Date post: | 24-Jan-2016 |
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VOCERRANTE (17)
Detectivesca
Apertura (Sobre “White Man Sleeps II”, por Kronos Quartet):
(Andante tranquilo)
“Las palabras vagan, yerran, buscan. Van y vienen por ahí hasta que encuentran
un refugio. En las manos, en los ojos, en cualquier cosa que las rescate del
olvido.”
Raúl
Este es el décimoséptimo programa de
VOCERRANTE.
Bienoídos y bienoídas.
Daniel
Existen momentos típicamente significativos en la vida de todos. Momentos
que en muchos casos bautizamos con un nombre y celebramos con un rito.
A fin de fijarlos de una vez y para siempre. A fin de generar alrededor de
ellos una cubierta de hechos para resguardarlos del olvido. Nacimiento, entrada a
la adolescencia, ingreso a la adultez, consagración a una causa, consolidación de
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una pareja, logros personales, logros colectivos, comienzo de una historia, final de
una historia, asunción de responsabilidades… Y el fallecimiento.
El nacimiento siempre es significativo, ya que con el nacimiento un
sinnúmero de posibilidades comienzan a desarrollarse, en algún punto del planeta,
en algún momento del ciclo de esa vida.
Por el contrario, las muertes, las muertes no tienen por qué significar nada.
En muy pocos casos abren otras posibilidades. Más bien, anula muchas. Todas
aquellas reservadas para ese hombre o esa mujer, que se cierran, como flores
mustias antes de haber podido abrirse.
De allí que la muerte nada sea, siendo que la nada nada es.
Lo que llamamos cultura no sea otra cosa que el impedimento o el retardo
de la entropía. No su negación, ya que también es parte de nuestro horizonte,
como una entre tantas posibilidades. Posibilidad de la muerte que también la
muerte acaba por cancelar.
La entropía es la necesidad en sí. La necesidad a secas.
Lo que queda debajo del último plato, de la última sartén, de la olla última.
Lo que queda después de la última despedida.
El residuo.
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Si cultura es entonces multiplicación de posibilidades; entonces también la
indagación cultural, científica o artística, no podrá tener otro cometido que el de
regresarnos permanentemente a nuevos nacimientos.
Existe una entropía de los signos, que es la a veces paulatina y a veces
drástica desaparición de sus significados. Comienza con la asignación de un
significado duro, inflexible, inalterable, luego avanza hacia su anquilosamiento, y
finalmente, decae en la obliteración o el cansancio.
En tanto el niño o la niña apenas nacidos perciben el mundo desde su
tremenda e inabordable complejidad total de estímulos sonoros, olfativos, visuales,
gustativos y táctiles, las construcciones de la imaginación tienen que ver con
recuperar esa forma abierta y dispar de conocimiento.
El animal humano es un sujeto de baja entropía. La entropía aumenta en un
sistema cerrado, pero puede disminuirse en cada apertura.
Raúl
Detrás de la puerta.
Detrás de la puerta siempre está el misterio. Cercano, palpable, constante,
asequible.
La causalidad rige los avatares de lo posible. ¿Pero qué lógica rige el
umbral?.
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El umbral es anterior a lo posible. Es el sitio en el que se encuentran aún
todos los caminos inescrutables, inconciliables, incompatibles, divergentes y
contradictorios.
El umbral
Como el sueño de una mentira prometida.
El umbral
Como la espera de una flor que no nació.
El umbral
Como el sonido de un cencerro en el vacío.
El umbral
Como el deseo de vos antes de vos.
Como el deseo de vos antes de mí.
El umbral donde aún resuena el grito
El umbral en el que habitan todos los silencios.
Donde el día no sigue a la noche, sino la noche a la noche. Y la mar a la
mar, y el verbo al verbo.
Donde confluyen antes y después,
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El ahora y el no sé cuándo.
El sitio en que la Luna acaba de pasar y aún no alcanza tu pensamiento.
El umbral
O el aún no.
El umbral
O el entonces todavía.
Detrás de la puerta puede estar el romance o la tragedia, la pasión o la
abulia, la traición o el compromiso…
Una revelación impactante… o la boleta del gas.
Como guionistas, esa situación se nos presenta a diario, bajo la forma de la
página en blanco. Bajo la forma del punto y aparte. Bajo la forma de un suceso, un
personaje, una perspectiva, una luz o un color que irrumpen inopinada e
inusitadamente.
En las relaciones de causa y efecto, nos movemos siempre dentro de lo
empírico inmediato. Dentro de las distintos derroteros de lo posible. Pero en el
umbral, se produce una amalgama latente, prometedora y amenazante.
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Es casi medianoche. Y la medianoche tiene ese sabor de punto
equidistante entre lo que acaba y lo que empieza. Es el umbral de lo distante y de
lo recorrido.
Es casi medianoche en cuanto detengo la escritura, y miro a mi puerta.
Detrás de la puerta una sombra se aproxima.
No espero a nadie.
Pero la sombra toca mi timbre y se detiene a esperar
A que le abra.
Primer Tema: “Noon Song”, de y por Chick Corea (04:08)
Acabamos de escuchar “Noon Song”, improvisación en piano solo de y por Chick
Corea (04:08)
Raúl
A la insidia de la duda, respondo levantándome del escritorio, sobre el que
definitivamente no estaba escribiendo nada, y abro la puerta, ante un absoluto,
amable y vergonzoso desconocido.
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Daniel
Buenas tardes. Me presento. Mi nombre es Nicomedes Arústigue Nobles.
De los Arústigue Nobles de General Pintado. Modelo. Hermoso.Millonario.
Necesito hablar con usted.
Raúl
Portaba una caja bajo el brazo izquierdo. Me extendió la mano derecha con
media sonrisa en un rostro maduro pero conservado.
La otra mitad de la sonrisa disimulaba un dejo de confusión y tristeza.
Sorprendido de que alguien quisiera hablar conmigo, tuve el aturdimiento de
agradecérselo, y apartando los papeles que tenía sobre la mesa le indiqué que
podía descansar allí la caja que portaba, cosa que hizo con indisimulable
celebración del alivio.
Liberado del peso, fui quitando algunos libros de la silla frente a la propia, y
lo invité a tomar asiento frente a mí, a la par que me dirigí a la cocina por un vaso
más.
Daniel
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No se moleste. No quisiera importunarlo. En verdad me ha costado mucho
tomar esta decisión, pero no he encontrado una mejor solución a nuestro
problema.
Raúl
Regresé de la cocina con dos vasos de agua. Mientras tanto, el hombre
aprovechó la soledad y estornudó. Debía ser alérgico al plátano que en esa época
pululaba por el aire. La caja era llamativamente grande, ahora que la tenía frente a
mí. En el medio de los dos constituía una presencia incómoda e inobjetable. Una
intrusión aparatosa, de la que desbordaban fotos viejas y más papeles
amarillentos.
¿Nuestro? – le dije, buscándolo con la mirada, para lo que tuve que inclinar
la cabeza hacia la izquierda, sorteando el obstáculo de la caja. El señor sentado
frente a mí tenía la cabeza móvil, como un manubrio flojo, y oscilaba hacia uno y
otro lado sin control aparente del movimiento.
Daniel
Perdón. No suyo. De los Arústigue Nobles.
Verá… Dos de mis tíos abuelos, dos de mis tías abuelas… Todos ellos
parientes sanguíneos… Han muerto en circunstancias… Cómo decirlo…
Inapropiadas.
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Raúl
Creo que se confunde.
Por mi parte, sólo soy guionista. Y de los que les cuesta el mango a diario.
Quizás usted esté buscando un detective.
Daniel
No, no malentienda. No busco culpables, ni causas, ni tesoros.
Sabemos además que no hay complot ni asesinos detrás de los hechos que
le pasaré a relatar.
Sólo busco sentido. Un sentido que me quite un poco esta angustia que
tenemos… Sí, le aceptaré un poco de agua. Gracias.
Raúl
Cuídese que está muy fría.
Daniel
La tomaré despacio. Sólo la necesito como apoyatura.
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Fíjese: Ricardo Arústigue Nobles. Patricio. Militar. Medalla al Mérito en el
Colegio Rosignaud. Tres veces ganador del concurso de tiro en tres distintas
especialidades.
Tropezó con la más elemental de las gracias de los dibujos animados: Pisó
la cáscara de una banana, se resbaló, cayó hacia atrás y se golpeó feo la cabeza.
Mercedes Arústigue. Velocista. Nadadora. Corredora. Subió (y bajó) tres
veces del Aconcagua. Casada con Rogado Somersbie Tancreddi. Dos hijos.
Se la lleva puesta una bicicleta alta, pintada de amarillo, sin luces. Ella, por
reflejo, no atinó sino a asirse de lo primero que encontró, para no caer.
Y lo primero que encontró fue el manubrio, por lo que perdió el equilibrio e
impactó de cabeza contra los adoquines.
Funesto Agraciado Nobles. Funcionario del Registro del Automotor de
Ciudad Agite. Una carrera intachable, una conducta impecable. En su hogar, en su
familia, en la Iglesia, en el Club de Fomento del pueblo… Le habían regalado un
reloj, que él odiaba.
A la salida de la oficina le manotean el reloj. Él apenas se defiende, más
bien ayuda a sacárselo de la muñeca. Pero el ladrón confunde su movimiento con
un intento de defensa y le dispara al pecho, por lo que pierde la vida casi
instantáneamente.
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Bienvenida Arústigue Nobles. Estanciera. Dueña de setenta y cuatro
hectáreas de un hermoso campo en el que cultivaba flores exóticas. Dura, fuerte,
segura de sí misma. Pionera y líder.
Una mañana, caminando hacia el vivero, en plena llanura austral cuando
apenas se divisaban una o dos nubes por el cielo, un rayo la incineró.
Raúl
¿Y qué relación hay entre todos esos nefastos sucesos?
Daniel
Eso es lo que espero que Usted me diga.
A mi pobre bisabuela, que aún vive, y a mí, nos tiene profundamente
angustiados que estas muertes sean tan casuales, anónimas, fungibles… ¿Cómo
decirlo?... Impersonales. Vuelven ridículo el acto de morir, como en el caso de la
cáscara de banana; o lo vuelven prosaico, como en el de la bicicleta; o lo vuelven
inútil como en el del reloj, que mi tío odiaba… O absoluta y puntualmente ajeno,
como en el caso del rayo fulminante.
Raúl
¿Y qué pretende que yo haga?.
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Daniel
Siendo usted guionista, tiene que encontrar un hilo, una trama, un sentido a
todos esos episodios.
Raúl
Pero es que… No son personajes… No se puede construir una historia
imaginada, porque han sido reales. Todos ellos.
Daniel
Así es, en efecto, por eso es que no quiero un hilo exterior, o fantástico, que
sólo profundice aún más su distancia con las vidas con las que acabaron, así
como la que las aleja entre sí… No, no… Queremos un hilo verosímil. Que tenga
forma de documentarse, referirse, ejemplificarse. Que pueda construirse con el
relato verdadero de sus vidas.
Precisamente, nos angustia que hayan tomado intervención tan
trascendente en la vida de nuestra familia, personas tan poco dignas, o tan poco
relacionadas con lo nuestro, o tan ajenas. Esto es… No lo tome simplemente
como una cuestión de clase, o de figuración. Imagínese que mañana a usted lo
confunden con, supóngase, Edgardo de Hernandez, y lo matan. Tendrá una
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muerte ajena, engañada, malhabida. ¿No sentiría deseos de regresar y aclararlo
todo?. O al menos que cierre de algún modo la historia y se cuente el secreto o
evidente lazo que unía a Edgardo de Hernandez con usted?
Raúl
Supongo que sí.
He tenido un sueño recurrente, en el que un personaje desechado, pero un
personaje secundario desechado de una de mis novelas, se me aparecía y me
disparaba. La sensación no era de pérdida, ni de riesgo, ni de abismo, sino de una
gran injusticia. Me despertaba inmediatamente con una sensación de vacío, de
falta… De prueba por el absurdo… Que me costaba luego hasta levantarme.
Daniel
Hemos leído algo suyo en ese mismo sentido. Por eso lo hemos buscado.
Le pondremos a su disposición todos los documentos, fotografías, videos, cintas,
testimonios y cuanta pertenencia requiera revisar, de cada uno de los que le he
estado mencionando. Esperamos que pueda volver a construir un mejor descanso
para todos ellos.
Mire, mi bisabuela dice que quienes han sido asesinados, si manifiestan
odio ante su homicida, se encaminan hacia el infierno; y si manifiestan perdón,
ascienden sin más al cielo.
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Sin embargo, quienes padecen este tipo de deceso genérico, ausente,
desencajado, no tienen dónde estar, y permanecen preguntando, preguntando y
preguntando hasta que alguien les brinde una respuesta.
Y ni siquiera importa que esa respuesta sea verdadera. Simplemente basta
una respuesta.
Raúl
(Las fotos que sobresalían de la caja comenzaron a cobrar una distinta
perspectiva. Ya tenían voces, cuerpos y figuras. Pero todo eso era un peso
enorme para mí así que le dije):
“No sé si me creo a la altura de semejante expectativa…”
Daniel
Lo está, lo está, créame. Hemos leído su obra. Tiene los componentes de
ficción y realidad que resulta necesario para esta tarea. Recuerde, por ejemplo, la
historia del gato de jalea, o la podadora enredada, o el reloj oculto en aquella
bomba. O el cuento de la tarjeta postal, que explicaba todo lo ocurrido en apenas
cuatro líneas…
Raúl
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Todo muy bien. Pero todo ese material era altamente maleable. Como único
autor y responsable, podía hacer de ellos lo que quisiera. En cambio, en su
propuesta hay un componente ineludible de factor real.
Daniel
En exceso, créame. La realidad en exceso te deja a orillas del absurdo. Por
eso queremos que usted se ocupe. No nos interesa hallar ninguna “verdad más
allá de las apariencias”. Sino, sólo un relato verosímil. Con puentes constatables.
Indicadores fehacientes…
Raúl
No puedo estimar tiempo probable de trabajo, ni comprometer resultados
que…
Daniel (interrumpiendo)
No tenemos mucho tiempo. Como le expliqué, mi bisabuela está
angustiada. Y no quiere morirse sin antes poder tranquilizar su corazón con un
relato razonable de las últimas muertes de la familia. Por el momento, tiene terror
a padecer una situación similar. Teme que le quiten la poca dignidad que aún
sostiene a duras penas, a través de cualquier acontecimiento pedestre.
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El pago va por adelantado.
Raúl
(Entonces sacó con visible esfuerzo un sobre de su pantalón, que colocó
sobre la mesa, al lado de la caja. No quise manotear, por respeto a tantos muertos
desplegados en el nombre y en las imágenes.
El sujeto se levantó, dando por terminada la charla y sonriendo con la otra
mitad de la boca con la que aún no lo había hecho, me ofreció su mano.)
Daniel
Nos volveremos a contactar en un mes. Ahí le dejo la caja con la que puede
comenzar a trabajar. No dude en llamarme al número que allí figura en la tarjeta
con mi nombre. No se limite por los gastos. Del lado anverso de la tarjeta figura el
número de cuenta al que podrá imputarlos. Siéntase libre en ese sentido. Un
gusto.
Raúl
(Volví a darle la mano, y sin soltarse de ella, caminó hasta la puerta por la
que había entrado. Con la mano libre, lo único que atiné a hacer fue abrirle la
puerta.
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Se fue sin solución de continuidad. Apenas noté que se fue sin decirme
cómo se llamaba.
Cuando volví al escritorio estaba aún la caja y el sobre.
Tomé agua de los dos vasos y comencé a trabajar).
Segundo Tema: “Xatilerer” de y por Vagif Mustafah Zadeh (05:27)
Acabamos de escuchar “Xatilerer, de y por Vagif Mustafah Zadeh
Raúl
Como un eco en el vacío.
Como en respuesta a voces no pronunciadas.
Como en cumplimiento de secretos olvidados y dispersos.
Busco la verosimilitud de un evento casual.
La verosimilitud de eventos que realmente ocurrieron.
Pocas cosas más inexplicables que lo que realmente ocurrió.
Mientras hacemos esto o aquello, lejos, lejos en el sentido de imperceptible
o incontrolable, cuando no hay llamadas ni recibos, cuando no hay búsqueda ni
hallazgo, se levanta un desenlace que nos tiene de objeto o protagonistas.
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Para mi asombro, el trabajo encomendado no sólo no fue penoso, sino que
desempeñado al principio como por compromiso, luego paulatinamente lo fui
llevando a cabo cada vez con mayor pasión.
Tenía que partir de lo real en tanto que posible. Y tenía que hallar la lógica
del umbral.
Aquello que allí estaba, que allí se presenta, que allí se pone de manifiesto,
como emergente de lo que no estaba, de lo ausente, de lo oculto.
Ciertamente era una labor detectivesca. De deconstrucción de un hecho.
De cuatro hechos.
Y tenía mucho de la labor del guión. De la deconstrucción de los términos.
Aquí en su acepción más precisa y literal, ya que hablábamos de las formas que
había tenido la muerte. Y de sus múltiples fuentes, derivaciones y significados.
Lo que no coincidía con la labor detectivesca era la falta de intervención del
mal, en tanto curso de acción confluyente con el resultado comprobado.
En las historias de detectives, el mal anula la búsqueda, la limita y la
reduce.
Aquí no tenía esa ayuda.
Tenía un caso de muerte por resbalón provocado por una cáscara de
banana (Ricardo); otro por golpe en la cabeza derivado de una maniobra frente al
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impacto de una bicicleta (Mercedes); otro por herida de arma de fuego en virtud
del robo de un objeto odiado (Funesto); y el último, por fulminación de la descarga
producida por un rayo (Bienvenida). Todos parientes, todos familia, de los
Arústigue Nobles.
Comencé por el reloj, el objeto que aún odiado por Funesto, era portado por
él y consultado cada vez que necesitaba saber la hora. ¿Por qué motivo lo llevaba
siempre? ¿Quién se lo había regalado?
No había fotos de Funesto con reloj sino hasta que le regalaran este en
particular. Un modelo de lujo de la marca Jean Goupeau, valuado en una
interesante suma de dinero. En la caja que me dejara su sobrino encontré la nota
con la que el Registro Nacional del Automotor se lo había otorgado en homenaje a
sus 30 años de servicios.
Probablemente lo usara como parte de su trabajo.
Pero todo eso correspondía a la lógica de la causalidad. No iba a hallar
nada por ahí.
En su lugar, presté atención a la hora. En uno de sus papeles manifestaba:
Daniel (en la voz de Funesto)
Siempre me parecieron ansiosos los relojes. Ansiosos y conminatorios. El
tiempo de las agujas es exacto, igual, preciso, ajeno a cualquiera de los momentos
a los que refiere. Segundos, minutos, horas sin peso, como saltos en el aire,
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prescindentes de mí mismo. Minutos-segundos-masa. Ya que tengo que portarlo
por agradecimiento profesional, intentaré ganarle la partida, y que comience a
fallar su mecanismo antes que se descomponga mi organización anatómica.
Así, en este día sin solemnidades y ante la sola presencia de mi hoja de
papel y esta birome, declaro no darle cuerda. Por ningún motivo, ni aún con motivo
en el aburrimiento. No darle cuerda nunca. Desde ahora y hasta que se detengan
sus agujas.
Raúl
Lo llamativo es que en todas las fotos donde se le veía la pantalla del reloj
pulsera de Funesto, marcaba las 18:32. Siempre las 18:32.
El primer registro del reloj de Funesto a las 18:32 era del lunes 29 de
noviembre de 1994.
Así que indagué acerca de los sucesos que rodearon a ese día, a esa hora.
Y el hallazgo pertinente lo obtuve de una nota del diario local, en el que se lo veía
a Funesto por primera vez en su vida, echando una mirada a su reloj. Al pie de la
foto de una nota sobre el buen funcionamiento del Registro, lo presentaba,
indicando de quién se trataba y agregando el detalle del regalo institucional.
Nunca antes Funesto había echado una mirada a su reloj. Ni a ese reloj, ni
a ningún otro reloj. Entonces, el tiempo comenzó a serle fungible, igual, plano,
continuo.
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Luego, me ocupé del rayo de Bienvenida.
Bienvenida, Arústigue Nobles. Estanciera. Dueña de setenta y cuatro
hectáreas de un hermoso campo en el que cultivaba flores exóticas. Fulminada
por un rayo.
Al principio examiné tratados meteorología, acerca de la mecánica de los
rayos, de la elección de los lugares de impacto, aprendiendo, entre otras cosas,
que se producen descargas descendentes y también ascendentes, desde el
complejo nuboso hasta la tierra pero también desde la tierra al complejo nuboso.
Tuve a mi alcance tratados de ceraunomedicina, sobre el tratamiento que debe
darse a los pacientes que hubieran sufrido los impactos de los rayos atmosféricos
en el cuerpo… Pero sin mayor fortuna.
Existen en cualquier momento, en este mismo momento, alrededor de mil
ochocientas tormentas eléctricas sobre alguna parte del planeta.
En la mecánica del rayo, según pude estudiar, en primer lugar se produce
un canal o una guía de descarga, que alcanza cerca de los cien metros sobre la
superficie terrestre. Luego tiene lugar el arco eléctrico, que parte DESDE el suelo
hacia la nube, trazando el trayecto del rayo, abriéndose entonces una sucesión de
arcos subsiguientes que se van disparando a modo de fractales del originario.
El impacto no es unidireccional, de arriba hacia abajo, sino que la zona de
impacto ya viene sugerida por el arco que se proyecta desde ella hacia arriba,
hasta hacer contacto con la corriente que emana desde la nube en el circuito
eléctrico así establecido.
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Entonces, me enfoqué en los diarios que Bienvenida llevaba con relación a
sus flores exóticas, donde su jardinero anotaba todos los injertos, esquejes y
combinaciones que ella llevaba a cabo, con el resultado obtenido en cada
generación.
Así, alrededor de un año antes del fenómeno fatídico se puede leer:
Daniel (con la voz del jardinero)
Lunes 8 de noviembre.
Eliminadas las dos primeras generaciones, las rosas negras de tercera
generación se han vuelto definitivamente estables. Presentan los mismos
pigmentos en todos los especímenes. El color es notable y persistente. Aún en
aquellas que se encuentran levemente marchitas.
Lunes 14 de noviembre.
Las orquídeas rojas de cuarta generación han alcanzado la saturación del
pigmento buscado. Los especímenes son estables y se manifiestan constantes a
lo largo de toda su floración. Incluso en el periodo de pimpollo.Sólo se han tenido
que eliminar diecinueve ejemplares defectuosos
Lunes 20 de noviembre.
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Las calas verdes reproducen el mismo fenotipo en todos sus especímenes.
No se ha tenido que eliminar ninguno.
Lunes 27 de noviembre.
Han desaparecido todas las variaciones. Orquídeas, calas y rosas se
mantienen en sus coloraciones básicas. Todas las floraciones han presentado la
misma coloración.
Raúl
“Han desaparecido todas las variaciones”. Esa sentencia estaba dando
cuenta del principio del fin. Un año después, Bienvenida sería impactada por un
rayo.
Con dichas averiguaciones compiladas, me avoqué al estudio del caso de
Mercedes.
Mercedes, velocista, nadadora, alpinista. Muerta por traumatismo de cráneo
por impacto contra adoquín, derivada de un manotazo dirigido al manubrio de una
bicicleta, que al doblarse provocó la pérdida del equilibrio y la consecuente caída
de cabeza.
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Por lo que pude averiguar, haciendo el rastreo de la bicicleta que provocó el
siniestro, había sido reparada ese mismo día, hacía pocos minutos. Con lo cual,
era muy poco probable que el manubrio se encontrara flojo.
La constante en todas las carreras de Mercedes había sido la línea recta. O
la ascendente, en el caso del alpinismo.
Entre los informes preparados por su entrenador físico, pude extraer las
siguientes observaciones:
Daniel (en la voz del instructor)
“A los dos kilómetros Mercedes comienza su aceleración constante. Dicha
aceleración se mantiene mientras no encuentre obstáculo. En realidad, la meta
para Mercedes es el primer obstáculo que detiene su proceso de aceleración.
“Hemos comprobado que aún con los ojos vendados, Mercedes corre en
línea recta, la que se mantiene en tanto la aceleración se mantenga. No se
aconseja disminución alguna en la intensidad del tranco, ya que cualquier
distracción no sólo retrae su velocidad sino que le producen mareos que le
provocan una fuerte inestabilidad”
25
Raúl
Entre los papeles personales de ella, se percibe asimismo una notable
obsesión por las puertas. En su carrera permanente, las puertas significaban un
sentido, el ingreso a un lugar, el egreso de un lugar. El paso, no simplemente el
pasaje. Así, en su casa de campo, donde pasaba la mayor parte del tiempo,
contaba con siete habitaciones y setenta y dos puertas que comunicaban a unas
con las otras, y hasta puertas intermedias que se comunicaban entre sí. Puertas
que daban acceso a otras puertas y éstas a otras más, hasta ingresar en las
habitaciones.
¿Era posible que este afán de superación constante tuviera cierta debilidad
por las curvas, sobre todo por las curvas descendentes?. Ello explicaría la pérdida
de equilibrio por el manotazo al manubrio que se da vuelta.
Con esta pregunta en mis anotaciones, encaré el caso de Ricardo. Militar y
tirador profesional, que murió por un resbalón al pisar la cáscara de una banana.
De su cuaderno de órdenes para sus subordinados, extraigo algunos
pasajes:
Daniel (en la voz de Ricardo)
“La principal ocupación del tirador profesional es la limpieza del arma”.
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“El aseo es primordial en toda presentación oficial. No sólo en el uniforme,
sino también en el camino que se haya de transitar, la marcha debe poderse
realizar con la visa al frente, por lo que se procurará liberar de cualquier tipo de
obstáculos la zona a atravesar durante la misma.”
Raúl
Aquí era evidente la correlación. La cáscara de banana es el emblema de la
basura. El ícono de la basura. Resulta comprensible por ende que haya perecido a
manos de una de sus más encarnizadas preocupaciones.
En definitiva, en los cuatro casos, teníamos factores atrayentes, cada uno a
su modo, del golpe fatal.
Nicomedes sobrevino, tal como lo había anunciado, un mes después de su
primera aparición.
Daniel
¿Ha podido hallar alguna regularidad?. ¿Ha avanzado en algo su
investigación?. Necesito resultados concretos.
Raúl
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Por la mera acumulación de tiempo, de uniformidad, de continuidad, de
pureza, se atraía fuertemente la irregularidad, la casualidad, el “destino”.
La acumulación ciega de tiempo, como en el caso de Funesto, tantos años
en la misma oficina; de uniformidad, como en el caso de Ricardo, siempre preciso,
pulcro y marchoso; de continuidad, como en el caso de Mercedes, siempre hacia
adelante o arriba; o de pureza, como en el caso de Bienvenida, siempre buscando
el especímen inmaculado, acrecen la entropía. La entropía es pérdida de
complejidad, de diversidad, de potencia. Cuando la obra queda subsumida en el
umbral, y el único contacto con la realidad entonces debe venir de un componente
azaroso.
Los Arústegui Nobles acumularon un enorme capital a lo largo de su
historia.
Y el capital es entrópico, más entrópico a medida que se aleja del trabajo, o
producción de energía.
Hasta ahora es cuanto puedo informarle, Señor Nicomedes.
El capital es entrópico. De allí que sólo le quepa entrar en contacto con
desenlaces insólitos o ridículos, hasta que pueda desenvolverse sus únicas
derivaciones propiamente causales, la de la apostasía o la de la revolución.
Daniel
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Daré cuenta de este primer informe a mi bisabuela. No creo que sea de su
satisfacción. Estimo que deba usted encarar una nueva línea de investigación,
más centrada en la psicología de los personajes, o en los avatares de sus
relaciones amorosas o comerciales.
Tomo nota de lo realizado, y por ahora sólo puedo decirle que retiro de
usted mi voto de confianza.
Raúl
Como usted desee. Apenas si usé el dinero que me dejaron. Tómelo. Está
en el mismo sobre en el que me lo otorgó hace un mes atrás.
(Nicomedes, modelo, hermoso, millonario, no pronunció palabra. Movió su
cabeza en sentido negativo, como un manubrio flojo, y cuando abrió la puerta para
irse tuvo la torpeza de impactar contra el espejo (era alérgico al plátano y
estornudó de golpe frente a ella, adhiriéndosele una astilla de medio milímetro de
espesor en su aorta, dibujándole en la piel unas estrías en forma de rayos. Eran
las 18:32).
Tercer Tema: “Para los que no tienen nombre”, de Roque de Pedro, por
Andrea Merenzon en fagot y María Inés Guimaraes en piano (04:53)
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Acabamos de escuchar “Para los que no tienen nombre”, de Roque de Pedro, por
Andrea Merenzon en fagot y María Inés Guimaraes en piano
Cierre
(Sobre “L´inverno” Segundo Movimiento – Antonio Vivaldi, por Il Giardino
Armonico):
(Lento - Grave)
“Siguen vagando las palabras, criaturas del aire, harinas de tiempo, hurgando por
las cuerdas, y los labios y la boca, para vibrar de nuevo.”