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FUENTE:
Meza L., J (2006). Introducción a la Construcción de la Imagen Profesional. En Gómez B., A. & Bañuelos C., J. Perspectivas en Comunicación y Periodismo 1. México: Tecnológico de Monterrey.
Construcción de la Imagen Profesional Dr. Jesús Meza Lueza
¿Qué es la imagen profesional? ¿Qué elementos la determinan? ¿De qué
manera se puede manejar? Como profesionista o profesional de cualquier área,
es imprescindible el conocer y manejar la propia imagen, pues de ello depende
en gran medida el ser efectivo en el ámbito laboral. Lo quiera o no, lo conozca o
no, cada persona estimula una cierta imagen en los demás.
Antecedentes
En los últimos años, la imagen profesional ha tomado mayor importancia en
México, debido al competitivo mercado laboral (Gordoa, 2003; Muniain, 2003;
Vargas, 1998). La imagen profesional también ha sido llamada ‘imagen
ejecutiva’ (Muniain, 2003) o simplemente ‘imagen’ (vargas 1998). Muniain (2003)
reduce la imagen ejecutiva al solo aspecto de la vestimenta, mientras que
Gordoa (2003) ha relacionado el concepto de la imagen profesional con la
imagen de una institución: “Podemos definir la imagen profesional como la
percepción que se tiene de una persona o institución por parte de sus grupos
objetivo como consecuencia del desempeño de su actividad profesional” (p.225).
Lo interesante de esta definición es el que se introduce el concepto de
‘percepción’ (por parte de ciertos públicos o ‘grupos objetivo’) y que se hace
énfasis en lo referente a la actividad profesional.
El estudio de la imagen profesional tiene, inevitablemente, un antecedente en las
investigaciones realizadas acerca de la imagen (creada a través de la
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percepción) que ciertos públicos tienen sobre una organización. La literatura
académica sobre la identidad corporativa examina los procesos por lo cuales
una organización crea, cambia, y maneja su identidad corporativa, para tener un
impacto en su imagen pública. Estos procesos incluyen el examen de las
capacidades únicas mentales, físicas y emocionales de una organización, y la
forma en la que las audiencias perciben la identidad corporativa y desarrollan
una imagen mental (Ackerman, 2000; Moffitt, 2001; Olins, 1989). Se ha dicho
que una identidad poderosa es creada por una sistemática y bien planeada
creación y difusión de símbolos. (Olins, 1989). Olins identificó cuatro áreas
básicas de la identidad corporativa: La manifestación física de la organización;
sus productos y/o servicios; su información y comunicación; y las actitudes y
comportamientos de sus integrantes (1989). Precisamente, es en este último
elemento en donde se da una relación directa con la imagen profesional. Es
evidente que las actitudes y comportamientos de las personas que trabajan en
una organización impacten en la imagen global que ésta proyecta. ¿Cómo,
entonces, es que podemos abordar el análisis y estudio de la imagen de estas
personas?
En general, al concepto de imagen profesional se le ha relacionado con cuatro
aspectos: la comunicación no verbal, el lenguaje corporal, el discurso y la
vestimenta (Gordoa 2003; Vargas, 1998). Al considerar estos cuatro aspectos
que arroja la literatura existente sobre imagen profesional (y debido a la carencia
misma de literatura al respecto), en el Tecnológico de Monterrey Campus
Ciudad de México se decidió llevar a la práctica un curso que ayudara a los
futuros profesionistas a tomar control y mejorar el manejo de su imagen
profesional.1 Después de casi tres años de trabajo constante (con alrededor de
720 alumnos), se llegó a la conclusión de que la evaluación de la imagen
1 A la fecha (marzo, 2006), el curso en cuestión se continúa ofreciendo y está dirigido a estudiantes que cursan su último semestre universitario, de manera que puedan enfrentar al mercado laboral con mejores probabilidades de éxito. El autor del presente artículo se encuentra trabajando en este curso desde su concepción e instrumentación. Desde agosto del 2003, se han abierto seis grupos por semestre de aproximadamente 20 alumnos por clase, lo cual ha dado un total de 720 alumnos que han participado en esta experiencia.
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profesional debe considerar, además de los cuatro aspectos obtenidos de la
literatura (la comunicación no verbal, el lenguaje corporal, el discurso y la
vestimenta) el análisis de la ‘identidad-profesional’ de la persona en cuestión. Es
importante que cualquier persona que esté interesada en mejorar su imagen
profesional maneje no sólo los cuatro aspectos ya hablados, sino también que
esté segura de su aprendizaje (serie de conocimientos adquiridos en el área
específica de su profesión) y de las habilidades y competencias profesionales
que posee. A esto se refiere la identidad-profesional.
Definición
A partir de esta nueva concepción (del concepto de ‘identidad-profesional’) y
después de varios semestres de trabajar con esos cientos de alumnos (ahora ya
egresados), se llegó a una definición más precisa de lo que es la imagen
profesional. Esta definición consideró lo encontrado en la literatura existente y lo
descubierto en la práctica de los cursos mencionados. En el presente artículo, se
considera imagen profesional a la consciente construcción, estimulación y
manejo de una determinada percepción que ciertas personas, públicos o
audiencias tendrán sobre una identidad personal específica, en un contexto y
tiempo determinados, logrando una relación de beneficio mutuo. Esta identidad
personal se proyecta a través de cinco factores: identidad-profesional, actitud,
comportamiento, discurso y vestimenta. De aquí en adelante, este artículo
estudiará a detalle las implicaciones conceptuales de esta definición.
Al analizar estos cinco factores de la definición, vemos que tres son visuales
(actitud, comportamiento y vestimenta), uno es oral (discurso, el cual también
puede ser visual, a través de la escritura) y el último (la identidad-profesional) es
dependiente de cualquiera de los otros cuatro (los cuales, a su vez, son
elementos de la propia identidad personal, lo que será analizado en su
momento).
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Cada uno de estos cinco factores podrá tener un peso distinto en la percepción
estimulada, no siguiendo ninguna jerarquía y variando en su importancia,
dependiendo de la persona, la situación y el tiempo. Lo que sí es evidente es
que el factor identidad-profesional será el más difícil de proyectar. Un
profesionista financiero excelente, por ejemplo, podrá tener un conocimiento
excepcional en su área, pero eso no será suficiente para estimular una
adecuada imagen profesional. Necesitará de transmitirlo a través de su discurso,
su comportamiento, su actitud y/o su vestimenta.
Fig. 1. Factores que estimulan una imagen profesional. Cada uno de ellos tiene un peso
distinto en la estimulación y variará dependiendo de cada persona, situación y tiempo.
Imagen profesional
Comportamiento
Identidad profesional
Actitud
Discurso Vestimenta
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Hacia el análisis de su definición
El estudio de la imagen profesional está relacionado directamente con la
disciplina de la imagen pública (que abarca la identidad/imagen/reputación
corporativa/organizacional). Esta área es parte de las relaciones públicas, las
cuales –a su vez- son una ramificación del estudio general de la comunicación.
De esta manera, la práctica de la imagen pública y de las relaciones públicas
tiene una aplicación muy concreta que beneficia a cualquier persona inserta (o
que va a estarlo pronto) en el ámbito profesional, sea éste de cualquier sector:
político, artístico, empresarial o, incluso, deportivo. Esta aplicación es la imagen
profesional, la cual se refiere al manejo de la proyección de la identidad personal
en un ámbito laboral.
Además de ser parte del área de las relaciones públicas, la reflexión, el análisis
y el estudio de la imagen profesional deben hacerse dentro del contexto general
de la comunicación, como se ha mencionado arriba. En este sentido, una
identidad profesional debe comunicarse efectivamente, de manera que se logre
estimular una determinada imagen profesional, con el propósito de no sólo lograr
beneficios profesionales propios, sino de contribuir también al logro de los
beneficios de la contraparte (sea una organización o un público determinado).
Bajo estas premisas, ahora sí ya podemos realizar un análisis de los diversos
conceptos incluidos en la definición de imagen profesional dada en un principio.
Para ello, será conveniente separar estos conceptos dentro de la definición: (a)
la consciente construcción, (b) estimulación y manejo de una determinada
percepción que (c) ciertas personas, públicos o audiencias tendrán sobre (d) una
identidad personal específica, en (e) un contexto y en un tiempo determinados,
logrando (f) una relación de beneficio mutuo. En cuanto a los cinco factores de
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proyección (identidad-profesional, actitud, comportamiento, discurso y
vestimenta), se realizará una breve explicación al final de presente artículo.
Consciente Construcción
Se quiera o no, siempre proyectaremos una identidad. El simple hecho de existir,
nos ubica en una dimensión de significación humana. Cualquier persona
proyecta una determinada identidad y ésta, a su vez, determina una específica
percepción en las demás personas. Cada uno de nosotros tenemos una imagen
personal en diferentes grupos de individuos (familia, pareja, amigos, vecinos y
demás).
Sin embargo, en el ámbito profesional se requiere de tomar una decisión
consciente para construir una determinada imagen. Por ejemplo, un político
puede sufrir las consecuencias de no considerar esto al enfrentarse a su
electorado en época de elecciones; un artista decide qué imagen es la que más
le conviene para posicionarse entre el público elegido; y un empresario sigue
ciertos códigos de imagen ejecutiva, buscando ser exitoso en los negocios. De
igual manera, aunque en un ámbito más restringido, un profesionista recién
egresado de la universidad también deberá tomar la decisión de comunicar
cierta imagen profesional, pues de lo contrario puede extender demasiado su
periodo de búsqueda de empleo o, de conseguirlo pronto, no tener el éxito
deseado.
Estimulación y Manejo de una Determinada Percepción
El político, el artista, el empresario y el profesionista de nuestro ejemplo anterior
pueden tomar la decisión de crear una específica imagen profesional. La imagen
debe ser creada en la mente de las personas a las que se quiere influir, de
manera que se logre cierta credibilidad o reputación. Toda figura pública (como
el político, el artista o el empresario prominente) va a tener una notoria o poco
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conocida, favorable o no tan favorable imagen profesional; el recién egresado o
la persona ya empleada, aunque no son una figura pública, también contarán
con una favorable o no favorable imagen profesional, la cual influirá
determinantemente en el desarrollo de su carrera laboral.
La imagen profesional se logra a través del estímulo, la creación y el manejo de
una percepción, lo cual implica que no necesariamente se genera de manera
espontánea ni que está fuera de nuestro control (como algunos podrían creerlo).
Como se mencionó anteriormente, la imagen profesional depende de la decisión
de uno mismo de crearla, mantenerla y mejorarla.
Para definir con mayor precisión lo que significa el estimular una percepción, es
necesario distinguir entre dos conceptos básicos: identidad e imagen. La
identidad implica el contenido, mientras que la imagen está relacionada con la
forma percibida de ese contenido. La identidad es la esencia de una persona. La
imagen, por su parte, se constituye por la percepción que un individuo tiene y
que le ayuda a formar una “fotografía mental” de la identidad proyectada por la
persona en cuestión. Por lo tanto, una figura pública provocará tantas
percepciones como número de personas reciban la proyección de su identidad.
A la suma de todas esas percepciones le llamaremos “imagen pública”.
Cabe señalar que la percepción difiere de persona a persona. Una percepción
será afectada por diversos factores, como los sentidos, la perspectiva, el
contexto, el tiempo y la experiencia personal misma del que percibe. De ahí que
cada persona perciba diferente. Por lo mismo, el manejo de la imagen
profesional deberá considerar estos aspectos y tratar de tomar las mejores
decisiones en la proyección de una identidad, de manera que se pueda crear la
mejor percepción deseada del profesional o de la figura pública en cuestión.
Ciertas Personas, Públicos o Audiencias
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En el manejo de la imagen profesional se debe considerar al grupo de personas
al que se piensa influir en su percepción. Por sus diversas características
sociales, económicas, culturales, educativas y demás, este grupo de personas
constituye un público objetivo o una audiencia. En las relaciones públicas de
todo profesional o figura pública, existen diversos públicos, a los cuales se les
debe analizar y estudiar, diferenciándolos entre sí y determinando los medios de
comunicación más apropiados y efectivos.
En el caso de la imagen profesional de un político, el uso de los medios masivos
de comunicación será muy importante para llegar al mayor número posible de
potenciales electores. Además del potencial electorado, el político tendrá otros
públicos a cuidar: líderes de opinión, empresarios, gobierno, iglesia y partidos
políticos, entre otros.
Por el contrario, en el manejo de la imagen profesional de un recién egresado
universitario, su principal público estará constituido por el conjunto de
potenciales empleadores. El cómo comunicarse con ellos y los medios de
información a utilizar es parte de su estrategia de relaciones públicas. Para este
recién egresado, no será la misma estrategia a seguir la que se diseñe para los
potenciales empleadores que la que se tuvo con sus profesores, por ejemplo.
El comunicar implica mucho más que “informar”, como comúnmente puede
interpretarse. Una vez determinado el público objetivo, la figura pública deberá
pensar en cómo lograr una comunicación efectiva con aquél. Lo que necesitará
será el contar con una estrategia de comunicación. Aquí presentamos una
propuesta para diseñar la estrategia. Su diseño implica diversos pasos a seguir:
a) el reflexionar sobre la propia identidad (lo que soy y lo que quiero ser,
definiendo el cómo deseo que me perciban); b) simbolizar (hacer perceptible)
esa identidad que deseo se perciba; c) proyectar esa simbolización (a través de
los medios de información adecuados); d) medir la amplitud de percepción en el
público objetivo; e) evaluar la percepción creada; f) reflexionar sobre la
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evaluación; y g) re-simbolizar la identidad, en caso de ser necesario, para cerrar
el círculo de esta estrategia y continuarla.
Para llevar a cabo esta estrategia de comunicación, será necesario conocer todo
lo referente a la identidad personal, la manera en que se simboliza y se
proyecta.
Identidad Personal Específica
Para crear una imagen profesional, antes se debe trabajar en lo que es la
identidad de la persona en cuestión. No es posible trabajar en la imagen
profesional de una persona sin previamente haber analizado efectivamente su
identidad. Existen agencias de relaciones públicas o consultorías en imagen
pública que prometen crear la mejor imagen, pero que no consideran la
evaluación misma de la identidad de la persona o que la realizan de una manera
muy superficial. Esto solamente llevará al éxito efímero o al fracaso rotundo. Una
imagen pública que no está sustentada en una correspondiente identidad
personal corre el riesgo de crear percepciones falsas y débiles que pueden caer
en cualquier momento.
En el diseño de la estrategia de comunicación de la imagen profesional, los
primeros tres pasos se refieren a la definición, simbolización y proyección de la
identidad personal. Veamos primero cómo podemos definir la identidad. Como
se dijo al inicio, la identidad es la esencia de una persona. La identidad de la
persona está constituida, entre otros factores, por su propia genética; la
información contenida en los cromosomas del genoma humano (el famoso
“ADN”) hace que una persona sea auténticamente única y, hasta ahora,
irrepetible. Aunado a esto, cada persona va adquiriendo ciertas características
psicológicas, sociales, económicas, educativas, culturales y espirituales que la
hacen especial. Incluso, aún y cuando la clonación hipotéticamente pudiera
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crear dos seres genéticamente idénticos, sus características contextuales y
temporales podrían constituirlos con identidades diferenciadas.
La definición de la identidad personal, por lo tanto, abarca desde los orígenes
mismos del ser individual, toda su historia (o autobiografía, incluyendo logros y
fracasos), sus conocimientos, su educación, su salud, lo que actualmente se
concibe y auto-percibe (en mentalidad, corporalidad, emoción, comportamiento y
acciones) y lo que desea ser (sueños, deseos, metas, objetivos y misión en la
vida), además de la concepción misma de lo que se cree que los demás
perciben (en las tres temporalidades: pasado, presente y futuro).
Por supuesto que el análisis de la identidad personal variará (en profundidad y
temática) dependiendo de la persona y del propósito buscado. Por ejemplo, no
será lo mismo el analizar la identidad de una figura pública (un político o un
artista) que la del egresado universitario.
¿Cómo se da la simbolización de la identidad? La identidad se simboliza en una
personalidad. El simbolizar la identidad significa el que otros puedan percibirla
por alguno de los sentidos (el de la vista, el del oído, el del tacto, el del gusto y/o
el del olfato). Mi cuerpo, mi altura, mi peso, mi piel, mi cabello, mi cara, mi
habla, mi mirada, mi voz y mi olor son elementos que simbolizan mi identidad.
También lo son el cómo respondo a situaciones, el cómo hablo, el cómo me
visto y el cómo me muevo o miro.
La naturaleza ya ha comenzado el proceso de simbolización de la identidad, al
traducir la información genética del ADN en cierta corporalidad y rasgos
biológicos y físicos. Después de la genética, nuestro desarrollo contextual ha
continuado la simbolización de nuestra identidad. Las experiencias vividas desde
que nacemos, el tipo de alimentación que hemos tenido, la educación que
recibimos y muchos otros factores van conformando nuestra identidad y se van
reflejando en algún aspecto de nuestra persona, esto es, se van simbolizando.
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¿Cómo se proyecta la identidad? Básicamente, podemos decir que la identidad
personal se proyecta al ser simbolizada en tres elementos: cuerpo, habla y
acciones. La mayoría de las características del cuerpo quizás son aspectos
genéticos ya heredados, al igual que algunas características del proceso
biológico del habla. Sin embargo, mucho del cuerpo y del habla y todo lo
relacionado con las acciones quedan fuera de lo genético, lo cual significa que
son parte de nuestras propias decisiones. Esto es, a través de toda nuestra vida,
hemos decidido mucho -consciente o inconscientemente- del cómo proyectamos
nuestra identidad. En cuestión del manejo de la imagen profesional, la
proyección de la identidad debe ser un proceso consciente y racional. Es por
esta razón que hemos distinguido el factor “identidad-profesional” del término de
“identidad personal”, pues el primero es solamente el margen de la identidad
general que el individuo pretende proyectar. Existen muchas características de
la identidad personal que siempre serán del ámbito privado y que no tienen por
qué ser conocidas por otros. Sin embargo, varias otras características que
hemos ido moldeando a través de nuestra preparación académica y/o
profesional que sí deben ser “públicas”, o sea, proyectadas a un grupo
específico de personas. Estas características públicas son lo que hemos
denominado como “identidad-profesional”.
Para términos prácticos (aunque después se ofrece una explicación más
amplia), relacionaremos los cinco factores que estimulan una imagen profesional
(identidad-profesional, actitud, comportamiento, discurso y vestimenta) con los
tres elementos básicos de simbolización (cuerpo, habla y acciones). Como ya lo
habíamos dicho antes, la identidad-profesional no es perceptible sino a través de
alguno de los otros cuatro factores de estimulación (actitud, comportamiento,
discurso y vestimenta). Y en cuanto a esos cuatro factores, vemos claramente
que el cuerpo se relaciona con la actitud y la vestimenta; el habla, con el
discurso (oral y/o escrito); y las acciones, con el comportamiento.
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Constantemente, nuestro cuerpo mantiene cierta actitud. A su vez, nuestra
actitud proyecta cierta energía, emociones y estado de ánimo (Lowen, 1979). En
la imagen profesional, es importante proyectar cierta seguridad (de acuerdo con
el conocimiento y dominio del área profesional específico) y cierto carisma
(entendido como empatía emocional con el público en cuestión), los cuales van
a ser comunicados a los demás de cierta manera con nuestra actitud.
Nuestro cuerpo también proyecta mucho de nuestra identidad con el modo de
vestirlo, de arreglarlo y de asociarlo con determinados accesorios. De manera
que la vestimenta, el arreglo y los accesorios tengan una efectiva proyección de
nuestra identidad y que puedan ayudar a crear una conveniente imagen
profesional, debemos considerar la profesión, el estilo, el contexto, la época e,
incluso, nuestra edad (Vargas, 1998). La vestimenta y el arreglo personal deben
ser acordes al tipo de cuerpo que poseemos; también deben considerar los
códigos organizacionales en cuestión. Una vestimenta y arreglo serán diferentes
para asistir a una cena de negocios que para acompañar al equipo técnico de
producción que realizará la toma de imágenes de una película, por ejemplo. Lo
mismo sucede con los accesorios personales; mientras que el contexto de
negocios apela a la austeridad en su uso, el ambiente creativo de una
productora televisiva no implicaría restricción alguna para sus integrantes.
Nuestra habla puede ser oral o escrita y comunica, en gran medida, mucho de
nuestra identidad. Nuestra voz (a través de nuestro acento, tono, timbre y
volumen) proyecta mucho de quiénes somos; nuestra pronunciación, modulación
y dicción comunican bastante sobre nuestra educación y cultura. La selección
del vocabulario, la construcción de mensajes, la adecuación al público
determinado y su empleo efectivo son factores determinantes para proyectar una
adecuada imagen profesional. De igual manera, el lenguaje escrito es el medio
esencial de una transmisión más precisa de conocimientos, pensamiento,
deseos y demás. Para comunicar efectivamente nuestros mensajes escritos,
necesitamos tener una adecuada acentuación, puntuación, sintaxis y ortografía,
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además de un estilo personal. La imagen profesional de una persona se verá
seriamente demeritada si existe una deficiencia en el dominio de la gramática
del lenguaje escrito.
En cuestión de la imagen profesional, las acciones (precedidas de ciertas
decisiones y conocimiento específico, consciente y/o inconsciente) de una
persona se harán evidentes en su comportamiento. Este comportamiento deberá
ser siempre congruente con la cultura organizacional en cuestión. En concreto,
el comportamiento va a estar relacionado con el manejo de protocolos sociales,
gestos y contacto visual, manejo de manos y forma de caminar, además del
diseño y uso de artefactos organizacionales identitarios (como el curriculo vitae,
el portafolio electrónico y las tarjetas de presentación). Un profesionista debe
conocer y dominar los diversos protocolos que se acostumbran en la
organización en que trabaja o en el ámbito profesional en el que se desenvuelve.
Estos protocolos (hablando de una organización) se refieren a: saludos;
presentaciones; entrevistas; agradecimientos (verbales y/o monetarios); uso del
teléfono de oficina, celular y correo electrónico; puntualidad; asertividad;
proxémica (uso del espacio personal); modos de sentarse; comidas
organizacionales o de negocios; invitaciones; conversaciones; y otros.
El hecho de tener presente que nuestra presencia y habla (conocimiento, actitud,
comportamiento, vestido y discurso) estimulan constantemente la percepción de
los demás, ya nos ayudará a hacer más consciente el manejo de nuestra imagen
profesional.
Contexto y Tiempo Determinados
Es importante señalar que cualquier decisión tomada con respecto al manejo de
nuestra identidad y de su proyección, siempre estará condicionada a un contexto
determinado y al tiempo en que se realiza, lo cual influirá de alguna manera en
la afectación de la percepción y en la resultante imagen profesional. Las
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organizaciones podrán cambiar ciertas pautas de percepción, en cuanto a los
referentes de lo que se considera como una conveniente imagen profesional,
conforme va transcurriendo el tiempo. Sin embargo, no existen parámetros o
reglas específicas de cómo se da este fenómeno.
Así como en cada país se tienen distintos rasgos culturales (protocolos sociales,
manejo del discurso, nivel y tipo de conocimientos, actitudes, modos de vestirse,
etcétera) que determinan una percepción diferente de la imagen profesional, lo
mismo sucede con las culturas organizacionales. Cada organización variará en
ciertos aspectos la percepción general que se tiene sobre lo que debe ser una
imagen profesional. Lo que se puede creer como conveniente en una
organización, podría ser no muy bien vista en otra. Por ejemplo, existen algunas
empresas que acostumbran los “viernes informales”, en donde a los empleados
se les permite asistir en ropa informal; sin embargo, habrá ciertos corporativos
en donde jamás será bien visto el que sus ejecutivos lleguen un viernes con
pantalones de mezclilla y camisas de mangas cortas.
Cada persona interesada en estimular una conveniente imagen profesional,
deberá considerar como referencia las costumbres y hábitos que la gente de su
misma organización tiene en ese momento determinado. Es muy difícil que un
empleado cualquiera pueda establecer pautas a seguir en el modo de percibir
una aceptable imagen profesional. Si alguien deseara hacer un cambio de estas
pautas, lo más seguro es que sea la persona con el más alto rango
organizacional. Incluso, en estos casos, el contexto externo a la misma
organización delimitará bastante el margen de cambio que pudiera darse, pues a
final de cuentas la organización se encuentra inmersa en una dinámica de
percepciones sociales más general.
Relación de Mutuo Beneficio
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Un elemento conceptual más de nuestra definición sobre lo que es la imagen
profesional se refiere al propósito de su manejo: ¿a quién debe beneficiar? En
un primer momento, cualquier persona podría creer que mantener una adecuada
imagen profesional es sólo por beneficio propio. Aunque esta persona tendrá
beneficios incuestionables, también es claro que la organización donde labora se
beneficia igualmente de ello.
Desde el punto de vista de las relaciones públicas y el modelo bi-direccional
simétrico (Grunig, 1984, 2001), el manejo de la imagen profesional es de
beneficio doble, tanto para la persona como para su organización o público
objetivo. Un empleado afectará la imagen global de su organización si su imagen
personal no es la adecuada para la labor que desempeña. Un profesor
universitario, por ejemplo, que piensa que la libertad de cátedra le “autoriza” el
no dedicarle esfuerzo a su imagen personal, estará comunicando ciertos valores
e identidad que no necesariamente serán los más convenientes para la imagen
de la universidad en cuestión (más si se trata de una de tipo privado).
Al pensar en un manejo de la imagen profesional, debemos siempre partir de la
concepción de que tanto la organización como la persona saldrán beneficiadas.
En el Cuadro 1, se enlistan algunas de las ventajas para la organización y de los
beneficios para la persona, cuando se decide hacer un manejo de la imagen
profesional. En determinadas circunstancias del manejo de la imagen
profesional, no existirá una organización como tal, sino que posiblemente habrá
un público objetivo o una audiencia específica, como se habló anteriormente. En
estos casos, lo mismo debe considerarse en cuanto al beneficio de manejar
profesionalmente una imagen, pues a final de cuentas se tiene un propósito de
relación y se busca que ésta pueda darse de la mejor manera.
Ventajas Organizacionales Beneficios Personales
1. Mejora la imagen corporativa 1. Favorece el conocimiento y
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2. Mejora la comunicación
organizacional
3. Mejora la calidad del servicio
4. Mejora el comportamiento y
actitud organizacionales
5. Favorece un mejor clima
organizacional
6. Mejora las relaciones públicas
con el personal
7. Eleva el sentido de pertenencia
del personal hacia la Institución
8. Incrementa el orgullo
organizacional
9. Refuerza el sentido de dirección
organizacional
10. Contribuye a fomentar una
favorable reputación corporativa
reflexión de sí mismo
2. Incrementa la seguridad en uno
mismo
3. Ayuda a identificar fortalezas y
áreas de oportunidad en la
propia imagen
4. Ofrece mejores herramientas y
medios para mejorar la
proyección de la identidad
5. Ofrece alternativas para mejorar
la actitud, el comportamiento, el
discurso y la vestimenta
profesional
6. Hace consciente la actitud
profesional
7. Mejora la comunicación
personal
8. Mejora las relaciones
interpersonales
Cuadro 1. Tanto la organización como la persona resultarán beneficiadas con el manejo
de la imagen profesional.
Factores de Proyección de la Identidad Profesional
En la definición de lo que es la imagen profesional (y que se ofreció desde un
inicio), comprende, igualmente, a los cinco factores de proyección de la
identidad personal. Ahora los analizaremos de manera breve.
Identidad-Profesional. El factor identidad-profesional abarca no sólo el
aprendizaje (serie de conocimientos) adquirido en el área específica laboral de
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una persona en particular, sino también las habilidades y competencias
profesionales que posea. Podríamos decir que la identidad-profesional expresa,
también, lo que un plan de vida y carrera conforma: conciencia sobre el cambio,
equilibrio en las diversas esferas del ámbito personal, misión profesional,
objetivos de carrera y la estrategia profesional a seguir. Desafortunadamente, no
es fácil transmitir clara y adecuadamente este factor, a menos de que tengamos
algunas evidencias que hablen de ello.
Actitud y Comportamiento. La diferencia entre la actitud y el comportamiento
radica en que el primer factor está más relacionado con la postura corporal y la
proyección de la energía (a lo que algunos podrían llamar “vibra”), mientras que
el segundo tiene que ver con las decisiones y acciones a seguir en ciertas
circunstancias o contextos, además del dominio y efectividad de los protocolos
profesionales (saludos, reuniones de trabajo, comidas, presentaciones y demás).
Es decir, la actitud va a estar siempre presente (se realice o no algo), mientras
que el comportamiento tiene que ver con el dominio de los protocolos sociales,
además de que va precedido de una decisión y seguido de una acción. La labor
misma del profesional (sea de la profesión u oficio que sea) será parte de su
comportamiento y afectará enormemente su imagen profesional.
Discurso. En el discurso, existen dos niveles de análisis, importantes por igual: el
hablado y el escrito. En el hablado, no sólo se refiere a las cuestiones del
mensaje y el manejo de la lengua en sí, sino también a las características
paralingüísticas (pronunciación, dicción, modulación, tono, acento, volumen y
timbre). En el escrito, el redactar efectivamente tendrá un impacto determinante
para la imagen profesional de cualquier persona. De esta manera, el conocer los
lineamientos básicos de la gramática (sintaxis, ortografía, acentuación y
puntuación) será imprescindible.
Vestimenta. Sobre la vestimenta, podrán existir diversas interpretaciones e,
incluso, descalificaciones acerca de su relevancia. Sin embargo, en el mundo
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profesional, de negocios o académico, este factor tiene un impacto que no
puede soslayarse. Inclusive, en ocasiones, este factor puede ser el determinante
para establecer, dañar o reforzar una efectiva imagen profesional. No existe un
lineamiento general de vestimenta profesional, pues -según cada ámbito
profesional- el código de cómo vestirse variará notoriamente. Por ejemplo, el
código del ámbito de negocios -en cuestión de vestimenta- será mucho más
tradicional y rígido que el código de vestimenta del ámbito artístico.
Una persona que labora en cualquier ámbito profesional posee una determinada
imagen, se encuentre o no consciente de ello. Las demás personas a su
alrededor estarán recibiendo constantemente de ella ciertos estímulos
(provenientes de los cinco factores ya mencionados) que, a su vez, moldearán
una determinada percepción. Nadie escapa de ello. Afortunadamente, el simple
hecho de tomar conciencia sobre estos cinco factores ya es una gran ayuda
para decidir cambiar o mejorar nuestra imagen profesional.
No obstante lo hasta aquí expuesto, existe una clara necesidad de contar con un
estudio más sistemático de la imagen profesional, lo cual debe conducirnos en
un futuro inmediato a realizar un análisis académico más profundo.
Conclusión
La imagen profesional se definió aquí como la consciente construcción,
estimulación y manejo de una determinada percepción que ciertas personas,
públicos o audiencias tendrán sobre una identidad personal específica, en un
contexto y en un tiempo determinados, logrando una relación de beneficio
mutuo. Esta identidad personal se proyecta a través de cinco factores: identidad-
profesional, actitud, comportamiento, discurso y vestimenta.
En el presente artículo, se realizó un análisis detallado sobre los diferentes
elementos conceptuales de la definición del término ‘imagen profesional’:
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• Consciente construcción: se refiere a una decisión planeada,
sistemática y ejecutada con cierto propósito de influencia.
• Estimulación y manejo de una determinada percepción: es construir y
manejar una determinada imagen mental deseada en las demás
personas.
• Ciertas personas, públicos o audiencias: lo constituyen un conjunto de
personas incluidas o no en una organización formal o en un grupo
socioeconómico predeterminado (arbitraria y/o convencionalmente)
dentro de la sociedad, con las cuales se desprenden unas relaciones
públicas correspondientes.
• Identidad personal específica: es la esencia de una persona, su
“personalidad”; va más allá de lo estrictamente profesional y abarca
desde lo que se es actualmente (en mentalidad, corporalidad,
emoción, comportamiento y acciones), lo que ha sido (orígenes y
desarrollo) y lo que desea ser (metas, objetivos y/o misión).
• Contexto y tiempo determinados: éstos delimitan la efectividad de la
decisión tomada a un lugar (condicionado por aspectos socio-
económico-culturales) y que no necesariamente se aplican a otra
temporalidad.
• Relación de mutuo beneficio: implica una relación pública simétrica y
de comunicación bi-direccional, en donde la decisión tomada
considera los intereses de la persona y del público o audiencia
objetivo.
En el manejo de la imagen profesional, existen cinco factores que deben ser
analizados y estudiados para transmitir adecuadamente la identidad personal:
identidad-profesional, actitud, comportamiento, discurso y vestimenta. 1) La
identidad-profesional está relacionada con el conocimiento, saber, experiencia,
habilidades y competencias profesionales de la persona en su área profesional,
lo cual estimula una cierta imagen entre los demás. No obstante, para poder
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proyectar este factor, se necesita del simbolizarlo y hacerlo perceptible a través
de los otro cuatro factores. 2) La actitud está relacionada con la postura corporal
y la proyección de la energía. 3) El comportamiento tiene que ver con las
decisiones y acciones a seguir en ciertas circunstancias o contextos, además del
dominio y efectividad de los protocolos sociales u organizacionales
correspondientes. El desempeño, experiencia y dominio de la labor misma del
profesional (sea de la profesión u oficio que sea) será parte de su
comportamiento y afectará enormemente su imagen profesional. 4) En el
discurso, existen dos niveles de análisis: el hablado y el escrito. En el hablado,
además del mensaje mismo, se incluyen las características paralingüísticas
(pronunciación, dicción, modulación, tono, acento, volumen y timbre). En el
escrito, es muy importante el dominar los lineamientos básicos de la gramática
(sintaxis, ortografía, acentuación y puntuación), pues afectarán
determinantemente la imagen profesional proyectada. 5) Por último, la
vestimenta, el arreglo y los accesorios ayudan a crear una conveniente imagen
profesional; debemos considerar la profesión, el estilo, el contexto, la época, la
edad, el tipo de cuerpo y los códigos organizacionales en cuestión.
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