesa identificar el concepto de periodismo y periodista presente en la institucionalización de la profesión en Chile (p. 41). Se trata, en consecuencia, se identificar un modo de pensar, para lo cual la opción hermenéutica (aunque ellos no la identifican así, sino como interpretativa -p. 52-) me parece apropiada, toda vez que permite comprender la mentalidad como aquello que permite identificar el concepto que actúa como constituyente (p. 38) del periodismo. Todo esto conduce el trabajo hacia lo que me parece más interesante de su resultado: analizar la dimensión ideológica que permite pensar al periodismo, por lo que la crítica a la que esta investigación somete a la profesión, resulta especialmente novedosa. Su aporte no radica en identificar aspectos nuevos en la crítica al periodismo. De hecho, varios de los que mencionan, han sido recogidos tanto en trabajos académicos como en conversaciones cotidianas de quienes practican o comentan la profesión: el concepto de noticia, la pretensión de objetividad, la uniformidad de textos, por mencionar algunos. Su aporte lo ubico en el modo en que el análisis y las conclusiones permiten
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identificar aquello que articula y da coherencia al discurso constituyente del periodismo, y que por lo tanto recoge una serie de críticas ya conocidas, para darles un nuevo cuerpo.
6. En definitiva se trata de una investigación que da cuenta de una alta coherencia entre sus distintos componentes, y que por tanto permiten a sus autores cumplir los objetivos propuestos.
En consecuencia, como profesor guía, recomiendo que esta tesina sea
aprobada, y por lo tanto, sus autores obtengan la licenciatura en comunicación
social.
Dado lo ya expuesto, califico esta tesina del siguiente modo:
Redacción del seminario: 7.0
Problematización: 7.0
Marco Teórico: 7.0
Metodología: 7.0
Análisis e interpretación de los resultados: 7.0
Coherencia General: 7.0
En consecuencia, califico la tesina de Ivanna y Aníbal con la nota
máxima: 7,0 (siete).
Rodrigo Araya C.
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Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
Escuela de Periodismo
Informe Tesina
“La institucionalización del periodismo en Chile: Una mirada a la creación de
la primera escuela de Periodismo en el país”
Alumna y alumno que optan al grado en Comunicación Social
Ivanna López y Aníbal Ramírez
Profesor Guía: Rodrigo Araya
Profesor Informante: Claudio Elórtegui Gómez
Escritura Seminario/Tesina
Presenta una redacción pulcra, clara y respeta las normas gramaticales y las formalidades
que se exigen para un texto de esta naturaleza. Cita las fuentes adecuadamente, titula de
manera ordenada y utiliza un lenguaje adecuado, ameno y que invita a la lectura. Sólo
existen errores tipográficos menores en la página 7 y 30 (puzle y trasparencia,
respectivamente).
Nota: 6,8
Ponderación: 0,68 (10%)
Problematización
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La problematización se sustenta en una pregunta de investigación que ingresa a una
dimensión de gran trascendencia pero escasamente explorada en el país. Su formulación es
pertinente, adecuada y limita correctamente el margen de movimiento en el que actuará el
esfuerzo académico de los estudiantes.
En este sentido, el objetivo general logra ser situado en espacios de mayor conjetura por
intermedio de los alcances que se vislumbran en los objetivos específicos. No obstante, es
cuestionable que en la fundamentación previa se señale de forma tan concluyente que "hoy
en Chile las noticias se presentan como hechos objetivos, en donde quien escribe no es más
que un intermediario entre la fuente y el lector". Proyectos periodísticos de mayor
involucramiento en la forma y contenido que el periodista le puede dar a esos hechos, como
Radio ADN, Biobío, La Red, El Ciudadano, The Clinic, entre otros, tienden a relativizar este
aspecto.
Nota: 6,6
Ponderación: 0,99 (15%)
Marco Teórico Muy bien presentado, sintetizado, hilvanado y escogido. Incorpora una serie de autores que
combinan y equilibran la mirada contemporánea con otros aportes que provienen de una
verdadera recomposición histórica que buscaron y lograron los estudiantes. Se constituyen
en textos de gran valor por su condición fundacional, referentes necesarios e imprescindibles
para comprender el origen del periodismo en nuestro país, así como su mirada con la
modernidad, el rol universitario y su incorporación en la construcción del Estado-nación.
También se vincula un diálogo teórico y conceptual con el contexto continental e
internacional que es aún más meritorio.
Nota: 7,0
Ponderación: 0,7 (10%)
Metodología La metodología destaca en varios aspectos. No sólo en los instrumentos y el orden para establecer las prioridades operativas de la investigación, sino sobre todo por un intenso
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trabajo de campo que determina una muestra de inmenso valor testimonial e histórico para el periodismo nacional. Si bien pueden existir ciertos reparos en la forma de síntesis que se emplea para el traspaso de la información desde las matrices, la empatía y el esfuerzo de los investigadores para atesorar, escuchar y recomponer los relatos de los entrevistados brinda la posibilidad de construir un momento necesario y fundamental para las generaciones actuales y futuras de la profesión, así como para el resto de las escuelas de periodismo en Chile. Nota: 7,0 Ponderación: 1,4 (20%)
Análisis e Interpretación de Resultados
Los resultados interpretan y analizan de manera óptima la reporterística de aquellos años,
aunque no llegan a un nivel tan complejo para la esfera más global de institucionalización
emergente de la escuela de periodismo de la Universidad de Chile. No obstante, los hallazgos
son meritorios pues conjugan los testimonios de los entrevistados con el análisis y reflexión
de los investigadores, reafirmando además en las conclusiones un diálogo con la experiencia
recabada en textos de la época y las investigaciones del profesor Rodrigo Araya. Junto con
ello, los estudiantes entregan antecedentes de valor referidos a las categorías establecidas
en el diseño metodológico.
Nota: 6,5
Ponderación: 1,625 (25%)
Coherencia General
La tesis está estructurada en base a la coherencia de sus partes integradas y evidencia una
argumentación que se fundó en la observación, la reflexión y la integración de contenidos
teóricos y testimonios rescatados gracias a una metodología flexible y que no olvidó la
naturaleza social en la que estaba inserta.
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Hubo una permanente rigurosidad en cada aspecto señalado en el análisis. El aporte de este
trabajo no radica exclusivamente en enriquecer la investigación de una unidad académica (lo
que ya es bastante), sino también en develar un campo imprescindible para entender lo que
somos como periodistas.
Nota: 7,0
Ponderación: 1,4 (20%)
NOTA FINAL: 6,8 (seis coma ocho)
PONDERACIÓN: 100%
Dr. Claudio Elórtegui Gómez
Curauma, septiembre de 2012
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Informe de Tesina
“La institucionalización del periodismo en Chile: Una mirada a la creación de la primera Escuela de
Periodismo en el país”
Alumnos: Ivanna López Mancilla y Aníbal Ramírez Sepúlveda
Profesor Guía: Rodrigo Araya Campos ………………………….……………………………………………………….
1.- Escritura: La redacción es clara, fluida y con la virtud de tratar de este modo temas de cierta
densidad y profundidad en el ámbito filosófico. Nota: 7.0
2.- Problematización: El problema está convenientemente circunscrito, acotado y nítido en su
formulación, por lo que, de inmediato, fija un derrotero investigativo. Una adecuada
contextualización también ayuda a situar la pregunta de investigación y determinar tanto sus
alcances, como también su ámbito de acción: 7.0
3.- Marco Teórico: La contextualización mencionada, hecha sobre la base de la Ilustración, el discurso
de la Modernidad, las costumbres, usos y prácticas periodísticas, así como el contexto histórico
nacional y mundial de desarrollo del Periodismo a través del Siglo XIX y, principalmente de su
profesionalización en el Siglo XX, ayudan a comprender el fenómeno y a vislumbrar algunas de las
razones para hacer del Periodismo una profesión universitaria en el país. Este es un punto muy
logrado y acabado, que permite entender y proyectar el conjunto de la investigación, sus hallazgos y
conclusiones. Sin embargo, a pesar de esto y si bien se desarrolla y describe la Reporterística, como el
modo práctico de ejercer veladamente una ideología funcional al sistema capitalista y liberal
dominante, no se explicita convenientemente su vinculación teórica con el paradigma positivista ni
con los planteamientos que sostienen que es posible determinar en cada acontecimiento elementos
estructurales inamovibles que forman parte del “esqueleto” de la noticia y cuyo rescate y
comunicación es el fin del denominado periodismo informativo. Ciertamente, dicho “esqueleto” va
acompañado por una retórica particular, una interpretación y quizás también una explicación
intrínseca, lo que permitiría –a pesar de todo- continuar con la noción de objetividad bajo los
parámetros de la ponderación, el equilibrio e incluso la neutralidad. Dicha versión positivista no es
analizada y, de alguna manera, este paradigma es criticado y descartado de plano, supuestamente
por considerarlo primario e insuficiente teórica y científicamente. Nota: 6.5
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4.- Metodología: La metodología utilizada para tratar de dar respuesta a la pregunta de investigación
resulta pertinente. Está adecuadamente justificada; es factible y clara en sus opciones. De hecho,
conduce al objetivo general y los objetivos específicos propuestos. Nota: 7.0
5.- Análisis e Interpretación de los Resultados: En este punto, una falencia práctica y procedimental,
objeta la presentación y sustentabilidad expositiva de la investigación, ya que tanto en el documento
en papel, así como en la versión digital de la tesina, no se acompañan las evidencias del análisis
textual hecho por los alumnos, fuera de enunciar y describir someramente el método de recolección
y procesamiento de la información procedente de los documentos analizados. Tampoco aparece una
relación de dichos documentos, tanto de los consultados en la Biblioteca Nacional, como de aquellos
aportados por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, excepto por ciertas menciones en
la Bibliografía, que se puede deducir constituyen algunas de esas fuentes, deducción, sin embargo,
que carece de plena certeza. En varias oportunidades aparecen citados ejemplares y medios de
comunicación, pero no se aportan las evidencias pertinentes. Tales antecedentes son necesarios para
evaluar la aplicación de la metodología, lo que deja librado el juicio crítico del lector sólo a la
confianza en los investigadores. Tampoco hay constancia acerca del cruce informativo con las
entrevistas a los periodistas de las primarias generaciones. Habría sido interesante conocer las tablas
con el vaciado de datos y las evidencias textuales respectivas. En un planteamiento como éste, donde
se critica justamente el positivismo, no cabe incurrir justamente en la ausencia de aquellos elementos
empíricos que debieran dar sustentabilidad a hallazgos y conclusiones. Se valora, eso si, la
presentación argumentada y con coherencia discursiva, que no sólo facilita la lectura, sino que
también la hace comprensiva. Nota: 4.5
6.- Coherencia General: La investigación resulta muy interesante para ir construyendo parte de la
historia y sentido del periodismo nacional durante el Siglo XX y de ese modo entender el momento en
que nos encontramos y atisbar algunas de sus proyecciones. En este sentido, la investigación es muy
ilustrativa; sitúa adecuadamente el objeto de estudio y logra darle respuesta no sólo con hallazgos
específicos, sino que también con un contexto interpretativo. Excepto por la salvedad – no menor-
del punto anterior. Sin embargo y en referencia a la conclusión mayor –aquella de que el Periodismo
termina transformándose en Ideología-, ésta requiere de un mayor desarrollo y fundamentación,
toda vez que puede resultar discutible y cuestionable por la magnitud y diversidad del concepto. Más
aún, cuando su formulación tiende a aparecer como tautológica, pues se la enuncia en el marco
teórico y luego se la confirma somera y rápidamente en los resultados, sin precisar claramente como
ella emana o es posible de ser comprendida y justificada como tal. No obstante, las precisiones y
puntualizaciones de los capítulos referidos al Periodismo y el Periodismo de la época; al Periodismo
como relato de la Modernidad y si el periodista nace o se hace, constituyen aportes valiosos para
englobar y entender la labor periodística en asociación con el modelo de nación, de sociedad y de
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relaciones sociales y de poder que han implicado y siguen implicando las comunicaciones masivas.
Todo esto nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y a la función social del Periodismo. Nota: 6.5
Porcentaje Nota Ponderación
Escritura 0.10% 7,0 0,70
Problematización 0.15% 7,0 1,05
Marco Teórico 0.10% 6,5 0,65
Metodología 0.20% 7,0 1,40
Análisis de Resultados 0.25% 4,5 1,12
Coherencia Gral. 0.20% 6,5 1,30
NOTA FINAL 6,2
Fernando Rivas Inostroza
Profesor Informante
Curauma, Valparaíso, 24 de septiembre de 2012
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Índice
Resumen………………………………………………………………………...…...4
Introducción……………………………………………………………………...….5
1. CAPÍTULO I: Planteamiento del problema…………………….………...…8
1.1. Problematización………………………………………………………...…..8
1.2. Escuelas de periodismo en el Contexto Mundial…………….....…...….11
1.2.1. Nace la primera escuela de periodismo del país…………......…13
1.2.2. Antesala internacional y Congresos……………………...……...13
1.3. Precursores…………………………………………………………….……16
1.4. Se inician las clases…………………………………………………..……17
2. CAPÍTULO II: Marco Teórico………………………………………...…...…20
2.1. lustración: cuna de nuestro periodismo……………………………....…20
2.2. La prensa como aparato ideológico en el siglo XIX………………..…..22
2.2.1. Nace la prensa moderna de empresa…………………………....24
2.3. El discurso de la Modernidad………………………………………….….26
2.3.1 Universidad como espacio de formación intelectual del
Ideario moderno………………………………………………….…28
2.4. La Reporterística: ideología de la prensa moderna……………….……30
2.5. El Periodismo como Ideología……………………………………….……37
3. CAPÍTULO III: Forma en que abordaremos la investigación……….…41
3.1. Concretando el problema……………………………………………….…41
3.1.1. Pregunta de Investigación…………………………………..….…41
3.1.2. Objetivo General……………………………………………………41
3.1.3 Objetivos Específicos……………………………………...……….41
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3.2. El periodista como objeto de estudio poco investigado………………42
3.3. Definiendo líneas de trabajo y procedimientos……………………..…44
3.4. Dimensión cronológica, universo y muestra………………………..…48
3.5. La entrevista interpretativa…………………………………………….…50
3.6. Construyendo el instrumento de análisis…………………………...…52
4. CAPÍTULO IV: El periodismo y el periodista de la época…………..…58
4.1. Periodista culto para educar a las masas………………………………59
4.2. Estandarizar la producción periodística……………………………...…60
4.2.1. Función informativa por sobre ideológica………………...……61
4.3. Cientificidad en el binomio periodista / realidad………………………62
4.3.1. El periodista como funcionario de la realidad……………...….65
4.4. Noticia: materia prima del periodista………………………………….…65
4.4.1. La objetividad y la verdad como parte de la noticia…………...66
4.4.2. La pirámide invertida……………………………………………...68
5. CAPÍTULO V: El periodismo como relato de la Modernidad……..….70
5.1. Un periodismo al servicio de la Modernidad……………………………71
5.2. Público es uno solo: el que sabe leer……………………………...……72
5.3. El periodismo en el juego de la Democracia…………………….……..73
5.3.1. Periodismo como formador de opinión pública…………..……73
5.4. El Mercurio de Santiago: hacia un periodismo de empresa……….…75
5.4.1. Marco legal y constitucional para una prensa de empresa…..77
6. CAPÍTULO VI: Periodismo a la universidad, se forma en debate..…79
6.1. Un difusor ideológico para el Estado……………………………………79
6.2. Hay consenso: periodismo a la universidad…………………………....81
6.2.1. La idea de dignificar el oficio………………………………………..…....82
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6.3. La mirada yanqui de los precursores de la escuela………………..….83
6.3.1. La opinión de los estudiantes……………………………………85
6.4. El buen periodista nace y se hace………………………………………86
6.5. ¿Qué garantías de calidad daba la universidad?.................................88
7. CAPÍTULO VII: Conclusiones…………………………………………....…91
7.1. Conceptos de periodismo y periodista en los momentos
fundacionales del periodismo como profesión universitaria…….…...92
7.2. Sobre la relación periodismo / sociedad en los momentos
fundacionales del periodismo como profesión universitaria…………93
7.3. La discusión que se formó en torno a la
profesionalización del periodista en la época……………..…………...94
Palabras finales……………………………………………………...……………96
Bibliografía……………………………………………………………...………….97
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Resumen
La presente investigación revisa los conceptos de periodismo y periodista
legitimados en el momento en que esta labor se institucionaliza en Chile. Y
entendemos por institucionalización, cuando el periodismo pasa a ser enseñado en
las universidades. Nuestro análisis gira en torno a la fundación de la escuela de
periodismo de la Universidad de Chile en el año 1953, siendo la primera del país.
Veremos parte de la historiografía del periodismo, conoceremos los discursos
de los actores que hicieron posible que este oficio llegara a la academia y
tomaremos la opinión de cinco de los primeros alumnos egresados de esta escuela.
Reconstruyendo el espíritu de la época, entenderemos a qué responde la
persistente búsqueda de la objetividad y la verdad como norte de la profesión. Por
otra parte, sabremos cómo el periodismo informativo se transformó en el modelo
ideal para escribir las noticias, en un contexto en que el paradigma positivista se
hacía sentir en la enseñanza de la profesión y los medios de comunicación se
convertían poco a poco en verdaderas empresas.
Comprenderemos además el tipo de sociedad que defiende el periodismo que
se empieza a gestar en las universidades. Dentro de un proyecto de modernidad
todavía incompleto, la prensa se transforma en un difusor ideológico, haciéndose
vocera del sistema político democrático, los intereses del Estado y la economía
liberal.
Han sido muy pocos los investigadores interesados en establecer los puentes
entre la aparición del periodismo como carrera universitaria y los relatos ideológicos
que sustentan ese hecho. Por eso este trabajo adquiere una gran importancia en el
área de la investigación. Y lo que es más importante, nos ayuda a entender cómo se
fue definiendo nuestra prensa de ahí en adelante hasta nuestros días.
López y Ramírez 17
Introducción
Esta investigación es especialmente significativa por dos motivos. Primero, es
el perfecto desenlace de una hermosa etapa en nuestras vidas, en que crecimos
tanto intelectual como personalmente. Y segundo, este largo proceso reflexivo nos
ayudará a enfrentar el futuro profesional con una perspectiva ética más clara, saber
qué entendemos por periodismo y cuál es la responsabilidad que nos echamos en la
mochila al transformarnos en comunicadores sociales.
En nuestro tránsito por la universidad hemos sido testigos y partícipes de
múltiples discusiones que buscan aclarar los sustentos teóricos, ideológicos y
prácticos que encierra nuestra querida profesión, algo así como una constante
búsqueda de identidad de la labor periodística. Se nos ha inculcado que tenemos la
misión de entregar la verdad de los hechos y sobre todo, que hemos de ser
objetivos.
Lo anterior se logra dotando al periodismo de un grado de cientificidad
enseñado en la universidad mediante el uso de ciertas técnicas de producción y
difusión de las noticias. Estas técnicas lograrían dejar la sensación en las audiencias
de que los hechos existen “a pesar de” la intervención del periodista, siendo más
bueno aquel que mantiene la distancia frente a los hechos y evita contaminarlos con
su mundo subjetivo.
Nos damos cuenta en los medios de comunicación que la base ética,
capacidad crítica y la subjetividad del periodista van perdiendo valor, al mismo
tiempo que adquiere mayor plusvalía aquel profesional capaz de dominar las
técnicas de producción de noticias y publicarlas en el menor tiempo posible. Para
comprender desde cuándo sucede esto, quisimos dirigir la mirada al momento en
que el periodismo deja de ser un oficio que se aprende en la práctica y comienza a
ser una profesión que se enseña en las universidades.
López y Ramírez 18
Nuestra búsqueda nos sitúa en el año 1953, momento en que se funda la
primera escuela universitaria de periodismo del país: la Escuela de Periodismo de la
Universidad de Chile. Esta investigación busca entender el concepto de periodismo y
periodista que existía en los momentos fundacionales de esta escuela. Identificarlos,
nos permitirá alcanzar nuestro objetivo principal, el cual es comprender el proyecto
de sociedad que buscaba legitimar este tipo de periodismo.
Para lograr el objetivo anterior fue necesario alcanzar tres objetivos previos,
que serían la base sobre la que llevaríamos a cabo la investigación. En primer lugar,
describir las características que se creían propias del periodismo y el periodista en el
contexto en que este oficio llega a la universidad. Segundo, identificar cómo se
entendía la relación periodismo – sociedad en ese mismo contexto. Y tercero,
identificar el debate que se generó en torno a la profesionalización del periodismo en
Chile.
Definida la pregunta de investigación y nuestros objetivos, más tarde nos
mantendríamos ocupados en un proceso de lectura que nos hiciera comprender el
ambiente de la época en que fue fundada la escuela. En este sentido revisamos el
desarrollo del periodismo a nivel mundial, para acercarnos al contexto chileno,
principalmente revisando la historia de nuestra prensa desde la independencia en
adelante. Al mismo tiempo buscamos toda la discusión académica que se había
desarrollado en torno a nuestro objeto de estudio.
En la biblioteca Nacional nos preocupamos de rescatar los archivos de prensa
en microfilm de la época, para así entender los discursos de los principales actores
que dieron nacimiento a la escuela. Luego acudimos a la propia Escuela de
Periodismo de la Universidad de Chile, la que nos facilitó un excelente material que
nos permitió ver entre otras cosas, los métodos de selección de los estudiantes y las
primeras mallas curriculares.
López y Ramírez 19
Pero faltaba lo principal: hablar con los protagonistas. Aunque nos
encontramos con la sorpresa de no hallar a ningún estudiante titulado de la primera
generación que estuviera vivo y que hubiese trabajado en medios de comunicación.
Por eso entrevistamos en profundidad a 5 periodistas de la tercera generación, que
compartieron la misma malla curricular y a casi todos los profesores que la primera
generación.
Una vez recogido todo el material necesario para la investigación y mediante
un proceso de categorización que se explicará en el apartado metodológico, fuimos
ordenando los antecedentes y las ideas que nos ayudaron a resolver el puzle de
nuestros objetivos. Este largo proceso nos permitió elaborar el cuerpo del presente
trabajo y finalmente acercarnos a nuestras conclusiones.
El mayor desafío fue entrar en un territorio poco transitado de la investigación
académica, ya que pudimos comprobar que a pesar de existir gran cantidad de
material de tipo historiográfico de nuestro objeto de estudio, han sido casi nulos los
investigadores interesados en establecer los puentes entre la aparición del
periodismo como carrera universitaria en Chile y los relatos ideológicos que
sustentan este hecho.
Esta escasez en la investigación académica es lo que finalmente le otorga
valor agregado al estudio que presentamos a continuación, permitiéndonos des-
cubrir interesantes vínculos entre la transformación del periodismo en una prensa de
empresa y los intereses que tuvo el Estado en ella para alcanzar la Modernidad.
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1. CAPÍTULO I: Planteamiento del problema
1.1. Problematización:
Nuestra investigación nace de una serie de cuestionamientos hacia el
periodismo. Entre ellos la irrupción de las nuevas tecnologías y la posición de sus
profesionales dentro de este escenario. Algunos se han aventurado a manifestar
incluso que el desarrollo de nuevas tecnologías de la comunicación está
pavimentando el camino para la desaparición de esta labor.
Así por ejemplo lo aventura Ignacio Ramonet en su artículo “Los periodistas
están en vías de extinción”, al manifestar que la inmensa telaraña de información que
se ha logrado a escala planetaria gracias a los avances tecnológicos, podría hacer
que en un futuro se prescindiera del periodista como mediador entre la realidad y el
público.
A pesar de todo el periodista sigue teniendo un rol protagónico en la vida
cotidiana de las personas, al ser el encargado de seleccionar, filtrar y presentar lo
que es y lo que no es noticia. Esta última, ha sido y sigue siendo la piedra angular
del periodismo.
El ritmo con el que circulan dichas noticias por las agencias internacionales,
además de la sobrevalorada búsqueda de la objetividad, han llevado a preguntarnos
qué forma adquiere la labor crítica, ética o cuáles serían las habilidades exclusivas
de un periodista, esas que justificarían el estudio reflexivo de este hermoso oficio en
la universidad.
En nuestros últimos años de estudio en la Escuela de Periodismo de la PUCV
se abría un debate entre compañeros y profesores. Estaban quienes opinaban que
evidentemente el periodismo debe ser aprendido en la universidad, ya que no sólo
López y Ramírez 21
debemos conocer los aspectos técnicos de la producción periodística, sino también
hay que desarrollar una función social y crítica, además de ampliar nuestro bagaje
cultural.
Por el otro lado estaban quienes aseguraban que con un par de años de
enseñanza en un instituto técnico estaríamos capacitados para ejercer el periodismo
en cualquier medio de comunicación. Esto porque la forma en que funciona la prensa
de hoy en los grandes medios de comunicación necesita cada vez menos a un
intelectual o un escritor talentoso y, cada vez más, a un operario de las tecnologías y
gente que funcione rápidamente en la producción de la noticia.
En la prensa escrita por ejemplo, desde hace ya varios años que el género
informativo se presenta como el modo más legítimo de presentar la realidad social
hacia los lectores. A modo de ejemplo, el género literario fue durante el siglo XIX una
forma válida de narrar los hechos noticiosos de la vida cotidiana, presentándose al
lector como una fuente verídica de entender lo que estaba sucediendo. Sin embargo
hoy el estilo literario es más que todo relacionado con la ficción, la fantasía y/o el
arte.
Hoy en Chile las noticias se presentan como hechos objetivos, en donde quien
escribe no es más que un intermediario entre la fuente y el lector. Los grandes
medios de comunicación y también las audiencias valoran en el periodista su
capacidad de abstracción, de mantener la distancia frente a los hechos para no
contaminar la realidad.
Esto se lograría mediante técnicas naturalizadas que apuntan a dotar al
periodismo de un grado de cientificidad. Se confía, bajo un paradigma positivista,
que los hechos existen “a pesar de” la observación e interpretación del periodista y
que mediante una cierta metodología éste puede presentarla como un espejo hacia
el mundo de lectores.
López y Ramírez 22
Pero nos preguntamos desde cuándo y en qué lugar nace este afán por
estandarizar ciertas técnicas de producción de las noticias y desde qué momento se
comienza a valorar en los medios de comunicación a un reportero por la cantidad
que es capaz de producir, más que por la calidad y profundidad de éstas.
Para saber cuándo se origina esto es necesario recorrer la historia de este
oficio en nuestro país. Sabemos que el ejercicio periodístico se remonta al siglo XIX
y surgió como un oficio, hablando a grosso modo. En la época de independencia se
trataba de una lucha ideológica y los breves periódicos respondían más a los
intereses de adoctrinamiento político que a la difusión de información noticiosa, por
lo que no encontramos aquí esta génesis.
Por otro lado, el tipo de prensa de mediados del siglo XIX a principios del XX
tampoco se identifica con una forma estandarizada de producción periodística. Más
bien se trata de una herramienta al servicio de una clase ilustrada que pretende
propagar el ideario de la modernidad en una nación todavía en construcción. Pero el
aprendizaje del periodismo no responde a una cierta metodología escritural, sino que
se forjaba sobre todo en la experiencia. Además, cada periódico tenía su propio
estilo y forma de presentar las noticias.
Por ello, encontramos como punto de partida de la estandarización de la
producción de noticias el momento en que el periodismo es enseñado en la
universidad. Aquí la formación de los futuros periodistas pasa a ser parte de un
proyecto nacional, entendiendo que la universidad es el espacio legitimado desde
donde se construye el pensamiento y el futuro del país. Fue así como nos
propusimos descubrir qué concepto de periodismo era el que se buscaba legitimar
en el país en un contexto en que este oficio alcanzaba su enseñanza universitaria.
López y Ramírez 23
Así llegamos en nuestra búsqueda a fines de la década de los 40’, más
específicamente al año 1948. Es cuando se realiza un Congreso nacional de
periodistas en Arica, en donde quienes ya ejercían este oficio manifiestan la
necesidad de que la profesión adquiriese rango universitario. Este mismo deseo se
presentó en el Primer Congreso Mundial de Periodistas realizado en diciembre de
1952 en Santiago.
Uno de los periodistas más motivados con la idea fue Juan Emilio Pacull, quien
en 1950 era el Presidente del Círculo de Periodistas de Santiago. Pacull visitó
personalmente al rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández, quien
también se mostró dispuesto a crear la Escuela de Periodismo. Sin embargo el tema
del financiamiento era la mayor dificultad. Pero a pesar de esto la directiva del
Círculo de Periodistas consiguió junto a la Comisión Unida de Legislación y Justicia
de la Cámara de Diputados, los cuatro millones de pesos necesarios para concretar
dicho anhelo.
Tan sólo un párrafo inserto en la ley N° 10.343, conformó el artículo 212 que el
13 de mayo de 1952 dio vida a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
Este decía lo siguiente: “Autorízase al tesorero General de la República para
entregar a la Universidad de Chile la cantidad de cuatro millones de pesos
($4.000.000), que ésta destinará a la creación y funcionamiento de la Escuela de
Periodismo”.
1.2. Escuelas de Periodismo en el Contexto Mundial
Chile estaba a un paso de contar físicamente con su primera escuela de
periodismo. Sin embargo, considerando el contexto mundial y latinoamericano,
nuestro país llegaba un poco atrasado a embarcarse en este proyecto.
López y Ramírez 24
Ya en 1908 en Missouri, Estados Unidos, se había creado la primera escuela
universitaria de periodismo del planeta con un programa de estudios de cuatro años
que permitía obtener el diploma de “Bachiller en la Ciencia del Periodismo”.
Mientras se fundaba la Escuela de Periodismo de Missouri, en Nueva York se
preparaba otra, iniciativa del precursor y editor del diario “New York World” Joseph
Pulitzer. Este llegó a un acuerdo con la Universidad de Columbia para que se
encargara de organizar esta nueva escuela. De esta forma nace la Escuela de
Periodismo de la Universidad de Columbia, idea que en los años próximos se replicó
en muchas otras ciudades de Estados Unidos.
Después de la Primera Guerra Mundial aparecieron bastantes escuelas
semejantes a las estadounidenses, que rápidamente se vieron subordinadas en su
forma y funcionamiento al aspecto práctico. Tanto así que muchas de ellas fueron
organizadas exactamente como las oficinas de los periódicos. En Alemania también
surgieron las escuelas de periodismo, pero el enfoque de éstas estuvo más
vinculado a la investigación teórica, en donde la historia, la psicología social y la
sociología ocupaban un lugar preferente.
La idea de crear escuelas de periodismo se propagó para llegar a América
Latina en 1934 cuando Argentina funda la Escuela de Periodismo de la Universidad
de La Plata. En 1936 se inauguró la Escuela de Periodismo de la Universidad
Femenina de México en el Distrito Federal. En 1942 comenzó a funcionar en La
Habana, Cuba, La Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling”
cuyo plan de estudios comprendía 4 años.
En 1945 fue el turno de Ecuador y Perú, en 1947 Venezuela y en 1952 se
fundó la Escuela Centroamericana de Periodismo, adscrita a la Facultad de
Humanidades de la Universidad de San Carlos, en Guatemala.
López y Ramírez 25
1.2.1. Nace la primera escuela de periodismo del país.
El 23 de abril de 1953 iniciaba sus clases la Escuela de periodismo de la
Universidad de Chile en calle San Antonio de la capital. Dicho suceso no viene a
representar ni la génesis ni el ocaso de un tipo de prensa en el país, al menos no de
manera total. Más bien se trata de una transición: del autodidacta al profesional, del
olfato periodístico al adiestramiento del reporteo, del quehacer bohemio al trabajo
diurno.
El nacimiento de esta escuela marcaría un nuevo status para el periodista, un
hecho fundamental hacia la legitimación de una forma de hacer prensa que ya se
venía abriendo paso, un auténtico periodismo moderno. Moderno porque es en la
universidad en donde se cultiva el uso de la razón, y mediante ésta alcanzaríamos el
proyecto ilustrado al que las élites de nuestro país se sumaron luego de la
independencia. El periodismo al inscribirse en la universidad comparte los ideales
liberales que debe tener la nación en su camino al mundo moderno.
Pero el arribo del oficio a la academia es la consumación del esfuerzo de años.
Consecuencia también de una historia de medio siglo en que los países liberales de
Occidente, y sobre todo en Estados Unidos y Europa, iban siendo testigos de cómo
el periodismo se tomaba las universidades.
1.2.2. Antesala internacional y congresos
El siglo XIX transformó la prensa en el mundo occidental al ritmo de la
revolución industrial. A comienzos de esa centuria las prensas de madera quedan
anacrónicas y se abren paso las de hierro. Ya a mediados de ese siglo en Estados
Unidos el descubrimiento de la estereotipia permite aumentar considerablemente el
tiraje, transformando un simple rollo de papel en diarios cortados y doblados listos
López y Ramírez 26
para su distribución. Por otra parte, el ferrocarril y el barco a vapor permiten la
circulación de noticias a gran escala geográfica.
En la segunda mitad de siglo el público se amplía y se hace diverso, tanto en
Europa como en Estados Unidos, entre otras cosas, debido a una creciente
alfabetización de las masas. Lo mismo sucede en Latinoamérica unos años más
tarde.
La invención del telégrafo revoluciona el formato del diario, quedando obsoletos
los artículos de interminables planas, dividiéndose ahora el diario en secciones con
gran cantidad de noticias escuetas. Gracias al telégrafo cobra fuerza definitiva “una
red de circulación informativa que cubría el mundo entero, estructurado como un
sistema” (Álvarez, 31).
Desde la mitad del XIX en adelante, la instantaneidad informativa deja de verse
como una panacea inalcanzable para las potencias. Además, la linotipia creada en
1865 reemplaza el taller artesanal por la gran industria de la imprenta.
De esta forma, hacia el cambio de siglo se vive la llamada “Edad de Oro” de la
prensa en Estados Unidos y Europa. Era tal la fuerza que tomaba en la sociedad,
que su arribo a la universidad significaba un modo de estandarizar la forma de hacer
prensa, enseñando las metodologías necesarias para hacer del periodista un hombre
funcional y productivo dentro de los cada vez más grandes periódicos de masas.
No es menor hacer el alcance que los mismos fundadores de la Escuela de
Periodismo de la Universidad de Chile visitaron reiteradas veces las primeras
escuelas norteamericanas, como las de Missouri y Columbia, sacando de ellas su
modelo organizativo, contenidos y formatos de su enseñanza.
López y Ramírez 27
No hay registros que den cuenta de una influencia latinoamericana a la hora de
pensar la creación de la primera escuela de periodismo de nuestro país. Esto, a
pesar del hecho que ya se nos habían anticipado escuelas en Argentina, México,
Cuba, Guatemala, Ecuador, Perú y Venezuela. Ninguno de los propulsores de la
Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile mencionó a las escuelas
latinoamericanas al momento de buscar influencias teóricas y prácticas para su
fundación.
Por otro lado, no son menores los Congresos y Convenciones de periodistas
celebrados en la primera mitad del siglo XX, tanto en Chile como en el extranjero. En
el año 1948 en un Congreso nacional celebrado en Arica, algunos periodistas ya
habían planteado la necesidad de otorgar rango universitario al oficio. Aunque para
los efectos de nuestro objeto de estudio cobra vital importancia lo resuelto en el
Primer Congreso Mundial de Periodistas realizado en Santiago en diciembre de
1952.
Organizado por el Círculo de Periodistas de Santiago, el Primer Congreso
Mundial de Periodistas designó como presidente a Juan Emilio Pacull Torchia, quien
además presidía la institución gestora. En cuanto a la discusión sobre la
profesionalización del periodismo, este Congreso concluía principalmente:
“1º) Que la formación profesional del periodista es una necesidad
fundamental para su capacitación teórica y el conocimiento técnico del
periodismo; 2º) Que dicha enseñanza debe ser impartida en cada país por
Escuelas o mediante Cursos de Periodismo, de acuerdo con las leyes que
en ellos imperen” (Valdebenito, 128)
Juan Emilio Pacull junto a otros colegas enfrentan luego de este Congreso el
desafío de formar un colegio de la orden, aunque se dan cuenta que antes es
necesario abrir una escuela de periodismo. Es así como un puñado de gestores
López y Ramírez 28
cumplen un anhelo de muchos otros, aunque plasmando en esta escuela -como se
verá más adelante- su propia influencia ideológica y formación periodística.
1.3. Precursores
Para entender el concepto de periodismo con que se funda la primera escuela
del país, se hace necesario revisar el papel que desempeñaron sus gestores, al igual
que para comprender una obra de arte a veces necesitamos acercarnos a la
biografía del autor. Por ahora describiremos brevemente a los cuatro personajes más
influyentes en la realización de la escuela.
Juan Emilio Pacull Torchia. Nace en 1913 y en su carrera se destacó como
reportero y jefe de la sección Deportes de El Mercurio de Santiago. Trabajó en la
revista Zig-Zag y radioemisoras como El Mercurio y Cooperativa Vitalicia. Como
dijimos, en el Primer Congreso Mundial de Periodistas de Santiago (1952) manifestó
la necesidad urgente de crear la Escuela de Periodismo. Ese mismo año junto a tres
colegas le propuso la idea al rector de la Universidad de Chile Juvenal Hernández,
quien se mostró a favor de la iniciativa.
Se reunió con el propio presidente Gabriel González Videla para convencerlo
de la necesidad de hacer de los hombres de prensa verdaderos profesionales. Es así
como en un esfuerzo conjunto con la Comisión Unida de Legislación y Justicia de la
Cámara de Diputados, logran negociar el financiamiento de los 4 millones de pesos
necesarios para iniciar la tarea.
Juvenal Hernández. Fue rector de la Universidad de Chile desde 1932 a 1952.
En uno de sus viajes por Estados Unidos visitó la Escuela de Periodismo de la
Universidad de Columbia, señalando que “había que hacer algo parecido en Chile”
(tomado de Cabrera, 20). Siendo muy buen amigo del presidente González Videla, le
manifiesta la idea, a la que el mandatario no puso mayor reparo. Concretado el
López y Ramírez 29
marco legal y el presupuesto, Hernández designa a Ernesto Montenegro el cargo de
director del establecimiento.
Ernesto Montenegro Nieto. Periodista y escritor autodidacta, se desempeñó
en diarios como El Chileno de Valparaíso y El Mercurio de Santiago. Pero la mayor
parte de su carrera la hizo colaborando en diarios y revistas norteamericanas y
europeas. Asumió el rol como director de la escuela entre los años 1953 a 1957.
Es interesante decir que en un principio Montenegro no compartió mucho la
idea de llevar el periodismo a las aulas, asegurando en entrevista con El Mercurio en
2 de marzo de 1950, que las universidades “nos han apestado con un enjambre de
reporteros que escriben todas las noticias exactamente iguales”. Sin embargo y
dirigiendo ya la escuela cambiaría de parecer y se haría un acérrimo defensor de
esta idea, como lo veremos más adelante.
Juan Gómez Millas. Fue el decano de la Facultad de Filosofía y Educación de
la Universidad de Chile, en donde se inscribió la Escuela de Periodismo. Insistió en
la importancia de darle un sello teórico basado en las universidades norteamericanas
de Missouri y Columbia, las principales de la época. En 1953 el presidente Ibáñez lo
nombra Ministro de Educación, mismo año en el cual pasó a ocupar la rectoría de la
universidad.
1.4. Se inician las clases
A las 08:30 de la mañana del 20 de abril de 1953 comenzaba la primera clase
en la única sala que había en ese entonces en la sede de calle San Antonio.
Cuarenta alumnos escuchaban atentos a Ernesto Montenegro, quien les daba la
bienvenida. Luego fue el turno de don Ramón Cortés Ponce, quien les decía a los
iniciados, “en este momento, estamos haciendo historia: soy el primer profesor que
López y Ramírez 30
dicta la primera clase a los primeros alumnos de la primera escuela universitaria de
periodismo de Chile” (tomado de Cabrera, 15).
Cortés Ponce, autodidacta del periodismo al igual que Montenegro, les dio una
charla a los alumnos con las dificultades del oficio: bajos sueldos, largas jornadas,
pérdida de la vida familiar e incluso riesgos de muerte. Pero luego los alentaba
diciéndoles que el en su lugar y a pesar de todas las cosas negativas, no hubiese
dudado en estudiar periodismo, porque esta carrera, en sus propias palabras, “es un
verdadero apostolado”.
Como profesor de la cátedra Introducción al Periodismo, la figura de Ramón
Cortés Ponce fue la más influyente en la educación de las primeras generaciones, al
punto que los primeros egresados se autodenominaban “la generación Ramón
Cortés Ponce”.
Fue él, junto a otros profesores, los que les dieron en la práctica a la escuela su
corte norteamericano, aunque en el discurso el mismo Montenegro haya dicho antes
en entrevista con Las Últimas Noticias, el 19 de noviembre de 1950, que “la escuela
procurará ajustarse a nuestra modalidad y a la idiosincrasia nacional, sin copiar
ciegamente moldes extraños”, idea que como veremos no fue tan así.
En las vísperas de la inauguración de la escuela aparecieron también en la
prensa de la época algunas opiniones sobre el modelo de periodismo que debía
adoptar dicho establecimiento, siendo Montenegro quién más se refería a ello.
En el diario El Mercurio del 12 de abril de 1953, señalaba que ya era un hecho
la transformación de la prensa en un órgano informativo, y que todo lo que se espera
de ella ahora es que “de cuenta de los hechos con la mayor veracidad y rapidez, en
forma clara e interesante”. En este mismo sentido decía que la escuela prepararía a
López y Ramírez 31
sus alumnos para “hacerlos más útiles dentro de las múltiples actividades de un
diario moderno”.
Y en un diario moderno ya no basta con el talento, con el olfato periodístico,
sino más bien es necesario aprender las formas estandarizadas en que opera éste,
es una condición el adiestramiento de una técnica. Podemos coincidir entonces con
la idea de que es durante este periodo cuando “el reportero en rebaño eliminó al
romántico ´cazanoticias` y convirtió al investigador de la actualidad en simple
intermediario entre la fuente y el público” (González, 4).
López y Ramírez 32
2. CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO
2.1. Ilustración: cuna de nuestro periodismo
Para entender el sentido que tiene la creación de la primera escuela de
periodismo del país y lo que representa dentro de nuestra historia, sin duda que es
necesario conocer el contexto en que se pensó y los años en que efectivamente se
materializó su construcción. Pero es igual de importante entender primero cómo el
periodismo va adquiriendo cada vez mayor importancia dentro de la vida cotidiana de
las personas, tanto en el escenario global como nacional.
Remontarnos al origen de este oficio como la actividad humana de informar
sería prácticamente una tarea demasiado pretensiosa e inacabable. Para no
entramparnos compartiremos la idea de Benito, que ubica el inicio de este oficio
durante la mitad del siglo XIX cuando la imprenta permite la producción de grandes
tiradas de periódicos. Afirma que “en su sentido estricto y técnico, la historia del
periodismo no comienza hasta que el ingenio humano no ha descubierto los
instrumentos técnicos que hagan posible llevar a más lectores las noticias más
recientes, según un proceso periódico regular” (Benito, 53).
Considerando lo anterior, establecemos como hito la invención de la imprenta,
ya que gracias a ella, siguiendo la fórmula de Schramm, comienzan a emitirse por
primera vez mensajes idénticos y simultáneos.
Al tener por primera vez mensajes idénticos y simultáneos los medios
comienzan a formar, siguiendo a Gomis, el presente social de referencia. En sus
propias palabras, “gracias a los medios percibimos la realidad no con la fugacidad de
un instante aquí mismo, sino como un periodo consistente y objetivado, como algo
que es posible percibir y comentar, como una referencia general” (14).
Son los medios de comunicación que nacen desde la imprenta hacia adelante,
aquellos que configuran lo que llamamos el presente social o la actualidad en una
López y Ramírez 33
sociedad, llevándonos hacia una reducción de la incertidumbre. Según Gomis, los
medios forman “un círculo de realidad envolvente que se transforma en referencia
diaria de nuestra vida, telón de fondo de la vida en común” (15).
Es en la época de la Ilustración cuando nace la imprenta y con ella, el
periodismo. Entendemos la Ilustración, como el movimiento filosófico surgido en
Europa a fines del siglo XVIII, que sostenía que la razón era la herramienta que le
permitiría al hombre ser capaz de construir y finalmente alcanzar una sociedad
idealizada. La razón llevaría al ser humano hacia el progreso.
En palabras de Immanuel Kant en su conocida carta ¿Qué es la Ilustración?,
se refiere a ella como un momento en que el hombre supera su auto-culpable
minoría de edad. Pero en su texto Kant advierte que para que esto sea posible es
imprescindible ser libre. Y la libertad se lograba haciendo uso público de la razón a
través del lenguaje escrito. Quien logra esto se convierte en docto, en un hombre
libre, ilustrado; mientras que aquel que no lo logra sigue siendo un funcionario
impedido de hacer uso público de la razón, un ser todavía en su minoría de edad.
En torno a esta concepción del docto es que los lectores se convierten en
Público. De esta forma a partir de la unión autor-lector, a través de un escrito, se
constituye el Espacio Público. Un lugar en el que los ciudadanos debaten sobre el
bien común.
Bajo esta idea de espacio público se ubica a la imprenta, en tanto
multiplicadora de textos escritos, como el aparato imprescindible para poder alcanzar
la autonomía. Y dentro de este contexto, el periodismo nace comprometido a aportar
al proceso de Ilustración, siendo la imprenta el medio para lograr el fin de transformar
a los actuales súbditos en futuros ciudadanos. Idea que nos conduce
indudablemente al anhelo Kantiano de abandonar la auto-culpable minoría de edad a
la que aludíamos.
López y Ramírez 34
Este proceso no sólo fue llevado a cabo en el apodado “antiguo mundo”. En
pleno proceso de Independencia en Chile en agosto de 1810 don Juan Egaña,
planteó al Conde de la Conquista en su plan de gobierno la necesidad de comprar
una imprenta.
Egaña creía que era indispensable el uso de la imprenta, por muy costosa que
ésta fuera. Argumentaba diciendo que “serviría para uniformar la opinión pública a
los principios del Gobierno. Un pueblo sin mayores luces, y sin arbitrio de imponerse
en las razones de orden, puede seducirlo el que tenga más verbosidad y arrojo”
(tomado de Silva Castro, 8).
De esto se dio cuenta también Camilo Henríquez al declarar los intereses de
La Aurora de Chile, diciendo: “Oh ¡si la Aurora de Chile pudiese contribuir de algún
modo a la ilustración de mis Compatriotas!”. (Nociones fundamentales de los
derechos de los pueblos, 13 de febrero de 1813, en www.auroradechile.cl).
De las anteriores ideas deducimos entonces que lo que se busca en esa
época es establecer en Chile toda una cultura y modelo político europeo -y por ende
moderno- utilizando la imprenta como medio y el periodismo como agente publicitario
para lograr dichos fines.
2.2. La prensa como aparato ideológico en el siglo XIX
La prensa en el período de Independencia se caracterizó por ser escasa en
noticias y estar fuertemente marcada por los contenidos doctrinarios. Los mejores
ejemplos están dados por La Aurora de Chile (1812-1913), El Monitor Araucano
(1813-1814) y la Gaceta de Santiago (1817-1827). Se trata de publicaciones con las
ideas políticas de los distintos actores involucrados en la efervescencia que suponía
participar en la construcción de la nación.
López y Ramírez 35
Luego vino el período de post Independencia, en donde se da lugar
derechamente a una prensa de barricada, cuyas publicaciones responden a la
contingencia política, generalmente en respuesta al bando político contrario.
Podemos decir que es una radicalización del periodo anterior.
El Hambriento y El Canalla (1827–1828), El O’higginista (1831), Guerra a la
Tiranía (1840) o La Asamblea Constituyente (1858) son periódicos que
caracterizaban el momento y hacen comprender el contexto de tensión histórica que
se vivía. “Eran años en que cada sector buscaba contribuir a la República en base a
su imaginario e ideales”. (Ossandón y Santa Cruz, 15)
El último vaivén de nuestra prensa, antes de entrar en tierra derecha hacia un
periodismo moderno, liberal y de empresa, tuvo lugar desde 1842 a 1847. La prensa
de este período es intelectual y literaria, fuertemente marcada por el romanticismo y
demás influencias europeas.
Los literatos se sienten con un papel histórico: el de otorgar a la ya cimentada
República, su identidad, sentar las bases de la nación, intentando trazar a través de
la prensa un puente cultural entre América Latina y el viejo continente. El caso más
emblemático lo marca Andrés Bello con El Araucano (1840-1860), en donde se
busca crear un sujeto nacional resaltando su carácter cultural europeo.
Entrada la segunda mitad del siglo XIX la prensa abandona su carácter
doctrinario propio del período de Independencia, deja la cualidad política o de
barricada que lo caracterizó en el momento en que se configuraba la República y
comienza, también a dejar atrás la figura del intelectual que buscaba construir la
nación.
Gana espacio entonces un tipo de prensa impulsada por las nuevas
maquinarias de imprenta y posibilidades de distribución, que se comienza a
López y Ramírez 36
identificar poco a poco con las formas del periodismo norteamericano de la época,
aunque conservando todavía en algunos aspectos la figura del literato e intelectual
propia del período anterior.
Al decir de Ossandón, “se trata de un período de transición, en donde “el
formato” no ha devorado del todo al “autor” que también resiste” (Ossandón y Santa
Cruz, 93). La voz de Chile (1862-1864) El independiente (1864- 1891) y la Época
(1881-1892) son algunos casos.
Hacia finales del siglo XIX ya el público comienza a diversificar sus demandas
e intereses culturales, al mismo tiempo en que aumentaban de un modo precipitado
la cantidad de diarios en el país. Si en 1840 existían 5, la cifra en 1880 superaba los
cien (Ossandón y Santa Cruz, 30)
Más tarde, con la ley de imprenta de 1872 se forma un nuevo marco jurídico
para el periodismo escrito. En palabras de Ossandón y Santa Cruz, se crean “las
condiciones de legitimidad e institucionalidad necesarias para que paulatinamente se
vayan instalando proyectos periodísticos que apuntaban hacia la idea de una prensa
de empresa” (Ossandón y Santa Cruz, 33)
Podemos resumir entonces que la prensa del siglo XIX fue,a grandes rasgos,
de tipo ideológica y doctrinaria, en donde el pensamiento liberal tiende a construir
cada vez más una forma de prensa y periodista congruente a su lucha por la
hegemonía social, suponiendo “el uso del periódico como herramienta fundamental
en la propagación y difusión del ideario”. (Santa Cruz, 30).
2.2.1. Nace la prensa moderna de empresa
Entrado el siglo XX, vemos que la prensa comienza a definirse por su carácter
informativo y de empresa, donde el principal diamante a pulir es la noticia. El modelo
López y Ramírez 37
de desarrollo liberal en esta época se arraiga con fuerza en el país por lo que ahora,
no se trata ya de instalar un ideario, sino más bien de legitimarlo y protegerlo.
La fundación de El Mercurio de Santiago en 1900 significa el hecho más
representativo del nacimiento de un periodismo de empresa. Su fundador, Agustín
Edwards Mc Clure estudió muy bien el funcionamiento de los grandes diarios de
Europa y Estados Unidos, trabajando incluso en el New York Herald.
De el Mercurio de Santiago en adelante vendría una enorme cantidad de
prensa escrita que rendiría culto a la objetividad y usaría técnicas periodísticas que
tienden a enajenar al autor para dejar entrar al funcionario. El diario Ilustrado, Las
Últimas Noticias, La Nación, La Estrella de Valparaíso o El Mercurio de Antofagasta
son diarios que nacen con los mismos preceptos.
La empresa El Mercurio explicita el carácter de sus reporteros y escritores, al
señalar que, “este personal, que no debe tener en el ejercicio de sus funciones
labores de examen o crítica, puede no comulgar con las doctrinas del diario. No es
incompatible con su tarea de modo diferente” (Santa Cruz, 84). Este es el sello de
periodista/funcionario que se instala rápidamente, quitándole terreno a la subjetividad
del autor de la noticia.
Dentro de este contexto, debemos tener en cuenta con respecto a la
comunión histórica entre política y prensa, que “una cualidad del siglo XX es la
voluntad explícita de los Estados liberales consolidados y del pensamiento y
movimiento burgués triunfante de utilizar los periódicos como medios de educación
de las masas” (Álvarez, 51). Y esa educación tiende a responder sobre todo a los
intereses de la clase dirigente.
En Chile, el Estado, a través de la Constitución de 1925 en su artículo 10 N°3,
aseguraba la libertad de opinión y expresión, aludiendo que toda persona tiene el
López y Ramírez 38
derecho a fundar diarios y hacer circular libremente todo tipo de impresiones. Esto
permite la fundación de prensa disidente al sistema ideológico, como El Siglo (1940)
y Última Hora (1943).
Lo que en el fondo nos da cuenta este marco jurídico es la orientación hacia
un libre mercado informativo, donde la libertad de expresión y opinión nos oculta el
verdadero carácter enraizado en la prensa: la “libertad de empresa”. La expresión y
opinión entonces dejan de ser libres al depender del avisaje y el capital para la
fundación y mantenimiento de un medio.
En este segundo cuarto de siglo comienza a notarse también una represión
hacia los diarios cuyos contenidos fueran marcadamente contrarios a la ideología.
Así, la Ley de Seguridad Interior del Estado de 1937 señalaba como un delito el
inducir la subversión del orden establecido mediante noticias o comentarios. Por otro
lado, en 1948 la llamada “Ley de Defensa Permanente de la Democracia” buscó
ilegalizar al Partido Comunista, clausurando ese mismo año y hasta 1954 el diario El
Siglo.
En resumen, el contexto económico, político, jurídico y cultural había
cimentado el camino para que el periodismo llegara en la mitad de siglo a la
academia. El nuevo tipo de prensa de empresa, los modos de producción y
distribución, la sacralización de los hechos y el culto a la objetividad permitieron la
aparición, en palabras de Lorenzo Gomis, de “formas asimiladas por el hábito,
formas que pueden enseñarse y aprenderse” (Gomis, 40). Y estas formas fueron las
que se implementarían en nuestras universidades a lo largo del siglo XX.
2.3. El discurso de la Modernidad
Como ya hemos ido atisbando, todo el contexto que hemos desarrollado se da
dentro de los marcos de un proceso global hacia la Modernidad. Y entendemos la
López y Ramírez 39
Modernidad como una idealización que buscan los Estados, cuya formulación
definitiva nace a partir del discurso ilustrado del siglo XVIII en Europa y que destaca
las ideas de ciencia, progreso y razón como condicionantes para una sociedad
definitiva.
Es en el siglo XX o en la tercera fase en la historia de la Modernidad, como lo
define Berman, en la que se produce la expansión de los procesos modernizadores a
todo el mundo. Esto, trae como consecuencia, el desarrollo de una conciencia
universal acerca de la modernidad (tomado de Larraín, 20)
En palabras de Larraín, la modernidad sugiere un modo de vida y una
organización social que combina “la democracia con el industrialismo, la educación
generalizada con la cultura de masas y los mercados con las grandes organizaciones
burocráticas” (Larraín, 20).
La Modernidad además presenta la característica de acelerar el proceso de
interconexión entre diferentes áreas del mundo, razón por la cual los procesos de
cambio tienden a ser globalizados. Ello explica que el modelo de sociedad ilustrada
que proyectaban los europeos fuera tomado también como un desafío para los
estados latinoamericanos.
Dentro de este plano, las instituciones típicas y específicas del ideario moderno
también son vistas como un desafío para los estados nacientes. Entre éstas
instituciones podemos distinguir las siguientes:
“En lo político, el surgimiento de las naciones- estado y las formas
democráticas de gobierno; en lo económico, la formación de la economía
capitalista mundial (…), en lo social, la formación de clases y el
surgimiento de la división avanzada del trabajo. Y por último, en lo cultural,
el surgimiento de la educación universalizada y de una cultura secular y
López y Ramírez 40
de masas crecientemente controlada por los medios de comunicación”
(Larraín, 23).
Podemos reconocer en estas últimas líneas entonces la importancia de la
prensa escrita como medio de comunicación, al momento de difundir el ideario
moderno. Vemos en las palabras de Larraín que estos medios poseen cierto poder
para configurar una cultura secular en la sociedad y para educar a las masas de un
modo universal. La prensa entonces se transforma en un aparato difusor de la
Modernidad.
Hay que distinguir eso sí entre el discurso organizado que establece un
verdadero imaginario de la Modernidad y las prácticas sociales e instituciones
modernas que cada sociedad ha logrado realmente implementar y desarrollar en sus
distintos momentos históricos.
En el caso de nuestro país, la modernización, entendida como la estrategia de
incorporar instituciones y tecnologías propias de la racionalidad instrumental, es un
proceso que comienza a gestarse en el momento de la Independencia. Desde ahí en
adelante, el Estado republicano instala organizaciones burocráticas con el fin de
configurar un orden social deseado. Una de ellas, la más emblemática, según
algunos autores, como Sol Serrano, es la Universidad.
2.3.1. Universidad como espacio de formación intelectual del ideario moderno
Para Sol Serrano la primera universidad del país, la Universidad de Chile,
creada en 1842 “fue una de las obras institucionales macizas del siglo XIX chileno”.
La gran obra presidencial de Manuel Bulnes “formó parte del proceso de formación
del Estado nacional moderno y burocrático que buscaba racionalizar el espacio
social; someterlo a procedimientos preestablecidos, calculables, funcionales al
concepto de nación y al desarrollo del capitalismo” (Serrano, 19)
López y Ramírez 41
Así la universidad tenía la misión de ir reformando gradualmente la sociedad
tradicional que teníamos, para ordenarla de acuerdo a los cánones de la razón y el
progreso. Como escribe Serrano, la creación de la Universidad de Chile obedeció a
la necesidad de “darle cohesión a una nación en surgimiento, crear nuevos lazos de
adhesión y lealtad en la población y formar una clase dirigente capaz de conducir al
país hacia la modernidad que florecía en los países del Atlántico Norte” (Serrano,
25)
Un proyecto que fue impulsado por la clase dirigente que ansiaba incorporarse
a los dos grandes fenómenos que definían el camino del progreso. Por una parte, la
formación de un sistema político fundado en la soberanía popular y por otro, el
desarrollo basado en la revolución científica y técnica.
De acuerdo a lo anterior la universidad fue un espacio estratégico: “la
Universidad de Chile fue el proyecto de un pequeño grupo que había asimilado las
ideas de la Ilustración y del liberalismo, que se sentía plenamente partícipe de la
“civilización” y que debía conducir una sociedad, que desde su perspectiva, habitaba
todavía en la barbarie” (Serrano, 28).
La autora nos da cuenta de la esperanza que tenía la élite dirigente de nuestro
país en la capacidad transformadora de la nueva institución. Pero además, nos da
señales de la confianza que esa clase también tenía en el Estado, pues no en todos
los países fue el impulsor de la modernización de la educación, introduciendo el
conocimiento científico y formando los profesiones.
La Universidad es una de las herramientas más valiosas del Estado para
alcanzar la Modernidad, ya que partiendo de las ideas ilustradas el conocimiento es
el motor del progreso. Esta racionalidad aplicada a lo social a través de las
instituciones era la que consolidaría el proyecto moderno del Estado Chileno. La
Universidad es la encargada de ensanchar los horizontes del saber humano,
basándose en el método científico, la observación y la experimentación. Es decir, ve
López y Ramírez 42
en el uso de la razón, la única vía del hombre para ser libre y superar su la minoría
de edad.
2.4. La Reporterística: ideología de la prensa moderna
Ya sabemos que el periodismo surge en tiempos en que las ideas ilustradas
se propagan. Sin embargo, en la medida en que el contexto histórico fue cambiando,
también cambiaba la funcionalidad que se le asignaba a esta labor. Por ello, creemos
preciso describir las formas como el periodismo se fue entendiendo.
Y siguiendo la terminología de Araya, que propone en su tesis de Magíster en
Comunicación Social, “Bases para un periodismo intercultural”, podemos reconocer
cuatro facetas que adopta el periodismo en Occidente: Publicística, Propagandística,
Reporterística y Construcción de un Presente Social.
La Publicística funda el periodismo, es la manera en la que se presenta este
oficio en el período de pleno auge de las ideas ilustradas. Es esta característica
fundacional, según Araya, la que le da “un influjo tal que hasta hoy se acude a ella
para proporcionar al Periodismo una legitimidad ética indiscutida, al mismo tiempo
que se ubica como la que proporciona los indicadores apropiados para evaluar su
desempeño” (Araya, 12).
Se trata del tipo de prensa que además de dar trasparencia a los asuntos del
Estado (dar publicidad), concibe al periodista como autor, que es capaz de expresar
sus proposiciones para una mejor sociedad, las cuales plasma en un escrito. A
través de este escrito logra conectarse con el público, o al modo Kantiano, con su
mundo de lectores, generando así un tipo espacio público ilustrado.
Se trata además, como lo explica Ossandón, de un periodismo de tipo
doctrinario (Ossandón, 45) que pone a circular ideas y no hechos. Por lo tanto, no ve
López y Ramírez 43
a la noticia como su materia prima. Este tipo de periodismo es el que podemos
apreciar por ejemplo en la Aurora de Chile en el periodo de Independencia.
Pasando al segundo tipo de periodismo, la Propagandística se reconoce
generalmente como aquella que surge en tiempos de los regímenes totalitarios,
como el nazismo y los llamados regímenes reales. Esto porque está inspirada en una
particular mirada sobre el Estado y su relación con las personas. Pero además,
también se pone en práctica cuando se asume que la Nación está en peligro. Por
ejemplo, en períodos de guerra.
Por tanto, el Estado lleva a cabo estrategias para concretar el proyecto de
sociedad. Según Goebbels, la propaganda se encuentra entre las artes que ayudan
a gobernar un pueblo y es la primera de ellas. Es indispensable en la estructura del
Estado moderno y constituye “el instrumento que une al gobierno y al pueblo”
(tomado de Álvarez, 92)
En esta misma dirección, el autor sostiene que el modelo que llama
propagandista totalitario se configura en una doble fase temporal: “como instrumento
para la conquista del poder, en primer término, y como instrumento conservador y
consolidador del poder conquistado, en segundo”. (Álvarez, 93).
De esto se desprenden dos principios fundamentales. Por una parte, el Estado
es el propietario o controlador de los medios de comunicación de masas; y por otra,
se necesita que el Estado cree un organismo que se preocupe de planificar
científicamente el uso que se le dará a estos medios.
Siguiendo a Mc Quail, el Estado tiene amplias facultades en el control de los
medios y debe regular su funcionamiento a favor del proyecto de sociedad que
encarne. Si esta regulación no es suficiente, “la censura y el castigo por las ofensas
de los medios de comunicación al Estado están justificadas” (Mc Quail, 159).
López y Ramírez 44
Pero sucede que en las democracias liberales esta supuesta regulación se dio
en dirección opuesta. Dado el uso que el Estado dio a la propaganda en episodios
de guerra y entre guerras, se generó desconfianza en la sociedad y se consideró
como un riesgo para los sistemas democráticos que el Estado regulara o vigilara la
concentración informativa. De esta forma se le termina dejando al Mercado la
responsabilidad de financiar los medios.
Para establecer un marco regulatorio para la prensa, entonces, es que en
varios países como Estados Unidos e Inglaterra se le encargó a comisiones
académicas la tarea de que bajo el alero de las universidades, realizaran informes
que permitieran la regulación de la prensa. De esta manera, se busca dar un carácter
ideológicamente neutral, a través de la intervención cientificista del mundo
académico.
La conocida Doctrina de Responsabilidad Social de los Medios surge de esos
trabajos y nace en 1947, como el resultado del esfuerzo de una comisión establecida
para estudiar la libertad de prensa de ese país. El informe de la Comisión Hutchins
recomendó que la labor del periodismo no podía estar delimitada por el relato de los
hechos, ya que -según ellos- el compromiso de los periodistas es decir “la verdad”
sobre estos últimos.
La última afirmación viene a instalar principios básicos que se le asignan al
periodismo, tales como: veracidad, objetividad, responsabilidad y legalidad. Todos
ellos serían considerados de ahí para adelante factores que miden la calidad de la
prensa.
Siguiendo a Araya, ésta sería la vertiente liberal de la Propagandística, en
donde se buscaría medir la información desde una perspectiva supuestamente
neutral. Más claramente, en la vertiente liberal de la Propagandística, se “naturalizan
López y Ramírez 45
las funciones que las estructuras cumplen en la sociedad, quitándole así cualquier
carga ideológica. Dicho de otro modo, transforma su propia mirada naturalizante en
ideología” (Araya, 22).
Las características de ésta última, según él, contribuyen al surgimiento de una
tercera categoría del Periodismo: la Reporterística. Esta es la forma de periodismo
que penetró más profundamente en las ideas de los fundadores de la primera
Escuela de Periodismo en Chile, marcadas principalmente por los modelos de las
escuelas norteamericanas.
Entendemos a la Reporterística como el tipo de periodismo en donde se
naturaliza el modelo hegemónico. También llamada “Doctrina Periodística Moderna”,
hace referencia a la práctica instituida y cristalizada socialmente como información.
La Reporterística representa la instalación de un tipo de prensa que se siente con la
responsabilidad de entregar información, a diferencia de promover el debate público
como ocurrió con la Publicística.
En esta línea el periodista deja de ser creador y autor del texto en el que
expone ideas o reflexiones sobre la sociedad, para pasar a ser un mero reporter o
transmisor de información. En palabras de Kant, un funcionario, puesto que carece
de libertad y se debe a la ideología liberal moderna a la hora de escribir.
Siguiendo con Kant, el periodista al ser un funcionario, destruye su faceta de
autor y por tanto construye precisamente la negación del proyecto ilustrado. Es decir,
sólo hace uso privado de la razón en su calidad de funcionario. Ha sido privado de
escribir sus reflexiones sobre una sociedad mejor. No es autor, no hace uso de la
razón en calidad de docto y por tanto, no es capaz de construir un Espacio Público
libre.
En la Reporterística el periodista consciente o inconscientemente está
legitimando y naturalizando su sistema social. Así lo comparte Benito quien asume
que los medios de comunicación tienen como misión “mantener vivo y profundizar
López y Ramírez 46
continuamente, sobre todo, el conocimiento y la vigencia de aquellas verdades, que,
por diferentes fundamentos de evidencia, se han constituido en certezas sobre las
que se sustenta la convivencia plural en la libertad de la sociedad de que se trate”
(Benito, 1982: 40).
La Reporterística ha alcanzado tal influencia en nuestras sociedades
occidentales post Guerra Fría, que logra ser vista como si poseyera en sus entrañas
los principios ontológicos del periodismo, una verdad universal sobre la forma de
escribir la información. Por ende se asume, por ejemplo, que la Propagandística
viene siendo una desviación periodística, que atenta contra la objetividad y
parcialidad política, mientras se cree que en la Reporterística la información todavía
permanece en un estado neutro y no contaminado con imparcialidades ideológicas ni
subjetividades personales.
Dentro de esta lógica al periodista se le entiende exclusivamente como un
Reporter: un ser que es capaz de aprehender la realidad objetivamente y ponerla a
circular sin intervenirla ni contaminarla.
En este sentido el valor principal recae en la producción de la noticia. Esto
facilitado por una percepción que se forma de dos ideas. Por una parte, la idea de
que la información que se entrega es reflejo de la sociedad, mostrándose como si
ocurriese en un presente permanente, siendo así la actualidad una cualidad
intrínseca a la noticia. Por otro lado, la información es la narración primera de un
hecho que tiene interés y trascendencia pública.
Para Benito el lugar que ocupa la noticia en el periodismo moderno transforma
en varios sentidos la producción informativa. Por una parte se desarrollan casi
ilimitadamente técnicas de transmisión y difusión en un modo productivo industrial.
Por otro lado la noticia ha especificado al periodismo como función profesional
propia, extrayéndolo del tronco común de la información. Al decir de Benito “el
López y Ramírez 47
desarrollo del periodismo como actividad específica caracterizada por la información
de actualidad, ha potenciado el proceso de comercialización de las noticias” (Benito,
50 y 51).
La Reporterística entonces, se erige como el periodismo verdadero: el de
información. Es la práctica predominante del periodismo en Chile y como lo
señalaremos más adelante, es el tipo de periodismo que se institucionaliza y se
comienza a enseñar en las universidades a partir de 1953.
Es la misión de llevar información la que legitima socialmente al periodismo.
Esta afirmación es posible si se considera a la realidad como poseedora de cierta
autonomía, de lo cual se deduce que la realidad es previa a la observación del
reportero.
Desde esta perspectiva positivista, el sujeto que observa la realidad no tiene
otra opción más que descubrirla y luego dar cuenta de su descubrimiento, es decir
informar, entregar su reporte de esa realidad. Tal como lo señala Araya, “el
surgimiento de la Reporterística se vio favorecido por dos cuestiones
complementarias: la posición hegemónica del paradigma positivista en aquella época
y, la mercantilización de las noticias”. (Araya, 25)
La hegemonía positivista alcanza al periodismo y lo compromete en la práctica
a transmitir eso llamado “realidad”. Pero hay un ejercicio previo a la difusión, en
donde el reporter aplica una fórmula a través de la cual hay una censura del
contenido o las imágenes que se publicarán. En palabras de Adorno y Horkheimer
"las imágenes son censuradas previamente, ya en su misma producción, según los
modelos del entendimiento conforme al cual han de ser contempladas después
(Horkheimer y Adorno, 132).
López y Ramírez 48
Esto se acentúa aún más con la penetración de los medios electrónicos y la
imposición del formato. Así, lo que se percibe -siguiendo las ideas frankfurtianas de
la irreproductibilidad de la obra de arte- es sólo formato, estandarización y no la obra
única y subjetiva del autor.
Pero además de ello, el reporter ve la realidad noticiable a través de ciertos
estándares dados por los criterios de selección de la noticia. Aplicados dichos
criterios, es capaz de escribir en el molde dado por los diversos géneros
periodísticos, según los requerimientos del medio para entregar mensajes en serie,
lo que también le impide ver la realidad.
La exclusiva labor del periodista, desde el punto de vista de la Reporterística,
es la de preparar y difundir informes de la realidad. Para lograr esto la profesión
misma le enseña una estrategia al periodista que le permite escribir desprendiéndose
-aparentemente- de sus subjetividades y así, reproducir la realidad sin alteraciones.
Como ya lo señalábamos anteriormente, este tipo de periodismo ampliamente
legitimado es la base de la Doctrina Periodística Moderna que Arancibia resume muy
bien en el conjunto de tres características principales:
1) La materia prima y fundacional del periodismo es la noción de noticia, entendida
ésta como un corpus informativo que refiere y esclarece la exterioridad social;
2) El rango de su decir es la objetividad, ésta como clave fundamental para arribar a
la verdad;
3) La conquista de tan preciado ‘bien’ tiene como condición de posibilidad un
instrumental técnico que rige el dispositivo escritural periodístico, el que permite la
suspensión de la subjetividad de quienes producen su textualidad;
4) Su función cardinal es la de contribuir al bien común, mediante el servicio de la
socialización de la verdad” (Arancibia, 41).
López y Ramírez 49
La mirada positivista de la realidad que enarbola la Reporterística, y que
desprende la responsabilidad de interpretación de la realidad por parte del periodista,
no sólo es poco cuestionada, sino que ha sido adoptada como propio dogma
periodístico.
Así por ejemplo, el Colegio de Periodistas de Chile, en el artículo sexto de su
Código de Ética, sostiene: “El periodista deberá establecer siempre una distinción
clara entre los hechos, las opiniones y las interpretaciones, evitando toda confusión o
distorsión deliberada de ellos”.
2.5. El Periodismo como Ideología
Desde la perspectiva de J. Deuze, y aunque no hace referencia a la
Reporterística en sí, el periodismo se ha instalado de tal forma que se ha convertido
en un sistema de creencias internacional, con una forma universalizada de practicar
la labor. Pero ¿cómo una forma de hacer periodismo llegó a situarse como “La”
forma legítima y naturalizada de ejercer esta profesión?
J. Deuze propone que el periodismo llegó a consolidarse como profesión en
tanto comenzó a actuar como ideología, otorgándole mayor fuerza a algunas
cualidades que debía tener el periodismo (objetivo, veraz, etc.). Para entender esta
propuesta es necesario antes revisar el concepto de ideología propuesto por Paul
Ricoeur en su libro Ideología y Utopía (1994).
De acuerdo a este autor, la conjunción de las funciones de la ideología y de la
utopía tipifica lo que podría llamarse imaginación social y cultural (Ricoeur, 45). Es
decir, Ricoeur sitúa a la ideología y a la utopía dentro del espacio de lo imaginario en
donde tales conceptos entrarían a funcionar en la construcción identitaria, en tanto
que ambos conceptos cumplen una función de integración. Además de la función de
integración de la ideología, Ricoeur le atribuye a este concepto dos propiedades
más: la de deformación y la de legitimación.
López y Ramírez 50
La función de deformación de la ideología es abordada por el autor desde una
particular interpretación de Marx donde contrapone la ideología a la realidad, pero no
nos detendremos en este punto sino más bien nos interesa para los fines de este
trabajo, aproximarnos a la función de legitimación que plantea Ricoeur.
La función legitimadora de la ideología de Paul Ricoeur es desarrollada
alrededor del concepto que Weber llama dominación o “Herrschaft”. Desde ésta
perspectiva lo que está en juego en toda ideología es “la legitimación de un
determinado sistema de valores” (Ricoeur, 221). En sus palabras:
“La ideología funciona para agregar cierta plusvalía a nuestra creencia a fin de
que nuestra creencia pueda satisfacer los requerimientos de la autoridad (…) La
función de la ideología es siempre legitimar una pretensión de legitimidad,
agregando un suplemento a nuestra espontánea creencia. La función de la ideología
en esta fase consiste en llenar la brecha de credibilidad que existe en todos los
sistemas de autoridad” (Ricoeur, 213).
De acuerdo al planteamiento del autor entendemos entonces que la ideología
es un sistema de motivaciones que legitiman el orden establecido, entre tanto que
ofrece una serie de tipos de ideales que permiten el auto reconocimiento de un
Nosotros, que al mismo tiempo, crea una legitimidad integradora, pero que al ser de
tipo ideológica enmarcará las relaciones de mandato y obediencia (Ricoeur, 235).
Dicho también de otra forma, la ideología permite la justificación de ciertas
prácticas en un sistema social determinado, en tanto hay un mundo simbólico y
cultural que las comparte y entiende como válidas.
Retomando las ideas de M. Deuze, el periodismo al constituirse como
ideología logra repercutir en la práctica, perpetuando la forma legitimada de hacer
periodismo. O en otras palabras, el periodismo en tanto ideología logra consensuar
un conjunto de valores, estrategias y códigos formales que caracterizan a los
profesionales del periodismo, otorgándole su cualidad de universal. A continuación
López y Ramírez 51
enumeramos estos preceptos básicos del periodismo, desde la perspectiva de M.
Deuze:
1) SERVCIO PÚBLICO: los periodistas prestan un servicio público como
vigilantes o sabuesos de la prensa, difusores de información.
2) OBJETIVIDAD: los periodistas son imparciales, neutrales, objetivos, justos
y por ende, creíbles.
3) AUTONOMÍA: los periodistas deben ser autónomos, libres e independientes
en su trabajo.
4) INMEDIATEZ: el trabajo periodístico está estrechamente vinculado a un
sentido de inmediatez y velocidad.
Estos valores que caracterizan al periodismo de manera universal serían
entonces los consensos que se articulan como una ideología periodística y que
según M. Deuze, son especialmente aplicados por los periodistas cuando se
enfrentan a la crítica pública y se convierten en un factor de influencia mundial en la
toma de decisiones, pues tienen la capacidad de definir qué es y qué no es
periodismo.
Pero en nuestras sociedades globalizadas, multiculturales y tecnológicas, en
donde hacen su aparición nuevos tipos de ciudadanías con sus propias demandas
subjetivas, se hace necesario cuestionar y replantearnos la base ideológica sobre la
que se gesta nuestra prensa. A partir de este ejercicio reflexivo podremos contar con
una sólida perspectiva ontológica, con principios éticos claros al momento de ejercer
el periodismo, al momento de hacer algo tan rutinario como escribir una noticia.
La elaboración teórica que hemos presentado se hace indispensable para el
futuro análisis. No se trata de describir una serie de postulados y
conceptualizaciones teóricas sobre el periodismo para luego analizar simplemente su
práctica. Lo que buscamos con esto en verdad es someter a examen y reflexión a los
postulados que hay detrás del periodismo, aquellos que legitiman su práctica.
López y Ramírez 52
Tratar de reflexionar sobre el periodismo sin examinar las ideas que lo fundan
sería creen que el periodismo siempre estuvo ahí y que no hay un sustento
ideológico que le haya dado un sentido a su existencia. Es en esta trampa en donde
no queremos caer y para eso hemos presentado nuestro sustento teórico.
Hemos dejado clara nuestra conceptualización sobre la modernidad y la
ilustración en relación al origen del periodismo, su llegada al país y su afán de
constructor de la nación, su rol que lo liga a factores ideológicos en la sociedad y el
significado que haya arribado a la cuna del uso de la razón, la universidad. Habiendo
revisado todo esto damos paso a la presentación metodológica de la investigación.
López y Ramírez 53
3. CAPÍTULO III: Forma en que abordaremos la investigación
3.1. Concretando el problema
3.1.1. Pregunta de Investigación:
¿Cuál es el concepto de periodismo y periodista que existe en los momentos
fundacionales de la primera escuela universitaria de periodismo de nuestro país?
3.1.2. Objetivo General:
Identificar los conceptos de periodismo y periodista que existen en los
momentos fundacionales de la primera escuela de periodismo de Chile, para así
acercarnos a una comprensión del proyecto de sociedad que legitima.
La presente investigación pretende recrear el ambiente de época que existía
en el contexto de la fundación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de
Chile. Reconstruyendo los discursos de los actores involucrados en el periodo,
buscamos los cambios en la forma como se entiende a la prensa y al periodista. De
este modo, queremos comprender la relación que se genera entre el periodismo y el
proyecto social que las élites políticas y económicas buscan legitimar en el país.
3.1.3. Objetivos Específicos:
Para lograr el objetivo de nuestra investigación fue necesario pautar ciertas
tareas que al realizarlas nos permitieran obtener conclusiones acertadas, que
apuntaran directamente a dar respuesta a nuestra pregunta de investigación. Dichas
tareas fueron los pilares sobre los que nos apoyamos a lo largo de todo el proceso,
una especie de brújula en medio de lo que a ratos parecía un bosque de oscuridad:
López y Ramírez 54
Describir las características que se creían propias del periodismo y el
periodista en el contexto en que llega a la universidad.
Identificar cómo se entendía la relación periodismo – sociedad en el contexto
en que el periodismo llega a la universidad.
Identificar el debate que se generó en torno a la profesionalización del
periodismo en Chile.
3.2. El periodista como objeto de estudio poco investigado
Variados e importantes estudiosos latinoamericanos se han dedicado bastante
tiempo a investigar la comunicación y el periodismo de la región. Sin embargo, y
como lo señala la autora Claudia Mellado Ruiz en su texto Orígenes, evolución y
desencuentros en la investigación sobre el periodista latinoamericano, ninguno de
ellos se ha enfocado directamente en el estudio de la profesión periodística.
Mellado cree que “los tópicos de investigación han estado más orientados
hacia el receptor, el medio o el mensaje en sí mismo, y no, en cambio, hacia el
emisor como sujeto influenciado y condicionado por una realidad contextual, laboral y
profesional” (Mellado, 2008, 10).
A modo personal, esto lo pudimos comprobar en nuestro paso por la
universidad, en donde leímos numerosos textos basados en estudios de audiencias,
de percepción, de comunicación en la cultura, de tipos de periodismo o de mensajes
y sus lecturas en el proceso de recepción. Pero escasamente leímos estudios que
nos hablaran sobre el propio oficio de periodista en nuestro país, desde adentro,
desde su educación, desde su proceso previo a la emisión del mensaje.
López y Ramírez 55
Hay un bajo nivel de producción académica sobre el tema, y por esta escasez
se han generado incompatibilidades conceptuales, dificultades metodológicas en
estos pocos estudios, además de una baja retroalimentación por parte de los
investigadores en relación a este objeto de estudio. En este sentido dichos
desencuentros “no disminuirán hasta que se instaure un debate epistemológico y
ontológico profundo en torno a qué se entiende por periodista y por periodismo en la
región” (Mellado, 2008, 15).
Es en este contexto en donde adquiere relevancia el presente estudio, puesto
que al identificar esta deuda en el campo investigativo, en un primer momento,
fuimos capaces de observar, en una segunda etapa de reflexión, que era necesidad
adentrarnos en lo que se entendía por periodismo y periodista en un periodo
histórico tan importante como lo es el momento en que la prensa adquiere rango
universitario. Solo así podríamos comprender con cierta base cómo se conjugaría la
prensa en relación a nuestra sociedad de ahí en adelante.
Este vacío en investigación no sólo representa un desafío para nuestro país
sino que también para nuestros vecinos. Tal como lo señalan Arroyave y Blanco,
“mientras en países como Alemania, Francia, Inglaterra, España y Estados Unidos
existe un corpus interesante de estudios empíricos que revelan facetas fascinantes
de esta profesión, parece no ser el caso en la mayoría de países de América Latina”
(Arroyave y Blanco, 367).
Debido a esto surge un primer problema a la hora de querer estudiar al
periodismo y periodista en la región, que apunta a la dificultad que supone definir un
marco estructural común para este tipo de investigaciones, ya que como dijimos, son
insuficientes. Mellado apunta que como la investigación de la profesión no ha sido
prioridad científica del campo, “los intentos efectuados no han logrado construir una
plataforma consensuada y transversal a cada país por separado, que potencie su
validación y lectura dentro de las ciencias humanas y sociales” (Mellado, 2009, 194).
López y Ramírez 56
Aún así nos arriesgamos a iniciar esta empresa casi a ciegas, en términos de
revisión bibliográfica, teórica y metodológica relativa al periodo histórico de la
fundación de la primera escuela de periodismo del país. El trayecto investigativo
comenzó bastante enlodado y brumoso, aunque poco a poco y a fuerza de machete,
fuimos arrancando juncos y malezas de dudas que nos permitieron observar más
adelante fascinantes praderas, dirigiéndonos con mayor seguridad y certeza hacia
conclusiones prometedoras.
3.3. Definiendo líneas de trabajo y procedimientos
Después de varias conversaciones entre nosotros como investigadores, y a la
vez con nuestro profesor guía, había claridad sobre el objeto de estudio: el
periodismo y periodista que existía en los momentos fundacionales de la profesión
universitaria. Luego vendría algo más difícil, definir el universo y la muestra de
nuestro estudio, para así ir acotando la investigación para que no se transformara en
un proceso de nunca acabar.
En una primera etapa tuvimos el ambicioso deseo de estudiar también la
fundación de las escuelas de periodismo de la Universidad de Concepción y la PUC,
aparte de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. A partir de una
revisión documental entendimos que era innecesario adentrarnos en las demás
universidades, puesto que simbólicamente la Escuela de Periodismo de la
Universidad de Chile fue por lejos la más importante, la pionera.
Su fundación fue el fruto de años de esfuerzo y debate. Y las demás
universidades, en términos generales, vienen a ser ramificaciones del tipo de
enseñanza que se pensó y gestó en la primera de todas.
López y Ramírez 57
Estuvimos varios meses desarrollando un proceso de lectura que nos hiciera
sumergirnos de cierta forma en la mentalidad y atmósfera que rodeaba la fundación
de esta escuela. Por una parte revisamos textos de investigación histórica que nos
permitieron dimensionar espacial y cronológicamente la evolución de la prensa en el
mundo y específicamente su llegada a la universidad, primero en Estados Unidos y
Europa, luego en América Latina y tardíamente en nuestro país.
Al mismo tiempo íbamos revisando artículos académicos para ver el nivel de
investigación realizado sobre este campo de la comunicación social. También vimos
la evolución de la prensa en Chile desde principios del siglo XIX, en plena época de
gestación de la Nación.
Repetimos que este proceso de lectura y análisis histórico previo fue
totalmente necesario para comprender cómo se configuraba poco a poco la
necesidad de crear una escuela de periodismo. Así mismo entender la historia de
nuestra prensa nos ayudaría a comprender las razones y consecuencias de la
profesionalización del periodismo.
Sin este proceso reflexivo en conjunto con nuestro profesor guía, hubiésemos
pecado de kamikazes en un viaje que en contra de nuestras intenciones se hubiera
reducido a una investigación de tipo netamente descriptiva, y no analítica y
explicativa como lo propusimos desde el inicio.
Luego vinieron arduas jornadas dentro de la Biblioteca Nacional, en donde a
partir de la revisión de la prensa en microfilm pudimos ir deconstruyendo las
opiniones de los principales actores que hicieron posible la creación de la primera
escuela de periodismo del país. Fue un proceso meticuloso que tuvo como resultado
el análisis de las noticias de los medios de la época que hablaron del tema.
López y Ramírez 58
En una última parte de esta revisión documental acudimos a la propia Escuela
de Periodismo de la Universidad de Chile, en donde se nos facilitó sin mayores
obstáculos el material escrito que nos contara como se llevó a cabo el proceso
inaugural de la escuela, además de los métodos de selección de los estudiantes, la
primera malla curricular y el rol que jugaron profesores y directivos, tanto de la
universidad como de la propia escuela, en la ardua tarea que significaba darle forma
no solo física, sino por sobre todo cualitativa a la casa de estudios.
Superada esta etapa de lectura, que por cierto nos ocupó bastante tiempo,
aparecía un desafío mayor. Surgía la necesidad de encontrar si era posible a las
personas que vivieron el proceso del nacimiento de la primera escuela de periodismo
de Chile: los alumnos. Agotamos todos los recursos y esfuerzos y se hizo incluso
frustrante darnos cuenta que ya nadie quedaba vivo de la primera generación de
estudiantes. O por lo menos nadie a quien tuviéramos acceso para entablar una
profunda conversación.
Sin embargo no torcimos nuestras piernas en el camino. De este modo nos
encontramos con 5 estudiantes de la tercera generación. Esto no significó para nada
alejarnos de nuestros objetivos, ya que a pesar de no ser de la primera camada,
compartían la misma malla curricular y casi en su totalidad a los mismos profesores.
Ellos afirmaban que mantenían la esencia de la fundación, siendo casi los primeros
profesionales en llegar a los medios de comunicación.
De una forma que ya describiremos con detención, pensamos en la entrevista
en profundidad como la técnica idónea para acercarnos a la subjetividad, a la
percepción e interpretación que los ex alumnos hacían de su escuela, del periodismo
y de los hombres de prensa de la época. Sólo buscando una comunicación
horizontal en el binomio investigador/investigado, podría ser más fiable la
reconstrucción del ambiente de la época.
López y Ramírez 59
Aunque como investigadores sociales encontramos imposible aislar toda
nuestra trama de vivencias y significaciones al acercarnos al otro. En este sentido
coincidimos con Casalla en que “comprender es aquí también reconstruir -desde mis
vivencias como intérprete-, las vivencias del otro (del autor “objetivado” en una obra
o en un texto concreto y presente) y en esa empatía -y sólo en ella- la interpretación
es posible” (Casalla, 7).
Creemos entonces en la interpretación del discurso del otro como forma válida
de acercarnos al conocimiento. En este ámbito nos adherimos a la conocida creencia
de Berger y Luckmann de que la realidad se construye socialmente. Es desde el
lenguaje, escrito, oral o de otro orden, desde donde se construye lo social, en un
proceso colectivo. Fue así como logramos coordinar los encuentros con nuestros
entrevistados, todos en la ciudad de Santiago.
Abraham Santibáñez nos recibió cordialmente en su oficina del Colegio de
Periodistas cuando aún era presidente de la orden. En el mismo lugar pudimos
conversar con Antonio Freire. Respecto a Lidia Baltra, Eliana Cea y Guillermo
Torres, las entrevistas fueron realizadas en sus respectivos domicilios. Se generaron
distendidas conversaciones con los ex alumnos, que se mostraban incluso
fascinados a ratos rememorando tan bello episodio de sus vidas.
Era admirable la lucidez con la que recordaban lo que sucedió hace casi seis
décadas. Nosotros escuchábamos atentos e interveníamos sólo si encontrábamos
que la conversación se alejaba innecesariamente de nuestros objetivos específicos.
Para ello contamos con una pauta de tópicos de conversación que elaboramos
previamente basado en nuestros objetivos específicos.
López y Ramírez 60
3.4. Dimensión cronológica, universo y muestra
Luego de algunas reuniones con nuestro profesor guía, contábamos casi con
todo el material necesario para llevar la investigación al papel, al análisis. Estábamos
ansiosos pero correspondía todavía explicitar ciertas cuestiones de orden
metodológico, para no hundirnos en un mar de datos y acabar desdibujando el
destino trazado en un comienzo.
Al tratarse de una investigación inspirada en nuestra historia cultural, cuyo
estudio es a la vez descriptivo, analítico y explicativo, era un buen punto de partida
aclarar la dimensión cronológica del estudio. Sabíamos que ésta no podía reducirse
a unos pocos años. Es una Investigación Diacrónica, en la cual es menester estudiar
fenómenos en un proceso largo y discontinuo. A modo personal entendemos el
estudio de la Historia como la comprensión de discontinuidades y no de linealidades.
Sobre esa premisa entendimos que el mejor método para recoger los datos
era el Método Longitudinal. En este sentido buscamos la información relevante en
puntos o periodos específicos del tiempo histórico, para así hacer inferencias
respecto al cambio, las causas y consecuencias en que dicha información pudiera
influir en nuestro objeto de estudio.
Por dar un ejemplo, revisamos la evolución de la prensa en Chile desde el
periodo de Independencia en adelante. Los datos relevantes fueron recolectados y
archivados, estableciendo relaciones con nuestros objetivos específicos. Información
precisa sobre la prensa doctrinaria, política u otra de importancia nos ayudó a
comprender cómo se iba configurando el periodismo hacia los momentos
fundacionales de la primera escuela de periodismo del país.
Siendo nuestro método de recolección de datos de tipo Longitudinal,
reconocemos que existió un periodo en que recolectamos mayor cantidad de
López y Ramírez 61
material documental, debido que fueron los momentos en que el deseo por
profesionalizar el oficio alcanzaba su mayor ebullición. Estamos hablando de entre
los años 1950 a 1953 aproximadamente, momentos en los cuales por ejemplo,
obtuvimos casi la totalidad de los archivos de prensa revisados en microfilm, en
donde pudimos rescatar los discursos de los principales actores que hicieron posible
la creación de la escuela.
Aclarado el asunto temporal fuimos capaces de entender que nuestro universo
de la investigación correspondía a todo el material bibliográfico que nos llevara de
una u otra forma a responder los principales aspectos de nuestros objetivos
específicos.
De este modo, dentro del universo ubicamos los textos de tipo histórico que
nos sirvieron para comprender la evolución de la prensa mundial y su paulatina
llegada a las universidades y los textos históricos enfocados específicamente en la
historia de la prensa en Chile. También los archivos de prensa de la época, que nos
sirvieron para reconstruir e interpretar los discursos de los principales actores que
hicieron posible la profesionalización del periodismo.
Por último dentro de este universo tenemos el material documental propio de
la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. De ahí obtuvimos la
información sobre el enfoque curricular, los profesores, los métodos de selección de
los alumnos, etcétera. De todo el universo rescatamos la información necesaria que
ocuparía nuestro análisis más adelante. Por cierto más adelante mostraremos el
instrumento que ocupamos para analizar dichos datos.
Respecto a la muestra, la forman nuestros cinco entrevistados. No fue una
selección aleatoria ya que no había gran cantidad de alumnos que cumplieran con
los requisitos básicos que buscábamos en los ex alumnos de la casa de estudios.
López y Ramírez 62
Los criterios de selección de la muestra fueron cuatro: que los alumnos
pertenecieran a las primeras generaciones, que fueran formados con la primera
malla curricular, que obtuvieran el título de periodistas y que trabajaran
posteriormente en medios.
La razón del por qué de estos criterios se basa sobre la observación directa a
nuestros objetivos específicos, que como dijimos fueron los cimientos de la
investigación. Por ejemplo relativo al objetivo que busca conceptualizar el tipo de
periodismo que existe en el periodo, no nos serviría de mucho entrevistar a un
alumno que solo haya estudiado un par de años, que hubiese tenido otra malla
curricular en otro periodo posterior.
De esta manera nuestra muestra fueron 5 periodistas titulados de la tercera
generación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, quienes tuvieron
en 1955 sus primeras clases: Abraham Santibáñez, Lidia Baltra, Antonio Freire,
Eliana Cea y Guillermo Torres.
3.5. La entrevista interpretativa
Araya nos cuenta que existe un consenso en la comunidad científica a la hora
de enfocar el interés en los aspectos cualitativos de una investigación. Este acuerdo
tiene que ver con que “hay una dificultad en alcanzar capacidad explicativa sobre la
sociedad sin acudir a las versiones de los sujetos” (Araya, 2). De aquí surge la
necesidad clara de llevar a cabo las entrevistas, pues con la pura revisión
bibliográfica seríamos incapaces de reconstruir el ambiente de época.
Como en este estudio buscamos interpretar cierto discurso que los
entrevistados tienen de los momentos fundacionales de su escuela, la clásica
estructura pregunta-respuesta no nos sirve. La idea más bien es hacer fluir en el
López y Ramírez 63
fondo un habla social, expresado en el lenguaje del entrevistado. Buscamos una
situación de encuentro en una relación sujeto-sujeto y no sujeto-objeto.
A modo de Panikkar buscamos el diálogo dialogal y no el diálogo dialéctico.
Este último consiste básicamente en “vencer dialécticamente al otro; o dicho más
suavemente, buscar juntos una verdad sometida a la dialéctica” (tomado de Araya,
9). En entrevistas basadas en un diálogo dialéctico el entrevistador suele guiar al
entrevistado hacia la respuesta de ciertas verdades o preceptos que el propio
entrevistador posee y busca confirmar para validar sus percepciones.
En el diálogo dialogal el investigador asume y está dispuesto a las sorpresas
que le pueda entregar su entrevistado, evitando encausar su verdad. Existe “una
confianza mutua en una aventura común hacia lo desconocido, ya que no podemos
establecer a priori que vayamos a entendernos el uno al otro” (Panikkar, 36).
Descartamos entonces una entrevista estructurada como técnica, prefiriendo
una relación de conversación del tipo dialogal. En este sentido tenemos claridad,
compartiendo con Araya, que accedemos “únicamente a un sucedáneo del objeto de
estudio: la revelación que el otro le obsequia de su subjetividad o interioridad”
(Araya, 10).
Ese sucedáneo es un lenguaje, un habla social. Creemos de esta forma que el
entrevistado es intérprete de su contexto del cual nos habla, es un vocero social. Ese
discurso es el que buscamos extraer para reconstruir nuestro objeto de estudio.
Como entrevistados nos propusimos dirigirnos hacia la comprensión e
interpretación del discurso del otro, asumiendo por cierto el doble carácter que
supone el lenguaje, pues nuestro propio marco conceptual y de experiencias puede
representar una carga al momento de acercarnos a nuestro interlocutor. Aunque si
asumimos nuestra subjetividad como algo ineludible, dicha carga es, compartiendo
López y Ramírez 64
con Araya, “aquello que, simultáneamente, nos permite mirar, y nos deforma la
mirada” (Araya, 12)
De esta forma, la única pauta con la que contábamos estaba dada por el
conocimiento y claridad previa que teníamos de nuestros objetivos específicos, de
modo tan que al momento de conversar los temas no se desviaran tanto de la
investigación.
3.6. Construyendo el instrumento de análisis
Nuestra investigación en cuanto al acercamiento a los datos que se nos
presentan es fundamentalmente una investigación interpretativa. Esto sucede porque
tomamos los discursos que se presentan a través del lenguaje y les damos un
sentido, enfocado a responder nuestros objetivos específicos. Necesitamos llevar a
cabo un análisis subjetivo de la información, estableciendo puntos de encuentro y
desencuentro y causalidades y consecuencias del contenido recogido de nuestro
universo.
Por dar un ejemplo nos interesa saber los argumentos que esgrimían los
precursores de la fundación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
Pero más allá buscamos comprender de dónde vienen esos deseos, interpretar
dichos anhelos.
Al revisar la carrera que tuvieron como periodistas estos actores, nos dimos
cuenta que pasaron por grandes periódicos norteamericanos y visitaron escuelas de
periodismo de la misma región. Así vamos tomando los discursos de estos
personajes y estableciendo las causas que motivan que quieran una escuela de
periodismo, además de comprender más adelante la orientación académica que
buscan plasmar en ella.
López y Ramírez 65
Al decir que es un análisis subjetivo, esperamos que no se confunda con una
falta de rigurosidad investigativa, puesto que no pensamos trazar conclusiones que
no sienten sus bases en evidencia escrita concreta. Sólo señalamos que es subjetivo
e interpretativo en el sentido en que nos enfocamos a la tarea de superar la etapa de
descripción histórica para lograr llegar a una comprensión y explicación de los
fenómenos históricos relacionados a nuestros tres pilares del estudio.
Como parte de esta rigurosidad en el análisis de los datos recogidos
explicitamos en un cuadro dimensiones y categorías. Las dimensiones corresponden
a nuestros objetivos específicos, aquello que necesito saber para responder la
pregunta de investigación.
Por su parte en cada dimensión establecimos ciertas categorías, que luego de
reuniones con nuestro profesor guía fuimos dándoles forma de preguntas, que al ser
resueltas nos permitirían conocer todo lo necesario para responder a sus respectivas
dimensiones. Este fue un proceso en donde debíamos dar con las categorías
precisas, que no dejaran espacios vacíos en nuestras dimensiones y también evitar
entrar en cuestionamientos innecesarios y desvinculados de dichas dimensiones.
Para hacer más entendible esta parte del instrumento, les ofrecemos un
ejemplo de una de las tres dimensiones con sus respectivas categorías:
DIMENSIÓN CATEGORÍAS
¿Cuáles eran las características que se
creían propias del periodismo y el periodista
en los momentos fundacionales del
periodismo en Chile?
¿Cuál es la definición de periodismo y periodista que se tenía en la época? ¿Cuál es la práctica periodística que se difundía? En cuanto lenguaje, estilo, reporteo, etcétera. ¿Cuál era el concepto de noticia que predominaba? ¿Cómo se comprende la relación del periodista con la realidad?
López y Ramírez 66
Una vez tabuladas nuestras dimensiones con sus respectivas categorías,
presentadas para nosotros en forma de pregunta, comenzábamos la revisión de
contenido en los distintos tipos de textos mencionados con anterioridad. También
debemos decir que las categorías nos sirvieron de guía al momento de llevar a cabo
nuestras entrevistas en profundidad.
De esta manera íbamos leyendo y releyendo los textos y las entrevistas con el
objetivo de ir obteniendo respuestas en cada categoría. Dichas respuestas las
presentamos como citas dentro de cada categoría, en la elaboración de un extenso
archivo. Siguiendo el cuadro anterior, ejemplificamos con la categoría relativa al
concepto de noticia (ver página siguiente):
López y Ramírez 67
CATEGORÍA: ¿Cuál era el concepto de noticia que predominaba?
“La noticia es la verdadera fuerza motriz del periodismo. La noticia atrae como un imán al reportero, ´posa` para el fotógrafo, se somete al juicio de los redactores, recibe el espaldarazo del Director”. (Cortez, 131).
“Son los hombres del oficio, los que por experiencia, por herencia de los que los antecedieron en el trabajo, por cierto instinto innato y posteriormente desarrollado, determinan qué es noticia”. (Cortez, 134).
“Noticia, por lo tanto, para los efectos prácticos de nuestro estudio es el ´relato de las actividades de la Humanidad que los periodistas estiman han de interesar, informar y entretener al público”. (Cortez, 135).
“Según Carl Warren, los elementos principales de la noticia son los siguientes: Inmediación – proximidad – consecuencia – prominencia – suspenso – rareza – conflicto – sexo – emoción – progreso”. (Cortez 135-136).
“En el segundo cuarto, la competencia principal es por la noticia, por el ´golpe`, la información exclusiva, el dato de primera mano”. (Cortez, 59).
“En el periodismo, la pirámide de la acción está invertida. Lo primero que se cuenta es el resultado, el hecho principal y decisivo del suceso. Siguen a continuación los hechos secundarios y los detalles. Para este género no vale la comparación del río ´que va a dar a la mar`. Sirve la imagen del volcán, cuyo cráter arroja fuego y lava ardiendo y que después deja escapar el humo y la ceniza”. (Cortez, 177).
“Es ya un fenómeno universal éste de la transformación de la prensa en un órgano fundamentalmente informativo” (Montenegro, 1952 )
“A propósito de esto mismo nos enseñaron esto de la pirámide invertida, estudiamos con eso todos los años de la escuela de periodismo y nada más, no existía el nuevo periodismo” (Baltra, entrevista).
“Como en la mayoría de las profesiones, ésta reserva el triunfo para aquellos que mejor usan sus armas: dominio de idiomas y una inteligencia bien fundamentada capaz de relatar con certeza y rápidamente de lo particular a lo general”. (Piedrahita, 42)
“Nosotros aprendimos del periodismo norteamericano que ´el tiempo es oro`. Por lo tanto el tipo que va por la calle quiere saber una noticia, por ende quiere el título, que es el resumen del lead. El lead es donde está la noticia. Entonces si el tipo quiere seguir leyendo lo hace, pero ya en el primer párrafo se informó” (Cea, entrevista).
López y Ramírez 68
Sin duda que este proceso fue el más agotador, pero terminado arrojó los más
gratificantes resultados de la investigación. Teníamos todos los datos ubicados
dentro de cada categoría, y cada categoría dentro de cada dimensión. Ahora venía
un proceso de discusión y reflexión en torno al material.
Una vez que le dimos bastantes vueltas a nuestros datos hicimos el ejercicio
de escribir a modo de titular los principales hallazgos de cada categoría, para así
poseer una matriz que orientara la redacción del análisis que ocupa el próximo
capítulo de este estudio.
Manteniendo el hilo conductor, ejemplificamos con la categoría anterior y sus
titulares inferidos de la evidencia que significaban las citas que ya mostramos. De un
modo natural en esta etapa ya no era necesario plantear lo escrito en forma de
pregunta, puesto que éstas ya habían sido respondidas.
DIMENSIÓN CATEGORÍA HALLAZGOS
Características que se
creían propias del
periodismo y el
periodista en los
momentos fundacionales
del periodismo en Chile
Concepto de
noticia que
predominaba
La noticia es la materia prima del
periodista.
El género informativo es el modo
correcto de presentar la noticia.
El periodista mantiene la distancia
frente a los hechos, pues la
realidad es objetiva.
El periodista comienza una
transformación de autor a
funcionario de la realidad.
López y Ramírez 69
Teniendo los titulares o aseveraciones y su respectiva evidencia que diera
cuenta de ellas, entrábamos al último trayecto del camino, por cierto el más
fascinante. Comenzando la redacción de los resultados de nuestro análisis íbamos
armando un puzzle que con anterioridad se presentaba complejo, como si se tratara
de un armazón de miles de piezas que se le presenta a un niño como desafío
gigantesco. Ahora todo parecía encajar, ser coherente para la aproximación hacia
conclusiones firmes. A continuación les presentamos los resultados de todo este
proceso de reflexión.
López y Ramírez 70
4. Capítulo IV: El periodismo y el periodista de la época
En los siguientes tres capítulos abordaremos a fondo las tres dimensiones de
nuestra investigación, así podremos responder respectivamente a nuestros objetivos
específicos y aproximarnos a conclusiones más precisas y debidamente
fundamentadas. Partiremos en este capítulo tratando de conceptualizar lo que en la
época se entendía por periodismo y periodista, abordando sus principales
características.
Persiguiendo este objetivo buscaremos entender aspectos claves como lo son
el paradigma que subyace detrás del periodismo que se practicaba, cuál es el
periodista que se buscó formar en la universidad, cómo se entiende su relación con
la realidad o cuál es el concepto de noticia que prevalece.
Buscando respuestas a lo anterior describiremos los aspectos relevantes
extraídos del análisis, tanto de entrevistas, como de los textos teóricos y la revisión
de prensa de ese entonces.
Entre los resultados más destacables resaltamos el hecho de que la imagen del
periodista en la época se aleja del cazanoticias y se acerca a la de un reportero que
toma cada vez más distancia frente a los hechos, de modo que la realidad empieza a
sacralizarse y aprehenderse como objetiva a ojos del observador.
Además abordaremos el concepto de noticia, concebida en la época como la
materia prima del periodismo y mostraremos la enorme importancia que juega el
género informativo dentro del producto periodístico.
López y Ramírez 71
4.1 Periodista culto para educar a las masas
Hacia la mitad del siglo XX a un nivel social vemos que el país tiende a
consolidar su modelo político y económico liberal, al mismo tiempo en que la
población crece y se asienta cada vez con más fuerza una sociedad de masas. Ante
este escenario, la universidad y las élites confían en el periodismo como un agente
capaz de culturizar a la población, la que poco a poco aumentaba sustancialmente
sus índices de alfabetización.
En el deseo por educar a las masas era indispensable primero instruir a los
futuros periodistas. De esta forma, como señala Gustavo González, “la
profesionalización universitaria del Periodismo comenzó levantando el ideal del
`reportero culto` y bajo esa visión las primeras escuelas, como la de la Universidad
de Chile, apostaron a una formación esencialmente humanista” (González, 4).
La malla curricular en el primer año de funcionamiento de la escuela incluía
asignaturas como Composición Castellana, Historia Universal, Historia de Chile,
Elementos de Cultura Literaria o Geografía. Y en segundo año se dictaban ramos
como Legislación, Sociología o Psicología.
Se pone entonces como condición para ser periodista poseer un grado de
conocimiento o cultura general, dejando atrás al reportero de oficio, que en palabras
de Lidia Baltra, egresada de la tercera generación de Escuela de Periodismo de la
Universidad de Chile, “en su mayoría era gente con muy poca educación, pero con
una tremenda vocación” (Baltra, entrevista).
La universidad busca formar un periodista ilustrado, incorporado a la cultura
universal y en este contexto el periodismo moderno “es formación amplia en
sociología, en arte, en ciencias, en literatura, en política, en asuntos
contemporáneos, en problemas internacionales, en idiomas” (Piedrahita, 89).
López y Ramírez 72
De esta forma el periodismo incubado en la universidad debe tener capacidad
para reaccionar y mostrar a la gente los acontecimientos más importantes que
ocurren en un mundo que se hace cada vez más complejo. Y por sobre todo, se
comprende que para ilustrar a las masas, objetivo propio del ideario de la
modernidad, es necesario primero ilustrar a los periodistas, que deben poseer -entre
otras cosas- el conocimiento necesario para tratar con las elites y esferas de poder.
4.2 Estandarizar la producción periodística
Un objetivo fundamental que se persigue al llevar el periodismo a la universidad
es enseñarlo bajo cánones y formatos universales, aplicables en cualquier medio
escrito del país. Ernesto Montenegro, primer director de la casa de estudios, era
claro en su diagnóstico sobre el oficio en ese tiempo, al decir que “se ha notado que
en los diarios existe cierta tendencia a crear un estilo y una forma de expresión de
acuerdo a las conveniencias de cada empresa” (tomado de Revista Vea, 6).
Esto nos muestra el descontento de algunos sectores del periodismo al hecho
de que los que escribían en un diario se impregnaban de tal manera en el estilo del
medio, que estaban casi condenados a quedarse toda su vida en aquella empresa.
De este modo la academia buscaba en su enseñanza colar las cuestiones
ideológicas e introducir técnicas de producción periodísticas estandarizadas y
posibles de aplicarse en cualquier medio escrito del país, sin ser tan importante las
características geográficas o socioculturales del lugar.
Como lo señala Gomis “lo que la prensa moderna desarrolla, entonces, es el
surgimiento de `formas asimiladas por el hábito, formas que pueden enseñarse y
aprenderse`” (tomado de Ossandón y Santa Cruz, 28). O bien, conformar el
López y Ramírez 73
periodismo un sistema de valores que legitime cierto sistema de autoridad, es decir,
desarrollarse como una ideología siguiendo el planteamiento de Paul Ricoeur.
4.2.1 Función informativa por sobre la ideológica
Como lo señalamos en el marco teórico de la presente investigación, la
Reporterística fue y sigue siendo un modo de hacer periodismo legitimado, tanto en
la academia como en la práctica misma. La idea de entregar reportes de la realidad
sin contaminarla fue un principio básico e indiscutible que se inculcaba a las primeras
generaciones de alumnos de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
La distancia entre el periodista y la realidad que era posiblemente aprehensible
en su forma más pura, es decir, sin intervención, se convirtió en una de las partes del
sistema de valores que según Ricoeur van a transformar el periodismo en ideología,
y por tanto, no hay cuestionamientos sobre esos valores por que son los únicos
legitimados con respecto al ejercicio de la labor periodística.
El valor principal es la información, por sobre la opinión o la interpretación,
géneros que marcaron pauta en momentos históricos en donde se empezaba a
construir la idea de Nación, a lo largo del siglo XIX. En esta línea, Eduardo Santa
Cruz señala que el siglo XX vio nacer en Chile “a un periodismo y una prensa de
gran envergadura, hasta entonces ignorados, cuyo carácter es preponderantemente
informativo” (Santa Cruz, 43).
El interés apuntaba entonces a la información, que se creía presente en la
realidad de forma objetiva, aprehensible por los periodistas. Relativo a esto
Santibáñez nos señaló que “el periodismo era visto como una cosa muy fantástica,
pero tenía un servicio fundamental, el de ser un instrumento para que la gente
supiera lo que estaba pasando. Esa es una convicción muy fuerte que se nos
enseñó” (Santibáñez, entrevista).
López y Ramírez 74
De este modo, la función informativa era la más importante. El mismo
Santibáñez habla de la casi nula enseñanza, por ejemplo, sobre la responsabilidad
social de los periodistas y medios. También el hecho de dar opinión o interpretar la
noticia era considerado casi como una deformación o aberración del periodismo.
Santibáñez señala al respecto que “ante todo la tarea del periodismo era informar y
no abanderizarse por ninguna causa, ser puros en la entrega de la información”
(Santibáñez, entrevista).
La prominencia de la función informativa del periodismo era un principio claro
en toda la región. Sin ir más lejos, en el Cuarto Congreso Panamericano de la
Prensa, celebrado en Bogotá en 1946, se aprueba un interesante Código de Honor
de la Prensa, cuyas principales disposiciones establecen que “la prensa de América
debe distinguir estrictamente la función informativa de la función ideológica y
orientadora; que el cumplimiento honesto y eficaz de la función informativa exige que
los periodistas presenten siempre una información objetiva y veraz” (tomado de
Valdebenito, 204 y 205).
4.3 . Cientificidad en el binomio periodista / realidad
Hasta antes de que el periodismo llegara a la universidad, éste era aprendido
de forma autodidacta y en la práctica. En este sentido la realidad era entendida por
el reportero como subjetiva, el tomaba de ella lo que creía noticioso y lo hacía
público a la manera que el encontrara que llamaría la atención. Antonio Freire,
alumno de la tercera generación, nos contó que antes “era posible darse cuenta
quien escribía tras la noticia porque cada periodista tenía formas de escribir muy
particulares” (Freire, entrevista).
Pero el modelo de enseñanza del periodismo en la universidad toma a Estados
Unidos como su principal referente. Se busca que el acercamiento a la realidad
López y Ramírez 75
posea un carácter científico, en donde los hechos son sagrados e inmutables. La
realidad en el modelo norteamericano era entendida como objetiva y el periodista
accedía a ella mediante procedimientos y técnicas aprendidas.
Siguiendo esta línea, sucede lo que señala Gustavo González al analizar los 50
años de periodismo universitario en Chile en 2003. El autor caracteriza el quiebre
entre el periodista de oficio con el de la academia, señalando que este último es un
simple reportero en rebaño que “convirtió al investigador de la actualidad en simple
intermediario entre la fuente y el público” (González, 4).
Al ser un intermediario entre la fuente y el público, el periodista sólo emite
reportes de la realidad, tomando distancia frente a los hechos. Pero ¿cómo es
posible alejar mi subjetividad de lo que pasa allá afuera? Rodrigo Araya nos entrega
la respuesta al señalar que al periodista “la propia profesión le proporcionará una
estrategia escritural pertinente: una forma de escribir que permite des-subjetivar el
texto, y así la realidad puede transitar por él sin sufrir alteraciones” (Araya, 24).
También es categórico al respecto y sentencia que cuando gana terreno la
Reporterística, asistimos a un suceso irrefutable: “la muerte del autor”.
El periodismo moderno entonces adquiere su carácter científico positivista, en
donde el profesional se acerca a la realidad mediante un método aprendido y
validado por el mundo académico y social. El periodismo entonces, y quizá sin
querer, es concebido como ideología o bien como un Universal según los
planteamientos que hemos revisado de M. Deuze.
Ramón Cortez Ponce arraigó fuertemente este principio en sus alumnos, al
señalar en su cátedra de Introducción al Periodismo, que “el reportero, consciente en
su calidad de intermediario entre la verdad y el público, debe proceder con el criterio
científico del investigador que examina, pesa y avalúa la materia que tiene entre sus
manos” (Cortez, 168-169).
López y Ramírez 76
En este mismo sentido elaboró un decálogo del reportero, en donde dos de sus
mandamientos son los siguientes: “se objetivo” y “líbrate de tus propios prejuicios”.
(Cortez, 172). Ambos tácitos apuntan claramente a esta idea de otorgar rango
científico al periodismo.
Eliana Cea, también egresada de la tercera generación de periodismo de la
Universidad de Chile nos contó pormenores sobre su práctica profesional. Los
periodistas de la sección de crónica en que trabajaba, todos ellos autodidactas, se
sorprendían de lo minuciosa que era al momento de investigar la noticia.
Darío Rojas, su jefe de Crónica en ese entonces, le comentó en un momento a
los demás periodistas de su sección que “hay varias diferencias entre ella y ustedes,
y la principal es que ella es terriblemente investigativa, que nunca da una información
si no tiene 3 ó 4 fuentes” (Cea, entrevista). Vemos que aparece la figura de un
periodista cada vez más identificado con un ideal de reproducción minuciosa de la
realidad y que suspende en gran medida su subjetividad.
Ya desde principios del siglo XX se abría un gran en los medios de
comunicación escrita, para los periodistas formados al estilo norteamericano, que
mantuvieran la distancia frente a los hechos, la rigurosidad investigativa y un formato
informativo.
Estos diarios, entre los que resalta la figura de El Mercurio, hicieron posible y
necesario que el periodismo “fuera realizado por profesionales, funcionarios de las
empresas, debidamente adiestrados en las técnicas periodísticas desarrolladas en
EE.UU. principalmente, para seleccionar y escribir las noticias. Surgirá así el
periodista, tal cual se le concibe hoy” (Santa Cruz, 47 y 48).
López y Ramírez 77
4.3.1 El periodista como funcionario de la realidad
Ya hablamos sobre el quiebre que se produce en el periodista al pasar de lo
que llamamos un “cazanoticias” a lo que González denominaba un “reportero en
rebaño”. Hemos dicho que al llegar el periodismo a la universidad se estandariza la
forma de escribir, se toma como paradigma la objetividad, se cree en el fondo en la
distancia total del reportero frente a los hechos.
Esto marca aspectos positivos, como por ejemplo el uso de variadas fuentes y
la rigurosidad investigativa, que hace más creíble la información que se entrega al
lector. Pero es indudable que se le quita personalidad y autoría al que escribe. A
decir de Santa Cruz, cuando el oficio llega a la universidad “el periodista es
enajenado del producto de su trabajo, para lo cual el uso de las técnicas de
tratamiento de la noticia son el resorte fundamental” (Santa Cruz, 83). Y volvemos a
repetir que dicho tratamiento noticioso es herencia puramente norteamericana.
Se dota de cientificidad al periodismo para otorgarle mayor status, legitimidad y
responsabilidad, tanto a la profesión como al periodista. Pero puede suceder que
esto no sea más que “la presentación ideológica del hecho que el periodista como
funcionario no sólo debe vender su fuerza de trabajo intelectual, sino también su
conciencia” (Santa Cruz, 83). Volvemos al tácito de Araya que apuntaba a la muerte
del autor y la aparición del funcionario de la realidad.
4.4. Noticia: materia prima del periodista
La noticia era y sigue siendo la materia prima del periodista, que lo mueve y
alimenta en su diaria rutina. Ramón Cortez Ponce promulgó esta idea a sus alumnos.
“La noticia -señalaba- es la verdadera fuerza motriz del periodismo. La noticia atrae
como un imán al reportero, ´posa` para el fotógrafo, se somete al juicio de los
redactores, recibe el espaldarazo del Director”. (Cortez, 131).
López y Ramírez 78
En cuanto a la competencia entre los medios y periodistas, el autor explica que
desde la segunda mitad del siglo XX la competencia es por el golpe noticioso, por
obtener la información exclusiva, ser el primero en llegar al lugar de los hechos.
Cortez Ponce define noticia como “el relato de las actividades de la Humanidad que
los periodistas estiman han de interesar, informar y entretener al público”. (Cortez,
135).
Además, según la mirada del emblemático maestro de las primeras
generaciones de alumnos, son los hombres del oficio, los que por experiencia, por
herencia de quienes los antecedieron en el trabajo o por algún instinto natural, que
luego se afina, determinarán finalmente qué es noticia y que no.
Pero en el modelo norteamericano de periodismo que se enseñó en nuestro
país en aquel entonces, se tomaba como criterios de selección de la noticia los
elementos que señala Carl Warren: Inmediación – proximidad – consecuencia –
prominencia – suspenso – rareza – conflicto – sexo – emoción – progreso” (Cortez,
135 y 136). Muestra de que este modelo de periodismo sigue vigente en nuestras
escuelas y en los medios de comunicación, es el hecho de que dichos criterios
siguen siendo prácticamente los mismos, y por cierto enseñados en los ramos de
periodismo informativo.
4.4.1. La objetividad y la verdad como parte de la noticia
La objetividad es enseñada en la academia como algo que puede y debe
practicarse al momento de escribir la noticia. Si bien hoy el concepto es cada vez
más cuestionado y considerado por muchos una quimera más que algo real, en los
inicios de la profesionalización del periodismo la objetividad era un verdadero
apostolado.
López y Ramírez 79
Cortez Ponce les decía a sus alumnos que ante todo el reportero debía ser
objetivo, algo que era indiscutido por sus alumnos, tal como lo señaló la totalidad de
nuestros entrevistados en la presente investigación. La objetividad entonces era un
dogma.
Abraham Santibáñez nos contó sobre las misiones que debía tener un
periodista, siendo en sus palabras “la búsqueda de la verdad la más importante. Lo
que se nos decía que hiciéramos era salir a reportear para contarle la verdad a la
gente”. Entonces quien busca la noticia en el fondo está buscando la verdad.
Cortez Ponce en este sentido fue muy claro con sus pupilos al decirles que “la
objetividad en la captación de una noticia se mide por el grado de fidelidad con que
el hecho se reproduce en la memoria y en los apuntes del reportero” (Cortez, 168 y
169). Es por esto mismo que se les inculcó fuertemente la costumbre de no publicar
nada sin contar con una buena cantidad de fuentes extraídas de los distintos ángulos
de la noticia.
Nuestra entrevistada Lidia Baltra nos señaló que se les inculcaba quitar su
subjetividad al momento de acceder y luego escribir la noticia. “Nos enseñaron que el
periodista cuando se enfrentaba a una noticia se anulaba, uno sólo era un canal por
donde pasaba la información que tenía que repetir el medio” (Baltra, entrevista).
Pero haciendo una evaluación retrospectiva, Lidia Baltra confiesa que en lo
personal dicha enseñanza fue más negativa que positiva, puesto que se les cercenó
y perdieron personalidad como escritores, tornándose muy complicado después
poder dar la opinión o interpretar en medios escritos.
Se trataba de la génesis, periodo en que los alumnos no cuestionaban los
conceptos de objetividad y verdad con que habían nacido en el periodismo.
Guillermo Torres admitió durante su entrevista que todas son ideas que hoy sí se
López y Ramírez 80
cuestionan, pero que a ellos se les decía que tenían que ser objetivos y decir la
verdad, debían “ser un fiel reflejo de lo que estaba sucediendo, porque el periodismo
era la historia del hombre, y lo que escribieran sería analizado por los estudiosos
para encontrar rasgos de la Historia en el futuro. La escuela nos enseñaba
positivismo puro”. (Torres, entrevista)
4.4.2. La pirámide invertida
Hoy en nuestras escuelas de periodismo se nos enseña dentro del género
informativo la conocida pirámide invertida. Pero entendemos que existen más
géneros y variados estilos y formas de escribir. Pero en la época en cuestión se
enseñaba por sobre todo el periodismo informativo. En este sentido, la pirámide
invertida era la forma legitimada y correcta de escribir la noticia. Lidia Baltra señala
que “estudiamos con la pirámide invertida todos los años y nada más, no existía el
nuevo periodismo ni otras formas de escribir”. (Baltra, entrevista).
Siguiendo con las enseñanzas del que fuera Director de La Nación y luego el
profesor más influyente, respetado y querido de las primeras generaciones de la
Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, don Ramón Cortez Ponce, éste
escribía en la cátedra Introducción al Periodismo a sus alumnos lo siguiente:
“En el periodismo, la pirámide de la acción está invertida. Lo primero que
se cuenta es el resultado, el hecho principal y decisivo del suceso. Siguen
a continuación los hechos secundarios y los detalles. Para este género no
vale la comparación del río ´que va a dar a la mar`. Sirve la imagen del
volcán, cuyo cráter arroja fuego y lava ardiendo y que después deja
escapar el humo y la ceniza”. (Ponce, 177).
Al respecto, Ernesto Montenegro en entrevista con revista Ercilla el 14 de abril
de 1953, habló sobre los aprendizajes que los alumnos recibirían en las clases
López y Ramírez 81
próximas a iniciarse. Afirmaba que ellos “irán vinculándose a la fuente de noticias y
aprenderán a inquirir el cómo, cuándo, dónde, quién y por qué de ellas”. Vemos que
cobraba gran importancia la enseñanza de las preguntas clásicas enseñadas bajo el
modelo de la pirámide invertida.
Nuestros entrevistados fueron capaces de identificar la matriz del periodismo
que se les enseñaba. Todos coincidieron en que el modelo era el norteamericano en
todos sus ámbitos. Eliana Cea señaló que “aprendimos del periodismo
norteamericano que ´el tiempo es oro`. Por lo tanto el tipo que va por la calle quiere
saber una noticia y debía bastar con el primer párrafo para enterarse de lo que pasó”
(Cea, entrevista).
La pirámide invertida se entendió como parte de la rigurosidad científica que
buscó formar en el periodista la universidad. En un contexto de industrialización y de
creciente sociedad de masas, se necesita enseñar el uso de técnicas periodísticas
estandarizadas a grandes números de profesionales, que sean capaces de moverse
con dicha capacidad en variados medios de comunicación.
López y Ramírez 82
5. Capítulo V. El periodismo como relato de la Modernidad
Como ya dijimos en el capítulo anterior, el periodismo que se promueve no
reconoce la diversidad en la sociedad. El público de la prensa engloba a toda la
sociedad lectora, se entiende de manera homogénea y anónima. Esto pasa porque
las élites que están detrás de los medios, las esferas de poder, están buscando
democratizar a las masas, tratando de llevar a la sociedad en su conjunto hacia una
idea moderna de progreso social.
En este sentido la universidad es el lugar en donde se introduce fuertemente
esta idea a los periodistas. Precisamente en este capítulo intentaremos mostrar el
nexo que hay entre el periodismo y el tipo de sociedad liberal y moderna en que
opera. Veremos si favorece o no a la consolidación de un Estado moderno que aún -
por cierto- está en vías de construcción.
También buscaremos entender el grado de importancia que se le asignaba a la
profesión dentro del juego de la democracia. Veremos si existe la idea de “un cuarto
poder” que vigila y cuestiona al Estado o si los periodistas juegan un rol más aislado.
También veremos si los periodistas o el periodismo eran capaces de generar algún
tipo de opinión pública y si existía en este sentido alguna responsabilidad social
asumida por los profesionales.
En última instancia este capítulo mostrará cómo el hecho de llegar el oficio a la
academia viene a acentuar el giro que se produce al pasar de una prensa política o
doctrinaria a una netamente liberal y de empresa. Buscaremos entender qué factores
hacen que esto ocurra.
López y Ramírez 83
5.1. Un periodismo al servicio de la Modernidad
El periodismo siempre ha respondido a un tipo de sociedad que se busca
legitimar. En este caso, una sociedad que hace sintonía con los ideales liberales y
progresistas de la Ilustración, puesto que como vimos, desde inicios del siglo XIX en
adelante se persiguió alcanzar la modernidad en nuestro país.
El 18 de mayo de 1953, en pleno discurso inaugural de la Escuela de
Periodismo de la Universidad de Chile, el rector de la casa de estudios, don Ernesto
Montenegro señaló que esta nueva carrera era una necesidad y demanda social,
puesto que “el periodismo, como las otras profesiones, han superado la etapa
individualista y han pasado a convertirse en trabajo necesarios e imprescindibles
para el progreso de la sociedad” (tomado de Diario Ilustrado)
La idea de Montenegro es reafirmada por el propio ministro de educación de la
época, don Juan Gómez Millas, quien durante la misma ceremonia de inauguración
de la escuela afirmó que “el periodismo actual ha llegado a ser un medio moderno de
educación general. Esto ha sido impuesto por las necesidades de la sociedad
contemporánea que marcha, a parejas, con los progresos de la civilización en sus
múltiples aspectos” (tomado de Diario Ilustrado).
Vemos dos aspectos bien marcados en estos discursos. Primero está la idea de
una necesidad o demanda social. Y segundo, dicha demanda se satisface con la
creación de una escuela de periodismo al servicio de cierto tipo de sociedad la,
moderna y liberal, en donde la educación para el progreso sería específicamente el
lugar en donde el periodismo haría su mayor aporte al mundo social.
López y Ramírez 84
5.2. Público es uno solo: el que sabe leer
El público que reconoce el periodismo cuando éste es enseñado en la
universidad engloba a toda la sociedad, se entiende de manera homogénea y
anónima, es “el público” en singular. Ramón Cortez Ponce, entrega una definición de
periodismo que es clarificadora en este sentido:
“El periodismo es el relato o comentario de los sucesos hecho con
intervalos regulares y frecuentemente breves para personas
indeterminadas a través de medios de difusión gráficos, visuales o
acústicos” (Cortez, 10).
Esta definición de periodismo fue la que inculcó a sus alumnos en la cátedra
“Introducción al Periodismo”, por lo que resulta indudable que la prensa buscó con
fuerza formar un público masivo, al tiempo histórico en que la sociedad y su conjunto
se hacía masivo. Se habla de personas indeterminadas y no de públicos
segmentados.
En su cátedra Cortez Ponce advierte sobre la noticia que “por muy completa,
nítida y viva que sea una narración de hechos no llega a ser periodismo si esa
narración se guarda en una gaveta o se dirige a personas determinadas” (Cortez, 8).
El único requisito o especificidad del público en la época era el saber leer.
Público era el que leía. El ex presidente del Colegio de Periodistas, Abraham
Santibáñez, nos dice que por aquellos años “la aspiración entre El Mercurio, El
Ilustrado o La Nación, era más o menos igual y además apuntaban a los mismos
lectores. Había un consenso en que el público era uno solo”. (Santibáñez,
entrevista). Claramente el único requisito para formar parte de este grupo era saber
leer.
López y Ramírez 85
5.3. El periodismo en el juego de la Democracia
Hoy es incuestionable el papel que juega el periodismo dentro del terreno
político y social. De cierta manera es un garante de la democracia, un cuarto poder
que vigila, que establece un vínculo de diálogo entre el mundo civil y los poderes del
Estado. Podemos decir que hoy forma parte necesaria para que la democracia -
dentro de lo posible- sea un juego limpio.
Este poder de la prensa empieza a consolidarse cuando se observa un modelo
de sociedad moderna con una estructura política democrática ya legitimada.
Podemos situar históricamente este proceso en la primera mitad del siglo XX, ya que
en este momento los modos productivos y de distribución permiten llegar a grandes
masas. El tiraje y consumo también aumentan enormemente, principalmente porque
la alfabetización ha subido sustancialmente.
Se consideraba que el periodismo era capaz de juzgar, de evaluar de cierto
modo, lo bueno y lo malo dentro de la sociedad. Cortez Ponce aseguraba que la
profesión se debía entender “como estado de conciencia general, como modo de
expresión a la convivencia humana” (Cortez, 245). Y al ser parte de ese “estado de
conciencia general”, entendemos que la profesión es una ventana desde donde se
exhibe para todos el pulso del pensamiento de todos. Tiene un papel muy influyente
en el sistema democrático.
5.3.1. Periodismo como formador de opinión pública
Continuando con la idea del capítulo anterior, vemos que el sistema político de
la época era el mismo que hoy: una democracia representativa. Se trata de un orden
entre gobernantes y gobernados, entre los poderes del Estado y la sociedad civil.
Entre estos dos ámbitos se necesita un lazo que muestre a los políticos las
necesidades, el sentir de la sociedad civil, a la vez que sirva de guardián del correcto
López y Ramírez 86
funcionamiento de la democracia. A decir de Cortez Ponce, “se necesita un puente,
un vínculo, un instrumento de colaboración. Todas esas funciones puede
desempeñarlas la prensa y las desempeña” (Cortez, 16).
Un rasgo fundamental de la prensa al establecerse como puente entre los
poderes del Estado y el mundo civil, es que actúa como formador y representante de
la opinión pública. En la entrevista realizada a Lidia Baltra, nos señaló que “era
necesario dar la importancia al periodismo en el juego de la democracia, en la
formación del público, en crear opinión pública”.
Al entender este papel de formador de opinión pública, se hace necesario que
al periodista se le otorgue la seriedad para cumplir dicha labor con responsabilidad.
Por ello, según la misma Lidia Baltra “fue importante profesionalizar ese desempeño
y esto se lograba solamente en las aulas” (Baltra, entrevista). Todos nuestros
entrevistados coincidieron en que se había elegido a los mejores entre los mejores
de la época para enseñar el periodismo en la universidad, y que todos habían sido
categóricos al señalar la responsabilidad del periodismo como formador del público.
La prensa también se entiende como un puente no sólo nacional, sino también
con los países vecinos. Santiago del Campo, director de la Escuela de Periodismo
durante el año 1956, señaló durante la inauguración de la sede en Los Aromos el 30
de octubre del mismo año que la prensa “es el mensajero de los chilenos hacia los
pueblos cercanos y lejanos; porque consideramos que sólo con una prensa austera,
limpia y levantada, es posible desarrollar una opinión pública que sepa ponerse en
pie con austeridad y limpieza”. (tomado de Cabrera, 27)
En dicho momento señala también que los futuros periodistas que se forjan
“tendrán que tomar mañana el pulso de las noticias y el ritmo del pensamiento y de la
conciencia de la patria” (tomado de Cabrera, 27). Se observa entonces una idea
López y Ramírez 87
compartida con lo que señaló Cortez Ponce, la de formar parte de la conciencia de la
sociedad.
Pero es necesario marcar una diferencia. Es el periodismo el capaz de formar
opinión pública y no así el periodista de forma personal, ya que éste es considerado
como un funcionario de los medios, que recoge los hechos de forma objetiva y los
presenta en el diario en forma de noticia. El formador de la opinión pública es el
periodismo, en tanto ciencia o profesión con afán cientificista y no el periodista como
sujeto.
En este sentido Antonio Freire nos señaló que “no se consideraba que el
periodista era un líder de opinión. Lo que se creía era que el diario, en forma
abstracta formaba opinión, pero nosotros no, porque teníamos que limitarnos a
escribir lo que nos habían dicho, nada más” (Entrevista a Antonio Freire).
5. 4. El Mercurio de Santiago: hacia un periodismo de empresa
Dentro del contexto histórico relativo a esta investigación nace con fuerza un
periodismo de empresa. Hacia finales del siglo XIX el aumento de medios escritos es
sorprendente. Si en 1840 se registraban 5 diarios en el país, hacia 1880 dicho
número llegaba a los 100 (Santa Cruz, 39). Esto responde a la evolución de la
prensa norteamericana, a la que nuestro país tomará como referente incluso hasta
nuestros días. La principal característica de ella en la época no es solo su amplia
diversidad de contenidos, sino que sobre todo su enorme capacidad de producción
masiva.
En Chile la fundación de la revista Zig Zag marca el inicio de una prensa
empresarial. Dicha revista forma parte de El Mercurio y agota en su lanzamiento en
1905 rápidamente los 100.000 ejemplares impresos, todo un hito en su momento.
López y Ramírez 88
Agustín Edwards Macclure importó de Estados Unidos los aspectos cualitativos
de la prensa de dicho país, además de traer una moderna maquinaria de producción
en serie. Viajando por ese país y Europa, estudió la organización de los grandes
diarios y revistas, llegando incluso a trabajar en el New York Herald. El Mercurio
mostraría a los demás medios escritos que se hace cada vez más difícil subsistir en
una sociedad de masas con un sistema de menor escala en cuanto a la impresión y
difusión de contenidos.
De esta manera el historiador Eduardo Santa Cruz se atreve a afirmar que la
fundación de El Mercurio de Santiago el 1º de junio de 1900 constituye de alguna
manera “el hito que da comienzo al periodismo liberal moderno en Chile” (Santa
Cruz, 45). A este diario le siguieron entre otros El Ilustrado (1902) y La Nación
(1917), todos ellos con características de empresa, al modo norteamericano, tanto de
forma como de contenido.
El Mercurio fue sobre todo un diario nuevo. Terminó con el formato del
periódico-sábana de cuatro páginas. La influencia de este diario fue gigantesca,
tanto así que Ramón Cortez Ponce afirmaba a sus alumnos que “en el futuro no
podrán subsistir los diarios vaciados en el molde antiguo y sólo tendrán puesto bajo
el sol los diarios moderno, gráficamente bien concebidos y fundamentalmente
noticiosos” (Cortez 54-55). Vemos que se utiliza la expresión modernidad como una
variable ideológica, dando a entender a priori que el periodismo es bueno por el sólo
hecho de ser moderno.
El formato y el contenido de la prensa norteamericana había llegado para
quedarse, los medios escritos ahora en adelante en su mayoría se sostenían
económicamente y organizaban como una empresa. Para los estudiantes de
periodismo el diario El Mercurio de Santiago era el gran referente a seguir. Abraham
Santibáñez nos explica que “la exigencia en los diarios se hacía cada vez más
López y Ramírez 89
grande y en ese tiempo los profesores nos ponían al Mercurio de Santiago como un
modelo, no político, pero sí de redacción”.
5.4.1 Marco legal y constitucional para una prensa de empresa
En términos legales ya desde el siglo XIX se venía asentando un marco
contextual que favorece la formación de este tipo de prensa. Carlos Ossandón junto
a Eduardo Santa Cruz se refieren a la Ley de Imprenta de 1872, señalando que esta
“crea las condiciones de legitimidad institucional necesarias para que paulatinamente
se vayan instalando proyectos periodísticos que apuntaban hacia la idea de una
prensa de empresa” (Ossandón y Santa Cruz, 33).
El Estado otorga en la Constitución de 1925 el marco jurídico para que se
consolide el periodismo de empresa, bajo la aparente imagen de una ley de libertad
de expresión. En su artículo 10 Nº 3, establece que toda persona natural o jurídica
tenía derecho a fundar medios de comunicación.
A simple vista parece favorecer la libertad para crear diarios, pero lo que se
está haciendo es crear un escenario para que los grandes monopolios periodísticos
funcionen a gran escala en desmedro de medios más pequeños, que muchas veces
se vieron obligados a cambiar sus formatos y tirajes o, simplemente desaparecer.
Valdebenito señala que lo que se legitima en verdad es la “libertad para las
empresas de la prensa” ya que lo que se garantiza es “la libertad de empresa en el
terreno de la prensa, dado el marco de una estructura económica, social y política
capitalista” (Valdebenito, 76)
Con la aparición de El Mercurio y los sucesivos diarios de estampa empresarial,
además del marco jurídico que había hecho de la prensa moderna y liberal de
empresa un hacer periodístico legitimado, se daba el contexto y los escenarios para
profesionalizar lo que hasta entonces era un oficio.
López y Ramírez 90
Santa Cruz establece el periodo comprendido entre 1930 a 1970, como las
cuatro décadas en que el periodismo de empresa se legitima e instala
definitivamente en el país. El historiador dice que “la profesionalización de la
actividad periodística impuesta por el modelo de prensa liberal encuentra su plena
realización en este periodo. Un hito importante al respecto es la creación de las
Escuelas de Periodismo” (Santa Cruz, 83).
López y Ramírez 91
6. Capítulo VI: Periodismo a la universidad, se forma el debate.
Veíamos en el capítulo anterior la transformación que sufre la prensa hacia un
modelo empresarial. En esta lógica veremos ahora cómo se legitima este tipo de
periodismo, tanto en un marco jurídico constitucional, como en la opinión de los
periodistas de la época.
Intentaremos ver cómo el periodismo se constituye en un espacio estratégico
dentro de los fines del Estado, que apuntan a terminar el proceso de construcción
hacia un tipo de sociedad moderna y liberal. La universidad en este sentido encaja
perfectamente con este fin, puesto que ellas fueron fundadas como un dispositivo del
Estado para crear una nación moderna, como fue el caso de la Universidad de Chile
fundada en el año 1842.
Pero la intención de llevar la prensa a la academia no sólo era intención del
Estado, sino que era una idea totalmente compartida por los periodistas de la época.
Veremos los argumentos de los defensores de la idea de profesionalizar el oficio,
además de la opinión de algunos detractores, que por cierto fueron minoría.
Inaugurada la escuela de periodismo de la Universidad de Chile, es interesante
investigar cuáles fueron las influencias teóricas y prácticas de los fundadores y
pioneros, para así entender el tipo de prensa que se estaba incubando. Por último,
describiremos una discusión no menor que surge en la época, que apunta a
responder la interrogante sobre si el periodista nace o se hace.
6.1. Un difusor ideológico para el Estado
Dijimos que en Chile desde inicios del XIX se busca crear la idea de Nación.
Pero la modernidad a principios del siglo XX todavía es vista como un proyecto
incompleto. La organización social por parte del Estado y la burguesía apuntaba a un
López y Ramírez 92
proceso de industrialización y modernización en el país, además se buscaba incluir a
la sociedad en una economía liberal y una cultura universal.
Este proyecto modernizador del Estado hace sintonía con la aparición de la
prensa de empresa, que se constituye desde la fundación de El Mercurio en 1900,
como hito, en un lugar estratégico para la difusión del ideario del Estado y las elites
políticas. A decir de Santa Cruz, es en este periodo “cuando la prensa se constituye
en un mecanismo productor y difusor ideológico del estado burgués” (Santa Cruz,
59).
Pero el periodismo no estaba colaborando de buena forma en el proyecto
modernizador, por varias razones. Primero, los periodistas no contaban con la
rigurosidad en el tratamiento de la información, obedeciendo más a los intereses de
determinados medios que a la búsqueda de objetividad en el acercamiento a la
noticia. Antonio Freire señala que los periodistas de ese entonces “se dejaban
sobornar con cosas tan simples como un regalo, un traguito o un almuerzo” (Freire,
entrevista). Existía una especie de “amigocracia” en el rubro, en donde el periodista,
el medio y los entrevistados se conocían y favorecían mutuamente.
En segundo lugar, los periodistas de oficio en su mayoría eran gente con poco
bagaje cultural, no dominaban la amplitud de conocimientos que hoy se exige a los
periodistas. Por esta razón les costaba relacionarse de manera crítica con los
poderes políticos y económicos. Lidia Baltra nos contó que muchos de los periodistas
“no habían terminado siquiera estudios secundarios y no eran capaces de contra
preguntar en una entrevista. Publicaban lo que se les decía” (Baltra, entrevista).
Por otro lado, para la difusión ideológica del proyecto moderno por medio de la
prensa, el Estado y las elites políticas y económicas necesitaban a periodistas
incorporados a la cultura universal, capaces de relacionarse con las distintas esferas
sociales y capaces de escribir sobre variados temas. Como decía Santibáñez, “eran
López y Ramírez 93
pocos los periodistas que se manejaban en idioma, economía o política. Por lo
general era gente que amaba el oficio de reportear y escribir solamente” (Santibáñez,
entrevista).
Entonces para que el periodismo fuera un real aporte al proyecto moderno se
necesitaba otorgarle un grado de cientificidad, esto va de la mano con la
responsabilidad, respeto y credibilidad que pudiera ganar la profesión. Y por otro
lado, se hacía necesario incorporar al periodista a una cultura universal, global y
letrada.
6.2. Hay consenso: periodismo a la universidad
Siguiendo con el punto anterior vemos que se necesita un espacio para
cambiar la forma de hacer periodismo y la imagen del periodista. El lugar idóneo sin
dudas fue la universidad. En este sentido, la fundación de la Universidad de Chile en
1842 formó parte de un proceso de formación del Estado moderno. En palabras de
Sol Serrano “era la expresión de la elite ilustrada que aspiraba reformar
gradualmente una sociedad tradicional y ordenarla de acuerdo a los cánones de la
razón” (Serrano, 12)
La universidad formó parte del proceso de modernidad del país y dentro de este
escenario tuvo cabida el periodismo, en su afán de contribuir a la difusión del ideario
del Estado. En la universidad lo que se busca es “formar una clase dirigente capaz
de conducir al país hacia la modernidad” (Serrano, 14). Y los periodistas si bien no
eran clase dirigente, debían en cierto modo ser intérpretes y voceros de aquella
clase.
De esta forma y a un año que se inaugurara la Escuela de Periodismo de la
Universidad de Chile, la idea de profesionalizar era compartida tanto por el Estado,
que como dijimos busca en el periodismo una forma de propagar el ideario
López y Ramírez 94
modernista, y también por los periodistas, que en numerosas reuniones y congresos
planteaban la necesidad de subir el status del oficio.
6.2.1. La idea de dignificar el oficio
Existe un consenso entre los entrevistados al momento de referirse a las
razones de por qué los periodistas buscaron elevar el status al nivel de
profesionales. Había que dignificar el oficio. Antonio Freire señaló que “de diez
periodistas por lo menos siete eran corruptos, había que limpiar esta imagen del
periodismo y la universidad era el lugar preciso para hacerlo” (Freire, entrevista).
A finales de los años 30 del siglo pasado se comienza a plantear entre los
periodistas la idea de formar una colegiatura de la orden, además de otorgar grado
académico al oficio. En palabras de Santibáñez, se va consolidando la impresión de
que “solamente la constitución de una escuela universitaria y un colegio profesional
va a dignificar la profesión” (Santibáñez, entrevista).
El periodismo era visto por algunos casi como un pasatiempos o como una
forma de adquirir cierto rose social. Lidia Baltra dijo que “los periodistas llegaban por
pura patudez a los medios, para acercarse al poder, tener buenas relaciones, para
conseguir que los invitaran a un cóctel o almorzar para una entrevista” (Baltra,
entrevista). Rondaba entonces una cierta intención de limpiar esta imagen que poca
legitimidad le daba a la prensa como un órgano social serio.
Se trata de un periodismo que además no tiene las herramientas intelectuales
para relacionarse y cuestionar el quehacer de los grupos de poder. No había una
gran preparación de los periodistas para realizar las entrevistas. Eliana Cea nos
contó que “era gente que se intimidaba frente al poder, no eran capaces de
enfrentarse al él como hoy día un periodista preparado lo puede hacer, con
conocimiento de causa, sabiendo bien cuál es su rol” (Cea, entrevista).
López y Ramírez 95
En este sentido, nuestros entrevistados coincidieron en que era evidente la
necesidad de un cambio. Apuntan a los responsables de la dignificación del
periodismo, a quienes más lucharon por llevar el oficio a las aulas, a periodistas de
gran reconocimiento y calidad como Ernesto Montenegro, Mario Planet y Ramón
Cortez Ponce.
6.3. La mirada yanqui de los precursores de la escuela.
El 20 de abril de 1953 comenzaban las clases en la recién inaugurada Escuela
de Periodismo de la Universidad de Chile. Esto sucedía en un local provisorio en San
Antonio 263, en las alturas de un edificio en la esquina con Huérfanos. Estaba el
espacio físico, pero un desafío no menor fue lograr acuerdos sobre que tipo de
prensa se enseñaría a los alumnos.
En el discurso se decía que la escuela no sería una copia de un modelo
foráneo, sino más bien tomaría lo mejor de la prensa del mundo y la conjugaría con
la idiosincrasia nacional, obteniendo una enseñanza con identidad propia. Pero tal
como hemos visto en la presente investigación y como así lo atestiguan nuestros
entrevistados, la escuela se basó básicamente sobre los modelos de escuelas de
periodismo norteamericanas.
El 6 de octubre de 1952 Ernesto Montenegro declaraba a El Mercurio que “a
estas alturas no tenemos derecho a crear una Escuela de Periodismo que no sea un
resumen y paradigma de cuanto se ha alcanzado de más eficiente y elevado en
Europa y en toda América” (tomado de El Mercurio, 6 de octubre 1952).
En el mismo artículo, extenso por cierto, Montenegro decía que la prensa
norteamericana podía sugerir ciertas pautas de organización, procedimientos
pedagógicos o especialidades en los campos de estudio. Pero que en naciones
López y Ramírez 96
jóvenes como la nuestra se debe privilegiar “la adaptación de principios de vario
origen, antes que la imitación servil” (tomado de El Mercurio, 6 de octubre 1952).
Ernesto Montenegro trabajó en diarios norteamericanos y europeos por años.
Se había transformado en un crítico de la prensa de Estados Unidos, diciendo que
“nos han apestado con un enjambre de reporteros que escriben todas las noticias
exactamente iguales, con las mismas palabras y el mismo juego de frases” (Carril y
Soto, 22).
A pesar de la mirada crítica de Montenegro al modelo norteamericano, la
influencia de Juvenal Hernández y Juan Gómez Millas hizo que precisamente ese
modelo calara hondo en la forma de la escuela. Hernández era el rector de la
universidad hacia el año 1953 y fue uno de los que más influyó para lograr
profesionalizar el rubro, llegando a plantear la necesidad repetidas veces al entonces
presidente de la república y amigo personal, Gabriel González Videla.
En uno de sus tantos viajes Juvenal Hernández visitó las escuelas de
periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York y quedó maravillado. Al
respecto de ese viaje recuerda: “pensé que había que hacer algo parecido en Chile.
Allí me di cuenta de la enorme importancia de la comunicación. Teníamos que dar al
país elementos humanos especializados en dicha materia” (tomado de Carril y Soto,
18).
La Escuela de Periodismo se creó como parte de la Facultad de Filosofía y
Educación de la época. Su decano Juan Gómez Millas se inclinó a la idea de
combinar las tendencias teóricas de las dos más famosas escuelas de Estados
Unidos: las universidades de Missouri y la de Columbia. En este sentido buscaba por
una parte “una educación activa con un pequeño órgano de publicidad, completo,
redactado por los alumnos y una educación formando periodistas con bases
intelectuales y morales” (Carril y Soto 20).
López y Ramírez 97
Con respecto a estas intenciones sólo se logró, por lo menos durante la primera
década, el objetivo de aumentar el bagaje de conocimientos de los periodistas.
Según contó Eliana Cea, “siempre se nos decía que tendríamos un medio redactado
por nosotros mismos, pero esto nunca resultó” (Cea, entrevista).
6.3.1. La opinión de los estudiantes
Como ya dijimos, existe unanimidad entre los entrevistados al momento de
opinar sobre cuál era el modelo de prensa que usaba la universidad en su
enseñanza. Eliana Cea afirmó que se les inculcó “netamente la estructura técnica
yanqui y esto sigue sucediendo hoy” (Cea, entrevista).
Aparte de Montenegro, Hernández y Gómez Millas, Abraham Santibáñez
reconoció a figuras eminentes como Santiago del Campo, Ramón Cortés Ponce y
Mario Planet como precursores en la enseñanza del periodismo norteamericano en
Chile, en su escuela. Todos ellos tuvieron experiencia profesional en medios
norteamericanos.
Santibáñez nos contó que “Mario Planet o Ramón Cortéz Ponce nos mostraron
un estilo de hacer periodismo, de hacer relaciones públicas que tiene mucha
influencia norteamericana” (Santibáñez, entrevista). Cabe señalar en este sentido
que el propio Planet trabajó muchos años como reportero para el diario Times. Por
su parte, Cortez Ponce prestó servicios en la United Press, y lo que es más
influyente, entre 1945 y 1946 asistió como observador a la Escuela de Periodismo de
la Universidad de Minnessota.
López y Ramírez 98
6.4. El buen periodista nace y se hace
En el periodo que tratamos se generó una discusión súper interesante entre los
periodistas, que buscaba responder si el periodista nacía o se hacía. Esta
interrogante iba en directa relación al cuestionamiento sobre si era necesario
enseñar el oficio en la universidad, o si más bien este “arte” estaba destinado a
quienes poseyeran condiciones innatas para escribir.
Al respecto uno de los pocos pero convencidos detractores fue Juan de Luigi,
periodista del momento que consideraba una atrocidad el hecho que el periodismo
pudiera enseñarse. Señalaba que “la idea de convertir en periodista a todos los que
aspiren a serlo es absurda. El buen periodista es el que se ha formado en la libre
competencia, por el saludable proceso de la eliminación de los incapaces” (Carril y
Soto, 24).
Uno de sus principales argumentos apuntaba a que al enseñarse el periodismo,
era muy probable que el estilo personal de cada autor quedara anulado. Al respecto
opinaba que “un director de diario o un jefe de informaciones no quiere encabezar un
personal de redactores o reporteros cortados con las mismas tijeras, sino
trabajadores con personalidad propia que le den al diario su peculiar fisonomía
individual” (Carril y Soto, 24).
Caso particular ocurre con Ernesto Montenegro. Si bien antes de asumir como
director de escuela fue un acérrimo defensor del periodismo autodidacta, con el
correr del tiempo defendería también la idea de que el periodismo se afine en cuanto
técnica en la universidad. Alejandro Cabrera Ferrada señala que en un principio
Montenegro “pensaba que la mejor manera de llegar a ser reportero consistía en
trabajar como tal” (Cabrera, 22).
López y Ramírez 99
En la misma línea pensaba que si bien la universidad puede afinar la pluma, no
existía escuela en el mundo todavía capaz de producir un nombre a la altura de
Steed o Pulitzer. “Por mucho tiempo todavía, las mejores escuelas de periodismo
serán los grandes diarios y revistas”, sentenció el 2 de marzo de 1950 al diario El
Mercurio.
Al asumir como director de escuela, su pensamiento crítico hacia la academia
comenzó a decantarse, llegando al consenso de que la universidad es necesaria, en
cuanto sirve para transmitir el conocimiento de los grandes de la prensa en la
historia. Señalaba el 19 de noviembre de 1952 en Las Últimas Noticias, que la
universidad “tiene por objeto coordinar la experiencia y los conocimientos ya
formados en el trabajo diario de la prensa”. Hacía la analogía con una escuela de
bellas artes, que reúne y difunde a los alumnos el conocimiento y talento de grandes
artistas del pasado.
Juan de Luigui cuestionaba los numerosos requisitos que se pedían a quien
quisiera entrar a estudiar periodismo. El pensaba que “lo que debe determinar la
preferencia en un concurso de aspirantes a periodistas son las condiciones naturales
del individuo, su olfato periodístico, eso que las yanquis llaman “a nose for news”
(Carril y Soto, 25).
Pero Montenegro no se alejaba de la opinión de Juan de Luigui, pues hacía
notar que una de las principales características que debía tener el postulante era
saber escribir bien. “Como buen escritor, decía que en la prueba de estilo se
descubriría a quienes serían los elegidos” (Cabrera, 23). En resumen vemos una
simbiosis, en donde el mejor periodista a la vez nace y también se hace.
Ramón Cortez Ponce sintetizaba esta idea de forma precisa en su cátedra de
Introducción al Periodismo, al asegurar a sus alumnos que “hoy ya nadie discute que
el periodista integral ‘nace y se hace’. Se hace en el aprendizaje, se obtenga éste en
López y Ramírez 100
la práctica informe de la profesión, o se realice metódica y armoniosamente en una
escuela” (Cortez, 4).
En síntesis, la discusión sólo se dio como antesala de la inauguración de la
escuela de periodismo, porque finalmente -como nos dijera Santibáñez- “se impuso
la idea de que el periodista nace y se hace, se forma” (Santibáñez, entrevista).
6.5. ¿Qué garantías de calidad daba la universidad?
Tratamos el debate sobre si el periodista nace o se hace. En este sentido, y en
vista de las respuestas que encontramos, nos queda preguntar específicamente qué
ventajas entrega la universidad a quien estudia la carrera de periodismo en la época.
En este sentido Montenegro fue claro al advertir que “ni la escuela ni nada podrá
hacer un periodista donde no lo hay. La escuela sólo puede cultivar sus dotes,
ampliar su cultura general, encauzarlo” (tomado de Revista Ercilla, 14 de abril 1953).
Se busca que el alumno adquiera tres grandes virtudes: escribir con claridad,
precisión y rigor, según especificara el primer director de la escuela.
Se evidencia entonces la necesidad de elevar la cultura del periodista, en
comparación con la del antiguo reportero “cazanoticias”. Podemos entender que este
fin persigue contribuir con el ideario de modernidad, que como señalamos era visto
hasta ese entonces un proyecto incompleto.
Referente a esto Montenegro señala que “buscamos corregir ciertos defectos
de formación en el periodista, ensanchando su cultura media y determinando su
especialización con miras a reforzar la competencia individual y aumentar por este
medio la eficacia de la labor periodística y su contribución al progreso general del
país” (Carril y Soto, 23).
López y Ramírez 101
Montenegro hace un extenso diagnóstico sobre la calidad de la prensa hasta
ese entonces, de este modo se toma de él para defender la idea de que la
universidad es un aporte sustancial al perfeccionamiento del periodista, es más, el
paso por la academia es un requisito para ejercer esta práctica.
Cuenta que en la escuela se afina el instrumento principal del periodista que es
la pluma. Dice que en la prensa del periodo en Chile “la mitad del vocabulario de
palabras es de uso incorrecto y la otra mitad enteramente innecesario” (Carril y Soto,
24).
La universidad ayudaría en este sentido a ocupar el vocabulario con precisión y
brevedad, siendo la enseñanza del periodismo informativo y técnicas de producción
noticiosa como la “pirámide invertida”, elementos de base fundamentales para el
nuevo periodista que se busca formar, todo en sintonía con el llamado periodismo
moderno que adquiere cada vez mayor legitimidad.
Juan de Luigui criticaba fuertemente la malla curricular de la casa de estudios.
Pensaba que era una verdadera ensalada y aseguraba imposible dotar al periodista
de tanto conocimiento en cuatro años. En el diario El Siglo del 27 de mayo de 1953
declara que un periodista deberá ser a la vez Solón, Licurgo, el sabio del mundo
moderno, y también podrá ser crítico musical o literario.
El detractor es categórico al decir que “no sé como llamar a esta pretensión
pero creo que la palabra más adecuada sería aberración”. (Carril y Soto, 49). La
crítica hace ecos incluso en el día de hoy, pues es bien conocida la frase que
cataloga al periodista como “un mar de conocimientos con un centímetro de
profundidad”.
Esto tiene que ver con la rapidez con que funcionan los medios de
comunicación y la cantidad y variedad de noticias que circulan diariamente por el
mundo, siendo responsabilidad del periodista mantenerse informado de todos los
López y Ramírez 102
asuntos, no siendo capaz muchas veces de ahondar en los problemas de fondo de
cada noticia. Volviendo a la Reporterística, el periodista entrega un reporte de la
realidad, un resumen que busca el entendimiento rápido y superficial de la noticia por
parte de la audiencia.
López y Ramírez 103
7. Capítulo VII: Conclusiones
El arribo del periodismo a la universidad en nuestro país viene a legitimar
ciertos cambios que ya se venían asentando, tanto en el modo de hacer prensa
como en la manera de entender al periodista. Entendiendo entonces que la
universidad es parte del proyecto ilustrado, el ingreso del periodismo a ella podemos
entenderlo como el intento de encausar a este oficio dentro del proyecto de
modernidad.
La Reporterística se presenta como la forma más idónea con que el periodismo
ayudaría a este proyecto ilustrado. Pero la Reporterística nos persigue hasta el día
de hoy. Por una parte, la noticia sigue siendo la piedra angular del quehacer
periodístico. Ella se aborda con una mirada científica, buscando la panacea de la
objetividad que nos haría creer -o más bien haría creer a la audiencia- que los
hechos ocurren y se hacen conocidos sin la contaminación de quien produce la
noticia.
En esta línea estamos evidenciando la consumación de una prensa moderna.
Ella enarbola los principios básicos de este tipo de sociedad. Por una parte, en
cuanto a su contenido más profundo, propaga el ideario liberal y democrático entre
los ciudadanos. En el paradigma positivista encuentra legitimidad al momento de
crear el producto periodístico, tomando el modelo norteamericano como su principal
referente. Este periodismo levanta como sus principales dogmas los conceptos de
verdad y la razón, propios del movimiento filosófico ilustrado.
La universidad entonces se erigió como el lugar idóneo para educar a los
futuros periodistas con un enfoque que buscaría difundir la ideología liberal y
democrática del Estado. La academia es ante todo un producto de la modernidad y
un agente modernizador, puesto que aquí tiene lugar la propaganda -sutil o explícita-
de los preceptos de razón y ciencia, propios de una sociedad ilustrada.
López y Ramírez 104
A continuación veremos las conclusiones que resuelven los objetivos de
nuestra investigación. Ordenaremos las conclusiones encasillándolas dentro de las
tres grandes dimensiones o pilares que sostienen nuestro trabajo.
7.1. Conceptos de periodismo y periodista en los momentos fundacionales
del periodismo como profesión universitaria
- El periodismo que la universidad promueve tiene un carácter científico
positivista. El periodista es un profesional capaz de aprehender la realidad sin
involucrarse en ella ni contaminarla. Mantiene su distancia frente a los hechos y es
capaz de presentar la noticia como un producto visiblemente objetivo.
Bajo el paradigma positivista el periodista pasa a ser un funcionario de la
realidad. Se limita su labor a la de usar las técnicas aprendidas en la universidad
para extraer de esa realidad lo catalogado por el periodismo como “noticioso”. Bajo el
paraguas de la objetividad, esto apunta al hecho que mencionamos en esta
investigación, la muerte del periodista como autor.
- La noticia es la materia prima del periodista. En este sentido el género
periodístico que promueve con mayor fuerza la universidad es periodismo
informativo.
- La pirámide invertida es la forma validada de escribir la noticia. Esto
forma parte de la rigurosidad científica que busca formar en el periodista la
universidad. En un contexto de industrialización y de creciente sociedad de masas,
se necesita enseñar el uso de técnicas periodísticas estandarizadas a grandes
números de profesionales, que sean capaces de moverse con dicha capacidad en
variados medios de comunicación.
López y Ramírez 105
- El periodista es un sujeto incorporado a la cultura universal, puesto que
debe poseer un canon de conocimientos legitimados por la modernidad. A través de
su malla curricular es posible evidenciar que la universidad busca formar un
profesional con el bagaje cultural que la modernidad demanda para el periodista.
Capaz de desenvolverse en distintas esferas sociales y por sobre todo, capaz de
interpretar los intereses de la clase dominante y del Estado. Se necesita de un
periodista culto que haga sintonía con un mundo cada vez más globalizado y
disperso.
7.2. Sobre la relación periodismo / sociedad en los momentos fundacionales
del periodismo como profesión universitaria
- El periodismo que se promueve no reconoce la diversidad. El público
de la prensa engloba a toda la sociedad, se entiende de manera homogénea y
anónima. El público es básicamente el que sabe leer. En este sentido la unidad
mínima de recepción es el individuo, y no los grupos (comunicación en dos pasos) o
las comunidades interpretativas.
- Se concibe el periodismo como un agente civilizador. Promueve el
desarrollo de una sociedad democrática, estableciéndose como un puente entre el
mundo civil y los poderes del Estado. La universidad busca formar a los alumnos con
una perspectiva ética, una responsabilidad en el juego político que apunta a
resguardar el buen funcionamiento de los poderes del Estado.
- La llegada del periodismo a la universidad viene a consolidar y legitimar
la aparición de una prensa de empresa. La aparición de El Mercurio en el año 1900,
viene a marcar la pauta en el nuevo modo de hacer prensa, con un formato
netamente norteamericano y un modo de distribución a escala de masas. La
universidad enseña la técnica periodística y el modelo organizativo de esta forma en
que operan los diarios modernos.
López y Ramírez 106
7.3. La discusión que se formó en torno a la profesionalización del periodista
en la época
- La profesionalización del periodismo responde a una necesidad del
Estado, que ve en la prensa un espacio de difusión ideológica. Se entiende en este
tiempo que la Modernidad es un proyecto inconcluso, y se cree que para que el
periodismo sea un aporte al proceso modernizador hay que dotarlo de cierto rango
científico, además de formar a un periodista letrado. Solo así la prensa adquiere la
responsabilidad y credibilidad necesarias para conducir de alguna manera al país
hacia la Modernidad.
- Hubo un consenso general entre diversos sectores y actores sociales,
que reafirmaban la necesidad de llevar el periodismo a la universidad. Congresos
previos como el de carácter nacional celebrado en Arica y luego el Congreso Mundial
de periodismo realizado en Santiago apoyaron la iniciativa.
Los periodistas del momento defendían la idea de llegar a la academia tomando
como principal bandera de lucha el anhelo por dignificar el oficio. Existe la sensación
de que el periodismo ha dañado su imagen por dos grandes razones. En primer
lugar, el bajo nivel de cultura general que tenían. Segundo, la ausencia de un rol
social y ético marcado, puesto que eran comunes las coimas o prácticas de
corrupción en el oficio en diferentes escalas.
En este sentido la sacralización de la objetividad viene a dotar al periodista de
un sistema de valores y creencias que lo dignifica, pues al tomar la distancia frente a
los hechos de la realidad y ubicarse como un reporter de ella, el periodismo adquiere
un rango científico y ya no cualquiera es merecedor de ejercerlo. Bajo una
perspectiva positivista, la búsqueda de la objetividad es el rol ético que debe buscar
el periodista.
López y Ramírez 107
- Se intentó crear una escuela con identidad propia que tomara lo mejor
de la prensa del mundo sin abandonar nuestra idiosincrasia, cosa que no funcionó.
Desde el primer día de clases el modelo norteamericano de prensa moderna marcó
la pauta en la enseñanza y en la práctica. Esto no resulta extraño, puesto que en
gran medida los propios precursores y profesores de las primeras generaciones de
alumnos visitaron las grandes escuelas y periódicos norteamericanos.
- El periodista nace y se hace. Previo a la inauguración de la escuela se
genera la discusión sobre si el periodista nace o se hace, llegándose al consenso de
que un buen hombre de prensa es el que nace con el talento, pero que a la vez pasa
por el cedazo de la academia, que le entrega el conocimiento teórico y enseña las
técnicas de producción de la noticia. Esta discusión tuvo relevancia puesto que
aquellos que pensaban que el buen periodista nace y se forma en los medios,
encontraban una aberración el hecho de impartir clases de periodismo.
López y Ramírez 108
Palabras finales
Durante esta larga investigación hemos logrado comprender una parte de la
historia de nuestro periodismo que muchas veces los investigadores habían pasado
por alto, salvo algunos pocos realmente interesados en descubrir el origen que
tienen los fenómenos sociales y aquellos relatos ideológicos que los sustentan.
Revisando el contexto de la génesis de la primera escuela de periodismo del
país, entendimos que la Reporterística, como práctica todavía legítima de ejercer la
profesión, se afirmó sobre dos pilares fundamentales: la posición hegemónica del
paradigma positivista en la época y la creciente transformación de los diarios en
grandes empresas de producción de noticias.
Pero nuestro proceso investigativo nos llevó a un hecho aún más categórico,
el comprender que el periodismo se consolida como profesión en tanto comienza a
actuar como ideología, basándose en los principios de objetividad, veracidad,
inmediatez, entre otros. De esta forma, el Estado vio en la prensa un canal de
difusión de un relato ideológico que ayudaría al país alcanzar la Modernidad, que
aún se encontraba en proceso de construcción.
Terminado este proceso reflexivo, tenemos la certeza de que los orígenes del
periodismo como profesión en Chile representan un objeto de estudio que alienta
nuevos y necesarios desafíos de investigación. A pesar de que ha pasado más de
medio siglo, y así como el geólogo entiende los problemas actuales de la Tierra
escarbando en tiempos remotos, también nosotros debemos buscar en el pasado
algunas respuestas, que nos ayuden a construir un mejor futuro para los hombres y
mujeres de prensa.
López y Ramírez 109
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