INDICE
Pag.
Definición de antología…………………………………….. 3
Organización de la antología………………………………4 Y 5
Como se fundó Xantolo……………………………………..6 Y 7
Leyendas……………………………………………………………8 - 14
Mitos……………………………………………………………….15 - 20
Historias……………………………………………………………21 - 28
Bibliografías……………………………………………………….29
1
DEFINICION DE ANTOLOGIA
Se denomina antología a cualquier libro que contiene una selección de textos
literarios de uno o varios autores, en su mayoría los mejores de estos o por lo
menos los más recordados y los que los hicieron célebres, sin embargo, en el
último tiempo las antologías han trascendido un poco más estos límites escritos y
literarios y por ejemplo, el ámbito de la música comenzó a utilizar este tradicional
formato de recopilación y entonces hoy en día es muy común que existan también
antologías musicales de importantísimos músicos de ayer y hoy que reúnen sus
mejores canciones y creaciones en un único disco.
Generalmente, la mayoría de las antologías nacieron para compendiar aquellas
obras poéticas, sin embargo, hay otros géneros que también han echado mano de
Algunas condiciones que cualquier antología debe siempre respetar son la
inclusiones de las fuentes bibliográficas que fueron consultadas para su
confección, una carátula con el nombre de quien llevó a cabo la tarea recopilatorio,
en muchos casos suelen ser otros autores, admiradores de la obra alguien, un
prólogo, una introducción y el índice que permita acceder y encontrar fácilmente
cada parte de la misma.
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Nombre del alumno: Cristian de Jesús Martínez López
Maestra: Mirta
Grado: 1° Grupo: “C”
Escuela: Francisco Díaz Covarrubias
COMO ORGANIZAR UNA ANTOLOGIA.
PASO 1:
Definir el tema por abordar y los criterios de selección.
Qué criterios emplearás, es decir:
Si seleccionarás con base a un autor
O con base a un género
O con base a un tema
O con base a un país
PASO 2:
Realizar una búsqueda exhaustiva de textos,
Considerando sólo aquellos que cumplan con los criterios establecidos.
Puedes buscar tus textos en diferentes fuentes informativas. No olvides
mencionar las fuentes bibliográficas o las referencias electrónicas.
Libros
Revistas
Periódicos
Sitios web
PASO 3:
Integrar los textos bajo un mismo formato gráfico y tipográfico.
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Nombre del alumno: Cristian de Jesús Martínez López
Maestra: Mirta
Grado: 1° Grupo: “C”
Escuela: Francisco Díaz Covarrubias
Debes cuidar que todos los textos tengan la misma organización dentro de la hoja,
así como el mismo tipo de letra.
Emplea fotografías de una dimensión similar.
Todo ello hará que tu antología luzca bien.
PASO 4:
Elaborar una portada
PASO 5:
Elaborar un prólogo
PASO 6:
Elaborar un índice
PASO 7:
Integrar todo
El orden en el cual debes integrar tu antología es el siguiente:
1. Portada
2. Prólogo
3. Índice
4. Contenido
5. Textos adicionales
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COMO SE FUNDO XANTOLO.
La palabra Xantolo deriva del latín Sanctorum, celebración católica de Todos
Santos, que se usa en el náhuatl regional. Siendo una fiesta de hondas raíces
indígenas, con el tiempo ha sido adoptada con entusiasmo por los mestizos, al
punto que en Tantoyuca ya se confunde con la celebración de visos carnavalescos
que es el Halloween en buena parte del medio urbano de México.
El 30 de octubre inicia el Xantolo, con la elaboración de tamales y atole, el
sacrificio de animales y el levantamiento de arcos de los que cuelgan frutas y se
ofrendan cacahuates, vinos, velas y copal. La gente entonces sale a la calle
formando comparsas de hombres que lucen atuendos femeninos y bailan al son
de guitarras y violines ejecutados por un trío de huapangueros y acompañados
por un séquito de gente divertida que los espera con agua, cerveza, comida o
dinero. El espíritu carnavalesco se desborda para el día dos de noviembre, cuando
la ciudad se convierte en una pasarela de atuendos y disfraces que evocan
escenas surrealistas y barrocas: monstruos grotescos, caníbales, caricaturas,
travestis, etcétera.
La popularidad de dicha fiesta es tal, que gran cantidad de los habitantes toman
parte en la organización de un certamen donde escuelas y colonias compiten por
el reconocimiento público a la creatividad y estilo de su comparsa, en una fiesta
nocturna que concluye con el “destape”, acto en el que los participantes
abandonan sus máscaras y trajes, para así marcar el final de la fiesta de Xantolo.
Para la población en el municipio de Tantoyuca, Xantolo representa una fusión de
varios festejos o, mejor dicho, una consecución de varias actividades
ceremoniales realizadas en un tiempo corto. Durante la segunda mitad del mes de
octubre comienzan los preparativos para Todos Santos. Para entonces, los
agricultores ya han levantado sus cosechas de temporal y se aprestan a realizar
una ceremonia que consiste en ofrendar y bendecir los nuevos granos. Puesto que
la asistencia a esta ceremonia es masiva, las mazorcas ofrendadas se reparten
entre las capillas y la iglesia central, mientras que las mazorcas que han sido
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bendecidas son llevadas para utilizarse en la siembra de tonalmil, próxima a
realizarse. El 30 de octubre comienza propiamente la celebración de Todos
Santos.
El sabor de la gastronomía huasteca se asoma en cada hogar con la elaboración
de tamales de múltiples y exquisitos sabores, acompañados siempre de atole
agrio o dulce. Comienzan las danzas de disfraces, donde grupos de jóvenes y
niños llevan atuendos relacionados con la población mestiza, como lentes de sol,
chamarra o botas, mientras otros usan zapatillas, medias y minifalda y ejecutan la
danza del negrito, que simboliza la dualidad entre la vida y la muerte a través de
una lúdica representación de la conquista española y el dominio sobre la sociedad
indígena. Se trata de una representación que invierte el orden establecido y que
contrasta con la seriedad y tristeza de las visitas al cementerio con las que
concluye este importante episodio ritual
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LEYENDAS
La niña de la Huasteca en Monterrey
3:00 A.M solíamos mi amiga y yo salir de paseo en un paraje en Monterrey Nuevo
León conocido como la HUASTECA, es un parque recreativo, cerca de la entrada
de ese parque había una larga carretera que daba hacia nuestra casa, decidimos
cortar camino por que ya era tardisisisimo y no había otro camino más cercano
para poder llegar, un camino largo y obscuro nos esperaba por cruzar, noche fría y
caballerizas al pasar por ese camino a sabiendas de que sabíamos que había allí
la historia de la llamada niña de la huasteca que según te seguía… Decidimos
entrar por eso y más, ya estando dentro del camino en mi bicicleta llevaba yo una
cangurera ( bolsa ) en los manublios con un Discman estaba oyendo música
mientras íbamos a la par mi amiga y yo ya no la veo ¡¡¡¡ mi amiga se había
quedado detenida unos metros más atrás no la VEO ¡¡¡¡ se había detenido por que
la cintas de sus tenis se atoraron en la cadena de la bicicleta… ERROR, habernos
detenido allí no sabemos si fue casualidad o que fue que ella se detuvo
justamente en la iglesia en donde muchísimas personas se han detenido y han
visto a esa niña que te persigue incluso gente que está en estado de ebriedad a
jurado que los persigue hasta su casa… yo escuchaba unos chistidos muy fuertes
en los que me hacía alusión a que me detuviera a esperarla, pero no me podía
detener me regreso para buscarla y la alcanzo no se veía nada puesto que estaba
OBSCURISSIISISMO y solo se alcanzaban a ver los ojos rojos de los caballos y
los ruidos del mismo VIENTO; pensé DIOS que estamos haciendo aquí no era
posible que a esa hora y en ese mismo lugar estuviéramos nosotros…. en fin ya
estando allí con ella se seguían oyendo los chistidosssssss ambos volteamos
hacia la iglesia, y estaba allí JUSTAMENTE la niña vestida de blanco….. No sé ni
de qué manera pero llegamos a la casa en aproximadamente 2 minutos de lo
apresurados que íbamos, ni los bordos ni baches nos detuvieron… la gente que
ahora vive en un residencial impresionante en esa zona comenta que siguen
viendo a la niña incluso llorando y hablándole a su mama… Esta es la parte de la
historia real de la niña……//COLABORACION DE: MIKE MARK
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JUAN DEL MONTE
Una vez una muchacha se fue a cortar escoba al monte muy lejos del pueblo.
Apurada la muchacha buscaba y buscaba una planta resistente para su escoba,
sin darse cuenta que la iba siguiendo una sombra decía _ ¡oh! ya es tarde y pronto
va a oscurecer y todavía no termino, y se ve aquí muy feo ya, además de que por
aquí vive Juan del Monte. La muchacha cuando terminó y se apresuraba a irse, de
repente Juan del Monte la agarra y le dice _ oye, no me has pedido permiso para
llevarte la hierbas que estás cortando por lo tanto, te vas a quedar conmigo, para
pagarme mis hierbitas porque pa´ mi son sagradas, esas son una parte de mi
alimento. La muchacha muy asustada dice _ ¡no! ¡por favor! yo no sabía que había
que pedirte permiso, ¡déjame ir!. Juan del Monte no la dejó ir al contrario la fue a
encerrar en su cueva que tenía en un lugar oculto del bosque. El tiempo que
estuvo la muchacha, como era muy abusada, que aprende mucho sobre las
hierbas, para que sirvieran y cómo usarlas. Después de un año la muchacha pudo
escaparse, y se hizo curandera del pueblo.
La Tepa del Río Tancochin
En los márgenes y a todo lo largo del extenso Río Tancochin (palabra Téenek, que
significa echar carga a la balsa), en la sierra de Otontepetl, municipio de Tancoco
y que atraviesa Naranjos-Amatlán, Chinampa y Tamiahua, desembocando en la
laguna del mismo nombre, nace la Leyenda de la Tepa.
Según cuentan los abuelos, la Tepa era una mujer muy hermosa, alta, de tez
blanca, larga cabellera, cuerpo torneado, ojos coquetos y sonrisa encantadora,
cuando se le veía a lo lejos pero una vez que se acercaba su apariencia cambiaba
totalmente: su expresión sólo incitaba odio, su rostro se mostraba pálido y
amarillo, los ojos destellaban odio, su pelo estaba desbaratado y las uñas eras
largas y filosas.
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La Tepa cantaba cuando estaba contenta, sin embargo sus cantos eran tristes y
en una lengua extraña; a veces se sentía su presencia en las milpas cuando
azotaba un viento que movía todo a su paso y surgía de la nada, sin dejar pasar a
nadie por el camino, llenando de ramas y abrojos todas las salidas; provocando
enorme susto a quienes lograban verla, sufriendo invariablemente de fuertes
fiebres y alucinaciones por muchos días e incluso, fallecían por esta causa.
Esta historia la conocían todos los habitantes de la región por ello cuando
sembraban preparaban mucha comida, café, agua limpia para beber, pan, tortillas
y aguardiente, para comer en la milpa, acompañados de sus peones; no sin antes
ofrendarle a la Tepa en un lugar especial del monte, siete cazuelitas pequeñas de
barro con comida y siete tacitas de barro con bebidas (café, agua y aguardiente);
elaboraban además un improvisado altar con dos copaleros de incienso y figurillas
de barro conocidas como teopaquetl o tepalcates (vasijas divinas de ofrenda).
Después de haber compartido con la Tepa, los peones hacían un hoyo en medio
de la milpa, donde depositaban todo lo que les había sobrado para alimentar a la
madre tierra, y rociaban el agua, el café y el aguardiente. Este ritual lo
acostumbraban hacer en todas la comunidades huastecas, aunque en algunas de
ellas nunca se hubiese aparecido la Tepa.
Se dice que allá por el año de 1960 en una comunidad de Tamiahua, conocida
como Buena Vista, al levantar la cosecha, variando el frijol la Tepa apareció entre
cinco campesinos, uno de ellos, Melitón Santiago, saco su machete y entre gritos
le dijo: ¡hasta aquí llegaste bruja! y se le echo encima a machetazos sin poder� �
tocar su cuerpo, siguiéndola hasta perderse en el espeso monte, mientras ella solo
reía sarcásticamente.
Sus compañeros quedaron estáticos con los pies clavados en el suelo, llamando
angustiosamente a su compañero implorando al cielo por ayuda, sin saber que
Melitón había desafiado a fuerzas extrañas de la naturaleza, provocando la ira de
la Tepa.
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Uno de ellos corrió a la comunidad para avisar lo sucedido, al llegar al pueblo
gritaba ¡a Melitón se lo llevó la Tepa!, la gente se organizó para buscarlo, mas no
dieron con él.
Después de cuarenta días vecinos de Temapache encontraron el cuerpo disecado
totalmente, con la piel bien adherida al esqueleto, sólo por sus ropas pudieron
reconocerlo.
Durante esos días todas las milpas, sufrieron ataques de la Tepa, quebrando las
plantas de maíz y arrancando de raíz las plantas de frijol, no así donde habían
sembrado ajos y chonacates o cebollines, por tanto, los demás campesinos
empezaron a sembrar éstos en sus milpas, para alejar a la bruja llamada Tepa que
no ha vuelto más por estos lugares.
LA SIRENA DE TAMIAHUA (la ninfa de la Huasteca)
Leyenda de Tamiahua, Veracruz
Ésta es la historia de Irene, hija del finado Abundio Saavedra Rosas y de Demasía
González Corona, quien vivía con su madre en un pintoresco pueblecito huasteco
llamado Rancho Nuevo, entre Tampache y la hacienda de San Sebastián, en el
municipio de Tamiahua en el estado de Veracruz. Irene era una joven hermosa de
tez morena, ojos aceitunados y larga cabellera negra. Madre e hija eran muy
creyentes y devotas de la fe católica, que seguían al pie de la letra, así como de
todos los usos y costumbres de la misma.
Un día Jueves Santo, allá por los años de 1900 -1920, en plena Semana Santa –
que eran días de vigilia o de guardar Irene– había ido a traer leña por el rumbo de
Paso de Piedras (leñar es un acto prohibido en estos días). Regresó donde su
madre y le dijo: “Ma, yo ando muy sucia y polvienta, que me dan ganas de
echarme un baño”. Su madre le contestó: “No, hija, te condenarías. En estos días
no debemos agarrar agua, mucho menos bañarnos”. Pero Irene le contestó: “Ay,
ma, Dios me perdone pero yo aunque sea me voy a lavar la cara”. Tomó un guacal
con dos hojas de jaboncillo y se fue rumbo al pozo a lavarse la cara.
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De pronto, su madre escucho unos gritos de angustia. Era Irene quien gritaba:
“¡Ma, ma, ayúdame! ¡Ma, ma, ayúdame!”. Luego, sus gritos se convirtieron en un
triste cántico como de lamento.
Allí junto al pozo se levantó una gigantesca ola e Irene empezó a convertirse en
otro ser, su boca como de pez, sus ojos más grandes, su negra cabellera y su piel
se tiñeron como de rojo. Y lo más cruel fue que sus piernas desaparecieron,
formándose debajo de la cintura una cola de pez, babosa y con escamas. La ola
arrastró su cuerpo por el río rumbo al mar. Los lugareños la siguieron en pequeñas
lanchas hasta la laguna. Cuando estaban a punto de alcanzarla, se apareció un
extraño barco viejo, destrozado y feo. De pronto, Irene saltó hacia él, mientras
esbozaba una sonrisa burlona y cantaba de forma macabra “Peten ak, peten ak”
(giren, giren o circulen, en huasteco; hoy en día se dice petenera) para reunir en
derredor de ella a toda la especie marina. Y así desapareció de la vista de todos.
Desde aquel entonces, su vieja y cansada madre cada Jueves Santo iba hasta la
playa con la ilusión de volver a ver a su hija Irene. Sólo cuentan los pescadores
que cuando oyen sus fúnebres cantos, se alejan del lugar porque aquel que la vea
sufre desgracias, ya que Irene la sirena se convierte en una rubia y hermosa mujer
de dulce vos y prominentes pechos. Se dice que algunos pescadores han muerto
cuando la han visto, porque al acercarse miran un ser espectral y horroroso que
dicen que les voltea las lanchas y embravece las olas hasta matarlos.
El hombre Mám
Leyenda huasteca / Mito tének - versión escuchada en Huehuetlán, SLP
En toda la Huasteca existen infinidad de historias, mitos, leyendas y cuentos
relacionados con los fenómenos naturales, como las lluvias, las sequías, los
incendios forestales. Muchos de esos relatos contienen elementos ricos en
mitología y dan explicaciones del porqué de las cosas, o bien, dejan una
enseñanza.
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Los ancianos de Huehuetlán todavía cuentan que hace muchos, pero muchos
años, en la cima del cerro Tamáb vivía una pareja sin hijos. El hombre cultivaba
maíz en sus milpas, las cuales daban cosecha todo el año porque siempre había
humedad en sus tierras. La gente de los llanos estaba muy preocupada: como
abajo llovía muy poco, las cosechas eran malas, y por ende, sufrían por escasez
de comida y para colmo, los ríos tenían muy poco caudal.
Sabían que el hombre de Tamáb bajaba al valle a vender su maíz, y como esto les
provocaba envidia, aquellos habitantes acordaron celebrar una asamblea, para lo
cual esperaron al hombre con su cosecha: querían hablar con él. Le preguntaron
por qué él sí recibía lluvia en sus tierras y ellos no. El hombre les explicó sus
razones, pero la gente no le creyó y lo metieron a la cárcel.
Al cabo de varios días, tocó el turno del gobernador para interrogarlo y el hombre
dijo que si lo dejaban libre, él se encargaría de mandarles la lluvia. Nadie de las
autoridades creía que ese hombre pudiera hacer tal cosa, porque ignoraban que
en realidad era un Mám, un «señor de las tormentas». Aunque los facultados para
otorgarle la libertad se mostraban renuente de hacerlo, el gobernador accedió a
que el hombre volviera a su casa con la promesa de enviarles bastante lluvia.
El hombre Mám llegó a su hogar, en la cima del cerro Tamáb, y encontró a su
esposa muy preocupada por su larga ausencia. Él le explicó todo lo ocurrido y le
dijo que se había comprometido a mandar suficiente lluvia a la gente de los llanos.
Su mujer estuvo de acuerdo.
Efectivamente, esa tarde llovió en las partes bajas de la sierra, pero los habitantes
quedaron inconformes y querían más y más agua para sus cultivos y para los ríos.
Entonces decidieron subir al cerro para hablar de nuevo con el hombre Mám.
Llegaron muy de madrugada, pero como él estaba ausente en esos momentos,
maltrataron a la mujer porque su marido les había enviado muy poquita lluvia.
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Cuando el hombre Mám regresó a su hogar esa noche, encontró a su mujer
llorando. Ella le explicó lo ocurrido y, como respuesta a la falta de gratitud de la
gente, él hizo que las nubes bajaran de Tamáb y se descargaran con furia en los
llanos. Por días y días llovió como nunca antes; los ríos se desbordaron y los
habitantes se vieron obligados a huir porque la corriente arrasó con sus casas.
Mientras tanto, en el cielo estaba Dios observando los acontecimientos y decidió
llamar la atención al hombre Mám. Envió por él a varios de sus ayudantes,
quienes bajaron a la Tierra y batallaron mucho para convencerlo, pues él intuía
que lo iban a regañar. Sin embargo, una vez en el cielo, el hombre Mám rindió
cuentas, pero Dios no quedó muy convencido y dijo que le iba a dar un castigo.
Así, Dios envió al hombre Mám a las tierras del norte hasta que aceptara su
obligación, tanto de mostrar bondad hacia los humanos como de no abusar de su
condición divina de controlar las tormentas. A la esposa la dejó viviendo en el
cerro Tamáb. Pero resulta que, como el norte es un lugar muy solo y frío, en vez
de que el hombre Mám aprendiera la lección, se volvió muy vengativo y por esa
razón cada año él provoca los huracanes. No obstante, siempre pasa a visitar a su
esposa y le deja buenas lluvias para que el maíz siga creciendo.
Esta leyenda, con un contenido de mitología tének (huasteca), publicado en el libro Mitos, relatos y leyendas
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MITOS
El zanate y el dios Dhipaak. Mito huasteco
El dios Muxi y su pareja Maam enviaron un ave a la Tierra que llevaba en su
piquito un grano de maíz. Era un zanate negro, una urraca, que se llamaba Ts’ok,
una bella divinidad celeste. Esa semilla se sembró; o más bien, el pájaro dejó caer
la semilla en la boca de una muchacha, llamada Dhakpeenk’aach, representación
carnal de la Tierra, que se estaba bañando en un arroyo. La muchacha nunca
salía de su casa, porque su abuela, llamada K’oleenib, era una nahual, vieja y
desalmada que no la dejaba salir a ningún lado. Sin embargo ese día salió a
escondidas y la semilla le cayó en la boca que abrió un momento para tomar aire.
La muchacha quedó embarazada. A los nueve meses dio a luz a un niño que fue
el Dios del Maíz, al que le pusieron por nombre Dhipaak. La madre murió en el
parto.
Mito del Zanate
La abuela de la muchacha rechazaba al niño, al que llamaba con desprecio Pe’no
que significa “algo levantado de la calle y que no se sabe que es”. No quería al
niño, lo odiaba, y decidió matarlo. Para ello, lo molió en el metate, lo hizo
pedacitos que arrojó en el campo. De esos trozos de maíz, nacieron plantas de
maíz. La abuela volvió a cortar los maíces, pero estos se volvieron a reproducir
hasta que dieron muchas mazorcas. Cuando estaban los pedacitos de maíz por el
suelo, una hormiga se los quería comer, pero el maíz le dijo que no lo hiciera
porque era un dios. La abuela volvió a cortar el maíz para desaparecerlo; hizo
masa en el metate y con ella elaboró atole y tamalitos. Se los comió, aunque no
pudo terminar porque le hicieron daño. Como la abuela vio que no podía acabar
con las mazorcas, juntó todo el atole que había salido del maíz cortado por ella y
lo llevó al mar a tirarlo. Cuando lo estaba haciendo se juntaron muchos pececitos
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que querían beberse el atole, pero el atole, que era el dios Dhipaak, les dijo que
no se lo comieran, sino que juntaran los pedacitos. Con los trocitos se formó una
masita y el dios niño encarnó otra vez.
Fue su voluntad quedarse en el mar por mucho tiempo hasta que creció. El Abuelo
Muxí no quería que viviera ahí en el mar, porque lo había mandado para que
viviera en la Tierra; pero, el Dios del Maíz le dijo que no se iría porque su abuela lo
había llevado al mar y que si Muxi quería que regresara tendría que llevarlo él
mismo. Primero se pensó que lo llevara el camarón, pero como no podía salir del
agua sin morir, no pudo. Después, se le encomendó a un pez grande la tarea de
conducirlo a la tierra, pero tampoco pudo porque no tenía pies para trasladarse.
Por fin, se eligió a la tortuga. El Dios del maíz se subió sobre su caparachón y
durante el camino se entretuvo en raspar la concha de la tortuga, por eso la tiene
cuadriculada. La tortuga llegó a la Tierra y así el Dios del Maíz regresó a donde
debía estar.
Sonia Iglesias y Cabrera
Fuente: El zanate y el dios Dhipaak. Mito huasteco | Mitos Cortos
La creación del mundo. Mito huasteco.
Cuentan los viejos sabios teenek que hubo un tiempo en que no existía nada. No
había Tierra ni Cielo, tan solo había un mar infinito y una terrible oscuridad. Un
buen día, los dioses decidieron crear el universo y lo concibieron como un todo
orgánico estructurado en tres planos. En el plano superior se encuentra el Cielo,
sostenido por un pilar llamado T’ithach. Este plano constituye la morada
paradisíaca de los dioses, y su naturaleza es caliente.
En el segundo plano está situada la Tierra, Tsabaal, el lugar en que transcurre la
vida de los seres humanos. La Tierra se apoya en cuatro hombres situados en los
cuatro rumbos cardinales. Estos hombres murieron ahogados, son muy frágiles y
están agrietados, por lo que cada año se rompen y se van hacia el Oriente, donde
vive Muxi, el Abuelo Trueno, dios omnipotente de la lluvia. Cuando fenecen los
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pilares humanos en seguida son remplazados por otros hombres que perdieron la
vida de la misma manera. Tsabaal es muy bella, siempre verde y fresca, ella es la
dueña de todos los animales que habitan sobre su superficie. Es la Diosa Madre
con poder absoluto sobre los humanos; se viste como una Puulik Miin, Gran
Madre Abuela. La Tierra cuida de que nunca falte el agua y el viento, que también
le pertenecen. Los dioses quisieron que la Tierra se moviese en el Tiempo, K’ih, y
por el Tiempo. K’ih es su compañero, tiene movimiento pero carece de forma.
El plano inferior estaba formado por el Inframundo, de naturaleza fría y habitada
por los muertos. Los dioses quisieron que los tres planos del universo se
comunicasen por medio de fluidos mágicos, simbolizados por dos serpientes
entrelazadas, las cuales se mueven continuamente, de acuerdo a un movimiento
helicoidal.
El universo alberga siete planetas femeninos. Cada planeta posee un compañero:
el Movimiento, el cual es de sexo masculino. Los nueve planetas se mueven de
acuerdo a los acontecimientos que suceden en la Tierra; así pues, se encuentran
regidos por las guerras, el conocimiento, la peste, el clima… La patrona de los
planetas y de las estrellas es una gran estrella que recibe el nombre de Puulik Oot,
quien a su vez obedece y es regida por el astro Sol, el rey de reyes. Tanto los
planetas como las estrellas pueden ser utilizados por los seres humanos para su
beneficio.
A los indios teenek los creó una pareja divina: Maam y Muxi, quienes también
crearon a la maravillosa planta del maíz. A las demás plantas y a las frutas las
cuida Musi, el Trueno, que vive en el mar; gracias a él crecen y maduran. Antes de
los actuales hombres, los dioses creadores hicieron varios infructuosos intentos;
pero los hombres que produjeron no sirvieron porque eran débiles ya que
solamente se alimentaban de la frutita del algodón. Un día, la Abuela Madre
fabricó masa de maíz y dio vida a dos hombres y a dos mujeres. Con el olote hizo
sus huesos. Desde entonces, los indios no pueden vivir sin el maíz. El dios Muxi
envía el maíz a la Tierra, sin el cual los hombres perecerían inevitablemente,
porque forma parte de su carne. Los teenek son hombres de maíz.
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Sonia Iglesias y Cabrera
Fuente: La creación del mundo. Mito huasteco.
Los Pak'an y los Lints'i'. Mito huasteco
Cuentan los indios teenek de San Luis Potosí que hace muchos muchos años,
cuando Dios creó a los hombres, el universo, y la naturaleza, le dio vida también a
los pak’an, criaturas gigantescas cuya morada fueron las sierras. Los pak’an
tuvieron una gran descendencia, algunos descendientes muy inteligentes y otros
no tanto; todos conformaron las diferentes razas que hay en el mundo. Unos de
los descendientes fueron los lints’i’, gigantes casi tan grandes como los pak’an.
Los lints’i’ poseían dos brazos y tres pies, y su cuerpo estaba cubierto de pelo.
Eran robustos, carecían de dientes pues no los necesitaban, ya que se nutrían de
la esencia de los alimentos crudos: satisfacían su apetito con el olor de los frescos
granos de maíz y del aroma de las flores. Por esta razón, contaban con un olfato
muy desarrollado. Su característica principal era la pasividad, pues no les gustaba
entablar peleas ni guerrear con sus vecinos. Nadie se metía con ellos ni intentaba
darles caza.
La vida transcurría tranquila para los lints’i’, hasta el día en que apareció una
nueva raza que decidió sentar sus lares en la Huasteca Potosina. Se trataba de
seres humanos, de menor estatura que los lints’i, que se alimentaban de carne
cruda y de los frutos silvestres que recogían en sus cacerías. Cuando los
humanos descubrieron a los gigantes, sintieron mucho miedo, pero poco a poco el
miedo fue desapareciendo al darse cuenta de que eran pacíficos e inofensivos.
Los seres humanos entablaron una guerra contra ellos con el fin de correrlos y
quedarse con las tierras que les pertenecían a los tranquilos lints’i’.
Los gigantes no opusieron ninguna resistencia al ataque de los humanos. Llevaron
a cabo una reunión y decidieron ir a establecerse a otras tierras, para continuar
como hasta ahora habían vivido: en paz y en armonía, sin tener que soportar a los
invasores. Pero los humanos no cejaron en su crueldad y los perseguían y
provocaban a todo momento, hasta que lograron extinguirlos con sus sanguinarias
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matanzas. Según nos cuenta la leyenda, no todos los lints’i’ murieron, los que
sobrevivieron se fueron a vivir al interior de la Tierra a la que se metieron por una
cueva que se encuentra en la Sierra de Piaxtla. Ahí viven todavía y rara vez salen
a la Tierra.
Sonia Iglesias y Cabrera
Fuente: Los Pak'an y los Lints'i'.
La Señora de Negro
En Mata del Tigre había una muchacha muy guapa que acababa de quedar
huérfana. Un día, una amiga suya llegó a contarle que habían visto a su madre en
el camino del Barrial, cerca del pueblo. La muchacha no creyó lo que su amiga le
dijo, “está bien muerta y enterrada” –le contestó-. Sin embargo, su amiga no había
sido la única en ver aquella aparición, muchas señoras del pueblo se encontraron
en el camino del Barrial a la señora vestida de negro; sucia, enlodada y con el pelo
enmarañado. Le preguntaban quién era o a quién buscaba, pero la mujer de negro
no contestaba, todos creían que era muda.
Seguían viendo a la mujer deambulando de arriba para abajo en el camino del
Barrial y la gente empezó a comprender que era un alma en pena. La amiga de la
muchacha fue a hablar con ella:
“Es tu mamá, estoy segura” –dijo la amiga-.
“Pero si está muerta” –aseguraba la muchacha-.
“Es ella, seguro anda penando... ¿has cuidado bien a tus hermanos?” –Inquirió
con algo de timidez-. A la muchacha no le agradó la pregunta, y poniéndose
nerviosa se fue. Al día siguiente una señora del pueblo se encontró con la
muchacha que traía cara de desvelada y, en general, un aspecto deplorable.
Dama negro leyenda“¡A ver si vas dejando a ese hombre casado!” –espetó de
pronto la señora. “Ve a cuidar a tus hermanos y deja descansar el alma de tu
madre que anda en pena”. La muchacha se estremeció, ya que efectivamente era
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la amante de un señor casado y se pasaba con él toda la noche, de modo que en
las mañanas no se encontraba en condiciones de atender a sus hermanos ni de
salir a trabajar.
Acongojada, decidió ir al camino vecinal a comprobar si era cierto lo que le decían.
Al llegar, encontró a la mujer de negro, se acercó y la reconoció; era su madre. La
mujer se puso a llorar; no le dijo nada, pero la muchacha sentía que su madre lo
sabía todo, siempre había sido así, adivinaba sus emociones y sus pensamientos.
La mujer de negro calmó su llanto y se perdió en el fondo del camino. La
muchacha sintió el vacío que dejó su madre y advirtió la súplica que su llanto
llevaba.
Con la intención de librarse de la culpa, fue a buscar a su amante y le dijo que no
volvería a verlo más, luego fue a su casa y prometió a sus hermanos que nunca
los dejaría solos.
Ese fue el último día que la mujer de negro se apareció en el camino de Mata del
Tigre.
Fuente: La Señora de Negro
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HISTORIAS
Tantoyuca Metlatepec y su nombre olvidado
Por: Lucina Castro del Ãngel
 Tantoyuca, Ver., 14 de Noviembre del 2010.- El municipio de Tantoyuca se
encuentra ubicado al norte del Estado de Veracruz, no lejos de los límites con
Hidalgo y San Luis Potosí.
Lo curioso de Tantoyuca es que cuando se funda llevaba el nombre de
Metlatepec según el libro historia de la provincia agustina del santísimo nombre
de Jesús de México en el año de 1557 en el tiempo del padre de la Veracruz.
Se dice que quienes habitaron Tantoyuca fueron los Tenek o Huastecos que se
ubicaban en las comunidades, cuando los Frailes Agustinos llegaron al pueblo de
Metlatepec que significa Cerro del metate.�
 Los Frailes fundaron o construyeron la Capilla del Rosario que aún existe. El
libro Historia de la Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de
México, pusieron religiosos en 1557 y se le hizo el priorato en el trienio de Juan de�
Medina Rincón y se fundó ya con el nombre de Tantoyuca.
En 1566 fue elevado a priorato (distrito), durante 200 años de 1581 a 1754- la
iglesia en Tantoyuca fue de los Frailes.
Los primeros que llegaron fueron Juan de Sotomayor en 1581, Luis Gomes en
1584, Pedro Carrión en 1587, y ya los últimos fueron José del castillo en el año de
1746 y Manuel Carbajal en 1754, se menciona que durante este tiempo los
municipios de Tantima, Chontla Ixcatepec, Tepetzintla, Tamalin, todas estos
municipios venia hasta la ciudad de Tantoyuca a bautizar, confirmar, lo curioso es
que solo venían en el mes de febrero.
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Según del padre Evaristo, hay actas de esos años en la Parroquia Santiago
Apóstol en donde consta que era, y en el año de 1800 se empezó con la
construcción de y desde esta fecha, hasta la actual, la parroquia ya remodelada,
sigue ubicada al lado de la Capilla  del Rosario.
Ha cumplido con 210 años de existencia, y la capilla, tal y como hasta hoy tiene
453 años de construida. Se puede decir que la actual capilla y la parroquia, son las
primeras construcciones de la región y que hasta hoy siguen existiendo.
Los datos de la historia, los Frailes Agustinos fueron los que se encargaron de
darle nombre a todos los pueblos, agregándoles el prefijo que quiere decir y el
resto del nombre elegido de acuerdo a lo que más prevalece, por ejemplo Tan-
toyuca que se le conoce  como lugar de la cera, o Tam-pico que igual se deriva
en dos partes que son tan- lugar;  y pico “perroâ€, sea lugar de perros. Tales
fueron los nombres que le dieron a las ciudades los Frailes Agustinos.
La leyenda de La llorona huasteca
(La llorona de Naranjos)
Eran en aquel entonces los meses de julio y agosto en los años de 1790 – 1800,
en una aldea huasteca fincada en la sierra de Otontepec sobre el rio Tancochin,
quizá Tancoco, quizá Amatlán, quizá Chinampa, quizá Naranjos.
La aldea se componía de apenas unas veinte familias Téenek, entre ellas habitaba
un matrimonio formado por Chajíp (otate fuerte) y Chuyém (flor maravillosa)
padres de cinco niños, el más grande de nombre Tocob (nube) como de seis años,
Chanab (grillo) de cinco años, Jel (sereno) de cuatro años, Expidh (solito) de tres
años, Albedh (hermosa) de casi dos años y Uco (tordo) como de seis meses.
Se podía decir que esta familia era la más feliz de toda la aldea, pero la desgracia
cambiaría por completo su destino.
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Fue un día nublado con amenaza de lluvia, cuando Tocob llevo a bañar a sus
hermanitos a una poza de agua cristalina sobre el río, estuvieron retozando
divirtiéndose en demasía, sin descuidar a sus hermanos menores.
Ya en la tarde casi para salirse del agua comenzó a llover precipitadamente, que
Albedh la más pequeña se espantó y se dejó caer en las aguas de la poza y
Chanab se abalanzó sobre de ella para sacarla, pero de repente la corriente los
arrastró sobre el río, al ver Tocob que sus hermanitos se estaban ahogando se
echa al agua queriéndolos rescatar, lo mismo hace el pequeño Expidh pero el
cauce del río era demasiado fuerte y se los llevo.
Chuyém la madre al ver que la tempestad estaba arreciando corre a la milpa con
Uco en brazos para avisarle a su marido Chajip que los niños andaban en el rio y
no regresaban, despavorido Chajip va hasta el río y al ver que uno de sus hijos
estaba siendo arrastrado por la corriente se lanza también al río muriendo
ahogado, Chuyém al ver la tragedia se arroja desesperada con el niño en brazos y
también es arrastrada por la corriente.
Los aldeanos comenzaron la búsqueda por las orillas del rio sin encontrar rastros
de la familia, hasta como a los diez días, en una mañana nublada encontraron a
Chuyém a la orilla del río con la vista perdida, su cuerpo desnudo y su rostro
desecho, casi cadavérico que producía terror, la envolvieron en una manta blanca
y la llevaron a la aldea, no quiso comer ni beber agua, solo balbuceaba llorando
lagrimas secas, (na´cuitol´i, na´cuitol´i )¡mis hijos… mis hijos! Desde entonces le
empezaron a decir “Uxum ok´ol” (mujer que llora) o la llorona.
Días después desapareció misteriosamente de la aldea, aunque algunas personas
decían que caminaba por la sierra y el río gritando como en lamento ¡mis hijos,
mis hijos!
Pasaron casi tres años de aquel lamentable suceso que parecía ya estar olvidado
por los aldeanos huastecanos, hasta que una noche cuando azotaba una fuerte
tormenta, en uno de los jacales de la aldea vieron como un fantasma atraviesa la
pared de otate y lodo cargando en brazos al niño más pequeño que estaba
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durmiendo en la cuna, gritando con gran tristeza . . . . . ¡mis hijos,…… mis
hijos!...... los padres quisieron quitárselo pero al intentar agarrarla abrazaban
una y otra vez solo aire vacío que los llenaba de terror.
Uxum ok´ol conocida como la llorona, lleva el niño hacia el río sumergiéndose en
el agua hasta ahogarlo, mientras los aldeanos impotentes por no poder con este
ser sobrenatural, veían como su rostro cadavérico y lleno de terror se desvanecía
gritando ¡mis hijos, mis hijos!.
A la mañana siguiente encontraron a la criatura ahogada no muy lejos de la aldea,
el cuello y la espaldita estaban rasgados como si le hubiese pasado las uñas
profundamente por su piel.
Transcurridos los tres días volvió a azotar otra tempestad en la obscura aldea en
medio de la sierra y en la orilla del rio Tancochin, los rayos caían centellando el
jacalerío, de pronto escuchan nuevamente el lamentoso grito ¡mis hijos… mis
hijos! Sí no había duda alguna, la llorona estaba de vuelta, solo que esta vez no
entro a ningún jacal.
Se paseaba por toda la aldea gritando, los aldeanos la miraban con recelo y temor
era ella Uxum ok´ol sí la llorona, enredada como en una manta blanca casi
trasparente, horas después casi al amanecer se aleja rumbo al río, causando
calma momentáneamente en la aldea, pero de pronto las puertas de todos los
jacales, se abren como por arte de magia y los niños menores empiezan a
caminar como hipnotizados precipitándose en el río, ahogándose absolutamente
todos en sus aguas, mientras los aldeanos se quedaban estáticos sin poder hacer
nada, como si la llorona los hubiese paralizado.
Al llegar el nuevo día volviendo a la realidad, todo fue llanto y dolor, los aldeanos
se abalanzaron hacia río para rescatar los cadáveres de sus niños maldiciendo a
la llorona y pidiéndole a Dios que se la llevara para siempre.
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Hoy en día, en la Ciudad de Naranjos dicen que hay personas que la han visto y
oído cuando viene la tempestad, gritando con gran lamento ¡aauuuuuuuuuuuuu!
Sin mencionar a sus hijos, se cuenta esto pero no con mucha certeza.
Los niños y algunas personas adultas también, cuando empieza a llover en la
noche más si se oyen truenos y quitan la luz, cierran bien las puertas y ventanas,
se meten en sus camas tapándose hasta la cabeza cuando el cielo empieza a
tronar, no vaya a ser que la llorona grite a sus oídos ¡mis hijos, mis hijos!
atravesando la pared y se los lleve al río.
Leyenda enviada por: José Reyes Nolasco
El hombre que no creía en la fiesta de Todos los santos.
Ésta es la historia de un hombre que residía en Tampamolón. Era un hombre raro,
pues no tenía muchos amigos. Vivía solo porque había evitado casarse o tener
hijos; sus padres habían muerto tiempo atrás y sus hermanos habían emigrado a
los Estados Unidos en calidad de «mojados».
Cuando se aproximaba la fiesta de Todos los Santos, siempre se ponía de muy
mal humor. Año tras año, mientras los lugareños preparaban las ofrendas para los
difuntos, arreglaban los altares e iban al cementerio, el hombre prefería encerrarse
en su casa. Unos primos suyos le decían que era un deber participar en la fiesta y
llevar ofrendas a las tumbas de sus ancestros, pero él se negaba porque no creía
en esas cosas.
En cierta ocasión, toda la gente andaba muy atareada arreglando los altares y las
ofrendas para colocarlas en el panteón al día siguiente, el 2 de noviembre, pero
como las lluvias habían caído tardíamente, en esas fechas el hombre andaba
cosechando el maíz de su milpa, por lo que le fue imposible encerrarse en su
casa, como solía hacerlo. Ese día salió a trabajar a su parcela antes del amanecer
con la idea de no encontrarse a nadie que le diese la misma explicación sobre lo
importante que era llevar una ofrenda a sus padres y abuelos en el cementerio.
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Asimismo, con ese propósito se quedó hasta muy tarde en la labor, y fue hasta el
ocaso que regresó a su casa con toda calma.
Iba muy sigiloso por una vereda, cuando empezó a ver que mucha gente
caminaba en fila por ese mismo rumbo; se escondió detrás del matorral para que
nadie lo viera. Advirtió que todos iban muy contentos y que en sus manos llevaban
ofrendas. Entonces, se dio cuenta que no eran personas, sino difuntos, pues
reconoció a todos y a cada uno de ellos. Primero, unos viejitos que habían sido
amigos de su familia; luego, unas muchachas que habían fallecido en un
accidente; después, sus abuelos, y así continuó la hilera de puros conocidos que
iban muy felices con sus ofrendas de regreso al mundo de los muertos. Al final
pasaron sus padres; iban muy tristes porque no llevaban ninguna ofrenda.
La escena de haber visto las ánimas de sus padres tan tristes lo afligió mucho y, al
percatarse de su error y egoísmo, fue corriendo a su casa a preparar una ofrenda.
Pero ya era demasiado tarde: tendría que esperar todo un año para que los
difuntos volvieran al mundo de los vivos. Entonces, se cuenta que fue tanta la
angustia que este hombre sintió durante varios días, que se murió de tristeza.
El hombre que no puso ofrenda
Había un señor que no quería hacer Todos Santos, decía que no era cierto, que
no vienen, y se burlaba de que los demás sí creyeran. El día de Todos Santos se
fue al monte por leña y allá lo espantaron los muertos. Que le dicen:
“¿Por qué otros nos están dando y tú no? A otros amigos les están dando su
comida, sus tamales, hay todo, ¿y por qué tú no vas a hacer nada?”
Todavía llegó a su casa con trabajos y pensó: “Sí es cierto lo que dicen, hay que
hacer Todos Santos”.
Pero ya era tarde, ya se estaba muriendo. Ya se apuraron a buscar pollo y cosas,
pero de qué servía. Se murió en el monte porque no quiso hacer
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Todos Santos. Allá lo espantaron. Por eso es que toda la gente ya hace Todos
Santos.
El hombre que no respetó el día de difuntos
En cierta ocasión, un hombre no respetó el día de difuntos.
Se trataba de un hombre que no quería perder un solo día de trabajo en su
parcela. Así que cuando llegó la fecha de celebrar el día de difuntos se dijo:
“No voy a perder mi tiempo en este día, debo ir a trabajar a mi parcela, cada día
debo buscar algo para comer y no voy a gastar mi dinero para esta fiesta, que
además me quita mucho tiempo.”
Así que se fue a trabajar al campo, pero cuando estaba más ocupado escuchó
una voz que salió del monte y le decía: “Hijo, hijo, quiero comer unos tamales
(kuatzam).”
El hombre se quedó muy sorprendido y pensó que era su imaginación la que le
hacía oír cosas, pero poco después escuchó claramente otras voces, como de
personas que conversaban entre sí y lo llamaban por su nombre; reflexionó sobre
lo que estaba sucediendo y comprendió que eran voces de su padre y familiares
difuntos que clamaban por las ofrendas que les había negado.
Inmediatamente dejó su trabajo y regresó corriendo a su casa; ahí le dijo a su
mujer que matara unos guajolotes e hiciera unos tamales para ofrendarlos a sus
difuntos en el altar familiar.
Mientras la mujer trabajaba sin cesar en la cocina preparando las ofrendas, el
hombre se acostó a descansar por un rato. Cuando todo quedó listo fue la mujer a
despertar a su esposo. No logró despertarlo, pues el hombre estaba muerto;
aunque había cumplido con lo que pedían sus familiares difuntos, estos de todos
modos se lo llevaron.
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Es por eso que en la Huasteca se cree que es una obligación preparar ofrenda
para los difuntos; de esta forma se les complace y se comparte junto con ellos la
alegría que se vive en familia.
Por eso nunca se debe dejar de ofrendar a los muertos el 2 de noviembre; se
prenden cohetes y bombas para que su ruido espante al demonio; también se
encienden velas para que iluminen el camino al difunto. Si a éste le gustaba
mucho el aguardiente, por ejemplo, se le debe comprar y poner en el altar para
que lo tome.
Estos ritos son obligatorios, porque si no se celebran es muy posible que los
muertos se lleven al dueño de la casa.
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BIBLIOGRAFIAS:
http://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/11218/
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http://www.mitos-mexicanos.com/veracruz/la-se-de-
negro.html
http://veracruz.mx/noticia-1888-la-tepa-del-ro-tancochin
http://www.mexicolindoyquerido.com.mx/mexico/index.php?
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llorona-huasteca&catid=193:mitos-y-leyendas-
mexicanos&Itemid=70
https://adameleyendas.wordpress.com/tag/leyendas-
huastecas/
http://www.conaculta.gob.mx/turismocultural/cuadernos/
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http://comoeneltianguis.com.mx/2011/11/01/el-hombre-que-
no-creia-en-la-fiesta-de-todos-los-santos/
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