Editorial “LAS DIFICULTADES DE LA
NIÑEZ Y ADELESCENCIA”
Mientras se es niño existe una dependencia total de la
familia. El niño no sabe ni puede entenderse fuera de su
círculo familiar, y está en manos para casi todo de sus
padres o hermanos mayores si los tuviera.
Con la adolescencia aparecen las primeras muestras de
deseo de separación, de independencia, que le llevarán a
la individualización adulta. Para lograr esa
individualización el joven tiene que apartarse de los
padres, empieza a plantearse cosas para las que no
necesita o no quiere a la familia.
Esto genera satisfacción en el adolescente, pero al
mismo tiempo miedo e incertidumbre, ya que al haber
estado siempre al amparo de los padres no sabe si podrá
valerse por si mismo fuera del cobijo familiar, y tendrá
que aprender a tomar decisiones que otros no podrán
tomar por ellos. Al mismo tiempo es normal la
preocupación de los progenitores, que desde el
nacimiento del hijo han estado con él en casi todos los
momentos importantes. Normalmente se consigue
mediante una separación gradual, de menos a más, de
forma progresiva, empezando por situaciones simples y
cortas para pasar poco a poco a otras más duraderas y
complejas. Es tarea del niño mostrar que es capaz de
valerse por sí mismo, y tarea de los padres dejar que se
vaya separando conforme va mostrando su capacidad y
buen hacer.
Contenido:
Portada.
Editorial.
Introducción.
Artículo de
rebeldía en
adolescente.
Caso Ana.
Desarrollo de
criterio 1,2,3.
Artículo de
trastornó de
vínculo.
Caso Rafael
Desarrollo de
criterio 4 y 5.
Hallazgos.
Conclusiones.
Referencias
bibliográficas.
Introduccion Partiendo de la concepción del ser humano
como una entidad integral, se torna
irrelevante reconocer la complejidad que
representa el desarrollo y evolución de la
infancia y adolescencia en nuestro país bajo
una multiplicidad de contextos que lo
determinan. Para lo cual es necesario definir
cuáles son los antecedentes históricos y las
condiciones sociales actuales y reales de
nuestras poblaciones, partiendo de un análisis
detallado sobre la incidencia de estos
factores en el desarrollo armónico de la
infancia y adolescencia para su intervención
profesional que compete al psicólogo.
Bajo el panorama actual podemos considerar
que existe un ambiente de vulnerabilidad y
riesgo inminente que deteriora y amenaza los
derechos de nuestra infancia y adolescencia
para su desarrollo armónico que le posibilite
alcanzar una adecuada calidad de vida y
comprometiendo seriamente la salud mental.
Las consecuencias de esta violencia sobre la
salud mental son un conjunto de alteraciones,
tanto en el ámbito individual, como en el
familiar y social, que desbordan los
mecanismos de atención la población
afectada, provocando un severo sufrimiento
emocional y psicológico.
Por tal motivo el ejercicio que a continuación
se desarrolla busca establecer una línea del
tiempo correspondiente a un rastreo histórico
de los conceptos de infancia y adolescencia.
Igualmente se estudiará un caso como
método de investigación Médica y
Psicológica. Permitiéndonos hacer un
acercamiento a dicha problemática con miras
a tomar distancia frente a las causas,
manifestaciones, consecuencias e
intervenciones posibles desde el campo
disciplinar y científico como psicólogos. A
partir de una serie de cuestionamientos como
estrategia que dará el norte a nuestra labor
¿Qué es la rebeldía?
Concepto muy importante en el trato del
adolescente ya que es una de las características
más sobresalientes de esta etapa. Este tema es
muy amplio y evidentemente habrá personas
que compartan mis ideas y otras no. La razón de
este tema es brindar ideas que podrían ser
útiles en algunos casos; en otras personas
pudiera llegar a no ser suficiente y requieran de
una consulta profesional: psicólogos,
psiquiatras, orientadores, etc.
La rebeldía se define como una sublevación,
faltando a la obediencia debida. Indócil,
desobediente, opuesto con tenacidad. También
podemos definir a la rebeldía como la actitud de
oposición violenta y tenaz a lo prescrito o sólo
establecido.
En la mayoría de los casos esta rebeldía se
puede interpretar como un desacuerdo respecto
a lo establecido por los padres, maestros, o
cualquier autoridad. Esto incluye a lo
establecido en relación a conductas,
estructuras, ideas, valores, etc. Los
adolescentes manifiestan ese desacuerdo,
oposición, sublevación de distintas formas;
verbalmente (murmurando, gritando,
reclamando, etc.); en su comportamiento
(lanzando o golpeando objetos) o violenta
(agresiones físicas hacia las personas).
Tres tipos de rebeldía:
La rebeldía regresiva: en donde el
adolescente adopta una postura de protesta
muda y pasiva contra todo.
La rebeldía agresiva: se expresa de forma
violenta. Es propia del débil, de quien no
pudiendo soportar las dificultades que se
presentan en la vida diaria intenta aliviar su
problema haciendo sufrir a los demás.
La rebeldía transgresiva: consiste en ir
contra las normas de la sociedad, bien por
egoísmo y utilidad propia, bien por el simple
placer de no observarlas.
Según crecen los hijos (entre los diez y doce años
y en la adolescencia), desobedecen no tanto por
fastidio de lo que se les manda, sino para protestar
contra la idea de subordinación contenida
implícitamente en la noción de obediencia. El
contenido de la orden les importa menos que el
tono de voz de quien la da. No importa tanto el qué
sino el cómo. Nos encontramos en el momento de
ejercer con especial prudencia la autoridad, para
no echar más leña a un fuego que podría ser muy
destructivo.
La pubertad es una enfermedad que pasan
los padres cuando sus hijos llegan a los catorce o quince
años.
Consejos útiles:
No se necesitan sermones o presión, sino
cariño y sobre todo aceptación.
Los adolescentes sienten más deseos de
complacer a los padres cuando los aprecian
que cuando los atormentan.
Cuando los criticamos para corregirlos, es
natural que se defiendan y no acepten sus fallas
o defectos: en estos momentos la crítica es
sinónimo de malestar.
Debemos escuchar lo que el adolescente
exprese (tenga o no la razón) con dedicada
atención y no rechazarlo insinuando que lo que
dice carece de importancia.
Cuando el adolescente decide cómo vestirse y
organizar sus cosas, busca en realidad su
independencia. Debemos darle cierta libertad y,
al mismo tiempo, estar al pendiente de él. De
otra forma se sentirá abandonado y no querido.
Se sentirá seguro para compartir sus
intimidades sólo cuando él lo decida. Al
adolescente no se le debe bombardear con
preguntas.
Es necesario tener paciencia con él: debemos
entender que las vueltas hormonales le impiden
controlar su propio carácter.
La mayoría de los adolescentes predica una
visión fatalista: tienen más miedo a vivir que a
morir. Se debe compartir con ellos que la vida,
como dijo Irving Berlin, es un diez por ciento
como la hacemos, y un noventa por ciento como
la tomamos.
Prevenir la rebeldía
Algunos niños pueden resultar especialmente
difíciles de tratar. A pesar de encontrarse en una
edad tranquila -"la segunda infancia" la llaman
los especialistas-, desobedecen, son obstinados,
no hacen caso. . . Pequeños rebeldes, con
peligro de convertirse en futuros chicos
problemáticos, que aún tienen solución. En el
fondo de todo chico y chica hay una serie de
buenos sentimientos que la naturaleza ha
impreso en ellos, a los que hay que saber sacar
brillo.
En muchas ocasiones, la raíz del problema se
encuentra en una autoridad paterna mal ejercida.
Cuando aún son pequeños, a partir de los 7 años,
los hijos desobedecen por rechazo hacia lo que
no les gusta: un plato de comida, irse a la cama,
no poder jugar con sus amigos o usar el video, ir
de visita a casa de unos familiares.. . Todos ellos
pueden ser motivos de contestación, germen de
futuras rebeldías.
Según crecen los hijos (entre los diez y doce años
y en la adolescencia), desobedecen no tanto por
fastidio de lo que se les manda, sino para protestar
contra la idea de subordinación contenida
implícitamente en la noción de obediencia. El
contenido de la orden les importa menos que el
tono de voz de quien la da. No importa tanto el qué
sino el cómo. Nos encontramos en el momento de
ejercer con especial prudencia la autoridad, para
no echar más leña a un fuego que podría ser muy
destructivo.
En la mayoría de los
casos esta rebeldía se
puede interpretar
como un desacuerdo
respecto a lo
establecido por tus
padres, maestros, o
cualquier figura de
autoridad.
Caso Ana.
Ana es una adolescente de 15 años, que
vive con sus padres Juan y Leyda; y dos
hermanos ellos Menores que Ana, Carlos
de 14 y Valeria de 6. Ana desde su niñez
ha sido muy rebelde y agresiva, pero
desde que llego a la adolescencia su
comportamiento ha ido empeorando, ya
que ha iniciado una amistad con un
joven que consume sustancias
psicoactivas y pertenece a un grupo
urbano, esta relación ha hecho que ella
llegue a altas horas de la noche, a
aislarse de la familia por lo que prefiere
estar solo en sus espacios. Juan su
padre, al enterarse le aplica un castigo
severo al punto que le pega, esto para
evitar que ella siga con dicha amistad.
Sin embargo Ana a pesar de todo lo
sucedido sigue con aquella amistad tan
aferrada pero ahora se ven a
escondidas. Ana estudia en las mañanas
y trabaja en la tardes, se le ha
dificultado permanecer en su trabajo ya
que su jefe le ha dicho que sus
amistades son peligrosas para él y el
negocio mismo, ya que viven en un
barrio popular de la ciudad.
El tema de las amistades es muy amplio
y tratando de dar un buen mensaje les
puedo decir lo siguiente: Trate de
determinar si la actitud rebelde de su
hijo es por ideas que ha ido escuchando
de sus amigos. Tenga especial cuidado
de no ofender a esos amigos para que
pueda permitirle a su hijo confiarle los
detalles y poder realmente llegar a un
diálogo.
La educación en casa... ¡a tener en
cuanta!
A muchos padres les duele y les
cuesta admitir que una parte
importante de la culpa es suya.
No se deben buscar otros
responsables en la televisión, los
amigos o la escuela: la conducta
de los hijos es producto de la
educación en casa.
Aunque tenga la mejor escuela y
todas las cosas que pida, un hijo
puede estar insatisfecho por
dentro y almacenar dentro de sí
inseguridad, miedos, desconfianza
y otros problemas que van a
provocar sus actitudes violentas,
adicciones y otras conductas
peligrosas.
A un hijo no hay que tenerle
miedo: no hay que temer a tu
propio hijo, hay que acercarse con
apertura y tranquilidad para darle
una mano.
Es importante no dejar pasar el
tiempo: hay que actuar ya.
Para que tus consejos no caigan
en saco roto hay que actuar con
responsabilidad y consecuencia:
hay que pregonar con el ejemplo
¿Cuánta Libertad Le Debo
Dar?
Cuando los niños entran en la adolescencia
ruegan que sus padres les den mayor
libertad. En cambio los padres tienen que
balancear entre su deseo de fomentar mayor
confianza en sí mismos, mayor capacidad
por valerse por sí mismos y el conocimiento
de que el mundo puede ser un lugar muy
peligroso y amenazante para la salud y la
seguridad de los niños.
Algunos padres les dan demasiada libertad
en ciertas cosas indebidas, o les dan
demasiados privilegios antes de que los
adolescentes estén adecuadamente
preparados para ellos. Otros padres pecan
por mantener un control demasiado rígido
con los hijos, negándoles las oportunidades
que necesitan para madurar y aprender a
tomar decisiones por sí mismos, y aceptar
las consecuencias de las mismas.
Los estudios científicos nos indican que los
adolescentes se desarrollan mejor cuando
mantienen un enlace fuerte con sus padres
pero al mismo tiempo se les permite tener
sus propios puntos de vista e inclusive estar
en desacuerdo con ellos.
Consejo para balacear la
independencia de los hijos:
Fijar límites.
Hablar claramente.
Dar opciones razonables.
Otorgar independencias en etapas.
Rehúse aceptar opciones que limiten
el futuro.
La salud y la seguridad son
primero.
Guíelo, pero resista la tentación
por controlarlo.
Permita que cometan errores.
Trastorno del Vínculo Dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos
no se un tema menor. Hoy en día sabemos
muy bien, desde la psicología infantil, que
tiempos insuficientes o de mala calidad
pueden determinar en nuestros hijos
pequeños, inseguridad, miedos y
retraimiento.
En algunos casos hablamos del Trastorno
del vínculo cuando se han producido
rupturas traumáticas en el lazo afectivo
niño-madre desde las etapas más
tempranas. Diversas pueden ser las causas:
abandono, maltrato, separaciones, niños
ingresados en centros de acogida y
posteriormente adoptados, niños que han
estado en incubadoras, etc.
La sintomatología se manifiesta desde un
retraimiento extremo a conductas
disruptivas que cursan con hiperactividad,
déficit atencional e impulsividad entre otros.
Pero no siempre hacen falta grandes
traumas para que un niño pueda desarrollar
problemas de vinculación. Las largas horas
de trabajo de muchos padres, los sustitutos
Temporales, la guardería en etapas
anteriores a 2 años, no facilitan que se
establezcan los tiempos y la calidad de
relación que muchos niños necesitan.
La mayoría de niños que presentan
alteraciones en el vínculo afectivo suelen
poner a prueba constantemente el amor de
sus padres y los lazos que tienen en común.
Lo más paradójico es que lo hacen mediante
un proceso sutil de exigencias,
manipulaciones, mentiras e, incluso,
utilizando comportamientos agresivos y
violentos hacia las personas que quieren.
También, a veces, contra ellos mismos.
Es como si necesitaran constantemente
reafirmar la presencia física y la proximidad
de los padres, aunque sea para que les
riñan.
Otros niños presentan somatizaciones
frecuentes (dolores de cabeza, supuestas
enfermedades para conseguir la atención de
la madre).
Pueden aparecer manifestaciones verbales
del tipo “nadie me quiere” o “me gustaría
morirme.” De hecho un trastorno del vínculo
puede derivar hacia un cuadro depresivo.
Algunas veces la sintomatología se presenta
de forma tardía durante el crecimiento del
niño y cuando la seguridad alcanzada en su
momento se pierde debido a algún hecho
que irrumpe bruscamente en la vida del niño
(enfermedad de la madre, separación de los
padres, pérdida de alguno de los padres,
cambios repentinos de residencia, etc.).
Cada niño es diferente y por lo tanto habrá
que analizar con cuidado su propia historia y
sentimientos así como otros factores de
riesgo presentes. Sin embargo, en esta
página intentaremos dar algunas
herramientas generales para trabajar con
todos aquellos niños que de una u otra forma
manifiestan problemas derivados de un
vínculo afectivo no establecido
adecuadamente en su momento o truncado,
cuando ya estaba alcanzado, por nuevas
circunstancias vitales imprevisibles y que
vive de forma dolorosa condicionando su
comportamiento.
Caso de Rafael
Rafael un adolecente de 16 años de edad, que vive con sus abuelos paternos Ramón y
Josefina; y un primo de 20 años llamado Fabián. Rafael desde su niñez ha presentado
gran dificultad de adaptación en la sociedad, por tal manera su comportamiento es
rebelde, agresivo, tosco y solitario. A raíz de la muerte de los padres de Rafael, a él le
toco irse a vivir con sus abuelos ya que no tiene más familia factor que agravo su
conducta agresiva y ha ido empeorando al pasar del tiempo, sus abuelos ya no saben
qué hacer pues no tienen la suficiente autoridad para corregirlo y últimamente el joven
al salir de la escuela el joven toma un rumbo desconocido y llega a la vivienda a altas
horas de la noche, caso que preocupa a sus abuelos que se encuentran en un estado de
edad avanzada. La abuela lo ha dejado por fuera dos noches a lo que el joven responde
golpeando con puños y patadas la puerta y ventanas para que le abran. En una ocasión
fue conducido a los calabozos de la URI, pues le encontraron gran cantidad de droga en
su maleta de colegio, a lo que respondió diciendo que era una mercancía de su primo.
Rafael maneja gran cantidad de dinero caso que tiene a sus abuelos en alerta, porque
ellos escasamente le dan para qué tome agua en los recesos de clase, ya que son unas
personas muy pobres. En sus estudios Rafael es aplicado pero presenta gran dificultad
a la hora de pasar al tablero por tal motivo obtiene puntos negativos en su
comportamiento en la escuela es sobresaliente, no tiene amigos y es aislado.
El vínculo es la relación
emocional especial que se
establece entre el niño y la
persona que lo cría o lo
cuida. Se expresa por el
modo en el que el niño que
lo establece emite
determinadas conductas
con el objetivo de mantener
físicamente cerca la
persona de referencia.
Dichas conductas pueden
ser evidentes a partir del
primer mes de vida, La
función primordial del
llamado vínculo o apego
establecido por el niño, en
sus primeras etapas
evolutivas con las figuras
que lo cuidan (en especial
madre y padre), obedece a
una necesidad vital de
reducir la ansiedad que
permita el afrontamiento de
situaciones generadoras de
ansiedad.
En general, podemos
afirmar, que un vínculo
roto, no establecido o
deficiente va a cursar
probablemente con un niño
inseguro, temeroso del
entorno y el futuro.
Después pueden aparecer
los síntomas de
hiperactividad, déficit
atencional o impulsividad
como forma de reaccionar
a un mundo que perciben
fuera de su control.
Como trastorno clínico, la
característica esencial del
trastorno reactivo de la
vinculación (según DSM-IV),
es una relación social que,
en la mayor parte de los
contextos, se manifiesta
marcadamente alterada e
inapropiada para el nivel de
desarrollo del sujeto y que
se inicia antes de los 5
años de edad.
Se diferencian 2 subtipos:
Tipo inhibido:
En el que la alteración
dominante de la relación
social reside en la
incapacidad persistente
para iniciar la mayor parte
de las relaciones sociales y
responder a ellas de modo
Adecuado al nivel de
desarrollo del sujeto.
Tipo desinhibido:
Cuando la alteración
dominante de la relación
social consiste en una
sociabilidad indiscriminada
o una ausencia de
selectividad en la elección
de figuras de vinculación.
Por definición, el trastorno
se asocia a una crianza
claramente patológica que
puede adoptar la forma de
desatención persistente de
las necesidades
emocionales básicas del
niño relativas a bienestar,
afecto y estimulación.
Siguiendo la descripción
del DSM-IV, algunas
situaciones (p.ej,
hospitalización prolongada
del niño, pobreza extrema,
inexperiencia de los
padres) predisponen a la
práctica de una crianza
patológica. No obstante,
una crianza claramente
patológica no siempre
determina el desarrollo de
un trastorno reactivo de la
vinculación; algunos niños
establecen relaciones
sociales y vínculos
estables incluso en
situaciones de abandono o
maltrato relevantes.
Para su diagnóstico es
preciso también descartar
a nivel clínico la presencia
de otros trastornos como el
retraso Mental o trastornos
del espectro autista.
Intervención y
orientaciones La
intervención con niños que
presentan trastornos de la
vinculación va a depender
de sus circunstancias
actuales y, evidentemente,
de su propia historia. En
algunos casos, el
terapeuta, no podrá
modificar situaciones
ambientales generadoras y
mantenedoras del problema
(pérdidas de padres,
separaciones, condiciones
de pobreza extrema o
entornos marginales, etc.),
por lo que su trabajo se
centrará en el propio niño y
en las personas actuales de
Referencia.
En otros casos, por
ejemplo, niños de familias
normalizadas que sufren de
problemas de vinculación
por motivos diversos (niños
adoptados, enfermedad
crónica de la madre,
separaciones forzosas,
etc.) el trabajo puede
efectuarse a nivel familiar y
en su entorno inmediato
(escuela, etc.) con un mejor
pronóstico si no hay otros
Factores de riesgo. Aunque
puede ser necesario el
trabajo psicológico
Individual con el niño, en la
mayoría de los casos, uno
de los principales objetivos
del terapeuta, será
proporcionar información y
comprensión acerca del
problema a los padres o
tutores del niño.
Trabajo psicológico
individual
En términos generales,
cuando existen problemas
de la vinculación a edades
tempranas, el objetivo
fundamental es reforzar la
línea emocional del niño.
Se trata que el niño vaya
ganando confianza en sí
mismo a medida que le
proporcionamos un mayor
apoyo afectivo por parte de
las figuras de referencia y
un ambiente predecible y
estable.
Como parte de la
intervención, el psicólogo
infantil puede trabajar
aspectos concretos de las
emociones y sentimientos
del niño. Según edad e
historia, puede ser
necesario reelaborar
antiguos traumas o
Acompañar al niño en el
afrontamiento de nuevas
situaciones.
Muchas de sus conductas
desadaptadas no dejan de
ser manifestaciones
reactivas ante situaciones
vitales estresantes
Actuales o pasadas. Por
tanto, a nivel terapéutico
deberemos intentar
corregirlas pero sin olvidar
su origen emocional. En
términos generales, es de
esperar una mejor
evolución cuanto antes se
hayan repuesto o reforzado
los vínculos afectivos tras
aparecer los primeros
síntomas.
Estrategias para enseñar a los padres o tutores
El primer objetivo es explicar a los padres
o tutores el origen del problema. A partir
de esta comprensión, como estrategia
general, hay que potenciar espacios de
comunicación diaria con el niño. Priorizar
la calidad versus la cantidad en la
interacción.
Fomentar que explique sus sentimientos y
emociones (tristeza, alegría, etc.) más que
lo que ha hecho (jugar, ir de excursión,
etc.). Al respecto puede utilizarse el Diario
emocional donde se registrará diariamente
una cosa que el niño ha vivido
positivamente y otra en la que debe
mejorar. Esto debe servir de base para que
los padres razonen con él los aspectos de
sus sentimientos y comportamiento que
les preocupa.
Normalmente esto puede hacerse por la
noche justo antes de acostarse.
Marcar muy claramente las consecuencias
de las conductas que queremos corregir
(castigos) pero, cuando ocurre la
conducta, no le gritemos ni intentemos
pedirle explicaciones, o razonar lo
sucedido. Para ello podemos utilizar el
espacio nocturno del "Diario emocional"
donde todos ya estamos más relajados.
Cuando se produce una conducta
inadecuada que queremos corregir,
retiremos (en la medida de lo posible) la
atención (tiempo fuera u otros) y hacerle
saber que estamos tristes
porque él puede hacerlo mejor. De esta
forma el niño pasa de ser la víctima a
sentirse responsable de la “tristeza” de los
padres. Esto puede
Ser muy eficaz en niños que precisamente
tienen temores a la pérdida o
distanciamiento emocional de los padres,
no obstante debe utilizarse con cautela
debido a que hablamos de niños con
problemática afectiva.
Hay que rechazar las conductas malas del
niño, nunca al propio niño. Es decir, le
diremos que se ha portado mal pero no
que es un niño malo, desobediente, etc.
Para trabajar aspectos concretos de su
conducta, utilizar la economía de Fichas
mediante gráficas visuales. Pactar
premios por anticipado y definir las reglas
de juego.
Recordarle cuanto le queremos y lo
importante que es él para la familia. Darle
protagonismo y saber alabarle la conducta
o el trabajo correcto inmediatamente
después que lo lleve a cabo.
Si hay problemas de impulsividad o
atención, podemos incorporar juegos que
fomenten la demora de la respuesta y el
pensar antes de actuar. Es mejor
establecer un horario diario para que
podamos estar con él juntos. Estas
actividades deben ser vividas por el niño
como un espacio lúdico no como unos
deberes.
Los padres deben ser capaces de abrir,
desde muy temprana edad, una puerta en
el niño para que pueda dejar salir sus
sentimientos y emociones. Saber
escuchar, acompañar, conectar con el
mundo interior infantil, es la mejor manera
de construir un joven sin complejos y con
buena autoestima. Todo esto recobra
especial importancia en niños que por un
motivo u otro han visto truncado el
vínculo temprano.
Autores
Teoría psicoanalítica de FREUD: Según esta teoría la adolescencia es un
estadio del desarrollo en el que brotan los impulsos sexuales y se produce
una primacía del erotismo genital. Supone, por un lado, revivir conflictos
edípicos infantiles y la necesidad de resolverlos con mayor independencia
de los progenitores y, por otro lado, un cambio en los lazos afectivos hacia
nuevos objetos amorosos. (Caso Ana, novio mayor, no desea relacionarse
con sus padres.)
Teoría de la adolescencia de ERIKSON: Para ERIKSON la adolescencia es una
crisis normativa, es decir, una fase normal de incremento de conflictos,
donde la tarea más importante es construir una identidad coherente y
evitar la confusión de papeles.(caso Ana).
Teoría focal de COLEMAN: Este autor toma a la adolescencia como crisis, si
bien los conflictos se dan en una secuencia, de tal forma que el
adolescente puede hacerlos frente y resolver tantos conflictos sin
saturarse.
John Bowlby (26 de febrero de 1907, Londres - 2 de septiembre de 1990, Isla
de Skye, Escocia) fue un psicoanalista inglés, notable por su interés en el
desarrollo infantil y sus pioneros trabajos sobre la teoría del apego.
Mary D. Saslter Ainsworth:
remarcó la función del sistema de apego en las relaciones adultas, enfatizando
el fenómeno de base segura como un elemento crítico a ellas.
Conclusiones
Este curso es de suma
importancia para todos
los que estamos en el,
dado a que muchos que
somos padres debemos
de saber que nuestros
hijos y los NNA merecen
una calidad de vida y que
debemos de aprender a
corregir sin ser
autoritarios, sin faltar a
las normas, sin
desautorizar a la pareja o
autoridad arbitraria.
Formar a los NNA
haciendo buenas
contribuciones en el
desarrollo de sus vidas,
pero no queriendo lograr
que se conviertan en
seres iguales a quien
ayudo en su proceso,
puesto que cada tiene
una propia historia y es
ejemplo de una sociedad.
Como padres o
profesionales debemos
de diseñar estrategias
que permitan que los
NNA tengan una mejor
cultura en su entorno,
orientar sin que se
sientan forzados en su
desarrollo, permiten
espacios de sana
convivencia y mostrarles
que realmente se puede
confiar en cada uno de
ellos.
Referencias bibliogra ficas
Social
constructionism
(http://en.wikipedia.o
rg/wiki/Social_constr
uctionism)
What is social
construction? Paul A.
Boghossian
(http://as.nyu.edu/doc
s/IO/1153/socialconst
ruction.pdf)
Adolescencia y
juventud: conceptos
y características.
Elsa Gutiérrez Baró
(http://www.sld.cu/lib
ros/libros/libro5/tox1.
pdf)
El concepto de la
infancia a lo largo de
la historia. Prof.
Ileana Enesco.
Psicología Evolutiva
UCM.
El espacio social de
la infancia. Lourdes
Gaitán Muñoz. Serie
investigación.
Comunidad de
Madrid.
Estructura social. La
realidad de las
sociedades
avanzadas.
Coordinador: Antonio
lucas Marín.
Pearson. Prentice
hall.
La Construccion
social de las
juventudes. Lydia
Alpízar. Marina
Bernal. Última
Década
nº19.Noviembre
2003. Pp 105-123.
http://www.educ
acioninicial.com/
ei/contenidos/00/
2800/2807.asp
http://www.aepa
p.org/pdf/psicolo
gico.pdf
http://www.iin.o
ea.org/fichas.nine
z.PDF
http://www.psico
diagnosis.es/area
clinica/trastornos
emocionales/trast
ornodelvinculo/in
dex.php