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URUGUAYOSCIENX100 Domingo 17 de julio de 2011 EL...

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URUGUAYOS CIEN X 100 Domingo 17 de julio de 2011 1 EL PAIS
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URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

Editor jefe: Enrique Etchevarren. Secretario de Redacción: Daniel Rodríguez Oteiza. Coordinación: Julio Marra. Cordinadores del suplemento: José Luis Aguiar y Déborah Friedmann. Textos: José Luis Aguiar, Ximena Alemán, Miguel Álvarez Montero, Lucía Baldomir,Paula Barquet, Pilar Besada, Daniela Bluth, Hugo Burel, Leticia Costa, Sebastián Cabrera, Eloísa Capurro, Déborah Friedmann, Andrés López Reilly, Raúl Mernies, Silvia Pérez, Carlos Ríos y Renzo Rosello. Diseño: Ezequiel Pérez Medeiros (editor), Raquel Rodríguez (jefa) yMagdalena Cagno. Infografías: Virginia Coitiño. Fotografía: Mario Marotta (editor), Nicolás Pereyra y Gerardo Pérez. Archivo de imágenes: María Artus y Fabián Centurión. Corrección: Leonor González, Mario Jauregui, Jaqueline Orellana y Ricardo Ribero.

staff

La plaza Independencia es un lugar emblemático de la ciudad de Montevideo, porsimbología patriótica y por historia ciudadana antes que nada, pero también por susituación geográfica, marcando el límite entre la Ciudad Vieja y la nueva. No en vanose eligió al palacio Estévez como sede del Poder Ejecutivo (1880), se colocó allí la es-tatua de nuestro prócer (1923) y se edificó en su esquina con 18 de Julio el palacioSalvo (1928), que en su tiempo fue el edificio más alto de Sudamérica y es una clási-ca postal montevideana.

El tiempo ha permitido algunas transformaciones privándolo de la concepción

francesa en cuanto a la armonía de alturas y estilo; empero, la plaza no ha perdido elcarácter que le ha dado su geometría y su cadena de continuas columnas, llamadaen su tiempo “la pasiva”.

Retrotrayéndonos a la historia, cabe recordar que ese espacio lo abrió el sargentomayor José María Reyes y lo diseñaron sucesivamente los arquitectos Carlos Zucchiy Poncini luego que se abatiera la vieja ciudadela (1879). La puerta de la misma fuedesmontada pieza por pieza e instalada en la Escuela de Artes y Oficios, hasta queen 1959 volvió a su lugar original, donde hoy es otro símbolo de esa plaza.

URUGUAYOS CIEN X 100EL PAIS

1906. Laplaza y al

fondo 18 deJulio. Donde

hoy está elpalacio

Salvo estabala confiteríaLa Giralda ya la izquier-

da el GranHotel

Barcelona.Artigas aún

no estaba.

1976. Elmausoleo delprócer estabarecién inau-guradomientrascomenzabala obra delque iba a serPalacio deJusticia, hoysede de laPresidenciade laRepública.

2011. Comose observa enesta foto, enla plaza nose han respe-tado lasalturas uni-formes conque fue ini-cialmenteconcebida,pero su geo-metría man-tiene elatractivo.

El sitio más simbólico

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EL PAIS

A la hora delBicentenario

Somos felices.Estamos satisfechos con nues-tra situación afectiva, laboral,económica y con nuestro as-pecto físico. Tenemos un miedoque supera ampliamente acualquier otro: que se enfermeun ser querido. Nos sentimossaludables.

Somos solidarios, confia-bles, emotivos y gastadores.Mayoritariamente creemos enDios y decimos que nunca fui-mos a un curandero. Nos consi-deramos pacíficos y dos decada tres afirmamos que si pu-diéramos conseguir un trabajoen el exterior, igual nos queda-ríamos en Uruguay.

Somos un pueblo con dife-rencias a la hora de autodefinir-nos: en si somos más alegresque tristes o trabajadores queharaganes. También en si elmatrimonio es o no para toda lavida. De lo que sí estamos con-vencidos es que para que launión sea duradera, la fidelidades fundamental.

Somos ciudadanos que nodiscriminamos por género, almenos en el discurso. Decimosque nos da igual que quien nosopere sea un cirujano hombre omujer. Y manifestamos estar endesacuerdo con que es mejor siel hombre se queda afuera y lamujer se queda en casa. De to-dos modos, pensamos que ellasno tienen las mismas oportuni-dades que ellos para ascenderen el trabajo.

Somos padres que creemosque educar a un hijo hoy es másdifícil que cuando éramos chi-cos y también que es necesarioponerles más límites que antes.En lo que no estamos de acuer-do es en si las palmadas son ne-cesarias: la mitad cree que sí, elresto desecha rotundamenteesa opción.

Somos personas que preferi-mos viajar en nuestro tiempo li-bre, pero que tenemos dificul-tades con cumplir esa meta.Solemos dedicar los ratos deocio a estar con nuestra familiao a practicar deportes y estar alaire libre.

Somos optimistas, aunquecon reservas. Pensamos que vi-vimos mejor o mucho mejor anuestros padres y que nuestroshijos tendrán una vida mejorque la nuestra, con una educa-ción de mayor calidad. Estima-mos que en una década dismi-nuirá la pobreza, pero tenemosopiniones encontradas sobrequé sucederá con la igualdaddel ingreso. Creemos que la in-seguridad pública seguirá igualo aumentará.

Somos desconfiados. Del Po-der Judicial, del Parlamento, delgobierno, de la Iglesia Católica,de los partidos políticos, de losmedios de comunicación, de lasFuerzas Armadas. Creemos queel principal problema del país esla inseguridad pública.

Somos contundentes a lahora de elegir el personaje quemás nos representa: el futbolis-ta Diego Forlán, seguido de le-jos por el presidente José Muji-ca y José Artigas. También

Al cumplir 200 años, un análisis enprofundidad de la sociedad uruguaya

cuando nos consultan el paísque más admiramos: Brasil.Con mucha menor preferenciasle siguen España y Estados Uni-dos.

A la hora del Bicentenario,este es el perfil de cómo somoslos uruguayos que se puede tra-zar a partir de la encuesta quela consultora Cifra realizó paraEl País.

El estudio, desarrollado en-tre el 20 y el 31 de mayo a nivelnacional, implicó consultar a1.004 personas, sobre cómo so-mos los uruguayos, quiénes nosrepresentan, cuáles son nues-tros valores, cómo es nuestropresente y cómo visualizamosnuestro futuro.

De los consultados, 566 sonmujeres y 438 hombres, 174 tie-nen entre 18 y 29 años; 217 en-tre 30 y 44 años; 282 entre 45 y59 años; y 331 son mayores de60 años. Además, 64,9% son

trabajadores, 20,7% jubilados,4,3% amas de casa, 3,3% deso-cupados, 3,1% estudiantes y2,7% rentistas o pensionistas.

Ese estudio —cuyos resulta-dos tiene un margen de error de+-3% y una confianza del 95%—es el punto de partida de estesuplemento especial.

A partir de las respuestas,periodistas de El País consulta-ron a diversos especialistas entemas sociales, culturales, eco-nómicos, políticos e históricos,y junto con variada bibliografía,elaboraron artículos que permi-ten conocer en profundidad a lasociedad uruguaya en el Bicen-tenario.

Además, el director de CifraLuis Eduardo González analizalos resultados del estudio, enparticular la escasa confianzade los uruguayos en las institu-ciones. “Ni el Parlamento, ni elPoder Judicial ni el Poder Ejecu-

tivo despiertan la confianza dela mayoría de los ciudadanos”,señala González. Y se pregunta:“¿Por qué los uruguayos estánenojados con la política?”.

Esta edición especial cuentaademás con columnas del Pre-sidente José Mujica y de losexmandatarios Tabaré Vázquez,Julio María Sanguinetti y LuisAlberto Lacalle. El expresidenteJorge Batlle se excusó de brin-dar su aporte.

El lector encontrará tambiénartículos que resumen aspectosfundamentales de estos 200años: las obras esenciales denuestra literatura, la evoluciónde la ciudad de Montevideodesde los tiempos de la colonia,los cambios en la economía yen la medicina, y la historia deun país que por los inmigrantesque lo forjaron y por sus hijos ynietos que emigraron, siempremira hacia afuera.

Optimistas,

familieros,

felices,

emotivos,

desconfiados,

gastadores y

pacíficos,

son algunos

de los rasgos

que hoy en

lasociedad

uruguaya

predominan.

Ilustración de Arotxa

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EL PAIS

Diego Forlán, por goleada la figuraque más representa a los uruguayosCarlos Rí[email protected]

En un país donde el fútbol es un culto nacional, no de-bería extrañar que se elija a un goleador como uno desus personajes más representativos. Y en un país alta-mente politizado, tampoco debería extrañar que algúnlíder partidario figure en los primeros puestos.

En todo caso, lo que sorprende a primera vista es lodespegado que está esa estrella deportiva del resto delas personalidades cuando se repasan 200 años de his-toria nacional, dejando atrás a hombres y mujeres queforjaron el Uruguay que tenemos hoy.

A la hora de elegir a la personalidad que mejor repre-senta a los uruguayos, preferimos mirar el presente yguiarnos por acontecimientos históricos recientes.

Así, en la encuesta realizada por la consultora Cifraen el marco del Bicentenario, uno de cada cuatro(24,4%) respondió que el futbolista Diego Forlán es la fi-gura que mejor representa al Uruguay.

Muy despegado de los tres que le siguen en la lista: elPresidente José Mujica (9,1%), el prócer José GervasioArtigas (8,5%) y el expresidente Tabaré Vázquez (7,3%).

Y aún más despegado del resto de los que completanel top ten: el escritor Mario Benedetti (5,1%), el secreta-rio iberoamericano Enrique Iglesias (4,1%), los dos ve-ces presidentes Julio María Sanguinetti (2,1%) y JoséBatlle y Ordóñez (1,8%), la actriz China Zorrilla (1,7%) yel cantor de tango Carlos Gardel (1,4%).

Los que eligieron a Forlán son mayoritariamentemontevideanos (29,9% contra 19,9% del interior); jóve-nes (33,9% tiene entre 18 y 29 años de edad, y 31,3% en-tre 30 y 44 años); de nivel educativo medio y superior(27,7% tiene estudios secundarios y 26,8% terciarios); yde ideología política de centro (28,4%, contra 23,3% dederecha y 22,6% de izquierda). El 31,7% son hombres yel 18,7% mujeres.

El propio Forlán se mostró sorprendido por el resul-

LO ELIGIÓUNO DECADACUATRO;LO SIGUENMUJICA,EL PRÓCERARTIGAS YVÁZQUEZ

tado y atribuye el podio en la encuesta a su actuaciónen el Mundial de Sudáfrica 2010 y el cuarto puesto ob-tenido por Uruguay (ver entrevista).

Nacido el 19 de mayo de 1979 en medio de una fami-lia de tradición futbolera (su abuelo materno Juan Car-los Corazzo fue director técnico de la selección urugua-ya en el Mundial de 1962, y su padre Pablo Forlán un exjugador de Peñarol, San Pablo, Nacional y Defensor quevistió la camiseta celeste en tres mundiales), Diegosiempre supo que su futuro estaba en el deporte, aun-que no necesariamente en el fútbol.

Sus inicios fueron como jugador de tenis, pero rápi-damente abandonó la idea de jugar Wimbledon y optópor otros céspedes.

Forjó toda su carrera futbolística en el exterior. Pri-mero fue Independiente de Argentina (club al que llegóen 1997 tras un fugaz pasaje por las inferiores de Peña-rol y Danubio), y de ahí al gran estrellato europeo: Man-chester United de Inglaterra (2002-2004), Villarreal(2004-2007) y Atlético Madrid de España.

Goleador por excelencia (dos veces ganó el trofeo Pi-chichi y la Bota de Oro), debutó en la selección urugua-ya el 27 de marzo de 2002 en un amistoso contra ArabiaSaudita. Lleva jugadas tres copas América de seleccio-nes, tres eliminatorias y dos Mundiales (Corea-Japón2002 y Sudáfrica 2010, que marcó su punto más altocon la celeste, convirtiendo cinco goles y siendo elegidoel mejor jugador). En 2005 fue nombrado embajador deBuena Voluntad de Unicef.

ETERNO PRESENTE. Para la historiadora Ana Ribeiro —autora de Los tiempos de Artigas y El caudillo y el dicta-dor, entre otras obras— la elección de Forlán es coyun-tural. “No hay que confundir lo que uno piensa que va aquedar en la historia, representativo de verdad del pa-sado o de la cultura del país, con aquellos nombres queestán impuestos por lo que en los medios de comunica-ción se conoce como la Agenda Setting”, dice Ribeiro.

La Agenda Setting es la teoría que explica la influen-cia de los medios de comunicación sobre el público, aldeterminar qué temas o historias tienen interés infor-mativo y cuáles no.

“Los medios imponen nombres que son tan fugasescomo todas las cosas en este momento. Vivimos en uneterno presente y todo resulta fugaz y la fama es esacosa a la que todo el mundo aspira, y que te da unaespecie de legitimidad social frente a los otros”, explicaRibeiro.

El mismo criterio aplica para los líderes políticos.“Somos una sociedad altamente politizada y los políti-cos con mayor exposición mediática pasan a estar in-mediatamente en la cabeza de la gente”, sostuvo la his-toriadora.

Ribeiro insiste en que “no debe confundirse ni po-nerse en la misma línea de evaluación” el nombre deForlán con, por ejemplo, el de la poetisa Juana de Ibar-bourou (1892-1979), autora de El Cántaro fresco. “Soncosas distintas”, afirma.

Y profundiza: “Los guarismos de la encuesta dicencosas pero no de manera terminante. Creo que mezclanelementos de fama o de mentas (por mentado, mencio-nado) coyunturales, con elementos de fondo. Alguienque dijo Ibarbourou u Onetti está apelando a un valorcultural de permanencia, y no a una persona de la quese habla todo el tiempo porque la prensa lo invoca porequis razones, porque es el presidente o porque es elfutbolista del momento”.

Ribeiro arriesga un ejercicio teórico. “Esta encuestahecha hace 30 años, hubiera dado tal vez a Obdulio Va-rela en el lugar de Forlán. Y hecha dentro de 30 años, talvez Forlán aparezca en el lugar que ocupa Varela hoy. Lovotarían los viejitos del mañana, que son los jóvenes dehoy, para los cuales habrá sido inolvidable el cuartopuesto del Mundial de Sudáfrica”. El capitán de la selec-ción campeona del Mundial de 1950 apenas fue men-cionado por el 0,4% de los encuestados por Cifra.

Juana deIbarbourou

Wilson FerreiraAldunate

ObdulioVarela

Los indioscharrúas

ClementeEstable

EduardoGaleano

24,4% 9,1%

José

Mujica

Diego

Forlán

Otros uruguayosque fueronmencionadoscomo los másrepresentativosen la encuesta

José PedroVarela

Luis Albertode Herrera

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EL PAIS

Ese “eterno presente” del que habla Ribeiro tambiénse refleja en la elección de los políticos que mejor iden-tifican a los uruguayos. Va de la mano con las preferen-cias electorales de los últimos tiempos. Mujica yVázquez son hoy los líderes más populares, y eso influ-yó en que se ubicaran entre las personalidades delBicentenario.

Al actual presidente lo eligió el 9,1% de los consulta-dos como la figura que mejor representa a los urugua-yos. Lo mencionaron preferentemente gente de media-na edad (11,5% tiene entre 30 y 44 años de edad y el10,3% entre 45 y 59 años), con estudios secundarios(11,8%), mujeres (11%), del interior (9,7%) y, como erade esperar, identificados con la izquierda (14,2%).

Vázquez está en cuarto lugar, con el 7,3%. Al igualque Mujica, a Vázquez lo mencionaron gente de media-na edad (9,2% tiene entre 30 y 44 años de edad y 9,6%entre 45 y 59 años), con nivel educativo secundario(8,2%) y terciario (7,2%), y de izquierda (14,2%).

Entre ambos aparece Artigas (1764-1850), única figu-ra del siglo XIX destacada en la encuesta. Al prócer loeligió el 8,5% de los consultados, preferentemente gen-te del interior (11,8%, contra 4,7% de Montevideo), ma-yores de 60 años (11,5%), más o menos en forma parejasegún los niveles educativos (9,5% entre los que tienen

estudios primarios,8,8% con estudios se-cundarios, y 7,2% conlos estudios terciarios) yubicada mayoritaria-mente en el centro polí-tico (10,8%).De sus contemporá-neos, solo Juan AntonioLavalleja (1784-1853),jefe de la cruzada Liber-tadora de los Treinta yTres Orientales, aparececon el 0,1%.

Fructuoso Rivera (1784-1854), primer presidente dela República en 1830 y fundador del Partido Colorado, yManuel Oribe (1792-1857), segundo presidente consti-tucional y fundador del Partido Nacional, no figuran enla encuesta, salvo que hayan sido incluidos en la bolsade “otros”.

Fuera de los líderes de izquierda, el político vigentemejor ubicado es el colorado Julio María Sanguinetti(2,1%), presidente en dos períodos (1985-1990 y 1995-2000) y uno de los protagonistas de la recuperación dela democracia tras la dictadura (1973-1985). El tambiéncolorado, presidente en dos períodos (1903-1907 y1911-1915) y promotor de las grandes reformas socialesde la primera mitad del siglo XX, José Batlle y Ordóñez(1856-1929) le sigue con el 1,8%.

Entre los líderes del Partido Nacional, el exsenador yúltimo caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate (1919-1988) aparece con el 1,2% de las menciones, y el actualsenador Luis Alberto Lacalle, primer presidente nacio-nalista del siglo XX (1990-1995), con el 1,1%.

Varias figuras históricas de la política, la ciencia, lacultura y el deporte se mezclan en un gran bolsón pordebajo de 1% de las menciones en la encuesta.

Allí aparecen, entre otros, los expresidentes JorgeBatlle (0,9%) y Óscar Gestido (0,2%); el caudillo nacio-nalista Luis Alberto de Herrera (0,2%) y el líder históricodel Frente Amplio Líber Seregni (0,2%); el reformadorde la educación pública José Pedro Varela (0,4%) y elcientífico Clemente Estable (0,1%); los artistas JaimeRoos (0,2%), Jorge Drexler (0,3%) y José Carbajal (0,1%);los futbolistas Sebastián Abreu (0,5%), Pablo Bengoe-chea (0,1%), Edinson Cavani (0,8%) y Luis Suárez(0,1%); la murga Agarrate Catalina (0,1%) y los charrúas(0,1%); y hasta un invitado extranjero: el escritor argen-tino Julio Cortázar (0,1%).

En opinión de la historiadora Ribeiro, “hay hazañasque se hacen todos los días en distintos ámbitos a lasque no se les da importancia; es así y no podemos evi-tarlo. La encuesta lo que hace es revelar eso”.

Juan AntonioLavalleja

NataliaOreiro

8,5% 7,3% 5,1% 4,1% 2,1 1,8 1,5 1,4

José

GervasioArtigas

Tabaré

Vázqu

ez

MarioBenedetti

Enriqu

eIglesias

Julio

Ma.Sa

nguinetti

José

Batlle

yOrdóñ

ez

China

Zorrilla

CarlosGardel

Forlán: “Artigasmemarcóde chico en el colegio; másadelante, Obdulio Varela”

Silvia Pé[email protected]

—¿Qué siente al saber que un 24%de los encuestados lo eligió comoel personaje con el que se identifi-can los uruguayos, superando in-cluso al propio Artigas?—Sin palabras. Es algo increíble.Sobre todo teniendo en cuenta larica historia que tiene Uruguay.—¿A qué cree que se debe?—Me mataste… creo que a lo delMundial. Obviamente lo futbolísticodebe ser lo más importante, perome parece que lo personal tambiéndebe influir, y eso es algo que mepone muy contento.—¿Piensa que su condición de em-bajador de Unicef también puedehaber influido?—Es posible. Al estar jugandoafuera uno es también como unaespecie de embajador. La otra vez,en Madrid, estuve con el Embaja-dor de Uruguay en España y él medecía que los que estábamos ju-gando allí éramos los verdaderosembajadores de nuestro país.—Si usted hubiera sido uno de losencuestados, ¿con qué uruguayose hubiera identificado?—Artigas fue alguien que me marcó,sobre todo de chico en el colegio. Esel personaje más importante. Y des-pués, más adelante, Obdulio Varelapor lo que significó la obtención deese Mundial para Uruguay. Lo querepresentó en ese momento y lo querepresenta todavía hoy.—Para usted, ¿cuáles son las co-sas que más identifican a los uru-guayos?—El mate, aunque yo no soy fanáti-co. Tomo, pero no lo considero im-prescindible. No me vas a ver conel termo abajo del brazo, pero séque es una de los cosas que másnos identifica. Además del dulce deleche, un buen asado y las camina-tas por la rambla.—Y cuando uno está afuera, lejos,¿esas cosas cambian o son lasmismas?—Son las mismas pero las valorasmucho más todavía. Hay cosas queextrañas sobre todo al recordarcuando las hacías. Y si tienes la po-sibilidad de hacerlas las haces por-que lo disfrutas mucho. Por suertehoy en día no es difícil conseguir lascosas nuestras afuera. El dulce deleche, la yerba se terminan consi-guiendo, pero igual no es lo mismo.Es mejor que te lo lleven de acá. Eldulce de leche nuestro es especial,

es mucho más rico. Siempre que via-ja algún familiar o amigos saben muybien lo que tienen que llevar porquesaben lo que me gusta a mí.—¿Y un buen asado se puede hacerallá, en Madrid?—Hay un supermercado que haceunos cortes muy parecidos a los deacá. Iguales casi. Y la carne es es-pectacular también.—¿Qué significa para usted seruruguayo?—Para mí es un gran orgullo. Es es-pectacular. Es tu país, es donde tecriaste. Y va pasando el tiempo ymás uruguayo te sentís. Cada díamás. Y más peleas por tu país, cada

uno desde su lugar. A mí me tocahacerlo con la selección. Y es ungran orgullo y una satisfacción enor-me estar ahí parado, cantando elhimno, y saber que detrás hay unpaís expectante por el partido. Y quevan a estar contentos o tristes se-gún el resultado que se dé. Es algodifícil de explicar, pero uno se va ha-ciendo cada vez más nacionalista. Ycuanto más lejos estás del país másuruguayo sos todavía. Por eso quisetraer el trofeo que gané en el Mun-dial para compartirlo con la gente.Ellos se lo merecían y mis compañe-ros también porque lo ganamos en-tre todos. Se lo quería ofrecer a lagente, es algo que se hace en otroslados y que acá no se acostumbramucho. Lo quise hacer porque seganó con la selección y la gente lodisfrutó mucho en su momento.

Orgullo. “Uno se vahaciendo cada vez másnacionalista, y cuantomás lejos estás, másuruguayo te sentís”.

JaimeRoos

Óscar W.Tabárez

EnzoFrancescoli

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EL PAIS

ron con la derecha, una mayoríarelativa (41,9%) respondió quelos uruguayos son “alegres”, y el35,9% los consideró “tristes”.

Ocurrió lo contrario entrelos entrevistados que se identi-ficaron con la izquierda: el 44%opinó que somos tristes, y sóloel 34,3% sostuvo que somosalegres.

También puede sorprenderel hecho de que aquellos quealcanzaron el nivel terciario deeducación consideren que losuruguayos son tristes (47,7%),mientras una minoría (28,1%)los califique como alegres.

Quienes solo tienen Prima-ria como máximo nivel educati-vo ven esos rasgos uruguayoscon diferente óptica: el 45,7%estima que somos alegres; el29,1%, que somos tristes.

La ciudad de Montevideoparece infundir en la poblaciónuna mayor sensación de triste-za que el interior del país, don-de el 41,2% de la gente dice queel uruguayo es alegre en com-paración con el 31,1% de losque residen en la capital.

Estos últimos se inclinan ajuzgar que somos tristes(43,2%), en mayor proporciónque los residentes del interior(35,2%).

La pregunta formulada porla empresa Cifra planteó cuatroopciones de respuesta: 1) Ale-

Somos solidarios, pacíficos, dignosde confianza, pero más bien tristes

José Luis [email protected]

Parece una paradoja que unacanción como Tristeza nao temfim haya surgido de un puebloalegre como el brasileño; unuruguayo podría reflejar el es-píritu de esos versos con máspropiedad.

La mayoría relativa de los en-cuestados (38,9%) considera queel pueblo uruguayo es más bientriste, y algunas respuestas dis-criminadas por sexo, edad eidentificación ideológica de losentrevistados revelan datos lla-mativos.

Como podría suponerse, laalegría es una característica másdominante entre los jóvenes; eluruguayo se va entristeciendo amedida que pasan los años.

El 54,6% de los jóvenes (de 18a 29 años) afirma que los uru-guayos somos “alegres”, opiniónque apenas comparte el 30,2%de los mayores de 60.

Por sexos, también hay unadistinción, porque 36,1% de losencuestados masculinos consi-dera que los uruguayos somostristes, mientras que esa opinióntrepa al 41,2% entre las mujeres.

El dato más curioso tiene quever con la filiación ideológica delentrevistado.

Entre quienes se identifica-

LOS ATRIBUTOS QUE MÁS SEÑALAN LA IDENTIDAD DE LOS URUGUAYOS

gres; 2) Ni/Ni. Depende; 3) Tris-tes; 4) No sabe, no contesta.

Un 22,2% no quiso arriesgaruna definición clara sobre eseatributo del carácter uruguayo.

Pero si bien no somos dadosa exhibir la cualidad de la ale-gría, la valoración que hacen desí mismos los uruguayos es po-sitiva: somos solidarios, confia-bles, pacíficos y emotivos. Y hayopiniones divididas en cuantoa si somos trabajadores o hara-ganes (ver página 7).

Sobre el carácter pacíficodel oriental da cuenta no sólonuestro empeño histórico enintentar resolver las disputas

mediante el diálogo (no siem-pre lo hemos conseguido), sinotambién nuestro bien ganadoprestigio en la defensa del dere-cho en los foros internaciona-les. Por eso no es extraño queel 63,2% de los encuestadosconsideren “pacíficos” a losuruguayos, contra un 23,7%que los define como “agresivos”.

Los hombres consideran quesomos “agresivos” (19,2%) enmenor proporción que las mu-jeres (27,2%), y quienes se iden-tifican con la izquierda políticaseñalan que somos “pacíficos”

(72%) en mayor proporción queaquellos que se afilian a la dere-cha (58,8%).

En la segunda franja etariade los entrevistados (los adul-tos, de 30 a 44 años) se registrael mayor porcentaje de perso-nas que considera a los uru-guayos pacíficos (75,1%),mientras que en la franja delos jóvenes (18 a 29 años) seobserva el mayor guarismo(31%) entre quienes ven al uru-guayo agresivo.

La solidaridad es otra de lascaracterísticas que se presu-men acertadamente en el uru-guayo, aunque un rasgo de in-

dividualismo también comien-za a asomar en nuestros genes.

El 57% de los entrevistadosdefine a los compatriotascomo “solidarios”, y esa facetaes más señalada por las muje-res (60,4%) que por los hom-bres (52,5%).

El 31,8% considera que so-mos “individualistas”, pero esavisión es más acentuada entrelos residentes de Montevideo(36%) que en el interior(28,1%), donde parece habermás inclinación hacia la con-templación del prójimo.

Entre los jóvenes y en la po-blación adulta (hasta 44 años),el sentimiento de individualis-mo —aun siendo minorita-rio— está más arraigado.

En la derecha política seconsidera que el uruguayo essolidario (62,5%) en mayormedida que en la izquierda(53,6%), mientras que los uni-versitarios constituyen el gru-po que señala con más fuerzael sesgo individualista de losuruguayos (42,2%).

CONFIABLES Y EMOTIVOS.Cuando se le pregunta a losentrevistados si los uruguayos

“somos confiables o poco con-fiables”, las respuestas mayori-tarias se inclinan hacia la pri-mera opción.

Un 57,9% afirma que somosdignos de confianza, y de ellocasi no hacen distinción losresidentes de Montevideo y losdel interior del país.

Los encuestados que res-ponden sobre su identificaciónideológica (izquierda, centro oderecha) marcan las mayoresdiferencias: entre aquellos quese definen de izquierda, el64,2% considera que somos

El Bicentenario nos en-cuentra en un momentoatípico: la economía, se-gún los expertos, está

marchando bien (eso se nota enindicadores económicos: expor-taciones en alza, baja tasa deldesempleo, mejora de salarios),y también mejora el clima deopinión. Aunque los uruguayossomos quejosos, hoy la mayoríase considera satisfecha con susituación económica y laboral.

Sin embargo, se mantiene encasi un tercio la proporción depersonas que emigrarían si pu-dieran; entre los jóvenes la si-tuación es más preocupante, yaque la mitad se iría. ¿Cómo seexplica que en el mejor momen-to económico del país en varias

décadas los jóvenes sigan de-seando emigrar?

Según la gente, hay por lo me-nos dos familias de problemasque no se están resolviendo. Porun lado, el institucional. Los uru-guayos confían cada vez menosen las instituciones. Ni el Parla-mento, ni el Poder Judicial ni elPoder Ejecutivo despiertan laconfianza de la mayoría de losciudadanos. La institución menosconfiable (hoy, como siempre) esel Parlamento. Este no es un pro-blema nuevo ni uruguayo: el Par-lamento es el poder del Estadoque suele concentrar las críticasciudadanas, porque es el ámbitodonde aparecen con más nitidezlas discrepancias, la “política” en-tendida como búsqueda de poder

o reparto de influencias y nocomo solución a los problemas.

Las instituciones relativamentemás confiables son el Poder Ejecu-tivo, los medios de comunicacióny las Fuerzas Armadas, en ordendecreciente de confiabilidad. Losmedios de comunicación en Uru-guay también tradicionalmentehan generado confianza, porquela sociedad los “audita” todos losdías, y en balance concluye quecumplen adecuadamente la fun-ción de informar. Menos esperablees la relativa alta confianza en lasFuerzas Armadas, que hoy des-piertan mucho menos descon-fianza que los partidos políticos.

¿Por qué los uruguayos estánenojados con la política? Porquelos problemas de largo plazo no se

están solucionando, o no se estánsolucionando a la velocidad quedesearíamos. Cuando se preguntapor cómo será el Uruguay de aquía diez años, la mayoría piensa quese habrá mejorado en algunos ám-bitos, en particular que se habráreducido un poco la pobreza y que“se habrá avanzado hacia la metade lograr que todos los jóvenes ac-cedan a una educación de cali-dad”. En otros temas, en cambio,hay más escepticismo: respecto ainseguridad pública, una mayoríarelativa considera que la situaciónseguirá igual o empeorará.

En síntesis, un Bicentenariocon sentimientos ambiguos:nos va bien, pero no estamosavanzando a la velocidad quedesearíamos.

Satisfechos pero inseguros por el futuro

“¿Por qué los

uruguayos están

enojados con la

política? Porque

los problemas de

largo plazo no

se están

solucionando, o

no se solucionan

a la velocidad que

desearíamos”.

Dr. en CienciasPolíticas, directorde CIFRA

LUIS E.GONZÁLEZ

confiables y apenas el 23,8%entiende que somos poco con-fiables; en tanto, entre los vo-tantes de derecha, el porcenta-je de quienes visualizan quesomos confiables desciende al56,5%, y se eleva al 30,2% el deaquellos que nos juzgan pococonfiables.

Cuando se inquiere si so-mos “emotivos o racionales”,el 59,3% se acoge a la primeraopción.

Quienes han alcanzado elnivel terciario en la educacióntienden a ver a los uruguayosmás racionales (31%) queaquellos que sólo han comple-

tado la enseñanza primaria(24,1%).

Asimismo, la sensación deque somos racionales es másacentuada entre los jóvenes(34,5%) y va declinando a me-dida que aumenta la edad delos entrevistados, hasta llegara su menor guarismo en losmayores de 60 años (21,5%).

En la derecha se consideraal uruguayo más emotivo(65,4%) que racional (21,9%),en mayor proporción que enla izquierda(56% y 29,8%, res-pectivamente).

Entre quienes se identifican con la izquierda, el 44%opina que somos tristes; ese porcentaje

se reduce al 35,9% entre aquellos encuestados que se identifican con la derecha.

URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

Ante la sensación deriqueza, se aflojan lasriendas de la billetera

José Luis [email protected]

Dos de cada tres personas en-trevistadas para esta encuestacatalogaron a los uruguayoscomo “gastadores”, más que“ahorrativos”.

A esa impresión, probable-mente, colabora el fenómenode bonanza económica que seha verificado en el país en losaños recientes, período duranteel cual el consumo de las fami-lias experimentó un salto cuali-tativo.

Un informe divulgado enmarzo pasado por el Centro deInvestigaciones Económicas(Cinve) estimó que en 2010 elconsumo de los hogares uru-guayos trepó a un récord deUS$ 28.515 millones, una cifrainédita que equivaldría a laconstrucción de 24 plantas decelulosa similares a la de UPM.Cinve también indicó que en2011 el consumo llegará proba-blemente a US$ 32.676.

El estudio del centro tam-bién concluyó que la utilizaciónde tarjetas y el crédito no ban-cario, medido en dólares, crecióun 21% en el transcurso del añopasado.

Esa sensación de riqueza serefleja en la percepción de losencuestados sobre la forma enque administramos el dinero.

El 67,1% opina que somosgastadores y sólo uno de cadacinco (20%) afirma que somosahorrativos.

Aunque la impresión de quesomos gastadores es mayor enMontevideo (68,9%), quienesresiden en el interior no vanmuy a la zaga (65,5%).

Las diferencias por sexo delentrevistado tampoco son muyrelevantes, aunque las mujerestienen la percepción de quesomos gastadores (68%) enmayor medida que los hombres(66%).

Los jóvenes, que a menudosienten que no pueden satisfa-cer todos sus deseos de consu-

mo, son quienes califican a losuruguayos como ahorrativos(26,4%) en mayor proporciónque el resto de las personas en-trevistadas.

El porcentaje más elevadode quienes consideran que eluruguayo es gastador se regis-tra en la franja etaria de 30 a 44

años (70,5%), mientras que losmayores de 60 años compartenesa valoración en un 63,1%.

Entre los encuestados quese identifican a sí mismos conla izquierda, el 21,1% percibeal uruguayo como ahorrativo,pero ese guarismo no se dife-rencia mucho del porcentajede entrevistados de derechaque opina lo mismo (19,9%).

De acuerdo con el nivel edu-cativo, hay distintas valoracio-nes: el 25,5% de los que han al-canzado el grado terciario con-sidera que somos ahorrativos,mientras que sólo el 17,4% dequienes culminaron Secunda-ria piensa igual.

A pesar de las subas de sala-rios, la capacidad de ahorro delos uruguayos no registró cam-bios significativos el últimoaño. De cada diez, sólo dos di-cen que sus ingresos les permi-ten ahorrar y uno tiene grandesdificultades para cubrir sus ne-cesidades.

CONSUMIR ES EL VERBO DE LA HORA ACTUAL

68% 66%de las mujeresafirma que losuruguayos somosgastadores.

de los hombrestiene una opiniónsimilar: el orientalno es ahorrativo.

Si hay opiniones divididas con respecto a unacaracterística de los uruguayos, esa división sepone de manifiesto al responder a la pregunta:“¿Somos más bien haraganes o trabajadores?”

Un 40,3% considera que somos haraganes; un40,4%, al contrario, opina que somos trabajado-res. Un 18,2% no toma partido.

La percepción sobre la tendencia a la holgaza-nería se remarca más en Montevideo (44,7%),mientras que en el interior sólo el 36,5% conside-ra que el uruguayo es más bien haragán.

Las mujeres consultadas se inclinan a pensarque somos trabajadores (41,3%) más de lo queestiman los hombres (39,3%).

El porcentaje más alto (51,2%) de quienesconsideran que los uruguayos somos haraganesse registra en la franja etaria que va de los 30 alos 44 años, que es la edad con mayor potencialde productividad.

En cambio, los mayores de 60 años —que es-tán próximos a la jubilación o ya la perciben—son quienes menos tienden a creer que el uru-guayo es holgazán (34,7%).

Otro elevado porcentaje (48%) que se inclinaa catalogarnos como haraganes se registra en losencuestados que alcanzaron el nivel terciario deeducación.

Cuando se divide a los encuestados por su au-toidentificación ideológica, la mayoría relativa deaquellos que se definen como de derecha o de iz-quierda son propensos a calificar a los uruguayoscomo “trabajadores” (los porcentajes oscilan en-tre 41,2% y 44%).

Los que afirman estar en el centro del espec-tro político estiman que los uruguayos puedenser encasillados con más propiedad en el renglónde “haraganes” (43,6%) que de “trabajadores”(35,8%).

Haraganes y trabajadores:el resultado es un empate

Gastadores. Así se ven a sí mismos los uruguayos: un reflejo de los brillos de la economía..

URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

Cuando Montevideo dejó de serun barrio de identidad colonial

Andrés López [email protected]

Transitar por sus calles, entrela febril actividad bancaria,aduanera y turística, pocasveces nos permite pensar queallí hubo un asentamiento co-lonial con murallas, fuertes ybaterías de aguerridos caño-nes que defendían los intere-ses de la Corona Española enAmérica del Sur. Es que la Ciu-dad Vieja es hoy un barrio,pero antes fue ciudad.

Desde su proceso fundacio-nal (1724-1726), la Corona espa-ñola previó para Montevideo —que en poco tiempo se transfor-maría en uno de sus principalespuertos de ultramar— un intimi-dante doble sistema de defensa.Uno de carácter móvil, formadopor su numerosa flota de mar, yotro fijo con defensa desde pla-zas fuertes. El objetivo era frenarla amenaza de potencias extran-jeras, piratas, corsarios y buca-neros.

Fue así que la ciudad desco-lló en la primera mitad delXVIII como un valioso enclavemilitar para la Corona. Con algomás de 10.000 habitantes, elcono urbano ocupaba un espa-cio aún más reducido de lo quehoy ocupa la Ciudad Vieja (puescon los años se le fue ganandoterreno al mar), finalizando enla actual calle Ciudadela.

La Ciudadela, su fuerteprincipal, ocupaba casi todoel espacio en el que hoy se en-cuentra la Plaza Independen-cia, y ofrecía un aspecto degrandiosidad formidable, consu cerco amurallado de granitogris de nueve metros de alturay seis de espesor, expandién-dose en una superficie cuadra-da de ciento cuarenta y cincometros de lado.

Por el lado de tierra, el fren-te defensivo se completabacon murallas que encerrabana la ciudad y que emanabancomo brazos zigzagueantesdesde los costados de la Ciu-dadela, de la que hoy sola-mente queda su puerta, re-construida en el lugar aproxi-mado al que se encontraba.

EL DERRUMBE DE LAS MURALLAS Y EL INICIO DE LA “CIUDAD NUEVA”

El viejo murallón, a primeravista invulnerable, delimitabael cierre completo de la penín-sula y culminaba, en cada ex-tremo sobre la costa, con dostorreones conocidos comocubos.

En la zona de extramuros,un gran páramo llenaba la vis-ta desde la pequeña ciudad:allí estuvo prohibido edificardurante mucho tiempo, paraque el enemigo no utilizara lasconstrucciones como trinche-ras y la artillería de defensapudiera maniobrar con facili-dad.

En una angostura sorpren-dente, vista desde nuestraperspectiva actual, dentro delas agobiantes murallas sopla-ban, sin embargo, aires deprogreso, producto de la cre-ciente actividad mercantil yde la importancia estratégicaque tenía el puerto para losmonarcas españoles.

La mayoría de las construc-ciones tenían techo de tejas a

dos aguas, si bien para estaépoca se comenzaba a genera-lizar el uso de las azoteas.

En el interior de las vivien-das había generalmente dospatios: sobre el primero dabanlas habitaciones destinadas ala familia, y el segundo, sepa-rado por un corredor, agrupa-ba las alcobas de la servidum-bre o los esclavos.

Las calles no estaban empe-dradas y el alumbrado era esca-sísimo. Sin embargo, la ciudadmejoraba a paso lento y, a sumodo, se embellecía ante losojos de pobladores y viajeros.

La bahía se había converti-do en un bosque de mástiles yla rivalidad con el puerto deBuenos Aires se hacía cada vezmás evidente, a causa de lasconsecuentes prerrogativasconcedidas por la metrópolial puerto de Montevideo.

El Reglamento de Libre Co-mercio de España a Indias(1778) impulsó un auge comer-cial en Hispanoamérica y dio aeste puerto una especial jerar-quía, al ser incluido entre losdestinos habilitados como unaterminal marítima mayor.

Pero se sumaron otras medi-das de cardinal importancia,como la creación del Apostade-ro Naval dos años antes (1776);la concesión que otorgó la Co-rona en 1782 a varios comer-ciantes para traer a Montevideomercaderías originarias depuertos extranjeros, y la autori-zación a los barcos portuguesespara el desembarco de negrosesclavos en las costas del Plata.

Con el puerto como princi-pal motor del cambio, el desa-rrollo económico y urbano, su-mado al crecimiento de la po-blación, operarían en los añossiguientes como una olla depresión en la que había unobstáculo para el crecimientode Montevideo: las antiguasmurallas.

PUNTO DE INFLEXIÓN. El año1830 fue un mojón en la histo-ria del Uruguay, con dos hechossobresalientes para el desarro-llo nacional: la Jura de la Cons-titución y la asunción de José

Fructuoso Rivera como primerpresidente de la República.

Pero también representó lavuelta de página de una ciudadque había quedado práctica-mente asfixiada detrás de susmurallas, que ya no eran nece-sarias y generaban todo tipo deperjuicios, desde lo sanitario alo urbanístico, para el desarro-llo de los montevideanos.

José Pedro Barrán recuerdaen Historia de la Sensibilidaden el Uruguay (Banda Orien-tal, 1989), que para entoncesel hombre estaba lejos de des-plazar al paisaje natural en laciudad más grande el país:piaras de cerdos, perros salva-jes, tal vez rabiosos, vivos oputrefactos, perdices, orines yexcrementos, pantanos, floressilvestres, cardos y prolonga-dos silencios, eran el variadonutriente cotidiano de los sen-tidos del montevideano.

“Las fuentes de sonido eranescasas y casi todas naturales:el hombre, los animales, elagua, el viento y las tormentas.Solo los carros y carretas consus golpes sobre alguna calleempedrada escapaban a esta

MercadoViejo.Demolición delas murallas.Fotografíadel año 1877.

Plaza de Cagancha. La ciudad se expandió tomando el eje natural de 18 de Julio. Foto: 1867.

1857

3FM

H-C

MD

F.IM

M.U

Y18

9FM

HB

.CM

DF.

IMM

.UY

“Dormirafuera”de la city

■ Montevideo tenía dosaccesos: el Portón de SanJuan, próximo a la Ram-bla Sur, y el Portón de SanPedro, en 25 de Mayo yBartolomé Mitre. Las dis-posiciones que regían elmanejo de los portoneseran muy estrictas, y sal-vo raras excepciones, nose abrían de noche. Asípues, no faltó quien llega-ra de la zona de extramu-ros después de las ochode la noche y tuviera queresignarse a dormir juntoal murallón, hasta desper-tar abruptamente al ama-necer con un cañonazoque anunciaba que po-dían abrirse los postigos.

“La CiudadVieja es hoy un barrio, pero antes fue ciudad. La actividad

bancaria, aduanera y turística borró las huellas de su pasado colonial”.

regla. Pero en realidad lo quevolvía fino y alerta el oído erasu experiencia del silencio”,describe Barrán, con la sensi-bilidad de un historiador quepercibe más allá de la letra fríade los documentos.

Recién en 1856 comenza-ron a funcionar los primerosductos de una incipiente redde saneamiento que cubría al-gunas manzanas del casco ur-bano, por lo que Montevideoera para la fecha de la demoli-ción de las murallas —y lo fueaún mucho después— unaciudad de olores fuertes.

La capital se había estanca-do durante el período de la In-dependencia: no creció demo-gráficamente ni tuvo un desa-rrollo territorial que, a esa altu-ra, se imponía como inevitable.

En 1829 una AsambleaConstituyente decretó la demo-lición de las murallas y fortifi-caciones para que la poblaciónpudiera extenderse siguiendoel eje de la actual 18 de Julio. La“Ciudad Nueva” fue proyectadapor el ingeniero José MaríaReyes y la Ciudad Vieja quedórezagada. El plano damero deli-

neado originalmente por Do-mingo Petrarca sería abando-nado por una planificación ur-bana que, con los años, se hizocuasi anárquica.

El período colonial pasó aser historia definitivamentecon el derrumbe de las mura-llas primero y de la Ciudadeladespués. El fuerte, que llevó40 años construir (de 1742 a1782) solamente subsistió me-dio siglo, hasta que en 1833comenzó su demolición paraemplear sus piedras en otrasobras de la ciudad. Derrumba-das inicialmente las platafor-mas de sus esquinas, el cuerpoprincipal funcionó como mer-cado público hasta 1877,cuando fue demolido porcompleto (foto superior).

La historia, desde entonces,no para de escribirse: Monte-video creció por el eje naturalde su principal avenida, elborde de la bahía y la costa delRío de la Plata. Y los sitios des-poblados y “distantes” pasarona ser los “nuevos barrios”, enlos que hoy vive nada más ninada menos que la mitad dela población del país.

URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

Cambios en la economía y el bolsilloLucía [email protected]

Los mercaderes de la industria del tasajo que alimentaronal ejército libertador de Artigas nunca se imaginaron que,sobre el mismo suelo, sus descendientes comprarían 100autos cero kilómetro por día y usarían tarjetas de créditopara adquirir 40.000 artículos en una noche. Menos quemenos que irían a la universidad, volarían en avión a Bue-nos Aires en 30 minutos o estarían cerca de lograr que elpaís se ubique como el quinto mayor productor mundialde celulosa. Lo que sí podían esperar es que la base de laeconomía local instaurada por Hernandarias sobre el1600, al introducir los yeguarizos y vacunos, seguiría sien-do clave 400 años más tarde.

Contar con restaurantes de shawarma, pasta, pizza,sushi, tacos y quesadillas mexicanas, no evitó que los uru-guayos mantuvieran una dieta basada en carne consu-miendo 90 kilos al año, pese a no ver una caída en su pre-cio. Es que la economía de los inicios del Uruguay inde-pendiente dista bastante de lo que es hoy aunque granparte de sus fundamentos se han mantenido. Un ejemploes el desarrollo tecnológico y comercial que vieron las ori-ginales “vaquerías” destinadas a la matanza del ganadopara la extracción de cuero con destino a Europa, que hoyse ve en las curtiembres, como Zenda, que comercializansu materia prima para tapizar sillones de aviones o autosde lujo en Estados Unidos y el viejo continente. La agricul-tura metódica que desarrollaron los inmigrantes, particu-larmente en Colonia Valdense y Nueva Helvecia sobre me-diados del 1800, hoy ve su desarrollo en la llegada de ar-gentinos, suecos, fineses y brasileños para extender loscultivos de soja, arroz y bosques. Pero donde se vio el ma-yor cambio fue en la definición de bienes de consumo.Pantallas de televisión LED paraver en alta definición porUS$ 2.000, Ipad para leer en unacomputadora, Wii o Play Station,lejos están de los bienes más codi-ciados a los inicios del país, enque la gesta de la industria se ba-saba en derivados agropecuarioscomo las velas, jabones, zapatosde cuero, abrigos de lana, pagnifi-cados, confiterías, o productos dela construcción como cal, ladri-llos, piedras y madera, segúncuentan los historiadores. El consumo, en ese entonces,todavía no lo dictaba la moda que contaba con problemaslogísticos: un mes para que las carretas que transportabancueros y lanas llegaran hasta la ciudad. Contar con unapropiedad era propio de la clase alta o latifundista y com-prar leche en Montevideo era posible directamente en lostambos, uno, por ejemplo, ubicado en Guaná y Pablo deMaría.

Al punto llegan las diferencias que en los anuncios cla-sificados del diario “El Nacional” se vende “una morenacriando buena cocinera, planchadora costurera, muy ágilpara todo servicio en la cantidad de 350 pesos. Su ama lavende por necesitar el dinero. Ocúrrase a la calle de SanFelipe casa de Juan María Pérez al lado de lo del Comisa-rio Piquiman”. También “un negro de 26 años apto paratodo servicio en la cantidad de 300 pesos” junto a “unacasa con el número 116” en la calle “Sn. Benito”. Hoy laeconomía es otra, y la de bolsillo también: “Casa sobre laRambla de Carrasco de tres dormitorios por US$ 1,8 mi-llones”, dice uno de los últimos avisos del Gallito Luis re-flejando, entre otras cosas, la dolarización que experimen-tó la economía.

Parte de este cambio en el costo de vida lo dio la glo-balización, que trajo al país más extranjeros de los quellegaron en sus comienzos, ahora ya no solo a empren-der si no a pasear o a disfrutar de su jubilación. Es quemientras que inglés George Drabble inauguraba el Realde San Carlos en Colonia en 1884 como atractivo turís-

EL ÚLTIMOMEDIOSIGLO ESCLAVE EN LAEVOLUCIÓNECONÓMICADE UN PAÍSQUE SEDIVERSIFICAY CRECE

tico, otros se encargan hoy de que el turismo receptivomueva ingresos por US$ 1.478 millones (3,7% del Pro-ducto Interno Bruto, PIB).

Recién sobre el 1900 la economía así como la fisono-mía del país empezó a parecerse más a los días actualescon calles, servicios, industrias, etcétera. De los 70.000 ha-bitantes del comienzo libertador a este entonces Uruguaycontaba ya con un millón. Unas 400.000 personas vivíanen Montevideo y uno de los sitios de reunión era la plazaIndependencia con su fuente Cordier en el lugar dondehoy se encuentra el monumento a José Gervasio Artigas.Comenzaban a aparecer los comercios como la confiteríay café La Giralda, donde en 1917 Gerardo Mattos Rodrí-guez estrenaría “La Cumparsita”. Pocitos era una playa le-jana y Carrasco un balneario al que los bañistas iban engrupos separados según sexo. El contacto era difícil si setoma en cuenta que menos del 1% tenía servicio telefóni-co, en ese entonces gracias a la competencia de dos em-presas privadas. Hoy hay 962.187 servicios fijos (monopo-lio de Antel) y 4,4 millones de celulares activos (distribui-dos entre dos compañías privadas y una estatal).

Desde fines del siglo XIX y, en particular, desde la se-gunda Presidencia de José Batlle y Ordóñez, se registró unproceso de creación de empresas públicas que, con losaños, tendrían gran significación en la producción, en losservicios, en la creación de empleos y en el cambio delmodelo liberal por otro proclive al estatismo. Entre mu-chas obras, se erigieron parte de la rambla (en 1924), elPalacio Legislativo (inaugurado en 1925) y el Estadio Cen-tenario (1930). Asimismo se avanzó en la construcción decalles, puentes, caminos y carreteras para atender el cre-ciente uso de automóviles, lo que dinamizó más la econo-mía impulsando el desarrollo de almacenes que reduje-ron el papel de lecheros, verduleros, bizcocheros, afilado-res, heladeros y lustradores que, con sus gritos, se acerca-ban a los hogares a vender.

Por aquél entonces, tomar un tranvía entre Pocitos y elCentro costaba “un real”, la moneda de 10 centésimos enmemoria de la española que se utilizó en Uruguay en el si-glo XIX. Una tortuga con jamón y queso “una chanchita”,

lo que se conocía por las monedas de 20 centésimos.Pero fue “a remolque del impulso que tuvieron las

grandes potencias cercanas a nosotros, que fueron cre-ciendo”, que el país logró desarrollarse “al aumentar bas-tante las exportaciones que dan hasta hoy mucho traba-jo”, asegura Juan Eduardo Azzini, que nació en 1917 y fueministro de economía en 1959. En 2010 las exportacionesde bienes y servicios sumaron US$ 10.666 millones. ParaAzzini el punto de inflexión se dio en su tiempo como mi-nistro cuando lanzó “la reforma cambiaria y monetaria”porque “el país tenía un dirigismo absoluto y ahí se elimi-naron los manejos que hacía el Estado de la economía yse dieron las bases para lo que se hizo después”.

Julio Lacarte Muró (1918), contemporáneo de Azzini,diplomático, empresario y político, también considera quelos grandes cambios se dieron en los últimos 50 años. “Laeconomía nacional se ha diversificado y sofisticado; solohace medio siglo el Uruguay peleaba por industrializar sulana, la economía era más elemental y se exportaban ma-terias primas e importábamos todo el resto”, dice. “En lasegunda guerra mundial nos arrancaban los alimentos delas manos pero luego la economía se cerró, hubo tipos decambio múltiples, una economía dirigida y fue la aperturala que hizo que Uruguay iniciara un proceso en el que seasomó al mundo y los aires de la competencia empezarona soplar en el país”, agrega. Los aires soplaron al punto quehoy la economía uruguaya produce US$ 40.000 millonesal año y en términos per cápita, según datos del FondoMonetario Internacional, ubica al país en el tercer puestotras Argentina y Chile como los de mayor PIB.

Con estos cambios evidentes ¿qué esperan los urugua-yos para los próximos 100 años? Nanotecnología, casas in-teligentes, país petrolero, son conceptos que no surgen delos hombres de principios del siglo XX al pensar en el fu-turo. “Nuestro país va a seguir teniendo una pequeña po-blación pero vamos a tener éxito en función de la calidadde lo que hagamos”, dice Lacarte Muró. A su parecer, siUruguay “se organiza bien”, resolviendo problemas de or-den público y educación, en diez años “podríamos inte-grar el grupo de países desarrollados; no estamos lejos”.

Sobre el significado histó-rico del Bicentenario sehan escrito y se escribi-rán cosas más documen-

tadas e inteligentes que las queyo puedo aportar.

Para no pasar vergüenza,voy a reflexionar sobre aspec-tos del asunto que no han sidotratados por los que saben.

Por ejemplo: ¡mire que fui-mos precoces para ser retoba-dos! En mayo, después de LasPiedras, Artigas era la niña bo-nita de la Junta de Buenos Ai-res. Puros elogios, puro reco-nocimiento, puros juramentosde caminar juntos hasta el finde los tiempos. Pero no habíanpasado seis meses cuando yaempezaron a cruzar el río pala-

bras fuertes, reproches recípro-cos e insinuaciones de seguircada uno por su lado.

Es llamativo lo fácil que fuesepararnos de España, algo asícomo un tajo limpio en la his-toria. En cambio, demoramoslos 20 años siguientes en idas yvenidas entre Argentina y Bra-sil, antes que un complejo pre-cipitado de hechos históricosnos hiciera adquirir la formade país independiente ysoberano.

No compro, ni la versión deque siempre estuvimos predes-tinados a la independencia, nila versión que atribuye a los in-gleses haber fabricado un paísartificial. Más bien creo que fueun muy humano “quiero y no

quiero”, una prefiguracióndel dilema uruguayo por exce-lencia: singularidad o perte-nencia.

En términos de literaturapatriótica, esa alternativa po-dría enunciarse como libertado sumisión, pero estaríamosincurriendo en un error y enuna injusticia. El error seríapensar que las sociedades pue-den elegir su rumbo poniendoen la balanza sólo principios eideales y por completo distraí-das de las consecuencias mate-riales sobre la vida de la gente.La injusticia sería atribuir apura sumisión el camino queterminaron eligiendo las 24provincias argentinas y los 26Estados de Brasil.

Fuimos, y podríamos seguirsiendo, la Provincia Oriental ola Provincia Cisplatina, y esono significaría que hoy, comociudadanos fuéramos, menosdignos, ni tampoco menos li-bres. La opción que hicimos nofue por ser mejores sino por serdistintos. La libertad que ad-quirimos no fue la de sacudirtiranías sino la de modelarnuestra sociedad tal como senos antojara, tan buena comopudiéramos hacerla con nues-tras solas virtudes o tan malacomo surgiera de nuestras so-los defectos.

Solos para acertar, solospara equivocarnos, sin moldesque nos obligaran, pero tam-bién sin moldes que nos con-

tuvieran. Fue una decisión au-daz por la opción que más ries-gos implicaba.

Cambiamos la seguridad depertenecer a espacios mayorespor la oportunidad de cons-truirnos a nosotros mismos. ¡Yvaya si lo hicimos! ¡Vaya si he-mos armado un país viable ycon una fuerte identidad!

Doscientos años después, anosotros, uruguayos hasta loshuesos, nos parece que la exis-tencia de ese país único, perte-nece al orden natural de las co-sas. No deberíamos olvidar queno es así, que en realidad so-mos hijos de un modo valientede enfrentar el destino y queen esa misma actitud está laclave de nuestro futuro.

Somos hijos de un acto de audacia

Presidentede la República

JOSÉMUJICA

40Son los milesde millones dedólares a losque alcanza elProducto Inter-no Bruto actual.

Crisis,default ypobreza■ Varias crisis atravesóla economía pese a queen la mente de los ciu-dadanos la del 2002 seala que más se recuerda.No fue menor si se tomaen cuenta que la pobre-za llegó casi al 40%.Pero no fue la única cri-sis. Otras se dieron en1867 con la guerra civily la suba del precio delas importaciones, en1890 con el quiebre debancos y la declaraciónde default de la deuda,en 1914 con la primeraguerra mundial que de-rivó otra vez en el impa-go de la deuda y en 1929con la gran depresiónglobal. Además, entre1962 y 1965 quebraronvarios bancos, en 1971quebraron otros cincobancos y en 1982 el paísvolvió a la crisis tras el“quiebre de la tablita”.

London París. Un comercio que a partir de 1908 cambió el modo de consumo de los uruguayos.

URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

Una sociedad satisfecha con elamor, la apariencia y el trabajoDéborah [email protected]

El Bicentenario parece haber encontrado a la sociedaduruguaya con otro color. O al menos con varios motivospara sonreír. Siete de cada diez personas están satisfe-chas con su situación laboral, económica, afectiva o consu aspecto físico.

Según la encuesta de Cifra realizada para El País, lamayoría dice estar más que conforme: 69,5% con su si-tuación laboral, 85,7% con su vida afectiva y 77,3% conlo que ve cuando se mira al espejo (ver nota aparte).

Esa “ola de optimismo” es para el profesor de Psicolo-gía Social de la Facultad de Psicología de la Universidadde la República Juan Fernández Romar, un fenómeno re-ciente. “No es que la hayamos ocultado todo este tiempoy ahora nos revelamos como los reyes de la fiesta”, dice.

Grises, melancólicos, apáticos, de bajo perfil, hiper-críticos son algunos de los adjetivos que suelen aplicarsea la hora de definir a los uruguayos, características que seevidencian en las diferentes expresiones artísticas.

“En la plástica nacional ha predominado siempre unapaleta baja y temáticas nostálgicas o bien dramáticas,desde Cúneo o Barradas hasta los desvanes apolillados deClever Lara. Esto se puede ver has-ta en lo mejor de nuestro cómiccomo José Rivera, Ombú o DanielGonzález”, señala el especialista.

Algo similar sucede con los ído-los musicales, “que no se caracteri-zan por su alegría” —Gardel, Zita-rrosa, Dino, Mateo, Jaime Roos,Fernando Cabrera, Darnauchans oMaslíah— o con el canon en la li-teratura, instituido por la “burofic-ción onda Benedetti” o “los cuen-tos desesperanzados de Onetti”.

La melancolía, sumada a lo mi-nimal y la lentitud, son rasgos quecomparten las últimas décadas decine uruguayo: 25 Watts, Whisky,El baño del Papa, La perrera yAcné, recuerda el experto.

¿Ese estado del alma es contra-dictorio con sentirse satisfecho?Según Fernández Romar, no. “Unopuede tener un equilibrio emocio-nal medio abajo, añorando a lapercanta que una vez te amuró, yestar satisfecho con la vida. No sontérminos contradictorios”, opina.

Además, considera que hay un cambio generacional.Los nativos digitales globalizados y movedizos son másalegres, más funkies e irónicos. Su vestimenta y su músi-ca son más coloridas. “Ellos no se dan cuenta pero estánmal acostumbrados… conocen poco la derrota… gana-ron demasiados partidos”, resume.

De todos modos, Fernández Romar cree que es un fe-nómeno coyuntural, alentado por una retahíla de éxitosy por la necesidad de cambiar la pisada luego de décadasde ligar malas cartas.

El país superó una de las peores crisis económicasen casi un siglo. Hasta hace pocos años “la gente hacíacola para emigrar”, recuerda. Y ahora el contexto regio-nal —“la situación material y subjetiva de Brasil y Ar-gentina”— condiciona la existencia de los uruguayos.“No sólo por cómo está configurada nuestra balanza

URUGUAY EN UNA “OLA DE OPTIMISMO” TRAS HABER SUPERADO LA CRISIS

La apatía y

melancolía

que son

señas de los

uruguayos,

no se

contradicen

con el actual

optimismo en

materia de

amor, trabajo

y aspecto

físico.

Semiranal espejoy lesgustaloqueven

■ Siete de cada diezuruguayos están satis-fechos con su situaciónlaboral (69,5%) y sólo9% dice estar nada con-forme con ese aspectode su vida. Entre las mu-jeres la disconformidades mayor: 27,4% deellas se manifestó en talsentido, mientras quesólo 21,9% de los hom-bres dijo sentirse pocofeliz con su trabajo. En-tre los nada satisfechoshay más personas quese definen de derecha(12%) y entre los másconformes los de iz-quierda son quienes sedespegan del resto(21,7%), aunque por es-caso margen (19,9% en-tre los de derecha).Respecto a la situacióneconómica, también sonmayoría quienes estáncontentos con ese as-pecto (63%). Sólo unode cada diez dice estar“nada conforme” consus finanzas. En el inte-rior, es mayor la propor-ción de personas con-formes (64,6%) que enla capital (61%). Al igualque en su visión acercadel empleo, también eneste punto las mujeresestán menos contentasque los hombres: 14,5%señalan que no están fe-lices con su situación.Entre ellos la proporciónes menos de la mitad:5,9%. Además, quienessólo completaron edu-cación Primaria son losmenos complacidos conesta faceta de su vida:sólo 6,5% dice estarmuy conforme y 15.7%nada satisfecho.Por otra parte, al menosen el discurso, la ampliamayoría (77,3%) está sa-tisfecha con la imagenque le devuelve el espe-jo. Sólo 50 de las 1.004personas consultadaspor Cifra sostuvieronque no están “nada”conformes con cómolucen. En general, haymás hombres que muje-res que les agrada suaspecto físico: 81,7%frente a 73,9%.

Felices. La mayoría de los uruguayos está satisfecha con su situación afectiva, laboral y su apariencia.● ● ● Sigue en página 11

URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

Dudan sobre el matrimoniopero insisten en la fidelidadcomercial y por la dependencia que tenemos de ellos,sino porque tienen industrias culturales muy fuertesque nosotros consumimos”, dice Fernández Romar.

Se refiere a la televisión argentina y todo su mer-chandising comercial de estrellas mediáticas, de figurasde teatro off, de la revista porteña, de la música pop odel mundo del deporte. “Si los gigantes de al lado estánde fiesta es muy difícil andar de luto, el barullo llegaigual y nos contagia”, afirma.

Otras cuestiones, como el no haber sido víctimas dedesastres ambientales, también influyen —dice el espe-cialista. “La situación ambiental y geográfica del Uru-guay en el nuevo escenario mundial donde reina la in-certidumbre y el miedo, genera seguridad”.

“EL OTRO”. Como psicólogo, Álvaro Alcuri afirma que laautopercepción es de las cuestiones más subjetivas posi-bles y más difíciles de medir. “Si vos preguntás: ¿estás sa-tisfecho con tu vida?, la mayoría te contesta que sí, perosi preguntás: ¿hay algo en tu vida que no te satisfaga?,también te contestan que sí”, considera el especialista.

Para Alcuri el nivel de “autopercepción” de algunaspersonas es muy bajo. “Hay deprimidosque te dicen que están fenómeno, quesin embargo se están dejando morir. Yestá lleno de quejosos que te tiran to-dos sus lamentos encima, pero si venísa hacerles una encuesta te dicen queestán recontra satisfechos. ¿Sorpren-dente? No”, dice Alcuri. Y agrega: “A estole llamamos ‘nivel de insight’ que es lacapacidad o no de cada uno de ‘verse así mismo”.

La experiencia de Alcuri le indicaque las grandes insatisfacciones uru-guayas se dirigen al otro: “El otro es elque ensucia, mientras yo soy limpio.Roba y yo soy honesto. No es solidariopero yo sí. Y una larga lista”.

Los uruguayos de las primeras dé-cadas del siglo XX, recuerda, estudia-ron en libros (como los de Geografíade Cincinato Bollo) que afirmabanque Uruguay es “lo mejor del mundo”,mientras criticaban a argentinos, bra-sileños y a otras nacionalidades.

De allí vienen conceptos reitera-dos por décadas: “Somos los mejoresporque no tenemos indios”. “Nuestros campos son me-jores”. “Tenemos el mejor clima del mundo”.

Ese tipo de afirmaciones son funcionales hasta laprimera mitad del siglo XX, pero luego la sociedad sepolariza. En concreto, Alcuri se refiere a un conflictoque denomina “izquierda-derecha-guerra fría-dictadu-ra”, que parte al medio a los uruguayos y que ahora seexpresa en una mitad que se siente “buena” y culpa delo “malo” de la sociedad a la otra mitad.

“Ahora ‘si hay pobres es culpa de la derecha’ y si ‘haybasura y chorros es culpa de la izquierda’. Es un sistemapolarizado, dogmático, ultraconservador, en el que am-bos extremos sacan tajada de acusar al otro de todo lomalo para legitimarse a ellos, en lugar de reconocertambién los errores propios”, opina.

Eso determina una autopercepción “inconsistente”entre los uruguayos: “Estoy satisfecho de mí pero no deustedes. Y me la paso quejándome. Pero al mismo tiempoestoy bárbaro porque yo soy bárbaro. La culpa de mi des-gracia no es mía sino de los otros, malos, que me impidenser feliz. ¿Un poco tonto, no? Antiguamente a eso le lla-maban ‘ver la paja en el ojo ajeno pero no la viga en elpropio’”.

De cada diez personas que uno se cruza por la calle, almenos ocho están satisfechas con su situación afectiva(85,7%). Entre quienes están desconformes, las mujeresduplican a los hombres: 6,9% contra 3,4%.

Además, la mayoría cree que el matrimonio es paratoda la vida (50,3%), aunque por un margen estrecho:cuatro de cada diez uruguayos (44,3%) piensan lo con-trario. En este punto, hay diferencia entre quienes resi-den en el interior y en la capital: fuera de Montevideo55,8% piensa que el casamiento es para siempre, pro-porción que en la capital baja al 44%.

En lo que sí hay una posición claramente mayoritariaes en que la fidelidad es un aspecto clave. Ante la afirma-ción: “La fidelidad en el matrimonio ya no es fundamen-

tal”, una abrumadora mayoría (79,5%) dijo estar en desa-cuerdo.

El psicólogo Álvaro Alcuri opina que los uruguayosconsideran un valor a la fidelidad dentro de la pareja.Con lo que sí cuesta ser fiel es con el paradigma antiguode familia, lo que genera culpa. “Nos cuesta ser fieles almodelo antiguo, de familia patriarcal, macho proveedor,mujer dependiente, sin carrera”, señala. Es una dinámicaobsoleta pero que podía pensarse le aseguraba ciertoéxito a esa pareja. “Sufrimos porque la mujer a la antiguatenía tres hijos antes de los 30 años y ahora empiezan apensar en ser madres a los 35; porque sus matrimoniosduraban y los nuestros a veces no. El espejo ante el quenos miramos —nuestros mayores— nos acusa”, señala.

Culpa hacia nuestros mayores

Doscientos años de his-toria común nos con-vocan a la recorda-ción. La misma no

tiene más que un interés aca-démico si no es utilizada paraencarar el hoy y, sobre todo, elmañana. Lo que rememoramoses llamado acertadamente unproceso, al que le fijamos, acer-tadamente, el inicio en 1811 ycuyo final, cronológicamenteexacto, aún discutimos. Ya sea1825 o 1828 (Convención Preli-minar de Paz), el hecho es queal final del mismo, fuimos y so-mos independientes. La gestaartiguista contiene en su deve-nir de nueve años los principa-les ingredientes que constitu-yen nuestro ser nacional, lasesencias de nuestra entidadcomo nación y por ello, retor-

nar a ellas es necesario y urgen-te en un tiempo en el que —la-mentablemente— no estamostodos de acuerdo en la defini-ción de nuestra personalidadpatria. El principal episodio esel que marca el año 1813, Ins-trucciones mediante. Ese es elaño decisivo, el que indica unquiebre definitivo entre lo quepudo haber sido la organiza-ción política platense y lo quefinalmente devino.

Cuando hoy se habla acercade una pretendida “patriagrande”, a la que no se define,conviertiéndola más en mate-ria prima de discursos de oca-sión, pero sin ahondar en suconcepción, estamos pisandoterreno peligroso y es nuestrodeber resaltarlo. Nunca mejorla ocasión que ésta, en la que

se nos pide una reflexión sobrelos episodios que conmemora-mos. Con el respeto debido alas teorías políticas de la másdiversa clase pero sin vacilaren nuestra posición radicalal respecto, debemos recordarque antes de 1813 pudo habersido realidad la confederaciónde las Provincias Unidas comouna nación articulada alrede-dor de la clarísima concepcióndel Jefe de los Orientales.

Aceptada esa primera es-tructuración institucional, na-tural hubiera sido que la mis-ma deviniera en una federa-ción y en el establecimiento,en estas latitudes, de una grannación con similitudes a laque, en el norte, se fundaracuarenta años antes. Pero nofue así, y así debemos recor-

darlo porque los episodiosde expulsión de la provinciaoriental del seno de su matrizcolectiva fue la obra desgracia-da pero sin retorno de la perfi-dia porteña, enceguecida en elempeño de resguardar sus pri-vilegios al costo que fuera. Noes válido que hoy se enuncienalianzas, patrias más o menosgrandes con una ligereza queno vacilamos en calificar depeligrosa. Cuando en el ámbi-to de Mercosur o de Unasurse menciona la existencia o elproyecto de una patria “gran-de”, sin explicar cuál sería suorganización, cuáles las reglasde dependencia respectiva, enmanos de quién o quiénes es-taría la conducción de la mis-ma, cómo sería el proceso deabandono de nuestra indepen-

dencia en pro de una inexpli-cada entidad suprema, ingre-samos en un tema delicado,prohibido por el buen criterioy la seria concepción de nues-tra identidad nacional.

Desde que el proyecto arti-guista fuera exterminado porlos porteños, aquí no hay nihabrá, para los orientales, másque una patria. Con Herrerarepitamos con orgullo sereno:“Los orientales somos hombresde patria, no de todas ni decualquiera, sino de ésta, lanuestra”. En paz y buena armo-nía con todos los vecinos, con-vencidos de que hay sobradosaspectos de relacionamientocon ellos como para lograr paz,prosperidad y desarrollo com-partido, sin enmendarle la pla-na a la historia.

La historia como ruta del futuro

Expresidentede la República(1990-1995)

LUIS A.LACALLE

De cada diez

personas

que uno se

cruza por la

calle, hay

ocho que

dicen estar

conformes

con su

aspecto

físico, según

la encuesta

deCifra.

Trabajo. La amplia mayoría de los hombres dice estar conforme con su trabajo. Sólo uno de cada cinco manifestó insatisfacción.

86%Es la proporciónde uruguayosque dicen estarconformes consu situaciónafectiva.

● ● ● Viene de página 10

Desafíos de educar alos futuros uruguayos

Un niño no soportó más la feroz re-primenda que, como bien lo sabía la clase entera, anun-ciaba inminentes castigos corporales; y sin pensarlomás, manoteó un tintero que encontró cerca y se lo arro-jó con alma y vida a la cabeza del maestro. Por fortunano dio en el blanco, y por fortuna el agredido quedó pa-ralizado en el primer momento por la sorpresa, con loque dio tiempo al escolar para escabullirse del salón declase y huir despavorido a la calle. (…) Reconozcamosque aún en nuestros días, una agresión infantil comoaquella provocaría una verdadera conmoción; cuandomás en una de las severísimas escuelas de la época colo-nial, donde los castigos corporales estaban permitidos yel maestro era una figura intocable y temida”.

El protagonista de esta escena de rebeldía, relatadaen uno de los tomos de Boulevard Sarandí de MiltonSchinca, fue nada más ni nada menos que Manuel Ori-

be, segundo presidente de la República y fundador delPartido Nacional. Si bien muchas cosas han cambiadodesde la época de la colonia hasta el presente, este tipode episodio podría ser perfectamente factible en una es-cuela del 2011, utilizando en vez de un tintero quizás uncelular o, por qué no, un notebook del Plan Ceibal. Esque si en aquella época educar a un niño, tanto en elaula como en el hogar, podía resultar difícil, hoy el esce-nario es aún más complejo. Además de los padres, losmaestros y los pequeños, entran en juego el estrés, la fal-ta de tiempo, el consumismo y el abuso de las pantallas(celular, computadora, Tv), por nombrar sólo algunos.

Eso es al menos lo que indica una encuesta de la con-sultora Cifra, elaborada especialmente para El País, en la

Presente.Mientras lamitad de losencuestadoscree que hoy sevive mejor queantes (51,4%) ,los especialistasopinan quecada tiempotiene “zonas deluz y sombra”.

cual 78,5% de los uruguayos consultados opina que hoyes más difícil educar a un hijo que cuando ellos eran chi-cos. El porcentaje asciende a 80,9% si se toman las res-puestas sólo en Montevideo. Para la licenciada en psico-logía Verónica Massonier, uno de los cambios más rele-vantes de las últimas décadas es la relación con la autori-dad, que se observa no sólo en el vínculo con los padressino también con los docentes, médicos, gobernantes yun largo etcétera. “En los últimos 50 años los vínculos sehan ‘horizontalizado’, es decir que funcionan más comovínculos igualitarios en los que cada uno puede tener ro-les diferentes y derechos diferentes, por lo que no hayuno que esté ‘por encima’ del otro. Eso va acompañadode una mayor conciencia sobre los derechos de quien es,en cada caso, más débil”.

Otro proceso que ha impactado en la relación entrepadres e hijos, sostiene Massonier, es aquel que implica“la necesidad individual de ser feliz y autorrealizarse”.Este aspecto involucra, sobre todo, a las mujeres, quecada vez se conforman menos con su papel maternal yapuestan a desarrollarse profesionalmente y dedicar mástiempo para sí y su pareja. “Para muchas mujeres estosignifica que el rol de madre no es el único a través delque desean vincularse”, dice la especialista.

Consultado acerca de los principales cambios de lasúltimas décadas, Antonio Pérez García, profesor titularde psicología social de la Universidad Católica, es tajan-te. Para él, las transformaciones en la estructura social sehan “profundizado y acelerado”. Las funciones “clásica-mente reservadas a la familia en los procesos de sociali-zación se han desplazado a otros actores (grupos de pa-res, instituciones educativas, espacios de recreación); yla proliferación de los tejidos de la comunicación virtualcompleta, en un grado superlativo, la sustitución delos padres como actores educativos y modelos deidentidad”.

LÍMITES VS. LIBERTAD. El gran tema al que se deben en-frentar los padres del siglo XXI son los límites. Y Uruguayno es la excepción. Como dice la psiquiatra infantil Nata-lia Trenchi, ser padres responsables no debería incluir elcosto del estrés ni de la infelicidad, pero sin dudas hay al-

gunos temas de la crianza que plantean más dificultadesque otros, y uno de ellos es el de los límites. “Lo impor-tante de la puesta de límites es lo que se consigue en elinterior del niño y no tanto en su comportamiento obser-vable. Un niño puede cumplir una consigna por respon-sabilidad o por miedo. El resultado final observable esmuy parecido, pero las diferencias en el mundo internoson abismales”, escribe en su último libro Tus hijos hoy.

Consultados por Cifra, el 68% de los uruguayosopina que a los hijos es mejor ponerles más límitesque darles más libertad. Sólo el 11,4% elige la opcióncontraria. Además, el 13,4% considera que la mejormanera de educar a sus hijos es del mismo modo quelo hicieron con ellos. A la hora de discriminar por

La puesta delímites es hoyel gran tema depreocupaciónde los padres

sexo, son las mujeres las que más apoyan la opción demayores límites, con 72,1%, en relación a 62,8% de loshombres.

Cómo manejar el tema no tiene una única respuesta ylas opiniones al respecto han variado a lo largo del tiem-po. La generación que tuvo hijos en las décadas de 1960y 1970, en muchos casos expresó su rebeldía negándosea marcarles límites a sus niños, recuerda Massonier.“Pero luego recibió reproches de quienes sintieron queles faltaba el timón o el apoyo de una figura fuerte y con-tenedora, generadora de seguridad”, agrega. Hoy, encambio, la sociedad tiende a ir al punto medio, “recha-zando el modelo autoritario y también alejándose deuno excesivamente horizontal”.

Por su parte, Pérez García explica que lo más difícil ala hora de poner límites “es renunciar a la tentación deomnipotencia y comprender que el hijo es un sujeto enformación, cuya libertad interior deber ser respetada yfacilitada —no concedida u otorgada— por sus padres”.

VIVIMOS, ¿MEJOR? Pese a las dificultades y a losproblemas típicos de la época posmoderna, lamitad de los uruguayos cree que vive mejorque como lo hacían sus padres. Según la en-cuesta, 51,4% de los consultados tiene unavisión positiva del presente, mientras quesólo el 15,2% opina que estamos peor y unescaso 1,9% “mucho peor”.

Si se discrimina por rango etario, lamayoría de los que creen que se vive me-jor (58,5%) tienen entre 30 y 44 años ybuena parte de los que sostienen que sevive peor (18,4%) se ubican entre 45 y 59años. Por su parte, Massonier —quien tra-baja en investigación de opinión pública—coincide en que el panorama no es claro,pues mientras mucha gente siente que estámejor en términos de salud y tecnología,surgen “grandes dudas” cuando se habla delos vínculos humanos. “Disponemos de másobjetos, pero el encuentro profundo, de perso-na a persona, se hace cada vez más escaso, y esnecesario estar muy atentos para que esa tenden-cia no afecte la calidad de vida en familia”.

Algo similar opina Pérez García: “Es posiblesospechar que cada tiempo tiene zonas de luz y desombra, aspectos admirables junto a otros mediocreso sencillamente detestables”. Mientras están quienesse afilian a la impresión de que “todo tiempo pasadofue mejor”, el psicólogo contrapone con el ejemplo desus nietos, que no pueden “siquiera imaginar cómo eraposible vivir en una época en que no había Internet”.

Asimismo, los resultados de la encuesta revelan quelos uruguayos no somos tan negativos como se suelecreer. Ante la pregunta de cómo piensa que vivirán sushijos, 51,9% dice que mejor que ellos, sólo 17,2% opinaque el futuro será peor y apenas un 1,2% muchopeor. Del total, los jóvenes de entre 18 y 29años (64,4%), los hombres (54,6%) yquienes adhieren a ideologías deizquierda (58,1%) son los máspositivos.

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EL PAIS

El 78,5%de los uruguayos consultados por El País opinó que hoy esmás difícil educar

a un hijo que cuando ellos eran chicos. EnMontevideo, la cifra asciende a 80,9%.

Daniela [email protected]

72

55

de las mopina qjos hayles más

de los hcree quvivirán mlo hacen

“¿Qué es un castigo físico? ¿Darleuna palmada en la cola al niñocuando va a poner el dedo en el en-chufe? ¿Quién no lo ha hecho?”. Esafrase, dicha a puro grito por el na-cionalista Gustavo Borsari en plenaCámara de Diputados tiene ya unosaños, cuando se aprobó con los vo-tos del Frente Amplio y el PartidoColorado —y parcialmente del Par-tido Independiente— la ley queprohíbe el castigo físico a los hijos.Sin embargo, no es posible afirmarque con el nuevo articulado hayaquedado zanjado el debate sobrecómo educar o corregir las conduc-tas de los niños. No sucedió entrelegisladores, menos aun en lapoblación.

De hecho, casi cuatro años des-pués de aprobado el texto, los re-sultados de la encuesta de El Paísconfirman un Uruguay dividido:mientras que 49,8% de los consul-tados considera que es necesariodar una palmada de vez en cuandopara educar a un niño, 43,4% opi-na lo contrario. Ante esa interro-gante, el 3,8% dice que la palmada“nunca” debería ser una opción y2,2% que “depende del niño”.

La Ley N° 18.214 modifica elCódigo de la Niñez y la Adolescen-cia vigente desde 2004, al queagrega el siguiente artículo: “Que-da prohibido a padres o responsa-bles, así como a toda persona en-cargada del cuidado, tratamiento,educación o vigilancia de niños yadolescentes, utilizar el castigo fí-

sico o cualquier tipo de trato hu-millante como forma de co-

rrección o disciplina de niños,niñas o adolescentes”.

En aquel entonces, labancada nacionalista fue laque encontró mayores re-paros al texto, argumen-tando que se perforaba lainstitución familiar. Entanto, los representantes

del Frente Amplio desta-caron que el objetivo

era “inhibir prácticas”socialmente acepta-

das, como la del“coscorrón” o la“palmada en la

cola”, como forma habitual de co-rregir la conducta de los niños. “An-tes en las escuelas se ponían orejasde burro y se pegaban tinguiñazoscon la regla. Hoy es socialmente re-chazable. Apostamos a que dentrodel hogar eso tampoco sea prácticahabitual”, explicó en su momento eldiputado Edgardo Ortuño (Vertien-te Artiguista).

Según los resultados de la en-cuesta, son más las mujeres quecreen que no se debería dar “nunca”una palmada (5,3%), que los hom-bres (1,8%). Por el contrario, entrelos que consideran que sí es “nece-saria”, la mayoría son varones, con52,1% frente a 48,1%.

En su libro Tus hijos hoy, Nata-lia Trenchi asegura que “las res-puestas inadecuadas se facilitancuando uno está alterado” y quesiempre hay que evitar la reacción“violenta, impulsiva y de descargade rabia, que no sólo viola la ley,sino que produce daños emocio-nales duraderos en la víctima”. Yagrega: “No es necesario que laviolencia física sea intensa paraque sea violencia: lo son una pal-mada o un tirón de pelo”.

En tanto, muchos especialistasse muestran preocupados por elabuso emocional. “Hasta los mejo-res padres a veces pueden versetentados a caer en este tipo de res-puesta tan negativa para los niñosque los hace sufrir, sentir miedo einseguridad”, dice Trenchi.

Por su parte, el psicólogo socialAntonio Pérez García coincide enque “la famosa palmada, aun suave,es un ejercicio de violencia, un in-tento de imponer o impedir uncomportamiento ajeno mediante eluso de la fuerza física”. Sin embar-go, hace una puntualización por de-más interesante: “Convendría tenerpresente que, si se da y no como es-tado de cosa habitual, una conduc-ta violenta puede ser reconocidacomo tal y dar lugar a un diálogo re-flexivo que permita ahondar un vín-culo realmente productivo. Para locual, claro, el padre debe poder re-conocer que es capaz de equivocar-se, y no por ello considerarse algoasí como un fracasado”.

Una palmada,momento derabia y reflexión

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EL PAIS

Palmada. En2007 se aprobóla ley queprohíbe el casti-go físico o tratohumillantecomo forma dedisciplina deniños y adoles-centes; modificóel Código de laNiñez.

72%

55%

de las mujeresopina que a los hi-jos hay que poner-les más límites.

de los hombrescree que sus hijosvivirán mejor quelo hacen ellos.

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EL PAIS

Una exótica acuarela de Brasilen el imaginario de los uruguayos

Renzo [email protected]

Brasil. No Estados Unidos, oAlemania, o Canadá, el malhe-rido Japón, o el pujante Chile.La gran nación norteña es laque domina el imaginario deuna porción importante de losuruguayos cuando se les pre-gunta “¿qué país admira más?”En segundo lugar, y bastantelejos, aparece España comomás admirado.

La percepción de Brasilcomo país modélico recorretoda la escala social, dominatanto en la capital como en elinterior, atraviesa todas lasedades —con un mayor acentoen la población más joven—, yse distribuye de manera relati-vamente equitativa entre to-dos los niveles educativos y lossesgos ideológicos.

El indiscutido rol de lide-razgo de la llamada potenciaemergente parece recoger en-tre muchos uruguayos la co-rrelativa cuota de simpatías.Algunos aspectos negativos dela relación histórica entre am-bos países parecen subsumi-dos a la imagen ideal de unpaís exitoso, de variada rique-za cultural y material, unasuerte de jogo bonito quintae-senciado que es el espejo enel que muchos uruguayos bus-can mirarse.

En contraposición, la per-cepción de Argentina, el otro

país vecino, apenas supera a lade Chile u otros países más le-janos pero ligados a Uruguaypor herencia migratoria y cul-tural como Italia. Un juego deluces y sombras que, segúnautorizadas opiniones, tam-bién hacen a la imagen de Bra-sil como “el más admirado”.

El fútbol, la música, la in-dustria audiovisual, el cadavez más intenso intercambiocomercial, las costumbres eidiosincracias compartidascon grandes áreas del vecinonorteño —Rio Grande do Sul—parecen alimentar esta identi-ficación. Y ello pese a que hay,

EL PAÍS QUE PARECE RESUMIR EL MODELO DE NACIÓN DESARROLLADA

por así decirlo, grandes espa-cios de la realidad brasileñaque son escasamente conoci-dos por los uruguayos. Es po-sible que muchos vacilaran enla respuesta si tuvieran quedar el nombre de algunos delos integrantes principales delelenco político brasileño, amodo de ejemplo. También esposible que ello ocurriera si sepidiera a un ciudadano medioque nombrara un autor norte-ño que no fuera el cariocaPaulo Coelho, o el ya clásicoJorge Amado.

¿Tienen estas visiones fun-damento en la identidad his-tórica del país? La preguntafue trasladada a dos prestigio-sos historiadores, uno brasile-ño y otro uruguayo. Y la res-puesta devuelve, a su vez, unadoble mirada sobre los propiosuruguayos.

CON SAUDADE. Luiz Albertode Vianna Moniz Bandeira esuno de los más prestigiososhistoriadores e investigadoresacadémicos de Brasil. Resideen Alemania, donde ejerce suactividad como docente y au-tor de una obra extendida.Uno de sus trabajos más re-cientes, “La formación de losEstados en la Cuenca del Pla-ta”, fue publicada en españolhace dos años. Este año se pu-blicará en Brasil la cuarta edi-ción de esta obra.

Pero Moniz Bandeira cono-ce Uruguay de primera mano.

Además de visitarlo regular-mente, Montevideo fue su lu-gar de exilio entre 1964 y 1965tras el golpe militar. Conoci-miento que suma a su investi-gación histórica.

“Entiendo por qué los uru-guayos admiran tanto a Bra-sil”, responde. “Brasil es unpaís que, desde que se separóde Portugal en 1882, fue unapotencia regional en el sigloXX, mantiene una continuidaden medio de los cambios his-tóricos y hoy emerge para con-quistar no sólo el estatus depotencia económica, sinotambién de potencia política

“Como elUruguayno hay”

■ Aunque Brasil aparececomo el país más admira-do por los uruguayos, noimplica que se piense eneste u otro país para reali-zaciones personales. Essignificativa la respuestade los encuestados a lapregunta “si pudiera con-seguir un trabajo en otropaís, ¿se iría?”. El 59,5%respondió, tajantemente,que no. Esta certeza esaún mayor en las mujeres(61,7%) que en los hom-bres (56,6%). Por franjaetaria en las edades cen-trales (30 a 59 años) va deun 54,4% a un 58,5%. De60 años en más aumenta al75,2%. De algún modo secondice con la respuesta ala pregunta “¿está satisfe-cho con su situación labo-ral?”. El 50,8% respondióque “bastante satisfecho”.

global”, opina Moniz Bandeira.“Es natural que los urugua-

yos, por las tradiciones comu-nes con los brasileños, admi-ren más a Brasil con el cualmás se identifican y se herma-nan. Los dos pueblos tienen elmismo sentido de integracióny desarrollo económico”, seña-la el historiador.

Cree Moniz Bandeira quelos brasileños, además, “noson considerados extranjeros”

por los uruguayos. “Es un pue-blo maravilloso, generoso, cul-to, que tiene una identidadpropia, pero que no les hacensentirse diferentes a los brasi-leños”, considera Moniz Ban-deira, que recuerda con nos-talgia sus años en Montevideo.

CON OJO CRÍTICO. La miradadel historiador uruguayo JoséRilla pone un sesgo crítico so-bre esta percepción de los uru-guayos y el país que más ad-miran. Rilla, que recibiera elpremio Bartolomé Hidalgo en2008 por su obra “La actuali-dad del pasado” dentro de una

Cidade maravilhosa. El uruguayo parece anhelar los rasgos de diversidad, exotismo y alegría que atribuye al vecino norteño.

extensa producción académi-ca, no deja de recordar la in-fluencia negativa que ha teni-do el vecino a lo largo de lahistoria regional.

“¿Por qué los uruguayosprefieren o admiran al Brasil,una nación enorme, un Estadopotente e inmediatamente ve-cino que nos invadió varias ve-ces en el siglo XIX?”, se pre-gunta Rilla.

“Nuestra relación con Bra-sil, y nuestra opinión acercade él, está a mi juicio marcadapor nuestro vínculo con Ar-gentina”, responde.

“Un rechazo a lo argentinoy a lo porteño —que tiene mu-cho de hipocresía pues altiempo que antepone resisten-cias múltiples a su política in-terna, aprovecha su hospitali-dad y consume desaforada-mente sus productos cultura-les—, parece conducir la pre-ferencia hacia Brasil”, reflexio-na Rilla.

A su juicio esta preferenciano hace otra cosa que exhibiruna inclinación “mezquina ybastante provinciana”, “unaforma de negación del vecinohermano”. Un vecino que es, ala vez, “parecido y diferente”.

“En un sentido más positi-vo, cabe pensar que la depen-dencia comercial que hemos

desarrollado últimamente conBrasil ha de tener alguna in-fluencia en la preferencia,aunque desconfío mucho delas traducciones políticas yculturales inmediatas de losfenómenos económicos”,plantea Rilla desde otro extre-mo de su análisis.

“Me oriento más bien acreer que en Brasil deposita-mos una carga de diversidad,exotismo, alegría, vocación deliderazgo y porte de potenciamoderna, que son atributos delos que carecemos pero quecoinciden solo parcialmentecon lo que nuestro vecino delNorte ha llegado a ser en larealidad más palpable”, añade.

El historiador uruguayoapunta, por último, otra obser-vación significativa: “Es asom-broso lo poco que sabemosaquí de nuestro admirado Bra-sil: si lo estudiáramos más, ra-tificaríamos la preferencia,pero fundada tal vez en otrasrazones”, dice Rilla.

Hermano grande y exitoso,buen ejemplo frente al quepuede entenderse mal ejemplodel otro vecino, idealizada-mente alegre y exótico. Locierto es que la gran naciónverde amarelha parece sinteti-zar las virtudes cardinales parael imaginario uruguayo.

“EnBrasil depositamos una carga de diversidad, exotismo, alegría, vocación

de liderazgo y porte de potenciamoderna”, opina el historiador JoséRilla.

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EL PAIS

En la historia, en tantociencia del pasado hu-mano (como la definía eldestacado académico

francés Lucien Febvre), no siem-pre es fácil poner nombre a loshechos y a veces es riesgosolimitar los acontecimientos a lasfechas.

Desde ese punto de vista elBicentenario del Proceso deEmancipación Oriental ha deser tomado cuidadosamente.

Pero la historia no sólo esuna ciencia; también es una ha-zaña por la libertad, al decir denuestro inolvidable maestroJosé Pedro Barrán.

En tal sentido, es bueno queel Uruguay conmemore su bi-centenario. Y es mejor aún quedicha conmemoración no se li-mite al protocolo oficial sino

que involucre a toda la sociedady se exprese con la diversidadpropia de la vida.

Porque lo que hoy somos noes resultado de los campos debatalla ni de la acción política,solamente. Nuestra historia estambién la de la economía, laproducción, el trabajo, la educa-ción, la cultura, la ciencia, el de-porte, la mentalidad y la sensibi-lidad de nuestra sociedad comoentramado complejo y dinámi-co, y hasta la del sentido quecada individuo asignó o asigna asu propia vida.

Somos lo que hasta ahora he-mos sido capaces de construirentre todos, con aciertos y erro-res, logros y frustraciones, y nosin conflictos en ocasiones muydolorosos. Todo ello está presen-te en el Uruguay del 2011.

Dado que en todo presenteanida el futuro, conmemorar elbicentenario es también unaocasión propicia para modelarel Uruguay del mañana.

No se trata de un acto pun-tual sino de una tarea perma-nente en la cual, paradojal yafortunadamente, no hay mo-delos ni exclusividades de tipoalguno. La historia la escribenunos pocos pero la hacen to-dos. El futuro también.

Pero como futuros puedenhaber muchos, no es trivialpreguntar qué futuro desea-mos para el Uruguay.

La respuesta es obvia: un fu-turo que sea posible concretar.Las promesas que no se cum-plen, por bien intencionadas yhermosas que hayan sido, cau-san frustración. Ni qué hablar

de las otras, que también pue-de haberlas.

Pero no basta con que el fu-turo sea posible pues, al fin y alcabo, posibilidades tambiénhay de diverso signo. Es nece-sario que sea un futuro conporvenir.

Y el porvenir está en la li-bertad de cada uno, en la dig-nidad de todos, en la democra-cia como pacto de convivenciasocial, en la justicia como éticade la misma y en el desarrollo.

Teniendo en cuenta el lega-do artiguista, puede afirmarseque para los uruguayos losmencionados factores compo-nentes del porvenir tambiénson bicentenarios.

Una razón más para con-memorar estos doscientosaños y seguir adelante.

Bicentenario, futuro y porvenir

Ex presidentede la República(2005-2010)

TABARÉVÁZQUEZ

Un país que siempre mira hacia afueraSebastián [email protected]

Antes había que armarse de paciencia y prepararse paraun largo viaje en barco, que duraba al menos dos sema-nas. Hoy son apenas doce horas de vuelo hasta Madrid.Pero la angustia que implica emigrar es la misma, seadesde Europa hacia América o viceversa, sea en el sigloXXI o a fines del XIX. Es dejar atrás familiares, amigos ehistorias que quedan grabadas en la memoria, en viejasfotos o en un pendrive.

Y si de algo saben los uruguayos es de migración, enun país que siempre ha mirado hacia afuera y que suidentidad quizás esté en esa mezcla de españoles, ita-lianos, franceses, y hasta rusos, turcos o africanos, quellegaron hace 100, 200 años o más. La historia de Uru-guay es la historia de un país de inmigración primero yde emigración después.

La demógrafa Adela Pellegrino dice que la corrientede emigración que arrancó en la década de 1960 y seprofundizó en los convulsionados años ‘70, fue algomayor y “más larga” que la que vivió el país durante lacrisis económica a inicios de la década pasada.

Porque esa última y profunda sangría se concentróen pocos años. Solo en 2002 se fueron y no regresaron28.302 uruguayos. Entre 1996 y 2006 emigró el 3,6% dela población, casi 120.000 personas. Y los expertos delPrograma de Población de la Facultad de Ciencias So-ciales calculan que grosso modo en el exterior vivenunos 600.000 uruguayos (el 18% de la población nacidaen el país), lo que se conoce como la diáspora.

“Les llamamos los sobrevivientes. Son los que nomurieron, no retornaron y todavía viven afuera”, explicaPellegrino. Si se cuentan sus hi-jos, la diáspora llegaría a unas700.000 personas.

La única forma de medir,aunque sea en forma parcial,cómo han evolucionado los flu-jos de emigración e inmigraciónen los últimos años es ver lossaldos de salidas y entradas alaeropuerto de Carrasco, quemuestra al menos algunastendencias.

HACER LAS VALIJAS. El último dato es que entre el1° de julio de 2010 y el 30 de junio de 2011, salieron delpaís por Carrasco y no regresaron 1.447 uruguayos.Después de las altas cifras de emigración registradasentre 2000 y 2003, a partir de 2004 se había mantenidoun saldo negativo de entre 7.000 y 17.000 uruguayos porla principal terminal aérea del país.

Hasta que todo cambió: entre julio de 2008 y juniode 2009 por primera vez desde 1999 el saldo de Carras-co fue de 1.322 a favor de las entradas al país. Es decir,entraron más uruguayos que los que salieron. Es unatendencia que volvió a cambiar al año siguiente, cuan-do hubo un saldo negativo de 5.685 personas.

Pellegrino considera que en los hechos a partir de2007 y 2008 “la emigración se detuvo”, ya que las entra-das y salidas “hacen un saldo cercano al cero”, lo que“ha estabilizado” la situación.

¿A qué se debe? “La situación en los países de emi-gración está difícil. A la crisis económica se suma que sesigue deportando a mucha gente”. Está claro que hay unfenómeno de retorno y la demógrafa piensa que la gen-te que vuelve tiene mucho para aportar: “A veces sepiensa que la gente vuelve derrotada. Y en general no esasí, es gente que quiere retornar y tiene capitales finan-cieros o humanos”.

De todos modos, Pellegrino y el sociólogo DanielMacadar dicen en su informe sobre migración interna-cional, en base a la Encuesta Nacional de Hogares Am-

MUCHOSVUELVENO PIENSANEN LA IDEADE VOLVER.Y, PORAHORA, LAEMIGRACIÓNHA BAJADOAL MÍNIMO

pliada de 2006, que “la emigración se instaló como ele-mento estructural de la sociedad uruguaya”.

Los emigrantes recientes tienen un perfil joven. Se-gún la encuesta de hogares de 2006, el 55% tenía entre20 y 30 años al salir del país y, como en las oleadas ante-riores, predominaban los hombres. Hay un nivel educa-tivo más alto que la media de la población uruguaya desu misma edad. Quienes tienen formación intermediao experiencia en la industria, el comercio o los serviciosson cerca del 70% de los emigrantes uruguayos. El restose reparte entre los profesionales, científicos o acadé-micos, y los que tienen ocupaciones no calificadas.

HACER LA AMÉRICA. Se sabe que hasta mediados delsiglo pasado la tendencia era a la inversa: Uruguay eraun país de inmigración. Después del período colonial,el principal empuje se dio entre mediados del siglo XIXy las primeras décadas del XX. Se calcula que ahí llega-ron a Uruguay unos 720.000 europeos y se radicaronmás que nada en Montevideo.

El impacto fue muy fuerte. Aumentó el volumen to-tal de habitantes, se modificó la estructura de edades yse masculinizó la población. Españoles e italianos estánen el primer lugar en un “ranking” de inmigrantes.

A principios del siglo XIX llegaron más italianos,mientras que los españoles protagonizaron una ola im-portante en las primeras décadas del XX. En 1908 el34,4% de los extranjeros en Uruguay eran de Italia y el30,3% españoles.

Predominaban los artesanos y gente con distintosoficios, muchos se dedicaron al pequeño comercio. Noabundaban los profesionales ni profesores. De hecho, elhistoriador Alcides Beretta dice que la mayoría eran“pobres y analfabetos”, en un país que veía los primerosefectos de la reforma vareliana. Por eso, “el despreciopor los recién llegados pautó una cultura ligeramentexenófoba de las viejas clases dominantes”.

Para casi todos —como pasa ahora con los urugua-yos que se van— el ahorro era el Norte a seguir. “Se sa-crificaban. Se sometían a inmensas privaciones: aho-

rrar sobre el alimento de cada día, ahorrar para enviarahorros a la familia, para enviarles los pasajes, para ins-talar un taller, un comercio o adquirir una granja, parala casa modesta pero propia”, relata el investigador.

Los italianos tuvieron un rol importante en la agri-cultura. Los españoles no, salvo los canarios. La inmi-gración europea también fue clave en la industria. En elcenso de 1889, el 88% de los dueños de las fábricas eranextranjeros y el 70% del personal también lo era. Berettatomó una muestra de 300 empresarios industriales deorigen europeo entre 1875 y 1930, donde había unaabrumadora mayoría italiana (64%) contra un 27% deespañoles, 4% de franceses, 3% de ingleses y 2% dealemanes.

Entre los empresarios italianos dominaban los delNorte: de Lombardía, Liguria y Milán. Entre los españo-les ganaban los catalanes y vascos. Como la mayoría delos inmigrantes, los industriales escapaban de crisiseconómicas, represiones o guerras. Muchos eran auto-didactas o tenían una preparación simple, aunque“hubo excepciones, hombres altamente calificados queencausaron importantes empresas”.

A mediados del siglo XIX, hubo un flujo considerablede franceses, pero después se detuvo. “Ellos tuvieronuna influencia grande en la Medicina y también habíaurbanistas”, relata Pellegrino.

Antes vino el aporte africano: el historiador Alex Bo-rucki dice que entre 1777 y 1812 entraron 60.000 escla-vos al Río de la Plata. Un poco más de la mitad habíallegado desde Brasil y el resto directo desde África. Y yacasi en el siglo XX se dio un flujo de inmigrantes de Me-dio Oriente y Europa Oriental: había rusos, turcos y si-rios, entre otros.

Hoy, más de cien años después, el país vive un inci-piente fenómeno de retorno de uruguayos que habíanemigrado en la década pasada.

Así, no suena raro que —ante le pregunta de si se iríadel país si consigue un trabajo en el exterior— el 59,5%respondió en la encuesta de Cifra para El País que “se-guro” no se iría. Las cosas empiezan a cambiar.

17%de la poblaciónque vivía enUruguay en 1908había nacido enel exterior. Hoyes el 2,1%.

Uruguayen elmundo■ De los casi 600.000uruguayos que viven enel mundo, la mitad —el51%— está en Argenti-na, el 14% en España yel 11% en Estados Uni-dos y Brasil. Le siguenAustralia, Canadá y Ve-nezuela. Pero si setoma en cuenta solo alos emigrantes recien-tes, es decir los quesalieron del país duran-te la década pasada, el43,2% vive en España,el 26,4% en EstadosUnidos y el 11% en Ar-gentina, según la En-cuesta Nacional de Ho-gares Ampliada de2006. Y de cada 100emigrantes recientes33 terminaron el liceo,25 el primer ciclo deSecundaria, quince sonuniversitarios, oncefueron solo a la escuelay diez a la UTU.

El puerto. Más de 700.000 europeos llegaron a Uruguay entre mediados del siglo XIX e inicios del XX.

Dado que todo

presente anida un

futuro,

conmemorar el

bicentenario es

también una

ocasión propicia

para modelar el

Uruguay del

mañana”.

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EL PAIS

Dios existe para la mayoría, peropocos lo incorporan a su rutina

Pilar [email protected]

En un país de raigambre católica pero muy influido porlas ideas del agnóstico José Batlle y Ordóñez, a 200 añosdel inicio de la emancipación, una amplia mayoría delos uruguayos —cuatro de cada cinco— se confiesa cre-yente, pero solo uno de cada cinco es practicante.

Según la encuesta elaborada por Cifra para El País,la religiosidad de la población uruguaya está condi-cionada por aspectos que exceden la espiritualidad:por ejemplo, el nivel educativo (son más creyentes losmenos educados), la edad (los más jóvenes creen me-nos), el género (las mujeres son más religiosas que loshombres), el lugar de residencia (hay más creyentesen el interior) y la ideología, donde se presentan lasdistinciones más notorias: un tercio de la poblaciónque se identifica con la izquierda es atea o agnóstica,mientras que el 90% de quienes se afilian a la derechase afirma creyente.

Dos tercios (67,1%) de la población de izquierdacree en Dios, mientras entre los entrevistados que seidentifican con el centro ese porcentaje aumenta a77,4%, y crece a 89,8% entre quienes se identificancon la derecha. Además, la gente de derecha es máspracticante: casi un tercio (27,3%) admite ser practi-cante o muy practicante, mientras que sólo el 13,2%de los izquierdistas confiesa serlo.

En cuanto al nivel educativo, hay una diferencia demás de 20 puntos entre la religiosidad de la poblaciónmás y menos educada. Entre los encuestados que sóloculminaron Primaria, el 91,4% cree en Dios, mientrasque entre la población con estudios terciarios son el70,7%. A su vez, el 29% de quienes tienen menos estu-dios son practicantes o muy practicantes, actitud quealcanza al 20% de la población más educada. Además,la proporción de ateos es el doble entre las personascon estudios terciarios y los que sólo culminaron Pri-maria (14% contra 7%), y mientras que el 13,7% de lapoblación más educada se dice agnóstica,sólo 1% lo es entre los menos educados.

El fenómeno religioso en Uruguay tam-bién está fuertemente condicionado por elgénero. Según la encuesta, la proporción deateos y agnósticos en los hombres es el dobleque entre las mujeres. Mientras que el 11,2%de los varones se profesa agnóstico, sólo un5,1% de las mujeres tiene esa postura. El18,3% de los hombres dice ser ateo en com-paración con el 8,8% de las mujeres.

El género femenino es además máspracticante. Entre las mujeres, el 3,4% sepercibe como muy practicante y el 21,2%practicante, mientras que en los hombres el1,8% y 10,5% tienen estas característicasrespectivamente.

La religiosidad de los uruguayos tambiénparece aumentar con el paso del tiempo. Enla población de entre 18 y 29 años, la propor-ción de no creyentes (entre agnósticos y ateos)alcanza al 38%, mientras que entre los mayores de 60años son menos de la mitad: el 15,1%.

En la población más adulta, el 6,6% se consideramuy practicante, el 22,4% practicante, el 55% cree enDios, el 5,4% es agnóstico y el 9,7% ateo. En los uru-guayos de entre 45 y 59 años, el 1,4% es muy practi-cante, el 17,7% practicante, el 64,5% cree en Dios, el6,4% es agnóstico y el 9,2% ateo.

IDEOLOGÍA, EDAD, EDUCACIÓN Y GÉNERO INFLUYEN EN LA RELIGIOSIDAD

En los adultos jóvenes, de entre 30 y 44 años, no seregistraron personas muy practicantes, el 11,5% es prac-ticante y el 65% cree en Dios, el 8,3% es agnóstico y el13,8% ateo. En los más jóvenes (de 18 a 29 años), el 0,6%es muy practicante, el 9,8% practicante, el 49,4% cree en

Dios, el 13,8% es agnóstico y el 24,1% ateo.

CREDOS. La religión católica es la que sien-ten como más cercana la gran mayoría dela población (74,2%), seguida de lejos porcreencias protestantes o evangélicas (8,9%),la religión judía (0,8%) y los cultos afroame-ricanos (0,4%).

Las religiones no católicas —salvo la ju-día— tienen mayor peso en el interior delpaís, así como en la población con menosaños de educación.

Mientras que en Montevideo el 76,5% sien-te a la religión católica como la más cercana,el 72,4% tiene ese parecer en el interior, dondelas religiones protestantes o evangélicas tienenmayor relevancia (9,8% contra 7,8% en la capi-tal), así como los cultos afroamericanos (0,5%contra 0,3%), y otras religiones (7,5% en el inte-rior contra 5,8% en Montevideo).A su vez, el 12,1% de la población que sólo

culminó Primaria siente como más cercanas a las religio-nes evangélicas o protestantes, mientras que el 7,5% delos que culminaron Secundaria lo siente de esta maneray el 8,8% entre los que cuentan con educación terciaria.

Una tendencia contraria se da con las personas quesienten como más cercana a la religión judía, entre quie-nes no se registró población que solamente tenga estu-dios primarios.

90%De la poblaciónque se autodefinede derecha afirmacreer en Dios.

El miedose vinculaa la saludLa perspectiva de que se enfer-me un ser querido es por lejosel temor que más aqueja a losuruguayos (es el miedo más im-portante para el 66,4% de la po-blación), y en un lejano segun-do lugar se ubica el temor a su-frir un asalto violento (14,8%).Este último temor varía segúnla edad, la filiación ideológica yla educación. Mientras que el17,9% de la población de dere-cha tiene miedo a ser asaltado,sólo el 7,5% de los de izquierdacomparte el temor. Ese miedotambién es mayor en la pobla-ción menos educada (19,6% delos que sólo culminaron prima-ria contra 12,4% de los que tie-nen estudios terciarios), y en lapoblación de más edad (18,4%de los mayores de 60 años com-parado con 9,8% de las perso-nas de entre 18 y 29 años).

Iglesia. La católica es la religión más cercana para la mayoría, y las creencias no católicas son más fuertes en el interior del país.

Mayormiedo. A laenfermedadde seres

queridos.

38%De la población deentre 18 y 29 añoses agnóstica (14%)o atea (24%).

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EL PAIS

De la cirugía de guerra al primer CTILeticia Costa [email protected]

Fines del siglo XVIII. Los barcos que se dirigen alVirreinato del Río de la Plata anclan en Montevi-deo, su principal ciudad puerto. Con ellos no solollega mercadería y representantes de la corona es-pañola, también arriban médicos. “Los primerosmédicos fueron militares o navales”, cuenta Fer-nando Mañé Garzón, pediatra y director del De-partamento de Historia de la Medicina de la Uni-versidad de la República. Acompañaban a las tro-pas para asistirlas en batalla y atendían de formaprivada a los habitantes de la ciudad colonial.

Su trabajo estaba regulado por Miguel O’Gor-man, flamante “protomédico” del Virreinato. “Erael inspector de los médicos de los barcos, el queles permitía ejercer y también quien decidía fren-te a epidemias”, cuenta el historiador uruguayo.La figura de O’Gorman simboliza el rol que ocu-paban los médicos en la época de José GervasioArtigas (1764-1850). Profesionales sin una espe-cialización específica que estaban al servicio delas autoridades centrales —el protomédico estabaa cargo del “protomedicato”, institución encarga-da de la salud en todas las colonias españolas—.

Durante el siglo XIX aquella imagen del médi-co al servicio de la autoridad, cambia. Los médi-cos se vuelven independientes, adquieren podercomo docentes e integrantes de sociedades cien-tíficas y su trabajo se concentra en los hospitales

—antes atendían en las casas—. Entonces sí, laMedicina comienza a ejercer sus tres funciones, adecir de Mañé Garzón: curar con las manos, (rea-lizar cirugías), curar con la dieta, (adecuarla a lasalud de los pacientes) y curar con remedios (porpocos que hubiera). Tres funciones que fueronevolucionando al tiempo que la Banda Oriental seconvertía en la República Oriental del Uruguay.

CURARCON LASMANOS.Aquellos médicos milita-res fueron los primeros cirujanos que tuvo el país.Integrados a las tropas de infantería y a los ejércitosrevolucionarios, intervenían e intentaban salvar lavida de quienes caían en batalla. “Fundamental-mente lo que hacían era amputación de miembros.En un minuto volaba el miembro y se le salvaba lavida al paciente”, ilustra Mañé Garzón, fundador dela Sociedad Uruguaya de Historia de la Medicina.En la ciudad el tema no era más esperanzador. Laanestesia no existía. “Era una batalla campal. Al pa-ciente había que emborracharlo o atarlo”. Sí, embo-rracharlo. Lo primero que se utilizó para disminuirla sensibilidad fue alcohol.

Entre 1830 y 1845 apareció la anestesia porinhalación, tanto con cloroformo como conéter. Y de su mano, los cirujanos aprendieron acontrolar la hemorragia. “Aprender a ligar losvasos fue fundamental porque si no el hombreseguía sangrando y se podía morir”, comenta elhistoriador. Por entonces el único hospital quehabía en Montevideo era el de la Caridad (hoyhospital Maciel, nombre en homenaje a Francis-co Antonio Maciel, comerciante de la época).

LA EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA ACOMPAÑÓ LA CONSOLIDACIÓN DE URUGUAY COMO NACIÓN

De todas maneras, la forma de curar con lasmanos a mediados del siglo XIX distaba bastantede la cirugía actual. Principalmente porque losmédicos desconocían cómo evitar infecciones.Las complicaciones en las intervenciones quirúr-gicas fueron una constante hasta que hacia finesde la década de 1860, Carlos Brendel, (alemán),introdujo en Uruguay la antisepsia, eliminaciónde gérmenes para evitar la infección. El métodoconsistía en pulverizar la herida y el ambientecon ácido fénico, solución química que tenía unolor penetrante, pero resultaba efectiva. De un70% de infecciones, se pasó al 30%.

La tasa de infecciones se redujo aún más conla llegada de la asepsia. Descubierta por LouisPasteur consistía, y consiste, en eliminar los mi-crobios de los instrumentos mediante su esterili-zación. Entonces sí, de tres pacientes infectadoscada 10, se pasó a menos de uno (5%). Comenza-ba el siglo XX.

CURAR CON DIETA Y REMEDIOS. Cuando Uru-guay se acercaba a su primeros cien años de his-toria, había poco más que seis remedios para cu-rar enfermedades. Ellos eran: la vacuna antivarió-lica —en América la viruela mató más personasque las guerras—, el opio —contra el dolor—, elhierro —herrumbraban clavos y daban de beberel agua para combatir la anemia—, el té Globefox—realizado con base en la planta digitalis purpú-rea para tonificar el corazón—, el suero antidifté-rico —contra la difteria— y un medicamento para

combatir la insuficiencia tiroidea. Seis. “El médi-co lo único que podía hacer era un buen diagnós-tico y una buena dieta, que ayudaba muchísimo”,comenta Mañé Garzón. “Y pensar que hoy llenanun tomo gordo así”, dice como si sostuviera unanuario farmacéutico entre los dedos índice ypulgar.

Las drogas que integran volúmenes como esefueron apareciendo con el avance del siglo XX. Lainsulina —en 1920— y las sulfamidas, —primerosantimicrobianos, producidos en 1930— fueronmojones que cambiaron la vida de miles de per-sonas. Forma de vida que ganó en calidad con eldesarrollo de los antibióticos, entre 1945 y 1950.“En esos años la Medicina hizo así”, dice MañéGarzón girando la palma de la mano. “Primeroapareció la Penicilina contra las infecciones bac-terianas comunes, después la Estreptomicinacontra el bacilo tuberculoso y, luego el Cloramfe-nicol contra la fiebre tifoidea, que mataba ‘a tro-che y moche’”, cuenta. Y la lista se amplió.

HACIA EL SIGLO XXI. Cuando el siglo XX entrabaen su segunda mitad, la Medicina en Uruguay yaera una disciplina especializada. La facultad, fun-dada en 1875, contaba con distintas cátedras, va-rias generaciones de egresados y un hospitalconstruido especialmente para la formación pro-fesional (Hospital de Clínicas, 1953). La atenciónmutual, presente en el país desde fines del sigloXIX con instituciones como la Asociación Espa-ñola Primera de Socorros Mutuos (1853) se habíageneralizado de la mano del Casmu (Centro de

Ladivisaen lasalaquirúrgica■ Fiel reflejo de la situa-ción política del momen-to, hacia fines del sigloXIX la Facultad de Medi-cina contaba con dos Clí-nicas quirúrgicas dentrodel Hospital Maciel. Unaera dirigida por AlfredoNavarro (simpatizante delPartido Colorado) y la otrapor Alfonso Lamas (Parti-do Nacional). Según cuen-ta Raúl Praderi, cirujano ehistoriador uruguayo,cuando se inició la revolu-ción de 1904 Lamas seunió a las tropas de Apari-cio Saravia como “ciruja-no mayor del Ejército Na-cionalista”, dejando lacátedra en manos de suayudante Luis Mondino. Elcirujano, quien era herma-no del coronel saravistaDiego Lamas, fue quienpresidió el Directorio delPartido Nacional cuandoeste declaró la guerra alPartido Colorado. Comoespecialista en cirugía,Lamas había intervenidoquirúrgicamente al presi-dente José Batlle y Or-dóñez, quien en represaliapor haberle declarado laguerra, lo destituyó de sucargo. Al terminar la revo-lución, cuenta Praderi ensu libro “Historia de la ci-rugía uruguaya”, médicosy estudiantes intercedie-ron para que Lamas fuerareintegrado a la docencia.Entre quienes mediaronante Batlle se encontrabaAlfredo Navarro, quien lle-gó a ser vicepresidente dela República. Lamas vol-vió a su clínica y perma-neció allí hasta 1935.“Desde luego que existíarivalidad entre ambas clí-nicas y ella se extendía ala clientela de la ciudad”,cuenta Praderi. “Pero jun-to con el Servicio de Puer-ta del Hospital Maciel fue-ron la cuna de las futurasgeneraciones de ciruja-nos uruguayos”.

“En el siglo XIX las operaciones eran una batalla campal. Al paciente había que

emborracharlo o atarlo”, cuenta el historiador FernandoMañéGarzón.

Asistencia del Sindicato Médico del Uruguay,1935) y la salud comenzaba a ser concebidacomo un derecho social, que la propia sociedadpodía reclamar.

Para Raúl Praderi, cirujano egresado en 1956 yotro de los referentes en Historia de la Medicina,la segunda mitad del siglo tuvo dos hechos quefueron clave: la creación de los Centros de Trata-miento Intensivo (CTI) y la fundación del FondoNacional de Recursos (FNR).

El primer CTI del país fue inaugurado en elHospital de Clínicas en 1971 como un espacio deasistencia continua, con profesionales especiali-zados en medicina y cirugía de urgencia que seencontraban, y se encuentran, a disposición deforma permanente —antes debían ser llamadosante las complicaciones—. El FNR, por otra par-te, fue fundado en 1980 y facilitó el acceso depersonas de distintos niveles sociales a técnicasaltamente especializas. “Fue fundamental paraque se pudieran hacer cirugías muy complejas ymuy caras, como los transplantes de corazón ode hígado”, cuenta Praderi, quien trabajó 20 añosen el Hospital de Clínicas. Con el paso de losaños el FNR amplió sus prestaciones.

En las últimas décadas, en opinión de MañéGarzón, la posición social del médico volvió acambiar. Los pacientes no solo sienten que tie-nen derecho a la salud sino también a juzgar laatención recibida. Atención que comienza el si-glo XXI con una reforma general en su instru-mentación. Si fue positiva o negativa, lo evalua-rán los usuarios a medida que los años pasen.

Siglo XIX. Intervención realizada en 1897 en el Hospital del Minuano, uno de los primeros centros de salud del interior.Siglo XX. Consulta en el Hospital Pereira Rossell en 1961.

Siglo XXI.En los últi-mos añoslas técnicasmédicas seperfecciona-ron y lospacientescomenzarona ser másconscientesde susderechos.

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EL PAIS

Ellos secuidanmenos■ En Uruguay la esperan-za de vida para las muje-res llega a los 79 años,siete más que para loshombres. Ellas se cuidanmás. De acuerdo a la en-cuesta de Cifra, el 41,5%de las mujeres se realizaun chequeo médico poraño, algo que sólo hace el36,3% de los hombres. Yel 36,9% de ellas se anali-za más de una vez poraño, algo que sólo hace el26,7% del sexo opuesto.Igual ellas están más dis-conformes con su cuerpoque ellos. Mientras el63,7% de los hombres dijoestar bastante satisfechocon su aspecto físico, un58,7% de las mujeres opi-nó lo mismo. A su vez me-nos mujeres considerantener un buen estado desalud (56,2%) que loshombres (64,6%).

Eloísa [email protected]

Hace un par de semanas los uruguayos tuvieron, aun-que más no fuera por unos pocos días, una mujer presi-denta. La senadora Lucía Topolansky, una de las 18 mu-jeres legisladoras del país, ocupó el puesto ante la au-sencia del presidente y del vicepresidente. Lo mismoya había ocurrido en noviembre de 2010, cuando JoséMujica se despidió con un jocoso: “A ver si me arreglástodos los conflictos”.

De a poco los uruguayos se acostumbran a que lasmujeres ocupen puestos de poder. En las elecciones de2010, tres mujeres resultaron electas intendentas. En loscomicios de 2009 resultaron electas legisladoras cuatromujeres más que en las elecciones anteriores. Otrastantas más lo serán en los próximos comicios, cuandoya rija la ley de cuotificación parlamentaria aprobadaen 2009. Hechos que cobran aún más significación te-niendo en cuenta que en Uruguay las mujeres puedenvotar hace poco más de 70 años.

Es que el siglo XX ha sido el que ha registrado mayo-res avances en ese largo camino de acercarse a la igual-dad entre sexos. En la década de 1990 los países de todoel mundo comenzaron a firmar tratados y acuerdos quelos comprometieron a luchar contra la discriminaciónhacia las mujeres. Un tema que, además, comenzó amedirse a través de diversos índices sociodemográficos.

“Esto es un logro paulatino y que no terminamos deconquistar”, opinó Lilián Abracinskas, de la organiza-ción Mujer y Salud Uruguay (MYSU). “Acordar a nivelinternacional en convenciones y conferencias, obliga alos Estados. Si no influenciabas en las grandes esferasdel debate internacional, en Uruguay todavía estába-mos discutiendo si las mujeres tenemos que estar en lacocina y cuidando a los hijos”.

Pero todavía restan desafíos. Aunque el índice demasculinidad señala que hay 93 hombres por cada 100mujeres, todavía hay mucho machismo en el pensa-miento de los uruguayos. Nos llama la atención, porejemplo, tener una presidenta mujer, aunque sea porunos días. Y eso que ellas son la mitad de la poblacióny el 70% de la matrícula universitaria.

“Tenemos alta participación política”, señaló Abra-cinskas. “Cualquier iniciativa social, política, comunita-ria, a nivel de base están sustentada casi en su mayoríapor mujeres. Pero cuando vas subiendo en la pirámidede la estructura de poder es clarísima la discriminaciónde género. Bajamos en el número de ministras. Topo-lansky preside la Asamblea General porque era casi laúnica mujer cabeza de lista en toda la izquierda. El se-cretario ejecutivo del Pit-Cnt es masculino. El Poder Ju-dicial también. Es como si me preguntaras qué presi-denta elegiría, hoy no tengo una mujer para elegir”.

Ese techo de cristal no se ve sólo en la política. Se-gún la encuesta realizada por Cifra, apenas un 10,1% delas mujeres estarían cómodas siendo operadas por unacirujana. Un 36,2% prefirió, si es que tiene que pasarpor el quirófano, quedar en las manos de un cirujano. Yesto porque la cirugía es una carrera que, durante años,estuvo dominada por hombres. Las mujeres, en el cam-po de la Medicina, se concentran en especializacionesque tengan que ver con lo social. Funciones que vienena reemplazar las reproductivas.

“No quiere decir que las mujeres no sean buenascirujanas, el problema es que llegar se les hace muchomás difícil”, opinó Abracinskas. “Son círculos de podery de prestigio”.

DESIGUALDAD LABORAL. No es la única forma en laque se manifiestan las diferencias. Según los últimosdatos de la Encuesta Continua de Hogares del InstitutoNacional de Estadística, los jefes de hogar siguen sien-do, básicamente, hombres. Solamente en el 12,1% de

ELLASGANAN MÁSESPACIOSPOLÍTICOS,PEROSIGUENRELEGADASEN LASESFERASLABORALES

los hogares donde vive un matrimonio hay una jefa dehogar. Y eso que en el 20,4% de estos hogares, la princi-pal receptora de ingresos es la mujer.

Igual, los uruguayos respaldan cada vez menos aquelesquema del hombre que trabaja y la mujer que se que-da en el hogar cuidando de los hijos. Un 67% de las mu-jeres consultadas sobre este tema por Cifra estuvieronen desacuerdo con ese modelo; apenas un 31,6% estuvode acuerdo con seguir ese camino. Los hombres, porotra parte, también estuvieron en desacuerdo, aunqueen un menor porcentaje (55,3% frente al 43,2% queconcordó con el esquema).

Las diferencias vuelven a surgir en el ámbito laboral.Según los últimos datos del Instituto Nacional de lasMujeres, la media de los ingresos de las mujeres es másbaja que la de los hombres en todo el país. En promediouna mujer percibe un 69% de los ingresos del hombre,incluso aunque tengan más estudios o realicen exacta-mente la misma tarea. Un 54,4% de las mujeres consul-tadas por Cifra reconoció no tener las mismas oportu-nidades para ascender que sus colegas hombres.

Y eso lleva a que ellas estén más disconformes consu economía. Los datos de Cifra arrojan que, si bien el48,8% de las mujeres está bastante satisfecha con su si-tuación económica, la cifra es menor que para los hom-bres (53,2%). La misma diferencia se da con respecto ala satisfacción laboral. Además un 14,5% de las mujeresdijo no estar nada satisfecha con su situación económi-ca, algo que sólo contestó el 5,9% de los hombres.

EL DESAFÍO CULTURAL. Hoy los límites para el desarro-llo de la mujer no se restringen a su hogar. Es posiblepensar en una mujer profesional, en una mujer diputa-da o senadora. En la región ya no es una meta tener unapresidenta mujer: Chile, Argentina y Brasil lo lograron.Pero igual, para ellos como para nosotros, el siguientedesafío sigue estando en las barreras culturales.

“Si hoy uno de los grandes temas es la inseguridad,todavía gran parte de la inseguridad de mujeres y niñostransita por sus propios hogares”, opinó Abracinskas. Yesta batalla comienza a darse en Uruguay. Porque tam-bién en la violencia doméstica subyace el problema de

la igualdad de género. Una batallaen la que Uruguay también co-mienza a ver un cambio, aumen-tando la cantidad de denuncias ydisminuyendo las muertes causa-das por esta violencia de género.

“Esta lucha ha sido la de la evi-denciación, la de la explicitaciónde la discriminación, la del enfren-tamiento a través de la denuncia ydel convencimiento”, señaló Abra-cinskas. Algo así como lo que dijola expresidenta de Chile, MichelleBachelet, a un grupo de feminis-tas: “el problema chicas es que hayque llegar muchas, porque si llegauna se la come el sistema. Si lleganmuchas quizás tengamos oportu-nidad de cambiarlo”.

Cerro Chato, donde seestrenó el voto femeninoFue en 1938 que lasmujeres votaron porprimera vez en unaelección nacional. Ya laConstitución de 1917les había otorgado susderechos civiles, peroel voto femenino habíaquedado postergado. Alinicio de la vida consti-tucional del país, en

1830, las mujeres, juntoa los sirvientes, ciegos,sordomudos, gauchos,ebrios y soldados rasos,no podían votar.Igual el primer sufragiofemenino se produjoen 1927 en la localidadde Cerro Chato. Enton-ces se votaba si la loca-lidad pertenecía a Du-

razno, Florida o Treintay Tres. Fue un plebisci-to que no cambió nada,salvo que le dio un im-pulso a esa lucha feme-nina por sufragar. Algoque comenzó a concre-tarse en 1932, cuandose reglamentó el dere-cho al voto de las muje-res.

Las mujeres se despegan del hogar

Cambio. Los uruguayos respaldan cada vez menos el esquema que implica que la mujer no debe trabajar.

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EL PAIS

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EL PAIS

Nimurga,ni tango:folclore

El tiempo libre se pasaen familia mientrasse sueña con viajar

Ximena [email protected]

Entre el ser y el querer ser delos uruguayos está Uruguay.Tejidos con la misma lana losgustos de los orientales com-parten fibra nacional aunquelos matices sean personales.Esa fibra se teje también enhábitos, prácticas y tendenciasculturales comunes a pesar delas diferencias de edad, sexo,lugar de residencia, nivel edu-cativo y filiación política.

LO QUE ERA. Tiremos de lamadeja: 200 años atrás la Ban-da Oriental, vacas y pasto, es-taba casi desierta. En aquelMontevideo, como en este, secantaba el Arrorró mi niño y secomían carne y bizcochos. Sinembargo, al oriente de ese ríoUruguay los festejos por elCarnaval empezaban seis díasantes y a veces quince, comocuenta José Pedro Barrán enHistoria de la sensibilidad en elUruguay. Las celebracionesduraban mucho más; el histo-riador reconstruye que aquellasociedad festejaba desde No-chebuena hasta el 29 de junio,día de San Pedro y San Pablo,pasando por año nuevo, Reyes,Pascua y Corpus Christi. Eracasi un semestre, interrumpidosolo por la Cuaresma, aunqueincluso esta fuera invadida porla irreverencia y la resaca de lasfiestas.

Entonces el ocio y el trabajono se distinguían claramente yel tiempo libre no era un con-cepto definido. El consumocultural consistía en las fiestasreligiosas, el teatro, los can-dombes y alguna lectura. Enenero y febrero se organizabanbailes los viernes, sábados ydomingos. Barrán estima quesolo a los bailes en el teatro So-lís asistían entre 800 y 1.000personas por noche, y el cuá-druple durante Carnaval: el 5%de la población de Montevi-deo. Esa fiesta, la más espera-da, se celebraba con disfraces,carreras de caballos, palo enja-bonado, carreras de sortijas y,sobre todo, juegos de agua.

EL CONCEPTO DE OCIO CAMBIÓ RADICALMENTE

■ A los uruguayos les cues-ta preferir una música enparticular. De cada 100 hay26 que eligen no elegir y di-cen simplemente “varias”.Ni tango, ni murga, la mayo-ría de los que sí se pronun-cian prefieren escucharfolclore, son 14%. Esa pro-porción es pareja si se con-sidera la autoidentificaciónideológica de los consulta-dos. Si, en cambio, se anali-za su nivel educativo, elfolclore es más popular en-tre quienes finalizaron sóloPrimaria, donde alcanza el28. Quienes completaronSecundaria prefieren la mú-sica melódica (13) y quienestienen nivel terciario prefie-ren el rock (14). Si se restrin-ge la encuesta al interior delpaís el porcentaje de adep-tos al folclore llega al 18 y al20 si se trata de consultarhombres; es lo que a ellosmás les gusta. Las mujeresen tanto prefieren lo melódi-co (15). El folclore es prefe-rido sólo por 9% de ellas. Altango lo prefieren sólo 4 de100 uruguayos, en su mayo-ría mayores de 60 años consólo Primaria y a la murgasolo 1, relacionado a jóve-nes con educación terciariae identificados con la iz-quierda.

bres que toqueteaban a lasmujeres a la salida de la misa.Aquella sociedad bárbara fuedisciplinada. Junto con losalambrados y la reforma vare-liana surgió la disciplina en eltrabajo y la definición de ocio.Ahora, entre los uruguayos elconcepto de tiempo libre estáclaro y es generalmente de usodoméstico. Según la encuestade Cifra, 20 de cada 100 uru-guayos destina el tiempo librea su familia, mientras sólo 13quieren hacerlo. Además leen,miran televisión y están enInternet más tiempo del quedesean. Estar con la familia esel segundo gusto en cuanto atiempo libre de los uruguayos,pero es su principal destino.Ese ámbito invade la vida depareja, sólo el 0,6% de los uru-guayos prefieren destinar eltiempo libre a las salidas de ados, el porcentaje se reduce al0% en los encuestados entre 18y 44 años y alcanza un pico de1,5% entre los mayores de 60.

Si aquella sociedad no seescandalizaba ante el desaca-to, los olores corporales y losgestos obscenos es porque noconocía el concepto de intimi-dad que comenzaría a desa-rrollarse en los años venideros,a partir de 1860. El tiempo li-bre en el siglo XIX se vertía enel espacio público, en las ca-lles para los juegos, en los tea-tros para los bailes; en el sigloXXI los uruguayos parecenatrapados en la intimidad desus casas, aún cuando no loquieran: el 40% de los urugua-yos admite no salir casi nuncaal cine, al teatro o a comerafuera. Esta cifra aumenta al56% entre los mayores de 60

años y disminuye al 20% en lafranja de jóvenes que va de los18 a los 29 años.

“El juego era, por último, demasas”, dice Barrán, “casi na-die se sustraía a él”. Si la cultu-ra del juego de la primera mi-

En familia. Es la opción mayoritaria a la hora de pasar el tiempo libre: el 20% lo hace.

Carnaval. Una celebración que no pierde convocatoria.

Hace 200 años Uruguay erauna sociedad lúdica.

YA NO ES. El Uruguay del 2011no tiene el desparpajo de las se-ñoritas que tiraban naranjazoso líquidos de mal olor desde losbalcones del Teatro Solís o la ri-sotada estridente de los hom-

tad del siglo XIX era una fuerzaniveladora, el consumo cultu-ral de este Uruguay está fuer-temente segmentado por niveleducativo.

El 72% de quienes comple-taron sólo educación Primariano salen casi nunca, mientrassólo el 25% de quienes tienen

educación terciaria se encuen-tran en esa categoría. Por elcontrario, sólo 2,5% de las per-sonas que terminaron Prima-ria dice salir al cine, al teatroo a comer una vez por semana.Entre quienes tienen educa-

ción terciaria esta cifra au-menta y trepa al 22%.

LO QUE QUEDA. Disciplina,cultura y recato. Con la lanade la esquila de las ovejas queimpulsaron la revolución lanarse tejió la sensibilidad “civili-zada” de la que es hijo este

Uruguay: el 3% de los urugua-yos dedica su tiempo libre atrabajar y el 2% a estudiar.Solo el 1,2% a salir de comprasy el 0,2% a los juegos de azar.El 11,4% de los uruguayos de-dica su tiempo libre a leer —

todavía más que los que miranTV, que son 9,6% —especial-mente las mujeres y las perso-nas mayores de 60. Y apenas0,7% de los encuestados decla-ra que le gusta destinar sus ra-tos libres al sexo. No es que lasexualidad no se ejercite, esque no se comenta, quizás porlo del recato.

Entre trabajo, familia ycasa, parece salido de otrovellón el principal gusto de losuruguayos: uno de cada cuatroquisiera pasar su tiempo libreviajando. La elección atraviesala sociedad, no distingue sexo,región del país, nivel educati-vo, ni edad. Pero sólo el 3%puede concretarla. “La con-frontación entre lo que hace ylo que le gustaría hacer mues-tra dos escenarios contrapues-tos que hablan mucho de lavida del uruguayo”, comenta ladoctora en Sociología RosarioRadakovich. “Lo que hacemuestra que es muy domésti-co, muy ligado a la familia ylos amigos, muy protegido enel hogar, poco ligado a los es-pacios públicos, muy íntimo.Y cuando se pregunta qué legustaría se traslada a viajar, airse, a salir de la vida cotidianay de la rutina. Hay una con-frontación muy fuerte entre loque hace y lo que quiere hacer,como una suerte de insatisfac-ción, frente a lo que se imagi-na como una vida diferente”.

Es que si las conductas estánmarcadas por la civilización, enel imaginario permanece algúnatisbo de aquella barbarie, o lanecesidad, al menos de vivir deotra forma. Sin embargo nosquedamos. Porque entre el sery el querer ser de los uruguayosestá Uruguay.

“La confrontación entre lo quehace y lo que le gustaríamuestra dos escenarios

contrapuestosquehablanmuchodelavidadeluruguayo”,diceunaespecialista.

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EL PAIS

Al término del azarosolapso de 17 años que vadesde 1811 hasta 1828,los orientales, los uru-

guayos, alcanzamos nuestra in-dependencia y una orgullosadefinición republicana. A partirde entonces, y a lo largo del tur-bulento siglo XIX, adoleceremosdel tenaz enfrentamiento entrenuestros caudillos. Sin embargo,la Constitución, que no siemprerigió en plenitud, se preservócomo el gran programa demo-crático. Nadie hizo una revolu-ción contra ella; todos quienesse sublevaron, de un lado u otro,lo hicieron en su nombre. Porcierto que la independencia es-tuvo en riesgo. Ocurrió con Ro-sas que, más allá de la voluntadde Oribe, nunca acalló sus pre-

tensiones sobre este territorioque seguía sintiendo “provin-cia”, del mismo modo que no re-conocía la independencia para-guaya. También estuvo en viloen 1865, cuando pudimos haberquedado del lado de Solano Ló-pez y caer en el mismo destinoaciago al que él condujo al sacri-ficado Paraguay. Hubo riesgos,sí, pero siempre se encontró alhombre para salvar cadacircunstancia.

Con Flores se inició un pro-ceso de modernización que cul-minó en la consolidación delEstado con gobiernos militaresque si no fueron legalistas resul-taron, en cambio, progresistas.Tanto como que, con José PedroVarela, reformaron la escuelapública y sentaron las bases de

lo que, a partir del fin de las gue-rras civiles, en 1904, sería la ma-yor experiencia social-democrá-tica de nuestra América.

Con el liderazgo de Batlle yOrdóñez se construyó el “pe-queño país modelo” con el quehabía soñado. Hace 100 años, susegunda presidencia configuróel Estado moderno, completó lalegislación humanista, organizósus empresas públicas, consa-gró los derechos obreros y co-menzó un vigoroso proceso detecnificación agrícola e indus-trial. Así el Uruguay llegó a ser—y lo es hasta hoy— el país conmás equitativa distribución delingreso nacional.

Alcanzó ese sitial mirandohacia el mundo, tomando ejem-plos de Suiza, de Bélgica, de los

EE.UU., de Francia, tratando deemular a los mejores. Su basefue una gran cultura popular, latolerancia religiosa, una familiasólidamente constituida en losvalores tradicionales y la éticadel trabajo que los inmigrantesde todos los orígenes aportarona la sociedad criolla.

Por cierto hubo buenos ymalos momentos, al vaivén dela economía mundial. A vecesnos trajo penuria, como en1929, en ocasiones bonanza,como hoy. También en la políti-ca sufrimos el choque políticode 1933 y el liberticidio de losaños 60 y 70, que empezaron lostupamaros —único intento ennuestra historia de derribar laConstitución liberal para susti-tuirla por un régimen a la cuba-

na— y que consumaron un gru-po de militares embriagados porsu victoria.

Pese a todo, nada cambió lamatriz democrática. El plebisci-to de 1980 fue el mayor testimo-nio, cuando el pueblo derrotó elintento de la dictadura y éstaacato el pronunciamiento po-pular. Ese sigue siendo nuestrogran capital institucional. En locultural, en cambio, hemospuesto marcha atrás: educamospeor, hablamos horrorosamen-te, el Estado apunta a diluir laética del trabajo, congelamos lapobreza con subsidios a la nada,mientras las corporaciones im-ponen una mediocre miradahacia abajo… ¿No debería seréste el gran debate del Bicente-nario?

El desafío bicentenario

Expresidentede la República(1985-1990y 1995-2000)

JULIO MARÍASANGUINETTI

Las obras esenciales de la literaturaHugo [email protected]

Elegir cinco obras esenciales de entre todas las que pro-dujo nuestra literatura y pensamiento en estos 200 añosparece, a priori, un ejercicio de poda muy severo. No obs-tante, a poco que se empiezan a repasar esos dos siglos decreación a través del texto —que son nada si nos compa-ramos con culturas milenarias— se descubre que restrin-gir y acotar resulta un método muy adecuado para evitarlo opuesto: excederse en la generosidad con lo que se in-cluye y perder la oportunidad de una síntesis que expreseel posible comienzo de un canon, en el sentido que loaplica Harold Bloom en su erudita selección llamada “Elcanon occidental” que, dicho sea de paso, no incluye unasola obra uruguaya. Según el famoso crítico neoyorkino,canon es una palabra religiosa en su origen, pero que hapasado a significar una elección entre textos que compi-ten para sobrevivir.

Lo canónico como método de inclusión y a la vez deexclusión es aplicable por supuesto a la literatura urugua-ya de estos dos primeros siglos de emancipación y luegoindependencia. En atención al significado de estos dos-cientos años lo que propongo con la selección que siguees un inicio canónico que, como se verá, incluye solo dosobras de narrativa porque entendí que también tenía quehacer espacio al ensayo y a la reflexión filosófica. Cinco tí-tulos representativos de lo que somos o de lo que enesencia nos define y que pueden ser catalogados de indis-cutibles. No incluyo poesía y dramaturgia. Prescindo,además, de lo que podría ser una visión actual de lasobras y las valoro por lo que significaron en su momentoy por el sentido que tuvieron en la época en que surgie-ron. Y ni siquiera estoy seguro de que, actualmente, esasobras se lean.

UN INICIO, UN FARO, UNARUPTURA. Nacido en 1851,Eduardo Acevedo Díaz inaugura la novela uruguaya. Es-crita cuando tenía 37 años, Ismael es la alborada de nues-tra narrativa mayor. Antes de la aparición de Ismael, lanovela nacional no existía. Como afirma Zum Felde, nofue el primer autor uruguayo en cultivar el género pero síel primero en lograr una obra de cierta categoría. El ciclode novelas históricas que en 1888 se inicia con Ismael yluego prosigue con Nativa y Grito de Gloria, configura untríptico al que luego se le agregará una, menos lograda enrelación a las precedentes, Lanza y Sable. Escrita enBuenos Aires y a partir del magisterio incuestio-nable de Víctor Hugo, Acevedo Díaz plasma enIsmael —que ambienta en los primeros mesesde 1811— una conjunción de materia, asunto,contextura, caracteres y estilo que cambian demanera decisiva todo lo que había sido la pro-ducción platense anterior. Ismael narralos albores de la patria sin estereotipos im-portados y con clara conciencia de unapertenencia.

Integrante de la influyente Genera-ción del 900, José Enrique Rodó, nacidoen 1872, logró en el primer cuarto delsiglo XX la más grandiosa consagraciónde un intelectual uruguayo en Latinoamé-rica y España. A partir de Ariel, que se publica en1900, Rodó se transforma en el maestro de lajuventud de América. Bajo el influjo de Re-nan, Taine, Emerson y Carlyle entre los au-tores modernos, que armoniza con Pla-tón y Marco Aurelio entre los clásicos,Rodó procesa una síntesis de idealismo,fervor apolíneo, liberalismo racional ysentimiento religioso que le sale alcruce al positivismo que había gana-do el ambiente de las ideas. El Ariel deRodó es, entre otras cosas, la respues-

“EL POZO”,DE ONETTI,TARDÓ UNCUARTO DESIGLO ENVENDER SUPRIMERAEDICIÓNDE 500EJEMPLARES

ta hispanoamericana a la hegemonía material y moral deEstados Unidos, que encarnaba el positivismo práctico delos pueblos sajones, en oposición a los valores tradiciona-les del humanismo greco-latino. A partir de esa crítica alos Estados Unidos que realiza en Ariel, Rodó se erige enel santo y seña de la resistencia latina a la arrogancia yan-qui y en símbolo indiscutido del latinoamericanismo.Obra maestra en cuanto a escritura, Ariel es el primer re-lumbrón internacional de nuestras letras.

Pero si el idealismo luminoso de Ariel representó en sumomento un faro que iluminó las conciencias america-nas, cuarenta años después El pozo de Juan Carlos Onettise hace cargo de otras fuerzas y desde la desolada materiade “las extraordinarias confesiones de Eladio Linacero”nos abisma ante la grieta de la desesperación existencial yla ontológica tristeza rioplatense. Si Ismael había inaugu-

rado nuestra literatura, El pozo la refunda en apenas99 páginas impresas a mediados del mes de diciem-

bre de 1939, en la imprenta Stella de Canel yCunha, para Ediciones Signo. Un humildevolumen editado en papel de estraza, conuna tapa ocre ilustrada con un dibujo con lafirma de Picasso y que, aunque se dijo era dela propia mano de Onetti, pertenece a Ca-nel. La nouvelle que inauguraba una nuevadimensión en nuestra narrativa, con el arre-bato de un cataclismo y la sorda perseveran-

cia de una garúa helada que despabila y mo-lesta, tardó un cuarto de siglo en vender su pri-

mera edición de 500 ejemplares.

LA LECCIÓNDEDOSMAESTROS. Nacido en 1874, JoaquínTorres García es el mayor artista uruguayo del Siglo XX y elúnico con proyección universal, no importa la expresión

artística que consideremos. Su obra pictórica se inicia enEuropa y, tras cuarenta y tres años de alejamiento del Uru-guay, continúa en el país junto al desarrollo permanentede ideas, teoría y conceptualización. De regreso en su país,adoptará discípulos, impartirá dogma. Del artista que bus-caba y dudaba, se transforma en el implacable hacedor dearte y pintura que ya no duda. Establecerá un modo de very una praxis que no dejará espacio a otra pintura que nosea la que él ha definido. Así acumulará textos sobre unamisión casi divina, y definirá su obra teórica reunida en lasmil once páginas de Universalismo Constructivo comouna catedral que se eleva piedra a piedra. Esta obra cicló-pea se publica por primera vez en 1944 en Buenos Airespor la Editorial Poseidón, como una suma monumentalque expresa un ambicioso intento por ordenar el caos eimponer un pensamiento.

En el terreno de la filosofía Uruguay acaso sea un casoexcepcional por su condición de tener un único filósofo

puro reconocido: Carlos Vaz Ferreira, nacido en 1872. Par-tiendo de John Suart Mill, William James y de HenriBergson, el aporte central de Vaz Ferreira al ser nacionales su intento por enseñarnos a pensar, a desbrozar elpensamiento de la perversa sistematización que lleva aldogmatismo y de indagar en las falacias del lenguaje enrelación a la expresión de dicho pensamiento. Por la im-portancia de su obra, dentro del panorama de la filosofíaen lengua española, Vaz Ferreira es una referencia junto aOrtega y Gasset y Unamuno. Como fue un maestro oralque desatendió la escritura como hábito desligado de suvocación pedagógica, su obra impresa ha sido una reco-pilación de conferencias y lecciones. De todo cuanto seeditó bajo forma de libro, Lógica viva, publicada en 1910,es el centro de ese pensamiento y ha sido comparada conEl discurso del método cartesiano.

Escrita cuandoAcevedoDíaz tenía 37 años, Ismael es la alborada de nuestra

narrativamayor. Antes de la aparición de Ismael, la novela nacional no existía.

Vaz Ferreira. Un aporte en enseñarnos a pensar.Acevedo Díaz. Inauguró la novela uruguaya.

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EL PAIS

Una sociedad que se mira “de reojo”Raú[email protected]

“Los uruguayos son desconfia-dos”. Así lo asegura la Cámarade Comercio Francesa en Mon-tevideo en su “Guía de consejospara hacer negocios en Uru-guay” y así lo manifestarontambién los propios uruguayos.

Al ser consultados por Cifrasobre su grado de confianza enlas instituciones — con cuatroopciones: “Ninguna confianza”;“Poca”; “Confianza”, y “Muchaconfianza”— el Poder Ejecutivoy las Fuerzas Armadas son lasdos únicas en las que no predo-minó la opción “poca confian-za”. Además, algunas tenden-cias según la edad o el niveleducativo quedaron claramen-te marcadas.

El Poder Judicial (PJ) es unade las instituciones en las quela mayoría manifestó tener“poca confianza”. El 42% delos encuestados así lo expresó,mientas que otro 13% indicóque no le tiene “ninguna con-fianza” a la Justicia.

PREDOMINA DESCONFIANZA EN LAS INSTITUCIONES; EL PODER EJECUTIVO ES UNA EXCEPCIÓN

Para los uruguayos el Parla-mento tampoco es de fiar. El44% dijo que le tiene “pocaconfianza”, mientras que sóloel 26% expresó “confianza”.

Aunque las porciones sonmás parejas, las expresionespara con los medios de comu-nicación también se inclinaronhacia la “poca confianza”, ma-nifestada por el 38,5% de losentrevistados. Sin embargo,una tajada muy similar (37%)dijo tener “confianza” en losmedios, y el 7% incluso mani-festó “mucha confianza”.

Una mayoría relativa (42%)también dijo tener “poca con-fianza” en los partidos políticos.En este caso la concepción nega-tiva también fue manifestada porel segundo grupo mayoritario(31%), que afirmó que no les tie-ne “ninguna confianza”. Identifi-cados según su ideología, el 48%de los de izquierda expresó “pocaconfianza” hacia los partidos,mientras que el 22% indicó “nin-guna confianza”, completandoun 70% de opiniones negativas.

Entre los de derecha la rela-

Políticos. Los partidos políticos son quienes menos confianza despiertan en la ciudadanía: 73,7% no les tienen confianza. Le sigue el Parlamento del que descreen 6 de cada 10 uruguayos.

ción entre “poca” y “ninguna”confianza es más pareja. El35,5% manifestó tener “ningunaconfianza”, y el 38,5% “poca”. Sinembargo, la derecha superó a laizquierda acumulando un 73,5%de opiniones negativas.

La Iglesia Católica es la únicainstitución en la que la opciónpredominante (36%) fue “ningu-na confianza”. Además, el 27%tiene “poca confianza”. Sólo un26% expresó “confianza”.

Respecto al Poder Ejecutivo,aunque la respuesta preferidafue “confianza” (38,4%), la opi-nión predominante es negativa:31% expresó “poca” y el 20%“ninguna” confianza.

Casi en la misma proporción(37%), hubo expresiones de“confianza” hacia las FuerzasArmadas. Además, el único sub-grupo en el que predominó “nin-guna confianza” hacia las filascastrenses fue el de los de iz-quierda, entre quienes el 34%se expresó por esa opción.

La desconfianza en las ins-tituciones aumenta entre losjóvenes. En el caso del PJ, por

Seguridadpública, elproblema

■ Consultados sobre cuálesson, en orden de importan-cia, los dos principales pro-blemas de los uruguayos,el 59% mencionó como pri-mera prioridad la seguridadpública, mientras que 8%de los encuestados men-cionó primero la educación.

Además, la problemáticaen la educación fue la se-gunda prioridad más repeti-da entre los participantes.

Identificados según laideología política, los que di-jeron ser de “centro” fueronlos más preocupados por laseguridad, ya que el 66% lomencionó primero.

ejemplo, el 56% de los que tie-nen entre 18 y 29 años expresó“poca confianza”.

Con el Parlamento sucede lomismo, con extremos de 40,2%de “poca confianza” entre losmayores de 60 años, y de 58,6%en la franja de 18 a 29 años.

Lo mismo sucede en el casode los partidos políticos. El 54%de los encuestados de entre 18 y29 años dijo tener “poca confian-za”, mientras que, entre los ma-yores de 60 esa respuesta fue ex-presada por el 34%.

El 42,5% de los menores de29 afirmó tener “poca confian-za” en el gobierno. Además, el43% de los que tienen entre 30y 44 años expresó “confianza”.Por su parte, entre los mayoresde 60 la “confianza” disminuye(32%) y aumenta el porcentajede los que no le tienen “ningu-na confianza” (28%).

Los niveles educativos tam-bién condicionan las respues-tas. Es así que, por ejemplo, elPoder Judicial, en el que pre-domina la “poca confianza”(42%), tiene la excepción de

que entre los que cursaron es-tudios terciarios el 41% mani-festó “confianza”.

Para el caso de los medios decomunicación, cuanto más lejosse llegó académicamente se ex-presa menos confianza: 51,3%de los que sólo terminaron Pri-maria mostró “confianza” en losmedios; de los que terminaronSecundaria sólo 37,5% tiene“confianza”, mientras que esarespuesta la dio sólo 28,4% de losque cursaron estudios terciarios.

La confianza en la Iglesiatambién varía según los nivelesde estudio. Entre los que sólocursaron Primaria el 42% dijo te-ner “confianza”, mientras queentre los que tienen estudios ter-ciarios la porción predominantefue la que se inclinó por no tener“ninguna confianza”, superandoel 40% de los entrevistados.

En el caso del gobierno laconfianza aumenta con el ni-vel educativo, con extremosdel 32% de “confianza” entrelos que sólo cursaron Primariay 41% entre los que tienen es-tudios terciarios.

URUGUAYOS CIEN X 100Domingo 17 de julio de 2011

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EL PAIS

Un futuro con menos inseguridady pobreza y una mejor educación

Paula [email protected]

Esta vez, el pesimismo que era tan nuestro se desdibu-jó. Al mirar el país e imaginarlo en 10 años, en los uru-guayos pesó más estar disfrutando de mejores índiceseconómicos y haber arañado la corona del fútbol mun-dial, que el desgano que heredamos de Onetti y la fa-mosa melancolía tanguera con que nos reconocen entodo el mundo.

El nuevo uruguayo, ese que se identifica más conForlán que con Artigas y que prefiere parecerse a Brasilantes que a cualquier país europeo; este uruguayo queahora dice ser feliz y que seguramente ya no respondael automático “acá estamos, llevándola”; este uruguayo,que parece sacado del Maracaná, ve con buenos ojos elfuturo del país.

Más de la mitad imagina una sociedad menos pobre(57%) y con más acceso a una educación de calidad(52,5%). No son tantos los que piensan que la brecha dedesigualdad se acortará en el correr de la próxima déca-da (46,4%), y menos aún los que los que creen que la in-seguridad va a menguar (44,3%). Pero siguen siendomayoría, y los que creen que en es-tas áreas estaremos peor, son losmenos. El optimismo impera.

En todos los casos son más opti-mistas cuando se identifican conuna ideología de izquierda y nocon una de derecha. A su vez, paratodos los temas son los más educa-dos los que auguran más mejoría.

POBREZA. En 10 años la pobreza sehabrá reducido y mucho. Eso afir-ma un esperanzado 12,3% de losconsultados, que en general sonmás hombres que mujeres, más delinterior que de Montevideo, de en-tre 30 y 60 años, y que completaronSecundaria. Además, el 20% deellos se define de izquierda.

El grueso de los optimistas seanima a decir que la pobreza se re-ducirá “un poco” en la década queviene: son el 44,7% del total, mu-chos de ellos jóvenes de entre 18 y29 años que, quizá por lo auspicio-so de la coyuntura, mantienen elpronóstico para los próximos 10 años.

El 16,8% más pesimista, que sostiene que la pobrezaaumentará, está compuesto principalmente de mujeresque en sus estudios avanzaron hasta Primaria, que hanvivido 60 años o más y que se identifican con ideologíasde derecha. El pronóstico de un 20% de los consultadosaugura quietud: la pobreza, para ellos, seguirá igual.

DESIGUALDAD. La mirada al futuro de la desigualdad esmenos optimista. En vez de 12,3% (como ocurría con lapobreza), son un 8% los que piensan que se reducirámucho. Y mientras 44,7% cree que la pobreza habrá dis-minuido un poco, representan 38,4% los que piensan lomismo de la desigualdad.

La brecha social se ha acortado en los últimos años.A partir de 2007, el Índice Gini —que mide la desigual-dad para poder compararla entre países— bajó, lo quesignifica que la riqueza se distribuye más equitativa-

LOS URUGUAYOS SON OPTIMISTAS CUANDO IMAGINAN EL PAÍS EN 10 AÑOS

En sus

pronósticos,

quienes son

de izquierda

y tienenmás

años de

educación

sonmás

positivos.

Pobreza y

desigualdad

lideran en

optimismo.

mente que antes. Sin embargo, parte de los uruguayosconsultados (15,9%) entiende que la desigualdad nocontinuará disminuyendo y en los próximos 10 añoshabrá aumentado. Uno de cada tres sostiene que la bre-cha permanecerá incambiada.

Los mayores de 60 destacan del resto ya que, en ge-neral, su pronóstico es más negativo. El 36% cree que ladesigualdad no mejorará (empeorará o seguirá igual), ycasi el mismo porcentaje de esta franja etaria (37,1%)pronostica que sí se reducirá. A su vez, los más pesimis-

tas son los que estudiaron menos y alcanza-ron a completar solo Primaria.

INSEGURIDAD. En este tema, sensible ycada vez más preocupante para los urugua-yos según revelan las encuestas de opinión,es en el que los consultados demuestranmenos optimismo. Si bien una mayoría re-lativa pronostica que la situación mejorará(44,3%), uno de cada tres cree que la inse-guridad habrá aumentado (29,9%), y otrotanto dice que no cambiará (17,1%).

En este caso, a diferencia de cuando sepregunta por la desigualdad, a más edad,más optimismo: el 10% de los mayores de60 años afirma que en la próxima década lainseguridad habrá disminuido mucho. Dealguna manera, haber vivido más aportauna mirada con más perspectiva, mientrasque los más jóvenes quizás no concibanmenos seguridad que la que hay.

Como en todos los temas, quienes se au-toidentifican con la izquierda son más posi-

tivos que el resto. Un 13% de este grupo augura que lainseguridad se reducirá mucho, frente a solo un 8,7%del total que se expresa de la misma forma. Son 42,5%los que se identifican con la izquierda y piensan que losdelitos bajarán un poco, cuando en el total de los con-sultados los que razonan así representan el 35,6%.

EDUCACIÓN. El acceso a una educación de calidad noserá para todos los uruguayos. En eso coincide el 82,6%de los encuestados, aunque aproximadamente la mitad(44,6%) pronostica que la educación en 10 años habráavanzado. El resto se divide en dos: 19% piensa que me-nos personas accederán a una buena enseñanza, y otro19,2% estima que la situación seguirá igual.

Los hombres son un poco más pesimistas: 40,1%piensa que no habrá mejoras, mientras 36,8% de lasmujeres comparte esa posición.

En este tema, los mayores de 60 son los que ven me-nos posibilidad de mejorar. Solo 45% de los que se en-cuentran en esta franja pronostican que la educaciónde calidad llegará a todos o al menos habrá mejoradoen la década que viene.

Que la educación avanzará es una sensación, sobretodo, de quienes tuvieron más posibilidades de formar-se. Un 8,5% de los que tienen un título de grado pien-san que en 10 años todos los uruguayos accederán aeducación de calidad, frente a un 7% de los que llega-ron a completar Primaria y comparten esa idea.

Con todo, la educación es un área en la que másconsultados (9,3%) reconocieron su incertidumbre.Cuando se les preguntó sobre pobreza, apenas 5, 6%dijo no saber qué sucederá en un futuro. Y cuando tu-vieron que imaginar el escenario de inseguridad y desi-gualdad, entre 7% y 8% se abstuvo de responder.Futuro. La mayoría piensa que las nuevas generaciones vivirán mejor.

83Por ciento deencuestados veimprobable quetodos accedana buena educa-ción en 10 años.

30Por ciento delos consultadospiensa que la in-seguridad serámayor en la pró-xima década.

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