Cat D´Arossi
FILOSOFÍA PARA
LESBIANAS
“La religión y Dios”
© Cat D´Arossi 2012
Dibujo de Portada: Saul Gray – Hildenbrand
Ilustraciones: Alberto Montt
Cesión bajo licencia Creative Commons
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Nota:
“Escribí esto cuando alguien tuvo el desacierto de llamarme inmoral.
Quiero dejar en claro que mis principios me obligan a respetar el derecho
de todo ser humano a tener una ideología, por lo tanto, no es mi
intención – a través del siguiente monólogo – ofender a nadie…
Bueno, salvo a los fanáticos, prejuiciosos e ignorantes”
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∞ Dicen que peco de ser antinatural. ANTINATURAL. Escribo esa palabra y no puedo
evitar destornillarme de risa, porque, irónicamente, quienes lo dicen son más antinaturales
que un cerdo volador. Pero no nos adelantemos, hay páginas de sobra; vamos a comenzar
por definir pecado.
Según la Real Academia Española… Pecado: transgresión voluntaria de un precepto tenido por bueno.
Un precepto tenido por bueno. ¿Y qué coño es eso? Digo, es obvio que el bien y el mal
nunca han sido conceptos universales; es imposible que lo sean. Para mí, no puede ser
bueno que la sandía tenga tantas semillas: me enloquece, me saca de quicio, me hace entrar
en una burbuja de neurosis. Claro que esto no significa que la sandía vaya a dejar de
venderse en la sección de frutas del supermercado en el que compro.
Entonces, si definimos pecado como “una transgresión voluntaria de un precepto tenido
por bueno”, sería razonable sugerir que pecar es relativo y la moral también lo es.
Si un hombre tiene relaciones sexuales con una yegua, es un acto pecaminoso e inmoral…
al menos que ocurra en el Líbano, donde la zoofilia es legal y, al serlo, se considera un
precepto bueno.
Vaya lío estoy armando, ¿eh? Y todo para llegar a la frase de cuatro palabras que he venido
escuchando desde que tengo memoria para recordar que la he venido escuchando:
Ser homosexual es pecado
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Ok, muy bien, pero ¿dónde? ¿En el Líbano? Habría que revisar la lista de países que han
legalizado el matrimonio homosexual para saber dónde no es pecado; a lo mejor, si nos
organizamos, conseguimos que se otorgue PASAPORTE DIPLOMÁTICO a todos los que
queramos emigrar en busca de una mejor calidad de vida o, ahorrándonos la elocuencia:
emigrar a un sitio donde no nos toquen los huevos.
Suena sencillo. La existencia de Homolandias donde es legal ser quien eres sin riesgo a ser
agredido por ello y donde la homofobia equivale a la viruela: parte de un oscuro pasado.
Debería ser así, en teoría...
Aquí entran los Señores, a quienes agradezco – muy en el fondo – porque sus deprimentes
vidas basadas en una negación absurda de prácticamente todo me hacen recordar lo
afortunada que soy por no parecerme a ellos.
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Es innecesario definir una palabra compuesta: se explica por sí misma, no Antinatural.
obstante lo haré pues considero que eso me permitirá hacer uso completo del sarcasmo e
ironía para evidenciar la inconsistente ideología de los Señores. En otras palabras: para
demostrar que son una manada de idiotas.
Según la Real Academia Española… Antinatural (Contranatural): contrario al orden de la naturaleza.
Naturaleza: esencia y propiedad característica de cada ser.
Bueno, pero vamos a ver: ¿qué es más antinatural? ¿Una mujer que ama a otra mujer o la
frase no fornicarás? Seamos sensatos, fornicar es uno de los verbos que más se presta para
ser conjugado: yo fornico, tú fornicas, él fornica, ella fornica, nosotros fornicamos,
vosotros fornicáis y sí, definitivamente ellos y ellas también fornican.
Curiosamente, ¿saben cuál es la razón, según los Señores, por la que es antinatural la
homosexualidad? Porque es imposible procrear. No sé si sepan ellos que para procrear hay
que fornicar; he considerado enviar una carta para hacérselos saber pero no he tenido
tiempo.
¿Estoy siendo brusca? No lo creo. De hecho, brusquedad sería insuficiente si quisiéramos
catalogar la conducta de los Señores, que para justificar el ser retrógrados pretenden
hacernos creer que Dios también es retrógrado.
Piénsenlo. Los Señores dicen “creemos en un Dios de amor”, pero condenan todo tipo de
amor que no sea como el de ellos. Defienden un viejo texto según el cual “con la vara que
, pero se comportan como si Dios hubiese bajado del cielo para midas serás medido”
prestarles la vara.
¿Cómo pueden ser tan indecentes para seguir llamándose hombres de Dios cuando, según la
palabra de Dios, está prohibido matar? ¿Realmente piensan que hemos olvidado la sangre
que se derramó a causa suya en las Cruzadas o en el Oscurantismo? ¿Bajo qué concepto
suponen que ha dejado de importarnos lo que hizo la Inquisición?
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Promulgan una doctrina de generosidad y entrega a los desfavorecidos, lo cual está muy
bien, ¡aplaudo el altruismo!, pero hay una duda que me mata. ¿Por qué tienen su propia
Ciudad, llena de oro y soldados, cuando millones de personas en el mundo darían el alma a
cambio de un trozo de pan?
¿Dónde están la solidaridad y el desapego a las pertenencias en pro del bienestar del
prójimo? Una vez más, ¿cómo pueden ser tan hipócritas para hablarnos de entrega cuando
su dogmatismo no es más que una falacia repulsiva?
El Dios de esta gente ama a los niños, pero fue ese mismo Dios quien azotó Egipto con
tiranía, asesinando sin piedad a los hijos del Faraón. ¿Significa esto que Dios es tan frívolo
como para exterminar a una criatura indefensa? ¿Cuál es la justificación? ¿Liberar al
pueblo de Moisés o el hecho de que los egipcios adoraran otros dioses?
La imagen que los Pulcros Señores tienen de Dios me produce vergüenza, decepción, asco.
El Todopoderoso descrito como un incitador al odio y un asesino en serie, como un
bárbaro.
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Les diré algo: me desentiendo del respeto. Al fin y al cabo, ¿por qué habría de mantenerlo?
He sido llamada inmoral por criaturas subdesarrolladas que han nacido en el siglo
equivocado, gente que adora a un Dios fascista y que ha sido criada en un asqueroso círculo
de falsedad, sin voluntad propia para ser pensantes.
Nos llaman pecadores y nos amenazan con arder en el infierno, porque su Dios repudia la
homosexualidad. ¿Será el mismo “Dios de amor” que en la Biblia, Números 31:17, ordena
a Moisés atacar a los madianitas y matar a todos los niños varones y también a toda mujer
que haya conocido varón carnalmente? ¿El mismo que, en Números 31:18, dice: a todas
las jóvenes que no hayan conocido varón acostándose con él las dejaréis vivas para
vosotros?
No olviden que he decidido dejar a un lado el respeto y así no se sorprenderán cuando les
digo que todo eso no es más que una mierda. GRAN
¿Quién puede, luego de haber leído La Biblia en su totalidad, seguir defendiendo algo tan
nefasto?
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Mis principios me obligan a reconocer el derecho de cada individuo de creer en lo que le dé
la gana, pero ese derecho no puede incluir, bajo ningún motivo, el permitirme ser lapidada
por un grupo de dogmáticos enfermos.
Qué conveniente ha de ser el tener un rebaño de lobos domesticados para despedazar
cualquier cosa que los Señores no aprueben. Porque, seamos realistas, esto no tiene nada
que ver con Dios, sino con el poder. Debemos confesar nuestros pecados a un hombre con
sotana – porque resulta, además, que los altos mandos pertenecen a los hombres – pero
entonces, ¿para qué está la oración? ¿No deberíamos confesar nuestros pecados a Dios?
Ah, claro:
Él envía intermediarios
Quiero decir que mi propósito no es manchar el nombre de los Señores – eso ya está
manchado hace cientos de años – lo que deseo es probar que no hay institución sobre la
tierra lo suficientemente limpia para juzgarme, ni a mí ni a nadie. Lo que llamamos
“Iglesia” dejó de ser santa hace mucho tiempo y no hay manera de que recupere el respeto
de quienes hemos sido bendecidos con el don de la razón.
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Esta gente habla de amor pero incita al odio y a la guerra contra todo aquel que no
comparta sus ideas. No tiene nada que ver con fe, ni con salvación, ni con libertad de
espíritu… tiene que ver con manipulación, poder y esclavitud. Así que la próxima vez que
uno de estos sujetos intente convencerlos de que hay un Dios homicida, sexista, clasista y
homófobo ahí arriba, lo que deberían hacer es alejarse rápidamente con las manos sobre la
cabeza para evitar que la mierda les caiga encima.
¿Quieren escuchar algo gracioso? Yo nací en una familia católica. Fue bautizada, asistí a
una escuela católica, hice la primera comunión y la confirmación…Guiándonos por el
naturalismo, debería ser católica. El asunto es que hay muchas cosas del catolicismo – y de
religiones similares – que nunca he podido entender. Por ejemplo, la frase: “Si Dios
quiere”. Cada vez que me refería a la posible realización de un evento, me motivaban a
culminar la oración diciendo “Si Dios quiere”.
- Voy a salir a comprar papel higiénico, no tardo.
- Si Dios quiere.
¿Por qué no querría Dios que salga a comprar papel higiénico? Me he preguntado el
porqué de esa exclamación durante muchos años, hasta que finalmente llegué a la
conclusión de que mucha gente lo dice, no para mostrar respeto a la voluntad divina, sino
para resguardarse en caso de que nada salga como lo habían planeado. La garantía
perfecta.
¿Saben cómo se llama esto? Usar el nombre de Dios en vano. Un momento, ¿esa es una de
las diez cosas que se supone no debemos hacer? Creo que son diez...u once.
No, creo que son diez.
Hagamos memoria.
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Los 10 mandamientos
1. Amarás a Dios sobre todas las cosas (porque, si no lo haces, él enviará siete pestes a
tu comunidad, matará a tus hijos y arrasará con todo lo que encuentre a su paso.
Encima, te hará arder en el fuego del infierno por la eternidad).
2. No usarás el nombre de Dios en vano (excepto cuando necesites recolectar fondos
para remodelar la iglesia, lavarle el cerebro a algún miserable para incitarlo a
cometer crímenes de odio o lo de costumbre: ganar adeptos).
3. Santif icarás las fiestas (y te vaciarás el bolsillo mientras las santificas).
4. Honrarás a tu padre y a tu madre (aún si te golpean o agreden emocionalmente,
aún si sus expectativas son más relevantes que tu bienestar).
5. No matarás (salvo a miembros de otras congregaciones. Mejor dicho, salvo a
cualquiera que no siga a tu congragación).
6. No cometerás actos impuros (exceptuando a los sacerdotes, curas, pastores o como
quiera llamárseles. A ellos se les permite el acercamiento físico inapropiado a niños y
monaguillos, siempre y cuando nadie se entere).
7. No robarás (claro, el dinero es para Dios).
8. No mentirás (salvo cuando tengas que hacerlo para mantener el poder).
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros (pero acosarás y perseguirás a
miembros de otras religiones y a minorías que no compartan tus ideas, porque eso no
es impuro).
10. No codiciarás los bienes ajenos (tu dinero es para el diezmo, no lo gastes en otras
cosas).
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¿Tengo que decirlo? Bien, lo diré: cuánta porquería.
Afrontémoslo, la mayoría de las religiones son una mierda tan grande que necesitaríamos
bajar la cadena cinco veces. Y digo “la mayoría” porque podría mencionar uno que otro
sistema filosófico oriental que, si fuera mayoritario, haría del mundo un lugar menos
asqueroso. ¿Por qué? Porque son sistemas filosóficos, porque se basan en el sentido común,
en el autoconocimiento, en una actitud analítica y objetiva del universo. ¡Porque rechazan
el prejuicio y la discriminación!
No, no voy a entrar en detalles, sería una falta de respeto promover mi ideología
deliberadamente. La ideología, mi valiente lectora, amerita ser moldeada en soledad; no es
algo que deba heredarse ni imponerse. En los mejores casos, puede compartirse, pero sólo
en los mejores casos.
Volviendo a lo nuestro: la religión está sobrevalorada. Todos los dogmas de estos
individuos giran en torno al poder político y social. La religión está casada, pero no con
Dios sino con el jodido estado. No pagan impuestos e influyen en el gobierno; ha sido así
desde la antigua Roma y, créanme, no va a cambiar… al menos no mientras sigan teniendo
un rebaño de ovejitas atolondradas que los siguen fielmente.
¿Saben cómo subsiste la religión? Empleando uno de los métodos más rastreros y aversivos
que conozco: la manipulación de los niños.
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Yo fui una niña que nació en una familia católica y estudió en una escuela católica desde
los cinco años, no me van a decir que no sé de lo que hablo. Mentiría si dijera que recuerdo
con exactitud el número de veces que escuché la frase: “Dios te va a castigar”. Así es como
funciona: inyectando miedo. Convirtiéndonos en borregos asustados que van tras la luz
porque saben que del otro lado sólo encontrarán el matadero.
La religión, señoritas, es lo único que impide al ser humano evolucionar como criatura
pensante porque, sencillamente, prohíbe pensar. La credibilidad de la religión se da por
criterio de autoridad: “Si lo dice alguien importante, debe ser cierto. Si lo dice el Padre,
debe ser cierto”. Al final, lo único cierto es que el Padre no es más que un simple mortal.
No es un Mesías, no es un hombre superior – si lo fuera, no sería Padre sino filósofo de
tiempo completo.
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Y, hablando de los Padres, hay una cosa que tengo que criticarles: la inutilidad de sus
sermones. Todos los jodidos domingos sueltan la misma perorata sobre el cielo y el
infierno, Dios y el diablo, que si las tentaciones por aquí, que si las tentaciones por allá…
¿Por qué no aprovechar la saliva en algo de mayor relevancia? La Tierra, por ejemplo.
Los domingos, en una iglesia decente, deberían escucharse cosas como: “No contaminen
las fuentes de agua. Reciclen. Reforesten. Coman carne con respeto. Agradezcan a la
naturaleza. Cuiden a los animales, porque son criaturas dignas”.
Cuando mi abuela católica – a quien adoro a pesar de eso – supo que había decidido ser
vegetariana, dijo: ¡Eso es una locura, Dios creó a los animales para que nos los comamos!
No voy a negar su afirmación porque no lo necesito, puedo atacar a partir de ella y decirles
que a mí, en lo personal, me cuesta creer en un Dios que haya creado a los animales para
que los engordemos, maltratemos, asesinemos y expongamos en una carnicería sin
remordimiento alguno , es la idiosincrasia . Esa no es la idiosincrasia de un Dios de amor
de un ser humano.
Ninguna criatura debería sentirse en libertad para quitar la vida a otra fuera de la
indiscutible cadena alimenticia. Y no vayamos a confundir conceptos, porque la única
especie que abusa de la cadena alimenticia es la humana.
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Si tenemos un antojo de carne, vamos a comprarla; no la necesitamos para sobrevivir, pero
tenemos un antojo así que a la mierda los animales: son sólo animales, no piensan, no
importa lo que hayan tenido que sufrir para llegar a nuestro plato.
¿Este es un comportamiento que ese famoso Dios aprobaría? Yo creo que esto sólo lo
aprobaría una mente subdesarrollada.
En este punto, déjenme presentarles un enunciado que todas deberíamos tener grabado en la
cabeza a modo de mantra:
Ser gay = OK.
Y es que hay una muy buena razón por la que a nadie tendría que preocuparle ser
homosexual: el hecho de no ser el único. Claro que si este motivo les resulta insuficiente,
conozco otro:
La homosexualidad es producto de una odiosa manía que tenemos los seres humanos de ponerle nombre a todo.
No podemos vivir sin conceptos, eso equivaldría a vivir sin dominio alguno sobre las cosas,
uno de nuestros mayores miedos.
Alguien vio que había manchones blancos y borrosos en el cielo que se mueven y cambian
de forma, entonces dijo: “vamos a llamarlos nubes” y, de pronto, todos los llamamos así.
Lo mismo ocurrió con la célula: si Robert Hooke hubiese sido más egocéntrico la habría
llamado hookie y ahora todos lo seguiríamos haciendo.
Usamos los conceptos para referirnos a elementos de nuestro entorno y para diferenciar
unos de otros. Aquí está la matriz del asunto: diferenciar.
Gente blanca, gente negra, gente asiática. Derecha, izquierda. Gordos, flacos. Normal, raro.
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No voy a mentir: estoy a favor de la diferenciación, básicamente porque toda mi vida he
sido “diferente” y gracias a eso estoy sentada aquí, escribiendo.
Sería irracional decir que no necesitamos conceptos. El problema es que, en algún punto,
hemos dejado de conceptualizar – ejercicio que apela al intelecto – y nos hemos dedicado a
encasillar – ejercicio que no requiere mucha materia gris.
¿Por qué existe el racismo? Pues yo he conocido racistas que argumentan serlo porque
todos los negros son delincuentes. No hace falta decir que esta gente ha decidido encasillar
para evitar la fatiga que supone usar el cerebro.
Los prejuicios, señoritas, no nacen de la diferenciación, sino del etiquetamiento, de la
pereza y de la estupidez.
En la antigua ni siquiera se acuñaban los términos homosexual y heterosexual, Grecia
porque el amor y la sexualidad eran vistos como lo que son: libres, autosuficientes.
Desgraciadamente, no hemos heredado de los griegos lo que mayor bien haría: su
entendimiento.
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¿A qué nos lleva todo esto? A una nueva razón:
No debe preocuparte ser gay porque son las personas quienes definen los conceptos, y no los conceptos a las personas.
Pienso que la vida es cuestión de perspectivas y la mía me dice que la gente malgasta
demasiado tiempo y energía tratando de lograr que todo encaje en su sistema de valores.
Les diré lo que he aprendido: a no intentar, si quiera, gobernar algo en el mundo más que
mis propios miedos, mis defectos y mi ignorancia.
He aquí una razón definitiva:
No tiene sentido preocuparse por ser gay, lo mismo que no tiene sentido preocuparse por ser capaz de amar… o de tener un orgasmo.
En cuanto a los Señores, me parece que ha sido suficiente. Al fin y al cabo, no hay que
hacer mucho para hundirlos… ellos ya han hecho bastante.