que talsi volvésa la rutina
por SERGIO
60:4
el boletín nº120
en el centro de su voluntad
www.acercatealavida.com.ar
Domingo 30 de Septiembre de 2012
PENIZZOTTO
Ig. Pr Toledo / Gonzalez Larrosa 1040
SÁBADO 6/10
Adoración e Intercesión
9 a 21 hs.
12 HS.(Este viernes NO hay reunión)
Jueves 4/10 - 20 Hs. España 460 / Cipolletti
Reunión OrganizativaSumate al trabajo! Hay mucho por hacerestamos organizando lo que vieney tu lugar te esta esperando...
viernes 12/10
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que tal si volvés a la rutinapor SERGIO PENIZZOTTO
Hace unos días recibí un correo electrónico titulado
“Escritura a mano”, que refería a la pérdida de valor de la
escritura manuscrita a manos de las nuevas tecnologías, lo
cual explica muchos de los trastornos de aprendizaje de los
niños. Según el texto, esa destreza tiene vinculación directa
con la capacidad de desarrollar el pensamiento y traducirlo
en palabras, y hoy esa riqueza tendería a desaparecer.
No es mi tema hoy la escritura, pero ese escrito me hizo
reflexionar un poco sobre cómo las innovaciones
tecnológicas como las filosóficas nos enfrentan a nuevos
paradigmas, cómo luego de la ola que, parece, arrasará con
todo, viene el tiempo de redefinir el nuevo escenario, con lo
que la ola dejó.
Entre esas ideas, volví sobre un concepto que justamente
habíamos tratado durante un almuerzo en casa. Un
concepto, para algunos, devaluado, para otros, fundamental,
para unos, razón de grandes males, para otros, clave del
éxito: La rutina.
Para tener la mirada de otros, decidí preguntar a algunos
jóvenes qué les sugiere la palabra “rutina”, y recibí las
siguientes respuestas:
1. Entiendo rutina como una actividad constante que sirve
para alcanzar un fin determinado y su uso hace que en
un momento uno lo haga "sin pensarlo". Por ejemplo,
en el gimnasio uno puede tener una "rutina" formada
por ejercicios específicos para lograr algo: adelgazar,
endurecer, etc. Una vez que la rutina es conocida se lo
hace sin necesidad de mirar la hoja de rutina o la
indicación del profesor. Creo que cuando la rutina
pierde el objetivo y/o motivación es cuando esa
actividad se convierte en algo aburrido...más de una
vez escuché o dije "estoy cansada/o de la rutina".
2. Para mi Rutina... Es una acción que repetís constante o
diariamente, hasta crear una costumbre de tal acción.
3. Para mí la palabra "rutina" es un hábito... algo de lo cual
estás acostumbrado a hacer, y si no lo estás...lo
terminás haciendo por la constancia y repetición de X
acción!! Forma parte de la vida diaria: levantarse,
cambiarse, ir al baño, desayunar, salir para el trabajo o
lugar de estudio y así sucesivamente. Lleva consigo un
orden y práctica.
4. Una rutina es una costumbre o un hábito que se
adquiere de repetir una misma tarea o actividad muchas
veces. Puede tener, para mí, un objetivo o no. Hay
rutinas que hacemos y no llevan a nada. Hay rutinas
que tienen como objetivo lograr un hábito, como el
hacer ejercicio. La rutina lleva a una adicción, a una
necesidad. Científicamente aquello que uno repite
durante 20 días se convierte en un hábito, una rutina.
5. Muchas veces tiene una connotación negativa, como
sinónimo de algo repetitivo, tedioso. Cuando se
terminan las vacaciones, por ejemplo, solemos decir
con pesadumbre "de vuelta a la rutina!"...
6. Acto repetitivo, OBLIGATORIO
7. Solo agrego que la rutina puede apagar la pasión...
8. Me parece que la RUTINA SIN PROPOSITO apaga la
pasión. Siguiendo con el ejemplo de la definición N°1,
en el gimnasio, cuando lograste el objetivo que tenía la
rutina, te dan una nueva para seguir. Propósito =
Objetivo. Sin un objetivo de nada sirve la rutina.
Las respuestas muy buenas, amplias y ricas todas. Un par
de palabras claves que puedo extraer de ellas son: hábito,
costumbre, repetición, prescindencia de guía, objetivo, su
ausencia, aburrimiento, obligación.
Lo cierto es que, en general, en la cultura actual la palabra
rutina entró en el segmento de los conceptos que gozan de
poca popularidad. De alguna manera, se ha instalado la idea
de que rutina es contraria a creatividad, inspiración, libertad,
etc. La generación del trabajo “Google” fomenta la idea de
“no hay horario”, “no hay parámetros”, “cada uno es libre
para generar su trabajo en el contexto que más inspire su
creatividad”.
Pero hace un tiempo atrás leí un artículo titulado “Amigarse
con la rutina”, publicado en la revista Nueva, que revaloriza
la importancia de una disciplina que caminaba la senda del
desprestigio. Les comparto algunos recortes:
En la actualidad, hay que pedalear fuerte y parejo para
poder estar “a tono” con lo que pasa en Facebook, entender
el último smartphone y enterarse a cada minuto de lo que
dijeron los políticos en su cuenta de Twitter. Pero, además
de estar lo suficientemente informado, como para no perder
el tren del mundo, cada cual tiene ciertos ejercicios y tareas
diarias que debe cumplir. A veces, parece demasiado para
un solo día y uno transpira armando el rompecabezas de su
posible agenda. A veces, se siente que no hay tiempo para
reflexionar sobre los propios deseos ni para poner en duda
una decisión que llegó apresurada. A veces, planificar a
largo plazo resulta una misión imposible porque el día a día
se roba cada instante.
Por otro lado, la exigencia de diversión parece apuntar
desde atrás con una espada, y, sin embargo, uno suele
aburrirse y sentirse disconforme. Se busca más acción, más
dinamismo y una explosión de sensaciones a cada
momento. Muchas teorías sobre la era digital admiten que
los nuevos medios tienen bastante culpa en la configuración
de la cultura. Con sus mensajes súper abreviados, las diez
pantallas abiertas en la computadora y las diferentes
aplicaciones utilizadas al mismo tiempo, han provocado una
búsqueda de entretenimiento constante, veloz, y un
desprecio por lo repetitivo.
En este contexto, es lógico que la palabra “rutina” cause un
gran rechazo o pocas ganas de que interfiera en la vida. Sin
embargo, cuando uno escucha a un gran deportista, a un
científico premiado o a un exitoso empresario, comprende
que más allá de la magnitud del objetivo, se necesita de
cierta rutina para alcanzarlo.”
Quizá uno de los mayores enemigos, es justamente la
velocidad y multiplicidad de propuestas, demandas,
opciones que da la realidad actual. Pero si se pretende
tomar el control de los tiempos, lo que hace falta es,
justamente, una dosis mayor de disciplina, y una cuota
superlativa de ENFOQUE. En otro párrafo, el artículo
referido dice:
Sergio Sinay […] indica que el origen gramatical de “rutina”
es “ruta”, es decir, un camino que lleva hacia algún lugar.
“Todos apuntamos a un destino. Si no hay una senda
definida para llegar a él, caemos en la ardua tarea de
reinventarla cada día otra vez, con el riesgo de
equivocarnos, cansarnos y frustrarnos”, advierte y justifica:
“Las rutinas aseguran cierta previsibilidad y conceden
tranquilidad”.
… si el acto repetido funciona bien, representa un ahorro de
tiempo y de energía al no tener que deliberar cada vez como
si fuera la primera.
Julio César Labaké […] indica: “Tener resuelto el modo de
actuar en ciertas situaciones de la vida nos permite disponer
de nuestra atención y concentrar fuerzas para la genuina
creatividad”.
Cuando hay cosas que hemos decidido que sean parte de
nuestra vida, la rutina, es decir, darles un lugar en la agenda
definido y constante, hacen de ella un hábito. El problema,
como lo expresaron los chicos que respondieron a mi
pregunta, se da cuando se pierde el objetivo, el propósito de
una rutina. Recuerdo la historia de una mujer que cortaba en
dos la pieza de peceto para cocinarlo en la cacerola. Alguien
un día le preguntó cuál era la razón, y respondió que no
sabía, que su mamá siempre lo había hecho así. Pero
intrigada por la consulta, acudió a su madre para sacarse la
duda, y ella le contestó: “Simplemente, la olla que yo usaba
era muy pequeña, y no entraba entero”.
Supongo que a esta altura, más de uno se preguntará por
qué me metí en este tema. Y es que creo que creo que
como Iglesia estamos atravesando los efectos de esta
misma tensión. La sufre cada uno, en lo personal, en su vida
diaria (quizá algunos más y otros menos), y la sufrimos
entorno a la vinculación con la fe, la congregación, el
servicio.
Esta congregación ha vivido, en los últimos años, un
proceso tendiente a abandonar el espíritu de religiosidad.
Hemos afirmado que no es la asistencia perfecta al culto, el
activismo, el cumplir los ritos impuestos, aquellos que nos
salva, que nos hace más cristianos, y que eleva nuestro
nivel de impacto en los demás. Y ese énfasis tenía como
propósito combatir el vacío de una rutina religiosa que, en sí
misma, solo trae carga, aplastamiento y frustración.
Pareciera que Jesús trató con algo similar; durante el
Sermón del Monte, al referirse a la oración, anima a sus
seguidores a no usar “vanas repeticiones” al dirigirse al
Padre (ver Mt 6:7a). El Maestro los motiva a salir de esa
actitud hueca y les presenta un nuevo modelo de oración,
popularmente conocido hoy como “el Padre Nuestro” (Mt.
6:9-13).
Ahora, qué interesante ver que lo que Jesús propuso como
una propuesta que revalorizara el verdadero sentido de la
comunicación con Dios, haya terminado, a lo largo de los
años, convirtiéndose en la misma repetición vacía de
sentido, replicando la misma intención que el mensaje
combatía, la idea de que por las muchas palabras, al estilo
de un “mantra”, podían torcer la voluntad del Padre (ver Mt.
6:7b).
Y percibo que a nosotros puede estarnos pasando lo mismo.
Hemos abandonado ciertas rutinas que consideramos
vacías, que eran una carga, que nos esclavizaban cuando el
evangelio es libertad, pero aquello que lo ha reemplazado
no ha cumplido el fruto esperado, en tanto mayor calidad de
vida cristiana.
Y es que el conflicto no nace de la rutina, sino de la pérdida
de contenido. De hecho, es posible que una rutina haya
perdido el sentido, como en el caso del corte del peceto,
pero el problema está en olvidarse de la importancia de
cocinarlo. Una cosa es entender que no necesariamente se
deba trozar, pero otra muy distinta es creer que no hace
falta meterlo a la cacerola para cocinarlo.
Esta semana leí un párrafo que tiene mucho que ver con
esto, y que dice:
Observa tus 'pensamientos’, se convertirán en palabras.
Observa tus 'palabras', se convertirán en acciones.
Observa tus 'acciones', se convertirán en hábitos.
Observa tus 'hábitos', se convertirán en carácter.
Necesitamos recuperar este camino, desde las cosas más
básicas a las más profundas en nuestras vidas, familia y
ministerio.
- Orar cada día por los alimentos antes de cada comida,
puede ser algo vacío, o un hábito lleno de gratitud por la
provisión de Dios que también lo inculco a mis hijos.
- Dar gracias por todo, hasta por el mínimo detalle, puede
ser una muletilla, o la actitud consciente e intencionada
de valorar lo recibido a cada momento.
- Llegar a horario al trabajo y cumplir metódicamente con
las tareas asignadas, puede ser una pesada y obligada
carga, o la sujeción voluntaria a una rutina que me
garantice cumplir los objetivos propuestos.
- Establecer orden en nuestras vidas y hogares puede
ser el planteo más aburrido, o la estratégica decisión de
administrar los recursos para potenciar las
posibilidades.
- Establecer tiempos pautados para el matrimonio y para
los hijos puede ser un plan rutinario y aburrido, o el
compromiso de darle la riqueza de mi exclusividad en
ese momento a quienes más amo.
- Mi devocional diario, la oración, la adoración personal
pueden ser una carga que practico porque debo marcar
tarjeta con Dios, o el encuentro más preciado y
esperado de cada día.
- Congregarme, involucrarme en el servicio, ser parte de
la congregación, puede ser un mero acto religioso para
quedar bien con Dios, con los hermanos, con el pastor y
con mi conciencia, o hábito lleno de la comprensión de
mi necesidad de estar conectado con el Cuerpo,
comprometido con el proyecto de Dios, y sirviendo al
prójimo.
Cuando de todo esto, y lo que cada uno puede agregar,
hacemos un hábito, una rutina llena de contenido y sentido,
forjamos nuestro carácter, somos modelo y ejemplo para
quienes están a nuestro alrededor, optimizamos recursos,
bajamos los niveles de incertidumbre sobre cuestiones
básicas que ponemos bajo control, evitamos la
conflictividad, y generamos el mejor contexto para tener
nuestros sentidos puestos en tomar decisiones, desarrollar
nuevas experiencias, fomentar la creatividad, planear hacia
adelante, conectarnos con nuestros sueños, y con las cosas
nuevas que Dios presenta cada día para nuestra vida.
Es ser diligentes, es practicar sabiduría, es estar preparados
para las oportunidades que el Padre puede presentar.
Por eso, ¿qué tal si volvés a la rutina?
contratapa
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