8/19/2019 desarrollo orfanatosa
http://slidepdf.com/reader/full/desarrollo-orfanatosa 1/4
§esenta
años de
investigación
han
demostrado
que
al
separar a los niños
de
sus familias
y
colocarlos
en
grandes
instituciones se
perjudica
seriamente
su
salud
y
su
desarrollo,
especialrnente
el de
los
más
pequeños.
Cuando
un
bebé
nace,
no
ha
completado
el
desarrollo
de los
músculos
ni tampoco
el
del
cerebro.
Durante
_or
3
primeros
años
de
vida,
el cerebro
crece
hasta
alcanzar
su
tamaño
completo; sobre todo durante
los
primeros
6
meses.
El
cerebro
se
desarrolla reaccionando
a
experiencías
y
a
estímulos.
Cada
vez
que
un
bebé
aprende algo nuevo
(enfocar
los
ojos,
imitar
un
movimiento
o
una
expresión
facial,
a
levantar
algo, formar
una
palabra
o
sentarse
derecho)
se
forman
nuevas conexiones sinápticas
en
el
cerebro.
Los
padres
se
asombran
por
la
rapidez
del aprendizaje. Se
maravillan
y
se extasían con
la
inteligencia
de
sus hijos.
Les
comunican su alegría
y
éstos
responden
con
sonrisas
y
con deseos de
lograr más
cosas
y
aprender más.
Esto
forma
fuertes
lazos
entre
padres
e
hijos
y
es
la
base del
desarrollo físico, social,
lingüístico,
cognitivo
y
psicomoto¡J9Je,
es
el
modelo
para
formar
todas
las
futuras
relaciones
con
amigos,
compañeros
e
incluso
con
sus
propios
hijos.
Sucede
de una
manera
tan
natural
en
la
mayoría
de
las familias,
que
ni
siquiera
Io
notamos.
La
mayoría
no
nos
damos
cuenta
de
su
importancia
para
el
desanollo
humano
y
para
el
de
una
sociedad
sana.
Solo
cuando
falla
empezamos
a
entender
la importancia
de
la familia
para
los
niños.
En agosto
de
1993
tuve
por prímera
vez
la oportunidad
de ver, a
gran
escala,
el
impacto
en
los
niños de
la
reclusión
y
la
ausencia
de
los
padres.
Algunos
recordamos
los
informes
periodisticos procedentes
de
Rumanía
tras la
revolución
de
1989,
cuando
vimos
con horror las
condiciones
de
algunas
instituciones.
El
director
de
una
gran
institución
me pidió que
lo
ayudara
a
prevenir
la
separación
de
los
niños
de
sus
familias.
Ceausescu confinó
a
550
bebés en un
orfanato,
y
me
dijeron
que
las
condicíones
eran
ahora mejores.
Tenía
mucha
experiencia
con
niños
pequeños
y
esperaba encontrar un
gran
alboroto,
pero
había un
silencio
conventual.
Era
increíble
creerse
que
hubiera
niños.
El director me
mostró,
salones
y
salones
llenos
de filas
y
filas
de
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cunas,
cada
una
con un
niño
acostado mirando
al vacío. En
una
sala
con
40
reeién nacidos,
ninguno
lloraba.
Se veían
pañales
sucios
y
se notaba
que
algunos
estaban angustiados,
pero
el único ruido
era un suave
y
continuo
quejido.
En
los
días
siguientes vi
que
este silencio no
era excepcional.
Los
bebés
nuevos
lloraban las
primeras
horas,
pero
como
no
recibían
atención,
al
final
aprendían a no molestar.
A los
pocos
días estaban
apáticos,
afetargados,
mirando
af vacío
como los
otros.
Muchas
personas
e
informes
periodísticos
culpan al
personal
de
las
instituciones
por
el daño
que
les
causan,
pero
a
menudo
una sola
persona
tiene que
cuidar
a
10,
2A
o
hasta
40
niños.
Así,
no tienen
otra
opción
que
imponer
un
programa
estricto. Hay
que
despertarlos a las
7
y
darles
de
comer
a
las 7:30.
A las 8 hay
que
cambiar
pañales.
El
encargado
tiene
solo
30 minutos
para
alimentar
a
10
o
20 niños.
Si
uno ensucia
su
pañal
a las
8:30,
tendrá
que
esperar varias horas
a
que
Io
cambien.
El
contaeto
diario
con otra
persona
se
reduce
a
unos
pocos
minutos
mientras lo
alimentan
y
lo
cambian. Los
otros estímulos
que
encuentra
son
el
techo,
las
paredes
y
los
barrotes
de
la cuná.
Desde
mi
primera
visita
a
la
institución
de Ceausescu, he visto
cientos
de
instituciones
de este
tipo
en
18
países;
desde
la
República
Checa hasta
Sudán. En
todos estos
países
con
culturas
tan diversas,
las
instituciones
y
el
paso
de
los
niños
son
igualmente
deprinoentes.
H"ffi
externos
a menudo
conduce a
aútoestímulantes,
como
sffi
EñEñer*q€b ##Fm*¡É
aletear
las
manos,
mecerse
repetidamente
o agredir. En
algunas
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1p.y.
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instituciones
usan drogas
psiquiátricas
para
controlar
el comportamiento
de
los
niños,
y
en
otras los amanan
para evitar
que
se
hagan
daño
o
hagan
daño
a
los
otros.
Se
los etiqueta
rápidamente
como discapacitados
y
se
los
transfiere
a
institueiones
especializadas.
La
mayoría no dejan nunca
esas
instituciones.
Los
que
no
tienen discapacidad,
a los
3 años son transferidos
a
otros lugares. Y
a
los 7
años los
pasan
a
un
tercer
lugar.
Segregados
por
edad
y
sexo,
son
arbitrariamente
separados
de sus hermanos,
con
W
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frecuencia
sin
oportunidad
de
despedirse.
Raramente
hay
suficiente
comida.
A
menudo
tienen
hambre.
Los
mayorcitos
acosan
a
los
pequeños.
Así
aprenden
a
sobrevivir.
Aprenden
a
defenderse,
o sucumben.
Cuando
dejan
la insütución,
no
es fácil
para
ellos
desenvolverse
e
integrarse
en
la
sociedad-
En
Moldavia,
las
jóvenes
que
crecieron
en instituciones
tienen
10
veces
más
probabilidades
de
ser
vendidas.
Un
estudio
ruso
mostró
que
2
años
después
de
dejar
la
institución,
el
2oo/o
de
los
jóvenes
ya
tenía
antecedentes
penales
,
el
14o/o
estaba
en
la
prostitución
y
el
11o/o
se
había
suicidado.
Entonces,
¿Por
qué
hay
tantos
orfanatos
en Europa,
si no ha
habido
muchas
guerras
ni
desastres
últimamente?
En
verdad,
el
g50/o
de
esos
niños
tienen
padres
con
vida.
La
sociedad
culpa
a
esos
padres
por
abandonar
a
sus hijos.
Pero
las investigaciones
muestran que
la
mayoría
los
quisieran
conservar, y
que
las
principales
causas
de
la
reclusión
son
la
pobreza,
ta
discapacidad
y
la
etnicidad.
En
muchos
países
no
hay
escuelas
integradas,
y
se
envía
a los
niños,
aun
con
discapacidades
muy
leves,
a
internados
especiales
a los
6
o 7
años'
La
institución
puede
estar
a
cientos
de
kilómetros
del
hogar.
Si
se
trata
de
una
familia pobre,
no
es tácil
visitarlos
y
poco
a
poco
se
quiebra
la
relación.
Tras
cada
uno
de
estos
niños,
usualmente
hay
una
histsria
de
padres
desesperados
que
sienten
que
no
tienen
otra
opción.
como
Natalia,
en
Moldavia, que
solo
tenía
dinero
paraalimentar
a
su
bebé,
y
por
eso tuvo
que
envíar
al
mayor
a una
instfrreión.
o
Desi,
en
dulgaria,
que
cuidaba
de
sus
4
hijos
en
casa,
hasta
que
murió
su
esposo.
Entonces
tuvo
que
salir
a
trabajar
a
tiempo
completo,
sin
ningún
otro
respaldo.
sintió
que
no
tenía
más
alternativa
que
dejar
a
su
hijo
discapacitado
en
una
institución.
O
las
incontables
jovencitias
que
aterradas
de cont¡arle
a
sus
padres
su ernbarazo,
dejan
a sus
hijos
en
er
hospitar-
o
tos
nuevos
padres,
parejas
jóvenes
que
descubren
que
su
primer
hijo
tiene
una
discapacidad,
y
en rugar
de
darles
información
positiva
sobre
el
potencial
de
su
hijo,
hay
doctores que
les
dicen:
91.'í3 n
g-get,
v
Hggy..qg¡
gr,s-eaI,-o;
8/19/2019 desarrollo orfanatosa
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No
tiene
que
ser así,
no
es
inevitable.
Todo
niño
tiene
derecho
a
una familia,
merece
y
necesita una familia
y
son
increíblemente
capaces
de
adaptarse.
Hemos
visto
que
si
se
sacan
pronto
de
las
instituciones
y
se
llevan a familias
afectuosas,
se
recuperan
de
sus retrasos
de desarrollo
y
logran
tener
vidas
.normales
y
felices.
También
es mucho
menos
costoso
proporcionar
apoyo
a
las familias
que
sostener
las
instituciones.
Un estudio
sugiere
que
el sustento
en
una
família
cuesta
el
10
de
Io
que
vale
en una institución. Y
en
un buen
hogar
sustituto cuesta
aproximadamente
el
30o/o. Si
se
invierte
menos
en
esos
niños,
pero
en los
servicios
adecuados,
podremos
reinvertir
la
suma
ahorada en
cuidados
de alta
calidad
en
hogares
para
aquellos
niños
con
necesidades
especialmente
complejas.
En
toda
Europa
hay un
rnovimiento
creciente
para
cambiar
el enfoque
y
transferir los
recursos
de
las
grandes
instituciones
que proporcionan
cuidados deficientes
a servicios
comunitarios
para
proteger
a
los niños
y
permitides
desarrollar todo su
potencial.
Cuando
empecé
a
trabajar en
Rumanía, hace
20 años,
había
200 000 niños
en
instituciones,
y
cada
día
llegaban
más.
Ahora
hay
menos
de 10
000
y
en
todo
el
país
hay
programas
de
apoyo
familiar. En
Moldavia,
a
pesar
de
la
extrema
pobreza
y
los
tenibles
efectos
de
la
crisis
económica
mundial,
el número de
niños
en
instituciones
se ha
reducido
en más
del
50
en los
últimos
5
años
y
los
recursos se
redistribuyen
para
el
apoyo
a
las
familias
y
a escuelas integradas.
Muchos
países
han
adoptado
planes
de acción
para
cambiar.
La
Comisión
Europea
y
otros
grandes
donantes están
encontrando
la
manera de desviar
los
fondos
de las
instituciones
hacia el
apoyo
a
las
familias,
empoderando
a las
comunidades
para que
cuiden
de sus
propios
niños.
Pero
todavía
hay
mucho
que
hacer
para
terminar
con
la
reclusión
sistemática
de
niños.
Se
necesita
despertar
la
conciencia
en todos los niveles
de
Ia
sociedad.
Es necesario hacerles
saber
gl
daño
que
las instituciones
causan a
los
niños
y
las mejores
alternativas
que
existen. Si sabemos
de
personas
que
están
planeando
ayudar a
orfanatos, debemos convencerlos
para
que