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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE HISTORIA
MAESTRÍA EN HISTORIA
“SOCIABILIDAD Y CULTURA POLÍTICA EN MAZATLÁN, 1877-1909”
TESIS QUE PARA GRADO DE MAESTRÍA PRESENTA
JUAN LUIS RÍOS TREVIÑO
ASESOR DR. SERGIO ARTURO SÁNCHEZ PARRA
Culiacán, Sinaloa, enero de 2015.
AGRADECIMIENTOS
Muchas fueron las personas involucradas para que esta investigación se pudiera
llevar a cabo. Agradecerle en primer lugar a mi institución la Universidad
Autónoma de Sinaloa por darme la oportunidad de ser parte de ella, a las
autoridades de la Facultad de Historia, el Dr. Eduardo Frías Sarmiento, director de
la Facultad a mi ingreso al programa de Maestría y a la Maestra Ofelia Chávez,
directora a mi egreso. Agradecer también de manera muy especial al coordinador
del programa de Maestría en Historia, el Dr. Rigoberto Arturo Román Alarcón por
todo el apoyo brindado durante estos largos dos años y a la Mtra. Sandra Luz
Gaxiola.
Reconocer ampliamente el apoyo que brinda el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (CONACYT), su apoyo me permitió a mí y a miles de
becarios en México poder ingresar al campo de la investigación para dedicarnos a
esta de tiempo completo y con toda la pasión que la actividad requiere.
Agradezco enormemente la preocupación y el ímpetu que tanto mi tutor, el
Dr. Sergio Arturo Sánchez Parra como mis lectores, la Dr. Mayra Vidales Quintero
y el Dr. Samuel Ojeda Gastelúm dieron a este trabajo. Sin sus comentarios, sus
observaciones, sus consejos, sus regaños y su estimulo, el camino hacia la meta
hubiera sido aún más difícil. Sin obviar a quienes, durante una estancia
internacional y otra nacional, me brindaron su apoyo sin cortapisas para leer y dar
importantísimas observaciones a mí trabajo, el Dr. Jordi Canal quien me recibió en
la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París, Francia y a la Dra.
Sonia Pérez Toledo que me permitió realizar una estancia de investigación bajo su
dirección en la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México.
Los agradecimientos se quedan cortos para describir el apoyo y la
confianza que me dieron mis padres, mis hermanos y mi abuela durante estos
años. Aun más se quedan, para agradecer el amor, la comprensión, el estímulo,
las palabras reconfortantes, el que me levantaras en mis caídas y me consolaras
en mis derrotas, sin ti, Suni Alejandra, mi compañera y confidente, estas páginas
simplemente no hubieran sido posibles.
ÍNDICE
Introducción 7
Capítulo I
Régimen y modernidad
1.1.- La construcción del régimen 23
1.2.- Reorganización urbana y social de Mazatlán a finales del siglo XIX 37
1.3.- Pedagogía y difusión de la modernidad en una sociedad tradicional 57
Capítulo II
Cultura y vida cotidiana
2.1.- Usos y apropiaciones del espacio público 68
2.2.- La ciudad cultural y sus actores 85
2.3.- Obreros y artesanos. Reflejos de la vida cotidiana 92
Capítulo III
Las asociaciones. Nuevas formas de sociabilidad
3.1.- Los clubes de beneficencia pública y su impacto en la política municipal 98
3.2.- Del baile a la literatura. El club como representación de élite 104
3.3.- Asociaciones obreras y mutualistas 115
Capitulo IV
La cultura política en el Mazatlán decimonónico: una separación entre la civilidad y el poder
4.1.- Consenso y división del régimen cañedista. Vínculos y oposición política 131
4.2.- Elecciones y prácticas electorales, 1880 – 1908 142
4.3.- Los intelectuales y la opinión pública 160
Capítulo V
¡Muerto el Rey! ¡Viva el Rey! Sociabilidad y política. La coyuntura electoral de 1909
5.1.- El papel de los clubes políticos ferrelistas 175
5.2.- La prensa. Maquinaria de la pedagogía electoral 186
5.3.- Sociabilidad política, sociabilidad urbana. Formas de apropiación del espacio público 192
Conclusión 201
Anexos 205
Archivos Consultados 209
Bibliografía 211
El germen de la democracia fecunda las inteligencias, perfecciona las ideas y
precede a la edificación pública de los grandes principios, de las grandes
verdades.
Jesús Río y Madrid, El Socialista, 4 de diciembre de 1892.
Muchos años hace que los legisladores y los sabios trataban de poner en práctica
un gobierno soñado por su deseo de progreso. Las ideas de igualdad, fraternidad
y amor entre los pueblos despuntaban como débil fulgor de alba en los horizontes
de las antiguas épocas y, sin embargo, aún no aparece el sol de esa libertad
igualdad tantas veces soñadas.
Amado Nervo, El Correo de la Tarde, 21 de enero de 1893.
7
INTRODUCCIÓN
El plan modernizador que Porfirio Díaz comenzó a aplicar desde su segunda etapa
al frente del mando del país significó para Sinaloa el crecimiento inesperado del
desarrollo industrial. Minas, fábricas textiles, industrias metalúrgicas, industrias
azucareras, entre muchas otras más, fueron causantes de que el motor económico
en Sinaloa aumentara a su máxima expresión hasta la época.
La modernización, aunque precaria en comparación a otras ciudades de
México, trajo consigo una serie de modificaciones en el ámbito de la vida cotidiana
de los habitantes de la población del puerto de Mazatlán. El aumento demográfico
y por ende el crecimiento urbano, provocó que se realizaran cambios en los
comportamientos individuales y colectivos. La construcción de las plazas públicas,
cantinas, salones, mercados, parques y la fundación de escuelas, modificaron los
lugares y los hábitos de convivencia para la recreación y la expresión cultural e
intelectual.
Las dinámicas relacionales, gracias, en gran medida, a estas
transformaciones del espacio urbano citadino, también fueron estimuladas por ello.
Fue en virtud y dentro este contexto que las ciudades sinaloenses de creciente
urbanización –como especial caso Mazatlán- tuvieron un aumento inusitado en
sus formas de asociacionismo lúdico, cultural, educativo y finalmente político.
Esta etapa de la historia sinaloense afortunadamente ha sido estudiada
desde muy diversas ópticas y puntos de vista1. Sin embargo, pensamos que sobre
1 Destacan entre los estudios, Juan Luis Ríos, Sociabilidades políticas de finales del porfiriato e inicios de la
revolución en Sinaloa, Culiacán, Tesis de Licenciatura, Facultad de Historia, UAS, 2012. Gilberto López
Alanís, (Comp.), El porfiriato en Sinaloa, Culiacán, DIFOCUR, 1991. Félix Brito Rodríguez, La política en
Sinaloa durante el porfiriato, Culiacán, DIFOCUR, 1998. Eustaquio Buelna, Compendio histórico,
geográfico y estadístico de Sinaloa, Culiacán, Ed. Culiacán, 1978. Azalia López González, Rumbo a la
democracia, Culiacán, COBAES, 2003. Javier Velázquez, Los autores del régimen, el mundo literario en el
cañedismo, Culiacán, UAS-Instituto Municipal de Cultura de Culiacán, 2012. Martín Sandoval Bojórquez,
Luis F. Molina y la arquitectura porfirista en la ciudad de Culiacán, Culiacán, La Crónica de Culiacán, 2002.
Sonia Bouchez Caballero, El devenir de una sociedad: Culiacán en el siglo XIX, Tesis de Maestría, Facultad
de Historia, UAS, 1998. Héctor Carlos Leal Camacho, Sinaloa durante la revolución. El papel de los
intelectuales en la transformación social: 1909-1912, Culiacán, Tesis de Licenciatura, Facultad de Historia,
8
esta época, como muchas otras de la historia regional, deben ser abordadas con
el uso de otras diversas propuestas historiográficas que permitan ver nuevas
aristas de ese pasado en el que estamos interesados en ahondar. Actualmente no
existe una investigación del porfiriato que haya puesto interés en el surgimiento y
desarrollo de numerosas formas de sociabilidad, cultural, intelectual, políticas,
obreras, etc., que dependiendo la coyuntura vigente hayan hecho uso del espacio
público para que a través de él -con el uso de la prensa o movilización popular-
difundieran sus puntos de vista e incluso incidir en el desarrollo de procesos
políticos como las elecciones de 1909.
Durante la plenitud del gobierno de Porfirio Díaz y de sus similares
Francisco Cañedo y Mariano Martínez de Castro, el puerto de Mazatlán fue
proclive para que en él se desarrollaran distintas prácticas de sociabilidad formal e
informal, tanto de origen científico–literario, como lúdicas, de beneficencia, de
corte industrial, obreras mutualistas y políticas, las cuales se involucraron en el
desarrollo de la vida cotidiana de la ciudad motivando que sus miembros y una
sociedad civil interesada en vida pública, comenzaran a debatir, pero sobre todo a
opinar, sobre diversas temáticas que incluían el desarrollo de la vida social,
cultural y política del puerto.
Estos espacios de reunión como lo fueron los salones de las asociaciones o
de los clubes políticos, el lugar de trabajo de los obreros, las casas de comercio,
en el caso de algunas, otros espacios de interacción social como las plazas
públicas, los salones de baile, las cantinas, cafés y billares, incluso en el mismo
espacio privado del hogar a la hora de la tertulia, sirvieron para el intercambio de
ideas y fueron lugares propicios para que en ellos se comenzara a discutir de
política, así como para que sus miembros vieran la posibilidad, dentro de las
diferentes coyunturas político – electorales de principios del siglo XX, de ya no
UAS, 1997. Jorge Luis Sánchez Gastelúm, Sociedad y educación en Sinaloa: 1874-1918; el Colegio Civil
Rosales, Aguascalientes, Tesis de Doctorado, Facultad de Humanidades, UAG, 2000. Marco Antonio
Berrelleza Fonseca, De Liceo a Universidad, la institución rosalina: 1872-1922, Culiacán, UAS, 1998.
Alonso Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa, 1910-1920, Culiacán, El Colegio de
Sinaloa, 2000. Saúl Armando Alarcón Amézquita, Juan M. Banderas en la revolución, Culiacán, Tesis de
Maestría, Facultad de Historia, UAS, 2006. Entre otras obras.
9
solo formar y discutir una nueva cultura política, sino de tratar de llevarla a la
práctica mediante el posicionamiento de un proyecto político en el poder del
estado.
Las primeras asociaciones que surgieron en Mazatlán durante la segunda
mitad del siglo XIX tuvieron un carácter mayoritariamente científico y cultural. Fue
la élite intelectual, entre los que se encontraron comerciantes, empresarios,
periodistas, escritores y profesionistas como Juan Jacobo Valadés, José Ferrel,
Amado Nervo, Manuel Bonilla, Martiniano Carvajal, David Urrea, José F. Galán,
Francisco Valadés, Felipe Valle, Miguel Retes, Andrés Avendaño, Aurelio Gómez
Llanos, Benito Sarabia, Daniel Pérez Arce, Adolfo O’Ryan, entre otros, quienes
propiciaron estas primeras formas asociativas con el fin de desarrollar el
conocimiento científico, discutir obras literarias y realizar eventos culturales,
impactando de manera importante en la vida del puerto.
Es en el puerto de Mazatlán en donde también se formaron el mayor
número de asociaciones o clubes obreros del estado, algunas de estas en forma
de mutualistas, las cuales vinieron a desarrollar nuevas formas de sociabilidad
entre dicha clase. Estas asociaciones nacieron con el fin de que los trabajadores
industriales y los obreros se unieran bajo un mismo programa que cuidase de sus
intereses así como sus garantías laborales. Al constituirse como espacios de
reunión e intercambio de ideas, las asociaciones contribuyeron a educar y
organizar a los trabajadores en la búsqueda de la defensa de sus derechos
laborales, además de contar con programas de fines educativos como escuelas y
bibliotecas. Comulgaron también con el desarrollo lúdico de sus agremiados
organizando de manera constante juegos, concursos de reyes para sus
asociaciones, corridas de toros, entre otras actividades, así como la participación
de dichas asociaciones en los festejos de carnaval o las fiestas patrias
organizadas por el gobierno local, manteniendo de esta manera un vínculo
estrecho entre estas y la sociedad mazatleca.
Los principales miembros de algunas de las asociaciones existentes, y otras
que surgieron al calor de las coyunturas políticas que se detonaron en Sinaloa,
10
como los clubs ferrelistas, quienes a su vez se encontraban entre la élite
intelectual, empresarial y de liderazgo obrero, fueron parte de la conformación de
una oposición hacia el gobierno del general Francisco Cañedo y de su heredero
político Diego Redo, la cual contribuyó en la lucha por la democratización de la
vida política local. Su interés en los asuntos públicos los llevó no solo a
involucrarse en la política mediante el establecimiento de clubs para este fin sino
a utilizar otros medios de comunicación como las reuniones o mítines públicos, la
impresión de panfletos o pancartas con propaganda política, así como el medio de
comunicación más importante e influyente de la época como la prensa. En este
sentido el periódico porteño, El Correo de la Tarde, jugó un papel fundamental al
servir como plataforma de expresión de la oposición política porteña para
intervenir y apropiarse del espacio público desacralizando las figuras de los
gobernantes en turno, demandando con sus artículos transformar el régimen
imperante, educar a la sociedad sobre su derecho a elegir libremente y hacer uso
del voto o bien, para la organización y movilización de sus militantes en dos
campañas electorales, las de 1909, en la cual se eligió un nuevo gobernador para
el estado.
Ante la permanente tendencia a establecer vínculos relacionales de
despliegue de formas de asociación entre los sujetos que integraron la comunidad
Mazatleca a finales del porfiriato, principalmente en la coyuntura política de 1909,
consideré lo más idóneo ingresar en los terrenos de estudio de las sociabilidades
propuesto por Maurice Agulhon2.
Esta perspectiva de análisis historiográfico han permitido la renovación de
los estudios históricos sobre lo político y lo cultural, contribuyendo a describir e
intentar explicar la complejidad de la vida cotidiana de una comunidad pero a su
vez, de acuerdo con Jordi Canal; “plantear o replantear algunos viejos-y nuevos-
2 Maurice Agulhon, “La sociabilité est-elle objet d’histoire?”, en Francois Étienne (Dir.), Sociabilité et societé
bourgeoise en France, en Allemagne et en Suisse, 1750-1850, París, Recherches sur les Civilisations, 1968.
Maurice Agulhon, Historia vagabunda. Etnología y política en la Francia contemporánea, México, Instituto
Mora, 1994. Maurice Agulhon, 1848 o el aprendizaje de la República, Buenos Aires, Universidad de Buenos
Aires, 1998. Maurice Agulhon, El círculo burgués. La sociabilidad en Francia, 1810 – 1848, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2009.
11
problemas con una nueva mirada; son parte de las muchas cualidades de la
categoría de sociabilidad”3.
Agulhon, quien fuera representante de una renovada escritura de la historia
francesa surgida posterior a 1968, recuperó para el estudio histórico las formas
adoptadas y lugares donde los individuos han ejercido la sociabilidad y que en la
actualidad numerosos investigadores utilizan en sus análisis históricos4. Para
Agulhon la sociabilidad dentro de la metodología de la historia es “entendida como
la aptitud de vivir en grupos y consolidar los grupos mediante la constitución de
asociaciones voluntarias”5, es decir, supone la interiorización de ciertos códigos y
reglas de conducta que predisponen a un intercambio de ideas y opiniones de
manera común entre un conjunto de individuos en una época histórica
determinada.
El estudio de las prácticas asociativas en el terreno de la política se
remonta a las primeras investigaciones en torno a las “sociedades de ideas” que
Augusto Cochin hizo para el periodo de la revolución francesa6. La importancia de
éstas, conformadas por individuos que comparten una cosmovisión del mundo,
3 Jordi Canal, “Historiografía y sociabilidades en la España contemporánea: reflexiones con término”,
Vasconia. Cuadernos de Historia-Geografía, Donostia, número 33, Universidad del País Vasco, 2003, pp.11-
27. 4 Véase François-Xavier Guerra, México: Del antiguo régimen a la revolución, Tomos I y II, México, FCE,
2010. Pilar González Bernaldo de Quirós, Civilidad y política en los orígenes de la Nación Argentina, Buenos
Aires, FCE, 2001. Rosa Aboy, Viviendas para el pueblo, Buenos Aires, FCE, 2005. John Jaime Correa, “El
discurso del civismo en Pereira o la “sacralidad” de lo público durante el siglo XX”, Historelo. Revista de
historia regional y local, Medellín, número 2, pp. 7-31. Sandra Patricia Arenas Grisales, “Representaciones y
sociabilidades políticas. Medellín, 1856-1885”, Estudios Políticos, Antioquia, número 22, Universidad de
Antioquia, 2003, pp. 193-224. William Chapman Quevedo, “Sociabilidades y prácticas políticas en Popayán,
1832-1853”, Historia Caribe, Barranquilla, número 13, Universidad del Atlántico, 2008, pp. 179-207.
Cristián Gázmuri, El 48 chileno. Igualitarios, reformistas, radicales, masones y bomberos, Santiago de Chile,
Editorial Universitaria, 1998. Oscar Guarín-Martínez, “La sociabilidad política: un juego de luces y sombras”
Memoria y Sociedad, Bogotá, Universidad Pontificia Javeriana, 2010, pp. 25-36. Sandra Fernández,
“Sociabilidad y amistad. Los desafíos de una relación interdisciplinaria”, Revista Digital Páginas, El Rosario,
número 6, Universidad Nacional de El Rosario, 2012, en línea: web.rosario-conicet.gov.ar. Paula Caldo, “Por
los senderos del epistolario: las huellas de la sociabilidad”, Antíteses, número 4, Londrina, Universidad
Estatal de Londrina, 2009, pp. 1011 – 1032. Juan Poblete, “Lectura de la sociabilidad y sociabilidad de la
lectura: la novela y las costumbres nacionales en el siglo XIX”, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,
número 52, Lima, Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar, 2000, pp. 11 – 34. Elena T. Piñeiro,
“Espacio simbólico, ideología y poder: relaciones entre prácticas discursivas y procesos políticos”, Revista
Colección, número 13, Buenos Aires, Universidad Católica de Argentina, 2002, pp. 209 – 227. 5 Maurice Agulhon, Historias…Op. Cit., p. 55. 6 François Furet, Pensar la revolución francesa, Barcelona, Petrel, 1978, pp. 209-255.
12
construida a través de la discusión entre sujetos en condiciones de igualdad, es
“opinar; su objetivo es hacer surgir de entre sus miembros y de la discusión una
opinión común, un consensus, que será expresado, propuesto, defendido”7.
Opinión común expresada a través del lenguaje, donde se enuncia el
advenimiento de una nueva sociedad y que las organizaciones como las descritas
en su obra, son productoras de discursos en torno a lo social y sobre todo, que lo
llevan al terreno de las prácticas, promoviendo o generando el cambio. Es ahí
donde se encuentra la pertinencia de su propuesta historiográfica, la asociación, el
grupo, como matriz de las transformaciones.
A pesar de que su significación lingüística a lo largo del tiempo ha variado8,
hasta el siglo XVIII hizo alusión a la relación de conflicto o consenso que
establecían los individuos entre sí, su utilización intentó en ese tiempo definir la
probable naturaleza humana. A partir del siglo XIX varió su significado
radicalmente. En esa centuria tendió a relacionarse más con la modalidad de
“sociabilidad asociativa” que articulan organizaciones de tipo formal debidamente
reglamentadas, con un domicilio para llevar a cabo reuniones periódicas como las
sociedades científicas, filosóficas, clubes políticos, los cuales expresan en
coyunturas políticas un nuevo lenguaje sobre lo social. Es decir, la de formular
opiniones o desarrollar prácticas políticas que tienden a apuntar sus baterías hacia
los mecanismos que hacen posible la legitimación o pérdida de ella de parte del
poder estatal.
Su pertinencia estriba en poder entender qué tipo de vínculos pueden
establecer los individuos entre sí como la naturaleza de los lugares donde se hace
posible. La construcción de sociabilidades puede contribuir en momentos en que
se articulan coyunturas políticas a crear nuevas reglas del juego político.
De acuerdo con Agulhon, el estudio de sociabilidades no sólo implica el
conocer quiénes y cómo se ejerce ésta, además de ello, es necesario identificar
7 Ibídem., p. 221. 8 Pilar González Bernaldo de Quirós, “La sociabilidad y la historia política”, en Erika Pani y Alicia Salmerón
(Coords.), Conceptualizar lo que se ve. François-Xavier Guerra, Historiador homenaje, México, Instituto
Mora, 2004, p. 424.
13
los espacios donde se ejercía, saber de las características de los mismos donde
se articulaban las dinámicas relacionales entre los individuos9. En ese sentido,
para los mazatlecos de la época los encuentros de todo tipo, formales e
informales, lúdicos o de discusión en torno a los asuntos públicos se llevaron a
cabo en plazuelas y calles, la prensa fue el medio de expresión de las múltiples
formas asociativas desde el cual expusieron sus personales puntos de vista sobre
la situación prevaleciente en la entidad y el país.
Por otro lado, su estudio hace referencia a otra problemática que las
evidencias documentales permiten develar. El crecimiento asociativo en la entidad
a fines del siglo XIX y principios del siglo XX permitió la configuración y
reconfiguración del espacio público local, cultural y político de manera diferente.
Del tradicional monólogo gubernamental porfirista de “orden y progreso” que en
los hechos se tradujo o intentó traducirse en la aceptación tácita del discurso
oficial, ese aumento en el interés asociativo demostró la existencia de una
sociedad civil, identificada con los grupos de clase media emergentes en el
periodo, que con sus prácticas sociabilitarias, los discursos producidos por sus
integrantes, detractores de Porfirio Díaz o Francisco Cañedo, contribuyeron por un
lado a fortalecer a esa incipiente sociedad civil y por otro, al ensanchamiento de la
esfera pública sinaloense con el surgimiento y desarrollo de un conjunto de grupos
u organizaciones que el poder de la opinión pública y la movilización política
confrontaron a la dictadura que regía los destinos del país y la región.
El desarrollo central de la investigación busca intentar descubrir cuáles
fueron las formas y las causas de que muchos de los miembros de asociaciones
científicas y obreras-mutualistas, entre ellos los más connotados, se organizaran
para la formación de clubes políticos de oposición durante las coyunturas
electorales de 1909. Resolver este cuestionamiento nos brindará los instrumentos
para observar cual fue la cultura política10 que desarrollaron los miembros de las
9 Maurice Agulhon, Op. Cit., p. 78 10 Entendemos a la cultura política como el producto de las experiencias pasadas de la sociedad y de la
sedimentación histórica de valores, creencias y actitudes políticas que se transmiten de generación a
generación a través de la socialización política de las personas. Éstas adquieren e interiorizan la cultura
14
asociaciones obreras, mutualistas y clubes políticos en Mazatlán como parte de la
configuración y acción del sistema asociativo, y de qué forma se reflejó ésta en el
ejercicio del voto11, en las campañas políticas, en la construcción del discurso
político de la oposición, así como las connotaciones que tuvo en la sociedad
mazatleca la aplicación de dicha cultura política desarrollada por los clubes
políticos de oposición al régimen cañedista.
Si bien es cierto que desde antes del inicio de los gobiernos de Francisco
Cañedo y Mariano Martínez de Castro ya existían en Sinaloa algunas de estas
formas de sociabilidad moderna, como las ha llamado François-Xavier Guerra12,
es durante esta etapa en donde las practicas asociativas, tanto de carácter formal
e informal, tienen su mayor auge. Y para entender esto, habrá que resolver
entonces de qué manera afectó la transformación urbana de finales del siglo XIX y
principios del XX en Mazatlán las dinámicas relacionales de la sociedad, para
después identificar cuáles fueron los lugares que la sociedad mazatleca utilizó
política en el transcurso de su incorporación a la sociedad, mediante un proceso de aprendizaje y de
transmisión que llevan a cabo los diversos agentes o medios de socialización, entre los que destaca, la familia,
la escuela, el servicio militar, los medios de comunicación y los partidos políticos. Miguel Ángel Cabrera, “La
investigación histórica y el concepto de cultura política”, en Manuel Pérez Ledesma y María Sierra (Eds.),
Culturas políticas: teoría e historia, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, España, 2010, pp. 19-85. 11 Para el análisis del desarrollo del voto en el México decimonónico retomo principalmente la idea de
Antonio Annino para quien, el ejercicio del voto no precede a la democracia, sino que ambos conceptos deben
estudiarse bajo diferentes lentes de observación. Antonio Annino, “El voto y el XIX desconocido”, México,
Istor, número 17, CIDE, 2004, pp. 43-59. Para un análisis sobre el voto durante el porfiriato véase también:
Carlos Bravo Regidor, “Elecciones de gobernadores durante el porfiriato”, en José Antonio Aguilar Rivera
(Coord.), Las elecciones y el gobierno representativo en México, 1810-1910, México, FCE, 2010, pp. 257-
281; Elizabetta Bartola, “Las oportunidades del poder: suplencias e interinatos políticos en la práctica del
compromiso y del control electoral en el México porfirista (1876-1911)”, en Enrique Montalvo Ortega
(Coord.), El águila bifronte. Poder y liberalismo en México, México, INAH, 1995, pp. 177-195; María
Eugenia Ponce Alcocer, La elección presidencial de Manuel González, 1878-1880. Preludio de un
presidencialismo, México, Universidad Iberoamericana, 2000; Silvestre Villegas Revueltas, “Un acuerdo
entre caciques: la elección presidencial de Manuel González (1880)”, Estudios de Historia Moderna y
Contemporánea en México, UNAM, núm. 25, 2003, pp. 115-148; Marisa Pérez de Sarmiento, Las razones de
la “alternancia”. El relevo de los gobernadores de Yucatán, 1876-1901, México, Instituto Mora, 2008. 12 Utilizamos el concepto de modernidad de François- Xavier Guerra para quien, a lo largo del siglo XIX, el
concepto fue algo que obviamente no existió nunca en toda su pureza en ningún lugar, ni desarrolló todas sus
potencialidades inmediatamente. La Modernidad como conjunto de mutaciones de ideas, imaginarios y
prácticas, tiene tanto como una geografía como una cronología que llevan a analizar los lugares –regiones y
medios sociales- en que primero se produjeron estas mutaciones, los ritmos y las vías por las que se
transmitieron a otros lugares y las modalidades de su recepción –adopciones, rechazos, modificaciones-
condicionadas por la cultura política y las prácticas del área considerada. François-Xavier Guerra,
Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México, FCE, 2010.
15
como espacio para el desarrollo de las sociabilidades tanto formales como
informales.
El interés de aplicar las sociabilidades como categoría teórica-
metodológica se debió también en gran medida a una renovación en la historia
política durante la segunda mitad del siglo XX a la que se le denominó la “nueva
historia política13”. Esta se comenzó a interesar por las pluriformes
manifestaciones del poder y de su ejercicio adquiriendo una nueva dimensión de
análisis gracias a las fuentes conjuntadas con una nueva sensibilidad histórica
gestada en las últimas décadas14. El gobierno y la política informal, las
instituciones y rituales, la biografía y la prosopografía, la toma de decisiones, la
política desde abajo, las presiones fiscales de las entidades, redes clientelares,
integración de las élites a los cambios políticos, política popular, microfísica del
poder, formas de dominio no coercitivas, cultura política y lenguaje fueron algunas
de las otras formas de estudio que incorporó la llamada nueva historia política, la
cual se dedicó a atender de manera creciente la causa-significado que los actores
daban a sus acciones y la intencionalidad que abrigaban, para lo cual, el análisis y
estudio del vocabulario, el habla y otros recursos comunicativos como la prensa
fueron fundamentales.
Para el caso más específico del estudio de las sociabilidades políticas en
México revisaremos la idea central de François-Xavier Guerra, cuyos trabajos han
sido fundamentales para el estudio de la aplicación de conceptos como
democracia, liberalismo, sociedad, pueblo, ciudadanía y modernidad, siendo los
dos últimos los que utilizaremos para la presente investigación. Para los estudios
del siglo XIX en México y en Latinoamérica, Guerra nos da la base teórica con la
cual formular las preguntas pertinentes en torno a la aplicación de dichos
conceptos, nos permite también dialogar la idea general de cómo se suscitaron las
13 Para una discusión sobre la aplicación metodológica en Latinoamérica véase: Guillermo Palacios (Coord.),
Ensayos sobre la “nueva” historia política en América Latina, siglo XIX, México, El Colegio de México,
2007. 14 Xavier Gil Pujol, Tiempo de política: perspectivas historiográficas sobre la historia moderna, Barcelona,
Universidad de Barcelona, 2006, p. 12.
16
formas de sociabilidad política en las diferentes regiones de México y cuáles
fueron sus características en común.
Para Guerra, en México y en Latinoamérica, la idea de que la sociedad
comenzara a tener nuevas formas de sociabilidad, en este caso, de tipo políticas,
no necesariamente nacieron de una misma pertenencia social sino de una
comunidad cultural, la cual funcionó muy a menudo dentro de los lazos societarios
y familiares impregnados de los principios ideológicos liberales, rotos ya, por el
régimen político dominante. Esto conllevo a la aparición de un “pueblo real” de la
política, que habla, se expresa y se reúne con estos fines, contrario además del
“gran pueblo”, el cual es solo masa poblacional15. Una de las principales
novedades de los clubes liberales es que, por primera vez, las sociabilidades
societarias salen como tales de la sombra del ámbito privado para desembocar en
la acción política abierta, con una organización que quiere ser pública, permanente
y destinada a todos.
El cuerpo de la investigación consta de cinco capítulos con tres apartados
cada uno de ellos. Como parte del desarrollo de este primer capítulo abordamos
los inicios del gobierno de Francisco Cañedo. Como fue su llegada al poder, bajo
que ideal de gobierno pugnó políticamente, a qué grupo político correspondía,
como fue en una primera parte el desarrollo de su gobierno, tratando todo esto, de
esclarecer cuales fueron las políticas gubernamentales establecidas por el
gobernador que le permitieron afianzarse en el poder y establecer redes de interés
político con familiares directos, compadres o socios comerciales, esta etapa a la
que denominamos como la construcción de un régimen, a la par de uno a nivel
federal, estuvo llena de altibajos y de conflictos con la oposición política, es
durante esta etapa en donde el conocimiento de la política local y el
estrechamiento de intereses políticos le permitieron al grupo cañedista
mantenerse en la lucha por el control político del estado.
En este capítulo analizamos también el crecimiento económico que tuvo
Sinaloa y en especial Mazatlán durante la segunda mitad del siglo XIX, lo cual se
15 François-Xavier Guerra, “México…Op. Cit., Tomo I, p. 20.
17
tradujo, fundamentalmente, en un reacomodo urbano de gran trascendencia
aunado al crecimiento poblacional provocado por el aumento migracional de
nacionales y extranjeros. A la par de esta expansión en la economía local se va
introduciendo una ampliación en servicios básicos como el drenaje, agua potable y
luz eléctrica, también se identifica con un aumento en el número de casas
comerciales y fábricas instaladas con motivo de la demanda local, nacional y
extranjera de productos fabricados en el puerto, lo cual también llevó al puerto a
conectarse de manera globalizada con el mundo occidental y oriental, en especial
Europa, Norteamérica y China. La modernidad material que produjo una buena
economía con una sociedad cosmopolita fue la causa de la expansión, divulgación
y modificación de nuevas ideas que se transmitieron a través del aumento de las
publicaciones periódicas así como de los numerosas publicaciones internacionales
que comenzaron a llegar al puerto de manera más constante.
El segundo capítulo aborda la expansión de la cultura y las modificaciones
en la vida cotidiana de la sociedad mazatleca. Aquí se hacen presentes las formas
de sociabilidad informal, aquellas que se llevan a cabo en los cafés, las cantinas,
los billares, los mercados, las plazas, los parques, los salones, la iglesia, el taller,
el teatro, la fábrica, la escuela y en los burdeles, espacios de interacción constante
que se ven aumento debido al crecimiento de su mercado clientelar. Vamos a
observar mediante una serie de ejemplos descriptivos de la época, en especial los
realizados por los cronistas de la prensa, cómo se desarrollaba la vida pública del
Mazatlán decimonónico, sus lugares, sus sabores, sus habitantes, lo social, lo
cultural y lo cotidiano. El estudio de estos lugares nos va a mostrar espacios muy
estrechos entre la sociabilidad formal e informal, donde tienen cabida, en realidad,
tanto las relaciones espontáneas como manifestaciones próximas de la vida
asociativa.
A lo largo de la época de estudio, las relaciones informales se articularon
preferentemente en torno a niveles muy elementales: el marco familiar y vecinal,
donde la convivencia y la proximidad geográfica suscitaron las prácticas de
veladas, tertulias y demás fórmulas encuadradas en ámbitos privados, carentes de
18
periodicidad; el espacio físico de relación que conformaron las calles, paseos,
jardines, plazas, fueron los principales focos de contacto para una sociedad cada
vez más asomada al exterior; las confluencias personales por gusto y afinidad,
hicieron de las cantinas, billares, cafés y restaurantes, temidos competidores de
los lugares de obligada cita en el pasado como la iglesia y el mercado; las
festividades en masa, ejercidas en los lugares públicos con sujeción a un
calendario y programa predeterminados como los aniversarios patrióticos, las
ferias y los carnavales tuvieron como objetivo ser fuentes de entretenimiento y
diversiones con una variada y cambiante oferta. Todos estos elementos fueron
característicos de los ejes básicos de la sociabilidad no formalizada que
prevalecieron en el Mazatlán porfiriano, dentro de los cuales, vamos a ver la
participación de la mayoría de la sociedad, tanto de la élite, la reciente clase media
(comerciantes y profesionistas) así como los obreros y artesanos, aunque casi
nunca se desarrolle en los mismos espacios ni con las mismas características.
El capítulo tercero da cuenta del desarrollo de las formas de sociabilidad
formal que se desarrollaron en el puerto. En el estudiamos a las asociaciones
científicas, lúdicas, literarias y obreras que se desarrollaron en Mazatlán teniendo
un crecimiento exponencial. Resulta pertinente aclarar que no entendemos a la
sociabilidad como el asociacionismo, es decir, el estudio de las asociaciones se
convierte en focos metodológicos de sociabilidad sólo cuando se analiza, a la par
de sus estatutos, sus reglamentos y sus actividades, los debates y las relaciones
personales que en esos espacios se generaban.
Es por ello que en este capítulo nos concentramos en las asociaciones
conformadas de manera formal, describiendo sus actividades y analizando su
papel dentro de la vida pública porteña sin dejar de lado a sus miembros y la
importancia que estos pudieron tener en la sociedad. Por un lado se estudia a
asociaciones que estuvieron conformadas especialmente por la élite de Mazatlán,
aquella que se reunió con motivo de establecer sociedades literarias o lúdicas,
como los casinos o clubes de caza; de igual forma, se hace un estudio sobre las
asociaciones obreras y mutualistas. La expansión de las sociabilidades obreras
19
marcó un antes y un después en el desarrollo cultural, social y político no solo de
Mazatlán sino de Sinaloa, siendo el puerto en donde más asociaciones dedicadas
a los obreros se conformaron. Las sociedades mutualistas de inmediato se
integraron en el desarrollo de la ciudad y sus alrededores, conformándose como
una entidad que comenzó a interesarse no solo por cubrir las necesidades
elementales de cultura y ocio de sus integrantes, sino también por representarlos
políticamente.
El conocimiento de la política local así como el fortalecimiento de lazos
societarios y las modificaciones a la constitución local fueron algunas de las
características que le permitieron al grupo cañedista mantener su influencia. Con
el cuarto capítulo de la investigación abordamos las divisiones entre los grupos
antagónicos en la política sinaloense que se disputaron el poder entre 1880 y 1896
como lo fueron el del general Francisco Cañedo y el del ingeniero Mariano
Martínez de Castro, las prácticas electorales y el ejercicio del voto así como el
papel de los intelectuales en el ejercicio de la opinión pública en el desarrollo
político de la entidad.
Más allá de entender la dinámica relacional de los individuos a partir de
intereses económicos y políticos en común de los diferentes grupos, la
sociabilidad es un concepto clave para entender el proceso de formación de una
cultura de lo político y su relación con las estructura social al interior de las
sociedades. El concepto nos ayudó a identificar cómo, a partir del crecimiento en
las prácticas societarias como las sociedades científicas, literarias, mutualistas y
clubes políticos se fortaleció en una parte de la sociedad las nociones del individuo
como sujeto político poseedor de derechos así como la idea de gobierno y estado
que vinieron a provocar una transformación en las relaciones políticas. El poder se
estableció entonces, y en virtud de la búsqueda de una legitimidad perdida por
muchos años de levantamientos y movimientos armados, por medio de las
modificaciones constitucionales y el ejercicio del voto, el cual, a pesar de las
denuncias de fraude e imposición, nunca dejó de realizarse y de promoverse.
20
Otro medio de legitimidad y de denuncia se constituyó en la prensa por
medio del ejercicio de la opinión pública de parte de los intelectuales establecidos
en la entidad. La historia de los intelectuales está íntimamente ligada a la historia y
a los acontecimientos políticos, durante los cuales, los intelectuales, desde sus
diferentes clases, se encontraron implicados o por lo menos concernidos. Las
minorías cultas se definieron como un contrapoder contra el Estado del cual se
pusieron a denunciar las fallas y las infidelidades a los mismos principios que él
había instituido llamándole al orden por diversos medios, de los cuales el más
importante fue la prensa. Lo que se escribe constituye el arma absoluta, en
correspondencia natural con las competencias propias de los intelectuales, pero
también con el estado cultural de una sociedad en el seno de la cual la cultura
escrita, aunque aun deficiente se encuentra en constante crecimiento, mismo que
se nota aun más en la cultura lectora de una sociedad cada vez más incluyente.
El quinto y último capítulo tiene como desenlace las elecciones para la
gubernatura en Sinaloa durante junio y agosto de 1909 entre los candidatos José
Ferrel y Diego Redo. Si bien hacemos notar algunas características de la elección
en otras municipalidades del estado, el capítulo se centra en el municipio de
Mazatlán y en el desarrollo de la campaña del candidato José Ferrel. El motivo de
que la investigación terminara con el análisis de la campaña de 1909 y en
especial con el de la candidatura ferrelista está sustentado en el hecho de que si
bien, durante los previos comicios electorales a partir de la llegada de Francisco
Cañedo al poder ya se habían realizado campañas políticas antagónicas, la
campaña ferrelista marcó un punto coyuntural dentro de las prácticas electorales,
pues esta fue casi una fotografía de la elección federal de 1910, la cual se llevó a
cabo existiendo ya una honda desmitificación del poder imperante establecido por
una elite política reducidísima, lo cual, condujo a un grupo de sectores de clases
medias-altas y populares a elaborar un proyecto político estatal alternativo y
antagónico al existente
El debilitamiento de los grupos corporativos y de parentesco por una parte,
y la burocratización de las instituciones y organismos del Estado, por otra, dejó un
21
amplio espacio para el desarrollo de la interacción social generalizada y al mismo
tiempo, abrió el debate para que estas colectividades discutieran el papel que
venía realizando el Estado. Ante este panorama, las elecciones de 1909
permitieron expandir el debate hacía la sociedad en general por medio de la
formación de clubs políticos en los cuales se integraron grupos muy diversos de la
sociedad, que por primera vez después de trece años de reelecciones sucesivas y
de treinta y dos años de poder en manos de dos grupos políticos, tuvieron la
oportunidad de participar en la vida política del estado.
Las fuentes primarias y las fuentes hemerográficas marcaron el hilo
conductor de esta investigación. Las primeras fueron consultadas en archivos
locales como el Archivo Histórico Municipal de Mazatlán así como el Fondo José
Ferrel del Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa; además de
archivos nacionales como el Fondo del Departamento del Trabajo del Archivo
General de la Nación y la Colección Porfirio Díaz de la Biblioteca Francisco Xavier
Clavijero en la Universidad Iberoamericana. Las fuentes hemerográficas fueron de
igual forma consultadas en archivos locales, en especial el Centro Regional de
Documentación Histórica y Científica (CREDHIC) de la Universidad Autónoma de
Sinaloa y nacionales como la Hemeroteca Nacional de la Universidad Nacional
Autónoma de México, la Biblioteca Sebastián Lerdo de Tejada de la Secretaria de
Hacienda y Crédito Público y el Archivo Ricardo Flores Magón.
La consulta y el análisis de la bibliografía realizada durante de la época de
estudio complementó de manera fundamental a las fuentes primarias. Memorias
personales y de gobierno, crónicas de viaje y recopilación de artículos
constituyeron solo algunas de las obras que, junto con la historiografía local,
fueron el soporte de lo fundamentado en esta investigación.
Los propósitos de la investigación fueron en una primera etapa, el de volver
a trabajar las fuentes primarias locales antes consultadas para investigaciones
previas pero ahora bajo el sometimiento a nuevos cuestionamientos, con la
finalidad de observar en ellas nuevos indicios que anteriormente no pudimos
observar. Falta aun mucho por descubrir en los archivos locales y en las fuentes
22
hemerográficas a los que tenemos acceso en Sinaloa, incluso, faltan muchas
preguntas por hacerles a aquellas a las que llevamos un largo tiempo
preguntándoles sobre el pasado del estado.
El segundo propósito se inclinó hacia el trabajo en archivos nacionales,
estos son de igual forma, vetas inexploradas para los historiadores sinaloenses
que trabajamos el siglo XIX. La Colección Porfirio Díaz, solo por dar un ejemplo,
es un archivo que día con día va actualizándose en su contenido debido a la
infinidad de documentos que aún no han sido clasificados y en cual existen un sin
número de documentos que relacionan a Sinaloa con los gobiernos de Porfirio
Díaz y Manuel González. La prensa nacional se ocupó constantemente de
Sinaloa, la Hemeroteca Nacional y la Biblioteca Sebastián Lerdo de Tejada dan
cuenta de ello, en estos archivos también existen publicaciones editadas en
Sinaloa de las que muy poco conocemos más allá de su año de publicación y
algunos de sus colaboradores. Esta investigación se refiere a ellas única y
exclusivamente desde dos planos: quien opinaba sobre temas políticos así como
el contenido de esas opiniones, dejando de lado otros puntos relevantes que para
su estudio contiendes estas publicaciones.
Otra de las grandes ausencias de esta investigación son los archivos
personales e internacionales, los últimos principalmente ubicados en los Estados
Unidos de América. Los primeros son difíciles de encontrar en un tiempo tan corto
–dos años- para la realización de una investigación de esta magnitud, más aún si
esa búsqueda parte de cero. Los segundos son una reclamada ausencia en las
investigaciones sobre el siglo XIX en Sinaloa a pesar de la importante conexión
que se tuvo con algunas de las ciudades del vecino país.
23
CAPITULO I
Régimen y modernidad
1.1.- La construcción del régimen
Desde el surgimiento de Sinaloa como entidad en 1831, la región se vio envuelta
en una serie de conflictos de carácter político protagonizados por distintos grupos
que se disputaban el poder hegemónico del naciente Estado. La mayoría de estos
estaban representados por miembros de las familias más acaudalas de la región
como los mineros de Cosalá, comerciantes extranjeros de Mazatlán o el clan de la
Vega en Culiacán; estos grupos formaron parte del contexto en el que se
desarrollaron los diferentes conflictos nacionales que se dieron desde el
establecimiento del estado hasta ya pasada la primera mitad del siglo XIX. Aunque
en muchas ocasiones los conflictos locales fueron ajenos a los de carácter central,
la interacción política de uno de estos grupos con el sector dominante del país en
ese momento, les daba la facilidad a unos y a otros de poder gozar de este
control.
Poco antes del inicio de la Guerra de Reforma (1857-1861) el estado vivía
en una anarquía política constante, disputas políticas y militares entre los grupos
de poder ubicados en Mazatlán y Culiacán, la intranquilidad provocada por gavillas
que ponían en riesgo la autoridad y una población acosada por el miedo.
Constantes plagas como el Cólera Morbus, que cobró la vida a más de dos mil
personas en Sinaloa azotaban a la región, que carecía de los servicios de salud
más básicos, pues no había para la época hospitales o algún otro sistema de
salud para evitar estos decesos.
Así, entre las constantes batallas por el poder, los diferentes grupos que se
asentaron en la región fueron conformando vínculos con los grupos centrales que,
al triunfo del liberalismo, daría al grupo vencedor la oportunidad de establecer por
cierto tiempo en la entidad una época de cierta tranquilidad y progreso así como
24
una generación de nuevos políticos representados por Eustaquio Buena y
Domingo Rubí16. Durante la segunda reelección del presidente Benito Juárez en
1871, se realizaron en Sinaloa elecciones para elegir gobernador, de las cuales
resultaría vencedor el licenciado Eustaquio Buelna.
El nuevo gobernante, de una larga trayectoria política y administrativa en el
Estado formó parte del partido juarista, por lo que tras su triunfo, los partidarios de
Porfirio Díaz se manifestaron en su contra y apoyaron el reciente Plan de La Noria,
proclamado por Díaz el 8 de noviembre de ese mismo año bajo el ideal de la
libertad electoral, así como el de menos gobierno y más libertad. La rebelión de La
Noria nació en similitud con el fracaso del proyecto liberal de la república
restaurada, la profundización del cisma faccional dentro del Partido Liberal y del
creciente uso de prácticas no constitucionales por parte de los principales
contendientes políticos17. El fracaso del Plan de La Noria llegó con la muerte de
Juárez y la toma del gobierno por Sebastián Lerdo de Tejada, quien ofreció
amnistía a los partidarios de Díaz, misma que fue aceptada por sus principales
comandantes; esta decisión fue un duro golpe político y moral para Díaz y sus
partidarios en Sinaloa.
El gobierno del presidente Lerdo de Tejada estuvo impregnado de una serie
de levantamientos regionales que volvieron casi imposible la realización de una
buena administración. Entre estos destacaron los efectuados por Manuel Lozada
en Tepic en 1873, José María Leyva Cajeme en Sonora en 1875 y la constante
amenaza de una nueva revuelta provocada por Díaz. En Sinaloa la situación no
fue menos conflictiva, durante el gobierno de Eustaquio Buelna se dieron
constantemente una serie de levantamientos militares como el de Francisco
Cañedo y el general Manuel Márquez.
Las presiones que ejercieron las facciones políticas adheridas al
movimiento de Díaz sobre el gobierno buelnista llevaron al jefe del ejecutivo
sinaloense a realizar acciones de contra ataque con el fin de calmar los ánimos
16 Félix Brito Rodríguez, La política en Sinaloa durante el porfiriato, Culiacán, DIFOCUR, 1998, p. 19. 17 Paul Garner, Porfirio Díaz, del héroe al dictador. Una biografía política, México, Planeta, 2003, p. 65.
25
oposicionistas y demostrar a sus partidarios que aun conservaba el poder político
del estado. En mayo de 1871, Eustaquio Buelna ordenó la aprehensión de uno de
sus principales adversarios políticos, el entonces coronel Francisco Cañedo, quien
en esos momentos se desempeñaba como prefecto del Distrito de Culiacán. A
este se le levantó una causa acusándolo de no haber fusilado a Cristóbal Andrade,
presunto jefe de una de las gavillas más violentas en Sinaloa, hasta seis días
después de su aprehensión, cuando la ley del estado lo obligaba a hacerlo
inmediatamente. Andrade y su grupo fueron acusados y señalados de haber
asaltado en múltiples ocasiones las diligencias que trasladaban las rentas de los
Distritos del sur del estado hacía Culiacán, habiendo asesinado a varios
empleados públicos durante los asaltos. Debido a la acusación, Cañedo tuvo que
separarse del cargo de prefecto en tanto se llevaban a cabo las investigaciones.
El suceso tuvo repercusión nacional debido a un comunicado de Cañedo
publicado en la prensa capitalina que en esos momentos se dividía casi en
igualdad de número entre los dos bandos que competían por el poder político en
México, es decir, lerdistas y porfiristas. En el comunicado, el prefecto separado al
momento del cargo; Francisco Cañedo, acusaba de convenir a los intereses de la
candidatura de Buelna separarlo de la prefectura porque no se prestó a hostilizar a
todo aquel que se opusiera a defender la libertad del voto, y más si estos estaban
en contra de Buelna, continuaba el comunicado:
Me alegro y mucho de que se haya hecho justicia a mi patriotismo y a mi fe
republicana, creyéndome un obstáculo para servir de agente en las combinaciones
de gabinete con que inútilmente se pretende incrustar por la fuerza bruta en los
pueblos la candidatura de Buelna, repelida por los mismos pueblos en cuantas
ocasiones han podido manifestarla libremente. Los futuros destinos del estado
dependen de la gran cuestión de elecciones que los pueblos deben de examinar
con atención para no echarse encima un tirano que tan sediento se muestra de
derramar sangre humana.18
Aunque para Francisco Cañedo el acto cometido hacia su persona fue un
acto de injusticia y de venganza política, según sus propias palabras, el suceso
18 El Ferrocarril, 1 de agosto de 1871, p. 3. Francisco Cañedo, “Crónicas”. En adelante EF.
26
aumentó el número de afectos al partido republicano sinaloense, muchos de ellos
antiguos buelnistas decepcionados de su administración.
A pesar de las tensiones que se provocaron a raíz de la destitución de
Cañedo como prefecto de Culiacán, era claro que el general trató de evitar por
todos los medios la posibilidad de un conflicto armado, prefiriendo el
fortalecimiento del partido republicano sinaloense para las próximas elecciones a
la gubernatura, así lo demostraba el final del largo comunicado en el que le hace
saber al gobierno buelnista que, a pesar de la injusticia cometida, su adhesión al
ciudadano gobernador no disminuía, refrendándole la voluntad de seguir
prestando sus servicios como servidor público en el momento en que los
considerase necesarios.19 Sabían pues, Cañedo y sus adeptos, entre ellos el
general Jesús Ramírez Terrón, que su poder militar así como su popularidad se
encontraban todavía alejadas de la posibilidad de ganar en caso de un liderar un
levantamiento armado en contra del gobierno Buelnista, el primer camino era
llegar al poder por la vía constitucional, fortaleciendo un partido de oposición
gracias a la inestabilidad del gobierno. No tardarían mucho tiempo en darse
cuenta de lo lejanos que estaban de la posibilidad de que el partido republicano
sinaloense pudiese llegar al poder por la vía del ejercicio electoral.
De igual forma para las siguientes elecciones federales el panorama político
no se modificó demasiado, las pugnas entre lerdistas y porfiristas seguían
cobrando un sin número de víctimas en el país mientras que el mando del estado
pasaba constantemente de unas manos a otras después de la renuncia de
Eustaquio Buelna en 1875, antes de terminar su periodo constitucional. Porfirio
Díaz se retiró a territorio estadounidense con el fin de preparar una nueva rebelión
en contra del presidente Lerdo. En diciembre de 1875 se estableció en
Brownsville, Texas, desde donde hizo llegar a los gobernadores y caudillos
regionales su plan político y militar para llevar a cabo el golpe de Estado. Durante
sus largas campañas, primero como juarista y luego con el Plan de La Noria, Díaz
19 EF, 1 de agosto de 1871, p. 3.
27
logró crear alianzas en todo el amplio espectro de la república mexicana,
aplicando las tradiciones caudillistas de la cultura política decimonónica20.
La revolución de Tuxtepec inició en enero de 1876 y se debió en gran parte
a la inminente participación de Sebastián Lerdo de Tejada en las próximas
elecciones presidenciales. A pesar de que los principales militares eran partidarios
del presidente Lerdo de Tejada, una serie de guerrillas regionales y el apoyo
popular posibilitaron el triunfo de Porfirio Díaz. En Sinaloa se levantó en armas
bajo el Plan de Tuxtepec el general Jesús Ramírez Terrón, a quien se le unieron
Francisco Cañedo y Domingo Rubí21, teniendo un importante número, aunque mal
armadas fuerzas militares a su mando, además del apoyo popular, especialmente
en las zonas del norte y sur del estado.
Un 11 de julio de 1876 a las once de la noche, en Culiacán, la capital del
estado, el coronel Francisco Cañedo al mando de las tropas del general Manuel
Inzunza, pronunció el Plan de Tuxtepec levantándose en armas en contra del
gobierno interino del licenciado Jesús María Gaxiola. El plan fue pronto secundado
por habitantes de El Fuerte, Cosalá, San Ignacio y otras zonas del sur del estado,
al tiempo, el general Donato Guerra secundó el Plan y con doscientos hombres a
su mando se unió a Cañedo en la disputa por los territorios del norte del estado.
La revuelta armada logró que los hombres al mando de Cañedo, Guerra e
Inzunza, lograrán tomar Culiacán aunque no por mucho tiempo. Según el
corresponsal para el diario El Siglo Diez y Nueve, de la ciudad de México, tres
razones serían las causantes de que las fuerzas golpistas salieran de la capital del
estado hacia diferentes territorios cuando ya se había logrado tomar la plaza más
importante. La primera de ellas acusó a Manuel Inzunza como el culpable, puesto
20 Paul Garner, Porfirio…Op. Cit., p. 56. 21 Militar y político, Domingo Rubí es originario de Las Flores, del actual municipio de Culiacán, Sinaloa.
Nació el 4 de agosto de 1824. Sus padres fueron José Rubí y Josefa Zazueta, quienes se avecindaron en el
mineral de Pánuco, municipio de Concordia. En 1859, durante el levantamiento en armas los liberales en
armas en contra de los conservadores que detentaban el poder y habían repudiado la Constitución de 1857, en
Concordia, Sinaloa, Domingo Rubí se incorpora a la lucha armada. Durante la Guerra de Intervención
Francesa, Rubí alcanza el grado de General de Brigada en mayo de 1866. El general Rubí ocupó la
gubernatura de Sinaloa en repetidas ocasiones: la primera del 20 de mayo al 20 de octubre de 1865; la
segunda del 13 de febrero de 1866 al 16 de septiembre de 1871; la tercera del 7 de mayo al 28 del mismo mes
de 1872, y la cuarta, del 13 de agosto al 15 del mismo mes de 1872.
28
que sus fuerzas no salieron a combatir a las tropas del coronel Modesto Cristerna,
la segunda fueron las diferencias entre Cañedo e Inzunza sobre quien debía de
ser el segundo al mando del movimiento después del general Donato Guerra y la
tercera fue la gravedad en la salud de Guerra, enfermo de disentería.22
Cualesquiera que fuesen las razones de la separación de los principales
jefes de la revuelta, quedaba claro que el movimiento de insurrección en Sinaloa
siguiendo al de Tuxtepec no tuvo una cohesión militar y política, los principales
jefes buscaron objetivos diferentes para cada uno de sus movimientos, esto
explicaría también la poca comunicación que existió entre cada uno de los tres
bandos durante el tiempo que duró la revuelta.
Donato Guerra y sus fuerzas se trasladaron hacia Guadalupe y Calvo, en la
zona serrana del estado de Chihuahua, las cuales fueron alcanzados en las
cercanías de Tamiapa, en Durango, donde la mayoría de sus oficiales cayeron
muertos; entre ellos estuvo el comandante Bruno Cañedo, hermano de Francisco.
Francisco Cañedo se dirigió hacia la zona norte de Sinaloa con motivo de
reorganizar sus tropas. Aun y cuando las tropas federales lograron recuperar
Culiacán, el estado se encontraba en una constante inestabilidad, la prensa
capitalina reportaba que en Sinaloa existían, además de las tropas de los tres
principales jefes, un sin número de partidas de pronunciados que se internaban en
las zonas serranas asaltando diligencias y buscando unirse a cualquiera de los
movimientos de mayor número de tropas, estas, según se reportaban, eran las
que más daño hacían al gobierno del estado, resaltando las de Gerardo Campos,
“un ranchero de Villa Unión”, población perteneciente al Distrito de Mazatlán y la
de Esteban Zepeda, mejor conocido como “El Vicúri”.23
No importando el estado de guerra que se vivía, la prensa local, en especial
la prensa porteña, levantó reclamos hacia los jefes de las fuerzas federales,
quienes con pretexto de proteger a los ayuntamientos los tomaron bajo su mando,
destituyendo a los funcionarios elegidos por la vía del voto y dando facultad para
22 El Siglo Diez y Nueve, 25 de noviembre de 1876, p. 2-3. En adelante ESDN. 23 ESDN, 30 de noviembre de 1876, p. 3.
29
administrar los municipios a personajes elegidos por los mismos jefes militares,
como sucedió en los distritos de Mazatlán, Cosalá, San Ignacio y El Rosario,
olvidándose totalmente de la independencia del poder municipal, establecido en la
Constitución del Estado. Los reclamos manifestados hacia estas acciones dejó de
manifiesto la importancia que tenía para algunos periodistas e intelectuales como
José C. Valadés y Francisco Gómez Flores, el respeto hacia las leyes
constitucionales como virtud de la ideología republicana, aún en tiempos de
guerras civiles, transmitiendo esta idea por medio de constantes artículos
publicados en periódicos locales y nacionales a la opinión pública.24
Después de meses de una azorada lucha por los distritos del norte y del sur
del estado, triunfó la revolución de Tuxtepec al mando del general Porfirio Díaz.
Los resistentes partidarios en Sinaloa de Lerdo de Tejada y de José María
Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no tuvieron otra
opción más que hacerse a un lado pues quedaron desprotegidos cuando tomaron
prisionero y asesinaron a su principal cabecilla, Jesús María Gaxiola. El
pronunciamiento como forma de hacer política en el siglo XIX fue una de las
prácticas políticas más recurrentes en Latinoamérica. Constituyó una forma de
reacción a un poder opresor o la manifestación última del poder constituyente de
la nación25. El pronunciamiento durante esta época no se limitó a la acción, sino
que fue un momento privilegiado en el cual tomaron la palabra múltiples actores
sociales, por tanto, sin que se profundice su estudio en este trabajo, es una
preciosa fuente para captar sus imaginarios, valores y prácticas políticas.
Al triunfo de la revolución tuxtepecana en Sinaloa, el gobernador interino y
jefe de las fuerzas militares al triunfo de la Revolución, Jesús Ramírez Terrón,
llamó a efectuar elecciones para Gobernador el 15 de abril de 1877. Se buscó
imponer un orden civil y constitucional para todos los niveles de gobierno, la idea
24 El Correo del Comercio, 23 de noviembre de 1876, p. 3, José C. Valadés, “Acusación”. 25 François-Xavier Guerra “El pronunciamiento en México: Prácticas e imaginarios”. En François-Xavier
Guerra, Figuras de la modernidad. Hispanoamérica, siglos XIX – XX, Comps. Annick Lempérière y Georges
Lomné, Colombia, Taurus, 2012, pp. 82-115.
30
fue la de formar un aparato gubernamental estable que tratara de normalizar la
marcha de la sociedad dejando atrás una época de constantes conflictos armados,
hambrunas, plagas, etc., así como la de estructurar un nuevo poder y reactivar las
actividades económicas26. Al estar incapacitado constitucionalmente, el general
Terrón se vio imposibilitado para participar en las elecciones, dando paso a
Francisco Cañedo quien contendió con Andrés L. Tapia, siendo el triunfo para el
primero. Cañedo tomó posesión como encargado del ejecutivo el 4 de julio del
mismo año. Se iniciaba así una etapa de la vida local de profundas
transformaciones que durante casi tres décadas se estarían llevando a cabo.27
Al inicio de su gestión, Cañedo logró amasar cierta popularidad entre los
sinaloenses, el oriundo de Nayarit era considerado un héroe de guerra. Esta
imagen fue constante entre los ciudadanos partidarios de Díaz, quienes fueron
fieles a la interpretación del hombre providencial o al héroe liberal que personificó
al pueblo. Cañedo, por su parte, lograría con el tiempo legitimar este sentimiento
gracias al uso del poder que obtuvo por estar al frente del Estado. En los inicios de
su gubernatura, uno de los principales objetivos del nuevo mandatario fue tratar de
acuñar redes políticas y lazos de amistad tanto con la élite regional como con los
principales mandatarios políticos del centro del país. Lograrlo sería un gran
aliciente a la hora de construir los vínculos necesarios buscando la centralización
el poder, de esta forma Cañedo mantendría un gobierno estable que buscase una
base de poder político duradero, ejemplo de ello fueron los viajes constantes a la
ciudad de México para reunirse con secretarios, diputados, senadores y
empresarios que volteasen a ver a Sinaloa en busca de nuevas oportunidades
políticas y económicas28. Sin embargo, lograrlo tardaría más de cuatro años al
26 Félix Brito Rodríguez, La política…Op. Cit., p. 26. 27 Sobre este y otros procesos electorales véase capítulo IV, apartado 4.2.- “Elecciones y prácticas electorales,
1880-1909”. 28 La Patria, 5 de noviembre de 1878, p. 2. “Se realizó un banquete de despedida al general Cañedo en la
Ciudad de México, al cual asistieron: Sr. Alfredo Chavero, diputado. Gral. Loaeza, senadores Grals. Naranjo,
Martínez Sánchez Ochoa, y Herán, Sr. Benigno Ariaga, senador Irineo Paz, diputado. Pomposo Verdugo, Lic.
Curiel, gobernador del Distrito, Martínez de Castro, senador Jesús Zenil, diputado Saturnino Ayón, diputado.
Sr. Andrade, Lic. Luis Torres, diputado. Felipe Arellano, Sr. Gilbert, diputado. Gabriel Peláez, diputados.
Zagaceta, Juan Llano, Felipe Ruvalcaba, Dámaso Sánchez y otros más”. En adelante LP.
31
frente del poder estatal puesto que su primer mandato resultó bastante complicado
para su administración.
Diversas fueron las razones para que el nuevo gobierno cañedista
encontrara múltiples problemas en el desarrollo de su función, el primero y el más
importante de ellos fue la pobre hacienda pública que se encontró al iniciar su
mandato, lo cual lo obligó a elevar los impuestos derivados de las mercancías
nacionales y extranjeras que llegaban a Sinaloa por las aduanas de Mazatlán y
Altata, decisión que causó la molestia de un buen número de comerciantes y
empresarios. Por lo contrario, muchos de ellos supieron aprovechar la mala
situación de las finanzas públicas pues se convirtieron en una de las principales
fuentes de financiamiento de los gobiernos estatales y municipales, lo cual les
permitió establecerse como grupos de presión política para lograr obtener, entre
otras cosas, grandes concesiones gubernamentales como las recaudaciones por
venta del tabaco así como el manejo de las aduanas; esta última facilitó la
introducción de cuantiosos contrabandos en complicidad con las mismas
autoridades, situación que prevaleció especialmente en los primeros años del
gobierno de Cañedo29.
La inseguridad que se vivía en Mazatlán llevó a que la Asociación de
Artesanos Unidos emitiera un comunicado al gobernador presionándolo para que,
a nombre de las clases trabajadoras del puerto, se sirviera a desplegar toda su
actividad y energía en la persecución y castigo de los ladrones que, según el
escrito, pululaban en las plazas, caminos públicos y algunos barrios del puerto30.
Valiéndose de estos sucesos, la prensa nacional de oposición al gobierno de
Cañedo lo obligaba, al igual que la Artesanos Unidos, a ser consecuente con sus
principios republicanos y sufrir los prejuicios que según ellos, sufrían sus
correligionarios31.
29 Rigoberto Arturo Román Alarcón, Mazatlán en el siglo XIX, México, UAS, 2009, p. 58. 30 El Monitor del Pacífico, 27 de julio de 1877, p. 2. En adelante EMP. 31 La Gacetilla, 29 de noviembre de 1877, p. 2. “Malos Aires”.
32
El asesinato de José Cayetano Valadés, periodista y fundador del diario
opositor La Tarántula32 provocó que Francisco Cañedo tuviera que abandonar la
gubernatura por un periodo de tiempo, entre 1878 y 1879. Valadés pertenecía a
una de las familias más reconocidas en el estado y había logrado amasar gran
popularidad en el puerto gracias a sus publicaciones, en las cuales, con un estilo
satírico, criticaba las acciones gubernamentales de Cañedo. Anteriormente el
periodista había sido condenado a un año de prisión por la administración a cargo
de Eustaquio Buelna, precisamente por publicaciones en el diario La Tarántula en
donde se criticaba al gobierno buelnista y en los cuales, según las acusaciones, se
incitaba a la violencia en contra de las autoridades, pero la Suprema Corte de
Justicia de la Nación le promovió un amparo y el periodista salió libre de todos los
delitos33.
Cañedo fue señalado por una parte de la sociedad porteña como el autor
intelectual del asesinato de Valadés precisamente porque el periodista siguió la
crítica sin cortapisas de la administración Cañedista. En noviembre de 1878, por
ejemplo, Valadés acusó a Cañedo de haber tomado tres mil pesos designados
para la construcción de varios kilómetros de líneas telegráficas, también de haber
gastado en las elecciones para gobernador de 1877 todas las rentas que le
quedaban al estado con ayuda del general Jesús Ramírez Terrón, de pagar cinco
mil pesos del erario para cubrir una deuda que tenía con Florencio de la Vega, de
haber hecho su fortuna con fondos de beneficencia designados para el estado,
además, de haber extraído a una joven de Cacaloatán, en el Distrito de El Rosario,
de nombre Lupiana34.
Días antes del asesinato de José Valadés, en enero de 1879, el periodista
había aumentado el número de artículos publicados en los que vertía críticas al
gobierno de Sinaloa y a su principal mandatario. Acusó de que en Sinaloa estaba
roto el pacto federal de 1824 y ratificado en 1857, en el cual se estableció que los
32 Anteriormente José C. Valadés había editado los periódicos Juan Sin Miedo y El Correo del Pacífico. 33 Archivo Histórico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Expediente J-1873-05-28-CSJ-TP-TcJA-
Sin-11270. “Expediente de José C. Valadés en contra del gobierno del estado de Sinaloa quien le impuso un
año de prisión por faltas a la ley de imprenta, Junio 13 de 1873”. 34 La Tarántula, 27 de noviembre de 1878, p. 2. José C. Valadés “¡Caracoles!”. En adelante LT.
33
estados debían de arreglar su existencia a las prevenciones y dichos de la
Constitución, de otra manera, faltaban al pacto que habían celebrado las diversas
porciones políticas para construir una federación:
Ese lazo de unión lo ha roto Sinaloa desde que el gobierno de Francisco Cañedo
se ha declarado ante la opinión pública impotente para gobernar. Aquí no hay
justicia, ni hacienda, ni administración, ni nada que se le parezca a un gobierno.
Acaban de imponer contribuciones exorbitantes, que ha llevarse efecto, matarán el
comercio y todas las industrias; todas las casas se cerrarán y millares de
trabajadores quedarán sin empleo; y no son estas contribuciones para cubrir
déficits legalmente ocasionados sino para cubrir el desfalco de una oficina
ocasionado por el disimulo de un gobernador35.
La situación se agraviaba para el recién instaurado gobierno de Francisco
Cañedo, las quejas de los principales comerciantes ante el aumento de los
impuestos, la prensa opositora y las revueltas que amenazaban la seguridad del
estado eran situaciones que ponían en riesgo evidente a su administración. Una
semana antes del asesinato de Valadés, el periodista hizo saber en La Tarántula
que por fuentes fidedignas se había informado de que Cañedo estaba cansado de
los artículos de la publicación y de que este “era mal enemigo”, poniéndolo en
conocimiento de la demás prensa y de las autoridades por si acaso algo ilegal le
sucediese36. No tardaron muchos días para que la supuesta amenaza de Cañedo
se hiciese realidad pues el 27 de enero por la noche, saliendo de una visita en
casa del Dr. Miguel Maxemín, el periodista de oposición José Cayetano Valadés
fue asesinado de múltiples puñaladas mientras caminaba de mano de dos
mujeres.
Casi de manera inmediata al momento de la noticia cientos de pobladores
del puerto comenzaron a movilizarse y a amotinarse en la casa en la cual se
hospedaba el gobernador Cañedo, quien se encontraba residiendo en Mazatlán.
La administración cañedista vivía sus momentos más frágiles al momento, otros
diarios porteños como El Monitor del Pacífico, El Alacrán y El Tornillo
suspendieron momentáneamente sus actividades reclamando la falta de garantías
35 LT, 9 de enero de 1879, p. 1. José C. Valadés, “En Sinaloa está roto el pacto federal”. 36 LT, 23 de enero de 1879, p. 1. José C. Valadés, “Garantías”.
34
para el ejercicio de la prensa37. Los amotinamientos se recrudecieron cada día
más, los comerciantes del puerto aprovecharon la coyuntura para unirse a las
manifestaciones públicas y protestar por el alza a los impuestos. La gravedad de
la situación política obligó al general Francisco Loaeza, jefe de las fuerzas
federales en el estado a declarar a Sinaloa en estado de sitio, el comunicado
publicado en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa manifestó que:
En vista de la manifestación oficial del Ayuntamiento de Mazatlán y la pública de la
generalidad de sus habitantes, así como la particular de muchos de ellos que
temen por su seguridad y la de sus bienes si continua el estado de excitación que
hoy reina y que ha puesto al ejecutivo del estado en la imposibilidad de dar
garantías de seguridad a esos habitantes, y siendo la opinión unánime que solo la
intervención directa del que suscribe puede hacer cesar tan deplorable situación.
Interinamente y mientras la superioridad dispone lo convincente se decreta: art. 1.-
Se declara estado de sitio al Estado de Sinaloa asumiendo el mando político el jefe
de las armas, art. 2.- Dese cuenta al gobierno federal38.
El estado de sitio terminó el 6 de febrero del mismo año, fecha en que tomó
posesión del ejecutivo el presidente del Tribunal de Justicia, Manuel Monzón.
Algunos pobladores acusaron directamente como autor del crimen material a
Ignacio Solano, quien se desempeñaba como capitán de caballería y ayudante
personal de Cañedo. A inicios de marzo Solano y su supuesto cómplice, Pablo
Cárdenas, fueron sometidos a juicio por el delito de homicidio calificado en el
juzgado de primera instancia de Mazatlán siendo encontrados culpables por el
juez Cipriano Piña y condenados a veinte años de prisión39.
En abril, dos meses después de los sucesos, Cañedo fue reestablecido en
el cargo de gobernador del estado todavía con la mancha de los sucesos a
cuestas. A pesar de los múltiples comunicados enviados por el gobernante para
defenderse de las acusaciones de la prensa local y nacional así como de sus
“gratuitos enemigos”40, la figura de Cañedo como líder político seguía
37 EMP, 28 de enero de 1879, p. 1. Jesús Río y Madrid, “Alcance al número 85”. 38 Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, 29 de enero de 1879, p. 1. En adelante POES. 39 EMP, 5 de marzo de 1879, p. 2. 40 ESDN, 7 de febrero de 1879, p. 3. Francisco Cañedo, “A los Sinaloenses: Sacrificando mis sentimientos
personales en aras del bien público, deseo permanecer por ahora separado del poder ejecutivo, no solo para
evitar conflictos que en los sucesivo pudieran provocar mis gratuitos enemigos, sino principalmente, porque
me anima la firme resolución de sujetar mis actos al juicio de esa legislatura, y no quiero que se suponga que
35
deteriorándose, incluso La Libertad, el diario más influyente entre los políticos
porfiristas, publicó que Cañedo trataba de reivindicarse luego de las múltiples
acusaciones de incompetencia política de las que era objeto, recomendó el diario
al gobernante que lo mejor para él era retirarse a su casa puesto que no era muy
popular entre sus gobernados, especialmente después de intentar imponer el siete
por ciento de recargo a los efectos extranjeros que arribaran a los puertos de
Sinaloa, procurando así que se alejaran las inversiones y se fueron a puertos
inmediatos41.
La inestabilidad política se incrementó también con la imposibilidad del
nuevo gobierno para hacer frente a los movimientos insurreccionistas que
imperaban en algunas zonas el estado. Fue el puerto y sus zonas circunvecinas
los más afectados por el alzamiento armado que encabezó el general Jesús
Ramírez Terrón, suceso que provocó fuertes reclamos por parte de los
empresarios y comerciantes de Mazatlán, del gobierno federal y de la población en
general hacia Cañedo. Ramírez Terrón logró ingresar al puerto junto con algunos
de sus compañeros los días finales del mes de junio de 1880. Dentro de la
guarnición del puerto, compuesta por alrededor de 250 soldados, existían algunos
fieles al general Terrón, quienes fueron trabajando en convencer a las demás
tropas en que se le entregaran las armas y de unirse al movimiento para derrocar
el gobierno de Cañedo. Una tropa de soldados federales que se unieron al
llamado de Terrón logró abrir el lugar en donde se guardaban las armas en la
madrugada del sábado 26 de junio, el zaguán era resguardado solamente por
unos ochenta hombres de la quinta infantería mientras que los hombres de Terrón
llegaban a casi doscientos, la toma de las armas obligó a general Bibiano
Hernández a huir del puerto por mar con los pocos hombres que le quedaban a su
mando para reunir y reorganizar a las tropas federales. Naturalmente, como lo
detalló el corresponsal para El Libre Sufragio en Mazatlán, la primera acción de
Ramírez Terrón después de tomar el puerto fue reunir, en el Hotel Iturbide, a los
tomo el poder para de alguna manera influir en el ánimo de los que van a ser mis jueces; pues todo lo
contrario, mi deseo se encamina a dejar en la más absoluta libertad, tanto a mis acusadores, como al
Congreso, a fin de que el veredicto que éste pronuncie sea la verdadera expresión de la justicia”. 41 La Libertad, 8 de mayo de 1879, p. 3. Redacción, “Francisco Cañedo”. En adelante LB.
36
principales comerciantes del puerto e imponerles un préstamo de cien mil pesos42.
Durante los ocho días en los que Mazatlán duró bajo el mando de las fuerzas de
Terrón se recibieron múltiples denuncias de allanamientos de casas y comercios.
Los diferentes ataques del general Ramírez Terrón sacaron a la luz lo
endeble que aún se encontraba la seguridad de Sinaloa, en especial en Mazatlán,
así como la poca fidelidad de los jefes de las fuerzas federales hacia Francisco
Cañedo. La población vivía en constante intranquilidad y los comerciantes
porteños dudaban de que el ejecutivo estatal pudiese lograr vencer en algún
momento a las fuerzas insurreccionales. Ante el desasosiego de la población,
Francisco Cañedo se vio obligado a trasladar su residencia temporalmente a
Mazatlán así como de mandar a imprimir y repartir comunicados asegurando que
el gobierno tenía los suficientes elementos para poder vencer en pocos días a las
fuerzas de Terrón.
El riesgo de que en cualquier momento Cañedo pudiera ser derrocado
obligó al gobierno federal a involucrarse en los asuntos del estado. Porfirio Díaz
dio la orden al general Manuel González, secretario de guerra y marina, quien se
encontraba en Guadalajara, de emprender una campaña en contra de las fuerzas
de Ramírez Terrón. En intercambio epistolar, Díaz le hizo saber a Manuel
González su interés prioritario de anunciar la paz consolidada en Sinaloa en
menos de un mes, puesto que las elecciones para diputados federales y
senadores se encontraban bastante cercanas; de igual forma le comunicó la
necesidad de enviar a alguien más a Sinaloa para atacar la revuelta de Ramírez
Terrón, puesto que el general Guillermo Carbó, jefe de las fuerzas federales en
Sinaloa, se encontraba dominado por el alcohol43. El general Bernardo Reyes fue
el elegido por Manuel González para hacer frente a las fuerzas de Terrón, quien
fue derrotado y muerto por los federales en septiembre de 1880.
42 El Libre Sufragio, 28 de julio de 1880, p. 2. “Correspondencia de Sinaloa”. 43 Archivo Histórico de la Universidad Iberoamericana, Colección Porfirio Díaz, Mazatlán, 31 de julio de
1880. En adelante AHUIA-CPD.
37
Los primeros cuatro años de la era de Cañedo terminaron de forma trágica
en el plano político y su lugar fue ocupado por el ingeniero Mariano Martínez de
Castro. Sin embargo, a pesar de las problemáticas, Francisco Cañedo logró saltar
todos y cada uno de los obstáculos que se le interpusieron durante su primera
administración. Durante los años del gobierno de Martínez de Castro, Cañedo se
desempeñó como senador por el estado de Sonora, posición que le permitió
estrechar aún más sus lazos de amistad y compadrazgo con Porfirio Díaz, muy
necesarios después del paso trágico de su administración, así como con políticos
de alto rango y empresarios importantes entre los que destacaron Diego Redo, el
gobernador de Sonora Ramón Corral, el recién nombrado diputado federal José
Yves Limantour, entre otros lazos políticos que lo ayudarían a volver al gobierno
de Sinaloa cuatro años después, aunque a su retorno, el desempeño de la política
desde el ejecutivo sinaloense no tuvo un camino fácil, como lo pudieron haber
creído.
1.2.- Reorganización urbana y social de Mazatlán a finales del siglo XIX
¿El desarrollo de nuevas formas de sociabilidad influye en la transformación física
del espacio en una región o estas, se van desarrollando conforme al espacio
mismo va transformándose? Es una pregunta que pudiera plantear una o varias
hipótesis que parecieran ser lejanas al tema de la investigación. Esto debido a la
amplia discusión que a lo largo de los años se ha llevado a cabo respecto a si
verdaderamente la transformación del espacio urbano de una ciudad o región
provocan, en efecto, que formas de sociabilidad de carácter formal e informal se
desarrollen ampliamente.
El tema de la discusión, al parecer, ha quedado de lado en las últimas
décadas por el hecho de llevar con él una respuesta implícita de carácter positivo
y denominar que las formas modernas de sociabilidad no sólo tienen que ver con
la noción de prácticas asociativas voluntarias, es decir, fuera de la costumbre o de
la ley, o de la idea de la democracia moderna con la creación de partidos políticos
38
y la práctica del voto y por último, la del desarrollo de la opinión pública, la
influyente palabra de la prensa o de libro llevada a cabo por miembros de las
“repúblicas de las letras”, sino que, el crecimiento urbano, el desarrollo económico
–sin tener que ser exponencial-, la creación de industrias y comercios, el avance
tecnológico, el aumento, la rapidez y la internacionalización de las vías de
comunicación, entre otras cosas, tienen una importante injerencia en que las
sociabilidades, formales e informales, logren desarrollarse, ampliarse e incluso,
innovarse.
La virtud social de las sociabilidades es esencial, sin embargo, esta debe
desarrollarse y realizarse en un tiempo y en un espacio. El sentido que debe de
mostrarnos entonces el espacio tendrá que incluir un sentido social, es decir,
cómo y de qué forma influyó la expansión y reorganización urbana junto con el
“crecimiento” económico del Mazatlán porfiriano en el desarrollo de formas
modernas de sociabilidad, siguiendo, para este punto, el sentido primero de la
sociabilidad aplicada a la especie humana, pero reteniendo el vínculo con la idea
de progreso44.
El Mazatlán de finales del siglo XIX contaba con todos los servicios que una
ciudad latinoamericana decimonónica moderna pudiera contar, esto, a pesar de
que el puerto comercial más importante del pacifico mexicano se estableciera
solamente en un territorio de 300 hectáreas. Trazado de manera regular en un
territorio serpenteante, la ciudad estaba divida en seis cuarteles, los cuales
llevaban su nombre de acuerdo al establecimiento de alguna edificación
importante dentro de su circunferencia o al carácter del territorio como el Barrio del
Templo Antiguo, Barrio del Cuartel Rosales, Barrio del Antiguo Panteón, Barrio de
la Plaza Hidalgo al Muelle, Barrio del Templo Nuevo, Municipalidad y Teatro Rubio
y el Barrio del Astillero45, con una numeración todos ellos del uno al seis de
acuerdo a la descripción, lo cual nos habla de una conciencia de potencialidad
económica importante desde mediados del siglo XIX, lo que por ende, llevaría a la
44 Maurice Agulhon, El círculo…Op. Cit., p. 32. 45 Martiniano Carvajal, La Peste en Sinaloa, Mazatlán, Imprenta de Valadés, 1903.
39
ciudad a una expansión y posible reorganización urbana, para lo cual, la
identificación de un espacio urbano fue una acción necesaria por parte del
ayuntamiento, el gobierno estatal y los comerciantes locales.
El aumento poblacional de la ciudad, la cual pasó de tener 10 055
habitantes en 1877 a 17 852 en 1895 y finalmente a 21 219 en 191046, a la par del
desarrollo industrial y comercial fue obligando a que el ayuntamiento y el gobierno
del estado realizaran mejoras urbanas en el puerto. Estas no solo eran exigidas
bajo la proyección de la necesidad de realizarlas con un fin económico, como era
la posibilidad de un mayor tráfico de mercancías y personas vía marítima con los
mercados nacionales e internacionales y vía terrestre con el mercado minero
interno como Durango y Nayarit, sino que también se volvieron necesarias para la
seguridad de los habitantes y el mejoramiento de la vida social del puerto. El
desarrollo económico de la región llevó a multiplicar los intercambios culturales
entre la ciudad puerto y el mundo atlántico; intercambios que, con la intensificación
de las migraciones transatlánticas, favorecieron la transformación de los hábitos
de la sociabilidad porteña.
Un claro ejemplo de estas obras fue la construcción de un dique a la orilla
de la playa en la zona conocida como Olas Altas. El crecimiento urbano provocó
que un buen número de fincas instaladas en las cercanías de la zona de playa se
vieran afectadas en las temporadas de lluvias y con los fenómenos naturales
como ciclones y huracanes. La construcción no sólo aumentó la seguridad de los
habitantes de la zona limítrofe con la playa, sino que al mismo tiempo se
constituyó un paseo por la orilla del mar para la sociedad porteña. Al breve tiempo,
el paseo denominado Olas Altas se convirtió en el sitio de preferencia de los
habitantes de Mazatlán, en especial de la élite del puerto47. La posibilidad de
poder disfrutar de una tarde de brisa a la orilla de la playa sin peligro alguno
convocó a que los habitantes hicieran del paseo un lugar de tradición para el
recorrido vespertino, las serenatas nocturnas y pasar el día los domingos, el día
46 Rigoberto Román Alarcón, Mazatlán en el Siglo XIX, Culiacán, UAS, 2009, p. 35. 47 Sobre el desarrollo urbano en Mazatlán durante la segunda mitad del siglo XIX véase: María de Jesús
López, Terrenos, fincas y propietarios en Mazatlán. 1877 – 1911, UAS, Culiacán, 2007.
40
de descanso para la mayoría de los trabajadores industriales, de las casas
comerciales y domésticos.
La ciudad se enfrentó durante su crecimiento a una serie de problemas de
planeación urbanística, si bien Mazatlán tuvo un buen trazado para su expansión
urbana, por el contrario, el aplanamiento de calles y caminos para una mejor
circulación del agua de las lluvias y la construcción de servicios de drenaje
tuvieron una menor eficacia. “Mazatlán cuenta con un clima excelente de
noviembre a mayo, por el contrario, en los meses de lluvia, de junio a octubre, los
caminos y calles se vuelven intransitables además de aumentar las
temperaturas”48. Está información publicó en 1897 en un directorio para la
industria en Mazatlán, en donde, además, se agregaba que el comercio en la
ciudad se veía paralizado durante estos meses. Pero, ¿qué consecuencias de
insalubridad pudo tener una ciudad del siglo XIX como Mazatlán que carece de
drenaje y sufre de encharcamientos?, en 1881 el ayuntamiento ordenó la
nivelación de algunas de las calles más importantes del puerto como la del muelle
y la de la aduana marítima49, pero la mayor preocupación gubernamental, sin dejar
de lado la presión que los comerciantes ejercían sobre este, se reflejó en el
arreglo de los caminos de acceso hacia el puerto como el camino a Villa Unión
lugar de paso para el transporte de los minerales que se exportaban desde el
puerto hacía Estados Unidos y Europa. La falta de un sistema de drenaje y el
encharcamiento de las calles durante las temporadas de lluvias combinó la basura
diaria junto con los desechos fecales, humanos y animales, provocando que en la
ciudad se desarrollaran enfermedades como el paludismo, disentería, tifoidea,
tuberculosis, lepra, tétano, neumonía, diarreas y cóleras, mismas que provocaban
una mortandad, sobre todo infantil, muy elevada50.
48 David A. Urrea, Directorio industrial, profesional y fabril con su guía domiciliaria de Mazatlán, Imprenta
y Casa Editorial Retes, Mazatlán, 1897, p. 3. 49 María de Jesús López, Terrenos…Op. Cit., p. 61. 50 Rafael Valdez Aguilar, “La salud en Sinaloa durante el porfiriato”, En Gilberto López Alanís, El
porfiriato…Op. Cit., p. 184.
41
El puerto fue azotado en 1883 por una epidemia de fiebre amarilla en la
cual perdieron la vida alrededor de doscientas cincuenta personas51. La fiebre
entró por un pasajero de un buque. Trece años atrás, Buenos Aires había sufrido
una epidemia de fiebre amarilla en donde murieron alrededor de 4 mil personas y
la constante llegada de viajeros sudamericanos al puerto pudo ser una de las vías
de entrada de la fiebre, la cual no sólo afectó a la ciudad sino a las rancherías más
cercanas como El Recodo, El Chilillo, El Quelite, Villa Unión, El Habal, entre otros,
los cuales también acumularon cientos de muertos. Las autoridades trataron de
resolver el caso de forma inmediata trayendo doctores de otras ciudades como
Durango, Guadalajara y Culiacán para que ayudaran en el caso. La sociedad se
movilizó para ayudar a los enfermos en los hospitales mientras que algunas
asociaciones de beneficencia y clubs se organizaron para realizar colectas y
eventos públicos como corridas de toros para recolectar fondos y donarlos. La
referencia de la fiebre amarilla que había cobrado cientos de muertos en el puerto
provocó que la instalación en el puerto de servicios básicos como el drenaje y el
agua potable se empezara a ver como una necesidad.
El primero de los servicios que se instaló fue el agua potable, en 1890, la
cual era transportada desde el río Presidio y depositada en tinacos ubicados en
los altos de la ciudad para después distribuirse por toda esta a través de un
sistema de entubado. El sistema de drenaje, por el contrario, no se instaló hasta
1897, año en el cual los regidores Martiniano Carvajal y José María Dávila,
ambos médicos, propusieron la construcción de un sistema de desagüe para toda
la ciudad con el fin de que la ciudad mejorara sus condiciones higiénicas y el cual,
se hacía necesario, puesto que Mazatlán se encontraba en un periodo de “franco
adelantamiento” en virtud del progreso de la época52.
Los años finales de la década de 1890 fueron de suma importancia en el
desarrollo urbano y con esto, el social del puerto de Mazatlán. Durante estos años
se instaló el servicio de tranvías por el inversionista americano Arthur De Cima.
Con un costo de cinco centavos por todo o parte del trayecto; el servicio de tranvía 51 Entre ellas la cantante mexicana de opera Ángela Peralta. 52 Archivo Histórico Municipal de Mazatlán, Actas de Cabildo, 12 de abril de 1897. En adelante AHMM.
42
recorría las principales calles de la ciudad como lo eran la principal, del muelle,
oro, recreo, de la aduana a la plaza del astillero y carnaval. La compañía tenía por
obligación no contratar a ningún extranjero53 por lo que la empresa resultó una
fuente de empleo para los ciudadanos mexicanos arraigados en el puerto. La
instalación del tranvía modificó al poco tiempo la forma de tránsito en el puerto,
puesto junto con la bicicleta, pronto logró adaptarse como un medio funcional y
casi necesario entre los habitantes del puerto, todo esto debido a que el
ayuntamiento se vio obligado a prohibir la entrada de vehículos de cuatro ruedas y
bestias de carga, exceptuando aquellos que traían carbón o víveres para surtir los
negocios del mercado54 debido al aumento del tránsito poblacional en las zona
urbana.
Por otra parte, La vida social del puerto se desarrolló casi de manera
exclusiva durante el día, las lámparas de gas instaladas en algunas calles y
edificios municipales no brindaron por mucho tiempo la seguridad que los
habitantes requerían para poder salir por las noches a las calles y estas, con sus
días de excepción, se vaciaban totalmente al caer la tarde. La obscuridad del
puerto supuso un problema social, puesto que conforme avanzaba el crecimiento
urbano y poblacional, los habitantes demandaban la construcción de más espacios
públicos de interacción y recreación como parques y plazas públicas que pudieran
ser utilizados no solamente de día sino también de noche. En 1897 el empresario
Jesús Escovar logró obtener una concesión para instalar el alumbrado de luz
eléctrica en los edificios públicos, plazas y calles55, la luz eléctrica causó furor
entre los habitantes del puerto y la empresa pronto se vio en posibilidades de
instalar luz eléctrica en las casas habitación por un precio moderado aunque solo
las clases altas y medias podían pagarlo.
Para finales del siglo XIX Mazatlán ya contaba con diferentes espacios
públicos de recreación en donde una buena parte de la sociedad porteña, según el
lugar al que se refiera, tuvo acceso a estos. Teatros como el Variedades, Del
53 AHMM-Actas de Cabildo, 21 de diciembre de 1896. 54 AHMM-Actas de Cabildo, 27 de abril de 1897. 55 AHMM-Actas de Cabildo, 8 de febrero de 1897.
43
Recreo y el Teatro Rubio, se construyeron a lo largo de la segunda mitad del siglo
XIX permitiendo la llegada y presentación de compañías teatrales de México y
Latinoamérica principalmente. Para los amantes de las tertulias funcionaron
durante la época cantinas, cafés, billares y salones, las personas de clase social
media - alta preferían aquellos que contaron con servicio de restaurant y de una
buena variedad de vinos y cervezas como la Colmena, la Puerta del Sol y el café
La Fama56. Ya entrado el siglo XX se instalaron famosos y elegantes salones
como el Casino Republicano, en 1904 y el Salón Roher, en 190957. Para la
sociedad en general, aunque por estar ubicado en barrios de clases bajas, fueron
estas sus clientes más asiduos se encontraron cantinas como la Fortuna, la
Veracruzana y el Barril Azul, así como los billares Neptuno y el Progreso; el
Diccionario Mercantil, señaló la existencia de veintidós establecimientos con el giro
de cantinas o billares para 189758. Los grandes establecimientos, espacios por
excelencia de convivencia moderna, se convirtieron en pocos años en los
símbolos de una nueva forma de vivir en la ciudad, a la vez que contenían los
síntomas de las crisis vinculadas a las transformaciones de las relaciones sociales
y de la vida privada59.
La construcción de plazas públicas no fue la excepción, durante la época se
edificaron en el puerto plazuelas como la Plaza Machado, Plaza Hidalgo, Plaza
República y Plaza Zaragoza, en las cuales se llevaban a cabo las serenatas,
principalmente los domingos por las tardes y a las cuales concurrió la mayoría de
la sociedad porteña de todas las edades. En las plazas públicas se celebraban
también, año con año, los festejos patrios de independencia y uno que otro baile
organizado por la Junta Patriótica o alguna sociedad de beneficencia para
recaudar fondos. El paseo de Olas Altas fue un lugar de asidua visita para los
habitantes del puerto, los concurrentes asistían a él con mayor frecuencia los
domingos por las mañanas, pero sobre todo en dos fechas especiales, durante las
celebraciones del carnaval, en la primera mitad del mes de febrero y durante la
56 David A. Urrea, Directorio… Op. Cit. p. 14. 57 Oses Cole Inzunza, Las viejas calles de Mazatlán, Edición del autor, Mazatlán, 1994, p. 97. 58 David A. Urrea, Directorio… Op. Cit. p. 6. 59 Jaques Dugast, La vida cultural en Europa entre los siglos XIX y XX, Barcelona, Paidós, 2003, p. 92.
44
primera quincena de mayo, días en los que se llevaba a cabo las fiestas cívicas de
mayo, en las cuales, de día y de noche eran instaladas carpas en las que se
realizaban juegos de azar y serenatas, y en donde también se podía encontrar
puestos de comida60.
Esta diversificación de espacios públicos de interacción social hizo
necesario que en estos también se instalaran sistemas de alumbrado público que
brindara seguridad a los habitantes para poder circular en la ciudad por las
noches. Así, para Mazatlán llegaba una nueva etapa que hizo posible el desarrollo
de un conjunto de relaciones sociales que dejaban de lado la privacidad de la casa
y la exclusividad de día, aunque si bien es cierto que esta nunca se perdería del
todo, la luz eléctrica brindó la posibilidad no sólo de realizar un mayor número de
eventos públicos y privados como bailes, serenatas, fiestas públicas, etc., sino
también alargar su tiempo de duración. Otra extensión del tiempo fue posible en el
horario de los comercios e industrias del puerto y con esto, el horario de los
trabajadores, los cuales pasaron de cerrar entre cinco y seis de la tarde a ocho y
nueve en algunos casos.
La escasez presupuestal del Ayuntamiento era habitual y por ende, este
buscó cualquier método para poder hacerse de mayores ingresos. Eficazmente la
comuna llegó al acuerdo de comenzar a cobrar más alto los impuestos a los
comercios y casas-habitación que se establecieran alrededor de plazas, mercados
y jardines, pero las decisiones de construcción de obras y del cobro de impuestos
por realizarlas no fueron siempre motivo de consenso general.
Las discusiones sobre las obras que el ayuntamiento tuviese planes de
realizar o de comisionar se dieron de manera constante y fue muy rara aquella que
encontró un voto general positivo por parte de los regidores, algunos casos
precisos fueron, por ejemplo, la discusión que se llevó a cabo sobre la propuesta
que el prefecto de Mazatlán Bernardo Vázquez y el presidente del ayuntamiento
Francisco Mortero hicieron en enero de 1897 acerca de la construcción de un
parque a las afueras de la ciudad aprovechando una extensión de terreno sobre el
60 Véase capitulo II, apartado 2.1.- El uso del espacio público en Mazatlán.
45
cual supuestamente no existían fincas establecidas y sólo había en el “zahúrdas
que comprometen de manera alarmante la salud pública”. El parque prometió ser
un espacio para la recreación de los habitantes del puerto, con una fuente de tipo
europeo y árboles de todo el continente. El proyecto estableció que en caso de no
fuese posible arreglar con todos o algunos de los propietarios de los terrenos que
debe ocupar el parque se procedería a su expropiación por causa de utilidad
pública61
La propuesta que pareció ser viable, fue rechazada por los regidores José
María Dávila y Martiniano Carvajal, tiempo después, los regidores Victoriano
Siordia, Pablo Hidalgo y Ricardo Careaga rechazaron por su parte, la propuesta
de la realización de la obra de drenaje tal y como los primeros la habían
propuesto, argumentando que la Compañía Abastecedora de Agua, la cual era la
encargada de llevar el agua potable del Río Presidio hasta el puerto, tenía la
capacidad para la construcción de dicha obra. Dávila y Carvajal, ambos médicos,
insistieron en la obra del drenaje debido a que el estado de sanidad del puerto
alejaba a nacionales y extranjeros, además de aumentar la posibilidad de que la
fiebre amarilla volviera a la ciudad, por su parte, los regidores Siordia, Hidalgo y
Careaga propusieron que en realidad lo que al puerto aquejaba era la falta de
aumento del comercio por la inexistencia de cómodas vías de comunicación, las
cuales eran, según estos, las principal enfermedad que aquejaba al puerto62.
La falta de quórum para cualquiera de las dos obras hizo que su realización
quedara solo en propuesta. En septiembre de ese mismo año el prefecto Bernardo
Vázquez y el presidente Francisco Mortero declaraban en sesión de cabildo que la
propuesta del parque tuvo que ser dejada de lado por haber encontrado desde un
principio una oposición que no fue franca y abierta, sino “solapada y escurridiza63”.
Ante tales declaraciones es preciso preguntarnos si estas discusiones
cruzaron un plano más allá que las cuatro paredes del salón de cabildos en el
61 AHMM-Actas de Cabildo, 7 de enero de 1897. 62 AHMM-Actas de Cabildo, 7 de junio de 1897. 63 AHMM-Actas de Cabildo, 13 de septiembre de 1897.
46
recién inaugurado Palacio Municipal para trasladarse a otros espacios, como a
una tertulia en algún salón o a una reunión de una asociación o club. Estos
cuestionamientos significan la posibilidad de tomar otra vía más prometedora que
es la del análisis de los lugares y las formas en que se efectúa la socialización de
los hombres, óptica que permite poner de manifiesto la interrelación constante que
existe entre las ideas, el imaginario y los valores de un grupo humano –de un actor
social- con su estructura y funcionamiento internos64.
¿Pudo Martiniano Carvajal, por ejemplo, dejar de lado las discusiones que
se llevaron a cabo dentro de las sesiones del cabildo para asistir a la rutinaria
sesión del Club Aurora, en el trayecto los olvidaba para discutir la obra de Balzac,
de Víctor Hugo, de Rubén Darío o los nuevos poemas de Amado Nervo y de José
Ferrel? ¿O cuando el Prefecto Bernardo Vázquez y el Presidente Francisco
Mortero acudían al Casino Mazatlán no se quejaban ante los miembros del Casino
de los bloqueos en los proyectos de Ávila o de Carvajal y otros miembros del
cabildo?
Se puede suponer que difícilmente, en un lugar de confianza y de
compañerismo como lo es el espacio de un club o de una asociación, los temas
políticos de relevancia no sean tratados con los similares, ya sea para conocer
una opinión, una idea o un interés y, difícilmente estos se guardan un consejo a
una posible solución del problema. Existe pues una alta posibilidad de que se
brinden consejos, ideas u opiniones tanto de un lado como del otro para que
ciertas acciones se lleven a cabo o que ciertos proyectos de cabildo se propongan,
se descarten o se aprueben. La historia de la sociabilidad es, de algún modo, la
historia conjunta de la vida cotidiana, íntimamente ligada a la de la psicología
colectiva65.
Lamentablemente esta afirmación quedará a medias, puesto que no se ha
encontrado alguna evidencia epistolar entre los diferentes miembros del cabildo y
64 François-Xavier Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas,
México, FCE, 2010, p. 88. 65 Maurice Agulhon, El Circulo…Op. Cit., p. 38.
47
sus similares de algún club o asociación que afirmen esta hipótesis, aunque la
idea no nace de la nada, si bien la privacidad de una reunión de las asociaciones o
clubes a los que pudieron pertenecer algunos miembros del cabildo, o de alguna
cena privada en casa con unas cuantas amistades no nos permite realizar
fehacientemente esta afirmación. Por otra parte, la prensa nos revela lo contrario,
es en ella en donde las opiniones contrarias o a favor de alguna decisión del
cabildo, ya sea de cuestión política-económica, urbanística o cultural se hacen
presentes en artículos de opinión por parte de los miembros del cabildo y de
distintas asociaciones o clubes de carácter científico, literario, obrero o de
recreación.
En el periódico porteño El Correo de la Tarde, por ejemplo, miembros
constantes del cabildo de 1877 a 1911 publicaron artículos en sus páginas. La
investigación misma nos obliga a poner énfasis en las opiniones de personajes
miembros del cabildo que colaboraron en El Correo de la Tarde y que finalmente
participarían de alguna forma u otra dentro de la organización de la oposición
político electoral en las elecciones de 1909 y 1910. Dos de ellos, sólo por
mencionar algunos, fueron el Doctor Martiniano Carvajal, columnista del diario y el
Licenciado Carlos Fernández Galán, director de este por más de diez años y,
miembro, junto con Carvajal, del Club Aurora. Durante el tiempo en que ambos
colaboraron de manera activa en la publicación de El Correo de la Tarde, fueron
también, en múltiples ocasiones, miembros del Cabildo, y la plataforma que
significaba las páginas del periódico fueron aprovechadas para dar a conocer
opiniones sobre distintas cuestiones en relación a las obras públicas. En 14 de
marzo de 1895, mientras fungía como regidor presidente del ayuntamiento, Carlos
F. Galán escribió un artículo referente a las obras de importancia realizadas por el
ayuntamiento o el gobierno estatal hasta el momento en Mazatlán, en este
recalcaba que el Paseo Olas Altas había sido hasta la fecha la única obra de
importancia durante mucho tiempo en el puerto, a la cual se le invirtió mucho
48
dinero y quedó mal realizada66. Por su parte, Martiniano Carvajal, quien ese
mismo año formó parte del grupo de regidores escribió acerca del mismo tema:
No basta pagar las contribuciones, ni decir luego que se las apropian los que
manejan los fondos, sino que es preciso trabajar con método para obtener las
mejoras que los ayuntamientos no pueden proporcionar. Mazatlán no tiene un
paseo, un lugar de esparcimiento para los días de fiesta; sus alrededores son
áridos, tristes e indignos de una población tan civilizada como lo es esta; sus calles
son un ejemplo de lo que no deben de ser las calles; sus aceras o banquetas
difieren en nivel, anchura, material y construcción, y el drenaje, como se llama
ahora al sistema de conductos subterráneos por donde se desembaraza la ciudad
de sus aguas usadas y otras materias, sólo existe en algunos proyectos y no
pocas conversaciones.67
El Cabildo fue entonces un espacio en donde se conjuntaron un grupo de
personas de la clase media alta mazatleca con diferentes intereses e ideologías, el
cual a pesar de ser un espacio de sociabilidad política, no se desarrolló en el
interior de éste una idea común de lo que debe de ser el desarrollo, en todos los
sentidos, de una región, sino que es durante los trabajos del Cabildo en donde se
ven reflejadas las diferentes ideas e intereses de un grupo u otro, a los que
pertenecen los miembros del cabildo al exterior del mismo. Una explicación al
fenómeno es que a pesar de formar parte de una institución política como lo es el
Ayuntamiento, no alcanza a desarrollarse en sus miembros, un sentido de
identidad y pertenencia, esto se debe a que el tiempo en el desempeño del cargo
es de solo un año, tiempo relativamente corto y que la elección de estos son por la
vía del voto popular, contrario a lo que sucede con los prefectos de distrito y los
directores políticos, los cuales son elegidos o removidos directamente por el
gobernador lo cual les dio la oportunidad de desempeñar el cargo por un largo
periodo o la probabilidad de la reelección.68.
66 El Correo de la Tarde, 14 de marzo de 1895. En adelante ECT. 67 ECT, 24 de abril de 1895. 68 Héctor R. Olea, Sinaloa a través de sus constituciones, UNAM, México, 1985, pp. 260-332. Artículos 48 y
50 de la Constitución Política del Estado de Sinaloa de 1894. Esta Constitución sería la regente en el estado
hasta la de 1917, hubo en ella mínimos cambios en 1896 y en 1906 pero solo en relación al papel político del
ejecutivo, así como en 1902 con la aparición del Código Civil de Procedimientos, ambos artículos no tuvieron
modificación hasta la Ley del Municipio Libre marcada en la Constitución Política del Estado de 1922.
49
Otro de los puntos clave en el tema del crecimiento poblacional y
urbanístico de la ciudad aparte del de la construcción de obras públicas fue el de
la construcción de viviendas y el modo en el que este fue modificando la vida
social y cultural de los habitantes de Mazatlán. En 1897 el Cabildo de Mazatlán
tomó una decisión acerca de los costos y los mantenimientos que los habitantes
debieron de tener en sus propiedades, así como una regulación de los terrenos
baldíos.
La Ley de Terrenos Baldíos obligaba a las personas que tuviesen un
terreno baldío a no tenerlo en descuidadas condiciones por amenaza de multa o
de expropiación, todo esto, decía, con el fin del mejoramiento de la ciudad y el
aumento de la riqueza pública. Por otra parte, la ley especificaba los costos del
pago predial para cada una de las zonas de la ciudad, siendo los más altos
aquellas propiedades o fincas que se ubicaran dentro del espacio en donde
existiera alumbrado público, las cuales pagaban de cinco a diez centavos al mes
por cada metro de frente, un centavo a aquellas fuera del espacio del alumbrado y
la excepción de impuestos a las ubicada a las afueras del casco urbano69.
El alto precio que significó vivir dentro de los primeros cuadros de la ciudad
obligó a que las familias de escasos recursos fueran trasladándose a las orillas de
la misma, en las faldas de los cerros que se ubicaban en el este y al norte del
casco urbano, o en la parte conocida como el estero del infiernillo, contribuyendo a
la demarcación de las diferentes clases sociales, no sólo en un sentido económico
o cultural sino territorialmente.
Fue ya en la segunda mitad del gobierno de Francisco Cañedo cuando la
situación de los deslindes de terrenos baldíos comenzó a ir en aumento. Los
terrenos más comercializados entre 1895 y 1911 fueron aquellos con un precio
menor a 5 mil pesos, por decirlo así, terrenos propios de una clase media-baja70. A
primera vista estos números nos indican que durante dicho periodo, fueron las
clases bajas y las clases medias quienes pudieron adquirir por medios de créditos
69 AHMM–Actas de Cabildo, 3 de mayo de 1897.
70 María de Jesús López, Terrenos…, Op. Cit., p. 74.
50
personales de quienes se dedicaban al negocio de la compra y venta de
propiedades, pero no hay que dejar de lado que fue, al mismo tiempo, durante
dicho periodo gubernamental, en que los deslindes de terrenos fueron en
aumento. En Mazatlán, por ejemplo, si observamos la venta de propiedades para
este periodo nos daremos cuenta que sólo unas cuantas decenas de personas
fueron las que adquirieron o compraron alguna propiedad71.
En los últimos años del porfiriato el valor de la propiedad urbana en la
ciudad se había incrementado sustancialmente en relación con los años anteriores
y, ante la demanda existente, los inversionistas vieron un buen negocio en la
construcción de pequeñas viviendas para su renta. Dichas viviendas fueron
llamadas “cuarterías”, eran casas pequeñas que sólo contaban con un cuarto,
cocina y sala al interior, así como una ventana y puerta pequeña al exterior de la
misma. Las casas eran inseguras e insalubres por su mala ventilación y en su
mayoría eran habitadas por familias o personas de clases bajas como obreros,
artesanos o empleados domésticos, que tenían la posibilidad de pagar una renta
pero no de adquirir un terreno para la construcción de una vivienda.
En relación a esto, Martiniano Carvajal declaró en su publicación acerca de
la peste bubónica que azotó al puerto de Mazatlán en 1903 que uno de los
principales problemas urbanos del puerto fue, precisamente, la construcción
arbitraria de viviendas que se dio en Mazatlán tanto en la vertientes de los cerros,
como en terrenos bajos o pantanosos, las cuales provocaron y aumentaron
encharcamientos constantes y enfermedades, sobre todo de la población que vivió
en estas72. Fue en estas zonas de la ciudad en donde también se comenzaron a
instalar otras actividades relegadas del primer plano de la ciudad como los
prostíbulos, las casas de apuesta, algunas cantinas y billares73.
Ante estas situaciones, la prensa sirvió de nuevo como medio de opinión
pública. En 1899, Esteban Flores, encargado de la crónica dominical de El Correo
71 Ibídem, pp. 109-177. 72 Martiniano Carvajal, La Peste…Op. Cit., pp. 4-5. 73 Oses Cole Inzunza, Las viejas…Op. Cit., p. 169.
51
de la Tarde demandaba a los ediles el poner más atención ante la situación de la
construcción de casas en las faldas de los cerros, exigió la necesidad de un plan
que sirviera de base para una expansión lenta pero verificada, de manera que los
barrios que se fueran formando conforme a la expansión de la ciudad fueran
teniendo más regularidad y simetría, no tirados “a la buena de Dios74” como los
que ya existían para entonces.
En los márgenes de la ciudad se comenzaban a establecer las personas de
escasos recursos, estableciendo con ello una identificación social, en la cual
muchos aspectos particulares saltaban a la vista como la vestimenta y las
cotidianidades de la vida. En uno de sus artículos, Amado Nervo hizo mención de
cómo, día con día, está separación de clases se hacía cada vez más evidente, al
titularlo, ¡No es de mi clase!, el cronista identificaba a la sociedad en tres tipos de
clase, los de la High Life o alta, luego los de clase media, quienes quieren mucho
y tienen poco y, por último, los del “populo bárbaro, cuyas esperanzas están
muertas como el latín75”, aunque inmediatamente especificaba que la diferencia
entre una y otra dependen de un mínimo de requisitos, como ganar diez pesos
más, tener una amistad rica y un traje decente. La crónica de Nervo nos refleja
como se desarrolló la convivencia diaria entre las distintas clases sociales del
Mazatlán porfiriano.
74 ECT, 1 de octubre de 1899. 75 Gustavo Jiménez Aguirre, Lunes de Mazatlán (crónicas: 1892-1894) Amado Nervo. Obras 1, México,
UNAM, 2006, p. 98.
52
Mapa de la ciudad de Mazatlán, 1871
Fuente: Archivo Manuel Gómez Rubio.
Mapa de la ciudad de Mazatlán, 1903
Fuente: Archivo Histórico Municipal de Mazatlán.
53
Otro de los motivos por el cual el puerto de Mazatlán incremento
súbitamente su casco urbano durante la segunda mitad del siglo XIX fue debido al
establecimiento de industrias medianas a grandes así como múltiples
establecimientos comerciales. La capitalización del comercio y la minería
proporcionó las bases financieras del temprano “desarrollo” fabril y de los servicios
marítimos que enlazaron a Mazatlán con Europa, San Francisco, California y Asia.
San Francisco fue la puerta de entrada a gran cantidad de bienes de consumo y
capital para la ciudad y para la región Noroccidental del país. Los beneficios
naturales con los que contó el territorio permitieron no sólo la posibilidad de que a
este tuvieran la oportunidad de llegar embarcaciones nacionales e internacionales
sino que por su conexión directa con las zonas serranas mineras de Durango y del
mismo estado de Sinaloa. Ante la inexistencia de transportes terrestres
adecuados, durante todo el siglo XIX el comercio exterior de Mazatlán se
caracterizó por realizarse fundamentalmente por la vía marítima. Esta situación
originó que los intercambios externos fueran un monopolio de los comerciantes
foráneos, quienes tenían contactos y facilidad de crédito en el exterior76.
Siendo la región con más desarrollo fabril del estado, los industriales del
puerto vieron necesaria la creación de una asociación con la cual pudieran unir
intereses y establecer planes de desarrollo que beneficiaran por lo general a cada
uno de estos. En 1884 se creó la Cámara de Comercio de Mazatlán, de la cual
emanarían el Círculo Comercial Benito Juárez y una publicación de prensa que
ayudase a dar a conocer sus nuevos productos, ofertas, nuevas industrias,
establecimientos y opiniones en general sobre el desarrollo económico del puerto,
este fue El Correo de la Tarde, fundado en 1885.
La influencia y el poder que pronto tomaron los comerciantes porteños
aglutinados alrededor de la Cámara de Comercio de Mazatlán provocaron que el
gobierno del estado fuera un coadyuvante de los intereses de los miembros de la
Cámara. Entre las acciones que se llevaron a cabo fueron la eliminación de los
impuestos estatales a los municipios sobre el derecho de bultos nacionales en
76 Rigoberto Román Alarcón, Mazatlán…, Op. Cit. p. 50.
54
189477, así como la excepción de los mismos a las grandes industrias hasta por
veinte años. El discurso de las clases dominantes justificaba las empresas
auspiciadas por el gobierno como nacionalistas y patrióticas cuando en realidad
las actividades económicas, propiedad de la élite económica local, giraban en
torno de la suerte de las oligarquías extranjeras. Este nacionalismo tenía pocas
bases que los simbolizarán, salvo las pretensiones de progreso o bien el culto a la
virtud de la paz78.
Las facilidades otorgadas por parte del gobierno del estado permitieron que
personajes con un amplio capital económico invirtieran en Mazatlán ya no sólo en
negocios de exportación sino en industrias y comercios locales. En un lapso de
treinta años se establecieron en Mazatlán múltiples fábricas de puros y cigarros
como “El Dios del Amor” de Severo Moreno, “La Universal”, “La Reforma del 99”
de Rafael Millán, “El Vapor” de Antonio Díaz de León y “La Conquistadora” de la
Sociedad Laveaga y Bernal, fábricas de textiles como “La Bahía” propiedad de la
familia de alemanes Melchers y “La Unión”, una empresa fundidora como “La
Fundición de Sinaloa”, fábricas de zapatos como la de los hermanos Coppel,
fábricas de cerveza entre las que se encuentran la “Cervecería Lang” y la
“Cervecería del Pacifico” así como fábricas de múltiple producción como la de los
Hermanos Felton, en la cual se producían escobas, cigarros, cerillos, hielo, se
reparaban y construías carrocerías, etc.
Los dueños de estas industrias –extranjeros, en su mayoría- entre otros
más, -extranjeros igualmente- establecieron los principales almacenes comerciales
del puerto como la Mercería Nueva, la Torre de Babel, la Casa Melchers, La Voz
del Pueblo, entre otras, en las cuales se podía encontrar una infinidad de
productos, desde cosas básicas como objetos para la costura, telas, ropa,
zapatos, utensilios de cocina, ferretería como tornillos, clavos, martillos, etc., hasta
77 Martha Amarillas Mata, Cambios constitucionales en México durante el siglo XIX y la legislación estatal
en Sinaloa en el periodo 1877-1909, Culiacán, Tesis de Maestría, Facultad de Historia, UAS, Culiacán, 1996,
p. 180. 78 Jesús Ignacio Ibarra, “El porfiriato, capitalismo y oligarquías regionales”, En Gilberto López Alanís, El
porfiriato. Op. Cit., p. 50.
55
objetos más complejos como muebles para el hogar, material de construcción,
aparatos musicales y maquinaria de minería.
A pesar de que la producción industrial se especializó en los mercados
locales como Sinaloa y los estados vecinos de Durango, Nayarit y Sonora, no
provocó en su totalidad el cierre de los pequeños talleres artesanales hasta ya
entrado el siglo XX, sino más bien una migración poblacional de los poblados
circundantes que se trasladaron al puerto con el fin de obtener un empleo en una
de las múltiples empresas. Para finales del siglo XIX el 60% de los
establecimientos manufactureros establecidos en Sinaloa se encontraron en
Mazatlán, lo que provocó un inusitado aumento de la fuerza de trabajo.79
Por ejemplo, para 1864, la fábrica de hilados y tejidos “La Bahía” contaba
con un total de 95 trabajadores, a los cuales se unirían 350 más de la fábrica textil
“La Unión”. En la industria tabacalera, una de las más desarrolladas en el puerto,
llegaron a emplearse para finales del siglo XIX un aproximado de 500
trabajadores80, entre las dos industrias cerveceras del puerto laboraban alrededor
de 150 empleados, dos de las empresas más importantes en el puerto, como lo
fueron la Fundición de Sinaloa y la Compañía de Vapores del Pacifico contaron
con aproximadamente 150 y 250 operarios respectivamente81.
Las empresas no se encontraron obligadas a dar beneficio alguno al obrero,
no había sueldos mínimos, horarios fijos ni servicios médicos, tampoco existió
regulación alguna por parte del gobierno municipal o estatal. Un obrero, tanto de
fábricas, comercios u obras públicas, laboraba entre 12 y 14 horas, con sólo un
día de descanso, los domingos. Los sueldos diarios oscilaron entre los .50
centavos y 4.00 pesos para los hombres, entre .40 centavos y 1.50 pesos para las
mujeres y .30 a .50 centavos para los niños82, estos dos últimos no se emplearon
en número menor, al ser acreedores a un sueldo menor, niños y mujeres fueron
79 Benito Ramírez Meza, El movimiento obrero sinaloense: De sus años de formación a la etapa de crisis,
1875 – 1934, Culiacán, Tesis de Maestría, Facultad de Historia, UAS, 1987, p. 10. 80 Ibídem, pp. 12-25. 81 John Reginal Southworth, Sinaloa Ilustrado: El estado de Sinaloa, sus industrias comerciales, mineras y
manufactureras, Culiacán, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1980, pp. 129-136. 82 Benito Ramírez Meza, El movimiento… Op. Cit. p. 21.
56
contratados en una cantidad alta por las fabricas para trabajos de fuerza menor,
en ocasiones, algunas fábricas encontraron en los niños y las mujeres al 50% de
su fuerza laboral83. En una descripción sobre la fábrica de los hermanos Felton,
John Southworth escribió sobre el ambiente de trabajo de niños y niñas, los cuales
distribuidos en una larga mesa, pegaban las etiquetas a las cajas de los fósforos84.
En un tiempo relativamente corto la fuerza de trabajo en Mazatlán se
convirtió predominantemente en fuerza urbana, el comercio, los servicios, las
comunicaciones, las manufactureras, los talleres artesanales absorbieron el 92%
de la mano de obra local, mientras que el otro 8%85 se empleaba en haciendas y
ranchos en las afueras del puerto. Conforme al aumento del número de obreros
establecidos en el puerto, fue desarrollándose una conciencia de trabajo, de unión,
de convivencia y de ayuda mutua. La demanda de empleo requirió que los
representantes de los diferentes comercios e industrias comenzaran a establecer
filtros de acceso laboral. En 1884, la Cámara de Comercio de Mazatlán exigió
como requisito para poder ingresar como trabajador en alguna de las industrias
afiliadas saber leer y escribir, en fábricas como La Fundición de Sinaloa había que
pasar un examen de conocimientos básicos entre los que se encontraban estas
dos habilidades para poder entrar como aprendiz y así ir subiendo de puesto86. La
exigencia rindió frutos y para 1889, El Correo de la Tarde publicaba que en
Mazatlán, un total de 1600 obreros sabían leer y escribir87.
La especialización de la profesión, esto es, requerir ciertas habilidades para
ocupar uno u otro trabajo como obrero de alguna fábrica en el puerto influyó para
que se fueran creando entre los obreros del puerto una cultura de identificación, la
cual permitió la unión entre los mismos y una mayor rapidez de cohesión entre
ellos y con la sociedad. El acrecentamiento de la demanda productiva implicó
83 ECT, 15 de diciembre de 1895. “La fábrica de hilados y tejidos de algodón “La Bahía” ocupa
constantemente de 70 a 75 operarios de los cuales 40 son hombres, 15 mujeres y 20 niños. Los hombres ganan
un diario de 62 cts., a 1.50, las mujeres de 25 a 44 cts., los niños de 37 a 55 cts. Los maestros ganan hasta 2.50
diarios”.
84 John Reginal Southworth, Sinaloa… Op. Cit., p. 128. 85 Benito Ramírez Meza, El movimiento…Op. Cit., p. 23.
86 Ibídem, p. 95.
87 ECT, 3 de agosto de 1890.
57
también que los trabajadores de las grandes industrias al igual que de los
pequeños talleres artesanales fueran identificándose como actores fundamentales
en el devenir de la sociedad, lo cual los llevó, en primera, a la facilidad de
asociación, y en segunda, a la creación de espacios físicos de organización y
recreación mutua.
Así como la pequeña, pero significativa industrialización, permeó y modificó
en múltiples aspectos la vida económica, cultural y social del puerto de Mazatlán,
el comercio y la profesionalización de las actividades fue otro de los aspectos
relevantes que vino a impactar el proceso –discontinuo en muchas ocasiones- del
camino hacia la modernización de la región así como el del nacimiento del
ciudadano, del “pueblo” identificado e involucrado a una región política y su
construcción social.
1.3.- Pedagogía y difusión de la modernidad en una sociedad tradicional
El crecimiento educativo y cultural llegó a Mazatlán casi a la par del crecimiento
urbano, es decir, durante la segunda mitad del siglo XIX. Durante el gobierno de
Eustaquio Buelna se inauguraron las primeras escuelas de educación básica y
superior en el Estado, principalmente en Culiacán y Mazatlán. Para 1874 el Estado
contaba con alrededor de quince escuelas de educación básica de las cuales tres
se ubicaban dentro de la ciudad de Mazatlán, estas eran mantenidas por el
gobierno estatal y por donativos de asociaciones como la Compañía
Lancasteriana y la Sociedad Continental88. Anteriormente, en 1861, durante el
gobierno de Placido Vega, José Rentería fundó en el puerto el Colegio Mercantil
de Mazatlán89, pero fue con la fundación del Liceo Rosales en 1873 cuando la
educación especializada en Sinaloa comenzó a desarrollarse. Por cuestiones
políticas, el Liceo tuvo que ser trasladado a Culiacán en diciembre de ese mismo
año, perdiéndose así el único plantel de educación secundaria con el que contó
88 David A. Urrea, Directorio… Op. Cit., p. 13. 89 Ricardo Mimiaga Padilla, El Colegio Rosales: Antecendentes y orígenes de una institución Educativa
liberal, Culiacán, Tesis de Maestría, Facultad de Historia, UAS, Culiacán, 1998, p. 103.
58
Mazatlán hasta 1880, cuando el Profesor Jesús Loreto estableció el Liceo de
Varones, contando en su primera generación con próximos prominentes
intelectuales y políticos del puerto como Manuel Bonilla y Martiniano Carvajal90.
Avanzado el gobierno de Porfirio Díaz, su secretario de justicia e instrucción
pública, Joaquín Baranda, comenzó a desarrollar el plan expansivo de
construcción de escuelas primarias y el plan educacional que estas deberían de
llevar a cabo. Si bien en la Ley 114 de la Constitución Política del Estado de 1881
marcó dentro de sus 89 artículos que la instrucción primaria, preparatoria y
profesional quedaba a cargo del estado91, Sinaloa, como la mayoría de los
estados del país, hizo caso de la recomendación del secretario de instrucción
Joaquín Baranda al retomar el plan educacional avalado por el presidente Porfirio
Díaz.
Para 1897 existieron en Mazatlán cinco escuelas municipales; dos
exclusivamente para niños, dos para niñas y una para párvulos, cinco escuelas
particulares como lo fueron la Academia Guadalupana para niñas, el Colegio
Independencia para niñas, el Instituto Sinaloense para niños, el Liceo Hidalgo para
niños y el Liceo de Niños92 así como dos escuelas nocturnas para adultos que
funcionaban dentro de las principales asociaciones obreras como lo fueron la
Sociedad Mutualista “Ignacio Zaragoza” y la Asociación de Artesanos Unidos,
todas ellas, desarrollándose bajo el plan educacional de Joaquín Baranda. Esto
es solamente en lo correspondiente al puerto de Mazatlán, en el distrito completo,
el cual abarcaba 17 mil habitantes para 1900, se establecieron treinta escuelas de
educación primaria que daban instrucción a un total de 1,329 niños93.
Sólo tres años después, en 1900, la cifra de escuelas y estudiantes
incrementó de una forma considerable. De contar con cinco escuelas municipales
aumentó el número a diez, las escuelas particulares aumentaron su cantidad de
90 Arturo Santamaría Gómez, “Escuelas, maestros y estudiantes en el Mazatlán porfiriano”, En Arturo Carrillo
Rojas y Guillermo Ibarra Escobar (Coords.), Historia de Mazatlán, Culiacán, UAS, 2004, p. 240. 91 Martha Amarillas Mata, Cambios… Op. Cit., p. 213. 92 David A. Urrea, Directorio… Op. Cit., p. 15. 93 John Reginal Southworth, Sinaloa… Op. Cit., p. 121.
59
cinco a ocho escuelas, esto, sin contar la escuela a cargo de la compañía
Lancasteriana, así como un incremento de 1,329 estudiantes en 1887 a 2,347 en
1900, de los cuales 1,132 eran hombres y 1,21594 mujeres, es decir, 1,018
alumnos más que en 1887 tan solo en la ciudad de Mazatlán.
Aún con el aumento de planteles educativos, la sociedad siguió teniendo
hondas raíces tradicionales, sobre todo en las rancherías y poblados que se
ubicaban más alejados del puerto y de la palpación de la modernidad. La gente
seguía desconfiando de enviar a sus hijos a la escuela por el temor de que se
convirtieran en “catrines” o “pillos”95. El inspector Santiago Calderón manifestó en
1871 que en la sindicaturas del Distrito de Mazatlán la inasistencia de niños a las
escuelas era de un 80%96, provocada en su mayoría por la pobreza extrema de
sus habitantes, enfermedades o porque los niños tenían que trasladarse a trabajar
junto con los padres, lo cual hacía imposible que la educación primaria en las
sindicaturas se cumpliera decorosamente. Caso contrario a la ciudad de Mazatlán,
en donde a pesar de que un importante número de niños trabajaban junto con sus
padres en alguna de las industrias establecidas, el promedio de asistencia y
culminación de estudios fue bastante elevado en comparación a los otros distritos
del estado así como el nivel de alfabetización, que fue del 46.37%97 de la
población en edad escolar, siendo uno de los más elevados del país.
A pesar de no contar con universidades, la demanda social provocó que
poco a poco se fueran estableciendo en el puerto ciudadanos especializados en
las profesiones más demandantes para el desarrollo cotidiano de cualquier ciudad
moderna de principios del siglo XX. Para 1900, Mazatlán contaba ya con un
número importante de abogados, agentes de negocios, doctores, farmacéuticos,
ingenieros, etc., llegados de otras partes del México, Europa y Estados Unidos,
94 ECT, 10 de enero de 1900. Cifras tomadas de un artículo publicado en el diario llamado “Mazatlán
Intelectual” en el cual se destacó el aumento de escuelas y estudiantes en Mazatlán, siendo pioneros en este
rubro en todo el estado. 95 Luis Antonio Martínez Peña, “La instrucción pública en Mazatlán en la segunda mitad del siglo XIX”, En
Guillermo Ibarra y Ana Luz Rúelas (Comps.), Contribuciones a la historia del Noroccidente mexicano.
Memoria del VIII Congreso Nacional de Historia Regional, Culiacán, UAS, 1994, p. 261. 96 Ibídem, p. 260. 97 Arturo Santamaría Gómez, Escuelas… Op. Cit., En Arturo Carrillo Rojas y Guillermo Ibarra Escobar,
Coords., Historia… Op. Cit. p. 204.
60
principalmente. La mayoría de ellos lograron contar con una oficina o consultorio
en donde recibían a los cientos de habitantes que llegaban solicitando sus
servicios. Otros oficios que también se establecieron formalmente en el puerto,
todos ellos en un número por encima de diez fueron las de agricultor, abastecedor,
albañil, barberos, comerciantes, cómicos (artistas), carpinteros, impresores,
joyeros, marineros, tenedores de libros, zapateros, sastres, panaderos y
profesores98.
Un parte en la tarea de la distribución de la cultura en Mazatlán le tocó a los
periódicos establecidos en el puerto y a las agencias de publicaciones que
editaban, imprimían, publicaban y distribuían libros, revistas, catálogos y folletos
llegados de todas partes del mundo. En el siglo XIX, en la etapa finisecular, ocurrió
la modernización del periodismo, dicha renovación se debió tanto al fenómeno
político y económico como a los avances tecnológicos: el desarrollo de las vías
férreas, la red telegráfica, las máquinas de escribir y la introducción de
innovadoras rotativas99. Durante el porfiriato, la prensa tuvo su edad dorada en
Sinaloa, lográndose editar 128 periódicos que se distribuyeron en la principales
ciudades con 62 en Mazatlán, 37 en Culiacán, 13 en El Rosario y 16 en el resto
del Estado, algunos de corta duración y otros que sobrepasaron el proceso
revolucionario.
Cuatro fueron las casas editoriales más importantes, en ellas se
imprimieron la mayoría de los periódicos del puerto y otros de diferentes partes del
estado. La primera de estas fue la casa editorial Pablo Retes y Compañía. El
empresario y tipógrafo Pablo Retes la fundó en 1861 haciéndose cargo de ella
hasta el orden natural hizo que éste se la heredara a su hijo Miguel, en 1884.
Después de un largo proceso de consolidación, la agencia fue vendida en 1905 a
uno de los socios de Miguel Retes, Andrés Avendaño, quien la compró
conjuntamente con su socio Francisco Valadés, dos nuevos empresarios dentro
98 Gobierno del Estado de Sinaloa, Anuario estadístico del Estado de Sinaloa, Imprenta, Litografía y
Encuadernación de Irineo Paz, Culiacán, 1901, pp. 30-36. 99 Javier Velázquez, Los autores del régimen. El mundo literario en el cañedismo, Culiacán, Instituto
Municipal de Cultural Culiacán, 2012, p. 31.
61
del rubro de la tipografía y la prensa. Otra de ellas fue la Tipografía La Voz de
Mazatlán, la cual estuvo a cargo de Esteban Villalobos, dicha imprenta fue
fundada en 1887, pero en 1900 cambiaría su nombre a Imprenta de Esteban
Villalobos, funcionando hasta 1913. Durante la última decena del siglo XIX se
fundaron dos nuevas imprentas, en 1891, el empresario David A. Urrea, director
de la Compañía Lancasteriana y de la escuela primaria de la misma fundó la
Tipografía Nacional y en 1892, Antonio H. Rodríguez fundó la Tipografía
Comercial, misma que funcionó hasta 1896100.
En los primeros años del siglo XX se lograron establecer más negocios
desde el giro de la imprenta aunque la mayoría de ellos no logró obtener el éxito
deseado y eran cerrados pronto, ejemplo de ello fueron las imprentas de Porfirio
Parra y la Compañía Editorial Sinaloense de Esteban Villalobos, inauguradas en
1909 y 1910 sucesivamente, ambas fueron clausuradas en 1911 a la llegada del
movimiento revolucionario a Mazatlán.
En el puerto de Mazatlán se editaron publicaciones de prensa de todo tipo,
tanto política como científica, cultural y económica, entre los más significativos que
se publicaron durante la época se encontraron los diarios que abarcaron la
mayoría de estos rubros como El Pacífico (1861-1890), El Correo de la Tarde
(1885-1980), La Prensa. Diario de la Mañana (1887) La Voz de Mazatlán (1900),
El Occidente (1904), El Demócrata (1904), El Correo del Comercio (1909-1910),
entre otros. Se editaron también periódicos de temáticas educativas como El
Instituto Sinaloense (1896), El Colegio Independencia (1887) y El Mazatlán
Escolar (1909). Entre las publicaciones científicas y literarias se encontraron El
Pensamiento (1887) y El Eco Popular, además de el gran precursor literario como
lo fue El Correo de la Tarde, de carácter obrero se editó El Mutualista (1892) y de
orientación lúdica se publicaron periódicos como el Sancho Panza (1900-1903), La
Sardina (1889), La Lidia (1901) y El Toreo (1901)101 (Anexos – Cuadro 1).
100 Héctor R. Olea, La imprenta y el periodismo en Sinaloa, 1826-1950, Culiacán, UAS, 1995, pp. 73-74. 101Véase Gobierno del Estado de Sinaloa, Anuario… Op. Cit., p. 108, David A. Urrea, Directorio… Op. Cit.,
p. 18, Jorge Briones Franco, La prensa en Sinaloa durante el Cañedismo 1877 – 1911, UAS, Culiacán, 1999,
pp. 77-78 y Héctor R. Olea, La imprenta… Op. Cit., p. 53.
62
Mucha de la información de las publicaciones editadas durante la época se
desconoce debido a su desaparición o a su conservación en archivos privados. En
algunos de ellos se ignoran las características editoriales que tuvieron, aunque en
su mayoría siguieron una línea política-oficial, sirviendo como portavoces de las
actividades del Estado y sus integrantes, en especial, previo a los procesos
electorales, antes de que la constitución estatal y federal se reformaran y
permitieron la reelección sucesiva.
Otro de los datos ausentes en muchos de los casos es el tiempo de su
duración. Siendo la prensa el medio de información preponderante, un gran
número de publicaciones se fundaron con fines específicos, como la postulación
de algún candidato al gobierno del estado. Existieron también los diarios de
oposición política al gobernante en turno – ya fuese Francisco Cañedo o Mariano
Martínez de Castro- a los cuales sus redactores tenían que suprimir y reeditar –en
ocasiones con otro nombre- debido a ser constantemente perseguidos por el
Estado, ejemplo de ello fuero n El Alacrán, El Tornillo, La Espada de Damocles, El
Toro y El Liberal.
Así mismo, durante la segunda mitad del siglo XIX, la adquisición del libro
comenzó a facilitarse. Los nuevos procedimientos de reproducción de textos y de
ilustraciones gráficas permitieron a los impresores poner en el mercado del libro
nuevas formas de publicación que tuvieron una excelente acogida por parte de un
público cada vez más extenso. Dos grandes librerías existieron durante la época
dentro del puerto, una de ellas fue la casa editorial de Miguel Retes, la cual contó
con un extenso número de publicaciones nacionales e internacionales, tanto
importadas como editadas por la misma compañía. El viajero, John R. Southworth
se refirió a ella como una “biblioteca más que una tienda de libros, papelería y
útiles de escritorio, pues podías encontrar en ella armarios postrados en la pared
del suelo al piso llenos de libros”102. Otra de las agencias fue la de Emilia Sainz de
Durán, en la cual los lectores del puerto se podían encontrar en ella más que
ediciones, un servicio de suscripción para llevar a casa todo tipo de novedades
102 John Reginal Southworth, Sinaloa… Op. Cit., p. 150.
63
literarias y revistas. Junto con las mercaderías estadounidenses y europeas
traficadas en el puerto para consumo de la sociedad nacional y extranjera, en los
atiborrados almacenes, también llegaban a dicha agencia, libros, periódicos,
revistas y catálogos de almacenes parisinos que surtían a los países de ultramar.
Con mayor facilidad que en otras latitudes del país, en Mazatlán se podía
leer las crónicas literarias de periódicos y revistas francesas como Le Mercure de
France y La Plume, en donde colaboraron hasta fin de siglo Catulle Mendès,
Rémy de Gourmont y Ernest Lajeunesse103. De igual forma, en El Correo de la
Tarde se publicaban constantemente la lista de libros y revistas a la venta dentro
de la imprenta de Miguel Retes y su precio, entre las cuales figuraron autores
como Balzac, Lamartine, Vélez de Aragón, Rubén Darío, Ponson Du Terrail y
locales como Cecilia Sadi, entre muchos más, así como las obras Hazañas de
Rocambole, Historia de las Bellas Artes, Versos de un Ángel, etc104.
En la tarea de la distribución cultural las asociaciones mutualistas también
hicieron su parte en Mazatlán, puesto que la Sociedad Mutualista “Ignacio
Zaragoza” y la Asociación de Artesanos Unidos contaron con bibliotecas para la
consulta tanto de los miembros de ambas asociaciones así como para la consulta
pública del material105, aunque, a diferencia de las librerías de Retes y de Emilia
Sáenz, el material recabado por las bibliotecas de la Asociación “Ignacio
Zaragoza” y la Asociación de Artesanos Unidos se hizo por donación y no
mediante la compra ni el pedido de estos a otras partes del país o del extranjero,
aunque sin duda, el espacio de las bibliotecas y el material ahí provisto fue un
gran aliciente para el desarrollo cultural de la ciudad y de los mismos obreros que
las visitaban con motivos de las clases que dentro de ellas se desarrollaban.
103 Gustavo Jiménez Aguirre, Lunes… Op. Cit., p. 67. 104 ECT, 6 de enero de 1900. 105 Gobierno del Estado de Sinaloa, Anuario… Op. Cit., p. 107.
64
Anuncio de publicidad de la editorial Miguel Retes y Compañía
Fuente: Archivo Manuel Gómez Rubio
Publicidad de la Agencia de Emilia Sainz de Durán
Fuente: Archivo Manuel Gómez Rubio
65
La prontitud con lo que las noticias nacionales e internacionales llegaban al
puerto permitió que los diarios locales siguieran los sucesos casi a la par de si
realización. Algunos ejemplos de esto son la represión oficial que siguió Amado
Nervo, como cronista y columnista de El Correo de la Tarde, hacia los redactores
de El Demócrata durante 1893, noticia de la cual constantemente dio novedades y
opiniones. En julio del mismo año, Nervo se interesó por el itinerario de Rubén
Darío en América; anuncio la publicación de Apariencias, la publicación que
Federico Gamboa envío dedicada desde Buenos Aires para el vespertino, y dio
cuenta de algunas opiniones de Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufóo en sus
columnas metropolitanas así como la noticia de la publicación de la Revista Azul.
Fue el mismo Nervo quien escribió el 27 de febrero de 1894 sobre varios temas,
uno de ellos, el asesinato del líder agrarista, el sacerdote Felipe Castañeda,
muerto el 2 de febrero del mismo año por haberse rebelado en contra del gobierno
federal:
El Correo nos ha hablado durante la semana del cambio que sube, de la plata que
baja; del café que hace ricos a tantos agricultores y del despilfarro que deja pobres
a tantos seres; de la instrucción primaria, del anarquismo, de la sociabilidad y
hasta del padre Castañeda que ya no volverá a levantar el pendón rebelde en
nuestro país106.
Revistas, periódicos, folletos y libros llegaron al puerto en un recorrido de
ocho días, reflejo de la relativa “prontitud” con que se leían las novedades
editoriales en el puerto107. Así mismo, El Correo de la Tarde siguió y publicó
constantemente noticias sobre los conflictos internacionales como la guerra de
España y los Estados Unidos por los territorios del Caribe, Cuba especialmente,
así como la campaña política de 1909, la cual fue seguida por los principales
diarios del país, con un intercambio epistolar frecuente entre sus principales
protagonistas y los seguidores de otras partes del país.
El grado de alfabetización, la imprenta y la distribución literaria son
condiciones necesarias para que aparezca un “público” de lectores, elemento
106 Gustavo Jiménez Aguirre, Lunes…Op. Cit., p. 257. 107 Ibídem, pp. 67-68.
66
constitutivo del “espacio público literario” o de “la república de las letras”108, de
esta “república” nacen también los elementos rectores de la opinión, es decir,
aquellos que la distribuyen hacía un público de lectores, cada vez mayor, y por lo
tanto, se hacen acreedores a ser miembros influyentes en el devenir de una
sociedad. Este papel se viene encontrando cada vez más frecuentemente en los
hombres de letras del siglo XIX, es decir, con un grado de estudio particular sin
estar exclusivamente dedicado a una sola profesión. Esto fue normal para casi
todos los países con un nivel de desarrollo medio, tanto en América con en la
Europa Occidental en donde los nuevos medios de comunicación crearon
relaciones internacionales que fueron alentando la curiosidad intelectual y la
búsqueda de nuevos modos de encuentro, convivencia y participación.
Los nuevos tiempos políticos y económicos del momento, es decir, las
aperturas políticas al capital extranjero, la aplicación de nuevas leyes
constitucionales de carácter político como la reelección gubernamental, la creación
de nuevas leyes hacendarias y civiles, obligaron a que el gobierno de Francisco
Cañedo abriera la posibilidad a los letrados sinaloenses de introducirse en el
desarrollo de la cultura, a tener las principales plataformas de la opinión pública y
a lograr colarse en puestos fundamentales del gobierno que antes de las reformas
constitucionales de 1889 hubiera sido casi imposible.
En la búsqueda de un consenso político los espacios gubernamentales
comenzaron a abrirse poco a poco para todos aquellos letrados que buscaban una
oportunidad de sobresalir, para lo cual, emprendieron la exigencia de tener una
mayor participación en los asuntos del Estado. En este sentido, el gobierno de
Francisco Cañedo fue dando oportunidad a muchos de ellos de ir adentrándose
dentro de la política estatal o distrital y ser, a su vez, los portadores de la
“palabra”, los reformistas que alentaran esta estabilidad. Vemos, a finales del siglo
XIX, una nueva camada de intelectuales que tuvieron esa doble participación, por
ejemplo, Leopoldo Valencia fue director de El Sur de Sinaloa en El Rosario en
1890 y regidor del distrito, Daniel Pérez Arce, Carlos F. Galán, Dr. Martiniano
108 François-Xavier Guerra, Modernidad… Op. Cit., p. 104.
67
Carvajal, Adolfo O’Ryan y Esteban Flores fueron redactores de El Correo de la
Tarde y a su vez, todos ellos tuvieron participación como regidores del
ayuntamiento de Mazatlán, Francisco J. Gaxiola, quien fuera diplomático e
historiador, Ignacio M. Gastelúm, articulista de El Mefistófeles y regidor por
Culiacán, Francisco Sosa y Ávila, ingeniero y director del Colegio Rosales por un
tiempo y Herlindo Elenes Gaxiola, redactor y director de El Monitor Sinaloense de
1892 – 1911, dirigió la revista literaria Bohemia Sinaloense, en 1899 fue jefe de la
sección estadística y de instrucción pública; de 1898 a 1909 fue director y
propietario de El Mefistófeles, director general de la Pacific Mining Company en
1906 además de ser diputado local por las mismas fechas109.
Quienes fomentaron la cultura, en general, en el estado, pensaban que aún
y con la nueva generación de intelectuales sinaloenses el trabajo en referencia a
dicho aspecto estaba en su “adolescencia intelectual”110. Pugnaban como
necesarios el uso de los recursos como el libro, el periódico, la palabra y la
escuela para mejorar en este sentido, pero sobre todo, el consenso general se
concentró en la educación de las clases proletarias111. Si bien el trabajo fue poco
y lento, si se compara con el tamaño de otras ciudades, la producción literaria, el
número de revistas y los periódicos que se editaron en Mazatlán durante el
porfiriato es sin duda significativo. El número de escuelas primarias y de alumnos
concentrados en ellas, el grado de alfabetización de la población, el número de
libros editados e importados por las casas editoriales y las bibliotecas establecidas
nos indican un panorama de una sociedad en vísperas de crear, pero avanzada en
el sentido de adquisición del conocimiento, este, fue fundamental para que en la
ciudad se fuesen desarrollando nuevas formas de sociabilidad de carácter formal,
clubes o asociaciones especializadas en la adquisición, análisis y creación de un
conocimiento, cargado, a su vez, de una ideología política liberal de participación
en el bienestar de la ciudadanía.
109 Javier Velázquez, Los autores… Op. Cit., pp. 25-28. 110 Francisco Gómez Flores, Narraciones… Op. Cit., p. 105. 111 Francisco Gómez Flores, Bocetos literarios, México, Tipografía de Gonzalo A. Esteva, 1881, p. 23.
68
CAPÍTULO II
Cultura y vida cotidiana
2.1.- Usos y apropiaciones del espacio público
Comenzó poco a poco a descender el sol escondiéndose tras el horizonte de una
tarde de verano en Mazatlán. El paseo vespertino en la Plazuela Machado tenía
entonces un encanto más, la multitud de niños engalanados curiosamente por la
solicitud maternal que paseaba sin orden ni concierto, al mismo tiempo, “los viejos
parroquianos se instalaban muellemente en una silla o algún sofá para hablar de
la plata que bajaba y del timbre que subía, de las cosechas que se perdían o que
de las que se lograban112”, seguramente, fue el intenso sol del verano el que
obligó a los habitantes a salir sólo cuando el clima, acompañado de un ligero
viento con brisa del mar, lo permitía. Esas tardes de verano en las cuales
comenzaba a reinar el movimiento y la vida, durante las cuales, los paseos de la
ciudad se encontraron concurridos y las soirées113 se organizaban con facilidad.
La plazuela, o las plazuelas construidas durante los últimos años del siglo
XIX se fueron convirtiendo en el espacio perfecto para la recreación diurna de los
niños y los ancianos, matutina para las trabajadoras domésticas en su camino al
mercado y nocturna, para los jóvenes y las señoritas al salir del baile del Casino,
de la reunión del club o de la tertulia ofrecida por algún empresario o comerciante
de la región. Precisamente, la demanda que de estos espacios se comenzó a
intensificar por una buena parte de la población porteña tuvo varios propósitos,
aumentar los espacios de recreación, de paseo, decorar la ciudad, contribuir a su
higiene, pero sobre todo, mostrar y mostrarse a la sociedad.
112 El Correo de la Tarde, 11 de julio de 1893. Román, “Los niños”. Román es el pseudónimo que utilizó el
poeta Amado Nervo durante el tiempo que trabajó como cronista en El Correo de la Tarde, de 1892 a 1894.
En adelante ECT. 113 ECT, 24 de julio de 1893. Román, “Esbozos del natural. Los viejos verdes”. Las soirée fueron bailes
organizados durante las tardes, práctica establecida principalmente en Francia durante el siglo XIX.
69
El papel más sobresaliente de estas lo cubrió, precisamente, la plazuela
Machado, ubicada en el corazón de lo que fue la ciudad durante el siglo XIX. Fue
construida en 1837 por donativo del empresario de origen Filipino Juan
Nepomuceno Machado, esta plazuela fungió, desde su construcción, como testigo
de los eventos públicos más sobresalientes del Mazatlán decimonónico –y de una
buena parte del siglo XX-. Uno de esos eventos fue el que se llevase a cabo las
tardes de los jueves y los domingos, en los cuales, la banda del 17mo Batallón
ofrecía serenatas para todos los habitantes de la ciudad. Granada, Carlota, El
Regreso de la patria, En el baile, Rigoletto y otras melodías se podían escuchar
durante unas cuantas horas114, después de la sintonía musical, y de la admiración
de las “damas mazatlecas de ojos negros y distinguido porte”115, las personas
solían volver al hogar o continuar con un paseo en coche para recorrer la ciudad.
Las serenatas ofrecidas por el 17mo. Batallón tuvieron un carácter enteramente
público, por lo cual, la mezcla entre las diversas clases sociales fue evidente,
sobre todo en una ciudad que comenzaba a abrirse al desarrollo social y en donde
las fronteras entre la cultura de élite y la cultura popular comenzaban, poco a
poco, a dejar de ser tan claras.
Siendo la banda musical del ejército la primera en su tipo, de pronto fueron
surgiendo más bandas, orquestas y cuartetos que sirvieron para amenizar los
clamores de las festividades, tanto públicas como privadas116. El cuarteto de
Enrique Navarro y las orquestas de Emilio Mora y Epigmenio Rivas se dedicaron,
de igual forma, a ofrecer serenatas públicas en las plazuelas, tocando temas como
La sangre española, La canastilla de boda, El trovador, Bodas al aire y Las
mazatlecas117. Dichos eventos, a diferencia de las serenatas de la banda del
ejército, tuvieron un impuesto municipal que sirvió como recaudación para el
cabildo y un reglamento que favoreció el control social. Previo al acto público,
había que dar aviso a las autoridades del día y el lugar indicado para la serenata,
114 ECT, 11 de noviembre de 1899. 115 Carlos P. Jaramillo, Por México y California, recuerdos de un viaje, Bogotá, Librería Nueva, 1899, p. 79. 116 Para más información sobre la historia de la banda en Mazatlán véase, Helena Simonet, En Sinaloa nací.
Historia de la música de banda, Mazatlán, Asociación de Gestores del Patrimonio Histórico y Cultural de
Mazatlán, 2004. 117 ECT, 10 de noviembre de 1899.
70
dada una vez por el cabildo la autorización para ella, el evento no podía durar más
allá de las doce de la noche. Con este mismo horario se estableció el límite para
otro evento popular en donde participaban las bandas musicales conocido como
“andar de gallo”, expresión popular de la época para la costumbre de llevar
serenata a alguna joven amada o pretendiente. Así mismo, estas eran contratadas
para tocar en bodas, bautizos, cumpleaños, kermeses, en el intermedio de las
funciones de teatro o en la hora lunch de los hoteles establecidos en el puerto
como el Hotel Central118.
Carnaval en la Plazuela Machado, 1902
Fuente: Archivo Manuel Gómez Rubio
118 ECT, 17 de mayo de 1899.
71
Los eventos sociales de gran magnitud todavía eran esporádicos en el
puerto, para uno de ellos, quizá el más importante de todos, había que esperar el
mes de febrero, pues junto con él, llegaban a Mazatlán las celebraciones del
carnaval. La tradición del festejo carnavalesco llegó por medio de los inmigrantes
alemanes radicados en el puerto desde la primera mitad del siglo XIX119. Una
celebración que fue en un inicio un desborde total de las emociones, las cuales
provocaron que por un par de días no existiera autoridad ni restricciones, fue
turnándose con el paso del tiempo a la tradición francesa de la moralidad y la
cortesía, arraigada en México durante el gobierno porfirista y en Sinaloa durante
los cuatrienios de Mariano Martínez de Castro, modificándola de tal manera hasta
convertirla en un ritual más organizado y restringido.
La música, las fiestas de máscaras, los reyes y las reinas, los bailes
populares, las competencias de bicicletas y disfraces, las reuniones del Casino y
el Club de la Unión, la comida, la decoración de los edificios públicos y casas
comerciales, las oraciones públicas, las representaciones teatrales y la famosa
quema del mal humor se arraigaron con profundidad dentro de la sociedad porteña
que esperaba con ansias las celebraciones. Junto con ellas, el robo, la injuria a la
autoridad, las peleas, el consumo excesivo de alcohol y demás delitos se
acrecentaban120. Durante años tomó lugar primordial en las sesiones del cabildo,
el debate acerca de cómo restringir hasta cierta medida las celebraciones del
carnaval sin distorsionar enteramente el sentido de la fiesta. Las primeras
acciones se tomaron con la formación de un comité especial del carnaval que se
encargaría con meses de anticipación de la organización del mismo, el comité
sirvió como un puente entre los empresarios del puerto, para los cuales era
sumamente importante dado el aumento al consumo comercial, y el gobierno
municipal, al cual le interesaba que las fiestas recaudaran impuestos sin perder,
119Véase: Roberto Mendieta, El puerto de Babel: Extranjeros y hegemonía cultural en el Mazatlán
decimonónico, Culiacán, Tesis de Maestría, Facultad de Historia, Universidad Autónoma de Sinaloa, México,
2010 y Graciela Fernández, Prácticas, culturas y festividad carnavalesca en Mazatlán, 1920-1940, Culiacán,
Tesis de Maestría, Facultad de Historia, Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 2013. 120Archivo Histórico Municipal de Mazatlán-Actas de Cabildo, 13 de enero de 1898. Según cifras presentadas
por Martiniano Carvajal durante las sesiones de Cabildo, el delito aumentaba en un 5% durante las fiestas de
carnaval en relación a los otros meses de año, incluso más que en las fiestas de mayo o de “Olas Altas”,
suscitadas durante dicho mes. En adelante AHMM – Actas de Cabildo.
72
desde luego, el orden social. En 1898, el regidor Martiniano Carvajal, principal
promotor de la eliminación de ciertas tradiciones carnavalescas, logró que se
redactara un reglamento municipal en donde se constituyó el aumento de sesenta
elementos más para el cuerpo policiaco durante los festejos, así mismo, se
eliminaron los famosos juegos de la harina, el establecimiento de bandos entre los
diferentes cuarteles y el uso de las máscaras y disfraces se limitó solo a los bailes
oficiales, todo esto, bajo el lema oficial constituido para el carnaval desde finales
del siglo XIX hasta después del movimiento revolucionario: “Ilustración, Moral y
Alegría”121.
La práctica del juego público en Mazatlán fue otra de las causas por las
que, durante la época, se acrecentó el debate acerca de la moralidad pública que
en la sociedad debía de prevalecer. Las opiniones a favor y en contra de este,
tomaban constantemente lugar en las páginas de la prensa local a lo largo del
año, sin embargo, unas y otras se acrecentaban durante el mes de mayo, tiempo
en el que se organizaba otra de las festividades más esperadas por la sociedad,
las llamadas Fiestas de Mayo o Fiestas de las “Olas Altas”.
La tradición de las Fiestas de Mayo comenzó a ser la representación festiva
de la batalla del 5 de mayo y la victoria del ejército mexicano por sobre el ejército
francés en 1862, durante la segunda intervención francesa en México. La
celebración que tomaba lugar en el barrio de las Olas Altas, curiosamente no
hacía referencia oficial alguna de la victoria del ejército al mando del general
Ignacio Zaragoza y su realización con motivo del triunfo del ejército mexicano por
sobre el francés tuvo sólo un valor entendido entre la sociedad. Su característica
principal fue, que durante una semana, se instalaban a lo largo del paseo de las
Olas Altas una serie de carpas en donde los asistentes podían durante tarde y
noche, comer, beber, practicas juegos de azar y bailar.
La falta de regulación gubernamental de las fiestas provocó que los
comerciantes que instalaban las carpas de juegos no tuviesen un límite en el
horario de la práctica del mismo o del expendio de alcohol. Empresarios y
121 AHMM-Actas de Cabildo, 24 de enero y 28 de febrero de 1898.
73
comerciantes locales manifestaron constantemente sus quejas ante el Cabildo,
haciéndoles saber que muchos obreros del puerto faltaban a su jornada laboral
por decirse indispuestos para realizarla, durante las quejas, llamaron a los
organizadores de las fiestas “mercaderes de Culiacán que sólo tocan el muelle y
ya se sienten dueños del puerto”122, mientras que ellos pierden dinero debido a la
baja en la productividad que hay durante la semana, en ocasiones alargada hasta
quince días.
En El Correo de la Tarde, la tribuna de los comerciantes y empresarios del
puerto, la principal queja sobre las fiestas de mayo y sobre el juego en general fue
que, a pesar de que estaba prohibida su práctica públicamente, estos podían jugar
siempre y cuando se pagase una licencia muy alta que “pasa con el nombre de
multa”. Los empresarios solicitaron a la autoridad, que sí bien era prácticamente
imposible la prohibición del juego público, estos se regularizaran, “el público insiste
en jugar monte, ruleta y demás juegos de azar”, comentaba el articulista de El
Correo, no obstante que la moralidad de algunas personas pudiera verse afectada.
Llamó al póker “el más peligroso de los juegos”123, convertido últimamente en un
juego de sociedad que se práctica en las mejores casas y reconociendo que, si la
sociedad quería llevar a cabo este tipo de prácticas lúdicas así lo iban a hacer.
Por otra parte, quienes estuvieron a favor de las Fiestas de Mayo y de la
práctica del juego de manera pública, se referían a estas como las únicas
ocasiones en que Mazatlán podía salir de su mutismo a falta de fiestas y
espectáculos públicos a lo largo del año, con excepción del carnaval y de las
fiestas patrias. El mismo Amado Nervo fue promotor de dicha celebración a donde
concurría toda la “juventud dorada” de ambos sexos de Mazatlán a las noches de
volantín en las carpas de El Republicano y El Aristócrata, “en donde uno se
entrega al placer de contemplar a las señoritas mientras que Navarro arranca las
122 AHMM-Actas de Cabildo, 9 de mayo de 1893. 123 ECT, 8 de mayo de 1894.
74
cuerdas de su violín con las más dulces armonías y se comen ostiones frescos,
pavo relleno y bacalao a la vizcaína”124.
A pesar de que algunos de los redactores de El Correo de la Tarde y otras
publicaciones consideraban a las Fiestas de Mayo una verdadera escuela de
corrupción social, sobre todo por la práctica de los juegos de azar, no podía
negarse que el temple independentista seguía filtrándose en el esplendor de la
vida social así como en las fiestas populares y públicas. Al igual que las fiestas de
carnaval, las fiestas patrias que se llevaban a cabo para conmemorar el inicio de
la guerra de independencia fueron sumamente importantes dentro de las
celebraciones porteñas. Tiempo antes de que el carnaval se regularizara mediante
un comité organizador, las fiestas del 15 y 16 de septiembre contaban con uno,
siendo sus miembros nombrados directamente por el prefecto de distrito en turno.
Retrato de las Fiestas de Mayo
Fuente: El Correo de la Tarde, 1890.
124 ECT, 6 de mayo de 1892.
75
La plaza Hidalgo, nombrada así en honor de Miguel Hidalgo y que en un
inicio llevó por nombre plaza de la Concordia, fue el lugar en donde se llevaba a
cabo la celebración, durante el día se realizaba un concierto por parte de la
orquesta del 17mo. Batallón en el cual se tocaba como última pieza el himno
nacional mientras que era develado el retrato de Hidalgo y se le hacía reverencia.
Al terminar el acto, los socios de los diferentes clubs y asociaciones obreras del
puerto realizaban un desfile alegórico en representación de cada una de sus
organizaciones, pronunciando de vez en vez, a lo largo del trayecto, un discurso al
público125. Las noches culminaban, como en la mayoría de las festividades
públicas, en bailes populares realizados en la explanada de la aduana marítima o
bailes privados dentro de las instalaciones del Casino.
Conforme al paso del tiempo, la regulación del uso del espacio público fue
haciéndose cada vez más frecuente, de pronto, los habitantes de Mazatlán se
vieron con la obligación de reportar el uso de muchos de los espacios que antes
se podían usar con toda libertad, sobre todo, quienes los usaban como uno de los
medios para su subsistencia. Desde 1861, la ley municipal decretó la prohibición
del uso de las plazas públicas para “vagos que andan con títeres o algunos
instrumentos de música”, de igual forma “para los que llevan animales adiestrados,
chuzas, dados u otros juegos de azar para su subsistencia126”. Para finales del
siglo XIX este tipo de actividades públicas comenzaron a realizarse de manera
más frecuente, por lo cual el ayuntamiento del puerto tomó la decisión de aprobar
la presentación de espectáculos públicos en parques y plazuelas, siempre y
cuando se pagara un impuesto previo. Además de las mencionadas, otro tipo de
espectáculos que causaban impuestos fueron las funciones de zarzuela, líricas y
dramáticas, circos, acrobacias, pastorelas, gallos y bailes con fonógrafo127, que
por su cotidianidad, dejaba un buen ingreso anual en las arcas municipales.
125 ECT, 17 de septiembre de 1891. 126 Sergio López Sánchez, El teatro Ángela Peralta de Mazatlán: del desahucio a la resurrección, Mazatlán,
INBA, México, 2004, p. 53. 127 AHMM-Actas de Cabildo, 9 de octubre de 1897. Ley de egresos e ingresos para 1898, artículo 7 sobre
diversiones públicas, fracción I: funciones de pastorela de $2 a $5 pesos, funciones de prestidigitación (actos
76
En el noroeste las compañías salían de Guadalajara para pasar por Tepic,
Mazatlán, Guaymas, La Paz, hasta llegar a San Francisco California. Al puerto
llegaban pequeñas agrupaciones y artistas solitarios, los llamados cómicos
legüeros que se internaban en el estado para visitar lugares pequeños y sin
teatros, ranchos, caseríos y centros mineros, donde tomaban como espacio para
sus representaciones el mercado o la plaza pública, también abundaban los
músicos ambulantes y cilindreros. Además de diversión, aquellos artistas
populares llevaban de pueblo en pueblo, recados, chismes y noticias, con
frecuencia, debido a la pobreza de las pequeñas poblaciones, cobraban sus
funciones con huevos, gallinas o cualquier otra mercancía. Sobre la escena teatral
en Mazatlán, el viajero Henry Edwards escribió que esta se apreciaba de tener
unos cuantos artistas locales excelentes, teniendo como estilo de actuación el de
la escuela moderna de conversación. De igual forma describió el teatro Alegría, el
cual estaba decorado con “excelentes retratos de los más prominentes
dramaturgos de Europa128”, entre los cuales reconoció a Shakespeare, Molière,
Lope de Vega, Cervantes y Byron. No fue sino hasta la segunda mitad del siglo
XIX que las referencias a la vida musical y teatral de las comunidades urbanas
aparecieron más frecuentemente. Los diarios de Mazatlán anunciaban
regularmente las compañías de zarzuela que visitaban los teatros de la ciudad y
los conciertos al aire libre ejecutados por la banda militar.
Para Francisco Gómez Flores129, radicado en la ciudad de México por
largas temporadas antes de volver a Mazatlán, no parecían suficientes las
opciones de recreación que tuvieron los porteños hasta antes de 1891, cuando
describió a “los teatros, los paseos y las diversiones todas, salvo agradabilísimos
paréntesis, no dan materia suficiente, después, todo es monotonía, aislamiento,
de magia, eventos cirquenses, etc.) de $5 a $20 pesos, función de gallos de $20 a $30 y bailes públicos de $10
a $30 pesos. 128 Henry Edwards, A mingled yarn, G. P. Putnam’s Sons, Nueva York, 1883, p. 31 129 Escritor y poeta nacido en San Luis Potosí. Se trasladó a muy corta edad a Mazatlán, ciudad en donde creó
toda su obra literaria como “Bocetos Literarios” (1881), “Humorismo y crítica. Monólogos de Merlín” (1887)
y “Narraciones y caprichos: apuntamientos de un viandante. Discursos, cartas y artículos. Tomos I y II” (1888
y 1891).
77
somnolencia, bostezar en la plenitud de la pereza130”. En efecto, las actividades
culturales dentro del estado sinaloense se desarrollaron con una expresión más
amplia hasta ya bien entrado el siglo XX, sin embargo en Mazatlán, el teatro
comenzó a ser parte del interés de la sociedad y de los empresarios durante la
segunda mitad del siglo XIX, en especial sus últimos años. Su actividad, sin ser
comparable en magnitud con ciudades como Guadalajara o México, tuvo un
aumento inusitado tomando en cuenta el número poblacional de la ciudad que
tenía la posibilidad económica de accesar a los espectáculos culturales fuera de
los que se desarrollaban en espacios abiertos como parques y plazuelas.
Teatro Alegría de Mazatlán. Obra de William H. Meyers (1843)
Fuente: Archivo Manuel Gómez Rubio.
Fue en 1868 cuando Manuel Castelán y Manuel Rubio enviaron una
solicitud al Ayuntamiento para la construcción de un teatro en una finca conocida
como El Mesón, ubicada frente a la Plazuela Machado. Anteriormente en El
130 Francisco Gómez Flores, Narraciones y caprichos: apuntamientos de un viandante. Discursos, cartas y
artículos, Tomo II, Culiacán, Imprenta, Litografía y Encuadernación de Irineo Paz, México, 1891, p. 175.
78
Mesón se llevaban a cabo representaciones teatrales, pero lo que se buscaba por
parte de los empresarios era poder ampliar la edificación en virtud de poder
almacenar un mayor número de espectadores, solicitaban también, la
condonación de impuestos para la construcción de la obra, argumentando que el
teatro era una diversión digna de un pueblo culto y amante de lo bello131. Años
después se terminó de construir el teatro Rubio, albergando en sus puertas un sin
número de espectáculos teatrales, circenses y musicales de empresas que
llegaban desde el interior del país y del extranjero. El teatro Rubio sirvió como
aliciente para otros empresarios para introducirse dentro del ámbito cultural, en
poco tiempo se establecieron en Mazatlán el teatro Variedades de Jesús Escobar,
el teatro del Recreo del artista Job Carrillo, el teatro Delicias, el teatro Variedades
y el teatro Frivolí Mazatleca, propiedad de Arthur de Cima132.
Al igual que con los espectáculos al aire libre, el cabildo municipal se vio
obligado a establecer una reglamentación para los espectáculos teatrales. Las
razones fueron principalmente las mismas, tener un beneficio económico de este
tipo de espectáculos, y que el Ayuntamiento pudiera tener un control total sobre el
contenido de las representaciones, evitando así, actos en contra de la moralidad y
de crítica gubernamental, de igual forma, se buscaba la seguridad y comodidad
del asistente, verificando constantemente la solidez del edificio así como la
prohibición el consumo de tabaco dentro de las instalaciones133.
El arraigo de los inmigrantes en Mazatlán trajo al puerto un conjunto de
tradiciones y culturas diversas que pronto lograron introducirse en el gusto y uso
de la población en general. De los múltiples aportes de los inmigrantes españoles,
uno de ellos fue la práctica cotidiana de la tauromaquia. El gusto que por las
131 Sergio López Sánchez, El teatro… Op. Cit., p. 92. 132 Ibídem, pp. 47-63. 133 AHMM-Actas de Cabildo, 7 de marzo de 1899. Ley de teatros: 1.- Ningún teatro podrá abrirse al servicio
público sin previa autorización del ayuntamiento, 2.- Para que el ayuntamiento conceda el permiso del
artículo 1ro es necesario que: un ingeniero nombrado por el ayuntamiento de validez sobre la solidez del
edificio, que el delegado de salubridad apruebe las condiciones del edificio, queda prohibido fumar en el
teatro, salón o pasillos 3.-Cuando se haya comenzado la representación de una pieza en la cual se ofenda al
pudor, se ataque a la moral o se ultraje a determinada autoridad o persona, directa o indirectamente por dichos
o hechos, la autoridad que presida consignará el hecho a la autoridad respectiva para los efectos de las
disposiciones al código penal.
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corridas de toros adoptó la sociedad de Mazatlán se vio reflejado en las cuatro
plazas que funcionaron al mismo tiempo durante la época, siendo la más
importante la Plaza Bellavista, construida en 1899 por el torero Anastasio López,
apodado “El niño de la guarda134”. Durante las fiestas de carnaval, los festejos de
independencia, eventos de recaudación de fondos para obras de beneficencia, el
aniversario de alguna sociedad obrera o simplemente por diversión, las corridas
de toros fueron organizadas por todo tipo de organizaciones sociales y
gubernamentales a las acudían, al llamado de la prensa o de los carteles pegados
por las calles anunciando el evento, la sociedad de todas las clases.
Así como el hombre nace y muere, come y bebe, se lanza al amor o al
combate, trabaja o sueña, –de una manera tan esencial como lo son éstas
funciones mayores- no deja de toparse con sus semejantes, de hablarles, de
acercarse a ellos o huirles, de entablar relaciones135, y para ello, busca siempre
las condiciones y los espacios que les brinde estas posibilidades. La importancia
de estos se centra en su cotidianidad, en su uso diario que se diferencia de los
esporádicos eventos en el Casino o de las fiestas cívicas. El café, el restaurant, el
billar o la cantina son parte de un espacio público muy concreto, más incluso que
la calle o la plaza, los encuentros y las modalidades más etéreas de la
comunicación y el intercambio de opiniones se producen en ellos con mayor
frecuencia por ser un espacio compartido de relaciones interpersonales136, en
ocasiones, estas son incluso de parentesco o de pertenencia institucional.
El viajero estadounidense Henry A. Wise describió a Mazatlán en 1849
como una pequeña ciudad moderna con muchas y atractivas tiendas, cafés y
clubes sociales en donde se jugaba al monte, póker y otros juegos de azar137. La
instalación y uso de este tipo de comercios se incrementó a raíz de diversos
134 Oses Cole Inzunza, Las viejas Calles de Mazatlán, Mazatlán, Edición del autor, México, 1994. 135 Maurice Agulhon, “La sociabilité est-elle objet d’histoire?”, en Francois Étienne (Dir.), Sociabilité et
societé bourgeoise en France, en Allemagne et en Suisse, 1750-1850, París, Recherches sur les Civilisations,
1968, p. 18. 136François-Xavier Guerra y Annick Lempérière, “Introducción”, En François-Xavier Guerra y Annick
Lempérière (Comps.), Los espacios públicos en Iberoamérica: ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX,
México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 10. 137 Henry A. Wise, Los gringos: Or an inside view of Mexico and California with wanderings in Peru, Chile
and Polynesia, Nueva York, Baker and Scribner, 1849, p. 18.
80
factores, uno de ellos, fue la instalación de luz eléctrica en una buena parte de la
ciudad lo que motivó a que las relaciones interpersonales pasaran de un ámbito
privado a uno público. Se instalaron cafés y restaurants como el Café América, el
Casino Republicano, la Fama y un poco después, en 1909, el Salón Roher. El
primero de estos fue propiedad de Salomé Magallanes y era el preferido de
muchos de los intelectuales resididos en el puerto como Julio G. Arce, Adolfo
O’Ryan, Esteban Flores y Manuel Bonilla, encargados de la edición dominical de
cultura de El Correo de la Tarde. También celebraron ahí un buen número de
tertulias personajes como Amado Nervo, Martiniano Carvajal, Ángel Beltrán, José
Ferrel y Francisco Valadés138. Para los intelectuales, por ejemplo, el café –como
espacio de convivencia mutua- pudo representar un refugio contra los rigores de la
existencia cotidiana, donde se forjaron las visiones de una vida más brillante y
más libre, donde se evocaba a artistas, literatos y poetas como Rubén Darío, se
soñaba con vivir en la Ciudad de México o por qué no, en el París de Víctor Hugo
y Balzac o en el Madrid de Ricardo Gil.
Al ser lugares públicos, por definición, abiertos a todos, no implican ninguna
condición de acceso, ninguna pertenencia social particular, ninguna afiliación
manifiesta a alguna casta o círculo. La decisión de cualquier individuo de visitar
una cantina, billar, mesón o café, se debe ante todo, en principio, a una elección
completamente libre. La ausencia de coacciones previas transformó a estos
lugares rápidamente en lugares propicios para los encuentros más opuestos e
hizo de ellos un lugar idóneo de homogenización cultural. La cultura de los cafés
se puede considerar como un hecho característico de la evolución de la vida
cultural, revelador de rupturas y de transformaciones claramente visibles en otros
ámbitos de la vida social139.
Otro de los espacios de sociabilidad predominante en el Mazatlán
decimonónico fueron las cantinas. Estas, a diferencia de los cafés, eran visitadas
mayoritariamente por personas de clase media-baja como obreros, operarios,
empleados comerciales, es por ello que la importancia de la taberna como núcleo 138 Oses Cole Inzunza, Las viejas… Op. Cit., 49. 139 Jaques Dugast, La vida cultural en Europa entre los siglos XIX y XX, Barcelona, Paidós, 2003, p. 91.
81
esencial de socialización en la vida cotidiana de las capas populares explica, en
todo caso, que el suyo sea un espacio plenamente incorporado al análisis de las
prácticas sociales obreras y populares140.
A pocos lugares podría aplicárseles con mayor propiedad el calificativo de
espacio de sociabilidad como a la cantina, las características de voluntariedad, de
“naturalidad”, no interferida por otras instancias sociales —se está hablando de
sociabilidad popular— coinciden en ser algunas de las características más
notorias de la cantina. Existieron durante la época en Mazatlán cantinas muy
populares como El Barril Azul, Las Tres Rosas, La Colmena y La Puerta del Sol,141
en las cuales, a diferencia de los cafés en donde se tenía servicio de restaurante,
solo se expedía cerveza, mezcal y tequila.
Su popularidad entre la sociedad se volvió pronto un problema para las
autoridades. Sin regulaciones de ningún tipo, el consumo de alcohol en altas
proporciones se hizo cada vez más evidente siendo la mayoría de los delitos
diarios provocados por personas en estado etílico. El espacio de la cárcel y del
hospital civil comenzó a ser insuficiente, así como el número de policías para
controlar la seguridad de estos lugares, debido a esto, el ayuntamiento se vio
obligado, en gran parte gracias a la presión de la prensa local142, a redactar un
reglamento que regulase a dueños y consumidores. Gracias a la presión de
algunos articulistas de la prensa y una parte de la sociedad civil, el horario de
clausura de cantinas y expendios de licores se redujo de dos de la mañana a diez
de la noche, la edad mínima para ingresar a cantinas y expendios se fijó en 16
años, el local debía de contar de manera obligatoria con dos o más ventanas sin
persianas que permitieran una correcta ventilación y el transitar por la calle en
140 Jorge Uría, “La taberna. Un espacio multifuncional de sociabilidad popular en la restauración española”,
Hispania, Madrid, número 214, CSIC, 2003, pp. 571–604. 141 Oses Cole Inzunza, Las viejas… Op. Cit., p. 67. 142 ECT, 14 de noviembre de 1899. Redacción, “El problema de las cantinas”. “Exijamos que en la puerta de
estos establecimientos, sobre todo en los análogos, haya un dependiente que examine las respectivas fe de
bautismo de cada uno de los que se presenten, y que efectivamente haya quien impida que los notables
menores visiten garitos, cantinas. Se evitaría que padeciera la moralidad pública a fuerza de espectáculos
indecentes y de escándalos. Lo decimos en serio: puerta cerrada a cal y canto para todos estos señoritos
implumes que buscan desahogos pasionales a donde no los empujan más que sus malas inclinaciones y la letra
moribunda del bando. Nada de persianas, cárcel”.
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estado etílico se convirtió automáticamente en un delito143. La Comisión de
Higiene del Cabildo se involucró de igual forma dentro de esta regulación
controlando la calidad de las bebidas que se expedían dentro de las cantinas y
casas análogas. La preocupación de la Comisión se debió al incremento de casos
de enajenación mental en el puerto teniendo como principal motivo al consumo
excesivo de bebidas alcohólicas, según los especialistas miembros de la
Comisión, los casos fueron considerados como delirium trémens, la cual era la
fase tres del alcoholismo y se representaba con episodios de sudoración,
escalofríos, convulsiones y muerte, provocadas en su mayoría por la venta de
alcohol diluido144.
Incluso más que los lugares de expendio de alcohol, una de las actividades
más reguladas en Mazatlán fue la prostitución. La calle Duranguito145, ubicada a
las orillas de la ciudad, lugar de cuarterías y habitado por personas de los más
escasos recursos albergó la mayoría de los prostíbulos del puerto146. La
reglamentación de la prostitución, en sus dos dimensiones, higiénica y policial,
formaba claramente parte del dispositivo social construido a partir de la época. Se
trataba de una real operación de limpieza urbana paralela a la que también se
realizaba entonces para con los pobres y los vagos para construir nuevos
espacios de sociabilidad urbana. A las mujeres se la recluía en una casa de
prostitución limitando su libertad de circulación y controlando periódicamente su
potencial capacidad de contagio venéreo. Ejemplo de ello fueron las prohibiciones
impuestas por las autoridades a vagos y prostitutas de circular a ciertas horas del
día, pasar por lugares como plazas públicas, vestir deshonestamente, dirigir la
palabra a los transeúntes, saludarlos o llamarlos por su nombre, de igual forma, en
143 AHMM-Actas de Cabildo, 5 de noviembre de 1899. Reglamento del bando de policía, artículo 74.- En las
cantinas, casas de juegos de billares y otras análogas, no se admitirá a los jóvenes menores de 16 años. Dichos
establecimientos tendrán imposibilitada la vista hacia dentro con persianas o cualquier cosa que se le parezca.
Artículo 75.- también incurrirá en delito quien venda licor a quien se encuentre ebria o se acerque a este
estado vergonzoso. Artículo 77.- Los ebrios que se encuentren tirados en las plazas, calles, atrios de los
templos, puertas de las casas y cantinas serán remitidos inmediatamente a la cárcel por la policía. 144 AHMM-Actas de Cabildo, 13 de junio de 1899. 145 Actualmente llamada Luis Zúñiga. 146 Oses Cole Inzunza, Las viejas… Op. Cit., p. 169.
83
las casas de tolerancia no podían habitar criadas menores de 40 años ni podían
visitarlas personas menores de 30147.
En el decreto 112 del 5 de enero de 1888, siendo el prefecto Bernardo
Vázquez, se propuso al Ayuntamiento el reglamento para las casas de tolerancia.
Respecto a esto, desde septiembre de 1887, el prefecto había enviado al alcalde
municipal un oficio en el que exponía que las exigencias públicas habían venido
acentuando cada vez más la necesidad de dictar las medidas conducentes para
reglamentar un ramo que, según el prefecto Vázquez, en todas las ciudades lo
estaba, y que en Mazatlán por razón del clima y del movimiento de población
flotante que existía, lo venía reclamando con justicia la sanidad pública en medida
de la propagación alarmante de enfermedades vergonzosas que se lamentaban
desde hace tiempo. Decía además, “no prometo que este proyecto venga a
remediar el mal de un modo eficaz, pero si al menos servirá para que la materia se
estudie”, y pedía aprobarlo a la brevedad posible. En su artículo primero, decía el
reglamento que, “las Casas de Tolerancia son aquellas en donde habiten una o
más mujeres públicas” así como el abandono sexual de la mujer a más de una
persona mediante pago o recompensa, es reputado como prostitución. El segundo
indicaba que existiría en el ayuntamiento una lista en donde se inscribirían todas
las mujeres públicas que residieran en la ciudad, por voluntad propia o por
disposición del prefecto. Otras eran ir los viernes a la oficina de inspección pública
para ser examinadas de su estado sanitario, tomar precauciones para que los
transeúntes no se dieran cuenta de lo que sucedía al interior de las casas, pagar a
la tesorería de la prefectura una patente de $2 a $10 pesos por el permiso y a la
tesorería municipal una cuota mensual de $1 a $8 pesos el primer jueves de cada
mes148.
En la continuidad con otras medidas de sanidad pública, la restauración de
la prostitución reglamentada implicaba una clara racionalización del espacio
urbano: lugares y mujeres claramente identificados, ambos señalados para facilitar
su reconocimiento, especificados y controlados a fin de evitar desórdenes. Según 147 AHMM-Actas de Cabildo, 24 de enero de 1888. 148 AHMM-Actas de Cabildo, 5 de enero de 1888.
84
este esquema, el oficio de la prostitución se desarrollaría así en cuatro espacios
totalmente acotados y perfectamente controlados por las autoridades, formando
como una red institucional cerrada y cíclica: el burdel tolerado primero como
espacio profesional y lugar de vida de las prostitutas, el hospital (en salas
reservadas a los venéreos o en un establecimiento específico) y la cárcel de
mujeres. El principio del consumo sexual, inscrito desde luego explícitamente en la
entrada al burdel (y que fundamenta su diferencia), se acompañaba incluso a otras
prácticas de sociabilidad más o menos implícitas149. El burdel no significaba, en
efecto, solamente un lugar de encuentros sexuales venales sino también un lugar
de la sociabilidad local, como el café o el billar, por ejemplo, y en donde, mediante
la compra de alguna bebida, los hombres podían encontrarse en galante
compañía sin sentirse obligados de “consumir” sexualmente.
La observación y estudio de las diversas formas de utilización del espacio
público en el Mazatlán del siglo XIX nos lleva a entender que los sujetos puestos
en acción en los juegos de la sociabilidad, son seres colectivos que se agrupan de
acuerdo con su clase, trabajos e intereses. Si bien la tendencia asociativa es
inherente a los individuos, no todos disponen de los mismos recursos para
materializar aquellos sitios de encuentros150, es por ello que el espacio donde se
lleva a cabo la reunión resulta sustancial e indicador del nombre y de las prácticas
a ser realizadas.
Ante estos postulados, el estudio de las sociabilidades y de la vida cotidiana
siempre nos obligará a referirnos a un contexto social, económico y cultural,
puesto que ella fue la vida cotidiana, la que sustentó el proceso de la evolución de
los valores determinantes de cambios de permanencias en la historia. Es el
contraste de los eventos extraordinarios y únicos con lo cotidiano, lo colectivo, lo
aparentemente rutinario e irrelevante, lo que proporciona al historiador una imagen
más nítida de los comportamientos y sentimientos.
149 Jean-Louis Guerreña, “El burdel como espacio de sociabilidad”, Hispania, Madrid, número 214, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 2003, pp. 551–570. 150 Paula Caldo, Sandra Fernández, Por los senderos del epistolario: las huellas de la sociabilidad, Antíteses,
Brasil, UEL, Número 4, 2009, p. 1020.
85
2.2.- La ciudad cultural y sus actores
El aumento de personajes ligados al desarrollo cultural e intelectual se dio en
Mazatlán a la par del desarrollo industrial y comercial del puerto, en conjunto con
la pronta conexión –para la época- con territorio nacional y extranjero, así como
con la estabilidad política, situaciones que provocaron que literatos, periodistas,
actores, músicos, etc., encontraran espacios idóneos para subsistir como los
periódicos, los teatros, el comercio e incluso la administración pública.
Para analizar la práctica y el nivel cultural de una sociedad en un momento
determinado de su historia habría que ir más allá del campo de producción
propiamente artístico y literario, pues si bien es cierto que la materialización en
este rubro tiene su incidencia a veces en la vida social, también depende, más de
lo que se piensa de ordinario, en los modos de relación establecidos por las
condiciones económicas, el desarrollo tecnológico y los sistemas de pensamiento
que organizan la vida social151.
El siglo XIX se reconoce por la porosidad de las formas de desarrollo
personal. Casi en general, quienes se dedicaron y movilizaron dentro del ámbito
intelectual lo hicieron también desde otras trincheras como la abogacía o la
medicina, incluso la ingeniería. El desarrollo comercial propició precisamente que
lograran instalarse en el puerto de Mazatlán personajes ligados de igual forma que
a un primer oficio, al desarrollo artístico desde sus diversas formas.
Ejemplo de ello estuvieron los doctores Martiano Carvajal y Juan Jacobo
Valadés. Carvajal estudió la carrera de medicina en la ciudad de Guadalajara y al
llegar a Mazatlán instaló un consultorio, fue redactor de El Correo de la Tarde
desde el nacimiento del periódico hasta ya entrado el siglo XX. Valadés, después
de terminada su carrera como farmacéutico en Guadalajara volvió a Mazatlán para
participar como jefe de medicina en el ejército durante la intervención francesa. Al
término de la guerra se inició en el negocio de la farmacéutica instalando un
negocio llamado La Botica Central, al mismo tiempo, ingresó al comercio de la
151 Jaques Dugast, La vida…Op. Cit., 13.
86
imprenta periódica, publicando y redactando junto con su hermano José Cayetano
Valadés, varios periódicos de carácter político y literario. De la abogacía surgieron
un buen número de los intelectuales que radicaron en Mazatlán durante el siglo
XIX, Carlos F. Galán, director de El Correo de la Tarde hasta 1905, Daniel Pérez
Arce, redactor de El Correo de la Tarde y poeta, Adolfo O’Ryan, cronista de El
Correo de la Tarde, quien escribía la famosa columna de la edición dominical
llamada “Notas de un mazatleco” bajo el pseudónimo de Zenón fueron solo
algunos de ellos. Entre los Ingenieros dedicados al trabajo intelectual
predominaron Manuel Bonilla y Francisco Sosa y Ávila, literatos y profesores de El
Colegio Rosales. Profesores, periodistas y literatos lo fueron Esteban Flores,
cronista de El Correo de la Tarde en su edición dominical junto con Adolfo O’Ryan
así como profesor de historia en El Colegio Rosales y Felipe Valle, director del
periódico Mazatlán Escolar. Los hubo también de periodistas, poetas y literatos,
como José Ferrel, director de El Pacífico de Mazatlán y La Voz de Mazatlán y
Amado Nervo, cronista de El Correo de la Tarde bajo el pseudónimo de Román
entre 1892 y 1894.
El trabajo en ámbitos culturales de algunos de estos personajes y otros más
que habitaron el Mazatlán de la segunda mitad del siglo XIX no se limitó a su
participación como redactores y directores de periódicos locales. Manuel Bonilla,
por ejemplo, fue autor de la novela de crítica política Espinas y amapolas.
Estampas nacionales, publicada en 1897, Martiniano Carvajal escribió su primera
novela a los once años titulada La huérfana, en 1903, al ser el director de la junta
de sanidad durante la peste bubónica que azotó a Mazatlán, se encargó de
escribir el informe de la junta bajo el título de la Peste en Mazatlán, José Ferrel,
por su parte, fue autor de La mutua de elogios, publicado en 1892, este ensayo le
valió ser reconocido como uno de los periodistas más críticos de México, el
periodista y ex – militar Heriberto Frías, escribió durante su estancia en Mazatlán
(1905-1910) como director del El Correo de la Tarde las novelas El último duelo,
publicada en 1907, El Amor de las sirenas, publicada en 1908, y El triunfo de
Sancho Panza (Mazatlán), publicada en 1911 por la Imprenta de Luis Herrera,
pero escrita durante su estancia en el puerto. El presbítero Dámaso Sotomayor
87
público en Mazatlán dos libros de historia de México como lo fueron Los aztecas,
en 1888 y Estudio sobre el nacimiento de México, en 1892. La producción literaria
no se concentró solamente en la literatura, la ciencia o divulgación, en 1878, el
periodista José Cayetano Valadés escribió y publicó las obras teatrales de drama
Nobleza cimarrona y Quien bien ama nunca olvida, el comerciante y poeta Ángel
Beltrán publicó en 1890 el monólogo El poeta152 y en 1899, Haydée Escobar de
Félix Díaz, colaboradora de la edición dominical de El Correo de la Tarde escribió
y publicó su poemario titulado Versos de un ángel.
La creación artística y literaria se situó al nivel de las relaciones
internacionales. Estas se veían favorecidas entonces por los nuevos medios de
comunicación, sin duda, pero también por una ampliación de la curiosidad
intelectual y de la búsqueda de nuevos modos de encuentro y convivencia153.
Francisco Gómez Flores, el padre intelectual de los literarios sinaloenses, literato,
poeta, periodista y servidor público, director de publicaciones como La Voz de
Mazatlán y del Periódico Oficial del Estado de Sinaloa así como colaborador
asiduo de El Eco Popular, La Opinión y El Correo de la Tarde, se expresó en
diversas ocasiones sobre el papel que los “hombres de letras” comenzaban a
jugar en la sociedad, atribuyendo el progreso físico, las comodidades materiales,
el bienestar de los sentidos, la industria y el comercio al desenvolvimiento de las
ideas, y recalcando: “Los hombres prácticos, que son las maquinas, miran con
desdén a los hombres teóricos, que son la fuerza motriz”154.
El grupo social que formaron los intelectuales se constituyó en las dos
últimas décadas del siglo XIX a la vez como producción social, resultado en gran
parte de la masificación de la cultura y, como producción política ligada a la
aparición de un sistema republicano-democrático en el cual el saber estaba
asociado al conocimiento de la y lo político. De pronto, la lucha y el debate por el
control y la apropiación de la palabra escrita comenzó a ser una predominante
dentro del círculo intelectual sinaloense. El aumento de la alfabetización y el
152 Sergio López Sánchez, El teatro… Op. Cit., p. 54-68. 153 Jacques Dugast, La vida…Op. Cit., p. 15. 154 Francisco Gómez Flores, Narraciones…Op. Cit., pp. 10-11.
88
consumo cultural155 aumentó el eje focalizador del gobierno cañedista hacía los
hombres de letras. Muchos intelectuales de la época lograron incorporarse al
gobierno de Francisco Cañedo o de Mariano Martínez de Castro como diputados o
secretarios y en los gobiernos municipales como regidores. Al obtener el
reconocimiento público, se buscó que mediante las trincheras de la prensa mucho
de ellos practicaran una escritura moralizante y nacionalista, educar al pueblo y
politizarlo mediante el sentimiento patriótico156. La intención era que a pesar de la
pobreza y lo precario que pudiese ser la vida para algunos, pudiera inculcarse en
la sociedad la idea de un porvenir lleno de riqueza bajo los gobiernos imperantes
en Sinaloa.
Eso no impidió de ningún modo que otros intelectuales utilizaran las mismas
trincheras de la prensa para instruir al pueblo, en especial en cuestiones de
libertad electoral y el ejercicio de una libre ciudadanía. Si bien no se criticó tan
arduamente al gobierno estatal por parte de los intelectuales más reconocidos del
puerto, sí existieron algunos como Adolfo O’Ryan, Martiniano Carvajal, Juan Puga,
Rosendo R. Rodríguez y Manuel Bonilla, que señalaron constantemente las
deficiencias de algunas decisiones políticas tanto de los gobiernos estatales y
municipales, criticando de igual forma, el actuar político de las autoridades y
empleados públicos. Fue la excepción en esta materia Heriberto Frías, quien
desde que se incorporó como director de El Correo de la Tarde, en manos ya no
de Miguel Retes sino de Francisco Valadés y Andrés Avendaño, fungió como un
abierto adversario de la política cañedista.
155 AHMM-AC, 3 de marzo de 1909. Según datos del Cabildo Municipal de Mazatlán un total de 6,486
personas visitaron la biblioteca municipal durante 1908. 156 Javier Velázquez, Los autores del régimen. El mundo literario en el cañedismo, Culiacán, Instituto
Municipal de Cultural Culiacán, México, 2012, p. 48.
89
Portada del libro Mazatlán Literario, presentado en la exposición internacional de París, Francia en 1900.
Fuente: Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Sinaloa (foto del autor).
Como muestra del desarrollo cultural que en Sinaloa se venía
incrementando de manera exponencial, el gobierno del estado organizó una
publicación literaria en donde participaran todos aquellos intelectuales que de
alguna u otra forma estuvieron relacionados durante su vida de trabajo a la ciudad
de Mazatlán para presentarse en la Feria Internacional de París en 1900. Bajo el
título de Mazatlán Literario se editó la obra que contenía poesía, ensayos, prosas
y versos de Francisco Gómez Flores, Pedro Victoria, Ángel Beltrán, Gabriel F.
Peláez, Francisco Sosa y Ávila y José Ferrel157.
157AHMM-AC, 13 de junio de 1898. El álbum Mazatlán Literario recibió un premio en la Exposición
Internacional de Atlanta y Chicago, previo a su presentación en París.
90
De igual forma, el ayuntamiento de Mazatlán se dedicó a ofrecer becas a un
buen número de alumnos para continuar sus estudios profesionales en las
universidades nacionales o en el Colegio Rosales con la intención de formar
individuos dotados de un intelectualismo y un nivel cultural superior para que al
término de sus estudios pudiesen incorporarse a la vida laboral dentro de El
Colegio Rosales o alguna otra institución gubernamental. Solo por nombrar
algunos, entre septiembre de 1897 y julio de 1898 se becó a jóvenes como Porfirio
Rocha para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música de México, a Jesusa
R. Mediana para cursar sus estudios profesionales en la Escuela Normal para
Profesoras de México, a Fernando Banda para ingresar en la Escuela Nacional de
Medicina, a Arnulfo Gómez para obtener el grado de maestro de El Colegio
Rosales y a Rafael Miranda para estudiar medicina en la ciudad de
Guadalajara158.
El hecho de compartir profesiones como el periodismo, la abogacía, la
ingeniería y la medicina, les permitió a los letrados sinaloenses reconocerse,
agruparse y buscar satisfacer intereses comunes159. La búsqueda por espacios de
reconocimiento e interacción social por parte de los intelectuales radicados en
Mazatlán no se redujo a plasmar su pluma en publicaciones locales o estatales.
Además de los oficios o comercios propios que pudieron tener algunos de ellos, la
función pública se volvió otro de los espacios de cohesión social entre ellos. Ya
fuese desde alguna regiduría o de alguna comisión, como las de carnaval y de las
fiestas patrias, muchos de estos intelectuales tuvieron una participación activa en
el desarrollo del ámbito civil mazatleco. Aparentemente menos importante, la
tribuna que ofrecía pertenecer o dirigir alguna de las dos comisiones representaba
tener un contacto directo con la sociedad debido a la importancia de ambas
celebraciones, estaba en las manos de estas decidir los espectáculos y
actividades a presentar, de tratar con empresarios y comerciantes160 para derogar
158 AHMM-AC, 20 de septiembre de 1897, 6 de diciembre de 1897, 27 de diciembre de 1897, 22 de
noviembre de 1898 y 13 de julio de 1899. 159 Javier Velázquez, Los autores…Op. Cit., p. 41. 160 AHMM-AC, 14 de febrero de 1898.- El presidente de la junta del Carnaval solicitando para los gastos que
un grupo de vecinos va a erogar en las próximas fiestas del Carnaval organizada con el fin de moralizar
91
permisos o denegarlos así como de apoyar causas benéficas con parte del dinero
recaudado161.
Fue durante una celebración de las fiestas de mayo, por ejemplo, cuando el
doctor Martiniano Carvajal, presidente de la comisión patriótica de ese año, dio el
discurso del acto inaugural en el teatro Rubio, aprovechando la tribuna que el
puesto le otorgaba concluyó su discurso criticando a algunos intelectuales
radicados en Sinaloa:
Estos torpes que denigran a Sinaloa con calificación tan menguada son, señores,
sus propios hijos; que venidos de centros más ilustrados, se burlan del suelo que
los vio nacer; que lejos de prestarnos su contingente de saber para nuestro
adelanto, se limitan a reír de nuestra torpeza desde las excelsitudes de su
sabiduría162.
Los intelectuales se presentan como una minoría, poseedora de cualidades
propias, que tiene acceso a la verdad. El intelectual es el que mantiene relaciones
privilegiadas con la razón y la verdad. Por misión, por vocación, se oponen al
sentido común, a la versión muy rápidamente aceptada por la mayoría. La idea de
que el Estado precedía a la nación significó para los intelectuales y autoridades
contemporáneas a la definición de este proceso, que todo debía de empezarse
casi desde cero163. Ello implicaba crear el tejido de lo social, es decir, crear la
sociabilidad. Y nada más apropiable para esto que los múltiples modelos que la
sociedad mazatleca ofrecía. Para el siglo XIX habría que dotar al pueblo de
nuevas sociabilidades, y según algunos, los únicos capaces de lograr esto eran
los letrados. A ellos les correspondió, por la vía de la educación formal, la reforma,
o la regeneración de las costumbres populares de los futuros ciudadanos.
ciertas costumbres del pueblo. Los regidores Dr. José María Dávila y Dr. Martiniano Carvajal apoyaron la
moción, se aprobaron $250 pesos. 161 El Demócrata de Mazatlán, 4 de enero de 1908, p. 2. Comisión del centenario se designa para llevar a cabo
actividades culturales como obras de teatro, lotería, ópera y conciertos diversos. Esta comisión se encuentra
presidida por Francisco Valadés y colaboran en ella Manuel L. Choza, Arturo Bastidas, Eutimio Gómez,
Manuel Villa Fontana, Eduardo Padilla, Francisco Alcalde hijo, José. G. Ortiz. El monto recaudado por los
eventos será destinado para el orfanatorio, pero los eventos tendrán que ser pasados a revisión por el
congreso, quien les dará el visto bueno. 162 ECT, 7 de mayo de 1894, p. 3. 163 Juan Poblete, “Lectura de la sociabilidad y sociabilidad de la lectura: la novela y las costumbres nacionales
en el siglo XIX”, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, número 52, Lima, Centro de Estudios
Literarios Antonio Cornejo Polar, 2000, p. 11.
92
2.3.- Obreros y artesanos. Reflejos de la vida cotidiana
La vida del obrero, del artesano y de otros trabajadores urbanos como el aguador,
el cargador, el pescador, etc., en Mazatlán durante la segunda mitad del siglo XIX
y principios del siglo XX fue una vida de carencias a pesar de la preparación y del
supuesto buen ingreso. La jornada laboral duraba de 12 a 14 horas con un solo
día de descanso a la semana, como lo eran los domingos. Los jornales de los
trabajadores se dividían en dos formas de pago: uno era en metálico, el cual
variaba entre .50 centavos a 2.50 pesos según la importancia del cargo, el otro, en
vales para las tiendas de raya, donde les entregaban una comisaría semanal
consistente en un almud de frijol, un barril de seis kilos de maíz y dos kilos de
manteca164.
Dentro del casco urbano de la ciudad, la modernidad comenzó a aparecer
traducida en servicios como la luz eléctrica, el agua potable y las obras de drenaje.
En caso contrario se encontraron las clases más bajas del puerto, entre las que
figuraban la mayoría de los obreros y artesanos. La deplorable situación de estos
no solo se reflejó en la falta de dichos servicios, sino también, en el espacio en
que habitaban.
Entre los pertenecientes a las clases bajas de la ciudad, los obreros fueron
quienes contaron con los sueldos más elevados, algunos de ellos, como los jefes
de operarios, tuvieron la oportunidad de rentar algún cuarto en las llamadas
cuarterías, estas eran casas construidas en los límites de la ciudad, especialmente
sobre lomas o cerros bajos, que constaban de un cuarto, cocina y comedor, lo
bajo del techo, lo estrecho de la puerta y el hecho de que la única ventana con la
que contaban fuera sumamente pequeña las hacía un medio propicio para generar
enfermedades por ser extremamente húmedas y calurosas, sobre todo en la
época de verano. A los obreros con sueldos más bajos se les imposibilitaba la
oportunidad de rentar o construir un cuarto por lo que muchos se vieron obligados
a vivir en habitaciones construidas por los dueños de las fábricas alrededor de
164 Benito Ramírez Meza, El movimiento obrero sinaloense: De sus años de formación a la etapa de crisis,
1875 – 1934, Culiacán, Tesis de Maestría, Facultad de Historia, UAS, 1987, p. 93
93
éstas, tal fue el caso de obreros de la fábrica de los hermanos Felton y la
Fundición de Sinaloa.
Acerca de las viviendas de las clases bajas en Mazatlán escribió, en 1898,
el periodista e historiador norteamericano Charles F. Lummis, a las cuales se
refirió como chozas hechas al descuido con caña brava habitadas por lancheros,
obreros, trabajadores, cargadores y pescadores165. La situación de insalubridad de
estos barrios provocó que las enfermedades como la sífilis y el cólera fueran
altamente frecuentes, a éstas, se les unieron la sordera y la locura por causa de
accidentes de trabajo, para los cuales las empresas no estuvieron obligadas a
proveer servicio médico a sus trabajadores166. El espacio geográfico de la ciudad
habitado por las clases bajas fueron exclusivamente los límites del casco urbano
así como las partes altas del puerto. Las calles Ciprés, Hidalgo, Juno y Astillero,
fueron parte de algunos de los sectores en donde más se concentraron. Queda de
manifiesto entonces que la puesta en marcha de un entramado societario de
carácter popular y obrero desde mediados del siglo XIX en Europa, y años
después, en México y especialmente, para nuestro caso, en Mazatlán, tuvo varios
ejes inspiradores, siendo uno de ellos, la lucha por la satisfacción de necesidades
básicas que no cubría la oferta del gobierno estatal. De alguna forma, la unión de
los obreros y la organización de sociedades de apoyo mutuo fue, en gran parte,
porque la vida cotidiana de éstos era menos que insoportable en la mayoría de los
casos, para lo cual, el estudiar los aspectos de su vida cotidiana forma parte de la
búsqueda de las causas de su acción colectiva167.
Las duras jornadas laborales, sobre todo para aquellos que se empleaban
en algún oficio fueron extenuantes, el obrero y el artesano, con la llegada de la luz
eléctrica tuvo la oportunidad de quedarse trabajando hasta altas horas de la noche
165 Charles F. Lummis, The awaking of a nation. Mexico of today, New York, Harper and Brothers, 1898, p.
195. 166 ECT, 2 de febrero de 1900, p. 2. “Un operario de la Fundición de Sinaloa, llamado Néstor Gallardo, se
ocupaba hoy en la mañana de transportar una pesada rueda la que al caer le cogió un dedo contra un eje de
hierro, triturándoselo horriblemente.” 167 Maurice Agulhon, Historia Vagabunda, México, Instituto Mora, 1994, p. 51.
94
si era requerido, el pescador y cargador, pudo comenzar la jornada antes de la
salida de sol sin necesidad de esperar a la luz natural.
“Era trabajador, y salvo un vicio, la bebida, nada podía echársele en cara.
Por otra parte, jamás se emborrachaba salvo los domingos, en la mañana en la
cantina y en la tarde en su casa”. De esta forma describió Amado Nervo en una de
sus crónicas la vida cotidiana de un obrero en Mazatlán168. Como afirma Nervo, el
domingo, día de descanso natural, fue el día predilecto de los obreros y artesanos
para recurrir a la fiesta y al paseo. Para una parte de las clases bajas, Olas Altas
y la Plazuela Machado fueron los lugares predilectos para el paseo, para otros, las
cantinas, mesones y billares como La veracruzana, La colmena, El neptuno, La
puesta del sol, El progreso, El pescador, Las bicicletas, El laberinto, Las tres
Rosas, La luz del día y El cosmopolita cumplieron esa función. En ellas se podía
beber una cerveza o un tequila por $.10 centavos o una copa de mezcal por $.5,
degustar la comida del día por $.50, bailar, practicar juegos de mesa como el
póker, el dominó o el ajedrez y hasta cantar, ya entradas las copas, gracias a los
gramófonos169 .
Según una extensiva nota publicada en El Correo de la Tarde en 1893,
hacía poco que en Mazatlán el robo, los asesinatos y los suicidios eran casos
exóticos para la población, al grado de que cualquiera podía dormir en una de las
bancas del paseo de las Olas Altas seguro de que despertaría con el sombre,
traje, reloj y dinero tal cual como se había dormido170, seguridad que había
desaparecido en los años posteriores, en parte, provocada por el aumento de los
168 ECT, 11 de diciembre de 1893, p. 2. Román, “¡Como hay muchos!”. “Para los que trabajan, para los que
mantienen durante cada semana esa lucha por la vida, que proporciona tantas derrotas, el domingo es el día
más hermoso, más radiante. Hoy es día de holganza; a las doce cocteles y pastelillos; a la una, comida
prolongada y sazonada por excelente apetito; a las dos, siesta; a las cuatro, calle; a las seis serenata, un cacho
de conversación con la novia para mitigar el fuego del amor, a las ocho, cena en una carpa, después sigue de
paseo y a las once o doce, el lecho y el sueño.” 169 Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa – Fondo José Ferrel, 7 de julio de 1909.
Durante la campaña política de 1909 muchas quejas se recibieron acerca de abusos de cometidos por los
gendarmes de la ciudad, quienes, supuestamente solían emborracharse dentro de las cantinas para después
vitorear a Diego Redo al son del Himno Nacional que sonaba en los gramófonos y tratar mal a los
trabajadores y demás personas que ahí estaban de borrachos, prostitutos y ladrones. En adelante
AHUAS.FJF. 170 ECT, 6 de noviembre de 1893, p. 2. Redacción, “Perversión de mayores y menores”.
95
establecimientos en los que se expedía alcohol y al bajo número de elementos
policiacos en la ciudad insuficientes para hacer cumplir la ley del bando de policía.
Cantina “Las tres rosas”
Fuente: Archivo de Manuel Gómez Rubio.
Efectivamente, en las páginas de la prensa porteña y en los archivos
municipales, el aumento de las denuncias y de las entradas a la cárcel por motivos
de riñas suscitadas al exterior o interior de alguna cantina o billar por personajes
en supuesto estado de ebriedad comenzaron a aumentar con el trascurso de los
años. Algunos ejemplos representativos de estos delitos fueron la pelea entre las
meretrices María Saucedo y Paulina Palomares quienes participaron en una pelea
afuera de la cantina Las bicicletas armadas con un revólver y una botella
respectivamente171, o los cargadores Alejandro García y Francisco Medina
quienes pelearon al interior de la cantina El cosmopolita, matando de un balazo el
171 La Opinión de Sinaloa, 14 de febrero de 1894, p. 3
96
primero al segundo172, en febrero de 1900, Francisco Moreno asesinó a balazos a
su compañero de trabajo en la Empresa de Luz Eléctrica Romualdo Torres
mientras ambos bebían al interior de la cantina El laberinto173, días después se
dieron casos como el de Isidro Sandoval y Felicitas Siordia, remitidos a la cárcel
por salir ebrios del restaurant La colmena e ir “representando un cuento de
Bocaccio en la vía pública”, según declaraciones del agente de policía Severo
Torres y el del barbero Timotes Navarro, quien al salir de la cantina Las tres rosas
peleó con una señora que pasaba por la calle, causándole por una caída, una
herida en la frente174.
Al igual que las cantinas o los billares, el lugar de trabajo puede ser, incluso
de manera más natural, un lugar de reunión y de conversación amistosa. La larga
duración de la jornada fomentó que el taller o la fábrica se convirtieran en un
espacio de sociabilidad informal en el cual se podía platicar de uno o varios temas
mientras se laboraba o se tomaba el descanso de la comida. Las explanadas de
las fábricas fue también un lugar propicio para las celebraciones, ejemplo de ello
fueron los bailes organizador por los obreros de la fábrica de tabaco, El Dios del
Amor con motivo del cumpleaños de su dueño, Antonio Díaz de León,175 o las
fiestas organizadas por los operarios de la Fundición de Sinaloa, quienes solían
contratar a bandas locales para que tocasen frente a los talleres al término de la
jornada laboral, principalmente los sábados176.
El estudio de la sociabilidad de los obreros y artesanos exige preguntarse
sobre los espacios físicos en donde esta se ejercía, esto servirá para subdividir las
prácticas formales e informales177 y para darnos cuenta del valor de cada uno de
ellos. Plasmados ya la importancia del taller como espacio de trabajo y
sociabilidad, los obreros y artesanos que pertenecieron a alguna de las
sociedades de apoyo mutuo constituidas en el puerto tuvieron otro espacio que fue
172 El Socialista, 3 de julio de 1896, p. 2. 173 ECT, 19 de febrero de 1900, p. 2. 174 AHMM-Ramo Presidencia, 2 de marzo y 26 de marzo de 1900. 175 ECT, 8 de noviembre de 1899, p. 1 176 ECT, 13 de marzo de 1897, p. 3. 177 Maurice Agulhon, Historia…Op. Cit., p. 55.
97
de vital importancia para el desarrollo de estas como lo fue el salón de cada una
de ellas.
En los salones de las diferentes asociaciones, se llevaban a cabo
constantemente bailes populares a los que asistían personas de todas las clases
sociales y que no en pocas ocasiones terminaron hasta ya salido el sol. Se
acostumbró tener en estas festividades algún invitado especial que proclamase un
discurso a favor de los obreros, y también se llevaron a cabo también obras de
teatro y serenatas. Dentro de este mismo espacio se dio pie al acto de asociación
formal cuando la asociación constituida realizaba actos oficiales, como el cambio
de mesa directiva. Además de esto, el salón de las asociaciones obreras era
también un espacio de identidad propia y social, puesto que a diferencia de los
espacios de sociabilidad de las clases altas, que tuvo lugar la mayoría de las
veces en los salones de las casas de los aristócratas, los salones de las
asociaciones obreras fueron lugares que los mismos agremiados ayudan a rentar
o a comprar, a pesar de su pobreza monetaria y de la vida de estrechez que
llevaban.
Los espacios públicos, testigos de las prácticas de sociabilidad informal,
dieron cuenta de cómo se desarrolló el ejercicio cotidiano de la convivencia
pública y de la evolución de esta. Los avances tecnológicos, en especial la
implementación de la luz eléctrica, provocaron el desarrollo de una vida más al
exterior con lo cual también aumentaron la apertura de lugares de recreación
como los cafés, restaurantes, cantinas y billares, albergando en muchos de ellos a
personajes de la vida cultural, comercial, profesional, política y obrera, sin
distingos. Vemos pues, la delgada línea que separó durante la segunda mitad del
siglo XIX en Mazatlán a unos y otros sectores sociales de la sociedad aun y
cuando las disposiciones gubernamentales pugnaban por hacer efectiva dicha
separación.
98
CAPITULO III
Las asociaciones. Nuevas formas de sociabilidad
3.1.- El desarrollo de los clubes de beneficencia pública y su impacto en la
política municipal
La incipiente economía que se estableció en Sinaloa justo después de la lucha
revolucionaria tutexpecana provocó que el puerto de Mazatlán se convirtiera en
una ciudad con hondos problemas sociales. La falta de empleo se tradujo en el
aumento del número de vagabundos establecidos dentro de la ciudad y la falta de
de servicios de agua potable y drenaje, combinados con un escaso servicio dio pie
a que las enfermedades como el paludismo y la fiebre amarilla acabaran con la
vida de miles de personas durante la época178.
Ante la imposibilidad del recién instaurado gobierno de Francisco Cañedo
de hacerse cargo de todos los problemas de salud pública y hambruna, el Estado
estimuló la formación de sociedades de beneficencia pública que pudieran resarcir
este tipo de dificultades. Justo en 1879, a solo dos años del primer gobierno de
Cañedo, la Sociedad de Artesanos Unidos, establecida desde 1875, inauguró los
trabajos de la Sociedad de Señoras, misma que se desprendía como una rama de
dicha sociedad de obreros y artesanos, la cual, fue fundada precisamente con el
propósito de comenzar a atacar los problemas de educación, salud y hambruna,
especialmente entre las familias de obreros y de ellos directamente.
El acto de inauguración se realizó el 6 de julio dentro en el salón de
sesiones del edificio de la Artesanos Unidos. La primera mesa directiva quedó
constituida bajo la presidencia de la maestra Teresa Villegas, dueña y directora de
la escuela para niñas Colegio Independencia -lugar en donde precisamente se
llevaban a cabo las sesiones de la sociedad- de igual forma, un buen número de
178 Sobre el tema véase, Rafael Valdez Aguilar, La salud… Op. Cit., Pedro Pablo Favela Astorga, Morir en el
Puerto. El cólera de 1849 en Mazatlán, Sinaloa, Culiacán, INAH-Sinaloa, 2014, pp. 73-90., y Martiniano
Carvajal, La peste en Sinaloa, Mazatlán, Imprenta y Encuadernación de Valadés y Co., 1908.
99
jóvenes y señoras mazatlecas formaron parte de la agrupación como Luisa
Magaña en la vicepresidencia, Ángela Calderón como secretaria y junto con ella
Gerarda Valencia como prosecretaria y completaba la primera mesa directiva
Guadalupe Magaña como tesorera, acompañaban a la mesa como miembros
Gabriela Torres, Adela Beltrán, Rosa Gutiérrez, Loreto Moreno, Eleuteria Torres,
Ángela García, Leonarda Serrano, Asención Pardo, Francisca Beltrán, Ignacia M.
Choza, Endosia y Rosa Carvajal así como Antonia y Aleja Campo.
Ese mismo día se procedió a firmar el acta constitutiva y a dar lectura al
reglamento de la sociedad, durante el acto, el ingeniero de obras del Ayuntamiento
de Mazatlán y presidente para ese año de la Sociedad de Artesanos Unidos, el
ingeniero Carlos J. Moreno comenzó su discurso felicitando a la Sociedad de
Señoras y en especial a la maestra Teresa Villegas, por la recién publicada revista
El Colegio Independencia, publicación que daba a conocer los trabajos de la
Sociedad así como temas femeninos y educativos, la cual estaba subvencionada
por la Sociedad de Artesanos Unidos. La alianza, dijo el ingeniero Moreno, hará
efectiva la ayuda al desvalido y defenderá los derechos que a la mujer
corresponde179.
Al trabajo que de parte de la Sociedad de obreros más importante del
puerto se hacía para con las clases más desprotegidas, en especial las mujeres,
se unió años más tarde la ayuda proveniente de parte del sector empresarial. En
1896, la señora Mercedes T. de Urrea, esposa del empresario, intelectual y
también altruista, de origen español, David A. Urrea, dio inicio a la Sociedad
Señoras Amantes de la Caridad180, Sociedad que tuvo su origen e inspiración en
los trabajos del religioso católico de origen francés Vicente de Paul, fundador de la
Congregación de la Misión en 1625 y de Las Hijas de la Caridad en 1633, ambas
dedicadas al trabajo del mejoramiento de vida de los pobres, fue por ello que la
179 EMP, 11 de julio de 1879 p. 2. Redacción, “La Sociedad de Señoras”. 180 AHMM-Actas de Cabildo, 11 de enero de 1896.
100
Sociedad cambió de nombre a Sociedad San Vicente de Paul tan solo tres años
después, en 1899181.
La organización trabajó constantemente a favor de las clases más
desprotegidas del puerto hasta ya bien entrado el siglo XX. En sus inicios, el
trabajo de la sociedad consistía en organizar eventos públicos como funciones de
teatro, zarzuelas, corridas de toros, bailes y misas para conseguir fondos y poner
a funcionar un comedor público. Durante las misas celebradas a favor de la
Sociedad se pasaba la alcancía para recaudar fondos y organizar banquetes para
pobres en la explanada de la Catedral del Puerto182.
La caridad fue el motivo y el pretexto perfecto para organizar tertulias y
bailes bastante frecuentes en la casa-habitación de alguna de sus miembros.
Amenizadas con la música de la orquesta de Enrique Navarro y números de
alguna artista local como Soledad Sayas183, a dichos eventos concurría
naturalmente lo más selecto de la elite porteña, no solo por el hecho de ser ellos
quienes podían pagar constantemente el costo de los eventos, sino porque la
misma Sociedad estaba conformada por mujeres pertenecientes a altas clases
sociales. Ejemplo de ello fueron las mujeres que pertenecieron a ella durante la
época como Josefa R. de Lejarza, esposa del empresario José Lejarza, Romana y
Micaela de la Peña, hijas del comerciante y empresario Antonio de la Peña así
como Francisca Valdez de Holderness, esposa del empresario minero de origen
alemán Federico Holderness. Fenómeno caracterizado nacionalmente por el
hecho de que la esposa del presidente Porfirio Díaz, Carmen Romero Rubio de
Díaz, era la presidenta a nivel nacional de dicha sociedad.
El dinero recaudado no sólo provenía de las cuotas, sino también de la
exoneración de impuestos que se decretaban a favor de la Sociedad184. La
eliminación de cuotas por el uso de espacios públicos permitió a la sociedad
181 ECT, 10 de marzo de 1899, p. 2. En una nota sobre un evento de la Sociedad ya aparece con el nombre de
San Vicente de Paul, conformada por la misma mesa directiva. 182 ECT, 20 de julio de 1899, p. 2 183 ECT, 3 de febrero de 1899, p.2 184 AHMM-Actas de Cabildo, 26 de octubre de 1869. “Se exonera de toda contribución a la Sociedad de
Señoras Amantes de la Caridad por orden del gobernador del estado”.
101
recaudar altas sumas de dinero durante las colectas185 y así poder brindar
diferentes beneficios como las raciones que se repartían mes con mes en las
instalaciones de la sociedad, las cuales contenían una libra de azúcar, una libra de
arroz, media libra de sagú186, media libra de frijol, dos onzas de té, dos velas y un
jabón, así como un vale para consulta médica y otro para medicinas187.
Para inicios del siglo XX, con tan solo cuatro años de trabajo, la Sociedad
logró inaugurar, el 2 de febrero de 1900, una casa de beneficencia y un hospital
para pobres en una finca donada por la señora Petra Carrillo en octubre de
1896188. Las acciones de la sociedad fueron, naturalmente, resaltadas y
aplaudidas constantemente en la prensa local, tal fue el caso de El Correo de la
Tarde, periódico que como ninguno se hizo cargo de la promoción de la Sociedad,
de igual forma, sus cronistas culturales como Esteban Flores resaltaron los
trabajos de la organización:
Es increíble la actividad que reina ahora en la Sociedad y la multitud de proyectos
que han surgido hasta ahora como luminosas nébulas en los cerebros que dirigen
esa falange que espolvorea de plata la luctuosa noche de las miserias
vergonzantes de las que se ocultan estremecidas es tugurios abiertos únicamente
a la mirada de Dios. Se conoce que hay almas jóvenes en la caritativa asociación
que hay espíritus nuevos y activos. Lo prueban el impulso que se inicia y el
propósito de hacer caridad sin fanáticos distingos. Dejará de ser una sociedad de
propaganda católica para convertirse en una sociedad de caridad189.
No solo por el hecho de ser una organización liderada por la esposa del
general Díaz, ni tampoco por el hecho de contar con la venia de las autoridades
municipales y estatales, sino porque los proyectos para la eliminación de una parte
de la miseria que pululaba en un puerto que buscaba a todas luces reflejar su
arribo a la modernización, tanto social, cultural y material, con el único objetivo de
seguir acrecentando los beneficios económicos y sociales de tales acciones, era
185 ECT, 7 de noviembre de 1899, p. 3. En tan solo un concierto a favor de la Sociedad se logró recaudar
$1,082.75 pesos. 186 El sagú es una fécula en forma de harina obtenida del tronco de la palmera y utilizada para acompañar,
cocinar o espesar alimentos, especialmente sopas o purés. 187 ECT, 2 de febrero de 1900, p. 1. Según datos de la Sociedad, durante el primer semestre del año se
repartieron más de cuatrocientas raciones. 188 Oses Cole Inzunza, Las viejas… Op. Cit., p. 157. 189 ECT, 29 de octubre de 1899, pp. 1-2. Esteban Flores, “Crónicas”.
102
sumamente importante, tanto para el gobierno como para los empresarios y
comerciantes.
Dentro del ramo de las asociaciones de beneficencia, los hombres también
desempeñaron un rol muy importante. Francisco Cañedo y algunos empresarios
de origen español fueron los principales promotores de formar una junta de
beneficencia que fuera una rama del gobierno del estado. La Sociedad de
Beneficencia Mazatlán fue instalada en 1899 teniendo como primer presidente a
Victoriano Siordia. Los ingresos de la sociedad provenían de la renta de fincas
cuyos dueños eran, tanto el gobierno del estado como el ayuntamiento, así como
de donaciones de particulares190. La Sociedad se hacía cargo de la Casa de Asilo
y formaba parte de la administración del Hospital Civil, al ser una dependencia
pública también funcionó como institución para cumplir algunas cuotas políticas,
puesto que una de las dependencias más confrontadas y buscadas en un puerto
de la importancia de Mazatlán, como lo era la Aduana Marítima, era controlada
directamente por el gobierno federal. De esta forma, la Junta de Beneficencia de
Mazatlán cumplía con varias de los objetivos de la política estatal decimonónica en
México, como lo eran, ampliar la cartera pública para dar empleo a personas con
quienes se tenían compromisos políticos y hacer trabajo de caridad social con la
posibilidad de la exoneración de impuestos a gastos e ingresos de la Sociedad.
Al igual que las temáticas sobre el trabajo de bienestar social que se
debería de hacer para con las clases desprotegidas, las discusiones en torno a la
190 ECT, 31 de octubre de 1899, p. 2. Redacción, “Sociedad de Beneficencia Mazatlán”. En la última sesión
celebrada por esta benéfica sociedad, el presidente, Sr. Victoriano Siordia, presentó un interesante resumen de
las operaciones de caja de junio, julio, agosto y septiembre del presente año. De él extractamos algunos datos
que creemos serán de gusto: En este tercio del año ingresaron $399.32 por los $50 pesos de cobro de rentas de
la finca conocida bajo el nombre de “Abasto viejo – Beneficencia Laveaga” y $200 pesos por rentas de la
finca de la calle del Oro, estando disponibles en esta administración $400 pesos más. Se recibieron por
donativos imprevistos $92 pesos, siendo $50 pesos del señor Albino Ruiz y $42 de la empresa de agua. Las
cuotas mensuales produjeron $564 pesos lo que da un término medio de $141 pesos mensuales. El total de
ingresos resulto ser de $2,287.75 pesos. Por el contrario ha habido los egresos siguientes: $981.16 pesos en
medicinas, limpieza de excusados, etc., $99 pesos, compra de la finca $500 pesos, la mitad en abono al Sr.
Guillermo Haas, la otra mitad al Sr. José R. Rico, a cuyo caballeros se adeudan aún $500 pesos para liberar la
finca por completo, en composturas de la misma se invirtieron $102 peso. La existencia en efectivo en caja el
primero de este mes era de $606 pesos a los que hay que añadir los $400 existentes en la tesorería de Legado
Laveaga y que para la fecha deben de haber entrado ya a la sociedad.
103
educación pública en Mazatlán fueron una constante en la prensa. Los temas
tratados en los diarios de opinión porteños iban desde las materias que se
impartían dentro de las escuelas, el número escaso de ellas dentro del distrito, el
presupuesto de egresos, municipales y estatales que se dirigían hacía este rubro
llegando hacia la queja de que no existiera en Mazatlán un colegio de
profesionistas como El Colegio Rosales, siendo esta ciudad la de mayor
importancia en el estado, aún y cuando no fuese la capital.
Los trabajos que en reforma educativo promovió Joaquín Baranda en una
primera etapa y Justo Sierra en otra, vinieron, de alguna manera, a dedicar un alto
porcentaje de egresos para la educación básica o primeras letras, siendo
directamente el gobierno del estado quien se encargaba de la organización,
administración y sueldo de los docentes de las escuelas de todos los municipios
de Sinaloa.
Con motivo de dar educación básica a jóvenes de escasos recursos, David
A. Urrea fundó en 1867 la Compañía Lancasteriana. La labor de la Compañía era
mantener en todos sus gastos a la escuela pública número 13, establecida dentro
del puerto y la cual contaba con alrededor de 45 alumnos, con posibilidades de
otorgar préstamos de hasta 5,000 pesos para el mantenimiento de otras
escuelas191.
Aunque el origen de la Sociedad y sus integrantes pertenecían todos al rito
masón, el trabajo de la Compañía era solamente el mantenimiento mediante
recursos económicos de una de las escuelas municipales, la posibilidad de
préstamo para otras, así como el de fomentar que niños que vivían en las calles a
estudiaran, facilitándoles para ello el poder vivir dentro del internado de la
Compañía192. En más de dos ocasiones, la prensa porteña tuvo que aclarar que la
orden nada tenía que ver con la educación que los niños recibían dentro de la
escuela:
191 AHMM, 20 de diciembre de 1898. 192 ECT, 21 de octubre de 1899, p. 2.
104
Ha sido una preocupación fanática de los vecinos de este puerto que la Compañía
Lancasteriana es una sociedad de masones. Cierto y muy cierto es que la mayoría
de sus miembros pertenecen a esta orden, pero la enseñanza que reciben nada
tiene que ver con ninguna secta o religión193.
Algunos de los miembros de la Compañía Lancasteriana, aparte de su
fundador, David A. Urrea, fueron, Juan Manuel Parra, director de la escuela
número 13, el coronel Andres L. Tapia, Adolfo O’Ryan, Rodolfo Farber, Ramón
Savedra Gómez, Juan C. Farber, entre otros, llegando a contar la Compañía con
más de 120 socios, tan solo en el distrito de Mazatlán y con su propia publicación,
fundada en 1891, El Monitor Lancasteriano, en donde se publicaban artículos de
ciencia, educación, moral social y se daban a conocer los resultados de los
exámenes periódicos de los alumnos graduados.
3.2.- Del baile a la literatura. El club como representación de elite
Desde 1832, fecha en que recién apareció en el Diccionario de la Real Academia
Española, hasta nuestros días, la palabra “sociabilidad” aparece como la “cualidad
de ser sociable” 194. La diferencia entre el siglo XIX y por lo menos la primera mitad
del siglo XX a la actualidad es que, recién aparecido el término, este también
implicada una referencia al grado de civilidad y de cultura entre los implicados en
el acto de “hacer la sociabilidad”195, es decir, solo el hombre culto y letrado era
propenso a incurrir en actos de sociabilidad con su semejante, de este modo, el
acto relacional contaba con normas y fronteras, no era un acto normal ni cotidiano,
si no que el hecho se erigía como una virtud que no cualquier hombre podía
realizar196.
Los primeros clubs o asociaciones de los que se tienen registro en
Mazatlán cumplían perfectamente con los lineamientos del “acto de sociabilidad”
decimonónico, es decir, un grupo de personajes pertenecientes a la élite cultural,
193 LOS, 12 de enero de 1893, p. 1. 194 Consultado en línea: http://lema.rae.es/drae/?val=sociabilidad 195 Oscar Guarín-Martínez, “La sociabilidad política: un juego de luces y sombras”, Revista Memoria y
Sociedad, número 14, julio – diciembre, Bogotá, 2010, p. 26. 196 Maurice Agulhon, El círculo… Op. Cit., p. 31.
105
de ideas semejantes, reuniéndose en un espacio físico particular, para tratar
temas y fines comunes, fuesen de cuestiones políticas, científico-literarias,
sociales, deportivas-recreacionales o todas en su conjunto.
Entre estos se encontraron la Sociedad Continental y La Gran Sociedad. La
primera fue la asociación más importante de las tres, esto por su presencia dentro
de la sociedad porteña y por los personajes que la integraron durante su
existencia. Iniciada en 1873, a la Sociedad Continental pertenecieron hombres con
una presencia importante entre las familias de Mazatlán como Gregorio Acuña,
Jorge Canalizo, Raymundo Aldueña, José C. Valadés y los empresarios Antonio,
Francisco y Enrique Díaz de León, quienes organizaban constantemente tertulias
literarias o actos públicos como corridas de toros con fines altruistas para la
ciudad197. Los miembros de esta importante Sociedad fueron identificados con el
juarismo y su disolución fue en gran parte por las críticas al recién instaurado
gobierno de Francisco Cañedo, la Sociedad se disolvió en 1877, de sus miembros,
José C. Valadés fue asesinado en 1879 en donde Francisco Cañedo fue el
principal acusado de ordenar el crimen, mientras que Antonio Díaz de León fue
procesado en 1898 por lanzar injurias al gobernador Cañedo198, quien seguía en el
puesto. De La Gran Sociedad solo se conoce su existencia y que funcionó como
una sociedad masónica de corte juarista y de oposición al gobierno recién
establecido.
Meses antes de su asesinato, el 2 de enero de 1879, José C. Valadés ante
la disolución de la Sociedad Continental promovió por medio de la prensa, la
formación de una asociación artística-literaria que llevase ese mismo nombre.
Según Valadés, en una carta abierta a Alfonso Morgado, las condiciones ante un
mayor movimiento intelectual en Mazatlán, eran propicias:
Mi estimado amigo. Veo con gusto que ha sacudido usted la pereza literaria y que
va a escribir usted en El Monitor199 afianzado así el justo crédito del cual ya goza
esta publicación. Esto me mueve a dirigirme a usted sobre un asunto de bellas
197 Oses Cole Inzunza, Las viejas…Op.Cit., p. 63. 198 Francisco Cañedo, Memoria general de la administración pública del estado de Sinaloa, 1896-1902, tomo
I, Mazatlán, Editorial Retes, 1905, p. 221. 199 Se refiere al periódico El Monitor Sinaloense.
106
artes, que, estoy seguro, será de su predilección. Hace algunos años, usted, yo y
otros amigos nos propusimos a formar una asociación artística-literaria, pero al
tratar el programa y el estatuto, todo quedo como suelen quedar muchas cosas en
nuestro país cuando se pasa de la teoría a la práctica: todos nos dispersamos para
no volver a reunirnos y nuestro corazón voló para no animar corazones más
perseverantes.
Pues bien, hoy quisiera que volviésemos a la carga, las condiciones son propicias
pues noto en Mazatlán mayor movimiento intelectual y una especie de emulación
por sus adelantos, ¿vamos poniendo la primera piedra? Tenemos hombres
instruidos como el general Márquez, enciclopedistas como Carlos F. Galán,
letrados como Jesús Río y Madrid, Jesús Gaona, Francisco Gómez Flores y yo.
Incluso Valadés proponía el primer tema que se trataría en la recién
formada asociación en caso de que Alfonso Morgado y los demás invitados
aceptasen la invitación de pertenecer a ella:
He aquí los primeros elementos. Creo que si simplificamos el arreglo o gobierno
anterior de tal sociedad daría sus frutos: pocas ceremonias, pocos preceptos de
trámites y pocas reuniones sin verdadero objeto, y para comenzar con uno grande,
uno que atrajese por la magia de su grandiosidad ¿Qué le parece a usted el
asunto de Cristóbal Colón?
Después de Jesucristo que nos descubrió los portentos del mundo moral, nada
comparable encuentro con el hombre que con la luz de su genio descubrió un
mundo entre las brumas del Océano, y hasta el martirio le diviniza. El premio, la
apoteosis son o serán, el lustre de los grandes hombres. Yo quisiera para el
descubridor de la América algo más que estatuas, algo más que la gravedad de la
historia. Quisiera la declaración de su inmortalidad en la literatura y en la historia;
grabar su nombre en todos los corazones, avivar su memoria todos los días, tomar
los episodios de su vida como textos de grandes enseñanzas. Yo ensayaría a
componer un libreto con episodios de interés histórico-dramático, Victoria (Pedro)
ajustaría la rima en la enseñanza épica del asunto, los más versados limarían el
trabajo y el maestro Cataño pondría la música. La obra es grande pero no
imposible, como parecerá serlo para nosotros. Ayude la prensa y realizamos la
asociación artística-literaria.
Por supuesto que la contestación de Alfonso Morgado ante la invitación de
Valadés, publicada en el mismo diario fue de forma positiva:
Que puedo decir sobre la idea de asociación que usted inicia, ¡manos a la obra!
Como usted afirma, abundan en esta sociedad personas muy competentes que
darán realce y consistencia a la asociación proyectada y que tampoco se
rehusarán a una invitación de este género. Lo que usted me cuenta de una ópera
107
mazatleca me agrada tanto que me pone de buen humor, y agrego a usted esto,
que el debut de la obra se haga con ejecutantes nacionales también200.
Finalmente, el objetivo de Valadés quedaría truncado debido a su asesinato
y la Sociedad Literaria nunca vería la luz. No fue sino hasta 1891 que el hermano
de José C. Valadés, el médico Juan Jacobo Valadés y su primo, el periodista y
escritor José Ferrel, comenzaron una nueva sociedad literaria bajo el nombre de
Club Aurora.
Uno de los hijos de Juan Jacobo, el farmacéutico Francisco Valadés Félix,
justo había terminado sus estudios en Guadalajara, y al trasladarse a Mazatlán,
decidió, junto con su padre abrir una droguería denominada Droguería Central.
Fue en el traspatio del negocio familiar que la Sociedad Aurora tuviera sus
periódicas reuniones al terminar la jornada laboral, al lado de los Valadés y de
Ferrel se unieron un grupo de amigos, “amantes de la literatura y del
liberalismo201”, como el ingeniero Manuel Bonilla, el periodista Esteban Flores, el
empresario José Berumen, el doctor e intelectual Martiniano Carvajal, el periodista
y poeta Amado Nervo, el poeta Ángel Beltrán, Juan Sarabia, Jesús Gómez Flores,
Manuel Manzo, Manuel del Río, el director del diario El Correo de la Tarde, Carlos
F. Galán y el presbítero Dámaso Sotomayor.
Juan Jacobo había vuelto de La Paz, Baja California, para residir en
Mazatlán después del asesinato de su hermano, y la adaptación a la vida en el
puerto fue difícil puesto que era muy complicado que sus actividades y la de su
familia se mantuvieran fuera del ojo gubernamental, sobre todo conociendo los
conflictos que entre ellos y Cañedo se habían suscitado. Para el historiador José
C. Valadés Rocha, hijo de Francisco y nieto de Juan Jacobo, la fundación del Club
Aurora fue “el principio de una nueva vida” para su padre y abuelo, puesto que la
tertulia comenzó a ser cada vez más concurrida, según Valadés Rocha, al orden
que le imprimía Francisco, su padre, a las reuniones, le seguían los “remolinos
enfurecidos y pasionales de José Ferrel202. Al estar compuesto el Club de
200 EMP, 2 de enero de 1879, p. 2. José C. Valadés, “Carta abierta a Alfonso Morgado”. 201 José C. Valadés, Memorias de un joven rebelde, Primera Parte, Culiacán, UAS, 1985, p. 51. 202 Ibídem, p. 53
108
hombres jóvenes y mayores, la influencia que se transmitían unos a otros habría
de ser transcendental para los destinos personales de cada uno de sus miembros,
Amado Nervo, por ejemplo, se refirió tiempo después a Carlos F. Galán como un
“anciano hidalgo” de muy buen humor y como uno de los hombres que más
influyeron en el inicio de su formación literaria203.
El que las sociedades literarias asumieran nombres pretenciosos de
ninguna manera significa que se tratara de sociedades académicas o de eruditos.
Una sociedad “literaria” en una ciudad pequeña o mediana durante la época de
estudio, no es más, que una sociedad en donde se pueden discutir algunas obras
literarias, leer los periódicos o jugar a las cartas204. La época del auge de los clubs
se caracteriza por dos grandes realidades intelectuales: el advenimiento de la
prensa periódica y el apogeo de la literatura de aficionados. La distancia entre el
hombre que lee el periódico y el hombre al corriente de la actualidad cultural no
era tan grande.
El club como organización moderna, los cuales participan como medio
fundamental para la colectivización de la vida pero formados por la unión
voluntaria de quienes los componen205, se tratan, fundamentalmente, de un grupo
de amigos que, reunidos por la recreación y la orientación ideológica, forman
espacios de tipo asociativo que no solo dotan de legitimidad a la organización
sino que también ofrecen cierta clase de prestigio a quienes los componen, incluso
este reconocimiento llega a ser, tal vez inconscientemente, uno de los factores
para pertenecer a ellos.
Las reuniones del Club Aurora, por ejemplo, tenían la función de ser un
espacio totalmente masculino, en donde sus miembros discutían acerca de temas
variados. Si bien su línea central era la literatura, la política y los temas sociales no
podían quedar de lado puesto las circunstancias de muchos de sus miembros
203 Gustavo Jiménez Aguirre, Lunes…Op. Cit., p. 56. 204 Maurice Agulhon, El círculo…Op. Cit., p. 98. 205 François-Xavier Guerra, De la política antigua a la política moderna: invenciones, permanencias e
hibridaciones, 19th. International Congress of Historical Sciences, Norway, University of Oslo, Especial
Theme: Modernity and Tradition in Latin America, 6-13 August, 2000, p. 35.
109
hacia la política del estado y del Ayuntamiento de Mazatlán en algún momento,
ejemplo de ello fueron Martiniano Carvajal y Carlos F. Galán, miembros del
Cabildo en diversas ocasiones.
En la prensa local, eran frecuentes las notas acerca del Club Aurora, desde
las celebraciones de aniversario, las cuales eran festejadas con música de alguna
orquesta local y un banquete para los miembros, hasta su participación en las
festividades cívicas del puerto como las fiestas patrias y los carnavales, al cual se
referían como un club conformado por jóvenes de buena sociedad206.
Otro aspecto de la modernidad es la multiplicación de asociaciones
dedicadas a un fin especial, aunque la diferenciación de funciones nunca era
absoluta ni la separación entre un fin y otro completa207, como lo veremos. Si bien,
es una época en donde el tema sobre las cuestiones políticas del país son una
constante, lo político no ocupa a la sociedad todo el tiempo, el ocio, en cambio,
era permanente, como los pensamientos, las palabras y las actividades que lo
acompañaban. En Mazatlán, por ejemplo, las fiestas patrióticas solían involucrar a
todas las sociedades porteñas, entre ellas, el mencionado Club Aurora y a las
múltiples sociedades de obreros, pero también participaban sociedades fundadas
con fines muy diversos como el recreativo, la unión mutua y la fe, como lo eran el
Club del Águila Negra, la Sociedad Amistad y la Sociedad Espiritista Central
De estas tres sociedades, de la que menos se tiene información es de la
Sociedad Espiritista Central, pues se desconoce el año de inicio de sus
actividades o el nombre de alguno de sus miembros y solo se conoce que la
sociedad contaba con una publicación mensual denominada La Revista
Espiritista208. La Sociedad Amistad fue un club formado por personas de diversas
nacionalidades que residían en el puerto entre los que se encontraban alemanes,
franceses, mexicanos, españoles, belgas y americanos, todos vinculados a la
orden de la francmasonería. Su función era la unión entre los miembros de los
206 ES, 31 de julio de 1892, p. 1 y ECT, 17 de septiembre de 1891, p. 2. 207 Maurice Agulhon, El círculo…Op. Cit., p. 133. 208 ES, 29 de mayo de 1892, p. 1.
110
países que residían en el puerto, el escudo de la sociedad eran dos manos que se
estrechaban y una serpiente erguida en forma de triángulo que las rodeaban, bajo
el tema: todos para uno209. Algunos de sus miembros fueron Evodio de la Peña y
Prudencio Turrens210.
Por otra parte, el Club Águila Negra fue un club especializado en las
actividades de la caza y la pesca, este club estuvo integrado por miembros de la
elite mazatleca del ámbito político y empresarial como Bernardo Vázquez, quien
fue uno de sus principales promotores, así como los empresarios Jesús Escovar,
Lauro Muro, el dueño de la Fundición de Sinaloa, Alejandro Loubet, Ramón
Gómez Peña, Paulino García, Carlos Ramírez y el licenciado Antonio Iriarte.
Además de sus fines recreativos, el club solía organizar con frecuencia banquetes
para sus miembros, como el ofrecido a Bernardo Vázquez en febrero de 1842 con
motivo de su cumpleaños en el cual el menú consistió en sopa de cebollitas,
gelatina de pollonas, vino jerez, pescado al asador, salsa tártara, rabanitos
salchichón, vino sauterne, pollos en champiñón, aceitunas pickles, pavo al horno
relleno, putte-coliflor en salsa blanca, vino burgundy, jamón compuesto, ensalada
de papas y lechuga, frijoles, queso, vinos generosos, champagne y café au pus
cafle, velada que fue acompañada por la orquesta del maestro Navarro y el
discurso de miembros del club211. Las actividades del Club Águila Negra fueron
representivas del desempeño cotidiano de la élite económica y política en el
Mazatlán del siglo XIX, reflejaron también otros rasgos esenciales de esta
cotidianidad como la comodidad, el divertimento y la masculinidad.
209 La imagen de la serpiente representa para la francmasonería que “aquél que mira o conoce la verdad sanará
del mal de la ignorancia”. El grado 25 de la orden escocesa llamado “Caballero de la Serpiente de Bronce”
hace referencia al relato bíblico Juan 3:14 en el cual Moisés, viendo que el pueblo estaba muriendo de
picaduras de serpientes subió a la cima del monte Sinaí a implorar ayuda del “Santísimo Gran Arquitecto del
Universo” para que la plaga desapareciera. Según el relato, Dios ordenó que se construyera una figura de una
serpiente erguida de forma triangular hecha de bronce y se colocara en la punta de un palo en forma de “T” a
manera de bandera y todo aquel que fuera mordido por una serpiente sanaría en el acto. Albert Pike, Moral y
dogma del rito escoces antiguo y aceptado. Caballero de la serpiente de bronce, príncipe de merced. Grados
25 y 26, Madrid, Entre Acacias, España, 2012, pp. 18-30. El texto original de Pike fue publicado en
Charleston, Carolina del Norte, Estados Unidos, en 1871. 210 LOS, 21 de febrero de 1892, p. 1. 211 LOS, 14 de febrero de 1892, p. 1.
111
Otro hecho a destacar es precisamente la masculinidad de estas
asociaciones. Son un espacio de hombres y para hombres, a diferencia de otro
tipo de sociabilidad característica del siglo XIX como lo fue la del salón o casino, la
cual, incluía a hombres y mujeres. Estos establecimientos reúnen a hombres y
mujeres que, con o sin conciencia política o ideología de progreso, tenían al
menos el sentido de la innovación de la vida material, es decir, del confort. Un tipo
de progreso y “confort” que se refleja en la vida cotidiana del puerto, por ejemplo,
es el establecimiento y uso de tranvías urbanos para las clases medias, sustitos
del coche de las clases altas, pero innecesario ante la corta distancia de los
sectores que este recorría.
Fue un grupo de comerciantes españoles encabezados por el empresario
Francisco Echeguren los que se dieron a la tarea de inaugurar en Mazatlán un
espacio propicio para el ocio, el baile y la tertulia de las familias de la elite porteña.
En 1880, en el espacio en donde antiguamente existía el Hotel Iturbide, justo
frente a la Plazuela Machado y a un costado del teatro Rubio se instaló el Casino
Mazatlán. Pronto, aquel espacio logró obtener una vital importancia dentro del
mundo de elite, el ser aceptado como miembro del Casino se convirtió,
automáticamente, en la representación de ser parte de un exclusivo grupo de la
sociedad. Se pertenecía al casino por rigurosa invitación y una especie de
“consejo de ritos”, quienes eran los encargados de decidir quien formaba parte de
él. A partir de ese momento, el afortunado podía concurrir a los elegantes salones,
a la cantina bien provista de todo tipo de licores o a la biblioteca durante las tardes
y las noches, a jugar dominó, billar y diferentes juegos de cartas y a los grandes
bailes o saraos que se celebraban
Los bailes de carnaval, de independencia, de navidad y de año nuevo eran
siempre los más esperados por quienes asistían. Si no se era familiar de algún
socio o miembro de la mesa directiva había que esperar a que con previa
invitación la presencia fuese requerida. Los cronistas de la prensa local, conocidos
como los dueños de la pluma romántica, fueron siempre requeridos para dar parte
de los sucesos del baile en la crónica del próximo número de la publicación.
112
Personajes como Amado Nervo y Esteban Flores cumplieron por un tiempo con
este compromiso, y en las páginas de El Correo de la Tarde se pueden encontrar
un sin número de testimonios acerca de los bailes ocurridos:
Y ya preparaís el frac o la lévita negra y hechaís una mirada triste a los guantes
rotos, a los guantes níveos, tersos, suaves al tacto como una hoja de azabar; que
tan bien armonizan con el paño negro, negro como el alma de Ravachol (que me
perdónen los anarquistas). Las flores con el mago de que os hablaba “El Correo” el
otro día, luciendo su ostentosa prodigalidad regó por todo el salón del Casino,
esperan aún otro beso intenso de la luz…del gas; las gasas vaporosas que velan
las elegantes columnitas del salón; que ningún pie masculino haga con un pisotón,
desgarrarse, crujiendo el leve traje de alguna beldad, porque eso es atentorio,
inicuo, digno del anatema de todas las mujeres212.
Otra de las modas durante la época que se implementaron como parte de
los usos y costumbres dentro de las actividades del Casino fue la difusión del
tabaco en las clases altas y medias de la sociedad, lo que constituyó un cambio en
las costumbres típicas de la época al hacer su uso más regular. El tabaco se
utilizaba en un cuarto especial, al que solo acudían hombres y era realizado
durante la pausa después de la cena, como rito de masculinidad en un espacio de
ambos sexos, pero además su consumo constituyó un cambio económico y social
al establecerse en Mazatlán un buen número de fábricas de cigarros y al
aumentarse el número de obreros pertenecientes a esta rama.
En 1903, Mazatlán sufrió una de las peores tragedias de toda su historia –
mayor a la de 1883- hasta la actualidad. Una peste de fiebre amarilla azotó al
puerto causándole la muerte a miles de personas en tan solo tres meses. A partir
de ese momento, como una actividad necesaria para mejorar la salud de los
habitantes del puerto, medida de precaución para eventuales brotes de
enfermedades, pero al mismo tiempo, como implementación de la moda de los
sportmans americanos y europeos, en Mazatlán se comenzaron a establecer un
buen número de asociaciones dedicadas a la promoción de alguna actividad
deportiva.
212 ECT, 4 de enero de 1894.- Román, “Fiestas, fiestas, fiestas”.
113
Desde finales de 1903 quedó establecida la Asociación Occidental de
Beisbol y pronto la actividad comenzó a tomar auge en la ciudad calificándolo
como el deporte favorito todos213. Los estatutos de la Sociedad comenzaban por
establecer una cuota de $1.50 pesos como pago único al año para los miembros,
el pago se utilizaba para comprar los utensilios deportivos y para acondicionar la
finca en donde se practicaba el juego, ubicada en el Paseo Claussen, frente a la
Cervecería del Pacifico214.
Joel Soto, uno de sus primero dirigentes, al ver el éxito de la Sociedad,
propuso cambiar el nombre de la asociación por Asociación Occidental de Sport,
en la cual tuviera lugar la práctica de cualquier deporte, siendo aun así el beisbol
el principal de ellos. Entre sus principales miembros se encontraron Benjamín
Retes, Guillermo Farber, Guillermo Haas, Jorge Hidalgo, entre otros, quienes
formaron dos equipos, el Olimpyc y el Mazatlán, teniendo como primera gran
actividad un campeonato a cinco juegos y la disputa de una copa de plata de por
medio215.
Siguieron los pasos de esta asociación los jóvenes Genaro Farber y Carlos
Valdés, quienes formaron una asociación de recreo llamada Club Colón, de igual
forma, especializada en la práctica del beisbol216. El denominado Club Colón
organizó a dos equipos entre sus miembros llamados Charlestón y Crotón, los
cuales se unieron al campeonato organizado por la Sociedad Occidental de
Sports.
La multiplicidad de nacionalidades establecidas en Mazatlán provocó la
práctica de las diferentes actividades deportivas de dichos países. Este es ejemplo
del Club Atlético, formado en mayo de 1904, se concentró en la práctica del
cricket, puesto que la mayoría de sus miembros eran pertenecientes al consulado
213 ECT, 8 de enero de 1904. 214 ECT, 9 de enero de 1904. 215 ECT 8 de enero de 1904.- “El Sr. Federico Goldbaum ha mandado a fabricar un copa de plata que será
cedida al club que obtenga el campeonato en la próxima serie de 5 juegos que se disputen entre el Olympic y
el Mazatlán.” 216 ECT, 6 de febrero de 1904.
114
inglés y de esa misma nacionalidad217. Fue el cricket, el deporte más practicado
por los hombres de la elite porteña. La mayoría de sus miembros, entre los que
destacaron Roberto Henderson, Daniel O’Ryan, W. E. Lloyd, Andrés Avendaño,
Carlos Schmidt, Gustavo Eimbeck, Lauro Muro, Manuel Freeman, Evodio de la
Peña, Manuel Flores, Victor Patrón, Carlos Volquardsen, Ernesto Lorda, Juan
Cannobio, Félix Elorreaga y Genaro Noris, pertenecieron a ella. Incluso el club
tuvo un espacio privilegiado en la pancarta a la entrada del Casino, en donde
promovieron sus actividades y lugar en donde llevaban a cabo sus sesiones.
Tiempo después la asociación se vio en la necesidad de rentar un cuarto en el
centro para guardar el material que se había adquirido en la ciudad de San
Francisco, California218.
El mismo año, casi de forma simultánea entre la elite porteña se comenzó a
practicar el tenis; a diferencia del béisbol y el cricket, para la práctica del tenis se
conformaron dos clubes, uno exclusivo de hombres y otro integrado por mujeres.
El primero llevó por nombre Club Pólux y estuvo integrado por Enrique Berumen,
Genaro Farber, Francisco Sarabia, Tomás Rubalcaba, Luis R. Torres, Librado
Maldonado, José D. Cannobio, Juan Maldonado, Juan Millán, Francisco Aguilar,
Rafael Maxemín y Walterio Felton. Los miembros establecieron una mesa directiva
para la organización y compra de materiales del club, no solo de raquetas y
pelotas sino también aparatos de gimnasia, además se estableció una cuota para
el acondicionamiento del terreno utilizado para este fin, ubicado en la calle de La
Reforma, frente a la Playa Sur219.
Tanto hombres del Club Pólux como las mujeres del Club Black and White,
manifestaron que su interés por el deporte del tenis había nacido desde que este
lo practicasen durante los veranos en la ciudad de San Francisco California. Este
segundo club de tenis establecido en el puerto tuvo una gran actividad desde su
establecimiento, comenzado con la práctica del deporte desde las 6:30 de la
mañana, por razones de evitar la hora intensa del sol, acondicionando un espacio
217 ECT, 5 de mayo de 1905. 218 ECT, 11 de mayo de 1904. 219 ECT, 30 de enero de 1904
115
abierto ubicado frente al Hospital Militar, en una finca denominada como El
Cobertizo220.
Esta nueva ola de clubes deportivos obligó a que el Ayuntamiento de
Mazatlán comenzara a derogar leyes para que la práctica de los deportes fuera
aumentando como el hecho de bajar el precio del tranvía urbano a los miembros
de los clubes para que se desplazasen con mayor facilidad hasta los lugares de
práctica y de establecer nuevos horarios para las juntas de organización de las
fiestas patrias o el carnaval, puesto que mucho de los miembros de estos clubes
pertenecían a las juntas de organización de dichas festividades. Así, la moda de lo
sport se convirtió, en gran parte gracias a las circunstancias de salud pública del
puerto, en nuevos espacios de sociabilidad, diferente al Casino, que dotaron de
igual forma a sus miembros de reconocimiento y prestigio social.
3.3.- Asociaciones obreras y mutualistas.
De 1875 a 1908 se crearon en Mazatlán alrededor de quince asociaciones obreras
distribuidas en diferentes rubros, desde tabaqueros, zapateros, tipógrafos, incluso,
algunas en las que se unieron varios obreros de diferentes ramas del trabajo.
Entre estas se encontraron la Asociación de Artesanos Unidos, una de las más
importantes y de mayor duración, así como la Unión de Sastreros “Juan Escutia”,
la Sociedad Mutualista de Zapateros, la Sociedad Mutualista “Hans Gutenberg”, la
Sociedad “Ignacio Zaragoza”, El Gremio de Abastecedores, la Sociedad
Protectora de Sombrereros, la Unión de Barberos, la Unión de Zapateros, la Unión
de Marina, la Unión de Panaderos, la Unión de Tipógrafos Sinaloenses, la Unión
de Cargadores y Carreteros “Heriberto Frías”, la Unión de Tabaqueros y el Club de
Cargadores y Alijadores del Muelle. (Anexos – Cuadro 2)
La primera gran organización gremial establecida en Mazatlán fue la
Sociedad de Artesanos Unidos. Fundada en 1875 bajo la influencia del Gran
220 ECT, 8 de enero de 1904.
116
Círculo de Obreros221, la Sociedad logró aglutinar entre sus filas a trabajadores
textiles, carpinteros, tabaqueros, fogoneros, albañiles, estibadores, peluqueros,
sastres, zapateros y tipógrafos, logrando pocos meses después de su formación,
aumentar a más de 350 el número de socios, entre los que destacaron personajes
de la vida local como Francisco Piña, quien llegara a ser regidor del ayuntamiento,
Manuel Álvarez, Ramón Savedra Gómez, intelectual y director del Liceo Hidalgo
para varones, Antonio Calderón, Esteban Flores, Santiago Vico, Manuel
Inzunza222 y el famoso periodista Adolfo O´Ryan, quien murió el 13 de noviembre
de 1901 siendo su presidente en turno.
El trabajo realizado por la Sociedad de Artesanos Unidos provocó que otros
obreros de diversos gremios comenzaran a establecer sus propias organizaciones
como la Sociedad “Antonio Rosales”, establecida en 1892 por los operarios Narbor
Rivera, Guillermo Ruiz, Juan Razo, Emilio Velazquéz, Abraham García y
Guadalupe Corona. De igual forma la Sociedad Ignacio Zaragoza, fundada en
1895 por Francisco P. Fregoso, Román P. Cortés, Manuel Inzunza Santiago
Rodríguez y Francisco L. Orona.
La influencia de estas nuevas organizaciones entre los obreros del puerto
los llevó a establecerlas no solo en la ciudad sino también en poblaciones como
Villa Unión en donde se formaron la Mutua de Operarios de Villa Unión bajo la
dirección de Pilar Chávez, Marcos Yaftez, Gregorio Hernández, Vicente Casas y
Gonzalo Herrera, en 1900. Ese mismo año y bajo el lema “Libertad, Unión y
Progreso” se conformó la Sociedad Mutualista “Francisco Cañedo”, dirigida
principalmente por Jesús de la Mora, director político de Villa Unión, así como de
Maclovio Gómez, síndico de la localidad. Pero, la más importante de ellas, por su
influencia entre los trabajadores y el número de miembros se estableció desde
1892 con trabajadores de la fábrica de jabón “La Bahía”. La Sociedad “Fraternal”
de Villa Unión fue dirigida por Nicolás Sánchez, Francisco Gonzales, Segundo
221 Benito Ramírez Meza, El movimiento…Op. Cit., pp. 15-16. 222 ES, 22 de mayo de 1892.
117
Rodríguez, Victoriano González y Catarino González, siendo ellos sus principales
líderes, redactores de su estatuto y reglamento223.
A razón del éxito que tuvo la creación de la Sociedad de Artesanos Unidos
entre los artesanos y obreros del puerto, nuevas asociaciones se fueron
conformando, solo que ahora por trabajadores de un mismo oficio, lo que llevó a
su especialización y a una mayor protección de sus intereses laborales. Ejemplo
de esto fueron las dos asociaciones de zapateros, como la Sociedad Mutualista de
Zapateros y la Unión de Zapateros, la Sociedad Unión de Panaderos, la Unión de
Tabaqueros, la Sociedad Protectora de Sombrereros y el Gremio de
Abastecedores.
Logotipo de la Sociedad “Artesanos Unidos”
Fuente: Archivo General de la Nación – Fondo Departamento del Trabajo (Foto: Autor).
223 LOS, 22 de mayo de 1892.
118
Solo por poner algunos ejemplos, dos de las más influyentes asociaciones
entre los obreros del puerto fueron la Unión de Tabaqueros y El Gremio de
Abastecedores. Los trabajadores tabaqueros del puerto constituían el 15% de los
obreros en Mazatlán para 1900, existiendo nueve talleres y manufacturas, las
cuales empleaban a un total de 384 trabajadores entre maestros y aprendices224.
Entre las fábricas más importantes se encontraban “El Vapor” de Antonio Díaz de
León y “El Universal” de los señores Herrería y Compañía, siendo los obreros de
estas dos fábricas la mayoría de los integrantes de la Unión de Tabaqueros.
El Gremio de Abastecedores fue particularmente muy bien recibido por la
sociedad porteña puesto que al no pertenecer a un comercio particular en
especial, los integrantes de este se dedicaban a regular el precio y la calidad de la
carne expedida en los mercados locales, logrando muy pronto el reconocimiento
social y gubernamental225.
También se crearon asociaciones de oficios que ya no solo tenían que ver
con el trabajo del taller artesanal o el obrero de las fábricas, estas correspondieron
a trabajadores, por una parte, de oficios relativamente nuevos, como los barberos,
que formaron la Unión de Barberos y los trabajadores de imprenta que crearon en
1901 la Sociedad “Hans Guttenberg”, y después, en 1907, la Unión de Tipógrafos,
y por otra, asociaciones de oficios antiguos introducidos a principios del siglo XX
en Mazatlán a la tradición del apoyo mutuo como la Unión Marítima, fundada en
1905, fue conformada por trabajadores de barcos pesqueros, así como dos
uniones de cargadores y alijadores, fundadas ambas en 1908 por trabajadores del
muelle.
Estas formas de sociabilidad formal cumplieron además otros objetivos
fundamentales: aglutinar a los miembros en puntos de interés múltiple compartido,
facilitar las actividades solidarias y, en definitiva, crear lazos de identidad y
224 Benito Ramírez Meza, Economía y sociedad en Sinaloa, 1591 – 1900, Culiacán, DIFOCUR, Culiacán,
1994, p. 83. 225 ES, 21 de agosto de 1892.- Varias personas han formado la Sociedad Abasteros Unidos, con el fin de
comercializar carne de res, cerdo y cabrío. Esperemos que los consumidores tengan ventajas con esta nueva
asociación. Presidente, Matilde Montelongo; secretario, Luciano Gómez Llanos.
119
pertenencia a un determinado grupo. Las sociedades obreras del siglo XIX fueron,
sin más, expresiones puras y espontáneas de la voluntad asociativa popular226,
formas de sociabilidad formal que fueron moda naciente de otras formas de
asociación iniciadas en Europa a principios del siglo XIX, especialmente en
Francia e Inglaterra227 .
La intención de creación de las asociaciones de obreros fue brindar al
trabajador no sólo la seguridad y el cumplimiento de los “derechos” laborales ante
la falta de una regulación legal formal, sino algo mucho más complejo. Por
ejemplo, la Asociación de Artesanos Unidos marcó como sus principales objetivos
el “fomentar la instrucción, ilustración y moralidad entre sus socios, estimularlos a
los socios por medio de buenos ejemplos para que cumplieran con sus deberes
para con la empresa, cooperando así al engrandecimiento de la sociedad, conciliar
el interés de cada empleado con los de la empresa en la cual sirve, revisando de
común acuerdo los sueldos con el efecto de dar una retribución justa228”. Se buscó
pues, que el obrero lograra un bienestar laboral siempre y cuando se adaptara a
las regulaciones empresariales, no hubo entonces una participación oficial del
gobierno estatal en los asuntos de las industrias con sus trabajadores, aunque el
nacimiento de dichas organizaciones no fue mal visto por el Estado en una
primera instancia, hasta 1903 el gobierno del estado estableció regulaciones,
bastante estrictas por cierto, tanto de tipo económico como de funcionamiento.
En 1903 el recién redactado y publicado Código Civil del Estado de Sinaloa,
en su artículo 21, fracción II, establecía que eran personas morales y con tal
carácter tienen personalidad jurídica las asociaciones o corporaciones temporales
o perpetuas fundadas con algún fin o por algún motivo de utilidad pública, o de
utilidad pública y particular juntamente, por otra parte, el artículo 28 y 29 del
mismo código establecieron que ninguna asociación o corporación, sea pública o
privada, podía contar con entidad jurídica si no estaba legalmente autorizada o
226 Javier Navarro Navarro, “Mundo obrero, cultura y asociacionismo: Alguna reflexiones sobre modelos y
pervivencias formales”, Hispania, Madrid, número 214, Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), 2003, pp. 467 – 484. Consultado en línea: http://www.hispania.revistas.csic.es 227 Maurice Agulhon, Historia...Op. Cit., p. 55. 228 Benito Ramírez Meza, El movimiento…Op. Cit., p. 17.
120
permitida. Este artículo particularmente dotaba de autoridad al gobierno para
autorizar o no a su conveniencia cualquier organización que quisiera hacerse
acreedora a los beneficios económicos que el gobierno les otorgaba,
principalmente los derechos civiles y las exoneraciones de impuestos229. De esta
forma el estado fue imponiendo poco a poco un papel rector en el funcionamiento
de las asociaciones obreras, mientras estas iban tomando más importancias
dentro de la vida del obrero.
Las mayoría de las asociaciones de obreros instaladas en Mazatlán durante
la época comenzaron a trabajar, desde el momento de su formación, en la
seguridad laboral de sus agremiados, en su educación, en obtener beneficios del
ayuntamiento como descuentos en timbres postales, en el tren urbano, en
exención de impuestos, así como en la creación de espacios de recreación mutua
que sirviesen también como símbolo de identificación de cada una de las
sociedades en los cuales se llevaron a cabo bailes de aniversario, festejo de
fiestas patrias, reuniones periódicas y juntas directivas para la elección de la
nueva mesa dirigente.
En El Triunfo de Sancho Panza. Mazatlán, continuación de Tomochic,
novela autobiográfica de Heriberto Frías en la que relata su estadía, o más bien la
del periodista, intelectual y ex militar, Miguel Mercado, en Mazatlán, el autor se
refiere a los obreros del puerto como “personas limpias y bien calzadas” y al
obrero Carlos Bonal, un trabajador de la Fundición de Sinaloa y personaje de la
misma, quien por haber estudiado en una de las escuelas nocturnas para
trabajadores obreros pudo acceder a ser capitán de un barco de vapor en la
Compañía Naviera, logrando con esto, un mejor sueldo230. Es en este sentido en
que las organizaciones gremiales que se establecieron en Mazatlán durante el
porfiriato tuvieron un éxito relativo. Las supuestas conquistas salariales fueron
producto de una notable organización gremial en la que tuvo un papel decisivo el
229 Gobierno de Sinaloa, Código Civil del estado de Sinaloa, Imprenta, Litografía y Encuadernación de Irineo
Paz, Culiacán, Sinaloa, 1903, p. 243. 230 Heriberto Frías, El triunfo de Sancho Panza. Mazatlán, continuación de Tomóchic, México,
CONACULTA, 2004, 112.
121
alto porcentaje de alfabetización de los obreros. Según cifras de El Correo de la
Tarde, para 1890, un total de 1600 trabajadores industriales de Mazatlán ya
sabían leer y escribir231.
Para cumplir con los objetivos de formar obreros ilustrados, las
asociaciones comenzaron a crear escuelas nocturnas para sus obreros, lo cual fue
el ejemplo de la sociedad Ignacio Zaragoza y la Sociedad de Artesanos Unidos.
En ambas escuelas existían dos profesores que se encargaban de dar clases de
moral, aritmética, historia, economía, política, dibujo industrial, entre otras,
apegándose al programa de educación elemental aplicado por el estado en las
escuelas públicas232. John Reginal Southworth, viajero estadounidense que se
encargó de realizar un diccionario mercantil de Sinaloa en 1897 informó que en
donde más se palpaba el adelanto de la enseñanza pública era en Mazatlán, la
cual se hacía extensiva a las sociedades obreras, “en este puerto existen dos o
tres sociedades obreras perfectamente bien organizadas, y más que todo,
moralizadas a tal grado que son una verdadera garantía para la sociedad y el
gobierno233”. Para 1900, el ayuntamiento aprobó otras dos nuevas escuelas
nocturnas para niños que trabajaran bajo permiso durante el día, en alguna de las
fábricas o talleres del puerto. Estas dos escuelas lograron tener hasta setenta
alumnos, de hecho, para poder trabajar en algún taller o fábrica, los niños debían
de presentar su matrícula de inscripción así como llevar regularmente su cartilla de
asistencia234.
Las escuelas nocturnas no funcionaron sólo para estas dos asociaciones,
sino para todas las asociaciones obreras y mutualistas que solicitasen los
servicios para sus agremiados. Mismos que también podían hacer uso de
cualquiera de las bibliotecas con las que contaron ambas organizaciones,
constantemente estas asociaciones pedían, por medio de la prensa, la donación
de libros, folletos, revistas y periódicos para acrecentar las bibliotecas, las cuales
231 ECT, 25 de febrero de 1890. 232 ECT, 22 de enero de 1897. 233 John Reginal Southworth, Sinaloa… Op. Cit. p. 27 234 AHMM, Actas de Cabildo, 10 de enero de 1900.
122
eran de carácter público y cualquier persona podía asistir a consultarlas235, incluso
se llegó a solicitar, por medio de la Artesanos Unidos, que la biblioteca municipal
fuera trasladada a los salones de la organización bajo el argumento de que eran
las clases más desheredadas, como los obreros, las clases que más necesitaban
la instrucción de las letras236.
Además de la instrucción, la salud de los obreros fue uno de los temas
primordiales para el trabajo de las asociaciones. Como ya se había hecho
referencia, las industrias no estaban obligadas a brindar servicios médicos al
obrero en caso de algún accidente en el trabajo los cuales sucedían con mucha
frecuencia, sobre todo en las industrias de maquinaria pesada como la Fundición
de Sinaloa237, y fueron las asociaciones quienes, por medio de la cuota anual al
miembro, cumplieron este propósito. El seguro médico que se ofrecía para con los
agremiados de las asociaciones era el servicio de un médico de cabecera, como lo
fue el Dr. Pablo M. Parra para la Sociedad “Antonio Rosales” o Miguel Maxemín
para la “Artesanos Unidos”238; de igual forma, la receta médica que ministraba el
doctor, los obreros las cambiaban en alguna de las boticas con las que las
asociaciones obreras tenían convenios239.
El afán por la automejora social e individual del obrero a través de la
educación legitimó estas formas de sociabilidad desde el punto de vista moral. Ello
no quiso decir que desde este entramado asociativo obrerista no se intentara
satisfacer también las necesidades de ocio de sus afiliados, incluso, el incremento
cuantitativo de las asociaciones obreras no solo se tradujo en que estas
asumieran por sí mismas las demandas del trabajador en cuestiones de defensa
235 El Demócrata de Mazatlán, 22 de febrero de 1908. Dionicio Pérez y Manuel Mora, vicepresidente y
secretario de la Sociedad Mutualista “Ignacio Zaragoza” publican un oficio llamando a la ciudadanía a donar
libros, folletos, revistas y periódicos a la biblioteca pública de esta Sociedad para incrementar su tamaño y
valor (En adelante EDM). 236 ECT, 27 de enero de 1900. 237 ECT 2 de febrero de 1900.- Un operario de la Fundición de Sinaloa, llamado Néstor Gallardo, se ocupaba
hoy en la mañana de transportar una pesada rueda la que al caer le cogió un dedo contra un eje de hierro,
triturándoselo horriblemente. 238 LOS, 21 de febrero de 1892. 239 ECT, 22 de mayo de 1892.
123
del trabajo o del salario, sino también en otros ámbitos básicos como la vivienda,
el ocio y la cultura.
Existe una diferencia considerable entre la sociabilidad de las elites y la
sociabilidad de las clases obreras o populares en general y esta se traduce al
espacio físico en donde se lleva a cabo el acto asociativo. Es decir, cualquier tipo
de asociación, sea informal, como una tertulia, o formal, como una reunión de una
asociación establecida con estatutos, necesita de un lugar de reunión estable.
Para el rico, la dificultad no resulta grande. La sociabilidad como la del club puede
tener lugar en algún salón de las grandes casas de sus miembros o en su defecto,
la renta de algún local para llevarla a cabo no representa gran dificultad240. Por el
contrario, el obrero es pobre y vive con un salario muy precario, claro que para el
caso de la sociabilidad informal, el taller o la fábrica son el espacio perfecto para
ser un lugar de reunión y de conversación amistosa al término de la jornada
laboral; sin embargo, la asociación como acto de formalidad requiere de un
espacio físico que brinde un reconocimiento al oficio, en donde este pueda pasar
los domingos, tomar una cerveza, leer los periódicos o simplemente reunirse para
algún festejo con sus compañeros. El estudio de la sociabilidad obrera exige, para
subdividir el análisis entre las prácticas informales y las asociaciones constituidas,
que podamos identificar el lugar en donde se ejercía241.
La primera de las asociaciones obreras de Mazatlán en construir un edificio
sede de su organización fue la Sociedad de Artesanos Unidos. La obra no fue
fácil, puesto que se construyó con los fondos que a lo largo de diecisiete años
habían sido destinados por parte de los miembros de la asociación para levantar la
edificación. El estreno se llevó a cabo a finales de agosto de 1892 y al evento
fueron invitados el gobernador del estado, las autoridades municipales y más de
400 personas, entre invitados especiales y miembros como el general de zona
Ignacio A. Bravo, el prefecto Bernardo Vázquez y los empresarios Alejandro
Loubet, dueño de La Fundición de Sinaloa y H. W. Felton, dueño de una de las
240 Maurice Agulhon, Historia…Op. Cit., pp. 56-57. 241 Ibídem, p. 57.
124
fabricas más grandes del puerto. El baile de inauguración del edificio y la
descripción del edificio la hizo la prensa de la siguiente forma:
El edificio se sitúa en la calle del recreo y fue construido por el arquitecto Ignacio
Ramírez, el salón del segundo piso fue decorado en uno de sus extremos por un
dosel de pana carmesí en donde se situó el escudo de la sociedad, los costados
de adornaron con bustos de los héroes de la patria así como escudos de las artes
y ciencias. Frente al dosel se instaló una elegante mesa con fleco de oro para la
mesa directiva, el techo del salón es de hierro del modelo francés decorado con
gasas. Se reunieron más de 400 asociados. Justo es consagrar la cultura y
pulcritud de todos los socios en su vestido, pues en más de 400 allí reunidos, ni en
uno solo se distinguía el prosaico huarache ni la tosca camisa de manta y vaya
que no todos son hombres de posibles, pues estaban ahí humildes albañiles,
carpinteros, herreros, zapateros, etc., no obstante, vestían con el clásico traje
negro, la levita y los borceguíes. El baile terminó a las 5 am242.
Otras asociaciones, con un menor número de miembros y de años pero no
por eso menos activas, al no tener sus edificios sedes un espacio bastante amplio
para los festejos y los bailes organizados optaban por la renta de alguna finca.
Entre los espacios más populares para rentar con el fin de realizar bailes y
reuniones periódicas, fueron los corredores del palacio municipal y la finca
conocida como “Estrella de Venus”. A los bailes y las serenatas de las orquestas,
organizados para los obreros, se le unieron otros eventos como las obras de
teatro243, las corridas de toros244 y la invitación de algún empresario local a
banquetes245.
La conciencia y la organización del mundo del trabajo no solo son tributarias
de lo que ocurre tanto en la esfera económica como en la esfera política, sino
también de la evolución de las costumbres de los propios obreros. Al existir una
242ES, 11 de septiembre de 1892. 243ECT, 6 de febrero de 1897.- El evento de la Mutua de Zapateros que empezó con una matinée en los
salones de esta Sociedad teniendo como actos los de Conti, los de la Sra. Pajares y el Sr. Buxéns. 244ECT, 7 de febrero de 1900.- El gremio de abastecedores presentó anoche ante la junta de mejoras
materiales presidida por Adolfo O’Ryan una proposición para dar varias corridas en beneficio de dicha junta
en el local del rastro de la ciudad. El gremio paga todos los gastos, proporcionando el ganado y la Junta solo
para la música y las banderillas, el redondel, los palcos y las gradas se construirán de la manera más
económica. 245ECT 14 de enero de1897.- La Sociedad Mutualista de Zapateros recibe al señor De Cima, él y sus
compañeros se formaron en una alta idea de cultura y sociabilidad que aquí domina hasta en las más ínfimas
clases sociales.
125
expansión en el fenómeno asociativo en Mazatlán, los obreros, no solo
constituyeron sociedades con la finalidad del corporativismo mutualista sino
también con una finalidad cultural, y nada refleja más el hecho de que una
organización se está acrecentando culturalmente que una publicación en forma de
periódico.
Existieron tres publicaciones semanales que daban las novedades sobre las
sociedades mutualistas, El Socialista, El Mutualista y El Obrero de Occidente.
Otros, como El Correo de la Tarde, se dedicaron constantemente a la difusión y
promoción de las sociedades de obreros. Lamentablemente, solo se cuentan con
dos de esas publicaciones, El Socialista y El Correo de la Tarde, los cuales, nos
brindan un buen elemento de análisis para entender que leían y que autorizaban
publicar las sociedades de obreros que mantenían la edición e imprenta de una de
estas publicaciones.
El Socialista, denominado como el “órgano de las sociedades de este
puerto” y como “publicación de literatura, comercio, artes, variedades y anuncios”,
tuvo como editor propietario a Antonio H. Rodríguez, miembro de la Sociedad de
Artesanos Unidos246. El director de la publicación, Jesús Río y Madrid expuso en
el primer número de la publicación, los objetivos de la publicación y el porqué del
nombre dado a esta:
No se crean que al leer el título de nuestro semanario, que es el eco de ideas
comunistas o socialistas desarrolladas por las calenturientas imaginaciones de
Saint-Simón o Carlos Fourier, cuyas teorías han y están causando tantas víctimas
como males en la envejecida Europa. El mayor absurdo que se nota desde luego
en las máximas socialistas en puntos de propiedad, y fuera de los errores a que
los ha conducido su inmoderado empeño de reformar la tierra y los cielos, nace de
que para plantearlos se necesita que se haga de la masa de los bienes de los
particulares un fondo común que debe de repartirse en el bien de la comunidad
con preferencia para el beneficio particular. Nada tenemos que ver con grupos,
ideas y falanges de Fourier, nuestra misión no es la de sostener la doctrina de
comunidad de bienes, o lo que es lo mismo, la abolición del derecho de propiedad.
Al poner por título de El Socialista a nuestro semanario no fue otro el objeto que
sostener la doctrina filosófica que tiene por objeto el desarrollo físico, moral e
intelectual de los individuos que forman las agrupaciones denominadas
246 El Socialista se imprimía en la imprenta del mismo Antonio H. Rodríguez.
126
“Sociedades Mutualistas” de este puerto. Ahora bien: Organizados los obreros
residentes en esta ciudad, bajo bases sociales que están dando resultados en el
beneficio de todos y cada uno de los asociados, nuestra misión no es otra que dar
a conocer los beneficios de tales agrupaciones, en ellas el obrero pobre tiene en
caso de enfermedad el auxilio de sus consocios; el que carece de trabajo,
ocupación cómoda y segura para atender no solo sus necesidades sino las de su
familia; y por último, recurso de apoyo en caso de cualquier atropello en las
garantías que otorga la constitución de la república247.
Fue en ese mismo primer número de El Socialista, en donde Jesús Río y
Madrid dejó muy claro que la política sería un objeto secundario del semanario,
que las cuestiones religiosas jamás tendrían un lugar en sus columnas y que, su
objetivo era contribuir al bien y la prosperidad. Más pronto que tarde, el semanario
demostró que su redacción estaría cargada de un alto contenido político, en
especial de política municipal y sobre todo, en defensa de las cuestiones laborales
en pro de los obreros del puerto. Ignacio Escudero, por ejemplo, a días de haberse
publicado por primera vez el semanario, se pronunció en contra de los nuevos
impuestos instaurados por el gobierno de Francisco Cañedo:
El artículo 31 de la Constitución Mexicana dice: “Es obligación de todo mexicano
contribuir para los gastos públicos, así de la Federación, como del Estado y del
Municipio en que resida, de la manera proporcional y equitativa que las leyes
dispongan”. Esto es una ley muy justa, pero los legisladores han eximido de este
compromiso a quienes ejercen las profesiones más lucrativas como los médicos,
abogados e ingenieros, pensar que al más humilde y humillado artesano se le
agrava la miserable industria que ejerce. Un pobre zapatero, por ejemplo, que vive
en un horrible cuartucho y busca apenas para mal vivir, lleno de privaciones y
cuyos elementos son media docena de hormas, una mesita de a seis reales y unos
cuantos fierros mohosos, no se escapa del rigor de las leyes hacendarias, de la
terrible facultad económico-coactiva que embarga y clausura su taller si no paga,
mientras que un abogado o ingeniero que habita en una mansión y no contribuyen
ni un centavo para los gastos públicos causa natural descontento en el obrero y
revela a todas luces que no hay equidad. Esperemos que un día se le permita al
obrero ilustrado ocupar un lugar en las Cámaras en donde se discutan las leyes
para que defienda al oprimido contra las leyes que hacen los privilegiados248.
247 ES, 22 de mayo de 1892. 248 ES, 12 de junio de 1892.
127
Las publicaciones contra algunas disposiciones del ayuntamiento
continuaron, en octubre, Jesús Río y Madrid escribió un par de artículos acerca de
las problemáticas de la vida en la ciudad:
Cada día se acentúa más el grado de miseria al que ha llegado la clase media y
proletaria de la ciudad. La fuente de trabajo son muy limitadas y el alza de los
artículos de primera necesidad son la pesadilla de las clases expresadas. Se le
culpa a la falta de lluvias y a la disminución en la producción de empleo.
Se expresó también sobre la nueva Ley de Administración Municipal que
daba el poder al gobernador del estado para poner y quitar a los prefectos de los
distritos y eliminaba la ley del municipio libre derogada en 1862, año en que el
mismo Río y Madrid fue miembro del Poder Legislativo de Sinaloa:
En su afán con centralizar el poder, dicha ley ha venido a acabar con la
conveniente y tradicional franquicia concedida a los ayuntamientos en bien del
municipio249.
Por otra parte, El Correo de la Tarde publicaba cuestiones acerca de las
sociedades de obreros y su papel dentro de la vida del puerto. A estas, por
ejemplo, las llamaba, al igual que El Socialista, a no caer en confusiones
conceptuales entre socialismo, asociacionismo y sociabilidad, es muy común,
decía:
Que se entienda por socialismo a la asociación o a la sociabilidad, y como la
palabra va adquiriendo dominio en el vocabulario de las masas populares,
infiltrándose peligrosa y erróneamente en ellas por medio del periódico, la tribuna y
las conversaciones privadas, en necesario que ocupemos por un momento en
desvanecer la falsa idea que se tiene del socialismo y sus ideas.
Y continuaba:
Tal es a grandes rasgos que nos proponemos a explicar la teoría del socialismo
para ilustración de nuestra clase obrera, pues esta la predican ignorantemente
periodistas a las clases trabajadores, no hay que confundir pues, socialismo con
asociación, sociabilidad ni mutualismo, que si son fuentes de bienes para las
sociedades de obreros, y que al mismo tiempo que apoyan y sostienen a estas
agrupaciones que nacen y se desarrollando con patrióticas miras, contribuyen al
249 ES, 23 de octubre de 1892.
128
fomento del individualismo que admite con aplauso la ciencia económica, que es
una de las ciencias más positivas que forman parte del progreso250.
Reconocía que a las sociedades obreras de Mazatlán era mucho el trabajo
que les faltaba por hacer para compararse con las sociedades mutualistas de
Europa o los Estados Unidos, pero reconocía el valor de su existencia para con los
obreros del puerto:
Las asociaciones de obreros no son entre nosotros lo que ha ambición de otros
quisieran que fueran para igualarlas a las portentosas de otros países. Pero
limitadas a lo que pueden dar y recibir nuestras clases trabajadoras, significan un
adelanto manifiesto en el espíritu que anima al factor principal del progreso
material de nuestro pueblo, no solo porque originan el desarrollo del mutualismo
que es la fuerza de muchos puesta al servicio de cada cual, si no que fomentan la
cultura individual, creando hábitos de sociabilidad, temperancia, economía y
trabajo en el artesano nuestro que comienza a descender de la tradicional
situación providencial hacia un mundo positivo de observación y lucha251.
Entrado el siglo XX, una serie de huelgas tomaron lugar en el puerto
haciendo sentir la importancia y fuerza organizacional de las asociaciones obreras
así como su influencia, cada vez mayor, en la opinión pública. En julio de 1901, los
obreros zapateros levantaron una huelga a raíz de que la compañía constructora
de calzado pretendió aglutinar a los artesanos zapateros en una misma fábrica y a
su vez una reducción de sueldo “inalcanzable para sus necesidades básicas”252.
Los empresarios amenazaron a los obreros con reemplazarlos y a su vez, los
obreros amenazaron con no dejar trabajar a la Compañía Manufacturera de
Mazatlán si sus pretensiones no se cumplían. Los obreros de la huelga buscaron
la protección de la Sociedad de Artesanos Zapateros, recorriendo también las
calles de la ciudad y formando grupos de apoyo. Quienes durante estas
movilizaciones se manifestaron, informó El Correo de la Tarde, fueron peones de
albañil, choferes de ferrocarril urbano y obreros de la fundición de Sinaloa.253
La solución de los obreros huelguistas fue la de formar una sociedad
cooperativa de producción, que fuera un brazo de la Mutualista de Zapateros, pero
250ECT, 10 de enero de 1901. 251ECT, 8 de junio de 1901. 252ECT, 9 de julio de 1901. 253 ECT, 18 de julio de 1901.
129
que les permitiese trabajar en sus propios talleres para emanciparse de la
dependencia de los empresarios. En la tribuna de El Correo de la Tarde, varios
intelectuales del puerto denunciaron constantemente los atropellos a los que se
sometía a los obreros por parte de los sindicatos establecidos en las grandes
empresas como en la Fundición de Sinaloa, en La Compañía Manufacturera del
Calzado y en otras que se comenzaron a formar en el puerto y con los que los
empresarios pretendían tener el control total de cualquier situación que pudiera
derivar en desestabilizar la producción de la fábrica:
Los sindicatos formados por la compañía -Manufacturera de Calzado- solo buscan
eliminar cualquier tipo de competencia, lo que las lleva a imponer sus precios y sus
salarios, ante esto, los que quedan aislados, los humildes, están obligados a
doblar el cerviz y buscar un campo virgen de trabajo hasta que con los años llegue
otra compañía y sindicato que los elimine y los desplace.
No importa que diariamente se escriba contra esa rama, que se señalen los males
que su presencia acarrea al país donde se establecen que se denuncie la
degeneración que nos amenaza con el contacto con esos seres viciados.254
Otra de las huelgas obreras de principios de siglo fue la de los trabajadores
de las obras del drenaje, que se comenzaban a realizar en Mazatlán en 1908. Los
obreros contratados para esta obra se negaron a comenzar sus labores
argumentando que la paga era de solamente un peso la jornada de 12 horas
cuando en otras fábricas pagaban 1.25 o 1.50. Los trabajadores del drenaje
igualmente se negaron a trabajar o a permitir que se continuase con las obras si
no se les aumentaba el sueldo, argumentando que el peso que se les pagaba por
dicho trabajo lo ganaba cualquier otro obrero en un trabajo menos duro.255
Ante la idea de que la sociabilidad, formal o informal, es entendida como la
aptitud de vivir en grupos y consolidar los grupos mediante la constitución de
asociaciones voluntarias256 y de que el mutualismo, es entendido como una
reacción popular, espontanea, solidaria y autodefensiva, frente a las grandes
254 ECT, 2 de agosto de 1901. 255 EDM, 7 y 8 de enero de 1908. 256 Maurice Agulhon, Historia…Op. Cit., p. 55.
130
carencias sociales que los poderes públicos son incapaces de satisfacer257,
podemos establecer que el mutualismo decimonónico en Mazatlán fue una
manifestación espontánea y solidaria de sociabilidad popular que actuó
políticamente desde dos planos, el primero de ellos fue el tener una confluencia
con el poder político, lo cual le permitió el ir adquiriendo ciertos beneficios al ser
parte de un grupo social de influencia pública y el otro fue, precisamente, el utilizar
la influencia que como grupo se había logrado adquirir para participar
abiertamente dentro de las coyunturas político electorales, uniéndose a uno u otro
bando político, según los intereses de los grupos que al interior de las mismas
sociedades obreras fueron conformándose.
De una u otra forma, es decir, participando como grupo aliado al poder
político o como parte de la oposición, el mutualismo decimonónico mazatleco fue
la plataforma de los primeros escarceos del movimiento obrero, contribuyendo al
inicio del ejercicio de la resistencia política y sindical en Sinaloa.
257 Elena Maza Zorrilla, “El mutualismo y su polivalente en la España del siglo XIX”, Investigaciones
Históricas: Época Moderna y Contemporánea, número 11, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1991, p.
187.
131
CAPÍTULO IV
La cultura política en el Mazatlán decimonónico: una separación
entre la civilidad y el poder
4.1.- Consenso y división del régimen cañedista. Vínculos y oposición
política
Mucha de la historiografía sinaloense identificó por largo tiempo a los gobiernos de
Francisco Cañedo como una administración monolítica, implacable, represiva y
toda poderosa que imponía su voluntad inexorable, incluso al grado de presentar a
los gobiernos de Martiano Martínez de Castro como una continuidad del poder de
Cañedo, sucedido en la gubernatura solo como un mero requisito constitucional258.
En los últimos años, nuevas investigaciones han observado a este proceso bajo
un lente más crítico, en especial gracias a las fuentes de primera mano a las que
hoy en día se tiene un acceso imposible para los primeros autores de la
historiografía porfiriana en Sinaloa.
El proceso de reflexión acerca de las fuentes documentales consultadas a
lo largo de la investigación, arrojan a la luz que a pesar del largo periodo al mando
del estado mediante reelecciones sucesivas, la administración de Francisco
Cañedo tuvo solamente un breve periodo entre 1896 y 1908, en el que ejerció un
control importante en la política estatal, tiempo durante el cual logró disminuir la
presión que constantemente tenía por parte de sus opositores políticos y de
algunas publicaciones de la prensa local aunque no pudo eliminarlas por
completo.
Este control político que Cañedo implementó de manera más evidente en
sus últimos tres periodos de gobierno no se estableció de la noche a la mañana,
sino que fue un proceso que fue construyéndose desde tres planos; desde el 258 Alguna de esta es Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, Culiacán, UAS, 1966; Héctor R.
Olea, La revolución en Sinaloa, Culiacán, Creativoz, 2010; José C. Valadés, Rafael Buelna. Las caballerías
de la revolución, UAS, 1990.
132
legislativo modificando la constitución local e implementando nuevos códigos en
virtud del fortalecimiento del poder ejecutivo, desde el relacional, logrando amasar
una importante red de amistades y compadrazgos que confluían en los mismos
intereses políticos, incluyendo la más importante de todas, la del presidente
Porfirio Díaz y el económico, vía la entrega de múltiples concesiones que iban
desde la explotación de minas hasta el manejo de los servicios públicos en los
ayuntamientos como luz, transporte y drenaje.
Según el neoinstitucionalismo, la forma de gobierno y las normas para su
funcionamiento son el régimen político, y a su vez, el régimen político constituye la
esencia de las reglas formales. Por otro lado, las reglas informales, aquellas que
tácita o implícitamente acordadas entre los actores políticos, integran lo que se ha
conocido como sistema político. Se trata, a fin de cuentas, de una serie de reglas
que determinan la forma de hacer las cosas, de conducir los procesos políticos, de
lograr estabilidad o regular el cambio político259.
En relación a las reglas formales, tanto los gobiernos de Francisco Cañedo
como el de Mariano Martínez de Castro entendieron que las reglas del juego
político decimonónico en México se basaban en modificar, en tanto la ley federal
se los permitiese, las legislaciones locales como base para la legitimización de
acciones políticas, las cuales en muchas de las ocasiones se trataban de
fortalecer el poder del ejecutivo en comparación con el poder legislativo y judicial.
Por ejemplo, durante la primera y segunda administración (1884-1888) de Cañedo
se eliminó por completo la independencia de los ayuntamientos para elegir por
voto popular a sus gobernantes. En 1880 se reformó el artículo 72 del título XI: Del
Poder Judicial, que señaló el nombramiento de los alcaldes de los ayuntamientos
por el Tribunal a propuesta en terna con duración de un año, modificando la ley
estatal de 1870. Otro de los cambios importantes para el desajuste de la
independencia municipal se realizó ese mismo año en los artículos 33 y 35 del
título X: De los pueblos económicos y políticos, los cuales señalaban que el
259 Luis Medina Peña, Invención del sistema político mexicano. Forma de gobierno y gobernabilidad en el
México del siglo XIX, México, FCE, 2012, p. 18.
133
prefecto y el director político de los distritos serían nombrados libremente por el
gobernador, cuando, como en la modificación del artículo 72, estos eran elegidos
por el voto popular. En su segundo periodo de gobierno, Francisco Cañedo expidió
cincuenta y cuatro nuevas leyes y decretos, las cuales en su mayoría se dirigieron
a modificar funcionamientos políticos de los pueblos, como por ejemplo, si bien no
eliminó el voto popular para la elección de los regidores propietarios, regidores
suplentes y síndicos, sí estableció que en caso de no llevarse a cabo la elección el
día pactado, el gobernador tenía la facultad de elegirlos260. De igual forma,
establecido por ley, el prefecto, quien finalmente era la voz y el voto del
gobernador en los municipios, podía contravenir los acuerdos del cabildo si sentía
o creía que estos podían trastornar el orden público o las leyes estatales y
nacionales. Estas modificaciones legislativas, sobre todo las leyes estatales
acerca del manejo del municipio no son exclusivas de Sinaloa, muchos estados de
la república comenzaron a establecer modificaciones legales a los pueblos en las
legislaturas, sobre todo aquellos estados cuyos gobiernos fueron emanados de la
revolución tuxtepecana261.
Al término del primer gobierno de Cañedo fue sucedido por el ingeniero
Mariano Martínez de Castro hacía finales de 1880. El nuevo gobernante había
sido regidor y prefecto del Distrito de Culiacán para después desempeñarse como
senador por el estado de Sinaloa, tiempo en el que logró obtener la confianza de
Porfirio Díaz y de su sucesor, el general Manuel González, además de lograr que
el puerto de Altata fuera nombrado puerto de altura, acción que le valió el
reconocimiento de muchos de los comerciantes y empresario del centro del estado
al reducir la distancia que tenían que recorrer los productos de importación y
exportación y así abaratar los costos.
Martínez de Castro inició su gobierno de forma acelerada, tratando de
manera inmediata de introducir su sello dentro de la administración; así se lo hizo
260 POES, 20 de agosto de 1884, p. 2 261 Algunos ejemplos de ellos son Luis Emeterio Torres en Sonora, Juan Manuel Flores en Durango, Carlos
Díez Gutiérrez en San Luis Potosí, Rafael Cravioto en Hidalgo, Rómulo Cuellar en Tamaulipas, Gerónimo
Treviño en Nuevo León y Luis Terrazas en Chihuahua y Juan N. Méndez en Puebla. En François-Xavier
Guerra, México: Del antiguo…Op. Cit., T. I, pp. 96-97.
134
saber a Porfirio Díaz, quien se desempeñaba como Ministro de Fomento durante
el gobierno de Manuel González. Recordaba Martínez que las pasiones políticas
de los acontecimientos de la revuelta de Jesús Ramírez Terrón a mediados de año
aún no se olvidaban por completo. Su intención, según se la hizo saber a Díaz, era
que durante su administración se desempeñaran en los cargos públicos los
hombres más honrados y preparados del estado con el fin de calmar las pasiones
políticas262.
El ferrocarril Culiacán-Altata, la línea telegráfica que uniese a los estados de
Nayarit, Sinaloa y Sonora así como hacer reformas en la administración pública
fueron prioridades en el cuatrienio de Martínez de Castro. Estas declaraciones las
expresó en un manifiesto impreso y distribuido en todo el estado, “las mejoras
materiales y morales serán los dos ejes en que procuraré hacer que giren todos
los actos de mi administración”263. Con lo declarado a los ciudadanos sinaloenses,
a la prensa nacional y al mismo Porfirio Díaz, Martínez de Castro dejó claro que
durante su gobierno intentaría afianzar y unir a los mayores cuadros políticos por
la vía de la unidad, siendo un gobierno aparentemente incluyente y reformador. El
conflicto ideológico contra el poder previamente establecido y el orden social
vigente se desarrolló en un contexto discursivo pleno de significaciones, de
llamamientos, y como en el caso del gobierno de Martínez de Castro, de
denuncias hacia el orden existente, con ferviente evocaciones de las soluciones a
las problemáticas, las ideas vinculadas a la lucha política son armas destinadas a
consolidar o justificar un régimen existente, o como en el caso de esta primera
sucesión, a criticarlo y condenarlo264.
Efectivamente, las acciones prometidas por Mariano Martínez de Castro se
fueron llevando a cabo a lo largo de su cuatrienio; la primera de ellas fue la
262 AHUIA-CPD, Culiacán, 7 de diciembre de 1880. 263 LB, 11 de enero de 1881, p. 3. Mariano Martínez de Castro, “Manifiesto”. 264 Elena T. Piñeiro, “Espacio simbólico, ideología y poder: relaciones entre prácticas discursivas y procesos
políticos” Revista Colección, número 13, Buenos Aires, Universidad Católica de Argentina, 2002, pp. 209-
213.
135
expedición de 78 leyes y decretos a la constitución local265. La mayoría estuvieron
dirigidas al ramo judicial, entre ellas su reglamento interior, especialmente el titulo
dedicado a las sanciones de los delitos y la abolición de la pena de muerte.
También se modificó el proceso de elección para el nombramiento de
magistrados, la admisión de renuncias de los empleados públicos y permisos de
personal administrativo. La modificación al reglamento judicial fue una acción
contra la política cañedista que había reestablecido durante su gobierno la pena
de muerte a asaltantes y plagiarios. Múltiples diarios locales y capitalinos, entre
ellos La Patria, se habían encargado ya de censurar esta ley constantemente. La
crítica de la prensa se fundó en que en la Constitución Federal, dentro del artículo
29, la pena de muerte estaba abolida y en Sinaloa no se había respetado dicho
precepto legal. La respuesta por parte de Cañedo, quien entonces era senador por
el estado de Sonora, ante las acciones de Mariano Martínez de Castro no se hizo
esperar quien en una ofensiva utilizó el mismo recurso de la declaración pública
por medio de los periódicos para justificar el porqué de la suspensión durante su
gobierno del artículo 5 de la constitución local que abolía la pena de muerte,
alegando que fue en Sinaloa en donde varios movimientos de estados limítrofes y
de la región hicieron foco, “provocando a los ciudadanos de bien muy amargos
momentos al ver su seguridad en constante riesgo266”.
Toda sociedad política tiene una dimensión esencial: la de constituir y
renovar un conjunto de ideas destinadas a influir en el espíritu de sus miembros
por medio de las cuales la comunidad designa su identidad, sus aspiraciones y los
grandes lineamientos de su organización267. El espacio simbólico que significó la
constitución local, en la cual los poderes se legitimaron, constituyó una ideología
que a la vez fue instrumento de los poderes en turno.
En los últimos periodos del gobierno de Cañedo, de 1900 a 1908, se
derogaron leyes para dotar al ejecutivo de mayores facultades administrativas. La
265 La Constitución del Estado de Sinaloa y las modificaciones a esta que durante la época se llevaron a cabo
han sido estudiadas anteriormente por Félix Brito, La política…Op. Cit., y Martha Amarillas Mata, Cambios
constitucionales…Op. Cit. 266 La Patria, 25 de enero de 1881, p. 2. Francisco Cañedo, “Asuntos de Sinaloa”. 267 Elena T. Piñeiro, Espacio simbólico…Op. Cit., p. 209.
136
Ley 2 expedida en 1900, aprobó la reforma de actos de gobierno, esta presuponía
que el ejecutivo tenía todas las facultades para el ejercicio de su administración en
todo lo que a su criterio creyera conveniente su intervención, la Ley 41 facultó al
ejecutivo para reformar o derogar leyes de ingresos y egresos del estado y todo lo
que se refería al ramo fiscal, la Ley 88 lo autorizó de expedir los códigos civiles y
de procedimientos civiles, el cual se redactó y aprobó en 1903. Sobre este código
Cañedo expresó:
El Gobierno de mi cargo ha encargado a una comisión de letrados competentes
las formación de los Códigos Civil y de Procedimientos Civiles, pues los
ordenamientos que hoy rigen sobre esas materias, ni comprenden todos los casos
que se presentan en la práctica, ni están adaptados de alguna manera perfecta a
nuestro medio, ni llenan, en algunas de sus prevenciones, las exigencias de una
legislación avanzada y completa268.
Así como también se derogaron las leyes orgánicas de tribunales y
reglamentarias del notariado por el ejecutivo, la ley lo facultaba para organizar
uno de los batallones de Guardia Nacional con el nombramiento de jefes y
oficiales. La Ley 6 de 1902 en materia de expropiación de bienes lo facultaba para
ocupar cualquier propiedad (baldía u ocupada) que fuera de utilidad pública con
previa indemnización. Está se amplió por la ley 37 en enero de 1903 añadiendo
los casos de epidemia que comprometan la salubridad del estado, ésta medida fue
a causa de la peste bubónica que sacudió a Mazatlán ese mismo año269. Esta
etapa nos muestra claramente un ajuste a los preceptos legales en virtud de una
realidad social del estado, pero aprovechando la ocasión para fortalecer al poder
ejecutivo. Como bien lo apunta Guerra, no se conquista o se conserva el poder
conociendo lo que la política debería de ser, sino sabiendo lo que es y una vez
que se ha adquirido el poder, la modificación de las reglas, con el fin de
aproximarlas al arquetipo social, es el implemento de todo sistema político270.
El segundo plano al que Mariano Martínez de Castro y Francisco Cañedo
recurrieron para la conservación del poder en Sinaloa durante el porfiriato fue la
268 Francisco Cañedo, Memoria…Op. Cit., p. 8. 269 Martha Amarillas Mata, Cambios constitucionales…Op. Cit., p. 119. 270 François-Xavier Guerra, México: Del antiguo…Op. Cit., T. I, p. 127.
137
configuración de las fuerzas políticas y económicas locales, ésta, diversa como es
ya que depende de la geografía del estado, de las estructuras sociales y de los
cambios económicos271, basa su éxito en la práctica fundamentalmente en un
conocimiento muy intuitivo de las diferencias en las relaciones de poder que
ocupan unos actores y otros. El juego por el poder que se desató durante las
sucesiones gubernamentales entre estos dos personajes tuvo como base de
acción el lograr una cohesión dentro de los grupos políticos que les permitiese
conformar un partido único estatal que contase desde luego con el apoyo político
del presidente Díaz y de los colabores más cercanos, aquellos que lograban influir
en sus decisiones.
En febrero de 1882, durante el segundo año del primer gobierno de
Martínez de Castro, el general José Guillermo Carbó272, jefe de la zona militar del
noroeste de México le informó al licenciado Carlos Rivas, hombre de gran
influencia política en el estado de Tepic, que en Sinaloa la cuestión política era
favorable, pues Cañedo y Martínez de Castro se habían entendido bien, por lo
cual era propicio comenzar a buscar las conexiones entre el gobierno federal y
estatal para poder conseguir concesiones que involucraran a los dos estados273. El
entendimiento al que Carbó se refirió en su carta al licenciado Rivas se lo había
hecho saber el mismo Martínez de Castro cuando días antes el primero lo invitó a
participar en la inauguración del primer tramo del ferrocarril Altata – Culiacán,
asegurándole que las diferencias que existieron con Francisco Cañedo ya se
habían aclarado274.
Mazatlán no solo era la ciudad más importante del estado sino que también
el puerto albergaba la unidad central de la 1ra zona militar de México, jurisdicción
a la cual pertenecían las fuerzas de Sonora, Sinaloa y Baja California. A su llegada
271 Ibídem, p. 135. 272 José Guillermo Carbó nació en la ciudad de Oaxaca en 1837, se incorporó a la guardia nacional formando
parte del batallón independencia siendo capitán ayudante de Porfirio Díaz en la batalla del 5 de mayo en
Puebla. Participó como diputado federal por Sinaloa en 1880 y cuando se zonificó militarmente el país en
diciembre de 1881 fue designado por Manuel González como jefe de la 1ra zona militar. En Juan José
Gracida Romo, José Guillermo Carbó, general porfirista, Memoria del IX Simposio de Historia y
Antropología, Hermosillo, Universidad de Sonora, 1985, pp. 239-249. 273 AHUIA-CPD, Mazatlán, 13 de febrero de 1882. 274 AHUIA-CPD, Culiacán, 9 de febrero de 1882.
138
al puerto, José Guillermo Carbó buscó obtener una importante influencia política
como la que había construido años antes en Sonora y la cual se seguía
consolidando. Su principal aliado en la política estatal fue el prefecto de Mazatlán,
Bernardo Vázquez, hombre de amplia experiencia política quien anteriormente se
había desempeñado como diputado en el congreso local por el distrito de
Concordia, además de contar con el apoyo de los militares bajo su mando.
La presencia del general Carbó en Sinaloa se tradujo en la conformación de
un tercer grupo político de importancia que fungiera como contra peso de las
fuerzas políticas dominantes de Cañedo y Martínez de Castro. Fue el mismo
Porfirio Díaz quien defendió la presencia de Carbó en Sinaloa cuando Manuel
González le sugirió la conveniencia de su destitución, “son solo informes
desfavorables de algunos individuos que quieren ver a Carbó lejos de Sinaloa para
efectuar sus combinaciones políticas275”, le aseguró el presidente. Lo que se
buscó por parte del gobierno federal fue la distribución de la influencia política
entre los grupos dominante del estado pero procurando que ninguno de ellos lo
perdiese por completo. Sobre esta cuestión fue muy claro el presidente Manuel
González cuando le recomendó al general Carbó en abril de 1882 que estrechara
relaciones con Martínez de Castro así como su interés en que Francisco Cañedo
no perdiera influencia política, recomendación en la que volvió a insistir en agosto
de ese mismo año276.
La diferencia que existió entre los grupos dominantes del estado durante los
primeros años del porfirismo fue que los grupos liderados por Cañedo y Carbó
supieron ajustar su acción a los avatares de la política federal, logrando además
consolidar prácticas clientelares, no siendo el caso durante las administraciones
de Martínez de Castro. Ya Carbó se lo había hecho saber a Manuel González
cuando le insistió que la conducta de Martínez de Castro era totalmente opuesta a
la línea de la política federal. En 1888, durante su segundo periodo de gobierno,
rechazó la recomendación del presidente Díaz para contratar a Cecilio Ocón e
incorporarlo a su administración, al que Díaz tuvo que enviar como oficial a la 275 AHUIA-CPD, Ciudad de México, 27 de junio de 1884. 276 AHUIA-CPD, Ciudad de México, 17 de abril de 1882 y Ciudad de México, 14 de agosto de 1882.
139
aduana marítima de Mazatlán277. El sistema engendra élites políticas que
acumulan poder en base al conocimiento de los mecanismos, del lenguaje y de la
imagen política social de su comunidad278, sin el correcto conocimiento de estos,
su nivel de penetración y funcionamiento queda, como en el caso de la política
martinista, en un rango de influencia estrictamente local.
La muerte causada por un derrame cerebral del general José Guillermo
Carbó en octubre de 1885 causó una considerable disminución de influencia por
parte de su grupo en la política local, misma que ya venía decreciendo por motivos
de su alcoholismo y conducta acusada como “escandalosa”279. Francisco Cañedo,
por su parte, supo aprovechar las circunstancias de la poca confianza de Díaz en
Martínez de Castro y la desaparición de Carbó, quien a su muerte dejó como
heredero político a Bernardo Vázquez, mismo que con el tiempo se volvería en un
incondicional de Cañedo. El prefecto de Mazatlán entró en conflictos políticos con
la administración martinista cuando el gobernador, durante su segundo periodo de
gobierno, intentó destituirlo de la vice gubernatura a pesar de ser electo por el voto
popular. En un segundo intento, Martínez de Castro trato de persuadir a Vázquez
de renunciar al puesto, petición a la cual el prefecto se negó. Por razones que aún
desconocemos, Martínez de Castro se negaba a que Vázquez tomará su lugar
como gobernador en caso de ausencia lo cual lo imposibilitó de salir a la ciudad de
México a tratar asuntos de relevancia para el estado, como tratar un empréstito
para la construcción de una línea de ferrocarril, según reportó la prensa280.
Los problemas no estuvieron exentos de las administraciones cañedistas
sucesorias a los gobiernos de Martínez de Castro, uno de los principales conflictos
se registró entre 1887 y 1888 con algunos de los empresarios más importantes de
Mazatlán a raíz de un nuevo aumento en los impuestos. Las sociedades
comerciales Bartning Hnos. y Co., Herrerías Garamendi y Co., Melchers
277 AHUIA-CPD, Ciudad de México, 13 de septiembre de 1888. 278 François-Xavier Guerra, México: Del antiguo…Op. Cit., T. I, p. 165. 279 AHUIA-CPD, Culiacán, 18 de febrero de 1885. Cañedo le informa a Porfirio Díaz que la conducta del
general Carbó es escandalosa, lo cual ha impresionado desfavorablemente al pueblo. Se pasea borracho por la
calle acompañado de tahúres y mujeres perdidas. 280 Diario del Hogar, 23 de diciembre de 1890, p. 1. “Conflicto en Sinaloa”.
140
Sucesores, Hernández Mendía y Co., Tamés Elorza y Co., Antonio de la Peña,
Haas y Almada, Cannobio Hnos., Charpentier Reynaud y Co., Somellera y Co.,
Heyman Sucesores, Carlos Goldschmidt, Federico Koerdell y E. G. Kelton
levantaron un juicio de amparo ante el juez de distrito del estado argumentando la
inconstitucionalidad del aumento del impuesto al que ya existía del 75% sobre los
derechos de importación. Los empresarios del puerto acusaron también que al
momento en que dicho nuevo impuesto se aprobó por parte de la legislatura local
Mazatlán no contaba con un diputado, puesto que el licenciado Guillermo Ramos
Urrea, quien había sido elegido para el periodo 1886-1888 se desempeñaba al
mismo tiempo como secretario de gobierno, mientras que su suplente, el
licenciado Manuel Domínguez Elizalde ocupaba el cargo de secretario particular
de Cañedo. Sustentando su dicho en los artículos 21 y 75 de la Constitución Local,
el primero de ellos decía que el puesto de diputado era incompatible con cualquier
otro empleo en la administración pública estatal en el que se goce de sueldo y el
segundo establecía que solo el congreso del estado podía imponer contribuciones,
“No habiendo diputado propietario o suplente, por parte de Mazatlán en el
Congreso del Estado, falta uno de los requisitos constitucionales para que sea
Congreso. Este lo forman los diputados de cada uno de los distritos, habiendo un
distrito que no está representado, no puede imponérsele una contribución que le
afecte. No hay contribución sin representación, ese es el lema del gobierno
democrático representativo popular281”, argumentaron en su texto los
comerciantes. Finalmente, Cañedo logró hacer frente a la problemática con los
comerciantes porteños y con la Cámara de Comercio de Mazatlán en noviembre
de ese mismo año, logrando estrechar relaciones con quienes mantenían la
economía sinaloense funcionando y creciendo.
El puerto de Mazatlán había sido un foco importante de oposición política a
los gobiernos establecidos, especialmente por la acumulación de capital y de
influencia política que algunos empresarios lograron acumular. Bernardo Vázquez,
quien se había desempeñado casi ininterrumpidamente en la prefectura del distrito
281 El Foro, 4 de octubre de 1888, p. 263. Empresarios de Mazatlán, “Juicio de amparo de los comerciantes de
Mazatlán”.
141
desde 1881 hasta 1897, año de su muerte, había logrado ser un político
medianamente independiente de los mandatos del gobernador en turno,
trabajando también por varios años dentro del grupo político de Guillermo Carbó.
De igual forma, las alcaldías y regidurías del puerto se pudieron mantener un tanto
neutrales a las administraciones estatales, con una importante rotación de
nombres que, como podemos ver en las actas de cabildo, seguían y no la línea del
gobernador. Con la muerte de Bernardo Vázquez, Cañedo tuvo la oportunidad de
colocar en la prefectura de Mazatlán a un incondicional como lo era su yerno, el
licenciado Manuel L. Choza, quien fue nombrado en sesión extraordinaria por el
ayuntamiento el 10 de agosto de 1897282 y después ratificado por Cañedo. La
prefectura de Mazatlán no solo fue la mejor pagada en el estado con un sueldo
anual de 1,440 pesos en 1880 aumentando a 1,825 pesos al momento en que
Choza se hizo cargo de la Prefectura hasta llegar a 6,000 pesos en 1910283, sino
que también era la de más importancia comercial.
La amistad, antes de tener a veces un contenido político, es primero un
valor en sí misma, una realidad que precede, en la mayoría de los casos y que
sobrevive las más de las veces, a todo compromiso público284. La amistad es
también, junto con la familia, el constitutivo principal de los grupos humanos que
formará más tarde unidades políticas. Este título es el vehículo principal de las
ideas y solidaridades políticas. Esta unidad la vamos a ver más a menudo en
Mazatlán a partir de 1896 con las reelecciones de Cañedo hasta 1908, años en los
cuales dio concesiones a sus incondicionales en la administración en el puerto
como Enrique Coppel con las construcción de una nueva cárcel, a Enrique Mortero
con la construcción de un tren de Mazatlán a El Venadillo, pero principalmente a
Arturo Escovar, presidente del club Francisco Cañedo en Mazatlán y empresario al
cual Cañedo facilitó las concesiones del tren urbano, así como el manejo de la luz
eléctrica y el drenaje en la ciudad.
282 AHMM-Actas de Cabildo, 19 de agosto de 1897. 283 Félix Brito Rodríguez, “Prefectos en Sinaloa: Guardianes del orden y progreso”, Clío, número 17,
Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1996, p. 70. 284 François-Xavier Guerra, México: Del antiguo…Op. Cit., p. 149.
142
Teniendo el control de la cámara legislativa y de los municipios, Cañedo
redujo la probabilidad de que existieran voces disidentes en el estado que
impactaran en la vida política logrando que estas se volvieran cada vez más
escasas, aunque nunca logró eliminarlas por completo285. Al igual que en las
prefecturas, en la legislatura local encontraremos diversos personajes, quienes
pertenecieron a una élite política muy reducida y que además, formaron parte de
un grupo alineados con el gobernador, ya sea por medio de parentescos directos,
políticos o sociedad comercial, quienes constantemente estuvieron ocupando
alguna función o puesto público. El predominio de los vínculos familiares en el
sistema político fue muy importante debido al pequeño número de personas que
dominaron las posiciones de nivel superior.
4.2.- Elecciones y prácticas electorales, 1880-1908
En fechas recientes, la historiografía nacional ha comenzado a poner un mayor
énfasis en la historia de los procesos electorales decimonónicos y, aunque han
sido en mayor número aquellas investigaciones que se refieren a los primeros
años de la vida independiente de México, otras más se han interesado en el último
tercio del siglo XIX, en especial a la época conocida como el Porfiriato286.
Estas nuevas investigaciones sobre la historia electoral decimonónica
parten de dos tesis fundamentales: la primera es la de que en México, como en
muchas otras partes del mundo, las elecciones precedieron a la democracia y el
285 Félix Brito Rodríguez, El porfiriato…Op. cit., p. 35. 286 Véase Carlos Bravo Regidor, “Elecciones de gobernadores durante el porfiriato”, en José Antonio Aguilar
Rivera (Coord.), Las elecciones y el gobierno representativo en México, 1810-1910, México, FCE, 2010, pp.
257-281; Elizabetta Bartola, “Las oportunidades del poder: suplencias e interinatos políticos en la práctica del
compromiso y del control electoral en el México porfirista (1876-1911)”, en Enrique Montalvo Ortega
(Coord.), El águila bifronte. Poder y liberalismo en México, México, INAH, 1995, pp. 177-195; María
Eugenia Ponce Alcocer, La elección presidencial de Manuel González, 1878-1880. Preludio de un
presidencialismo, México, Universidad Iberoamericana, 2000; Silvestre Villegas Revueltas, “Un acuerdo
entre caciques: la elección presidencial de Manuel González (1880)”, Estudios de Historia Moderna y
Contemporánea en México, UNAM, núm. 25, 2003, pp. 115-148; Marisa Pérez de Sarmiento, Las razones de
la “alternancia”. El relevo de los gobernadores de Yucatán, 1876-1901, México, Instituto Mora, 2008.
143
emplear los parámetros democráticos modernos para evaluar las experiencias
electorales decimonónicas constituyen un anacronismo que no ayuda en la
comprensión histórica de estos fenómenos287; la segunda es que el voto se ha
convertido en una especie de punta del iceberg, sobre todo en la historia política,
pues una vez que se explora su veta se descubren a cada paso conexiones
profundas con dimensiones fundamentales para la sociedad, incluso más allá de la
esfera política, por ejemplo, ¿en una sociedad particular quién tiene derecho a
votar y por qué?, ¿funcionaba el concepto de ciudadanía de igual forma para
todos los estados del país?, ¿a través de qué mecanismos (lenguaje,
simbolismos) se accede a obtener voto por parte de la “ciudadanía”? etc. El acto
de votar constituye un campo prioritario para entender las interacciones entre las
estructuras sociales y la construcción de la representación política en el siglo
XIX288.
El uso indiscriminado de términos como “farsa”, “fachada”, “ficción”,
“simulación” o “ritual”, para referirse desdeñosamente al universo electoral
porfiriano, reduciéndolo de ese modo a una especie de coreografía o trámite sin
importancia, es sintomático de tres supuestos problemáticos en la
conceptualización del fenómeno; primero, que el conocimiento de la historia
electoral se agota en determinar si las elecciones eran “democráticas” o no,
segundo, que por su mismo carácter “no democrático” todas las elecciones eran
iguales y, tercero, que la estabilidad política que caracterizó al régimen basta para
asumir que los procesos electorales no cambiaron a lo largo del tiempo. Durante la
época, para el caso de Sinaloa, Francisco Cañedo Belmonte fue gobernador
constitucional del estado durante los periodos de 1877-1880, 1884-1888 y desde
1892 se reelegiría en cuatro ocasiones (1896, 1900, 1904 y 1908) siendo sucedido
solamente en dos ocasiones por el ingeniero Mariano Martínez de Castro durante
los cuatrienios de 1880-1884 y 1888-1892. A pesar de esta aparente
monopolización del poder gubernamental en Sinaloa, en esos treinta y un años
287 José Antonio Aguilar Rivera, “Introducción”, en José Antonio Aguilar Rivera (Coord.), Las elecciones…,
Op. Cit., pp. 11-24. 288 Antonio Annino, El voto…Op. Cit., pp. 43-59.
144
nunca dejaron de realizarse elecciones para elegir gobernador, vicegobernador,
diputados locales, diputados federales y senadores.
No se podrá negar que los sucesos como la corrupción, el fraude, la
violencia electoral, la baja participación en los comicios, eran fenómenos
presentes en muchos de los estados de país durante finales del siglo XIX. Sin
embargo, la individualización de la sociedad que poco a poco fue permeando
dentro de las ciudades, sobre todo aquellas que se fueron incorporando al mundo
moderno y globalizado, tuvo una dimensión política, la de asegurar la expresión de
una voluntad autónoma. En este tenor se situarán las medidas para asegurar la
imparcialidad de los registros electorales, el pluralismo para la constitución y el
funcionamiento de la mesa, la aparición tardía de elementos técnicos que
favorecen el voto secreto (urnas, boletines, cabinas electorales), las disposiciones
para impedir la presión física sobre los votantes y la existencia de instancias
neutrales para las reclamaciones.
La dificultad de pensar las elecciones porfirianas como problema histórico,
más allá de la dicotomía democráticas/no democráticas implica pensarlas no como
la historia de un fracaso, de la democracia que debió ser pero no fue, sino como
una historia de lo posible, de los procesos electorales realmente existentes289.
Para el caso de Sinaloa, la documentación empírica acerca de los diferentes
procesos electorales, incluso durante la época de reelecciones sucesivas, poco a
poco nos va arrojando a la luz que éstas no fueron meras “simulaciones” en las
cuales la élite política dominante disponía, de facto, el resultado, sino todo lo
contrario, puesto que casi siempre que estas se llevaron a cabo, las diferentes
facciones políticas veían en ellas la perfecta oportunidad para echar a andar toda
una maquinaria política-electoral que incluía entre algunas, la formación de clubes
políticos, aún y cuando fuesen efímeros en su duración (sólo él proceso electoral)
y la edición de periódicos para dar a conocer a la opinión pública los diferentes
proyectos políticos que cuatrienio tras cuatrienio se iban conformando, no solo
289 Carlos Bravo Regidor, “Elecciones de gobernadores durante el porfiriato”, en José Antonio Aguilar Rivera
(Coord.), Las elecciones…Op. Cit., p. 262.
145
desde la oposición, sino también desde el gobierno en turno como medio para la
conservación del poder.
Otra forma de entender al voto como atributo constitutivo de la política
moderna es estudiándolo mediante su legislación. La ley electoral que funcionaba
durante la primera elección de Francisco Cañedo fue la del 13 de mayo de 1870,
la cual marcaba entre sus puntos más relevantes que, para tener acceso al voto
habría que tener 18 años casado o 21 soltero, tener un modo honesto de vivir y
haber residido en el estado con domicilio fijo por más de un año anterior a la fecha
de la elección, estos requisitos le brindaban al “ciudadano” no solo la oportunidad
de votar, también de ser votado y de asociarse legalmente para tratar asuntos
políticos. Tan solo a un año de su gobierno y a petición del ejecutivo, el Congreso
del estado expidió una nueva ley orgánica electoral el 5 de abril de 1878, en esta
nueva ley se estableció por primera vez el sistema de padrones mediante
credencialización, el cual amplió aún más el ejercicio del derecho electoral. De
igual forma se inició el departamento de reclamaciones electorales, aunque la ley
disponía que las quejas que hubiera fueran resueltas por las autoridades
municipales y no por el Congreso local o algún órgano del Tribunal de Justicia del
estado, quedando las resoluciones de las denuncias electorales en manos del
ejecutivo290, eliminando de esta forma una vía importante de influencia política a
los legisladores estatales.
El sufragio se fue convirtiendo, durante los primeros años del
establecimiento de la república y a la par de sus modificaciones legales, en un
símbolo de democracia, en un derecho (legalidad) y en un procedimiento (acto
político de elegir a quienes se encumbraran en el poder). El problema se plantea
cuando hay que traducir el principio de soberanía del pueblo en formas racionales
de regulación del orden político, es decir, quien puede votar y quién no. Las
opiniones en contra, ante éstas nuevas resoluciones, no se hicieron esperar. Un
viejo conocedor de la política en Sinaloa, ex diputado local y federal por Sinaloa,
también articulista y editor de periódicos como lo fue Jesús Río y Madrid, escribió
290 POES, 16 de abril de 1878, p. 2. “Reglamento de la Ley Orgánica Electoral”.
146
meses después en contra de éstas primeras disposiciones del gobierno de
Cañedo, en un artículo publicado en el diario mazatleco, El Monitor del Pacífico,
en diciembre de ese mismo año, al cual tituló “Libertad Electoral”, Río y Madrid
manifestó que:
El pueblo mexicano no es ni ha sido libre para nombrar a su mandatarios, pues
existen hombres semejantes a los tiranuelos de la edad media, establecidos en
todas las localidades del país, que se han atribuido el derecho de designarlos, y el
pueblo que carece de instrucción, que se deja conducir por dichos politicastros en
quienes solo campea la ambición personal, es la victima expiatoria que mustia y
silenciosa se entrega al sacrificio sirviéndole de aras la corrupción e inmoralidad
que es lo que campea y forma el pedestal de los que escalan los puestos públicos.
Por tanto, podemos colegir sin esfuerzo, que el libre sufragio tan proclamado y
enaltecido por los mercachifles políticos, no es, no ha sido, ni será entre nosotros
otra cosa que palabras vanas que son como la muletilla obligada de cuanto
aspirante sin mérito y sin conciencia, y sin más títulos que su procacidad invoca
para apoderarse de los puestos públicos.291
Otros artículos de la Ley Orgánica electoral establecida en la constitución
de 1857 que no se modificaron en la Constitución Local fue la fracción II del
artículo 5 el cual disponía que para ser ciudadano sinaloense con derecho a voto
se tenía que tener un modo honesto de vivir, lo cual había que comprobar a la
hora de la credencialización. Este apartado en particular de la ley no permitió, para
el caso del distrito de Mazatlán, que cientos de trabajadores temporales del muelle
de la aduana fiscal tuviesen acceso al voto. Años más tarde, en 1886, el
ayuntamiento de Mazatlán derogaría una ley que eliminaba la posibilidad de votar
a todos aquellos hombres que hubieran sido procesados por un delito, por menor
que este fuera, como por ejemplo, haber sido detenido por transitar en estado de
ebriedad por la vía pública, reduciendo aún más el número de votantes dentro del
distrito.
Desde 1885 el Boletín Militar propuso que se reformara el artículo 78
federal para ampliar a 6 años el periodo presidencial. La legislatura de Puebla
recogió la propuesta en 1886, y después, Colima, Oaxaca y Chiapas. En 1887 la
legislatura de Jalisco propuso también la reelección y después de ellos el
291 El Monitor del Pacífico, 18 de diciembre de 1879. Jesús Río y Madrid, “Libertad Electoral”.
147
Congreso de Guerrero. La propuesta fue recogida por el Congreso Federal en abril
de 1887 y aprobada, por 172 votos a favor y 10 en contra el 21 del mismo mes292;
la ley fue aprobada en todas sus partes por la legislatura sinaloense durante el
gobierno de Mariano Martínez de Castro el 27 de octubre de 1890. La resolución
fue aplaudida por unos y condenada por otros, en El Correo de la Tarde se publicó
un amplio artículo redactado por los encargados de la dirección del periódico en el
cual se hizo una enérgica condena a la reelección y a su aprobación por parte del
Congreso. El autor, quien citó a Proudhon para decir “allí donde ha hecho falta una
Constitución se ha visto surgir una revolución”, criticó a la prensa local y nacional
al acusarla de que era cuestión de que saliera algún periódico a apoyar al general
Díaz y ya ningún otro proponía un nombre diferente aún y cuando el estado de
Sinaloa era un “enemigo comprobado de la reelección”293.
Si los órganos políticos del país estaban aún en vías de reconstrucción, los
órganos del estado de Sinaloa no eran diferentes, Francisco Gómez Flores
bromeó –demasiado en serio- sobre ello en uno de sus artículos manifestando que
si recurría a los padrones electorales para hacer un censo de población
equivaldría a resucitar a un buen número de muertos294. Pero no se puede negar
que después de un largo tiempo de conflictos, llamamientos, guerras civiles e
imposición de autoridades, lo que se buscó precisamente desde los ideales del
liberalismo revolucionario francés fue establecer un orden de paz en la sociedad
así como integrar parámetros desde el Estado para crear “ciudadanos libres” que
pudieran elegir por vías “legítimas” y “legales” a sus gobernantes, aún y cuando
estas fueran “injustas”, desde el sentido moderno de la palabra. Para la sociedad,
el hecho de que existiesen elecciones en las fechas pactadas por la ley y que
hubiera condiciones para realizarlas eran elementos suficientes para legitimar el
proceso electoral.
292 María Eugenia Ponce Alcocer, “Las elecciones presidenciales de 1877 a 1888: modalidades y tendencias”,
en José Antonio Aguilar Rivera (Coord.), Las elecciones…Op. Cit., pp. 297-299. 293 ECT, 1 de diciembre de 1890, p. 1. Redacción, “Algo sobre elecciones”. 294 Merlín, “Memorias del Diablo (escritas por su hijo)”, en Francisco Gómez Flores, Humorismo y crítica.
Monólogos de Merlín, Mazatlán, Tipografía de “La Voz de Mazatlán”, 1887, p. 31.
148
Si se acepta que el proceso de unificación nacional estaba todavía en
marcha, en México, como en muchísimos otros países, es entonces también
aceptable el hecho de que las leyes, al definir el electorado, abrieron espacios de
negociación entre poderes locales y nacionales, más que ofrecer a los actores
unos roles ya estructurados295. En esta perspectiva, la historia del voto no es tanto
la de quién vota, sino de cómo se hizo para construir al votante y al voto a partir de
ciertas condiciones. El electorado, tanto en México como en Sinaloa, fue una
construcción y las leyes fueron sólo uno de los instrumentos para lograrlo.
Otro de los instrumentos claves en la carrera por la conservación del poder
radicó en la capacidad de los diferentes grupos políticos de crear y movilizar
clientelas, los clubes políticos fueron la materialización de estas redes, allí se
realizaron trabajos, se hicieron efectivas las candidaturas y se prepararon los
trabajos electorales. Son los clubes el reflejo esencial de la modernización en la
sociabilidad política, aquellos al que uno se incorpora por convicción, afición o
interés, pero ya no únicamente por pertenecer a un clan familiar u otro.
El inicio del nuevo periodo presidencial en conjunto con una nueva
administración del estado se convirtió desde sus inicios en una carrera por la
llegada o la conservación del poder mediante los mecanismos antes descritos. La
competencia generó conflictos políticos y muchos de ellos tuvieron que ver con la
lucha entre camarillas, en ocasiones con conflictos de carácter personal y la
utilización del discurso denostador; el voto coercitivo de unos y otros grupos fue
también una constante. La aparente estabilización política durante el porfiriato en
Sinaloa fue de la mano con una progresiva clausura del aparato político, suceso
que hacia el final del régimen provocó la incapacidad de reclutar nuevos cuadros
políticos y asegurar un cierto grado de circulación en los actores políticos.
La poca circulación de nombres en los puestos públicos se combinó con las
frecuentes recomendaciones del ejecutivo federal para que los gobernadores
dieran las candidaturas a personajes de su interés. El 18 de mayo de 1880,
Manuel González le pidió de favor al gobernador Cañedo que de la terna entre
295 Antonio Annino, El voto…Op. Cit., p. 59.
149
Aurelio Melgarejo y Guillermo Rivera escogiera a uno para la diputación de uno de
los cuatro distritos de Sinaloa. Porfirio Díaz, por su parte, le recomendó a Joaquín
Redo como propietario y a Francisco Mellet como suplente para ocupar la curul
por otro de los distritos. Ese mismo año Manuel González le pidió al general
Guillermo Carbó, que con motivo de la cercanía de las elecciones para diputados y
senadores, se procurase que los candidatos fuesen de absoluta confianza,
dándole la tarea de que fuera el quien buscase terminar con la indiferencia entre
los partidos296. El objetivo de los poderes locales fue el mantener, en primera
instancia, a las fuerzas opositoras del estado fuera de las candidaturas, para
después establecer redes políticas con el poder federal.
A pesar de los esfuerzos para construir un imaginario político “nacional”, las
elecciones fueron siempre vividas en todos los estados como un asunto local, con
reglas locales que ninguna ley del “centro” podía borrar legítimamente,
estableciéndose y fortaleciéndose de esta forma la jerarquización de los espacios
de sociabilidad política. Para el caso de las diputaciones locales la injerencia del
poder federal era nula, quienes peleaban y financiaban las candidaturas fueron los
grupos políticos del estado. En 1882 por ejemplo, Bernardo Vázquez le comunicó
a Guillermo Carbó que el círculo político al que el general patrocinaba había
logrado colocar a Tarquino Peláez por Mazatlán, a Jesús Astengo por El Rosario y
al licenciado Jesús Rivas García por Concordia en la XI Legislatura, logrando con
éxito, además, la presidencia de las comisiones de las Juntas Preparatorias,
Revisión de Credenciales y Comisión Monetaria respectivamente, días antes el
mismo Vázquez le había comunicado lo importante que era ganar comisiones
permanentes297. Los partidos políticos que existieron en Sinaloa durante la etapa
de estudio funcionaron como grupos de divisiones de intereses, valores y
opiniones entre los cuales existió una competencia electoral organizada por medio
de reglas, contiendas que dieron periódicamente a ganadores y perdedores.
296 AHUIA-CPD, Guadalajara, 18 de mayo de 1880. Ciudad de México, 25 de mayo de 1880 y Ciudad de
México, 27 de mayo de 1880. 297 AHUIA-CPD, Culiacán, 10 y 12 de septiembre, 1882.
150
La idea no era, como ya lo dijimos antes, la de ir incluyendo nuevas figuras
políticas en los puestos públicos que fueran renovando a la vieja camada,
situación que sucedería casi al final del mandato de Cañedo, sino ir rotando a los
incondicionales de un puesto público a otro. Esta situación se fue incrementando
aún más a partir de 1896 mientras avanzaban elección tras elección las
reelecciones de Cañedo. Un ejemplo claro del bloqueo político para la formación
de nuevos cuadros fue la poca rotación en la legislatura de Mazatlán entre 1877 y
1910. De las quince legislaturas que se instalaron durante este periodo tan solo
tres personajes integraron nueve de ellas: Tarquino Peláez (1882-1884;1884-
1886;1888-1890), Francisco C. Alcalde (1896-1898; 1898-1900; 1902-1904) y
Manuel L. Choza (1904-1906; 1906-1908; 1908-1910298), situación que no sería
diferente en ninguno de los otros nueve distritos del estado.
La situación municipal de Mazatlán en cuanto al proceso electoral de las
autoridades locales fue diferente a la elección de gobernador. En el puerto, el
proceso y los resultados de este generaron diversos conflictos políticos entre
grupos que al interior del ayuntamiento se disputaron su hegemonía. Ejemplo de
ellos fueron las elecciones de 1880 en donde se eligieron a diputados locales,
federales, alcalde municipal y miembros del cabildo. En la esquina de Aquiles
Serdán casi con Leandro Valle, se encontraba una finca conocida como los
Volcanes de Colima, en cuyo zaguán se estableció el 28 de junio 1880 la sección
cuarta para recibir las votaciones de las elecciones, las cuales estuvieron a cargo
del licenciado Luis Pérez. En la primera sesión que celebró el cabildo el 2 de
agosto, el regidor Abraham Ibarra manifestó que como vicepresidente del cuerpo
se le habían dirigido varias comunicaciones, la primera de ellas estaba firmada por
el presidente y demás miembros de la mesa electoral de la sección cuarta, en la
que exponían que al estar contando la votación, se habían presentado grupos de
“hombres en estado amenazante”299, exigiendo de parte del presidente del
ayuntamiento se les entregara el ánfora con los votos emitidos, por lo que se
vieron obligados a entregarla al presidente, quien les otorgó recibo. Por este
298 Félix Brito Rodríguez, La política…Op. Cit., pp. 124-131. 299 AHMM-Actas de Cabildo, 2 de agosto de 1880.
151
hecho los quejosos protestaron alegando que se había coartado su libertad,
además de que el entonces presidente había trabajado por la candidatura de
Ignacio Guerrero públicamente. Otra queja de la misma elección fue de Francisco
Salcido y otras personas en la que expusieron que el presidente del ayuntamiento
se declaró en las elecciones partidario de una candidatura; que explotando su
carácter oficial, pronunciaba vivas en los meetings a favor de sus candidatos,
conduciendo grupos del pueblo para que votaran por sus boletas e impidiendo el
voto de los contrarios; y que acompañado de ocho o diez personas exigió que se
le entregara el ánfora de la sección cuarta consiguiendo esta antes de que se
practicara el conteo, que por tanto pidieron fuese castigado con todo el rigor de la
ley y que no interviniera más en las elecciones. Otra carta fue dirigida por
Sebastián Carrasco Pérez y Rafael González en la cual manifestaban que
sabedores de la presentación de los escritos anteriores en los que se justificada
que el presidente del Ayuntamiento había tomado participación en las elecciones,
violando escandalosamente los derechos de los miembros de la sección cuarta y
el voto de los ciudadanos porque exigió y consiguió el ánfora y votos antes de
practicarse el escrutinio. Otra más fue de Tarquino Peláez en la cual expuso que
siendo un ejercicio electoral, pedía se declarase al presidente del ayuntamiento la
prohibición de presidir las sesiones de la elección, ni tener los expedientes en su
poder por ser motivo de falta de “imparcialidad y desinterés”300.
Después de haber escuchado la lectura de las protestas el alcalde en turno
Mauricio Beltrán intervino señalando que ese no era el día que la ley marcaba
para tratar asuntos relacionados con las elecciones y que la misma era terminada
o sin valor. Expuso: “no me avergüenzo de haber tomado parte en las elecciones
porque he creído poder hacerlo como ciudadano y no encuentro ley que me lo
prohíba. Los expedientes de las elecciones están en mi poder como presidente del
Ayuntamiento, y si no presto confianza, cúlpese a la ley y acepto mi
responsabilidad”301. Cuando se le insistió que el asunto no versaba sobre
elecciones sino sobre peticiones, y por lo tanto, debería de tratarse en Cabildo,
300Ibídem. 301 Ibídem.
152
Beltrán contestó: “cualquiera que sea la resolución del Ayuntamiento, no la
autorizo ni me sujeto a ella, porque el Ayuntamiento no puede juzgarme, no es mi
juez, puede acusarme en lo que encuentre ante quien corresponda. Aquí solo se
trata de quitarme expedientes de la elección y mi presidencia, pero yo no dejaré el
puesto; cúlpese al voto a mi favor o espérese hasta septiembre cuando termina mi
periodo”302. Después, el presidente expuso no haber asunto que tratar y declaró
cerrada la sesión, se tocó el timbre y se levantó del asiento. En sesión
extraordinaria del 5 de septiembre se hizo un recuento de los votos, presidiendo la
sesión el prefecto Beltrán, saliendo electo Bernardo Vázquez y no el candidato de
Beltrán, Ignacio Guerrero.303
Desde 1857, quienes decidieron la inclusión y exclusión del voto y la
ciudadanía fueron los ayuntamientos, pero los requisitos fueron siempre tan laxos
que dejaron un amplio margen a la discrecionalidad de las autoridades. El dato
cada vez más evidente es que la flexibilidad y el silencio de las normas otorgaron
un reconocimiento a diferentes prácticas electorales, muchas veces
contradictorias, que sin embargo fueron consideradas legítimas por la sociedad.
Los ayuntamientos fueron los encargados de organizar las elecciones para
gobernador, diputados y senadores, pero sus autoridades eran nombradas por el
gobernador y el prefecto respectivamente, con excepción del caso de los
regidores, quienes eran elegidos por voto popular cada año, aunque por ser un
puesto sin sueldo, las renuncias de sus integrantes fueron bastante comunes304.
Aunado esto a su falta de autoridad, pues por ley, el prefecto podía revertir
cualquier acuerdo del cabildo si este creía que los mismos podrían trastornar el
orden público o las leyes estatales. La baja participación electoral para las
elecciones de regidores era denunciada año con año en la prensa. En Mazatlán, la
redacción de El Socialista publicó una nota en la cual se decía que la elección de
regidores en noviembre de 1892, quienes tomarían el cargo a partir del 1 de enero
302 Ibídem. 303 Ibídem. 304 AHMM-Actas de Cabildo, 1 de febrero de 1898. A solo un mes de haber tomado protesta renunciaron al
cabildo Victoriano Siordia, Miguel Retes e Ignacio Escudero argumentando que les era imposible desempeñar
el cargo.
153
de 1893, sería como todas las demás, “hechas únicamente por los que forman las
casillas electorales”. Llamaba la nota a los ciudadanos porteños haciéndoles saber
que no solo tenían el derecho de votar sino también la obligación, pues con la
abstención, lo único que se lograba era dejarle el triunfo a los audaces que se
valían de ella para conservar su preponderancia, “¿por qué los ciudadanos de
Mazatlán no votan? ¿Por qué prescinden de tan bella prerrogativa?305”, preguntó
el diario.
En otra vertiente, los conflictos político-electorales que se suscitaron a raíz
de las sucesiones gubernamentales entre Francisco Cañedo y Mariano Martínez
de Castro así como entre adeptos de los mismos, se fraguaron en reñidas
campañas políticas previas a las elecciones, en las cuales surgían de vez en vez
algunos otros nombres como probables contendientes para ocupar el cargo
dotando así de cierta incertidumbre política entre las diferentes facciones. Uno de
los nombres más sonados para sustituir al gobernador Cañedo en 1884 fue el
general Guillermo Carbó, quien tenía una gran influencia en Sonora y, como lo
señalamos antes, estaba a la cabeza de un grupo político en Sinaloa, mismo que
se encargó de repartir publicidad sobre la candidatura del general por medio de
volantes anónimos, para 1888 sonaron los nombres de Bernardo Vázquez y del
general Ángel Martínez306, para esta última elección, algunos periódicos de la
capital de México reportaron que ante el “estanque” económico que vivía Sinaloa,
los electores podrían reprocharle políticamente a Francisco Cañedo307.
La elección gubernamental de 1888 constituyó un parteaguas en la
continuidad al mando político del estado de Cañedo, los grupos políticos se habían
dedicado a adquirir fuerza política y económica desde que se estableció el
régimen de Porfirio Díaz y la oposición al grupo de Cañedo en algunos sectores de
la sociedad era evidente. El senador por Durango, Felipe Arellano fue, entre los
contrincantes, quien más fuerza política adquirió antes de la designación.
Sinaloense por nacimiento, ninguna pauta lega le impedía ocupar el cargo, los
305 El Socialista, 20 de noviembre de 1892, p. 1. Redacción, “Lo de hoy”. En adelante ES. 306 El Tiempo, 5 de enero de 1884, p. 3. Redacción, “Candidatura”. 307 El Diario del Hogar, 30 de abril de 1887, p. 3. El Corresponsal, “Correspondencia de Sinaloa”.
154
cargos públicos federales desempeñados bajo la presidencia de Díaz y González
le habían permitido construir una red de amistades con la suficiente influencia para
revertir la decisión de su candidatura. En junio de 1887, Arellano se reunió con
Porfirio Díaz entregándole cartas de parte del coronel Andrés L. Tapia, el general
Cleofás Salmón, Domingo Rubí y del diputado por el Distrito de Sinaloa Francisco
M. Andrade en las cuales avalaban su candidatura para gobernador, durante la
entrevista también entregó una carta del periodista Manuel Gómez Flores en
donde se le ofrecía El Eco Popular de Mazatlán, periódico de su hermano,
Francisco Gómez Flores, para trabajar a su favor308. Por su parte Cañedo,
preocupado de la aceptación en Sinaloa por la candidatura de Felipe Arellano se
trasladó a la Ciudad de México para entrevistarse con Díaz. Cañedo justificó su
negación para la candidatura de Arellano por hondar en Sinaloa aún el
provincialismo político pudiéndole traer “problemas de aceptación política que
terminaran en revueltas o alzamientos309”. No conocemos en datos si durante la
entrevista de octubre entre Cañedo y Porfirio Díaz el mandatario sinaloense
recomendó de nuevo a Mariano Martínez de Castro, político de gran influencia en
el centro del estado y ex gobernador, para ocupar el cargo, pero el 24 de enero de
1888, Díaz le hizo saber a Felipe Arellano que se había decidido por el ingeniero
Martínez de Castro para ser el candidato a gobernador310.
La historia del voto durante el siglo XIX no se trata solo de identificar quién
puede votar y quien no, cuantos ejercen ese derecho y cuantos no, si no de
inteligibilidad a los procesos electorales e identificar el cómo se construyó, a partir
de ciertas condiciones, al votante que diera legitimidad al gobierno en turno. Así
pues, la diversidad y la evolución de las elecciones para gobernador en Sinaloa
sugieren que éstas constituyeron, dentro de los parámetros del propio régimen,
coyunturas donde se expresaron distintos consensos y conflictos. El hecho de que
la competencia electoral no fuera “democrática” no significó que no hubiera,
política electoral.
308 AHUIA-CPD, Ciudad de México, 7 de junio de 1887. 309AHUIA-CPD, 6 de octubre de 1887. 310AHUIA-CPD, 24 de enero de 1888.
155
Esta política electoral se reflejó de manera más contundente y clara durante
la elección de 1892, en la cual los conflictos políticos tuvieron su punto de máximo
quiebre en Sinaloa por parte de dos de las más fuertes facciones, la del ingeniero
Mariano Martínez de Castro y la del general Francisco Cañedo. La elección
también reflejó símbolos de la política electoral moderna como la formación de
clubes, la publicidad electoral de la prensa, las manifestaciones y el discurso
público en favor de un candidato u otro, elementos todos, que si bien no habían
desaparecido en su totalidad de la política electoral sinaloense si se encontraban
bastante disminuidos por el control del poder político de los dos grupos
dominantes que en esta ocasión se enfrentaban.
La campaña se inició con la formación de clubes políticos tanto de un bando
como de otro, principalmente en el sur y centro del estado. En esta ocasión el
grupo de Francisco Cañedo llegaba como el grupo opositor, mientras que el de
Mariano Martínez de Castro era el círculo oficial al mando del ejecutivo. Francisco
Cañedo hizo del puerto de Mazatlán su principal bastión político, lugar desde
donde se operaria toda una campaña a su favor. En el puerto se formó el club
político cañedista más importante presidido por el empresario y contratista Jesús
Escovar, vice presidido por Lauro Muro, el periodista Juan B. Izabal se hizo cargo
de la secretaria y Francisco Piña de la tesorería del club a quien también
pertenecieron otros personajes relevantes de la vida económica, política y cultural
del puerto como lo fueron Alberto Beteta, quien se convertiría en tesorero
municipal, el coronel Andrés L. Tapia, el licenciado José Pérez Gómez, el
periodista y abogado Daniel Pérez Arce, el licenciado y prefecto de Mazatlán
Manuel L. Choza, los doctores Pablo M. Parra y Enrique Pérez Arce así como el
director de la Aduana Marítima Cecilio Ocón, entre otros311.
311 La Opinión de Sinaloa, 14 de febrero de 1892, p. 2. Redacción, “Club Porfirio Díaz y Francisco Cañedo de
Mazatlán. Acta de instalación”. Otros de los miembros fueron: Ignacio Ramírez, Pedro P. Peláez. Lic. José A.
Meza, Ángel C. Nuño, Samuel Hijar, Rafael L. Portillo, Juan C. Farber, Lic. Alberto Iriarte, Ramón Varela,
Luis C. Espinoza, Adolfo O’Ryan, Francisco Quevedo, Ignacio T. Guerrero, Florencio Carrasco, Teodoro
Cruz, Ramón Savedra Gómez, Martín Camacho, Ing. Ramón Gómez Peña, Enrique Navarro, Cirilo G. Rivas,
Francisco Bárcenas, Tiburcio Navarro, Sebastián del Peral, Manuel Gómez, Pablo G. Fernández, Lic. Albino
A. Pulido, Epigmenio Rivas, Francisco Breceda, Pedro Castañeda, Enrique Linares, Lic. Jesús Río. En
adelante LOS.
156
En la organización de la campaña electoral, el Club Pro Díaz y Cañedo se
dio a la tarea de organizar bailes, tertulias, manifestaciones políticas y demás
actos electorales en favor de estos dos personajes. El acto de campaña más
importante se realizó el 2 de abril, como simbolismo de la batalla de Puebla y
entrada triunfal de Porfirio Díaz a esa ciudad durante la guerra con el ejército
francés. La manifestación comenzó desde las 5 de la mañana, hora en la que un
contingente de alrededor de 300 personas salió del rancho de la señora Joaquina
Sánchez. El contingente avanzó hasta llegar al Casino de Mazatlán en donde se
ofreció un banquete en honor de Cañedo amenizado por la banda de Elota312.
El club fundó en el puerto de Mazatlán el periódico La Opinión de Sinaloa el
20 de enero de 1892. La publicación fue dirigida por Alberto Beteta y Juan B.
Izabal, funcionando como órgano principal del Club Porfirio Díaz y Francisco
Cañedo. El objetivo del diario según se dio a conocer en su página principal fue el
defender y popularizar por todos los medios legales a su alcance las candidaturas
de Porfirio Díaz para presidente y Francisco Cañedo para gobernador del estado.
Diariamente se daban a conocer constantemente los nuevos integrantes del club
político de Mazatlán, así como de los otros clubes que se fueran formando a lo
largo del estado, en un comunicado publicado en el tercer número, los redactores
expresaron que: “consecuentes con nuestros principios y con nuestros
compromisos políticos venimos hoy al estadio de la prensa a luchar, si necesario
fuere, por nuestros candidatos313”.
Los articulistas que formaron parte de la publicación escribían
constantemente en contra del gobierno de Mariano Martínez de Castro, lo
acusaban de subdividir la opinión pública, “La opinión pública merece respeto;
uniformarla en favor de las entidades políticas que reúnan mayor número de
adeptos y mejores títulos es el deber sagrado de las autoridades dignas, de los
ciudadanos honrados que aman a la patria314”. También lo acusaron de no apoyar
oficialmente a un candidato como era la costumbre en cada sucesión, buscando
312 ES, 10 de abril de 1892, p. 1-2. Redacción, “La manifestación del 2 de abril”. 313 LOS, 14 de febrero de 1892, p. 1. Redacción, “Nuestras candidaturas”. 314 LOS, 21 de febrero de 1892, p. 1. Redacción, “Leed este artículo”.
157
con esto hacerle creer a los ciudadanos que el silencio del gobernador Martínez
iba a la par con su enemistad política con Cañedo y sus deseos de reelegirse, de
igual forma, se hicieron quejas formales sobre políticas represivas para la
formación de clubes Cañedistas, mientras que a los que apoyasen al ingeniero se
les dejaba sesionar en las oficinas públicas.
Parte superior de portada. Periódico La Opinión de Sinaloa
Fuente: Biblioteca Sebastián Lerdo de Tejada – Secretaria de Hacienda y Crédito Público (Foto:
Autor).
Conforme al paso de la campaña las acusaciones entre un grupo y otro
fueron subiendo de tono, El Occidental de Culiacán, diario dirigido por Francisco
Sosa y Ávila y promotor de la campaña de Mariano Martínez de Castro lanzaba
también constantes acusaciones hacía el grupo cañedista llamándolos fútiles
idolatras de la política personalista315, La Opinión contestaba: “¡Ahoguen sus
despechos los oficiosos corresponsales del Humaya, y convénzanse que con sus
mentiras tan mal urdidas solo ponen a su ídolo en ridículo!316”.
Lejos de pacificar la vida política y regularla según las pautas soñadas por
las élites liberales, la introducción del concepto de opinión pública alimentó los
conflictos317, ello porque la oposición vio en ella un medio poderoso como
315 El Correo de Occidente, 25 de marzo de 1892, p. 2. Francisco Sosa y Ávila, “Los idólatras”. 316 LOS, 17 de abril de 1892, p. 1. Redacción, “Inconsecuencias políticas”. 317 Annick Lempérière, “Versiones encontradas del concepto de opinión pública. México, primera mitad del
siglo XIX”, Historia Contemporánea, número 27, Donostia, Universidad del País Vasco, 2003, p. 580.
158
instrumento de combate y porque los gobernantes siempre se vieron involucrados
en el juego de la opinión, ya fuese patrocinando sus propias publicaciones o
distribuyendo manifiestos en las páginas de los periódicos locales y nacionales. La
oposición sinaloense, o los diferentes grupos o fracciones políticas durante el
porfiriato se movieron en dos ámbitos de sociabilidad, en primera parte, la opinión
pública y en segunda, los clubes políticos. En este sentido, la prensa de la época
funcionó como vehículo de comunicación entre partidos así como entre miembros
de sectores medios y altos interesados en la vida pública, los periódicos tradujeron
en sus páginas las discusiones que tuvieron lugar en otros espacios como las
cámaras legislativas y los clubs, pero también en reuniones familiares y de
amigos, en las tertulias, los cafés, el instituto y otros espacios de sociabilidad de la
época. La palabra y el término escrito cesaron muy pronto de ser solo un “arma”
para convertirse en la esencia misma del poder, en lo que dice, piensa o quiere el
pueblo, la palabra “opinión” se convirtió en una de las claves de la política
moderna de Sinaloa.
Fue a partir de 1892 y ya establecida la ley de reelección directa para los
gobernantes cuando la administración de Francisco Cañedo comenzó a
monopolizar el poder político de manera más evidente. Este control se logró a
partir de varios elementos como las reformas constitucionales que dotaron de más
poder de decisión al ejecutivo, al control de las Cámaras combinándola entre las
viejas generaciones fieles a Cañedo y a nuevos personajes que comenzaron a
aparecer en la palestra política. Miembros de una generación de políticos letrados
con estudios tanto en El Colegio Rosales como en ciudades de México y el
extranjero que llegaron a sustituir viejos ideales liberales por nuevas ideologías
como la educación y política científica, por último, al clientelismo económico que
Francisco Cañedo logró desarrollar alrededor de un círculo exclusivo de
empresarios mexicanos y extranjeros de explotaron a gran escala en ámbitos
como la minera, la industria, el comercio, la agricultura, entre otros, al estado.
159
Como en Estados Unidos, Francia e Inglaterra318, países pioneros en las
prácticas de las elecciones representativas, en México también existía la
corrupción y el fraude en las urnas como hechos habituales, al final, estos
elementos aunados al control político de los gobernantes fueron el motivo de su
éxito del dominio electoral, mismo que desencadenó el motivo de su fracaso, pues
llegó a tal grado de precisión que terminó por anular, vía simulación electoral, uno
de los elementos esenciales de la representación política: la participación
ciudadana en el acto electoral de primera instancia.
En un titular de primera plana de 1894, El Correo de la Tarde publicó una
nota a la cual llamó “La decadencia del sufragio”, la nota hablaba de un desarrollo
inaudito del sufragio después de la promulgación del Plan de la Noria,
especialmente en Mazatlán:
En 1878 vio Mazatlán por primera vez, una verdadera procesión cívica en que
vario gremios agrupados al pie de sus respectivas banderas recorrieron las calles
de Mazatlán proclamando su candidatura, que una prensa de mano de la imprenta
del Sr. Retes iba imprimiendo y los impresores repartiendo al numeroso concurso
que presenciaba el nunca visto espectáculo de un millar de hombres diciendo a
voz en cuello quienes eran sus candidatos y por qué319.
Para el redactor de la nota, el pueblo mazatleco comprendió entonces la
importancia del sufragio y ansioso, manifestaba en casa ocasión su predilección
por sus candidatos, pero, el escamoteo, los amagos de la tropa y la llegada de
otros servidores que no eran los que ellos pensaban habían elegido terminó por
cortar el voto de raíz. En otra publicación del mismo diario pero en 1900 y ante la
llegada del proceso electoral, el periodista Adolfo O’Ryan hizo una pregunta a los
lectores: “¿Por quién va a votar?”, por quien quiera pero vote, continuó, pues
según éste, las elecciones en Sinaloa de los últimos diez habían sido una farsa,
“para hablar con franqueza, aunque no escasean los que dicen que estas
elecciones serán una farsa también320”. Todo testimonio coincide: hacía finales del
318 Véase Louis Hartz, The liberal tradition in America. An interpretation of american political thought since
the Revolution, New York, HBJ Book, 1991. Véase también Patrice Guenuffey, Le nombre et la raison. La
Révolution francaise et les élections, Paris, EHESS, 1993. 319 ECT, 26 de julio de 1894, p. 1. Carlos F. Galán, “La decadencia del sufragio”. 320 ECT, 7 de enero de 1900, p. 1. Adolfo O’Ryan, “Noticias de un mazatleco”.
160
siglo XIX e inicios del siglo XX reinaba el desinterés en la participación política
simplemente porque no había competencia.
4.3.- Los intelectuales y la opinión pública
El trabajo de la prensa periódica, en especial el de los periodistas y otros
profesionistas que se dedicaron a plasmar opiniones dentro de sus páginas
complementaron el desarrollo de la cultura política en Sinaloa. Si lo previamente
establecido en los puntos anteriores nos permite observar el desarrollo de la
cultura política sinaloense en la configuración y actuación de la élite política, el
sistema asociativo, las redes de relaciones interpersonales y el ejercicio del voto,
todos estos como parte de “lo político”, conjurados en una dimensión inseparable y
profundamente penetrados del contexto de la acción sociocultural sinaloense, la
opinión pública fue un parteaguas dentro de este desarrollo.
En México, como bien lo menciona Annick Lempérière, la libertad de
expresar opiniones se dio en un momento de vacío de poder regio y fue, de
entrada, concebida como uno de los derechos del ciudadano, miembro de un
pueblo soberano321. El uso del concepto “opinión pública” nació con el contexto de
la libertad política que instituyó la nueva nación, se trataba de inculcar a los
ciudadanos las normas y los límites del uso de la expresión política y de cambiar,
mediante la formación de la opinión, los tradicionales modos de pensar.
Avanzado el siglo XIX, el atractivo de una prensa cada vez más regular y
recurrente comenzó a penetrar a los sectores medios y altos de la sociedad
mazatleca y sinaloense interesados en la influencia de la misma. Las estrategias
discursivas atrayentes avanzó el lugar de la prensa en los espacios públicos de las
sociedad porteña, el medio se constituyó así, en difusor de ideas y polémicas, en
constructor de lenguajes322.
321 Annick Lempérière, Versiones…Op. Cit., p. 566. 322 Fausta Gantús y Alicia Salmerón, “Introducción”, en Fausta Gantús y Alicia Salmerón (Coords.), Prensa y
elecciones. Formas de hacer política en el México del siglo XIX, México, Instituto Mora, pp. 11-14.
161
Gracias al avance en las técnicas de producción de imprenta durante la
segunda mitad del siglo XIX la prensa periódica sinaloense comenzó a interesar
cada vez más a más amplios sectores de la sociedad alfabetizada. Como producto
de esta mayor distribución, la prensa de opinión se estableció como el referente
inmediato para gobernantes y gobernados, incrustados dentro de una sociedad en
la que la opinión dejo de ser solo un discurso con información de referencia para
convertirse en motivo de acción.
Por ser Mazatlán el distrito sinaloense en donde más auge tuvo la aparición
de prensa periódica de múltiples temáticas y propósitos fue, naturalmente, en
donde la expresión de diversas ideas confluyeron con mayor afluencia provocando
con ello que el debate fuera más amplio y extenso en cuanto al número de
personajes que participaron en el. Las temáticas tratadas fueron variadas, ellas
van desde opiniones generalizadas en cuantos a la educación, la política, las
reformas legales y las formas de producción hasta las más locales como el
quehacer del gobierno estatal y municipal. Ya fuesen los mismos redactores de los
periódicos o articulistas que participaban con artículos de opinión en sus páginas
de vez en vez, la prensa porteña fue la de mayor influencia política en el estado y
un referente tanto para el gobierno en turno como para la oposición. Pero si para
el gobierno en turno la prensa resultó un aliado fundamental a la hora de los
comicios electorales y para enaltecer las acciones en pro de la sociedad, para esta
última no fue la diferencia, las facciones opositoras utilizaron los diarios como
medio para la denuncia ante la sociedad de actos de incompetencia política,
represión, fraude electoral, entre otros. De esta forma, la prensa periódica se
desarrolló en tres planos, en el de la exaltación de las obras gubernamentales, en
el de la opinión y en el de la oposición política, aquí trataremos los dos últimos.
Entre las temáticas tratadas dentro de los artículos de opinión de la prensa
porteña estuvieron la educación, las reformas a las leyes locales establecidas por
los gobiernos anteriores y el desarrollo económico de la región. Al ser el municipio
con el mayor número de instituciones de educación primaria, las opiniones
referentes a este tema fueron concurrentes, en la mayoría de ellos se cuestionaba
162
la forma en que esta se llevaba a cabo, y en especial, por el sistema educativo en
la cual se fundaba. Francisco Gómez Flores fue uno de los periodistas más
asiduos en cuanto a la opinión sobre el tema educativo sinaloense, criticando
sobre todo el actuar de la Junta Directiva de Estudios del Estado de Sinaloa,
quienes se encargaban de realizar los planes de estudios anuales y de escoger
los libros de texto que se utilizaría para esta labor al grado de solicitar en uno de
sus artículo que los miembros de la Junta volvieran en masa a la escuela por los
errores gramaticales que estos tuvieron en la realización de los programas de
estudios323. En otro de sus artículos se enconó en un debate sobre la cuestión
educativa con uno de los articulistas del periódico porteño El Pacífico, para quien
la religión era la única vía para el buen andar de los hombres y que esta, por lo
tanto, debería de permanecer en la educación básica, como buen liberal y
positivista, alumno, admirador y lector asiduo de Joaquín Baranda y de Gabino
Barreda, Gómez Flores contestó al artículo de su colega argumentando que por
ley y por ciencia, la religión se había separado del Estado y por lo tanto de la
enseñanza pública:
El que quiera que sus hijos aprendan religión pues mándelos a un establecimiento
particular en donde se les enseñe, que hay muchos, y si después se suicidan no
culpe a la religión si no al que inventó las armas y la pólvora. Lejos de participar
nosotros en lo más mínimo de las ideas de nuestro colega, creemos por el
contrario que las imperfecciones de que adolece la enseñanza actual dimanan
precisamente de que no se ha tenido el valor suficiente para desligarla por
completo de ciertas antiguallas que la rutina y la meticulosidad mantienen en píe.
El día que se formulen planes de enseñanza netamente positivos y se metodicen
los textos conforme a un sistema rigurosamente científico, se economizará tiempo
y trabajo, infundiendo a los alumnos las ideas por medio de procedimientos
encadenados y sólidos. El Estado sólo tiene la obligación de ministrar las nociones
indispensables para que la inteligencia no se extravíe en la adquisición de la
verdad, puesto que éste, no tiene la obligación de formar sabios ni sacerdotes,
sino ciudadanos.324
La crítica hacía las autoridades sobre el manejo de la educación no fue
mínima en prensa, la falta de insumos, de libros, el bajo salario a los educadores
así como la falta de estos, la poca importancia a la educación secundaria y
323 Merlín, “Cuestión gramatical”, en Francisco Gómez Flores, Humorismo…Op. Cit., pp. 119-122. 324 Merlín, “Enseñanza laica”, en Francisco Gómez Flores, Humorismo…Op. Cit., pp. 305-306.
163
universitaria en el puerto fueron solo algunas de las temáticas que más
provocaron el uso desenfrenado de la pluma critica de algunos articulistas de
Mazatlán. El Regeneración de los hermanos Flores Magón se destacó por seguir
desde el extranjero el manejo del gobierno de Francisco Cañedo al que
seguidamente criticó por diversos factores, uno de ellos fue, precisamente la
insuficiencia en la obra material educativa, en la publicación del 31 de marzo de
1901 se leía:
Siguiendo el Gobernador Cañedo la rutina general en nuestro país de preferir las
mejoras materiales, por más que las mejoras sean más urgentes en el orden
intelectual, e imitando servilmente a nuestro Gobierno que ha dado en bautizar al
sitio en el que se edificará el Palacio del Poder Legislativo, con el nombre
pomposo de “Plaza de la República” cuando suspiramos por una República,
también ha bautizado con igual mote un corral que sirva de paseo a los habitantes
de Mazatlán. Pero los referidos habitantes prefieren que se funden escuelas en el
Puerto. Las que hay son insuficientes, pues tienen ya un número de alumnos
superior al fijado por la ley. Sin embargo, los mazatlecos no pierden las
esperanzas de ver realizados sus deseos, pues desde hace muchos años, el
cerebro del Gobernador ha venido elaborando la idea de fundar dos escuelas más
en ese puerto. Ojalá concluya pronto tan laboriosa gestación en bien de la
juventud Mazatleca325.
De igual forma, en 1904, El Correo de la Tarde publicó un artículo del
profesor Juan Puga, para quien una buena parte de la juventud sinaloense estaba
condenada al alfabetismo por la falta de establecimientos docentes. Puesto que,
quitando a El Colegio Rosales, el niño quedaba desamparado de conocimiento a
los once años y nadie contrataba a niños de esa edad, manifestó que en el puerto
hacían falta obreros mecánicos, artesanos y agricultores que supieran aprovechar
el crecimiento económico en el que Mazatlán se encontraba en detrimento de no
dejarlo desvanecer, declarando que el gobierno no debía ni podía ensanchar la
instrucción pública326.
Pero el debate y las opiniones vertidas en la prensa no se limitaron a la
crítica del manejo de la educación local. Así como Francisco Gómez Flores en su
periódico La Voz de Mazatlán, otras publicaciones como El Socialista, El Monitor
325 Regeneración, 31 de marzo de 1901, p. 2. “Gestación Secular”. En adelante RGN. 326 ECT, 13 de enero de 1904, p. 2. Juan Puga, “Un asunto de vital importancia”.
164
del Pacífico, El Correo de la Tarde y El Colegio Independencia, publicación
exclusiva para temas educativos, los periodistas que laboraron en los principales
periódicos porteños a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX vieron en el tema
educativo local un tema fundamental para el desarrollo social y cultural de la niñez
sinaloense. Las propuestas acerca de las novedades en la cuestión educativa no
fueron pocas, en El Correo de la Tarde, por ejemplo, se publicaron con frecuencia
artículos de Emilio Rabasa, Porfirio Parra, Francisco Sosa y Ávila así como de la
educadora y directora del Colegio Independencia, María de Jesús Neda, en
muchos de ellos los autores se dedicaron a analizar las diferentes posturas de los
ideólogos de la educación como Herbert Spencer, Friedrich Froebel y Johann
Heinrich Pestalozzi, entre otros, para a partir de ahí, lanzar propuestas al ejecutivo
estatal y a las autoridades encargadas de la educación pública acerca del
quehacer educativo, otro ejemplo de ello es un artículo publicado por Ignacio I.
Escudero en donde el autor estableció la urgente necesidad de incluir las materias
de química y física como materias bases, al argumentar que la gran lucha que se
aproxima en el desarrollo global es la de la producción a gran escala, “y quienes
deben prevalecer son los discípulos de Franklin, pues de esto depende producir
alimentos baratos o comprarlos al extranjero327”.
La opinión pública también se concentró en múltiples ocasiones en la
cuestión municipal. El trabajo del cabildo y del prefecto fue motivo de críticas y de
elogios en muchas de las ocasiones para la prensa porteña, para quien estas dos
entidades representaban la función pública más importante en el desarrollo
municipal. No en vano, cuando la ley modificó la elección de los ayuntamientos
para dársela al ejecutivo mucha de la prensa porteña se quejó severamente de
estas disposiciones. El hecho de eliminar de facto el poder municipal para
entregárselo al gobernador en turno modificó por entero la labor política del
ayuntamiento obligándolo a convertirse en una entidad administrativa con poderes
mínimos de participación en las decisiones. Naturalmente, al ser Mazatlán el
distrito con mayor movimiento político y económico de Sinaloa, el poco manejo
político del ayuntamiento que le quedó a los funcionarios públicos contrario al del
327 ES, 22 de mayo de 1892, p. 2. Ignacio J. Escudero, “La instrucción científica en la escuela primaria”.
165
Prefecto, nombrado por el gobernador, provocó que en la prensa porteña se
publicaran números artículos respecto a esta temática. En diciembre de 1892,
Jesús Río y Madrid al referirse a la nueva ley de la administración municipal
manifestó que la nueva legislación provocaría que los ayuntamientos se
convirtieran en la quinta rueda de un auto, es decir, totalmente inútil, recordó que
fue en 1861 cuando se le dio a Sinaloa la independencia municipal por ley, siendo
uno de los primeros estados de la federación en hacerlo, se recobró la libertad que
se reclamaba con urgencia, concluyendo que:
La autoridad municipal es, y debe ser, un poder independiente como el ejecutivo,
al cual indebidamente se encontraba adherido y del que no debe de tener la
mínima dependencia, pues así ha salido del estado de nulidad en el que se
encontraba antiguamente. La corriente del centralismo está arrastrando a los
pueblos: la democracia se convertirá en mito: en honra de la actual administración
debe derogarse la ley vigente y restablecerse la del 23 de abril de 1861.328
A menudo las redacciones de la prensa porteña buscaban a colaboradores
externos para que emitieran opiniones sobre temas de actualidad tanto como
temas que tuviesen que ver con cuestiones legales o económicas, tal fue el caso
del licenciado Daniel Pérez Arce, quien en 1904 escribió un extenso artículo para
El Correo de la Tarde sobre las deficiencias en la ley del juicio de amparo y de la
pena capital, en donde criticó que el sistema judicial sinaloense siguiera ejerciendo
la pena de muerte por ciertos delitos sin que ningún amparo pudiese proceder aun
y cuando la autoridad no había realizado nada por mejorar la seguridad en el
estado329. La pena de muerte era un hecho legal que sólo se abolía por orden
directa del ejecutivo eliminándose de la constitución local hasta 1928. El ejercicio
de la pena de muerte no se realizó frecuentemente, quedando claro que las
críticas hechas hacia esta ley iban más allá de su posible aplicación si no que
estaban dirigidas hacía el poder que el ejecutivo pretendió demostrar al
mantenerlas en la legislación eliminando casi por completo la influencia de los
jueces civiles.
328 ES, 4 de diciembre de 1892, p. 1. Jesús Río y Madrid, “El nuevo ayuntamiento”. 329 ECT, 2 de febrero de 1904, p. 2. Daniel Pérez Arce, “La pena capital y el juicio de amparo”.
166
El periodismo no era aún en Sinaloa, hacía finales del siglo XIX,
considerada una profesión exclusiva y fueron pocos los personajes que se
dedicaron exclusivamente a él, esto a pesar de las múltiples publicaciones
periódicas que se generaron en el estado llegando a ser uno de los mayores
productores de periódicos con 17 emisiones periódicas simultaneas y 7 de ellas en
el Distrito de Mazatlán.
Dentro del universo de escritores dentro de la prensa sinaloense y porteña
se encontraron múltiples personajes que, además de plasmar sus opiniones de
vez en vez en los periódicos, se dedicaron a profesiones como la medicina, la
farmacéutica, la abogacía, la ingeniería, la docencia, entre otras, así tenemos el
caso, por ejemplo, de Martiano Carvajal quien se graduara como doctor en la
Universidad de Guadalajara, el caso de Juan Puga y Francisco Sosa y Ávila
quienes estudiaron en la Escuela Normal Nacional de México, Amado Nervo,
quien estudió filosofía y leyes en el Seminario de Zamora, Francisco Gómez
Flores estudió Farmacéutica en el Colegio de Tamaulipas, Carlos F. Galán,
director y redactor de El Correo de la Tarde por más de veintidós años, estudió
abogacía en El Colegio Rosales al igual que Jesús Rio y Madrid, director y
redactor de El Monitor del Pacífico (1877) y de El Socialista (1892) y Daniel Pérez
Arce quienes lo hicieron en la Universidad de Guadalajara así como Manuel
Bonilla quien colaboró por muchos años en El Correo de la Tarde y fue ingeniero
por el Colegio Rosales, solo por mencionar algunos de los articulistas de opinión
más representativos de la prensa en Mazatlán.
A pesar de dedicarse a la profesión para la que hicieron estudios
profesionales, su calidad de hombres de letras y ávidos lectores de los autores
más importantes del mundo occidental se vio reflejada en muchos de sus artículos
en los que las opiniones eran emitidas en base a posturas filosóficas como las de
Augusto Comte, François-René Chateaubriand, Alfonso de Lamartine, Jaime
Balmes, Constantin-François Chassebœuf de La Giraudais –mejor conocido como
el Conde de Volney-, José María Luis Mora, Ignacio Ramírez “El Nigromante”,
entre muchos otros más. La posibilidad que tuvieron los articulistas sinaloenses al
167
acceso de estos autores los llevó a reflexionar, en ocasiones, más allá de las
problemáticas del ámbito local, el papel de la democracia y todo lo que la forja, la
construcción de la república, la importancia de la opinión pública, etc., fueron solo
algunos de los temas de los que se opinaron en los periódicos del puerto.
En 1893, Amado Nervo publicó un artículo en El Correo de la Tarde en el
cual, a través de un recorrido histórico de las diferentes posturas filosóficas
iniciando con La República de Platón, El contrato Social de Juan Jacobo
Rousseau y El Genio del Cristianismo de Chateaubriand, resaltaba la importancia
de la filosofía en la construcción de las repúblicas:
Muchos años hace que los legisladores y los sabios trataban de poner en práctica
un gobierno soñado por su deseo de progreso. Las ideas de igualdad, fraternidad y
amor entre los pueblos despuntaban como débil fulgor de alba en los horizontes de
las antiguas épocas y, sin embargo, aún no aparece el sol de esa libertad e
igualdad tantas veces soñadas. El pueblo gemía sordamente, y allá en un confín
lejano habían aparecido nuevos hombres: los filósofos. En vez de armas usaban el
libro que difundía las ideas disolventes que se fueron acentuando poco a poco
hasta dominar sobre los cerebros de la multitud. Las naciones europeas ensayaron
el nuevo régimen. Los reyes fueron en adelante esclavos de una constitución
inflexible; su grandeza ha pasado para siempre como pasan las grandezas de la
vida, y Chateaubriand, el hombre de los presentimientos y de las nobles tristezas
exclamó desde la cúspide de aquel edificio que se cimbraba: “La democracia es el
gobierno del porvenir”.330
Más tarde, en sus memorias, Nervo escribiría sobre la importancia de
filósofo francés durante su formación como estudiante del Seminario de Zamora:
“El padre bibliotecario me prestaba los escritos de René, juzgándolos inofensivos,
y, ¡ay!, ese altivo y solitario melancólico determinó en mi espíritu una congestión
de sueños y tristezas infinitas”331. Un año más tarde Daniel Pérez Arce escribió un
artículo en el que, al igual que Nervo, se basó en La República de Platón, además
en La Teoría de los sentimientos morales de Adam Smith y en la Investigación
sobre los principios de la moral de David Hume. El texto de Pérez Arce hace notar
su amplio conocimiento sobre lo político y la política, sobre el deber ser de los
gobiernos, hace ver en el a los sentimientos y a las ideas como los dos grandes
330 ECT, 21 de enero de 1893, p. 2, Román, “La República”. 331 Gustavo Jiménez Aguirre, Amado Nervo…Op. Cit., p. 103.
168
pilares que se imponían en los gobernantes, teniendo estos la obligación de
someter a estas dos entidades al juicio de la filosofía en virtud de poder alcanzar
una mejor y “feliz” republica:
El alma es una verdadera república. El gobierno es popular, alternativo y
responsable. El poder público reside en la inteligencia, la voluntad y la conciencia,
es decir, la inteligencia, legisla, la voluntad, ejecuta y la conciencia, como tribunal
inapelable, administra justicia en toda la extensión del territorio. El poder municipal
reside en los sentidos, los cuales ejercen su autoridad bajo su dependencia
inmediata de los poderes generales de la república. La población está dividida en
dos grandes razas: sentimientos e ideas. La memoria constituye un
establecimiento nacional, que es a la vez archivo público, biblioteca y museo de
antigüedades. En esta oficina se recoge también la historia patria. El alma es un
ser esencialmente revolucionario, razón por la cual el gobierno es inestable; tan
pronto domina un sentimiento como otro. Y como las instituciones son
eminentemente democráticas, a veces los más bajos sentimientos y las ideas
luchan por obtener el mando de la república. Hay sobre todo, dos bandos políticos
intransigentes que viven en continua guerra: la virtud y el vicio. Felizmente la
conciencia abre su conciencia tan pronto se pacifica en ánimo y queda
restablecido el orden público; y después de instruir el proceso, sentencia
irrevocablemente de conformidad con los códigos de la moral. Estos expedientes
pasan íntegros a los archivos de la memoria para los efectos legales del
remordimiento. El amor es un mandatario peligroso porque generalmente aniquila
la soberanía nacional, sometiendo el territorio a una voluntad extraña. Moraleja:
solo es feliz esta república cuando gobierna la filosofía de un ministro con buenos
sentimientos.332
El lenguaje utilizado en los artículos de opinión de la prensa porteña no fue
diferente al de otras realidades sociales en el estado o en el país, en donde los
periodistas y escritores buscaron por lo general el progreso de la nación a base de
un buen manejo de las instituciones gubernamentales, un poder ejecutivo sólido,
una economía de oportunidad y un congreso que realizara las leyes de acuerdo al
contexto social que los permeaba. Fue una elite intelectual que escribe mucho,
opina, se asocia para promover proyectos culturales o de urbanización, busca
salidas a las constantes crisis de la política y que por lo general, creó escenarios
de mutua inteligibilidad en torno a consensos básicos, unión que sin embargo, se
disolvía constantemente durante el ardor de la política electoral y de las facciones
partidistas.
332 ECT, 14 de febrero de 1894, p. 2. Daniel Pérez Arce, “Verdadera república”.
169
Fue precisamente la prensa de opinión la que comenzó a dar realce en un
inicio a una lucha política más abierta. A partir de la libertad de imprenta que se
estableció en México con la segunda Constitución de Cádiz (1820-1821), se
comenzó a elaborar una teoría acerca del papel de la opinión pública y su papel
dentro del sistema político, la cual era ahora protegida por la soberanía del pueblo
y los derechos del ciudadano. Si bien en un inició la opinión pública fue vista como
el ejercicio perfecto para ilustrar al pueblo y crear un nuevo espíritu público,
romper con las costumbres y que la revolución mental que se había logrado para
las élites con el cambio político pudiera descender al pueblo, como lo sugirió José
María Luis Mora333, no tardo mucho tiempo para que, primero por medio de
panfletos así como publicaciones de escaso tiraje y paginado, para después dar
paso a una prensa periódica más extensa, los periódicos se volvieran en la
plataforma perfecta para iniciar campañas políticas, con o sin elecciones en
puerta.
Las palabras comenzaron a ser las armas que los actores políticos
emplearon en su combate, a través de ella se lograban exaltar a los partidarios,
movilizar a los tibios, pero sobre todo, denigrar a los enemigos. Sabemos de
antemano que el poder que lograron acumular los poderes en turno durante el
porfiriato en muchos estados de México los llevó a tener siempre a la mayoría de
las publicaciones de su lado, en parte por las subvenciones que se pagaban a los
dueños de los periódicos. Finalmente, muchos de los periodistas vivían de la
opinión pública.
Francisco Gómez Flores ejemplificó en una serie de conversaciones las
situaciones que un periodista se veía expuesto al realizar su labor en el Mazatlán
de finales del siglo XIX. En estas conversaciones se tiene a personajes de la vida
diaria como un ciudadano común, un funcionario público y un militar que al pasar
de la semana exponían sus comentarios al articulista. El ciudadano común, “que
de todo se queja”, le exponía a Merlín –pseudónimo de Gómez Flores- que la
333 Annick Lempérière, “Versiones…Op. Cit., p. 572.
170
tiranía militar que reinaba en el puerto y el estado era insoportable, la dictadura
hipócrita, minaba la soberanía de los estados; “ya no hay pudor civil, ya no hay
decoro político”, por su parte, el militar argumentaba que no era posible el
progreso sin orden, ni el orden sin disciplina, “la bayoneta es el símbolo de la
concordia”, a su vez, el funcionario público se le dirigía para pedirle que no
escribiera nada en contra del gobierno del estado, “se hace lo que se puede, y si
no somos felices, tampoco andamos a garrotazos”, y al referirse a la
administración municipal lanzaba una advertencia, “cuidado con dejar de la mano
los asuntos de la administración local, que no son muy católicos que digamos”,
cansado de las amenazas y de la imposibilidad de realizar una plena labor
periodística, al final de su artículo, Gómez Flores afirmó que “en vista de tanto
aprieto y en la imposibilidad de dar gusto a todos, Merlín declara solemnemente, a
la faz del mundo entero, que como periodista no tiene amigos, ni deja de tenerlos,
y dirá su parecer liso y llano sobre todas las cosas, cuando se lo pidan y la
mayoría de las veces sin este requisito”334.
Las complicaciones de la labor de la prensa a las que Gómez Flores se
refirió fueron mucho más difíciles para la prensa opositora, la cual tuvo una
importante presencia en el Sinaloa porfiriano a pesar del constante acosamiento y
represión de la que sus redactores fueron víctimas, teniendo como ejemplo el caso
representativo de José C. Valadés335. En 1882, Mazatlán vio nacer a La Espada
de Damocles, periódico de oposición política. En poco tiempo el semanario logró
alcanzar una alta popularidad entre los habitantes del puerto logrando llegar con
sus escritos a los oídos de la clase política sinaloense, volviéndose bastante
incómodo para el gobierno cañedista. El hecho de que existieran este tipo de
publicaciones era indicador de que alrededor del gobierno existía una oposición y
que las hostilidades a un año del cambio de gobierno habían comenzado, según
se lo hizo saber en una misiva en donde se trató el tema de la aparición de La
Espada de Damocles por parte de Bernardo Vázquez a Guillermo Carbó336. Por
334 Merlín, “Merlín a sus amigos (confidencias infernales)”, en Francisco Gómez Flores, Humorismo…Op.
Cit., p. 38. 335 Véase el caso en extenso en Capitulo I. 336 AHUIA-CPD, 27 de febrero de 1883.
171
órdenes de Francisco Cañedo, el prefecto de Mazatlán se lanzó en una acalorada
búsqueda para dar con los autores de dicha publicación, pues La Espada y otros
periódicos de oposición como El Foro seguían causando problemas, denostando
al gobierno ante la opinión pública. En marzo de ese mismo año la preocupación
creció ante la imposibilidad de dar con los autores de la publicación y no fue sino
hasta mayo en que, después de amplias investigaciones, se logró dar con algunos
de los autores, entre quienes destacó el doctor Pedro Tamés, nacido en Pánuco
en 1865 y egresado de la Universidad de Guadalajara. Se desconoce si el
resultado del descubrimiento del doctor Tamés como colaborador de La Espada
de Damocles fue perjudicial para él, pero el periódico dejó de funcionar para
después tener un breve despertar en 1887 aunque ya no con el éxito que había
logrado. Meses después del cierre de la publicación, Ramón Corral, quien se
desempeñaba como secretario de gobernación del estado de Sonora envió una
carta al general Guillermo Carbó en donde lo felicitaba por el cierre de La Espada
de Damocles, asegurando que el escarmiento provocaría que los enemigos de
Cañedo “caminaran más derecho”337.
La misma suerte corrieron otros periodistas a lo largo de la época, en 1891,
José Ferrel fue llevado a prisión acusado de haber desertado al ejercito años
atrás, aunque durante el tiempo en que fue prisionero, la opinión público identificó
a José Ferrel por la severidad con que criticaba al gobierno de Mazatlán y al de
Sinaloa en el periódico La Píldora. El 8 de septiembre de 1897 se condenó a
Alfredo Mora y Ortega a once meses de prisión y una multa de 500 pesos y a Juan
Heras -acusado antes por el mismo delito el 4 de enero y 24 de marzo- a seis
meses y una multa de 331 pesos por el delito de ultrajes al gobernador del
estado338, durante su detención se les decomisó una imprenta móvil y algunos
panfletos. Los empresarios Miguel Retes y Antonio Díaz de León fueron acusados
por el mismo delito un año después, logrando salir absueltos339, en 1899.
Prudencio L. Nava, fue acusado por escribir y distribuir una gacetilla en Mazatlán
337 AHUIA-CPD, 23 de mayo de 1883. 338 Francisco Cañedo Belmonte, Memoria…Op. Cit., p. 175. 339 Ibídem, p. 200
172
llamada Plaga Insoportable aunque después de un tiempo logro el
sobreseimiento340. Otro de los casos más ejemplares de la represión
gubernamental fue el que se cometió en contra de los licenciados Herlindo Elenes
Gaxiola y Alejandro Buelna –Hijo de Eustaquio, ex gobernador de Sinaloa-. Ambos
fundaron en Culiacán el periódico El Regeneración de Sinaloa y en 1900 el
periódico fue cerrado siendo condenados a dos años de prisión por el delito de
ultrajes al gobernador. Según el Regeneración de los hermanos Flores Magón, el
artículo que molestó al gobierno de Francisco Cañedo fue el siguiente:
¿Qué puede decirse en el estado de la administración de justicia? Indudablemente
que muy poco bueno. La administración de justicia, siempre que el Sr. Gral.
Cañedo ha sido gobernador tiene su calvario después de un angustioso vía crucis.
La sociedad toda se lamenta de la falta de garantías y todos se excusan de llevar
sus cuestiones ante los tribunales por falta de confianza. Más todavía, la justicia en
Sinaloa adolece de otro inconveniente, y quizá sea el más grave: que el Sr. Lic.
Rafael Cañedo, hijo del gobernador, litigue en los tribunales del estado. La
sociedad clama justicia y se halla, verdaderamente alarmada, al presenciar, como
lo está presenciado, que abogue el joven Cañedo, y la alarma es de todo punto
fundado, porque es lo mismo que si viera litigar al Sr. Cañedo. ¿Qué Juez podrá
pronunciar sus fallos imparciales sabiendo que una de las partes está
representada por el hijo del Sr. Gobernador? El Lic. Aviña fue el que llevó la
palabra (en el banquete) en nombre del Poder Judicial y brindó por la buena
administración de justicia que hay en el estado, principalmente desde que el hijo
del gobernador es litigante y jamás ha perdido un pleito. 341
Ante la prisión de Buelna y Gaxiola las críticas de diversos diarios
nacionales no se hicieron esperar, El Tiempo publicó durante varias semanas en
sus páginas acerca de que en todo el estado existía una violenta oposición a la
reelección de Cañedo, procurando callar a la opinión pública por todos los
medios342, de igual forma, el Regeneración hizo un seguimiento detallado del caso
y convirtiéndose en un férreo enemigo de la administración cañedista a partir de
entonces.
Hacía finales del siglo XIX y con la prensa independiente y oposicionista en
crecimiento, el gobierno de Porfirio Díaz logró que el congreso le aprobase una ley
340 Ibídem, p. 248 341 RGN, 7 y 15 de noviembre de 1900, p. 2. “Tropelías en Sinaloa”. 342 El Tiempo, 18 de abril de 1900. P. 2. Corresponsal, “De Sinaloa”.
173
en la cual se reprimieron ciertas libertades de imprenta establecidas en la
constitución de 1857. Acusando al gobierno de esta disposición, Francisco Gómez
Flores lanzó los siguientes cuestionamientos: “¿Qué objeto tiene ahora impedir la
libre emisión de las ideas, si caminamos por el sendero de la prosperidad y
acabaron para siempre las discordias fratricidas, según nos dice sin cesar el
mismo gobierno, en cuanto documento arroja a la publicidad?, ¿No se ha
inventado ya el expediente de corromper a los escritores por medio de
subvenciones dispendiosas, que con cargo a partidas imaginarias se llevan buena
parte del presupuesto?”343. La ley que reprimió la libertad de imprenta llevó a
prisión a un sin número de periodistas a partir de su promulgación lo que provocó
el cierre de múltiples periódicos que no se sujetaron a la subvención
gubernamental, pero que a la vez se vieron imposibilitados de sobrevivir por la
falta de recursos para su funcionamiento. En Sinaloa solo los periódicos más
importantes del estado lograron funcionar, en Mazatlán, por ejemplo, de las siete
publicaciones de prensa diaria que existían para 1887 solo quedaron tres para
1892, de los cuales, El Correo de la Tarde fue el único que logró mantenerse
hasta 1909.
Sin embargo y a pesar de su duración efímera, la prensa, tanto gobiernista
como opositora no dejó de editarse constantemente en Mazatlán y los articulistas
de utilizar a la prensa como el medio ideal para expresar sus ideas a la opinión
publica buscando influir en la cultura política de cierto grupos de la sociedad, unos
que defendían a toda costa la imagen del viejo gobernador y otros que se
cuestionaban cada vez más sobre la pertinencia de su administración. El aumento
de la producción periódica provocó un nuevo valor en la opinión pública, la cual,
combinada con la práctica de nuevas formas de sociabilidad lograron que
Mazatlán fuera la capital cultural de Sinaloa.
En el ámbito político, las publicaciones periódicas abrieron espacios para
pensar al país, sus problemas y posibilidades; junto con las logias, facciones y
343 Merlín, “Latinajos políticos (I.- ¡Ave Cesar!; II.- Scila y Caribdis; III.- Consumatum est; IV.- ¡Oremus!)”,
en Francisco Gómez Flores, Humorismo…Op. Cit., pp. 355-365.
174
partidos, articularon a la sociedad política y participaron en las pugnas por los
repartos del poder344. En el Mazatlán porfiriano la producción discusiva tuvo como
objetivo restituir y mediar el pasado de la memoria colectiva dotándolo de un
nuevo sentido con el fin de generar adhesiones políticas y de proveer de
significación a la acciones de las diferentes facciones. Así pues, la muerte de
Francisco Cañedo no fue el motivo del inicio de la constitución de una nueva
cultura política en una sociedad que aspiraba a participar en la vida pública
permeando a muchos de los diferentes grupos de la sociedad, sino la oportunidad
perfecta de poner en práctica esa cultura que existía ya en los ideales más no en
las posibilidades. Para lograr esa oportunidad, uno de elementos más importantes
fue la palabra, la cual, como bien apunta Roger Chartier, es el dominio por
excelencia de la sociabilidad345. Ningún otro lenguaje, ni siquiera las imágenes,
pudieron competir con ella.
344 Fausta Gantús y Alicia Salmerón, “Introducción”, en Fausta Gantús y Alicia Salmerón, Prensa…Op. Cit.,
p. 11. 345 Roger Chartier y Daniel Roche, “Les livres ont-ils fait la révolution”, en Livre et Révolution. Mélanges de
la Bibliothèque de la Sorbonne, número 9, Paris, Aux Amateurs de Livres, 1988, p. 14.
175
CAPITULO V
¡Muerto el Rey! ¡Viva el Rey!
Sociabilidad y política. La coyuntura electoral de 1909
5.1.- El papel de los clubes políticos ferrelistas durante el proceso electoral
Primeros días del mes de junio de 1909. Empresarios, comerciantes, intelectuales,
profesionistas, líderes obreros, entre otros personajes, nacionales y extranjeros,
llegaban con asiduo, de mañana y tarde, a la casa ubicada en la esquina noroeste
de la calle Guelatao y Principal346. El motivo de aquellas visitas constantes se
traducía en un solo tema, la terrible salud que aquejaba al ya cuatro veces
reelecto gobernador del estado de Sinaloa, el general Francisco Cañedo
Belmonte.
Otro Francisco, pero este de apellido Valadés Félix, fue el anfitrión de
aquellas reuniones de fines políticos. Pronto, el día final en la vida de Francisco
Cañedo llegó, un 5 de junio de 1909, y mientras en Culiacán, la capital del estado,
se preparaba la pompa mortuoria del general, en el puerto de Mazatlán un grupo
cercano al farmacéutico y empresario siguió acercándose diariamente a éste con
motivos de decidir cuál sería el siguiente paso en la agenda política que, desde
tiempo atrás, se venía preparando para participar de manera activa en la política
electoral sinaloense.
Francisco Valadés Félix fue hijo del reconocido farmacéutico Juan Jacobo
Valadés y María Inés Rocha Félix, hija de uno de los más ricos comerciantes del
Sur de Sinaloa. De Juan Jacobo, José C. Valadés escribió:
Nació y creció en el liberalismo, no concurría a la iglesia pero era creyente,
alcanzó el grado supremo en la masonería, reunió poco más de 4 mil volúmenes,
la mayoría de medicina, filosofía y literatura. Sus filósofos preferidos fueron los
alemanes, leía también a Balmes, tenía también más de ciento cincuenta obras
346 Estas calles llevan actualmente el nombre de Ángel Flores y Belisario Domínguez respectivamente. En
José C. Valadés, Memorias…Op. Cit., p. 60-61.
176
escritas en latín y otras doscientas en francés, no faltaban las obras de
Chateubriand y Lamartine. Recuerdo haber visto tres ediciones de Los Girondinos
y La Restauración. He llegado a creer que mi abuelo y Lamartine coincidían en
imagen de un amor a la igualdad democrática que no menoscabase la tradición,
orden y pureza de las instituciones establecidas347.
De su padre, Francisco heredo el gusto por la filosofía del liberalismo
francés siendo asiduo lector del Conde de Volney y teniendo como libro de
cabecera Las Ruinas de Palmira, de igual forma gustaba mucho de la Historia de
Roma, interés adquirido por la amistad tan cercana con los hermanos Luis y Juan
Cannobio, fue la cautivación por la filosofía francesa uno de los motivos que lo
unió en amistad a Andrés Avendaño, pues el empresario y filántropo fue también
asiduo lector de los enciclopedistas y románticos franceses, ambos admiraban a
los viejos liberales mexicanos, en especial al Padre Agustín Rivera y a Ignacio
Ramírez, el grupo cercano al farmacéutico, al cual también perteneció el ingeniero
Manuel Bonilla, tesorero del estado durante los últimos años del gobierno de
Cañedo, los hermanos Tarriba, ricos mineros del Norte de Sinaloa y Luis Arzac,
siguieron las lecturas de Andrés Molina Enríquez, los hermanos Flores Magón,
Fernando Iglesias Calderón, Luis Cabrera y Francisco I. Madero348.
Vamos a ver como la sociabilidad vinculó, una vez más, la dinámica
relacional al juego político, pues antes de ser un grupo de intereses políticos y
económicos afines, el círculo cercano a Francisco Valadés tuvo una unión de
amistad, emoción que intervino indudablemente en la toma de decisiones futuras
pero que no se contrapuso al momento de la búsqueda de intereses comunes.
“Todos llegaban sonrientes”, escribió José C. Valadés Rocha –hijo de
Francisco Valadés-, “como si la desaparición de Cañedo hubiese alcanzado la
dicha de la sociedad349”. Entre los participantes de aquellas reuniones exclusivas y
secretas –hasta antes de la muerte de Cañedo- se encontraban personajes claves
dentro de la vida pública porteña, como los empresarios Andrés Avendaño,
Antonio Díaz de León y Jorge Berumen, profesionistas como los doctores
347 Ibídem, p. 65. 348 Ibídem, pp. 58-62. 349 Ibídem, p. 92.
177
Martiniano Carvajal, Miguel Maxemín y Gonzalo Pérez Castillo, el Lic. Herlindo
Elenes Gaxiola, Juan Puga y Felipe Valle, ambos profesores, el periodista
Heriberto Frías, Victoriano Siordia, el sacerdote Dámaso Sotomayor, así como el
reconocido líder obrero Lázaro Rodelo, entre muchos otros, para quienes la
muerte del general, junto con las recientes declaraciones del presidente Porfirio
Díaz al periodista James Creelman350 durante la época, significaban la perfecta
oportunidad para introducirse en las lides políticas y en la configuración de
intereses personales que por mucho tiempo se les había negado.
Las reuniones efectuadas en la casa de Francisco Valadés durante los días
previos a la muerte de Cañedo constituyeron el primer escenario de un debate
político en donde las ideas lograron su germinación para efectos de la realización
de un proyecto político que participase en la contienda electoral que se avecinaba,
en el cual, ya no solo se acogiera a un exclusivo grupo, sino que a este, se
unieran otros grupos interesados, y así, poder conformar un solo proyecto que
lograse configurar una política de participación ciudadana más amplia por medio
del uso efectivo del voto.
Como resultado de este proyecto se conformó un club político que
participaría en las próximas elecciones, las cuales se efectuarían el 8 de agosto
del mismo año. El llamado a la conformación de dicho club se hizo el día 9 de
junio. Por medio de un desplegado firmado por Francisco Valadés, Dr. Martiniano
Carvajal, Lic. Herlindo Helenes Gaxiola, Lic. Rosendo R. Rodríguez, Heriberto
Frías, Juan Puga, Rafael Miranda, Victoriano Siordia y Antonio Díaz de León, se
invitó a profesionistas, comerciantes, empresarios, asociaciones obreras y
mutualistas a asistir al Circulo Comercial “Benito Juárez”, en donde a partir de las
8:30 de la noche se llevaría a cabo la conformación de la mesa directiva del club,
350 La entrevista que concedió el presidente Porfirio Díaz al periodista James Creelman, en donde el primero
afirmaba que daba la bienvenida a cualquier partido oposicionista en México fue publicada completa por la
revista Pearson´s Magazine en marzo de 1908 y en fragmentos en diarios mexicanos como El Imparcial, El
Diario del Hogar, La Iberia y La Patria, durante todo el mes de marzo.
178
así como el nombre del club y el candidato, el cual sería elegido por medio del
voto mayoritario para que los representase en los próximos comicios351.
Durante altas horas de la noche del 9 junio quedó conformado oficialmente
el Club Democrático Sinaloense teniendo como base central de operaciones el
Círculo Comercial “Benito Juárez” ubicado en el corazón del puerto de Mazatlán,
frente a la plaza Machado y en la esquina contraria del edificio que albergaría a los
simpatizantes del grupo contrario, conocido como el grupo “oficial”, el Casino
Mazatlán. El Dr. Martiniano Carvajal, ex prefecto de Mazatlán, fue el encargado de
recibir a los asistentes con un discurso inaugural, “convencido de la importancia de
que los ciudadanos sinaloenses entrasen en acción de la vida democrática,
dejando de ver con indiferencia los asuntos públicos352”, posteriormente, se dieron
a la tarea de proponer y votar a la persona que habría de ser el candidato por
parte del club para la gubernatura.
Las candidaturas propuestas durante la reunión inaugural del club fueron
dos, por parte del grupo que encabezaba Francisco Valadés y Heriberto Frías se
propuso al periodista José Ferrel Félix, el grupo contrario, encabezado por el
Licenciado Herlindo Elenes Gaxiola y el Dr. Martiniano Carvajal propusieron la
candidatura del Lic. Juan Bautista Rojo. El escenario político que se avecinaba fue
percibidle por ambos grupos políticos de la oposición. Un día después de la
muerte de Cañedo, el 6 de junio, Francisco Valadés escribió a su primo José
Ferrel, en dicha carta le hacía saber que en Mazatlán se “vivía una intensísima
emoción por la cuestión política”, que predominaba la idea de resistir cualquier
imposición de Ramón Corral hacía los personajes que en ese momento se
vislumbraban como los posibles candidatos oficiales como Jesús Almada, Diego
Redo o Rafael Uriarte, le hacía saber también las grandes posibilidades que
tenían de “influir poderosamente en la opinión pública” para los trabajos
electorales próximos a efectuarse, pedía Francisco Valadés a José Ferrel dos
cosas sumamente importantes para el momento, en primera, aceptar la
candidatura al gobierno del estado, o de lo contrario, aconsejarle a quien postular 351 AHUAS-FJF, 9 de junio de 1909. 352 AHUAS-FJF, 9 de junio de 1909.
179
y como trabajar una campaña política y, por segunda, “pulsar la opinión
presidencial” para efectos de poder contar con el aval de que el presidente Díaz
no ejercería su influyentísmo político hacía uno u otro candidato353.
La admiración de Francisco Valadés hacia José Ferrel, su primo, venía
desde la época en que Juan Jacobo –padre de Francisco- y Ferrel, formaron parte
de las logias masónicas bélicas que apoyaban al presidente Juárez y al proyecto
reformista durante la intervención francesa en la ciudad de Guadalajara. “De
Ferrel, mi padre obtuvo el odio a las tiranías y el amor a las libertades, por su
parte, mi padre llevo a su primo la idea de asociación y apoyo mutuo354”.
Si bien es cierto que la amistad, antes de tener a veces un contenido
político, es primero un valor en sí misma, una realidad que precede, en la mayoría
de los casos y que sobrevive las más de las veces, a todo compromiso público. En
este caso, la amistad y familiaridad será, como en muchos casos dentro de la
política del siglo XIX mexicano hasta nuestros días, el vehículo principal de las
ideas y solidaridades políticas355.
Finalmente, la candidatura de José Ferrel, con el apoyo del grupo de
Valadés, se proclamó por encima de la del Lic. Juan B. Rojo con 112 votos a favor
del primero y 30 votos a favor del segundo, a consecuencia de esta decisión los
conflictos entre ambos grupos no se hicieron esperar, aunque después de una
“acalorada discusión356” entre ferrelistas y rojistas, estos últimos decidieron
adherirse a la candidatura de José Ferrel. La inexperiencia dentro de la
organización política y el interés tanto de unos como otros desestabilizó por
momentos la conformación del Club Democrático Sinaloense, finalmente, un grupo
político de base, también en el interior, no es más que una célula de sociabilidad
en la que se ha manifestado una opinión común y, cuando estas no logran acordar
un punto de equilibrio, las interconexiones entre unas y otras suelen llegar a
353 AHUAS-FJF, 6 de junio de 1909. 354 José C. Valadés, Memorias… Op. Cit., p. 16 355 François Xavier Guerra, México…Op. Cit., p. 149. 356 AHUAS-FJF. 9 de junio de 1909.
180
romperse357. La política de masas consiste en establecer un grado de relación
entre los círculos de poder, de intereses y de ideologías diferentes que reúne un
partido o club político.
En una segunda sesión, celebrada el 11 de junio, fue necesario hacer una
reelaboración de la mesa directiva por la renuncia de algunos partidarios del Lic.
Juan B. Rojo que habían quedado como parte de la misma. Los llamados “rojistas”
condicionaron su participación como grupo activo dentro del Club Democrático
Sinaloense y en la campaña opositora a la conformación de una mesa directiva
“plural”, en donde los principales líderes de uno u otro grupo no participaran en
ella. Entre los renunciantes se encontraron el Dr. Martiniano Carvajal, quien en
primera instancia fungió como presidente del club y fue sustituido por el Dr. Miguel
Maxemín, Francisco Valadés había sido nombrado vice-presidente el cual fue
removido, ocupando su lugar el periodista y director de El Correo de la Tarde,
Heriberto Frías, hombre de toda su confianza, pero eliminando la figura de la
vicepresidencia y quedando como secretario, otros renunciantes fueron el tesorero
Antonio Díaz de León, su lugar fue ocupado por Andrés Avendaño, Fortino Gómez
y Rosendo R. Rodríguez, prosecretarios en un inicio, fueron sustituidos por el Prof.
Felipe Valle y el Dr. Gonzalo Pérez Castillo, por último, los vocales Ricardo Pico,
Victoriano Siordia y Juan Puga dejaron su puesto a Francisco Piña y Lázaro
Rodelo. Luis Rivas, Rafael Miranda y José Gómez Llanos fueron parte de la mesa
directiva desde un inicio sin ser removidos358.
Cuando la política se vuelve demasiado apasionada, las relaciones
mundanas no resisten359, y las condicionantes expuestas por la mayoría del grupo
relacionado con la candidatura de Juan B. Rojo fue un claro ejemplo de ello al
terminar exigiendo el nombramiento de este para cumplir con el apoyo prometido
hacía la campaña del Club Democrático Sinaloense, de sus partidarios, tan solo el
Lic. Rosendo R. Rodríguez y el Prof. Juan Puga siguieron dentro del Club. La
ruptura entre unos y otros se debió a la desunión que hubo para poder configurar y
357 Maurice Agulhon, El círculo…Op. Cit., p. 119 358 ECT, 11 de junio de 1909 359 Maurice Agulhon, El círculo… Op. Cit., p. 123
181
nivelar las relaciones de poder así como los instrumentos y expresión de la acción
política a realizar, condicionantes puestas casi de facto por las características
socioculturales de cada colectividad. Tres días después, el 14 de junio, Juan B.
Rojo publicó un desplegado en El Correo de la Tarde afirmando que no temía a la
lucha de los partidos pero obligándolo las circunstancias tomaba la decisión de
separarse de la contienda, determinación que juzgó como honrada y patriótica,
solo me guía, expuso, “la mira de favorecer como pueda las prácticas
democráticas en defensa de los interés de mi Estado”360.
El acto de conformación pública del Club Democrático Sinaloense realizada
por sus miembros y dada a conocer por medio de publicaciones en la prensa no
fue sólo por el hecho de buscar mediante el uso de estos recursos el acercamiento
de un mayor número de miembros, sino que obligadamente, la formación del Club,
y en general de todos los clubs ferrelistas organizados en el estado, tuvieron que
ser de conocimiento gubernamental. Recordemos que para la Constitución del
Estado de Sinaloa de 1894, el concepto sobre el derecho que tenían los
ciudadanos sinaloenses de poder asociarse para tratar asuntos públicos fue
eliminado361, y no fue, sino hasta la implementación del Código Civil del Estado de
Sinaloa, implementado a partir de 1903, en que la posibilidad de formar una
asociación o club con fines de utilidad pública362 abrió una laguna legislativa que
posibilitó a la oposición en Sinaloa en la tarea de la asociación política
legítimamente, esto además de que la formación de partidos políticos no estaba
denegada por la Constitución Federal.
Conforme al paso de la campaña ferrelista, el sentido de asociación política
de los ciudadanos del puerto de Mazatlán fue incrementándose. Con la finalidad
de poder lograr llegar a un mayor número de votantes, el Club Democrático
360 AHUAS-FJF, 14 de junio de 1909. 361 La facultad de asociación para tratar asuntos políticos apareció hasta la constitución de 1884, en el título
III, “De los ciudadanos sinaloenses”, articulo 13, fracción IV: “Son obligaciones del ciudadano sinaloense:
asociarse para tratar asuntos públicos”. Ley que desaparece con las reformas constitucionales de 1894. En
Héctor R. Olea, Sinaloa…Op. Cit., p. 231. 362 Código Civil del Estado de Sinaloa, artículo 27, fracción II, “Son personas morales y con tal carácter
tienen personalidad jurídica las asociaciones o corporaciones temporales o perpetuas fundadas con algún fin o
por algún motivo de utilidad pública, o de utilidad pública y particular juntamente”. En Gobierno del Estado
de Sinaloa, Código…Op. Cit., p. 134
182
Sinaloense llamó a los diferentes sectores de la sociedad civil a conformar su
propio club político que dependiera del democrático sinaloense como la entidad
central. Conforme al aumento de las actividades de una asociación, su
fortalecimiento interno es imprescindible para el correcto funcionamiento de la
misma y el Club Democrático Sinaloense buscó precisamente esa cohesión
interna mediante la integración de los líderes de los diferentes clubes ferrelistas en
alguna de sus comisiones como las de manifiesto, propaganda, prensa y
colecta363. Así, el Club Democrático Sinaloense en sus periódicas reuniones
dentro del edificio del Circulo Comercial “Benito Juárez” no sólo fungió como un
medio de apertura al debate político en donde las diferentes propuestas e ideas se
articulasen para dar sentido y practica a los medios de acción para la campaña, y
que a su vez, los líderes los dieran a conocer en los diferentes clubes ferrelistas,
sino que además, se convirtió en un espacio físico propicio donde sus integrantes
lograron expresar sentimientos, inconformidades, recitar poemas, canciones,
discursos políticos a favor de José Ferrel, etc., es decir, en un espacio natural para
el desarrollo de formas de sociabilidad política moderna, aquellas que fueron
conformadas por la voluntad propia de los asociados siendo ellos mismos quienes
pudieron redefinirla en todo momento364.
Nueve fueron los clubes ferrelistas conformados a lo largo de la campaña
política de 1909, todos ellos, creados por un exclusivo sector en donde se
agruparon personajes afines a los intereses de los miembros de cada uno de ellos.
La estructura de los clubs políticos ferrelistas tuvo una cierta cohesión, es decir, se
conformaban por un presidente, un vicepresidente y en ocasiones –dependiendo
del número de afiliados- se contaba con secretarios, vocales y contadores. Los
nombres de los clubes fueron dados generalmente en relación al grupo por el que
eran conformados, como el Club Democrático Obrero, conformado por
trabajadores de las distintas industrias establecidas en el puerto y poblaciones
vecinas o el Club Democrático Marino, conformado por trabajadores de la aduana
y el muelle. (Anexos – Cuadro 3)
363 AHUAS-FJF, 9 de junio de 1909. 364 François-Xavier Guerra, Modernidad…Op. Cit., p. 89
183
Contrario a lo anterior, las actividades de los clubes ferrelistas no tuvieron
una agenda en común sino que estos trabajaron en virtud de los objetivos de cada
uno de ellos, invitando, haciendo llamados públicos, organizando reuniones o
manifestaciones. Como ejemplo de las actividades está la del Club Juvenil
Democrático que invitó a los jóvenes de Mazatlán a seguir el ejemplo de otros
partidos nacionales como el Nacional Democrático o el Reyista 1910, su
presidente, Justo V. González, insistió en el llamado, que las fechas eran
sumamente propicias para el inicio de un movimiento hacia la revitalización de la
democracia, a lo cual se añadía:
A la juventud inteligente y estudiosa, a la trabajadora, a la que se desvela en el
cumplimiento de su deber; a la que no se encuentra corrompida por los vicios que
atacan a una parte de la sociedad actual; a esa juventud que se levanta, y que es
nervio y que es fuerza, a esa me dirijo y la invito cordialmente para que encabece
en esta ciudad un movimiento hacia el ejercicio de los derechos de ciudadano y
contribuya de esa manera con su óbolo, a la posible realización del sublime ideal
democrático, que es la fuerza de los pueblos grandes y de los pueblos altamente
libres.365
Veinte días después, Salvador Aguilar y José Pérez Alemán enviaron una
notificación a las oficinas del Club Democrático Sinaloense haciéndoles saber la
decisión del Club Democrático Obrero de unirse a la campaña de José Ferrel ante
la solicitud de su candidato original, José Castello, a declinar en su candidatura366.
Generalmente, ante la conformación de un club ferrelista, la notificación se hacía
hacia tres diferentes destinos, uno de estos era el Club Democrático Sinaloense,
club central de la campaña de José Ferrel, los otros dos eran directamente el
candidato gubernamental y el presidente de la república, Porfirio Díaz. Ejemplo de
ellos fueron los telegramas a Ferrel y Díaz por parte de Dámaso Sotomayor,
presidente del Club Juvenil Ferrelista367 –club al que perteneció Rafael Buelna-,
así como los telegramas de Rodolfo Martínez, presidente del Club Marino “José
365 AHUAS-FJF, 8 de junio de 1909. 366 AHUAS-FJF, 29 de junio de 1909. 367 AHUAS-FJF, 4 de julio de 1909.
184
Ferrel”368, José Gómez Llanos, presidente del Club Sufragio Libre, representante
del gremio de los abastecedores369 y de Arturo M. Butchart, presidente del Club 12
de abril, representante de lancheros y jornaleros de las empresas La Nacional,
Gambrinus y de Lanchas A. M. Butchart370.
Ya fuese por medio de la constitución de un club oficial o simplemente con
la adhesión publica por medio de la prensa porteña, los diferentes gremios de
trabajadores industriales porteños fueron incorporándose a la campaña ferrelista.
Ejemplo de ellos fueron los de cincuenta trabajadores de la compañía
ferrocarrilera Sud-Pacifico que constituyeron el Club Galeana371, los cuales tenían
sus reuniones en la llamada Casa Redonda, así como los miembros del Club
Hidalgo, conformado por el gremio de ojalateros de Mazatlán372.
Las asociaciones mutualistas y obreras, de larga tradición para los
trabajadores de las industrias de Mazatlán, en su mayoría permanecieron ajenas a
la campaña política. Debido a la alta cantidad de miembros con que las
asociaciones más importantes del puerto contaron, el aglutinamiento de la mayoría
de sus miembros a un proyecto político en común resultó imposible por los
diferentes intereses políticos que al interior de ellas. Los líderes de las
asociaciones que decidieron integrarse a la campaña ferrelista lo hicieron
incorporándose directamente al Club Democrático Sinaloense y, a través de él,
integrar a la campaña a la mayor cantidad de trabajadores industriales posibles, tal
fue el caso de Lázaro Rodelo, líder de la Sociedad Ignacio Zaragoza, miembro de
la mesa directiva del Club Democrático Sinaloense y miembro también del Club
Democrático Obrero, bajo el cual se integraron trabajadores de la fundición de
Sinaloa y de otras importantes industrias como la tabacalera373.
La importancia que representaron los clubes ferrelistas durante la campaña
política no fue mínima. Estos fueron los encargados de distribuir las ideas políticas
368 AHUAS-FJF, 13 de julio 1909. 369 AHUAS-FJF, 15 de julio de 1909. 370 AHUAS-FJF, 3 de agosto de 1909. 371 ECT, 6 de julio de 1909. 372 AHUAS-FJF, fecha ilegible. 373 ECT, 17 de julio de 1909.
185
del proyecto de oposición al interior de las fábricas, en las reuniones familiares o
en las cantinas y salones de juego, su participación también fue primordial dentro
de los mítines y marchas organizados por el Club Democrático Sinaloense ya
fuese en la entrega de propaganda política o en la recitación de algún verso,
poema, idea o canción a favor de José Ferrel. La agenda de los clubes ferrelistas
no concordó con la de las reuniones del Club Democrático Sinaloense, estos
tenían en su interior su propia organización de estructura al igual que su
reglamento.
Los líderes de los clubes ferrelistas lograron involucrarse de manera muy
activa dentro de las decisiones que el Club Democrático Sinaloense tomó a lo
largo de la campaña. A estos se les invitaba a las reuniones extraordinarias
celebradas dentro de las instalaciones de la pastelería y cafetería “La Fama”, los
cuales, junto con la mesa directiva del Club Democrático Sinaloense y los
empresarios que apoyaron la campaña ferrelista tomaban las decisiones de las
acciones políticas a implementar durante el desarrollo de la campaña así como
para “tratar asuntos de mayor importancia”374. Tal fue el éxito de los clubes
ferrelistas que Francisco I. Madero constantemente le pidió a Heriberto Frías que
le mandase una lista de todos los clubes ferrelistas y sus domicilios, la finalidad,
ponerse en contacto con sus líderes, enviarles números de su periódico, El
Demócrata y unirlos a la campaña antireeleccionista después del 8 de agosto de
1909375.
Los actores políticos modernos nacen en el mundo de la elite, sobre todo la
elite cultural, siendo ellos los primeros en reagruparse en formas de sociabilidad
moderna como el club y pensándose a sí mismos como ciudadanos376, y esto se
vio reflejado en los nombres que conforman los clubes ferrelistas, todos ellos,
374 Aparecen convocatorias para reuniones extraordinarias en “La Fama” por lo menos en cuatro fechas: 14 de
junio, 24 de junio, 17 de julio y 4 de agosto de 1909. Entre los firmantes para asistir a las convocatorias
aparecen Miguel Maxemín, Gonzalo Pérez Castillo, Jenaro Noris, Rafael Miranda, Rosendo R. Rodríguez,
Francisco Piña, Felipe Valle, Luis F. Arzac, Lázaro Rodelo, Andrés Avendaño, Francisco Valadés, Victoriano
Siordia, Heriberto Frías, Dámaso Sotomayor, Francisco Piña, Genaro Noris, Joaquín Milán, Antonio Espinoza
de los Monteros, José Gómez Llanos, Gaudencio Morales y Marcos Noyola. AHUAS-FJF. 375 Archivo de Don Francisco I. Madero, Epistolario, Tomo I, México, INEHRM, 2012, pp. 727-730. 376 François-Xavier Guerra, Hacia una nueva historia política: Actores sociales y actores políticos. En
François-Xavier Guerra, Figuras…Op. Cit., p. 29
186
miembros de la elite cultural y de la llamada “clase media”. En el inicio,
naturalmente se trató de grupos bastante restringidos que después buscaron
medios de distribución y acceso a toda la sociedad. Para este propósito, las
asociaciones obreras, como grupos previamente constituidos y solidificados,
fueron el aparato perfecto para contribuir al cumplimiento de esta acción. Las
asociaciones que se unieron por medio de la formación de clubes ferrelistas a la
campaña de 1909 contribuyeron a crear, entre los obreros, un complejo de
creencias y actividades políticas que se basaron en ofrecer a sus integrantes una
forma de vida diferente de la del sistema social y político dominante, el cual, según
estos, afectaba al trabajo y a su mismo desarrollo. Mediante la puesta en marcha
de distintas actividades como la manifestación y el discurso, además del uso de
símbolos, de insignias y de frases cumplieron dos fines, el primero fue ser medios
de difusión y propaganda y el segundo, un canal de reclutamiento de nuevos
miembros para la campaña política.
5.2.- La prensa. Maquinaria de una pedagogía electoral
La distribución del planteamiento político-electoral de los ferrelistas no solo llegó a
la ciudadanía por medio del trabajo de difusión al interior de los clubes ferrelistas.
Si la campaña tenía alguna posibilidad de triunfar habría que llegar hasta el último
rincón del distrito para dar a conocer el proyecto político, convencer e instruir
acerca del voto a una sociedad predominantemente rural, en ocasiones con
intereses para con el grupo llamado “oficial”, todo ello representó una dificultad
predominante para los partidarios del ferrelismo.
A partir del inicio de la campaña política, el periódico El Correo de la Tarde
fue la tribuna más importante para la difusión de la candidatura de José Ferrel. El
encargado de hacer el primer llamamiento, aún con la incertidumbre de un
candidato político contrario que encabezase la campaña política fue el Lic.
Rosendo R. Rodríguez, el cual por medio del diario convoco al pueblo sinaloense
a “organizarse democráticamente”, informó que la muerte del gobernador Cañedo
187
llamaba a la obligación a no estar cruzados de brazos para participar políticamente
y que no sucedan, dijo, “las mismas pantomimas de siempre”:
¿Por qué, quién puede detener el paso de los pueblos hacia la conquista de las
libertades cívicas, hacia el ideal que ambiciona cuando has dado el primer paso?
Lo que interesa al pueblo es no marchar a la conquista de sus ideales
democráticos por extraviados senderos, si no por el sendero de la ley. Debe de
llevar a la contienda la fuerza del derecho y no el derecho de la fuerza. Sus
campañas deben de librarse en las urnas electorales y no en las faldas de la
montaña, para ello es necesario que se instruya lo mejor posible en sus derechos
políticos, y los ejercite en casa caso que se vaya ejecutando377.
Rodríguez, parte importante dentro del desarrollo del ferrelismo en
Mazatlán, instó también a los ciudadanos a formar uniones, a ilustrar a los clubes
existentes y a proponer candidatos; insto a las sociedades obreras a reunirse y
tomar los acuerdos convenientes de la situación, a los representantes del
comercio, de la banca y de la industria a acordar lo que más conviniera a
Mazatlán, pues solo así se podría dar un gran paso en la evolución política de
Sinaloa.
Conforme avanzaba la campaña política, los artículos Rodríguez publicados
en El Correo de la Tarde subían cada vez más de tono llegando incluso a maldecir
a Redo y a sus “manipulantes”, los científicos:
En la noche, que parecía infinita, ha despuntado el alba. A la luz vivificante del
despertar del día, hemos descubierto un cementerio sembrado de esqueletos y
cadáveres; los cadáveres y esqueletos de nuestros derechos muertos por asfixia
de la opresión. En el centro de ese cementerio, hay una gran cruz negra, que con
letras blancas lleva esta inscripción: ¡en paz descansen! Y en paz han descansado
por espacio de muchos años, debido a la apostacion política del pueblo; pero hoy
el pueblo comienza a inyectar el suero de la vida a esos cadáveres y esqueletos y
ellos se levantaran. Dejaran el cementerio en que yacen a la voz de ¡resucita,
resucita! Y el cementerio será entonces ocupado por los cadáveres y esqueletos
de los déspotas, de los tiranos, de los enemigos del pueblo y la cruz llevara esta
inscripción: ¡malditos sean! Y malditas serán las páginas de la historia a través de
los siglos de los siglos. ¡Porque abofetearon al pueblo! ¡Porque lo escarnecieron!
¡Porque lo vilipendiaron! ¡Porque asesinaron sus derechos!378
377 ECT, 9 de junio de 1909, p. 2. Rosendo R. Rodríguez, “A organizarse democráticamente”. 378 ECT, 19 de julio de 1909, p. 1. Rosendo R. Rodríguez, “¡Maldita sean!”.
188
De igual forma, Felipe Valle y otros docentes miembros del Club
Democrático Sinaloense, como el profesor Juan Puga, participaron
constantemente en difundir la campaña ferrelista por medio de El Correo de la
Tarde, el mismo día 9 de julio, fecha en que se designó a Ferrel como candidato
del Club Democrático Sinaloense, Puga escribió en el diario: “Ha llegado la hora
de que cumplamos nuestros derechos como ciudadanos, será presente
organizarnos, formar clubs políticos, uniformar la opinión luchar con ánimo
esforzado, serenamente, para llegar a la consecución del ideal democrático”, y
continuaba:
Tenemos también con multitud de agrupaciones obreras que cuentan con valiosos
elementos, asociaciones recreativas, círculos, clubs, etc., en los que se agrupan
individuos de todas las clases sociales que tienen hambre de democracia379.
El poeta e intelectual colombiano José María Vargas Vila, fundador de
revistas en Venezuela y Nueva York como La Revista Ilustrada de
Hispanoamérica y Némesis, desde donde criticó a los gobiernos conservadores de
algunos países latinoamericanos y el gobierno estadounidense participó con El
Correo de la Tarde en la campaña ferrelista escribiendo un artículo llamado “A los
obreros, a la juventud”, en el cual los motivaba a luchar y a dar un ejemplo de
carácter “a los eunucos vacilantes que quisieran triunfar sin lucha, a los que se
avergüenzan hoy del acto valeroso de ayer, a los suicidad civiles que han dado el
timo del carácter y que en la hora de crisis, palidecen y se conturban380”.
El director del diario, Heriberto Frías, fue uno de los más activos en cuanto
a los artículos a favor del ferrelismo y en contra del candidato contario, Diego
Redo, se refiere. En sus publicaciones, Heriberto Frías constantemente llamó a
Redo, basura social, nulo político, cacique y eupátrida, se dirigió a él como un
efebócrata, haciendo alusión a que Redo era un “barbilindo, guapo, chulo, joven y
bello pero que políticamente valía menos que cero”:
Los efebos eran en la antigua Grecia hermosos y blancos donceles de diez y
ochos a veinte años que cultivaban las buenas formas, las armonías de las
379 ECT, 9 de junio de 1909, p. 2. Juan Puga, “Sobre la designación de ayer”. 380 ECT, 12 de junio de 1909, p. 1. José María Vargas Vila, “A los obreros, a la juventud”.
189
actitudes, la elegancia de los ademanes. Llamarle efebo a un grave, serio y viril
dizque próximo gobernador de un Estado donde ha habido hombres, verdaderos
hombres, no bonitos de mantequilla y azúcar, hombres como Domingo Rubí,
Antonio Rosales, Jorge Granados y Francisco Ferrel es burlarse del candidato y de
sus protectores381.
Según declaraciones de José C. Valadés Rocha, Heriberto Frías se
encerraba en el cuarto de su padre durante largas horas con pan, ajenjo, café y
caviar mientras este escribía artículos para El Correo de la Tarde382, no cabría
descartar tampoco el influjo de otras drogas al momento de redactar los artículos
por parte de Frías, puesto que era de conocimiento general, incluso dicho por él
mismo en la mayoría de sus novelas, la adicción que tenía por el alcohol y la
marihuana383.
Martiniano Carvajal, Miguel Maxemín, Dámaso Sotomayor, Victoriano
Siordia, José Gómez Llanos, Manuel C. Islas, Sixto Osuna, José Ortiz y José
Rentería fueron otros de los personajes que se expresaron a favor de Ferrel,
haciendo el llamado en la tribuna de El Correo de la Tarde a asistir a votar sin
temor alguno, manifestando que el voto era la única vía para alcanzar la tan
anhelada democracia. Los artículos no solo fueron utilizados como un medio
discursivo de coacción durante la campaña política en la prensa, se hizo uso
también de la declamación, de la música y del poema, Cecilio T. Miranda escribió
un poema dedicado a los “Humildes sinaloenses”:
Humildes sinaloenses que supieron, Alzar la frente, sin ideas impuras, Y al través
de los cielos entrevieron, Al gran Juárez surgir en las alturas. Humildes, si; pero
sus luchas duras, No quisieron cejar, ni se rindieron, Porque el cristas de sus
conciencias puras, No se empaña jamás. ¡No se vendieron! Los que, al decir de la
opinión aleve, No pasan de insensatos pesimistas, Nacidos en el seno de la plebe.
Los pobres, los humildes, los altruistas, Los que nunca su honor mancharse
puede, esos son, los honrados ferrelistas384.
381 ECT, 17 de junio de 1909, p. 2. Heriberto Frías, “¿Qué es un efebo? 382 José C. Valadés, Memorias… Op. Cit., p. 101. 383 Véase Heriberto Frías, El amor de las sirenas. Los destripados, Mazatlán, Tipografía y Casa Editorial
Valadés y Co., 1908. Y Heriberto Frías, El triunfo…Op. Cit. 384 ECT, 5 de julio de 1909, p. 1. Rafael Buelna, “¡Qué bajos!”.
190
Lo haría también Rafael Buelna, joven recién llegado de Culiacán a
Mazatlán al ser expulsado de El Colegio Rosales por encabezar una manifestación
a favor de José Ferrel, fue un líder fundamental dentro del movimiento juvenil
ferrelista en Mazatlán. Buelna tuvo una constante participación en el diario
porteño, en una de esas aportaciones dedicó un verso llamado “¡Qué bajos!”, al
periodista Julio G. Arce, vinculado a favor de la campaña de Diego Redo:
¿No has visto alguna vez hombres tan viles
que contra su opinión, por solo un peso
se esfuerzan por manchar, con dolo expreso
el honor de quien nunca son serviles?
¿Y entonces no has sentido que tus venas hiervan de honor
e indignación por eso?
¿No has pretendido entonces verle ileso
y librar ese honor de sus cadenas?
¿Es muy triste verdad? Muy triste es eso;
pero es que sufre más quien no se humilla
y quien por tres dineros no mancilla
aquello que en moral es más que un peso
pero al fin la verdad se impone y brilla
y he de quedar de las calumnias ileso385.
Cabe destacar, de igual forma, que si bien la mayoría de las publicaciones
con tintes electorales en El Correo de la Tarde durante la duración de la campaña
política tenían como destinatario la crítica hacia el candidato oficial, Diego Redo,
así como hacia los funcionarios públicos, en ocasiones, también se atacó a
personajes de la vida nacional, en especial al grupo conocido como “los
científicos”:
Los científicos son los mayores enemigos de la patria, hijos del conservadurismo,
del partido monárquico y religioso, individuos han hecho trabajos por arrebatarle el
poder al general Díaz, especulaciones administrativas, intrigas y pérfidas que han
valido para desprestigiar al general Reyes. Este funesto partido se ha afiliado a la
reelección de Díaz y Corral, al cual hay que atacarlo con dureza, como se merece,
para que por todo el pueblo sea conocido. La candidatura del Sr. Corral se ha
hecho por este motivo impopular y su derrochar se hace tanto más necesaria
cuanto que con ella no solo triunfaría la causa del pueblo, sino que hará caer para
385 AHUAS-FJF, 20 de julio de 1909. Publicado en El Correo de la Tarde el 21 de julio de 1909.
191
no levantarse, más a los enemigos de la patria y de las instituciones
democráticas386.
La opinión no solo fue la base fundamental de la campaña ferrelista en las
tribunas de El Correo de la Tarde. En función de que los afectos ferrelistas en
Mazatlán conocieran los trabajos en otras localidades, El Correo daba a conocer
los clubes organizados fuera de Sinaloa, fuesen rancherías, poblados u otros
distritos, de igual forma, se publicaba su mesa directiva, la ubicación del salón de
sesiones y otros datos relevantes. Por su misma vía se convocaba a reuniones
periódicas, se invitaba a manifestaciones públicas y se daban a conocer las quejas
de ferrelistas en contra de las autoridades por supuestos abusos de autoridad.
La promoción del debate ideológico a través de la palabra escrita y la
generación de una opinión pública que se asumiera como el juez de sus
gobernantes fueron algunas de las tareas de El Correo de la Tarde387. El que un
grupo no menor de intelectuales radicados en el puerto de Mazatlán y con
reconocimiento estatal y nacional, así como participaciones de actores políticos de
fuera se pronunciara, por medio del diario porteño, a favor de la campaña ferrelista
causo un impacto importante dentro de algunos sectores de la sociedad porteña.
Estos intelectuales constituyeron un sustituto imaginario de la sociedad que no
encontró durante mucho tiempo un eco a sus demandas, produciendo opiniones
que se difundieron en distintos ámbitos de sociabilidad y que a su vez, fueron
dotando de significación a un posible nuevo sujeto político –el pueblo- mientras
que ponían énfasis en reconstruir la relación de los individuos con el poder. Treinta
y cuatro años más tarde el poeta e historiador sinaloense, Manuel Estrada
Rousseau, preguntaría en su obra El cuarto poder, en la cual aborda sobre el
papel e influencia del periodismo en la política de Sinaloa, ¿Quién, entre los
sinaloense no reaccionarios, osará a negar que por los artículos de Heriberto Frías
nos convertimos en cuerpo y espíritu a la religión de los de abajo?, asociando la
obra del periodista y a las páginas de El Correo de la Tarde a todos los que en
386 ECT, 30 de julio de 1909, p. 2. El Voto, “Los Científicos”. 387 Sergio Arturo Sánchez Parra, “La fuerza de la palabra escrita. El Correo de la Tarde: Un periódico
promotor del cambio político en Sinaloa”. En Ernesto Hernández Norzagaray (Coord.), La revolución
mexicana en Mazatlán, Culiacán, UAS, 2010, pp. 46-53.
192
1909 se unieron a la campaña política ferrelista, o como Rousseau lo llamaría, “al
idealismo y a la acción del fervor democrático”388.
5.3.- Sociabilidad política, sociabilidad urbana. Formas de apropiación
política del espacio público
La prensa no fue el único medio por el cual los organizadores de la campaña
ferrelista lograron involucrarse dentro del espacio público político. La calle y sus
espacios físicos como las paredes de casas y comercios constituyeron un medio
predominante para la distribución de la propaganda política. El Club Democrático
Sinaloense organizó constantes marchas y mítines a lo largo de la campaña
política, estas, estaban previamente organizadas, se preveía la distancia que
recorrería la marcha, la formación de cada una de las líneas de las comitivas y el
número de integrantes de cada una, el número de oradores a lo largo de la
marcha y el lugar específico para la pronunciación ya fuese del discurso, poema,
verso o canción. Durante las marchas, los participantes hacían uso de pancartas
con leyendas políticas, retratos con el rostro de José Ferrel y llevaban antorchas
encendidas.
Una de las manifestaciones más importantes fue la organizada el 20 de
junio, quince días después de iniciada la campaña, misma que sirvió para medir la
evolución de la aceptación de José Ferrel como candidato opositor en Mazatlán, la
marcha desfilo en el siguiente orden:
Descubierta de caballería.
Banda del 11vo. Batallón.
Estandarte Sres., doctores Gonzalo Pérez Castillo y Rafael Miranda, 1era
sección de acompañantes.
Estandarte señores Francisco Valadés y profesos Felipe Valle, 2da sección.
Orquesta de Enrique Navarro.
Estandarte señores Rosendo R. Rodríguez y Heriberto Frías, 3ra sección.
Estandarte Miguel Maxemín y Andrés Avendaño, 4ta sección.
388 Manuel Estrada Rousseau, El cuarto poder, Culiacán, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1943, p. 3.
193
Orquesta de Abundio Martínez.
Estandarte señores Lázaro Rodelo y Agustín Sánchez, 5ta sección.
Estandarte señores Joaquín Milán y Francisco Saldaña, 6ta sección.
Banda del Venadillo.
Estandarte señores Luis C. Rico y Carlos A. Álvarez, 7ma sección.
Estandarte señores Encarnación Balcázar y Agustín Airola.
Orquesta de Eligio Mora.
Estandarte señores Miguel Macías y Manuel Manzo.
Estandarte Luis Escobar y Francisco M. Álvarez.
Estandarte Manuel D. Milán y Cristóbal Limón.
Banda de Manuel Gómez.
Estandarte Victoriano Siordia y Dámaso Sotomayor y Arellano.
Estandarte Ignacio López Portillo y Federico Valdés389.
La indicaciones para la realización de la marcha preveía también que no
hubiera más hurras y aclamaciones que las iniciadas por los oradores desde las
tribunas y que las antorchas previamente repartidas se encenderían solamente al
terminar el discurso de Felipe Valle y al iniciarse de nuevo la marcha, las
indicaciones, se señaló, eran con motivo de dar a la manifestación popular el
mayor esplendor, solemnidad y lucimiento posibles, también, para que la música
de las bandas pudiera escucharse lo mejor posible.
Durante la marcha del 20 de junio, uno de los oradores fue el Dr. Gonzalo
Pérez Castillo, estacionada la marcha en la esquina de Sacrificio y Oro, el Dr.
Castillo se proclamó en plena lucha ante un enemigo que llevaba por armas las
diatriba y el insulto, dijo estar ante un momento histórico para Sinaloa al ser los
ferrelistas, los primeros en haber puesto frente a frente de las clases adineradas a
un candidato netamente popular, y continuaba:
Nosotros somos la clase obrera, pertenecemos a los humildes, a los
desheredados, pero con cuanto orgullo levantamos nuestra frente, porque del seno
del pueblo han surgido los grandes hombres […] Somos la clase obrera, en
nuestras fraguas se han forjado las espadas que han dado libertad a la patria, en
nuestros talleres se han labrado los broqueles para defender el honor de los
hogares, en nuestras cabañas se han forjados los hierros para destruir las
cadenas del esclavo y los hijos del pueblo han sido los destructores de la Bastilla
389 AHUAS-FJF, 20 de junio de 1909.
194
en Francia […] Persigamos nuestra lucha, cada cual está en un puesto, ellos, los
millonarios, en los castillos del federalismo, nosotros, los obreros, en las montañas
de la libertad […] Un grupo de científicos ha tenido a lanzar en estas feroces
tierras la manzana de la discordia simbolizada por la candidatura redista.390
La marcha terminó en el Círculo Comercial “Benito Juárez” y el encargado
del discurso de conclusión fue Francisco Valadés, en el hizo protesta de fe
republicana, credo político de sus mayores, jurando “cumplir y hacer cumplir el
derecho democrático de los pueblos no serviles, el sufragio libre”. Valadés se
refirió a la candidatura de Ramón Corral como el motivo de la agitación política
que reinaba en el país y que la manifestación que encabezaba el Club
Democrático Sinaloense era una agitación elocuente de que “el pueblo mexicano
conocía y quería hacer uso de sus derechos”, por encima de la imposición de
candidatos que no son “factura de la democracia”, Valadés, al final de su discurso,
citó a algunos de los autores franceses vinculados como precursores de la
revolución francesa e ideólogos de la democracia, a los cuales vinculó con el
movimiento ferrelista:
Por eso señores, en las circunstancias actuales debemos obrar como seres con
plena conciencia de su libertad, ya que la libertad, como dice Víctor Hugo, es el
órgano visual del progreso, o como dice el Predicador Raúlica, es la libertad de
hacer todo lo que es justo, legítimo y conforme a las leyes. Un pueblo sin partidos
sería un pueblo inconsciente, sería un pueblo servil, pero a los partidos no se debe
de venir ya cuando se tiene la seguridad del triunfo, ni con el temor de la derrota,
sino pletórica el alma de virilidad y de justicia, virtud que realiza las conquistas
morales, así como la espada obtiene las victorias y la inteligencia asegura las
supremacías políticas; pletórica el alma de virilidad y de justicia, para que el fruto
de nuestra acción lleve el sello de esa virtud, que es la verdad práctica, según
Joubert y el pan del pueblo según Chateubriand391.
Un día después de llevada a cabo la primera marcha a favor de Ferrel,
Miguel Maxemín y Heriberto Frías escribieron a Ferrel haciéndole saber que la
manifestación había contado con una participación de alrededor de cinco mil
personas y con la participación de quince oradores392.
390 AHUAS-FJF, 20 de junio de 1909. 391 AHUAS-FJF, 20 de junio de 1909. 392 AHUAS-FJF, 21 de junio de 1909.
195
La propaganda política de los ferrelistas fue constante también a través de
otros elementos simbólicos, durante las reuniones, las marchas y los mítines se
repartieron un total de 100 mil puros393, alrededor de 10 mil sombreros394 de palma
con la leyenda de José Ferrel y se repartieron miles de panfletos. En las afueras
de los comercios, de las casas particulares y de los puestos del mercado, quienes
estuvieron a favor de la candidatura de Ferrel colocaban propaganda a favor de
este. Entre los miembros de los diferentes clubes y los partidarios de Ferrel se
hizo casi obligatoria la portación visible de un lazo o moño de color rojo, los fines
de semana se organizaban veladas cívicas en el teatro Frivolí encabezadas por la
música de las bandas de Eligio Mora y Enrique Navarro395. José C. Valadés, hijo
de Francisco Valadés y Emilio Somellera, hijo del empresario José Somellera y de
su viuda, heredera de su fortuna y partidaria del ferrelismo, Matilde Lejarza,
presentaban funciones de títeres en las cuales se hacían proclamas a favor de
Ferrel y se dejaba en vergüenza al grupo de encabezado por Diego Redo396.
Los hechos simbólicos –manifestaciones públicas, discursos públicos,
poemas, versos, artículos periodísticos, etc.,- resultados de la campaña electoral
ferrelista de 1909, formaron parte de una construcción semiótica de lo político
adjunta a las sociabilidades construidas a partir del inicio de la campaña, ambas
inteligibles al momento de su praxis. Los actores políticos que participaron
activamente dentro de la campaña se definieron a sí mismo en dos planos
perfectamente visibles. El primero de ellos se basó en una representación
estrictamente semiótica en la cual, el discurso acerca de la ciudadanía o el
derecho de la ciudadanía, sirvió para evaluar, decidir, interpretar y condenar las
acciones tanto de uno u otro grupo político, el segundo estuvo conformado en una
sociabilidad política como base de una pertenencia y vinculo social, bajo la cual,
los actores políticos sustentaron su organización política y dieron sentido a sus
acciones de propaganda electoral.
393 ECT, 5 de julio de 1909. 394 ECT, 10 de julio de 1909. 395 AHUAS-FJF, 9 de julio de 1909. 396 José C. Valadés, Memorias…Op. Cit., p. 97
196
Propaganda ferrelista
Fuente: Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa – Fondo José Ferrel.
Propaganda ferrelista dando a conocer los puntos de instalación de las mesas
electorales
Fuente: Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa – Fondo José Ferrel.
197
Las actividades de propaganda política realizadas por los partidarios del
ferrelismo llevaron al ayuntamiento de Mazatlán y al gobierno de Sinaloa,
encabezado por su gobernador interino, Eriberto Zazueta, a poner un cuidadoso
énfasis en vigilar sus actividades políticas. La presión ejercida desde el aparato
oficial hacía los principales líderes ferrelistas fue motivo de constantes denuncias
durante los meses de duración de la campaña política, para algunos incluso
permaneció después de esta.
Amenazas, atropellos por parte de la autoridad, injurias y abuso de poder
fueron solo algunas de las demandas hechas por parte de los partidarios de
Ferrel, las denuncias se hacían levantando actas judiciales de los hechos, en El
Correo de la Tarde y vía telegrama directamente al gobierno federal. Ejemplos de
estos casos fueron el asalto que sufrió Francisco Valadés a las afueras de las
oficinas de El Correo de la Tarde397, se denunció también una golpiza de rurales
en contra del obrero Fernando Guzmán Montero por gritar vivas a Ferrel en una de
las visitas de Diego Redo al puerto de Mazatlán398, Teodoro Velázquez, trabajador
de la fábrica de cigarros La Universal denunció que los gendarmes que se
emborrachaban en la cantina El Pescador, ubicada frente a la fábrica, trataban a
los que se identificaban como partidarios de Ferrel de “prostitutos, borrachos y
ladrones”399, el profesor de primaria, Margarito Figueroa, denuncio que a la
primaria pública No. 5 habían entrado agentes de policías exigiendo a niños y
maestros que portasen el distintivo color rojo de la campaña ferrelista a
removérselo con amenazas de suspender las clases si no lo hacían400, Luis Pérez
González, empleado de la oficina de Recaudación de Rentas fue impuesto a una
pena de treinta días de prisión por haber pronunciado un discurso a favor de Ferrel
en la vía pública, también existieron denuncias por parte de algunos puestistas del
mercado local hacia los gendarmes a quienes acusaron de golpearlos por negarse
a retirar pancartas a favor de Ferrel que colgaban a las afueras de sus puestos.
Aurea Delgado, viuda de Heriberto Frías, relató que varios grupos de carreteros,
397 José C. Valadés, Memorias…Op. Cit., p. 90 398 AHUAS-FJF, 27 de junio de 1909. 399 AHUAS-FJF, 7 de julio de 1909. 400 AHUAS-FJF, 24 de julio de 1909.
198
marineros y abastecedores afines a la campaña ferrelista hacían guardia por las
noches afuera de la casa de este por el temor a que fuera asesinado401.
En comunicación de Miguel Maxemín y Heriberto Frías a José Ferrel, estos
le hacían saber lo irritante de la contradicción de los hechos a las promesas del
presidente Díaz, “suscitan cóleras inquietantes que apaciguamos a duras
penas”402. De igual forma, Andrés Avendaño le hacía saber a Ferrel que el
ayuntamiento había sacado a los presos de la cárcel para limpiar las calles debido
a la manifestación de Diego Redo, enterándose que, aprovechando la salida de
los reos, se les pagaría para atentar en contra de las oficinas de El Correo de la
Tarde403.
El cabildo local, a órdenes expresas de Manuel L. Choza, prefecto del
distrito de Mazatlán, prohibió durante los meses de campaña la “realización de
manifestaciones y reuniones públicas que traten la cuestión actual”, lo cual,
manifestaron los directivos del Club Democrático Sinaloense, estaba prohibido
según los artículos 9 y 55, fracción III , de la Constitución Política Federal, otra de
las quejas por parte de los ferrelistas fue el posicionamiento de propaganda a
favor de Diego Redo en edificios públicos, prohibición establecida por la prefectura
de Mazatlán desde 1897404.
Los dos meses que duró la campaña, el ejecutivo estatal y local destinó un
buen número de fuerzas públicas a vigilar a quienes se manifestaran alrededor de
la campaña de José Ferrel, se buscó reprimir los actos de asociación por parte de
los clubes ferrelistas, quienes se dedicaron a denunciar públicamente todos los
actos de amenazas por parte de las fuerzas locales. Al triunfo de la campaña
redista, aún y con la muestra de, según los ferrelistas, un claro fraude suscitado
401 Aurea Delgado de Frías, “¿Dónde estuvo la cuna de la Revolución de 1910?”, en VV.AA., Resonancias de
la lucha. Ecos de la epopeya sinaloense-1910, Culiacán, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1961, p. 162. 402 AHUAS-FJF, 23 de junio de 1909. 403 AHUAS-FJF, 21 de junio de 1909. 404 AHMM, Actas de Cabildo, 28 de diciembre de 1896.- Desde el día 1 de enero de 1987 toda persona que
tenga necesidad de fijar avisos, cartelones o cualquier otro impreso está obligado en los tablones públicos que
se colocarán en los lugares previstos. El interesado tendrá que acudir a las oficinas municipales a solicitar el
permiso para la colocación del impreso con previo pago de .25 centavos a 4 pesos, se entregará un recibo que
eximirá del pago de impuestos.
199
durante el día de la elección, los principales representantes del ferrelismo en
Sinaloa fueron obligados a volver a sus actividades cotidianas. Francisco Valadés
tuvo que hacerse a un lado en la sociedad que tenía junto con Andrés Avendaño
al verse éste constantemente presionado por el gobierno de Diego Redo,
causando el debilitamiento económico de sus negocios, muchas de sus amistades
comenzaron a separarse de la familia, la decepción por la derrota política provocó
el aumento de los achaques del reumatismo en Francisco405. Según Roque
Estrada, a su llegada al puerto de Mazatlán en enero de 1910, Heriberto Frías los
reunió con Francisco con el propósito de invitarlo a participar en la campaña
maderista a lo cual se negó llegándose a mostrar escéptico frente al discurso de
Madero406.
Como actos de venganza política por parte de la administración redista a
los principales líderes ferrelistas, la concesión minera de los hermanos Miguel y
Antonio Tarriba se les fue destituida para entregarla a una empresa
Sudamericana, Heriberto Frías fue destituido como director de El Correo de la
Tarde, Rafael Buelna salió a Guadalajara a continuar sus estudios, el presbítero
Dámaso Sotomayor tuvo que salir hacía Santiago de Ixcluinta, Nayarit, escondido
en un barco407, Frías y Francisco Valadés se trasladaron hacía la Ciudad de
México ante la persecución sufrida en Mazatlán, ahí, atacado por la presión,
Valadés murió de un ataque al corazón.
La lucha ferrelista no fue solamente el desencuentro político de dos grupos
de poder en Sinaloa, representó también, el fortalecimiento de nuevos grupos
sociales, la aparición de nuevas formas de sociabilidad política en Sinaloa como
los clubes organizados formalmente con una estructura y reglamento interno así
como el acto de apertura del espacio público político más allá de la prensa local,
las calles, plazuelas, teatros y demás espacios físicos representaron nuevos
elementos simbólicos al momento de encarar una lucha electoral, a través del
405 José C. Valadés, Memorias…Op. Cit., pp. 95-103. 406 Roque Estrada, La Revolución y Francisco I. Madero, Guadalajara, Talleres de la Imprenta Americana,
1912, p. 108. 407 Dámaso Sotomayor, “Brindis profético”, en VV. AA., Resonancias…Op. Cit., p. 209.
200
discurso, de las imágenes, la caricaturas política y las sociabilidades, presentes en
la vida cotidiana, se logró movilizar a una buena cantidad de grupos a la acción
política,
La elección gubernamental de 1909 en Sinaloa fue casi una fotografía de
otras elecciones que a finales del porfiriato se realizaron en México como la de
Enrique Creel en Chihuahua en 1903, Olegario Molina en Yucatán en 1902, Emilio
Pimentel en Oaxaca y José María Espinoza y Cuevas en San Luis Potosí durante
1905, con Damián Flores en Guerrero en 1907 y con Pablo Escandón y Barrón en
Morelos en 1909. Todas ellas, parte de una ficción democrática408 aplicada
necesariamente para la obtención de la legitimidad del régimen de Díaz, así como
para dar una señal clara de la fuerza del sistema político.
408 Ibídem, p. 41
201
CONCLUSIÓN
Justo después de lo que significó la trasgresión política provocada en Sinaloa a
causa de los movimientos armados locales emanados de la revolución de
Tuxtepec, fuese para defender el movimiento liderado por Porfirio Díaz o el
gobierno en turno, así como las azoradas que surgieron inmediatamente después
del triunfo tutexpecano, lo que se buscó en Sinaloa por parte del recién
establecido gobierno de Cañedo y que pudiéramos tomar como una estrategia
política federal fue, precisamente, establecer en orden político estatal y buscar el
funcionamiento de todas las instituciones públicas con el fin de lograr la estabilidad
tan anhelada por la sociedad civil.
El camino hacia esta “estabilidad” no fue fácil ni lineal, la práctica de la
política del gobierno cañedista se fusionó con el trabajo de una oposición que
estaba ahí, pendiente de cualquier posibilidad de desplazar a la estructura que
apenas se iba conformando. Esta nueva etapa se caracterizó por buscar nuevos
medios de legitimidad hacía el gobierno en todos sus niveles por viejos medios,
pero que ante las etapas de guerras y movimientos armados internos en México
tenían ya años sin ser utilizados, estos fueron la prensa y un sistema electoral
sólido.
La disposición a una apertura informativa, sobre todo de los trabajos
gubernamentales produjeron un incremento inusitado en la producción de la
prensa periódica en Sinaloa, tanto de carácter oficial como de carácter
oposicionista, misma que logró mantener, una cierta nivelación en cuanto a la
opinión pública estatal sobre el trabajo de los gobiernos en turno. A su vez, las
legislaciones electorales y su práctica cotidiana lograron una legitimad hacia estas
nunca antes vistas, pues si bien, el cohecho, el fraude y las presiones hacia el
voto fueron objeto de denuncias en cada una de ellas, el hecho de que estas se
practicaran en tiempo y forma, teniendo una legalidad aparente, fueron motivo
suficiente para dotar a los elegidos de autoridad moral para gobernar.
202
Aun así, contrario a lo establecido en mucha de la historiografía local, a la
cual ya hicimos en una parte referencia409, ni los gobiernos de Francisco Cañedo y
de Mariano Martínez de Castro lograron establecer en un inicio una política
implacable en su práctica, esto debido a que el reacomodo de la organización
gubernamental local fue una construcción de larga duración que traspasó múltiples
periodos de gobierno. No fue sino hasta después de 1896 que la política cañedista
se impuso ante sus contrapartes gracias, precisamente a que logró imponerse
dentro de esta construcción del aparato gubernamental ayudado a su vez a la
aprobación de la ley de reelección directa, aprobada en Sinaloa por el Congreso
local en 1894.
Para lograr el control de la política estatal, Cañedo se sirvió de los Prefectos
políticos. La táctica de la época Cañedista era darles a estos la libertad de poder
manejar algunos asuntos como lo referente a la educación, la salud, y los
procesos electorales en los distritos que conformaban en ese entonces la entidad,
pero teniendo el ejecutivo la última voz sobre las decisiones relevantes en los
municipios, como lo eran las concesiones para el establecimiento de servicios
públicos, entre otras
Mientras la imagen del presidente Díaz se venía deteriorando cada vez
más, su homólogo estatal no quedaba exento de esto, Francisco Cañedo era un
hombre anciano, de vieja hechura, que venía siendo por una treintena de años la
voz autorizada tanto dentro como fuera del gobierno. Esta estructura monolítica de
la política tuvo un impacto considerable en el Estado pues permitió que una nueva
generación de ciudadanos comenzara a preguntarse si el tiempo ya del viejo
caudillo había llegado a su fin, además, puso las condiciones para la conformación
de nuevas sociabilidades que permitieron ampliar el espacio público político como
los clubes, asociaciones estudiantiles, mutualistas, entre otras, sin dejar de ser
custodiadas y vigiladas por el Estado.
La política cañedista, en su edad avanzada, se basó en mantener en los
más altos escaños del gobierno local a sus compadres, familiares y socios
409 Véase Introducción y capitulo IV.
203
comerciales. Estos se pueden encontrar, durante todo su gobierno, dentro del
poder judicial y del poder legislativo, el primero fungiendo como órgano coactivo
del Estado al servicio de la clase dirigente porfirista, y el segundo, como medio
para la creación de leyes, otorgar permisos de ausencia al gobernador, indultos y
exoneración de impuestos. Alrededor de estos se afianzaron actores cercanos por
cualquiera de estos tres ejes a Francisco Cañedo, teniendo como labor fáctica
obedecer las órdenes dictadas, significando cualquier contrariedad, la represión
política con el propósito de amedrentar e inclusive encarcelar a los detractores del
régimen.
Sin embargo, a pesar de lo asfixiante que era el sistema político imperante,
de la nula o escasa participación ciudadana en los asuntos públicos, la
modernización porfirista, produjo su propia oposición. Años de transformaciones
económicas, sociales y culturales tendieron a modificar el escenario local. El
surgimiento y crecimiento de una elite ilustrada, el impacto que trajo la fundación y
desarrollo en la educación impartida dentro del Colegio Civil Rosales, lentamente
entre los intersticios de la dictadura, forjaron una cultura política detractora que se
expresó de diversas maneras, entre ellas, las producciones discursivas,
destacando de una manera significativa la prensa ubicada en Mazatlán.
El mutualismo decimonónico en Mazatlán fue una manifestación
espontánea y solidaria de sociabilidad popular que actuó políticamente desde dos
planos, el primero de ellos fue el tener una confluencia con el poder político, lo
cual le permitió el ir adquiriendo ciertos beneficios al ser parte de un grupo social
de influencia pública y el otro fue, precisamente, el utilizar la influencia que como
grupo se había logrado adquirir para participar abiertamente dentro de las
coyunturas político electorales, uniéndose a uno u otro bando político, según los
intereses de los grupos que al interior de las mismas sociedades obreras fueron
conformándose. De una u otra forma, es decir, participando como grupo aliado al
poder político o como parte de la oposición, el mutualismo decimonónico
mazatleco fue la plataforma de los primeros escarceos del movimiento obrero,
contribuyendo al inicio del ejercicio de la resistencia política y sindical en Sinaloa.
204
La prensa disidente durante el porfiriato fue de suma importancia. Aunque
perseguida y censurada, logró establecer una crítica social y política constante
hacía el gobierno de Cañedo. A lo largo del cañedismo se logró redactar y
distribuir diversas publicaciones que pusieron especial interés en el análisis de la
coyuntura política imperante. Estas fueron toleradas hasta que el gobernador
creyó que alterarían el orden social con su crítica constante a la gestión
administrativa por él desempeñada. Con mano dura Cañedo no dudó en castigar,
si así fuese necesario, a los detractores de su gobierno y a todo aquel que se
decidiera a criticarlo. Por su parte, la prensa opositora porteña fue instrumento de
expresión de las voces discordantes con el régimen en turno, pero
simultáneamente, testigo de las transformaciones culturales e intelectuales que se
habían gestado en la entidad durante la ya anciana dictadura. Periodistas,
intelectuales, científicos o pedagogos tendieron cada vez más a expresar sus
puntos de vista sobre la decadencia política que significaba ser dirigidos por una
gerontocracia a la vez vetusta como excluyente.
El hecho de que se le designara a la ciudadanía una elección de candidatos
previamente designados por el ejecutivo federal como su única posibilidad de
participación incrementó en ella el sentimiento de coartación del voto y de
injusticia que poco a poco fue saliendo a la luz. Ante esto, la ciudad de Mazatlán
como ente colectivo de pertenencia social adjunto a la idea de la función del
Estado moderno, fueron dos de los fundamentos centrales de la creación del
ciudadano político, el cual mostró su “cogito” político a través de la prensa y del
espacio público, teniendo como escenario central dentro de esta coyuntura política
la elección gubernamental de 1909.
205
ANEXOS
Cuadro 1
PUBLICACIONES ESTABLECIDAS EN MAZATLÁN DE 1877 A 1911
NOMBRE
AÑO DE FUNDACIÓN
CARACTERÍSTICAS
DIRECTOR Y RESPONSABLE
El Pacífico 1871-1890 Político, Comercio – Variedades
José Ferrel
El Alacrán 1877 Político – Opositor S/D
El Monitor del Pacífico
1878-1879
Legislación, Jurisprudencia, Ciencias y
Artes
Jesús Río y Madrid
La Tarántula 1879 Político-Opositor José C. Valadés
El Tornillo 1879 Político – Opositor S/D
El Globo 1880-1882 S/D S/D
El Correo de la Tarde
1885 – 1980 Político, Mercantil, Literatura y Variedades
Carlos F. Galán y Miguel Retes
La Espada de Damocles
1882 Político-Opositor Pedro Tamés
El Mundo Moral 1885 Literatura y Variedades S/D
El Abuelo de Campanone
1886 S/D S/D
El Colegio Independencia
1887 Educación S/D
El Eco Popular 1887 Político – Literario S/D
El Fantasma 1887 S/D S/D
La Gaceta Sinaloense
1887 S/D S/D
El Grillo 1887 S/D S/D
El Municipio de Mazatlán
1887 Variedades S/D
La Voz de Mazatlán
1887 Político, Literatura y Variedades
Francisco Gómez Flores
El Pato 1887 Variedades S/D
El Pensamiento 1887 Literario S/D
La Prensa. Diario de la Mañana
1887 – 1913 Variedades Antonio H. Rodríguez
El Toro 1887 Político – Opositor S/D
El Bisemanal 1890 Variedades S/D
206
Fuentes: Gobierno del Estado de Sinaloa, Anuario… Op. Cit., p. 108. David A. Urrea, Directorio… Op. Cit., p. 18, Jorge Briones Franco, La prensa… Op. Cit., pp. 77-80 y Héctor R. Olea, La imprenta…Op. Cit., pp. 53-65
Cuadro 2
ASOCIACIONES DE OBREROS EN MAZATLÁN 1875-1909
Nombre Fundación y número de miembros
Asociación de Artesano Unidos 9 de septiembre de 1875 con 71 miembros.
Unión “Juan Escutia” 13 de mayo de 1883 con 47 miembros.
Sociedad Mutualista de Zapateros 8 de abril de 1885 con 33 miembros.
Sociedad de Artesanos Zapateros S/F. Ya existía para 1891.
Sociedad “Fraternal” de Villa Unión 22 de mayo de 1892 con 22 miembros.
La Píldora 1890 Político Elpidio Arreola - Eugenio Damy
La Sardina 1891 Lúdico – Carnaval Comité del Carnaval
El Monitor Lancasteriano
1891 Educativo David A. Urrea – Compañía
Lancasteriana
El Mutualista 1892-1895 Comercio, Literatura y Variedades
Esteban Villalobos – La Sociedad Mutualista
El Socialista 1892 Política, Literatura y Variedades
Jesús Río y Madrid
El Noticioso 1897 Política, Literatura y Variedades
Antonio Murúa Martínez
El Liberal 1900 Político – Opositor S/D
Sancho Panza 1900 – 1903 Lúdico – Taurino S/D
El Toreo 1901 Lúdico – Taurino S/D
La Tribuna 1901 Político – Literario S/D
El Occidente 1904 Político – Literario José G. Ortiz
El Demócrata 1904 Político – Literario Andrés Avendaño y Francisco Valadés
El Relámpago 1908 – 1911 Político – Variedades S/D
El Correo del Comercio
1909 – 1910 Político – Comercio Jesús G. Orozco “El Costeño”
Mazatlán Escolar 1909 Educación Felipe Valle
El Hijo del Alacrán 1909-1910 Político – Opositor Arnulfo Rodríguez “Viborillas”
207
Sociedad “Antonio Rosales” 13 de agosto de 1892.
Gremio de Abastecedores Agosto de 1892
Sociedad Protectora de Sombrereros S/F. Ya existía para 1894.
Sociedad Mutualista “Ignacio Zaragoza” 30 de octubre de 1895 con 28 miembros.
Sociedad Mutualista “Francisco Cañedo” 3 de marzo de 1900.
Mutual de Operarios de Villa Unión S/F. Ya existía para 1900.
Sociedad “Hans Gutemberg” 2 de junio de 1901 con 19 miembros.
Unión de Barberos 4 de diciembre de 1903 con 29 miembros.
Unión de Zapateros 11 de febrero de 1904 con 35 miembros.
Unión Marítima 3 de marzo de 1905 con 154 miembros.
Unión de Tipógrafos Sinaloenses 18 de agosto de 1907 con 27 miembros.
Sociedad “Benito Juárez” Unión de Panaderos
15 de noviembre de 1907 con 47 miembros.
Unión de Carreteros y Cargadores “Heriberto Frías”
24 de enero de 1908 con 24 miembros.
Unión de Tabaqueros 29 de julio de 1908 con 84 miembros.
Club de Cargadores y Alijadores del Muelle 24 de octubre de 1908 con 78 miembros.
S/F: Sin Fecha. Fuentes: Archivo Histórico Municipal de Mazatlán, El Correo de la Tarde, El Socialista, El Monitor Sinaloense.
Cuadro 3
CLUBES FERRELISTAS FORMADOS EN MAZATLÁN, JUNIO-AGOSTO 1909
Nombre del Club
Mesa Directiva
Fecha de formación
Objetivos y/o lema
Club Juvenil Democrático
Presidente:
Justo V. González Vicepresidente:
José Pérez Nuño
8 de junio
“Contribuir a que lo jóvenes ejerciten sus derechos de ciudadano y así,
levantar el estadio de la democracia”
Club “Jorge Grandos”
Presidente: Úrsulo Zataraín Vicepresidente: Refugio Zataraín
26 de junio
-----------
208
Club Democrático
Obrero
Presidente: Salvador Aguilar Vicepresidente:
José Pérez Alemán
29 de junio
“Libertad en la Constitución”
Club Juvenil Ferrelista
Presidente: Dámaso Sotomayor
Vicepresidente: Federico Valdés
4 de julio
-------------
Club “Galeana”
Presidente: Alfonzo Báez
Vicepresidente: Juan C. Sánchez
6 de julio
-------------
Club Democrático
Marino
Presidente: Rodolfo Martínez Vicepresidente: Eusebio Pérez
13 de julio
--------------
Club “Sufragio Libre”
Presidente: José Gómez Llanos
Vicepresidente: Alejandro Gil
15 de julio
-------------
Club Democrático
“General Félix Díaz”
Presidente: Marcos Mayola Vicepresidente: Refugio López
S/F
--------------
Club “12 de Abril”
Presidente: Arturo Butchart Vicepresidente:
Aurelio M. Pereyra
3 de agosto
“Las esperanzas del pueblo humilde de Sinaloa son vencer
en buena lid al partido aristócrata
contrario, a los eupátridas, tiranos y
explotadores del pueblo”
Club “Hidalgo”
Presidente: Gaudencio Morales
Vicepresidente: Cesáreo López
S/F
-------------
Club Ferrelista de los Marineros
Presidente: Rodolfo Patrón
Martí Vicepresidente: Eusebio Pérez
S/F
-------------
S/F: Sin Fecha. Fuente: Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Fondo José Ferrel.
209
ARCHIVOS CONSULTADOS
Archivo General de la Nación
Fondo del Departamento del Trabajo
Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa
Fondo José Ferrel
Archivo Histórico Municipal de Mazatlán
Actas de Cabildo
Fondo Presidencia
Archivo Ricardo Flores Magón
Regeneración
Archivo Histórico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Fondo Amparos
Centro Regional de Documentación Histórica y Científica – Universidad Autónoma
de Sinaloa
El Correo de la Tarde
El Demócrata de Mazatlán
Biblioteca Francisco Xavier Clavijero – Universidad Iberoamericana
Colección Porfirio Díaz
Biblioteca Sebastián Lerdo de Tejada – Secretaría de Hacienda y Crédito Público
El Monitor del Pacífico
210
El Socialista
La Opinión de Sinaloa
Hemeroteca Nacional de México – Universidad Nacional Autónoma de México
El Siglo Diez y Nueve
La Gacetilla
La Libertad
La Patria
La Tarántula
Periódico Oficial del Estado de Sinaloa
211
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