Date post: | 13-Dec-2015 |
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Revista: Así Vivimos y Así Gritamos
Autores: Carlos Esteban González, Eduardo Gutiérrez Gutiérrez, Ernesto Rodríguez Vicente y Oliver
Marcos Fernández.
Agosto del 2015 Nº 30 Edición: Carlos Esteban González Portada: Carlos Esteban González: Detalle. Lápices de colores sobre folio.
Encuéntranos en nuestra página web: www.revistaasigritamos.blogspot.com.es Desde ella también puedes
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distribución de esta revista se realiza de forma gratuita a través de estos dos medios de contacto. De igual manera nos podéis encontrar en nuestra nueva página de Facebook https://www.facebook.com/revistasigritamos.
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Índice: _
Guerra baile………………………………………………….…………..................................................... 4
Sendas y vendas……………..……..................................………………….................................... 5
Las personas grandes son así.......…………….................................................................... 12
Los abusos del poder en política..............…..…............................................................. 15
Secciones _ _
Colaboradores………………………………………………………………………………………………………….. 16
Música........................................................................................................................... 18
Nota del Editor _ Las personas pueden ser la cosa más molesta de todo nuestro entorno. Esto, creo, no es del todo culpa suya, sino que se debe a que como para nosotros, las personas, lo más importante son las personas –ya sean las nuestras, las otras, nosotros mismos, etc- esta importancia las hace tener un lugar privilegiado en nuestra atención, lo que las hace aptas para erguirse como lo más molesto para otra persona. Pero no hemos de temer por esta revelación mal alguno, no es algo con lo que no se pueda lidiar; ya lo saben. Cuantas veces han descubierto con vergüenza en su infancia que su abuela o su tío tenían razón y aquella persona que más les molestaba se convirtió en aquella persona con la que buscaban estar a solas. La gente molesta cuando no es afín a nuestros fines, cuando los interrumpen o los imposibilitan. Esto se conoce como interferencia. Hay quienes se encargan del asunto de la interferencia con pipas y cajas de pino, otros con sólo el miedo que estos primeros producen, otros son amables y malvados, otros ponen un estado de derecho entre medias, o un buen bate, un buen ejército, etc. Visto así, la historia de la humanidad se puede hilar con quién interfirió en la vida de quién, pero no va a ser la historia tan fácil. No dejen que las interferencias de la vida se traduzcan en interferencias propias –de su vida a su vida- de esas que te siguen hasta cuando estás dormido. Treinta ya, nada más que la edad en la que Zatu se empezó a cansar. Nosotros no. A vivir y gritar.
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GUERRA BAILE por Ollie de Ninfo
Me siento a imaginar en esta noche intensa, que hiende la vida caliente y su
serenidad, y la hace bélica. Y aquí estoy solo entre esta guerra, una guerra que surge de
lo que es malo, guerra oscura, la que se libra con uno mismo. Y niega a uno mismo y hace
nula la presencia…aunque si esta se niega a sí misma, entonces existe. Todo existe, todo
me lo puedo imaginar, pero no en todo creo.
Aquel fue el día en que comencé a creer y a prestarme la misma atención dentro
que a fuera. No es tan raro. Cabe asumir la pertenencia de una identidad renovada
constantemente, o no; el tumulto perenne y vociferante puede amedrentar nuestro ánimo.
Habitualmente el mundo avanza extraño, impulsado por una bruma
desinformativa que se concentra delante de la masa, como un tapón, hasta que catacrocrer.
La mancha oscura a nivel mundial, parece que golpea. Pero asombrosamente hace, es
bien sabido, lo contrario. La gigantea del mal pasa lenta, envolviéndose y unificándose
con su predecesora y envileciéndose; como se ve en los hombres, generación tras
generación, cada vez más locos.
Habitualmente se nos hace creer que este es el futuro y que los hombres de las
cavernas desparecieron hace millones de años. ¡Si quién puso ese nombre a ese homínido
ya había leído a Platón! ¿Qué somos ahora más que nunca si no hombres de las cavernas?
Cavernas. Cavernas sí, de todos los tipos. Y ahora en directo os haría un listado. Tipos de
cavernas y cavernoides…
¿A dónde fue la luz al pasar entre los resquicios de mierda que quedaban entre los
materiales mal empalmados de todas estas cuevas como en una eterna postguerra? No sé.
No sé no. No, sé. Sé muy bien. Se sabe muy bien donde habita, donde precisamente fue
a refugiarse, como en la cavernas del principio los hombres, esta luz. La luz de la calma,
la luz del placer. Somos víctimas de un tiempo ficticio si esperamos siempre, otro tiempo
mejor e imaginamos, solo imaginamos, y no fisicalizamos esta imagen que somos
nosotros, en estas noches intensas. Hay que liberar nuestra guerra. O sea, bailar.
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SENDAS Y VENDAS por Ernesto Rodríguez Vicente
Ah, ya no me agrada,
no parece lo mismo,
no me otorga nada,
¿qué encanto he deshecho?
¿qué prisión he creado?
Libre, solo de mí,
de mi sueño acaso en vida,
de mi peso, causa y efecto,
de mí, solo de mí,
de mi espejo y mis alas,
de mi cuerpo y mi método,
de la idea invertebrada.
Murmurad, sí, murmurad
bellas sombras desconocidas,
hablad a grandes rasgos,
cread bucles infinitos,
absurdos, envidias y vergüenzas;
pues nada hay más absurdo
que esta esencia sensible,
que este miedo y este deseo
desplomándose sobre todo
como si nada fuera consigo,
y tú te interrogas,
día y noche, entre mitos,
obsesiones y recuerdos,
tal vez más amargos que el olvido,
anhelando la eterna presencia,
el instante nunca escogido
porque nadie puede ser libre
si piensa que existe un camino.
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Casi ángel
bajé del cielo,
enterré mis alas,
descubrí mi sueño.
Y casi hombre
esperé en la tierra
alcanzar las nubes,
busqué lo inmenso
en los pequeños cruces.
Casi ángel
subí a los cielos,
probé las brasas,
me hallé despierto
en un sueño desecho:
mitad hombre,
mitad cuento.
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LAS PERSONAS GRANDES SON ASÍ por Carlos Esteban González
El astrónomo hizo, entonces, una gran demostración de su descubrimiento en un Congreso Internacional de Astronomía. Pero nadie le creyó por culpa de su vestido. Las personas grandes son así.
Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco obligó a su pueblo, bajo pena de
muerte, a vestirte a la europea. El astrónomo repitió su demostración en 1920, con un traje muy elegante. Y esta vez todo el mundo compartió su opinión.
El Principito. Saint-Exupéry A.
No me caéis bien, no es algo que esconda. No os invitaría a presenciar ningún
aspecto de mi vida privada y mucho menos a compartirlo. Seguramente esperaría a que
os apartarais por vuestros propios motivos del espacio que yo ocupo para continuar con
el curso natural de las cosas. Pero esto no es algo que me haga feliz, soy consciente que
esta aversión sólo me causa problemas a mí; exceptuando el extraño caso en el que una
persona grande necesite algo de mí y yo trate de que no lo obtenga siguiendo tal aversión.
Es un tema que me preocupa, porque tenéis la mala costumbre de llenar las calles
y de ocupar los espacios públicos y no paro de estar rodeado de vosotros. Por ello he
comenzado buceando en el inicio de tal sentimiento, de la mano de aquellos que lo
comparten; los niños. ¿Qué es aquello que os rodea que tantas ganas de evitaros produce?
Creo que dos cosas: la autoridad y la condición de extraños al mundo que los niños
ocupan. Podemos acercarnos directamente a la primera característica, así que
centrémonos en ella antes de proceder debidamente con la segunda. Aún no tengo mucho
que decir, pero creo que lo que más aversión produce de la autoridad es la situación de
dominación, el saberse en todo momento bajo la voluntad de otra persona.
Cualquier niño o niña sabe que sus padres suelen ser afines a sus deseos y
preferencias, lo que podríamos nombrar como una arbitraria tendencia a cuidar de los
intereses de su sometido; no olvidemos que nos encontramos dentro de la visión no muy
benévola de un infante. Pero de forma igualmente arbitraria en ocasiones se plantan y se
vuelven contrarios a estos intereses. Uno no puede fiarse de ellos. Por ese motivo,
sostengo, cuando uno va creciendo y va dándole mayor importancia a sus hazañas
descubre que algunas de ellas tendrán mayor margen de éxito si las hace fuera del alcance
de la intervención de sus padres. No piensen en las típicas trastadas, ni en aquellas cosas
que avergüenzan, sino en aquellos experimentos que uno realiza con intención de
comprender algo más el mundo, pero que intuye que no van a gustarles a la autoridad,
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aunque nunca esto se compruebe. No me agradan, ya lo saben, así que si necesitan
ejemplos de las acciones descartadas y de la resaltada y no los encuentran en su memoria,
deténganse lo que consideren hasta que me comprendan hasta el punto que quieran.
Aunque no lo haya expresado nunca de forma explícita, me apoyo en el supuesto
de que el ámbito en el que cualquier ser humano desarrolla su vida depende en su nivel
ontológico de lo que esa persona conozca o piense que es la realidad. No puedo detenerme
ahora en ello, con lo necesario que sería, tan sólo quiero señalar que no hablo acerca del
ser de las cosas, ni de ninguna condición de la realidad, sólo a aquello que cada persona
llama realidad, desde su propia subjetividad; su realidad. Aunque no acierte a decir qué
es aquello distingue a los niños, las personas pequeñas, de los mayores, las personas
grandes, creo que no es necesario demostrar que ambos grupos son diferentes. Esto es
porque los individuos que conforman esos grupos son diferentes, lo que nos lleva a
afirmar, desde el supuesto anterior, que el mundo de las personas pequeñas y de las
grandes no es el mismo.
Cuando estamos rodeados de personas de confianza, de amigos, de carnales, todo
suele marchar bien; háganme el favor y piensen en el momento más distendido que tengan
con los suyos, no en el más precario. Se comparte una memoria común, conformada con
todas las experiencias comunes, y una serie de códigos de conducta que son respetados
por todos. Casi toda acción tiene un protocolo común que no se menciona, pero que sí se
activa a la mínima muestra de necesidad; piensen en lo que hacen cuando se dan cuenta
de que alguno de sus cercanos necesita algo y ustedes pueden facilitárselo. Bien, esto es
sólo aplicable a los cercanos, a aquellos que comparten un mundo. No digo que usted y
sus carnales sean iguales y vivan en el mismo mundo, pero sí digo que usted y sus carnales
tienen un mundo que comparten. Si buscamos tal relación en círculos más amplios vemos
que se repiten patrones, como cuando usted está en cualquier tipo de actividad social en
la que no conoce de antes a nadie pero al poco descubre que tal persona comparte alguna
afición o pasión con usted y de pronto ustedes se alían frente al resto. También es cierto
que cuanto más cómodo y complacido se encuentra uno en una situación más le molesta
que esta acabe o cambie; y más se molesta con aquello o aquel que produce tal cambio.
Es por todo ello que podemos preferir que la autoridad no haga cambiar aquellas
situaciones a las que son extraños, es decir, que dependiendo con la regularidad con la
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que estemos en un mundo en el que las personas grandes sean extrañas, preferiremos más
o menos evitar la presencia de este grupo de personas.
Visto el problema de esta manera hemos de detenernos en un hecho ineludible, las
personas grandes, normalmente, comienzan por ser personas pequeñas y la personas
pequeñas, normalmente, acaban siendo personas grandes. Si alguien pensaba que mi
planteamiento es reduccionista, ya que reduzco la humanidad a dos grupos, que se
congratule, mis dos grupos son sólo uno. No me voy a detener en las excepciones. Si no
hay grupos diferentes, ya que la gente cambia de “tamaño”, ¿a qué se debe estas
diferencias tan influyentes en las relaciones humanas? Sin entrar en considerar la
necesidad de superación de los machos alfa por sus hijos, debido a la deterioración propia
del envejecimiento, o cualquier otra explicación cercana a lo relativo a nuestro carácter
animal, creo que lo que nos hace ser merecedores de ser reducidos a un grupo o al otro
depende más bien de un factor social.
No voy a poder llegar mucho más lejos en este artículo, pero creo que aunque no
haya una manera de ser indígena de todos los mundos, si creo que se pueda llegar a ser
un explorador no incómodo para los indígenas. Un ente curioso que respeta tanto esa
curiosidad que comprende que hay objetos de estudio que no permiten ser estudiados
cuando son vulnerados o se sienten en peligro de serlo. Ya sea por tratar de saciar esa
curiosidad o por el hecho de desear comprender a todo el mundo, algunas personas crecen
y no se convierten en personas grandes, en tanto que nadie siente que vulneren su mundo
aquellas que podríamos llamar pequeñas. Igualmente, las personas grandes sienten que
las personas pequeñas no pueden ser incluidas en su mundo.
Creo que lo mejor que puedo hacer con mi aversión es tratar de no ser ni una
persona pequeña, ni una persona grande, sino un explorador; aunque por motivos
egoístas, no virtuosos. De esta forma podré desarrollar mi vida en presencia de unos y
otros, sin paralizar mi ritmo porque a alguno le guste estar allí y no se valla. Aun así,
algún día habré de volver sobre este asunto y explicarles qué creo que son las personas
grandes y por qué no me gustan, quizá a alguno de ustedes les interese saber qué es una
persona grande.
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DE LOS ABUSOS DE PODER EN POLÍTICA _ por Eduardo Gutiérrez Gutiérrez
Si (ojocuidao que los condicionales, al igual que los peros que siguen a algunos elogios,
los carga el diablo. Y del diablo, hasta la fecha, no se conocen buenas intenciones) los
salarios que perciben los trabajadores que rigen y administran el bien común, o sea los
políticos, no son lo suficientemente altos como para que estos puedan llevar un holgado
ritmo de vida sin necesidad de percibir otro tipo de prestaciones adicionales, nadie habría
que se dedicase al bello oficio de la política.
Eso dicen, los he oído, en serio lo dicen, los que declaran la imperiosa necesidad de
aumentar los salarios de los políticos. No para los funcionarios, naturalmente, sino para
los políticos. Estos defensores del uso abusivo del caudal público para la satisfacción de
los intereses de unos pocos son, como parece obvio pensar, políticos que se benefician,
se han beneficiado o se beneficiarán de estas subidas; es decir, golfos que golfean para sí
y para los suyos (mirad al señor Wert, que de ser el peor ministro de la historia de la
democracia española ha pasado a ser embajador en Francia, ya ves). Y a los que nos
oponemos e incluso nos indignamos ante una decisión tan despótica como miserable nos
acusan de populistas; ¡populistas!, como si la ética fuese demagogia.
Fácil resultaría recurrir al argumento usual de que estos incrementos salariales en una
situación social y económica como la actual de austeridad, precariedad condicionada y
miseria generalizada revela una alarmante falta de humanidad y, sobre todo y para más
inri, de vergüenza. Con la misma facilidad y desde el otro lado de la moneda se les llena
a ellos la boca con populismo, demagogia y palabros similares cuyo sentido varía en
función de quiénes sean las referencias a las que se quiere estar denotando. No es, por
ejemplo, populista jugar a engañar anunciando unas paupérrimas subidas en los salarios
o unas bajadas de impuestos igual de lamentables para ganar los votos de cuatro
ignorantes que todavía no se enteran muy bien de por dónde van los tiros; pero si lo es
denunciar el despilfarro que realizan, vueltos a la sociedad y sin reparo alguno, otros
cuatro hijos de la gran puta que se lucran con el dinero de todos, mostrando a reglón
seguido que si esas partidas de capital público fuesen destinadas a la sanidad, a la
educación o la cultura mejor le pintaría la cara a estepaís. No sé qué será eso del
populismo y la demagogia: su significado cambia en función de quién sea el que se
apodere de los conceptos. El poder domina sobre el lenguaje y el conocimiento.
Alegan también que sin buenos sueldos para la clase política nadie, excepto los más
pudientes, podría dedicarse a la tarea de la gestión y administración pública. ¡Claro, como
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si no fuesen los ricos quienes ahora gobiernan! Ay que me pierdo... Y para rizar el rizo
usan como arma justificante el derecho de todo ciudadano a formar parte del aparato
institucional del Estado: todo ciudadano tiene legítimo derecho a entrar en política y
defender los intereses de su pueblo, aseguran. En no pocas ocasiones, conversando con
amigos y compañeros, he advertido sobre lo peligroso que resulta el individuo que
justifica una acción o peor aún una omisión de acción “porque se encuentra en derecho
de hacerlo”. Casi tanto como aquel lumbreras que te viene “con-la-verdad-por-delante”,
¡como si la verdad sirviese de escudo!
¿Acaso alguno de estos hipócritas abusadores del cuerpo democrático se ha parado a leer
la letra pequeña que acompaña a todo derecho ciudadano? Porque esa letra pequeña,
falsos aduladores de la democracia, es el deber que sigue, o debería de seguir, a todo
derecho.
Un ejemplo: todo hombre tiene derecho a expresar libremente su opinión (libertad de
expresión). De acuerdo; no seré yo quien venga a recortar libertades, que ya hay otros que
se encargan de ello a golpe de mordaza. Pero como bien dice Stuart Mill, padre del
liberalismo y de la libertad democrática (política), en su obra On liberty (invito a aquellos
que se hacen llamar demócratas, y sobre todo a la sucia camada de neoliberales que
campan a sus anchas por las vastas y delicadas tierras de la riqueza nacional devastándolo
todo con miseria y privatización y fingiéndose los dignos herederos del liberalismo
decimonónico, a leerla con atención), dado que la verdad no es una verdad absoluta que
el hombre pueda alcanzar mediante un esfuerzo racional, y dado también que el propio
hombre es un ser falible que puede errar en su juicio, es desde el consenso y el diálogo,
desde los pactos que muy pocos están dispuestos a aceptar, desde donde se construyen las
verdades (siempre humanas y relativas, nunca absolutas) que más tarde han de servir
como fundamento para el sistema de ideas de un país, una comunidad o una generación.
Por tanto, en la medida en que la opinión de cada ciudadano es necesaria para la
construcción de verdades que nos valgan para todos (como fundamento de ideas, valores
o leyes, fíjate tú cuán importante resultan), no sólo tiene el derecho de expresarla
libremente, sino también la obligación de hacerlo. Porque una verdad que no se dice es
una verdad muerta. Y una verdad muerta es una limitación de horizontes. Y una limitación
de horizontes es una supresión de posibilidades. Y una supresión de posibilidades es
pérdida de autenticidad de la existencia. Y [...]
Que no vengan entonces con el cuento de los derechos si no se han leído antes el de los
deberes y responsabilidades.
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Con todo creo firmemente que a la política no debería poder acceder cualquier ciudadano
(poder para, tenerlo, lo tiene, otra cosa es que sea un poder legítimo. Y el hecho de que
sea legítimo tiene que ver con su adecuación al principio fundamental y supremo del
Derecho, que en poco se parece al derecho positivo). No se trata de un asunto de
limitación de derechos, como ya he dicho, sino de reclamación de responsabilidades.
Abriendo de par en par las puertas de la Casa Pública con unos bien hermosos sueldos
como reclamo no vamos a atraer más que a malos administradores que vendrán a dilatar
más todavía el nido de víboras en el que se ha ido convirtiendo el oficio de la política en
España y en Europa, hasta ese terrible momento en que ahí ya no quepa nadie. Y nos
echaremos las manos a la cabeza. Y nos convenceremos a nosotros mismos y al resto de
que no habíamos visto venir el problema. Y buscaremos culpables donde no los hay,
porque alguien tenía que pagar el pato. No debemos permitir la entrada en lo público a
golfos y rufianes que sólo pretenden, una vez allí, la satisfacción de sus propios intereses.
A eso yo le llamo intrusismo; y después del intrusismo vienen el amiguismo, el
clientelismo y muchos más ismos que son como virus para la salud de nuestro sistema
democrático, tan deteriorado; dale al lobo una oveja herida y pronto llamará a sus colegas
para disfrutar juntos del festín. Ya decía Heidegger que cuando la filosofía se tecnifica,
es decir, se pone al servicio de la técnica convertida en usura, en consumo del ente para
el aseguramiento de las existencias del propio hombre, sale el lenguaje (apresar conceptos
es apresar conocimiento) del ámbito de la verdad del ser (no dice la verdad del ser, la
verdad que al hombre le importa) y se divide ésta, la filosofía o el pensar el ser y la verdad
del ser, en una serie de ismos que luchan entre sí por su supremacía sobre el resto. Y el
dominio de uno de estos ismos significa el dominio de la opinión pública sobre el
lenguaje, constriñéndolo y sometiéndolo a sistemas de ideas que nada dicen acerca del
ser y del hombre.
No todo ciudadano, por el hecho de ser ciudadano, ha de tener derecho a ostentar un cargo
público. Imaginemos que un defraudador o evasor fiscal entra en política; ¿debemos
esperar acaso a que este rufián reconozca su delito y prometa no volver a cometerlo? Y
con todas, ¿le creeríamos? ¿Debemos confiar en su buen hacer? Bien cierto es que ya nos
sabemos de algún personaje que ha seguido el camino contrario, y por eso que sabemos
también que ni locos de atar aceptaríamos ni permitiríamos fiarle dinero público (sabemos
aquí con total seguridad, aunque el conocer no pase de mera opinión).
Por tanto defiendo firmemente la idea de que subirles los sueldos a los políticos (me da
igual que sean municipales, provinciales, autonómicos o interestelares) y permitir que
cualquiera entre a formar parte del cuerpo institucional que dirige el país son los dos
errores que más caro nos pueden costar a largo plazo a todos los españoles. Es más, han
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sido los dos errores que más caro nos están costando ya, desde hace más de treinta años
de democracia formal, a todos los españoles. Las consecuencias de todo este sinsentido
están a la vista de todos: tramas de corrupción que pudren por completo la estructura
interna de ciertos partidos políticos, golfería política y empresarial a más no poder,
encubrimiento y abuso policial, empobrecimiento social y enriquecimiento exponencial
de las pequeñas élites económicas, deterioro extremo de los mecanismos de defensa de la
sociedad civil como la justicia o la seguridad social y la destrucción, lenta pero constante,
del tejido democrático de un país que demasiados fantasmas carga ya en las alforjas como
para dejar al cuidado del orden material y moral a una pandilla de ladrones y
sinvergüenzas que da pena verlos. Y si seguimos por el mismo camino, más pobreza, más
corruptela y más ventajismos.
No son las subidas salariales la solución al problema político, pero mientras los
administradores públicos estén más ocupados en el aseguramiento de su propia economía,
los unos, en la limpieza apresurada de sus propios despachos, los otros, o en la
persecución de causas que sólo sirven como cortinas de humo para ocultar su poca
destreza dentro del ámbito de la política, los otros nuevos, seguirá siendo y se seguirá
vendiendo como la única alternativa posible para hacer de la actividad política una
actividad noble, justa y universal. Precisamente todo aquello que define a la política como
tal.
Señala Ortega y Gasset en La misión de la Universidad que la enfermedad radical de
España y del español, el gran mal que es causa y principio de todos los males que devastan
el territorio español y todas sus estructuras (políticas, morales, culturales...), la raíz del
problema más terrible al que se enfrenta la sociedad española, a saber, la alarmante
necesidad de reformar la institución universitaria y su forma de transmitir los
conocimientos y la institución del Estado y su forma de plantear y corregir los problemas
del país, es la chabacanería. Es éste uno de los conceptos más brillantes con los que me
he topado en los últimos meses, y es además aquel que resume todo lo que vengo
denunciando hasta ahora: el clientelismo, el despotismo, el amiguismo y la golfería de los
políticos españoles son prácticas y conductas que giran en torno al chabacanismo, centro
y origen de todas ellas. Y es raíz de todos ellos, dice Ortega, porque de lo alto a lo ínfimo
penetra toda nuestra existencia nacional, la anega, la dirige y la inspira; porque no hay
esfera de lo público ni relación social en España exenta de tratos chabacanos de favor o
que no se encuentre dominada por ellos.
Lo característico del comportamiento de nuestros políticos y precisamente lo que le hace
un comportamiento chabacano es la carencia total y absoluta de decoro, de dignidad, de
intención de ocultar la falta de ética. Y esta característica tan llamativa de la manera en
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que se producen los saqueos a la hacienda pública los convierte en verdaderos crímenes
contra la decencia y el rigor del hombre español, que asiste a ellos como quien asiste al
zoo: sabiendo o creyendo saber que es una farsa, un paripé que se han montado para el
deleite del personal, y esperando con cierta incomodidad a que acabe pronto el
espectáculo. Y uno poco a poco se va acostumbrando a prácticas tales, incluso actúa
siguiendo sus mismas pautas de acción, haciendo que en España la chabacanería lo
impregne todo: desde el Estado y sus actos públicos, hasta la vida de familia y el gesto
del individuo.
Y dice también Ortega, para terminar con la exposición de su idea y la conexión con la
que aquí se presenta, que lo contrario de la conducta chabacana es el estar en forma; está
en forma quien sigue un duro entrenamiento diario, quien acepta el gobierno de sí
haciéndose con la autonomía de su ser que es la autonomía de su actuar, quien con buenas
dosis de disciplina, entrega, voluntad y esfuerzo se responsabiliza de su hacer y de su
pensar y no duda en mostrar orgulloso cuánta responsabilidad ostenta sobre los hombros.
Quien no se abandona nunca y no abandonándose a sí mismo no abandona tampoco a
aquellos que están bajo su responsabilidad. Quien es inteligente porque actúa con
inteligencia, quien es atento porque no se deja caer ante la indiferencia y el camino fácil
del intrusismo.
El chabacanismo, al fin y al cabo, llevado al extremo con la aceptación de esta serie de
medidas que sólo pretenden blindar a determinados cargos públicos, conduce a la pérdida
de valores, a la orfandad de la sociedad entera y, en último término, a la ruina absoluta
del Estado. La ruina absoluta del Estado es ruina económica o material para el que piensa
de forma chabacana, igual que la reforma chabacana del Estado sólo provoca más
chabacanería y más fuerte y por tanto más decadente. La ruina absoluta del Estado es la
ruina del que se deja llevar por la opinión pública, tan dogmatizada; es la ruina moral e
intelectual del hombre medio, a la cual sólo el que se sale de la masa en un ejercicio de
comprensión y aceptación del gobierno de sí: el intelectual o el hombre grande que vive
a la altura de su generación asumiendo el sistema de ideas vivas de su generación y
encabezando y sintetizando en su persona toda la episteme (cultura) de su momento,
puede hacerla frente. Y cuántos, cuántos años llevamos en España esperando la llegada
de los salvadores... que no salva-patrias, tan de moda ahora.
Los habrá que me digan: ¿es que quieres sueldos bajos para nuestros políticos?, ¿no
conoces quizás del duro trabajo que desempeñan? Evidentemente, sé o creo saber de lo
doloroso y complejo que resulta dedicarse al mantenimiento del bien público, de las
muchas horas y de los muchos desprecios que hay que tragar, de las enemistades que se
crean e incluso de los marrones que en ocasiones se deben afrontar. Lo sé, porque me
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asomo a ello para conocerlo. Por eso que, de la misma forma que no acepto las excesivas
subidas de los sueldos de los políticos porque las considero tremendos abusos de poder,
tampoco milito la causa de los que piden unos sueldos paupérrimos. Porque si queremos
buenos administradores de la hacienda pública es necesario que éstos no deban
preocuparse demasiado por llegar vivos a final de mes, y sería contraproducente que
dedicasen una gran cantidad de su tiempo a otros oficios con que completar un salario
digno. Pero para mí el buen administrador de la hacienda pública es también un
administrador honrado, que sabe de los problemas de los suyos porque él también los ha
vivido. Y la experiencia me dice que quien vive muy por encima de las posibilidades de
los suyos vivirá también en una realidad que está muy por encima de la realidad de los
otros.
No quiero tampoco que los que entran en política abandonen de una vez y para siempre
sus oficios anteriores, sus verdaderas vocaciones o aquellas actividades a las que
comúnmente se dedican. No lo quiero porque la política no está ahí para ganar dinero y
vivir de ella, sino para vivir en ella y por ella; el político será político toda su vida, pero
debe ejercer como tal durante un breve periodo de tiempo, pongámosle doce años. De
este modo me declaro partidario de la limitación legal de los mandatos en la vida política
(activa, ya he dicho antes que el político vive como político por siempre) a dos o tres
legislaturas como máximo. Evitaríamos así el desgaste que todo hombre normal
experimenta cuando dedica muchos años de su vida a una única profesión, además del
apoderamiento de lo público por parte de unos pocos que de la noche a la mañana se
encuentran con la vida resuelta a costa del trabajo y del sacrificio de otros muchos.
Que no se abandonen los oficios vocacionales para los que uno se ha preparado durante
buena parte de su vida, porque precisamente eso conforma lo que uno es: el profesor de
Historia que entra en política no abandona nunca su vocación como profesor, y su ser
profesor es su verdadero ser porque es una existencia auténtica. El médico nunca dejará
de ser médico. Y el ginecólogo...
Por último y como resumen quisiera hacer mía una reflexión de un gran Juan Bonilla: una
vez que el político sale del ámbito activo de la política debería cumplir una condena en
prisión proporcional a los años que haya pasado ostentando cargos públicos. De este
modo sólo entraría a la política quien de veras tiene vocación para lo público,
ahorrándonos tanto tonto, golfo y chabacano.
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ay, pues sí, pues hoy hablamos de _
EL RAP Y LA POESÍA por Carlos Esteban González
“¡Oh! Inmortal Poseidón, el del furioso tridente,
a ti me encomiendo en esta difícil empresa.
Propicia que este velero llegue a buen puerto,
permíteme llevar a cabo los designios de Afrodita,
nacida de las olas. ¡Oh! Calíope,
augusta entre las musas, haz
florecer el jardín, trae la rima.”
Kase-o Mierda
Desde Mierda de Kase-o a El exilio de mi folio o Mi gente de Sharif y Pablo Carrouche
hay un grandísimo abanico de formas muy diferentes de hacer rap, de motivos muy
diferentes y de medios muy diferentes. El rap pasa por ser muchas cosas, hoy hablemos
sólo de lo que diferencia el rap de la poesía.
Sobre todo hemos de detenernos en el concepto de rima. Uno de los puntos importantes
es el flow. Aunque subjetivamente pueda comprenderse como aquella cualidad que un
rapero tiene de forma personal y no adquirida de hacer que las cosas que dice tengan un
toque especial e irrepetible que justifique el disfrute que produce en los oyentes; el tono,
los gestos, los golpes con el tempo, etc. Pero hay cosas que objetivamente podemos
buscar, como el adaptarse al ritmo llegando a llevar a éste. Me explico, el beat en el rap
suele tener una caja que no varía en todo el tema, que es así y que no será modificada por
el dj. Por mucho que el rapero acelere o frene su ritmo propio no va a tener un efecto tal
en esa caja que haga que ésta cambie, es decir, el rapero depende de la caja y no al revés.
Pero algunos de los raperos pueden rapear de tal manera que parezca, subjetivamente, que
ellos son los que llevan la canción y no la caja. Si escuchamos el remix de Dj Kaderas del
tema Pamthon de SFDK, o el Ven ven de Chojin, podemos ver como esta caja impasible
es más bien un complemento del ritmo que impone la voz que la base del tema; aunque
efectivamente sea al contrario.
La estructura es otro factor importante: la forma en la que se desarrolla la rima, el número
de sílabas por verso, el lugar del golpe en cada frase, la entonación, el contenido del
mensaje en cada parte de la base, etc. Escuchen cualquier disco de Falsalarma o de Arma
Blanca: La misión con Nach, La paz con Frank T, el Alquimia o R-evolución. Al igual
que en la polifonía barroca, si la estructura es suficiente la base y la rima van por dos
caminos diferentes, pero en conjunto crean una música diferente a ellas dos en separado.
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La rima no es necesariamente aquello que aporta ritmo y cohesión a la canción, sino el
conjunto de estas cosas. Pero esto no impide que se pueda experimentar con ella. En el
rap, a diferencia de la poesía, hemos de pensar tanto el texto, como en la voz que lo
llevará. Así, podemos dar presencia a elementos que no la tienen en ningún otro escenario.
Recogiendo el testigo de la puntualización literaria, Rapsusklei en C´est la vie concede
protagonismo a los signos de puntuación nombrándolos e incluyéndolos en el curso
normal de la rima.
Lo que diferencia la poesía del rap no es el nivel de complejidad o el nivel de cultura de
sus autores, sino la atención que se le dedica a las emociones en estas artes y la forma y
los medios de comunicar estas emociones en ambas disciplinas. Creo que el rap y la
poesía son dos disciplinas diferentes, aunque tengan puntos en común, pero que no han
de ser comparados como iguales, sino como diferentes expresiones del arte.
Hay una diferencia relevante
entre el rap y la poesía,
en lo que a improvisación
se refiere. Me explico:
en la poesía la emoción
se atiende detenidamente.
Uno juega con el corazón de uno
y lo hace valerse frente a ella,
cuidando de no perder la historia,
mientras se expone ella misma
desangrada en el suelo.
En el rap uno atiende
la emoción cuando ésta viene,
sabiéndose loco en el Kaos,
cuerdo en el único orden previsto,
ocupando las diferentes emociones
con el único propósito
de seguir adelante
sin saber muy bien a dónde;
preparándose tan sólo
para sentir y continuar a delante,
gritando a tempo todo;
respirando hambriento de ello.
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MÚSICA _
The Black Kyes – Tighten Up
“I wanted love, I needed love, most of all, most of all.
Someone said: true love was dead and I´m bound to fall, bound to fall
for you”
Robe – …y rozar contigo
“(…) no me acuerdo del cielo, el mar creo que era azul,
azul, azul, azul, azul, azul… azul.”
Barricada - Hasta siempre, Tensi.
"El peor dolor es no poder compartir el vacío de estas horas." The Rolling Stones – Paint it Black
"Miro en mi interior y veo que mi corazón es negro.
Veo mi puerta roja y ha sido pintada de negro "