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Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia - Enero - Junio 2000
Universidad de CaldasVicerrectoría de Investigaciones y PostgradosDepartamento de Antropología y Sociología
Cultura y Droga
Diseño: Marcela Vanegas
ISSN 0122-84 5
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Resoluciones
(Negativar)
Departamento de Antropología y Sociología
Creado en 1.995 en el marco de la reestructuración de la Universidad de Calda s, con
el propósito de abrir un espacio académico y científico para el desarrollo de estas
dos disciplinas en la región. Impulsa y gesta procesos investigativos sociológicos y
antropológicos que contribuyan a esclarecer la diversidad de relaciones e interac-ciones sociales, los conflictos y dinámicas de las formas de organización social, a
comprender los sentidos que tienen y orientan las valoraciones y formas simbólicas
en que se transforman y se estructuran, en el marco de los procesos de la global-
ización de la sociedad contemporánea.
Como una de sus estrategias, el Departamento orientó y lideró la creación de las
carreras de antropología y sociología las cuáles comenzaron actividades en 1.998.
Desde la docencia atiende la demanda de asignaturas y asistencia, de diversas asig-
naturas de sociología y antropología de los programas de formación profesional en
la Universidad de Caldas. En la actualidad lidera procesos de investigación desde
tres líneas: Cultura y Droga, Identidad y Relaciones Interétnicas y Arqueología.
Mantiene relaciones académicas internacionales con universidades y depar tamen-
tos pares de España y Francia y del país. Desarrolla sus actividades investigativas
con entidades como el Instituto de Estudios Políticos e Internacionales (IEPRI) de la
Universidad Nacional de Colombia, el Instituto Colombiano de Antropología (ICAN),
Sociedad Colombiana de Arqueología y Colciencias.
Actualmente cuenta con dos revistas: Virajes y Cultura y Droga.
Dirección: Carrera 23 No. 58-65, 3° Piso. Apartado Aéreo 275
Universidad de Caldas (Sede Palogrande), Manizales, Colombia.
Telefax: (57-6) 8810729, 8857912 Ext. 110-108-104-106.
Correo electrónico: [email protected]
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Universidad de CaldasVicerrectoría de Investigaciones y Postgrados,Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales,Departamento de Antropología y SociologíaCarrrera 23 No. 58-65Teléfonos 8857912 / 8863913 Ext. 108-110Tel-Fax 8810729 - 8855567A.A. 275Manizales, ColombiaE-mail: [email protected]
Cultura y Droga
Año 5 - N° 5ISSN 0122-84 55
Editor:Universidad de Caldas
Director:Sociólogo Jorge Ronderos V.
Consejo editorial:Médico Farmacólogo, Tulio Marulanda MejíaFilósofo, M.A. Jorge Echeverri GonzálezSociólogo, Gonzalo Escobar T.Sociólogo, M.A. Diego Antonio Narvaez MedinaFilósofo, M.A. Henry Mesa García (q.e.p.d.)Antropólogo, PhD. Josep María Fericgla González.
Carátula e ilustraciones interiores:Maestro Fernando Alvarado, profesor titular,Departamento de Artes Plásticas, Universidad de Caldas
Asesor de edición:Jorge Echeverri González
Impresión:Litografía Triunfo Manizales, Colombia
Tiraje:500 ejemplares
Los conceptos y opiniones de los artículos son responsabilidadexclusiva de sus autores.
Se autoriza la reproducción parcial o total, previa autorización escrita del director de la revista.
Se distribuye mediante canje o por suscripción y adquisición.Suscripción 2 números $ 15.000 (US $ 17.00)Suscripción de apoyo $ 100.000 (US $ 50.00)Número suelto $ 10.000Consignaciones a nombre de la Universidad de CaldasCuenta Corporación Colmena No. 0525350094273,Código G6FD004
Universidad de Caldas
Rector Universidad de Caldas:Ing. Darío A. Mejía Pardo
Vicerrector de Investigaciones y Postgrados:Ing. Agrónomo Elmer Castaño Ramírez
Decano Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales:Antropólogo, Gustavo Martínez Bejarano
Director Departamento de Antropología y Sociología:PhD. Gonzalo Jaramillo Echeverri
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Sumario
Investigaciones y EnsayosEl arduo problema de la terminología
Dr. Josep Mª Fericgla ................................................................................................................3
Análisis de contenido de la comunicación sobre drogas.
Los titulares de prensa de los períodicos de Murcia (España)
Mª José Martínez Martínez ...................................................................................................21
Practicas socioculturales sobre el uso de drogas en Manizal es
Jorge Ronderos Valderrama.................................................................................................33
Definiciones culturales y socialización del territorio en contextos
de tráfico de drogas y de guerrilla en Colombia
Beatriz Nates C. .........................................................................................................................53
Yagé, planta sagrada de los pueblos Amazónicos de América.
Adalberto Idarraga Betancur ...............................................................................................63
Drogas y vida urbana: hacia una hermenéutica de la relaciónentre la vida de ciudad y las múltiples adicciones
Patricia Noguera ......................................................................................................................81
Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia - Junio 2000
CrónicaUNIR: Una experiencia de trabajo interinstitucional universitariael área de la prevención en Medellín (1995 - 2000)Jorge Ronderos Valderrama.............................................................................................. 109
La línea de investigación cultura y droga .................................................................... 125
Reseñas Bibliográficas .............................................................................................. 14
Eventos ..................................................................................................................................... 169
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Presentación
Con este número la revista de Cultura y Droga se encuadra en el contexto
de la nueva política editorial de la Universidad de Caldas, en especial abriendo su
espacio y dimensión académica pero sin desligarse de lo que hasta ahora había
sido su entorno “natural”: el taller de Cultura y Droga de la Universidad de Caldas
y el contexto interinstitucional del convenio interuniversitario de investigación
sobre drogas en Manizales. Lo anterior quiere decir que la Revista sigue abierta a
la publicación de artículos que divulguen trabajo investigativo a nivel local y re-
gional, pero igualmente abre espacios de intercambio interregionales, nacionales
internacionales.
Uno de los aspectos centrales de esta nueva política fue dotar a l as revistas de
la Universidad de Caldas de un Consejo Editorial y una Dirección. De esta forma se
reestructuró su organización mediante las resoluciones Nos. 1098 de agosto 25/99
y 01248 de octubre 4/99 de la rectoría de la Universidad que designó el siguiente
Consejo Editorial: sociólogos Mgrs. Diego A. Narváez M. y Gonzalo Escobar T. filósofo
Mg. Jorge Echeverri G., Md. farmacólogo Tulio Marulanda M. y antropólogo PhD.
Josep María Fericgla G. y el filósofo Mgrs. Henry Mesa G. (q.e.p.d.). Como director
el sociólogo M.A./M.S Jorge Ronderos V. actual profesor titular de la Universidad
de Caldas. Este Consejo editorial está compuesto por tres integrantes del proyectode investigación que dio origen a la revista, por tres profesores de la Universidad
de Caldas y un prestigioso investigador catalán, el Dr. Fericgla González, invitado
especial del departamento de Antropología y Sociología en dos ocasiones y quien
abrió nuevos espacios en el conocimiento sobre el tema de las drogas y dio l uces al
trabajo incipiente en que veníamos realizando y aún continuamos.
Corresponde al Grupo de Investigaciones de Cultura y Droga y el Departa
mento de Antropología y Sociología de la Universidad de Caldas la responsabilidad
futura de este proyecto editorial. Pero también será necesario el respaldo académico
y social en su continuidad. En este sentido, el apoyo económico recibido de la Vicer
rectoría de Investigaciones y Postgrados, orientada por los profesores e investiga
dores Elmer Castaño R. como Vicerrector y Luis Miguel Alvarez M. como Director de
Investigaciones, fue definitiva para la publicación de este número.
Lamentablemente el deceso abrupto e inesperado del profesor Henry Mesa
G. el pasado 17 de Enero en Manizales, víctima de una enfermedad implacable, le
impidió su presencia activa en este nuevo número de la revista. La dirección de la
revista deja manifiesto el reconocimiento a su gestión en la edición y publicación
de los números 3 y 4 de la revista Cultura y Droga como su director y en la d irección
del Taller Permanente de Cultura y Droga entre 1.997 y 1.999, al lado de su asi stente
y discípula T.S. Martha Yanet García.
En este número se publican dos artículos de investigadores españoles. El resto
de colombianos, investigadores del Grupo de Cultura y Droga de la Universidad de
Caldas y de la Universidad Nacional Sede Manizales. Igualmente hay una secciónde información de eventos, acciones y entidades relacionadas con el tema de l
revista, una de reseñas bibliográficas.
Se complementa con un texto inédito etnográfico sobre el rito del yagé
escrito hace veinte años por un caldense. Igualmente se publica como entrevista
especial una experiencia interinstitucional en el campo de la prevención a la dro
godependencia en Medellín. Resaltamos las ilustraciones realizadas por el maestro
Fernando Alvarado, profesor titular de la Universidad de Calda s.
El Director
Universidad de Caldas, Colombia, Marzo de Dos Mil.
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Investigaciones
y
Ensayos
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El arduo problema de la terminología
“El hombre es un niño que ha dedicado toda la vida a limitarse,a verse limitado y a aceptarse limitado.”Henri Michaux
Dr. Josep Mª Fericgla1
1. Es obvio que no se sabe que hacer con las drogas. Ni con los que las usan. Ni tansiquiera se sabe cómo hablar de ello, que es más grave. En unas ocasiones, para
defenderlas, se invoca a los placeres y ebriedades de tan difícil descripción. En
otras ocasiones se apela a causas demasiado falsas, vagas e inexactas para atacar
los psicotropos. Afirmar que la droga mata es tan necio como declarar que el
agua ahoga o que las drogas iluminan.
Nuestros gobiernos, la burda prensa de masas y un aparente gran número de
occidentales dicen estar contra el consumo de ciertas substancias psicoactivas.
Bueno. Cuando uno se interesa por sus argumentos, descubre que su grosero
bagaje lingüístico se limita al término drogas. Máxime lo amplían con las dro-
gas matan o con un mal usado estupefacientes o narcóticos. Lo que queda
así reflejado es la descomunal ignorancia y confusión que reina sobre nuestrotema, que mal conjuga con opiniones pretendidamente sólidas y con actitudes
enjuiciadoras. Por ejemplo, hay la costumbre de hablar de alucinógenos como
genérico de todas las substancias prohibidas cuando, en realidad, solo se cono-
cen cuatro compuestos que sean literalmente alucinógenos y ninguno es de
uso popular ni están perseguidos… porque no son usados por el pueblo llano
(me refiero a la ketamina, escopolamina, hiosciamina y atropina). Así mismo, se
habla de narcóticos para referirse, por ejemplo, a la cocaína o al MDMA cuando
se trata de estimulantes del SNC. Sería, literalmente, como etiquetar de hortaliza
al hígado de oveja porque ambos son alimentos y se desarrollan en el campo.
Por su parte, la mayoría de usuarios suelen conformarse con expresiones tipo
pillar un globo, estar colocado, andar ciego, volarse con una pasti y poco másque esto. Es de una pobreza espiritual e intelectual atroz que contrasta con la
riqueza léxica de otras culturas. Cada psicotropo tiene efectos, duración e in-
tensidad propios. Nada tiene que ver la euforia causada por los opiáceos con la
estimulación de la cocaína o la del café –distintas entre ellas–, y menos aun con
los efectos de los enteógenos tipo ayahuasca u hongos psilocíbicos –también
con notables diferencias internas.
Cualquier substancia biológicamente activa es una droga. Que cause malesta
o placer, curación, cambio de ánimo, visiones maravillosas o varios efectos a la
vez es harina de otro costal. Muy a menudo, la variación no depende tanto de
una substancia sino de la dosis que se ingiere, del individuo que la consume con
todo lo que lleva dentro y de las expectativas previas que lo guían. Quinientomilígramos de ácido acetilsalicílico —una aspirina— permite desentenderno
por unas horas de nuestros dolores; cinco gramos —diez aspirinas— aseguran
un buen susto gastrointestinal por varios días o s emanas.
En farmacología botánica se entiende por droga algo tan anodino como la part
de la planta que se usa. De ahí que denominar drogas a las substancias prohibida
es, en farmacología al igual que en medicina, un genérico en extremo confuso. A
pesar de todo, droga aun podría ser un término aceptable pero drogadicto ya está
más lejos ¿Cómo denominar al que, al igual d e los dioses clásicos, usa de cierta
substancias para buscar el placer, la ebriedad o la compensación farmacológic
de sus déficits biológicos? ¿Drogófilo? ¿Farmacófilo? ¿Dionisíaco? ¿Farmatrapa
do? J. Ott propone denominarlos “usanos” – derivado del inglés user– en lugadel correcto usuarios. Se trata de un inaceptable barbarismo anglófono, pero
retengamos su propuesta.
La casi totalidad de nuestra cosmovisión gira alrededor de una autocomplacencia
alimentada con química legal: drogas fácilmente adictivas y aceptadas por todos
no nos engañemos. Es muy corriente el personaje que, para dormir, ingiere una
1 Dir. Societat d’Etnopsicologia Aplicada i Estudis Cognitius Prof. del MGS, Universitat de Barcelona
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pastillita blanca; a la mañana siguiente le es preciso activarse rápido y bebe un
tazón de oscuro café, previa dosis de algún antidepresivo pariente del Prozac para
soportar el sinsentido de su vida. Más tarde debe evacuar sus heces ayudado de
un nuevo fármaco en forma líquida o sólida; por la tarde ingiere una buena dosis
de alcohol para desinhibirse en sus relaciones sociales y sentirse más seguro; y
por la noche, antes de la pastillita blanca para dormir, toma una aspirina que le
borrará la sensación de migraña proveniente del alcohol bebido. Cuando alguien
regula su relación con el mundo y consigo mismo por medio de drogas, sean
o no legales ¿Cómo debe ser denominado? ¿Drogadicto? ¿Débil de carácter?¿Enfermo, tal vez? Nadie llamaría convaleciente ni indispuesto a alguien por
tomar los fármacos citados en las líneas anteriores. Hay millones de personas
en Occidente que viven así. Más de la tercera parte de nuestros congéneres
necesitan ingerir hipnóticos a diario para poder dormir ¿Por qué tachar de toxi-
cómanos, pues, a aquellos que actúan de la misma forma solo que prefiriendo
otras substancias, muchas de las cuales son incluso más interesantes e inocuas
desde diversos puntos de vista que l as recetadas por los médicos? No es que no
existan toxicómanos. Los hay. Pero en muchos casos lo son más los que señalan
(que usan a diario barbitúricos, alcohol, tabaco, estimulantes, hipnóticos…) que
los señalados, y ello al margen del estatus legal de las substancias objeto de
compulsión.
Por otro lado, se ha desvelado algo que ya se sospechaba. Existen razones estric-
tamente biológicas que explican la tendencia a consumir determinadas subs-
tancias por parte de unas u otras personas. Se trata de tendencias preferenciales
originadas por las propias carencias y necesidades biológicas del individuo. A
título ilustrativo, en el Centro Médico de la Universidad de Georgetown (EE.UU.),
en el año 1998 se de mostró que existen vínculos significativos entre el compor-
tamiento adictivo de muchas personas hacia la nicotina y un gen defectuoso que
está relacionado con el transporte de la dopamina, neurotransmisor estimulante.
Eso implica que denostar a los tabacófilos por el simple hecho de fumar es un
acto equivalente a atacar a una persona de piel oscura porque este simple he-
cho, o detestar a las mujeres –los misóginos– por serlo. Todo ello depende de
combinaciones genéticas y nada tiene que ver con la bondad o maldad de unasubstancia, sexo o color. Es lo mismo que despreciar al diabético porque necesita
equilibrar sus carencias naturales tomando dosis regulares de insulina, o al que
consume diariamente extracto de Cynara Scolymus —la amable alcachofa—
para fortalecer o desintoxicar su hígado débil.
2. A menudo, en un artero intento de falsa matización, se habla de drogas adict
vas para referirse a las substancias prohibidas. Tampoco ello tiene sentido. Sin i
más lejos, el tan consumido antipirético y analgésico paracetamol –presente en
casi todos los populares medicamentos antigripales, analgésicos, etc.– es muy
adictivo, además de hundir el hígado en la más tremenda de las miserias. Eso se
sabe pero se silencia. En cambio, ni la marihuana, ni la LSD-25, ni el MDMA, n
otras substancias prohibidas son adictivas.
Adicción, por definición, implica dependencia psicológica y/o fisiológica sinque medie causa médica para ello y sin que la voluntad pueda ponerle freno
El tema de fondo, por tanto, se refiere a la existencia o no de causa médica. As
pues, objetivamente pertenece a la misma categoría médica la dependencia que
tienen los diabéticos de la insulina para regular su deficiencia hormonal que la
dependencia de los opiáceos que tienen algunas personas debido a carencias
biológicas de endorfinas. Justificar la prohibición que pesa sobre algunas subs
tancias porque son drogas adictivas es un pasmoso equívoco que no responde
a intereses médicos ni científicos, sino económicos.
En cuanto al otro adjetivo hoy extendido, drogas lúdicas, está en el mismo camino
de imprecisión y engaño que las drogas adictivas.
Este epíteto, lúdicas, esconde aquí un algo de perverso por lo subterráneo de sus
intenciones: el culto al sufrimiento y a l miedo. De forma implícita se condena lo
lúdico. En esta expresión flota la consideración de que la ebriedad es nefasta, de
que todo aquello que alimente el bienestar, la alegría, el desahogo o la risa son
productos del propio diablo para intoxicar el alma humana. Durante l os pasado
siglos de terror inquisitorial, incluso reír era un acto mal visto. Falta de respeto a
lo sagrado, decían. Pero es justamente en la tendencia natural del ser humano
a buscar su felicidad en lo que se basan los grandes laboratorios que ofrecen
fármacos psicosméticos para aplacar cualquier malestar o desasosiego, y para
estimular o mantener la belleza física, los cabellos, la alegría o el placer carnal
¡Esto sí son drogas lúdicas! No podemos considerar pecado todo lo que da place
por el mero hecho de proporcionarlo. El ser humano muestra una tendencia universal a buscar el placer por todos los medios que tiene a su alcance, oponerse
a ello sí es un rasgo patológico. El problema radica hoy, más exactamente, en la
lucha sin cuartel por apropiarse de los beneficios económicos que proporciona ta
impulso innato. Cuanto más interesante sea una substancia, más dinero generará
su venta. Si, además, es declarada ilega l, su precio original pasa de multiplicarse5 6
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por cinco o diez, como sucede con las substancias legales, a hacerlo por miles.
Por ejemplo, el costo material de un gramo de cocaína viene a ser de unas 20 a
30 pesetas, puesto en el mercado negro asciende a unas 8.000 a 12.000. Ningún
fármaco legal permite obtener estos beneficios, ni los daría la misma cocaína si
lo fuera.
Por otro lado, es falso que las substancias prohibidas sólo tengan un peligroso
uso lúdico. Las denominadas drogas de sabiduría —peyote, ayahuasca, iboga,
LSD, psilocibes…— permiten realizar una excursión psíquica y son tenidas, des-de tiempos inmemoriales, por substancias sagradas, de obligado respeto, cuya
ingestión puede desvelar los más dolorosos rincones y recuerdos que cada uno
esconde como paso previo al éxtasis gozoso. Tal paseo, de indudable beneficio
espiritual y terapéutico, nada tiene que ver con una desenfrenada diversión de
fin de semana. De ahí que denominar genéricamente drogas lúdicas a las subs-
tancias prohibidas contenga esta doble falsedad.
Ahincando aun más en ello cabe defender que la ebriedad no es mala por ne-
cesidad. Al contrario. Estar ebrio es disfrutar de un ánimo perturbado, lo cual
permite una renovación del equilibrio psíquico. Y no porque haya algunas per-
sonas que consuman en exceso una substancia embriagante debe condenarse
al propulsor de la ebriedad. Nunca lo haríamos con la copa de vino que tomóNoé para asentar su humano pie en la Tierra y con la que se emborrachó, aunque
haya personas que se excedan hasta el al coholismo patológico. En España, por
ejemplo, oficialmente se considera que el 15% de los hombres adultos y el 5%
de las mujeres son alcohólicos.
Otro denominativo habitual que acompaña el escuálido y maltrato sustantivo es
el de drogas de a buso para referirse a las substancias prohibidas. Si por abuso se
quiere entender que se trata de substancias que inducen a repetir su consumo
hasta el descontrol, es un error semántico ya que ello se designa por adicción.
Una persona puede abusar de cualquier alimento o droga por una única vez en
su vida, o puede repetir periódicamente el consumo abusivo sin que por ello se
estigmatice lo ingerido; léas e chocolate, embutidos grasientos, dulces azucara-dos, café o té...
Por otro lado, si se quiere denominar drogas de abuso a las substancias prohibi-
das, tan solo recordar que en España, durante el año 1997, se atribuyeron unas
cuarenta y cinco mil muertes humanas al abuso de alcohol. En cambio, las defun-
ciones directamente vinculadas al consumo de la temible heroína fueron meno
de novecientas en el mismo año. La diferencia estadística de las consecuencias de
ambos actos abusivos obvia comentarios. Pero aun otro dato objetivo. Durante
los primeros seis meses de venta de Viagra © en los EE.UU. (abril a octubre de
1998), el laboratorio Pfizer, productor del fármaco, reconoció que 130 persona
habían muerto a causa de las famosas píldoras azules (y es de suponer que se
trata de una cifra prudente dado que Pfizer la aceptó). Si comparamos esta
mortandad entre los pocos miles de viagrófilos que hubo en estos seis meses
con la de los usuarios de cocaína y heroína que ascienden a varios centenaresde miles (se calcula que entre el 1% y el 4% de la población norteamericana), se
puede afirmar el abuso de Viagra es muchísimo más peligroso.
3. Otros compañeros verbales que se añaden al vocablo droga son duras y blandas
Durante las últimas décadas se ha escrito mucho acerca de ello, pretendiendo
que existe algún tipo de criterio objetivo para tal clasificación. La presunción e
indefendible.
Tal división surge en el año 1953, cuando A. Porot propone su grosera clasificación
de substancias psicoactivas. Porot dividió las drogas en: a) fatalmente adictiva
o productoras de grandes toxicomanías (incluyendo ahí el opio, la marihuana
la cocaína...); y b) drogas que solo causan pequeños hábitos familiares (tabacoalcohol, café, somníferos). Esta división nace de las sórdidas modas políticas a
uso en la época, no de una reflexión científica. No contempla algo tan simple
como que se dan más muertes anuales y más lesiones irreversibles en relación
a las “drogas de pequeños hábitos familiares” que a las “fatalmente adictivas”
Tampoco discrimina algo tan esencial como es la diferencia entre el efecto de
cada substancia y su uso, algo en lo que ya Hipócrates había hecho hincapié
veinticinco siglos antes. Con el tiempo y alimentada por el interés económico
de algunos sujetos de cuello blanco y manos limpias, esta arbitraria clasificación
ha derivado hacia la confusa y falsa división de drogas duras y drogas blandas.
Es una clasificación deformante e insostenible pero que aun disfruta de una
cierta efectividad política. ¿Por qué? Permite pensar en la legalización de algu-nas substancias que hoy día son consumidas regularmente por cerca del 10%
de europeos y norteamericanos (la Cannabis). Dado el caso, puede representa
millones de votos para el que se atreva a proponer su despenalización si sabe
hacerlo bien y sin escandalizar a la masa teleadicta. Por otro lado, permite mante
ner la prohibición sobre otras substancias para no defraudar al electorado meno7 8
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avispado que ha acabado creyéndose la falsa igualdad de los silogismos: drogas
= decadencia física y mental = delincuencia e inseguridad ciudadana. Criterios
de carácter farmacológico y antropológico permiten afirmar que nada indica
que unas substancias se apoderen de la existencia de la persona en tanto que
otras no. Hay opiófilos, entre el 1% y 4% de la población occidental. La mayoría
de ellos consumen durante largo tiempo heroína, morfina o codeína para luego
abandonar tal costumbre sin pasar por ningún control médico ni alterar su com-
portamiento habitual. Hablar de drogas duras o blandas carece de sentido si no
se especifica de quién se habla, de lo que alberga en la mente y de qué sucedeen el cuerpo del consumidor antes de q ue le entre la substancia en cuestión.
Por otro lado, compulsión en sentido psicológico, significa una tendencia irre-
sistible a realizar un acto sin sentido aparente o incluso opuesto a los deseos
del propio individuo, que se ve obligado a ello por la angustia que sufre en caso
contrario. Consumo compulsivo, por tanto, es una expresión errónea. Deberíamos
usar la fórmula comportamiento compulsivo, así colocamos en e l epicentro de
la cuestión al sujeto que se comporta según un patrón anómalo. Su conducta
ofuscada puede quedar atrapada tanto por el consumo de drogas legales o
ilegales, como por la compulsión al trabajo, a la religión, a la familia, al sexo, a la
televisión, al fútbol dominical, a comprar bienes que no necesita o al consumo
de un ocio que le es realmente enajenante. Un usuario que consuma drogas sinresponder a este patrón, aunque las tome a menudo, no es compulsivo y la droga
no es ni dura ni blanda.
En la actualidad, se está produciendo un cambio muy significativo e interesante.
En ambientes científicos y clínicos desprejuiciados, se acepta que la dependencia
de las drogas es un fenómeno extremadamente complejo en el que se conjugan
factores de varios tipos: genético, psicológico, social y cultural. En las conductas
compulsivas se entrelazan de forma inseparable comportamientos libremente
asumidos por el sujeto con factores involuntarios de carácter bio-psico-social.
Por tanto, una adicción no es explicable en términos de la substancia objeto de la
fijación, sino que es esta combinación tridimensional la que permite comprender,
en toda su complejidad, la fragili dad psicológica del individuo compulsivo y surelación con el objeto de su dependencia, sean substancias, sexo, dogmas o su
mamá.
Esto implica una distribución inmediata de responsabilidades, y no todo el mundo
parece estar dispuesto a aceptar esta verdad. Términos como drogadicto debe
rían ser aplicados al conjunto de la sociedad que genera este tipo de sujetos ya
que se trata de una pauta de conducta, en buena parte, enseñada y forzada po
el entorno social ¿No es compulsiva la necesidad de entrar en las tiendas “Todo
a 100” para adquirir fruslerías inútiles por poco dinero, pero que compensan
las frustraciones cotidianas de mucha gente? ¿No es compulsivo el comporta
miento de tantos hombres y mujeres que gastan pequeñas fortunas mensuale
en máquinas tragaperras y juegos de azar, cuando luego les cuesta adquirir lo
básico porque el sueldo no siempre llega? Y finalmente ¿No es una conductapatológicamente compulsiva la relación que hay con la sexualidad por parte de
un índice elevadísimo de occidentales: prostitución, sadomasoquismo, viaje
de interés sexual a países pobres cuyos ciudadanos y ciudadanas deben vende
sus magros cuerpos a occidentales grasientos para satisfacer sus perversiones?
Hay que aceptar que vivimos en sociedades que generan individuos obsesivo-
compulsivos, y que esta misma actitud de persecución enfermiza (de cosas, de
placeres, de dinero…) es la que se manifiesta en la guerra contra las drogas.
Visto todo lo anterior, pues, propongo llamarlas simplemente “substancias proh
bidas”. Es genérico, refleja una situación real y no medicalizada, e incluso puede
inducir al lector y a l a lectora a plantearse interrogantes sobre la causa real de la
prohibición y los intereses ocultos que la mantienen.
4. Otras denominaciones parcialmente inadecuadas para referirse a los psicotropo
provienen de la psiquiatría. En este ámbito, las drogas visionarias –no estimulan
tes ni euforizantes– han sido denominadas delirógenas (que generan delirio)
psicotizantes (que producen psicosis), psicodislépticos (que abren la psique)
esquizógenos (que provocan esquizofrenia), psicotomiméticos (que mimetizan
la psicosis), psicohórmicos (que despiertan la psique), psicocímicos (que actúan
de fermento espiritual) y un largo y reiterativo etcétera (recogido por el psiquiatra
Joan Obiols).
De todas estas propuestas léxicas, la que ha gozado de mayor éxito ha sido ps
codélicos, de la raíz griega delos: substancias que desvelan, que abren el almaEs un vocablo de amplio uso popular a partir de la revolución contracultural de
los años 1960. Este término disfruta de una buena difusión en Europa. En los
EE.UU. fue substituido por psiquedélico, neologismo que acuñó H. Osmond y que
propuso en una famosa carta enviada a A. Huxley en 1956. El cambio radica en
que la raíz psico-, emparienta equívocamente el efecto de algunas substancias9 10
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desveladoras del alma con las enfermedades de la mente. En cambio, a partir
de la raíz psique- se proveía al neologismo de un nacimiento más limpio y más
cercano a la etimología griega, idioma en que la idea de alma se expresa con el
término psyché.
Dentro del ámbito clínico más vanguardista, ha tenido un cierto éxito el térmi-
no psicolítico, impulsado por el Dr. Leuner. En una publicación de 1967, fue el
primero en hablar de terapia psicolítica para referirse a la curación mediante la
aplicación de ciertos psicotropos (en especial LSD-25, psilocibina, y hoy MDMAy ayahuasca). Un término propuesto por un equipo de psiquiatras españoles
(Monclús, Tusquets y Ogara), que no hace referencia a problemas mentales es
psicoanábasis. Está inspirado en el libro clásico d e Jenofonte y viene a significar
el viaje exploratorio por l a propia psique. Es un buen vocablo pero no ha gozado
de éxito y actualmente nadie lo utiliza.
Por su lado, el vocablo psicotropos es un genérico correcto pero excesivamente
inexacto para referirse a las substancias prohibidas. El “movimiento (del griego
tropos) de la mente” lo produce un sinfín de principios químicos y situaciones
sociales. El enamoramiento y la ira son psicotropos; el café, la tila y los bombones
de chocolate son substancias psicotropas, y esperar el autobús que viene con
excesivo retraso siempre que uno tiene prisa, es también psicotropo.
5. Nos centraremos ahora en los efectos psicológicos de las drogas como posible
camino hacia formas más adecuadas de denominación. Veamos. Una de las pri-
meras propuestas serias fue realizada por el pionero y genial toxicólogo alemán
Louis Lewin (1850-1929). Lewin es el autor de un famoso y monumental texto,
Phantastica. Narcotics and Stimulating Drugs (1924), publicado cinco años an-
tes de su óbito y que por entonces ya tuvo dos exitosas ediciones en alemán.
Este texto aun no ha sido traducido al castellano a pesar de su importancia. En
él, Lewin habla de cinco tipos de substancias psicotropas según el efecto que
ejercen sobre nuestras mentes.
Así, Lewin clasifica las drogas psicotropas en cinco categorías:
—Phantastica o Sinnestäuschungsmittel (Agentes de ilusión sensorial), en refe-
rencia a los fantásticos efectos que inducen; se trata de lo que hoy denominamos
enteógenos: mescalina y su fuente el peyote, marihuana, beleño, hongos psilo-
cíbicos, la Amanita muscaria, Cannabis indica, varios especímenes de solanáceas
(daturas, brugmansias, Duboisa hopwoodii) y, sin duda, hubiera incluido aqu
la LSD-25, en su época aun por descubrir, y la ayahuasca, aun desconocida en
Europa;
—Euphorica o Seelenberuhigungsmittel (Anodinos del espíritu), drogas eufo
rizantes, tales como opio y derivados (heroína, codeína y morfina); de forma
paradójica, también incluía en esta categoría l a coca y la cocaína.
—-Inebriantia o Berauschungsmittel (Embriagantes), entre los cuales i ncluyó ealcohol y otros disolventes como el éter, cloroformo, benceno y otros;
—Hypnotica o Schlafmittel (Substancias para dormir), término propuesto para
denominar las drogas con efectos hipnóticos, donde cabe incluir los sedante
artificiales tipo barbitúricos y somníferos (hidrato de cloral, barbital, sulfometano
hidrato de bromal), y plantas como el kava-kava de las islas Fidji, Piper methysti
cum. El quinto efecto distinguible de l os psicotropos era el que Lewin denominó
con
—Excitantia o Erregungsmittel (Estimulantes), término que agrupa los estimu
lantes y excitantes tipo café, tabaco, nuez de cola, mate, guaraná, alcanfor o e
kat (Catha edulis, fuente de esti mulante catinona).
La exactitud descriptiva de esos cinco términos sigue vigente aunque en la ac-
tualidad se usen otras clasificaciones de las que hablo más adelante. El edificio
de nuestra taxonomía farmacológica se ha construido en buena parte sobre lo
pilares que puso L. Lewin. La ciencia posterior a él ha corroborado su clasifica
ción y su obra se considera la primera revisión amplia de psicofarmacología y
etnofarmacognosia. Las substancias cuyo efecto denominó Lewin como hypno
tica, hoy se conocen como sedantes –barbitúricos, tranquilizantes, ansiolíticos y
otros fármacos– y son de uso masivo en nuestras sociedades. Constituyen uno
de los principales negocios de los laboratorios farmacéuticos y una de las más
extendidas adicciones a substancias químicas. Los excitantia se han convertido
en estimulantes del sistema ner vioso tales como la cocaína y su subproducto ecrac, las anfetaminas y hoy las más extendidas metanfetaminas en toda su amplia
gama, en especial el metilfenidato, cuyo nombre genérico es el de analépticos
A estas cinco categorías de Lewin, Albert Hofmann añadió una sexta, los sedan
11 12
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tes neurolépticos, que incluyen la clorpomacina, el meprobamato y la Rauvolfia
serpentina como prototipo vegetal natural que contiene reserpina.
Es muy significativo que L. Lewin eligiera como título de su importante obra,
Phantastica, la tipología de las drogas enteógenas. Desde diversos puntos de
vista se trata de las substancias más interesantes en lo que atañe a sus efectos
espirituales y a su capacidad para situar al ser humano en el mundo. Cualquiera
puede tomar un estimulante para auxiliarse en su trabajo o un hipnótico para
ayudarse a conciliar el sueño –efectos más que deseables en según que cir-cunstancia–, pero se trata de drogas de efecto llano, no descubren nada, no
desvelan ningún secreto. Al cesar el efecto químico, el usuario queda igual que
antes de tomar la substancia. Pero las phantastica son muy distintas, de aquí que
en medios especializados –y ya no tanto– hoy se conozcan como “enteógenos”.
Este neologismo que he usado ya en líneas anteriores nace de la raíz compuesta:
en-theos-gen. Fue acuñado el año 1976 por A. Hofmann, J. O tt y C. Ruck, y literal-
mente significa “que despierta [-gen] dios [-theos-] dentro de uno [en-]”, o en una
interpretación más libre: que despierta la experiencia de la divinida d en mí. Han
empezado ya a surgir derivados de este sustantivo y se habla de enteobotánica,
enteofilia y enteología.
Con posterioridad a la sólida clasificación propuesta por L. Lewin, se han elabo-rado otras categorías que parten de los efectos que las drogas producen sobre
el SNC (Sistema Nervioso Central), aunque a menudo no tienen en cuenta los
efectos psicológicos específicos. La más genérica y extendida actualmente es la
tipología que divide los psicotropos en tres familias :
—los depresores del SNC; es el caso del alcohol, los hipnóticos, los ansiolíticos
(tranquilizantes) y los opiáceos (morfina, heroína, opio);
—los estimulantes del SNC; es el caso de las anfetaminas, la efedrina, la cocaína,
la nicotina o la cafeína; y
—los hay también que actúan deshaciendo los bloqueos de la consciencia yaumentado el umbral de percepción endógena y exógena, los denominados
psicodislépticos o psicodélicos; es el caso de la LSD -25, la mescalina y el peyote,
del cáñamo y la ayahuasca, la psil ocibina, de alguna droga de diseño y de algún
inhalante.
Esta simple clasificación sirve para denominar correctamente las drogas de
presoras, las estimulantes y las enteógenas, y se trata de una clasificación inde
pendiente del estatus legal que tenga cada substancia en un momento y luga
determinados. A pesar de ello, no acaba de reflejar con total certitud la realidad
psicológica y social escondida bajo el efecto de cada psicotropo. Por ejemplo
hay depresores del SNC cuyo efecto es vivido como eufórico –el alcohol– en
tanto que otros hacen dormir –los hipnóticos.
En resumen, clasificar los psicotropos es no tarea sencilla ni obvia. Si se realiza enbase a su estructura química, y a pesar de su utilidad técnica, carece de sentido
para la mayoría de la población usuaria o interesada. Sería como hacer una cla
sificación de las pinturas no su lugar en la escala cromática, que es lo que todos
podemos observar, sino por el peso en onzas o por su fórmula química. Subs
tancias químicamente tan distintas como la ayahuasca, la LSD-25 o la ibogaína
inducen efectos mentales y espirituales bastante equiparables, y al revés.
6. Por tanto, las preguntas a formular para caminar hacia los términos adecuado
deberían ser del estilo de: ¿qué efecto tiene una determinada substancia? ¿Qué
dosis es la adecuada y para qué? ¿En qué ocasiones es adecuado usar una subs
tancia? ¿Quién la puede consumir? ¿Qué patrones o formas culturales deben
envolver su consumo?
Voy a recoger algunas propuestas interesantes y más ajustadas a nuestro
conocimientos de hoy. La primera de ellas es la que entiende las substancias
psicoactivas como un alimento más. J. Ott, se pregunta: ¿cuál es, en realidad
la diferencia entre un alimento y una droga? ¿Es el alcohol una droga, porque
manifiestamente puede hacer que nos tambaleemos, incluso provocar el estado
comatoso de anestesia general; o es un alimento, un carbohidrato que nuestro
sistema digestivo procesa convirtiéndolo en energía para el organismo, agua y
dióxido de carbono? ¿Es la hoja de coca una droga por contener cocaína que
estimula nuestro sistema nervioso mientras provoca anestesia local en las mejilla
y encías, o es un alimento rico en vitaminas y minerales que ha complementado
la dieta de los indígenas andinos durante siglos? Estas preguntas se amplíanpor el otro lado al descubrir, por ejemplo, que la leche materna, considerada
el alimento más natural para nuestros hijos, contiene morfina. Lo mismo se ha
desvelado respecto del lácteo vacuno: la leche de vaca contiene opiáceos. Má
tarde se ha descubierto que también el heno, la lechuga y otros vegetales de
amplio consumo humano contienen pequeñas dosis de morfina. Para redondea13 14
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la situación, se sabe que también nuestro propio cuerpo, en el fluido cerebroes-
pinal, sintetiza morfina y codeína de forma natural, al igual que el resto de los
mamíferos. Si reducimos la situación a un lógico absurdo se podría anunciar que
todos los occidentales estamos fuera de nuestra Ley por producir opiáceos en
nuestro organismo. Y ya es sabido que la ignorancia no exime del cumplimiento
de las Leyes.
Catalogar unas substancias de alimento y otras de drogas tiene más que ver
con legislaciones, tradiciones y prejuicios que con criterios objetivos: con pan yvino se anda el camino, dicen los castellanos. ¿Es el vino droga o alimento para
andar? En consecuencia, las drogas psicoactivas deben entenderse en tanto que
alimentos más o menos nutritivos para el cuerpo y, a la vez, alimentos específicos
para la mente o el sistema nervioso.
Un término que me gusta reivindicar para ciertos psicotropos es el de estupefa-
cientes: que dejan estupefacto. La estupefacción es algo propio del ser humano.
Probablemente, debió existir ese relativo instante mítico en q ue el ser humano
emergió del pasado bestial que nos une, intuyendo de forma dubitativa y vaga
la existencia de algo superior. Nuestros antepasados vivieron ese asombro que
acompaña la idea de divinidad y que nos deja estupefactos. El consumo de en-
teógenos permite acceder a tal estado de estupefacción, de profundo asombroy arrobamiento ante lo inefable del mundo y de uno mismo. Por ello, pues, deno-
minar estupefacientes a los enteógenos y a algunos euforizantes que disfrutan
de la misma capacidad sería un buen término, si no nos lo hubieran robado a
base de cargarlo de contenidos negativos.
Otro vocablo que uso a menudo para referirme a las drogas enteógenas es el de
adaptógenos: que ayudan a adaptarse al mundo en un sentido activo. A pesar
de que algunos farmacólogos miren este concepto con cierto recelo y de que un
colega anglosajón haya escrito que patino sobre hielo al defender esta propuesta,
las propias investigaciones que estoy realizando actualmente junto a especialis-
tas del centro Izkali, de Donostia, señal an con fuerza hacia esta dirección. Tras el
simple consumo de ayahuasca dentro de un cierto orden ritual no eclesiástico—y sin que medie psicoterapia alguna—, por medio de tests axiológicos hemos
verificado que los usuarios occidentales, entre otros di versos cambios positivos,
mejoran la capacidad para enfocar su lugar en el mundo, objetivan las propias
necesidades internas y ven aumentado su sentido de la responsabilidad. Gra-
cias a estos cambios, los consumidores conscientes de ayahuasca mejoran sus
estrategias adaptativas, su nivel de operatividad sobre el mundo y ven rebajado
los sentimientos de culpa que están en la base de muchas neurosis. El resultado
global es que el consumo de este enteógeno –como ejemplo genérico– permi
te elaborar mejores y más eficaces estrategias de adaptación al mundo a base
de reducir, en un sentido activo, la enajenación y aumentar la consciencia y la
responsabilidad. Actúa como herramienta muy adecuada para incrementar la
inteligencia emocional de los sujetos y su interacción social dentro de peque
ños grupos. Por tanto, denominarlas substancias adaptógenas inespecíficas es
objetivo, descriptivo y correcto.
7. Existe otra familia de substancias, la principal representante de las cuales es e
éxtasis o MDMA, que despiertan una profunda sensación de empatía y fraterni
dad con las demás personas. Bromeando, me gusta llamarlas las drogas del ¡Uy
perdona…!. En las discotecas y locales donde se da un consumo generalizado
de estas substancias, los clientes se comportan de forma muy lejana a la agre-
sividad que puede despertar el alcohol. Cuando dos jóvenes, por ejemplo, se
dan un inadvertido codazo pugnando en la barra por conseguir la atención de
atareado camarero, su reacción suele ser la de pedirse cariñosamente disculpa
por el atrevimiento. ¡Uy, perdona! Estas drogas de síntesis no combinan bien con
las bebidas alcohólicas por lo que los usuarios prefieren beber refrescos o agua
Las substancias tipo MDMA y MDA, han sido muy usadas en medios clínicos
para tratar bloqueos emocionales y conflictos matrimoniales. Si una pareja ha
interrumpido su comunicación y su relación se halla en un atasco, puede hall a
una solución atreviéndose a consumir una dosis normal de éxtasis. Esta subs-
tancia estimula el buen contacto emocional hasta límites que, en tratamientos
normales, requerirían semanas o meses de psicoterapia de pareja. Otro tema e
lo que se transmita una vez a bierto el canal de comunicación emocional, pero e
contenido estimulado por tal familia química es de buena atmósfera amorosa
De ahí que, tras un uso exitoso durante décadas antes de su prohibición, tanto
en ambientes universitarios como clínicos, algunos psicoterapeutas norteame
ricanos hayan propuesto denominarlas drogas contactógenas o empatógenas
que generan contacto o empatía entre los usuarios. Son dos términos claramentdescriptivos y que gozan de un relativo éx ito.
8. Al margen de las substancias, hay otro tema que requiere atención: los vocablo
para referirse a l os usuarios. Ya hemos visto que ni drogadictos, no toxicómanos
15 16
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ni drogodependientes. Se podría hablar con más ecuanimidad de farmacófilos
–de la misma manera que los colombófilos son las personas aficionadas a la cría
y estudio de los palomos–, y de farmacófobos para indicar una actitud contraria
al uso de fármacos psicoactivos, sea por razones morales, tradicionales o legales.
En este sentido, observamos que un bando de la humanidad está formado por
los fóbicos, auténticos seres apolíneos sin dimensión dionisíaca. Los drogófobos
suelen ser aquellos que consideran las drogas, y cualquier tipo de ebriedad o
exceso, como una perversión, fuente de corrupción y pecado. Esto no quita que
muchos apolíneos sean grandes consumidores de drogas legales para dormir,
para trabajar, para ser sexualmente capaces... pero este consumo no tiene, para
ellos, carga emocional alguna. Pareciera que fueran substancias neutras, aunque
no lo son. Es solo una cuestión de preconceptos ciegos. Luego están los fílicos
o dionisíacos. La mayoría de los miembros de este bando piensan que ninguna
substancia, por sí misma, puede cambiar la realidad profunda de una persona sino
solo amplificar aquello que ya hay, con lo cual son partidarios de aprovechar la
vida a fondo en lugar de alejarla por el peligro que pueda conllevar vivirla hasta
el límite. Entre algunos miembros de este bando suele haber mucha fantasía de
salvación y mucho placer por una estética vacía. Caso aparte es el de los indivi-
duos con comportamientos compulsivos.
Los drogófilos suelen tener el talante de los que creen que la vida es una mara-
villa cuando no se tiene miedo de ella, a pesar de los peligros que conlleva estar
en una pirueta permanente, pero así es la vida… Los drogófobos, en cambio,
suelen creer que la existencia debe ser tomada con suma cautela, formalidad y
circunspección para evitar los peligrosos monstruos que se agazapan en cada
esquina. Por mi parte, soy partidario de lo que denomino la drogofilia con au-
tocontención. Cada uno es responsable de sí mismo y debe saber qué drogas l e
convienen y cuáles no, qué momento requiere de unos psicotropos, de otros o
de ninguno, de la misma manera que casi todos sabemos si nuestra piel s oporta
los rayos del sol y cómo hay que recibirlo.
Habría que usar también el neologismo hedonofarmacología o la búsquedadel placer /0impulso fundamental en el ser humano y resto de animales– por
caminos farmacológicos, en lugar de recurrir a los ar tísticos, religiosos, sexuales
o por medio de escalar poder sobre los demás. La hedonofarmacología es una
de las caras de las drogoebriedades. Los hedonofarmacófilos son aquellos que
se muestran partidarios de este camino de placer.
Hay otro precioso neologismo acuñado por el centenario filósofo y escritor alemán
Ernst Jünger, psiconauta. Se refería por psiconautas a aquellas personas interesa
das en descubrirse a sí mismos y en descorrer el velo que protege la escondida
esencia de la vida por medio de los psicotropos adecuados, los enteógenos
Psiconauta, navegante que surca la propia mente, es una perla lingüística por la
amplitud, exactitud y tradición de sus partes componentes. Deseo un gran éxito
a este neologismo. Lo usaremos a menudo
En este mismo campo léxico referido al efecto que produce, en cada persona, e
uso de unos u otros psicotropos, propongo las expresiones drogas de esclavo
y drogas de libertos. Hay drogas que por sus efectos son perfectas para los es
clavos o para mantenerse en un estado de esclavitud. No es ninguna casualidad
el éxito del popular carajillo y el del cuba libre, ambas mixturas a base de un
ingrediente rico en cafeína más otro de elevada graduación etílica. Es un cócte
perfecto para los esclavos: la cafeína estimula los músculos hasta crisparlos pero
en ningún sentido tiene el mismo efecto sobre la mente; el alcohol, por su lad o
embota el cerebro hasta impedir todo pensamiento formalmente encajado. E
la combinación ideal para que los rebeldes trabajen sin pensar. Las drogas de
libertos, en cambio, son las que ayudan a descubrir la inmensidad de l a vida y losimple que pueden ser las maravillas. Ayudan a liberarse de la cárcel en que est
metida nuestra mente, el cuerpo y sus dependencias. Por ejemplo, son drogas
de libertos la ayahuasca, l a LSD-25, la psilocibina o el peyote. Y no es casualidad
que los pueblos amazónicos consumidores de la pacífica y reflexiva ayahuasca
detesten el café y aun más mezclado con alcohol, ni es tampoco casualidad que
la cafeína sea el estimulante de las clases humildes en tanto que la cocaína lo
sea de las clases pudientes.
9. Para acabar, hay otras dos expresiones que me gusta usar por su precisión des
criptiva referida al tipo de consciencia a la que se puede acceder mediante el uso
de enteógenos. Me refiero a la consciencia dialógica y a la consciencia holorénica
Según C.G. Jung y las actuales neurociencias, nuestra mente no es una entidadúnica sino que está integrada por muchos personajes o impulsos, aunque siempre
los concebimos de forma integrada. Estos personajes del inconsciente son los que
aparecen en los lapsos y en los sueños bajo distintas formas tomadas del mundo
exterior, y también se desvelan bajo el efecto de los enteógenos. A menudo se
pelean entre ellos y el sujeto se ve, entonces, sumergido en una neurosis de17 18
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indecisión. O, tal vez, domine una pulsión desequilibradamente sobre todas las
demás y hablamos de complejos.
Las drogas enteógenas permiten observar –es decir, auto-observarse– cómo
estos personajes de nuestra psique dialogan entre ellos. Al callar y aislarse del
mundo exterior por unos minutos, cualquiera puede oír el ronroneo de diversos
pensamientos, a menudo contradictorios, que parecen surgir de alguna parte de
dentro y que no permiten aquietar la mente. Los enteógenos ponen al descu-
bierto estos personajillos y sus discusiones, son propulsores de este dialogismo
como forma de consciencia despierta. Facilitan que estas pulsiones interiores,
en habitual guerra civil, lleguen a acuerdos y hasta a una aceptación mutua. De
ahí que los chamanes hablen de los diversos espíritus que habitan el cosmos y
de las contiendas que hay entre ellos: se trata de proyecciones de sus propios
personajes inconscientes en habitual litigio por gobernar los actos del sujeto
(este tema lo he tratado con mayor extensión en otros textos). Por esto, me gusta
denominar estilo cognitivo dialógico esta especial forma de actuar que tiene
nuestra mente bajo el efecto de los enteógenos, estilo propio de chamanes y
místicos. No sucede lo mismo con otras substancias que estimulan los afectos
o los músculos, que interrumpen o provocan el sueño. Estas drogas no generan
ningún estilo cognitivo propio.
Por otro lado, consciencia holorénica viene a significar un estado de la mente
en que ésta busca la totalidad del ser, la experiencia trascendente por excelen-
cia. Holos es un conocido prefijo que indica globalidad, la suma de todos los
elementos que componen un sistema; reniké es un sufijo verbal que proviene
del griego arcaico eurísko: inventar, hallar, discurrir... en un sentido de proceso
abierto. Es lo que sucede cuando uno está en actitud de captar aquello de inefa-
ble que aparece en la mente y transportarlo a l mundo de lo objetivo; cuando se
está en espera de la inspiración (holorénico es un neologismo que propuse por
primera vez en 1989). Las drogas enteógenas facilitan el acceso a este nivel de
consciencia global u holorénica dándole un estilo dialógico de funcionamiento.
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Análisis de contenido de la comuni-
cación sobre drogas.Los titulares de prensa de los periódicos
de Murcia (España)
Mª José Martínez Martínez1
Resumen
En este artículo se presentan parte de los resultados de una investigaciónrealizada sobre drogas en la información periodística. Se trata del análisis de con-tenido de la comunicación sobre drogas. El análisis se realizó sobre 2.280 titularesde prensa de los periódicos de la Región de Murcia (España) aparecidos entre 1981 y1985, un período que corresponde a los años inmediatemente anteriores a la puestaen marcha del Plan Nacional sobre drogas en España y del Programa Regional deIntervención en Drogodependencias de Murcia. Uno de los supuestos principalesdel estudio es la influencia de la prensa en la activación de la alarma social sobre
las drogas. El proceso metodológico se ha ajustado a las técnicas de análisis decontenido y análisis del discurso y se ha empleado el programa Nudist como her-ramienta informática para el análisis de datos cualitativos.
1 Profesora de Trabajo Social. Universidad de Murcia
0. Introducción
La finalidad de este artículo es presentar un resumen de los resultados de
análisis de contenido de los titulares de prensa de los periódicos de la Región de
Murcia (España), correspondientes al período previo a la puesta e n funcionamiento
del Plan Nacional sobre Drogas en 1985. Esta síntesis está tomada de una amplia
investigación presentada por la autora como tesis doctoral en la Universidad de
Murcia en julio de 1999, y es un anticipo de su publicación completa a cargo de
Secretariado de Publicaciones de la misma Universidad. Esta publicación incluirá
tanto los aspectos teóricos de la investigación y la metodología empleada en e
análisis, como la descripción exhaustiva y los resultados de l análisis de contenido. A
esa publicación remito a los interesados en conocer con detalle las distintas etapas
del estudio.
Los rasgos y características del discurso social sobre drogas se han descrito
a través del análisis de los titulares de prensa agrupados en tres categorías, nudo
o núcleos temáticos denominados Actores (Sujetos), Objeto-Producto (Drogas) y
Dimensiones (Campos y relaciones). A estas tres grandes categorías se han vincu
lado una amplia red de subcategorías que permiten describir el contenido de los
mensajes de la prensa sobre drogas.
Se entiende aquí por Actores (Sujetos) lo que se suele entender en ciencias
sociales por actores sociales, que incluye tanto sujetos o individuos particulares
como roles sociales o conjuntos de individuos agrupados en distintas formas de
asociación o agrupación social, y relacionados entre sí por diverso tipo de vínculos
sociales. Considero, pues, como Actores a los protagonistas de la acción que apa
recen en los titulares de prensa, es decir, aquéllos de quienes hablan los titulares
de la información.
Se entiende por Objeto-Producto (Drogas), las distintas sustancias que son
clasificadas como drogas, tanto en el modelo experto o d e los técnicos como en e
modelo popular. Son, por tanto, Objeto-producto el conjunto de drogas que figuran
en los diferentes titulares de prensa d el período analizado.
He distinguido, en este segundo conjunto de subcategorías denominado
Objeto-producto, por un lado, la subcategoría Drogas que de forma inespecífica es
empleada en los titulares de prensa, y por otro lado, los distintos tipos de droga
específicas reseñados en los textos, entre los cuales están las siguientes: Alcoho
Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia
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Tabaco, Cánnabis, Cocaína, Heroína, Fármacos y otras de menor peso en los titulares
como Alucinógenos e Inhalantes.
Se entiende el término o categoría Dimensiones (Campos y relaciones) en el
sentido de campos semánticos en los que está inmerso el fenómeno de la droga,
es decir, en el sentido de aspectos en los que se ramifica el fenómeno de la droga
(Actores y Producto) y lo definen. Campos y relaciones quiere decir aquí, por tanto,
ámbitos de significación de la droga e interacciones entre unos y otros, que muestran
el fenómeno en su verdadero carácter holístico.
Como se verá, las Dimensiones elegidas no son exclusivas del fenómeno de
la droga. Son dimensiones que poseen muy diversos hechos sociales, que también
pueden ser analizados desde ellas, total o parcialmente. La novedad de su uso en el
análisis del fenómeno de la droga está en la peculiar combinación de ese conjunto
de dimensiones económicas, legales, socio - culturales, psico - sociales, sanitarias y
políticas en este fenómeno concreto de la droga y en la singularidad de su contenido.
Las dimensiones seleccionadas, no son, sin embargo, un invento apriorístico, sino el
resultado del análisis de los textos. Por ello, es posible que la lista de dimensiones
no sea exhaustiva.
En este breve resumen, me propongo la tarea de sintetizar y ofrecer lo quela prensa dice sobre las drogas, resalta ndo algunas cuestiones que me parecen más
importantes y extrayendo las conclusiones más relevantes. La utilidad de lo que aquí
se dice, sin embargo, quizá esté no sólo en los contenidos mismos de los mensajes
de la prensa murciana y en las conclusiones que extraigo para el caso español, sino
también en los supuestos del análisis y en la propuesta metodológica en la que se
sustenta aquél..
1. Qué dice la prensa sobre las drogas
Respecto al objetivo principal, que me propuse en el capítulo dedicado al
proceso metodológico, consistente en responder a l a pregunta Qué dice la prensasobre las drogas, he dado buena cuenta con el análisis de contenido realizado en e l
capítulo titulado Análisis de contenido del Corpus, que ahora sintetizo.
Sobre los Actores del consumo, la prensa tiende a utilizar el término droga-
dicto asociándolo al de consumidor de drogas ilegales, preferentemente, de heroína.
El Drogadicto-heroinómano es considerado como un sujeto altamente conflictivo
y generador de inseguridad ciudadana. Éste, así concebido por el discurso socia
dominante en la prensa, tiene el perfil de sujeto joven, delincuente y propagador de
nuevos heroinómanos, activador de alarma y temores sociales, cuyas probabilidade
de éxito en su recuperación son muy escasas.
Los consumidores habituales de alcohol, tabaco y fármacos no son categori
zados, en el modelo popular, como drogadictos. El alcohólico no es ni un drogadicto
ni un delincuente, sino que es considerado como un enfermo y, en consecuencia
se manifiesta en la prensa más confianza en su rehabilitación. La imagen que la
prensa nos transmite es la de un sujeto normalizado, plenamente integrado en la
cultura, causante de conflictividad social únicamente cuando va bebido al volante
de un automóvil, por el riesgo de accidentes de tráfico, obviándose otros muchos
problemas laborales, sanitarios y familiares derivados del alcoholismo.
Esta distinción, entre Drogadicto-heroinómano y consumidores de otras
drogas (alcohol, etc.) expresa una concepción cultural en torno a la dicotomía lega
/ ilegal. En este punto el modelo experto es generalista, en cuanto que todo e
consumidor de drogas (legales o ilegales) es drogodependiente. Mientras que e
modelo popular es selectivo, en cuanto que considera drogadicto al consumido
de las drogas ilegales sólamente. Como se verá más adelante, esto se basa en ladistinción entre producto-droga y producto de consumo. Esta distinción es la que
marca la ruptura entre el modelo experto y el modelo popular.
En cuanto a La edad de los Actores, por otro lado, los jóvenes son los protago
nistas del consumo de drogas en la prensa, que insiste reiteradamente en la condición
de joven, sobre todo, de los muertos por sobredosis. Si quisiéramos expresarlo con
un titular inventado por nosotros para esta ocasión, que reflejara la imagen de la
prensa, tendríamos que decir algo así: La droga es un asunto de jóvenes. Los jóvene
son actores del consumo y, a la vez, de conductas delictivas (robos, tráfico, etc.). Pero
paradógicamente, también son víctimas de esta conflictividad social, en tanto que
carecen de recursos que incentiven su vida y les ofrezcan alternativas válidas ante
las drogas, y también son víctimas de otros que les facilitan y l levan al consumo.
Un protagonismo especial da la prensa a los niños relacionados con las dro
gas, como sujetos activos o como víctimas de los adultos. El caso de los niños es
el único en el que se rompe la dicotomía legal/ilegal. El mensaje de la prensa sería
23 24
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éste: Los menores deben ser apartados del consumo de cualquier tipo de droga,
legales o ilegales.
Sobre la Dimensión social de los Actores, los titulares de la prensa ponen un
énfasis especial en las redes, bandas y mafias de traficantes. Pero, curiosamente, la
prensa nos muestra los últimos eslabones del tráfico, pero no las cabezas de éste, que
apenas figuran en los titulares. Sin embargo, está comprobado que los marginales,
que están diariamente en los periódicos, por motivos de tráfico y consumo, no son los
más importantes en el fenómeno de la s drogas. Sintéticamente, se podría expresar
la imagen de la prensa al respecto en esta frase: Redes de traficantes controlan el
negocio de la droga. Se subraya así, indirectamente, el predominio de la respuesta
policial sobre otro tipo de respuestas sanitarias, educativas, etc.
De las demás instituciones analizadas la más importante es la Cárcel por la
imagen de microsociedad que de ella revela la prensa, en la que, en torno a la droga,
suceden las mismas cosas que fuera de ella, y por su papel de socialización en el
mundo de la droga. El mensaje de la prensa sería en este caso: La cárcel no solo no
rehabilita a los sujetos, sino que, incluso, no es un lugar seguro para los reclusos.
En cuanto a la Identidad de los Actores se aprecia que, según la prensa, los
españoles son, en nuestro país, los consumidores de drogas que han sido traídaspor otros. Fuera de España, los españoles son detenidos, encausados y condenados
por tráfico, mientras que los extranjeros son los causantes de esta conflictividad
social entre nosotros. La prensa tiende a ofrecer la imagen de que las drogas vienen
de fuera. Expresado en forma de titular podríamos decir: La droga es un asunto de
extranjeros.
Desde el punto de vista de Los Actores del proceso económico, la prensa
contempla, principalmente, la información del comercio de drogas ilegales, pero
apenas repara en este proceso en relación a las drogas legales. También aquí se
reproduce la dicotomía legal / ilegal. Traficante se relaciona con drogas ilegales, y
vendedor con productos de consumo (drogas legales). “La prensa privilegia el rol
de traficante de drogas ilegal es, y lo distancia del vendedor de drogas legales”, seríaahora el titular que sisntetizaría el mensaje de la prensa. El tráfico y el traficante están
vinculados a la conflictividad social y a la ilegalidad. En muchos casos, los actores
de la conflictividad social son mostrados con todo lujo de detalle y pasan a ofrecer
modelos sociales de conducta fácilmente imitables.
La prensa recoge una gran variedad en cuanto a Los roles sociales de los Actores
Políticos que se ven implicados en la problemática de las drogas y, a su vez, son
los protagonistas de elaborar respuestas ante este problema; jurídicos, que son
responsables de legislar y juzgar el cumplimiento de la legalidad vigente; sanitarios
portavoces del modelo experto y de hacer ver las consecuencias sanitarias del con
sumo de drogas; artistas implicados en el consumo de drogas, que ofrecen y son
generadores de modelos de conducta para la juventud. Pero son los policías, los que
adquieren el papel protagonista más relevante como ejecutores del cumplimiento
de la ley. De ello podríamos concluir: La policía protagoniza la respuesta del Estado
al problema de la droga. Algunos de estos roles sociales aparecen implicados, en
mayor o menor grado, en la conflictividad social de las drogas, por verse inmerso en
el tráfico o el consumo. Con ello, se introduce un nuevo elemento de alarma social
al normalizarse la implicación en la droga con sujetos libres de toda sospecha. Con
lo cual tendríamos un nuevo titular: La droga está ligada al delito, pero no es as unto
sólo de marginales. Posiblemente el grado máximo de alarma social, en una sociedad
democrática, vendría dado por la implicación del Gobierno en el tráfico de drogas
Aunque el rol que he denominado Jurídico tiene poco peso en los titulares, el Fisca
Antidroga adquiere un protagonismo especial por sus posiciones contradictorias, a
mitad de camino entre la represión policial y la perspectiva sociológica, expresadaen las siguientes titulares: “La droga es un subproducto de la sociedad de consumo
“El drogadicto no es un criminal”, “La cárcel no resuelve el problema del drogadicto
“Penas más duras contra la droga. Propone que las competencias antidroga se de
positen en l a policía”.
Respecto al Producto-droga, se encuentran en la prensa dos cuestione
fundamentales. Una es la asignación del término droga a las drogas ilegales y prin
cipalmente a la heroína, y otra la distinción conceptual, entre las drogas ilegales, que
se perciben y son definidas como drogas, y las drogas legales que no se conciben
como tales. Las primeras son rechazadas y consideradas como peligrosas y con
flictivas; por el contrario, las segundas son toleradas, permitidas e integradas en la
cultura como productos de consumo. La distinción entre drogas legales e ilegaleses fundamental porque lo que dicen los titulares sobre unas (tabaco, alcohol, etc.
y sobre otras (heroína, cocaína, etc.) es diferente, y, como se ha indicado, marca la
ruptura entre el modelo experto y el modelo popular.
En este sentido se encuentra discrepancia entre el modelo experto, que
considera droga a todas las drogas, legales y no legales, en función de su efectos25 26
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sanitarios; y el modelo popular, que identifica como droga a aquéllas no toleradas
por el sistema social, es decir, a las no legales, y como producto de consumo a las
drogas legalmente establecidas y toleradas en los distintos contextos sociales. De
ello se dará cuenta en otro artículo titulado Modelo explicativo del discurso social
sobre drogas en la prensa, que se publicará próximamente.
La heroína llega a ad optar el protagonismo máximo de todas las drogas, de
tal manera que, cuando se habla de droga en la prensa, se sobreentiende heroína.
Esta droga es presentada, sistemáticamente, en contextos de conflictividad y alarma
social. Por el contrario el alcohol no es considerado como droga y la conflictividad
que genera va referida, únicamente, a los accidentes de tráfico. La insistencia en
titulares sobre los controles de alcoholemia son una expresión de ello.
2. Cómo habla la prensa sobre la droga
En cuanto al Cómo habla la prensa sobre la droga se pueden subrayar varios
aspectos importantes. El primero es la repetición sistemática de estructuras comu-
nicativas, que se observan en un gran número de titulares, y que podrían ejempli-
ficarse con los siguientes: “Detenida una banda de traficantes de droga en Madrid”,
o “Muerto un joven por sobredosis”.
El segundo es el uso de expresiones retóricas y recursos literarios léxicos con
gran carga semántica y emotiva, que sin soporte fiable magnifican o sobreinterpretan
los hechos de los que, supuestamente, informan. Estos titulares son un buen ejemplo:
“Toda una generación de jóvenes españoles afectados por la droga”. “España se está
convirtiendo en el paraíso de los drogadictos”.
El tercer aspecto, conectado con el anterior, es la selección y utilización de un
léxico muy singular en relación al fenómeno de la droga. Unos términos y vocablos
son de carácter épico y militar como lucha, guerra, campaña, etc. y otros son términos
policiales, también muy reiterativos, como aprehendido, intervenido, incautado, etc.,
en relación al producto-droga, y otros como detención, detenido, etc. en relación a
los sujetos. Estos términos referidos a la aprehensión del producto y a la detención
de los sujetos, se repiten sistemáticamente, reflejando el discurso dominante, que
es el del control policial.
Hay un cuarto aspecto que parece también fundamental, y es la utilización de
determinados resortes comunicativos utilizados por la prensa, relacionados con la
generación de un estado de al erta y alarma social. Son mecanismos comunicativo
empleados para promover la alarma social. Algunos de ellos son los siguientes: (1
Uno es el uso de la cuantificación del fenómeno de la droga, presentando cifra
desorbitadas y, en muchos casos contradictorias, generalmente, sin el soporte
de estudios que respalden la información. Son informaciones muy frágiles desde
el punto de vista del rigor informativo. (2) Otro mecanismo de la alarma social es
la gravedad y excepcionalidad de las conductas de las que informan los titulares
Ejemplos de esa excepcionalidad son los siguientes:
a) La aparición de la población infantil en la esfera de la droga, tanto en e
consumo como en la conflictividad que la acompaña, y de los jóvenes asociados a
consumo, al delito y a la muerte.
b) El hecho de que personajes, socialmente relevantes o libres de toda sospe
cha, como reza un titular, (empresarios, policías, etc.) se vean implicados en conflicto
sociales derivados del mundo de la droga y son protagonistas de conflictividad
social por el tráfico de droga. Es decir, cuando las drogas ilegales se ven vinculadas
a contextos de normalidad social.
c) El hecho de que políticos eleven, en sus declaraciones, la droga a la categoría de problema de Estado (“Según Felipe González la droga es un problema
de Estado”), o cuando aquéllos se ven implicados en delitos generados desde e
mundo de la droga.
El quinto aspecto es la distinción entre la legalidad y la ilegalidad, que será
expuesta con más detalle en el ar tículo mencionado anteriormenete, donde se hace
un análisis de contenido de los textos a un nivel interpretativo, y que, posiblemente
sea la aportación más personal de e ste trabajo. En esta dicotomía legal / ilegal está
según mi punto de vista, la clave para la comprensión del fenómeno de las droga
en sus diferentes dimensiones.
3. El para qué de las informaciones sobre drogas
En relación al Para qué de las informaciones sobre drogas, o lo que es lo mismo
en cuanto a los fines de la información sobre drogas, se puede distinguir entre los
fines explícitos, es decir la función informativa de la prensa, y los fines implícitos
de los medios de comunicación, consistentes en la función generadora estados de27 28
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opinión, de actitudes y conductas entre la población.
Respecto a la función i nformativa, se puede concluir, en primer lugar, que los
medios de comunicación transmiten la información de una forma se sgada, ya que
informan de algunos aspectos del fenómeno de las drogas y silencian otros. Algunos
querrán ver en esto información interesada y estratégica, pero no necesariamente
sucede así. Aunque algo de eso pueda haber, pienso que en la prensa también hay
rutinas comunicativas, formas de pensamiento estereotipadas o, simplemente, reflejo
del discurso social dominante en la sociedad sobre las drogas. Algunos ejemplos,
que se recogen a continuación, cuestionan el discurso de la objetividad de la prensa
en la construcción de las noticias.
Así sucede que los medios destacan el aspecto delictivo y conflictivo de la
heroína y no informan del problema sanitario de los drogadictos; hablan de los
aspectos conflictivos de los actores, pero se olvidan de los aspectos afectivos y psi-
cológicos de éstos; se subraya insistentemente la dimensión policial, pero se deja
en segundo plano la dimensión económica que está detrás del problema de las
drogas; se informa del número de drogodependientes ilegales con cifras anárquicas
y desorbitadas, pero se amortigua el número de fumadores y alcohólicos; se habla
reiterativamente de las muertes por heroína, basadas en informaciones policiales
principalmente, pero apenas de las muertes derivadas del consumo de drogas le-gales como el alcohol, de las que podría haber información clínica fiable; se insiste
en la producción de drogas ilegales con el tema de las plantaciones y se habla muy
someramente de la producción de drogas legales; se informa de los beneficios
económicos del negocio de la droga para los traficantes de drogas ilegales, pero se
ocultan los beneficios de las empresas productoras de alcohol, tabaco y fármacos; se
magnifica el volumen del negocio de la droga, pero se desinforma sobre las políticas
del F.M.I. y su repercusión en las economías de los países productores de drogas y,
especialmente, en la cuestión de la deuda externa.
Consecuencia de estas informaciones son las opiniones que se originan en
la población como son el rechazo de las drogas ilegales, la aceptación de las drogas
legalizadas, y la vivencia de peligro y la alarma social ante el fenómeno de las drogasilegales. Esto, la generación de al arma social entre la población, parece que es uno
de los elementos principales del discurso social sobre las drogas. La alarma social
está en la respuesta institucional al problema de las drogas y en el tipo de respuesta,
inicialmente, policial que se aplicó en la sociedad española en los años 80.
Un caso singular lo constituye el Programa Regional de Intervención en Dro
godependencias de Murcia (P.R.I.D.). El P.R.I.D. comienza a funcionar en Murcia sin
disponer de un estudio epidemiológico previo sobre drogas en la Región, siguiendo
la iniciativa de la administración central del Estado que, a través del Ministerio de
Sanidad, impulsa el Plan Nacional sobre Drogas, y por la presión social del tráfico
y consumo de drogas expresada en la prensa. La prensa jugó un papel de ariete o
punta de lanza que impulsó la respuesta institucional contra la droga.
Resulta evidente que no es ésta la mejor manera de comenzar un programa
de intervención socio-sanitario, tan complejo por las características y envergadur
de los problemas objeto de tratamiento, por la diversidad de objetivos a conseguir, y
por la organización de personal, recursos, infraestructuras y presupuestos necesario
para su desarrollo.
En consecuencia, parece que es hora ya de introducir una cierta racionalidad a
la intervención social. Entiendo que ésta debe apoyarse en procesos de investigación
sobre la realidad social. En e ste momento la investigación dispone de instrumento
metodológicos contrastados para promover estudios epidemiológicos y socio
antropológicos sobre los diversos fenómenos sociales, y deben ser utilizados po
los organismos responsables de la acción social o sa nitaria.
Pero en el caso que nos ocupa, la cuestión es más complicada. Se podría, en
el caso de las d rogas, aceptar que la prensa fuera una buena fuente de información
sobre la realidad social, cosa que dudo seriamente por todo lo que he dicho sobre
la prensa como constructor de la realidad social y no sólo como reflejo de la misma
Sin embargo, aceptando la exactitud de la información de la prensa, la dirección
que debía haber tomado el P.R.I.D., en razón de aquélla, debía haber sido distinta a
la que efectivamente tomó en este programa.
En realidad, más allá de las declaraciones de intenciones, tanto de los político
regionales responsables del inicio del P.R.I.D. como de los técnicos encargados de su
desarrollo, el P.R.I.D. fue un programa de heroína. Es decir, fue un programa destinadoprioritariamente a un colectivo es pecífico, los heroinómanos, consumidores de una
droga específica, la heroína. Es decir, fue un programa de intervención sanitaria
coherente con la alarma social generada por l a prensa en torno a una droga ilega
pero no consideró, de hecho, el abordaje de las drogas legales (alcohol, tabaco
fármacos, etc.), de las cuales, además de la información, de la que se hacía eco la
prensa, existía abundante información clínica.29 30
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En segundo lugar, se puede concluir también que la prensa, que pretende
informar, al mismo tiempo es generador de modelos sociales de conducta. Con ello se
produce una segunda contradicción entre los fines de información y la presentación
de modelos de aprendizaje, tal como se demuestra en varios momentos del análisis.
Aunque de forma esquemática conviene hacer referencia a las Características
del Corpus de la i nformación sobre drogas que se utilizó en el a nálisis. En resumen,
el perfil de las informaciones registradas sobre drogas en los periódicos de la Región
de Murcia, entre enero de 1981 y junio de 1985, se ajusta a las siguientes caracter-
ísticas. Hay un predominio de informaciones carentes de autor o sin firmar, con
una frecuencia de aparición de una a dos informaciones diarias durante el período
indicado, clasificadas preferentemente en la página sucesos y en otras páginas dis-
persas, con predominio del género informativo-noticia sobre los géneros de opinión,
sin apenas apoyo gráfico de imágenes y consideradas por su reducida extensión,
sobre todo, como noticia breve.
Por último, es necesario hacer referencia al nudo o núcleo temático Dimensio-
nes de la droga. En él se describen las dimensiones económica, legal, socio-cultural,
psico-social, sanitaria y política de la droga. De todas ellas se hace eco la prensa
aunque con diferente énfasis. De forma que la dimensión dominante en la prensaes la dimensión legal - policial, que refleja el tipo de respuesta que se estaba dando
en aquellos años en la sociedad española. Un tipo de respuesta que bien podría
sintetizarse en un titular como éste: “La policía desarticula una red de traficantes
de droga en Madrid”
De cualquier forma lo que queda claro en el análisis es que la droga es un fenó-
meno complejo, también en la prensa, y que las diferentes dimensiones indicadas
aparecen relacionadas entre sí. Con ello confío en haber sentado, adecuadamente,
las bases para la interpretación cultural del discurso social sobre drogas, que pre-
sentaré en otro artículo más adelante.
Murcia, 15 de diciembre de 1999
Bibliografía
BARDIN, L. (1996) Análisis de contenido. Madrid: Akal.BERGER, P.L. y LUCKMANN, T. (1986) La construcción social de la realidad. Madrid: H.F. Martìnez de
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Prácticas socioculturales sobre el uso de
drogas en Manizales1
.
Jorge Ronderos Valderrama2
Resumen
El artículo presenta una visión sociológica del fenómeno de las drogas en Manizales apartir de unas consideraciones teóricas y un enfoque cultural que permite de manera
sintética tener una mirada de lo que ha pasado y hoy ocurre en la localidad con el
uso y prácticas sociales de las drogas. El a rtículo se sustenta en diversos trabajos de
investigación del autor desde una perspectiva sociológica y cultural, realizados y
otros en desarrollo desde 1.989. De un lado retoma el uso de drogas tradicionales
y legalizadas como el aguardiente y las “modas” de prácticas de consumo como
fenómenos de procesos de globalización desde los años 60 con la mariguana, hasta
el presente con la presencia aún incipiente del MDMA (Éxtasis) en los escenarios y
territorios recreativos, especialmente juveniles. Se resalta el carácter abierto y post-
moderno que ha tenido Manizales, como una expresión del hibridismo cultural lati-1 El origen de este artículo fue el texto que sirvió de base a una conferencia que dictada por el autor en
Noviembre de 1.999 en el marco de la Jornada de Actualización en Farmacodependencia organizada
por la Secretaría de Salud del Municipio de Manizales, bajo la coordinación de la médica Lucía Franco,Directora de la Oficina de Salud Mental. Se publicó en la memoria del evento con el título “ Escenariosy Factores Socioculturales sobre el Uso de las Drogas en Manizales. Una Mirada Sociológica”
2 Sociólogo M.A/M.S. Profesor Titular del Departamento de Antropología y Sociología. Universidad deCaldas. Coordinador del Grupo Cultura y Droga.
Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia
noamericano y su inserción necesaria en el proceso de globalización contemporáneo
Términos indicadores: cultura, drogas, prácticas sociales, representaciones, soci
ología, sociedad y Manizales
1. Tendencias y posición.
A manera de introducción.
Cuando nos referimos a las drogas, en general es usual asociarlo y circun
scribirlo en nuestro país al denominado «problema de las drogas», lo que institu
cionalmente plantea un necesario debate en cualquier escenario social, incluido e
académico.
En la actualidad podría indicarse que hay varias tendencias y perspectivas
para abordar este fenómeno, no solamente desde el punto de vista ideológico, sino
ético, político y desde luego teórico. En este text