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UNIDAD 2 Teorias Generales - … · sas y Naturaleza. a Margaret Mead (1901-1978) ... 2 La Guerra...

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Teoria de la Guerra UNIDAD 2 Teorias Generales Los Orígenes de la Guerra Conceptos de Guerra y Paz La Guerra y la Política Cuánto puede cambiar la Tecnología a la Guerra Sir Michael Howard
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Teoria de la Guerra

UNIDAD 2 Teorias Generales

Los Orígenes de la Guerra

Conceptos de Guerra y Paz

La Guerra y la Política

Cuánto puede cambiar la Tecnología a la Guerra? Sir Michael Howard

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U NI DAD DI DAC T ICA 2

Teorias Generales

1 Teorías sobre los orígenes de la Guerra. Tiempo, Cau-sas y Naturaleza.

a Margaret Mead (1901-1978)b Bronislaw Kasper Malinowski (1884-1942)2 La Guerra en la Cultura y la Sociedad. Relaciones con la religión, las ideologías y la idiosincrasia.

3 La Guerra y la Política. La presencia de la Guerra. Fun-cionalidades y disfunciones. El problema de la Guerra y la Paz.

a Heráclito (535-484 a.C.)b Thomas Hobbes (1588-1679)c Boulainvilliers (1658-1722)d Jean Jacques Rousseau (1712-1778)e Immanuel Kant (1724-1804)f Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831)g Karl von Clausewitz (1780-1831)h Friedrich Engels (1820-1895)i Leon Trotsky (1879-1940)j Michael Howard (1922)k Michel Foucault (1926-1984)4 La Tecnología en la Guerra. Necesidad de coherencia entre ambas. Debilidades de las doctrinas militares basa-das en la tecnología.

a Michael Howard (1922)

Teoria de la Guerra

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Teoría de la Guerra 2017

Contenidos

Los Orígenes de la Guerra 4

El Horizonte Militar 6

Los Orígenes de la Guerra 10

Guerra y Paz 18

Heráclito (535-484 a.C.) 20

Jean Jaques Rousseau (1712-1778) 21

Thomas Hobbes (1588-1679) 21

Henri de Boulainvilliers (1658-1722) 22

Immanuel Kant (1724-1804) 23

Georg W. F. Hegel (1770-1831) 23

Karl Marx (1818-1883) 24

Vladímir Ilich Uliánov Lenin (1870-1924) 24

Friedrich Engels (1820-1895) 24

Karl von Clausewitz (1780-1831) 25

Michael Howard (1922) 28

Michel Foucault (1926-1984) 29

¿Cuánto puede cambiar la Tecnología a la Guerra? Sir Michael Howard 30

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Teoría de la Guerra 2017

Los Orígenes de la Guerra

Los Tres Conceptos de Origen

© Mg Jorge Ariel Vigo

Combate entre Ar-queros de la Cueva de Roure (10.000 - 6.000

a.C.)Muchos autores consideran esta pintu-

ra rupestre como el primer caso regis-trado de un ataque envolvente.Del grupo de arqueros de la izquierda,

dos realizan una aferramiento por el centro, mientras que otros dos atacan los flancos del grupo de la derecha.No es creíble que estos arqueros in-

terpretaran la situación o la operación como nosotros lo hacemos, pero alguna idea debieron tener aunque se trate de una acción instintiva.

TIEMPO

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Teoría de la Guerra 2017

CAUSA No se trata de la causa de una guerra en particular, sino de la causa de la Guerra como fenó-meno integral; es decir que hechos, circunsatancias o condiciones provoca la Guierra en general

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Teoría de la Guerra 2017

El Horizonte MilitarEs el límite teórico que separa la Guerra Política, que es la que practicamos hoy, y la Guerra Primitiva. El tema lo creó Harry

Holbert Turney-High en 1949 para separar ambas formas de guerra científicamente. La teoría no es perfecta pero el concepto de la existencia de un límite que separa una de la otra es muy útil para distiguir cada caso.Los requisitos para salir de la Guerra Primitiva y entrar en la Guerra Política son:• 1.Operaciones Tácticas• 2.Comando y Control definidos.• 3.Habilidad para conducir una campaña para la reducción de la resistencia enemiga si la primera batalla falla. • 4.El motivo debe ser claro. La guerra debe tener un motivo grupal y no individual, o por parentesco. La guerra

verdadera está por encima de las disputas hereditarias o familiares; es una cuestión política propiamente dicha.• 5.Adecuado abastecimiento

La Estela de los Buitres es una serie de grabados conmemorativos de la victo-ria del rey Eannatum de Lagash sobre Umma, a finales del período Dinásti-co Arcaico. Su creación se sitúa hacia el 2450 a. C.La Estela muestra un ejército de la épo-

ca de la Política. Tiene una formación táctica, llamada falange sumeria; el co-mandante está a la cabeza de las tropas; muestra en ambas caras el desarrollo de una campaña; por el orden y el comando suponemos que el objetivo de la guerra debió ser político, además de que Lagash es un reino conocido históricamente; y el abastecimiento lo denota la uniformidad de equipos que debieron ser provistos de forma centralizada.

© Mg Jorge Ariel Vigo

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Teoría de la Guerra 2017

“La Guerra es sólo una Invención.

No una necesidad Biológica” Mead, Margaret.

In The Dolphin Reader. Journal Asia in August 1940 .(2nd edition. Ed. Douglas Hunt. Boston: Houghton Mifflin Company, 1990. 415-421.)

La Guerra es “Natural” y el hombre siempre estará vinculado a ella y no podrá evitarla; o la Guerra es “Cultural” y como tal es una invención hu-mana para resolver problemas que puede ser abandonada por una mejor

NATURALEZA DE LA GUERRA

1901-1978

¿Es la guerra una necesidad biológica, una inevitabilidad sociológica o sim-plemente un mal invento? Aquellos que argumentan a favor de la prime-ra dotan al hombre de tales instintos belicosos que algún punto promueven un comportamiento agresivo necesario si el hombre debe alcanzar la plena es-tatura humana. Fue este punto de vista detrás del famoso ensayo de William James, "The moral equivalent of war", en el que trató de retener las belicosas virtudes y los canalizarlas hacia nuevas direcciones. Un similar punto de vista lar ha permanecido detrás de la Unión Soviética al practicar la competencia entre grupos en lugar de entre los in-dividuos. Básicamente se asume que la competitividad, la agresividad, la beli-cosidad están en la naturaleza humana se rebela, y los que quieren prohibir la guerra o la competitividad meramente tratar de encontrar nuevas formas so-cialmente menos desintegradoras en las que estos aspectos biológicamente dados por la naturaleza del hombre puede encontrar su expresión. Luego están aquellos que se toman el segundo punto de vista: la guerra es la concomi-tante inevitable del desarrollo del Esta-do, la lucha por la tierra y los recursos naturales de la sociedad de clases sur-gen, no de la naturaleza del hombre, sino de la naturaleza de la historia. La guerra sin embargo es inevitable a me-nos que cambiemos nuestra sistema so-cial y queden fuera de la ley las clases, la lucha por el poder y las posesiones, y en caso de éxito nuestra guerra desa-parecería, como un síntoma desaparece cuando la enfermedad se cura.Uno puede hallar una especie de so-

lución de compromiso entre estos dos extremos, uno puede afirmar que toda agresión surge de la frustración de las necesidades biológicamente determi-

nadas del hombre y que, dado que to-das las formas de cultura son frustran-tes, lo cierto es cada nueva generación va a ser agresiva y la agresión encontra-rá su expresión natural e inevitable en la guerra de razas, la guerra de clases, la guerra nacionalista, y así sucesivamen-te. Estas tres posiciones son muy popu-lares hoy en día entre los que piensan seriamente acerca de los problemas de la guerra y su posible prevención, pero quiero instar a otro punto de vista, me-nos derrotista quizás que la primera y tercera, y más preciso que la segunda: es decir, que la guerra, que para mí se significa como conflicto reconocido entre los dos grupos como grupos , en los que cada grupo dispone un ejército (incluso si el ejército está compuesto de sólo quince pigmeos) en el cam-po para luchar y matar, si es posible, a algunos de los miembros del ejército del otro grupo -que la guerra de este tipo es una invención como cualquier otro de los inventos en términos de los cuales hemos ordenado nuestras vidas , tales como la escritura, el matrimo-nio, cocinar nuestra comida en vez de comerla cruda, el juicio por jurado o el enterramiento de los muertos, y así sucesivamente. Cualquiera elemento de esta lista es una invención: el juicio por jurado se limita a porciones muy limitadas del mundo, sabemos que hay tribus que no entierran a sus muertos, sino que los exponen o creman, y sabe-mos que sólo una parte de la raza hu-mana ha tenido el conocimiento de la escritura como herencia cultural. Pero, cada vez que una forma de hacer co-sas se encuentran universalmente, tal como el uso del fuego o la práctica de algún tipo de matrimonio, tendemos a pensar a la vez que no es una inven-ción en absoluto, sino un atributo de la humanidad misma. Y sin embargo,

incluso tal universalidad como el ma-trimonio y el uso del fuego son inven-ciones como el resto, muy básicas, in-venciones que fueron quizás necesarias para que la historia humana tomara el giro que ha tomado, pero sin embargo invenciones. En algún momento de su desarrollo social el hombre vivía, sin duda, sin la institución del matrimonio o el conocimiento de la utilización de fuego.El caso para la guerra es mucho más

claro porque hay pueblos, incluso hoy que no tienen ninguna guerra. De éstos los Eskimo (esquimales) son quizás el más visible ejemplo, pero los Lepchas de Sikkim descritos por Geoffrey Gorer en “Himalayan Village” son tan buenos como aquéllos. Ninguno de estos pue-blos entiende la guerra, ni siquiera la guerra defensiva. La idea de la guerra en ellos es deficiente, y esta idea es tan esencial para la realización de la guerra real como un alfabeto o un silabario lo es a la escritura. Pero mientras que los Lepchas son gentiles, sosegadas perso-nas, y los defensores de otros puntos de vista podrían argumentar que no son seres humanos completos o que nunca se habían visto frustrados por lo que no tenían agresión que los llevase a la gue-rra, el caso esquimal no da esa posibili-dad de interpretación. Los Eskimo no son un pueblo suave y dócil, y muchos de ellos son turbulentos y problemáti-cos. Las peleas, el robo de esposas, el asesinato, el canibalismo, se producen entre ellos con todos los arrebatos de hombres apasionados provocados por el deseo o por una circunstancia into-lerable. Aquí están estos hombres que enfrentan el hambre, hombres que se enfrentan a la pérdida de sus esposas, los hombres ante la amenaza de exter-minio por otros hombres, y aquí los son niños huérfanos, que crecen mi-

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Teoría de la Guerra 2017

serablemente, sin nadie para cuidar de ellos, se burlados y olvidados por los que los rodeaban. La personalidad ne-cesaria para la guerra, las circunstancias necesarias para incitar a los hombres a la desesperación están presentes, pero no hay guerra. Cuando un esquimal viajar y llega a un asentamiento, podría tener que luchar contra el hombre más fuerte para establecer su posición entre ellos, pero esto es una prueba de fuerza y valentía, no la guerra. La idea de la guerra, de un grupo organizado contra otro grupo para mutilar y herir y matar, en ellos está ausente. Y sin esa idea, las pasiones que se suscitan, no hay gue-rra.¿Pero, se puede argumentar, que esto

sucede porque los esquimales tienen una forma tan baja y poco desarrollada de organización social? No son dueños de ninguna tierra, pasan de un lugar a otro, acampan, es cierto, temporada tras temporada en el mismo sitio, pero esto no es algo que los lleve a luchar como las naciones modernas por la tierra y las materias primas. No tienen posesiones permanentes que pueden ser saqueadas, no hay pueblos que se puedan quemar. Ellos no tienen las clases sociales que produzcan estrés y cepas de tensión dentro de la sociedad que podrían obligarlo a ir a la guerra exterior. ¿Acaso la ausencia de la gue-rra entre los esquimales , mientras que refuta la necesidad biológica de la gue-rra, sólo confirma el punto de que es el estado de desarrollo de la la sociedad el que representa la guerra, y nada más?La respuesta encontramos en los pue-

blos pigmeos de las Islas Andamán en la Bahía de Bengala. El Andamaris tam-bién representa un nivel muy bajo de organización social, se dedican a la caza y la recolección de alimentos, viven en pequeñas hordas sin ninguna clase de estratificación, sus casas son más sim-ples que las casas de nieve de los esqui-males. Pero ellos saben de la guerra. El ejército puede contener sólo quince de-terminados pigmeos que marchan en línea recta, la cosa es real no obstante. Un pequeño ejército se reúne con otro pequeño ejército en una batalla abierta, se intercambiaron golpes, sufren bajas, y el estado de la guerra sólo concluye al celebrar una ceremonia de estableci-miento de la paz.Del mismo modo, entre los aboríge-

nes australianos, que no construyen viviendas permanentes, que vagan de pozo de agua de pozo de agua sobre su casi desierto país, la guerra -y las nor-mas del "derecho internacional"- están

altamente desarrolladas. El estudiante de la evolución social, buscará en vano a las obvias causas de la guerra, luchar por las tierras, luchar por el poder de un grupo sobre otro, la expansión de la población , la necesidad de desviar las mentes de un pueblo inquieto bajo la tiranía, o incluso la ambición de un líder de éxito para afirmar su propio prestigio . Todos están ausentes, pero la guerra como una práctica se mantiene, y los hombres que se involucran en ella se matan unos a los otros muertos en el curso de la guerra porque matar es lo que se hace en las guerras.De casos como estos se hace evidente

que una investigación sobre las causas de la guerra pierde el punto fundamen-tal tan completamente como lo hace una insistencia en la necesidad bioló-gica de la guerra. Si un pueblo tiene la idea de ir a la guerra y la idea de que la guerra es la forma en que ciertas situa-ciones, definidas dentro de su sociedad, así deben ser gestionadas, a veces irá a la guerra. Si son unas personas suaves y no agresivas, como los indios Pueblo, pueden limitarse a la guerra defensiva, pero lo harán porque se ven obligados a pensar en términos de guerra debido a que hay pueblos cerca de ellos que tienen la guerra como un patrón, y tanto ofensiva, de ataque, y de saqueo. Cuando se conoce el patrón de la gue-rra, la gente como los indios Pueblo se defenderán, aprovechando sus recursos naturales, el sitio de la aldea mesa, y la gente como los Lepchas, al no tener las defensas naturales y la idea de la guerra, se limita a someterse al invasor. Pero el punto esencial sigue siendo el mismo. La guerra es una forma de comporta-miento que se sabe por un pueblo dado y etiquetado como una forma apro-piada de comportamiento; un pueblo audaz y belicoso como los sioux o los maoríes pueden etiquetar la guerra como deseable y posible; un pueblo tranquilo como los indios Pueblo pue-den etiquetar la guerra como algo inde-seable, pero para las mentes de ambos pueblos la posibilidad de la guerra está presente. Sus pensamientos, sus espe-ranzas, sus planes se orientan acerca de esta idea, de que la guerra se pueden seleccionar como forma de enfrentar alguna situación.Pueblos tan simple y los pueblos civi-

lizados, los pueblos serenos y pueblos violentos, asertivos , todos irán a la guerra si tienen la invención, al igual que los pueblos que tienen la costum-bre de los duelos tendrá duelos y los pueblos que tienen el patrón de ven-

detta disfrutan de la vendetta . Y, a la inversa, los pueblos que no saben de los duelos no lucharan duelos, incluso aunque sus mujeres sean seducidas y sus hijas violadas; pueden en ocasiones cometer un asesinato, pero no van a ba-tirse en duelo. Culturas que carecen de la idea de la venganza no se reunirán en cada pelea de esta manera. La gente puede utilizar sólo las formas que tie-ne. Así los balineses tienen su manera especial de tratar con una pelea entre dos individuo: si los dos sienten que las causas de la disputa son pesados pue-den ir y registrar su pelea en el templo ante los dioses, y, haciendo ofrendas, pueden jurar nunca tener nada que ver uno con otro de nuevo. Hoy en día se registran tales mutuos "no hablar" con los funcionarios del gobierno holandés. Sin embargo, en otras sociedades, aun-que los individuos pueden sentirse tan llenos de animosidad y tan dispuestos a no tener más contacto como lo hacen los balineses, pero no puede registrar su pelea con los dioses y seguir tranquila-mente sus negocios, ya que registrar pe-leas con los dioses no es una invención que ellos conozcan.Sin embargo, si se concediera que la

guerra es después de todo una inven-ción, puede sin embargo ser una in-vención que se presta a ciertos tipos de personalidad, a las necesidades exi-gentes de los autócratas, a los deseos expansionistas de los pueblos llenos de gente, con el deseo de saqueo y la violación y depredación que se engen-dra por una vida aburrida y frustrante. Entonces, ¿qué podemos decir de esta congruencia entre la guerra y sus usos? ¿Si se trata de una forma que se ajusta tan bien, no es éste el punto de con-gruencia esencial?Pero incluso en este caso el material

primitivo nos hace preguntarnos, por-que hay tribus que van a la guerra sólo por la gloria, que no tienen nada en contra de los enemigos, que no sufren de ningún tirano dentro de sus fron-teras, que no están ansiosos, ni por la tierra ni el botín ni mujeres, sino sim-plemente que la ansiedad por ganar prestigio dentro de esa tribu se ha de-clarado que sólo puede obtenerse por la guerra y sin la cual ningún joven pue-de aspirar a ganar la sonrisa de cariño de su pretendida dama. Pero si, como fue el caso de los negros de Bush de la Guayana holandesa, es la capacidad ar-tística la que es necesaria para lograr la aprobación de una niña, el mismo jo-ven tendría ser tallador en vez de salir a la guerra.

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Teoría de la Guerra 2017

En muchas partes del mundo, la gue-rra es un juego en el que el individuo puede ganar cosas que le dan prestigio a los ojos de su propio sexo o del sexo opuesto; juega por estos puntos como podría, en nuestra sociedad, luchar por un campeonato de tenis. La guerra es un marco para tal búsqueda de presti-gio simplemente porque exige el des-pliegue de ciertas habilidades y ciertas virtudes; todas estas habilidades como montar a caballo, disparar con preci-sión, esquivar los misiles del enemigo, y lanzarse directamente al blanco, pue-den ser igualmente bien ejercitadas en alguna otro marco, e, igualmente, la virtudes -resistencia, valentía, lealtad, perseverancia- se pueden visualizar en otros contextos. La relación entre la prueba de uno mismo como hombre y probar esto en un éxito en la matan-za organizada se debe a una definición que muchas sociedades han hecho de la virilidad. Y a menudo, incluso en aque-llas sociedades que cuentan el éxito en la guerra como una prueba del valor humano, giros extraños fueron dados a la idea, como cuando los indios de las llanuras daban su más alto premio al hombre que tocó a un enemigo vivo en lugar de con el hombre que trajo el cuero cabelludo de un enemigo muerto ya que este último se había arriesgado menos.La guerra es sólo una invención que

conoce la mayoría de las sociedades hu-manas por la que permite a sus jóvenes, ya sea para acumular prestigio o vengar su honor o adquirir botín o esposas o esclavas o tierras o ganado o aplacar la sed de sangre de sus dioses o las almas inquietas de los recién fallecidos. Es sólo una invención, más vieja y más ex-tendida que el sistema de jurados, pero sin embargo una invención.Pero, una vez que hemos dicho esto,

¿hemos dicho algo en absoluto? A pe-sar de unos pocos casos, adorados a los corazones de los polemistas, de la pér-dida de las artes útiles, una vez que una invención se hace congruente con las necesidades humanas o formas socia-les, tiende a persistir. Concedido que la guerra es una invención, que no es una necesidad biológica, ni el resultado de ciertos tipos especiales de las formas sociales, aun así, una vez hecha la in-vención, ¿qué vamos a hacer al respec-to? El indio que había subsistido con el búfalo por generaciones porque con sus armas primitivas podía matar a un número limitado de búfalos no volvió a sus armas primitivas, cuando vio que las armas más eficaces de los blancos

fueron exterminando a los búfalos. El deseo por el paño del hombre blanco puede hipotecar a los isleños del Mar del Sur en la plantación de los blancos, pero ellos no volverán a hacer de tela de corteza, de la que se habían liberado. Una vez que una invención es conocida y aceptada, los hombres no renuncian fácilmente a ella. Los trabajadores ca-lificados pueden aplastar los primeros telares de vapor que sienten han de ser su perdición, pero ellos los aceptan al final, y no hay movimiento, que ha insistido en el mero abandono de in-venciones utilizables cada vez que han tenido mucho éxito. La guerra es, aquí, como parte de nuestro pensamien-to; las hazañas de los guerreros se in-mortalizan en las palabras de nuestros poetas, los juguetes de nuestros hijos se modelan sobre las armas de los sol-dados, y el marco de referencia dentro del cual nuestros hombres de Estado y nuestros diplomáticos trabajan siempre contiene la guerra. Si sabemos que no es inevitable, que se debe a un acciden-te histórico que la guerra es una de las formas en que pensamos nos podemos comportar, se nos da alguna esperanza con eso? ¿Qué esperanza hay de persua-dir a las naciones a abandonar la guerra, naciones tan profundamente imbuidos de la idea de que recurrir a la guerra es, si no realmente deseable y noble, al fin inevitable siempre que se presenten ciertas circunstancias definidas?En respuesta a esta pregunta creo que

podríamos recurrir a la historia de otras invenciones sociales, y las invenciones que alguna vez debieron haber pare-cido tan firmemente arraigadas como la guerra. Tome los métodos de ensa-yo que precedió al sistema de jurados: ordalía y la prueba de combate. In-justa, caprichosa, ajena como lo es para nuestro sen-timiento de hoy, una vez fueron los únicos métodos abiertos a las per-sonas acusadas de algún delito. La invención de un juicio por jurado reemplazado gra-dualmente estos métodos hasta que sólo las brujas, y, finalmente, ni siquiera las bru-jas, tuvieron que recurrir a la dura prueba. Y duran-

te mucho tiempo, el sistema de jurado parecía el mejor y más selecto método de solución de controversias de orden jurídico, pero hoy en día los nuevos in-ventos, juicio ante únicamente un juez o ante comisiones de jueces, están re-emplazando el sistema de jurados. En cada caso el viejo método fue reempla-zado por un nuevo invento social; la terrible experiencia no salió porque la gente pensaba que era injusto o inco-rrecto, se apagó debido a un método más congruente con las instituciones y los sentimientos de la época en que se inventó. Y, si nos desesperamos por la forma en la que la guerra parece un hábito tan arraigado de la mayor par-te de la raza humana, podemos tomar consuelo en el hecho de que una mala invención suele dar lugar a una mejor invención.Para esto, dos condiciones al menos

son necesarias. Las personas deben reconocer los defectos de la antigua invención, y alguien debe hacer una nueva. Propaganda contra la guerra, la documentación de su terrible costo en sufrimiento humano y los costos socia-les, preparan el terreno mediante la en-señanza de las personas a sentir que la guerra es una institución social defec-tuosa. Se necesita, además, la creencia de que invento social es posible y la in-vención de nuevos métodos que hagan la guerra tan anticuada como el tractor está haciendo con el arado, o el coche de motor del caballo y carruaje. Una forma del comportamiento mismo se vence sólo cuando otra cosa ocupa su lugar , y con el fin de inventar formas de conducta que harán obsoleta la gue-rra , es un primer requisito para creer que una invención es posible.

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Teoría de la Guerra 2017

Los Orígenes de la Guerra

© Mg Jorge Ariel VigoNo he elegido al azar emplear el plu-

ral en el epígrafe. Al hablar de origen podemos hacer referencia a tres situa-ciones: la determinación temporal de la primera aparición del fenómeno, la explicación de las causas que le dieron origen o a su naturaleza. Lo que se re-sume en responder a tres preguntas: ¿Desde Cuándo hay Guerra?, ¿Por qué apareció?, y ¿Qué es?¿Desde Cuándo hay Guerra?Explorar el tiempo pasado en busca

de la primera aparición de la Guerra es una tarea compleja no sólo por su antigüedad sino también por las condi-ciones en las que las pruebas aparecen.La búsqueda de evidencias debe orien-

tarse hacia los hallazgos de restos huma-nos que registren traumas producidos por armas –especialmente proyectiles incrustados en los huesos- y el registro de fortificaciones.Los humanos comenzaron sus ritua-

les mortuorios hace unos 150.000 años, pero esas prácticas comprenden la sepultura –que puede proporcio-nar datos- pero también la cremación y la exposición de cadáveres . Aun así no siempre es posible distinguir entre heridas producidas por accidentes, las provenientes de violencia individual y las sucedidas en ocasión de violencia grupal, siendo éstas las que aportarían datos a esta investigación.Las armas aparecen regularmente

40.000 años atrás y las fortificaciones están sujetas al sedentarismo que apa-rece alrededor de hace 14.000. Lo que establece un marco temporal amplio pero más preciso si tenemos en miras que nuestra especie camina sobre la tierra hace dos millones de años, y que el homo erectus hace 500.000 años. Entre éstos “…el Hombre de Pekín, el “Prometeo” que aprendió a conservar el fuego, lo utilizó para asar sus her-manos: al lado de los restos del primer uso regular de fuego se encuentran los huesos mutilados y tostados del propio Sinanthropus Pekinensis…”, podría hacer suponer alguna actividad asocia-ble a la guerra, sin embargo sólo mues-tra una gran habilidad para sobrevivir y

seguramente orientada a la caza.Con mayor certeza de la causa de

muerte se han hallado restos en Italia y Francia –entre 34.000 y 24.000 años- en Egipto -20.000 años- y Nubia – de 14.000 a 12.000 años-. Las evidencias más fuertes por su regularidad aparecen en el Mesolítico de 10.000 a 5.000 años y con más firmeza en el Neolítico don-de los primeros agricultores aparecen entre el 7.000 y el 4.000, coincidiendo con la introducción de fortificaciones como Jericó (9.000 a.C.), Çatal Hüyük (7.000 al 4.000 a.C.) y Arkaim (4.000 a.C.).Bajo estas manifestaciones podemos

estimar que el hombre eligió la Guerra como uno de los medios para resolver conflictos dentro de la especie hacia el período comprendido entre los 30.000 y los 20.000 años hacia el pasado. Esta datación refiere a la Guerra como fenó-meno humano integral, sin embargo es posible marcar dos períodos dentro de él que están determinados por la forma en que la comunidad la enfrenta.

El “Horizonte Mili-tar”

En 1949 Harry Holbert Turney-Hi-gh formula su teoría del “Horizonte Militar” para separar esos dos períodos que quedarán bautizados como “Gue-rra Primitiva o Ritual” y “Guerra Real o Civilizada”. El planteo parte de la idea que la diferencia entre las dos se debe a que en la primera sus ejecutores son pueblos iletrados que desconocen las normas básicas de la ciencia de la guerra, esencialmente no tienen táctica y ello lo manifiestan por su au-sencia de formaciones de combate. Propone cinco condiciones necesarias para una:1. O p e r a c i o n e s

Tácticas2. Comando y

Control definidos. Sin

definición de una autoridad militar en control durante la acción, sólo se obtie-ne una riña sangrienta3. Habilidad para conducir una

campaña para la reducción de la re-sistencia enemiga si la primera batalla falla. Esta es una condición muy im-portante, es mucho más que un raid, e implica una mayor autodisciplina y organización social4. El motivo debe ser claro. La

guerra debe estar basada en un moti-vo grupal y no individual, o por causa de parentesco. La guerra verdadera está por encima de las disputas hereditarias o familiares; es una cuestión política propiamente dicha.5. Adecuado abastecimiento Turney-High sostiene que ningu-

na tribu primitiva puede llenar estas condiciones, especialmente la quinta. Mantiene además, después de enume-rar catorce principios de táctica, que el que refiere a “correctas formaciones” no se verifica en grupos prehistóricos. Comenta que en ese antiguo pasado la guerra no tiene objetivos prácticos o racionales, como las causas políticas y económicas, por ello dice que la guerra primitiva se produce por motivos per-sonales, psicológicos y sociales, y que la aventura, el deporte o el aburrimiento pueden ser causas válidas. Indica que las cuestiones psicológicas en la guerra civilizada se manifiestan en el soldado individual y en pequeñas unidades. Fi-nalmente asevera que la victoria puede no producirse o ser sólo aparente y que

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tiene mayor valor la supervivencia del guerrero.Esta hipótesis que parece convincen-

te es más intuitiva que científica y su principal legado es haber proyectado la imagen de una guerra primitiva muy parecida a un deporte inofensivo diri-gido a objetivos imprácticos e incapaz de afectar cualquier aspecto esencial de la sociedad, con lo que dio origen al concepto de la guerra primitiva relati-vamente benigna que floreció a poste-riori de la Segunda Guerra Mundial.Pese a lo errado, aunque atractivo de

su estudio, Turner-High nos dejó la idea del “Horizonte Militar”, que todo historiador militar ha utilizado con iguales o diferentes argumentos. Con sus deficiencias, sin embargo tiene una cita muy clara que ayuda a mejorar su teoría. Veamos ese párrafo:“Los etnólogos frecuentemente repor-

tan que ciertas tribus recogían bayas y frutos secos y… pueden haber dependi-do de alimentos vegetales salvajes para su principal sustento. Tal condición no los hace agricultores, a pesar de que pueden haber comido no más carne que una tribu agrícola. Hay algo más el complejo de la agricultura es bastante más que la simple dieta, como hay más en la guerra que la mera matanza…Para ser considerado un pueblo agri-cultor, sin embargo, de hecho habrían tenido que domesticar la planta de ali-mentos, poner su crecimiento bajo su control, y sistemáticamente sembrar, cosechar y guardar cierta cantidad de semillas para la siembra futura. Wil-helm Schmidt sostiene que el horizon-te de la agricultura verdadera consiste en la alteración de las condiciones de vida de las plantas y alterar el suelo. A menos que se trabaje el suelo, por lo tanto, la producción de plantas de co-mida no se puede considerar verdadera la labranza…El umbral, entonces, que divide la verdadera guerra del combate sub-militar, debe ser tomado como la invención de tácticas” . Este párrafo es el que le da vida y po-

sibilidades a la teoría del “Horizonte Militar”, pero creo que no como Tur-ner-High lo pretendió.Es cierto, para seguir con la metáfora,

que recoger lo que la naturaleza brinda sin control, no es lo mismo que cose-char lo plantado; pero esencialmente son dos actividades idénticas en dos etapas de evolución, diferenciables por esta condición temporal. Con la guerra sucede lo mismo, Turner-High no ve la guerra primitiva como una etapa de

aprendizaje bélico, y pretende por otra parte que la táctica es una invención -que ciertamente lo es- pero que se creó completa en un solo acto, que aún se-ría previo al primer combate civilizado. La diferencia que sí es apreciable es que los objetivos primitivos eran menos concretos, y más variados y las formas muy laxas.En la vida del hombre prehistórico la

guerra tenía un carácter ocasional, pero las acciones existían tanto rituales como de guerrilla. Esta última forma de lu-cha también contradice a Turner-High, pues exige de procedimiento, organi-zación, liderazgo y planeamiento, que aunque primitivos no pierden entidad.La “Guerra Real” habría comenzado

a crearse alrededor del 10.000 a.C. y recién en el 3.100 a.C. aparecerían los ejércitos permanentes. En ese tiempo parece que la “guerrilla” habría desapa-recido, o mejor dejó de hablarse de ella como guerra y luego la historia militar también la remitió al olvido. Una expli-cación de porqué una vez que se esta-bleció la guerra civilizada esta forma de combate fue rechazada y considerada un crimen es debido a que era (o es) “cruel con los débiles y cobarde en pre-sencia de los bravos”, es decir todo lo contrario a lo que sostienen los valores de la profesión militar; esto ha hecho que algunos académicos y el público en general se hayan negado durante mucho tiempo a considerar la guerri-lla como guerra verdadera, lo que es un error pues se trata de un simple proce-dimiento de combate.Hugh Kennedy explica lo que llama la

“Paradoja del Nómade”. “En la histo-ria de la guerra ha sido generalmente el caso que la superioridad militar reside en los estados más ricos y los que tienen la más desarrollada administración… Los nómadas que asolaron y a veces dominaron las tierras… de Europa, eran una excepción a esta regla. Casi por definición, no tenían estado y apa-rato administrativo, a menudo venían de tierras pobres y completamente ig-norantes en las artes de la civilización”. Sin embargo causaron el terror de esta-dos modernos y se impusieron a ellos. ¿Cómo lo lograron? Kennedy destaca que poseían una mayor movilidad, que todos los hombres adultos eran guerre-ros y que sus líderes eran seleccionados por su habilidad para hacer la guerra. Pero la paradoja comprende algo más, aún los más exitosos guerrilleros tienen que convertirse en guerreros conven-cionales y adoptar sus tácticas cuando alcanzan un gran éxito, pues entonces

son ellos los que tienen tierras y rique-zas que deben defender y administrar.Si la guerra irregular es la primera for-

ma de guerra y está ligada a las formas nómades de vida; y si se acepta que esta forma de guerra desaparece cuando los nómades se hacen sedentarios, al dispo-ner de mayor seguridad y estabilidad, es entonces forzoso reconocer que el cambio de la guerra irregular – cambio que debió haber arrastrado a la guerra ritual- a la guerra regular, real o civili-zada se debe a que las condiciones de seguridad y estabilidad son deseables para el ser humano, y esto le ocurrió históricamente al hombre primitivo al asentarse con el descubrimiento de la agricultura, lo que trajo aparejada la necesidad de defender tierras y posicio-nes que antes eran fugaces propieda-des. Esto nos indica que la imaginaria línea del “Horizonte Militar” no está asentada en la táctica como propuso Turner-High, sino en el cambio en las condiciones de vida que alteraron toda la concepción cultural e intelectual del hombre. Esos cambios hicieron a los objetivos de guerra más racionales y políticos, y de allí surgió una mejora en la forma del combate y la conducción bélica, cosa que llevó mucho tiempo. Pero esto es sólo una parte de los cam-bios, o más bien una explicación de ellos pero no las posibles causas de los cambios que están muy vinculados a la guerra.El inicio de la Guerra puede enton-

ces datarse hace 30.000 o 20.000 años atrás, mientras que la forma de Guerra en la que hoy todavía nos movemos puede estimarse que comenzó a intro-ducirse de manera discontinua y sujeta

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al grado de evolución del grupo comu-nitario entre los 12.000 y los 10.000 años.Ahora que conocemos su antigüedad y

su práctica tan variada es forzoso admi-tir que la Guerra es un conocimiento, un saber humano profundo y arcano que no puede soslayarse, y que obliga a estudiarlo, aprenderlo y desarrollarlo bajo la condena “de pérdida de lo que nos es más querido” que nos indicara Sun Tzu .

¿Por qué apareció la Guerra?

La cuestión de las causas que dieron lugar al advenimiento de la Guerra refiere a por qué el hombre recurrió a ella como método de resolución de disputas y no debe confundirse con la naturaleza de la Guerra que concierne a la esencia y propiedad característica del fenómeno y determina su especie, cosa que veremos más adelante.Si tomamos la categorización de “Gue-

rra Ritual” y “Guerra Real” podríamos decir que la primera está más ligada a motivaciones personales y psicológicas de jefes tribales y guerreros, mientras que la última es provocada por motivos políticos o económicos. Este camino lo han seguido algunos investigadores, pero creo que aceptar que cada perío-do tiene causas diferentes lleva a acep-tar que no se trata de dos períodos de un mismo fenómeno sino de fenóme-nos diferentes, y pienso que debe ha-ber una causa unificadora que afecte a ambos como calificadores de un único instituto.Veamos el enfoque que John Keegan

brevemente da a este tema: “Algunos insisten en ver la guerra primitiva como "cultural", una canalización de los ins-tintos masculinos hacia la violencia colectiva, así como una expresión de la identidad de los machos que forman una comunidad particular. Otros con-sideran que se lucha como un medio de la competencia por los escasos recur-sos y señalan que, aunque las batallas campales parecen lograr escasos resul-tados, las colectividades más fuertes al-canzan, con el tiempo, prevalecer sobre las más débiles, ocupando el territorio que ellas no son capaces de defender…La Competencia por Recursos Escasos (CRE - un término acuñado por el pro-fesor Ronald Cohen de la Universidad de Florida) habría dado lugar a algún grado de especialización militar en la sociedad primitiva; el primitiva batalla campal individualista en la que los par-ticipantes practican duelos hombre a hombre, aunque no necesariamente en contra del mismo hombre, debe haber dado paso bajo presiones competitivas al esfuerzo más unificado. Unificación predica liderazgo y organización de partidas de caza, que era fundamental para la sociedad primitiva, proveyó un modelo a partir del cual el liderazgo podría ser trasladado al campo de ba-talla”. Creo que la separación entre causa cul-

tural y competencia por recursos es ar-tificial y no se contradice. Ciertamente el impulso de la lucha resulta afincado en la necesidad de obtener recursos para la comunidad (competencia) y la construcción de la violencia colectiva (cultura) para lograrlo. La cuestión es por qué y cuándo la obtención de re-cursos encuentra en la guerra su medio de satisfacción en lugar de otros arti-ficios.La búsqueda de recursos tiene por

objetivo la supervivencia de la comu-nidad. La condición de escasez de los recursos y su fundamental función ha-cen que su obtención sea una gestión permanente e irrenunciable, lo que también explica que las agrupaciones humanas compitan entre ellas por con-seguirlos y en cantidad suficiente. La escasez es resultado por una parte de la disponibilidad real de los recursos, y de los medios disponibles para su obten-ción por la otra. En este sentido Mar-vin Harris señala que la necesidad de recursos y asegurarlos promueve a la in-tensificación de los procesos de obten-ción. Cuando ello ocurre, si se emplean nuevas tecnologías se pueden obtener más recursos sin agotar sus fuentes, por

el contrario la explotación continua sin mejoras técnicas termina por eliminar el recurso permanentemente. Esta pri-vación obliga a la comunidad a tomar medidas internas de reducción pobla-cional –como el infanticidio femeni-no- y a salir a buscar nuevas tierras con nuevos recursos lo que lleva a encuen-tros con otros grupos y abre la posibili-dad de la guerra. Esta guerra no sería de expansión sino antes bien de equilibrio ecológico recursos-población; ese equi-librio significa supervivencia.Desde otro enfoque Claude Meillas-

soux observa que en las sociedades donde se alcanza el progreso de la horti-cultura –actividad en la que las mujeres tienen alta participación- se denota la debilidad femenina durante los perío-dos de embarazo y lactancia, esto lleva-ría a la obtención de hembras fuera de la comunidad derivando en guerras in-ter-tribales. Confirmando la condición de recurso para la mujer Meillassoux destaca que las hembras “conquistadas” eran objeto de protección por el con-quistador y tratadas como las otras de la tribu. Ese trato consistía en el some-timiento de la mujer a la familia en un principio y a las élites gobernantes des-pués, lo que las convierte en un objeto. Se debe observar que desde este enfo-que el recurso buscado no es la mujer en sí, sino su capacidad reproductiva.Si proyectamos las propuestas de Kee-

gan, Cohen, Harris y Meillassoux en conjunto nos brindan un escenario donde el término “recurso” es más am-plio que el de objeto material alcan-zando un nivel conceptual que abarca todo aquello que posibilita la supervi-vencia de la población. Esta perspecti-va es muy importante para comprender y distinguir las causas esenciales de la Guerra centradas siempre en la super-vivencia. Así al desarrollarse la civili-zación el dueto recurso-supervivencia comenzó a asumir distintas fisonomías. En primer lugar los recursos pudieron medirse en valores económicos dando lugar a Guerras para obtener riquezas con las que conseguir los recursos di-rectamente vinculados a la capacidad de continuar viviendo. Del mismo modo que la Guerra puede producir una sobreabundancia de recursos que podría permitir vender el sobrante y emplear lo obtenido en nuevos y dife-rentes recursos. Esto es lo que ha dado lugar a una repetida y mal interpretada frase acerca de que las Guerras siempre tienen causas económicas, antes bien los recursos, las necesidades y su satis-facción tienen valor económico pero la

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causa es siempre la supervivencia.La expansión de la relación recur-

sos-supervivencia alcanza también a circunstancias que no tienen una valo-ración económica pero que igualmente aseguran la continuidad. Por ejemplo el prestigio que da una victoria militar produce intimidación y disuasión en otras comunidades que podrían termi-nar como tributarias de recursos. En nuestro mundo la capacidad de soste-ner la propia soberanía es presupuesto de reconocimiento por la comunidad internacional y facilita la obtención de recursos tanto por las vías pacíficas como las bélicas. Así la sofisticación de la civilización ha llevado a un refina-miento del concepto “recurso” lo que nos ha guiado a la disminución de la aplicación de la Guerra como medio de supervivencia. Es obligado admitir que hay Guerras

cuyas causas no reconocen ningún vín-culo con la supervivencia, ni aun remo-tamente. En estos casos es mi opinión que no se trata de Guerra, sino de un acto criminal de máxima magnitud donde tanto las poblaciones como sus fuerzas armadas son abusadas y bastar-deadas por los promotores de acciones violentas colectivas que sólo llevan a su propio beneficio.

¿Qué es la Guerra?La cuestión aquí es responder a la clá-

sica pregunta acerca de si la Guerra es un fenómeno “Natural” al hombre o es un hecho “Cultural”. Aceptar el pri-mer postulado es admitir que la Gue-rra siempre e inevitablemente convivi-rá con la especie humana; el segundo postulado plantea que la Guerra es producto de una forma o estilo de vida comunitaria y que un cambio podría hacer que cayera en desuso. La cuestión suscita fuertes y prolongadas discusio-nes y, lejos de concluir se amplía el es-pectro permanentemente, por lo que reduciré el tema a la generalización de algunas posturas y la fijación de las que considero más adecuadas para explicar el fenómeno.La teorización acerca de la naturaleza

de la guerra no es un tema ligero pues es el inicio del camino para eliminar o restringir al menos el acto de mayor violencia de la humanidad. Su relevan-cia es tal que, por supuesto no escapa a los intereses políticos que con distintas pretensiones –tanto pacifistas como be-licistas- tratan de torcer la ciencia; afor-tunadamente el asunto es también tan esencialmente humano que los fraudes

resultan demasiado groseros y eviden-tes.En intención de simplificar las pos-

turas vigentes tomaremos como guía la estructura de la síntesis de teorías realizada por Annalee Newitz y Joseph Bennington-Castro:El 'macho guerrero': Seguida por al-

gunos psicólogos evolucionistas, supo-ne que los hombres se convirtieron en violentos para asegurarse el acceso a los recursos y a las mujeres. Esta noción se reduce a la idea de que los impulsos se-xuales de los hombres están en la raíz de la guerra, pero eso es sólo la mitad de la historia. De hecho, la idea es que los hombres evolucionaron para formar bandas de guerra entre sí para obtener acceso a los recursos. Tener esos recur-sos les habría hecho más capaces de apoyar a las familias y las comunidades, y así pasar a algo así como una predis-posición genética para la formación de ejércitos; es obligado aclarar que si tal transmisión existe es cultural y no bio-lógica.La hipótesis de la masculinidad

demoníaca: Sugiere que el impulso de ir a la guerra se remonta al último ancestro común entre los humanos y los simios. Debido a que el comporta-miento de algunos chimpancés es bé-lico - con una banda que ataca a otra banda - los biólogos evolucionistas han sugerido que los varones humanos he-redan las ganas de hacer la guerra de los ancestros evolutivos distantes que compartimos con otros homínidos. Heredar “ganas de” no significa mate-rializarlas ni mucho menos, pero aun cuando se exteriorizasen se manifesta-rían culturalmente de modo que todos en la comunidad las comprendieran.La guerra como depredación: la

ensayista estadounidense Barbara Ehrenreich opina que el origen de la conducta belicista está en el miedo de nuestros antepasados ante animales de-predadores más hábiles. Al evolucionar los humanos aprendieron a construir instrumentos de guerra y a celebrar la victoria sobre los animales lo que lue-go convirtieron en rituales bélicos. Esta teoría explica por qué la guerra no sue-le sentirse "natural" a la mayoría de los hombres, y requiere un tipo de trans-formación ritual del guerrero o de una formación básica. La guerra es un com-portamiento aprendido, y sus rituales son una defensa contra el miedo de la depredación.La persuasión de los Halcones: Fren-

te al conflicto hay partidarios de las ac-

ciones militares ('halcones') y de las ne-gociaciones ('palomas'). Normalmente ganan los 'halcones' porque la gente es propensa a las ilusiones; el premio no-bel de economía Daniel Kahneman y el experto Jonathan Renshon han se-ñalado: “La investigación psicológica ha mostrado que una gran mayoría de las personas creen ser más inteligentes, más atractivas y más talentosas que la media, y que comúnmente sobrestimar su éxito futuro. Las personas también son propensas a una ‘ilusión de con-trol’: Ellos exageran sistemáticamente la cantidad de control que tienen sobre los resultados que son importantes para ellos - incluso cuando los resultados son de hecho al azar o determinados por otras fuerzas”. Como dirá Marga-ret Atwood: “Las guerras ocurren por-que los que las inician piensan que las pueden ganar”. Una idea relacionada es la "Teoría Rubicón"; sugiere que cuan-do las personas creen que ya están bajo amenaza, cruzan un umbral psicológico donde nuevos sesgos toman posición. En lugar de proceder de manera racio-nal, aparece un exceso de confianza y se involucran en conductas más riesgosas - como el inicio de una guerra en lugar de buscar alternativas pacíficas.Las guerras como resultado de la

sobrepoblación: Está basada en las teorías de población Thomas Malthus que sugieren simplemente que la gue-rra es el resultado inevitable de una población en expansión con recursos escasos. El economista de Stanford Ran Ambramitzky explica esta idea así: la población humana aumenta a un ritmo geométrico, más rápido que el suministro de alimentos. “Contro-les Preventivos” voluntarios tratan de mantener el crecimiento demográfico bajo, por ejemplo, cuando las perso-nas toman decisiones racionales sobre el número de niños que van a tener en base a sus ingresos, o controles de nata-lidad estatal. Cuando estas comproba-ciones fallan, los "Controles Positivos", que incluyen la guerra, el hambre y las enfermedades, reducen la población y el equilibrio con los recursos. Malthus creía que mientras la humanidad no llegar a establecer controles preventivos decentes, la acción positiva de la gue-rra se aseguraría de que la población no superará a la oferta de alimentos. Esta idea se superpone un poco con la teoría del "desequilibrio ecológico" de la gue-rra, en la que "los puntos de inflama-ción de conflicto" son el resultado de estrés ecológico de los humanos que ex-plotan demasiados recursos de la tierra.

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Cuando los recursos se agotan, surgen los conflictos.Rebeldía juvenil: Una teoría popular

en este momento, sugiere que la violen-cia y las guerras son el resultado de una gran población de hombres con la falta de oportunidades de empleos pacíficos. El exceso de jóvenes desocupados se sentiría atraído por la lucha y al morir, la población se reduciría. "Si usted no tiene otras opciones y no hay mucho más en juego, el costo de oportunidad de unirse a un movimiento armado puede ser bajo", dice Michelle Gavin. Esta teoría se puede vincular, ampliada con Mao Zedong. En 1917, describió las terribles condiciones de los pobres campesinos chinos en la provincia de Hunan; la línea ortodoxa comunis-ta pensaba que los campesinos tenían un potencial revolucionario limitado, pero Mao insistió en que las condicio-nes eran tan malas en Hunan, y en la China rural, que la revolución podría basarse en el desesperado campesinado chino, pues vivían tan mal que no te-nían nada que perder. Como comen-taron John Shy y Thomas W. Collier: “Sólo podemos preguntarnos: si un gran número de personas, en grandes partes del mundo, se hunden hasta el nivel del campesinado de Hunan en 1917, crearía un gran potencial explo-sivo de la guerra revolucionaria”. Pensamiento de grupo: Esta teoría

explica que durante una crisis, los gru-pos - no importa cuán inteligentes o bien informados - suprimirán las opi-niones disidentes, debido a la presión de ponerse de acuerdo sobre un plan de acción, lo que lleva a tomar decisiones terribles. Esto es en cierto sentido una versión complementaria de las teorías del macho guerrero y la persuasión de los halcones. La idea es que, cuan-do se ve amenazada, la gente se forma naturalmente en bandas de "nosotros" contra "ellos", y luego toma decisiones arriesgadas para mantener su sentido de identidad de grupo superior. Esta teoría se ha aplicado con frecuencia para analizar la guerra en Irak.Las guerras como técnica de negocia-

ción: Dicen algunos científicos socia-les, la guerra no es una necesidad pro-fundamente arraigada o una reacción emocional que viene de nuestra evolu-ción. Tal vez es sólo una forma de ma-niobras políticas que hemos desarrolla-do junto con la civilización. Desde esta perspectiva, la guerra es simplemente una versión extrema de la negociación, en la que dos grupos tratan de resolver las disputas sobre todo, desde la asig-

nación de recursos a la justicia social. Escribe el estudioso Dan Reiter: “Fun-damentalmente, el modelo de negocia-ción no ve la guerra como la ruptura de la diplomacia, sino más bien como una continuación de la negociación, ya que se producen las negociaciones durante la guerra, y la guerra termina cuando se llegó a un acuerdo”. Este modelo es útil para las relaciones internacionales, ya que sugiere que toda guerra es una negociación y su resolución a punto de ocurrir en cualquier momento.Gestión del Terror: La teoría sugiere

que los seres humanos forman grupos culturales como tribus y naciones, por-que necesitan creer en algo de ellos va a vivir después de su muerte. Todos tememos nuestra propia mortalidad, pero en nuestras culturas nos damos creencias y rituales que amortiguan ese miedo. Los problemas surgen cuando estas creencias se ven amenazadas. La teoría de la gestión del Terror sugiere que para muchas personas, un ataque contra su nación o su grupo despierta su miedo básico de la muerte. Puede verse alguna relación con la teoría del Rubicón, donde las amenazas al grupo son la causa de que las personas crucen un umbral en el que están dispuestos a tomar decisiones violentas que nunca harían en la vida cotidiana. La teoría de la gestión del Terror sostiene que cru-zar este umbral hace que la gente esté dispuesta a morir para preservar su cul-tura - porque, después de todo, es sólo su cultura lo que puede vivir después de ellos.El Impulso Agresivo: La agresión es

un instinto de lucha que ayuda a los individuos y especies a sobrevivir. En los animales, hay inhibiciones inna-tas contra matar a otros de la misma especie, como el despliegue de gestos de sumisión. Pero es diferente para los seres humanos: las armas y agresión comunitaria ("el entusiasmo militan-te") aumentan nuestra capacidad para defendernos, y también para infligir violencia sobre otros grupos. La expre-sión inevitable de la agresión humana es la guerra. Esta idea sugiere que la guerra es específica para la humanidad, como resultado de nuestras herramien-tas avanzadas y la organización social. Esta teoría está vinculada con las ideas de Konrad Lorenz.Si se observan, estas posturas siempre

concluyen en la guerra como una ma-nifestación cultural empleando cons-trucciones inequívocas en este sentido. Creo que apuntan en la dirección co-rrecta así que veamos lo que autores de

valía dicen al respecto.Las corrientes que suponen que la gue-

rra es “natural” al hombre se apoyan generalmente en el instinto agresivo de la especie, señalado por los trabajos de Konrad Lorenz. Sin embargo nadie hasta el presente ha logrado establecer la existencia de un instinto agresivo comunitario de raíz “natural” y no in-fluido o determinado por la cultura. La presencia de la cultura en todo grupo humano limita, sino restringe absolu-tamente, la “naturalidad” de la conduc-ta de nuestra especie. “Cultura son las formas socialmente aprendidas de vida que se encuentran en las sociedades hu-manas y que abarca todos los aspectos de la vida social, incluyendo tanto el pensamiento como el comportamien-to”. Es justo decir que Lorenz nunca excluyó la influencia de los factores culturales en sus investigaciones.El hombre es una especie animal más

del planeta tierra y, como las otras es-pecies, tiene características que le son propias, que lo distinguen. Su aspecto es el de una especie débil sin elemen-tos físicos que lo hagan peligroso como garras, fauces feroces o caparazones y espinas. Sin embargo esa apariencia es engañosa esconde dos herramientas más peligrosas que todas las otras. Por una parte el hombre tiene una psique compleja, o más compleja que la de otros animales, que le da la capacidad de modificar el entorno y adaptarse; la segunda, que está íntimamente ligada a la primera, es su carácter gregario, su capacidad de reunirse en comunidades organizadas. Como consecuencia de la acción conjunta de estas virtudes apa-rece una tercera primordial a las otras que es la generación de cultura. Así el hombre es un ser biológico al par que es un individuo social. Conforme lo expresa Levi-Strauss el

hombre desde siempre realiza activida-des que son cultura, no hay un perío-do anterior en que sólo se desarrolle en “naturaleza”. “La cultura no está sim-plemente yuxtapuesta, ni simplemente superpuesta a la vida. En un sentido la sustituye; en otro, la utiliza y la trans-forma para realizar una síntesis de un nuevo orden”. Es decir el cambio del orden está promovido y mantenido culturalmente, y si es así, también lo debe haber sido el primer orden. Ahora determinar ese primer punto, si es que existió como algunos pretende, es prác-ticamente imposible. Desde el punto de vista experimental hallar el paso de lo natural a lo cultural exigiría de mucho tiempo en razón de poder establecer el

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momento espontáneo del paso de na-tural a cultural claramente y distinguir un estado y otro; ese experimento pro-longado debería mantenerse dentro de un ambiente de naturaleza que, cono no lo conocemos se construiría con supuestos que por tanto resultarían de construcción artificial. La construcción de ese “ambiente natural-artificial” no es menos artificial o no natural que la cultura misma. Para mayor abunda-miento toda intervención del observa-dor, como en todo experimento, ten-dría un grado de influencia sobre él y, tratándose de cultura tal participación arruinaría la prueba.“Es posible observar que un animal

doméstico –un gato, por ejemplo, o un pero o un animal de corral- si se en-cuentra perdido y aislado vuelve a un comportamiento natural que fue el de la especie antes de la intervención ex-terna de la domesticación. Pero nada semejante puede ocurrir con el hom-bre, ya que en su caso no existe com-portamiento natural de la especie al que el individuo aislado pueda volver por regresión…No se puede entonces tenerla esperanza encontrar en el hom-bre ejemplos de tipos de comporta-miento de carácter pre cultural” . El hombre construiría una comunidad si-milar o muy diferente a la que conoció, pero siempre una comunidad y produ-cirá cultura.La referencia a una naturaleza del

hombre como una dimanación de la propia condición de humano es una creación. Tal atribución pretende esta-blecer una condición inexorable para toda la especie humana por lo que se repetiría en todo tiempo, lugar y bajo cualquier condición con uniformidad. Sin embargo tal condición no existe, más allá de los límites de la biología humana que como expresé también es culturalmente influenciable.

Margaret Mead (1901-1978)

Esta línea lleva a coincidir con el pos-tulado de Margaret Mead. La guerra no es un producto de la biología-natu-raleza del hombre sino que es su pro-ducto cultural, más específicamente su invención. La sola existencia de impul-sos de hostilidad y violencia no alcanza para inducir a los hombres a la guerra si esos hombres no tienen el concepto de guerra, la idea de guerra “…y esta idea es tan esencial para la realización de la guerra real como un alfabeto o

un silabario lo es a la escritura”. Las so-ciedades no hacen la guerra si no han aprendido que la guerra es un medio de resolver cuestiones. “Si un pueblo tiene la idea de ir a la guerra y la idea de que la guerra es la forma en que ciertas si-tuaciones, definidas dentro de su socie-dad, así deben ser gestionadas, a veces irá a la guerra”. “…si nos desesperamos por la forma en la que la guerra pare-ce un hábito tan arraigado de la mayor parte de la raza humana, podemos to-mar consuelo en el hecho de que una mala invención suele dar lugar a una mejor invención…, dos condiciones al menos son necesarias. Las personas deben reconocer los defectos de la an-tigua invención, y alguien debe hacer una nueva…, además, la creencia de que invento social es posible y la inven-ción de nuevos métodos que hagan la guerra tan anticuada como el tractor está haciendo con el arado, o el coche de motor del caballo y carruaje. Una forma del comportamiento mismo se vence sólo cuando otra cosa ocupa su lugar, y con el fin de inventar formas de conducta que harán obsoleta la guerra, es un primer requisito para creer que una invención es posible”.El punto de vista de Mead es el más

contundente pues el hombre es un creador cultural que, en principio está sometido a la relación entre la biología y la cultura. Es cierto que la primera limita a la segunda, mi cultura puede decir que los hombres vuelan no obs-tante mi biología lo niega. Pero al mis-mo tiempo la cultura también puede limitar y encauzar la biología, la cultu-ra de los alimentos dirige nuestra capa-cidad biológica de procesarlos, hemos perdido el bello corporal en favor de la vestimenta cultural, muchas manifes-taciones biológicas han sido ordenadas en sus efectos por la cultura. La Guerra no es ajena a esa relación pero su con-tenido es cultural y la biología aparece como elemento secundario limitativo de lo que la cultura propone hacer.En cuanto a esta relación es coinciden-

te y relevante el trabajo de Bronislaw Kasper Malinowski “An Anthropolo-gical Analysis of War”.

Bronislaw Kasper Malinowski (1884-

1942)Este autor señala que los impulsos bio-

lógicos más relevantes –vitales- como el hambre, la fatiga, los impulso sexual,

etc., nos exigen una conducta de res-puesta, por ejemplo el hambre mueve a la búsqueda de comida, su ingesta y la producción de saciedad. Esta relación que inicia con un impulso, es seguido de una reacción del cuerpo y conclu-ye en una satisfacción que está influida por la cultura. La secuencia se compo-ne en síntesis de: Impulso Reacción del cuerpo Satisfacción. De los tres elementos el central es el menos in-fluenciable por la cultura, mientras que el lazo fisiológico entre el primero y el segundo y el lazo psicológico entre éste y el tercero si se ven afectados por la cultura, esto hace que toda la secuen-cia se interinfluencia culturalmente sin dejar de ser ineludible. “La cultu-ra en todas sus innumerables varieda-des redefine las circunstancias bajo las cuales se puede producir un impulso, y es posible que en algunos casos remo-dele el impulso y lo transforme en un valor social…, sin embargo, en cual-quier cultura nunca puede producirse la eliminación completa de cualquiera de estas secuencias vitales, impuestas a cada cultura por la naturaleza [biolo-gía] humana… cada cultura tiene que incorporar integralmente la secuencia completa vital de las tres fases”.Existen además los impulsos no vitales

que pueden ser excluidos culturalmen-te por no ser esenciales a la continuidad comunitaria. La agresión, la hostilidad, el odio o la violencia forman parte de estos impulsos que resultan ser ade-más impulsos derivados. Así un fre-no, bloqueo u obstaculización de una secuencia vital puede dar lugar a una agresión que tenga por objeto remover el estorbo. Pero la agresión también

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puede surgir de una gran variedad de elementos no orgánicos determinados por factores culturales como la pro-piedad económica, la ambición, valo-res religiosos, sentimientos personales, dependencia, autoridad, etc. Los actos de violencia están determinados cul-turalmente, no biológicamente. Los sentimientos culturales o definidos cul-turalmente pueden guiar o ser guiados hacia actos de violencia, por ejemplo a través de imperativos convencionales, tradicionales o ideológicos. Entonces la hostilidad puede transformase cultural-mente por medio de propaganda, alar-mismo, adoctrinamiento, educación u otras vías de inducción y conducción. La educación primariamente apunta a contener los impulsos de hostilidad individual y regularlos para sostener la unidad comunitaria; también conduce a la violencia grupal hacia afuera según los lineamientos culturales del grupo. Los casos de agresión puramente fisio-lógica son muy escasos y mayormente objeto de atención psiquiátrica.Es cierto que en situaciones límite o

muy específicas de peligro –incendios, cárceles, naufragios, etc.- actos de vio-lencia individual aparecen como pro-ducto del miedo o pánico que produce el poner en riesgo la propia supervi-vencia dentro de un entorno donde la cultura habitual ha colapsado. La causa de estos hechos es igualmente cultural. En tanto la cultura de la comunidad se manifieste estable, eficaz y aceptada la violencia individual es residual, y esa misma cultura buscará eliminarla. “…La materia prima de la hostilidad

existe ciertamente. Pero no es de nin-guna manera el núcleo biológico de cualquier tipo de violencia organizada, en el sentido en el que el sexo es el nú-cleo de la vida organizada de la familia, el hambre de la administración, la eva-cuación de las instalaciones sanitarias, o el mantenimiento de la temperatura corporal, un factor biológico, alrededor del cual se centran los ajustes culturales de la ropa y la vivienda”.“La ira y la agresividad pueden estallar

casi en cualquier momento en el curso de una actividad de cooperación orga-nizada. Su incidencia disminuye con el tamaño del grupo. Como un impulso, la pugnacidad es indefinidamente plás-tica. Como una categoría de compor-tamiento, la lucha se puede vincular con una indefinidamente amplia gama de motivos culturales…En todas par-tes, en todos los niveles de desarrollo, y en todos los tipos de cultura, nos en-contramos con que los efectos directos

de la agresividad se eliminan mediante la transformación de la hostilidad en odios colectivos, políticas tribales o nacionales, que conducen a organizar y ordenar la lucha, pero impiden la rea-lización de las reacciones… [persona-les]… de la ira”.La violencia individual es canalizada

por la cultura, de modo que no altere las condiciones y lazos de la vida co-munitaria, a través de la educación, el adoctrinamiento, las costumbres, los valores compartidos, las leyes. De este modo la cultura tiende fraccionar y desarticular toda posibilidad de hosti-lidad organizada dirigida hacia el inte-rior de la sociedad.Estos mismos elementos también

construyen el odio y la pugnacidad co-lectiva para ser dirigida hacia afuera de la colectividad. Cuando la cultura y sus elementos contingentes son incapaces de impedir la violencia organizada ha-cia adentro es debido a que el principio de orden y organización que construyó esa sociedad ya no es reconocido por sus integrantes como válido y eficaz. “Los seres humanos nunca pelean en

gran escala bajo la influencia directa de un impulso agresivo. Luchan y se or-ganizan para la lucha porque, a través de la tradición tribal, a través de las en-señanzas de un sistema religioso, o de un patriotismo agresivo, han sido adoc-trinados con ciertos valores culturales que están dispuestos a defender, y con ciertos odios colectivos sobre los que están listos para el asalto y el asesinato. Dado que la pugnacidad está tan exten-dida, pero indefinidamente plástico, el verdadero problema no es si podemos eliminarla completamente de la natu-raleza humana, sino cómo podemos canalizarla a fin de que sea constructi-va”. Esta posición complementa la de Margaret Mead.Considero que lo expuesto pone de

manifiesto que la naturaleza de la gue-rra es cultural y que sus vínculos bio-lógicos no hacen a su genética estruc-tural, sólo manifiestan situaciones de la especie que eventualmente guardan alguna relación con el fenómeno béli-co sin que se trate de una vinculación inexorable. Por otra parte la suposición de una índole “natural” de la guerra creo que queda descartada con las ar-gumentaciones de Levi-Strauss.No escapa a mi entendimiento que

existen teorías contrarias a las aquí pre-sentadas como las que se desprenden del Dawinismo Social, la Sociobiología y otras. Sin embargo es mi convenci-

miento científico que las expuestas son las más adecuadas para explicar la na-turaleza de la guerra como institución humana.Otra línea de ideas que apunta a esta

condición cultural de la guerra es que muchas teorías que tratan de explicar la funcionalidad de la guerra en la especie humana siempre derivan y concluyen sus posturas vinculándola a la cultura de la sociedad. Creo correcto citar una de ellas que parte de la crítica a otra.Creo que es indiscutible que uno de

los libros fundamentales para com-prender la guerra como fenómeno es la “Historia de la Guerra” de John Keegan. En esa obra su autor expone, ciertamente con un enojo que las le-tras impresas no pueden ocultar, que cuando Clausewitz plantea su famosa frase “la guerra es la continuación de la guerra por otros medios”, se equivo-ca pues en ocasiones la guerra pierde o carece de objetivo político. Cita entre otros casos la guerra sucedida entre los rapanui habitantes de la Isla de Pascua que ante el agotamiento de los recursos y la consiguiente ruptura del equilibrio ecológico comenzaron una lucha por el liderazgo de la tribu que terminó con el exterminio de los grupos en pugna. Y más claramente considera que el em-pleo de las armas nucleares no encaja en el enunciado del prusiano pues su nivel de muerte y destrucción no puede considerarse un objetivo político. Más allá de estar o no de acuerdo todo los factores que esta elucubración emplea –supervivencia, ecología, extinción, tecnología, muerte, política- confluyen sobre la cultura lo que coincide con la postura que sostengo.

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Guerra y PazConceptos de Guerra

• La guerra es una disputa por la fuerza. Marco T. Cicerón (106-43 a.C)• La guerra es el estado o situación de aquellos quienes disputan mediante la fuerza de las

armas. Hugo Grotius (1583–1645)• La guerra es la condición legal que permite a dos o a varios grupos hostiles dirigir un con-

flicto por medio de fuerzas armadas…La guerra puede ser considerada como un conflicto simultáneo de fuerzas armadas, de sentimiento popular, de dogmas jurídicos y de culturas nacionales. Philip Quincy Wright (1890-1970)

• La guerra es el combate dirigido por una agrupación determinada de hombres, tribus, na-ciones, pueblos o estados, contra otra agrupación igual o similar. von Bogulslawski

• La guerra es el estado de lucha violenta surgida, entre dos o varias agrupaciones de seres pertenecientes a la misma especie, de su deseo o su voluntad. Finalmente formula su propia definición la guerra es una lucha armada y sangrienta entre agrupaciones organizadas. Lagorgette

• La guerra es una lucha armada y sangrienta entre agrupaciones organizadas. Gastón Bou-thoul (1896-1980)

• La guerra es un combate armado entre grupos de personas que constituyen agrupamientos territoriales o comunidades políticas diferentes Marvin Harris (1927-2001)

• La guerra es lo que la cultura define como guerra y esa definición varía de cultura en cul-tura y de era en era. Es importante apreciar que a veces un cierto tipo de conflicto violento es o no es aceptado como la guerra. John Lynn (1943)

Conceptos de Paz

• La paz es la ausencia de guerra. Quincy Wrigth• Esto es la paz negativa. Johan Galtung (1930)• Paz positiva es la ausencia de “violencia estructural”:• Ausencia de estructuras sociales no igualitarias y discriminatorias que indirectamente

resultan en violencia sistemática y organizada sobre grupos e individuos a través de la con-donación de prácticas injustas. Una sociedad que sufre esta violencia estructural no está en paz aun cuando la guerra esté ausente

• La violencia estructural puede también manifestarse de dos formas: acortando el tiem-po de vida o reduciendo la calidad de vida.

• “Violencia organizada”, actúa a nivel intergrupal –como la guerra, pero no sólo ella-• “Violencia no organizada”, nivel personal, la violencia en el hogar

© Mg Jorge Ariel Vigo

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Heráclito (535-484 a.C.)

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Thomas Hobbes

(1588-1679)• El hombre

tiene un deseo perpetuo de poder y más poder, porque no puede ase-gurar el poder y los medios

para vivir de que dispone actualmente sin adquirir

otros nuevos• Los hombres pelean por todo lo que codician

(percepción), y si pudieran, harían que todo el mundo les temiera y obedeciera (Vanidad)

• El afán irracional de poder es natural• El afán racional de poder no es natural• La causa del afán de poder es el deseo del hom-

bre de encontrar placer en él mismo al consi-derar su propia superioridad; su propia supe-rioridad reconocida en la vanidad.

• La Guerra de todos contra todos se sigue ne-cesariamente de la naturaleza humana misma. Todo hombre es, por este mismo motivo, el enemigo de otros hombres, porque cada uno desea sobrepasar a los demás y, por lo tanto los agrede.

• La naturaleza del hombre es animal, entonces no puede ser malo por naturaleza, sino que es inocente como los animales.

• La razón humana es el principio de auto con-servación: puesto que la conservación de la

vida es la condición sine qua non de la satisfac-ción de cualquier apetito.

• El hombre no pensaría en la conservación de la vida como el bien primordial y más urgente si la pasión del miedo a la muerte no lo obligase a ello.

• Pero refiere a la amenaza de una muerte vio-lenta de un hombre a manos de otros hombres

• El planteo es entonces la oposición entre la vanidad por un lado y el miedo a una muerte violenta por el otro.

• La vida es: “Solitaria, pobre, sucia, brutal y corta”

• Todo esto lleva a la constitución acordada del Estado.

• Para evitar el estado de guerra permanente en-tre individuos los hombres realizan un pacto entregando gran parte de su libertad y el mo-nopolio de la fuerza a un rey.

• Toda la vida del hombre desde la producción hasta el disfrute depende del sostenimiento de la autoridad por lo que la “humanidad” de los humanos es un producto de la civilización.

• Las relaciones entre estados se mantienen a través de una postura de guerra. Se deben ne-cesariamente tolerar algunas guerras y mucha preparación para la guerra porque esto preserva la paz interna.

• La paz sucede por la ausencia de la guerra actual, pero bajo la existencia de la amenaza permanente de una guerra futura.

Jean Jaques Rousseau

(1712-1778)• En su condición natural la tendencia a la violencia es suprimida por la

innata piedad y compasión del hombre. La imagen del “Noble Salvaje”• Estas virtudes innatas son superadas o suprimidas por la envidia que

genera la creación de instituciones innaturales como el matrimonio, la propiedad, la educación, la inequidad social y la sociedad civil.

• La guerra sólo aparece general y terrible cuando la gente se organiza en sociedades separadas bajo leyes artificiales y no naturales.

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Henri de

Boulainvilliers (1658-1722)

1.- Generalización de la Guerra con respecto al derecho y sus fun-

damentos• La guerra recubre íntegramente al derecho• No hay derecho natural original de libertad e

igualdad• Siempre hay guerra o las desigualdades deve-

nidas de la guerra• No hay libertad sin relación de dominación• La libertad es lo contrario de la igualdad, y

se expresa en la guerra en la relación de fuer-za desigualitaria, donde se hace fuerte, vigo-rosa y plena a expensas de los demás

• La sociedad garantiza la desigualdad• El derecho natural no existe o sólo existe en la

condición de derrotado.

3.- Generalización de la guerra con respecto a la invasión y su re-

cíproca rebelión• La relación de fuerzas fijada por la invasión

se invierte poco a poco y oscuramente• Es decir los fuertes se convierten en débiles y

los débiles en fuertes• Al invadir la Galia los Francos se asignaron tie-

rras de las que rentaban, mantenían a la caba-llería y controlaban al campesinado. Ello pro-vocó la dispersión de fuerzas y su apartamiento del rey; esto hizo que se dedicaran a su propia defensa y no a la del reino, provocando guerras entre ellos, descuidando la educación, la ins-trucción, el aprendizaje del latín y el derecho y el conocimiento en general.

• La aristocracia Gala sometida había perdido todo. Este despojo los empujó hacia la iglesia como refugio, lo que les dio influencia sobre el pueblo y conocimientos de derecho. Todo eso los llevó a estar cerca del rey como consejeros, avanzar sobre el poder político y hacerse ricos. Esto invirtió la relación de poder.

• En general los débiles se alían entre sí fortale-ciéndose, mientras los fuertes harán alianzas unos contra otros debilitándose. Esto plan-tea una guerra permanente de grupos contra grupos.

2.- Generalización de la Guerra respecto a la forma de la Batalla

• La conquista, la invasión, la batalla ganada o perdida, fijan efectivamente una relación de fuerzas que estaba establecida con ante-rioridad

• La naturaleza de las instituciones militares establece la relación de fuerzas y hace que una nación gane y la otra pierda.

• Articula la sociedad en su totalidad fijando quién tiene las armas, cuáles son la leyes para su distribución, y qué posición social gozan los que las poseen

• Todo esto está sujeto a problemas técnicos, po-líticos, económicos, fiscales, etc.

• La guerra no es sólo la relación binaria de vencedor-vencido, es la manera de hacer la guerra, de preparar y organizar la guerra

• La guerra como distribución de las armas, téc-nicas de combate, reclutamiento, retribución a los soldados, impuestos destinados al ejército

• La guerra como institución interna y no como acontecimiento de la batalla

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Immanuel Kant

(1724-1804)• Sólo mediante la actuación de los Estados la

humanidad puede alcanzar su fin último: el establecimiento de un reino de los fines don-de exista una paz definitiva (Paz Perpetua) y se produzca la realización de los ideales de la razón.

• Para conseguir esa paz debemos establecer una federación de Estados, que permita el fin de las hostilidades entre ellos. Esta enti-dad puede concebirse de dos maneras:

• 1) como un imperio universal en el que se disolverían los diferentes países (Leibniz);

• 2) una federación de Estados, en que éstos se asocien de forma voluntaria.

• Kant aboga por esta segunda opción, ya que la primera posibilidad supondría crear un nuevo poder que eliminaría las soberanías existentes, y las leyes perderían su eficacia al aplicarse a un territorio demasiado extenso.

Georg W. F. Hegel (1770-1831)

• “El estado tiene la faceta de ser la realidad efectiva in-mediata de un pueblo singular y naturalmente deter-minado. Como individuo singular, el estado es exclu-yente respecto de otros individuos de esa clase…Esta independencia hace la disputa entre ellos una relación de poder, un estado de guerra…Por el estado de guerra se pone en juego la autosuficiencia de los estados y se efectúa el reconocimiento mutuo de los pueblos libres”.

• La Guerra es un encuentro de totalidades cuyo recono-cimiento se manifiesta desde el principio, lo que permi-te someterla a reglas

• La Guerra como lucha por el honor, como reconoci-miento, lo que permite admitir cualquier ofensa parti-cular como causa

• La Guerra es absolutamente necesaria, pues debe ne-cesariamente dañar al otro y arriesgarse para afir-mar su conciencia señorial

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Friedrich Engels

(1820-1895)• Todas las guerras son peleadas para procurar, mejorar o defen-

der intereses de los gobiernos y las clases gobernantes de los estados involucrados.

• En todas la guerras la mayoría de la gente, en cada lado, se siente considerablemente involucrada.

• En todas la guerras la mayoría comienza a apreciar que esos intereses en guerra la separa de su gobierno casi tanto como del gobierno del circunstancial enemigo.

• Cuando la mayoría de cada lado alcanza el involucramien-to total la guerra está lista para convertirse en revolución.

• La guerra es la clave de la sociología del conflicto de clases; la guerra como preparación, interpretación de posibilidades, o rumor eventual.

Karl Marx

(1818-1883)

Vladímir Ilich Uliánov Lenin

(1870-1924)

• La Teoría del Imperialismo sostiene que las clases gober-nates (imperialistas) emplean la guerra como forma de desviar la atención de la población (clase trabajadora) de los problemas de crisis política interna.

• El Marxismo-Leninismo sotiene que el Imperialismo y la Guerra son instrumentos de las Clases Capitalistas para asegurar su posición política y garantizar sus intereses eco-nómicos contra las fuerzas revolucionarias internas del Estado

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Karl

von Clausewitz

(1780-1831)

• Cuando sociedades enteras van a la guerra la causa está siempre en alguna situación política, y el conflicto está siempre al servicio de alguna finalidad política. La gue-rra, pues, es un acto de política.

• Sí fuese una manifestación de violencia completa, desenfrenada y absoluta la gue-rra usurparía por su propia voluntad autónoma el lugar de la política a partir del mismo momento en que la política la hubiera puesto en juego; expulsaría a la po-lítica de los ministerios y gobernaría mediante las leyes propias de su naturaleza.

• Pero esto no significa que la finalidad política la tiranice. Debe adaptarse a sus medios elegidos; no obstante, la finalidad política sigue siendo la consideración primera.

• La guerra no es un simple acto de política, sino un genuino instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, proseguidas con otros medios. Lo que es peculiar de la guerra es la naturaleza peculiar de sus medios. La guerra y el man-do, tienen derecho a exigir que la tendencia y los designios de la política no sean incoherentes con estos medios.

• Cuanto más poderosos y estimulantes sean los motivos que llevan a la guerra con mayor exactitud coincidirán los objetivos militares y el objeto político de la guerra y tanto más militar y menos político parecerá el conflicto. Cuanto menos intensos sean los motivos, menor la tendencia violenta del elemento militar a coincidir con las directrices políticas. La guerra se apartará más de su curso natural, el objeto po-lítico será cada vez más incompatible con el objetivo de la guerra ideal y el carácter del conflicto se percibirá como más político.

• Sus tendencias dominantes siempre hacen de la guerra una trinidad paradójica compuesta de violencia, odio y enemistad primarios, que deben considerarse como una fuerza natural ciega; del juego del azar y las probabilidades dentro del cual el espíritu libre puede campar a sus anchas; y del elemento de subordinación, de ins-trumento de la política, sujeto únicamente a la razón.

• El primero de los tres elementos afecta primordialmente a las personas; el segundo al mando ya su ejército; y el tercero al gobierno.

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© Mg Jorge Ariel Vigo

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Michael Howard

(1922)

• Cuando es necesaria la lucha por la supervivencia física los que son buenos en eso predominarán.

• Si pasan sus genes a su descendencia habrán creado di-nastías gobernantes.

• Ellos y sus compañeros se convierten en una élite de gue-rreros, cuyos intereses y actitudes determinan la naturaleza de su cultura, incluyendo la religión, la literatura y las artes. Crean un orden social y político, que en un principio puede tener ninguna otra justificación que su propia fuerza, pero para los que la utilidad, el mandato y, sobre todo, la sanción religiosa última instancia, proporcionan legitimidad.

• El orden legitimado produce paz interna, y también le-gitima la conducción de la guerra. El éxito en la guerra refuerza aún más la legitimidad.

• Un resultado fallido, deviene ya sea en el sometimiento y la imposición a una elite exógena cuyo gobierno a su vez se convierte en legitimado por mandato, o la eventual apa-rición de otra élite indígena con más éxito que sus predece-sores.

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Michel Foucault (1926-1984)

• Si el poder es en sí mismo puesta en juego y despliegue de una relación de fuerza ¿no hay que analizarlo en primer lugar y, ante todo, en términos de combate, en-frentamiento o guerra? Así,… el poder (política) es la guerra, es la guerra prosegui-da por otros medios. Lo cual querría decir tres cosas

• 1ro: que las relaciones de poder, tal como funcionan en una sociedad como la nues-tra, tienen esencialmente por punto de anclaje cierta relación de fuerza establecida en un momento dado, históricamente identificable, en la guerra y por la guerra. Y si bien es cierto que el poder político detiene la guerra, hace reinar o intenta ha-cer reinar una paz en la sociedad civil, lo hace para reinscribir perpetuamente esa relación de fuerza, por medio de una especie de guerra silenciosa, y reinscribirla en las instituciones, en las desigualdades económicas, en el lenguaje, hasta en los cuerpos de unos y otros; la política es la sanción y la prórroga del desequilibrio de fuerzas manifestado en la guerra.

• 2do: que dentro de esa paz civil, las luchas políticas, los enfrentamientos con res-pecto al poder, con el poder, por el poder, las modificaciones de las relaciones de fuerza no debería interpretarse sino como las secuelas de la guerra, como epi-sodios, desplazamientos de la guerra misma. Nunca se escribiría otra cosa que la historia de esta misma guerra, aunque se escribiera la historia de la paz y sus insti-tuciones.

• 3ro: la decisión final sólo puede provenir de la guerra, esto es, de una prueba de fuerza en que las armas, en definitiva, tendrán que ser jueces. El fin de lo político sería la última batalla, vale decir que la última batalla suspendería finalmente, y sólo finalmente, el ejercicio del poder como guerra continua.

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Teoría de la Guerra 2017

¿Cuánto puede cam-biar la Tecnología a

la Guerra?

Sir Michael Howardcularmente en los Estados Unidos, de tomar "lecciones" de

la historia. Esto no es sabio. Cuando se emplean las palabras, "Toda la historia enseña..." generalmente son seguidas por mala historia y peor lógica. La historia es simplemente lo que los historiadores escriben y lo que escriben es a menu-do determinado por sus prejuicios. Lo mejor que incluso los mejores historiadores pueden hacer, sobre la base de sus co-nocimientos sobre el pasado, son preguntas y plantear alertas sobre el futuro.La respuesta a la pregunta planteada en el título de este en-

sayo es, obviamente, "Mucho". La esencia de la guerra, sin embargo, sigue siendo la misma, no importa cómo se defina esa esencia. La definición de Carl von Clausewitz de la gue-rra como "un acto de fuerza para obligar al enemigo a hacer nuestra voluntad" es tan válida hoy como hace doscientos años. La violencia es lo que convierte un conflicto en una guerra. Las “guerras comerciales” y las “guerras arancelarias” pueden implicar conflictos de intereses, pero si no hay un elemento de la violencia organizada, sancionado y con un propósito, no se trata de la guerra. Por lo tanto, voy a trabajar pragmáticamente en el supuesto de que, independientemen-te de los cambios producidos por la transformación social y tecnológica, la esencia de la "Guerra" se mantiene. Clau-sewitz la comparó con un camaleón que tiene el color de su entorno. Mientras que la guerra puede parecer cambiar, se mantiene como Clausewitz la definió, igual que el camaleón, cualquier color que adopte, sigue siendo todavía el mismo animal.Todos los historiadores están de acuerdo, sin embargo, que

un cambio sistémico en la conducta, si no en la naturaleza de la guerra se produjo en el siglo XIX por las transformaciones técnicas de la era industrial. Mientras que la sociedad depen-día de la mano de obra , energía hidráulica , energía eólica y la energía animal para sus fuentes de energía , la guerra había consistido básicamente en batallas o asedios llevados a cabo por los ejércitos cuyo tamaño era estrictamente restringido por limitaciones logísticas. En consecuencia, hubo poca di-ferencia sistémica entre las campañas de Escipión el Africano (236 a.C.-183 a.C.) y Julio César (100 a.C.-44 a.C.), por una parte, y las de Marlborough (1650-1722) o Federico el Grande (1712-1786) por la otra. El estudio de los "gran-des capitanes" de la antigüedad era considerado, con razón,

como la mejor preparación para la conducción de la guerra en la Europa del siglo XVIII. Las innovaciones técnicas en efecto habían hecho cambios incrementales. El estribo hizo caballería un instrumento controlable para las batallas orga-nizadas, así como incursiones esporádicas. La artillería pesa-da móvil transformó la guerra de sitio que se había llevado a cabo desde la antigüedad hasta el final de la Edad Media. La combinación de la bayoneta de anillo con el fusil de chispa proporcionó un multiplicador de fuerza para la infantería, por lo que cada soldado era su propio mosquetero, y su pi-quero. El mismo tipo de efecto multiplicador de fuerza se lo-gra cuando las reformas de Jean Baptiste Gribeauval (1715-1789) del ejército francés producen una nueva generación de cañones de campaña más móviles y precisos a mediados del siglo XVIII.Clausewitz sostuvo que la batalla es tan esencial para la gue-

rra como la transacción en efectivo es a los negocios. A lo largo de la era agraria la guerra consistió, si no en batallas, en la búsqueda para la batalla. Y la batalla consistió, o se ve que consistía, en lucha cuerpo a cuerpo con arma blanca. Todos los avances en potencia de fuego se perciben como accesorios a esto. La artillería fue desarrollada para hacer posible que la infantería se pueda acercar al enemigo y combatir cuerpo a cuerpo, no para que eso sea innecesario. La ronda de fuego de la Infantería era siempre preliminar a una carga.En torno a esta necesidad percibida como decisiva para el

encuentro cuerpo a cuerpo, una completa cultura militar se desarrolló. En esa jerarquía social los que participaban en el choque decisivo de la batalla, la caballería y la infantería de élite, se encontraban en la clase superior. Todos los equipos auxiliares, como la artillería, tomaban sus lugares más abajo en la escala social. Napoleón Bonaparte se convirtió en un oficial de artillería, porque no tiene la posición social para entrar en la infantería o caballería. Es interesante especular sobre si habría sido tan innovador en el desarrollo de la gue-rra, si su linaje hubiera sido lo suficientemente bueno para que ingresara en la caballería.Durante la era agraria, los únicos cambios fundamentales

que se han producido en la conducción de la guerra fueron resultados de los factores sociales y políticos en lugar de la in-novación tecnológica. Por ejemplo, la caballería medieval de la Europa occidental, que monopolizó la conducción de la

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guerra por más de medio milenio, fue destruida en los cam-pos de batalla de Francia y Borgoña en los siglos XIV y XV por soldados armados con lanzas y arcos, armas que habían estado disponibles por un tiempo bastante prolongado. No era la llegada de esas armas que eclipsó a la guerra caballe-resca montada, sino que fue un cambio fundamental en las actitudes sociales que los arqueros y piqueros campesinos lo que les permitió ser promovidos al núcleo de la decisión de la batalla en los cuerpos suizos o ingleses de la época. Además, no fue hasta el desarrollo del Estado burocrático en la Euro-pa moderna, que se hizo posible el desarrollo de las fuerzas profesionales, disciplinadas, y de largo tiempo de servicio, especialmente las marinas. (Parte de su profesionalidad, di-cho sea de paso, ha consistido en el estudio y el dominio de la tecnología de armas.) Y fue la Revolución Francesa, no un gran avance tecnológico, lo que hizo posible las campa-ñas napoleónicas, que no sólo introdujo un nuevo concepto operacional en la guerra, sino que derrocaron todo un orden político en Europa y provocó en Clausewitz prever una nue-va era de guerra absoluta.Clausewitz profetizó mejor de lo que él creía. La era indus-

trial, que acaba de amanecer en su vida, y de la que era to-talmente inconsciente, efectivamente transformaría la gue-rra. Lo hizo mediante el aumento del alcance, la precisión y letalidad de armas, mientras que los desarrollos logísticos, en particular, el ferrocarril y el telégrafo, hicieron posible la guerra total a escala, como incluso Clausewitz nunca había concebido. Entre ellos, estos dos hechos produjeron el punto muerto destructivo de la Primera Guerra Mundial. El desa-rrollo de las armas de fuego, los rifles de repetición alimen-tados con cargadores de la infantería y los cañones de retro-carga para la artillería hicieron imposible para los ejércitos acercarse suficientemente al enemigo como para obtener el tipo de decisión que siempre habían luchado por conseguir las batallas tradicionales. El desarrollo de los ferrocarriles, te-légrafos y sistemas abastecimientos significa que el tamaño de los ejércitos era tal que sus límites fueron determinados sólo por el tamaño de la población y la capacidad económica del Estado para instruirlos y sostenerlos. El resultado fue lo que podría llamarse “Guerra Total Modelo 1”, bajo el su-puesto de que la guerra napoleónica no había sido más que una obertura que asentaba los principales temas. En la “Gue-rra Total Modelo 1”, la totalidad de los recursos del Estado se movilizaron para sostener los ejércitos en el campo cuya única fórmula para la victoria fue el desgaste y cuyos coman-dantes eran administradores o gerentes militares como Ulises S. Grant (1822-1885) y Douglas Haig (1861-1928) más que los " grandes capitanes " de la leyenda militar. El objeto de las operaciones era, no la destrucción del ejército enemigo en el campo de batalla, sino mediante la participación de ese ejército en batallas de desgaste prolongadas e ineludi-bles, para sangrar a muerte a la sociedad enemiga. El primer ejemplo fueron las campañas de Grant de 1864 a 1865; el más notorio, el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial en 1916 y 1917.“Guerra Total Modelo 1” iba a quedar en parte obsoleta por

nuevas innovaciones tecnológicas. La mecanización, el desa-rrollo y la aplicación del motor de combustión interna, y las comunicaciones de radio restauraron la movilidad y capaci-dad de decisión al campo de batalla. El poder aéreo no sólo amplió el mismo campo de batalla, sino que hizo posible ata-car la estructura social y los recursos económicos que man-tienen las fuerzas armadas en campaña, y para hacerlo más directo y, en muchos casos, más completo de lo que nunca

hizo el bloqueo naval.En Europa, estos

desarrollos de la era industrial poste-rior condujeron a la “Guerra Total Modelo 2”. En esta fase de la guerra los civiles se implicaron más, no sólo como parte del mecanis-mo de apoyo a las fuerzas armadas, sino como objeti-vos casi más im-portantes que las propias fuerzas armadas, no sólo debido a su papel en la producción de los recursos que hacen posi-ble las operaciones militares, sino porque su moral es visto como un ele-mento principal que permite llevar a cabo la guerra. El "mo-delo ideal" de “Guerra Total Modelo 2” fue el de los entusias-tas del poder aéreo que creían que haría posible decidir una guerra sin ninguna participación de fuerzas terrestres, pero esto nunca se logró en la Segunda Guerra Mundial, (ni hasta el presente). Ese conflicto también debía ser decidido por el desgaste, la victoria se arrima a las potencias industriales más fuertes. El poderío aéreo proporciona sólo una importante dimensión adicional. Comandantes Generales como Dwight D. Eisenhower (1890-1969), Sir Bernard L. Montgomery (1887-1976), Georgi K. Zhukov (1896-1974), y Gerd von Rundstedt (1875-1953) eran, en esencia, los administrado-res militares. Los "Grandes capitanes", como Erwin Rommel (1891-1944), George S. Patton (1885-1945), y el coman-dante británico en Birmania, el general William Slim (1891-1970), quien llevó en la imagen heroica de la era agraria, fueron efectivos sólo en circunstancias excepcionales y por lo general en los marginales.La bomba atómica parecía personificar la era de “Guerra To-

tal Modelo 2”. Después de la Guerra de Corea (1950-1953), el propio campo de batalla se consideró en muchos cuarteles como un anacronismo, y desde luego en ningún conflicto entre potencias se emplearían armas nucleares. Algunos le-gos mantienen que las armas nucleares podrían hacer que la guerra en sí sea imposible. Incluso los profesionales tuvieron que aceptar que la conducción de la guerra en el sentido tra-dicional sería posible sólo cuando las circunstancias políticas establecieran límites estrictos a la probabilidad de su escala-da. En estas condiciones, parece posible que las habilidades de batalla tradicionales podrían de nuevo entrar en su cuen-ta. Tres guerras árabe-israelíes apuntaban en esa dirección, aunque el conflicto en Vietnam (1955-1975) no fue así. Si la tecnología de la era postindustrial renovará la necesidad de habilidades de batalla, o transformará la guerra en direccio-nes totalmente nuevas, es un tema que se está discutiendo en las universidades de guerra en todo el mundo.Desde la Operación Tormenta del Desierto (1991), ha ha-

bido un mayor enfoque en la dimensión tecnológica de la guerra. La dimensión social sin embargo, no es menos im-portante -quizá incluso más-. De hecho, las dos no pueden

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separarse. Las estructuras sociales y las necesidades sociales producen innovación tecnológica, mientras que la innova-ción a su vez afecta, ya veces transforma, el sistema social en el que se ha desarrollado.En la era agraria, como se dijo anteriormente, la conducción

de la guerra se basa en el concepto de la batalla decisiva, y la conducción de la batalla en el choque decisivo. Este concep-to determina no sólo la estructura de la jerarquía militar, sino la de un orden social y político entero. La sociedad se rige por una casta guerrera, cuya función principal era el lideraz-go en batalla. Este sigue siendo el caso en Europa durante el siglo XIX y hasta en el XX. Los emperadores de Francia y Austria y el rey de Prusia, estaban presentes en los campos de batalla en 1859 y 1866. Napoleón III (1808-1873) se entregó él mismo y su ejército al rey de Prusia para evitar más matanzas en la batalla de Sedan en 1870. El Káiser Wilhelm II (1859-1941) se mantuvo como comandante titular de los ejércitos alemanes a lo largo de la Primera Guerra Mundial, mientras que el Zar Nicolás II (1868-1918), con el general Mikhail Alekseyev (1857-1918) como su jefe de gabinete, asumió personalmente el mando del ejército ruso en el frente oriental.Las sociedades agrarias se basan por lo tanto en una jerarquía

militar, y las clases que no llevan a cabo la guerra, los comer-ciantes y los campesinos, estaban subordinadas socialmente a los que si lo hacen. La guerra era una actividad continua do-minante, a menudo aceptable. Además, aunque la guerra po-dría ser horrible, la paz no era mucho mejor. La enfermedad, el dolor, el sufrimiento y las dificultades de trabajo fueron el destino de todos. La muerte de manera violenta y terrible alcanzó a muchos que nunca experimentaron la batalla. La muerte en la batalla, por lo menos, era acompañada por el prestigio y la fama, mientras que para los que sobrevivían, la participación en una campaña exitosa mantenía la esperanza de progreso social y económico. Con el amanecer de la era industrial, todo esto empezó a

cambiar. El aumento de la esperanza de vida fue acompa-ñado por un aumento de la esperanza y del consuelo. La muerte violenta y dolorosa comenzó a ser excepcional. Más sociedades "avanzadas", tuvieron una mayor consideración de que la guerra era bárbara y no heroica. Esto, paradójica-mente, sucede en un momento en que la conducción de la guerra estaba convirtiendo a los ejércitos en dependientes de conscriptos. Una de las grandes preocupaciones de los go-biernos europeos a principios del siglo XX, de hecho, era si estos ejércitos de conscriptos podrían luchar en serio, y cómo sus poblaciones, pertenecientes a un entorno cada vez más urbano, podrían soportar las dificultades necesarias de la guerra.De hecho, en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la

población soportó asombrosamente bien. Esto fue en parte debido a la solidaridad social producida por el sentimiento nacional, en parte porque para muchos ejércitos europeos, especialmente para los de Europa del Este, el nivel de vida en las fuerzas armadas era bastante superior a lo que esta-ban acostumbrados en la vida civil en tiempos de paz. Pero sobre todo sufrieron y soportaron porque quedaba, incluso en sociedades tan industrializadas como Gran Bretaña y Ale-mania, un residuo considerable de las normas y valores de la era agraria. Estos valores incluyen el respeto a la autoridad, el respeto a la monarquía y la aristocracia, y una tradición que sobrevive entre las clases dominantes del liderazgo heroico. Pero el sentimiento nacional y la obediencia disciplinada te-

nían sus límites, y durante la guerra, casi imperceptiblemen-te, una gran transformación se produjo en la conducción de la batalla.Al principio, en 1914, el fuego de artillería todavía se estaba

utilizando para hacer posible el asalto decisivo a la bayoneta. Pero hacia el final de la guerra, la función de la potencia de fuego era hacer innecesario ese asalto. En palabras de los franceses, que tomaron la iniciativa en este desarrollo: "El fuego conquista el terreno; la infantería lo ocupa”. Los ejér-citos de conscriptos se mostraron cada vez menos dispuestos a morir gloriosamente en el campo de batalla. Si no se amo-tinaban, como los italianos, los franceses, los ingleses y los canadienses, mostraron otras formas de hacer que la falta de voluntad para combatir se sintiera. En el país, la población civil cada vez más hacía lo mismo. Al final de esa guerra, la preocupación entre las élites políticas, y en menor medida entre los militares, a través de las democracias occidentales era cómo utilizar la tecnología en las guerras del futuro para evitar que las tropas fuesen asesinadas. Esta reacción no afectó a los alemanes en la misma medida.

En parte porque sus fuerzas armadas altamente profesiona-les fueron limitadas en tamaño por el Tratado de Versalles hasta que Adolf Hitler (1889-1945) denunció sus cláusulas de desarme y el rearme de Alemania comenzó en 1935; los alemanes se volvieron hacia el uso innovador de la tecnología para mejorar la eficacia de su ejército más pequeño a través del uso de tácticas de Blitzkrieg. Tal vez más importante, la revolución nazi hizo todo lo posible para adoctrinar al pue-blo alemán, sobre todo la gente joven, con todos los valo-res guerreros de la era agraria que el "decadente" Occidente parecía estar perdiendo. Lo hicieron excepcionalmente bien, como de hecho lo hicieron los japoneses. La Alemania nazi y el Japón imperial demostraron ser adversarios formidables, ya que combinaban las técnicas de las sociedades industriales con los valores y las habilidades de la era agraria reforzados, respectivamente, por elementos de la mitología nórdica y las tradiciones del Bushido.Eventualmente los aliados derrotaron a los alemanes y los

japoneses en condiciones muy similares a las de las de la in-dustrializada Unión que desgastó a los ejércitos de la Con-federación agraria durante la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865). Pero hay que admitir que, con todas sus venta-jas tecnológicas, los ejércitos de conscriptos de las democra-cias occidentales en la Segunda Guerra Mundial carecían de las habilidades necesarias para el campo de batalla. No tenían éxito en pelea a corta distancia. En su mayor parte eran muy reacios a correr riesgos, y la mayo-ría de sus Genera-les eran renuentes a que lo hicieran. Comprometían sus fuerzas a la acción sólo si pudieran apoyarlos con gran poder de fuego y por el poder aéreo. Por otra parte, a estas fuerzas se les proporc ionaban suministros y las instalaciones mé-dicas y recreativas que replicaban, en

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la medida de lo posible, el nivel de vida que disfrutaban en casa. Resultó ser una manera lenta y costosa de hacer la gue-rra, pero teniendo en cuenta las normas y expectativas finales de las sociedades industriales, realmente no había otra forma en la que se podía hacer. (Los Estados Unidos, por lo menos, tal vez porque la victoria final en la Segunda Guerra Mundial fue tan completa, no parecieron aprender de la experiencia. Las piscinas, clubes de oficiales, cines cubiertos y al aire libre, canchas de tenis, gimnasios, campos de golf en miniatura, incluso, pistas de bolos, y tiro con arco construidos en las más exuberantes bases estadounidenses en todo Vietnam y Tailandia, un cuarto de siglo más tarde, son testimonio de ese hecho.)Todo esto tiende a confirmar los temores de los analistas

militares del siglo XIX. Las sociedades industriales ya no se nutrían de las capacidades y virtudes que habían sido nece-sarias en la guerra de la edad agraria. La expectativa era que la tecnología militar haría de las habilidades y virtudes del guerrero innecesarias. El enemigo, sus fuerzas militares, así como el apoyo de la sociedad, podría ser destruido a gran distancia desde posiciones comparativamente seguras. Ya sea en el aire o en el suelo, cada vez se consideró que la lucha cuerpo a cuerpo en la medida que fuera necesaria, se debía dejar a pequeños equipos de especialistas, comandos, para-caidistas, fuerzas especiales, aviones de operaciones especiales y el Servicio Aéreo Especial (SAS). (Un caso tecnológico de ello es el cazabombardero de los EE.UU. McDonnell-Dou-glas F-4 Phantom II. Fue concebido a principios de 1950 para la Marina de EE.UU. como una plataforma de lanza-miento de misiles aire-aire que se utilizaría para la defensa de la flota. Durante la guerra de Vietnam, la Fuerza Aérea y la Armada lo utilizó para realizar misiones de ataque. Sólo los muy últimos modelos de producción -el F-4Es construido a finales de 1960 y principios de 1970- tenía un cañón interno incluido para que pueda llevar a cabo la misión "guerrera" de combate aéreo -llamado "peleas de perros"- con mayor eficacia. Durante la década de 1960, a pesar de la evidencia en contrario resultante de campañas aéreas en los cielos de Vietnam del Norte, la formación en maniobras de combate aire-aire y cañones internos era prácticamente inexistente en la US Air Force basada en la suposición de que los avances en aire-tecnología de misiles aire haría innecesaria antigua usanza de peleas de perros.)Este tipo de guerra a largo plazo parece muy sensata y civili-

zada, pero una cuestión preocupante sigue existiendo. A pe-sar de toda la tecnología de la era industrial y post-industrial, no existe todavía en el núcleo de toda guerra la necesidad de participar en los encuentros, primitivos básicos de la era agraria? Y no era la lección de Vietnam que, si la capacidad de hacer desaparecer esa lucha existe, ninguna cantidad de la tecnología va a ayudar a lograrlo? Para ponerlo en términos brutales, los soldados no sólo deben saber cómo matar, pero también deben estar preparados en caso necesario a morir. Más importante, las sociedades que cometen acciones de guerra deben estar preparadas para verlos morir, y en estos días en las pantallas de CNN. Las sociedades occidentales han aprendido a matar a una escala enorme, pero todavía lu-chan en desventaja frente a los ejércitos de la era agraria que no han olvidado cómo morir y sabe lo suficientemente bien cómo matar. La guerra de Vietnam y la reciente experiencia en Somalia (1993) indican que si los ejércitos de la era agra-ria están bien dirigidos, y si sus líderes desarrollan estrategias superiores, pueden aún prevalecen.La disposición a entrar en combate cuerpo a cuerpo en el

que hay un alto riesgo de mortalidad sigue siendo el requisi-to básico, no sólo de los especialistas en la violencia, sino de todos los hombres y mujeres de uniforme. Cuando se pusie-ron el uniforme, estaban aceptando ese riesgo.En tanto que, en palabras de Hilaire Belloc: “Tenemos la

ametralladora Maxim, y ellos no”… las habilidades y virtu-des de la era agraria ya no son tan esenciales como lo fueron en el pasado. Pero aún hoy en día nuestras fuerzas tienen que entrar en combate contra los pueblos altamente motivados cuya principal preocupación es matarlas, y están dispuestos a arriesgar sus propias vidas para hacerlo. Además, pueden tener el equivalente de la ametralladora Maxim también. Los conflictos futuros no serán tan convenientemente unilatera-les como fue la Guerra del Golfo. ¿La tecnología futura puede eliminar completamente la ne-

cesidad de que las fuerzas armadas de las sociedades occi-dentales se encuentren en situaciones donde se requiere no sólo de matar, sino aceptar el riesgo de perder la vida, tal vez en gran número?, ¿y nuestra sociedad post-industrial encon-trará que eso es aceptable? ¿En resumen, puede cambiar la tecnología lo que ha sido la esencia de la guerra hasta ahora?

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