Página | 2
Autor: MªDolores Alonso Casañ
Isbn: 978-84-613-2204-6 Deposito: PM-1399-2009
Página | 3
Capítulo Primero-Quien soy, quienes somos
¿Alguna vez habéis visto a alguien tan insensato que
de una lata de atún saque un besugo vivo?
¡Estoy casi segura de que no!, soy Adelaida, bueno
llamarme Adelita, tengo ocho años recién cumplidos, y
vivo con mis dos tíos, Eduardo y Teresa. El de la lata
de atún es mi tío Eduardo, tenéis que verlo hacer
aquel tipo de magia tan extraña que con tanta
habilidad el solo efectúa.
Esperar un momento, quiero contaros como son
físicamente mis tíos para que así los conozcáis un
poquito mejor. Mi tío Eduardo fue a la guerra en los
años…. ¡Caray no lo recuerdo !,¡ Ya, sí, creo que lo
recuerdo, eran tiempos de por lo menos cuando los
indios apaches y todo eso de lanzas y cosas así, el era
un coronel de la vieja caballería !,¡ siempre contaba
cosas de sus batallas cuando nos sentábamos las
noches de navidad junto a la chimenea para abrir los
regalos, parecía que aquel tema le hacía sentirse
joven, púes ya se adentraba a la edad de los setenta y
nueve años, con aquel sobrepeso que llevaba encima,
por su gran tripa, y esos zapatones que le hacían
parecer mucho más alto e esterilizado de lo que
realmente era. Nunca dejaba a su buena pipa lejos de
él, ¡dichoso humo!, oía decir cada día a mi tía, mientras
Página | 4
con sus suaves manos, me peinaba el cabello cada
mañana.
La forma física de mi tía era gruesa, más tenía cuatro
pelos negros en la barbilla, los cual cuando se distraía
me encantaba estirar haciéndola rabiar.
Mi tío Eduardo, me decía constantemente, qué la tía
Teresa, tenia mostacho, ¡sí, eso que le llamáis bigote
muchos de vosotros!; aquella situación, me producía
una risa enorme, imaginando a mi tía, con aquella facha
gruesa, con bigote y una enorme barba.
¡Adelaida!— oí gritar a mi tía— ¡Otra vez
soñando despierta, bájate de las nubes, y haz
los deberes del colegio, o nuevamente
conseguirás que te vuelvan a suspender de
curso!— dijo mí tía entre regañadientes— ¡Y
esta vez, sí suspendes no habrá tarta de
chocolate ni regalos, ni nada, y mucho menos
magia!
¡Tía!— dije protestando— ¡No es justo!
Estudia y te diré lo que es o no justo.
Mi tía se acerco cariñosamente hacia mí, me sacudió
con cariño la melena, y sobre ella poso un beso. Era la
mujer, más tierna e encantadora para mi, de todo el
universo; ella, a diferencia de mi tío, no le gustaba
para nada la magia, decía que ello, era algo malvado
Página | 5
que debía dejar de existir entre nuestra familia. Pues
la hechicería, venía por parte de mis tatarabuelos
hasta llegar a mis padres, terminando en mí.
Aunque yo todavía, no soy tan buena como mi tío
convirtiendo las latas de atún en un besugo vivo, pero
estoy convencida que un día lo lograre.
Todo lo que he conseguido hacer en este tiempo es
hacerme solo un poquito invisible, digo un poquito,
porque lo mas que consigo hacer que desaparezca de
mi es mi dedo meñique. A mi tío la situación le parece
grotesca siendo una falta de educación por la buena
magia, en cambio a mi tía le parece todo un horror, de
que una niñita de ocho años ande escondiendo ya sus
pequeños dedos.
¡Dichosa mujer!— oí protestar a mi tío —
¿donde dejaste la poción que fabrique de
cuernos de murciélago?
¡Déjame en paz con tus dichosas pociones que
no quiero saber nada de ellas!— le respondió
enfadada Teresa.
¿Donde la metiste mujer? , ¡se de sobra que
solo tú has debido de ser, con esa manía tuya de
tener siempre las cosas guardadas bajo llave!
Página | 6
¿Y qué pretendías que Adelita le diera un sorbo
a la poción y cayera muerta burro?—respondió
enojada Teresa.
¡Ves, ves como has sido tú! ¡dichosa mujer del
demonio! ¡devuélvemelo inmediatamente!—
ordeno mi tío muy enfadado, dirigiéndose hacia
mi tía con los ojos encendidos.
Mi tía muy molesta por la actitud de mi tío, se dirigió
a paso ligero hacia la despensa del final de la puerta,
la abrió y busco una llave dorada, introduciéndola en
una pequeña cerradura, la abrió y saco aquella poción
del demonio, como decía mi tía.
¡Tómala pesado! – dijo mi tía casi echándosela
encima— ¡ten más cuidado la próxima vez, o te
la tirare por el agujeró de la pila!
¡Cuidado mujer, que esta opción es muy
potente!— dijo mío tomándola con mucho
cuidado.
¿Que has hecho tío?— pregunte emocionada y
curiosa al oír sus palabras.
Una cosa que no te puedo revelar Adelita— dijo
mi tío con una gran sonrisa.
¡No hay derecho!—proteste cruzándome de
brazos— ¡Quiero saber lo que es!
Página | 7
¡Poción de murciélago!—me respondió mi tía— es
todo lo que debes de saber de momento, ¿de
acuerdo pequeña?— insistió mi tía— ¿Hiciste los
deberes que te dije?
No – le respondí furiosa.
¡Pues ya sabes lo que tienes que hacer!—dijo mi
tía señalándome mi habitación.
Me dirigí muy enfadada a mi cuarto, no tenía ninguna
intención de hacer caso a mi tía en lo de estudiar, solo
sentía una enorme curiosidad, de saber que estaba
preparando mi tío con aquella poción, que según el
trato que le estaba dando tan cariñoso y minucioso,
debía de tratarse de algo genial. Cogí de la pequeña
biblioteca que disponía mi habitación, un libro de la
familia, eran fotografías de cuando mis papas estaban
vivos, pues ellos murieron cuando yo vine al mundo,
dicen mis tíos que fue un accidente de coche lo que los
mato, sin embargo, he oído decir a otros, que fue el
mago más poderoso del reino quien termino con ellos.
No sé quien dirá realmente la verdad, pero un día lo
sabré y entonces con mi magia, vengare a mis padres
si ha sido culpa del demonizado mago, quien termino
con ellos. Me tumbe en mi cama boca abajo, con el
libro abierto, y vi las fotos de mis padres, como me
saludaban y me hablaban tras ellas. Mi madre estaba
Página | 8
guapísima aquel día de su boda, con aquel traje crema,
y ese peinado suelto, que hacía parecer una diosa
hermosa, mi padre en cambio, parecía con aquel traje
horrendo negro, que venía de un funeral, esa foto, era
la única, con la que yo podía contactar con mis papas,
diciéndoles, como estaba, y como estaban mis tíos.
Siempre me hablaban y me decían que me querían, lo
curioso, era que siempre me decían las mismas
palabras, era como si tuvieran una grabadora puesta
en sus bolsillos, y siempre decían lo mismo, pero no me
importaba, porque todos los días, me decían que me
querían. Había también en aquel álbum familiar, una
foto de una mujer con una gran verruga marrón me
daba miedo verla, era una señora mayor, tendría por lo
menos unos ochenta y ocho años, o más, la foto era en
blanco y negro, y debajo de ella ponía,” Abuela
Adelaida “,Entonces yo me asustaba, porque tenía mi
nombre, estaba claro, que aquella mujer tan fea y
vieja, era de mi familia, pero no sé si realmente seria
mi abuela o mi bisabuela, pues el álbum era muy, pero
que muy viejo, de hecho cuando lo cogías, el mismo,
del polvo tosía, y eso que yo, siempre que podía y
recordaba, que en la casa aparte de Carlota la araña, e
Tina la rata, también se solía generar, un polvo
desagradable que rodeaba el hogar. Comencé a
Página | 9
aburrirme pensando en mis obligaciones, púes aunque
las estaba esquivando savia que tarde o temprano
debería de comenzar a efectuarlas, porque si una cosa
tenía claro, es que la tarta de chocolate que hacia mi
ti, estaba tan entrañablemente rica, qué era imposible
no comérsela con desespero. Recuerdo que el año
pasado, mi tía le añadió un pequeño ingrediente más a
aquella tarta, si, fue corteza de naranja, he incluso le
coloco un poquito de fresa entre medias de aquellos
cremosos pedazos de chocolate.
En esa ocasión, yo no savia que a mi tía le había dado
por rellenar aquella fantástica tarta, así que cogí un
cuchillo, y con mis torpes manitas tome un trozo,
convirtiendo la tarta en una gran pasta pegajosa en el
suelo. Que contar que mi tía me riño por no esperarle
a que fuera ella quien la cortara, pero en el fondo mi
tía rió, al ver aquel aspecto espantoso y sucio que mi
cuerpo llevaba.
¡Adelita! – dijo mi tía tocando insistente mi
puerta— ¡Los tíos nos vamos a la plaza!
Me levante deprisa de mi cama y corrí a abrirle la
puerta.
¿Puedo ir con vosotros tía?— dije tirándole del
vestido suplicante— ¿Porfía?
Mi tío miro a mi tía y esta me miro a mí.
Página | 10
Enséñame lo que has trabajado—dijo mi tía.
Arrastre inocente mi pie por el suelo comenzando a
hacer pucheros como si fuera un bebe buscando en mi
tía, esa parte de ella que la hacía sentir un poquito
culpable, para así conseguir mi objetivo, que era irme
con ellos a la plaza.
No me dio tiempo— dije en voz baja.
Entonces deberás de quedarte en casa—dijo mi
tía firmemente mirándome a los ojos
¡Te prometo que los haré cuando volvamos!—dije
insistente— ¿vale tía, tío?
Ambos volvieron a mirarse sin estar muy convencidos
por mis palabras, púes no era la primera vez que les
prometía algo y luego se me olvidaba cumplirlo.
Solo esta vez— dijo mi tío sin perder la vista de
mi tía nada convencida— pero debes de
prometer que no tocaras nada de la plaza.
¡Y mucho menos pedir nada!—dijo mi tía
rápidamente— ¡Tus tíos son pobres y ahora
mismo no pueden malgastar mucho! ¿oyes
Adelita?
¡De acuerdo!—dije con los labios fruncidos.
Aquello de no poder pedir nada, me enojaba
terriblemente, púes no tenía otra ilusión que mi tío me
Página | 11
comprara un cubo mágico, pero estaban muy caros,
veinticincos peonzas de gato.
¡Pero al menos podré decir lo que me gustaría
para navidad! ¿verdad tía?—dije con cara de
pena, esperando algo de piedad por parte de
ambos.
¡Solo decir, eso será todo! ¿conforme Adelita,
Teresa?—dijo mi tío mirándonos a las dos.
¡Está bien!—dijo mi tía a mi tío— ¡Pero lo que
dice tu tío he Adelita!
¡Sí!—dijo dando un salto de alegría al mismo
tiempo que abrazaba a los dos.
¡Vístete rápido!—dijo mi tío— te esperamos en
el coche.
El coche de mi tío, sí a aquella masa de hierro oxidada
se le podía llamar alguna vez vehículo, era un pequeño
camioncito abierto, repletos de tableros viejos; que al
poner en funcionamiento, era tal estruendo el ruido
del motor que hacía, qué hasta los mismos vecinos, y la
señora Margarita que vivía una calle más abajo
asomaban sus cabezas para decirle a mi tío. “¡Eduardo!
¿Que no te decides a cambiar de coche? ¡Mi hermano
tiene uno que está bastante bien, y lo vende barato! ”
O también “Eduardo tira esa chatarra de una vez por
todas, estas contaminando con ella la ciudad entera”.
Página | 12
Eso cuando no eran risas sarcásticas las que se oía. Y
es que en cierta forma, aquel coche, tenía más de
cuarenta y nueve años, pero seguía funcionando, según
decía mi tío, igual que el primer día. Mi tío le tenía
tanto acepto a aquel montón de chatarra, que aunque
le dieran por el mil peonzas de gato, no lo entregaría.
¡Por fin llegaste!— dijo mi tía haciéndose a un
lado para que pudiera sentarme junto a ella.
¡Si, ya estoy aquí!—respondí con una enorme
sonrisa.
¡Te arreglaste demasiado!—dijo mi tío
ofreciéndome una mirada burlona.
¡Déjala está bien!—repuso mi tía—si entre
nuevamente dentro de la casa a cambiarse
haremos tarde, y se irá Aramios.
Si tienes razón— le respondió mi tío
¡Tía!— dije cogiéndole del jersey que llevaba
puesto— ¿Quién es Aramios?
¡Es un señor que tiene como todos los de allí una
tiendecita de productos mágicos!—dijo mi tía
exaltada por el primer bache del camino.
¿Y que vende ese Aramios tío?—pregunte
curiosa.
¡De todo!—me respondió riendo— ahora silencio,
déjame que me centre en la conducción, no es
Página | 13
bueno que me distraigas, podíamos sufrir un
percance.
¡Si con este montón de chatarra no vamos a más
de quince kilómetros por hora tío!—dije
renegando, mientras mi tía hábil con una sonrisa
en la boca, ponía su mano en mi boca para
hacerme callar deprisa, mientras arrimaba sus
labios cerca de mi oreja y me decía
cariñosamente.
¡Si no te callas Adelita, conseguirás que tu tío
nos deje aquí en medio de la nada y tengamos
que regresar andando, ya lo conoces!
Mire a mi tía, y a mi tío, y he de decir, que sus
palabras me convencieron por completo, aquella zona
desértica que estábamos pasando, no era
precisamente uno de mis sitios favoritos en los que
andar, al menos si nos dejara tiradas en la senda de
los patos, podría ser que hasta me gustara, pero allí,
era todo kilómetros de tierra. Un día me dijo mi tía
que aquello tan desértico una vez había sido un campo
repleto de un esplendor verde apoteósico increíble.
Ciertamente yo no lo conocí, pues como ella decía, ni
siquiera yo había nacido, me hubiera gustado verlo con
ese verde que mi tía decía.
Página | 14
¡Estamos llegando!— dijo mi tío, mientras
reducía aún más la marcha de la camioneta.
¡ Creí que no llegábamos nunca!—protesto mi tía
Lo cual yo no dije nada, y mostrándoles una gran
sonrisa a ambos, me puse en medio de los dos,
tomándoles de las manos.
¡Anda Adelita!— dijo mi tío soltándome de su
mano— ves y mira lo que te guste.
¿De verdad puedo tíos?— dije extrañada
mirando a los dos.
Es peligroso que ande sola por la plaza
Eduardo— protesto mi tía
¡Ya es mayorcita!—respondió el— dale un poco
de confianza, además—dijo mientras me
miraba— es algo más responsable—esto último
lo dijo no muy convencido, e al mismo tiempo
que intentaba convencerse a sí mismo.
¡Gracias tíos!—dije yo dando un gran salto,
ofreciéndoles uno de mis grandes y sonoros
besos.
Sin perder ni un minuto más de mí apreciado tiempo,
por si se echaban atrás, Salí de inmediato hacia el
mismo bullicio del mercado.
¡ Adelita!— grito mi tía
Página | 15
¡ Si tía!—conseguí responderle ya demasiado
lejos de sus manos
¡Nos vemos en la camioneta en un par de
horas!—dijo finalmente mientras ella también
se iba.
¡Vale tía!—le respondió ya metida en el
mismísimo bullicio de gente.
Había muchos extranjeros desde Hombres acordeón,
a mujeres Arpa, debían de estar viniendo de tierras
lejanas a comprar pócimas que solo en la plaza podían
encontrar. Quien me extraño ver en un mercado como
aquel fue al hombre enano, un hombrecito de no más
de cuarenta centímetros con un genio terriblemente
espantoso, y muy, pero que muy grosero a mi parecer.
Los enanos, eran personas que no solían salir de sus
escondites casi nunca, solían vivir como los animales
en manadas de treinta a cuarenta metidos en cuevas
subterráneas, no solían hablar con nadie del exterior,
y cuando lo hacían, debido a no tener costumbre de
hablar, lo hacían muy groseramente, no siendo bien
recibidos allá donde fueran.
Hacía mucho tiempo que no visitaba la plaza, y que
deciros que realmente me encanto encontrarme allí a
mis anchas , sin nadie que en aquel preciso instante
mandara sobre mí, cuando vi al mago convertir a una
Página | 16
hermosa gallina, en un temible oso gris que termino
espantando a la gente de mala manera. Continúe
caminando unos metros hacia delante, y allí , junto
aquella parada horripilante ,llena de restos arácnidos,
se encontraba mi más preciado objeto, mi ansia de
deseo, el cubo mágico.
¡Tenia tantas ganas de tenerlo…!todos mis amigos
tenían uno, menos yo, mis tíos decían que todavía no
estaba preparada para tener ninguno, y yo opinaba
todo lo contrario.
Qué pequeña – me dijo la mujer de la parada,
una señora mayor con una nariz enorme— ¿vas a
comprarme un cubo o solo vas a mirar?
¡Solo mirar!—le respondí rápidamente con
vergüenza.
¡Valla, creí que serias una buena compradora, te
vi demasiada decidida al llegar a mi parada!—
sonrió con una sonrisa espantosa.
¡No tengo peonzas!— le respondí— pero si –
continúe hablando con la mujer— ¡me gustan
mucho sus cubos!
¿Por que no le pides dinero a tus papas y me
compras uno?— dijo inteligentemente la mujer.
¡Porque no tengo papas!—le respondí con
tristeza— ¡Y mis tíos son demasiado pobres!
Página | 17
¡Ya veo!— ya veo— dijo la mujer observándome
con detenimiento— ¿y donde están tus tíos?—
pregunto insistente.
¡Fueron a la tienda de Aramios!—respondí
rápidamente intentando leerle las intenciones a
la mujer.
¡Valla!— dijo ella desconcertada— ¡Dices que
son pobre pero le compran a Aramios, ese
tiparraco que es un vil roñoso y carero!—dijo
protestante.
¡Bueno señora!—dije algo temeroso por su cara
de enojo— gracias, me voy.
¡Espera pequeña!— dijo la mujer— voy a hacer
algo que nunca antes he hecho— dijo la mujer
poniéndose de pie— te voy a regalar el cubo
mágico que quieras.
¿De verdad señora?— pregunte extasiada de
alegría.
¡Sí!— afirmo ella— pero a cambio has de
hacerme un favor.
La mire por un instante, intentando imaginar que se le
estaría pasando por la cabeza, ¿y si me pedía alguna
cosa muy mala? ¡Deseaba tanto ese cubo!, ¡sí, pero no
haría nada malo, no señor!
Página | 18
Deberás de entrar a la tienda de Aramios con el
cubo, y decir a pleno pulmón, que la Rapiña de la
tienda diecinueve te ha regalado el cubo, y que
está haciendo los mejores precios del
mercado— dijo firmemente— ¡sí!—dijo ella—
¡con ello será suficiente!
¡Pero eso le quitara clientes a Aramios!— dije yo
protestando.
¡Ciertamente creí que deseabas un cubo mágico
pequeña!—dijo ella algo decepcionada por mi
preocupación.
¡ pero está mal hacer lo que me pide!— le
respondí
¡No pequeña!— dijo ella— esto se le llama
competencia de venta—río—cuando seas mayor
lo comprenderás. — finalizo ella— Bueno,
¿quieres o no quieres el cubo mágico?—me
pregunto como un ultimátum.
Apreté mis labios, y mire los cubos que me estaban
llamando a gritos, y elegí el azul.
¡Savia que eras una chica lista!—sonrió la
mujer— el azul es el mejor cubo mágico.
¿Que tiene de especial?— quise saber.
¡Eso lo averiguaras tu con el tiempo!— dijo
sonriente la mujer—porque hay ciertas cosas
Página | 19
que dispone el cubo, que solo podrás ver en él,
cuando seas una mujercita.
¡Ya lo soy!— respondí rápidamente.
¡No!— rio cariñosamente— ¡Todavía eres una
niña!—cogió el cubo que había elegido y lo poso
en mis manos— yo en cumplido con mi trato, se
buena chica y cumple con el tuyo.
Cogí mi aclamado y deseado cubo, y corrí desesperada
hacia la tienda de Aramios que estaba a rebosar de
buena clientela comprándole, unos de ellos eran mis
tasque al verme sonrieron sin darse cuenta lo que
llevaba en la mano. Comencé a gritar a pleno pulmón
las mismas palabras que la señora Rapiña del
diecinueve me había dicho que gritara, no paso más de
un minuto que la tienda se convirtió en un local vació, y
un bullicio de gente fue a parar a la tienda diecinueve.
¡Dichosa niña!— se abalanzo sobre mí el tendero
muy enojado— ¿Has visto lo que has conseguido
con tus voz arrones he?
Me retire hacia atrás aterrorizada al ver la cara
espantosa del señor Aramios, buscando el refugio
detrás de mi tía. Mi tío al ver el comportamiento tan
nefasto de Aramios, cogió su compra que iba a pagar
tirándosela a la cara muy ofendido, cogiéndole
fuertemente del pecho con una mano y le dijo.
Página | 20
¡Si te atreves hacerle daño a mi sobrina te
rebano el cuello!
Aquel hombre su rostro comenzó a convertírsele en
blanco.
¡Fuera!— nos grito a los tres— ¡fuera de mi
tienda, no quiero veros más por aquí!
¡Ni falta que hace!— le grito mi tía enojada—
¡mal tratador de niños, ya podrías tu,
sinvergüenza, qué a pedazos se te debería de
caer la tienda por ser tan usurero!
Dicho esto mi tía firmemente, me tomo de la mano y
salimos los tres fuera; a lo lejos, vi a la señora Rapiña
vender una tras otra poción mágica y cubos, se le veía
muy contenta, y algo extasiada por el excesivo
trabajo, pero su sonrisa era mayor.
¡No está bien lo que hiciste Adelita!— dijo mi
tío riñéndome.
Yo no le respondí ni una sola de las palabras que me
dijo mi tío echándome la culpa, porque savia que tenía
razón, pero, en el fondo, me daba un poquito lo mismo.
Pues la señora Rapiña había cumplido con su parte, y
yo con la manteniendo por fin, mi cubo mágico.
Página | 21
Capitulo segundo-Mis primeras Pruebas
mágicas
¡Valla esto es estupendo!— me dije a mi misma
cogiendo un pequeño librito que tenia debajo del
cubo mágico pegado— ¡son las instrucciones!
¡Adelita!— me llamo mi tía— ¡La comida esta
puesta en la mesa, ven a comer!
¡Voy tía!— respondí ansiosa de comenzar a
elaborar mis primeras pociones.
Deje estar el cubo, me sacudí aquel horroroso vestido
rosa con un lacito a juego que en aquel momento
llevaba puesto y Salí corriendo a sentarme a la mesa.
¡Creo que se te olvida algo Adelita!— dijo mi tío
señalándome las manos.
¡Valla!— dije dando un salto de la silla— ¡Lo
siento tío!—le respondí con una sonrisa.
Mis tíos se miraron y rieron.
¡ Es igualita que su madre!—rió mi tía al tío
Eduardo
Tiene sus ojos— respondió tristemente el
Se volvieron a mirar tristemente e intentaron cambiar
de tema.
¿Ya te lavaste las manos Adelita?— pregunto mi
tío, que veía venir corriendo hacia la mesa
nuevamente.
Página | 22
¡Si tío!— le respondí acomodándome a la mesa y
pinchando del plato una patata frita, que iba
dispuesta a meterse en mi boca— ¿Has
conseguido hacer algún conjuro nuevo?
¡Sabéis que no me gusta que habléis de magia en
mi presencia!—protesto mi tía.
¡Es imposible no hablar en tu presencia, porque
siempre estas presente!—le respondió mi tío
refunfuñando a mi tía, mientras me devolvía a
mí su mirada con una de sus enormes sonrisas.
¡Haré oídos sordos!— dijo mi tía cubriéndose los
oídos con las dos manos.
¡No seas cría!—renegó mi tío— ¿cómo vas a
comer si te cubres con las manos las orejas tan
grandes que tienes?— dijo esto último riéndose.
¡Siempre te metes conmigo!—dijo mi tía
levantándose de la mesa furiosa.
¡Siéntate mujer!— dijo mi tío intentando
disculparse— más tarde ya hablaremos Adelita
y yo de nuestras pociones—me dijo mi tío
mirándome con otra sonrisa.
¡Si tía no te enojes!—le dije animándola a
sentarse.
Página | 23
¡Está bien!— dijo mientras nuevamente tomaba
asiento— ¡pero si oigo otra vez la palabra magia
me iré!
¡Ho, Ho!— dije mirando hacia la ventana— ¡me
parece que no va a ser hoy tu día tía!— dije
mientras me levantaba de la silla, y abría la
ventana para que pudiera entrar por ella la
botella halada.
¡Odio todo esto!— dijo mi tía enfadada mientras
se metía en la boca una enorme patata.
La botella voló hasta la mesa y allí se poso, abriendo
su tapón, escupiendo de ella una nota que llevaba
dentro, la nota se abrió, y de ella salieron, dos
pequeñas piernas y dos manos, en medio del papel una
enorme boca con unos gran dientes, y comenzó a
narrar su contenido muy enfadada.
“Señor Eduardo y señor Teresa:
Es para mí un suplicio tener que mandarles esta
carta, pues aunque parezca que odie a su
sobrina, no la odio ni lo más mínimo, pero si hay
algo que no soporto, ¡es que en clase de
matemáticas comience a hablar de literatura,
en literatura de matemáticas, en ciencias de
magia, en informática de plástica, así todo,
estoy hasta la coronilla de ella y ruego que
Página | 24
tomen medidas!, sin más reciban un cordial
saludo de: La señorita Ruperta.”
La carta exploto cerca de las caras de mis tíos,
cubriendo sus rostros de cenizas.
¡Esa profesora tiene muy mal genio!— dijo mi tío
riéndose.
¡Adelaida!— dijo mi tía mirándome muy, pero
que muy enfadada— ¿qué significa esto, que
ocurre en el colegio?
Tome otra patata del plato llenando mi boca con ella
intentando aparentar que estaba ocupada comiendo y
no podía hablar.
¡Debemos de ir a hablar con la profesora de
inmediato Eduardo!— dijo mi tía perdiendo los
nervios.
Mi tío asintió con la cabeza a mi tía dándole la razón,
los dos me miraron algo decepcionados, y yo al mismo
tiempo comencé a sentirme un poco triste por su
enojo conmigo. Termine de comer, y me dirigí a mi
habitación, “estarán enojados conmigo, pero no por
ello me van a fastidiar mi primer conjuro”, me dije
sonriente para mí misma adentrándome a mi
habitación.
Me gustaría Eduardo— le dijo mi tía a mi tío—
que al menos nos dijera que está ocurriendo.
Página | 25
¡pero mírala Teresa, si tiene ocho años, está
todavía pensando en pajaritos y pretende esa
come niños de Ruperta que sea un clon perfecto
de las ilustraciones de los libros!
¡No está nada bien que pienses así Eduardo!—
protesto— ¡Pero nada bien!, sí ahora tu sobrina
no aprende, luego será como la vecina esa de
dos calles más abajo.
¡Estas como una regadera, sí señor, cada vez lo
tengo más claro!— protesto mi tío— ¿Mira que
comparar a tu sobrina con la señora Papona?
No pude evitar oír el comentario de la comparación, y
ante mi ingenuidad de no saber quién era dicha vecina
pregunte.
¿Y quién es ella tío?
Mi tía me dirigió una mirada furiosa y se dio la vuelta,
mientras mi tío al contrario de ella con una enorme
sonrisa me respondió.
No debes de preocuparte Adelita, es un poco
exagerada tu tía.
¿ Pero quién es ella?—insistí
Es una calabaza, sin cerebro alguno, todo lo
hace con los pies y sin pensar en nada de lo que
hace, por no saber, ni siquiera sabe escribir
“hola”.
Página | 26
¡Pues si que tiene mal concepto de mi la tía!—
dije agachando la cabeza.
Tu tía tiene razón y mucha Adelita, ¿qué ocurre
con tus estudios que no te centras?—pregunto
mi tío.
Solo es que me aburren— dije buscando una
silla donde acomodarme—son muchas horas
repitiendo lo mismo.
El estudio consiste en ello preciosa—dijo
frotándome el cabello de un manotazo— para
aprender hay que oír una y otra vez lo mismo
hasta que aprendes la lección.
Sí, pero es aburrido— respondí
Nadie dijo que aprender fuera divertido—
respondió mi tío
La magia lo es— dije rápidamente
Sí, pero para ser divertida te distraes
hablando—contesto
La señorita Ruperta no me cae bien—dije
intentando evadir sus preguntas.
Me parece Adelita que si no comienzas a
tomarte tus estudios más en serio y a centrarte
en eso que le llamas aburrimiento, té voy a
tener que expropiar tu cubo mágico hasta nueva
orden.
Página | 27
¡No por favor tío, el cubo no!— dije yendo
corriendo hacia él.
¡Hagamos un trato Adelita!—dijo mi tío ya con el
cubo en sus manos sin posibilidad de que se lo
quitara— Tu comienzas a tomarte los estudios
en serios, y yo a cambio, sin que se entere tu
tía—dijo mirando hacia atrás para asegurarse
de que no estaba oyendo—te enseñare a utilizar
el cubo.
¿Me lo prometes tío?—dije emocionada.
Te doy mi palabra si tú me das la tuya—afirmo
mi tío.
¡Ya la tienes tío!—dije dando un salto a sus
brazos para darle un beso—pero… ¿me
devuelves mi cubo….?
Mi tío me miro, miró al cubo dudoso y me dijo.
Si no te centras, tiraré el cubo bien lejos.
Gracias tío— respondí.
Tome nuevamente mi cubo y cerré la puerta para que
nadie volviera a molestarme otra vez, estaba
dispuesta a correr el riesgo que me solicitaba mi tío,
el aguantar el aburrimiento y a aquella mujer de tan
mal genio e incordiarte como era la señorita Ruperta.
La señorita Ruperta, era una mujer muy alta, casi uno
noventa, al entrar en clase, siempre tenía que agachar
Página | 28
la cabeza, y encima con aquel moño tan canoso elevado
que llevaba siempre de peinado, le hacía aparentar los
dos metros de altura. Su forma física que decir que
daba lástima, la mayor parte de clase, pensábamos que
debía de ser una mujer muy pobre y estar pasando
mucha hambre, púes era tan delgada como un palo de
escoba.
¡He Adelita abre!— Dijo Nerea desde el cristal
golpeándolo con insistencia.
Deje mi cubo y me dirigí a la ventana la cual abrí de
inmediato y entro Nerea por ella.
¡ Me ha contado un pajarito que ha llegado a tu
poder una de las cincuenta cartas que ha
escrito nuestra querida profesora!¿ qué te ha
llegado a ti?— me pregunto muy risueña casi sin
dejarme hablar— A mis padres le ha llegado una
de ¿ te acuerdas el otro día que faltemos a
clase porque nos fuimos todos a ver al señor
Sebas el del orfanato que lo está pasando fatal
por el fallecimiento de su señora?¡ Pues bueno,
tú no tienes ni idea de lo que la señorita
Ruperta les ha contado a mis padres de mi,
desde que en clase no estudio, hasta que a dos
por tres dejo de asistir sin causa justificada y
bla , bla, bla.
Página | 29
¡Es una bruja mala!— le respondí— ya lo decía
yo.
¡Bueno cuéntame!—dijo sentándose al lado de mi
cama impaciente.
¡De mi le ha dicho a mis tíos que cambio de
temas en clase, y que no presto atención, menos
mal que no ha dicho nada de que yo tampoco
asistí como a ti!
¡Se le habrá olvidado!—dijo sonriendo— ¡Por
cierto!—dijo mirando a mi cubo mágico— ¿de
dónde lo has sacado? ¡Guau, estos son de los
caros!
Me lo regalo una tendera de la plaza—dije
rápidamente.
¡Esta chulísimo! ¿cómo que te lo ha regalado?—
pregunto extrañada.
¡ ya ves, le hice un favor y ella me lo dio de
regalo!—le respondí
¿Y qué hiciste?— quiso saber—lo mismo también
me interesa a mi hacerlo.
¡Le espante todos los clientes a Aramios,
llevándoselos a ella!—dije algo avergonzada—
¡pero no voy a volverlo a hacer otra vez, no está
bien lo que hice!
Página | 30
¡Ja, Ja, Ja, Ja!— comenzó a reír cogiendo su
estomago Nerea— ¡Eso esta genial, es un buen
trato! ¿Ya sabes cómo funciona? ¿has hecho
algo nuevo?
Estaba a punto de hacerlo—le respondí.
¿Si, él que?—pregunto impaciente.
Pues…. Leer las instrucciones ¡claro!—le
respondí.
¡Valla, pensé que al tener tu tío habías
aprendido algún buen conjuro!—dijo
decepcionada— ¿me dejas probar?
Me retire un poco y deje paso a mi amiga para que
probara a efectuar un conjuro en el cubo.
¡Valla!— dijo nuevamente decepcionada— ¡estos
cubos son especiales!
¿Porque dices eso, no son como los otros?—
pregunte extrañada.
En parte si lo son, son del mismo tamaño,
aspecto, tocar….
¿pero….?—quise saber
¡Son de diferente color!— dijo rápidamente.
¿ Y qué tiene eso que ver?—pregunte
¡Mucho!—dijo ella—veras, yo no sé mucho del
poder de los cubos, pero si se por mi madre, que
los cubos amarillos tienen el poder de ver, los
Página | 31
rojos de sentir, los verdes del deseo, y los
azules….
¡Ya, dímelo me estas poniendo nerviosa!— dije
gritándole.
¡Vale, vale! los azules según mi madre, tienen el
poder de hacerte invisible, volar, transportarte,
del bien y…… del mal.
¿Que quieres decir?—pregunte acercándome
mucho mas a ella.
Si te equivocas de magia, puedes provocar un
caos de maldad—dijo ella retirándose un poco
hacia atrás del cubo—con la particularidad, qué
solo una persona, la única que la haya tocado es
su dueña o dueño, nadie en absoluto mas puede
hacer uso del cubo, púes sus conjuros no
servirían de nada en el.
El ruido de la puerta golpear distrajo nuestra
conversación tan entretenida.
Adelita ¿Quien hay contigo en la habitación?—
era mi tía.
Es Nerea tía—conteste rápidamente.
¿Y porque no ha pasado por la puerta como la
demás gente normal?—pregunto extrañada.
No se oyó contestación alguna solo risas detrás de la
puerta que permanecía cerrada.
Página | 32
¡Bueno está bien!— dijo mi tía— ¡Pero no arméis
demasiado ruido y recuerda lo que hablemos
Adelita!
¡Si tía!—le respondí entre risas.
Espere a oír sus pasos alejarse de la puerta, pará
abrir y asegurarme de que estaba lejos de mi
habitación.
¿Bueno dime que vas a hacer con él?— pregunto
Nerea impaciente
¡Está claro que me lo quedo!
¡Que lastima!—respondió Nerea— ¡Pensé que
por un momento me lo ibas a regalar!
¿ Y para que lo quieres si dices que tan malo
es?—pregunte
¡Para la colección!— dijo ella extendiéndose
tumbada en mi cama—mira—dijo metiendo su
mano en uno de sus bolsillos.
¿Qué es?—pregunte curiosa.
Es un cromo—respondió ella
¿Y….?— pregunte
¿A que este chulo?—dijo ella.
Si –respondí— ¿pero……..?
¡Jolines Adelita eres más corta que mi hermano
pequeño Yimi!—dijo ella mientras frotaba el
cromo con sus manos—mira ahora.
Página | 33
El cromo que era un enorme nogmo con una presencia
terrorífica comenzó a tomar vida, y hasta en la misma
habitación se podía escuchar los rugidos de la fiera y
el mismo aliento.
¿Que es lo que estás haciendo?—quise saber
Es una puerta—dijo ella
¿Y para que quieres una puerta así?—pregunte.
Para esto— dijo poniendo mi mano encima de
aquel cromo, dónde pude notar la mismísima
presencia diabólica del mal entrar en mi. —
¡Suéltame!
Nerea al ver la cara de terror que reflejaba mi rostro
separo mi mano del cromo inmediatamente.
No savia que todas estas cosas te producían
miedo—dijo ella—porque con el cubo azul, verás
a mas de a cientos.
Permanecí unos momentos acurrucada en una esquina
de la habitación aterrorizada por lo que terminaba de
ver y sentir. Podía notar como aquella bestia pasaba
junto a mi lado rozándome con sus garras, mí frágil
piel.
Debes de saber que tu cubo no es un juego—
dijo ella mas sensatamente—si quieres te puedo
llevar a alguien que tiene otro cubo igual que el
tuyo, así podrás ver su poder.
Página | 34
¿Y quién es ella?—pregunte algo más calmada
mientras mis ojos no cesaban de mirar a mi
alrededor.
Ella es Clavícula
¿Esa mujer tiene un cubo igual que el mío?—
pregunte mas asustada aún
Así es.
¿Y qué es lo que pretendes que me enseñe a
matar?—pregunte.
No—dijo ella—todo lo contrario, qué te enseñe
a dominar su poder, qué no sea el poder del
cubo el que te domine a ti.
No se—respondí— no me gusta esa mujer, ¿y si
me engaña y me enseña a hacer el mal?, ella no
es una mujer buena que digamos, además—dije
dando un pequeño salto sobre mi cama
quedándome sentada— me dijo mi tío que me iba
a enseñar a utilizarlo si comenzaba a traer bien
los estudios.
¿ Y…. los vas a traer bien?— dijo con aire
picaron
Eso intentare.
De todos modos— siguió diciendo ella— creo
que tu tío desconoce lo que te he contado, para
Página | 35
mí que se cree que es un cubo como cualquier
otro.
¡Mejor para mi, si no me lo quitaría!—respondí
rápidamente.
¡Anda no me dejes con las ganas de la
curiosidad, haz algún conjuro que lo vea
funcionar!—dijo agitada.
¿ Y qué puedo hacer, si apenas se hacer
conjuros?—pregunte
¡Prueba con el conjuro de la clase, aquel que era
tan fácil de hacer, seguro que el cubo funciona
con él! – dijo impaciente colocándose frente al
cubo de pie.
Está bien, probemos
¡Eso quería oír!—dijo riendo— ¡Toma!— dijo
entregándome unas raíces— necesitaras un
poco, me parece que aquí en tu casa escasea—
me dijo guiñando su ojo
¡Sí!—dije riendo— ¡No se qué problema tienen
aquí con las raíces de Topo!
Ambas comencemos a reír y hacer bromas sobre el
conjuro primero que iba a realizar aquel primer día no
sabía muy bien que saldría de allí, pues mi intención
era que saliera del una lechuza blanca con ojos de
diamante, pero todo lo mas que conseguí hacer
Página | 36
aparecer ante nosotras, fue un ratón con los ojos
amarillentos, no controlaba muy bien los conjuros, ¡que
le iba a hacer! Savia que era buena, y que algún día lo
conseguiría, pero también reconocía, que aún me
quedaban años de experiencia como maga …………..
Página | 37
Capítulo Tercero-Curioso Regalo
¡ Vamos, venga Adelita anímate!— dijo
estirándome de la camiseta Pedro
¡No quiero!— dije tirándome hacia atrás.
¡No esta tan fría el agua venga Adela!—insistió
Nerea.
¡Cojámosla entre todos!— dijo Vicente.
¡No, no quiero!—proteste.
Pero era demasiado tarde, mi protesta de nada sirvió,
entré todos me cogieron y sin dudar mas de si estaba
o no conforme con su decisión, entre risas y apuestas,
termine con el agua al cuello.
¡Me las pagareis!— les grite furiosa.
Sus respuestas fueron risas y carcajadas, una detrás
de otra.
¡Ya nos lo agradecerás algún día, tenias tarta de
chocolate hasta en el pelo!—dijo riendo Pedro.
Si, esos vainas eran mis tres mejores amigos, tenían
sus defectos como todos, pero sin lugar a dudas eran
los mejores. Pedro, tenia era el mayor de todos, tenia
doce años y os puedo asegurar que era el mejor en la
elaboración de pócimas raras.
A pesar de su aspecto delgado, pelo alborotado de no
haberse peinado en semanas, era uno de los
preferidos del profesor Gerardo, por su gran
Página | 38
facilidad en absorber la información, muy estudioso,
si, todo un orgullo para sus padres. Pero mi otro amigo
Vicente, aunque su forma física era gordita, tenía una
capacidad para el estudio atroz, de tal manera, que no
daba pie con bola, quiero decir que siempre metía la
pata allí donde iba. Sin embargo era un encanto, púes
su amistad era digna de saber escuchar. Nerea, era la
pelota favorita de la profesora Amparo, aquella mujer
de tan mala uva, era la imagen perfecta, aunque yo
más bien diría, que era un clon de mi amiga Nerea,
pues aunque no lo eran, parecían familia.
¡Sécate que te vas a constipar!—dijo Vicente
riendo.
¿Te crees gracioso verdad?—le pregunte
rabiosa mientras me arme de fuerza dándole un
fuerte empujón, que termino introduciéndole en
el agua helada del lago.
Todos comenzaron a reír, mientras intentaba secarme
el traje empapado de agua, y quitarme un pez morado,
que por la caída, se había posado enredado en mi pelo.
¿Que a que esta fría?—le pregunte burlona.
Vicente comenzó a llorar como un bebe, no sabía
nadar, y ciertamente, yo no lo sabía, creí conocerlo
perfectamente, pero esa parte tan importante e
escondida de su vida la ignoraba completamente.
Página | 39
¡Ayudarme por favor!— grito suplicante
mientras se hundía en el agua.
Todos por un instante nos miremos y comencemos a
reír pensando que de una broma se trataba para que
nos metiéramos todos en el agua helada, hasta que
comencemos a ver, que aquella situación no era
ninguna broma, Vicente el rollizo se estaba ahogando.
Pedro saco su vara de detrás de su pantalón, lanzando
contra Vicente un conjuro que le hizo elevarse del
agua, permaneciendo elevado en el aire, tosiendo e
intentando respirar con mucha dificultad. Lentamente
fue guiándolo hasta la orilla, dejándolo posar en el
suave césped.
¿Estás bien?— pregunte asustada sintiéndome
culpable—lo siento yo no sabía que…….
¡Eres odiosa!— me grito él, mientras tosía
continuamente agua dulce.
¡lo siento de verdad!—dije nuevamente
disculpándome—pero has de saber que tú
también eres culpable de mi estado— dije
levantándome del suelo en el cual permanecía
arrodillada junto a él— ¡Mírame, estoy
empapada!
Página | 40
Aún con su dificultad por respirar, y el susto de verse
casi en el fondo del lago, con su rostro algo
amoratado, volvió a reír a carcajadas.
¡Estabas muy graciosa!—dijo a pesar de su
estado penoso.
Todos nos quedemos mirando a Vicente y comencemos
a reír nuevamente.
¿Os gustaría que esta tarde armáramos algo
especial?—pregunto Nerea.
Yo no he hecho los deberes— respondió Pedro—
creo que no voy a poder ir
Nerea se quedo mirando a Vicente esperando una
respuesta de este.
Yo tampoco creo que pueda ir hoy, me parece
que pasare el día junto a la chimenea de casa
secándome.
Yo le prometí a mi tío que estudiaría mas
Nerea—le respondí a su mirada.
¡ En fin, que me tocara irme a mi sola!—dijo
renegando
¡Claro como a ti la señorita Amparo no te regaña
si vas con los deberes sin hacer……..!—protesto
Vicente
¡Pues vosotros os lo vais a perder!—dijo ella
intentando levantar nuestra curiosidad que
Página | 41
comenzaba a cobrar cierta forma— ¡Me voy a ir
a ver a Clavícula!
¡ Estás loca!— le grite
¿Para que quieres ir a ver esa mujer tan
horrenda?—pregunto Pedro
Porque siento curiosidad por las semejanzas de
los cubos—dijo dirigiéndome una mirada
relevante hacia mí con un guiño.
Los demás, guardaron un momento de silencio,
pensando en lo que terminaba de decir Nerea.
¿A qué te refieres exactamente?—pregunto
Vicente ya recuperado levantándose del suelo.
¿No les has dicho nada Adelita?—me pregunto
bromista
Pues………. –dije yo dudando – ciertamente no se
qué interés puede causar…
¡Todo!—dijo Pedro yendo hacia ella— ¿Porque no
nos lo has contado, no lo vas a enseñar?—
pregunto curioso— he oído hablar mucho de
ellos, pero ciertamente nunca he visto ninguno.
¡Es chulísimo!—chillo Nerea— ¡Tiene unos
colores realmente preciosos!, ¡Azules!
¿Y para que queréis verlo? Me dijo Nerea que
su mama le había contado que era peligroso— le
respondí
Página | 42
¡Mayor aún nuestras ganas de conocer de que
peligro estamos hablando!—dijo nervioso
Vicente por la curiosidad.
Bueno—respondí no muy segura— puede que más
tarde os lo enseñe.
¿Entonces vais a venir conmigo a hacerle una
visita a Clavícula o no?—pregunto nuevamente
insistente Nerea.
¡No!—le respondimos todos al mismo tiempo.
¡Lo dicho, yo me voy luego no preguntéis que no
os contare!—dijo dándose la vuelta para irse
enojada.
Pedro y Vicente se quedaron jugando cerca del lago
guardando las distancias con el agua, me sentía
cansada y quería llegar pronto a casa, antes de que mi
tía se diera cuenta que no había hecho ni siquiera una
hoja de los ejercicios de Ingles que me habían puesto
en la escuela. Un olor delicioso perturbo mi pequeña
nariz, siguiendo de puntillas aquel olor tan agradable
hasta llegar de donde provenía. Era mi tío, estaba en
el desván, preparaba nuevas pócimas.
¡Hola tío!— dije dándole un pequeño beso de un
salto.
¡Mira que bien, vas a ser tu mi primera
cobaya!—me dijo riendo mientras con una
Página | 43
espátula cogía aquella gelatina dorada y la
posaba en mi nariz— ¡a ver si funciona!
Espantada por no saber lo que era frote rápidamente
mi nariz echando aquella gelatina amarillenta al suelo.
¡Oye niña mocosa un poco mas de educación con
la gente pequeñita!—dijo aquella masa
moviéndose en el suelo, haciendo intento en
vano por subir por la pata de la mesa.
Yo mire aquella gelatina que permanecía debajo de mí,
tenía vida propia, y no savia como, pero le comenzaban
a asomar unos enormes ojos, una curiosa nariz
cuadrada y una enorme boca repleta de dientes
verdes.
¡Valla!—protesto mi tío— ¡otra vez le han salido
los dichosos dientes!—dijo enfurecido
agachándose al suelo para coger aquella cosa.
¿Qué es?—pregunte curiosa.
¡Es una exploradora!—dijo seriamente mi tío
mirándome a los ojos.
Del mismo modo que me miraba y sentía que realmente
me hablaba en serio, sentí en mi cuerpo un enorme
cosquilleo que me lleno de risa completamente.
¿Acaso te ríes de tu tío?— pregunto extrañado
ante mi actitud.
Página | 44
¡No tío te lo prometo!— dije sin poder parar de
reír.
Algo se había introducido por debajo de mi pequeño
pantalón corto naranja, he iba ascendiendo hacia
arriba de un modo, que me hacia tantísimas cosquillas
que no podía evitar de reír, comencé a moverme para
que aquella sensación tan rara parara, pero en vez de
ello se produjo más aún.
¡Estate quieta no te muevas!— grito mi tío que
se había percatado del problema— ¡Te está
subiendo por la pierna la pupina de la risa!,
espera te la quitare.
Cada vez reía y reía más, las lágrimas me saltaban de
los ojos y las muecas de los labios habían logrado
doler un poco.
¡Cuanto más te muevas mas se moverá ella y no
podré quitártela, para!—me grito mi tío.
¡No puedo!—dije riendo.
¡Ya está!—dijo finalmente— ¡La tengo por fin!,
¡Dichosas pupinas!
Era pequeña como un reloj, pero muy persuasiva en su
logro ya lo creo.
¿Para qué quieres eso tío?— pregunte cobrando
la compostura por momentos.
Página | 45
Todavía estoy pensando para que servirá, es
demasiado insistente en no dejar al
contrincante tranquilo, ni siquiera cuando le
gritas para que cese, debo de mejorarla más.
¿y la gelatina amarilla?
Eso es más complejo—se supone que es como
una mascota de compañía—dijo mirando a la
gelatina moverse de un sitio a otro muy
patosa— ¡pero siempre le terminan saliendo
dientes y le da por morder!—dijo mirándola
furioso.
¿Y cómo quieres que coma si no me das dientes
humano malo?—pregunto aquella extraña
gelatina.
¿Ves lo que te digo Adelita? ¡encima de dentuda
contestona!
Nuevamente reí, pero esta vez no era por ninguna
pupina, si no por el comentario de mi querido tío.
¿Que era lo que olía tan bien tío?—pregunte.
La has tenido en tu nariz—contesto el
¿ la gelatina parlanchina?— pregunte extrañada
Así es— respondió el— es azúcar siempre huele
dulce—e hizo un guiño.
Me quede un poco mas mirando lo que hacía, hasta que
oí el cerrar de la puerta de la entrada de la casa.
Página | 46
¡Eduardo!
Era mi tía llamando a mi tío, ¡Cielos que espanto! ¡Nos
iban a pillar con la magia puesta en la mesa!
Salí corriendo como alma que quema el diablo hacia mi
habitación, saque rápidamente mis lapiceros, libros y
apuntes ,colocándolos todos repartidos sobre mi mesa,
con la intención de que cuando mi tía entrara por la
puerta, creyera que había estado toda la tarde
estudiando.
¡Y ciertamente, me salió bien!
¡Mi querida Adelaida, que mayor y que estudiosa
te me estás haciendo, me alegro que estés
estudiando cómo te toca hacerlo y no liada con
ese estúpido cubo de magia!—dijo complacida—
¡Aunque no puedo decir lo mismo de tu tío
Eduardo que me está montando una suciedad
enorme en el desván!—dijo elevando algo mas su
voz, para que mi tío la oyera.
Mi tío recogió todos sus ungüentos y subió a recibir a
mi tía con un fuerte beso.
¿Que traes en esa bolsa tía?—pregunte curiosa
intentando ver el interior de la misma.
¡Es tu regalo de cumpleaños!—me respondió—
pero para el próximo claro—dijo ella con una
sonrisa.
Página | 47
¡No es justo!—proteste— ¡No tenias que
haberme dicho nada!
¡Tienes razón Adelita, pero lo he hecho!—rio—
pero bueno, como de aquí a tu próximo
cumpleaños queda mucho, y veo que nos has
hecho caso a tu tío y a mí, y estas estudiando,
te lo voy a entregar ya.
Me levante de la silla rápidamente abalanzándome
contra ella, posando un beso sobre sus enormes
mejillas.
¡ Gracias tía!—dije emocionada
¡Pero sin tan siquiera sabes lo que es!—dijo
riendo quitándome de su cuello.
¡Seguro que me gusta!—reí mientras abría
emocionada aquella bolsa marrón de cartón
blando— ¿Qué es?—pregunte sacando un palo
largo con dos puntas a ambos lados verdes con
insignias doradas en la punta.
Me dijo tu profesora que precisabas para tus
clases de magia de una Teodora o varita como
quieras llamarla— respondió mi tía.
¡Gracias tía!—volví a ofrecerle otro de mis
enormes besos— ¿donde la has comprado?
Se la he comprado a la misma mujer que según
tú te regalo el cubo.
Página | 48
Por un instante guarde un minuto de silencio.
¿Por algún motivo tía?—pregunte curiosa.
¡No está bien decirlo!—dijo entre
regañadientes— ¡pero bueno, como eres la única
sobrina que tengo y hay confianza en casa…… te
diré que es porque era la más barata de la
plaza!
¡Es perfecta tía, gracias!—volví a saltar sobre
ella.
¡Basta que ya no soy tan joven!—dijo entre
risas— ¡Suéltame!
Baje de sus brazos y la deje liberada.
Por cierto— dijo mi tía antes de cerrar la
puerta tras ella— me pregunto por ti y por el
cubo azul, me pregunto cómo te iba con tu
magia.
Dicho esto, cerró la puerta dejándome sola con
aquella varita en mis manos y un sinfín de
interrogantes a mis preguntas. ¡Casualidad que me
regalara un cubo de los más difíciles de conseguir, una
varita perfecta, con unos grabados maravillosos!,
notaba una sensación que no me terminaba de gustar,
sintiendo la necesidad de poder hablarlo con alguien,
¿pero quién?
Página | 49
Capítulo Cuarto-Mi primer Poder
¡Señorita Adelaida, siéntese de una vez bien en
su asiento, o tendré que expulsarla de la
clase!—dijo firmemente la profesora Ruperta.
Tiene muy mala leche—dijo bajito entre risas
mi compañera de pupitre Pepita.
Le respondí con una sonrisa, no quería por nada del
mundo que me tiraran de la clase, ¡y mucho menos que
llamaran otra vez a mis tíos!
¡Hoy toca la clase de pócimas, conjuros y
apariciones!—dijo la señorita Ruperta— ¿alguno
de ustedes han traído algún trabajo efectuado
de casa?—pregunto lanzándonos a todos una
mirada amenazadora.
Nadie se atrevió a moverse de su asiento, solo Toni,
que atrevido levanto su mano permaneciendo en
silencio.
¡Bueno!—dijo la profesora un poquito menos
molesta— ¡Por lo menos veo que hay alguien que
trae el trabajo hecho de casa, adelante Toni,
enseñadnos lo que has elaborado!
¿Puedo ir al servicio señorita Ruperta por
favor? ¡no aguanto más!
Página | 50
Un silencio atroz acompañado de un sinfín de
carcajadas, inundó la clase. La señorita Ruperta se
enojo mucho.
¡Valla usted señorito Toni, otra vez cuando haga
una pregunta así no me vuelva a levantar la mano
o se la terminare cortando!—dijo muy
enfadada— ¿alguno ha traído algo de su casa?
Metí la mano en mi bolsillo, dándome cuenta que sin
querer, tenia dentro del, una pequeña muestra de
aquella gelatina parlante que había hecho mi tío, me
arme de valor y levante mi mano.
¡ Señorita Ruperta!—grite
¡Bueno esto sí que es una novedad, Adelaida!—
digo ofreciéndome una de sus sonrisas
diabólicas— ¿no querrás ir tu también al
servicio cierto?
No –respondí rápidamente abriendo mi mano
ante ella para que viera aquella pequeña porción
de gelatina que no mediría más de un
centímetro y se movía ante ella.
¿Gelatina?— pregunto extrañada— ¿qué tiene
de especial su gelatina señorita Adelaida?
Es una mascota—dije firmemente, a lo que la
clase me respondió con un sinfín de risas y
carcajadas.
Página | 51
¡Ciertamente!—dijo la señorita mirando mi
pequeña masa de gelatina moverse entre mis
manos— ¿no cree señorita Adelaida que su
mascota, tiene un tamaño un
tanto!…..?¿Ridículo?
Puede hacerse más grande—le respondí—según
el azúcar que se le ponga.
Está bien—dijo impaciente la profesora por ver
qué era lo que me traía entre manos— ¡Tu,
Ismael y José, ir a la cocinera y que os den
cuatro o seis terrones de azúcar!
¡Señorita!—dije yo rápidamente— con solo la
mitad de un terrón bastara, si no podría crecer
en exceso.
¡Ya la habéis oído!—dijo dándole las órdenes
oportunas a los muchachos que salieron
corriendo hacia la cocina.
Ahora me encontraba en una situación realmente
engorrosa, pues la pócima que creaba la gelatina no
era mía, y seguro que preguntarían que estaba hecha,
y ciertamente, no tenía ni idea, ni siquiera tenía muy
claro que el azúcar en crudo la hiciera crecer. Mis
compañeros me miraban curiosos, hablando entre
ellos, sobre aquella pequeña masa que decían que era
Página | 52
mi mascota de cuarto, haciendo inconcebibles chistes
de mala gana.
¡Por fin habéis llegado!—dijo impaciente la
profesora cogiendo el medio terrón de azúcar.
— Bueno— dijo dirigiéndose a mi—Adelaida,
dime, ¿donde apoyamos a tu pequeña gelatina?
Creo que aquí en la mesa será sitio suficiente—
dije sin estar muy segura de mis palabras.
Apoye mi pequeña gelatina en el pupitre, la toque
suavemente y me agache muy bajito para decirle “por
favor crece un poco no me dejes mal”. Comencé a
deshacer el medio terrón de azúcar sobre ella, y
todos los compañeros de clase y la profesora se
acercaron todos hacia mí, para observar más de cerca
que era lo que ocurría.
Aquella gelatina no crecía, no hacia absolutamente
nada, y mis compañeros comenzaron a reír,
haciéndome sentir ridícula ante tan situación, ¡mi tío
me había dicho que está hecha de azúcar!, por ello
pensé que el azúcar era lo que le hacía hacerse
grande. Pero algo extraño ocurrió, unos segundos
después de haber pasado toda aquella vergüenza por
las risas de mis compañeros. La pequeña masa
comenzó a agitarse de un sitio a otro golpeándose
contra las paredes, mientras su color iba cambiando
Página | 53
de amarillo a verde, rojo, azul, gris, negro, blanco, oro,
hasta llegar al color plata, ahí se detuvo, quedándose
en medio de la clase, ante el asombro de todos,
elevado ante nuestros ojos echa una pequeña masa
redonda que comenzaba a cobrar una forma tras otra
hasta llegar a convertirse en un perro blanco de
pelaje precioso.
¿Como, como lo has hecho?—preguntaron todos
asombrados
Ciertamente yo no podía responder a algo que ni yo
siquiera tenía idea, la señorita Ruperta, se quedo
maravillada ante tal pócima milagrosa, pidiéndome
enseguida que le diera la receta. Desgraciadamente no
podía hacerlo, primero porque no la savia, y después
porque aunque la supiera no se la podía dar tampoco,
el descubrimiento había sido de mi tío, no mío, así que
no estaría bien quitarle su merito.
¡Debéis de reconocer que tenemos a una alumna
aventajada en nuestra clase de magia!—dijo
dando unos fuertes aplausos— ¡Bravo, señorita
Adelaida, lo ha hecho usted fabuloso!
Oí a todos mis compañeros aplaudir fuertemente un
merito que no era mío haciéndome sentir avergonzada
por tal situación.
Página | 54
Ha de saber señorita Adelaida— continuo
diciéndome la señorita Ruperta— que del mismo
modo que le envié una carta furiosa a sus tíos,
les mandare otra con un sobresaliente por su
ejercicio, y ya me contara usted cuando le
parezca –dijo bajando su voz— como lo ha
logrado.
Asentí con mi cabeza agradecida y volví a mi asiento,
allí ansiosa por las preguntas me esperaba Pepita, pero
la sirena sonó y toda la clase se levanto para ir
corriendo a la salida.
¿Como quedaste con la visita de Clavícula
Nerea?—le pregunte de regreso a casa.
Si hubieras venido te hubieses enterado— dijo
algo molesta—no fui.
¡Valla! ¿no decías que irías sola?—pregunte
nuevamente.
Sí, pero no tan sola— sonrió. — ¿echamos una
carrera hasta tu casa?
¡Vale!.—le respondí.
Comencemos a correr como desesperadas intentando
ser la primera en llegar, cuando un desconocido freno
nuestro camino.
¿Donde vais tan deprisa chiquillas?— dijo el
desconocido.
Página | 55
Su presencia era agradable aunque extraña, nunca
antes lo había visto por el condado, vestía con unos
pantalones de pana verdes holgados y una capa de
franela marrón, sobre su cabeza llevaba un sombrero
de copa con una pluma roja, tenía un enorme bigote
negro, una verruga espantosa en la mejilla, un bastón
con la cabeza de un dragón y unos zapatos negros,
grandes, horribles, con una puntera de color verde.
Quizás si lo hubiésemos visto en la oscuridad, en vez
de la claridad, hubiésemos salido corriendo pero sin
lugar a dudas.
¡No temáis!— dijo el desconocido— solo quiero
que me indiquéis donde está el colegio
Tradihouer.
¡Siga usted recto!— le respondió deprisa Nerea.
¡Gracias muchacha!—dijo el caballero
quitándose el sombrero.
Continuemos corriendo hacia mi casa, no habíamos
terminado la carrera, pero en el fondo estábamos
ansiosas por llegar y preguntarnos ambas por la
curiosidad de saber quién era aquel extraño del
camino.
¡ Hola chicas, lleguemos antes que vosotras!—
rio Sebas
¿ Qué haces aquí?—le pregunte
Página | 56
Esperaros – dijo Pedro
No puedo salir ahora—respondí
¡Nos ha dicho tu tío que puedes salir hasta las
siete!—respondió Vicente.
¡Está bien!—respondí ya vencida— dejo la
cartera y nos vamos.
¡No se te olvide el cubo queremos verlo!—dijo
Pedro.
Me quede mirándole por unos instantes, porque no
savia si debía o no sacar el cubo de la casa.
No me lo pienso llevar—respondí—pero si
queréis podéis asomaros a la ventana y os lo
enseñare.
Me adentre en mi habitación, dejando sobre la silla la
cartera, saque todos los deberes y los coloque sobre
la mesa, dirigiéndome posteriormente a levantar la
manta que cubría mi cama, me agache y saque el cubo
de allí, junto a él, había colocado mi varita, regaló de
mi tía, ¡que rabia, aún no lo había podido probar como
yo quisiera! Lo dirigí a la ventana y lo enseñe.
¡ Oye, esta chulísimo!—dijeron todos
Lo sé—respondí orgullosa—ahora lo voy a
guardar y nos vamos.
Me parece que va a ser que no— dijo mi tío
saliendo de detrás de mi—creo que tu y yo
Página | 57
tenemos que tener una pequeña conversación
sobrina.
Mis amigos se quedaron extrañados mirando a mi tío
Eduardo.
Nos dijo que podía salir hasta las siete señor—
dijo Vicente
Si, lo sé y lo siento muchachos, pero es muy
importante que hable de algo con mi sobrina,
mañana podéis volver a veros.
¡Jo!— oí decir a los muchachos mientras se
alejaban de la ventana.
Mi tío cogió mi cubo y la varita, haciéndome que le
siguiera hasta el desván.
No hace mucho ha venido una botella mensajera
a darme un recado—dijo mi tío mirándome.
Lo siento tío—dije agachando la mirada— no era
mi intención….
¡ Si no he terminado de hablar!—dijo riendo
¡Yo solo quería demostrar un algo en clase, no se
tío… por favor, perdóname no volverá a
suceder!—dije a punto de llorar.
¡ Todo lo contrario pequeña!—dijo mientras me
frotaba la cabeza— as conseguido hacer una
transformación, cosa que nunca he logrado
hacer yo, aparte claro esta de lo de mi betún—
Página | 58
dijo con una sonrisa—quiero que me cuentes
exactamente lo que has hecho para convertir la
gelatina en una mascota real.
Solo le puse medio terrón de azúcar— dije
temerosa—me dijiste que la gelatina estaba
hecha de azúcar, y como quería hacerla crecer,
púes pensé que si le ponía un poco mas de
azúcar crecería algo mas…….
¡Claro! ¿cómo no se me había ocurrido antes?
¡azúcar, eso faltaba!
Me hizo sentar en una silla y dejo mi cubo sobre la
mesa introduciendo dentro la varita para que no
cayera.
¡Vamos a ver!— dijo mi tío tomando en su mano
un pedazo de gelatina del tamaño de una pelota
de golf— ¿Qué hiciste para que se convirtiera
en aquel perro tan hermoso?—pregunto curioso.
Solo eche medio terrón de azúcar—dije
acercándome a la gelatina que tenía en su
mano—pero mi pedazo de gelatina era mucho
más pequeñito—le dije a mi tío—ese pedazo es
demasiado grande tío.
¡Tienes razón!— dijo quitando más cantidad
hasta dejar una cantidad similar a la que llevaba
Página | 59
yo en el bolsillo— ¿así está bien?— me
pregunto.
La mire con detenimiento y le respondí.
Si todo está perfecto.
¿De verdad que solo le tiraste azúcar?—
pregunto insistente por si había alguna cosa que
no le hubiese contado.
Asentí afirmativamente con la cabeza y deje a mi tío
con la gelatina y el azúcar.
Nuevamente volvió a suceder lo mismo, la gelatina se
quedo inerte sin hacer nada.
¿Por qué no funciona ahora?—pregunto
extrañado mi tío
Tarda un poquito tío—le respondí—de hecho, te
aconsejo que te retires un poco, sale un poco
saltarina.
Bien—dijo mi tío retirándose hacia atrás.
Pasaron dos minutos, tres, cuatro, cinco y veinte
minutos y la gelatina no se movió, no hacía nada en
absoluto.
¿He hecho alguna cosa mal?— me pregunto mi
tío impaciente acercándose más cerca de la
gelatina a la cual no perdía de vista.
No – le respondí— yo hice lo mismo.
Página | 60
Algo no funciona— dijo el mirando la gelatina y
dándole con el dedo diferentes vueltas,
buscando una explicación lógica— ¿el azúcar del
colegio como es Adelita?
Igual que el de casa tío— respondí
¿Y porque no funciona?—pregunto nuevamente
No lo sé tío, lo mismo solo fue suerte.
¿ Y el perro?—pegunto nuevamente
¿cual tío?
De la gelatina salió un perro según me ha
contado tu profesora, ¿Dónde está el perro?—
volvió a preguntar.
No supe darle respuesta pues tampoco había caído en
la cuenta del perro.
No lo sé tío, me imagino que se quedara en el
colegio…..— le respondí.
¡Demonios y mil demonios!— dijo renegando.
Me acerque despacito a la masa cubierta de azúcar,
en mi pensamiento había un ave preciosa, toque la
gelatina con el roce de la yema de mi dedo, y aquella
masa comenzó a agitarse brutalmente ante nuestra
perplejidad y asombro.
¿Que está ocurriendo?—pregunto mi tío
asustado
Está volviendo a suceder—le dije a mi tío.
Página | 61
Nos retiremos hacia atrás y nuevamente aquel pellizco
de gelatina comenzó a golpearse contra las paredes
con una furia entrañable, hasta terminar frente a
nosotros con su color final plata, detenido en el aire.
¿Que sucede?— mi tío estaba asombrado ante
tal situación y me tomo entre sus brazos por el
temor de que me sucediera algo.
¡Tranquilo tío no es peligrosa!—le dije riendo—
¡mira!
La gelatina se convirtió en un ave de enormes alas, con
los colores del mismo arco iris, sus ojos dorados, le
hacían aparentar el ser más entrañable y precioso de
la tierra. Mi tío me cogió de los hombros haciéndome
mirarle a los ojos.
¡Eres tu Adelaida!—dijo maravillado— ¡tú tienes
el poder del dominio!
Por un momento creí que mi tío me tomaba el pelo y
comencé a reír.
Lo digo en serio Adelita—dijo mi tío frotándose
los ojos— ¡Tienes un gran poder!
Solo pensé en el pájaro—respondí—cuando
toque la gelatina, pensé en ese pájaro.
¡Vale, probare de nuevo!—dijo el tío—esta vez
no la toques tu, la tocare yo Adelita ¿de
acuerdo?
Página | 62
Si tío— respondí mientras buscaba un sitio algo
más alejado del desván, tomando asiento,
mientras mi mirada se perdía en los intentos de
mi tío que nuevamente volvían a fracasar.
No Adelita—dijo mi tío— he vuelto a hacerlo, le
he puesto azúcar, lo he rozado con la yema de
mis dedos, y en mis pensamientos había un
hermoso gato azul.
Espera un poco— dijo ella— no es inmediato.
Permanecimos inmóviles mirando la gelatina que seguía
sin hacer mención, durante un largo rato.
¡Esto no puede estar ocurriendo!—dijo mi tío—
quiero que te acerques nuevamente a la
gelatina, antes de tocarla dime en lo que estas
pensando, ¿de acuerdo?
Asentí con la cabeza haciendo caso a mi tío y me
acerque.
Pienso en un bello pez con la cola del arco iris—
dije a mi tío antes de rozar con mis dedos la
gelatina.
Ante el asombro de nuestros ojos, nuevamente la
pequeña gelatina volvió a sacudirse contra las paredes,
convirtiéndose en ese hermoso pez, que solo yo tenía
en mi mente.
Página | 63
Adelita enséñame tus manos cariño— dijo mi tío
sin entender nada en absoluto.
Algo vergonzosa porque no entendía el motivo de su
curiosidad le ofrecí mis manos a mi tío. Comenzó a
mirarlas detenidamente buscando en ellas, una marca,
una cicatriz, algo que las hiciera totalmente
especiales, pero no hallo nada.
Has heredado un poder muy poderoso
Adelaida—dijo por fin mi tío—y el poder está en
tus manos.
Me quede algo inquieta mirándome las manos por el
comentario que terminaba de hacer mi tío, pero por
más que las miraba, realmente, yo tampoco veía nada
en especial. Mi tío quedo en silencio en el desván,
buscando alguna cosa que le dijera sobre mí poder
recién descubierto en el libro familiar.
Página | 64
Capitulo Quinto-Una pequeña carta para mi
Vamos a ver…..— me decía a mi misma con el
librito de instrucciones en la mano— aquí pone
que para hacer una poción de invisibilidad, hace
falta trigo, ¡Pues qué bien, no tenemos trigo en
casa!
¡Eso no es del todo cierto!—
Oí una pequeña vocecita cercana a mi oreja.
¿ Eres tu Carlota?—pregunte
¿Quien si no tu amiga Carlota podía ser?—
pregunto descendiendo de su telaraña.
No se últimamente cualquiera—respondí
dejando el manual al lado mío— ¿sabes donde
hay trigo?
¡Claro!—respondió ella alegre acercándose a
mi— ¡Trigo hay en el trigal!
¡ No me estas siendo de gran ayuda Carlota!—le
respondí
Quizás puede ser que lo sea yo— dijo la pequeña
rata Tina.
Agradecería mucho vuestra ayuda, pues llevo
intentando demasiado tiempo hacer una poción y
siempre hay alguien que me interrumpe—dije
rápidamente asomándome a la ventana,
Página | 65
cerrándola al mismo tiempo para que nadie me
volviera a interrumpir.
He oído a tu tío—me dijo Tina— y no es buena
idea que si verdaderamente como dice tu tío,
tienes el poder en tus manos, la utilices en ese
diabólico cubo.
¡Vale!—respondí comenzándome a enfadar— ¿me
vais a ayudar a encontrar trigo o me vais a dar
un sermón del cual tendré que arrepentirme?
Las dos me miraron por un instante dudando de su
respuesta.
¡ Claro que te ayudaremos!—dijo Carlota
Bueno…. – dije mirando a Tina que parecía estar
aún algo pensativa
¡Si te ayudare!—dijo finalmente— ¡Si sale mal
cualquier cosa no se te ocurra echarme la culpa
de nada! ¿de acuerdo?
¡Hecho!—le respondí agradecida por su ayuda.
Tina se fue directa hacia su madriguera e entro en
ella, saliendo con una pequeña bolsita de tela.
Aquí la tienes— dijo por fin—creo que será
suficiente.
¡Gracias!—le dije agradecida. — ¡Savia que eras
la mejor rata del condado!
Seguí leyendo el manual.
Página | 66
¡También necesitaremos, un dedal, moras,
bayas, cardo, un hueso de unicornio, pimienta,
amapolas, y un trébol de cuatro hojas!—cese un
momento de leer y recapacite en lo que
terminaba de leer— ¡Por favor quien escribió
estos ingredientes debía de estar loco de atar!
¿de dónde voy a sacar hueso de unicornio?
¿Del cementerio quizás?—pregunto Carlota
¡Eso es horrible, yo no profano tumbas!—dije
asustada por tal atrevimiento.
No las tienes porque profanar— dijo Carlota—
las misma hienas escarban y muchas veces
suelen dejar los huesos al descubierto.
¡ Pero es muy desagradable, además de que no
tengo ni idea de donde hay un cementerio de
unicornios!—dije rápidamente— creo que lo
mejor será buscar otra cosa más fácil
En lo difícil esta la emoción— dijo Tina
Si pero no quiero tanta emoción junta Tina—le
respondí, cerrando el manual y abriendo el viejo
álbum de fotos— veis— dije dirigiéndome a
Carlota y a Tina—siguen estando igual de guapos
que el primer día….
Te pareces mucho a tu mama— dijo Carlota con
una sonrisa
Página | 67
Si – dijo Tina—tienes su misma mirada
Y su sonrisa—dijo Carlota— yo tuve la ocasión
de conocerla
¡ Nunca me lo habías dicho!—dije algo
decepcionada
¡ Nunca me lo preguntaste!—me respondió ella
Dime lo que sepas—dije acomodándome en el
suelo—cuéntame cómo eran, en verdad, cuando
Vivian.
Ella era como tu—comenzó a contar Carlota—
una niña, preguntona, renegona, con esa mirada
comprometedora, algo mentirosilla, pero sin
embargo muy buena estudiante…— dijo
mirándome a mi— creo que lo de mal estudiante
saliste a tu papa, odiaba los libros—rio—tenía el
pelo más largo, suave y bonito de todo el
contorno, tuvo varios pretendientes, entre ellos
un gran mago muy poderoso, casi se la arrebata
a tu padre con su magia, pero tu padre fue más
fuerte que él y lo venció, tu madre fue siempre
una mujer muy cariñosa, maravillosa la cual te
adoraba de tal manera que era digno de un
cuadro .Te quería tanto que nunca tenía
suficientes palabras para su pequeña niña… era
tan sumamente perfecta…
Página | 68
¡Es muy bonito lo que me cuentas Carlota!—dije
alegrándome un poco— ¡Me hubiese gustado
tanto poder haberla conocido……!
Cerré mi álbum familiar, no sin caer en el esa pequeña
lagrima que mojo aquel libro viejo.
Odiaba ponerme triste, me levante del suelo y guarde
el álbum en su sitio.
Toma— dijo Tina entregándome un dedal— Lo
encontré el otro día cerca del vertedero
¿Lo limpiaste un poco?—pregunte cogiéndolo
con un poco de asco mientras observaba si
llevaba restos orgánicos.
¿Y tú qué crees, qué las cosas las guardo
sucias? ¡me estas ofendiendo!—respondió
enfadada Tina.
¡Vale, no te enojes, ya veo que está limpio!—
intente cambiar el tema.
¡Si pero te quedaste mirándolo detenidamente
con un asco que…….! —Carlota comenzó a reír a
carcajadas.
¡Sois unos completos desagradecidos!—
refunfuño Tina.
Cogí a Tina con mis manos y le ofrecí un beso en su
pequeña y respingona cabecita gris.
Página | 69
¡Bueno!—dije por fin— ¿Quien me trae un poco
de hueso de unicornio?
Creo que eso o bien puedes ir tu—me dijo
Carlota— o podemos llamar a Dragón para que
vaya a por un poco el.
¿Dragón?—pregunte extrañada— ¿No te
referirás a un dragón de verdad?
¡Por supuesto que no!— rió Carlota— ¿En que
estas pensando?
Subió rápidamente a su telaraña y dio un fuerte
silbido acompañado de un gran grito apagado ¡Dragón,
Dragón! Asome mi cabeza por la ventana e espere unos
segundos haber que era lo que sucedía mejor dicho,
ver quién era ese Dragón cual venia. Ante mi más
asombro, vi como un pequeño murciélago de no más
cinco centímetros de grande, volaba directamente
hasta la ventana.
¿Se puede saber qué es lo que ocurre que me
has despertado de mi sueño, dichosa araña?—
dijo medio adormecido, dando un gran bostezo.
¡Perdona Dragón!— dijo Carlota guiñándole un
ojo— ¡Precisamos que nos eches una pequeña
mano!
¡ Nunca mejor dicho!—rió mirando sus diminutas
manos
Página | 70
¡ Necesitamos hueso de unicornio!— le dije yo
rápidamente
¿Y esta quien es?— pregunto extrañado Dragón
Es una amiga mía— respondió Carlota— ¿puedes
conseguir hueso de unicornio?—pregunto
insistente.
¡Hombre…….!— dijo sacudiendo sus pequeñas
alas, al mismo tiempo que volvía a
desperezarse— como poder puedo, si, él
problema es como lo traigo, tienes que ser
sensata Carlota, ¡mira mi tamaño!—dijo
mientras se miraba él solo.
¡Lo sé!—dijo Carlota— pero no por tu tamaño
eres el peor—dijo guiñándole el ojo con una
enorme sonrisa— se que puedes traer un poco,
además, no hace falta que traigas un hueso
entero, con que traigas un poquito solo, aunque
solo sea polvo……
¡Bueno, si me lo pides así considerando que te
debo un favor desde hace varios años!, haré lo
que me pides, té traeré un poco de polvo,
porqué lo que es hueso…….. – volvió a mirarse
riendo.
¡ Gracias!—le dije rápidamente
¡ No hay de que niña!—me respondió Dragón
Página | 71
Me llamo Adelaida—le respondí
Ha sido todo un placer conocerte Adelaida—
dijo alzando el vuelo.
¿ Crees que tardara mucho en volver Carlota?—
pregunte ansiosa
No creo, es pequeño, como yo, pero muy
eficaz— dijo sonriendo.
Tina entro en su agujero y volvió a salir del
arrastrando con ella una pequeña y diminuta maletita.
¿ Qué es?— pregunte curiosa rápidamente
Es tuyo— respondió Tina— me lo dieron para ti
¿ Quienes?— pregunte cogiendo aquel pequeño
objeto
Los duendes— respondió rápidamente.
Lo cual mi reacción fue inmediata, comenzando a reír
a carcajadas.
¡No lo digo en broma Adelita!— insistió Tina—
¡Nunca te mentiría en algo así!
¡ Los duendes no existen Tina!— respondí
sonriente
¡Nunca has visto ninguno!— insistió Tina
cambiando su rostro hacia otro más serio— con
lo consiguiente no tienes derecho a juzgar si
existen o no.
Página | 72
Ciertamente Tina tiene razón— respondió
Carlota
¿Acaso los habéis visto vosotros?— pregunte
algo más interesada, por algo que desconocía
completamente
Tu madre era muy amiga de ellos—dijo Tina— y
concretamente de este.
¿Cual?— dije mirando curiosa por toda la
habitación, con la esperanza de que cerca de mi
hubiera alguno, y por fin poder ver algo, que yo
consideraba una fantasía, mito de un cuento.
¡ Por supuesto el que te hace entrega de la
maleta!—dijo Tina
¡Debí de imaginármelo!—respondí riendo.
Cogí la maletita con sumo cuidado entre mis pequeños
dedos, dirigiéndome con ella hacia la ventana.
¡Ten cuidado!— dijo Tina saltando hasta mi
lado— nunca la he abierto, con lo que no se su
contenido, pueden ser polvos mágicos, o
simplemente un documento.
¡Tienes razón, que tonta soy!— dije
rápidamente.
Cambie la ventana por una silla cara a mi pupitre
repleto de libros abiertos, hice un hueco entre ellos y
abrí aquella pequeña maletita, de no más de ocho
Página | 73
centímetros. En su interior, avía una pequeña nota
doblada con mucha precisión, y un poco de polvo rojo,
sacudí el polvo con sumo cuidado de la nota, para no
derramar ni un solo gramo y abrí la nota, ante la
curiosidad de mis amigos Carlota y Tina.
“ Apreciada Adelaida, sí recibes esta maleta, hoy por
hoy mía, mañana por mañana tuya, es porque mi
querida amiga la rata, té la hace entrega, es tu madre
una gran sabia, y de su mal sabe que padecerá tarde o
temprano, así que encomienda a mí, su ayudante el
duende sabio, que muy estrictamente escriba esta
carta. A llegado tu momento Adelaida de que conozcas
parte del mundo que desconoces, pero antes debes de
pasar la gran prueba, sin ella no podrás acceder a
nuestro mundo paralelo, qué aunque tú no veas,
estamos muy, pero que muy cerca de ti”. Por un
instante deje de leer aquella diminuta carta, con
aquella letra de la cual precisaba una lupa para leer, y
di una mirada rápida, levantando sabanas, moviendo
muebles y abriendo armarios, buscando aquella
personita llamada duende, qué decía estar justo a mi
lado, pero que yo no veía. Rendida de que finalmente
no iba a lograr verla, tome nuevamente asiento,
cogiendo otra vez la pequeña carta con la lupa. “Tu
buena madre dice, que eres muy lista y la pasaras sin
Página | 74
problemas, yo no opino lo mismo, veras, ahí dentro
tienes un poco de polvo rojo, se le conoce en nuestro
mundo como el polvo de la verdad, en el vuestro como
el polvo misterioso, debes de lograr con él una puerta
al otro lado, cuándo la logres, entonces estarás
preparada para nos, firmado, él duende sabio”.
¡ Ja, Ja, Ja, Ja!—reí— ¡ Duendes, puertas
paralelas, otros mundos, dios que disparate!¿ de
dónde sacaste esto Tina?— pregunte
¡Lo has leído, lo has leído!— dijeron ambos
sorprendidos.
¿Acaso os extrañáis que sepa leer?—pregunte
asombrada, por el misterioso asombro de
ambos— ¡recordar que voy al colegio, y mis
profesores, aunque alguno odioso—a, me
enseñaron a leer!
¡ Has leído la lengua de los duendes!— dijo
exaltada Carlota
¡Normal, es una letra muy normal!—respondí
riendo— ¿cómo no voy a leerla?
¡No!— dijo Tina— tu puede ser que la veas como
una letra normal, ¡terminas de encontrar tu
segundo poder Tina!
Nuevamente comencé a reír, pues pensé por un
momento que me estaban tomando el pelo, hasta que
Página | 75
comencé a comprender, qué no era ninguna broma de
mis amigos.
¡ Hacia muchos siglos que quitando tu madre,
nadie había logrado leer la lengua de los
duendes!— dijo maravillada Carlota
¡Pero si cualquiera podría hacerlo!— respondí sin
terminar de comprender—es una letra
pequeñita, pero muy clara.
¡ Enséñasela a tu tío!— dijo rápidamente Tina—
saldrás de la duda
¡Si!— respondió Carlota— tu tío no sabe leer la
lengua de los Duendes.
Cogí mi pequeña nota con la lupa, buscando a mi
querido tío, que demostraba una increíble delicadeza a
convertir un gato negro en un gato verde.
¡Tío! – dije tocándole con mi dedo su espalda
Mi tío dejo estar lo que tenía entre manos y se giro
hacia mí.
¿Qué quieres pequeña?—dijo rascándose su
enorme narizota.
Quiero que veas esto—dije haciéndole entrega
de la carta y la lupa
¿Qué es?— pregunto mientras se colocaba sus
viejas gafas de lectura, qué siempre llevaba
sobre su bolsillo de la vieja camisa.
Página | 76
Léelo –dije
Mi tío tomo el papel con sumo cuidado dirigiéndose
hacia una parte del desván, en donde entraba una luz
más brillante, observando con detenimiento la pequeña
letra que parecía estar viva sin parar de moverse.
La letra me es familiar—dijo mi tío
observándola con detenimiento mientras se
frotaba su barbilla— pero no logro entender lo
que pone.
¿Porque no consigues ver?—pregunte algo
extrañada, mi tío savia muy bien leer, no era
ninguna persona analfabeta.
¡No porque no entiendo este tipo de letra!—mi
tío me devolvió el papel— ¿Quién te ha dado
esto?—pregunto mirándome con cierta
incertidumbre—una vez—continuo
explicándose— vi una letra similar a esa, pero la
única persona en el mundo que podía entenderla
era tu madre.
¿ Quieres decir que no puedes leerla tío?—volví
a insistir
Así es pequeña—respondió el, así es.
Cogí mi nota y volví nuevamente hasta mi habitación,
allí permanecían a la espera Carlota, Tina y Dragón,
Página | 77
que terminaba de llegar en aquel preciso instante,
cubierto de un enorme polvo grisáceo.
Como no tenia donde colocarlo— dijo Dragón—
me lo tuve que llevar puesto.
Gracias, — le respondí, mientras limpiaba a
Dragón con un paño suave blanco, quedando el
polvo atrapado en el.
¿ Que tal la experiencia Adelaida?— pregunto
Carlota
¡Realmente espantosa!— respondí dándome por
vencida— ¡Teníais razón!
¿ De qué teníais razón?— pregunto Dragón
inconsciente de que iba el tema
No es cosa de tu incumbencia—respondió
rápidamente Tina
Pero si es de mi incumbencia venir sucio de
polvo de unicornio—respondió renegando Dragón
Tiene toda la razón—respondí yo—tiene
derecho a saberlo también el
Debes de tener cuidado con tus palabras—dijo
Carlota—con lo que cuentas a quien lo cuentas
¿Por qué?—pregunte nuevamente extrañada
Podrías poner al otro mundo en peligro—
respondió rápidamente Tina
Página | 78
¿Otro mundo?—pregunto Dragón— ¿De qué
otro mundo estáis hablando, acaso os habéis
vuelto hoy todos locos o qué?
¿ Como todos?— preguntemos los tres
extrañados mirándolo incrédulos a Dragón,¿ A
qué te refieres?— pregunte finalmente yo
A que hoy parece que el mundo está en cierto
modo al revés, están sucediendo cosas muy
raras— dijo Dragón—vengo del cementerio de
los unicornios, ¿y a que no sabéis a quien he
visto allí?
Nuestras cabezas se movieron al compás indicando un
enorme no.
He visto a la dichosa Clavícula, esa que decís
todos, o por lo menos he oído decir que es una
bruja de mal agüero
¿ Y qué hacía allí?—pregunte
No lo sé—respondió Dragón rápidamente— solo
te puedo decir, qué ella los huesos se los llevaba
en un carro que tenia atado a dos perros negros
de gran tamaño, por un momento temí por mi
vida, sí aquellos bichos, con esos enormes
dientes afilados, me hubieran visto, seguro que
no hubiese vuelto vivo, o al menos entero….
Página | 79
¡ Realmente no es tan extraño ver a una bruja
en un cementerio!—dije nada sorprendida— no
tiene nada de especial
Quizás eso no—dijo nuevamente Dragón— ¿pero
qué me dices de ver un pez de arco iris fuera
del agua, hablando con un gato negro?
Nuevamente nos miremos los tres y reímos a
carcajadas.
¿ Pero sabes lo que estás diciendo Dragón?—
pregunte nuevamente
¡Afirmativamente, y seguro como mis ojos
ciegos y mi radar súper!—contesto
rápidamente— ¡sé muy bien lo que vi, incluso, vi
a las mariposas de los hondos, volar entre las
cenizas de los unicornios!
¡Eso sí que es realmente sorprendente!—dijo
Carlota— las mariposas de los hondos no suelen
salir de sus cuevas, a no ser que….
¿ Qué?— preguntemos todos al mismo tiempo
Que la comida escasee— concluyo Carlota
Pudiera ser que hubiese poca comida en los
Hondos — respondí yo
No es normal— continuo hablando Dragón—es
una zona muy buena, por su alto contenido en
nutrientes, pero en fin—dijo intentando
Página | 80
cambiar de tema—os he traído lo que me habéis
pedido, tú y yo— dijo dirigiéndose a Carlota—ya
estamos en paz.
Gracias Dragón—dijo Carlota
De nada—respondió alzando el vuelo— si otra
vez queréis algo de mí—dijo dirigiéndose a
todos nosotros— no dudar en llamarme, pero
mirar el reloj, qué para algo esta, por el día
suelo dormir—esto último lo dijo refunfuñando
mientras alzaba el vuelo.
¡Adiós y gracias Dragón!—dije despidiéndome
de él.
Me encontraba realmente feliz, había hecho un nuevo
amigo, Dragón, era privilegiada como mi madre en la
lectura cifrada de los Duendes, y por fin, tenía todos
los ingredientes necesarios para poder hacer mi
poción de invisibilidad como decía el manual de cubo.
Solo había una cosa que me despertaba curiosidad, y
no quería quedarme sin saber lo que era.
¿ Que favor le hiciste a Dragón Carlota?—
pregunte finalmente
Le di de comer—dijo firmemente
¿Cómo?—volví nuevamente a preguntar
extrañada
Página | 81
Lo que oíste, le di de comer, lo encontré medio
muerto y le di de comer, sé me pudo haber
comido, pero no lo hizo, cosa que le estoy
enormemente agradecido.
Con lo cual serias tu quien le deberías un favor,
o en tal caso el no te debería ninguno porque
estaríais en las mismas— dije yo
Cierto —asintió Carlota—pero silencia tu boca
Adelita—dijo bajando la voz con una sonrisa—
que ha venido muy bien su favor.
Si, ciertamente – dije yo alegremente.
Página | 82
Capitulo Sexto-El Concurso que no llegue
Hoy era 25 de Julio, fiesta en nuestra aldea, la música
se oía desde el interior de las casas, un enorme
bullicio de risas, gritos y apuestas, sonaban por todos
los sitios. Lo más fantástico quizás para mi, fue el
salir de mi casa, y ver aquellos dos hombres colgados
en lo alto de una pancarta, colocando un cartel
publicitario con las siguientes inscripciones “Concurso
de magia, premio Cincuenta mil Peonzas de gato”.
“¡Genial, podía ser la oportunidad de demostrarme a
mi misma y a mis queridos tíos de lo que era capaz de
hacer, al mismo tiempo les haría entrega de algo de
dinero, cosa que no vendría nada mal para reformar un
poco el hogar!” Pero algo estirándome por debajo del
vestido me hizo descender de mi preciosa nube
encubierta.
¡Hola Adelita!, ¿te acuerdas de mí?
Como iba a olvidarme de ella, era Nerea, como yo una
niña, pero quizás algo diferente a mí, púes era una
enanita, genes familiares decían las lenguas.
¡Nerea!— grite emocionada abrazándola contra
mí fuertemente.
¡ Cuidado me vas a ahogar!— dijo riendo
¿Como por aquí, qué haces?—pregunte
Página | 83
Voy a apuntarme al concurso— respondió— ¿tú
también te vas apuntar?
Me quede por un momento un poco dudosa,
preguntándome, si realmente la nube se tenía que
hacer realidad o no, ¿contra quién tenía que competir,
qué tipo de magia podía ofrecer si era una novata?
¿Sabes quienes serán los concursantes
Nerea?—le pregunte.
No –respondió ella rápido— pero me da lo
mismo, he aprendido mucho en este tiempo, y
quiero participar, gané o no.
Quizás –dije yo— no lo sé, ni siquiera lo puedo
asegurar, no sé qué dirá mi tía de todo esto,
ella no es partidaria de la magia, ya lo sabes.
¡Mejor aun, demuéstrale que eres la mejor!—
dijo ella entusiasmada.
¿ Y quitarte a ti la posibilidad de demostrar lo
buena que eres?— pregunte algo chistosa
¡Inténtalo demuestra a tu amiga la enana
Nerea, qué en este tiempo has cambiado y eres
la mejor, aunque no gane yo!
¡Caray!, realmente me estaba provocando el ir
corriendo a inscribirme en el concurso sin pensar en
las consecuencias del mismo, y sin contar con mis tíos,
Página | 84
al fin y al cavo, ¿cómo se iban a enterar?, por lo menos
mi tía Teresa que odiaba todo aquello.
¿Vamos entonces Adelita?— me pregunto
insistente Nerea
No quise hacerme más de rogar, tampoco quería
pensar más, quería hacerlo, savia el castigo que me
podrían poner si se enteraban, pero también podía
saber lo que me esperaría si mi tía me viera llegar con
un premio de cincuenta mil peonzas de gato. Una
enorme cola salía desde una pequeña mesa de muy al
fondo, donde unos señores con túnicas negras y
alzacuellos verdes, permanecían sentados con
diferentes plumas hechizadas, haciendo inscripción a
todo aquel que deseara apuntarse al concurso.
¡Ven!— dijo Nerea estirándome nuevamente del
vestido.
¿ Donde quieres ir?— le pregunte
¿ No querías ver la lista de los concursantes?—
pregunto
Si – respondí mientras miraba ansiosa a mi
alrededor— pero me parece que voy a ser un
puntito sobre una i enorme, ¡esta todo el pueblo
aquí!
¿Entonces no quieres ver la lista?— volvió a
preguntarme extrañada.
Página | 85
Si claro, vallamos.
Salimos de aquella enorme cola, no sin antes haber
pedido nuestro turno a la señora que había delante de
nosotros, he iba a inscribir a sus dos hijos, Daniel y
Ferrer.
¡ Es una lista enorme!— dije protestando
Si pero me parece que las elecciones son
rápidas, solo puedes participar e ir pasando si
dispones de al menos un poder.— dijo ella
¿ Pero no dices que participar puede participar
cualquiera?— pregunte yo un tanto dudosa
Sí, pero pasar a la segunda fase, porque esto va
por fases, no puedes pasar si no tienes al menos
un poder.
Me quede mirando a la lista emocionada, al menos
sabía que tenía la oportunidad de pasar a la segunda
fase, pues yo tenía dos poderes, según me habían
dicho.
¿ Cual poder tienes tu Nerea?—pregunte
Quimioterapita – dijo rápidamente
¿ Qué es eso?— pregunte
Es el poder de… — dijo cogiéndome de la mano—
¡observa!
Página | 86
¡Fantástica, era genial, nos terminábamos de
desplazar sin mover ni un solo músculo de una punta a
otra!
¡ Es muy bueno!— le dije sorprendida
¿Cual es el tuyo Adelita?
El mío según me dicen mis amigos, leo la lectura
de los duendes y tengo el poder del dominio,
según dice mi tío.
¡Eso es genial, no savia que podías leer la
lectura de los duendes!, solo dos o tres
personas en el mundo tienen ese don— dijo
guiñándome el ojo.
Gracias—le respondí
Mire detenidamente aquella enorme lista de nombres,
había gente muy conocida en el pueblo, otra no tanto,
e incluso habían llegado extranjeros de otras zonas
para inscribirse en el concurso.
Me entro un poquito de pánico, el pensar que aun
quizás, no estaba lo suficientemente preparada, en
aquella lista estaba el profesor de magia de octavo
nivel, el profesor Andreu Futrí, competir con él,
realmente era una ingenuidad por mi parte, sabía que
no tenía nada que hacer.
¡Oye!— me volvió a tirar del vestido para que
volviera a mi mundo Nerea— ¿acaso te has
Página | 87
arrepentido? ¡venga vamos ya, nos toca ya
mismo, mira la señora que nos guardo el turno,
solo tiene dos delante de ella!
Creo que todavía no me voy apuntar, quizás el
año que viene, aún no estoy preparada para
competir con los mejores maestros.
¡No digas tonterías!, ¿acaso te crees que yo lo
estoy?, pero será genial participar, ganes o no.
— dijo insistente Nerea— ¿qué tienes que
perder?
Mi cubo mágico – dije rápidamente— si se
entera mi tía, que primero e suspendido el
examen de ciencias, después sin su permiso me
he apuntado a un concurso de magia que lo odia,
y para colmo, he hecho el ridículo ante el pueblo
perdiendo……..
¡ Eso es lo que te pasa siempre Adelaida, eres
una deprimida acojonada!— dijo algo molesta
Nerea
¡Está bien!— dije ofendida por el comentario—
¡Me apuntare!, pero más vale que hables con tu
madre y durante lo menos dos semanas me de
comida y techo, porqué te aseguro que mi tía me
va hacer la vida imposible.
Página | 88
¡Así me gusta, las chicas valientes!— dijo
agarrándome de la cintura con sus dos manitas,
colocándose de cuclillas.
Por fin lo había hecho, desobedecer a mis mayores,
algo que no estaba nada bien, ¡y todo por una media
apuesta rivaliza té que me hizo Nerea!
Ahora no solo tenía dos problemas, el examen y el
haberme apuntado, tenía un tercero más, la magia que
tenía que demostrar conocer. Abrí uno de mis tantos
libros y comencé a estudiar, debía de recuperar mi
suspenso si quería aquella torta tan buena de
chocolate…
Me ha llegado a los oídos que vas a participar—
dijo apareciendo Tina sobre mi mesa
Así es—le respondí yo— ¡es una completa locura,
y todo por culpa de Nerea!
¿ Quién es esa Nerea?— pregunto Tina
Alguien que no tenía que haber hecho caso, una
enana—dije dándole la vuelta a la página del
libro.
¿Que vas a hacer?—pregunto nuevamente—
¿pensaste en algo bueno?
No tengo ninguna posibilidad de ganar— dije
dando un fuerte suspiro desesperanzador.
Página | 89
¿Y para eso concursas, para no ganar, y llevarte
un castigo?— dijo ella extrañada
Si – le respondí—asid e lista soy, ya ves—dije
cerrando mi libro.
¡Eres más lista de lo que crees serlo Adelita!—
siguió diciéndome Tina— y lo vas a demostrar
ante todos, ¿Cómo llevas el portal?
¿ De qué me estás hablando Tina?—pregunte
¿Acaso ya no recuerdas los polvos rojos y la
carta?
¡ Claro que lo recuerdo!,¿ pero qué quieres que
haga con ellos?¡ no sé cómo utilizarlos!— le
respondí
¿Qué tal si en vez de cruzarte de brazos como
si fueras un bebe, hicieras algo al respecto?
¿ Y qué puedo hacer?— dije desanimada
¿Que tal hablar con tu tío?—dijo ella— el te
podría ayudar mucho.
¡Si a contárselo a mi tía rápidamente y que el
castigo me llegara antes de participar siquiera,
no creo que fuera la mejor idea, no señor!
¡Inténtalo!— insistió Tina— tu tío te aprecia
muchísimo, y si algo le caracteriza en especial a
tu tío, es que te apoya muchísimo con la magia.
Página | 90
Me quede paralizada en mis pensamientos, dudosa de
lo que Tina la rata me estaba diciendo, podía tener
mucha razón, estaba convencida que mi tío, podía ser
la persona más aconsejable para ayudarme.
¡ Muy bien Tina, has ganado, voy a hablar con mi
tío!—dije finalmente
¡Así me gusta, las chicas luchadoras!—respondió
finalmente con una enorme sonrisa, mientras
volvía a su agujeró.
Así que decidida ya con mi decisión, fui en busca de mi
tío que como siempre, él mejor sitio para dar con él,
era el desván. Que contar que cuando le di la noticia
tuvo dos reacciones, la buena y la mala, la mala por mi
cate en ciencias, la buena por haberme apuntado al
concurso, púes el también lo había hecho; ahora sí que
estaba perdida,¿ cómo iba a ayudarme a ganar si era
el uno de los participantes?.
Me regalo uno de sus besos familiares, y dijo que
estaba segura que sería inclusive mejor que él, iba a
ayudarme, me alegre muchísimo.
Tío – le pregunte— ¿alguna vez abriste una
puerta a otro mundo paralelo?
¿Te refieres aún mundo inexistente Adelita?
Bueno, no exactamente—le respondí—se supone
que existe pero que nunca se ha visto.
Página | 91
No—respondió— nunca lo he hecho, sólo hubo
una persona en la familia que según tengo yo el
conocimiento, podía hacerlo, pero ya no está
entre nosotros.
¿ Mi madre tío?— pregunte maravillada
¡En efecto sobrina!— dijo cogiéndome en
brazos.
¿ nunca viste como lo hizo?—pregunte
angustiada
Ciertamente no—dijo tu tío— pero tu tía
Teresa sí.
¡Lo que faltaba!, que pena, púes nunca sabría el
secreto de abrir la puerta paralela, púes ¿cómo le iba
a decir a mi tía tal cosa si ni siquiera quería hablar de
la palabra magia?
Tu tía era la mejor— dijo mi tío— hace mucho,
pero que mucho tiempo, fue la envidia en cuanto
a magia se refería.
¡ Pero si la odia!— dije protestando
¡Cierto!— respondió mi tío— desde que se fue tu
madre.
¿ Y qué puedo hacer ahora?—pregunte triste—
necesito presentar algo asombroso al concurso
No es buena idea presentar una puerta
Adelaida—dijo mi tío
Página | 92
¿Y qué puedo presentar?—pregunte
nuevamente.
¡Algo que sea realmente maravilloso y cautive al
jurado!
Eso ya lo sé— dije desanimada cada vez mas—
¿pero el que tío?
En ese preciso momento entro mi tía en el desván con
una bandeja con te, leche y galletitas de diferentes
formas.
Os he oído—dijo mi tía
¿ Que has oído tía?—pregunte algo asustada
Todo – dijo posando su bandeja en un hueco del
banquillo libre de trastos.
Me alce de los brazos de mi tío, y me puse delante de
mi tía muy asustada, las piernas me temblaban, al
mismo tiempo que mi voz, y mi susto termino con una
enorme bofetada sonora por parte de mi tía Teresa.
¡Esta bofetada Adelaida, té la estas llevando
por tres razones!— dijo mi tía muy enfadada—
¡la primera, has suspendido ciencias, la segunda
te has apuntado a un concurso de magia sin mi
permiso, y la tercera la más importante, me
habéis intentado mentir!—esto último lo dijo
mirándonos a los dos.
Página | 93
Mis ojos se cubrieron de enormes lagrimones, y mi tío
avergonzado bajo su cabeza.
¡Eres odiosa tía, te odio, té odio, té odio!— le
grite mientras le golpeaba rabiosa con mis dos
manos su enorme tripa.
Salí corriendo llorando hacia mi cuarto, y allí cerré la
puerta de golpe.
No está bien lo que hiciste Teresa— dijo mi tío
a mi tía, poniéndose muy serio.
¿Acaso consideras que está bien lo que ha
hecho?—pregunto mi tía muy enfadada.
No digo que este bien—siguió diciendo mi tío—
dijo, qué no se lo merece.
¡Hasta ahí podríamos llegar!—protesto mi tía
nuevamente.
¡Tú fuiste también una niña!—siguió hablando mi
tío, mientras yo no cesaba de oír y llorar desde
mi cuarto— ¡Acuérdate como te ponías cuando
tu padre te prohibía hacer magia en casa!
Eran otros tiempos— le corto mi tía
¡Acuérdate también, las malas notas que traías
del colegio!
Por eso lo hago—siguió diciendo ella— para que
las traiga buenas, los estudios serán su futuro,
¡no la dichosa y maldita magia!
Página | 94
¡Acuérdate también, las veces que mentiste a
tus padres para verte conmigo!
Un breve silencio se formo ante la discusión de mis
tíos.
¡ Fueron otros tiempos!— siguió diciendo mi tía
¡Tu eres toda una excusa Teresa, y no la
tienes!—finalizo mi tío saliendo del desván de un
portazo.
Oí un enorme silencio formase tras el portazo, al
mismo tiempo que unos enormes sollozos de angustia
por parte de mi tía, que se quedo sola en el desván,
dando algún manotazo que otro a ciertas pócimas
elaboradas por mi tío. Al cabo de unos minutos, sé
escucho abrir la puerta del desván, saliendo de ella mi
tía derrotada.
¿Acaso quieres que Adelaida sea un objeto de
muerte como tu hija?— pregunto mi tía
derrotada a mi tío.
No quiero eso— dijo mi tío muy enfadado,
aunque algo más tranquilo— solo quiero que
tenga la oportunidad de ser lo que es.
¿Y qué es?— pregunto mi tía— ¿acaso quieres
un monstruo en la familia?
¡Ella es especial y tú lo sabes Teresa—oí decir a
mi tío— sabes que Adelaida ha sido un cúmulo
Página | 95
de herencias familiares, cómo las ha obtenido
todas, no lo sé, será un don, pero las tiene!
¡ No quiero perderla como a mi hija!— concluyo
angustiada mi tía— ¡ no podría soportarlo
nuevamente!— la oí llorar
¡ven aquí!— dijo mi tío abrazándola fuertemente
contra su pecho— no volverá a ocurrir, estoy
seguro.
¿ Me lo prometes?— oí decir a mi tía
Tienes mi palabra— mi tío le dio un beso en la
frente a mi tía.
¿ Que necesita?— dijo finalmente mi tía
¿La vas ayudar entonces?— pregunto algo
extrañado mi tío, al mismo tiempo que contento.
Si
Quería saber cómo se abría las puertas al
mundo paralelo— dijo mi tío
¿Y por que ello precisamente?— pregunto mi
tía— ¿Qué no sabe que abrir puertas frente a
tanta gente no está permitido?
Ya le dije que eso para el concurso no podría
ser, que debería de crear algo más ingenioso,
más especial que cautivara al jurado, y yo sé,
que tú eras la mejor en ello—dijo mi tío
finalmente.
Página | 96
No me has respondido para que quiere abrir la
puerta.
No lo sé—dijo mi tío— quizás se lo deberías de
preguntar tu.
Mi tía se seco aquel manto de lágrimas que posaba en
sus pequeños ojos azules, dirigiéndose hacia mi
habitación, golpeó dos veces la puerta y entro en ella.
Yo permanecía acostada boca abajo en mi cama
desecha por las enormes patadas de rabia contenida,
abrazada a mi buen amigo el oso de peluche. Mi tía me
llamo, yo me gire con mis ojos aún cubiertos por
enormes lagrimas, con mis mangas las seque, y me
quede sentada sobre la cama, esperando que me dijera
lo que fuera y se marchara pronto.
Te voy a ayudar Adelaida— dijo por fin mi tía—
pero hay algo que me ha dicho tu tío y necesito
saber para qué precisas saberlo—dijo mi tía
tomándose una pausa, mientras mi atención se
hacía más pronunciada a aquellas palabras—
¿porque y para que abrir una puerta paralela?
No abrí la boca, simplemente saque la pequeña
maletita que Tina la rata me había dado tiempo atrás,
aún permanecía dentro de ella, él polvo rojo y aquella
pequeña carta, entregándosela a mi tía.
Página | 97
Mi tía extrañada ante aquella pequeña maleta que le
hacía entrega la abrió, cubriendo sus dedos de
aquellos polvos rojos, cogió la pequeña carta y la abrió.
Necesitaras esto—dije a mi tía haciéndole
entrega de una lupa.
No hace falta— dijo mi tía—esta letra es de
duende, nunca podría leerla, solo tu madre podía
hacerlo.
¿ Sabes cómo abrir una puerta?— pregunte
Hace demasiado tiempo que no lo hago—dijo mi
tía—no sé si podría hacerlo nuevamente.
¿ lo intentaras?— pregunte ansiosa
Creo que lo de intentar debería de ser cosa
tuya Adelaida, púes esta maletita por lo que
veo, ha sido entregada a ti—dijo mi tía haciendo
otra nueva pausa— ¿acaso te la entregado el
mismo duende?—pregunto algo extrañada.
No fue Tina –respondí algo más animada
¿Quien es Tina?— pregunto mi tío, que
permanecía en silencio detrás de mi tía,
escuchando nuestra conversación atentamente.
Ella es Tina— dije señalando a la rata de salía
de su agujeró.
¡ Qué asco es una rata!— dijo mi tía dando un
enorme salto a los brazos de mi tío
Página | 98
¡No hace nada!— dije sorprendida viendo la
reacción de mi tía— Tina me cuenta muchas
cosas, es mi amiga, bueno, ella y también
Carlota.
¿Otra rata?— pregunto mi tía con mucho asco
mirando a todos los sitios.
No Carlota es una araña—dije nuevamente—y es
muy buena.
Mi tío tranquilizo a mi tía haciéndola bajar de sus
brazos, mi tía no era peso pluma, casi termina con la
respiración de mi querido tío.
¿Has dicho que hablas con ella?— pregunto mi
tía aún mas extrañada.
¡ Y también con Carlota!— dije muy contenta
¿Entiendes lo que te dicen?— pregunto mi tío
también algo extrañado mirando hacia mi tía.
Así es— dije contenta
¿Ves como Adelaida es especial?— dijo mi tío a
mi tía.
¿ Y te están hablando ahora?— dijo mi tía
acercándose muy despacio a la rata para
obsérvala más de cerca
¡Ahora no!—dije riendo—¡ pero hablamos muy a
menudo!—respondí
Página | 99
¡Tienes un don maravilloso hija mía!—dijo
finalmente mi tía— ¡Ese don es único en el
mundo, y lo tienes tú!
Mi tía se emociono abrazándome fuertemente contra
su pecho.
¿ Queréis decir que vosotros no entendéis lo
que dice Carlota y Tina?—pregunte confusa
En absoluto entendemos nada—dijo mi tío—
¿desde cuándo hablas con ellas?
No lo sé—respondí alegre—desde hace mucho
tiempo
¿Solo las entiendes a ellas?—pregunto mi tía
nuevamente.
¡No!—volví a contestar ¡también entiendo a
Dragón!
¡Cielos santo!— grito aterrada mi tía mirando su
alrededor— ¡Un dragón!
¡No ese tipo de dragón!— reí nuevamente—
¡Dragón es mi amigo también, el es un
murciélago!
¡Qué horror!—dijo mi tía— ¡Tanto bicho suelto
en mi casa y sin yo saber nada!
¿ Que pone en la nota Adelaida?—pregunto
nuevamente mi tía
Página | 100
Dice que para estar totalmente preparada,
necesito pasar una prueba, y la prueba consiste
en abrir la puerta del mundo paralelo.
¿Y porque ese interés, como confiar en ese
duende?
Tina me digo, que el duende que escribió la
carta era amigo de mama. — dije mirando a Tina
con una enorme sonrisa.
¿De veras?— pregunto mi tía mirando a la rata.
Si –le respondí
Déjame que revise mis libros, veré si recuerdo
leyendo algo –dijo mi tía retirándose— ¡no me
llenes la casa de bichos!—dijo mientras se
alejaba con una sonrisa.
¡ Gracias tío!—conseguí decirle a mi tío
De nada Adelaida—respondió mi tío dándome un
apretón entre sus rudos brazos. — de nada.
Página | 101
Capitulo Séptimo-Cabezonería
Dos vasos de leche de burra, tres porciones de
mantequilla, cuatro hinojos de baya, tres gajos
de ajo, dos cucharadas de azúcar… ¡pero qué
asqueroso!
Dije dejando el libro de conjuros sobre la mesa.
¿Porque es asqueroso? Cuando la hayas
terminado ya verás el resultado. — dijo Nerea
mirándome atentamente.
¡ Me falta miel!— grite horrorizada
¡Espera yo te doy!— dijo mi tío entrando por la
puerta.
Mire el interior del cubo, realmente había tanto
potingue junto, qué no savia si hacia una poción, o la
receta de mi difunta bisabuela de un pastel.
¡Ale Adelaida!—dijo mi tío entusiasmado
haciéndome entrega de la miel— ¡Introduce tu
mano y muévelo!
¡No por favor!— dije rogando no hacerlo.
Ya sabes que esa parte te toca a ti Adela— dijo
Nerea—es tu conjuro para el concurso, y como
no des de una vez por todas con él, vas a
perder.
Página | 102
¿Y quien ha dicho que con este mejunje valla a
ganar algún premio? En tal caso, podría ganar el
premio de la consolación, ¡es horrible!
Dije tirándome al suelo sentada de golpe con los
brazos cruzados.
¡Animo Adelaida!— dijo entrando mi tía
Teresa— después de lo que os a costado
convencerme para que te ayude ahora no te
puedes rendir.
¡Que savia y cuánta razón tenía mi tía!, si ahora me
rendía, la disputa que días atrás había tenido con el
tío Eduardo, no serbia de nada.
¡ Esta bien!— dije levantándome de nuevo del
suelo, mientras mi estomago se revolucionaba
mirando aquel ungüento de ingredientes!— ¡ lo
hare!—dije girando mi cabeza hacia un lado,
mientras mi mano rápidamente se introducía en
aquel espantoso potingue— ¡ Es asqueroso!—
sollozaba
¿Y tú eres la que quieres ganar?— pregunto mi
tía burlona— ¡A esa pócima le falta un huevo de
avestruz!
¡Eso no por favor!— grite rogante.
Página | 103
¡O si, querida!— dijo mi tía con una sonrisa
mientras ante nuestro asombro hacia aparecer
de la nada un hermoso huevo.
¿Como, cómo lo has hecho?— pregunte
¡Magia, Adelaida, magia!— volvió a sonreír.
Pase más de dos minutos, removiendo aquello hasta
que se convirtió en una pasta verdosa de un enorme
olor desagradable, mis queridos observadores, tío, tía,
amiga, Tina y Carlota, viendo aquello que comenzaba a
subir aromáticamente tirándote hacia atrás, se
fueron retirando de mi lado llegando inclusive por un
instante, a sentirme completamente sola. Aunque no lo
estaba, allí los tenía a todos, agrupados frente a la
ventana que permanecía abierta de par en par,
sacando sus cabezas para tomar aire, y luego
ofrecerme una enorme sonrisa.
Es hora ya de que comiences a realizar el
conjuro Adelaida o se te terminara pasando—
dijo mi tío.
Busque la varita que me regalo mi tía, apuntando con
ella al cubo, pero no sé porque, mi tía me detuvo la
intención de hacerlo.
¿He hecho algo mal?—pregunte extrañada por
su reacción.
Página | 104
Si – dijo mi tía introduciendo su mano entre sus
batas anchas— debes de hacerlo con esta.
Era una varita completamente diferente a todas las
demás que había visto hasta el momento. Era alargada,
pero se podía plegar como un papel fino, en su puntera
había un pez dorado, y en su posterior un arlequín
plateado, tenía un gravado dorado en la central,
escrito en duende, y decía así “Mi varita dorada” “¡qué
tontería más grande de gravado!”, pensé para mis
adentros, podía poner otra cosa, pero precisamente
eso……
¿Bueno, que la vas a utilizar o no?—pregunto
insistente mi tía.
¡Claro que sí!— le conteste comenzando el ritual.
Como contaros que tuve que hacer cinco intentos
fallidos hasta que logre perfeccionarlo dominar el
conjuro. No me terminaba de gustarme parecía fácil
para realizar cualquier mago, cualquiera podía hacer
volar objetos por la habitación, convertir cosas, ver
puertas mágicas, no cruzarlas desde luego, pero si
verlas, ver el futuro, el pasado, el presente, todo
aquello era simple para mí, me costaba mucho
aprender, no lo voy a negar, pero si pretendía vencer
inclusive al mejor maestro de magia, precisaba algo
Página | 105
que fuera más superior a cualquier otro conjuro
conocido por todos.
¡ No me sirve!— dije convencida de mis palabras
¡Es muy bueno Adelaida!—respondió mi tía— ¡es
el indicado para tu edad, ganaras entre los
infantiles, estoy segura!
¡No tía, no quiero ganar entre los infantiles!—
dije muy seria mirándoles a todos— vosotros
me hicisteis ver y creer, que con el paso de
generaciones, he heredado de mis antepasados
cualidades únicas, y que yo, digamos, soy una
pequeña bola de cristal, repleta de enormes
secretos. Y los quiero ver.
Enormes risas sarcásticas cubrieron la habitación
silenciosa donde nos encontrábamos todos.
Todavía no estás preparada Adelaida—dijo mi
tío frotándome la cabeza con cariño—todavía no
¡Pues prepararme porque quiero vencer al gran
mago, al que derroto a mis padres!
Un amargo silencio inundo la habitación y solo mi tía lo
rompió con su leve voz.
Nadie ha podido asegurar en todos estos años
que tus padres fueran muertos por el gran mago
Adelaida, ni siquiera se encontraron los
Página | 106
cuerpos, lo sabes, simplemente se los trago la
tierra….
¡Pues yo quiero tener el poder de la regresión!
¿Como, que?— gritaron asustados todos al
mismo tiempo.
¡Estás loca Adelaida ya lo decía mi madre!—dijo
Nerea asombrada por mis palabras— ¡Mírate,
eres aún una niña pequeña como yo, ese poder
no te puede ser concedido aunque lo hubieras
heredado de tus antepasados! ¡es una completa
locura lo que dices!
¿Porque ha de ser una locura?—pregunte sin
comprender nada, pues si era tan poderosa
como decían, tenía que ser fácil el poder de la
regresión.
No es nada fácil—dijo mi tía acercándose a mi—
¡ni tan siquiera tu madre lo consiguió!
¡Es muy peligroso pequeña!—dijo mi tío—tan
peligroso que podría peligrar tu vida, no es cosa
de jugar a valientes.
¿Acaso lo habéis hecho alguno para juzgar
sobre su peligro?—pregunte esperando
respuesta de alguno de ellos, pero en vez de una
respuesta se escucho un enorme silencio— ¡Lo
savia, nadie lo sabe porque nadie lo ha probado!
Página | 107
¿No prefieres la puerta paralela que me digites
Adelaida?— dijo suplicante mi tía, intentándome
hacer cambiar de tema— veras, logre encontrar
la formación de las puertas del umbral.
Deje estar mi cubo y me dirigí a la pila donde me lave
las manos con mucha cautela, intentando quitar aquel
olor maloliente de ellas, siendo casi un suplicio infinito
de lograr.
Tiene mucho carácter—dijo mi tío bajito al oído
a mi tía para que no lo oyera.
Lo he querido—dijo agachando la cabeza mi
tía—igual que su madre, ¡cabezona!
Si—respondí— quiero el conjuro de la puerta
del umbral, pero también quiero el poder de la
regresión.
Sentí como Carlota ascendía por mis pantorrillas
rápidamente hasta posarse en mis hombros.
¿Sabes una cosa Adelita?— me pregunto
cariñosamente— como bien dices, la regresión
es un poder, no una formula de conjuros, si tu
no la posees, no la puedes elaborar.
¡Pero mis tíos han dicho que he heredado
diferentes poderes de distintas generaciones!—
proteste sollozando.
Página | 108
¡Ello no quiere decir que lo poseas!—dijo
intentando consolarme— ¡Además, ese conjuro
que terminas de hacer, como bien dice tu tienes
muy bueno!
¡No, no lo quiero!— dije cabezona, cruzándome
de brazos ante tal situación embarazosa para
mis seres queridos.
Mi tía se retiro de la habitación, y vino nuevamente
cargada con un enorme libro, que nunca antes había
visto.
Estos conjuros los escribieron tus padres, ya es
hora que los tengas tu – dijo mi tía dándome el
pesado libro.
Tenía un grabado muy bonito en la tapa, consistente
en cinco estrellas plateadas cruzadas con un dragón
blanco. Me dejaron a solas en el desván con aquella
pesada carga, y con mis amigas la rata y la araña, que
no tardaron ni un segundo tampoco en desaparecer.
¡Bueno!— me dije a mi misma— ¡mejor será
buscar un buen sitio para leer!
Mire a mi alrededor, el desván completamente sucio,
no era el mejor lugar, quizás en el exterior, junto a la
garrofera, hoy hacia buen día, era el lugar perfecto si
nadie te molestaba. Extendí sobre el suelo, una
pequeña manta azul celeste de algodón rizado,
Página | 109
tumbándome sobre ella boca abajo, dispuesta a abrir
el enorme libro, que parecía tener vida propia. Estaba
a punto de abrirlo cuando una voz me sobresalto.
¡Alto! – dijo una voz— ¿Quien eres tú, y quien te
ha dado permiso?
Asustada, me levante rápidamente de donde estaba,
mirando a mi alrededor desesperada, intentando
hallar aquella voz tan profunda que salía de algún sitio.
¡Contesta muchacha!— volví a oír la voz.
¿Donde estas?— pregunte asustada, mis
pequeñas piernas me temblaban— ¿quien eres,
que quieres de mi?
¡Las preguntas las hago yo!— contesto
rápidamente la voz.
¡Dime donde estas!— respondí aterrorizada, no
veía a nadie, pero si lo oía.
¡ Estoy enfrente mismo de ti!— respondió la voz
¿Donde?, ¡no te veo!
¡Estoy donde me has dejado, tirado en el
suelo!— dijo a regañadientes aquella voz.
Asombrada, caí de rodillas al suelo y cogí el pesado
libro con mis dos manos.
¡ Si, soy yo!— me dijo el libro
¡Caray, no sabía que los libros sin mensajeros
podías hablar!— respondí sonriente.
Página | 110
¡Nunca dije que no fuera un libro mensajero!—
dijo el—pero tú sigues sin contestar mi
pregunta, y sin ella, no te permitiré que
descubras mis secretos.
Me llamo Adelaida, y soy la hija de la dueña de
tus secretos— dije muy serena – y tu ¿cómo te
llamas?—pregunte curiosa.
Me llamo parlanchín—dijo dando una tos seca—
¡no digas nada que lo sé, y menos aún se te
ocurra reírte!
Comencé a buscar una boca o algo similar en las
cubiertas del libro mientras este no cesaba de hablar
y contarme sus hazañas grandiosas con mis padres,
pero yo por más que buscaba no hallaba nada.
¡Entonces aquel caballero de la plaza, dijo zas!
¡Ya basta!— dije algo enojada— ¡me agrada que
me cuentes cosas parlanchín, pero quiero saber
los secretos de ti, ábrete de una vez!
¡Si me hablas así, nunca me abriré!— respondió
ofendido.
¡Por favor!— le dije rogante.
¡Está bien, me abriré, pero solo un poquito!
Al abrirse, una enorme luz sonrosada se expandió
cubriéndome por completo, rodeándome con un aroma
fantástico a jazmín. Aquella letra, era perfecta, no
Página | 111
disponía de faltas de ortografía, tachones o cualquier
desperfecto. Pase la yema de mis dedos por aquella
letra escrita, era como sentir la mano de mi padre
junto a la mía. Una pequeña lagrima broto de mis ojos,
haciéndome sentir indefensa, seque mi lagrima
rápidamente con la manga de mi jersey e intentando
alejar mis débiles pensamientos que hacían ponerme
triste, comencé a abrirme un poco más a la alegría y a
mi objetivo, que no era otro, más que descubrir como
abrir aquella puerta paralela que me dijo el duende.
Al fin y al cavo, lo mismo, mis tíos tenían razón y no
debía de pedir más de lo que mi corta edad podía
ofrecerme, quizás, mas adelante podría vencer al
mago más poderoso.
Página | 112
Capitulo Octavo-Un nuevo maestro
¡Hola, niña! – dijo un duende dando un salto
enorme, colocándose a mi lado.
¡Que!, ¿de dónde has salido tu, quien eres?
¡Pumuky para servirla señorita Adelaida!— dijo
quitándose la pequeña gorrita en forma de dado
de la cabeza.
¿ De dónde has salido?— pegunte mirándole
detenidamente, aquel aspecto tan horrendo que
tenia, no mediría más de medio metro y olía muy
mal, por no hablar de aquel color tan feo de piel
amarillenta que disponía.
Soy el guía del libro— dijo sonriente
¡Valla!— dije con una sonrisa— así que tu debes
de haber conocido a mis difuntos padres.
¿Difuntos, como difuntos, cuando murieron?—
pregunto extrañado el duende.
¡Cuando yo era muy pequeña!— respondí
tristemente.
¡No, muertos no, no puede ser cierto!— dijo
alterado el duende, saltando por toda la
habitación, golpeándose contra las paredes
como un histérico.
¿Cuando los vistes por última vez duende
Pumuky?
Página | 113
¡Esta misma mañana!— dijo alterado.
El libro que sostenía en mis manos, cayo de inmediato
al suelo, dejando con la boca abierta ante tal
asombrosa noticia.
¡Disculpa duende, es que no te entendí bien!
¡Esta misma mañana los vi, estaban en el jardín
encantado, paseaban los dos cogidos de la mano,
como dos recién enamorados, y estaban tan
bien….., que me cuesta creer que hayan
fallecido!— dijo el duende algo más relajado
tomando sitio cerca de mí.
¡Debes de estar viviendo en otro siglo!— dije
sonriente— ¡claro, como eres la historia del
libro!
¡No!— dijo muy firme— ¡Duende nos se equivoca
casi nunca!, ven conmigo.
El duende tomo de mi mano y me dirigió hacia el libro
parlanchín.
¡Ábrelo!— dijo el duende.
Curiosa de mi, tome el libro parlanchín y lo abrí.
¡Colócalo en el suelo, si no será difícil pasar por
el!
¡Espera un momento! – dije yo asustada con una
sonrisa sarcástica — ¿acaso te has vuelto loco,
Página | 114
como pretendes que me meta dentro de un
libro?
¡Pasando dentro como no!— el duende se detuvo
un instante y se quedo mirándome por un
segundo— ¡caray que tonto soy, es cierto, eres
un humano, y necesitaras algo más que te
permita entrar!
¡ Valla, ahora te has dado cuenta!— respondí
sonriente
¿Descubriste el sentido del polvo rojo que te
deje en una cajita?
¿Así que fuiste tú?
¿Quien si no el duende Pumuky podía ser?—
respondió orgulloso
¡No, en varias ocasiones he intentado encontrar
el conjuro en el libro de mis padres para poder
abrir la puerta paralela, pero no hubo manera
posible, parlanchín no cesa de hablar, me
distrae, olvidándome por completo de lo que
estoy buscando!
¡Si, eso es un defecto muy malo que tiene el
libro!— dijo el duende. — Ven sígueme.
Seguí al pequeño duende, hasta la cocina, pasaba muy
despacito mirando hacia su alrededor, asegurándose
de que nadie pudiera descubrirle.
Página | 115
¡ Coge esos dos tarros vacíos de ahí arriba!—
dijo el duende
¡Lo lamento! – conteste mientras que mi mirada
se perdía en lo alto de la estantería— ¡Mi altura
no me permite llegar!
¿Acaso te crees que la mía si?— dijo el duende
enfadándose— ¡Utiliza tu magia!
¡ Tendría que hacer una poción para ello!— le
respondí
¿Pero qué dices niña, pociones ni cuernos de
unicornio? – el duende comenzaba a encontrarse
ofendido— ¡Tu eres la magia!
¡Yo no soy magia ni siquiera soy capaz de bajar
esos estúpidos botes!— dije enfadada, mientras
a mi asombroso enfado, le acompaño que
aquellos dos botes vacíos se posaban en mis
pequeñas manos.
¿Ves?, ¡lo has hecho tu sola, y sin ayuda de
asquerosas pócimas, en ello se diferencia un
buen mago a un títere de feria!
Seguí cogiendo las cosas que me solicitaba el duende,
sin todavía creer ni saber, como había logrado tener
en mí poder dos botes los cuales yo no alcanzaban a
coger.
Página | 116
¡Creo que ya lo tenemos todo!— dijo el duende
arrogante— ¡volvamos al libro!
Me hizo colocar todos los botes de cristal vacíos y
llenos alrededor del libro parlanchín.
¡Trae los polvos que te di!— dijo dándome un
pequeño empujoncito en el hombro.
Introduje mi mano en mi bolsillo y se los di.
¡No es bueno que los lleves encima, podrían
quitártelos y poner nuestro mundo en peligro!—
dijo el mirando los polvos detenidamente— ¿aun
tienes la varita de tu tía?
Si – dije yendo a por ella— ¡también tengo
esto!— dije alzándolo en el aire para que lo
viera.
¡Valla un cubo mágico, y muy difícil de conseguir
ya lo creo!, ¡tráelo para aquí!
Fui hacia donde estaba el duende, y me senté a su
lado.
¡Bien muchacha!— dijo el duende— ¡Vamos a
ponernos manos a la obra, yo voy a ser tu
maestro!
¡ Qué bien, gracias, necesitaba ayuda!— dije
alegremente
Página | 117
¡No tan deprisa niña, pues como ves, no soy un
maestro corriente, soy el maestro del libro,
nada más!
¡Pero no dejas de ser un maestro! – dije cada
vez mas emocionada por tal situación.
¡ Empecemos!— dijo el
¡Sí!.— respondí contenta
Me hizo sentar frente al libro y unto mi cabeza con
aquellos polvos rojos.
¡Lo que vas a ver ahora!— dijo el duende—
¡nadie en el mundo lo ha visto, solo dos humanos,
y ya te puedes imaginar a los dos humanos que
me refiero, debes de guardar lo que veas en
secreto, y lo que es más importante, debes
guardar el secreto de cómo abrir la puerta!
Asentí con mi cabeza y el duende se sentó a mi lado.
¡Debes de poner tu mano sobre el libro, y con la
yema de tus dedos, frota con firmeza pero sin
fuerza la cubierta del libro, sobre todo, el ojo
azul del dragón!
Hice lo que me pidió pero no sucedió nada.
¡Debí de imaginármelo, aun no estás
preparada!— dijo el duende poniéndose de pie
enojado.
¡Sí!— respondí yo— ¡Si que lo estoy!
Página | 118
¡ Pues demuéstramelo!— dijo el
¡Pero es que no sé que tengo que hacer!— dije
sollozante.
¡Utiliza tu magia, solo tú puedes hacerla, nadie
más!
Lo intentaba todo, pero seguía sin comprender las
palabras insistentes del dichoso duende. Entonces en
ese preciso momento abrió la puerta mi tía, y ante mi
susto, sucedió algo inimaginable, sentí como mi cuerpo
se envolvía en un viento cálido de color, que me cubría
por completo, un aroma cada vez mas fuertes a flor
de jazmín y azahar reposaba en mi nariz. Vi como mi
tía se quedaba espantada de pie, mirándome sin
reaccionar, como mi habitación parecía desvanecerse
ante mis ojos, como el duende sonreía y aplaudía,
mientras sentía su mano cogerse a la mía, note como
mi cuerpo se convertía en millones de partículas
pequeñas, tan diminutas que ya ni se veían,
perdiéndose dentro del interior del libro.
¡Adelaida, Adelaida!
Fueron los gritos de ahogo de mi tía Teresa que sentí
al irme volando de aquella habitación; hasta el
increíble mundo de los duendes.
Página | 119
Capitulo Noveno-El mundo de los Duendes
Desperté echada en el suelo más bonito que mis ojos
habrían imaginado y visto jamás, flores parlanchinas,
animalitos habladores, monos montados en
ciclomotores, hadas de todas formas y colores,
arboles cantores, setas andantes, agua seca, e incluso
el mismísimo cielo era diferente, se podía decir que lo
tenía en mis pies, ya que lo andaba pisando.
¿Donde estamos Pumuky?— pregunte aún algo
aturdida por el viaje.
¡Estamos en casa!— dijo alegre dando un fuerte
suspiro para sus adentros.
¿ Que es todo esto?— pregunte aun extrañada
Terminas de pasar una puerta mágica, tu mundo
real, y tu mundo imaginario por así decirlo,
porque como ves, este mundo existe. —
respondió con una enorme sonrisa — ¡Ven
conmigo!, ¡vallamos a concretar lo que me dijiste
de tus padres!
Todavía no salía de mi asombro, aquello era
simplemente ¡mágico!, nunca antes había estado en un
lugar igual, los habitantes eran simpáticos, pero ante
todo, se podía sentir la magia de aquel lugar, brotaba
en enormes cantidades, todo ello era encantado, pero
con vida propia, solo risas, alegría, paz, solo ello, era lo
Página | 120
único que se podía ver, parecía que en este mundo, la
tristeza no existiera.
¡ Ven iremos más rápidos con esto!— dijo
Pumuky
Tomo una flor del suelo, la estiro a lo largo y se subió
en ella.
¡Sube y agárrate fuerte! – me dijo
¡Si subo se partirá, peso demasiado! – dije
mirando aquella flor que parecía estar hablando
pidiendo algo de compasión.
¡Sube, aquí eres como aire, simplemente no
pesas!
No quise llevarle más la contraria, había comprobado
que el duende tenía un genio insoportable cuando se
enojaba. Paramos de paisajes hermosos pasemos,
aldeas que nos saludaban al pasar con sus manos, aves
que volaban junto a nosotros y preguntaban por
nuestro viaje, un maravilloso y largo viaje hasta llegar
a una vieja cabaña fabricada de mimbre y papel.
Comencemos a descender poco a poco hasta llegar
aterrizar en el suelo. Parecía que aquel lugar era un
poco frió, ya que tenían encendida la chimenea.
¡ Quédate un momento aquí, voy a rodear la
casa, asegurarme de algo!¿ de acuerdo?— me
dijo el duende
Página | 121
Asentí con mi cabeza he le hice caso, sentándome
sobre una pequeña piedra que había en el porche
de la pequeña casa acogedora.
¡Savia que te equivocabas!— dijo el duende con
una enorme sonrisa— ¡realmente te llegue a
creer!
¿A qué te refieres Pumuky?— dije algo
nerviosa, al mismo tiempo que temerosa.
¡Míralo tu misma!— dijo señalándome la puerta
de la entrada de la casa.
¡Debemos de llamar antes!— dije echándome
unos pasos hacia atrás.
Pero fueron otros pasos y otras manos las que
abrieron la puerta de par en par y dejaron ver la
figura de un hombre apuesto, alto, de robusta figura,
joven.
¿Quien anda ahí?— pregunto aquella vozarrón.
El duende voló hasta colocarse a la altura de los ojos
de aquel enorme hombre.
¡Creo que hay alguien que quiere verle señor
Ricardo!— dijo sonriente el duende.
El hombre miro hacia abajo, y allí estaba yo, con los
ojos repletos de lágrimas, llorando a moco colgado,
encogida de hombros y brazos sin saber que tenía que
Página | 122
hacer. Aquel hombre, asombrado se quedo mirándome
detenidamente tomándome entre sus brazos,
subiéndome hacia lo alto, buscando algo en mi que
pareciera aun más familiar de lo que ya le parecía.
¿Adelita?— pregunto. — ¿Te llamas Adelaida?
Mi voz quería salir de mi interior, pero era tan grande
la emoción sentida en aquel momento, que fue
imposible que de mi boca saliera un sí, en vez de ello,
fue mi cabeza la que se movió hablando por mis labios.
Aquel hombre, un extraño para mi, se trataba de mi
padre, se suponía por mis tíos que mis padres habían
muerto, o por lo menos eso habían creído ellos
durante todos esos largos años.
Que decir, que me cubrió de besos enormes y
abrazos, tanto mi padre como mi madre que de
inmediato al oír mi nombre salió a recibirme
cogiéndome en brazos y cubriéndome con sus cálidos
labios. Sus preguntas eran miles, las mismas que las
mías. Creo que la pregunta que más les dolió, fue
¿porque no volvisteis y me dejasteis allí con mis tíos?
Pues no pudieron darme una respuesta que realmente
me llenara.
En cambio, sí que vi otra cosa, sobre una cuna había un
bebe.
Página | 123
Es tu hermano – dijo mi madre— se llama
Cristóbal
Me hacerse despacito hasta la cuna, era tan frágil,
pequeñito y sonrosado, que daba miedo cogerlo en
brazos.
¡Puedes cogerlo Adelaida, adelante no muerde!—
dijo mi padre.
Cogí aquel niño entre mis brazos, aquella pequeña
bolita de carne de apenas seis kilos, era muy guapo,
llevaba puesto unos pequeños harapos de pañales.
Quiero preguntaros algo papas—dije
seriamente mirándoles a los ojos— ¿vais a
volver?
Los dos se miraron a los ojos sin saber si contestar a
mi pregunta o silenciarla allí mismo.
¡Tu hermano ha nacido en el mundo de la
magia!— respondió mi madre— pondríamos su
vida en peligro si lo sacáramos de aquí.
¿Pero yo he venido?— dije angustiada— ¡y estoy
viva mama!
¡Tu no naciste aquí cariño!— me respondió mi
padre con tristeza.
¡Tampoco me disteis opción alguna para elegir
donde nacer o vivir, simplemente me dejasteis a
Página | 124
mi suerte con mi tía, sin preguntarme siquiera
que era lo que yo quería!
El duende, viendo de que aquello se estaba
convirtiendo en una pelea familiar, prefirió no
entrometerse quedándose fuera de la casa, en cambio,
yo, que no comprendía nada, comencé a llorar como un
bebe.
¡No sabemos como lograste llegar al mundo de
los duendes sin daño alguno hija, pues tu madre
y yo casi morimos en el intento al abrir la
puerta!— dijo mi padre.
¡Pero estáis aquí, y estáis vivos!— dije
reprochándoles.
¡Lo lamento hija!— dijo mi padre intentando
consolarme con un abrazo.
¿Eso es todo lo que podéis decirme, que lo
lamentáis y ya está todo solucionado? ¿no
creéis que merezco algo más?— dije muy
ofendida.
Mis padres asombrados de mi llegada inesperada, e
preguntas que los dejaba sin respuesta, no podían
hacer más nada que silenciar sus labios.
¡Lo tenía que haber imaginado, nunca os e
importado ni un pimiento, por ello nunca
Página | 125
intentasteis venir a buscarme!— dije
cruzándome de brazos.
Eso no es cierto— dijo mi madre dejando al
pequeño en la cuna, tomándome a mí en su lugar
– Adelita, tu eres la niña de nuestros ojos, mi
querida pequeña, no entiendes nada, y aun eres
pequeña para comprender los motivos que nos
llevaron a quedarnos aquí.
¿Y por qué no intentas explicármelo? ¡lo mimo
hasta lo entiendo!
Mi padre no pudo evitar soltar una leve sonrisa de sus
labios.
¡No cabe duda que es hija tuya Soraya, tiene tu
mismo genio!
¡Que nombre más bonito!, pensé para mis adentros,
¿porque no me llamaron igual que a mama?
Está bien pequeña, te intentare contar hasta
donde considero que puedes entender— dijo mi
madre haciéndome entrar en una silla muy
cómoda de enormes brazos.
Tome asiento mientras vi a mi padre alejarse hacia el
interior de la casa con mi hermano pequeño en brazos,
volviendo cargado con una bandeja repleta de dulces y
chocolate caliente.
Página | 126
Nunca imaginemos que aquel día lograríamos
cruzar el umbral Adelita, pero sucedió, casi
termino con nuestra vida aquel cruce tan
precipitado, pues entre otras cosas no teníamos
ayuda del duende, tu tía nos despreciaba por
nuestra magia, y no aguantaba más vivir de su
caridad, tu padre no tenía trabajo, y las
pociones que vendía yo en la plaza apenas nos
daban para darte de comer.
¡Así que preferisteis hacer lo fácil, huir!—dije
cortante.
¡No te equivocas, buscábamos una puerta a un
mundo mejor para vivir allí los tres, sin
depender de la caridad excesiva de tu tía, mi
madre!, pero se complico, no sabemos porque
crucemos, y tú estabas allí, tan pequeñita,
echada en tu cuna de mimbre, llorando y yo no
podía ir a cogerte en brazos, mi cuerpo eran
partículas de polvo, estaba desapareciendo y no
podía poner fin aquello, no sabía parar.
¡Ya!— dije yo muy convencida— ¿y….?
¡Valla con la niña he!— rió mi padre— ¡Ale, ale
Soraya, tú la echaste al mundo con tus genes,
dale respuestas a la niña!
Página | 127
¡Te crees muy gracioso!— protesto mi madre—
durante mucho tiempo intentemos regresar a
casa, pero todo fue inútil, y cada vez que
estábamos cerca, a tu padre le daba un infarto,
no sabemos realmente el motivo, la cuestión era
que no podíamos volver.
¿Por eso decidisteis sustituirme por ese de la
cuna?
¡Adelita!— dijo mi madre escandalizada— ¡Es tu
hermano, no te consiento que te pases tanto!
Su mirada era furiosa y firme, realmente me llego a
producir temor.
¡Bueno, al menos sabrá la tía que estas aquí con
nosotros! ¿ no?— pregunto mi padre
La tía cree que habéis muerto— respondí yo— y
ahora pensara que también lo he hecho yo.
¿pero tu podrás volver no?— pregunto mi
madre— tu eres nacida en el otro lado.
¡Igual que vosotros!— les reproche yo— solo que
yo no sé nada de si sabré o no volver, ya que fue
el duende en quien insistió en hacerme ver que
me equivocaba.
Un torbellino de aire helado cubrió mis pequeños pies,
consiguiendo estremecerme.
Página | 128
¡Debemos de irnos ya de inmediato Adelaida!—
dijo el duende que parecía tener demasiada
prisa.
¡Estoy con mis papas Pumuky!— dije
protestante.
¡No preguntes mas niña, vayámonos, ya
volverás!— dijo el duende mirando nervioso a su
alrededor.
Me quede mirando con pesar el rostro de mis padres y
de mi pequeño hermano, no sabía si alguna vez volvería
a conseguir cruzar el umbral, y sentí un terrible
pinchazo en mi corazón.
¡Quiero quedarme con mis papas Pumuky!— dije
mientras me secaba las lagrimas.
¡No puedes quedarte niña, tienes que volver
rápidamente a tu mundo, tus tíos te necesitan,
sobre todo tu tío, está muy enfermo!
¿ Qué le pasa a mi tío?— pregunte asustada
¡Desde que te fuiste enfermo de tristeza y se
está muriendo!—dijo con una voz muy deprisa el
duende.
¿pero si no llevamos aquí ni dos horas?— dije
extrañada.
En tu mundo han pasado dos años— dijo el
duende.
Página | 129
¿Que estas queriendo decir, que llevo dos años
sin ir a la escuela y que me he perdido el
concurso de magia?
¡En efecto!— dijo el duende mientras guiaba a la
flor rápidamente hacia el lugar donde habíamos
aterrizado dos horas antes— ¡Tus padres si
volvieran al mundo real morirían, llevan mucho
tiempo viviendo aquí, para ellos sería su muerte!
¡No les comprendía cuando decían que no podían
volver! – dije sollozando.
¡Ahora te necesitan tus tíos, ya estarás con tus
padres en otra ocasión!— dijo el duende
cubriéndome el pelo con el polvo rojo— ¡Ahora
Adelaida, piensa en el calor de tu hogar, el amor
de tus tíos y desea volver!
Hice todo lo que el duende me pidió, y del mismo modo
que mi cuerpo desvaneció, volvió a aparecer en aquella
habitación en la cual un día había desaparecido.
Seguía igual que cuando me marche, estaba todo
intacto, a pesar de estar cubierto de grandes capas
de polvos, aquel olor a flor fresca había desaparecido
del aquel lugar.
Tengo que marcharme— me dijo el duende—
recuerda cuando me necesites, coge el libro
Página | 130
parlanchín, ábrelo, y llámame, estaré contigo al
momento.
¡Gracias por todo Pumuky!— dije mientras le
daba un fuerte abrazo despidiéndome de él.
Salí corriendo en busca de la habitación de mis tíos,
en la cama, con una mascarilla de oxigeno, pálido, sin
apenas vida, yacía mi tío Eduardo, tenía sus ojos
entreabiertos, su respiración era lenta, y muy débil.
¡Tío, tío!— corrí gritando hacia él.
¿Adelita, mi Adelita?— pregunto mi tío con una
voz muy débil.
¡Si tío, soy Adelita!— dije llenándole el rostro
de besos— ¡Perdóname tío!
Mi tío Eduardo hizo lo imposible por incorporarse en
la cama, se quito la mascarilla de oxigeno, y como si
una chispa de vida le hubiese salido del bolsillo,
comenzó a gritar mi nombre alegremente, poco a poco
y cada vez más fuerte, hasta llegar su voz a donde mi
tía tristemente perecía sentada cosiéndome un jersey
de lana, por si algún día volvía a casa.
Oí venir desde el pasillo grande zancadas, eran los
inconfundibles zapatos de mi tía, la cual al verme allí,
de pie, abrazada a mi tío Eduardo, se quedo paralizada
sin saber reaccionar, me tomo en sus brazos
cubriéndome de besos.
Página | 131
¿Donde te habías metido todo este tiempo
Adelita?—dijo mi tía mientras no cesaba de
abrazarme y besarme— ¡Creí que te había
perdido a ti también para siempre!
Sus lágrimas brotaban a borbotones enormes de sus
pequeños ojos.
¡Estoy bien tíos, me encuentro genial!—
respondí contenta de ver que mi tío, parecía
tener una cara mucho mas mejorada en apenas
unos minutos desde mi regreso.
No respondiste a nuestra pregunta— dijo mi
tía— te vi desaparecer ante mis narices, con
aquella cosa asquerosa, enana y amarillenta.
¡Sí!— dije sonriendo a mi tía— era un duende, el
duende del libro parlanchín.
¿A qué libro parlanchín te refieres Adelaida?—
pregunto mi tía extrañada.
Al que me regalaste de los papas.
¡ Ese libro no habla Adelaida!— dijo mi tía un
tanto horrorizada— lo he tenido años y nunca
me hablo
Quizás te tuvo manía— respondí yo haciéndole
una mueca. — ¡Mis papas no perecieron!
Página | 132
Mis tíos se miraron extrañados ante tal noticia y
seguidamente me miraron a mí, esperando alguna cosa
con más lógica.
Mis papas viven en el mundo paralelo al nuestro,
en el mundo de los duendes— dije con una gran
sonrisa— ¡y tengo un hermanito, se llama
Cristóbal, tiene meses, es muy guapo, rollizo,
son rosadito, blandito…..!
¡Adelaida cariño! ¿te encuentras bien, quieres
que te prepare la tía un vaso de leche
caliente?— mi tía parecía estar realmente
asustada por mí, pensó que quizás aquella magia
que se me llevo, me había devuelto con alguna
tuerca cambiada de sitio.
¡No tía estoy bien!— respondí rápidamente—
¡Están igual de jóvenes, no han envejecido nada
tíos, están muy guapos los dos!— dije tirándome
a la cama de mi tío.
Mis tíos continuaban echándose miradas entre ellos,
sin saber muy bien lo que hacer conmigo.
Me hubiese gustado mucho que hubieseis venido
conmigo tía.
Tus tíos están demasiado viejos para largos
viajes— dijo mi tío quitándole importancia a la
noticia tan grande que les había traído— no me
Página | 133
importa que mi niña pequeña haya vuelto un poco
tocada del ala, pues la voy a querer igual— dijo
rascándome la cabeza, se coloco sus zapatillas,
y como si lo que le hubiera sucedido fuera solo
un mal sueño, comenzó a caminar, logrando salir
al exterior, sentándose en una vieja mecedora
de mimbre marrón.
¡Estoy muy contenta de que hayas vuelto
Adelaida, tu tío y yo te necesitábamos mucho!—
dijo posando sus labios en mi pelo revuelto.
Página | 134
Capitulo Décimo-La Sorpresa
Era difícil pensar, que aquella aventura extraordinaria
descubierta del portal que me llevaba hasta mis
apreciados padres, pudiera ser olvidada con tanta
facilidad, les hable de ellos a todos mis amigos, sobre
todo a Carlota, que cuando me veía abrir la puerta ya
se estaba retirando a su placido hogar haciéndose la
despistada. Pasaba más horas mirando las musarañas,
soñando despierta y hablando sola, que pendiente de
mis estudios, que poco a poco fueron recayendo a
peor. Mi tía la veía como cambiada, no me reñía por
traer malas notas, me dejaba salir más rato con mis
amigos—as, y ante todo hacer magia en casa. Note que
algo raro estaba sucediendo, pero no lo veía, o no
quería verlo……
¡Adelaida, mira quien ha venido a verte!— mi tío
se retiro dejando asomar detrás de su espalda
a mi cuadrilla de amigos.
¡Nos alegramos de que por fin te hayas decidido
a venir con nosotros de acampada! – dijo riendo
Sebas.
Deje mi lápiz sobre el pupitre, encaminándome hacia
ellos.
¿De que acampada me estás hablando?—
pregunte extrañada mirando a todos.
Página | 135
A esta – dijo acercándome un folleto Nerea—
¡Nos lo pasaremos muy bien!
Me quede extrañada mirando a mi tío, y a mis amigos,
nunca hubiera imaginado recibir tan grata noticia,
¡Genial, mi primera acampada al aire libre con mis
mejores amigos, que más se podía pedir a la vida!
¿Es cierto tío? – dije mirándole a los ojos— ¿me
dejas ir?
Fue idea de tu tía— dijo el— dice que lo mismo
lo que precisas es un poco de aire sano, así que
fue ella quien organizo todo esto.
¡Pero no he aprobado las asignaturas!— dije
avergonzada.
¡Las recuperaras, se que lo harás, porque sé que
eres la mejor!— concluyo dándome un fuerte
apretón.
¡Bueno!— dijo impaciente Vicente— ¿Bienes o
bienes?
¡Pero….! – dije mirando a mi alrededor— ¡no he
hecho el equipaje, no tengo nada preparado,
teníais que haberme avisado!—proteste.
¡Eso lo soluciono yo ahora mismo!— dijo mi tía
apareciendo de la nada.
Con un arte de magia singularmente especial, comenzó
ante nuestra incógnita mirada, a preparar
Página | 136
mágicamente mi equipaje, ropa, linterna, mochila,
libreta, botas y demás utensilios, pasaban deprisa por
encima de nuestras cabezas, hasta una enorme y
gruesa bufanda de lana.
¡Debes de ser precavida, no se sabe el frio que
puede hacer fuera!— dijo sonriente mi tía,
mientras seguía guiando su magia hasta el
interior de mi equipaje inesperado.
¿Donde vamos entonces?—me encontraba
realmente confusa.
¡A que recobres tus capacidades mentales!—
dijo por fin chistosa Nerea.
Cierto o no sus comentarios, me apetecía realizar
aquella inesperada aventura.
¡Quiero que me llames Adelaida, cada noche
antes de acostarte!— dijo mi tía.
Así lo hare— le respondí— ¿pero que cuantos
días estaremos fuera?— pregunte mirando a
todos.
No más de siete y no menos de cuatro—
respondió chistoso Sebas.
¿Con quien vamos?— volví a preguntar ansiosa.
¡Chica parece un interrogatorio lo tuyo, para
algo que te regalan!..... – protesto Pedro.
Página | 137
¡Creo que es muy normal que sepa quien nos
lleva!— le respondió Nerea.
¡Os acompaña la señorita Ruperta!— dijo mi tía
con una sonrisa de oreja a oreja.
¿Como?— preguntaron todos asombrados ante
la noticia.
¿No nos iba a acompañar usted?—pregunto
Nerea
Así era, pero hable con vuestros padres, y
lleguemos a la conclusión, que aparte de una
buena aventura de diversión y juegos, puede ser
para vosotros también muy bueno para el
estudio.
¡ Pero si la señorita Ruperta nos odia!—
protesto Pedro
¡ Si tiene razón!— dijo Vicente
¡Esa mujer es mas mala que los mismos
demonios!—proteste yo.
¡No es tan mala!— dijo mi tía— solo es una
mujer solitaria, nada más que eso.
¡ Pero con muy mala leche!— dijo Sebas
¡Tener genio de vez en cuando es bueno, te
ayuda a permanecer en tu sitio en situaciones
difíciles, debéis de comprender que la vida no
Página | 138
son solo colorines de rosas!— concluyo ayudando
mi tío Eduardo.
Molestos, agachemos las cabezas, cargadas con
nuestras pesadas mochilas y salimos al exterior.
Un ruido como un enorme tractor, comenzó a
escucharse a kilómetros de distancia.
¡Es horrible, que campamento más malo vamos a
pasar, nadie me había dicho antes nada!— dijo
Nerea cruzándose de brazos.
¿Si te lo hubieran dicho, hubieras ido?—
pregunto Vicente.
¡Por supuesto que no!— afirmo Nerea.
¿Entonces queréis que le diga a la señorita
Ruperta y a vuestro padre que el campamento
se anula?—pregunto muy serena mi tía
mirándonos a los ojos.
Nuestros morros se fruncieron de coraje, pero ni uno
solo de nosotros dijo que se volvía a casa.
¡Lo pasareis bien!— dijo mi tío dándonos a cada
uno de nosotros una palmadita en la espalda.
¡Que remedio!....— dijimos todos al mismo
tiempo resignados.
Aquel ruido atroz, se encontraba cada vez más cerca
de nuestros oídos, hasta que concluyo parando justo
Página | 139
frente a nosotros con una tosca frenada, expeliendo
un humo espeso y negro.
¿Qué es eso?— pregunto Pedro señalando el
vehículo.
¡Calla!— le dije a Pedro dándole un pellizco en el
brazo— ¿acaso no lo ves, es un coche?
¡Hay dios! – suspiro para sus adentros Nerea.
¿Realmente llegaremos a nuestro destino?—
pregunto Vicente.
No lo sé— respondí con una sonrisa.
La señorita Ruperta bajo de aquel vehículo, que mas
bien parecía una guagua de feria ambulante, o mejor
aún, un tractor de campo, pero de los más viejos que
podáis imaginaros. Vestía un traje conjuntado de
pantalón y camiseta verde, y una Pamela de paja con
una pequeña pluma roja. Se fue directamente hacia
mis tíos y les estrecho la mano.
¡Me alegro de que entre todos hayamos
conseguido organizar una acampada educativa!—
dijo la profesora Ruperta dando una fuerte tos
seca, mirándonos a todos nosotros los rostros
de niños buenos que teníamos. ¡hay si en aquel
preciso momento nos hubiera leído nuestros
pecaminosos pensamientos...!—Me hubiese
gustado desde luego que el grupo hubiese sido
Página | 140
algo más amplio, ya sabe, como esto es
educativo…
¡Le agradezco su sugerencia señorita Ruperta!—
dijo mi tía estrechándole su fina mano— pero es
que no podíamos permitirnos más gastos.
¡Lo entiendo, no se preocupen, los chicos
estarán estupendamente bien a mi cargo!— dijo
la señorita Ruperta.
¡No me cabe la menor duda de usted, la tengo
por una de las mejores!— dijo mi tía, intentando
desprenderse de la mano de la profesora que le
había cogido gusto y no la soltaba.
¡Bueno chicos!— dijo la profesora soltando por
fin la mano de mi tía— ¡Ha llegado el momento
de marcharnos!
Un pequeño momento de silencio se produjo en aquel
instante, todos nos mirábamos, quemados por la
situación, pero a lo que mas mirábamos, era aquella
vieja tartana en la que debíamos de subir, ¡Y no
disponíamos de tapones para los oídos, señor que cruz!
¡Arriba mis muchachos!— dijo por fin la
señorita Ruperta intentando alegrar nuestras
caras— ¡las mochilas colocarlas arriba en el
portamaletas, y todo lo que no se pueda volar
con el viaje también!
Página | 141
¿A que se refiere con portamaletas señorita?—
le pregunto Pedro mirando aquel manojo de
hierros oxidados.
¡Descarado, comenzamos bien!— dijo
protestando la señorita— ¡Anda, darme las
mochilas, y todo lo que ocupe espacio!
Uno a uno fuimos entregándole el equipaje que
llevábamos, realmente consiguió acoplarlo arriba, lo
amarro todo con sumo cuidado y se aseguro de que
todos nosotros, sin excepción, lleváramos puesto el
cinturón de seguridad.
¡Muy bien, ya estamos todos!— dijo la señorita
Ruperta con una enorme sonrisa en sus labios,
colocando la llave de contacto en el coche.
¡Dios que ruido más mortal!— dije sollozándole
al oído a Nerea para que no me escuchara la
profesora, aunque dudaba de ello con aquel
ruido.
El transcurso del trayecto, fue lento y agotador hasta
llegar a un precioso lugar llamado el lago de los patos
saltones. Aquel nombre cuanto menos me hacia reír, al
considerarlo un nombre muy curioso y gracioso.
¡Menudo viaje más horrible hemos sufrido!—
dijo Pedro colocando su mano en uno sus
riñones.
Página | 142
Marta no bajo del vehículo mucho mejor Pedro,
Vicente, Sebas o yo misma, fue directamente a un
lugar apartado, donde desahogo con tristeza todas
sus tripas.
¡Esta bien chicos! – dijo la profesora – ¡creo que
acamparemos aquí mismo! Así que bajar las
mochilas del coche ¡y a montar entre todos las
tiendas!
La profesora Ruperta, parecía estar disfrutando de
aquella experiencia, cosa curiosa en ella, una mujer
que prácticamente odiaba los niños, y ahora estaba
con ellos, raro sí, pero creo en el fondo, que algo de
peonzas de gato había por medio, o cuanto menos,
alguna cosa importante de magia a cambio
¡Veo que os habéis apresurado, no creí que
fuerais tan rápidos en instalados!— dijo
maravillada la profesora, fijándose que
nuestras tiendas permanecían colocadas y
perfectamente alineadas.
¿Que podemos hacer ahora señorita Ruperta?—
pregunto Marta.
¡Podéis salir a descubrir cosas, pero recordar
de no ir demasiado lejos, hay muchos sitios que
aun están inexplorados!
Página | 143
¿Si, como cual señorita?— pregunto Pedro
dando un enorme salto.
¡Mejor será que no os los diga, podría meterme
en problemas!—sonrió.
¡Lo que ocurre, es que nos ha tomado el pelo a
todos!— dijo burlona Nerea.
¡Mañana iremos a descubrir sitios nuevos!— dijo
cortante la profesora Ruperta ofreciéndole a
Nerea una mirada retadora.
Aquel sitio realmente era precioso, arboles enormes
rodeaban nuestras tiendas, el sonido de los pequeños
animalitos del bosque, llegaban a ponerte la carne de
gallina cuando comenzaba a oscurecer. Por la noche,
las estrellas del cielo, parecían caer, la luna en
cambio, con aquellos enormes cráteres, daba la
sensación de tener una bonita y enorme sonrisa.
Pequeñas luciérnagas, se introducían en nuestras
tiendas, ofreciéndonos una grata iluminación natural,
que nada tenía que ver que nuestras linternas.
¡Escuchar!, ¿que os parece si contamos historias
de terror?—pregunto Vicente.
¡A mí me gustan mucho!— respondió Sebas.
¡Desde luego hace una noche perfecta para
ello!— dijo Nerea, mientras un escalofrió
Página | 144
recorría su cuerpo— ¿pero porque no dejarlo
para cuando tengamos unos años más?
Los demás menos yo, comenzaron a reír, yo diría que
era de la misma opinión que Nerea, las historias de
miedo me gustaban poco, por no decir nada.
¡Encendamos un fuego y sentémonos al lado de
él, contemos cosas de miedo!— insistió
Vicente— ¡Yo lo he visto en la tele, que los niños
lo hacen cuando se van de campamento!
¡Si niños normales!—proteste yo— ¡Nosotros
somos extraterrestres, así que deja el tema o
me chivare a la profesora Ruperta!— dije muy
enfadada.
¡No hace falta que te enojes tanto!— dijo
Vicente bajando un poco la voz—tampoco lo
decía en serio, era solo una sugerencia.
¡Si, si!— dijo chistosa Nerea— ¡Pero lo de la
hoguera sí que la podíamos hacer!
¡Esperar!— dije yo sacando de mi mochila la
varita.
¡Pero…! – dijo extrañado Sebas— ¿podíamos
traernos de casa nuestras varitas?
¡A mí nadie me dijo que no pudiera!— dije entre
risas.
Página | 145
Me coloque de pie frente a ellos y sacudí
enérgicamente la varita, mientras mis amigos miraban
curiosos la intención que tenia con ello.
¿Que estás haciendo?— quiso saber Pedro.
¡Ya lo veras!— respondí, insistente de ver que lo
quería hacer no me estaba saliendo nada bien.
¡Seguro que nos quiere tomar el pelo!— rió
Nerea.
¡Esperar y veréis!— dije cabezona de mi,
insistiendo con los movimientos enérgicos de mi
varita, mientras mi mente se perdía en otros
lugares incógnitos.
Por fin mi insistencia dio resultado, ante la
perplejidad de mis amigos, que parecían estar
maravillados de ver aquella pequeña cosa amarilla,
moverse entre ellos intentando esconderse del grupo
que le causaba temor.
¡Guau!— exclamo Pedro— ¡Pero…!— dijo
agachándose para verlo más de cerca— ¿eso no
es un duende?
¡Así es!— respondí orgullosa.
El pequeño duende me miro muy asustado sin
comprender lo que estaba sucediendo, mientras los
demás buscaban la forma humana posible de verlo sin
que se les escapara de su lado.
Página | 146
¡ Es muy escurridizo!— dijo Sebas
¡Os presento a mi amigo Pumuky!— dije
orgullosa— Pumuky vive en el país de los
duendes. — dije ofreciéndoles una enorme
sonrisa— ¡de donde yo permanecí unas cuantas
horas!
Pumuky busco refugió muy asustado detrás de mi
espalda.
¡Así que no estabas loca como decían todos!—
dijo Nerea intentando apartarme un poco para
ver el duende.
¡No, no lo estaba!— respondí sonriente— el me
enseño donde se encuentran mis papas.
Todos me miraron guardando un momento de silencio,
asombrados, esperando que les contara algo más.
¡Si los vi, a los dos, y tengo un hermanito que le
llaman Cristóbal, pero nadie me creyó!— dije
cruzándome de brazos.
¿Podríamos nosotros también conocer a tus
papas, y ver el mundo de los duendes?—
pregunto acercándose más Sebas— ¡me gustaría
verlo!
¡A nosotros también!— dijeron todos al mismo
tiempo.
Página | 147
El duende temiéndose lo peor, recupero su cordura
poco a poco, y armándose de valor, salió donde
nosotros lo pudimos ver mucho mejor.
¡Ni se te ocurra Adelaida, eso sería una locura,
ni se te ocurra hacer tal cosa!— dijo el duende
apresuradamente alterado.
Me rasque la mejilla y me quede mirando al duende,
del temor que le causaba aquella idea.
Puede que no lo haga si tu a cambio, te dejas
ver a quien yo quiera y les cuentes que
realmente vi a mis papas, que no estoy loca y
que mucho menos miento.— le respondí
¡Lo que me pides es una locura Adelita!—
respondió rogante el duende.
Pumuky abatido por el cansancio de mi insistencia,
comenzó a contar el cómo logre llegar a su mundo con
ayuda de mi magia interior, que aun o estaba del todo
perfilada, todos mis amigos eran un mar de preguntas,
tanto, que incluso llegaron a dejar a mi buen amigo el
duende en ciertas ocasiones, sin posible respuesta. La
señorita Ruperta, permanecía ajena a todo en su
tienda de campaña, podía ver su sombra desde fuera,
se notaba que estaba muy aplicada leyendo algún tipo
de libro interesante, o bien escribiendo en algún
Página | 148
diario, pues había una sombra acompañada en su mano,
de un objeto perfiladamente fino y largo.
¡Oye Adelaida, pasa aquí dentro, tu amigo es un
alucine, mira que cosas estás haciendo, es muy
raro!— dijo alegremente riendo Sebas.
Asome mi cabeza por la tienda, y todo lo que vi, es que
Pumuky se lo estaba pasando en grande, contándoles
historias y ofreciéndoles ciertos bailes extraños. Yo
preferí no participar más en aquellas aventuras, había
descubierto partes de cosas de mi vida que hasta el
momento desconocía, como que mis padres no habían
faltado y que yo era algún tipo de profecía. Aquella
sensación extraña, conseguía invadir mi alma de
preguntas sin respuesta y de mucha curiosidad a cosas
que aun desconocía.
Página | 149
Capitulo Once-Esos días en el Campamento
¡Venga lánzame la pelota de una vez Sebas!—
protesto Nerea— ¡Muy buen jugador dices ser,
pero no eres capaz ni de darle al balón! – rio
¿Si?— dijo desafiante Sebas mientras
preparada una buena goleada— ¡Ahora veras
niña arrogante!
La señorita Ruperta y yo, permanecíamos sentadas
bajo un árbol, sobre una enorme piedra, animábamos a
los muchachos a golpear el balón a base de gritos. La
señorita Ruperta parecía que aquellos aires
campestres le habían conseguido enderezar, pues
inclusive estaba más simpática con todos nosotros más
de lo habitual.
¡Lo siento!— se oyó rogante a Sebas mientras
corría a socorrer a Nerea.
Nerea había quedado echada en el suelo, con la huella
del balón colocada sobre su pálido rostro que se había
convertido en rojo. La señorita Ruperta y yo, nos
levantemos rápidamente y fuimos a socorrer a la
pobre Nerea, que permanecía tirada en el suelo, con
un incesante ¡Hay, hay, hay!
¡Es un animal señorita, tiro a darme! – protesto
lamentándose por el dolor Nerea mientras
intentaba incorporarse para ponerse de pie.
Página | 150
Vicente, Sebas, Pedro y yo, comencemos a reír a
carcajadas al ver, la cara súper roja de Nerea.
¡Ella se lo ha buscado!— dijo concluyente Sebas
cruzándose de brazos.
¡Eso no está nada bien Sebas!— protesto la
señorita— ¡Y vosotros que le estáis riendo la
gracia tampoco está nada bien!— dijo mientras
su mirada de pacifica cambiaba a molesta
enfadada— ¡Debería de darte vergüenza darle
un balonazo a una niña!
¡Ciertamente no me da!— dijo Sebas— ¡Que no
hubiese provocado, siempre hace lo mismo!—
protesto queriendo tener la razón.
¡Eres un idiota Sebas!— dijo llorando Nerea,
mientras sus enormes lagrimas caían a
borbotones.
Me acerque a ella e intente ayudarle a levantarse del
suelo, pero lo más que logre fue un rechazo por parte
de ella.
¡Dejarme en paz todos!— dijo Nerea
colocándose de pie.
Ante todos nosotros salió corriendo bosque adentro,
hacia el lugar no explorado, la profesora comenzó a
ponerse nerviosa.
Página | 151
¡Nerea, vuelve ahora mismo!— su voz sonaba
asustada.
¿Porque esta tan asustada señorita?— le
pregunte al verla temblar.
¡Os dije que había en el bosque una zona que no
estaba explorada! ¿verdad?
Todos asentimos con nuestra cabeza.
¡Y también os dije que por nada fuerais hacia
ella, que ya buscaríamos zonas inexploradas
otro día!
La señorita hizo una pausa mirándonos a todos, y
nuevamente volvimos a mover nuestras cabezas
ofreciéndole una confirmación a su pregunta.
¡Ese lugar hacia dónde va Nerea y que hay que
lograr que no se introduzca en él, el muy
peligroso!
¡Pero si esta inexplorado!— dijo Pedro sin
comprender lo que le intentaba decir la
señorita— ¿si nunca ha entrado nadie como
puede saber si es o no peligroso?
La señorita Ruperta trago saliva y no quiso contestar
a su pregunta.
¡Hay que evitar que llegue!— insistió saliendo
corriendo en busca de Nerea— ¡Ayudarme por
favor!
Página | 152
Nunca antes vi a la señorita Ruperta tan desesperada
y nerviosa al mismo tiempo. Tampoco sabía que la
señorita Ruperta no podía correr con facilidad debido
a que disponía de una pierna postiza de la cuales todos
los niños desconocíamos su existencia. Cual al caer al
suelo por su agitada lucha por correr tras Nerea,
pudimos comprobar, que la pierna de la señorita no era
de verdad. Todos paremos de correr por un instante
para ayudar a la señorita a levantarse del suelo,
mientras nuestros ojos veían como Nerea se
introducía en el oscuro bosque inexplorado.
Vi como la señorita Ruperta se le llenaban los ojos de
lagrimas, e intentaba abrazarnos a todos como si el
mundo para ella hubiera terminado en aquel instante,
haciéndonos sentir temerosos de lo que iba o podría
ocurrir a partir de entonces.
¡Volvamos al campamento niños!— dijo la
señorita Ruperta limpiando sus ojos con un
pequeño pañuelo. — solo espero que sea lista y
no se adentre mas de los matorrales rojos.
¿Que ocurrirá si lo hace profe?— pregunto
curioso Pedro.
¡No quieras saberlo!— dijo la profesora—
volvamos al campamento, deberé de hacer una
Página | 153
llamada para que me ayuden a sacarla del
bosque.
¡Podemos ayudarla nosotros!— le dije muy
animada en participar en una búsqueda.
¡Vosotros debéis de permanecer aquí!— dijo
dándonos una orden la profesora— ¿queda
claro? ¡no quiero ningún susto más!
Todos miremos a la profesora y asentimos con la
cabeza, mientras ella entraba en su tienda de
campaña, buscando un teléfono o algo que le fuera útil
para pedir auxilio.
Señorita – le dije estirándole del vestido— no
nos contesto cuando le preguntemos que pasaría
si traspasaba los matorrales rojos.
No es nada bueno, es todo lo que de momento
debéis de saber.
¡Puedo ayudarle a salir!— dije convincente.
La señorita Ruperta me miro con una sonrisa, poniendo
su mano cariñosamente sobre mi hombro.
Gracias Adelita, me has demostrado que eres
una chica muy valiente— dijo haciendo una
pequeña pausa— pero ya tengo bastante con
haber perdido una alumna como para perder a
dos, mejor estate aquí quieta con nosotros,
Página | 154
porque ahora mismo vendrán los refuerzos a
ayudarnos.
Un beso inesperado del ogro de la señorita Ruperta,
se poso sobre mi mejilla, dejándome perpleja ante
aquella reacción de ella. Si una cosa siempre me han
dicho mis tíos que era, no era otra cosa que ser
cabezona, así que no quise hacer caso a los avisos
constantes de la profesora, y despacito sin que nadie
me pudiera ver, me escondí entre piedras, ramas y
arboles, perdiéndome del alcance de todos. No podía
consentir que mi mejor amiga se extraviara en aquel
bosque, mientras unos energúmenos, lentos, vinieran o
no, en su busca, sabía que podía encontrarla, e iba a
hacerlo. Llegue hasta los matorrales rojos recordando
el aviso de la profesora Ruperta, allí me detuve y
busque por sus exteriores antes de dar el paso final y
introducirme dentro del espesor. Aquel lugar era muy
frió, tenebroso cuanto menos y el ruido de las
lechuzas escondidas en los huecos de los arboles, te
hacían ponerte la piel de gallina. Mire insistente en el
exterior, pero allí no estaba Nerea, no cabía duda,
había continuado camino hacia dentro de la espesura.
¡Bien!— me dije a mi misma dándome ánimos—
¡Adelante valiente, puedes hacerlo!— dije dando
un paso al frente.
Página | 155
Pero algo por detrás me toco el hombro,
deteniéndome de repente, logrando sacar de mis
adentros un grito de terror inesperado.
¿Pero que estás haciendo, acaso te has vuelto
loca, no oísteis a la profesora? ¡es peligroso!—
dijo Sebas.
¿Pero que haces tu aquí?— pregunte curiosa.
¡Si se ha metido aquí, ha sido por mi culpa!—
dijo angustiado— ¡lo menos que puedo hacer es
ayudarle a salir, o cuanto al menos pedirle
perdón y que vuelva!— Sebas dio una mirada
rápida al lugar de donde nos encontrábamos. —
¡Hace mucho frió aquí!
¡Sí!— le respondí— ¡Debiste de coger una
chaqueta!
¡Gracias por tu sugerencia, aunque ya es un poco
tarde!— dijo algo protestante Sebas.
¡Alto!— dijo una pequeña voz desde el suelo—
¿Dónde creéis que vais niños?
El duende Pumuky, permanecía de pie frente a
nosotros impidiéndonos el paso al frente.
Vamos a buscar a nuestra amiga— le respondió
Sebas muy seguro de sí mismo.
Página | 156
¡Eso no podéis hacerlo vosotros solos!— dijo el
duende— ¡necesitáis ayuda!— dijo rascándose la
nariz.
¡No podemos esperar!— le respondí— ¡no
sabemos que peligros puede estar corriendo ahí
dentro Pumuky!
¿Y habéis decidido ser vosotros quien la
rescatéis, poniendo en peligro no solo la vida de
vuestra amiga, si no las vuestras propias?—
pregunto el duende— ¿sabéis que vuestra
profesora esta en un mar de llantos
buscándoos, que piensa que la idea del
campamento no fue buena y que se quiere
morir?
Sebas y yo nos miremos y posteriormente nos
dirigimos hacia el duende.
¡Lo lamento Pumuky que así sea, pero es nuestro
deber encontrarla!— le respondí.
¡No permitiré que os adentréis ahí vosotros
solos!— dijo concluyente.
¿Y como nos lo vas a impedir Pumuky?— dijo
Sebas algo reptante.
¡Yendo con vosotros!— dijo sonriente Pumuky.
¡ No es muy buena idea!— le respondí
¿ Y porque no Adelita?— me pregunto Pumuky
Página | 157
Este no es tu mundo— le respondí
¡Claro!, ¡porque seas tu la elegida te lo vas tener
tan creído!, ¡Ja! — exclamo Pumuky.
Nuestros pasos se pusieron en marcha
introduciéndonos hacia la espesura del bosque
sombrío, mientras nuestros cuerpos comenzaban a
temblar por aquel frió tan embriagador.
¡Oye Adelaida!— dijo Sebas sin dejar de
caminar— ¿a que se refiere tu amigo con lo de
la elegida?
Le devolví una mirada con una sonrisa y no le dije
nada.
¡Mirar allí, junto aquellas matas!— grito el
duende señalando hacia delante— ¿es esa
vuestra amiga?
Fuimos corriendo hacia donde el duende nos había
indicado, llegando hasta allí, donde sobre el suelo
yacía una niña pequeña, malherida de no más de seis
años. Apenas se le oía el respirar, le di la vuelta y vi su
rostro, no era Nerea, ni siquiera se le parecía un poco,
era una niña muy guapa, de ello no cabía duda, sus
ojitos permanecían cerrados, intentaba abrirlos, pero
apenas podía.
¿Quien es esta niña?— nos pregunto el
duende— ¿La conocéis?
Página | 158
Sebas la tomo en brazos y la miro detenidamente.
¡Necesita ayuda urgente, debemos salir y
llevarla al campamento, que allí la socorran, está
muy débil, apenas respira!— dijo asustado
Sebas, al ver la piel pálida de la pequeña, como
respiraba con dificultad.
¡Mira esto!— dije dándome cuenta de una
pequeña forma que tenía en su piel incrustada—
¿que es?
Vi como mi amigo Pumuky, ponía su mano sobre su boca
tapándola con una exclamación de terror.
¡Me estas consiguiendo asustar Pumuky!—le
dije— ¿Qué ocurre, acaso la conoces?
¡Malo, malo, malo, muy pero que muy malo!— dijo
muy asustado.
¿Que es lo que es malo?— pregunto Sebas—
¡dinos algo que no sean tonterías!
¡Ella es lo malo!— dijo Pumuky reconociendo su
dibujo— ¡viene de nuestro mundo!
¿Que, como dices?— pregunte sorprendida.
¡Debiste de dejar al salir algún tipo de puerta
abierta!— dijo el duende mirando mas allá, por
si veía alguna cosa extraña mas.
Página | 159
¡Pero si vine contigo!— le respondí, mientras
veía el rostro de Sebas como iba cobrando el
sentido de la curiosidad.
¡Esta niña no puede ser llevada al
campamento!—dijo el duende— ¡Debe de ser
devuelta de nuevo a nuestro mundo!
¿Y como quieres que lo hagamos Pumuky?—le
pregunte preocupada— ¡No tengo ni el libro, ni
el cubo azul!
¡No te hace falta, recuerda lo que te dije!— ¡la
magia esta en ti, en tus manos!— dijo
tomándome las manos Pumuky.
¡No puedo hacerlo Pumuky!— dije asustada— ¡Si
vuelvo a irme, aunque solo sea un minuto, aquí
pasara por lo menos un mes, mis tíos no lo
soportarían otra vez!
¡Lo que dices en parte es cierto Adelaida!— dijo
el duende— ¡pero puedes parar el tiempo antes
de irte!
Sebas alucinando por nuestra conversación, no pudo
evitar soltar una enorme carcajada.
¡Parar el tiempo, haberse visto, tu amigo esta
como una cabra, si eso es, está loco!— dijo
Sebas riendo.
Página | 160
¡No estoy bromeando!— dijo el duende
poniéndose serio— Adelaida es una elegida, ella
es la recadera de los dos mundos.
¿Que quiere decir eso Pumuky?— pregunte
extrañada.
Puedes pasar cuantas veces quieras a nuestro
mundo, igual que volver al tuyo, o incluso ir a
diferentes mundos, ¿acaso aun no has
comprendido que eres especial, acaso no te das
cuenta que en las dos horas que has
permanecido en nuestro mundo que para el tuyo
son dos años, no has envejecido ni un solo
milímetro, cuando tus amigos sí que lo han
hecho?
Por un instante me detuve ante aquella pregunta con
respuesta, tenía razón, mis amigos habían crecido y yo
no, estaba igual que cuando me había ido, y según me
contaron mis padres, ellos en cambio no podían volver
pues sus años les vendrían de golpe ocasionándoles la
muerte.
¡ Eres la elegida Adelaida!— volvió a decir el
duende— y como tal debes de llevar esta niña a
nuestro mundo antes de que sea demasiado
tarde.— concluyo Pumuky
¡Dime como tengo que hacerlo!— dije nerviosa.
Página | 161
Si tanto te cuesta porque no tienes tus
herramientas de mano, que no te sirven de
nada, piensa que las tienes a tu lado, se
presentaran como imágenes expectantes, ello
te ayudara a utilizar tu poder.
¡Aun no estoy preparada Pumuky!— dije
sollozando.
¡Lo estas, y más de lo que imaginas niña, por ello
eres la elegida, en el momento pasaste a mi
mundo, supe que tu hora había llegado!
Dicho esto me puse manos a la obra centrando todas
mis fuerzas en verme rodeada de mis herramientas, el
libro, la varita y mi cubo azul.
¡Dime al menos como detengo el tiempo!— dije
rogante.
¡ Busca en tu interior!— me respondió Pumuky
¡Déjate de interiores y se realista, ayúdame!—
dije casi enfadada.
¡Deséalo, solo deséalo!— respondió Pumuky.
Sebas poso la niña en mis brazos y me abrazo
fuertemente deseándome mucha suerte.
Solo una cosa más Pumuky antes de irme— le
dije tragando saliva.
Dime mi niña valiente— sonrió el duende
Página | 162
¿Donde debo de dejar esta niña?, ¡no
pretenderás que llegue y la deje sobra la hierba
y me valla corriendo!— dije escandalizada.
Mas o menos si— dijo Pumuky sin estar
demasiado convencido—Porque si averiguan que
has sido tu la culpable de haber dejado abierto
un trecho del umbral, no se pondrán demasiados
contentos—dijo mientras arrastraba su
piececito disimuladamente por el suelo.
¡Tienes muy poca vergüenza lo sabías Pumuky!—
dije comenzando a enfadarme.
¡ Tu actitud no ayudara a esa niña!— dijo el
duende
¡Una niña que ni siquiera sé quien es!— proteste.
¿Si tu necesitaras ayuda, a que también
pensarías que importa quien soy, de donde
vengo o de que raza soy?— dijo Pumuky con otra
pregunta llegando a confundirme.
¡Vale está bien!— le dije enfada— ¡Dime como
paro el tiempo y vuelvo a tu mundo, porque al
menos, podías acompañarme!
¡Esa labor es tuya!— dijo Pumuky— ya te he
dicho, que el poder está en ti, y en tus manos,
¡comienza de una vez por todas a utilizarlo ya,
Página | 163
se está muriendo!— dijo comenzando a
enfadarse de verdad.
El tono amarillento del duende comenzó a cambiar a un
color marrón oscuro, aquello me asusto un poco. No
quise pensar más en el asunto, y sin saber como ni
cuándo ni dónde, simplemente sucedió.
Página | 164
Capitulo Doce-Gracias por tu Ayuda
Me vi nuevamente en aquel mundo que un día Pumuky
me mostró, la niña parecía por momentos estar
cobrando vida. La pose sobre el suelo y esta comenzó
a crecer en tamaño poco a poco, hasta pasarme de
altura por lo menos veintiocho palmos.
¡Gracias!— dijo la niña recuperada
misteriosamente de su salud. — ¡Te debo una!—
me ofreció un beso en su mejilla y salió
corriendo hacia el lago de petunias.
Lance un agradable suspiro, soñando por un instante
en volver al lado de mis padres, pero me sentía
responsable por mi mundo real, allí estaba todo
detenido en el tiempo por mi culpa, debía de volver,
era mi responsabilidad. Volví a centrarme en el último
sitio en cual había estado, y allí volví, Pumuky, y
Sebas, permanecían congelados como si fueran dos
helados, todo, incluso el mismo aire estaba detenido
ante mis ojos. No sabía como lo había logrado, pero
ahora tenía la segunda parte mas importante de mi
labor y la mas difícil, devolver el tiempo a la vida real.
No sabía muy bien si lo lograría, pero confié en las
palabras que Pumuky me dijo, “El poder está en ti
pequeña”. No lo dude más tiempo, he hice lo mismo que
Página | 165
con anterioridad había efectuado, notando sobre mis
mejillas una suave brisa.
¿Ya has vuelto?— me dijo Pumuky con una
sonrisa— ¿ves no fue tan difícil?
Asombrado se quedo Sebas que no cesaba de mirarme
maravillado.
¡Tú no eres de este mundo, tú debes de ser una
diosa o un milagro de los especímenes más raros
del universo! ¿quien te fabrico?— dijo Sebas.
¡Mi madre y padre!— le respondí riendo— o por
lo menos eso dicen mis tíos.
¡Bueno ya basta de broma!— dijo el duende
mirando a su alrededor—veo que has detenido
muy bien el tiempo, lo cual te felicito pequeña
Adelita, has progresado muchísimo y muy bien
en tu labor, pero ahora debemos de continuar
buscando a tu amiga la desaparecida.
¡Cielos santos, tenía razón, casi se me había olvidado
por completo, Nerea podía estar en peligro, y
nosotros aquí haciendo bromas! Busquemos
profundamente por el interior del bosque sin ningún
resultado más que unos ruidos enormes saliendo del
interior del mismo.
¿Que es ese ruido?— pregunto temblando
Sebas.
Página | 166
¡ Me parece que son maquinas!— le respondí
¿Como van a haber aquí maquinas?— pregunto
Sebas más tranquilos— ¡Esto es una zona
desconocida, eso es imposible!
¡Bueno!— le respondí— lo mismo la señorita
Ruperta exagero un poco, y no era tan
desconocido como ella pensaba, ni siquiera
peligroso.
¡Cuidado!— grito pasando por nuestro lado
corriendo como el alma que persigue el diablo
nuestra desaparecida amiga Nerea— ¡Es un
ogro, se ha escapado de mi cromo!
¿Que?— dijimos todos al mismo tiempo
asustados mirando al frente.
Nerea paso entre nosotros casi empujándonos para
salir corriendo buscando una posible salida.
¡Espéranos!— grito Sebas.
¡Sálvense quien pueda!— dijo Nerea con la
respiración agitada sin dejar de correr.
Realmente aquí ogro era enorme, sus rugidos sonaban
por todo el bosque haciendo temblar los mismos
arboles.
¡Vayámonos de una vez, ya la has oído! ¿a que
estas esperando?— pregunto Sebas.
¡ Quiero verlo!— le respondí
Página | 167
¡Chiquilla, aparte de cabezona como bien dice tu
tía, estas completamente loca, vayámonos!—
dijo estirándome del brazo.
¡Ahora iré!— dije insistente.
Todos comenzaron a correr desesperadamente
buscando la salida del bosque, yo en cambio, curiosa
por ver más de cerca un ogro, me subí en un viejo
árbol alto, cubierto de ramas, y allí espere al ogro
para verlo pasar. Su forma monstruosa, realmente me
dio tanto miedo, que creí por un instante que el tomar
aquella decisión de aquel momento había sido
totalmente una equivocación.
“Me dijo el duende que era especial, quiero probarme
a mí misma, quiero terminar con el ogro” me dije a mi
misma armándome de valor.
Buscando la magia, el poder, la concentración y el
valor, busque en mi la forma posible de terminar con
aquel ogro, pero veía que no iba a ser tan sencillo como
yo creía, pues debía de alguna forma, transportarlo a
algún lugar, ¡si al menos dispusiera de uno de los
cromos de Nerea…!
¡Claro! , ¡Como no lo había pensado antes!, el duende
me hablo de apariciones espectrales en objetos, podía
hacer aparecer espectralmente el cromo de Nerea
aquí mismo, y después introducir el dichoso ogro en el,
Página | 168
para posteriormente destruirlo y que no volviera
nunca más a aparecer aquel monstruo, ¡era genial!,
¿porque no se me había ocurrido antes? No lo pensé
mas y me puse en ello, aquello parecía que estaba
funcionando, el cromo espectral quedo elevado hasta
la altura de mi nariz, y vi como el ogro iba
envolviéndose apresuradamente en un manto luces y
rayos, convirtiéndose en pequeñas partículas doradas
que se introducían rápidamente dentro del cromo
espectral. El cromo espectral cayó al suelo,
destruyendo ante mis ojos, agotada por la cantidad de
magia utilizada en tan poco intervalo de de tiempo, caí
rendida al suelo.
¡Adelaida! – oía una voz familiar cercana a mi
oído. — ¿te encuentras bien?
Abrí uno de mis ojos y vi frente a mí la cara atontada
de Nerea.
¡Por fin dejaste de correr!— dije ofreciéndole
una de mis mejores sonrisas.
¡Si, ya me lo contó Sebas y ese amigo tuyo….!–
dijo mirando al duende para que le echara una
mano.
¡Pumuky!— dijo sintiéndose algo ofendido.
¡Eso, Pumuky!, ¿como estas?— insistió
nuevamente ayudándome a levantar— ¡He visto
Página | 169
como me ha volado mi cromo del bolsillo, era
algo alucinante, pero lo que más e alucinado ha
sido cuando he visto como tu novata como yo
has derrotado al ogro! ¿como, como lo has
hecho?—pregunto nerviosa al mismo tiempo que
maravillada.
¡Cosas que pasan!— respondí riendo— ¿volvemos
al campamento?
Los tres asintieron con la cabeza y nos dirigimos a
paso rápido hasta el campamento. Aquello se había
convertido en poco tiempo en una enorme búsqueda de
tres niños, policía local y militar nos dieron el alto al
vernos llegar, llevándonos hasta donde la profesora
Ruperta, sentada, junto con los demás niños, lloraba
nunca mejor dicho, a moco tendido. Sin querer saber
nada en absoluto de lo ocurrido, la profesora se
abalanzo a cada uno de nosotros dándonos un fuerte
abrazo.
¡Recoger todo, nos vamos de aquí ahora
mismo!— dijo la señorita Ruperta dando un
respiro de tranquilidad.
Poco teníamos que recoger, más que cinco mochilas,
las tiendas de acampada y la ropa que alguno de
nosotros habíamos decidido lavarnos a mano.
Página | 170
Capitulo Trece-De vuelta a la normalidad
La vuelta a casa fue agradable, hasta la señorita
Ruperta, por extraño que os parezca, comenzó a
cantar canciones junto con nosotros. Se le notaba
cambiada, algo allí le había ocurrido, y no debía de ser
nada muy malo, pues se le notaba muy feliz.
¿Que os a parecido el campamento?— pregunto
la señorita— ¡a pesar de esos pequeños
inconvenientes del día!— dijo girando su cabeza
hacia nosotros.
¡ Señorita por favor mire hacia delante
nosotros ya le responderemos!— dijo asustada
Nerea
¡Tranquila que este cacharro no anda mucho más
de lo que ya va!—rió la profesora.
¡Nos ha gustado mucho, a pesar de que nos ha
sabido a poco!— dijo Vicente mientras bajaba
su ventanilla y asomaba la cabeza por la
ventana.
¡No ha estado nada mal!— dijo una pequeña voz,
fresca y cortante— ¡pero podía haber estado
mejor!
La señorita Ruperta piso el freno del vehículo de
golpe, abalanzándonos todos nosotros hacia delante.
Página | 171
¿Quien ha dicho eso?— dijo algo asustada
mirando hacia atrás.
¡Lo he dicho yo, Pumuky!— dijo riendo el duende
sin dejarse asomar.
¿Donde estas que no te veo?— dijo bajando del
vehículo y haciéndonos bajar a todos nosotros.
¡Aquí!— dijo Pumuky con ganas de jugar,
pasándose de un asiento a otro— ¡Estoy aquí
señora!
¡Dichoso bicho o lo que seas, déjate ver!—
protesto la profesora.
¡Lo que usted guste!— dijo el duendecillo—
¡luego no se me queje si no soy de su agrado!—
rió el duende.
¡No me importa!— siguió protestando la
profesora— ¡asómate!
¡Esta bien!— dijo el duende dejándose ver—
¡Aquí estoy!
La profesora Ruperta dio un gran grito de espanto al
ver aquel pequeño duende amarillento tan feo,
montado en su coche.
¿Con que permiso has subido a mi coche lo que
seas?— dijo la profesora mientras se frotaba
del dolor el golpe sufrido en la frente.
Página | 172
¡Con el mío!— dije yo cogiendo al duendecillo en
mis brazos— ¡es mi amigo señorita, el me ha
ayudado mucho en todo!— dije mientras le
abrazaba fuerte a Pumuky.
¡Bueno!— dijo la profesora algo más calmada—
¡si lo conoces, y dices que es tu amigo puede
venir con nosotros!— dijo mirándolo con un poco
de asco—pero podías haber dicho que teníamos
otro pasajero mas, hubieras evitado esta
parada tan repentina.
¿Y el evitarnos hacer reír?— dijo chistoso
Pedro volviendo a cubrir su asiento en el
coche— ¡No a estado genial!— dijo chocando las
palmas de las manos de todos sus compañeros,
mientras reían por la broma.
La señorita Ruperta, hizo una pequeña parada en casa
de los dos hermanos, Vicente y Pedro, allí bajaron y
con un cálido beso se despidió de ellos.
¡Recordar, qué debéis de traer a clase un
resumen de todo lo que habéis aprendido en la
acampada!— dijo la señorita Ruperta mientras
se despedía de ambos.
Con cada uno de nosotros hizo lo mismo, hasta que me
llego mi turno, mi parada era algo mas especial a lo
visto, debido a que la señorita Ruperta aparco su
Página | 173
coche junto al porche, bajo y entro dentro de casa,
donde mis tíos, sentado junto a la chimenea,
permanecían hablando de sus viejas batallas.
¡Ya habéis llegado!— dijo mi tía alegremente
abrazándome fuertemente. — ¿pero no ibais a
estar una semana fuera?
La señorita Ruperta no había contado a nadie lo del
pequeño incidente del campamento, ni tenía intención
de hacerlo, debido a que quería conservar su puesto
en la tutoría y temía por su trabajo, así que me hizo
una mueca con el ojo, evitando que fuera su pequeña
delatora, y le seguí la corriente.
A pesar de su mal genio, había comprendido que la
señorita Ruperta era una mujer muy buena y que
miraba por los demás mucho, sin importarle si tenían o
no tenían dinero.
¡Tuvimos un pequeño percance con la aparición
de un oso y decidimos acortar las vacaciones!—
dijo la señorita Ruperta mirando hacia otro
lado, mientras sus pensamientos suplicaban
“señor perdóname por estas pequeñas
mentirijillas que termino de contar”.
¡Razón de más para que tome con nosotros un
buen café señorita, por favor, siéntese junto a
Página | 174
nosotros! – dijo mi tío Eduardo ofreciéndole una
cómoda silla.
¡No si ya me iba!— dijo la señorita Ruperta
sintiéndose culpable por la mentira contada.
¿Le sucede algo señorita Ruperta, acaso no le
gusta el café? , ¡le podemos servir tila o
manzanilla si lo prefiere!— dijo mi tía mirando a
la profesora que parecía tener el rostro un
tanto preocupado.
Les he mentido— dijo la profesora poniéndose
de pie— y les ruego que me perdonen por la
mentira que les he contado, no soy así.
¿Perdone, cómo dice señorita Ruperta?— dijo
mi tío extrañado por su comportamiento.
Les he mentido con referente al oso— dijo la
señorita
¡En efecto!— dije yo intentando salir en su
ayuda— ¡no fue un oso, fue un enorme ogro del
cromo de Nerea que se escapo y nos ataco a
todos, por eso estamos aquí antes de tiempo!
Mis tíos se quedaron un momento en silencio
mirándonos a mí y a la señorita Ruperta.
¡No Adelaida!— dijo la señorita con su sonrisa
apenada— no más mentiras— dicho esto se
coloco cara a cara a mis tíos y sin dejar de
Página | 175
mirarlos fijamente a los ojos, comenzó a narrar
la verdad de lo sucedido.
¡Me sorprende mucho su mentira señorita
Ruperta!— dijo mi tío algo decepcionado— ¡mas
proviniendo de una señorita de tan alto
prestigio como en casa y en distintos hogares la
toman!
La señorita Ruperta bajo la cabeza avergonzada y
aguanto todo el sermón del cual mi tío le estaba
ofreciendo.
¡Pero a pesar de ello, le sigo considerando una
muy buena mujer, para la educación de mi
sobrina y de los demás niños, así que por lo que
a mí me concierne, un oso les ataco el
campamento!— concluyo mi tío con una sonrisa,
dándome un pellizco en mi mejilla.
¡No sabe como se lo agradezco señor Eduardo!—
dijo la profesora— no sabría que hacerme sin
mis niños, y si este incidente llegara a mis
superiores me quedaría sin sueldo y empleo.
No se preocupe por los demás padres— dijo mi
tía— ahora mismo iré a sus casas y hablare con
ellos, usted, mañana valla al colegio como cada
día.
Página | 176
¡Gracias por todo!— dijo retirándose la señorita
Ruperta— ¡Por cierto se me olvidaba!— dijo la
señorita deteniéndose en seco— ¡Su hija tiene
un don fantástico! ¡tiene amigos que son
duendes!
Mis tíos sonrieron, acompañándola a la puerta de su
vehículo.
¡Nuevamente Gracias!— insistió la profesora.
¡Gracias a ti!— le respondí yo.
¿Porque Adelaida?— me pregunto curiosa del
mismo modo que alagada.
¡Por ser la mejor profesora que jamás hayamos
tenido!— di un enorme salto, estrellando mis
labios sobre sus cálidas mejillas.
La señorita Ruperta, se sintió un poco avergonzada,
pues note su rubor subirle por el contorno de las
mejillas, mis tíos y yo, nos despedimos de ella desde el
portal, aquella mujer, y aquel campamento inesperado,
me había enseñado muchas cosas de la vida, amar,
compartir, amistad, unión y que la verdad es siempre
nuestro mejor amigo ……………….
FIN
Página | 177
Página | 178
01.— Quien soy, quienes somos ……………… Pag.003
02.— Mis primeras pruebas mágicas ……….... Pag.021
03.— Curioso Regalo …………………………… Pag.037
04.— Mi primer poder …………………….......... Pag.049
05.— Una pequeña carta para mi ………………Pag.064
06.— El concurso que no llegue ………………..Pag.082
07.— Cabezonería ………………………………. Pag.101
08.— Un nuevo maestro …………………………Pag.112
09.— El mundo de los duendes ………………...Pag.119
10.— La sorpresa …………………………………Pag.134
11.— Esos días en el campamento …………… Pag.149
12.— Gracias por tu ayuda …………………….. Pag.164
13.— De vuelta a la normalidad …………………Pag.170
Copyright @ MªDolores Alonso 2.009.Todos los derechos reservados
Web. http://www.poemas-lecturas.blogspot.com
Email: [email protected] Mobil: 639.279.030
Urbanización el Regalón (Lliria-Valencia-España)
Página | 179
Página | 180
Esas pequeñas palabras de agradecimiento
Me gustaría poder agradecer, el apoyo de aquellas
personas que han estado a mi lado cuando más las he
necesitado. A mi hija Lydia y a mi hijo Luís Gabriel, a
mi queridísimo hermano Fernando y mujer, a mi
queridísimo esposo Vicente, y amigos. En especial, a
una buena amiga de la Infancia, mi gran y única amiga
del alma. Inmaculada Alabadi Cogollos. Pero ante todo
a la mujer que por ello he escrito este libro, porque a
pesar de sus años, sigue siendo una niña, a mi adorable
suegra, Carmen Monteagudo Landete. Sin olvidar a
esos maravillosos lectores como sois vosotros.
Gracias, por todo ello.