Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 1
ESQUEMAS MALADAPTATIVOS TEMPRANOS ASOCIADOS A LA
CONDUCTA CRIMINAL
Early Maladaptive Schemas associated with criminal behavior
1Sikandar Ortega Aguilar, Ari Ortega Aguilar
Centro de Psicoterapia Cognitiva
1 Dirigir correspondencia a: Sikandar Ortega Aguilar. Lic. en Psicología con especialidad en
Psicoterapia Cognitiva. Coordinador de investigación del Centro de Psicoterapia Cognitiva. Sm 27
mza 9 Lt. 11 #33. Cancún, Quintana Roo, México, 77508. Email: [email protected].
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 2
Esquemas Maladaptativos Tempranos asociados a la conducta criminal
Resumen
En vista al grave problema de la inseguridad en México, ha crecido el interés por
conocer las causas de la conducta criminal. Desde el desarrollo de la Terapia
Cognitiva en los 60´s, los Esquemas Cognitivos han sido un constructo de gran
utilidad para comprender y tratar una gran variedad de trastornos psicológicos, ya
sea desde su enfoque clásico, el modelo de Beck o desde el abordaje de Young y
los Esquemas Maladaptativos Tempranos (EMT). Por lo tanto, nuestro objetivo
principal fue realizar un análisis descriptivo de los EMT en un grupo de criminales, y
compararlo con un grupo clínico y un grupo comunitario sin antecedentes criminales.
A los tres grupos se les aplicó el Cuestionario de Esquemas de Young, así como la
sub escala del Trastorno de Personalidad Anti Social del Cuestionario de Creencias
Centrales de la Personalidad. Los resultados nos permitieron identificar en los
criminales cuatro esquemas con puntuaciones más altas en comparación a los dos
grupos control: Desconsideración por los demás (F[2,110]=21.43, p<.001),
Aislamiento Social (F[2,110]=16.06, p<.001), Privación Emocional (F[2,110]=19.67,
p<.001) y Desconfianza (F[2,110]=18.22, p<.001). Estos datos apoyan la hipótesis
que en los criminales operan mecanismos cognitivos provenientes de esquemas
disfuncionales que facilitan la conducta delictiva mediante una visión distorsionada
de sus actos y de los derechos de los demás.
Palabras clave: Conducta criminal, Terapia Cognitiva, Esquemas Maladaptativos
Tempranos
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 3
Early Maladaptive Schemas associated with criminal behavior
Abstract
In light of the serious problem of crime in Mexico, there has been a growing interest
in identifying causes of criminal behavior. Since the creation of Cognitive therapy in
the 60´s, Cognitive Schemas have been central to understanding a wide range of
psychopathologies, whether it´s from Beck´s cognitive model or the more recent Early
Maladaptive Schema (EMS) approach. Therefore our main goal was to identify EMS
in a criminal sample, and compare it with a clinical group and a community sample.
All three groups responded the Young Schema Questionnaire and the Anti Social
Personality disorder sub scale of the Personality belief questionnaire. Results allowed
us to identify four schemas which were significantly higher in the criminal group:
Entitlement (F[2,110]=21.43, p<.001), Social Isolation (F[2,110]=16.06, p<.001),
Emotional deprivation (F[2,110]=19.67, p<.001) and Mistrust and Abuse
(F[2,110]=18.22, p<.001). The data support the hypothesis that within the criminal
population cognitive mechanisms, which stem from dysfunctional schemas, facilitate
criminal behavior by distorting beliefs about their actions and other people´s rights.
Key words: Criminal behavior, Cognitive therapy, Early Maladaptive Schemas
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 4
Esquemas Maladaptativos Tempranos asociados a la conducta criminal
La inseguridad es un tema casi imposible de evitar para los mexicanos. Todos los
días encontramos en los medios de comunicación reportes sobre crímenes como
secuestros, asaltos u homicidios. Lo preocupante no es sólo que ocurran estos
hechos, si no que los índices y la violencia con la que se cometen van en aumento
(Encuesta nacional sobre la percepción de seguridad ciudadana en México, 2010).
Al escuchar sobre la violencia con que se cometen los delitos, y la completa falta
de respeto por los derechos ajenos, muchos nos preguntamos cómo seres
humanos son capaces de actuar de esta manera en contra de otros seres
humanos.
Debido a la gravedad del problema y al impacto que causa en la sociedad,
cada vez encontramos una mayor cantidad de estudios enfocados a comprender
la conducta criminal. Una de las teorías pioneras en el estudio de los criminales es
el modelo del crimen realizado por Gary Becker, quien adopta una visión socio
económica para comprender la delincuencia (Becker, 1968). Siguiendo esta línea
encontramos estudios que describen las características socio demográficas de los
delincuentes (e.g Lattimore, 2007; Daley, 2001). También podemos encontrar
datos sobre experiencias de la infancia como violencia intra familiar (Nygaard
Christoffensen, Francis & Soothill, 2003), abuso sexual (Swanston et al., 2003) y
estilo educativo disfuncional de los padres (Loeber & Farrington, 2000). Además,
una cantidad importante de estudios se han enfocado en las características
individuales de los criminales, como son los factores biológicos y genéticos (Raine,
Lencz & Scerbo, 1995), abuso de sustancias (Chiles, Von Cleve, Jemelka &
Trupin, 1990) y auto control deficiente (Gottfredson and Hirschi, 1990). Uno de los
conceptos que más se asocia con la conducta criminal es el trastorno de
personalidad Anti Social, sin embargo, los índices de prevalencia en prisioneros se
estiman entre el 40% y el 60% (Coid et al., 2009). Complementando los hallazgos
sobre las características individuales de los criminales, también han surgido
contribuciones importantes desde una perspectiva situacional para comprender la
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 5
conducta criminal y anti social. Desde hace varias décadas, experimentos sociales
han demostrado que el contexto puede influir sobre la conducta, incluso facilitando
la conducta anti social. Entre los experimentos sociales clásicos encontramos los
de Milgram y Obediencia a la autoridad (1974), el experimento de la prisión de
Stanford de Phillip Zimbardo (Haney, Banks & Zimbardo, 1973) y el aprendizaje
por modelamiento con el muñeco Bobo de Bandura (1973).
Tanto el conocimiento de características individuales como situacionales
han aportado información importante para la comprensión de la conducta criminal.
Sin embargo, aunque ambos planteamientos cuentan con respaldo empírico, en
ambos casos existen una cantidad considerable de excepciones. Por ejemplo, los
criminales difieren considerablemente en su personalidad, y no todos los sujetos
bajo las mismas condiciones sociales responden de la misma manera. Con tanta
información disponible, ¿cuál es el camino a seguir? Ciertamente podemos
entender la conducta criminal como un problema multi factorial, y que no en todos
los casos intervienen los mismos factores. Sin embargo diseñar una intervención
tomando en cuenta la mayoría de estos factores resultaría en una tarea
demasiada compleja. El reto para la psicología por lo tanto consiste en encontrar
los mecanismos compartidos que logren una teoría unificadora, congruente y
consistente y que sea verificable mediante estudios empíricos. Varios autores
resaltan la importancia de identificar los mecanismos de acción clave asociados al
origen y mantenimiento del problema, como son las variables mediadoras y
moderadoras (Barlow, Allen & Choate, 2004; Kazdin, 2007). La propuesta del
presente estudio para comprender la interacción entre las características
individuales, el contexto y la conducta criminal, es el enfoque Cognitivo.
Los Esquemas Cognitivos han sido identificados como un constructo de
gran utilidad para comprender y tratar una gran variedad de trastornos
psicológicos, ya sea desde su enfoque clásico, el modelo de Beck (1979), o desde
el abordaje de Young y los Esquemas Maladaptativos Tempranos (2003). Los
esquemas cognitivos asociados al bienestar psicológico, social y emocional se
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 6
forman en cada individuo según sus experiencias, las cuales moldean su visión
sobre sí mismo, los demás y el futuro. Una persona que se sabe valiosa es porque
las experiencias que respaldan esta creencia están almacenadas en su esquema.
Los esquemas tienen gran influencia sobre todos los aspectos del procesamiento
de la información, ya que, según su contenido, le dan significado a las
percepciones, afectan a las inferencias, dictan sobre qué información recordamos
y moldean la formación de memorias nuevas (Beck, 1996). Por lo tanto, los
esquemas le ayudan a las personas a asignar significado a sus experiencias,
entenderse a sí mismos, a su mundo social y físico y además sirven para predecir
eventos y planear sus conductas (Beck, 1967). El complejo sistema de estímulos
ambientales nos influye sólo al grado que se mezcla con nuestro sistema
psicológico interno.
Cuando las experiencias de la infancia son acorde a las necesidades
emocionales, el esquema en formación adquiere un funcionamiento adaptativo.
Esto significa que las interpretaciones serán congruentes con el estímulo presente
y las reacciones emocionales serán apropiadas en intensidad y función. Sin
embargo, cuando las experiencias tempranas son adversas, se genera un
esquema disfuncional. Esto se traduce en una constante distorsión de la
información, causando un desfase entre la experiencia interna y la situación
externa, lo cual generalmente desemboca en un acusado malestar emocional. Por
ejemplo, un niño que sufrió de rechazo constante será más propenso a
malinterpretar acciones de otros como señales de rechazo, aunque esta no sea su
intención. Esta discrepancia entre la experiencia interna y el entorno es la que
origina los trastornos psicopatológicos (Beck, 1967).
A partir del trabajo realizado con A.T. Beck, Jeff Young identificó 18
esquemas relacionados a la frustración toxica de necesidades básicas de la
infancia y los llamó Esquemas Maladaptativos Tempranos (EMT). Young postula
que las personas con EMT realizan conductas extremas para lidiar con las
emociones intensas generadas por dichos esquemas. Él agrupó estos esquemas
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 7
en 5 dominios según temas en común. El primer dominio, desconexión y rechazo,
hace referencia a la falta de afecto, apego y estabilidad, y encontramos los
esquemas de Privación emocional, abandono, desconfianza, defectuosidad y
aislamiento social. El segundo dominio se refiere a falta de confianza en
desempeño y autonomía, y encontramos los esquemas de fracaso, vulnerabilidad,
dependencia / incompetencia y simbiosis. En el tercer dominio encontramos
deficiencias en límites y responsabilidad, y los esquemas son grandiosidad /
desconsideración por los demás y auto control insuficiente. El cuarto dominio hace
referencia a la forma de relacionarse con los demás, generalmente en una
atención excesiva en los deseos y respuestas de los demás, y los esquemas son
subyugación y sacrificio. El quinto dominio tiene que ver con inhibición, reglas y
expectativas excesivas, y encontramos los esquemas de inhibición emocional y
estándares inalcanzables. Para una descripción completa de cada esquema
recomendamos ver a Young, Klosko & Weishaar, (2003).
Los Esquemas disfuncionales se han asociado en estudios empíricos con
una cantidad importante de psicopatologías, ya sea para la formulación de teorías
o el desarrollo de protocolos de tratamiento. El enfoque Cognitivo de la Depresión
(Beck, 1979) y los trastornos de Ansiedad (Barlow, 2002) es uno de los más
aceptados y utilizados actualmente debido a su amplio respaldo empírico (Stewart
& Chambless, 2009). En los últimos años el enfoque Cognitivo también ha sido de
gran utilidad para los avances en la comprensión y tratamiento de algunos
trastornos considerados como “complicados”, como son los Trastornos de
Alimentación (Fairburn, 2008), Trastorno límite de la Personalidad (Young, 2000),
Suicidio (Wenzel, Brown & Beck, 2009), Trastorno Bipolar (Newman, Leahy, Beck,
Reilly-Harrington & Gyulai, 2002) y Esquizofrenia (Beck, Rector, Stolar & Grant.
2009).
Actualmente podemos encontrar teorías y opciones de tratamiento basados
en el modelo Cognitivo para problemas que se asocian a la conducta criminal. El
modelo Cognitivo de la conducta violenta plantea que aspectos genéticos y
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 8
biológicos interactúan con experiencias tempranas como maltrato o modelamiento
de conductas inapropiadas por los padres en el desarrollo de esquemas
disfuncionales (Beck, 1999). Estas personas aprenden a verse a sí mismos como
vulnerables o víctimas, a las demás personas como hostiles y al mundo como
inestable. El esquema disfuncional causa un estado constante de desconfianza e
hipervigilancia, por lo que fácilmente malinterpretan señales como potencial
agresión o amenaza a su autoestima o estatus social. La violencia se convierte en
el principal (o único) recurso que tienen para lidiar con las situaciones
problemáticas y para restaurar la autoestima.
La Teoría Cognitiva para el trastorno de personalidad Anti Social igualmente
se basa en esquemas disfuncionales para comprender su comportamiento (Beck,
1990; McMurran & Christopher, 2008). En las personas Anti Sociales se ha
encontrado un déficit en la forma de procesar la información, en especial referente
a las reglas sociales que generan vergüenza y culpa (Wallace & Newman, 2004).
La ausencia de empatía y culpa, despreocupación por las consecuencias y
búsqueda constante de beneficio personal proviene de las forma en que se ven a
sí mismos y a los demás. Hay una constante distorsión de la información, sobre
todo acerca de los propios actos, para proteger el self. Por ejemplo, los propios
actos de engaño son ingeniosos y justificados, pero el mismo acto en alguien más
es deplorable. Se rigen bajo la ley de la jungla donde el más fuerte sobrevive y el
débil merece perder. Creencias comunes son “si no agredo seré la víctima” y “el
fin justifica los medios”. Dentro de esta visión, conductas como mentir, engañar o
agredir simplemente son “cómo funcionan las cosas”, o “lo que se tiene que
hacer”.
En cuanto a tratamiento, varios estudios sobre intervenciones cognitivo
conductuales para problemas relacionados a la conducta anti social y criminal han
presentado resultados favorables. McCloskey, Noblett, Deffenbacher, Gollan &
Coccaro (2008) realizaron un ensayo clínico aleatorizado para el Trastorno
Explosivo Intermitente, y lograron una reducción significativa de enojo, agresividad
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 9
y síntomas depresivos, los cuales se mantuvieron en el seguimiento a los 3
meses. En un meta análisis realizado por Beck y Fernández (1998) en el
tratamiento cognitivo conductual para el enojo, la magnitud de efecto promedio fue
de .70. En otro meta análisis con prisioneros, Wilson, Bouffard & Mackenzie (2005)
encontraron una reducción de la conducta criminal y reincidencia después de
intervenciones estructuradas basadas en el modelo Cognitivo Conductual.
Presente estudio
Existe una cantidad importante de estudios empíricos sobre factores
asociados a la conducta criminal, sin embargo los resultados han sido diversos,
por lo cual resulta importante que un siguiente paso sea identificar mecanismos
subyacentes a las manifestaciones problemáticas. Dentro de la literatura en
México han sido escasos los estudios sobre los criminales desde una perspectiva
cognitiva. Hasta nuestro conocimiento no hay estudios que hayan identificado
EMT en criminales. Siguiendo la recomendación de Farrington (2004), es
importante identificar tanto diferencias inter grupales (¿qué diferencia hay entre
alguien que comete crímenes y alguien que no?) como características intra
grupales en los perfiles criminales (¿por qué cometen crímenes en ciertas
situaciones y en otras no?). Por lo tanto, nuestro primer objetivo fue medir la
presencia e intensidad de EMT en una población criminal proveniente de un grupo
de presos en el Centro de Readaptación Social (CERESO) de Cancún. El
segundo objetivo fue confirmar si existe una diferencia en el perfil esquemático
entre la muestra criminal y una muestra sin antecedentes criminales. Para
aumentar la validez interna, además de una muestra comunitaria incluimos un
grupo control clínico para discriminar con mayor precisión los esquemas cognitivos
que sirven como mediadores entre el entorno y la conducta criminal y no solo
aquellos esquemas relacionados a la psicopatología en general. En base a la
literatura, esperamos encontrar que los criminales presentan esquemas
disfuncionales que se activan con mayor intensidad que las personas sin
antecedentes criminales. Tanto la Terapia Cognitiva como la Terapia de
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 10
Esquemas han demostrado su efectividad para una gran variedad de trastornos
psicológicos en estudios empíricos (Beck, 2005; Halford, Bernoth-Doolan & Eadie,
2002), por lo que la identificación de un perfil cognitivo en criminales nos permitiría
identificar mecanismos psicológicos que explican o facilitan la conducta anti social,
y en consecuencia proponer intervenciones basadas en evidencia para prevenir,
tratar y rehabilitar a esta población.
Método
Participantes
Un total de 119 personas participaron en el estudio. La edad de los participantes
estuvo entre los 18 y los 51 años (M=27; D.E 7.2), con escolaridad promedio de 8
años (secundaria incompleta) y el 27.7% casados. El grupo criminal (n=37) fue
reclutado del centro de rehabilitación social (CERESO) de la ciudad de Cancún.
Prisioneros fueron invitados a participar de manera voluntaria, se les explicó el
propósito de la investigación y que la participación y los resultados no serían
utilizados ni a favor ni en contra de su sentencia. Los dos grupos control fueron
elegidos de una muestra clínica y de un grupo comunitario, y los criterios de
inclusión se establecieron en base a las características socio demográficas
encontradas en la muestra criminal. Para el grupo control clínico, los participantes
provinieron del Centro de Psicoterapia Cognitiva y se incluyeron a personas
diagnosticadas con un trastorno psicológico según el DSM IV-TR (n=37; 32%
Trastorno por Depresión Mayor, 35% Trastorno de Ansiedad, 22% un Trastorno de
Personalidad y 11% otro). Aquellos pacientes que cumplían con las características
socio demográficas establecidas fueron informados sobre el estudio, y se solicitó
su permiso por escrito para integrar sus datos a una muestra, respetando su
anonimidad. El segundo grupo control fue elegido de una muestra comunitaria sin
antecedentes criminales (n=39). Los criterios de exclusión fueron antecedentes de
violencia o actividad delictiva, presencia de un trastorno psicótico, abuso de
alcohol o drogas e impedimentos intelectuales para responder los cuestionarios.
En base al análisis estadístico (análisis de varianza para edad y años de
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 11
escolaridad, Ji cuadrado para estado civil) no hubieron diferencias significativas
entre el grupo criminal y los grupos control en características socio demográficas
(ver tabla 1).
G. Criminal
(n=37)
G. Clínico
(n=37)
G. Com
(n=39)
M (D.E) M (D.E) M (D.E) F(2,110)
Edad 25.5 (5.4) 26.8 (7.4) 28.4 (8.2) 1.46 p>.05
Educación (años) 7.8 (2.7) 8.3 (2.8) 8.2 (3.3) 0.3 p>.05
Primaria 9 (24%) 8 (21.5%) 9 (23%)
Secundaria 24 (65%) 24 (65%) 24 (62%)
Bachillerato 2 (5.5%) 3 (8%) 2 (5%)
Est superiores 2 (5.5%) 2 (5.5%) 4 (10%)
Casado (%) 10 (27%) 13 (35%) 10 (26%)
Soltero (%) 22 (59%) 17 (46%) 21 (54%)
Divorciado (%) 5 (13%) 7 (19%) 8 (20%)
Tabla 1: Características Socio Demográficas
Instrumentos
Las características sociodemográficas y los datos sobre la conducta delictiva
fueron recolectados mediante una entrevista clínica semi estructurada.
A los tres grupos se les aplicó el Cuestionario de Esquemas de Young
(Young, & Brown, 1994) versión corta (YSQ-sf por sus siglas en inglés). Utilizamos
la versión en castellano adaptada por Castrillón et al. (2005). Cada ítem
representa una creencia, emoción o conducta correspondiente a un esquema en
particular. La respuesta es en escala tipo Likert, con opciones de 1
(completamente falso en mí) a 6 (completamente cierto en mí); puntuaciones
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 12
elevadas indican mayor presencia del EMT. Cuatro subescalas no fueron incluidas
en el análisis debido a baja confiabilidad interna (<.6). En los restantes once
esquemas la confiabilidad interna (Alfa de Cronbach) total fue >.7 con un rango
entre .62 y .87 en los 3 grupos.
Para aumentar la validez externa también se midieron rasgos anti sociales
en los tres grupos mediante la sub escala del Trastorno de Personalidad Anti
Social del Cuestionario de Creencias Centrales de la Personalidad (PBQ por sus
siglas en inglés; Beck, A. T., & Beck, J. S. 1991). Utilizamos la versión en español
que se encuentra en el libro de Beck y Freeman (1995). El PBQ ha demostrado
buena consistencia interna (Alpha de Cronbach = .81 - .93) y buena confiabilidad
test - re test (r de Pearson = .57 - .93; Beck et. al. 2001). A los 3 grupos se les
aplicó la sub escala, la cual incluye ítems como “está bien mentir y engañar si no
me descubren” y “la gente se aprovechará de mí si yo no me aprovecho primero”.
La confiabilidad en el presente estudio fue alta (Alpha de Cronbach de >.8).
Análisis de datos
Los datos fueron analizados con el SPSS 13 para Windows. Además del análisis
descriptivo, el análisis intra grupal se realizó con la correlación de Pearson para
determinar la interacción de las variables y un análisis de varianza para grupos
emparejados. El análisis inter grupal se realizó mediante el análisis de varianza de
un factor con un nivel de significancia de .05. Para el análisis de las diferencias
entre los grupos (post hoc) se utilizó la prueba t con la corrección de Bonferroni.
Resultados
La tabla 2 nos muestra las características sobre la conducta delictiva en la
muestra criminal. El delito más frecuente que se encontró fue robo a casa o
comercio (n=9, 24%), seguido por asalto y delitos relacionados a drogas (n=6,
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 13
16% cada uno). El 59% de los delincuentes comenzaron su carrera delictiva antes
de los 18 años, y el 65% fueron clasificados como reincidentes.
Delito n (%) Inicio <18 (%) Reincidencia (%)
Asalto 6 (16%) 2 (33%) 2 (33.3%)
Posesión / venta de drogas 6 (16%) 2 (33%) 3 (50%)
Homicidio 5 (13.5%) 4 (80%) 4 (80%)
Intento de homicidio 1 (2.7%) 1 (100%) 1 (100%)
Lesiones 3 (8%) 3 (100%) 3 (100%)
Portación de armas 2 (5.5%) 1 (50%) 2 (100%)
Robo a casa / comercio 9 (24%) 5 (55.5%) 5 (55.5%)
Secuestro 2 (5.5%) 2 (100%) 2 (100%)
Violación 3 (8%) 2 (66.6%) 2 (66.6%)
Total 37 (100%) 22 (59%) 24 (65%)
Tabla 2: Datos descriptivos sobre la Conducta Criminal
Previo al análisis de las correlaciones univariadas (r de Pearson),
establecimos tres criterios para definir las correlaciones importantes: a)
Correlaciones estadísticamente significativas. b) Correlaciones presentes
únicamente en el grupo criminal. c) Correlaciones teóricamente congruentes. En
base a estos criterios, las correlaciones más relevantes fueron las encontradas
entre los rasgos Anti Sociales y los esquemas de Fracaso (r=.50 p<.001),
Aislamiento Social (r=.35 p<.05) y Vulnerabilidad (r=.37 p<.01), así como las
correlaciones entre el esquema de Desconsideración por los demás y los
esquemas de Privación emocional (r=.37 p<.01), Aislamiento social (r=.56 p<.001),
Fracaso (r=.53 p<.001) y Vulnerabilidad (r=.44 p<.01). Al analizar las correlaciones
de los tres grupos, encontramos una mayor interacción de los EMT en el grupo
criminal en comparación a los dos grupos control. La interacción entre los
Esquemas de los criminales es alta, ya que prácticamente entre todos los
esquemas hay correlaciones significativas (ver tabla 3), lo cual no es el caso en
los dos grupos control (ver tabla 4).
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 14
Los resultados del Cuestionario de Young y de la Sub escala de rasgos Anti
Sociales se presentan en la tabla 5. Para el análisis de varianza, establecimos que
los esquemas importantes serían los más altos en el grupo criminal y que también
fueran significativamente más altos que los dos grupos control. Los esquemas del
grupo criminal que cumplieron con estos criterios fueron Desconsideración por los
demás (F[2,110]=21.43, p<.001), Aislamiento Social (F[2,110]=16.06, p<.001),
Privación Emocional (F[2,110]=19.67, p<.001) y Desconfianza (F[2,110]=18.22,
p<.001). Un análisis de varianza intra grupal no reveló diferencias significativas
entre estos 4 esquemas (F(3,108), 2.28 p>.05), por lo tanto, no podemos
establecer a un esquema en particular como el más activo en los criminales. Los
resultados en la escala de rasgos Anti Sociales también fue significativamente
más alta en los criminales (F=43.66, p<.001). Estos datos los podemos interpretar
como indicadores de que una mayor cantidad de estímulos activan estos
esquemas en los criminales, y que las reacciones afectivas generadas son más
intensas.
Discusión
El enfoque cognitivo de la personalidad plantea que los esquemas cumplen con la
función de integrar la información proveniente del ambiente, lo cual los convierte
en un componente central para comprender la forma en que una persona actúa,
piensa, siente y se relaciona con los demás. Estas reacciones están fuertemente
influenciadas por el contenido de los esquemas, proveniente de las experiencias
previas. El objetivo general de la presente investigación fue identificar EMT
asociados a la conducta criminal. Al elaborar un perfil esquemático en una
muestra criminal y compararlo con un grupo sin antecedentes criminales, pudimos
obtener una mejor comprensión de los mecanismos cognitivos que facilitan la
conducta delictiva.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 15
TPAS P em Ab Desc A soc Defec Frac Dep Vuln Sub Desc Fd
TPAS 1
Priv. emoc. 0.14 1
Abandono 0.21 0.03 1
Desconfianza .46** 0.04 .46** 1
Ais Soc. .35* 0.21 0.27 .56*** 1
Defectuoso .41** .40** .39** .47** .6*** 1
Fracaso .50*** 0.12 .32* .57*** .56*** .6*** 1
Dependencia .37** 0.14 0.26 .5*** .51*** .59*** .78*** 1
Vulnerabilidad .37** -0.08 .42** .52*** .65*** .54*** .55*** .53*** 1
Subyugación .42** 0.06 .47** .6*** .53*** .55*** .7*** .64*** .66*** 1
Desconsederación .69*** .37** 0.27 .54*** .56*** .39** .53*** .36** .44** .38** 1
Falta de disciplina .49*** 0.28 .38** .62*** .62*** .54*** .72*** .49*** .47** .61*** .55*** 1
Tabla 3: Correlación de Pearson en el Grupo Criminal. *=p<.05, **=p<.01, ***=p<.001. TPAS=
Trastorno de personalidad Anti Social, Priv. Emoc. = Privación emocional, Ais. Soc. = Aislamiento
Social
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 16
TPAS P em Ab Desc A soc Def Frac Dep Vuln Sub Desc Fd
TPAS 1 -0.06 0.19 .48** 0.29 0.18 -0.01 -0.02 0.29 0.22 .7*** 0.29
Priv em -0.03 1 0.24 -0.01 0.3 .32* .31* -0.02 -0.01 0.13 0.04 -0.03
Abandono 0.09 .6*** 1 0.21 .4** 0.24 0.16 .32* 0.24 0.11 0.29 0.26
Desconfianza .37** 0.26 0.2 1 0.23 0.22 0.12 -0.01 .6*** 0.24 .38** .32*
Ais soc 0.27 .42** 0.27 .35* 1 .51*** .55*** 0.21 -0.08 .47** .5*** 0.23
Defectuoso 0.16 .66*** .47** 0.28 .51*** 1 .57*** 0.13 -0.03 .57*** 0.29 .32*
Fracaso 0.11 0.19 0.1 .5*** .32* .49*** 1 .31* 0.26 0.62*** 0.08 0.27
Dependencia 0.03 .38** .31* .54*** .35* .51*** .76*** 1 -0.01 0.27 -0.01 0.01
Vulnerabilidad 0.07 .38** 0.15 .42** .32* .46** .35* .33* 1 0.14 0.09 0.25
Subyugación 0.08 .71*** .52*** .35* .34* .57*** .35* .45** .41** 1 .36** .41**
Desconsideración .58*** -0.02 0.14 .44** 0.01 0.12 0.13 0.16 0.22 0.07 1 .34*
Falta de disciplina .32* 0.15 0.24 .61*** 0.25 .38** .68*** .55*** 0.24 0.19 .46** 1
Tabla 4: Correlación de Pearson de los grupos Clínico (diagonal inferior) y Comunitario (diagonal superior).
*=p<.05, **=p<.01, ***=p<.001. TPAS= Trastorno de personalidad Anti Social, Priv. Emoc. = Privación
emocional, Ais. Soc. = Aislamiento Social
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 17
Criminal (n = 37) Clínico (n=37) Control (n = 39)
M DE M DE M DE F(2,110) Post Hoc
YSQ T 2.93 0.96 2.36 0.76 1.63 0.37 29.84*** Cr > Cl > Co
P em 3.15 1.31 2.32 1.12 1.63 0.44 19.67*** Cr > Cl > Co
Ab 3.35 1.58 2.88 1.31 1.75 0.68 16.7*** Cr, Cl > Co
Desc 3.03 1.17 2.1 1.04 1.68 0.71 18.22*** Cr > Cl, Co
A soc 3.45 1.37 2.49 1.35 1.86 0.94 16.06*** Cr > Cl, Co
Def 2.61 1.13 1.81 1.04 1.16 0.39 24.09*** Cr > Cl > Co
Frac 2.27 1.43 2.32 1.56 1.35 0.51 7.26** Cr, Cl > Co
Dep 2.42 1.28 1.94 0.94 1.38 0.55 11.14*** Cr, Cl > Co
Vuln 2.69 1.42 2.51 1.15 1.88 0.75 5.37** Cr, Cl > Co
Sub 2.68 1.66 2.18 1.21 1.41 0.48 10.64*** Cr, Cl > Co
Desc 3.56 1.28 2.6 0.91 2 0.92 21.43*** Cr > Cl > Co
F disc 3.01 1.33 2.86 1.35 1.83 0.64 12*** Cr, Cl > Co
TPAS 27.32 8.63 13.95 6.1 14.08 6.36 43.66*** Cr > Cl, Co
Tabla 5: Análisis de varianza de un factor del YSQ y PBQ. *=p<.05, **=p<.01, ***=p<.001. P em= Privación
emocional; Ab = Abandono; Desc = Desconfianza; A soc= Aislamiento Social; Def = Defectuoso; Frac =
Fracaso; Dep = Dependiente; Vuln = Vulnerabilidad; Sub = Subyugación; Desc = Desconsideración por los
demás; F disc = Falta de disciplina; TPAS = Trastorno de personalidad Anti Social.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 18
El origen que Young plantea para los 4 EMT es congruente con el entorno
familiar y social que se ha encontrado en la infancia y adolescencia de criminales.
Nijhof, de Kemp, Engels, & Wientjes (2008) encontraron que los delincuentes tienen
historiales amplios con desafío a las reglas y a la autoridad, y que también provienen de
familias que no ofrecen reglas ni estructura y son inconsistentes con el castigo. Widom
(1992) realizó un estudio en el que siguió a niños víctimas de maltrato por 20 años, y
concluyó que la victimización de un niño incrementa la probabilidad de conducta anti
social como adulto. Akers & Silverman (2004) argumentan que la conducta delictiva
también se aprende de la interacción con otros, como son familiares delincuentes. Las
experiencias que se asocian al origen de los 4 EMT encontrados en el grupo criminal
son congruentes con los factores familiares mencionados. El esquema de Privación
Emocional surge de ambientes inestables, con rotación de cuidadores y falta de
satisfacción de necesidades emocionales. Los esquemas de Desconfianza y
Aislamiento Social surgen de experiencias de rechazo tanto familiar como social, falta
de habilidades sociales y falta de conexión con otras personas. El esquema de
Desconsideración por los demás proviene generalmente de un ambiente hostil en
donde el individuo adopta conductas de rebeldía y dominio para compensar
experiencias o sentimientos de maltrato e inferioridad. Por lo tanto, los EMT nos ofrecen
una posible conexión entre los factores de riesgo distales y la conducta criminal.
Los 4 EMT identificados como los de mayor presencia (y los siguientes 2
también, Abandono y Falta de autodisciplina) identificados a través del análisis
intragrupal, así como los esquemas que distinguen a los criminales de los grupos
control identificados a través del análisis intergrupal, provienen de 2 dominios:
Desconexión y rechazo y Ausencia de límites. Esto nos permite hipotetizar sobre 2
mecanismos clave para comprender la conducta criminal:
1- Los criminales se logran desconectar emocionalmente de las demás personas con
gran facilidad, posiblemente porque ven a los demás como rechazantes, inestables,
amenazantes o simplemente no encuentran satisfacción en las relaciones
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 19
interpersonales. Esto nos explica rasgos como falta de empatía, falta de interés social,
egocentrismo, deshumanización y desapego emocional.
2- Los criminales no han internalizado reglas de conducta social ni auto control y son
propensos a sobre reaccionar cuando sus necesidades se ven frustradas, lo cual los
motiva a obtener lo que quieren por cualquier medio, al mismo tiempo que justifican y
distorsionan las consecuencias de sus actos. Esto nos explica la facilidad con que
rompen las reglas sociales y morales, así como la falta de respeto y consideración por
los demás.
Los resultados indican que la presencia de EMT solamente en el dominio de
Desconexión y rechazo, los cuales son comunes en la psicopatología, o solamente en
el dominio de Ausencia de límites no son facilitadores de la conducta criminal. Es la
combinación de esquemas hiperactivos en el dominio de Desconexión y rechazo con
esquemas en el dominio de Ausencia de límites, los que conforman el perfil
esquemático de los criminales y “pueden” servir como mediadores para la conducta
criminal (la función mediadora aún es una hipótesis que requiere comprobación). Desde
esta perspectiva, la situación externa, o el rasgo de personalidad, no son suficientes
para explicar la conducta criminal. Es la interacción entre el estímulo (interno o externo)
con el EMT lo cuál moviliza al delincuente a la acción, ya sea generando una
motivación o eliminando las funciones auto reguladoras (reglas internalizadas). Por lo
tanto podemos hipotetizar que la presencia de niveles altos de esquemas en estos dos
dominios generan mecanismos cognitivos que distorsionan significativamente la
realidad al bloquear, minimizar, distorsionar y/o justificar las consecuencias de sus
conductas criminales, lo cual permite realizar actos criminales sin auto sanciones como
culpa o una disminución significativa del self.
Las implicaciones prácticas de nuestros resultados abarcan tanto el área de
prevención como tratamiento. Basándonos en los resultados que hemos encontrado,
consideramos que cuando se trabaje la prevención con jóvenes será de gran
importancia ponerle atención especial a la enseñanza de reglas y límites, trabajar en el
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 20
apego y conexión a otras personas y enseñar (de preferencia modelar) la
responsabilidad social. El entrenamiento en empatía (Davis, 1996) será un componente
esencial en cualquier intervención, ya que va dirigido a fomentar el apego interpersonal
y el reconocimiento de necesidades y emociones ajenas (lo cual es el opuesto a la
desconexión y el rechazo). En cuanto a la atención para la población criminal,
intervenciones cognitivas dirigidas a la modificación de esquemas disfuncionales
(además de otras áreas) muestran un camino prometedor. Hoy en día contamos con
una serie de técnicas y protocolos de tratamiento dirigidos a la modificación de
Esquemas, sin embargo hace falta continuar con investigaciones que nos permitan
adaptar las intervenciones de manera específica para esta población. Es de gran
importancia que se continúe trabajando desde una metodología científica para seguir
fundamentando de manera empírica la teoría y que esta sirva como base para el
desarrollo de intervenciones contra esta problemática.
La conducta criminal es un tema muy importante que no ha tenido la suficiente
atención en estudios empíricos en nuestro país. El presente estudio logra aportar
información para una mejor comprensión de esta problemática desde una metodología
científica. Sin embargo, también es importante señalar algunas de las limitaciones del
presente estudio. La primera limitación tiene que ver con el tamaño reducido de la
muestra. La participación de los criminales fue voluntaria, lo cual tiene ventajas y
desventajas. Por un lado esto aumenta la confiabilidad de los datos, ya que ellos
mismos decidieron participar. Al mismo tiempo, esto mantuvo el tamaño de la muestra
muy reducida, lo cual limita la capacidad para generalizar los resultados. Además, los
delitos por los cuales estaban sentenciados fueron bastante diversos, imposibilitando un
análisis más profundo según el tipo de delito. Otra limitante es en relación a la
recolección de datos. La información obtenida tanto en la entrevista como en los
cuestionarios de auto reporte no pudo ser constatada por otras fuentes. Además, el
hecho de estar en la cárcel puede influir en su forma de pensar y sentir en relación a su
vida fuera de la cárcel, lo cual también puede afectar los resultados. Por estos motivos
la interpretación de los datos se tiene que tomar con precaución.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 21
Debido al diseño transversal de la investigación, únicamente podemos establecer
relaciones bi - direccionales entre los esquemas y la conducta criminal. Aunque en
teoría la conducta criminal surgiría a partir de los EMT, ciertamente podemos pensar
que la misma conducta criminal influye sobre la formación o mantenimiento de estos,
por lo que el presente estudio no nos permite establecer relaciones causales. Serán de
gran utilidad investigaciones longitudinales, así como diseños experimentales para
poder establecer una interacción más clara entre los EMT y la conducta criminal. Otra
recomendación sería utilizar muestras más amplias y con características más
específicas (por ejemplo comparar un grupo de criminales violentos contra no
violentos). Se deja abierta la posibilidad de explorar mecanismos de acción más
específicos que facilitan la conducta criminal.
Referencias
Akers, R., & Silverman, A. (2004). Toward a social learning model of violence and
terrorism. In M. Zahn, H. Brownstein, & S. Jackson. (Eds.), Violence: From theory to
research. Cincinnati, OH: Anderson.
Bandura, A. (1973) Aggression: a social learning analysis. Englewood Cliffs, NJ, Prentice-
Hall.
Barlow, D. H. (2002). Anxiety and its disorders. New York: Guilford Press.
Barlow, D. H., Allen, L. B., & Choate, M. L. (2004). Toward a unified treatment for
emotional disorders. Behavior Therapy, 35, 205–230.
Beck, A.T. (1967). Cognitive theory and the emotional disorders. New York: International
Universities Press.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 22
Beck, A. T. (1996). Beyond belief: A theory of modes, personality and psychopathology.
In P.M Salkovskis (Ed.), Frontiers of cognitive therapy. New York: Guilford.
Beck, A. T. (1999). Prisoners of Hate: The Cognitive basis of anger, hostility and violence.
New York: HarperCollins.
Beck, A. T. (2005). The current state of cognitive therapy: A 40-year retrospective.
Archives of General Psychiatry, 62, 953-959.
Beck, A. T., & Beck, J. S. (1991). The Personality Belief Questionnaire. Bala Cynwyd, PA:
The Beck Institute for Cognitive Therapy and Research.
Beck, A. T., Butler, A. C., Brown, G. K., Dahslgaard, K. K., Newman, C. F., & Beck, J. S.
(2001). Dysfunctional beliefs discriminate personality disorders. Behavioral Research and
Therapy, 39, 1213-1225.
Beck, A. T., Freeman, A., & Associates (1990). Cognitive therapy of personality disorders.
New York: Guilford.
Beck, A. T. & Freeman, A. (1995). Terapia Cognitiva de los Trastornos de Personalidad.
Barcelona: Paidós.
Beck, A. T., Rector, N., Stolar, N. & Grant., P. (2009). Schizophrenia: Cognitive Theory,
Research and Therapy. New York: Guildford Press.
Beck, A. T. Rush, A. J, Shaw, B. F., & Emery, G. (1979). Cognitive therapy of depression.
New York: Guildford Press.
Beck, R. & Fernandez, E. (1998). Cognitive behavioural therapy in the treatment of anger:
A meta-analysis, CognitiveTherapy and Research, vol. 22, pp. 63–74.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 23
Becker, G. S. (1968) Crime and Punishment: An Economic Approach. JPE. Vol. 4, pp.
169 - 217.
Castrillón, D., Chaves, L., Ferrer, A., Londoño, N., Maestre, K., Marín, C. & Schnitter, M.
(2005). Validación del Young Schema Questionnaire Long Form en población
Colombiana. Revista latinoamericana de Psicología. 37, 541-560.
Chiles, J. A., Von Cleve, E., Jemelka, R. P., & Trupin, E. W. (1990). Substance abuse and
psychiatric disorders in prison inmates. Hospital and Community Psychiatry, 41, 1132–
1134.
Coid, J., Moran, P., Bebbington, P., Brugha, T., Jenkins, R., Farrel, M., Singleton, N. &
Ullrich, S. (2009). The co-morbidity of personality disorder and clinical syndromes in
prisoners. Criminal Behaviour and Mental Health. 19: 321–333.
Daley, C & Onwuegbuzie, A. (2001). Educational, familial, Social and criminal profiles of
male juvenile offenders. Educational Research Quarterly. Vol. 25.1, pp. 12 – 26.
Davis, M. H. (1996). Empathy: A social psychological approach. Boulder: Westview Press.
Encuesta nacional sobre la percepción de seguridad ciudadana en México (2010).
Recuperado el 16 de Abril 2011 de http:// mucd.org.mx /assets /files /pdf /encuestas -
mitofsky /2010 /abril10.pdf
Fairburn, C. G. (2008). Cognitive Behavior Therapy and Eating Disorders. New York:
Guildford press.
Farrington, D. (2004). Criminological psychology in the twenty-first century. Criminal
Behaviour and Mental Health, 14, 152–166.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 24
Gottfredson, M. R., & Hirschi, T. (1990). A general theory of crime. Stanford, CA: Stanford
University Press.
Halford, W.K., Bernoth-Doolan, S., & Eadie, K. (2002). Schemata as moderators of clinical
effectiveness of a comprehensice cognitive behavioural program for patients with
depression or anxiety disorders. Behavior Modification, 26, 571-593.
Haney, C., Banks, C. & Zimbardo, P. (1973). A study of prisoners and guards in a
simulated prison. Naval research reviews.
Kazdin, A. E. (2007). Mediators and mechanisms of change in psychotherapy research.
Annual Review of Clinical Psychology, 3, 1-27.
Lattimore, P. K. (2007). The challenges of reentry. Corrections Today, 69 (2), 88-91.
Loeber, R., & Farrington, D. P. (2000). Young children who commit crime: Epidemiology,
developmental origins, risk factors, early interventions and policy implications.
Developmental Psychopathology, 12, 737–762.
McCloskey, M. S., Noblett, K. L., Deffenbacher, J. L., Gollan, J. K., & Coccaro, E. F.
(2008). Cognitive-behavioral therapy for intermittent explosive disorder: A pilot
randomized clinical trial. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 76 (5), 876-886.
McMurran, M. & Christopher, G. (2008). Dysfunctional beliefs and antisocial personality
disorder. The Journal of Forensic Psychiatry & Psychology. Vol. 19, No. 4, 533–542
Milgram, S. (1974). Obedience to authority. New York: Harper & Row.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 25
Newman, C., Leahy, R., Beck, A. T., Reilly-Harrington, N. & Gyulai, L. (2002). Biploar
Disorder: A Cognitive Therapy approach. American Psychological Association:
Washington D.C.
Nijhof, K., de Kemp, R., Engels, R. & Wientjes, J. (2008). Short-Term Criminal Pathways:
Type and Seriousness of Offense and Recidivism The Journal of Genetic Psychology,
169(4), 345–359
Nygaard Christoffersen, M., Francis, B., & Soothill, K. (2003). An upbringing to violence?
Identifying the likelihood of violent crime among the 1966 birth cohort in Denmark. Journal
of Forensic Psychiatry and Psychology, 14, 367–381.
Raine, A., Lencz, T., & Scerbo, A. (1995). Antisocial behavior: Neuroimaging,
neuropsychology, neurochemistry, and psychophysiology. In J. Ratey (Ed.),
Neuropsychiatry of personality disorders. Oxford, UK: Blackwell.
Stewart, R. E., & Chambless, D. L. (2009). Cognitive–behavioral therapy for adult anxiety
disorders in clinical practice: A meta-analysis of effectiveness studies. Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 77(4), 595-606.
Swanston, H. Y., Parkinson, P. N., O’Toole, B. I., Plunkett, A. M., Shrimpton, S., & Oates,
R. K. (2003). Juvenile crime, aggression and delinquency after sexual abuse: A
longitudinal study. British Journal of Criminology, 43, 729–749.
Wallace, J. & Newman, J. (2004). A theory based treatment model for psychopathy.
Cognitive and Behavioral practice, 11, 178-189.
Wenzel, A., Brown, G. & Beck, A. T. (2009). Cognitive Therapy for Suicidal Patients.
Washington D.C, American Psychological Association.
Esquemas Cognitivos en un Grupo Criminal 26
Widom, C. S. (1992). The cycle of violence. Washington, DC: The National Institute of
Justice.
Wilson, D. B., Bouffard, L. A., & Mackenzie, D. L. (2005). A quantitative review of
structured, group-oriented, cognitive-behavioral programs for Offenders. Criminal Justice
and Behavior, 32(2), 172-204.
Young, J.E. (2000). Schema therapy for borderline personality disorder: Detailed
treatment model. New York: Cognitive Therapy Center of New York.
Young, J.E. & Brown, G. (1994). Young Schema Questionnaire. In J.E. Young (Ed.),
Cognitive therapy for personality disorders: A schema-focused approach. Sarasota, FL:
Professional Resource Press.
Young, J.E Y., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Schema therapy: A practitioner’s
guide. New York: Guilford Press.