O L A F H O L M
CORTADURA
A
PIOLA
(UNA TECNICA PREHISTORICA)
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G U A Y A Q U I L
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O L A F H O L M
CORTADURA
A
PIOLA
(UNA TECNICA PREHISTORICA)
G U A Y A Q U I L
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INTRODUCCION
Una de las preocupaciones constantes en los estudios arqueológicos americanos es la de encontrar y situar en tiempo y en cultura los rasgos que unen a las zonas arqueológicas de la Mesoamérica con la región Noroeste de América del Sur. Dentro de esta última área el Ecuador ocupa un sitio preferencial por su posición geográfica, la que, en combinación con las corrientes marítimas, ha facilitado los contactos por navegación entre las dos zonas mencionadas, a través de los milenios.
La literatura arqueológica publicada hasta este momento no ha tomado en cuenta la técnica de Cortadura a Piola como uno de los rasgos culturales en común entre las dos regiones. Existen referencias especiales sobre contactos culturales, pero los resúmenes básicos que tratan de este tema los encontramos en Borhegyi (1959) y en Evans y Meggers (1966). Esos dos estudios no se preocupan de la Cortadura a Piola, y Daniel del Solar (1966: 31/51) en su informe sumario sobre las interrelaciones mesoamericanas y peruano - ecuatorianas, escrito a base de las fuentes literarias a su disposición, tampoco menciona este problema.
Por consiguiente, nos ha parecido oportuno hacer la presente monografía, que constituye un addenda a los contactos culturales anteriormente estudiados.
La documentación arqueológica estuvo a la vista desde ha-
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ce muchísimos años (Dorsey: 1901, láms., LXII, LXIV) pero nadie se fijó en ella, y el mismo Dorsey se limitó a publicar sus hallazgos, sin describir la técnica.
Además, algunas de las piezas que recolectó Saville en la costa ecuatoriana, sobre todo en la Provincia de Manabí, muestran también el uso de la técnica de Cortadura a Piola, sin que este autor tampoco comentase nada sobre el método empleado en la fabricación de las piezas. (Saville: 1907, 1910).
En otra de las obras clásicas de la arqueología ecuatoriana, la de Verneau y Rivet (1912) encontramos igualmente varios objetos fabricados con la técnica de Cortadura a Piola
Autores posteriores pasaron también por encima del problema, con la excepción de Estrada, Meggers y Evans, quienes lo observaron en la Cultura de Jambelí (Desarrollo Regional), pero por tener su informe un carácter preliminar, ellos no ana lizaron la técnica en su probable conexión con las culturas fuera del Ecuador. (1964:501.) Nota número 1.
Dicha sea la verdad, es recientemente en el último decenio que las comparaciones culturales entre Mesoamérica y el Ecuador han entrado en una fase que elimina las generalidades, como por ejemplo las postuladas “influencias Mayas”, que por tantos años obscurecieron las investigaciones comparativas en el Ecuador.
Cuando les fue posible tanto a Borhegyi como a Evans y Meggers escribir sus estudios especializados sobre las relacio nes culturales mesoamericanas y ecuatorianas, no podemos perder de vista que se debe a las varias obras publicadas por los dos autores últimos citados y por las de Emilio Estrada. Además, con las publicaciones de ellos surgió el complemento, que siempre había hecho falta, o sea él de una cronología absoluta de las culturas de la costa ecuatoriana. Solamente a base de la cronología podemos situarnos en una realidad que nos permita resolver el problema de las ideas elementales versus el de la difusión de una idea cultural o un elemento material.
La identificación de la técnica de la Cortadura a Piola la hi
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cimos en el cementerio prehistórico del sitio de Joá, Cantón Jipijapa, Provincia de Manabí, en la costa central del Ecuador: En vista de que ese cementerio consistió básicamente en un material arqueológico que corresponde a la Fase de Bahía, del Período del Desarrollo Regional, apr. 500 a . C. hasta 500 d . C . —no obstante que algunos de nuestros cortes estratigráficos también demostraron la presencia del Período Formativo— nos parece adecuado recapitular brevemente cuál es la literatura sobre la Fase de Bahía.
En 1940 el Profesor Francisco Huerta Rendón reconoció a un complejo cerámico hallado en la Ciudad de Bahía de Cará- quez, Provincia de Manabí, como algo diferente a los demás co nocidos en el litoral ecuatoriano hasta allá entonces. (Huerta: 1940). Por eso Estrada optó darle el nombre de Bahía a esa Fase.
La incorporación de Bahía como una Fase determinada dentro del Período del Desarrollo Regional, la hizo Emilio Estrada con su publicación del año 1957 (N? 4:59/78) y ese mismo autor publicó conjuntamente con Clifford Evans un estudio en 1963. en el cual la Fase de Bahía se sitúa entre las demás culturas ecuatorianas, y establece su relación con otras contemporáneas en el desarrollo cultural ecuatoriano y latino americano, en general. (Estrada y Evans: 1963, 77/88.)
En el mismo año de 1963 Marión y Matthew Stirling publicaron un informe sobre las excavaciones de ellos en Tarqui, Provincia de Manabí, que es otro sitio de la Cultura Bahía. Ellos clasificaron esa cultura como una florescencia de la Fase Tardía del Formativo, o sea de Chorrera, y contradicen a Estrada en lo que se refiera a un valor cronológico de la seriación tipo lógica de las figurinas de arcilla en la Fase Bahía. (1963: 11/28.)
Al hablar de “una florescencia” nos parece prudente observar, o distinguir, entre una cultura y su desarrollo interno, y un desarrollo como el que observamos en la Fase de Bahía, porque esa recibió indiscutiblemente varias influencias foráneas que se incorporaron en la matriz ecuatoriana.
La obra postuma de Estrada (1962, N? 7) amplía nuestros conocimientos sobre la Fase Bahía; y al final debemos referirnos
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a la publicación de Carlucci (1966) en la cual la autora describe nuevas investigaciones en la Isla de la Plata, donde Dorsey tra bajó en 1892 (1901), cuando todavía no se hablaba de una ordenación cronológica de las culturas prehistóricas del Ecuador.
El hallazgo casual y sensacional de lo que obviamente fue un gran centro ceremonial de la Cultura Bahía, en la parroquia de Los Esteros, en Manabí, escapó a toda investigación seria, debido a la violenta acción de los “huaqueros” y los comerciantes de objetos arqueológicos; y lo poco que se conoce sobre este importante sitio se limita a breves noticias que publicaron los periódicos y las revistas nacionales e internacionales (p. e. Huerta Rendón: 1966).
Un aspecto aislado, y el que probablemente no atañe a nuestro problema, es la postulada conexión transpacífica. Estrada fue el primero que mencionó un probable contacto cultural con la China. (1960: 65/7, 96.) y luego en 1961 Estrada y Meggers hicieron un estudio más exhaustivo sobre la misma teoría. (1961: 913/39.) Phillips aborda nuevamente ese mismo problema y distingue entre viajes fortuitos y procesos migratorios. (1966: 296 ' 315.) Marschall analiza las llamadas flautas de Pan de la Cultura Bahía, en los aspectos de su técnica constructiva, para establecer los nexos entre esos instrumentos de la costa ecuatoriana y les de Asia Oriental. (1966: 127/44.)
LOS CRONISTAS
No obstante el origen indiscutiblemente remoto de esa técnica, algunos de los cronistas españoles tuvieron la oportunidad de observarla en pleno uso durante los años de los primeros contactos entre los europeos y las culturas aborígenes americanas Parece que los indígenas americanos nunca habían hallado una solución más adecuada para cortar piedras, huesos, conchas, ja- de, serpentina, u otras sustancias, y así es que podemos leer que el primer etnógrafo de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, escribió en 1526, en su “Sumario de la Natural Historia de las Indias”, que:
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“Con el henequén, que es lo más delgado de este hilo, cortan, si les dan lugar a los indios, unos grillos o una barra de hierro, en esta manera: como quien siega o asierra, mueven sobre al hierro que ha de ser cortado el hilo de henequén, tirando y aflojando, yendo y viniendo de una mano hacia la otra, y echando arena menuda sobre el hilo en el lugar o parte que lo mueven, ludiendo el hierro, y como se va rozando el hilo, así lo van mejorando y poniendo del hilo que está sano lo que está por rozar: y de esta forma siegan un hierro, por grueso que sea, y lo cortan como si fuese una cosa tierna y muy apta para cortarse”. (Oviedo: 1950, 139.)
En su “Historia General y Natural de las Indias.. . ”, escrita entre 1535 y 1557, el mismo autor volvió a tratar sobre el mismo tema, en una forma algo más detallada. (1944: tomo II, 139 y 182. — Parte I, libro VI, Capítulo XLIX, Libro VII, Capítulo X.)
Fray Bartolomé de las Casas escribió en 1559 sobre el uso idéntico de una piola de henequén, tal como lo había observado entre los indios de la zona del Río Belén, en Veraguas, cuando ellos fabricaron sus anzuelos para pescar:
“Péscanlos los indios de diversas maneras, que muestran en ellos industria y mejor ingenio: hacen muy buenas y grandes redes y anzuelos de hueso y conchas de tortugas, y porque les falta hierro, córtanlos con unos hilos de cierta especie de cáñamo que hay en estas Indias, que en esta Española llamaban cabuya, y otra más delicada, nequén, de la manera que los hacen cuentas cortan con una sierra de hierro delgada los huesos; y no hay hierro que de aquella manera no cortan. (1951: Tomo II, 291; Lothrop: 1955, 48.)
Los cronistas no nos han legado referencias específicas al uso similar de las fibras de cabuya en el territorio ecuatoriano; al contrario, el Inca Garcilaso de la Vega dice en sus “Comentarios Reales”, que los indios del Perú “no supieron hazer una sierra”; el Inca no viajó por el territorio ecuatoriano, y la evidencia arqueológica demuestra que los indios ecuatorianos sí sabían “hacer una sierra”.
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EL SERRUCHO
La descripción hecha por Oviedo y por las Casas es bastante clara y con motivo de la exposición didáctica intitulada “Hace miles de años. . que organizamos en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas, hicimos una reconstrucción demostrativa de esta clase de herramienta y su empleo para cortar los bloques grandes de serpentina que habíamos hallado en Joá, Provincia de Manabí. (Holm: 1966).
El serrucho lo hicimos de fibras de cabuya o agave (Furcroya sp.) las que obtuvimos al arrancar sencillamente la punta espinosa de la hoja, para que salga con las fibras largas adheridas a la misma punta. (Esta punta con las fibras forman una aguja excelente, previamente ensartada por obra de la naturaleza, y este pequeño truco es todavía usado por los campesinos, aunque más en la Sierra que en la Costa). Una vez secadas las fibras, éstas son torcidas o trenzadas, y luego se afirma un palillo en cada uno de los extremos de esta trenza, para que sirvan de agarraderos o ma nijos. Así el serrucho está listo.Figura número 1. Nuestra reconstrucción es naturalmente al- Figura N? 1go hipotética, porque los materiales de origen vegetal casi nunca se los encuentra en las excavaciones arqueológicas de la costa y no podemos presentar una sierra autentica y prehistórica
A esta clase de fibras se las conoce vernacularmente como pita, una voz que González Holguín registró en su diccionario con la traducción de: “El hilo delgado para hacer puntas”, o sea para coser. (1608: 289.) Acosta Solís escribió en 1952 un estu dio intitulado “Fibras y Lanas Vegetales en el Ecuador”, en el que menciona las pitas, igual a todas las demás fibras que provienen de las Piñuelas —Bromelia— o de ciertos grupos de Fur- croya spp. En la misma obra encontramos la distribución fito- geográfica de las Bromeliaceae en el país. (1952: 12, 54.)
El empleo de las fibras vegetales, cultivadas o silvestres, es desde luego muy difundido en la prehistoria y en la etnografía americana. (Levis-Strauss: 1950, 474/5.) Las plantas deagaves, cáñamo, cabuya, pita, ñequén, henequén, etc. como los llamaron indistintamente los cronistas españoles, aparte de proporcionar las fibras vegetales, tuvieron casi todas múltiples usos en la medicina aborigen, tal como lo consignan varios tratadistas sobre esta materia especial.
De interés pasajero, solamente, es la observación hecha por Vázquez de Espinoza, de que en Jipijapa (Xipixapa) “se saca mucha cabuya” y que varios cronistas o relatores informan sobre la abundancia de las mismas fibras duras en la Península de Sta. Elena, para la elaboración de jarcia.
Nada podemos decir —y probablemente sería un esfuerzo estéril pretenderlo— sobre si este utensilio estaba en manos de artesanos especializados, o si era de uso común. Todo dependería hasta en qué grado y en qué materias primas fue utilizada esa clase peculiar de herramienta. La prehistoria ecuatoriana nos ha dejado evidencias limitadas, como son: la elaboración de joyas o adornos de piedras semipreciosas y de conchas, y también como un auxiliar de las esculturas de piedra.
EL MATERIAL ARQUEOLOGICO
El uso de la clase de serruchos que hemos descrito resulta muy evidente en las placas grandes de serpentina, las que mi-
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den hasta unos 35 — 40 cmts. de diámetro y unos 4 cmts. de grosor, con un peso que llega hasta 7 kilogramos cada una. Naturalmente encontramos también placas menores y fragmentos de ellas. Lámina I y II.
El color de estas placas abarca desde el de un negro-gris, azulado hasta un verde claro, frecuentemente veteado y motea do. La serpentina es un mineral de poca dureza, entre unos 2 hasta 2,5 de acuerdo con la escala Mohs, y el material es de fácil elaboración y recibe un buen lustre. Mineralógicamente se trata de un talco y al pulverizar las piedras se obtiene un polvo blanco - grisáceo. Los objetos elaborados de esa serpentina, preferentemente la de un color verde intenso, son los que generalmente se clasifican en las descripciones arqueológicas ecu ato rianas como de Jade o de Jadeita, mientras que la verdad es que estos minerales, hasta la fecha, son desconocidos arqueológicamente al sur de Mesoamérica. (Mathew Stirling: comunicaciones personales). La identificación mineralógica de nuestro material la obtuvimos gracias a la gentil colaboración del U.S. National Museum, Smithsonian Institution, en Washington.
Mientras que la mayoría de las placas muestran claramente las líneas curvas y excéntricas de la Cortadura a Piola por ambas caras, hay en cambio algunas placas que tienen estas huellas por un solo lado, mientras que el otro lado conserva en su superficie un debaste grosero e irregular, lo que hace pensar que la serpentina llegó al poblado prehistórico en forma semi- procesada. Lámina II, superior. No hemos podido localizar la formación geológica de este mineral.
Con esta materia prima los artesanos antiguos confeccionaron una serie de objetos ornamentales y menores, como por ejemplo colgantes, cuentas tubulares, botones, discos, aretes, narigueras, tembetá, etc., pero lógicamente mientras más menu dos son estos objetos, menor es la posibilidad de poder compro bar el uso de la técnica de Cortadura a Piola, por el simple motivo de que el pulimento final y fino borró todas las huellas de la cortadura. Lámina III.
Algunos ornamentos planos muestran también el uso de la lima - cuchillo de piedra arenisca, que deja una huella biselada
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y recta. La lima - cuchillo es una de varias herramientas tradicionales que encontramos en las culturas prehistóricas del Ecuador a partir de Formativo Temprano.
Muchos de los ornamentos no son sino pequeñas esquirlas o residuos de taller, los que con una perforación han sido convertidos en colgantes. Lámina III. No hay duda de que este material fue muy apreciado, ya sea por su color verde, o por los motivos que se mencionan en las obras sobre la medicina aborigen, como por ejemplo en las de Nicolás Monardes y de Francisco de Hernández. La presencia de las placas grandes, como ajuares funerarios, implica al mismo tiempo, según nuestro parecer, el concepto de una acumulación de riquezas.
La pieza más bella de serpentina, hasta aquí encontrada en la costa ecuatoriana, la conocemos gracias a la gentileza de los hermanos Srta. Resfa y Sr. Ibrahim Parducci Z. Se trata de una placa recortada en forma de un pájaro que lleva una flor en su pico y que mide 13.3 por 8.8 cmts. con un grosor de 0.9 cmt. Lámina IV. Su color es de un verde intenso con algunas vetitas blancas. La superficie muestra las huellas de la Cortadura a Piola, con sus características curvas excéntricas. Varias incisiones lineales completan el acabado artístico.
Cabe fijarse mucho en el recorte alrededor del pico y la cola del ave, porque aquí vemos la Cortadura a Piola ejecutada en un plano diferente, con los huecos, por donde se introducía la piola, más grandes que la misma ranura que se producía al cortar con la piola templada. (Lothrop: 1955, figs. 19 m, 20 g, p. 48.) El plumaje de la cola lo forman dos piezas sueltas, las que fueron unidas al cuerpo mediante amarres.
Los descubridores de esta joya informan que fue hallada en sus excavaciones en la Sabana de San Pedro, en el suburbio al norte de la Ciudad de Guayaquil, y que la asociación cerámica indica claramente que la pieza pertenece al Período del Desarrollo Regional. Agradecemos cumplidamente su permiso para reproducir la pieza en este trabajo.
Nuestro material arqueológico del sitio de Joá comprueba
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que la concha fue otra materia prima que se elaboró con la misma técnica de Cortadura a Piola. Como la concha tiene una dureza superior a la de la serpentina, la cortadura la apreciamos de una manera diferente, porque las líneas de corte salen frecuentemente algo onduladas, tal como lo explicó Lothrop, en el caso del jade en Costa Rica. (1955: figs. 19/20, p. 48.) Algunos de los artefactos de concha, entre los que predominan los de Spondylus spp., tenemos que clasificarlos como de uso desconocido. Lámina V.
Fuera de la serpentina y la concha no conocemos otros materiales que fueran cortados con esta técnica, durante la Fa se de Bahía, pero no por eso podemos excluir la posibilidad de que hayan cortado por ejemplo hueso, madera u otras sustancias. De todos modos no poseemos el material arqueológico del caso.
En tiempos posteriores volvemos a reconocer la misma técnica en otros objetos, como por ejemplo en las pequeñas esculturas de serpentina, diorita, y de otros minerales, en la forma de una puma, con la cola enroscada, y con una cavidad cúbica en la espalda. Según una interpretación bastante generalizada esas piezas son clasificadas como incensarios, sin que conozcamos pruebas fehacientes al respecto. Naturalmente la quema de un incienso es un rasgo muy difundido en la etnomedicina y en las religiones primitivas, y es de poco valor en las comprobaciones de nexos culturales.
Personalmente nos inclinamos hacia una interpretación de un artefacto para inhalar u oler drogas, según las líneas trazadas por S. Henry Wassén, en sus estudios especializados sobre el uso de drogas en Sudamérica. Nota número 2.
El Dr. Frederick J. Dockstader, Director del Museo del Indio Americano, Heye Foundation, Nueva York, (comunicaciones personales) ha tenido la gentileza de confirmar nuestra idea de que las piezas depositadas en ese museo fueron fabricadas con la ayuda de un serrucho de piola. Una pieza similar, desafortunadamente, fragmentada, en la colección particular del Sr. Miguel Wagner, Guayaquil, acusa la misma técnica. Este último ejemplar es de serpentina. Lámina VI, fila superior y media.
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La procedencia de todas estas piezas está delimitada a la Provincia de Manabí; y Estrada (1962: 58, fig. 104, a - d) las ubicó en la Fase de Chirije, que se sitúa entre el Desarrollo Regional y el Período de la Integración, digamos alrededor de unos 700 A.D. La publicación citada no nos permite conocer mayores detalles sobre las circunstancias de sus hallazgos, pero creemos no equivocarnos en identificar las figuras números 104, c - d, como les objetos del Museo del Indio Americano, donde están inventariados bajo los números 2/7000 y 2/1455, y que Estrada los publicó para tener una mayor documentación e interpretación de sus propios hallazgos, números 104, a - b, en la publicación ya citada. Las piezas en el Museo del Indio America no proceden de Bahía de Caráquez y de Sesme, en la Provincia de Manabí, pero carecen de una asociación cultural conocida (Dockstader: 1967, fig. 63; Saville: 1910, 221/2, lámina XCIX, 1-2.)
En su estudio sobre la técnica de Cortadura a Piola, en Costa Rica, Lothrop mencionó la posibilidad (1955: 50* de que al esculpir las estatuas humanas y grandes, con los brazos separados del bulto, se empleó la técnica del serrucho de piola. En el caso ecuatoriano, el que Lothrop no considera, Saville hizo la observación de que la separación de los brazos del tronco humano es un rasgo muy raro en las esculturas mante- ñas. (1910; láminas XLII, fig. 1, XLV, fig. 8, pp. 123/5.) Las esculturas de esta clase que hemos podido examinar, no demuestran claramente el uso de la técnica de Cortadura a Piola, pero nuevamente, al consultar nuestro problema con el Dr. Dockstader, en Nueva York, recibimos la información de que sí es probable, según lo que se puede apreciar en las colecciones de dicho museo, que varias de las esculturas manteñas acusan el uso de la técnica que nos preocupa.
Una pieza en nuestra propia colección, de piedra arenisca, y en la forma de una puma acostada que sostiene una columna sobre su espalda, y con la cola enroscada, subiendo por la columna, muestra claramente el uso de un serrucho de piola. Lámina VII. El escultor manteño se propasó al hacer los cortes, los que fueron más adentro en la piedra de lo necesario. Con los efectos de la luz y la sombra se pueden apreciar claramente
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las líneas curvas, dentro de la ranura, producidas por el movimiento de la pita; además al final del corte se ve el perfil en for ma de media caña, que corresponde a los últimos pasos del serrucho.
En un estudio, de carácter completamente distinto, Borhe gyi ilustra una figura manteña, depositada en el Museo de Etnografía de Berlín, donde forma parte de las colecciones reunidas por A. Bastían durante el siglo pasado, número de cat. V A 2188. (Borhegyi: 1965, 190, fig. 25.) La figura es otra puma con una columna en su espalda, y según nuestra interpretación se debe ría haber utilizado la técnica del serrucho de piola para obtener la separación entre la cabeza de la puma y la columna. Los Drs. Hans-Dietrich Disselhoff y D. Eisleb, en Berlín, tuvieron la gentileza de informarnos, después de un examen prolijo de la pieza, que: “no sería posible labrarla de otra manera”. (Disselhoff: comunicación personal).
Las descripciones básicas de esta clase de objetos las encontramos en Saville, (1907: 57/8, láms. XXXII, nos. 3/4; 1910: 131/3, XLVIIL) y notas adicionales podemos leer en Jijón (1952: 276, fig. 327.) como también en Estrada. (1957: N<? 3, 64/5 fig. 43.)
Hasta aquí nuestro material documentativo lo hemos sacado de la actual Provincia de Manabí, pero existen otras regiones del Ecuador, donde se puede observar la misma técnica de cortadura. Existen varias hachas de piedra que acusan claramente el uso de un serrucho de piola en la confección de sus orejas, o ganchos para amarrarlas a sus cabos; Verneau y Rivet ilustran algunos ejemplares de esta clase de hachas, (1912: figs. 26/7, 59, láms. VI, 2 pp. 148/9, 240/1.') procedentes del callejón interandino. Los investigadores franceses llamaron a esas hachas “haches á encoches” y hachas con “deux entailles”, lo que en sí mismo insinúa un proceso de Cortadura a Piola, pero no se pronunciaron más allá. Verneau y Rivet vieron una influencia ama zónica en este tipo de hachas.
En su obra sobre las excavaciones arqueológicas en la región amazónica ecuatoriana, el R. P. Pedro I. Porras, llama la atención a la casi ausencia de las hachas “a’ encoches” en sus colecciones lo que en cierta forma debe desvirtuar la suposición
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antigua de Verneau y Rivet. (Porras: 1961, fig. 31, lám. 30. pp. 79/83.)
De nuestra colección hemos separado unas hachas de este tipo, lámina VI, fila inferior, procedentes de Cañar y Azuay, en el sur-andino ecuatoriano. El señor Julio Viteri Gamboa nos ha mostrado hachas similares que ha encontrado en la zona de Churute, Provincia del Guayas, frente a la ciudad.
Podemos agregar que un objeto de serpentina, en la forma de un ser humano, con sus brazos separados del cuerpo y fabricado con la técnica del serruchado a piola, fue ilustrado por Verneau y Rivet. La procedencia es la de la región de Cuenca, Azuay, (Verneau y Rivet: 1912, lám. XIII, 6). La asociación cultural se desconoce.
LA CRONOLOGIA
Los objetos de serpentina y de concha que hemos hallado en el sitio de Joá, Provincia de Manabí, corresponden a la Fase Bahía, dentro del Desarrollo Regional, aunque es muy probable que en ella hay todavía un fuerte arrastre de la Fase Tardía, o sea de Chorrera, al final del Formativo. No podemos pronunciarnos definitivamente al respecto mientras que no se termina el análisis del material estratigráfico. El Desarrollo Regional ocupa el tiempo de aproximadamente 800/500 años antes de Cristo hasta unos 500 años después de Cristo, en el litoral ecuatoriano. (Evans y Meggers: 1961.) Los mismos dos autores indican que es generalmente algo muy arbitrario pretender fijar exactamente la línea divisoria entre una Fase y otra; en nuestro caso pensamos en la división exacta entre Chorrera y Bahía.
El fragmento de serpentina descrito por Estrada, Evans y Meggers (1964: 501.) en la Fase de Jambelí, en la Provincia de El Oro, tiene aproximadamente la misma edad que el material de Joá. El sitio de su hallazgo corresponde a la parte inferior de su estratigrafía, o sea la más antigua. (1964: figs. 38, 40, pp. 540/6.
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En lo que se refiere a las pequeñas esculturas en forma de puma, con una cavidad en su espalda y con la cola enioseada, Estrada las sitúa en la Fase de Chirije, una fase que a nuestro parecer no está bien definida. La posición cronológica de Cri- rije está entre Bahía y Manteña; según las pruebas del carbono catorce la edad es aproximadamente de 1.100 años a .p . ó sea de unos 850 años después de Cristo, con una iniciación anterior. (Evans y Meggers: 1961, fig. 1.)
Las esculturas de puma, con una columna en la espalda, corresponden a la Fase Manteña, en el Período de la Integración, cuya fecha más antigua es la de unos 1.100 después de Cristo. Esta cultura llegó a su extinción con la llegada de los españoles, a mediados del Siglo XVI.
Las hachas cuyas orejas para encabar acusan la técnica de cortadura a piola, no tienen asociación fija en la cronología ecuatoriana, pero a nuestro modo de pensar corresponden al Período de la Integración, tanto en el Austro como en el Litoral.
En una ocasión, en Joá, cuando habíamos terminado el trabajo del día y llegó la noche para conversar sobre nuestra faena y hacer los apuntes, uno de nuestros ayudantes, Gregorio Quimí, quiso saber sobre el porqué de las líneas curvas que se observaban en las placas de serpentina, y le hicimos la explicación del caso. Acto seguido nos contó que conocía a un herrero en la cercana Parroquia de América, a unos 20 kilómetros de Joá, a quien le había visto en una ocasión cortar una varilla de hierro dulce con una piola y arena, por no disponer de un arco de sierra. Al día siguiente nos trasladamos a la casa del herrero, pero nos dieron la mala noticia que había fallecido el año anterior. Nuestros esfuerzos para localizar otras probables sobrevivencias de esta técnica en Manabí han sido infructuosas, pero creemos que otros investigadores deben estar alertos a la posibilidad.
En resumen, vemos, por consiguiente, la presencia de la técnica de la Cortadura a Piola en el Ecuador através de las culturas del Desarrollo Regional, luego durante las del Período de la Integración, y, quizás, con una y otra sobrevivencia contem-
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poránea, pero aislada. Esta manifestación de cultura material tiene una duración de unos 2.000 años en el Ecuador.
DIGRESION
La técnica de Cortadura a Piola debe separarse por completo de la fabricación de alambres en la metalurgia precolombina del Ecuador. Rivet y Arsandeux describieron el proceso de martillado y excluyen el uso de un bloque hilera en la época prehistórica. (1946: 158/9 y nota.)
Bergsoe tampoco se pronunció a favor de la hilera. (1937: 30/1).
Julio Aráuz estudió los alambres de la Tolita, en la Provincia de Esmeraldas, de donde procede el material que estudió Bergsoe, y llegó a la misma conclusión o sea, que su fabricación fue a base de martillado. (1947).
Cuando Zevallos lanzó la teoría sobre el uso prehistórico de un bloque-hilera en la metalurgia ecuatoriana, se debía a que los bloques y artefactos menores de serpentina, que mostraron las líneas de cortadura a piola, le indujeron a pensar en un bloque- hilera para la fabricación de alambres. (1958: 209/15.) Dudley Easby analizó oportunamente la teoría de Zevallos (1962: 22.) y la refutó y no nos toca sino hacer la advertencia de que las dos técnicas son diferentes.
LOS NEXOS EXTERNOS
Cuando nosotros desde Guayaquil queremos establecer los nexos entre la Cortadura a Piola en el Ecuador y la presencia de la misma técnica en otras áreas de cultura prehispánica de América, nos encontramos con posibilidades muy limitadas en las consultas bibliográficas.
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Sin duda, es también de rigor mencionar el problema del pensamiento arqueológico y etnográfico, o sea, si la técnica, que nos preocupa en esta monografía, pertenece a las ideas básicas, o en otras palabras, si se trata de una técnica que surge espontáneamente en varios lugares, simultáneamente o a diferentes tiempos, cada vez que el hombre prehistórico tuvo la necesidad de cortar o serruchar, algo.
Al aceptar la presencia de nuestra técnica en el Ecuador a partir de una época alrededor del principio de la Era Cristiana, estañamos en pleno Desarrollo Regional, cuyas culturas y fases, en la costa central y norte del país, son lo suficientemente bien conocidas arqueológicamente para comprender que tiene nexos con Mesoamérica. Evans y Meggers: 1966: 255/6.) Por consi guíente la Cortadura a Piola llegaría a ser simplemente un rasgo técnico, de contacto material o espiritual, dentro de un com piejo mayor ya establecido.
Préstamos y transmisiones culturales son generalmente procesos de doble vía, sin que la cultura donante quede exclusivamente como tal, sino que en parte también recibe. Evans y Meggers interpretaron esas transmisiones como el resultado del contacto entre los transportadores, quizás comerciantes navegantes, de allá o de acá, sin una necesidad de verdaderos encuentros entre las culturas completas.
Quien inventó la técnica dentro de esa área que comprende a Mesoamérica y el Noroeste de Sudamérica, no lo podemos establecer, y tampoco podemos excluir que se trata de una influencia más remota todavía. En Mesoamérica la técnica fue empleada principalmente para la elaboración de joyas de jadeen el Ecuador fue usada en cortar serpentina, concha, piedra, y quizás hueso.
Un pueblo que poseyó un dominio artístico sobre la piedra, arcilla, concha, metales, etc. indudablemente trabajaba la madera en una forma igualmente artística.
Los estudios extranjeros y los más exhaustivos sobre la técnica en Costa Rica son: la publicación de Carlos Balser (1953)
con 19 referencias y la de S.K. Lothrop (1955) con 30 referen cías aunque no todas ellas directamente relacionadass con nuestro problema. En nuestra bibliografía hemos incorporado otros estudios en los cuales igualmente se menciona el uso de la cortadura a piola.
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N O T A S
1. —Worked stone.— A fragment of serpentine, 6,5 x 5,5 cms.and 2.0 cms. thick shows grooves and circular marks produced by cord sawing. A small ovoid projection left from the sawing remains at the center. The object is from G-86, cut 1, Level 0-20 cms. (Estrada, Meggers, Evans: Cultura Jambelí, página 501).
2 . —Cristóbal de Albornoz en su “Instrucción para Descubrir Todas las Guacas del Pirú” dice que “háse de advertir que unas figuras como carneros de madera y piedra, y tienen un hueco como tintero (ques donde muela esta vilca) se ha de procurar buscar y destruir. Llámase el tintero vilcana y los adoran y reverencian. Es esta vilcana hecha de muchas diferencias de piedras hermosas y de maderas fuertes”. (Duvoils: 1967, 22.) La similitud entre esa vilcana de Cristóbal de Albornoz, (o enq’ a en los estudios andinos del Ecuador) y la puma de Manabí es sugestiva.
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Dibujo por S. Zevallos.
Fotografías: Láms. I — III, V, Peter Mussfeldt y Manuel Calles, Lám. IV, el autor; Lám. VI, Museum of the American Indian y el autor, Lám. VII,iviax Meier.
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Propiedad: Srta. Resfa y Senor Ibrahim Parducci Zevallos
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Superior: Propiedad dei señor Emilio Gallegos Ortiz
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Figura superior.Fotografía cortesía del Museum of the American Indian, Heye Foundation. New York.Fuma de piedra blanca, procedencia Sesme Manabí. 6 x 11,25 pulgadas. N° 21/1455. Neg. N? 13095.
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CORTADURA A PIOLA (Una Técnica Prehistórica), de Claf Holm, se terminó de imprimir el 5 de Agosto de 1969, en la Imprenta de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, siendo Presidente del Núcleo el señor Segundo Espinel Verdesoto, Directora de la Editorial la señorita Ileana Espinel Cedeño y Regente de los talleres tipográficos don Agustín Unda Va- larezo.
La obra hecha en Guayaquil, Ecuador, país amazó nico, consta de 350 ejemplares en papel couché suministrado por el autor.
Edit. Casa de la Cultura "Ecuatoriana. Núcleo del
Guayas