Era lunes por la mañana. Después de
un fin de semana de diversión y
descanso van llegando a la entrada
del colegio.
Lluvia, Laura y Zaira llegaron
pronto, charlaban de sus cosas, de lo
bien que se lo habían pasado el día
anterior. Marco, Cris, Albin y Rex
tenían ganas de entrar para
aprender cosas nuevas. Caterina y
Ximena llegaron corriendo. Simba y
Luna no habían llegado todavía.
Era la hora de entrar a clase, todos
subieron alborotados. Al entrar la
mayoría se sentaron en sus pupitres,
aunque siguieron charlando con sus
compañeros. Marco y Albin no se
habían sentado, todavía. Y
finalmente, llegaron las tardonas,
Simba y Luna.
El maestro Bear dio los buenos días a
todos y puso orden: -¡Sentaos y
callaos todos, por favor!
Quería comenzar la clase de
lenguaje. Era la asignatura que
tocaba a esa hora, como todos los
lunes.
Lluvia dijo a su compañera de la
izquierda: - ¿Qué rollo tener ahora
lenguaje?
El profe la oyó y la regañó: -¡Desde
primera hora tienes que estar
hablando!, atiende o te quedarás sin
recreo.
Inmediatamente, mandó leer en
voz alta la lectura “Aventura en la
isla” a Albin, Cris y Marco,
sucesivamente. Leyeron con muy
buena entonación.
Después era el turno de Luna. Leyó
con pocas ganas, no se la oía y se
equivocaba. El profe la llamó la
atención: - ¡Haz el favor de leer
mejor!
Luna intentó leer mejor.
Siguió la ronda de lectura. Llegaron
al momento más interesante de la
aventura, ¡algo va a suceder en la
isla! La mayoría estaban atentos y
concentrados. Menos, Simba, la
tardona de la clase que seguía
adormilada y bostezaba
disimuladamente, tapándose la
boca.
Pero de repente, Simba saltó en la
silla sobresaltada como todos los
demás por un ruido ensordecedor y
un intenso resplandor que los cegó
por un momento…
Parecía un terremoto. Todo se
movía… y todos estaban asustados…,
algunos temblaban de
miedo, otros lloraban y
algunos gritaban.
Luna y Laura, muy
valientes, salieron corriendo. Luna
fue por todas las clases de los
mayores para avisar a los profesores
y alumnos.
Y Laura fue a la clase de
infantil a decirles que
fueran al cole de los
mayores a refugiarse.
Poco a poco, todo se calmó, pero
Marco, Cris, Rey, Albin, Zaira,
Ximena, Caterina y Simba con el
estruendo no oían casi, se habían
quedado medio sordos. Y el profe los
llevó al médico que les recetó un
aparato para el oído.
Al día siguiente, la mayoría de los
alumnos estaban hablando del
terremoto del día anterior y también
durante la clase se lo comentaban
con papelitos que se enviaban unos a
otros, hasta que los pilló el profesor
que muy enfadado les puso un
castigo para toda la semana.
En el recreo todos se quedaron a
copiar las normas, cuando
acabaron bajaron al patio. Pero
enseguida tocaron el timbre para
continuar las clases y Ximena dijo a
Luna y Simba: -¡Qué rollo, ahora nos
toca educación física!- y Luna la
contestó: -Ya lo sé, pero bueno, nos
aguantaremos.
Estaba toda la tropa en el patio, en
clase de educación física cuando
comenzó a llover a chaparrón. Todo
se quedó oscuro, se oían unos
ruidosos truenos, ¡hasta los medio
sordos los escucharon! y se veían
unos luminosos rayos que
serpenteaban las nubes. Diluviaba.
Todos corrieron a refugiarse menos
Lluvia que estaba distraída y
encantada con la lluvia que caía.
Todos la llamaban: -¡Lluvia,
Lluviaaa…!
Lluvia llegó empapada. Ya estaban
todos dentro del colegio.
-¡Qué día más loco! -dicen todos.
Se oyó un grito:- ¡Ahhh…!
El cole, de nuevo, se volvía a mover
como el día anterior. Intentaron
salir, pero ya no pudieron. Alrededor
del cole había mucha agua. El cole
empezaba a balancearse como un
barco.
-¡Qué miedooooo…! ¡Agarraos
bien…!, ¡tened cuidado…, no os
hagáis daño…!- dijo Lluvia.
-Tenemos que salir rápidamente
antes que se destroce el colegio.
¡Ahhh…! ¡Qué miedo! -gritó Laura.
- ¡Laura, no tengas
miedo! –dijo Caterina.
Era imposible salir. El cole navegaba
como un barco por un río.
¿Dónde iremos…? –preguntó Luna
muy asustada-. Mientras veía como
el colegio se alejaba y alejaba del
pueblo.
Los pequeños no querían dejar a sus
mamás y papás y lloraban. Los
maestros llamaban a sus padres
para tranquilizarlos un poco. La
tropa de tercero y cuarto calmaba a
los pequeñines como podían.
Sólo veían agua y más agua, y,
¡cómo las otras casas se alejaban de
ellos!
Después de navegar y navegar fueron
a parar a una isla. Salieron y la
recorrieron.
Descubrieron que en la isla había
más niños a los que les había
pasado lo mismo.
Todos estaban muy contentos porque
se lo estaban pasando de miedo,
haciendo lo que querían pero…
necesitaban a sus padres.
Simba, Zaira, Ximena y Caterina
llevaban sus libros en la mochila y
decidieron leer cuentos a los demás
para que estuvieran entretenidos.
Mientras Marco, Albin, Rex y Cris
pensaban qué hacer para salir de la
isla.
Finalmente había dejado de llover.
Después de algunos días y horas que
pasaron en la isla, el agua de
alrededor se fue secando y al cabo
del tiempo ya no había agua, sólo
tierra, el mar había desaparecido.
Era una isla mágica. Pero no sabían
dónde estaban y querían volver a
casa. Echaban de menos a sus papás.
Marco preguntó a Cris, Albin y Rex: -
¿Qué podemos hacer?¿Cómo podemos
volver?
Simba y Zaira tuvieron la idea de
recorrer la isla mágica de nuevo.
Y se encontraron a un señor que
necesitaba ayuda. Las dos lo
ayudaron. El señor las llevó a su
casa y les dijo: -Soy un mago y por
haberme ayudado os concedo un
deseo.
Las mascotas desearon volver a sus
casas. El mago les dijo: -¡Volved al
colegio, cerrad los ojos, contad hasta
tres y abrid los ojos!.
Así lo hicieron y cuando abrieron los
ojos se encontraron en un pueblo que
se llamaba igual que el suyo pero
estaba en otro país.
-¡Sois unas despistadas! -dijo Lluvia.
-Este no es nuestro pueblo. Teníais
que haber dicho el país también-.
-¿Qué hacemos?- dijo Rex.
Simba y Zaira tuvieron la idea de
recorrer el pueblo y así lo hicieron.
Al cabo de un rato se encontraron
con unos seres que eran iguales a
ellos y hasta se llamaban como ellos.
Se quedaron asombradas pero había
una diferencia. Los clones tenían los
ojos negros y eran malos.
Mientras todos los demás estaban en
el colegio, esperando la llegada de
Zaira y Simba y deseando que las
noticias que llevaran fueran
buenas.
Luna y Lluvia se acercaron a la
ventana y vieron como Zaira y
Simba corrían hacia el colegio.
Rex les abrió la puerta. Nada más
entrar todos se dieron cuenta de
que lo que habían visto no era nada
bueno, traían cara de asustadas. Las
dejaron descansar y después de un
rato, Zaira y Simba empezaron a
contar los secretos que ese pueblo
escondía: -¡Hemos visto unos seres
extraños, se parecen a nosotros, son
nuestros clones!. No han querido
contestar a nuestras preguntas. Son
muy malos. Sólo nos han dicho que
nos van a pegar una paliza y a
darnos unos buenos porrazos.
Lluvia y Laura no se
lo creían: -Eso no es verdad, os lo
habéis inventado.
¡Nosotros no tenemos miedo¡-dijeron
Marco, Cris, Albin y Rex.
Sin embargo cuando lo oyeron
Caterina, Luna y
Ximena se asustaron
mucho: -¡Nosotras tenemos mucho
miedo!
En ese momento, llegaron los
clones muy enfadados,
insultando, dando voces y
golpes…
Todos salieron corriendo a
esconderse, menos Albin,
Marco y Rex.
Albin mordía las patas de los
clones, Marco les arañaba la
piel, Rex mordía en la cara y el
cuello… Al rato salió Cris a
ayudar, golpeaba al que
pillaba… Y finalmente salieron
todos a ayudar para detener a
los clones malos. La tropa
consiguió vencerlos y entonces
Laura muy nerviosa les
preguntó: - ¿Cómo podemos salir
de este pueblo?
Ellos no contestaban y Albin
amenazó a un clon que dijó por
donde podían irse.
La tropa, por fin ,consiguió
volver a su pueblo, a sus casas…
pero cuando llamaron a sus
puertas nadie los conocía.
-¡Simba, Simbaaaa…! -oye Simba
cada vez más fuerte entre sueños.
–Despierta que es lunes y vas a
llegar tarde a la escuela –dijo la
voz de su mamá.
AUTORES:
Paula
Kevin
Alba
Lucía
Julia
Silvia
Virginia
Marco
Eduardo
Estela
Cristian
EDITADO:
C.R.A. EUSEBIA PALOMINO
Curso 2010-2011