MANUAL PARA EL DESARROLLO DE
COMPETENCIAS SOCIOAFECTIVAS PARA
DOCENTES DE SECUNDARIA
Celia Hernández Palaceto
Universidad Veracruzana
Maestría en Didáctica de las Ciencias Sociales
INDICE
1. Introducción
2. Definiciones
2.1. Qué son las emociones
2.2. Qué es la dimensión socioafectiva
2.3. Importancia de la socioafectividad en el aula
2.4. El papel del docente en el desarrollo de la
socioafectividad
3. Descripción de las competencias socioafectivas
3.1. Empatía
3.2. Interacción personalizada
3.3. Colaboración y cooperación
3.4 Proximidad y respeto.
4. Bibliografía
El clima de violencia que prevalece en México, la enorme desorientación de la
juventud, el desastre educativo en el país, la falta de un proyecto de renovación
valorar, el debate nacional acerca de la falta de oportunidades de los
adolescentes y jóvenes, de la crisis de identidad estudiantil, la exposición a una
variedad diversificada de distractores y a sus repercusiones: desanimo,
desmotivación, rebeldía, violencia intra escolar, etc. dentro del sistema
educativo, han creado quizá la coyuntura para promover y favorecer la
dimensión afectiva dentro de las aula.
El difícil y complejo proceso educativo en nuestro país nos permite promover,
desde el trabajo docente la dimensión socioafectiva, que está estrechamente
ligada al proceso de enseñanza-aprendizaje dentro del aula, donde el binomio
educativo no solo supone la presentación de una asignatura y el manejo de
contenidos o técnicas de enseñanza, si no donde las competencias
socioafectivas que emplea el docente juegan un papel relevante y fundamental
tanto en la promoción de un clima aúlico favorable para el aprendizaje y como
centro de la estabilidad personal y grupal de los participantes.
Con el presente manual se busca que los docentes desarrollen y promuevan las
algunas de las competencias socioafectivas (empatía, interacción personalizada,
colaboración-cooperación y proximidad-res peto) que inciden dentro del
proceso de enseñanza-aprendizaje, como una dimensión estratégica para el
buen desempeño docente.
Además de ofrecer a los docentes y a los lectores un panorama general acerca
de la importancia de las competencias socioafectivas y del papel que las mismas
cumplen en la conformación del ambiente aúlico, específicamente en el
subsistema de secundaria. Siendo el aula un espacio donde se gestan las
vivencias, dinámicas e interacciones más importantes en la vida de los
adolescentes.
De igual manera, este Manual se propone abordar la dimensión socio-afectiva
como mecanismo didáctico y elemento estratégico para fortalecer el proceso de
enseñanza aprendizaje dentro del aula.
El manual que presento ahora es fundamental para el proceso educativo porque
permite promover, desde la práctica docente, la dimensión socio-afectiva, como
factor que propicia ambientes aúlicos favorables al mejor desempeño y
rendimiento académico dentro del aula.
INTRODUCCIÓN
Desde la Grecia antigua, las emociones
han sido objeto de reflexión filosófica,
Aristóteles es considerado uno de los
precursores de las teorías cognitivas de
las emociones. Presenta la unidad
Razón y Corazón y en su famosa
Retorica, define a las emociones como
“las afecciones del alma que van
acompañadas de una sensación
placentera o dolorosa, como señales
que nos advierten de situaciones
favorables o desfavorables a nuestros
interés, indicándonos aquello que nos
conviene o no hacer” (Aguilar, Marcela
y Rolleri, Dolores: 2010)
Citado por Bisquerra (2008: 61) El término “e-moción” proviene del latín, moveré
que significa movimiento. Son reacciones afectivas de poca intensidad, corta
duración, acompañadas de alteraciones orgánico-funcionales, que provocan
determinado tipo de movimientos.
En la Edad Media, la Iglesia promovía un “control emocional” como una
estrategia para llegar a Dios, sus principales pensadores pensaban que el control
emocional esto permitía el dominio y modificación de la voluntad.
De acuerdo con el Dr. Rafael Bisquerra (2008) una emoción es “un estado
complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que
predispone a la acción”. Las emociones se generan como respuesta a un
acontecimiento externo o interno.
La educación tradicional en nuestro sistema educativo ha privilegiado los
contenidos informativos, teóricos, estáticos, abstractos, contenidos que no
siempre significan algo para el alumno. Teniendo como consecuencia la falta de
interés, de motivación, de creatividad. Tornándose el aprendizaje como algo
fastidioso, “obligatorio” y por ende tortuoso tanto para el alumno como para el
maestro. De ahí que la motivación para el Proceso de E-A de cualquier
determinado tema procede del querer hacer, es decir, de la actitud emocional
de quien aprende y de quien enseña.
El desarrollo de las emociones consiste en una práctica continua, no es tarea
fácil para el docente. El docente desde el aula puede contagiar a sus alumnos,
sus ganas de trabajar, de colaborar en las actividades que planea o por el
¿QUÉ SON LAS EMOCIONES?
contrario provocar la incomodidad, el desdén, el desinterés, al estar de mal
humor o no disponible para enseñar.
Para José Álvarez Rodríguez (2002) de la Universidad de Granada, “Junto con las
ya mencionadas características, cuando se produce una emoción sedan una
serie de consecuencias. En primer lugar, se da en el individuo una alteración
consciente que se puede
encuadrar dentro de dos tipos:
A.- exaltación: se dan cuando se
produce, una gran actividad
mental a partir de la reacción
emocional. Apareciendo en
emociones muy fuertes como la
alegría o la cólera.
B.- Inhibición: al darse en nuestro
organismo la paralización del
pensamiento, habla e incluso
perder la noción de tiempo.
En segundo lugar las denominadas orgánicas, en donde se pone de manifiesto
una disminución o aumento de las funciones orgánicas, en donde se eleva o baja
la presión arterial, la frecuencia cardíaca, se altera el ritmo de la respiración y la
secreción salival disminuye notablemente.
Se ha intentado clasificar las emociones. Entre las múltiples existentes vamos a
señalar, entre otras, las que consideran que las emociones pueden ser:
1. Esténicas que son las que al producirse interviene el sistema nervioso simpático.
Como ejemplo de esta clase podemos considerar el aumento de la frecuencia
cardiaca (taquicardia) o el aumento de la temperatura corporal.
2. Asténicas: en estas, el sistema nervioso que interviene al producirse es el
parasimpático, con manifestación como la palidez o la pérdida de temperatura
(enfriamiento).
Sin embargo, otros autores, consideran que las emociones se deben clasificar en:
a.- Primarias: unidas a los instintos de fuga (miedo) o de agresión (cólera); b.-
Secundarias: son aquellas con caracteres propios, entre ellas: la envidia,
vergüenza, o el desprecio; y por último, c.- derivadas: relacionadas a condiciones
que se dan en un momento de terminado y que se manifiestan en actitudes
anteriores o posteriores. Consideramos emociones de deben estar enclavadas en
este grupo, la alegría, pena, esperanza...”
Resolver conflictos de manera negociada, sostener buenas relaciones
interpersonales, saber comunicarnos sin prejuicios con los demás, saber mostrar
nuestros sentimientos e ideas, promover estados de calma y optimismo que nos
permitan alcanzar nuestros objetivos personales y académicos, saber empatizar
con los “otros”, coadyuvar a la toma de decisiones responsables, evitar la
discriminación, la burla, la violencia y el sometimiento o dominación sobre los
demás, entre otras, son el conjunto de habilidades socio afectivas fundamentales
que nos permiten enriquecer nuestra vida familiar, escolar y social.
Habilidades como éstas se aprenden y se
desarrollan; y ellas, como toda dimensión
del desarrollo humano, van
evolucionando a lo largo del tiempo. Es
por esto que no es posible “enseñarlas” o
desarrollarlas de una vez, sino que al igual
que las habilidades intelectuales,
requieren de estimulación continua que
les permita ir evolucionando a etapas de
mayor desarrollo. La afectividad es la
capacidad de respuesta sentimental y
emocional que tiene la persona: el
desarrollo de la propensión a querer, a
empatizar, a amar, a conectarme
emocionalmente con el otro. La relación
afectiva determina un tipo de relación
que establecemos con los objetos o personas. Y, sin duda, a partir de la
emotividad es como valoramos nuestro entorno físico, material y humano. Los
contactos emotivos y sus subsecuentes reflexiones nos permiten movernos en el
mundo. Conocer y valorar no son, pues, elementos contrarios ni diferentes en el
ámbito de la realidad. Por el contrario, ellos son el resultado de una vida
auténtica y originalmente soportada en las emociones.
La dimensión socioafectiva cubre una amplia esfera de sentimientos, y
emociones, estados de ánimo que se forman en la propia persona y repercute en
los diferentes ámbitos de la vida: personal, familiar, escolar, laboral, social, etc.
¿QUÉ ES LA DIMENSIÓN
SOCIOAFECTIVA?
La convivencia diaria durante varios meses, dentro del aula nos permite
reflexionar sobre el proceso educativo e ir más allá de lo académico, interesarse
cada vez más por el desarrollo de las competencias socioafectivas del individuo,
de esta manera podría beneficiarse el rendimiento escolar y propiciar mejores
ambientes para el logro de los aprendizajes.
Como afirma Hernández (2005: 7), “educar, además de ser una de las ingenierías
más difíciles, es fundamentalmente un proyecto de valores”. En un mundo
complejo e incierto debemos enfrentarnos a múltiples situaciones, problemas y
cargas emocionales contradictorias, y debemos apostar por el equilibrio y el
bienestar emocional como una prioridad social. Es evidente que existe un
estrecho vínculo entre educación y sociedad. Junto con Ma. Rosario Fernández,
(2009) nos hacemos las siguientes preguntas: ¿nuestra Escuela está adaptándose
a las necesidades del mundo y de la vida?, ¿se usan los conocimientos para
aplicar educación socio-afectiva en la Escuela?
El desarrollo de las socio-afectividad es
una parte fundamental en la vida diaria
de las escuelas. Por lo tanto es
elemental que el cuerpo docente
reflexione acerca de la importancia de
la dimensión socio-afectiva afectividad,
como un elemento básico en la
construcción de ambientes aúlicos
propicios, para que con ello se logre un
beneficio integral de meta principal
dentro de las aulas: el aprendizaje.
Desarrollar las competencias
socioafectivas docentes tiene como
objetico crear ambientes propicios para
el aprendizaje, es decir, empatizar con los alumnos , sentirse identificados,
recuperar la seguridad, elevar la autoestima, facilidad para resolver los
problemas, despertar el interés por el alumno, intercambiar vivencia, propiciar la
participación, colaboración y cooperación durante las actividades, compartir
experiencias, crear un lazo de amistad, respeto y autoconfianza, compartir
sentimientos, emociones, que surgen dentro y fuera del aula.
IMPORTANCIA DE LA SOCIOAFECTIVIDAD EN EL
AULA
Es innegable que la educación de la afectividad tiene interés para ayudar a
conseguir la madurez emocional, la responsabilidad y las virtudes personales y
sociales dentro de ambientes diversos de interacción, como la escuela.
Continúa la Dra. Fernández (2009) “los maestros han de educar en sentido amplio.
Lo hacen necesariamente dado que siempre se influye: sólo por el mero hecho
de estar físicamente –o no estar– influyen. En este sentido, no se concibe la
enseñanza sin la participación de las emociones. Éste es el motivo por el cual la
educación socio-afectiva es el alma motriz en la Escuela. Fernández Berrocal &
Extremera hacen hincapié en que “enseñar y aprender son actividades
inevitablemente emocionales por naturaleza”. Por consiguiente, “enseñar es un
acto emocional por acción o por omisión, por diseño o por defecto” (FERNÁNDEZ
BERROCAL & EXTREMERA, 2003: 497)”.
La Escuela, sin embargo, no cumple aún las exigencias para una educación
socio-afectiva porque tradicionalmente ha primado el conocimiento por encima
de las emociones, sin tener en cuenta que ambos aspectos no se pueden
desvincular. La dimensión afectivo–emocional debe ser planteada como eje
vertebrador del desarrollo integral de las personas. Este es un punto que
demanda una urgente profundización y que, como ya hemos destacado antes,
tiene una ambigua proyección en las aulas en el momento actual.
Para poner en práctica el desarrollo de las competencias socio-afectivas se
requiere una formación previa de los docentes, para que sean capaces de crear
“atmósferas” o “climas” áulicos propicios para el logro de los aprendizajes.
Conocer los aspectos relacionados con la dimensión afectiva es de gran apoyo
para docentes, lo cual le va a permitir obtener resultados exitosos a lo largo de
su vida profesional. Esta dimensión permite a los docentes mantener relaciones
estables con los alumnos.
El adolescente escolar, por su característica de
adolescente, pero también por su necesidad de
“escapar” a la vida ritual escolar, casi siempre se
deja llevar por sus emociones, por sus vivencias
sentimentales y muchas veces adopta éstas
como estrategias para resistirse a la norma
escolar, académica.
Por otra parte, la sumatoria –no mecánica- de los
estados emocionales crea un “clima” emocional
áulico que bien puede romper el ritual, (rebeldía,
depresión, ira, etc.) o puede ser aprovechado
EL PAPEL DEL DOCENTE EN EL DESARROLLO DE LA SOCIOAFECTIVIDAD
por el docente para concentrarse en el mejor aprovechamiento académico de
sus estudiantes.
Este concepto lo llamo yo “Clima emocional”, esto es el tipo de ambiente
emocional que prevalece durante un tiempo determinado con en el que se
enfrentan ambos polos áulicos (educadores y educandos). Ambiente que se
puede determinar por horas-clase, por semanas o temas, e incluso por ciclos
escolares o semestres. En este “enfrentamiento” emocional, se desarrollan
estrategias tanto docentes como estudiantiles para provocar la atención, poner
el orden, motivar a la clase, o en su defecto sabotear la clase, evadir el trabajo y
la responsabilidad, castigar el trabajo docente, etc.
El “clima emocional”, luego entonces, dependerá de cierto acuerdo aúlico, que
a su vez dependerá del resultado del “enfrentamiento” entre ambos polos del
salón de clases. Pero este “acuerdo” no puede ser solo racional, tiene por fuerza
que incluir la dimensión emocional. Ahora bien, si las emociones son la
individualidad vivida, son una dimensión del sentir del sujeto, el clima emocional
dependerá del resultado de la interacción entre alumnos y de los propios alumnos
con su maestro. Para des fortuna del trabajo áulico, la dimensión emocional suele
ser excluida incluso reprimida, por “no tener nada que ver con la vida
académica”.
En la escuela tradicional no cabe este
tipo de temas cuyo carácter
subversivo, muchas veces se opone al
punto de vista dogmático de las
asignaturas y el trabajo docente
tradicional. La tradición pedagógica
concibe la escuela como el lugar a
donde van los niños para iniciarse en
los llamados saberes escolares. Uno de
ellos consiste en reducir la
cotidianidad escolar a la serie de
actividades que tienen que ver
estrictamente con las necesidades
derivadas de la programación
académica.
El otro, es el modo en que se
interpreta el saber en los ambientes
escolares. En dichos ambientes, el saber no es más que un cuerpo de
proposiciones relacionadas con un objeto imaginario, que el maestro se empeña
en transmitir a los niños de manera más o menos textual.
Estos personajes u objetos se describen con el lenguaje típico de cada asignatura
y las distintas asignaturas a su vez, forman parte de un campo discursivo mayor,
que constituye la totalidad del contenido de ese universo imaginario llamado
conocimiento. Esta forma de concebir la escuela, no es lo que se manifiesta en los
contenidos curriculares, sino el modo en que se transmite a los niños.
La transmisión de los dogmas propios de este saber, debe realizarse sin obstáculos,
incluso si para ello hay que utilizar la violencia, con el fin de reducir a cada niño a
la condición de receptor y receptáculo de dicho saber, pues así se cumple, sin
más, el tan nombrado proceso de enseñanza-aprendizaje.
El conjunto de equívocos metodológicos que han hecho de la pedagogía un
proceso violento, orientado a limitar y desactivar la libre iniciativa de los niños y a
reemplazar su experiencia vital por una relación lógica con objetos
desconocidos.
Conseguir individuos obedientes a las leyes de la moral y artesanos capaces de
aplicar las verdades de la ciencia a los requerimientos de la vida en común tal
como lo exigiera la decisión de una autoridad soberana, parece ser el objetivo
inicial de la enseñanza heredada de nuestros antepasados españoles.
Más acá del mundo virtual del saber escolar, existe un conjunto de
acontecimientos reales, que constituyen la experiencia cotidiana de las personas
y al mismo tiempo, sirve de campo para la investigación científica. A este
conjunto de acontecimientos lo denominamos realidad.
Ninguna ciencia puede darnos una idea de la realidad en su totalidad. Sin
embargo, aunque no podemos hacernos una noción del todo de la realidad,
también es cierto que en el transcurso de la vida, nos hallamos permanentemente
sumergidos en ella y de ella recibimos una particular sensación de totalidad que
marca una primera y radical diferencia entre la ciencia y la vida.
La vida diaria se distingue del quehacer de los científicos porque en ella se puede
trascender el sentido de lo real. Queremos saber sobre la composición, el peso o
el comportamiento de los objetos, para que éstos nos ofrezcan la posibilidad de
realizar nuestros propósitos. Solamente dentro de la atmósfera de este querer
saber para algo, se puede expresar el entendimiento mediante juicios lógicos.
1. EMPATÍA:
La empatía emocional es un concepto reciente que se refiere a la aptitud
emocional de las personas. Este concepto fue propuesto por Salovey y Meyer
(1990). La empatía consiste en la aptitud de las personas para identificar
emociones en otras personas
CUATRO LÍNEAS ESTRATEGICAS PARA
TRABAJAR LA SOCIOAFECTIVIDAD
EMPATÍA
EMPATÍA
Es la capacidad de los sentimientos del hombre de percibir en un contexto
común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de
participación afectiva de una
persona en la realidad que afecta a
otra.
Pero nos preguntamos si podemos
ser empáticos, si las personas, los
jefes, los ejecutivos, los maestros, los
que ejercen poder, pueden ser
empáticos. En una sociedad
organizada verticalmente, la
empatía es un recurso, como ¿para
qué? La empatía no es otra cosa
que “la habilidad para estar
conscientes de, reconocer,
comprender y apreciar los
sentimientos de los demás". En otras
palabras, el ser empáticos es el ser capaces de “leer” emocionalmente a las
personas.
Es sin duda una habilidad social que, empleada con acierto, facilita el
desenvolvimiento y progreso de todo tipo de relación entre dos o más personas.
Así los profesores deben desarrollar una autoconciencia emocional que permitan
el desarrollo de habilidades intrapersonales para trabajar adecuadamente con
sus alumnos.
La inteligencia Intrapersonal se refiere al conocimiento de los
aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida
emocional, la evaluación de la propia gama de sentimientos,
la capacidad de discriminar entre las emociones y ponerles
nombre y ponerles nombre, la capacidad de recurrir a las
emociones como medio para interpretar y dirigir la propia
conducta. Bisquerra (2008: 19)
La empatía viene a ser algo así como nuestra conciencia social, pues a través de
ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, dando pie a
la calidez emocional, el compromiso, el afecto y la sensibilidad.
Nuestras relaciones cotidianas dentro del aula se basan no sólo en
verbalizaciones, sino que existen una gama amplia de recursos simbólicos, llenos
de significados, que siempre están ahí y de los que no siempre sabemos detectar,
y sobre todo tratar. La imagen (vestido y pelo), la postura (sentado, al caminar), el
tono o intensidad de voz, la mirada, ademanes e incluso el silencio mismo, todos
estos elementos tienen una carga simbólica y significante, nos remiten a datos
importantes de información, que siempre están a nuestra disposición, para ser
descodificada y darle la interpretación apropiada.
El proceder con empatía no significa estar de acuerdo con el otro. No implica
dejar de lado las propias convicciones y asumir como propias la del otro. Es más,
se puede estar en completo desacuerdo con alguien, sin por ello dejar de ser
empáticos y respetar su posición, aceptando como legítimas sus propias
motivaciones.
A través de la lectura de las necesidades de los demás, podemos reajustar
nuestro actuar y siempre que procedamos con sincero interés ello repercutirá en
beneficio de nuestras relaciones personales. Pero ello es algo a lo que debemos
estar atentos en todo momento, pues lo que funciona con una persona no
funciona necesariamente con otra, o es más, lo que en un momento funciona
con una persona puede no servir en otro con la misma.
Acciones a desarrollar por el docente:
1. Romper el hielo
2. Promover el diálogo entre los propios alumnos.
2. Ponerse en el lugar del otro
3. Saber escuchar
4. Fomentar la solidaridad.
4. Narrar sus propias experiencias (anécdotas)
5. Solución de problemas
6. Reflexionar antes de actuar
2. INTERACCIÓN PERSONALIZADA
Una función de una escuela verdaderamente democrática es la de ser
compensadora, sin embargo, la organización, estructuras y funcionamiento de
nuestro sistema educativo, está lejos
de serlo. La pretensión de igualdad de
oportunidades para todos los
estudiantes, en la realidad es una
mera aspiración discursiva.
El centro de interés de este apartado
no está en la Reforma Educativa, ni
siquiera en la implementación de
modelos pedagógicos en cada
subsistema desde la educación
preescolar hasta la universitaria.
Tampoco en metodologías
experimentales, que casi siempre
fracasan dentro de sistemas
educativos públicos y masivos como
los de nuestro país. Sino que pone su
foco de atención en el docente, de
quien esperamos un ejercicio
profesional y una ideología al servicio
del aprendizaje del alumno, que por razones socioculturales varias, se encuentra
en desventaja frente a otros núcleos mejor equipados para enfrentar la
escolarización.
Desde luego que no desconocemos las otras “variables” que inciden en el objeto
educativo, pero mientras esperamos la Gran Reforma Educativa, podemos
ponernos a trabajar en nuestra aula.
Proponemos dos principios básicos para el trabajo en aula y un efecto
compensatorio:
1. Personalización
Los grupos escolares son de una heterogeneidad y diversidad socioeconómica y
cultural, aún en los centros urbanos, que las desventajas y desequilibrios entre los
escolares, a veces, es pasmosa.
Por lo cual, requerimos una enseñanza diversificada, abierta, flexible, que permita
al docente identificar el ritmo y tipo de inteligencias de cada alumno, tomando la
dimensión emocional y afectiva como componente del proceso de enseñanza.
En todo caso educamos a personas concretas no a “grupos” abstractos e
indefinibles.
“Esta consideración, es fundamental, no sólo para dar respuesta al adecuado
avance curricular de nuestro alumnado, sino para que éstos se sientan atendidos
como personas individuales, únicas e importantes de manera que su motivación y
su autoestima se sientan atendidas y fomentadas” (García Pérez:2004).
2. Interacción
El proceso de aprendizaje del alumno
debe desarrollarse en un ambiente que
facilite las interacciones entre "profesor -
alumnado" y "alumnado - alumnado",
que le lleve a una situación de
pertenencia al grupo.
La interacción desarrolla el principio de
pertenencia y el de responsabilidad
compartida, a la vez que promueve
estrategias comunicativas de análisis de
situaciones y de resolución de problemas.
Cuando hablamos de la interacción
profesor alumnado, nos estamos
refiriendo a todas las situaciones, en las
que favoreciendo la autonomía de
pensamiento y acción del alumnado, el
profesor se pone a disposición de éste como elemento que ayuda y facilita el
trabajo del mismo. Mejora la autoestima y la construcción de un auto-concepto
más ajustado y consistente.
La interacción personalizada es quizá el principio de mayor fuerza y proyección
para el proceso educativo. Todo docente ha pasado por acercamientos e
interacciones “fuera del aula” con uno u otro alumno interesado, y el halago y
atención, salen adelante para “interactuar de manera personalizada” con el
alumno. Sin embargo, lejos de ser una acción circunstancial, dejada a la iniciativa
del alumno, debería ser parte del actuar cotidiano del profesor.
Esta actitud tiene efectos inmediatos tanto en el docente como en el alumno. Los
alumnos sienten la responsabilidad, el compromiso y la disposición para consolidar
los objetivos de aprendizaje propuestos por el programa o por el profesor.
Finalmente y como parte de un efecto no siempre deseado pero necesario en
una escuela socio-afectiva es:
3. Inclusión
Reconocemos a la inclusión como una respuesta a aquellos alumnos que viven
cotidianamente el fracaso escolar dentro del sistema educativo, que abandonan
la escolaridad porque la vida en el aula no tiene sentido, el discurso educativo, la
más de las veces, está rebasado. Donde el fracaso suele verse como
consecuencia de la falta de capacidades intelectuales, de problemas familiares
o factores psicológicos. Pero que ni la escuela, ni el sistema atienden.
Las diferencias veladas (y a veces no tanto) entre el alumnado, no existen para la
institución, no existen para el sistema educativo, no existen para la escuela. El
profesor debe valorar y flexibilizar su tarea en función de una realidad compleja, a
veces caótica y sin embargo, la verdaderamente causante del embudo del
trayecto educativo.
“La inclusión debe ser una respuesta didáctica que facilite y promueva la
participación de todo el alumnado, oponiéndose a cualquier forma de
segregación” (García Pérez:2004)
Acciones a desarrollar por el docente:
1. Saludar buenos días
2. crear un ambiente positivo (Tranquilidad, seguridad, confianza) que el alumno
se sienta querido, aceptado, relajado.
3. Buscar experiencias participativas y socializadoras
4. aceptar las opiniones de los demás
5. compartir lo que piensan y sienten
6. Atender fuera de clase a cada alumno
COLABORACIÓN Y COOPERACIÓN
Una tendencia pedagógica, nada
nueva, pero a la que se está recurriendo
nuevamente por sus bondades
socializadoras y de aprendizaje
compartido, es la del Aprendizaje
Cooperativo. Esta es una práctica
docente que tiene como objetivo
enseñar a los alumnos a trabajar bajo los
principios de colaboración y
cooperación, para así tener éxito en sus
aprendizajes.
Los grupos escolares se dividen en grupos, preferentemente de tres, con el
objetivo de que mantengan ese grupo a lo largo del curso para enfrentar juntos
sus tareas académicas, exposiciones, lecturas, reflexiones escritas, incluso
exámenes o evaluaciones.
Los grupos se vuelven el objeto de
trabajo del docente y permiten el
desarrollo de un espíritu comunitario
para salir exitosamente de sus cursos.
Estos grupos deben responder a
ciertos factores de equilibrio socio-
métrico, dejando claro los ejes de la
responsabilidad individual y grupal,
la interdependencia positiva y su
disposición para la investigación.
Esta práctica entro en desuso en
nuestro sistema escolar dadas las
dimensiones masivas de los grupos
de educación básica (primaria,
secundaria y preparatoria). Sin
embargo los defensores de esta
propuesta (Johnson y Johnson, 1994), aseguran que el trabajo cooperativo facilita
el logro de habilidades de razonamiento, generación de nuevas ideas y
preguntas, fomenta la creatividad y la multiplicación de perspectivas y soluciones
a distintos problemas. Pero sobre todo, y por eso hemos retomado esta práctica
“mejora el bienestar emocional de los estudiantes mediante la promoción de
relaciones interpersonales positivas.
Aquí ofrecemos 10 recomendaciones para promover el aprendizaje cooperativo
y colaborativo:
a) Identificar los objetivos de aprendizaje
b) Reconocer la variedad sociocultural de nuestros grupos.
c) Integrar los grupos de trabajo, su identidad, pertenencia y solidez
d) Organizar el ambiente áulico para facilitar la interacción y evitar
distracciones
e) Reforzar la interdependencia positiva
f) Explicar los criterios de éxito en las tareas grupales
g) Determinar el tiempo de trabajo dedicado a la actividad
h) Realizar un seguimiento del desempeño de los alumnos.
i) Establecer claramente la suspensión o presentación de avances
j) Evaluar los productos bajo criterios de actividad cooperativa y
colaborativa.
PROXIMIDAD Y RESPETO
Las palabras que elegimos para dirigirnos hacia nuestros alumnos deben de ser
escogidas con mucho cuidado, ya que tienen el poder de sanar o herir, de crear
distancia o fomentar la proximidad, de ignorar sentimientos o de abrir el corazón,
de generar respeto o rechazo y hasta violencia física.
La mayor parte de las veces negamos
los sentimientos de nuestros alumnos,
como si no tuvieran importancia o
relevancia para la convivencia
cotidiana. ¿Acaso nos hemos
preguntado por qué preferimos no
“involucrarnos” en los sentimientos y
emociones de nuestros alumnos? ¿Es
verdad o no, que hay momentos en que
buscamos consuelo, con algún amigo,
compañero o persona cercana, y lo
único que queremos es que nos
escuchen, que nos podamos desahogar
con confianza y libertad?
La validez de nuestros sentimientos nos hace buscar la cercanía y el apoyo de
“alguien”, cuanto más para un adolescente que quiere sobre todas las cosas
defender su punto de vista frente a hechos que no conoce o le afectan
emocionalmente. La atención, la proximidad y el respeto emocional hacia el otro
permiten la expresión libre, bajo un arco de confianza, y es nuestra mejor manera
de ofrecer amor y amistad.
El resultado del arco de confianza es que nuestro alumno gana seguridad,
autoconfianza y permite la entrada de
otras perspectivas. El docente puede
contribuir a fijar una perspectiva distinta si
primero es capaz de acercarse
emocionalmente y respetar el derecho
del alumno a expresarse
sentimentalmente.
Naomi Aldort, (2009) especialista en el
tema, nos propone la formula A.P.E.G.O:
A – Aislarse del comportamiento y
emociones del niño hablando en silencio
con uno mismo; es decir, expresar todo lo
que nos provoca esa acción en nuestra
mente, sin decir ni una palabra en voz
alta (esto lleva menos de un minuto)
P–Prestar atención al niño.
E – Escuchar lo que el niño dice. Es importante establecer contacto visual y
formular preguntas que den la oportunidad de hablar o, si el niño todavía no se
expresa verbalmente, que le den a entender que le comprendemos.
G – Garantizar la validación de los sentimientos y necesidades sin dramatizar ni
añadir nuestra propia percepción.
O – Otorgar poder al niño para que resuelva su propio disgusto apartándose de su
camino y confiando en él; sin ponerse nervioso ni apresurarse por resolver la
situación.
La receta para trabajar la proximidad y el
respeto es simple:
1. Relacionarse con los alumnos a través de
gestos, expresiones faciales, contacto físico.
2. Establecer normas y valores aceptables y
adecuados a cada edad.
3. Respetar las emociones y sentimientos que se
quieren expresar
4. Ayudar a ampliar las perspectivas para
enfocar de mejor manera los problemas.
5. Generar el sentimiento de que el alumno es
comprendido.
BIBLIOGRAFÍA utilizada y complementaria
Aldort Naomi (2009) Aprender a Educar –sin gritos, ni amenzas ni gritos- Ediciones
Medici 288 pp.
Bisquerra, A. R. (2008). La Educación Emocional en la Práctica. España: Horsori
Editorial, S.L.
Chabot, D y Chabot M. Pedagogía Emocional. Sentir para aprender. Integración
de la inteligencia emocional en el aprendizaje. México: Grupo Editor Alfaomega.
}Chaves A. (1995). Modernidad y afectividad. Revista Avepso (Venezuela).
Consultado el día 10 de Septiembre de 2011.Recuperdo en:
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/283/28331111.pdf
Espinoza, A. (1994). La implementación de las técnicas didácticas como apoyo
para reforzar el proceso de enseñanza-aprendizaje en telesecundaria. México:
Universidad Veracruzana.
Fernández Domínguez, María Rosario, Palomero Pescador, José Emilio & Teruel
Melero, María Pilar (2009). El desarrollo socioafectivo en la formación inicial de los
maestros. REIFOP, 12 (1), 33-50. Enlace web:http://www.aufop.com - Consultada
en fecha (07-MYO-2012)
Ferreiro, G. (2009). Estrategias didácticas del aprendizaje cooperativo. Método ELI.
México: Editorial Trillas.
HERNÁNDEZ, P. (2005). Educación del pensamiento y de las emociones. Madrid:
Nancea.
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