Erase una vezuna bonita mañanade Abril, nació en Barcelona un niño llamado Joan Miró, pero no era un niño como todos los demás.
A Joan le encantaba pintar desde muy pequeño y
empezó con todo tipo de animales: perros, gatos, peces y pájaros. Pero no los pintaba como eran, sino que les ponía tres ojos, dos colas, seis patas…
¿Os lo imagináis?
Joan una mañana en el cole empezó a darse cuenta de los puntos, las líneas y todos los colores que había en la mesa.
Su color favorito era el rojo.
Cuando salió del cole iba andando a su casa y comenzó a fijarse en las palmas de las manos de los niños y dijo en voz alta:
- ¡Seréis para mi una herramienta para pintar como son los pinceles!
También se divertía pintando más cosas de la naturaleza como hojas, flores, insectos o como es el cielo: estrellas, planetas…
Pero lo que más le gustaba pintar eran los ojos, porque cuando miraba a sus amiguitos sabia si estaban tristes o contentos, si querían jugar o no, o tenían hambre o sueño.
Ya había pintado piedras de colores, animales con dos cabezas, estrellas…
Pero todavía le faltaba por dibujar:¡Hombres, mujeres y niños!
Un día decidió mezclar todos sus dibujos y ponerle mucho color a todo.
Y se dio cuenta que era mucho más divertido y alegre que antes…