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Cuentos cortos .
Con moraleja
Para
Niños y .
Niñas
de 5 a 95 años
La mayoría Anónimos
Septiembre del 2009.
Recopilaciones de internet,
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INTRODUCCIÓN
Muchos de los cuentos tradicionales y
maravillosos, han ido pasando a través de los años de
boca en boca, y de muchos de ellos se desconoce el
verdadero autor, algunos cuentos derivan de grandes
historias como “las mil y una noches”, otros cuentos
fueron escritos por otras personas que no por ello
eran los verdaderos autores, como lo fueron los
hermanos Grimm, que les gustaba oír las historias y
los cuentos que contaban los campesinos alemanes,
que habían oído de sus abuelos para sus nietos, y
fueron escribiéndolas para que no se perdieran con el
paso de los años. Recuperaron así, infinidad de
cuentos…
Hay muchos otros cuentos de otras culturas a la
nuestra, pero todos y cada uno de ellos, nos cuentan
que en el fondo, hay un razonamiento, una
moraleja, una enseñanza para poner en práctica en
nuestra vida.
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Yo he querido recopilar cuentos anónimos, que
nos ablanden el corazón, que todos nos sintamos un
poco niños, sea cual-sea la edad que tengamos,
cuentos, para encontrar a Dios en nuestro caminar
diario, cuentos que nos enseñen a reflexionar sobre
nuestra propia vida y la vida de los demás, cuentos
que nos enseñen a compartir y llevar alegría, ayuda o
felicidad a nuestros semejantes. ¡ Quiero lograrlo,
siendo también un escritor anónimo !...
Este pequeño libro está dedicado
Al Pastor José Garzón.
(Él me enseñó el verdadero significado del amor
reflejado en su propia vida).
Gracias papá.
Barcelona, Octubre del 2009.
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DEDICATORIAS
(Os dejo esta página, para que dediquéis este
librito a vuestros seres más queridos, y también
os la dedico a vosotros, que me tenéis en
vuestras manos)
¡Que Dios os bendiga!....
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La importancia de los niños para Dios
Hace 50 años, en un día como hoy, la Asamblea de las Naciones Unidas
aprobó la Declaración de los Derechos del Niño el 20 de
noviembre de 1959. Más tarde, el 20 de noviembre de 1990, aprobó
la Convención sobre los Derechos del Niño.
Era el reconocimiento que hacía el mundo en cuanto a la consideración e
importancia que tienen los niños en nuestra sociedad, los cuales como
es sabido, muchas veces son maltratados, pasados a llevar, no
respetados y mirados en menos.
Sin embargo, mucho antes de que la Asamblea de las Naciones Unidas
hiciera este importante reconocimiento en pleno siglo XX, hace como
2.000 años atrás alguien ya había dejado en claro lo importante que son
los niños… estamos hablando de Jesucristo.
Veamos entonces 7 puntos en los cuales queda demostrada la
importancia que tienen los niños para Dios según la Biblia:
1.- De los niños es el reino de Dios
“Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían
a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad
a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es
el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de
Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos,
poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.” (Marcos 10:13-16)
De los niños es el reino de Dios ya que los niños son seres puros que no
tienen pecado porque no tienen discernimiento ni conocimiento acerca
del bien o del mal, al igual que Adán y Eva en el paraíso antes de su
caída; lo cual los hace tener el camino libre hacia el cielo.
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Esto también quiere decir que no necesitan de arrepentimiento, por
lo tanto, no requieren de bautismo. Al respecto muchas personas se
preguntan acerca del destino eterno de los niños que mueren sin el
bautismo que propicia el catolicismo romano u otras iglesias o sectas…
sin embargo, debemos de hacer caso a lo que dice la Biblia, y es clara al
señalar que “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:20).
Por lo tanto, si un niño fallece, su destino eterno es el cielo por cuanto
de él es el reino de Dios. El bautismo y arrepentimiento es para
pecadores, o sea, gente adulta como nosotros que pueden discernir
entre el bien y el mal.
2.- Recibir y atender a un niño es como si se tratase del mismo
Jesús:
“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me
recibe.” (Mateo 18:5)
No solamente debemos de ser atentos con el Pastor, u otro personaje
“importante” para nosotros, sino que Dios nos da a entender que un
niño merece el mismo recibimiento como si se tratase de Él mismo.
3.- Dura advertencia para los que hagan tropezar a uno de estos
pequeños que creen en Jesús:
“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen
en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de
asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.” (Mateo 18:6)
Ni hablar del destino de los personajes que pretendan enseñarle a un
niño que su creencia en Dios es equivalente a creer en “papá Noel”. Ni
hablar, el texto está más que claro. Si tú que has llegado a leer estas
líneas no crees en Dios, quédate con tu fe para ti mismo si así lo
quieres, pero a un niño mejor déjalo en paz.
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4.- Jesús manda a no despreciar a los niños:
“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo
que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está
en los cielos.” (Mateo 18:10)
Cuantas veces los niños son despreciados, poco atendidos, poco
escuchados… simplemente, no tomados en cuenta, ni aún por sus
propios padres. Sin embargo un niño ¡tiene ángeles que ven el rostro
de Dios!, algo de lo cual ninguno de nosotros - por más espiritual que
sea – puede alardear.
5.- Jesús dijo que tenemos que ser como niños para entrar en su
reino
“y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como
niños, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3)
Si no nos volvemos y hacemos como niños – en cuanto a su humildad,
fe y malicia – no podremos entrar al reino de los cielos, ya que estas de
las cualidades que tienen los niños son indispensables para la vida
cristiana.
6.- Dios escucha la alabanza de los niños
“Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que
hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo:
¡Hosanna al Hijo de David! Se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que
éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los
niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” (Mateo
21:15-16)
De la boca de los niños se perfecciona la alabanza a Dios. Ningún
famoso cantante cristiano se puede igualar a un niño. El cántico de
alabanza de un niño, que puede molestar a algunos adultos, es
escuchado con mucha complacencia y atención allá arriba en los cielos.
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7.- Un niño puede ser llamado por Dios para ejercer un
ministerio
“Vino, pues, palabra de Jehová a mí [el profeta Jeremías], diciendo:
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor
Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová:
No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y
dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque
contigo estoy para librarte, dice Jehová.” (Jeremías 1:4-8)
Un niño también puede ser tomado en cuenta para ejercer un ministerio
“de grandes” como el complejo ministerio de la profecía. Jeremías fue
usado por Dios para ser profeta, aún siendo un niño que no conocía
mucho ni tampoco sabía hablar muy bien.
¿Tú eres un niño? Entonces prepárate, porque no sabes si el Señor te
puede llamar en este mismo momento para predicar su Palabra…
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Padres, pastores, iglesia: Tengan en mucha estima a los niños, pues
ellos no sólo son el futuro de la Iglesia, sino más bien, son el presente.
Así como el mundo le dio la importancia que se merecen con la firma de
sus derechos, también nosotros debemos saber darles su lugar en todo
lo que respecta al Evangelio de Dios, permitiendo que participen en todo
lo que puedan.
Niño: Dios te bendiga, y recuerda que aunque seas pequeño en edad y
estatura; aunque seas muy joven y te sientes que vales menos o que no
tienes importancia en las cosas de Dios, recuerda lo que he escrito
arriba, recuerda que Jesús te ama, y tiene tu vida en gran estima e
incluso puede usarte en gran manera ahora mismo si te dispones en sus
manos. ¡Eres muy importante para Dios!
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EL PAJARITO PEREZOSO
Había una vez un pajarito simpático, pero muy, muy perezoso. Todos
los días, a la hora de levantarse, había que estar llamándole mil veces
hasta que por fin se levantaba; y cuando había que hacer alguna tarea,
lo retrasaba todo hasta que ya casi no quedaba tiempo para hacerlo.
Todos le advertían constantemente: - ¡eres un perezoso! No se puede
estar siempre dejando todo para última hora... - Bah, pero si no pasa
nada.-respondía el pajarito- Sólo tardo un poquito más que los demás
en hacer las cosas Los pajarillos pasaron todo el verano volando y
jugando, y cuando comenzó el otoño y empezó a sentirse el frío, todos
comenzaron los preparativos para el gran viaje a un país más cálido.
Pero nuestro pajarito, siempre perezoso, lo iba dejando todo para más
adelante, seguro de que le daría tiempo a preparar el viaje. Hasta que
un día, cuando se levantó, ya no quedaba nadie. Como todos los días,
varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había respondido
medio dormido que ya se levantaría más tarde, y había seguido
descansando durante mucho tiempo. Ese día tocaba comenzar el gran
viaje, y las normas eran claras y conocidas por todos: todo debía estar
preparado, porque eran miles de pájaros y no se podía esperar a nadie.
Entonces el pajarillo, que no sabría hacer sólo aquel larguísimo viaje,
comprendió que por ser tan perezoso le tocaría pasar solo aquel largo y
frío invierno. Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego
pensó que igual que había hecho las cosas muy mal, también podría
hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a la pereza, se puso a preparar
todo a conciencia para poder aguantar solito el frío del invierno. Primero
buscó durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas
rocas, construyó su nuevo nido, que reforzó con ramas, piedras y hojas;
luego trabajó sin descanso para llenarlo de frutas y bayas, de forma que
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no le faltase comida para aguantar todo el invierno, y finalmente hasta
creó una pequeña piscina dentro del nido para poder almacenar agua. Y
cuando vio que el nido estaba perfectamente preparado, él mismo se
entrenó para aguantar sin apenas comer ni beber agua, para poder
permanecer en su nido sin salir durante todo el tiempo que durasen las
nieves más severas.
Y aunque parezca increíble, todos aquellos preparativos permitieron al
pajarito sobrevivir al invierno. Eso sí, tuvo que sufrir muchísimo y no
dejó ni un día de arrepentirse por haber sido tan perezoso.
Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos regresaron
de su gran viaje, todos se alegraron sorprendidísimos de encontrar al
pajarito vivo, y les parecía mentira que aquel pajarito holgazán y
perezoso hubiera podido preparar aquel magnífico nido y resistir él
solito. Y cuando comprobaron que ya no quedaba ni un poquitín de
pereza en su pequeño cuerpo, y que se había convertido en el más
previsor y trabajador de la colonia, todos estuvieron de acuerdo en
encargarle la organización del gran viaje para el siguiente año.
Y todo estuvo tan bien hecho y tan bien preparado, que hasta tuvieron
tiempo para inventar un despertador especial, y ya nunca más ningún
pajarito, por muy perezoso que fuera, tuvo que volver a pasar solo el
invierno.
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LA ESPADA PACIFISTA
Había una vez una espada preciosa. Pertenecía a un gran rey, y desde
siempre había estado en palacio, participando en sus entrenamientos y
exhibiciones, enormemente orgullosa. Hasta que un día, una gran
discusión entre su majestad y el rey del país vecino, terminó con ambos
reinos declarándose la guerra. La espada estaba emocionada con su
primera participación en una batalla de verdad. Demostraría a todos lo
valiente y especial que era, y ganaría una gran fama. Así estuvo
imaginándose vencedora de muchos combates mientras iban de camino
al frente. Pero cuando llegaron, ya había habido una primera batalla, y
la espada pudo ver el resultado de la guerra. Aquello no tenía nada que
ver con lo que había imaginado: nada de caballeros limpios, elegantes y
triunfadores con sus armas relucientes; allí sólo había armas rotas y
melladas, y muchísima gente sufriendo hambre y sed; casi no había
comida y todo estaba lleno de suciedad envuelta en el olor más
repugnante; muchos estaban medio muertos y tirados por el suelo y
todos sangraban por múltiples heridas... Entonces la espada se dio
cuenta de que no le gustaban las guerras ni las batallas. Ella prefería
estar en paz y dedicarse a participar en torneos y concursos. Así que
durante aquella noche previa a la gran batalla final, la espada buscaba
la forma de impedirla. Finalmente, empezó a vibrar. Al principio emitía
un pequeño zumbido, pero el sonido fue creciendo, hasta convertirse en
un molesto sonido metálico. Las espadas y armaduras del resto de
soldados preguntaron a la espada del rey qué estaba haciendo, y ésta
les dijo:- "No quiero que haya batalla mañana, no me gusta la guerra". -
"A ninguno nos gusta, pero ¿qué podemos hacer?". - "Vibrad como yo lo
hago. Si hacemos suficiente ruido nadie podrá dormir". Entonces las
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armas empezaron a vibrar, y el ruido fue creciendo hasta hacerse
ensordecedor, y se hizo tan grande que llegó hasta el campamento de
los enemigos, cuyas armas, hartas también de la guerra, se unieron a la
gran protesta. A la mañana siguiente, cuando debía comenzar la batalla,
ningún soldado estaba preparado. Nadie había conseguido dormir ni un
poquito, ni siquiera los reyes y los generales, así que todos pasaron el
día entero durmiendo. Cuando comenzaron a despertar al atardecer,
decidieron dejar la batalla para el día siguiente. Pero las armas,
lideradas por la espada del rey, volvieron a pasar la noche entonando su
canto de paz, y nuevamente ningún soldado pudo descansar, teniendo
que aplazar de nuevo la batalla, y lo mismo se repitió durante los
siguientes siete días. Al atardecer del séptimo día, los reyes de los dos
bandos se reunieron para ver qué podían hacer en aquella situación.
Ambos estaban muy enfadados por su anterior discusión, pero al poco
de estar juntos, comenzaron a comentar las noches sin sueño que
habían tenido, la extrañeza de sus soldados, el desconcierto del día y la
noche y las divertidas situaciones que había creado, y poco después
ambos reían amistosamente con todas aquellas historietas.
Afortunadamente, olvidaron sus antiguas disputas y pusieron fin a la
guerra, volviendo cada uno a su país con la alegría de no haber tenido
que luchar y de haber recuperado un amigo. Y de cuando en cuando los
reyes se reunían para comentar sus aventuras como reyes,
comprendiendo que eran muchas más las cosas que los unían que las
que los separaban.
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HIELO EN LA SELVA
El gran bloque apareció en el centro de la selva una mañana cualquiera.
Era un bloque de hielo inmenso, alto como un árbol y grande como cien
elefantes, y además, estaba tan frío que nadie se atrevía a acercarse.
Pero lo que más intrigó a todos los animales fue el gran tesoro que
guardaba en su interior. Tanto, que el propio rey león dijo aquel mismo
día que quien fuera capaz de liberarlo, sería su sucesor como rey.
No acabó de decir aquello, cuando todos perdieron su miedo al frío y se
lanzaron a por el bloque con toda su furia. Bueno, todos menos la
comadreja, que se quedó parada un buen rato mirando el bloque,
viendo como los demás animales montaban una alboroto enorme, todos
amontonados. El elefante usaba su trompa como un martillo, hasta que
le dio un buen porrazo a un gorila y tuvieron que ir a la enfermería. El
tigre clavaba sus garras como una taladradora, pero una vez las clavó
tanto, que se enganchó y al sacar la zarpa se le rompieron las uñas.
Varias gacelas se dedicaron a chupar el bloque al darse cuenta de que
estaba hecho de agua helada, pero con tanto helado les dio un empacho
tan grande que ya no querían ni probarlo. Los monos estaban decididos
a destrozar el bloque, y lanzaban plátanos y piedras como si fueran
ametralladoras, pero dieron tantas pedradas al resto de animales, que
tuvieron que suspender sus lanzamientos. Y así siguieron todos,
intentando romper el bloque a lo bruto durante todo el día sin ningún
resultado. Al paso que iban, y viendo lo lentamente que se deshacía
tanto hielo, tardarían más de una semana. Pero justo entonces alguien
dijo:- ¡Mirad! ¡Algo se mueve en el bloque! Y era verdad, aunque no se
veía bien, algo correteaba en el centro del bloque, junto al tesoro...
¿Estaría vivo el tesoro? ¿Tendría un dueño que vivía allí? ¡Nada de eso!
Era la comadreja, que al poco apareció junto a los demás con algunas
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piezas del tesoro. Todos estaban impresionados de ver cómo la
comadreja había llegado al tesoro sin destrozar el bloque, y después de
felicitarla, les pidieron que les contase cómo lo había logrado. Entonces
la comadreja contó cómo antes de lanzarse a romper el bloque, se había
dedicado a pensar y observar: era un bloque demasiado grande para
romperlo a golpes, y tardaría mucho en fundirse por el calor del sol,
porque el tesoro estaba en el centro y cerda del suelo, donde no daban
los rayos. Y entonces se le ocurrió que podría llegar al bloque por
debajo, haciendo un túnel; desde allí hizo un pequeño fuego que
comenzó a derretir el hielo rápidamente, ¡y sin apenas esfuerzo pudo
llegar al tesoro! Y así fue como la comadreja llegó a ser la reina de la
selva, al demostrar a todos que se consiguen más cosas pensando que
lanzándose a hacerlas a lo loco.
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EL RIO SERIO
Había una vez un río serio y solitario. No recordaba cuándo, sin duda
hacía mucho tiempo, había decidido que no quería aguantar nada ni
nadie, y echó de sus aguas a peces, plantas y cualquier otro animal que
encontró. Y su vida pasó triste y solitaria durante muchos siglos. Un día,
una niña llegó a la orilla de aquel río con una pequeña pecera circular.
Dentro estaba Escamas, su pececito más querido, a quien había decidido
dejar en libertad porque no podía acompañarle en su viaje a otro país.
Cuando Escamas cayó al agua, sintió inmediatamente la soledad de
aquel río. Escamas trató de hablar con el río, pero éste, muy serio, sólo
le invitó a marcharse. Escamas era un pececillo muy alegre, y no quiso
darse por vencido. Preguntó y preguntó, y nadó y nadó, y finalmente
comenzó a dar saltitos por el río... El río, con los saltitos, comenzó a
reír, pues le hacían muchas cosquillas, y en poco tiempo se sintió de tan
buen humor que comenzó a hablar con Escamas. Casi sin darse cuenta,
antes del primer día se habían hecho muy amigos, y el río se pasó toda
aquella noche pensando lo divertido que era tener amigos y lo mucho
que los había echado de menos. Se preguntaba por qué nunca los tenía,
pero no podía recordarlo. A la mañana siguiente, Escamas despertó al
río con unos saltitos muy juguetones... y entonces el río recordó por qué
había decidido ser un río tan serio: ¡tenía muchísimas cosquillas y no
podía soportarlas! Ahora recordaba perfectamente cómo había echado a
todo el mundo el día que decidió que ya no iba a aguantar las cosquillas
ni un día más. Pero al recordar lo triste y sólo que se había sentido
durante años, se dio cuenta de que aunque tuviera sus pequeños
inconvenientes, siempre era mejor tener amigos y tratar de estar
alegre.
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LA TROMPETA DE LA ALEGRÍA
Había un país en que una trompeta especial, cuyas notas resonaban por
todas partes, aseguraba felicidad y alegría para todos. Pero un día, la
trompeta desapareció y todo se sumió en la tristeza. Nadie hizo nada,
salvo una niña que marchó decidida en busca de la Trompeta. Preguntó
por todas partes, hasta que alguien le llevó a conocer al sabio de las
montañas. Este le contó que la Trompeta estaba en el Pozo de las
Sombras, y le dio un violín que debía serle útil. Cuando llegó al Pozo,
encontró junto al mismo algunos músicos, tocando melancólicas
melodías, y se unió a tocar con ellos. Pero al oír aquella música tristona,
se dio cuenta que nadie, y menos la Trompeta, querría salir del pozo con
aquel ambiente. Así que comenzó a tocar la música más alegre que
pudo, sin descanso, hasta animar a los músicos, y todos juntos
alegraron tanto el lugar que la misma Trompeta salió del Pozo más
animada que nunca, llevando de nuevo la alegría a todo el país. Allí, la
niña comprendió el valor de regalar Alegría como mejor remedio para
todos los que están tristes. Y desde entonces, en aquel país, todo el que
ve a alguien triste, le dedica la mejor de sus sonrisas con un poco de
música.
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EL SACO MASCOTA
Desde que era muy niño, Pedro dedicó todas sus energías a encontrar el
Saco Mascota, el más famoso objeto único. Nadie sabía qué tenía dentro
para hacerlo tan especial, pero según decían, era capaz de hacer todo lo
que su amo le ordenara. Pedro, convertido en un poderoso caballero,
fue implacable en su búsqueda, superando todo aquello que se
interponía en su camino, y cuando sus esfuerzos tuvieron recompensa y
encontró el saco viviendo escondido en una cueva, se sintió el hombre
más feliz del mundo.
Pero resultó que el saco estaba lejos de ser una buena mascota: gruñía
cada vez que le pedían hacer algo, incluso aunque el caballero le
amenazaba con sus armas; si algo se le metía en la cabeza no había
forma de sacárselo, y no dejaba de morder, por más golpes que le daba
para que no lo hiciera. Decepcionado tras meses de aguantar tan
insufrible mascota, Pedro decidió venderla en el mercadillo, pero era
tan molesta e insolente, que apenas nadie se acercaba a preguntar por
su precio. Entonces se le acercó Diana, una anciana mujer ciega,
conocida de todos en aquella ciudad por su amabilidad y optimismo.
- Yo me quedaré con tu mascota, aunque no tengo mucho para pagarte.
Pedro se sintió aliviado al deshacerse del molesto saco, pero al
momento vio cómo el saco hacía todo tipo de juegos y cariñosas
piruetas con la anciana. Lleno de sorpresa, lo arrancó de sus manos,
pero nuevamente el saco se tornó agresivo e insufrible. Entonces, rojo
de ira, y tras arrojarlo al suelo, tomó su espada y lo rajó de arriba a
abajo.
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Y al hacerlo, quedó petrificado. Por el roto comenzaron a salir cientos de
pequeños Pedros, todos furiosos y gritones, que lanzaron toda su furia
contra el caballero. Y posiblemente hubieran acabado con él, si no fuera
porque Diana se agachó a tomar el saco, y al hacerlo, todos los Pedros
se transformaron en amables Dianas, volvieron al saco, cerraron la
abertura, y comenzaron a jugar con su nueva dueña...
Así comprendió Pedro que nada había malo en aquel saco que no
estuviera previamente en él mismo, y con el mismo empeño con que
persiguió el saco, se propuso mejorarse a sí mismo. Y lo consiguió de tal
forma, que cuando la adorable Diana le dejó el saco poco antes de
morir, realizaron juntos tantas proezas y tan maravillosas, que darían
para escribir cien libros.
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EL ORIGEN DE LA FELICIDAD
Había una vez un niño que era muy feliz, aunque no tenía muchos
juguetes ni dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por
los demás, y que eso le daba una sensación genial en su interior. Pero
realmente nadie le creía, y pensaban que no andaba muy bien de la
cabeza. Dedicaba todo el día a ayudar a los demás, a dar limosna y
ayuda a los más pobres, a cuidar de los animales, y raras veces hacía
nada para sí mismo. Un día conoció a un famoso médico al que extrañó
tanto su caso, que decidió investigarlo, y con un complejo sistema de
cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo que
descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo bueno, un
millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas justo en
el corazón. Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió
estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos
en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan pocas cosas
buenas, andan todos aburridos haciendo el vago. Y así se descubrió en
qué consiste la felicidad, y gracias a ese niño todos sabemos qué hay
que hacer para llegar a sentir cosquillitas en el corazón
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EL ESPEJO ESTROPEADO
Había una vez un niño listo y rico, que tenía prácticamente de todo, así
que sólo le llamaba la atención los objetos más raros y curiosos. Eso fue
lo que le pasó con un antiguo espejo, y convenció a sus padres para que
se lo compraran a un misterioso anciano. Cuando llegó a casa y se vio
reflejado en el espejo, sintió que su cara se veía muy triste. Delante del
espejo empezó a sonreír y a hacer muecas, pero su reflejo seguía siendo
triste. Extrañado, fue a comprar golosinas y volvió todo contento a verse
en el espejo, pero su reflejo seguía triste. Consiguió todo tipo de
juguetes y cachivaches, pero aún así no dejó de verse triste en el
espejo, así que, decepcionado, lo abandonó en una esquina. "¡Vaya un
espejo más birrioso! ¡Es la primera vez que veo un espejo estropeado!"
Esa misma tarde salió a la calle para jugar y comprar unos juguetes,
pero yendo hacia el parque, se encontró con un niño pequeño que
lloraba entristecido. Lloraba tanto y le vio tan sólo, que fue a ayudarle
para ver qué le pasaba. El pequeño le contó que había perdido a sus
papás, y juntos se pusieron a buscarlos. Como el chico no paraba de
llorar, nuestro niño gastó su dinero para comprarle unas golosinas para
animarle hasta que finalmente, tras mucho caminar, terminaron
encontrando a los padres del pequeño, que andaban preocupadísimos
buscándole. El niño se despidió del chiquillo y se encaminó al parque,
pero al ver lo tarde que se había hecho, dio media vuelta y volvió a su
casa, sin haber llegado a jugar, sin juguetes y sin dinero. Ya en casa, al
llegar a su habitación, le pareció ver un brillo procedente del rincón en
que abandonó el espejo. Y al mirarse, se descubrió a sí mismo radiante
de alegría, iluminando la habitación entera. Entonces comprendió el
misterio de aquel espejo, el único que reflejaba la verdadera alegría de
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su dueño. Y se dio cuenta de que era verdad, y de que se sentía
verdaderamente feliz de haber ayudado a aquel niño.
Y desde entonces, cuando cada mañana se mira al espejo y no ve ese
brillo especial, ya sabe qué tiene que hacer para recuperarlo.
Sabes???
Tu espejo, también es especial, procura verte en él cada día con mucha
felicidad e irradia alegría para compartirla con los demás, porque Dios te
ha dado todo lo necesario para que seas feliz sobretodo, cuando ayudas
a los otros con todo tu corazón.
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UN ALTO EN EL CAMINO
En un lejano país hubo una vez una época de gran pobreza, donde sólo
algunos ricos podían vivir sin problemas. Las caravanas de tres de
aquellos ricos coincidieron durante su viaje, y juntos llegaron a una
aldea donde la pobreza era extrema. Era tal su situación, que provocó
distintas reacciones a cada uno de ellos, y todas muy intensas. El primer
rico no pudo soportar ver aquello, así que tomó todo el oro y las joyas
que llevaba en sus carros, que eran muchas, y los repartió sin quedarse
nada entre las gentes del campo. A todos ellos deseó la mejor de las
suertes, y partió. El segundo rico, al ver su desesperada situación, paró
con todos sus sirvientes, y quedándose lo justo para llegar a su destino,
entregó a aquellos hombres toda su comida y bebida, pues veía que el
dinero de poco les serviría. Se aseguró de que cada uno recibiera su
parte y tuviera comida para cierto tiempo, y se despidió.
El tercero, al ver aquella pobreza, aceleró y pasó de largo, sin siquiera
detenerse. Los otros ricos, mientras iban juntos por el camino,
comentaban su poca decencia y su falta de solidaridad. Menos mal que
allí habían estado ellos para ayudar a aquellos pobres...
Pero tres días después, se cruzaron con el tercer rico, que viajaba ahora
en la dirección opuesta. Seguía caminando rápido, pero sus carros
habían cambiado el oro y las mercancías por aperos de labranza,
herramientas y sacos de distintas semillas y grano, y se dirigía a ayudar
a luchar a la aldea contra la pobreza.
Y eso, que ocurrió hace tanto, seguimos viéndolo hoy. Hay gente
generosa, aunque da sólo para que se vea lo mucho que dan, y no
quieren saber nada de quien lo recibe. Otros, también generosos, tratan
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de ayudar realmente a quienes les rodean, pero sólo para sentirse mejor
por haber obrado bien. Y hay otros, los mejores, a quienes no les
importa mucho lo que piense el resto de generosos, ni dan de forma
ostentosa, pero se preocupan de verdad por mejorar la vida de aquellos
a quienes ayudan, y dan mucho de algo que vale mucho más que el
dinero: su tiempo, su ilusión y sus vidas.
¡Aún estamos a tiempo de cambiar al grupo bueno!
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FINALES FELICES
Perico Picolisto era un niño rico que llevaba una vida muy tranquila y
cómoda, aislado de muchas de las desgracias del mundo. Un día, Perico
fue al cine a ver una película que le hacía muchísima ilusión, pero llegó
un pelín tarde, justo cuando la taquillera le vendía la última entrada a
un niño con un aspecto muy pobre, que llevaba ahorrando semanas
para ver la película. Al verse sin su entrada, Perico se enojó muchísimo,
y comenzó a gritar y protestar, exigiéndole al niño que le diera su
entrada. -¿Por qué voy a darte mi entrada? He llegado antes que tú y la
he pagado- dijo el niño - Pues... ¡porque yo soy más importante que tú!
¡Mírame!, yo soy rico y tú eres pobre, ¿lo ves? - respondió Perico
cargado de razón. Entonces apareció un señor muy distinguido, que se
acercó a Perico Picolisto y le ofreció una entrada diciendo - Por
supuesto, niño. Tú tienes más derecho que a ver esta película, Entonces
Perico, con tono ostentoso y soberbio, apartó al otro niño y entró al
cine. Echó un vistazo alrededor y se sintió muy cómodo cuando vio que
la sala estaba llena de niños ricos como él, y se sentó a disfrutar de la
película. Pero en cuanto se sentó, se sintió trasportado a la pantalla, y
se convirtió en un personaje más, protagonista de muchas historias. Y
en todas aquellas historias, Perico empezaba con muchísima mala
suerte: unas veces sus padres desaparecían, otras su casa se quemaba
y perdían todo su dinero, otras estaba de viaje en un país del que no
entendía el idioma, otras le tocaba trabajar desde niño para ayudar a
criar a un montón de hermanos, otras vivía en un lugar donde todos le
trataban como si fuera tonto o no tuviera sentimientos... Y en todas
aquellas historias, Perico se esforzaba terriblemente por salir adelante,
aunque todo eran dificultades y casi nadie le daba ninguna oportunidad.
Pero igualmente, todas las historias acabaron con un final feliz, cuando
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un misterioso personaje, rico, sabio y afortunado, le ayudaba a salir
adelante y cumplir sus sueños. Cuando terminó la película y Perico
volvió a encontrarse en su asiento, estaba asustado. Pensó que en la
vida real, él siempre había sido de aquellos que teniendo suerte, nunca
ayudaban a crear finales felices. Se sintió tan mal, que estuvo llorando
largo rato en su silla... Finalmente, una enorme sonrisa se dibujó en su
rostro, y salió del cine casi bailando. Estaba contento porque ya sabía a
qué se iba a dedicar: sería esa ayuda que necesitan quienes tienen
menos suerte, ¡sería creador de finales felices! Y mientras volvía a casa
dispuesto a cambiar su mundo, vio a lo lejos al señor distinguido que le
había dado la entrada. Era el misterioso personaje que le había ayudado
a resolver todas las historias de su película.
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LA NUBE AVARICIOSA
Erase una vez una nube que vivía sobre un país muy bello. Un día, vio
pasar otra nube mucho más grande y sintió tanta envidia, que decidió
que para ser más grande nunca más daría su agua a nadie, y nunca más
llovería.
Efectivamente, la nube fue creciendo, al tiempo que su país se secaba.
Primero se secaron los ríos, luego se fueron las personas, después los
animales, y finalmente las plantas, hasta que aquel país se convirtió en
un desierto. A la nube no le importó mucho, pero no se dio cuenta de
que al estar sobre un desierto, ya no había ningún sitio de donde sacar
agua para seguir creciendo, y lentamente, la nube empezó a perder
tamaño, sin poder hacer nada para evitarlo.
La nube comprendió entonces su error, y que su avaricia y egoísmo
serían la causa de su desaparición, pero justo antes de evaporarse,
cuando sólo quedaba de ella un suspiro de algodón, apareció una suave
brisa. La nube era tan pequeña y pesaba tan poco, que el viento la llevó
consigo mucho tiempo hasta llegar a un país lejano, precioso, donde
volvió a recuperar su tamaño.
Y aprendida la lección, siguió siendo una nube pequeña y modesta, pero
dejaba lluvias tan generosas y cuidadas, que aquel país se convirtió en
el más verde, más bonito y con más arcoíris del mundo.
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EL COMERCIANTE SIN SUERTE
Había una vez un comerciante que después de unos malos negocios, se
lamentaba de su mala suerte. Un viajero que pasaba por allí le preguntó
qué le apenaba, y al oír que era un hombre con muy mala suerte, abrió
el saco que llevaba y sacó un extraño artilugio, formado por dos vasos
de cristal unidos por la mitad, decorados con extraños dibujos, uno
verde y otro rojo, en cada uno de los cuales había unas raras semillas
del mismo color que su vaso.
- Pues precisamente has tenido mucha suerte al encontrarme -dijo el
hombre-. Esto es justo lo que necesitas: unas vasijas de la suerte.
Y ante el asombro del mercader, le explicó que aquellas semillas eran
las semillas de la suerte; las de la buena suerte, las verdes, y las de la
mala suerte, las rojas. Nunca podían separarse las vasijas, y cuando
alguna de ellas se llenaba, provocaba múltiples sucesos de buena o
mala suerte, según se hubieran desbordado unas semillas u otras. El
comerciante, ilusionado, agradeció el regalo, sin llegar apenas a
escuchar las últimas palabras del viajero, advirtiéndole lo difícil que era
utilizar aquellas vasijas. Esperanzado, examinó con cuidado las semillas
verdes, las de la buena suerte. Aunque no le eran familiares, estaba
seguro de poder encontrar alguien a quien comprarle varias vasijas, así
que cubrió la boca del tarro con sumo cuidado, evitando que se pudieran
caer por descuido. Luego miró las semillas rojas, y pensó que la forma
más segura de evitar que se llenara el vaso rojo era vaciarlo allí mismo;
así lo hizo y siguió su camino. Poco después, se cruzó con una mujer
que al ver sus vasijas debió reconocerlas, porque corrió a pedirle un
buen puñado de semillas. El comerciante se negó rotundamente, y la
mujer se fue maldiciendo entre dientes. "Qué quiere que haga", pensó
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apesadumbrado, "no puedo renunciar a mi buena suerte", y siguió su
camino, donde volvió a tener más encuentros similares.
Según pasaba el tiempo, el comerciante descubrió que el vaso rojo se
llenaba solo. Le pareció más o menos lógico, porque si no las vasijas no
tendrían mucha gracia, así que cada poco tiempo se paraba a vaciarlo y
seguía su camino. Pero llegó un momento en que el vaso se llenaba tan
rápido, que casi no podía vaciarlo, y finalmente, se desbordó. "Buena la
he hecho", pensó el mercader, "lo único que me falta es otro montón de
mala suerte". Entonces miró a lo largo del camino, y vio que las semillas
que había ido arrojando se habían convertido en plantas malignas que
acabaron con los sembrados y los pastos de toda la zona. Los aldeanos
del lugar al verlo, buscaron enfurecidos al culpable, y el mercader casi
había conseguido librarse cuando la mujer con la que no compartió sus
semillas verdes le delató, y el hombre huyó corriendo del pueblo entre
golpes y porrazos. Ése sólo fue el principio de la multitud de desgracias
que le tocó sufrir al mercader. Realmente, las vasijas tenían mucho
poder y todo se volvió en su contra. En sólo 3 días trató de librarse de
las vasijas cien veces, pero como aquello no terminó con su mala
suerte, tuvo que volver por ellas y buscar la forma de llenar el vaso
verde, y de no dejar caer ni una semilla roja más. Así que cambió la
tapa del tarro verde al rojo, para descubrir con horror que la mayor
parte de las semillas verdes habían desaparecido...
Y mientras lamentaba su mala fortuna, se detuvo a mirar los dibujos de
las vasijas. Eran como unas instrucciones, en las que siempre se veía el
vaso rojo cerrado y el verde totalmente abierto, y parecía que
cualquiera pudiera tomar cuantas semillas verdes quisiera.
Decidió seguir su viaje de esa forma, y al encontrarse con un hombre
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que le pidió algunas de sus semillas, esta vez le dejó servirse
libremente. Y su suerte cambió, porque en ese instante aparecieron los
aldeanos que aún le perseguían, pero su nuevo amigo le ayudó a
escapar, y les dirigió en dirección contraria. Cosas parecidas volvieron a
ocurrir con muchos otros que encontró en el camino, hasta que el
comerciante comprobó que en lugar de vaciarse, cada vez que regalaba
las semillas verdes el vaso se llenaba más, hasta que tras ofrecer
semillas a todo el mundo, el vaso llegó a desbordarse. Y efectivamente,
la buena suerte se quedó con él y comenzaron a ocurrirle cosas
maravillosas; uno de aquellos a quienes había ayudado resultó ser un
hombre muy rico, que agradecido le llenó de lujos y regalos; otros le
consideraban tan bueno que le propusieron para alcalde, y así una y
otra vez.
Algún tiempo después el mercader se cruzó con aquel viajero que le
entregó las vasijas. Después de saludarse, le contó todas sus aventuras
y le dio miles de gracias. Pero antes de despedirse, le preguntó:
- ¿Por qué me diste las vasijas de la suerte? ¿Es que ya no querías tener
buena suerte? Y el hombre, riendo con fuerza, respondió: - ¡No me
digas que aún las tienes! ¡Pero si no hacen falta para nada!... la suerte
de las vasijas es muy tonta: sólo hace crecer o disminuir unas estúpidas
semillas venenosas y comestibles, pero no tiene ningún efecto sobre la
suerte. ¡¿Cómo?! -exclamó sorprendido el mercader. - Claro que no. He
oído que las inventó un viejo maestro quien las encontró y se dio cuenta
de que serían geniales para enseñar a usar la suerte: guárdate lo malo
para ti, y comparte lo bueno con los demás. Y en verdad que es la única
forma de atraer la buena suerte y evitar la mala, ¡y vaya si funciona!...
Cuando repartiste tu mala suerte, tratando de conservar para ti la
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buena, te aseguraste de que nadie quisiera compartir las cosas buenas
contigo, sólo las malas. Las semillas no tuvieron nada que ver en eso,
fueron tus obras. ¿Lo entiendes ahora?
¡Vaya si lo había entendido!. Y mientras el viajero se alejaba el
mercader, con las vasijas en la mano, miró a los habitantes del pueblo,
buscando entre todos ellos quien más necesitara aprender a utilizar la
buena suerte.
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LA CAJA FUERTE
Había una vez un hombre sabio, gran matemático, al que en cierta
ocasión un hombre muy rico y muy avaro le pagó un gran tesoro por
encontrar la forma de obtener el máximo beneficio en todo lo que
hiciera, pues su gran sueño era llenar de oro y joyas una inmensa caja
fuerte que había fabricando él mismo.
El matemático estuvo encerrado durante meses en su laboratorio;
cuando pensaba que había encontrado la solución, descubría errores en
sus cálculos... y vuelta a empezar. Una noche apareció en casa del
hombre rico con una gran sonrisa en la cara: "¡lo encontré!", le dijo,
"mis cálculos son perfectos". El avaro, que al día siguiente partía para
un largo viaje y no tenía tiempo de escucharle, le prometió el doble del
oro si se quedaba a cargo de sus bienes poniendo en práctica sus
fórmulas. El matemático, entusiasmado por su descubrimiento, aceptó
encantado.
Cuando algunos meses después el avaro regresó, encontró que no
quedaba nada de sus antiguas posesiones. Furioso, fue a pedir
explicaciones al matemático, quien tranquilamente le contó sus planes:
había regalado todo a todo el mundo. El hombre rico no podía creerlo,
pero entonces el matemático le explicó:
- Durante meses estuve analizando cómo puede un hombre conseguir el
máximo beneficio, pero siempre estaba limitado, porque un hombre sólo
no puede hacer mucho. Entonces comprendí que la clave era que fueran
muchos los que ayudaran a conseguirlo, y así fue como resultó que
ayudar a todos era la mejor forma de que cada vez más gente
contribuyera a conseguir nuestro propio beneficio.
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Desengañado y furioso, el avaro se marchó desesperado tras haber
perdido todo por culpa de un loco. Pero mientras caminaba cabizbajo y
pensativo, varios vecinos corrieron a preocuparse por él. Todos habían
sido beneficiados cuando el matemático repartió sus bienes, y se sentían
tan honrados de poder ofrecer su casa y todo lo suyo a alguien tan
especial, que hasta discutían por poder ayudarle. Durante los días
siguientes, el avaro estuvo comprobando los efectos de lo que había
planeado el matemático: allá donde iba era recibido con grandes
honores, y todos se mostraban dispuestos a ayudarle en cuanto
estuviera en su mano. Y comprendió que su no tener nada le había dado
mucho más.
De esta forma, rápidamente pudo volver a crear florecientes negocios,
pero desde entonces, siguiendo el consejo de su brillante matemático,
ya no volvió a acumular sus riquezas en una caja fuerte ni nada
parecido. En su lugar, las repartía entre cientos de amigos, cuyos
corazones se convertían en la más segura, agradecida y rebosante de
las cajas fuertes.
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LA PRINCESA DE FUEGO
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada
de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus
riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más
valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos
de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de
poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos,
descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a
quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy
ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa:
es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es
duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y
será más tierno que ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y
atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas
partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su
corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada,
terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía
la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro.
Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y
transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el
reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas
a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los
excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos
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trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y
su sola presencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía,
que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del
joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo
que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días
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LAS OBRAS DEL REINO
Cierto rey ordenó a sus 2 hijos construir dos grandes acueductos que llevaran agua a los maltrechos campos reales, muy castigados por una
gran sequía. El primero tomó parte de las riquezas y ejércitos del padre
y con ellos fue al Norte, donde ordenó a los habitantes de aquellas tierras trabajar duro en la construcción de la gran obra.
El hijo del rey dirigió la obra diligentemente, pagando justamente a los
aldeanos y terminándola en el tiempo previsto de dos años. Orgulloso de su trabajo, se presentó en palacio, donde se encontró con
las celebraciones por la próxima coronación de su hermano como rey. Le contaron que había tardado sólo un año en construir el acueducto del
Sur, y que lo había hecho sin apenas soldados ni dinero. Aquello le pareció tan extraño que comenzó a investigar la obra del Sur, llegando a
descubrir no pocas irregularidades. Volvió entonces alarmado a informar
a su padre para evitar la locura de la coronación de su hermano
- ¿Por qué dices eso? ¿Hay algo que deba saber? - respondió el rey - Sabes cuánto quiero a mi hermano, pero debe haberse vuelto loco, pues
ha manchado nuestro nombre mil veces. Construyó el acueducto desviándose de los planos. Creó salidas de agua que llegan a otros
campos antes del tuyo, al que apenas llega la mitad del agua. Desafió al primer ministro en presencia de los aldeanos, se fue sin pagar nada a
quienes trabajaron, y hasta utilizó a tus soldados como obreros. Y quién sabe si esto es sólo el principio... El rey, mirando a su hijo con cariño,
respondió.
- Hijo mío, lo que dices es cierto. Tu hermano tuvo la iniciativa de
modificar la obra para mejorarla; la sabiduría para proponer algo que mejoraría las vidas de todos y así convencer a los aldeanos de trabajar
rápido y gratis; la valentía para enfrentarse al primer ministro por defender la justicia; y el carisma para poner a sus soldados a trabajar
en la obra más horas que los aldeanos. Su compromiso fue tan grande, que él mismo fue quien más tiempo dedicó a trabajar, olvidando su
condición de príncipe. ¿Sabes, hijo? Es por estas cosas que todo el mundo adora a tu hermano y harían lo que él les pidiera. Más que su
rey, ahora es su líder.
El príncipe se marchó pensativo, reconociendo en las palabras de su
padre la grandeza de su hermano. Y sin dudarlo, corrió a felicitarle.
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La mariposa. Cuentos infantiles de reflexión.
Un hombre encontró un capullo de mariposa y se lo llevó a casa para
poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo.
Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar
por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por abrirlo mas grande
y poder salir.
El hombre vio que la mariposa forcejeaba duramente para poder pasar
su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en
el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no
progresaba en su intento. Parecía que se había atascado. Entonces el
hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña
tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que
por fin la mariposa pudo salir del capullo.
Sin embargo, al salir la mariposa tenía un cuerpo muy hinchado y unas
alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues
esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían
lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo
hinchado que estaba.
Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente
podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas
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dobladas. Nunca pudo llegar a volar. Lo que el hombre en su bondad y
apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la
lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era
la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa
hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese
volar. La libertad y el volar solamente podían llegar luego de la lucha. Al
privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud.
Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida.
Autor desconocido
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¿Qué significa ser adoptado? Cuentos infantiles de reflexión.
.
La Maestra Debbie Moon’s de primer grado estaba discutiendo con su
grupo la pintura de una familia. Había un niño en la pintura que tenía el
cabello de color diferente al del resto de los miembros de la familia.
Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado
y una niña compañera del grupo le dijo “Yo sé todo de adopciones
porque yo soy adoptada”.
“¿Que significa ser adoptado?” preguntó otro niño “Significa”, dijo la
niña, “que tú creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su
vientre”.
Autor desconocido
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Los dos amigos. Cuentos populares de la India.
Dos amigos emprendieron una excursión. Al llegar la noche se echaron a
dormir uno al lado del otro. Uno de ellos soñó que habían tomado un
barco y habían naufragado en una isla. Al despertar, comenzó a
preguntarle a su compañero si recordaba la travesía, el barco y la isla.
Se quedó atónito cuando el amigo le explicó que él no había tenido el
mismo sueño. No podía creerlo. Pero si era un sueño increíble! Se
negaba a aceptar que el amigo no recordara la travesía, el barco y la
isla.
El Maestro dice: La persona común, atrapada en la cárcel de su ego,
proyecta sobre los otros sus propios autoengaños.
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Un niño abortado escribe a su mamá
Querida mamá: Soy tu hijo. ¿Recuerdas?. No he desaparecido, pues
Dios me infundió un alma eterna en el momento en que fui concebido.
No vi nunca la luz del día pero vivo para siempre.
Sé porqué me mataste. El que debió haber sido mi padre andaba lejos
del país. Tú te sentías sola porque el andaba muy ocupado en sus
negocios. En su ausencia, surgió otro hombre. De ese romance fui
engendrado yo.
Nunca olvidaré los meses que me acunaste en tu vientre, ¡me sentí tan
seguro y amado!. ¡Comprendo que no me desearas; pues qué pensaría
papá a su regreso! Había que blanquear al desliz matando al delator, y
ese era YO. Por entonces no supe de las discusiones con tu amante,
pues él quería verme nacido y tú no. ¡Qué peleas, hasta que le
arrancaste el dinero que costó mi defunción! A todo le ponen precio,
hasta el asesinato de un inocente. "¡Que caros son lo abortos!"
comentaste.
No justifico tu crimen, pero te perdono. Perdono a papá por haber sido
tan irresponsable. También perdono al que, vestido de blanco, se
manchó con mi sangre. ¡Qué dolor cuando me punzó con aquella
enorme aguja y después me despedazó a sangre fría!. Sé que tú nunca
olvidarás el ruido de aquella aspiradora que se tragó mi cuerpecito a
pedazos. Sé que te causó un trauma que llevas en silencio tratando de
pensar que no fue nada. Si era algo. Era alguien, era yo, tu hijo.
Conozco mamá, tus largas noches en vela y tus sobresaltos. Sé que
luchaste mucho en tu interior sobre tu decisión de abortarme. En el
fondo me amabas pero pudo más en ti el miedo. Sé que me amabas,
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pues aun sueñas conmigo y más de una vez te has preguntado, con
remordimientos, si soy niña o niño, piensas como sería hoy día y que
alegrías te hubiera traído... ¡Soy niño! Me parezco más a ti que al
seductor con que andabas. ¡Como me vas a olvidar, si yo a cada
momento pido a Papá Dios que borre esas pesadillas que turban tu
descanso y te dan muerte en vida! Por eso, ¡qué alegría cuando
buscaste al Pastor que te inspiro confianza, y te reconciliaste con el
señor de la vida! Querida mamá, quiero verte feliz. Recuerda los
consejos que te dio el sacerdote al despedirte: "¡hija, Dios padre ya ha
hecho su obra de amor en ti y a su tiempo iras sanando. Mientras te
estoy escribiendo, tengo a mi lado a mi amigo Antonio. Lo mató su
mamá porque ella decía ser demasiado joven para ocuparse con ser
madre. Tampoco el recibió nombre alguno de sus padres pero si de Dios
quien nos ama infinitamente. Tengo muchísimos amigos que corrieron
la misma suerte. A Carlitos lo abortaron porque su madre fue violada.
El odio y el dolor resultante lo descargaron sobre el pobre inocente. El
se pregunta: "¿Por qué si mi mamá no amaba al hombre que la violó,
me mato a mí, que la hubiera amado siempre y jamás me hubiera
avergonzado de ella?" Aquí en el reino del amor, solo entendemos el
lenguaje del amor; por eso, no comprendemos esos "argumentos"
acerca del aborto; por mala conformación del feto, por violación, por
dificultades económicas de los padres, por no querer más hijos, "que la
familia pequeña vive mejor", etc.
Me cuentan que ni las guerras, ni Hitler con sus cámaras de gas letal
han realizado tan brutal y desmedida masacre. Con los abortos se ha
privado a la humanidad de brillantes poetas, sacerdotes, Pastores,
médicos, filósofos, músicos, pilotos, estadistas, pintores, arquitectos, a
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mí todos me dicen que quizá hubiera sido un habilidoso cirujano o un
pianista a la Mozart. Cuando nos reunamos, mami, ¡ya verás que manos
tengo! Lo que más me agrada es cuando me dicen "¡tu mamá tiene que
ser muy hermosa!"
No llores mami. Confía en Dios hasta que nos volvamos a ver. ¡Ah!, se
me olvidaba, aunque me consumo por verte, no te des prisa en venir,
pues mis hermanos te necesitan. Hazles a ellos lo que nunca pudiste
hacerme a mí. Fíjate que cuando bañas a mis hermanitos o los
amamantas, no sé, me entra un poquito de añoranza de todo lo que
pudo ser y no fue. Me hubiera gustado ser amamantado con la leche de
tus pechos; ser acariciado por esas manos tuyas tan lindas y tan
semejantes a las mías, manos de cirujano malogrado.
Quizás te preguntas donde estoy. No te preocupes, estoy en los brazos
de Jesús que me amó hasta derramar su sangre por mí. En El todos
encontramos la Vida.
Y termino pidiéndote un favor. No para mí, comprenderás, sino para
otros niños. ¡no los maten como a mí!, si conoces a una joven que
quiera abortar o a un sujeto que monta campañas a favor del aborto o
un médico asesino que se burla de Hipócrates, o una enfermera que se
presta a ese crimen, extiéndeles el amor de Dios, nuestro Padre.
Entonces recuérdate de nosotros y dile que no mate más. Que los niños
le pertenecen a Dios. Grítales a todos que tenemos derecho a vivir
como ellos, y que aunque nadie nos ame tenemos derecho a vivir y
amar.
¡Te espero con la boca aún sin estrenar, rebosante de besos que tengo
guardados solamente para ti.
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LAS PIEDRECITAS AZULES
Había dos piedrecitas que vivían en medio de otras en el lecho de un
torrente. Se distinguían entre todas porque eran de un intenso color
azul. Cuando les llegaba el sol, brillaban como dos pedacitos de cielo
caídos al agua. Ellas conversaban en lo que serían cuando alguien las
descubriera: "Acabaremos en la corona de una reina" se decían.
Un día por fin fueron recogidas por una mano humana. Varios días
estuvieron sofocándose en diversas cajas, hasta que alguien las tomó y
oprimió contra una pared, igual que otras, introduciéndolas en un lecho
de cemento húmedo. Lloraron, suplicaron, insultaron, amenazaron, pero
dos golpes de martillo las hundieron todavía más en aquel cemento.
A partir de entonces solo pensaban en huir. Trabaron amistad con un
hilo de agua que de cuando en cuando corría por encima de ellas y le
decían: - "Fíltrate por debajo de nosotras y arráncanos de está maldita
pared". Así lo hizo el hilo de agua y al cabo de unos meses las
piedrecitas ya bailaban un poco en su lecho. Finalmente en una noche
húmeda las dos piedrecitas cayeron al suelo y yaciendo por tierra
echaron una mirada a lo que había sido su prisión. La luz de la luna
iluminaba un espléndido mosaico. Miles de piedrecitas de oro y de
colores formaban la figura de Cristo. Pero en el rostro del Señor había
algo raro, estaba ciego. Sus ojos carecían del iris. Las dos piedrecitas
comprendieron. Eran ellas los ojos de Cristo. Por la mañana un sacristán
distraído tropezó con algo extraño en el suelo. En la penumbra pasó la
escoba y las echó al cubo de basura.
Cristo tiene un plan maravilloso para cada uno de nosotros, y a veces no
lo entendemos y por hacer nuestra propia voluntad malogramos lo que
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él había trazado. Tú eres los ojos de Cristo. Él te necesita para mirar con
amor a cada persona que se acerca a tu vida.
Tú también has sido encontrado y eres parte del Cuerpo de Cristo que
es la Iglesia.
También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un
edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales, adeptos a Dios por mediación de Jesucristo. I Pedro 2,5
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OPERACIÓN DE CORAZON ABIERTO
Me encuentro en el quirófano,
acostado boca arriba, la cabeza en una
almohada pequeña y las luces
deslumbrantes sobre mi rostro.
Se está realizando una operación de
corazón abierto. El mío. Me inclino un
poco y puedo ver al médico. El gira su cabeza hacia mí y con voz suave
y confortante me dice:
-Tu corazón se encuentra endurecido y envejecido. Es muy peligroso.
-¿Endurecido? -pregunto, sorprendido. -Y envejecido -me responde,
con voz suave. -¿Envejecido? ¿A mi edad? -pregunto, más extrañado
aún-. ¿Cómo puede ser?
El médico gira su cuerpo hacia mí completamente y me dice:
-Endurecido y envejecido. Algunas cosas logran ese efecto: tu poco
esfuerzo y tus virtudes adormecidas, la suciedad del mundo y las
pasiones, la falta de oración y las pocas visitas de Dios en él. Pocas
personas saben esto. Viven de esta manera y mueren pronto. No es
bueno que continúes como estás ahora. Necesitas que te cambie el
corazón.
-Deseé cambiar mi corazón antes, pero no pude. Ahora lo veo claro; yo
sólo no podía... Gracias por traerme aquí -digo, inclinando la cabeza
hacia atrás de nuevo. El toma mi mano en un gesto de comprensión y
yo agrego, en un hilo de voz:- Sigue, por favor; haz lo que desees
conmigo.
Y Jesús siguió adelante con la cirugía. Señor Jesús, manso y humilde de
corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo
Frankie
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Como pajaritos enjaulados...
El pastor de un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra llegó a su iglesia un
domingo cargando una mohosa jaula de pájaros, doblada y vieja, y la
colocó sobre el púlpito. Se fruncieron varios ceños y, a manera de
contestación, el pastor comenzó a hablar. "Estaba caminando por el
pueblo ayer, cuando vi un joven caminando hacia mí meciendo esta
jaula de pájaros. Dentro de ella había tres pajarillos silvestres,
temblando de frío y de miedo. Detuve al muchacho y le pregunté, '¿Qué
llevas ahí, hijo?'" "Son tan solo unos pajarracos," fue la respuesta.
"¿Y qué vas a hacer con ellos?" le pregunté."Los voy a llevar a casa y
me voy a divertir con ellos," me contestó. "Voy a molestarles, a sacarles
las plumas y hacerles pelear. Esa será mi diversión por hoy con mis
amigos.""Pero te vas a cansar de esos pajarillos tarde o temprano. ¿Qué
harás con ellos entonces?""Tengo unos gatos," dijo el muchacho. "Les
gustan los pájaros. Se los daré de postre y se pondrán contentos."
Me quedé sin palabras. Por fin le dije. "¿Cuánto quieres por esos
pájaros, hijo?" "¿¡Eh!? ¿Para que los quiere?. Son unos simples pájaros
viejos del campo. No cantan. ¡Ni siquiera son bonitos!"¿Cuánto?", insistí.
El muchacho me miró como si estuviera loco y me dijo, "$10?"Busque
en mi bolsillo y puse en sus manos un billete de diez dólares. En un
segundo el joven desapareció. Yo recogí aquella jaula y la llevé al final
del callejón, donde había un árbol y césped. Poniendo la caja en el piso,
abrí la puerta y, golpeando suavemente los barrotes, convencí a los
pajaritos a que salieran a la libertad. Bueno, esa es la historia de la
jaula vacía sobre el púlpito. La traje porque me recordó de otra historia
infinitamente más gloriosa. Se trata de nuestra historia.
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Un día Satanás y Jesús estaban conversando. Satanás acababa de venir
del Jardín del Edén y estaba jactándose. "Acabo de capturar al mundo
lleno de gente allí abajo. Me hice una trampa, utilicé carnada que sabía
que ellos no podían resistir. ¡Los agarré a todos!" "¿Qué vas a hacer con
ellos?" preguntó Jesús. Satanás respondió, "¡Me voy a divertir! Voy a
incitarles toda clase de fantasías. Se creerán poderosos y sabios.
Terminarán peleándose entre ellos mismo. Hasta las parejas se
divorciarán. Las mismas cosas buenas has creado les dominarán: el
sexo, el dinero. Esos hombres que tanto amas serán borrachos y
drogadictos. Les voy a enseñar como inventar armas y destruirán entre
ellos mismos... ¡Me voy a divertir en grande!
"¿Y qué harás con ellos cuando termines?" preguntó Jesús."Oh, los
mataré", exclamó Satanás con una risa sarcástica. "¿Cuánto quieres por
ellos?" preguntó Jesús. "Oh, tú no quieres a esa gentuza. No valen
nada. Se reirán de ti en tu cara ¡Te escupirán, te maldecirán y te
matarán de la manera más salvaje! ¡Tú no quieres a esa gente!".
"¿Cuánto?" insistió Jesús. Satanás miró a Jesús y, mofándose, dijo...
"¿Cuánto? Nada menos que tu propia vida, hasta la última gota de tu
sangre."
"¡HECHO!" dijo Jesús.
El pastor levantó la jaula, abrió la puerta, y se fue del púlpito.
Desconocemos el autor
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LA MAMÁ MÁS MALA DEL MUNDO
Yo tuve la mamá más mala del mundo. Mientras que los otros niños
podían irse a la escuela sin desayunar, yo tenía que comer todo el
cereal, el huevo y el pan tostado. Cuando los demás niños tomaban
refrescos gaseosos y dulces para el almuerzo, yo tenía que conformarme
con comer siempre comidas nutritivas.
Mi madre insistía en saber todo lo que hacíamos y donde estábamos,
parecía que estábamos encarcelados; tenía que saber quiénes eran
nuestros amigos. Insistía en que, si decíamos que íbamos a tardar una
hora, de hecho tardáramos una hora y no dos.
Me da vergüenza admitirlo, pero hasta rompió la "Ley contra el trabajo
de los niños menores", e hizo que laváramos los trastos, tendiéramos
nuestras camas, aprendiéramos nuestras tareas de la escuela y muchas
cosas más; hasta creo que se quedaba despierta por la noche pensando
en las cosas que podría obligarnos a hacer, tan sólo por molestarnos:
Que lávate los dientes, cepíllate el cabello, respeta a los mayores,
obedece...
Siempre insistía en que dijéramos la verdad, toda la verdad y nada más
que la verdad. Así, entre tanta crueldad, transcurrió mi infancia. Para
cuando llegamos a la adolescencia y fue más sabia, nuestras vidas se
hicieron aún más miserables. Nadie podía tocar el claxon para que
saliéramos corriendo, nos avergonzaba hasta el extremo de obligar a
nuestros amigos a llegar hasta la puerta de la casa para preguntar por
nosotros.
Pasaron los años y resulta que todos sus hijos somos felices. Hemos
sabido superar las dificultades de la vida y desarrollar magníficas
51
relaciones tanto en la familia como en la iglesia y en nuestros trabajos.
¿A quién debemos culpar de nuestra situación actual? Tienen razón, a
nuestra "Mala Madre".
Verán lo que nos hemos perdido: Nada que valga la pena.
Hemos descubierto que nuestra "mala madre" es en realidad la mejor
del mundo. Gracias a ella mis hermanos y yo nos hemos propuesto
continuar el camino trazado por Jesús: Vivir para servir. Así es el amor.
"Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (Salmo 41).
Estamos tratando de educar a nuestros hijos como lo hizo nuestra
madre. Estoy llena de orgullo cuando mis pequeñitos me dicen que soy
"mala". Sonrío recordando mis propios arrebatos de cólera y le doy
gracias a Dios por haberme dado a la "Mamá más mala del mundo".
Si su madre fue tan mala como la mía, ¿no cree que usted debería
expresarle su más profundo agradecimiento?
-Autor desconocido,
52
Los ingredientes del bizcocho
Un niño le contaba a su abuelita que todo iba mal: la escuela, problemas
con la familia y enfermedades. Entretanto, su abuela confeccionaba un
bizcocho.
Después de escucharlo, la abuelita le dice: "¿Quieres una merienda".
A lo cual el niño le contesta: "¡Claro que sí!".
-"Toma, aquí tienes un poco de aceite de cocinar."
-"Yuck", dice el niño.
-"¿Que te parecen un par de huevos crudos?".
-"ARRR, ¡abuela!".
-"Entonces, ¿prefieres un poco de harina de trigo, o tal vez un poco de
levadura?
-"Abuela, ¿te has vuelto loca?, ¡todo eso sabe horrible!"
A lo que la abuela responde: "Sí, todas esas cosas saben horrible, cada
una aparte de las otras. Pero si las pones juntas en la forma adecuada,
haces un delicioso bizcocho. Dios trabaja de la misma forma. Muchas
veces nos preguntamos por qué nos permite andar caminos y afrontar
situaciones tan difíciles. ¡Pero cuando Dios pone esas cosas en su orden
divino, todo obra para bien! Solamente tenemos que confiar en Él y a la
larga veremos que Dios hace algo maravilloso.
¡Dios te ama con locura!. Si Dios tuviera una nevera, pondría tu retrato
en la puerta! Si tuviera una billetera, tu foto estaría allí. Te envía flores
cada primavera y el sol sale para ti cada mañana. Cuando quieres
hablar, Él te está escuchando. Puede vivir en cualquier parte del
53
universo y ha escogido vivir en tu corazón. Y qué te parece el regalo de
Navidad que te envió a Belén. Su locura de amor se demostró
plenamente aquel viernes en el Calvario, descansó el Sábado por
obediencia a Dios y al día siguiente resucitó. La locura de Su amor por ti
no tiene límites. Llora todo lo que necesites llorar... Él secará tus
lágrimas. Él te dará otro día para reír de lo que un día te hizo llorar, solo
espera y sobre todo TEN FE.
(Desconocemos el autor)
54
El precio de la salvación
Un Pastor muy querido presento a su feligresía
un señor, explicando que era su amigo más
querido de la infancia y que deseaba darle unos
minutos para que les saludara y compartiera
con ellos lo que él sintiera que fuese apropiado.
El señor miró con cariño a todos y comenzó:
"Un padre, su hijo, y un amigo del hijo navegaban en el Pacífico, cuando
una tormenta los sorprendió haciendo imposible todos los intentos de
regresar a la costa. Las olas eran tan altas que, aunque el padre era un
navegante experimentado, no pudo dominar el velero y los tres fueron
arrastrados mar adentro."
El invitado titubeó por un momento, haciendo contacto de ojo con dos
jóvenes, que por primera vez desde que el servicio comenzó, empezaron
a lucir un poco más interesados en su historia. Continuó con su
historia: "Después de unas 4 horas de intensa lucha por mantenerse a
flote, una gigantesca ola barrió la cubierta con una fuerza brutal. Los
dos jóvenes fueron echados al mar. El padre, agarrando la soga de
rescate, tuvo que hacer la decisión más difícil de su vida: A cuál de los
dos muchachos le iba a tirar la soga. Tenía nada más unos segundos
para hacer su decisión. El padre sabía que su hijo era Cristiano y que su
amigo no. La agonía de su decisión era mayor que el ímpetu de las olas.
El padre le gritó a su hijo, 'te amo, hijo mío!', y le tiró la soga de rescate
al amigo. Cuando volvió por su hijo, este había desaparecido bajo las
olas en la noche oscura. Por más que lo buscaron, nunca apareció. Ni
siquiera se encontró jamás su cuerpo."
Mientras los jóvenes sentados derechitos en el banco, estaban
ansiosamente esperando las próximas palabras. "El padre," continuó,
"sabía que su hijo iba a estar en la eternidad con Jesús pero temía por el
destino del otro joven que no conocía a Jesucristo. Es por eso que
decidió entregar a su hijo para salvar la vida del amigo de su hijo. ¡Qué
grande es el amor de Dios que hizo lo mismo por nosotros!. Nuestro
Padre Celestial sacrificó su Hijo único para nuestra salvación. Yo les
suplico que acepten la oferta de rescate y agarren la soga de vida que El
les está ofreciendo en este mismo momento."
55
La Iglesia quedó en profundo silencio. A la salida, los dos jóvenes se
acercaron al anciano y uno le dijo: "Fue una bonita historia, comprendo
que ayuda a entender el amor de Dios al entregar a Su único Hijo por
cada uno de nosotros. Pero no creo que fue muy realista, que un padre
entregase la vida de su hijo con la esperanza que el otro se convirtiera
al Cristianismo."
"Bueno, comprendo lo que dices", el anciano replicó. Quedó entonces en
silencio mientras de su mejilla corría una lágrima. "No parece muy
realista", continuó diciendo. Miró entonces serenamente a los jóvenes,
su rostro al mismo tiempo reflejaba dolor y un gran gozo. "De verdad
que no fue muy realista, ¿cierto?" pero tengo algo más que decirles.
Queridos amigos, yo soy ese padre, y vuestro Pastor era el amigo de mi
hijo.
Autor desconocido
56
EL SACO DE PLUMAS
Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo,
todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a
ese amigo, y visitó a un hombre sabio a quien le dijo:"Quiero arreglar
todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?", a
lo que el hombre respondió: "Toma una bolsa llena de plumas de ave y
suéltalas por donde vayas" El hombre al cabo de un día las había
soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo:"Ya he terminado", a lo
que el sabio contestó: "Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a
llenar la bolsa con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y
búscalas". El hombre se sintió muy triste, pues sabía que eso era
imposible. El sabio le dijo: "Así como no pudiste juntar de nuevo las
plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de
boca en boca y el daño ya está hecho. Se humilde y reconoce el daño
pidiendo perdón a tu amigo, y jamás vuelvas a repetirlo".
Autor anónimo.
El daño del pecado está hecho. Acudamos a Jesús que ha pagado el
precio de nuestro perdón: En él (Jesús) tenemos por medio de su
sangre la redención el perdón de los delitos, según la riqueza de su
gracia -Efesios 1,7 Extendamos el mismo perdón a otros: Sed más bien
buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como
os perdonó Dios en Cristo. -Efesios 4,32
Soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno
tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos
también vosotros. -Colosenses 3,13
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Los clavos del mal carácter
Esta es la historia de un joven que tenía muy mal carácter. Su padre le
dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia,
debería clavar un clavo detrás de la puerta. Pronto la puerta se llenaba
de clavos. Pero, a medida que aprendía a controlar su genio, clavaba
cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que podía
controlar su genio, pues el clavar le hacía pensar sobre su mala actitud.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter y ya no tenía razón de
clavar. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un
clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el
joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos
para retirar de la puerta. Era ciertamente un gran logro, pero su padre
lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: "has trabajado
duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más
será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices
exactamente como las que aquí ves. Tú puedes insultar a alguien y
retirar lo dicho, pero la herida permanece y el mal se propaga. Una
ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Ahora hace falta
trabajar mucho más para que la puerta quede como nueva. Hay que
reparar cada agujero y muy difícilmente lograrás que quede como
nueva.
No es suficiente dejar de pecar. Hay que reparar. Todo se sana con la
gracia de Dios, pero requiere mucho sacrificio y reparación. Las heridas
que deja el pecado requieren como remedio la cruz.
Autor desconocido,
58
El Elefante
Cuando yo era chico me encantaba ir al circo,
especialmente para ver al elefante. Durante la función,
la enorme bestia hacia despliegue de peso, tamaño y
fuerza descomunal... pero después de su actuación y
hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante
quedaba sujeto solamente por una cadena que
aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca
clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era minúscula, me parecía
insuficiente para atar un elefante. Aquel animal capaz de arrancar un
árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la
estaca y huir.
El misterio: ¿Que lo mantiene entonces?, ¿Por qué no huye? Pregunte a
muchas personas y me daban razones insuficientes. Uno me dijo que el
elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Entonces la pregunta
obvia:-Si esta amaestrado, ¿por qué lo atan a la estaca? No recuerdo
haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo aquella
incógnita se quedó guardada en los recesos de mi memoria sin darle
más atención.
Un día encontré la explicación: "El elefante del circo no escapa porque
ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño".
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó
tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca
era ciertamente muy fuerte para él. Al día siguiente volvió a probar, y
también al otro y al que seguía... Hasta que un día, un terrible día para
su historia, el animal acepto su impotencia y se resignó a su destino.
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Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que NO PUEDE.
El tiene registrada en su memoria el recuerdo de su impotencia, de
aquella impotencia y jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese
registro. Jamás... Jamás... intentó poner a prueba su fuerza contra la
estaca otra vez.... Cada uno de nosotros somos un poco como ese
elefante: vamos por el mundo atados a estacas que nos restan libertad.
Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente
porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro
recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré. Crecimos portando ese
mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo
volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo
poniendo en el intento TODO TU CORAZON.
-Autor desconocido
San Pablo enseña: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" Filipenses
4,13 En Cristo tenemos la capacidad para actuar plenamente según el
amor con los dones que El nos ha dado. Cristo nos libera del pecado que
es la "estaca" que nos amarra a una existencia sin sentido.
Hay, sin embargo, quienes creen que el cristianismo es como la estaca
del elefante, que nos prohíbe tomar libertades. ¿Que nos prohíbe el
Cristianismo? Lo que es pecado, es decir lo que es indigno del ser
humano porque es contrario al amor. El pecado y no el cristianismo es
la estaca del hombre. «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os
hará libres.» Juan 8,31-32
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AGUANTA UN POCO MAS -Desconocemos el autor.
Se cuenta que en Inglaterra había una pareja que gustaba de visitar las
pequeñas tiendas del centro de Londres. Al entrar en una de ellas se
quedaron prendados de una hermosa tacita. "¿Me permite ver esa
taza?" preguntó la señora, "¡nunca he visto nada tan fino!"
En las manos de la señora, la taza comenzó a contar su historia: "Usted
debe saber que yo no siempre he sido la taza que usted está
sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era solo un poco de barro. Pero un
artesano me tomó entre sus manos y me fue dando forma. Llegó el
momento en que me desesperé y le grité: "¡Por favor...Ya déjeme en
paz...!" Pero mi amo sólo me sonrió y me dijo: ..."Aguanta un poco
más, todavía no es tiempo"
Después me puso en un horno. ¡Nunca había sentido tanto calor!....
toqué a la puerta del horno y a través de la ventanilla pude leer los
labios de mi amo que me decían: ..."Aguanta un poco más, todavía no
es tiempo."
Cuando al fin abrió la puerta, mi artesano me puso en un estante. Pero,
apenas me había refrescado, me comenzó a raspar, a lijar. No sé cómo
no acabó conmigo. Me daba vueltas, me miraba de arriba a abajo. Por
último me aplicó meticulosamente varias pinturas...Sentía que me
ahogaba... "Por favor déjame en paz", le gritaba a mi artesano; pero él
sólo me decía:..."Aguanta un poco más, todavía no es tiempo."
Al fin, cuando pensé que había terminado aquello, me metió en otro
horno, mucho más caliente que el primero. Ahora si pensé que
terminaba con mi vida. Le rogué y le imploré a mi artesano que me
respetara, que me sacara, que si se había vuelto loco. Grité, lloré; pero
61
mi artesano sólo me decía: "Aguanta un poco más, todavía no es
tiempo."
Me pregunté entonces si había esperanza... si lograría sobrevivir
aquellos tratos y abandonos. Pero por alguna razón aguanté todo
aquello. Fue entonces que se abrió la puerta y mi artesano me tomó
cariñosamente y me llevó a un lugar muy diferente. Era precioso. Allí
todas las tazas eran maravillosas, verdaderas obras de arte,
resplandecían como solo ocurre en los sueños. No pasó mucho tiempo
cuando descubrí que estaba en una fina tienda y ante mi había un
espejo. Una de esas maravillas era yo. ¡No podía creerlo! ¡Esa no podía
ser yo!
Mi artesano entonces me dijo: "Yo sé que sufriste al ser moldeada por
mis manos, mira tú hermosa figura. Sé que pasaste terribles calores,
pero ahora observa tu sólida consistencia, se que sufriste con las
raspadas y pulidas, pero mira ahora la finura de tu presencia... y la
pintura te provocaba nausea, pero contempla ahora tu hermosura.. y,
¿si te hubiera dejado como estabas?
¡"Ahora eres una obra terminada! ¡Lo que imaginé cuando te comencé a
formar!".
Querido hermano que lees. Usted es una tacita en las manos del mejor
alfarero: Dios. Confíate en Sus amorosas manos aunque muchas veces
no comprendas por qué permite tu sufrimiento. AGUANTA UN POCO
MÁS Y SERÁS EL HIJO/A QUE EL SOÑÓ PARA TODA LA ETERNIDAD...
Eclesiástico 33:13 Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y
todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su
Hacedor.
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LA OTRA MEJILLA
Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. Sus
monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos
antiguos, muy piadosos. Vivían de su esforzado trabajo rural y
fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los fieles curiosos
que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. Eran
viejos papiros, con fama universal de importantes y profundos
pensamientos.
En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y se fugó por la ladera.
Los monjes avisaron con rapidez al abad. El superior, como un rayo,
buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el
agresor y lo alcanzó: "¿Qué has hecho? Me has dejado con un solo rollo.
No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto.
Tampoco tiene valor lo que me robaste. O me das lo que es del templo o
te llevas también este texto. Así tienes la obra completa." "Padre, estoy
desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos".
El abad le dijo "Bueno, toma el tercer rollo. Si no se va a perder en el
mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz." y lo dejó ir
con el tesoro.
Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. Estimaron que
se había comportado débil con el rapaz, y que era el monasterio el que
había perdido. Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el
episodio.
Cuenta la historia que a la semana, el ladrón regresó. Pidió hablar con el
Padre Superior: " Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo.
Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Cuando me
alcanzaste, todo me esperaba menos que tuvieras la generosidad como
63
para darme el tercer rollo, la confianza en mí como para creer el valor
de mi necesidad y que todavía me dijeras que estábamos en paz,
perdonándome con mucha sinceridad. Eso me ha hecho cambiar. Mi vida
se ha transformado".
Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia
de la generosidad excelente. El abad recuperó los tres manuscritos para
beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda
del robo y del resarcimiento. Y además consiguió un monje trabajador y
de una honestidad a toda prueba.
El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada,
insólita. No sospecha, la conmoción, del poder incalculable de poner la
otra mejilla.
-No conocemos autor
64
Estoy a la puerta
Un hombre había pintado un lindo cuadro. El día de la
presentación al público, asistieron las autoridades
locales, fotógrafos, periodistas, y mucha gente, pues
se trataba de un famoso pintor, reconocido artista.
Llegado el momento, se tiró el paño que velaba el
cuadro. Hubo un caluroso aplauso.
Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de
una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía
querer oír si adentro de la casa alguien le respondía.
Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy
curioso, encontró una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura. Y
fue a preguntar al artista: “¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se
hace para abrirla?“ El pintor tomo su Biblia, buscó un versículo y le pidió
al observador que lo leyera:
Apocalipsis 3, 20:
He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere
la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.”
”Así es”, respondió el pintor.
“Esta es la puerta del corazón del hombre.” "Solo se abre por dentro.”
Abramos nuestro corazón al amor, a DIOS. Cambiemos, aun estamos a
tiempo.
65
No estrujes corazones.
Cuando era joven, mi carácter fuerte, impulsivo y explosivo, me hacía
reventar en cólera a la menor provocación. La mayoría de las veces,
después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me
esforzaba por consolar a quien había dañado. Un día mi maestro, quien
me vio dando excusas a un compañero de salón después de una
explosión de ira, me llevó a un aula, me entregó una hoja
de papel lisa y me dijo: "¡Estrújalo!". Asombrado, obedecí, lo arrugué e
hice con él una bolita. Luego me dijo: "Ahora déjalo como estaba antes"
Por supuesto que no pude dejarlo como estaba. Por más que traté, el
papel quedó lleno de pliegues y arrugas. El profesor me dijo: "El corazón
de las personas es como este papel... La impresión que dejas en ellos,
será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues que
has hecho en el papel”... Así aprendí a ser más comprensivo y paciente.
Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado. La
impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar... más aún
cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras...
No conocemos el autor
66
¿Ver para creer?
Una maestra quiso demostrar a sus niños de primaria que Dios es un
mito. La clase ocurrió así:
MAESTRA: Hoy vamos a aprender que Dios no existe. (Entonces,
dirigiéndose a uno de los niños dice:) ¿Tito, ves el árbol allá afuera?
TITO: Si, maestra.
MAESTRA: ¿Tito, ves la hierba?
TITO: Si, maestra.
MAESTRA: Vete afuera y mira hacia arriba y dime si ves el cielo.
TITO: (Regresando unos minutos más tarde) Si, vi el cielo, maestra.
MAESTRA: ¿Y vistes a Dios?
TITO: No, maestra.
MAESTRA: Esto es exactamente mi punto. Podemos ver todo lo que
existe, pero no podemos ver a Dios porque El no existe. Es un cuento.
En ese momento, María, una compañera de Tito, pidió a la maestra si
podría hacerle más preguntas a Tito. La maestra, algo sorprendida,
accedió.
MARIA: ¿Tito, ves los árboles afuera?
TITO: Si.
MARIA: ¿ves la hierba?
TITO: (ya aburrido de tantas preguntas, contesta) Siiiiiiiii
MARIA: ¿ves a la maestra?
TITO: Siiiiii
MARIA: Todo lo que existe se ve, ¿cierto?
67
TITO: Siiii
MARIA: ¿ves el cerebro de la maestra?
TITO: Noooo.
MARIA: Entonces, Tito, según nos han enseñado hoy, ¡nuestra maestra
no tiene cerebro!
Hebreos 11:1 --La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las
realidades que no se ven.
-Autor desconocido
68
Por Diez Céntimos
Hace años un predicador se mudó para Houston, Texas. Poco después,
se montó en un autobús para ir al centro de la ciudad. Al sentarse,
descubrió que el chofer le había dado diez céntimos de más en el
cambio.
Mientras consideraba que hacer, pensó para sí mismo, "Ah, olvídalo, son
solo diez céntimos. ¿Quién se va a preocupar por tan poca cantidad? De
todas formas la compañía de autobús recibe mucho de las tarifas y no la
echarán de menos. Acéptalo como un regalo de Dios." Pero cuando
llegó a su parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió darle los
diez céntimos al conductor diciéndole, "Tome, usted me dio estos diez
céntimos de más."
El conductor, con una sonrisa le respondió, "Se que eres el nuevo
predicador del pueblo. He pensando regresar a la iglesia y quería ver
que usted haría si yo le daba demasiado cambio”
Se bajó el predicador sacudido por dentro y dijo: "Oh Dios, por poco
vendo a Tu Hijo por diez céntimos."
Nuestras vidas serán la única Biblia que algunos jamás leerán.
-Autor desconocido.
69
EL VALOR DEL DINERO
Con el dinero se puede comprar:
LUJOS, pero no felicidad
DIVERSIÓN, pero no gozo
ALIMENTOS, pero no apetito
MEDICINA, pero no salud
LIBROS, pero no sabiduría
ADULADORES, pero no amistad
CASA, pero no un hogar
CAMA, pero no descanso
TUMBA, pero no el cielo...
RIQUEZAS PASAJERAS, pero no el tesoro de vida eterna
"Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al
Otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a
Dios y al Dinero."-Mateo 6:24SI.
El dinero tiene su importancia. Es el medio de intercambio para las
cosas materiales. Para el cristiano es un medio al servicio de Dios.
Somos administradores, no dueños, de nuestros recursos. El Señor nos
pedirá cuentas ante la necesidad de nuestros hermanos... Jesucristo es
Nuestro Señor, cuidado entonces con la seducción del dinero.
Autor desconocido
70
La Cruz Abrazada...
Un joven sentía que no podía más con sus problemas. Cayó entonces
de rodillas rezando: "Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado
pesada
"El Señor le contestó:
"Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa
habitación.
Después escoge la cruz que tú quieras". El joven suspiró aliviado:
"Gracias Señor".
Luego dio muchas vueltas por la habitación observando las cruces,
Había de todos los tamaños.
Finalmente fijó sus ojos en una pequeña cruz apoyada junto a la puerta
y susurró: Señor, quisiera esa cruz".
El Señor le contestó:
"Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar"
-Desconocemos el autor
71
EL NAUFRAGO
Desde una isla remota, el único sobreviviente de un
naufragio oraba fervientemente, pidiendo a Dios
que lo rescatara, y todos los días revisaba el
horizonte buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba.
Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabañita para
protegerse, y proteger sus pocas posesiones. Un día, después de andar
buscando comida, encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía
hacia el cielo. Todo lo perdió en aquel incendio. Confundido y enojado
con Dios le decía: “¿Cómo pudiste hacerme esto?” y se quedó dormido
sobre la arena.
Temprano en la mañana del siguiente día, escuchó asombrado la sirena
de un barco que se acercaba a la isla. Venían a rescatarlo. Les preguntó,
¿Cómo sabían que yo estaba aquí?. Y sus rescatadores le contestaron,
"vimos las señales de humo que nos hiciste...."
"Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para
bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su
designio". Romanos 8,28
Moraleja: Permite que Dios actúe aunque no entiendas sus caminos.
Desconocemos el autor del cuento;
72
El Payaso Triste
Había una vez un payaso que divertía a los niños pero el mismo siempre
estaba muy triste. Cuando regresaba a su casa, se encontraba que a su
esposa no le importaba si existía y los hijos se burlaban de el por ser
payaso. Aquella casa no era un hogar porque faltaba el amor.
Cada día aquel pobre hombre volvía a su papel de payaso. Todos los
niños se reían de él, menos un pequeñín que lo miraba con una gran
ternura, como si le viera más allá del maquillaje.
Un día, ya muy cansado y deprimido, el payaso se acostó en una banca
del parque y se durmió. ¿Cómo podré seguir de payaso si ya no me
queda fuerza para hacer reír? Al despertar se encontró con aquel
pequeñín que lo miraba con ojos llenos de amor. El payaso, sorprendido,
le pregunta ¿Como descubriste que yo era el payaso si no tengo
maquillaje? El niño respondió. Para mi tú no eres un payaso sino mi
hermano, hijo de Mi Padre. Soy Jesús. Yo di mi vida por ti.
-Desconocemos el autor
Efesios 5,2
Vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como
oblación y víctima de suave aroma.
Romanos 8,37-39
Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó.
Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los
principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la
73
profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios
manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.
Juan 20,17
Vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a
mi Dios y vuestro Dios.
74
LA MEDIA COBIJA
No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti -autor desconocido
Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa. Durante largos años
había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo
era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás,
ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna. A los setenta años,
Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de
recuerdos. Esperaba que su hijo, ahora brillante profesional, le ofreciera su
apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera, y
decidió por primera vez en su vida pedirle un favor. Don Roque tocó la puerta
de la casa donde vivía el hijo con su familia.
-¡Hola papá, qué milagro que vienes por aquí!
-Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo; además
estoy cansado y viejo.
-Pues a nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que
ésta es tu casa.
-Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo.
Entonces, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? ¡Me siento
tan solo!.
-¿Quedarte a vivir aquí? Si... claro...pero no sé si estarías a gusto. Tu sabes,
la casa es chica... mi esposa es muy especial... y luego los niños...
-Mira, hijo, si te causo muchas molestias olvídalo. No te preocupes por mí,
alguien me tenderá la mano.
-No padre, no es eso. Sólo que... no se me ocurre donde podrías dormir. No
puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían... o solo que
no te moleste... -¿Qué hijo? -Dormir en el patio... -Dormir en el patio... está
bien. El hijo de Don Roque llamó a su hijo de doce años. -Dime papá.
-Mira, hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Tráele una cobija para
que se tape en la noche. -Sí, con gusto...y ¿dónde va a dormir?
-En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa.
Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos. En ese momento
llegó su padre. -¿Qué haces Luis? ¿Por qué cortas la cobija de tu abuelo?
-Sabes papá estaba pensando... -¿Pensando en qué? -En guardar la mitad de
la cobija para cuando tú seas ya viejo y vayas a vivir a mi casa.
No conocemos el autor
75
CUATRO GRANDES LECCIONES
1 La Lección Más Importante: Ama
Durante el segundo mes de escuela de enfermeras, nuestro
profesor nos dio un examen de sorpresa. Yo era una estudiante
concienzuda y había encontrado todas las preguntas fáciles hasta
leer la última:” ¿Cual es el primer nombre de la mujer que limpia
la escuela?" Indudablemente esto era un chiste. Yo había visto a
la señora varias veces. Era alta, trigueña, y en sus cincuentas,
¿pero cómo podría saber su nombre? Entregué mi papel dejando
la última pregunta en blanco. Un poco antes que terminara la
clase, un estudiante preguntó si la última pregunta contaría para
el grado del examen. "Absolutamente," dijo el profesor. "En sus
carreras, ustedes conocerán muchas personas. Todas son
importantes. Ellas merecen su atención y cuidado, aunque lo único
que hagan es sonreírles y decirles "hola".
Esto es una lección que nunca se me ha olvidado. También aprendí que
su nombre era Dorotea.
Segunda Lección Importante: Ama
Una noche de gran tormenta, a las 11:30 PM, una señora mayor de raza
negra estaba parada al lado de la carretera en el estado de Alabama.
Estaba empapada por la lluvia. Se le había dañado el carro y
desesperadamente necesitaba ayuda. Un joven blanco paró para
ayudarla, algo que generalmente no ocurría en los años 1960 con sus
conflictos raciales. El joven la llevó a un lugar más seguro, la ayudó a
recibir asistencia, y le llamó un taxi. Ella lucía estar en un apuro muy
grande, pero escribió su dirección y le dio las gracias. Siete días pasaron
76
y alguien le tocó a la puerta al joven. Sorprendido le entregaron un
televisor de color de consola. Una nota especial estaba pegada que
decía:
"Muchas gracias por su asistencia en la carretera la otra noche. La
lluvia, no solo empapó mi ropa sino también mi espíritu. Entonces llegó
usted. Gracias a su ayuda pude llegar al lado de mi esposo moribundo,
justamente antes de que muriera. Que Dios lo bendiga por ayudarme y
servir sin egoísmo a otros. Sinceramente, Sra. Nat King Cole (Esposa
del famoso cantante)
Tercera Lección Importante: Ama
Siempre recuerda con gratitud a quienes te sirven. En los días cuando
un refresco con helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró
a la cafetería de un hotel y se sentó en una mesa. Una camarera le puso
un vaso de agua delante.
-"¿Cuánto es un refresco con helado?" preguntó el niño. -"Cincuenta
centavos," respondió la camarera. El niñito sacó su manito de su bolsillo
y contó el menudo. "Bueno, ¿y cuanto es una copa de helado solo?"
preguntó. Había más personas esperando por una mesa y la camarera
estaba perdiendo su paciencia. "Treinta y cinco centavos", le respondió
bruscamente. El niñito de nuevo contó su menudo. "Por favor deme una
copa de helado solo", dijo el niño.
La camarera le trajo el helado, le puso la cuenta en la mesa y se fue. El
niñito terminó el helado, le pagó a la cajera y dejó su propina. Cuando
la camarera regresó a la mesa, empezó a llorar mientras limpiaba la
mesa. Allí al lado de la copa vacía de helado había dos monedas de
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cinco centavos y cinco centavos sueltos. El niño renunció al refresco
para tener suficiente para la propina.
Cuarta Lección Importante: Ama
Hace muchos años, cuando yo trabajaba de voluntaria en un hospital,
conocí una niñita llamada Liz que sufría de una enfermedad rara y seria.
Su única oportunidad de recuperación era una transfusión de sangre de
su hermanito de 5 años, quien se había salvado milagrosamente de esta
misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para
combatirla. El médico le explicó la situación al hermanito, y le preguntó
que si estaba dispuesto a darle sangre a su hermana. Lo vi vacilar por
solo un momento antes de respirar fuertemente y decirle, "Si, lo haré si
se salvará." Mientras que progresaba la transfusión, el estaba acostado
al lado de su hermanita y sonrió viendo como el color regresaba a sus
mejillas. Entonces el niño se puso pálido y su sonrisa desapareció. Miró
al doctor y preguntó con una voz temblorosa, "¿Moriré enseguida?"
El niño había malentendido al médico; pensó que le tendría que dar toda
su sangre a su hermana para salvarla y que entonces el moriría.
-Autor desconocido
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¡CUANTO TE AMA DIOS!
Cicatrices de Amor
En un día caluroso de verano en el sur de la Florida un niño decidió ir a
nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta
trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un
cocodrilo se le acercaba.
Su mamá desde la casa miraba por la ventana, vio con horror lo que
sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que
podía. Oyéndole, el niño se alarmó y viró nadando hacia su mamá. Pero
fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus
brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba
determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo más fuerte
pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no lo abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una
pistola y mató al cocodrilo.
El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aun pudo
llegar a caminar. Cuando salió del trauma un periodista le preguntó si le
quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se
las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y
señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo: "Pero las que usted
debe ver son estas". Eran las marcas de las uñas de su mamá que
habían presionado con fuerza. "las tengo porque mamá no me soltó y
me salvó la vida".
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Nosotros también tenemos las cicatrices de un pasado doloroso. Algunas
son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Dios
que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del
enemigo asesino.
Algunas veces nos conducimos tontamente en algunas situaciones
peligrosas. La vida está repleta de riesgos y nos olvidamos que el
enemigo nos espera para atacarnos. Ahí es cuando empieza la lucha de
halar y tirar. Si tienes las cicatrices de Su amor en tus brazos, se muy,
pero muy agradecido. El no te dejó y no te dejará ir.
-Autor desconocido
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LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO
El maestro pide a los alumnos que compongan una lista de las 7
maravillas del mundo. Más tarde pidió lean su lista. A pesar de algunos
desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente:
1. Las Pirámides de Egipto
2. El Taj Mahal
3. El Canal de Panamá
4. El Empire State
5. La Basílica de San Pedro
6. La Muralla China
El maestro buscaba consenso para la séptima maravilla cuando notó que
una estudiante permanecía callada y no había entregado aún su lista,
así que le preguntó si tenía problemas para hacer su elección.
La muchacha tímidamente respondió: "Si, un poco" no podía decidirme,
pues son tantas las maravillas..... El maestro le dijo: "Dinos lo que has
escrito, tal vez podamos ayudarte" La muchacha, titubeó un poco y
finalmente leyó: "Creo que las siete maravillas del Mundo son:
1. Poder pensar
2. Poder hablar
3. Poder actuar
4. Poder escuchar
5. Poder servir
6. Poder rezar
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7. Y la más importante de todas..... Poder amar
Después de leído esto, el salón quedó en absoluto silencio....
Es muy sencillo para nosotros poder ver las obras del hombre y
referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas
las maravillas que Dios hace en nosotros con su gracia y que cada uno
debe desarrollar.
¡Usted fue creado por Dios para ser una maravilla!
Autor desconocido.
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LO QUE PIENSO DE TI
No conozco el autor.
Cierto día una maestra pidió a sus alumnos que escribieran el nombre
de cada compañero de clase y la cosa más linda que pudieran decir de
cada uno.
Durante ese fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno
de sus alumnos en hojas separadas de papel y copió en ella todas las
cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.
El lunes entregó a cada alumno su lista. Casi inmediatamente toda la
clase estaba sonriendo. "¿Es verdad?", ella escuchó a alguien diciendo
casi como en un susurro. "Yo nunca supe que podía significar algo para
alguien", y "Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto", eran
los comentarios.
Años más tarde uno de los estudiantes murió en Vietnam y la maestra
asistió a su funeral. En la iglesia estaban sus compañeros de clase. La
maestra fue la última en acercarse al ataúd.
Mientras estaba allí, uno de los soldados de la guardia de honor se
acercó a ella y le preguntó: "¿Era usted la profesora de Marcos"?.
-"Sí".
-"Marcos hablaba mucho acerca de usted
Después del funeral la mayoría de los compañeros de Marcos fueron
juntos a comer con los padres de Marcos y la profesora.
El papá, sacando una billetera, dijo a la profesora: "Queremos mostrarle
algo". "Lo encontraron en la ropa de Marcos. Pensamos que usted lo
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reconocerá". Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente un pedazo de
papel remendado y muy gastado por el uso.
Era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los
compañeros de Marcos habían escrito acerca de él. "Gracias por haber
hecho lo que hizo", dijo la madre de Marcos. "Como usted ve Marcos lo
guardaba como un tesoro"
Los compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor. Carlos
sonrió y dijo tímidamente: "Yo todavía tengo mi lista. La esposa de
Felipe dijo: "Felipe me pidió que pusiera el suyo en nuestro álbum de
boda". "Yo tengo el mío también", dijo otro. "Está en mi diario".
Entonces Victoria, otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera,
sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista. "Yo la
llevo conmigo todo el tiempo".
La maestra se sentó y lloró. ¿Cómo podían trascender tanto unas
sencillas palabras de afecto escritas en una hoja de papel?
Tu, hermano lector. ¿Comprendes el poder de tus palabras para bien y
para mal ?. Una palabra de afecto, de apoyo, de perdón, de ánimo,
tiene un poder inestimable.
¿Que algunos no las merecen? Piensa como Jesús nos miró en la Cruz
con infinita misericordia. Pídele a El que te enseñe a rescatar lo bueno
que hay en cada persona. Desde ahí puede comenzar el hombre a dar
fruto si tan solo se encuentra con Jesús.
Ora por todos y proponte decirles lo bueno que tiene cada uno. Serás un
instrumento de Jesús. Hazlo ya. Mañana puede ser demasiado tarde.
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"Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice
Yahvé, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que
esperáis" -Jeremías 29,11
"Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros" -I Juan 4,1…
Adivinanza: -Enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes
la dan.-No cuesta nada, pero crea mucho.-Ocurre en un abrir y cerrar
de ojos, y su recuerdo puede durar para siempre.-Nadie es tan rico que
no la necesite y nadie es tan pobre que no pueda darla.-Crea la felicidad
en el hogar, alienta la buena voluntad en los negocios y es la contraseña
de los amigos.-Es descanso para los fatigados, luz para los
decepcionados, sol para los tristes, y el mejor antídoto contra las
preocupaciones.-No puede ser comprada, pedida prestada o robada.
-No rinde beneficios a nadie, a menos que sea brindada espontánea y
gratuitamente.
¿Qué es?
Respuesta: la sonrisa
Brinda tu sonrisa, sobre todo, a aquellos que nunca ríen. Porque nadie
necesita tanto una sonrisa como aquel a quien ya no le queda ninguna
que dar.
Desconocemos el autor
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El corazón alegre mejora la salud; el espíritu abatido seca los
huesos.
Proverbios 17:22
Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.
Filipenses 4:4
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EN BICICLETA CON DIOS
No conocemos el autor
Al principio veía a Dios como el que me observaba, como un juez que
llevaba cuenta de lo que hacía mal, como para ver si merecía el cielo o
el infierno cuando muriera. Era como un presidente, reconocía su foto
cuando la veía, pero realmente no lo conocía.
Pero luego reconocí a mi Salvador; parecía como si la vida fuera un viaje
en bicicleta, pero era una bici de dos, y noté que Dios viajaba atrás y
me ayudaba a pedalear.
No sé cuando sucedió, no me di cuenta cuando fue, que Él sugirió que
cambiáramos lugares, lo que sí sé es que mi vida no ha sido la misma
desde entonces.
Mi vida con Dios es muy emocionante. Cuando yo tenía el control, yo
sabía a dónde iba. Era un tanto aburrido, pero predecible. Era la
distancia más corta entre dos puntos. Pero cuando Él tomó el liderazgo,
Él conocía otros caminos, caminos diferentes, hermosos, por las
montañas, a través de lugares con paisajes, velocidades increíbles. Lo
único que podía hacer era sostenerme; aunque pareciera una locura, Él
sólo me decía: "¡Pedalea!"
Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba, "¿A dónde me llevas?" Él
sólo sonreía y no me contestaba, así que comencé a confiar en Él. Me
olvidé de mi aburrida vida y comencé una aventura, y cuando yo decía
"estoy asustado", Él se inclinaba un poco para atrás y tocaba mi mano.
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Él me llevó a conocer gente con dones, dones de compartir y
aceptación, Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje;
nuestro viaje, de Dios y mío
Y allá íbamos otra vez. Él me dijo: "Comparte estos dones, dalos a la
gente, son sobrepeso, mucho peso extra". Y así lo hice... a la gente que
conocimos, encontré que en el dar yo recibía y mi carga era ligera.
No confié mucho en Él al principio, en darle el control de mi vida. Pensé
que la echaría a perder, pero Él conocía cosas que yo no sabía acerca de
andar en bici... secretos. Él sabía cómo doblar para dar vueltas
cerradas, brincar para librar obstáculos llenos de piedras, inclusive volar
para evitar horribles caminos.
Y ahora estoy aprendiendo a callar y pedalear por los más extraños
lugares. Estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en
mi cara y sobre todo de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios.
Y cuando estoy seguro que ya no puedo más, Él sólo sonríe y me dice:
"¡Pedalea!"
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La Ultima Casa del Carpintero
Un viejo carpintero decidió retirarse. Le comunicó a su jefe que, aunque
iba a extrañar su salario, necesitaba retirarse y estar con su familia. El
jefe se entristeció mucho con la noticia porque aquel hombre era su
mejor carpintero. Decidió pedirle de favor que le construyera una última
casa antes de retirarse. El carpintero aceptó la proposición y empezó la
construcción de su última casa pero, a medida que trabajaba sintió que
su corazón no estaba de lleno en el trabajo. Arrepentido de haber
aceptado la petición de su jefe, el carpintero no puso el esfuerzo y la
dedicación que acostumbraba poner en el trabajo. Cada casa la había
construido con gran esmero, pero ya estaba cansado y sentía que su
jefe le había presionado para hacer una casa más.
Cuando el carpintero terminó la casa, el jefe vino muy contento y le
entregó la llave de aquella diciéndole: "Esta es tu casa. Es mi regalo
para ti y tu familia por tanto años de buen servicio". El carpintero sintió
que el mundo se le iba... Si tan solo él hubiese sabido que estaba
construyendo su propia casa, lo hubiese hecho todo de una manera
diferente.
Autor desconocido
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen
arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual
cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya
puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro,
plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual
quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por
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el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. -I
Corintios 3,10-13
Porque toda casa tiene su constructor; mas el constructor del universo
es Dios. -Hebreos 3,4
Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. -Hebreos 11,10
También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un
edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales, adeptos a Dios por mediación de Jesucristo. -I Pedro 2,5
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HISTORIA DE RABOTITY
Rabotity se encaramó en un árbol, pero la rama estaba podrida. Se cayó
y se lastimó la pierna.
Rabotity dijo:
-El árbol ha roto la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el
árbol.
-Yo soy fuerte -dijo el Árbol- mas el viento me azota y me troncha.
Rabotity dijo:
-El viento azota y troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity;
nada hay más fuerte que el viento.
-Yo soy fuerte -dijo el Viento- mas donde el muro se levanta, yo no
puedo pasar.
Rabotity dijo:
-El muro pone freno a los vientos; los vientos tronchan el árbol; el árbol
rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el muro.
-Yo soy fuerte -dijo el Muro- mas el ratón roe el cemento y abre en él un
boquete.
Rabotity dijo:
-El ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento
troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más
fuerte que el ratón.
-Yo soy fuerte -dijo el Ratón- mas el gato me come.
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Rabotity dijo:
-El gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene
los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de
Rabotity; nada hay más fuerte que el gato.
-Yo soy fuerte -dijo el Gato- mas la cuerda me estrangula.
Rabotity dijo:
-La cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón
desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el
árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que la
cuerda.
-Yo soy fuerte -dijo la Cuerda- mas el cuchillo me corta.
Rabotity dijo:
-El cuchillo corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato come al
ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el
viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay
más fuerte que el cuchillo.
-Yo soy fuerte -dijo el Cuchillo- mas el fuego me funde.
Rabotity dijo:
-El fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula
al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro
contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna
de Rabotity; nada hay más fuerte que el fuego.
-Yo soy fuerte -dijo el Fuego-; mas el agua me extingue.
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Rabotity dijo:
-El agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la
cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón
desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el
árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el
agua.
-Yo soy fuerte -dijo el Agua- mas los navíos flotan sobre mi espalda.
Rabotity dijo:
-El navío flota sobre el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde
el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato
se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los
vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity;
nada hay más fuerte que el navío.
-Yo soy fuerte -dijo el Navío- mas al dar contra las rocas me estrello.
Rabotity dijo:
-Contra las rocas se estrella el navío; el navío flota sobre el agua; el
agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la
cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón
desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el
árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que la
roca.
-Yo soy fuerte -dijo la Roca- mas el cangrejo anida en mí.
Rabotity dijo:
-El cangrejo anida en la roca; contra la roca se estrella el navío; el navío
flota sobre el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde el acero;
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el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al
ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el
viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay
más fuerte que el cangrejo.
-Yo soy fuerte -dijo el Cangrejo- mas el hombre me caza y arranca las
patas.
Rabotity dijo:
-El hombre caza al cangrejo; el cangrejo anida en la roca; contra la roca
se estrella el navío; el navío flota sobre el agua; el agua extingue el
fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda
estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el
muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol
rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el hombre.
-Yo soy fuerte -dijo el Hombre; Pero Dios, me envía a la vida y a la
muerte.
Rabotity dijo:
-Dios envía la vida y a la muerte al hombre; el hombre caza al cangrejo;
el cangrejo anida en la roca; contra la roca se estrella el navío; el navío
flota en el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el
acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al
ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el
viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay
más fuerte y poderoso que Dios.
Anónimo
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EL HOMBRE DE VIDA INEXPLICABLE
Había una vez un hombre llamado Moyut. Vivía en una aldea en la que
había obtenido un puesto como pequeño funcionario y parecía muy probable que fuese a terminar sus días como inspector de pesas y
medidas. Una tarde, cuando estaba caminando por los jardines de un viejo edificio cerca de su casa, el Jádir -misterioso guía de los sufíes- se
le apareció vestido con una túnica de brillante verde. Moyut se encontró con el Jádir y el Jádir le dijo:
-Hombre de brillantes perspectivas, deja tu trabajo y encuéntrame junto
a la ribera del río dentro de tres días.
Y desapareció.
Moyut fue a ver a su superior, conmovido por este encuentro, y le dijo
que tenía que partir. Todo el mundo en la aldea se enteró pronto de esta
decisión, y dijeron: "Pobre Moyut, se ha vuelto loco". Pero como había muchos candidatos para su puesto no tardaron en olvidarlo. En el día
señalado Moyut se encontró con el Jádir, quien le dijo:
-Quítate las ropas y arrójate al río. Quizás alguien te salvará.
Moyut lo hizo sin pensar, aunque se preguntaba si se había vuelto loco.
Puesto que sabía nadar no se hundió, pero fue arrastrado por las aguas largamente antes de que un pescador lo hiciera subir a su bote y le
dijera:
-Hombre loco, la corriente es muy fuerte, ¿qué estás tratando de hacer?
Moyut dijo:
-Realmente no lo sé.
-Estás loco -dijo el pescador-, pero te llevaré a mi cabaña junto al río, y
veremos qué puedo hacer por ti.
Cuando el pescador descubrió que Moyut hablaba bien, aprendió de él a leer y a escribir. En cambio le dio alimento y un lugar donde habitar.
Moyut ayudaba al pescador en su trabajo. Después de unos pocos meses el Jádir volvió a aparecer, esta vez al pie de la cama de Moyut, y
le dijo:
-Levántate y deja a este pescador. Ya veremos qué se hace contigo.
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Moyut salió inmediatamente de la cabaña, se vistió como pescador y
vagabundeó hasta llegar a una carretera. Cuando se hizo el día vio a un agricultor en un burro en su camino hacia el mercado.
-¿Buscas trabajo? -le preguntó el agricultor-, porque necesito a un
hombre que me ayude para traer de vuelta algunas compras que debo hacer.
Moyut lo siguió. Trabajó para el agricultor durante casi dos años, tiempo
en el cual aprendió bastante sobre agricultura, pero sobre ninguna otra cosa. Un atardecer, mientras estaba limpiando algodón, se le apareció el
Jádir y le dijo:
-Deja este trabajo, ve a la ciudad de Mosul y usa los ahorros para convertirte en un mercader de pieles.
Moyut obedeció. En Mosul se hizo conocido como mercader de pieles y
no volvió a ver al Jádir durante tres años. Había ahorrado una suma considerable de dinero y estaba pensando en comprar una casa, cuando
el Jádir volvió a aparecérsele y le dijo:
-Dame tu dinero. Vete de esta ciudad. Ve tan lejos como Samarkanda, y trabaja allí como almacenero.
Moyut lo hizo. En realidad empezó a mostrar signos bastante ciertos de
iluminación. Curaba a los enfermos, servía a sus conciudadanos y durante su tiempo libre notaba que los misterios se iban profundizando
en él cada vez más acentuadamente. Filósofos, hombres de negocios, lo visitaban y le preguntaban:
-¿Con quién estudiaste?
-Es difícil decirlo -contestaba Moyut.
Sus discípulos le preguntaban:
-¿Cómo empezaste tu carrera?
Él decía:
-Como un pequeño funcionario.
-¿Y la abandonaste para dedicarte a la mortificación?
-No. Simplemente la abandoné -decía Moyut.
Y sus discípulos no lo entendían. La gente se le acercaba para escribir la historia de su vida.
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-¿Qué has sido en tu vida? -le preguntaban.
-Salté a un río, me convertí en pescador; después me fui de una cabaña
en la mitad de una noche; después de esto me volví agricultor, y mientras estaba limpiando algodón cambié y fui a Mosul, donde me
convertí en un mercader en pieles. Ahorré algún dinero allí, pero lo dejé, y después vine a Samarkanda y trabajé como almacenero. Y aquí es
donde estoy ahora.
-Pero esta conducta inexplicable no ilumina para nada tus dones tan extraños y tus ejemplos maravillosos, decían los biógrafos.
-Así es -decía Moyut.
De tal suerte, los biógrafos organizaron para Moyut una historia muy
excitante y maravillosa, porque todos los santos deben tener su historia, y la historia debe estar de acuerdo con el apetito del oyente, no con las
realidades de la vida. Y nadie puede hablar del Jádir directamente. Tal es la razón por la cual esa historia no es cierta. Es una representación
de la vida. Esta es la verdadera vida de uno de los más grandes sufíes.
Anónimo
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EL ESPEJO DE MATSUYAMA
En Matsuyama, lugar remoto de la provincia japonesa de Echigo, vivía un matrimonio de jóvenes campesinos que tenían como centro y alegría
de sus vidas a su pequeña hija. Un día, el marido tuvo que viajar a la capital para resolver unos asuntos y, ante el temor de su mujer por
viaje tan largo y a un mundo tan desconocido, la consoló con la promesa de regresar lo antes posible y de traerle, a ella y a su hijita, hermosos
regalos.
Después de una larga temporada, que a la esposa se le hizo eterna, vio por fin a su esposo de vuelta a casa y pudo oír de sus labios lo que le
había sucedido y las cosas extraordinarias que había visto, mientras que la niña jugaba feliz con los juguetes que su padre le había comprado.
-Para ti -le dijo el marido a su mujer- te he traído un regalo muy
extraño que sé que te va a sorprender. Míralo y dime qué ves dentro.
Era un objeto redondo, blanco por un lado, con adornos de pájaros y flores, y, por el otro, muy brillante y terso. Al mirarlo, la mujer, que
nunca había visto un espejo, quedó fascinada y sorprendida al contemplar a una joven y alegre muchacha a la que no conocía. El
marido se echó a reír al ver la cara de sorpresa de su esposa.
-¿Qué ves? -le preguntó con guasa.
-Veo a una hermosa joven que me mira y mueve los labios como si
quisiera hablarme.
-Querida -le dijo el marido-, lo que ves es tu propia cara reflejada en esa lámina de cristal. Se llama espejo y en la ciudad es un objeto muy
corriente.
La mujer quedó encantada con aquel maravilloso regalo; lo guardó con sumo cuidado en una cajita y sólo, de vez en cuando, lo sacaba para
contemplarse.
Pasaba el tiempo y aquella familia vivía cada día más feliz. La niña se había convertido en una linda muchacha, buena y cariñosa, que cada
vez se parecía más a su madre; pero ella nunca le enseñó ni le habló del espejo para que no se vanagloriase de su propia hermosura. De esta
manera, hasta el padre se olvidó de aquel espejo tan bien guardado y escondido.
Un día, la madre enfermó y, a pesar de los cuidados de padre e hija, fue
empeorando, de manera que ella misma comprendió que la muerte se le
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acercaba. Entonces, llamó a su hija, le pidió que le trajera la caja en
donde guardaba el espejo, y le dijo:
-Hija mía, sé que pronto voy a morir, pero no te entristezcas. Cuando ya no esté con ustedes, prométeme que mirarás en este espejo todos los
días. Me verás en él y te darás cuenta de que, aunque desde muy lejos, siempre estaré velando por ti.
Al morir la madre, la muchacha abrió la caja del espejo y cada día, como
se lo había prometido, lo miraba y en él veía la cara de su madre, tan hermosa y sonriente como antes de la enfermedad. Con ella hablaba y a
ella le confiaba sus penas y sus alegrías; y, aunque su madre no le decía ni una palabra, siempre le parecía que estaba cercana, atenta y
comprensiva.
Un día el padre la vio delante del espejo, como si conversara con él. Y, ante su sorpresa, la muchacha contestó:
-Padre, todos los días miro en este espejo y veo a mi querida madre y
hablo con ella.
Y le contó el regalo y el ruego que su madre la había hecho antes de morir, lo que ella no había dejado de cumplir ni un solo día.
El padre quedó tan impresionado y emocionado que nunca se atrevió a
decirle que lo que contemplaba todos los días en el espejo era ella misma y que, tal vez por la fuerza del amor, se había convertido en la
fiel imagen del hermoso rostro de su madre.
Anónimo
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LA GRAVE ENFERMEDAD
Hubo una vez un chiquillo que no podía decir "por favor", ni tampoco "gracias". Estas dos palabritas tan corteses no querían sencillamente
salirle de la boca. Sus padres se enfadaban mucho por ello, y el abuelo aún más. Pero la abuela contemplaba al muchachito, y sentía dolor.
-Está enfermo -dijo al fin-. ¡Llamen al médico!
Vino el doctor, y examinó con cuidado al chiquillo.
-No tiene absolutamente nada en el cuello ni en la lengua -dijo el sabio hombre, y se marchó de nuevo.
-Así, pues, tiene algo en el corazón -afirmó la abuela.
Nadie sabía qué hacer; nadie podía ayudar. Y, sin embargo, era una
grave enfermedad y un verdadero dolor. Si venía alguna tía de visita y traía consigo buenas cosas, corría el muchacho a esconderse detrás de
la casa. No quería recibir regalos, pues no podía decir "gracias", como manda la buena educación.
Una vez estaba toda la familia en el campo, en casa de unos primos y
primas. En la fiesta sirvieron mosto dulce y pan moreno recién amasado y con ello también nueces tiernas. ¡Oh, qué bueno era aquello! Y todos
se alegraron.
Pero al muchacho se le ocurrió que tendría que decir "por favor" y "gracias" y dejó todas aquellas apetitosas cosas y dijo que no le
apetecían; prefería ir a ver los conejitos.
Pero, cuando estuvo con los conejitos, empezaron a correr libremente
las lágrimas por sus mejillas. Sentía algo como un peso que le oprimía el
corazón. ¡Ay¡ ¡Era tan triste no poder decir "por favor" y "gracias"! Y el mosto dulce era precisamente para él lo mejor del mundo.
Detrás de la casa de los campesinos se extendía un amplio bosque. Hacia allí corrió el muchacho para ocultar su dolor. Entonces vio junto al
camino una gran mata de zarzas llena a más no poder de moras
maduras.
-¡Oh, cuántas! -exclamó el muchacho-. ¡Voy a cogerlas!
Pero, al ir a hacerlo, ¿qué sucedió? La mata retiró sus ramas y un
ratoncito dijo desde dentro:
-¡Di enseguida "por favor", y entonces podrás cogerlas todas!
100
El chiquillo puso hociquillos de disgusto; se volvió y siguió corriendo,
pues "por favor" era justamente una de las palabras que no podía él decir.
A poco llegó junto a un avellano. Los frutos, de color pardo dorado, eran
tentadores. ¡Oh, cómo recordaban la Navidad! El chiquillo corrió hacia allí. Pero, al acercarse, las ramas del avellano se irguieron con todos sus
frutos hacia lo alto, y una ardilla gritó desde el árbol:
-Tú, como no puedes decir "gracias", tampoco debes coger avellanas.
Echó a correr de nuevo, disgustado, y de tanto correr sintió sed. Por eso se alegró cuando oyó entre la maleza un suave rumor, que procedía de
un manantial. Pero apenas se hubo inclinado para coger agua con la mano, se retiró de pronto el manantial y desapareció en la roca.
Aterrado, levantó el chiquillo la mirada y vio junto a sí un cervatillo. El
pobre animal llevaba la lengua fuera. Era evidente que venía atormentado por la sed. Pero el manantial había desaparecido y no
parecía que quisiera volver a salir de nuevo. Algo se removió en el corazón del chiquillo. Acarició al animal y dijo:
-Yo tengo la culpa de que tú hayas de pasar sed. ¡Pobre cervatillo!
El muchacho sollozaba más y más, desconsoladamente. Entonces echó a
hablar y dijo de manera inesperada:
-¡Por favor, querido manantial, regálanos de nuevo tu agua!
En la roca se oyó inmediatamente como un alegre cantar. A
continuación brotó el agua, y, claro como la plata, fluyó de nuevo el manantial. El chiquillo y el cervatillo bebieron. Y cuando él tuvo
bastante, dijo con voz fuerte y clara:
-¡Gracias!
Entonces se dio cuenta de que había caído algo al suelo, a su lado. Era una piedra, que le había caído al muchacho del corazón. El chiquillo se
sentía muy ligero, libre del peso que antes lo oprimía. En lugar del cervatillo, empero, había ahora un hermoso Ángel a su lado que le dijo:
-Ahora estás curado.
-¡Gracias! -repitió el chiquillo, y se quedó contemplándolo lleno de una indecible felicidad.
Luego echó a correr, loco de alegría, y salió del bosque. De repente
sintió deseos de ver a sus primos y a sus primas, y fue a buscarlos a la
101
pradera donde estaban jugando. Cuando vieron de lejos al fugitivo,
gritaron todos irónicamente:
-¿Quieres ahora mosto dulce y pan moreno y nueces?
-¡Sí, por favor! -dijo el chiquillo.
Entonces corrieron hacia la casa y le trajeron de todo. El chiquillo, cada vez más contento, decía:
-¡Gracias, muchas gracias!
Y reía sin cesar y sentía ligero su corazón. Naturalmente: había desaparecido la piedra que lo oprimía y no le dejaba decir ni "por favor"
ni "gracias".
Pueden imaginarse cómo se alegraron los padres de que su hijito estuviera ahora curado de su grave enfermedad. Pero nadie estuvo más
contento que el abuelo y la abuela, y el más contento de todos era el mismo chiquillo.
Anónimo
102
EL AVE DEL PARAÍSO
Al padre Anselme, un anciano monje del convento de Chaumont, le gustaba mucho pasearse por el bosque cercano, llamado Bosque de los
Padres.
A la sombra de los grandes árboles centenarios meditaba, recordaba, rezaba. Caminar a pie le era también beneficioso para la salud. Un día,
como de costumbre, salió del convento después de haber intercambiado algunas frases con el hermano Jérôme, el portero. Hacía buen tiempo y
el padre Anselme se perdió entre el boscaje, tranquilo y feliz.
De repente, oyó el canto de un pájaro, un canto tan melodioso que se detuvo, sorprendido. Levantó la vista y vio un pájaro de resplandeciente
plumaje, y de una forma particular, desconocida.
El ave continuó con sus ligeros trinos, y el padre los sintió penetrar en
su corazón y llenarlo de dulzura y de ternura nuevas para él.
« ¡Qué bello es!». Pensaba simultáneamente del canto y del ave. Súbitamente, el pájaro agitó las alas y echó a volar. El padre Anselme
no pudo impedirse seguirlo, intentando no perderlo de vista. El ave revoleteaba de rama en rama sin dejar de cantar.
Con los ojos levantados, como fascinado, el monje seguía tras él.
Muchas veces tendió las manos, tan cerca de él se hallaba el ave. Pero en el último instante, el ave escapaba y se iba más lejos... El
encantamiento se prolongó.
Finalmente, no obstante, el padre Anselme hizo un esfuerzo para recuperar el dominio de sí mismo: «Ya es suficiente -se dijo- debo
regresar, si no mis hermanos se inquietarán, pues hace más de dos horas que estoy andando».
Con pesar, abandonó el ave, y tomó el camino de regreso al convento,
impregnado aún de su maravilloso encuentro. Pronto divisó el priorato; cuando llegó a la puerta, tiró de la cuerda de la campana. La campana
sonó, la puerta se abrió y apareció la silueta de un monje desconocido.
-¡Vaya! -dijo el padre Anselme sorprendido- ¿el hermano Jérôme no está?
-No conozco al hermano Jérôme -respondió el nuevo portero.
El padre siguió mirándolo cada vez más sorprendido por su aspecto. -¿Por qué lleva usted ese hábito? -preguntó-. No es el de nuestra orden.
-Sí -contestó el otro-. Mi hábito es el que llevan los monjes mínimos.
103
-¡Eh!, ¡eh!... Espere un momento: nosotros somos benedictinos, de la
orden de san Benito de Cluny, y no monjes mínimos...
-¡Qué ocurrencia! -El portero sacudió la cabeza, tan sorprendido como su interlocutor.
-Pero estoy en el convento de Chaumont ¿no? -dijo el padre Anselme.
-Sí. El monje se frotó los ojos, sintiendo su espíritu enajenado por algo
incomprensible.
-Llame al prior, se lo ruego. Jean de Chalençon me explicará este misterio del nuevo portero y del nuevo hábito.
-Aquí no hay ningún prior que se llame Jean de Chalençon...
-¡Cómo! -gritó el padre-. ¡Vaya a ver, pues su celda está cerca de la
mía! ¡Estoy seguro! -Lo siento.
El diálogo de sordos se prolongó. El portero creía que tenía que vérselas con un loco, y el padre Anselme estaba a punto de convertirse en uno
de verdad... Ambos subían el tono de sus palabras; su ruido atrajo a otro monje que preguntó:
-¿Qué está ocurriendo? Soy el padre superior del convento...
-Pero... pero... -tartamudeó el padre Anselme- ¿y entonces que ha sido de Jean de Chalençon?
Contó su historia de nuevo, insistió, no comprendía nada; hace un rato, después del almuerzo, él, el padre Anselme, había salido a pasearse por
el bosque, y ahora regresaba tranquilamente como siempre. ¿Qué
sucedía en el convento? ¿por qué esos desconocidos? ¿por qué aquellos misterios? Frente a él, el superior lo escuchaba sin comprender. Al
mismo tiempo, reflexionaba: el nombre de Jean de Chalençon le recordaba algo, sí...
-Padre -dijo suavemente-, tiene usted razón, yo he oído hablar de Jean
de Chalençon; era efectivamente el superior de este convento... Sólo que murió hace por lo menos doscientos años.
-Doscientos años... -murmuró el padre Anselme sofocado. Se dejó caer sobre un banco, sin decir nada más, con los ojos desorbitados.
-Espere -prosiguió el prior-. Tengo que verificar todo esto. No se nueva de aquí. Ya regreso.
104
Se marchó corriendo hacia la biblioteca del priorato. Allí, revisó gruesos
registros empolvados y terminó por encontrar lo que buscaba. Era lo que él pensaba:
E padre superior Jean de Chalençon había muerto dos siglos antes... Y,
de repente, el monje se sobresaltó: unas líneas por debajo de aquel anuncio de fallecimiento, la crónica del convento narraba la desaparición
de un tal padre Anselme, que había salido un día a dar un paseo por el bosque, y no había regresado jamás. El libro cayó de las manos del
prior. Completamente azorado, se dirigió hacia la entrada del convento.
Demasiado tarde, ¡sólo encontró allí al portero!
-¿Dónde... dónde está el padre Anselme? -preguntó. El otro se encogió
de hombros.-Se ha marchado.
Por orden del prior, todos los monjes del convento se lanzaron a buscar al fugitivo. No hubo forma de dar con él. Algunos monjes contaron,
como anécdota, que en el bosque, a lo lejos, habían oído el canto de un ave, mucho más bello, en su opinión, que los que se oían de costumbre.
Anónimo
105
EL REY, EL CIRUJANO Y EL SUFÍ
En la antigüedad, un rey de Tartaria estaba paseando con algunos de
sus nobles. Al lado del camino se encontraba un Abdal (un sufí errante),
quien exclamó:
-Le daré un buen consejo a quienquiera que me pague cien dinares.
El Rey se detuvo y dijo:
-Abdal, ¿cuál es ese buen consejo que me darás a cambio de cien
dinares?
-Señor -respondió el Abdal-, ordena que se me entregue dicha suma y te daré el consejo inmediatamente.
El Rey así lo hizo, esperando escuchar algo extraordinario.
El sufí le dijo:
-Este es mi consejo: nunca comiences nada sin que antes hayas reflexionado cuál será el final de ello.
Ante estas palabras, los nobles y todos los presentes estallaron en
carcajadas, diciendo que el Abdal había sido listo al pedir el dinero por adelantado. Pero el Rey dijo:
-No tienen motivo para reírse del buen consejo que este Abdal me ha
dado. Nadie ignora que deberíamos reflexionar antes de hacer cualquier cosa. Sin embargo, diariamente somos culpables de no recordarlo y las
consecuencias son nefastas. Aprecio mucho este consejo del derviche.
Así, el Rey decidió recordar siempre el consejo y ordenó que fuese
escrito en las paredes con letras de oro, e incluso grabadas en su vajilla
de plata.
Poco después, un intrigante concibió la idea de matar al Rey. Sobornó al
cirujano real con la promesa de nombrarlo primer ministro si clavaba una lanceta envenenada en el brazo del Rey. Cuando llegó el momento
de extraer sangre al Rey, se colocó una jofaina para recoger la sangre.
De repente, el cirujano vio las palabras grabadas allí: Nunca comiences nada sin que antes hayas reflexionado cuál será el final de ello. Fue
entonces cuando el cirujano se dio cuenta de que, si el intrigante se convertía en rey, lo primero que haría sería ejecutarlo, y así no
necesitaría cumplir su compromiso. El Rey, viendo que el cirujano
106
estaba temblando, le preguntó que le ocurría, y éste le confesó la
verdad inmediatamente.
El autor de la intriga fue capturado; el Rey reunió a todas las personas que habían estado presentes cuando el Abdal le dio el consejo, y les
dijo:
-¿Todavía se ríen del derviche?
Anónimo
107
UN HOMBRE, SU CABALLO, SU PERRO Y EL CIELO
Un hombre tuvo un día un sueño en el que, su caballo y su perro,
caminaban por una calle.
La caminata era muy larga, cuesta arriba. El sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban
desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con
bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que desde
una garita cuidaba de la entrada.
-Buen día -dijo el caminante.
-Buen día -respondió el hombre.
-¿Qué lugar es este, tan lindo? -preguntó el caminante.
-Esto es el cielo -fue la respuesta.
-Qué bueno que llegamos al cielo, estamos con mucha sed -dijo el
caminante.
-Usted puede entrar a beber agua a voluntad -dijo el guardián,
indicándole la fuente.
-Mi caballo y mi perro también están con sed.
-Lo lamento mucho -le dijo el guarda-. Aquí no se permite la entrada de animales.
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Más él
no bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su camino. Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el
cansancio multiplicados, llegaron a un sitio cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semiabierto. El portón daba a un camino de
tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza
cubierta por un sombrero; parecía que dormía...
-Buen día -dijo el caminante.
-Buen día -respondió el hombre.
-Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.
108
-Hay una fuente en aquellas piedras -dijo el hombre indicando el lugar-.
Pueden beber a voluntad.
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.
-Muchas gracias -dijo el caminante al salir.
-Vuelvan cuando quieran -respondió el hombre.
-A propósito -dijo el caminante- ¿cuál es el nombre de este lugar?
-Cielo -respondió el hombre.
-¿Cielo? ¡Mas si el hombre en la guardia de al lado del portón de mármol
me dijo que allí era el cielo!
-Aquello no es el cielo, aquello es el infierno.
El caminante quedó perplejo. Dijo:
-Esa información falsa debe causar grandes confusiones.
-De ninguna manera -respondió el hombre-. En verdad ellos nos hacen
un gran favor. Porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.
Anónimo
109
EL ESPEJO DEL COFRE
A la vuelta de un viaje de negocios, un hombre compró en la ciudad un espejo, objeto que hasta entonces nunca había visto, ni sabía lo que
era. Pero precisamente esa ignorancia lo hizo sentir atracción hacia ese espejo, pues creyó reconocer en él la cara de su padre. Maravillado lo
compró y, sin decir nada a su mujer, lo guardó en un cofre que tenían en el desván de la casa. De tanto en tanto, cuando se sentía triste y
solitario, iba a "ver a su padre".
Pero su esposa lo encontraba muy afectado cada vez que lo veía volver del desván, así que un día se dedicó a espiarlo y comprobó que había
algo en el cofre y que se quedaba mucho tiempo mirando dentro de él.
Cuando el marido se fue a trabajar, la mujer abrió el cofre y vio en él a una mujer cuyos rasgos le resultaban familiares pero no lograba saber
de quién se trataba. De ahí surgió una gran pelea matrimonial, pues la esposa decía que dentro del cofre había una mujer, y el marido
aseguraba que estaba su padre.
En ese momento pasó por allá un monje muy venerado por la comunidad, y al verlos discutir quiso ayudarlos a poner paz en su hogar.
Los esposos le explicaron el dilema y lo invitaron a subir al desván y
mirar dentro del cofre. Así lo hizo el monje y, ante la sorpresa del matrimonio, les aseguró que en el fondo del cofre quien realmente
reposaba era un monje zen.
Anónimo
110
LAS PESCADORAS
Se trataba de un grupo de pescadoras. Después de concluida la faena, se pusieron en marcha hacia sus respectivas casas. El trayecto era largo
y, cuando la noche comenzaba a caer, se desencadenó una violenta tormenta.
Llovía tan torrencialmente que era necesario guarecerse. Divisaron a lo
lejos una casa y comenzaron a correr hacia ella. Llamaron a la puerta y les abrió una hospitalaria mujer que era la dueña de la casa y se
dedicaba al cultivo y venta de flores. Al ver totalmente empapadas a las pescadoras, les ofreció una habitación para que tranquilamente pasaran
allí la noche.
Era una amplia estancia donde había una gran cantidad de cestas con hermosas y muy variadas flores, dispuestas para ser vendidas al
siguiente día.
Las pescadoras estaban agotadas y se pusieron a dormir. Sin embargo, no lograban conciliar el sueño y empezaron a quejarse del aroma de las
flores: “! Qué peste! No hay quién soporte este olor. Así no hay quién pueda dormir”. Entonces una de ellas tuvo una idea y se la sugirió a sus
compañeras:
-No hay quien aguante esta peste, amigas, y, si no ponemos remedio, no vamos a poder pegar un ojo. Cojan las canastas de pescado y
utilícenlas como almohada y así conseguiremos evitar este desagradable olor.
Las mujeres siguieron la sugerencia de su compañera. Cogieron las
cestas malolientes de pescado y apoyaron las cabezas sobre ellas. Apenas había pasado un minuto y ya todas ellas dormían
profundamente.
Anónimo
111
EL ÁRBOL QUE HABLABA
Había un lobo en la selva. Un día, cuando estaba afuera paseando, encontró a un árbol que tenía unas hojas que parecían caras de
personas. Escuchó atentamente y pudo oír al árbol hablar.
El lobo se asustó y dijo:
-Hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como
un árbol hablante.
Tan pronto como hubo dicho estas palabras, alguna cosa que no pudo ver lo golpeó y lo dejó inconsciente. No sabía durante cuánto tiempo
había estado allí tendido en el suelo, pero cuando despertó estaba demasiado asustado para hablar. Se levantó inmediatamente y empezó
a correr.
El lobo estuvo pensando acerca de lo que le había ocurrido y se dio cuenta de que podía usar el árbol para su provecho. Se fue paseando de
nuevo y se encontró a un antílope. Le contó lo del árbol que hablaba, pero el antílope no le creyó.
-Ven y lo verás tu mismo -dijo el lobo- pero cuando llegues delante del
árbol asegúrate de decir estas palabras: "Hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol hablante". Si no las
dices, morirás.
El lobo y el antílope se acercaron hasta el árbol que hablaba. El antílope dijo:
-Has dicho la verdad, lobo, hasta el día de hoy nunca me había
encontrado con algo tan raro como un árbol hablante.
Tan pronto como dijo esto alguna cosa lo golpeó y lo dejó inconsciente. El lobo cargó con él a su espalda y se lo llevó a casa para comérselo.
"Este árbol que habla solucionará todos mis problemas", pensó el lobo. "Si soy inteligente nunca más volveré a pasar hambre."
Al día siguiente el lobo estaba paseando como de costumbre. Al cabo de
un rato se encontró con una tortuga. Le contó la misma historia que le había contado al antílope, y la llevó hasta el lugar. La tortuga se
sorprendió cuando vio al árbol hablante.
-No creía que esto fuera posible -dijo- hasta el día de hoy nunca me
había encontrado con algo tan raro como un árbol hablante.
112
Inmediatamente fue golpeada por algo que no pudo ver y cayó
inconsciente. El lobo la arrastró hasta su casa y la puso en una olla. Pensó en hacer una estupenda sopa.
El lobo estaba orgulloso de sí mismo. Después del antílope y la tortuga
cazó un ave, un jabalí, y un ciervo. Nunca antes había comido mejor. Siempre usaba la misma estrategia. Contaba a sus presas que debían
decir que nunca antes habían visto a un árbol hablar y que si no lo decían morirían. Todos ellos hicieron lo que el lobo les dijo y todos ellos
quedaron inconscientes. Luego el lobo cargaba con ellos hasta su casa.
Era un plan perfecto, él lo creía simple e infalible, y agradecía a las estrellas el hecho de haber encontrado a ese árbol. Esperaba comer
como un rey durante el resto de su vida.
Un día, que se sentía con algo de hambre, el lobo fue a pasear de
nuevo. Esta vez se encontró con una liebre. El lobo le dijo:
-Hermana liebre, he visto algo que tú no has visto desde el tiempo de tus antepasados.
-Hermano mayor, ¿qué puede ser? -preguntó la liebre.
-He visto un árbol que habla en la selva -dijo el lobo.
Contó la misma historia de siempre a la liebre y se ofreció para llevarla
a ver ese árbol hablante. Fueron juntos hasta el lugar. Cuando se acercaban al árbol el lobo le dijo:
-No olvides lo que te he contado.
-¿Qué me contaste? -preguntó la liebre.
-Lo que debes decir cuando llegues junto al árbol, o si no , morirás -dijo el lobo.
-¡Oh!, sí -dijo la liebre-.
Y empezó a hablar con el árbol.
-¡Oh!, árbol, ¡oh!, árbol -dijo-. Eres un árbol precioso.
.No, esto no -dijo el lobo.
-Perdona -dijo la liebre. Entonces habló de nuevo-. Árbol, ¡oh!, árbol, nunca pensé que pudieras ser tan maravilloso.
-¡No, no! -dijo el lobo- no un árbol precioso, un árbol hablante. Te dije que tenías que decir que nunca habías visto antes a un árbol hablante.
113
Tan pronto como hubo dicho estas palabras, el lobo cayó inconsciente.
La liebre se fue andando y mirando hacia el árbol y el lobo. Luego sonrió:
-Entonces, este era el plan del señor Lobo -dijo-. Se pensaba que este
lugar era un comedero y yo su comida.
La liebre se marchó y contó a todos los animales de la selva el secreto del árbol que hablaba. El plan del lobo fue descubierto, y el árbol, sin
herir a nadie, continuó hablando solo.
Anónimo
114
EL CIELO DEL GORRIÓN
Había un gorrión minúsculo que,
cuando retumbaba el trueno de la tormenta,
se tumbaba en el suelo
y levantaba sus patitas hacia el cielo.
-¿Por qué haces eso? -le preguntó un zorro.
-¡Para proteger a la tierra,
que contiene muchos seres vivos! -contestó el gorrión-.
Si por desgracia el cielo cayese de repente,
¿Te das cuenta de lo que ocurriría?
Por eso levanto mis patas para sostenerlo
-¿Con tus enclenques patitas quieres sostener el inmenso cielo? -
preguntó el zorro.
-Aquí abajo cada uno tiene su cielo
-dijo el gorrión-.
Vete...
Tú no lo puedes comprender...
Anónimo.
115
LAS TRES REJAS
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a su casa y le dice:
-Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! -lo interrumpe el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo
que vas a contarme?
-¿Las tres rejas? -preguntó su discípulo.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber
eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces...
-dijo el sabio sonriendo-,
si no es verdad,
ni bueno,
ni necesario,
Sepultémoslo en el olvido.
Anónimo
116
EL BIGOTE DEL TIGRE
Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a la casa de un ermitaño de
la montaña en busca de ayuda.
El ermitaño era un sabio de gran renombre, conocedor de muchos remedios…
Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, sin levantar los ojos de la
chimenea que estaba mirando, dijo:
-¿Por qué viniste?
Yun Ok respondió:
-Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme un remedio!
-Sí, sí, ¡hazme un remedio! -exclamó el ermitaño-. ¡Todos necesitan
remedios! ¿Podemos curar un mundo enfermo con un remedio?
-Maestro -insistió Yun Ok-, si no me ayudas, estaré verdaderamente perdida.
-Bueno, ¿cuál es tu problema? -dijo el ermitaño, resignado por fin a
escucharla.
-Se trata de mi marido -comenzó Yun Ok-. Tengo un gran amor por él.
Durante los últimos tres años ha estado peleando en la guerra. Ahora que ha vuelto, casi no me habla, a mí ni a nadie. Si yo hablo, no parece
oír. Cuando habla, lo hace con aspereza. Si le sirvo comida que no le
gusta, le da un manotazo y se va enojado de la habitación. A veces, cuando debería estar trabajando en el campo de arroz, lo veo sentado
ociosamente en la cima de la montaña, mirando hacia el mar.
-Sí, así ocurre a veces cuando los jóvenes vuelven a su casa después de
la guerra -dijo el ermitaño-. Prosigue.
-No hay nada más que decir, Ilustrado. Quiero un remedio para darle a mi marido, así se volverá cariñoso y amable, como era antes.
-! Ja! Tan simple, ¿no? -replicó el ermitaño-. ¡Un remedio! Muy bien,
vuelve en tres días y te diré qué nos hará falta para ese remedio.
Tres días más tarde, Yun Ok volvió a la casa del sabio de la montaña.
-Lo he pensado -le dijo-. Puedo hacer tu remedio. Pero el ingrediente principal es el bigote de un tigre vivo. Tráeme su bigote y te daré lo que
necesitas.
117
-¡El bigote de un tigre vivo! -exclamó Yun Ok-. ¿Cómo haré para
conseguirlo?
-Si ese remedio es tan importante, obtendrás éxito -dijo el ermitaño. Y apartó la cabeza, sin más deseos de hablar.
Yun Ok se marchó a su casa. Pensó mucho en cómo conseguiría el
bigote del tigre. Hasta que una noche, cuando su marido estaba dormido, salió de su casa con un plato de arroz y salsa de carne en la
mano. Fue al lugar de la montaña donde sabía que vivía el tigre.
Manteniéndose alejada de su cueva, extendió el plato de comida, llamando al tigre para que viniera a comer.
El tigre no vino.
A la noche siguiente Yun Ok volvió a la montaña, esta vez un poco más cerca de la cueva. De nuevo ofreció al tigre un plato de comida.
Todas las noches Yun Ok fue a la montaña, acercándose cada vez más a
la cueva, unos pasos más que la noche anterior. Poco a poco el tigre se acostumbró a verla allí.
Una noche, Yun Ok se acercó a pocos pasos de la cueva del tigre. Esta
vez el animal dio unos pasos hacia ella y se detuvo. Los dos quedaron mirándose bajo la luna. Lo mismo ocurrió a la noche siguiente, y esta
vez estaban tan cerca que Yun Ok pudo hablar al tigre con una voz suave y tranquilizadora.
La noche siguiente, después de mirar con cuidado los ojos de Yun Ok, el
tigre comió los alimentos que ella le ofrecía. Después de eso, cuando Yun Ok iba por las noches, encontraba al tigre esperándola en el
camino.
Cuando el tigre había comido, Yun Ok podía acariciarle suavemente la cabeza con la mano. Casi seis meses habían pasado desde la noche de
su primera visita. Al final, una noche, después de acariciar la cabeza del animal, Yun Ok dijo:
-Oh, Tigre, animal generoso, es preciso que tenga uno de tus bigotes.
¡No te enojes conmigo!
Y le arrancó uno de los bigotes.
El tigre no se enojó, como ella temía. Yun Ok bajó por el camino, no
caminando sino corriendo, con el bigote aferrado fuertemente en la
mano.
118
A la mañana siguiente, cuando el sol asomaba desde el mar, ya estaba
en la casa del ermitaño de la montaña.
-¡Oh, Famoso! -gritó-. ¡Lo tengo! ¡Tengo el bigote del tigre! Ahora puedes hacer el remedio que me prometiste para que mi marido vuelva
a ser cariñoso y amable.
El ermitaño tomó el bigote y lo examinó. Satisfecho, pues realmente era de tigre, se inclinó hacia adelante y lo dejó caer en el fuego que ardía en
su chimenea.
-¡Oh señor! -gritó la joven mujer, angustiada- ¡Qué hiciste con el bigote!
-Dime como lo conseguiste -dijo el ermitaño.
-Bueno, fui a la montaña todas las noches con un plato de comida. Al
principio me mantuve lejos, y me fui acercando poco cada vez, ganando la confianza del tigre. Le hablé con voz cariñosa y tranquilizadora para
hacerle entender que sólo deseaba su bien. Fui paciente. Todas las
noches le llevaba comida, sabiendo que no comería. Pero no cedí. Fui una y otra vez. Nunca le hablé con aspereza. Nunca le hice reproches. Y
por fin, una noche dio unos pasos hacia mí. Llegó un momento en que me esperaba en el camino y comía del plato que yo llevaba en las
manos. Le acariciaba la cabeza y él hacía sonidos de alegría con la garganta. Sólo después de eso le saqué el bigote.
-Sí, sí -dijo el ermitaño-, domaste al tigre y te ganaste su confianza y su
amor.
-Pero tú arrojaste el bigote al fuego -exclamó Yun Ok llorando-. ¡Todo
fue para nada!
-No, no me parece que todo haya sido para nada -repuso el ermitaño-. Ya no hace falta el bigote. Yun Ok, déjame que te pregunte algo: ¿es
acaso un hombre más cruel que un tigre? ¿Responde menos al cariño y a la comprensión? Si puedes ganar con cariño y paciencia el amor y la
confianza de un animal salvaje y sediento de sangre, sin duda puedes
hacer lo mismo con tu marido.
Al oír esto, Yun Ok permaneció muda unos momentos. Luego avanzó
por el camino reflexionando sobre la verdad que había aprendido en casa del ermitaño de la montaña.
Anónimo
119
LAS ADVERTENCIAS
Un día, un joven se arrodilló a orillas de un río. Metió los brazos en el
agua para refrescarse el rostro y allí, en el agua, vio de repente la imagen de la muerte. Se levantó muy asustado y preguntó:
-Pero... ¿qué quieres? ¡Soy joven! ¿Por qué vienes a buscarme sin
previo aviso?
-No vengo a buscarte -contestó la voz de la muerte-. Tranquilízate y vuelve a tu hogar, porque estoy esperando a otra persona. No vendré a
buscarte sin prevenirte, te lo prometo.
El joven entró en su casa muy contento. Se hizo hombre, se casó, tuvo hijos, siguió el curso de su tranquila vida. Un día de verano,
encontrándose junto al mismo río, volvió a detenerse para refrescarse. Y volvió a ver el rostro de la muerte. La saludó y quiso levantarse. Pero
una fuerza lo mantuvo arrodillado junto al agua. Se asustó y preguntó:
-Pero ¿qué quieres?
-Es a ti a quien quiero -contestó la voz de la muerte-. Hoy he venido a
buscarte.
-¡Me habías prometido que no vendrías a buscarme sin prevenirme antes! ¡No has mantenido tu promesa!
-¡Te he prevenido!
-¿Me has prevenido?
-De mil maneras. Cada vez que te mirabas a un espejo, veías aparecer tus arrugas, tu pelo se volvía blanco. Sentías que te faltaba el aliento y
que tus articulaciones se endurecían.
¿Cómo puedes decir que no te he prevenido?
Y se lo llevó hasta el fondo del agua.
Anónimo
120
ASERRANDO UNA RAMA
Nasrudín subió a un árbol para aserrar una rama. Alguien que pasaba, al
ver cómo lo estaba haciendo, le avisó:
-¡Cuidado! Está mal sentado en la punta de la rama... Se irá abajo con ella cuando la corte.
-¿Piensa que soy un necio que deba creerlo? ¿O es usted un vidente que
pueda predecir el futuro? -preguntó Nasrudín.
Sin embargo, poco después, como siguiera aserrando, la rama cedió y
Nasrudín terminó en el suelo. Entonces corrió tras el otro hombre hasta
alcanzarlo:
-¡Su predicción se ha cumplido! Ahora dígame: ¿Cómo moriré?
Por más que el hombre insistió, no pudo disuadir a Nasrudín de que no
era un vidente. Por fin, ya exasperado le gritó:
-¡Por mí podrías morirte ahora mismo!
Apenas oyó estas palabras, Nasrudín cayó al suelo y se quedó inmóvil. Cuando lo encontraron sus vecinos lo depositaron en un féretro.
Mientras marchaban hacia el cementerio, empezaron a discutir acerca de cuál era el camino más corto. Nasrudín perdió la paciencia y,
asomando su cabeza fuera del ataúd, dijo:
-Cuando estaba vivo solía tomar por la izquierda; es el camino más rápido.
Anónimo
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EL AGUA DEL PARAÍSO
Un beduino seco y miserable, que se llamaba Harith, vivía desde siempre en el desierto. Se desplazaba de un sitio a otro con su mujer
Nafisa. Hierba seca para su camello, insectos, de vez en cuando un puñado de dátiles, un poco de leche: una vida dura y amenazada. Harith
cazaba las ratas del desierto para apoderarse de su piel y hacía cuerdas con las fibras de las palmeras, que intentaba vender en las caravanas.
Sólo bebía el agua salobre que encontraba en los pozos enfangados.
Un día apareció un nuevo río en la arena. Harith probó aquella agua
desconocida, que era amarga y salada, e incluso un poco turbia. Pero le pareció que el agua del verdadero paraíso acababa de deslizarse por su
garganta.
Llenó dos botas de piel de cabra, una para él y otra el califa Harun al-Rasid, y se puso en camino hacia Bagdad. A su llegada, tras un penoso
viaje, le contó su historia a a los guardias, según la práctica establecida, y fue admitido ante el califa. Harith se postró ante el Comendador de los
Creyentes y le dijo:
-No soy más que un pobre beduino, ligado al desierto donde el destino me ha hecho nacer. No conozco nada más que el desierto, pero lo
conozco bien. Conozco todas las aguas que allí se pueden encontrar. Por eso he decidido traértela para que la pruebes.
Harun al-Rasid se hizo traer un cubilete y probó el agua del río amargo.
Toda la corte lo observaba. Bebió un buen trago y su rostro no expresó ningún sentimiento. Se quedó pensativo un instante y entonces con
fuerza repentina pidió que el hombre fuera llevado y encerrado, con la orden estricta de que no viese a nadie. El beduino, sorprendido y
decepcionado, fue encerrado en una celda.
-Lo que nada es para nosotros lo es todo para él. Lo que para él es el agua del Paraíso no es más que una desagradable bebida para nosotros.
Pero tenemos que pensar en la felicidad de ese hombre -dijo el califa a las personas de su entorno, curiosos por su decisión.
Al caer la noche hizo llamar al beduino. Dio la orden a sus guardias de
que lo acompañasen de inmediato fuera de la ciudad, hasta la entrada del desierto, sin permitirle ver ni el río Tigris ni ninguna de las fuentes
de la ciudad, sin darle otra agua que la suya para beber. Cuando el beduino se iba del palacio en la oscuridad de la noche, vio por última
vez al califa. Éste le dio mil monedas de oro y le dijo:
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-Te doy las gracias. Te nombro guardián del agua del Paraíso. La
administrarás en mi nombre. Vigílala y protégela. Que todos los viajeros sepan que te he nombrado para tal puesto.
El beduino, feliz, besó la mano del califa y regresó rápidamente a su
desierto.
Anónimo
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EL GRAN ESPANTO
Con frecuencia me viene a la memoria el recuerdo de la pequeña
chiquilla y del pequeño ratoncito, y pienso entonces en el gran espanto que sufrieron los dos.
La pequeña chiquilla estaba en su cama y proyectaba siluetas con las
manitas en la pared, pues la Luna iluminaba como una lámpara. Reinaba un profundo silencio en la habitación y las personas mayores de la casa
creían todas que la pequeña chiquilla dormía hacia ya rato. Y, en verdad, no hubieran sabido tampoco que estaba todavía despierta, a no
ser por un pequeño ratoncito que, al hacer su paseo nocturno, dio con la naricilla en una migaja de chocolate.
-¡Cui-cui! -gritó el pequeño ratoncillo, gozoso.
Entonces escuchó atentamente la pequeña chiquilla.
-¡Cui-cui! -gritó de nuevo el pequeño ratoncillo, con lo cual quería decir: "¿Hay todavía más chocolate ahí?"
Buscó y rebuscó, y caminó con sus cortos pasitos de aquí para allí. De
repente se encontró en la gran claridad de la luna, justamente delante de la cama de la pequeña chiquilla.
-¡Ay, ay! -gritó ella con gran espanto, y saltó por el otro lado fuera de la
cama.
El pequeño ratoncillo, sin embargo, al oír tales gritos, trepó, lleno de espanto, por la sábana y se ocultó en el lecho. Entonces gritó de nuevo
la pequeña chiquilla con más fuerza que antes. El ratoncillo saltó en amplio círculo al suelo y pasó junto a los desnudos pies de la chiquilla.
Entonces resonó tal grito de espanto en la habitación, que al pobre ratoncillo se le detuvo casi el corazón. Buscó desesperado la puertecita
de su morada en la pared, mientras la pequeña chiquilla saltaba otra vez a la cama, se tapaba la cabeza con la manta y encogía los pies hasta
tocarse la barbilla con las rodillas.
Finalmente, cuando estuvo el pequeño ratoncillo en su casita, sollozó "¡Cui-cui!", y se desplomó tembloroso.
-¡Pobre hijo mío! -dijo la mamá ratón-. ¿Qué es lo que te ha asustado
así?
-Un gigante con una voz espantosa.
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"Esto puede curarlo enseguida un pedacito de queso" pensó la mamá
ratón. Fue, pues, a buscar lo que tenía, y lo puso ante la naricilla de su querido hijito. "¡Sí, sí, esto servirá!" Y, en efecto, mientras el ratoncillo
roía el queso, disminuyó su temblor.
Allí enfrente, al lado de la pequeña chiquilla, se hallaba también la madre junto a la cama. Al oír los gritos, lo echó todo a un lado y corrió
en su ayuda.
-¿Qué es lo que te ha asustado, que tiemblas y lloras de esta manera?
-¡Un gran animal que se me quería comer!
-¡Pobre hija mía! ¿Será eso verdad? -dijo la madre.
Pero sabía muy bien lo que podía consolar a su hijita. Sacó un pedacito
de chocolate del plateado papel y cesaron de fluir al punto las lágrimas. De modo que, mientras lamía la golosina, dejó también de temblar la
pequeña chiquilla.
Pronto se quedó dormida la pequeña chiquilla en su camita, y el pequeño ratoncillo se quedó dormido también en su casita. Y con ello
quedaba olvidado el grande y terrible espanto con que se habían asustado uno de otro.
Anónimo
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El Samurái y los tres gatos
Un Samurái tenía en casa un ratón del que no llegaba a
desembarazarse. Entonces adquirió un magnífico gato, robusto y
valiente. Pero el ratón, mas rápido, se burlaba de él.
Entonces el Samurái tomo otro gato, malicioso y astuto. Pero el
ratón desconfió de él y no daba señales de vida más que cuando éste
dormía.
Un monje Zen, del templo vecino, prestó entonces al Samurái su
gato; Éste tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo,
indiferente a todo lo que le rodeaba.
El Samurái encogió los hombros, pero el monje insistió en que lo
dejara en su casa.
El gato se pasaba el día durmiendo, y, muy pronto, el ratón se
envalentonó de nuevo; Pasaba y volvía a pasar frente al gato
visiblemente indiferente.
Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el gato lo atrapó y lo
mató.
….. ¡Poder del cuerpo…. habilidad de la técnica!..... No son nada sin la
vigilancia del Espíritu.
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Una Historia para compartir
Con mi título de periodista recién obtenido, decidí realizar una gran entrevista, y mi deseo fue concedido, permitiéndoseme una reunión con
Dios.
- " Pasa", me dijo Dios. "¿Así que quieres entrevistarme?". - "Bueno",
le contesté,"si tienes tiempo..." - Se sonríe por entre la barba y dice: "Mi timpo se llama Eternidad y alcanza para todo; ¿Qué preguntas
quieres hacerme?". - "Ninguna nueva, ni difícil para Ti:¿Qué es lo que
más te sorprende de los hombres?".
- Y dijo: "Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños".
Que primero pierden la salud para tener dinero y enseguida pierden el dinero para recuperar la salud.
Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que no viven el presente ni el futuro.
Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido. "Y pensar que Yo..."
Con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada, dejó de hablar. Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio.
Después de un largo tiempo y para romper aquel horrible silencio le dije: "¿Me dejas hacerte otra pregunta?".
No me respondió con palabras, sino sólo con su tierna mirada. "Como Padre, ¿qué es lo que le pedirías a tus hijos?".
Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que sí pueden hacer es dejarse amar.
Que aprendan que lleva años construir una confianza y sólo segundos destruirla.
Que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas, sino a quien tienen en sus vidas.
Que aprendan que no es bueno compararse con los demás, pues siempre habrá alguien mejor o peor que ellos.
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Que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita. Que aprendan que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los
controlarán.
Que bastan unos pocos segundos para construir heridas profundas en las personas que amamos, y que pueden tardar muchos años en ser sanadas.
Que aprendan que perdonar se aprende practicando.
Que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no saben como demostrarlo.
Que aprendan que el dinero lo compra todo menos la felicidad.
Que a veces cuando están molestos tienen derecho a estarlo, pero eso no les da derecho a molestar a lo que los rodean.
Que los grandes sueños no requieren de grandes alas, sino de un tren de aterrizaje para lograrlos.
Que los amigos de verdad son tan escasos, que quien ha encontrado
uno, ha encontrado un verdadero tesoro.
Que no siempre es suficiente ser perdonado por otros, algunas veces deben perdonarse a sí mismos.
Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen.
Que de lo que siembran, cosechan. Si siembran chismes, cosecharán intrigas; si siembran amor, cosecharán felicidad,
Que aprendan que la verdadera felicidad no es lograr sus metas, sino aprender a ser feliz con lo que tienen.
Que aprendan que la felicidad no es cuestión de suerte, sino producto de sus decisiones. Ellos deciden ser felices con lo que son y tiene, o
morir de envidia y celos por lo que les falta y carecen.
Que dos personas pueden mirar una misma cosa y ver algo totalmente diferente.
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Que sin importar las consecuencias, aquellos que son honestos consigo mismos llegan lejos en la vida.
Que a pesar de que piensen que no tienen nada más que dar, cuando un amigo llora con ellos, encuentra la fortaleza para vencer sus dolores.
Que retener a la fuerza a las personas que aman, las aleja más rápidamente de ellos; y el dejarlas ir, las deja para siempre a su lado.
Que a pesar de que la palabra amor pueda tener muchos significados distintos, pierde valor cuando es usada en exceso.
Que aprendan que amar y querer no son sinónimos sino antónimos; el querer lo exige todo, el amar lo entrega todo.
Que nunca harán nada tan grande para que Dios los ame más, ni nada tan malo para que los ame mucho, Simplemente los amo, a pesar de sus conductas.
Que aprendan que la distancia más lejos que puedan estar de Mi es la distancia de una simple oración..."
Y así en un encuentro profundo tomados de las manos, continuamos en silencio.
¿Será posible que alguna vez aprendamos?.
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La Liebre y el Tigre
Qué gran decepción tenía el joven de esta historia, su amargura
absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas, al parecer, ya a nadie le importaba nadie.
Un día dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña
liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido, el cual no podía valerse por sí mismo.
Le impresionó tanto al ver este hecho, que regresó al siguiente día para
ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un
buen trozo de carne cerca del tigre. Pasaron los días y la escena se
repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscarla comida por su propia cuenta.
Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo:
"no todo está perdido. Si los animales, que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las
personas". Y decidió hacer la experiencia: Se tiró al suelo, simulando que estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara.
Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda. Estuvo
así durante todo el otro día, y ya se iba a levantar, mucho más decepcionado que cuando comenzamos a leer esta historia, con la
convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio, sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo,
la tristeza del abandono, su corazón estaba devastado, sí casi no sentía
deseo de levantarse, entonces allí, en ese instante, lo oyó...
¡Con qué claridad, qué hermoso!, una hermosa voz, muy dentro de él le dijo:
"si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha
valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad, para encontrar a tus semejantes como hermanos, deja de hacer de tigre y
simplemente se la liebre".
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Mi Querido Viejo
El día que este viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.
Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide atarme los zapatos,
recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando converses conmigo repito una y otra vez las mismas
palabras, que sabes de sobra como terminan, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño para que te durmieras tuve que contarte miles
de veces el mismo cuento... hasta que cerrabas los ojos.
Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te
avergüences y comprende que no tengo culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas.
Piensa cuantas veces, cuando niño te ayude y estuve a tu lado
pacientemente esperando que terminaras lo que estabas haciendo.
No me reproches por qué no quiera bañarme, no me regañes por ello.
Recuerda todas las veces que te perseguí y los miles de pretextos que inventaba para hacerte más agradable el aseo.
Acéptame y perdóname. Ya que yo soy tu niño ahora. Cuando me veas
inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para
tratar de entenderlas.
Por favor, no me lastimes con tu sonrisa burlona. Acuérdate que yo fui
quien te enseñé muchas cosas que entonces te asombraban. Recuerda que el comer, vestirte y tu educación para enfrentar la vida tan bien
como lo haces, es producto de mi esfuerzo, amor y perseverancia por ti.
En las ocasiones en que, al conversar me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que
yo recuerde, y si yo no puedo hacerlo no te burles de mi; tal vez no era importante lo que hablaba y me conforme con lo que escuchaste
en ese momento. Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Se cuando puedo y cuando no puedo. También comprende que con el
tiempo ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.
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Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas de andar, dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo contigo cuando
comenzaste a caminar con tus aún débiles piernas.
Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y sólo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no
tiene que ver con mi cariño hacia ti.
Trata de entender que ya no vivo, sino que sobrevivo, y eso muchas
veces no es vivir. Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has sabido recorrer.
Piensa entonces que con el paso que me adelanto a dar, estaré
construyendo para ti otra ruta en otro tiempo... pero siempre contigo.
No te sientas triste o impotente por verme como me veas.
Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando
empezaste a vivir.
De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego
me acompañes a terminar el mío.
Dame tu amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.
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Piénsalo
Hay momentos en la vida en los que extrañas tanto a algunas personas, que quisieras sacarlas de tus sueños y envolverlas en un
abrazo.
Sueña lo que desees soñar; ve a donde desees ir; sé lo que deseas ser, porque solamente tienes una vida y una oportunidad para hacer
las cosas que deseas hacer.
Ten la suficiente felicidad que te haga dulce, los suficientes tropiezos
que te hagan fuerte, la suficiente tristeza que te haga humano y la suficiente esperanza que te haga feliz.
Siempre ponte en los zapatos de otras personas.
Si sientes que te duele, probablemente le dolerá a esa persona
también.
La mayoría de la gente feliz no necesariamente tiene lo mejor de cada cosa; ellos solamente toman lo mejor de las cosas que aparecen
a lo largo de su camino.
La felicidad existe para aquellos que lloran, aquellos que les duele, aquellos que han buscado, aquellos que han tropezado; porque han
tocado sus vidas. La vida comienza con una sonrisa, crece con un
beso y termina con una lágrima.
El futuro brillante estará basado siempre en un pasado olvidado; no puedes continuar con tu vida hasta que dejes escapar tus fracasos del
pasado y los dolores de corazón.
Cuando tu naciste, estabas llorando y todos alrededor tuyo estaban sonriendo.
Vive tu vida de manera que cuando mueras seas tú quien estés
sonriendo y los demás quienes estén llorando.
Anónimo
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El Diamante
Hay un bellísimo cuento hindú de un peregrino que se quedó a pasar
la noche debajo de un árbol en un bosque cercano al pueblo.
En la más profunda oscuridad, oyó que alguien le gritaba:
- ¡La piedra! ¡La piedra!, dame la piedra preciosa, peregrino.
El peregrino se levantó, de acercó al hombre que le gritaba y le dijo: - ¿Qué piedra quieres, hermano?
- La noche pasada –le dijo el hombre con voz agitada- tuve un
sueño en el que se me reveló que si venía aquí esta noche en contraría a un peregrino que me daría una piedra preciosa que me
haría rico para siempre.
El peregrino hurgó en su bolsa y le dio la piedra diciendo:
- La encontré en un bosque cerca del río. Puedes quedarte con ella.
El desconocido agarró la piedra y se marchó a su casa.
Al llegar, abrió su mano, contempló la piedra y vio que era un enorme diamante. Durante toda la noche no pudo dormir. Se
levantó con el alba, volvió al lugar donde había dejado al peregrino y le dijo:
- Dame, por favor, la riqueza que te permite desprenderte con tanta
facilidad de un diamante.
La verdadera riqueza no consiste en acumular cosas sino en
compartirlas.
Anónimo-.
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Hoy es un bien día...
Hoy es un buen día para volver a empezar y dejar atrás todo
aquello que te hizo mal, dejando de lado el malestar, dejando a un lado lo que nos impone esta maldita sociedad o suciedad en la que
hoy nos toca vivir, dejando de lado el qué dirán y solo viviendo el presente. Hoy es un buen día para darnos cuenta de los errores que
hemos cometido en la vida y tratar de cambiarlos, porque siempre es importante cambiar por algo o por alguien porque en esta vida,
hoy solo se trata de cambios, de dolor, sufrimiento y de guerra.
Hoy es un buen día para poder decir Sí..., hoy es un buen día!!! Decir Sí, puedo lograrlo o por lo menos intentarlo, intentarlo por mi
y no por los demás, porque hoy ya nadie se preocupa por los otros,
ya nada es como antes, hoy solo todo es egoísmo, envidia y engaño.
Hoy es un buen día para conocer a nuevas personas, pero
conocerlas por dentro no por fuera, ver en su interior no opinar de ellos hasta conocerlos a fondo, dejar de decir que todos son iguales
tanto hombres como mujeres, poder volver a recuperar esa confianza que en muchos casos la hemos perdido, recuperar la fe
en la creencia de los demás y en la de nosotros mismos.
Ser consciente de lo que decimos y decirlo pensando con el
corazón, no con la cabeza, sino sintiendo desde lo más profundo. Hoy es un buen día para entender a la persona que tenemos a
nuestro lado y comprenderlo, porque existe una diferencia entre entender y comprender que solo el amor lo puede diferenciar;
entender los estados de ánimo, entender la incomprensión que hoy existe y que nos afecta a todos.
Entender y comprender, que difícil es entender y comprender estas dos palabras, que no sería mejor entender que comprender... sería
más fácil, hacer de cuenta que no existe una persona en la cual podamos confiar plenamente, una persona que nos escuche, que
nos atienda como lo merecemos, una persona que este con uno por lo que es realmente y no por interés, o simplemente una persona
que esté.
Hoy es un buen día para decir Te Quiero, te quiero por lo que eres y por lo que eres cuando estás conmigo, te quiero porque eres
noble, te quiero porque te acepto así. Decir te quiero lo dice
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cualquiera, pero decir Te Amo lo dice alguien que quiere de verdad y lo siente. Es un día especial para visitar a un amigo y también
darse cuenta que existen los enemigos.
Hoy es un buen día para preguntarse eso que a todos en algún
momento nos habrá dificultado responder, es esa angustiosa pregunta de... Por Que!!! ''Te paso alguna vez’’... esa pregunta de
Por qué a mí, y no a los demás, esa angustiosa que duele adentro sin que nadie pueda verla.
Hoy es un buen día para valorarlo, por el simple hecho de estar viviéndolo, sin importar cómo, pero vivirlo a la vez, es difícil vivir y
convivir pero se aprende.
Hoy es un buen día para darse cuenta de lo que está ocurriendo en el mundo y volverse a preguntar... Por Qué?? ... Me pregunto hoy...
¿Tendrá esto una respuesta?...Es un buen día para saber que nadie establece normas, salvo esta maldita vida... es un buen día para
decir muchas cosas.
Pero sobre todo es un buen día para decir Gracias!!
por entenderme y por escucharme...
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Todos tenemos alguien importante en la vida
Ya sea un amigo, un primo, un vecino, un hermano, una madre; y
en muchos casos el amor más importante de ''un Padre''. Ese hombre que siempre busca lo mejor pasa su hijo, enseñándole
desde muy pequeños los valores de la vida, ayudándolo en cada paso desde su infancia, hasta su madurez.
Ese hombre que forma parte de nuestra vida, aceptándonos como
somos, sin importar el color de piel, sin importar los defectos que cada uno tenemos, y que a veces es difícil superarlo; pero él
siempre está ahí... atento, e intentando ayudarnos en lo que puede y como puede; porque no todos tienen la misma posibilidad.
Tener a esta persona llamada ''Padre'' es lo más grandioso que
puede existir, muchas veces no tenemos la posibilidad ni siquiera de conocerlo, y vivimos ilusionados pensando en cómo sería
nuestra vida estando con él; en otros casos, solo lo disfrutamos por un determinado tiempo; y en otros, cuesta mucho aceptar que ya
no está... y a veces es difícil comprender de por qué lo tenemos tan cerca y tan lejos a la vez, quizás lo tengas viviendo aun en tu casa,
tal vez hoy ya no viva con tu madre, puede ser que este viviendo en otra provincia; pero desde donde esté, el sentimiento sigue
siendo el mismo, el mismo sentimiento y el mismo amor de cuando se enteró de que ibas a ser su hijo.
Todo en la vida es un poco contradictorio y confuso. Muchos tienen la posibilidad de estar con él, de dialogar con él, de contarle sus
problemas, muchos tienen la posibilidad de salir a caminar y dar un paseo con él, muchos no se dan cuenta de esta realidad... legará el
día en que si, pero será tarde.
Es por eso que debemos disfrutar y compartir cada momento estando a su lado, compartir los buenos momentos, pero en
especial, los malos.
Es importante crecer con él y estar con él, si es que se puede, y si
no ya habrá tiempo para ello.
Resumiendo todo esto, si tienes un padre, cuídalo, valóralo, y todos los día al levantarte, dale un beso y dile ...
''Te Quiero... te quiero porque eres mi Papá''
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Diario de un perro
1ª. Semana. Hoy cumplí una semana de nacido. ¡Que alegría haber
llegado a este mundo!!!
1 mes. Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.
2 meses. Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta, y con sus ojos me dijo adiós como esperando que mi
nueva "familia humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho...
4 meses. He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios
niños en la casa que para mí son como "hermanitos". Somos muy
inquietos, ellos me jalan la cola y yo los muerdo jugando.
5 meses. Hoy me regañaron, mi ama se molestó porque me hice "pipí" adentro de la casa... pero nunca me habían dicho dónde
debía hacerlo. Además, duermo en la recamara y... ¡Ya no me aguantaba!!!
8 meses. Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento
tan seguro, tan protegido... Creo que mi familia humana me quiere y me consiente mucho... Cuando están comiendo me convidan, el
patio es para mi solito y me doy vuelo escarbando como mis antepasados los lobos cuando esconden la comida. Nunca me
educan, seguramente ha de estar bien todo lo que hago.
12 meses. Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto y mis amos
dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. Qué orgullosos se deben de sentir de mí!!!
13 meses. Qué mal me sentí hoy... Mi "hermanito" me quitó la
pelota. Como yo nunca agarro sus juguetes fuí y se la quité. Pero como mis mandíbulas se han hecho muy fuertes lo lastimé sin
querer. Después del susto me encadenaron casi sin poderme mover al rayo del sol. Dicen que van a tenerme en observación y
que soy ingrato... no entiendo nada de lo que pasa.
15 meses. Ya nada es igual... vivo en la azotea... me siento muy
solo... mi familia ya no me quiere. A veces hasta se les olvida que tengo hambre y sed y cuando llueve no tengo techo que me
cobije...
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16 meses. Hoy me bajaron de la azotea. Pensé que seguramente
mi familia me había perdonado... Me puse tan contento que daba
saltos de gusto y mi rabo parecía un molinete. Hasta parece que me van a llevar con ellos de paseo. Subimos al auto, enfilamos
hacia la carretera y anduvimos un largo trecho hasta que de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz creyendo
que haríamos nuestro "día de campo". No comprendo por qué cerraron la puerta y se fueron..."¡Oigan, esperen!!!" - ladré... "se
olvidan de mi...!!!" Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas... mi angustia crecía al darme cuenta que casi me desvanecía y ellos
no se detendrían: Me habían abandonado...
17 meses. He tratado en vano de buscar el camino de regreso a
casa. Me siento y estoy perdido, en mi sendero hay gente de buen corazón que me vé con tristeza y me dá algo de comer... Yo les
agradezco con mi mirada y desde el fondo con mi alma... quisiera que me adoptaran y sería leal como ninguno. Pero tan sólo dicen
"pobre perrito", se debe haber perdido.
18 meses. El otro día pasé por una escuela y ví a muchos niños y jóvenes como mis "hermanitos". Me acerqué y un grupo de ellos,
riéndose, me lanzó una lluvia de piedras "a ver quién tenía mejor puntería"... una de esas piedras me lastimó el ojo y desde
entonces ya no veo con él.
19 meses. Parece mentira, cuando estaba más bonito se
compadecían más de mí... Ahora estoy muy flaco, mi aspecto ha cambiado... perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos
cuando pretendo echarme en una pequeña sombra...
20 meses. Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar la calle
por donde pasan los coches, uno me arrolló. Según yo, me encontraba en un lugar seguro llamado "cuneta", pero nunca
olvidaré la mirada de satisfacción del conductor, que hasta se ladeó con tal de centrarme. Ojalá me hubiera matado... pero sólo me
dislocó la cadera. El dolor es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastré hacia un poco de hierba al
costado del camino... Llevo ya 10 días bajo el sol, la lluvia y el frío, sin comer. No me puedo mover, el dolor es insoportable. Me siento
muy mal; quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa y ni me ve; otras dicen: "No te
acerques". Ya casi estoy inconsciente, pero alguna fuerza extraña
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me hizo abrir los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar. "Pobre perrito, mira como te han dejado", decía... junto a ella
venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: "Lo siento
señora, pero este perro ya no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir." A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió. Como
pude, moví el rabo y la miré agradeciéndole que me ayudara a descansar... Sólo sentí el pinchazo de la inyección y me dormí para
siempre, pensando en porqué tuve que nacer si nadie me quería....
La solución no es echar un perro a la calle, sino educarlo. No conviertas en problema una grata compañía. Ayuda a abrir la
conciencia y así poder acabar con el problema de los perros callejeros.
Anónimo
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Ángeles Humanos
... Dios trabaja de manera creativa y misteriosa. Mucha gente cree que otros seres humanos han actuado como ángeles en sus vidas...Esto es
diferente a pensar en un ángel que se nos aparece como ser humano y luego desaparece misteriosamente.
Los ángeles humanos son seres que muchas veces ayudan a los
ángeles dejándole un mensaje o pensamiento a alguien cuando más lo necesita.
Lo curioso es que la mayor parte de esos ángeles humanos ni siquiera saben que están actuando como ángeles, quizás ni siquiera saben que
han dicho una palabra que ha logrado cambiar tu vida o pensar.. o te han dado una solución a lo que necesitabas.
Lo que deseo decir es que no hay modo posible de ser un ángel
humano!!! Podemos parecernos a ellos siendo nosotros mismos y
dando lo máximo de nosotros.
Los ángeles humanos se sienten muy cómodos haciendo esa tarea que deben cumplir entre nosotros y se dejan guiar en tareas que pueden
ayudar sin interferir en forma directa con los ángeles celestiales, incluso pueden a veces reemplazarlos y trasmitir amor puro a otras almas..
Alguna vez fuiste tocado por un ángel humano??
Esa persona te dio un sentimiento de esperanza, la enseñanza de que
la vida tiene muchas más cosas que las materiales, te sentiste seguro y cómodo con esa persona???
Entonces sin duda.. A tu lado tienes un ángel humano..
Reflexión angelical.
Mi vida es un viaje de esperanza, siempre me sorprenderá el mensaje de los ángeles que me llega a través de los seres humanos amorosos.
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Lo verdaderamente importante en la vida
TIENES TIEMPO??
Hoy al atender el teléfono que insistentemente exigía atención, mi mundo se desmoronó. Entre sollozos y lamentos, la voz del otro lado de
la línea me informaba que mi mejor amigo, mi compañero de todos los días, mi hombro, camarada, había sufrido un grave accidente, y falleció
instantáneamente.
Recuerdo haber colgado el teléfono y caminado a pasos lentos para mi
dormitorio, mi refugio particular. Las imágenes de mi juventud vinieron casi instantáneamente a mi mente. La facultad, las borracheras, las
conversaciones a la vuelta de las salidas hasta altas horas de la noche, los amores no correspondidos, las confidencias al pie del oído, las
complicidades, las risas...... ahhhhh...las risas.
Cómo eran fácil de surgir en aquella época. Recordé las lágrimas de las
despedidas, y principalmente, las promesas de nuevos encuentros. Recuerdo las promesas de que nunca sería olvidado, y realmente nunca
lo fui.
Perdí la cuenta de las veces en que cariñosamente me llamaba cuando yo estaba en el fondo del pozo. Los mensajes, que nunca respondí, que
constantemente me enviaba, llenando mi correo electrónico de esperanzas y promesas de un futuro mejor.
Recuerdo que fue su rostro preocupado que vi cuando salí de mi cirugía de apéndice. Recuerdo que fue en su hombro que lloré la pérdida de mi
querida mamá. Fue en sus oídos que derramé los lamentos de un noviazgo terminado.
A pesar del esfuerzo para recorrer mi mente, no conseguí acordarme de
una sola vez en que tomé el teléfono para llamarlo y decirle a él lo
importante que era para mí contar con su amistad. Al final yo era una persona muy ocupada, No tenía tiempo.
No recuerdo de una sola vez en que me preocupé por conseguir un
texto gratificante para enviar a él, o cualquier otro amigo, con el objeto de darle un día mejor. No tenía tiempo.
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No recuerdo haber sido capaz de levantar el teléfono y llamar solo para saludarlo.No tenía tiempo.
No recuerdo de hacer cualquier tipo de sorpresa, como aparecer con
una botella de vino y el corazón abierto dispuesto a oír.
No tenía tiempo.
No recuerdo de algún día en que estuviese dispuesto a oír sus
problemas.
No tenía tiempo. Creo que nunca imaginé que él tenía problemas.
No reparé que constantemente mi amigo se pasaba de la cuenta con la
bebida. Encontraba divertido su forma borracha de ser. Al final bebido o no, era una óptima compañía para mí. Sólo ahora veo con claridad mi
egoísmo.
Tal vez si me hubiese bajado de mi pedestal egocéntrico y prestado un
poco de atención y brindado un poco de mi sagrado tiempo, mi gran amigo no habría bebido hasta no aguantar más y no habría perdido la
vida cuando perdió el control de su auto. Tal vez él, que siempre inundó mi mundo con su iluminada presencia, estaba sintiéndose muy solo.
Así mismo los mensajes que constantemente dejaba en mi "secretaria
electrónica", podrían ser su modo de pedir ayuda. Aquellos mismos mensajes que simplemente apagué de mi "secretaria electrónica",
jamás se apagarán de mi conciencia.
Estas dudas que ahora me inundan nunca más tendrán respuestas. Mi
falta de tiempo me impidió responderle. Ahora, lentamente elijo ropa negra, digna de mi estado de ánimo. Tomo el teléfono y aviso a mi jefe
que no iré a trabajar hoy, y quien sabe mañana o después.... tomaré el día para homenajear con mi llanto a una de las personas que más amé
en la vida.
Al colgar el teléfono, veo con sorpresa, entre lágrimas, de que para
esto, TUVE TIEMPO!!! Descubrí que si no tomas las redes de tu vida el tiempo te devora y te esclaviza. Trabajo con el mismo entusiasmo de
siempre, pero solamente soy "el profesional" durante mi jornada de trabajo.
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Fuera del trabajo, soy un ser humano. Nunca más un mensaje de mi "secretaria electrónica" se quedó sin por lo menos un "hola" de
respuesta.
Trato constantemente de llenar el correo electrónico de mis amigos con mensajes de amistad y días mejores. Escribo tarjetas de cumpleaños o
de nacimientos, siempre recordándoles a las personas lo importantes que son para mí.
Abrazo constantemente a mis hermanos y a mi familia, pues los lazos que nos unen son eternos.
Esos momentos suelen desaparecer con el tiempo, y todo el cuidado es
poco.
Reparto sonrisas y abrazos a todos los que me rodean, al final para que
guardarlos?
En fin tú encontraste un tiempito para leer este mensaje…
Ahora dispón de otro minuto para demostrarles a tus amigos y familiares que estás pensando en ellos y que significan mucho para ti...
y son importantes en tu vida!!!
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“Tiempo”
Un experto asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia.
Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó
sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y pregunto: ¿
Cuántas piedras pensáis que pueden caber en el frasco? Después de
que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó:
¿Está lleno?. Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces saco de debajo
de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las
piedras grandes.
El experto sonrió con ironía y repitió: ¿Está lleno? Esta vez los oyentes
dudaron: Tal vez no. ¡Bien!. Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco.
La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras
y la grava. ¿Está lleno? pregunto de nuevo.
¡No!, exclamaron los asistentes. Bien, dijo, y cogió una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no
rebosaba. Bueno, ¿qué hemos demostrado?, preguntó.
Un alumno respondió: Que no importa lo llena que este tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.
¡No!, concluyó el experto: lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.
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"Amigos"
Hace poco, me di cuenta que cada día conozco nuevas personas que quizás me hacen sentir por un momento bien, me divierten, o a lo
mejor, sólo me hacen pasar malos ratos e intento olvidarlas...
Siento que pocas veces he podido sentarme a pensar sobre lo que en
verdad valen para nosotros los amigos, pues como los tenemos ahí siempre, no necesitamos más nada, sólo su presencia...
Un día, yo tenía una amiga, una buena amiga, a la que le entregué toda
mi confianza, a la que me cegué porque creí que como yo la quería... ella me quería... Y no era así, y mis otros compañeros me hicieron abrir
los ojos (aquellos que nunca tomaba en cuenta), y abrí mis ojos, y me di cuenta que era verdad, pues sólo me recostaba a ella, sin pensar en
todos los que perdía en esos momentos...
Y cuando empecé a abrirme a ellos pude entender lo que en verdad
valen los Amigos, pues...
¿A quién no le gusta que nos llamen para decirnos sólo hola y saber cómo estamos?, ¿ Que al abrir nuestro e-mail, aparezcan cientos de
mensajes de ellos, sólo para decirnos que les caemos bien, o para mandarnos otra insoportable cadena de amor, que por más que sea,
nos hace recordarnos de todos ellos... Nuestros Amigos...?
¿No es buenísimo que cuando cumplimos años, todos nos recuerdan y se aparecen en nuestras casas para desearnos un feliz cumpleaños y
que cumplamos muchos más?
Que cuando nos vamos de viaje, ellos intentan localizarnos, pues piensan que nos hemos perdido, o simplemente les hacemos falta...
Que cuando quieren hablar con alguien, y contarles sus mayores penas ¡nos buscan a nosotros!, pues nos tienen confianza y sienten que los
ayudaremos!
Qué bueno es cuando encontramos a un amigo que nos dice lo que siente en nuestra cara, y no habla detrás de nosotros, siendo hipócritas
muchas veces, y puede ser que envidiosos...
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Es agradable sentirlos presentes cuando tenemos ganas de llorar, de reír, de gozar un poco más de nuestras vidas...
Qué bueno es cuando nuestros amigos nos dicen "anoche pensé en ti!",
o "¡Soñé contigo!...
En realidad creemos siempre que son pocos los que son nuestros amigos, pero pensemos bien, y ese que ahora tu tanto no llamas, o no
ves, es quizás alguien que te recuerda cada día, y que el que conociste
en la fiesta pasada y ha ido contigo a las siguientes, siempre te acompaña porque te considera alguien muy especial...
Tenemos Muchos Amigos!, sólo nos hace falta volver a contarlos, y
veremos que perderemos la cuenta, porque olvidamos a muchos que nos quieren MUCHO... Y date cuenta que tenemos tantos amigos que
nunca debiéramos encontrarnos solos. Por esto,
DEJA DE QUERER LO QUE QUIERES Y EMPIEZA A QUERER LO QUE
TIENES.
Anónimo
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SE DESPIDE UN GENIO
Prólogo: Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de salud: cáncer linfático. Ahora, parece que es cada vez es
más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos, y gracias a Internet está siendo difundida. Les recomiendo su lectura porque es
verdaderamente conmovedor este corto texto escrito por uno de los Latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos.
------------------------------------------ Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y
me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no
por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta
segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan, y
como disfrutaría de un buen helado de chocolate !Si Dios me
obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios
mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría como un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas
las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos. Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida..... No dejaría
pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer y a cada hombre de que son mis favoritos y
viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando
envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los
viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el
olvido.Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin
saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño
puño, por vez primera, el dedo de padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia
abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de
servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Gabriel García Márquez
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"Banco de Tiempo"
Imagínate que existe un Banco, que cada mañana acredita en tu cuenta
la suma de $ 86.400.No arrastra tu saldo día a día.
Cada noche borra cualquier cantidad de tu saldo que no usaste durante
el día... ¿¿¿Qué harías???
Retirar hasta el último centavo, por supuesto !!!. Cada uno de nosotros tiene ese Banco. Su nombre es TIEMPO.
Cada mañana, este Banco te acredita 86.400 segundos; cada noche este Banco borra y da como perdida cualquier cantidad de ese crédito
que no has invertido en un buen propósito.
Este Banco no arrastra saldos, ni permite sobregiros. Cada día te abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día.
Si no usas tus depósitos del día, la pérdida es tuya. No se puede dar marcha atrás.
No existen los giros a cuenta del depósito de mañana, debes vivir en el
presente con los depósitos de hoy.
Invierte de tal manera que consigas lo mejor en salud, felicidad y éxito.
El reloj sigue su marcha. Consigue lo máximo en el día.
Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que perdió el año de estudio.
Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a un bebé prematuro.
Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario.
Para entender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que
esperan para encontrarse. Para entender el valor de un minuto, pregúntale a una persona
que perdió el tren. Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona
que con las justas evitó un accidente. Para entender el valor de una millonésima de segundo,
pregúntale a la persona que ganó una medalla de plata en las
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olimpiadas.
Atesora cada momento que vivas y lo atesorarás más si lo compartes con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu
tiempo y recuerda que el tiempo no espera por nadie.
Desconocido
150
Cuentos para reflexionar sobre la vida, la
muerte, el perdón, la amistad, la fe y el
amor.
Dios está en cada una de las narraciones
aunque no sea nombrado. Tú puedes
encontrarlo en cualquier palabra, pero
sobretodo, en tu corazón.
Búscalo, y cuando lo hayas encontrado,
díselo a todos, muéstrales el lugar, háblales
de él, porque Dios te dará la mayor riqueza
del mundo, la alegría de poder compartir
todo lo que tienes, para acrecentar más
riqueza, pues solo la honestidad, la
compasión, la amistad y el amor, son las
mayores y más grandes riquezas
universales.
¡COMPARTELAS!.......