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tos
Desde un enfoque práctico y ameno, con numerosas imágenes y dibujos explicativos, el autor nos presenta los casos más habituales que pueden requerir la atención de urgencias y la aplicación de los primeros auxilios en perros y gatos.
Este libro permitirá a los ATV, criadores, adiestradores, personal de comercios especializados y demás profesionales que trabajan en contacto directo con perros y gatos, así como a los propietarios con una preparación básica en la materia, estar preparados y saber cómo actuar ante cualquier accidente o urgencia que ocurra en los animales de compañía y cómo prestarles ayuda hasta que puedan ser trasladados a la clínica veterinaria.
Un manual para tener siempre a mano junto al botiquín de primeros auxilios.
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Enrique Ynaraja Ramírez
PRIMEROS AUXILIOS en perros y gatos
PRIMEROS AUXILIOS
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Material de cura
1 Gasas estériles: un paquete de 20 x 20.
2 Venda de gasa.3 Vendas de crepé: una (o dos si tenemos varias mascotas o si es un perro muy
grande) de 7,5 cm de ancho. Si tenemos un gato o un perro pequeño, es mejor
que sean de 5 cm y si tenemos, por ejemplo, un Pastor Alemán es mejor tener
2 vendas de 10 cm.
4 Vendas elásticas o cohesivas: al menos una pero con las mismas considera-
ciones del caso anterior; 5, 7,5 o 10 cm según el tamaño del perro y una o dos
según haya una o más mascotas y según sean pequeñas o grandes.
5 Esparadrapo de tela: un rollo de 5 cm de ancho.
6 Compresas de tul engrasadas estériles: nos servirán como primera capa de ven-
dajes y curas para favorecer la cicatrización y evitarán, además, que el vendaje
se adhiera a la herida y que retirar el vendaje después resulte doloroso o sea la
causa de reabrir la herida o facilitar una hemorragia.
7 Toallitas con alcohol.8 Toallitas con amoniaco o “lápiz” de amoniaco para picaduras de insectos.
9 Algodón hidrófilo.
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El botiquín de urgencias
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Medicamentos de uso externo
1 Un antiséptico general; clorhexidina en solución acuosa al 0,5%.
No podemos utilizarla cerca de los ojos pero es segura, eficaz y no produce dolor ni escozor al aplicarla en una herida.
Podemos emplear povidona yodada en lugar de clorhexidina: Betadine (el en-
vase de color amarillo que es una solución acuosa y no es ni alcohólica ni ja-
bonosa que pueden ser más irritantes); es eficaz pero mancha mucho más.
Diluido con suero fisiológico (1 parte de Betadine y 9 partes de suero fisiológico)
puede aplicarse “cerca” de los ojos aunque no “dentro” de los ojos.
2 Loción corticoesteroide de uso tópico.
3 Agua oxigenada al 3%: no la utilizaremos habitualmente como desinfectante
externo pero en algunos casos, cuando un veterinario nos lo indique por te-
léfono –no debemos tomar esa decisión directamente, hay casos en que los
vómitos pueden ser muy perjudiciales para el paciente–, podemos emplearla
para inducir los vómitos en algunos casos de intoxicaciones.
4 Carbón activado: cápsulas de carbón para utilizarlas únicamente cuando un
veterinario nos lo indique por teléfono en ciertas intoxicaciones.
5 Lágrimas artificiales en gel: hay muchos productos específicos disponibles en
farmacias y cualquiera de ellos nos servirá ante ciertas lesiones oculares para
proteger el ojo de daños mayores hasta llegar al veterinario.
6 Suero fisiológico estéril: lo emplearemos para lavar heridas, quemaduras, pi-
caduras, etc.
Necesita
receta veteri
naria
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PRIMEROS AUXILIOS
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Hemorragias moderadas
Se pierden unos 15 ml por cada kilo de peso del perro: un animal de unos 10 kilos
pierde unos 150 ml de sangre (una cantidad aproximada de ¾ de vaso tamaño
agua). En este caso el animal estará muy inquieto, respirando muy rápido, con una
elevada frecuencia cardiaca.
Taquicardia elevada.
20-40 respiraciones/minuto.
Animal muy inquieto.
Taquicardia muy elevada.
40-60 respiraciones/minuto.
Animal aturdido y deprimido, con principio de shock.
Hemorragias graves
En este caso se pierden unos 25 ml por kilo de peso: un perro de 10 kilos pierde
250 ml de sangre. La situación es, sin duda alguna, grave y el animal empezará
a estar un poco aturdido y deprimido, puede reaccionar de forma anormal sin re-
conocer a los propietarios o sin dar muestras de conocer la casa, el coche, etc.
Las frecuencias cardiaca y respiratoria son muy elevadas y empiezan a aparecer
síntomas de shock.
Hemorragias
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Hemorragias muy graves
Se pierden 35 ml o más de sangre por kilo de peso; un perro de 10 kilos pierde
más de 350 ml de sangre. La respiración puede ser muy rápida y muy superfi cial
(más de 60 respiraciones por minuto) o bien hacerse muy lenta y profunda: cada
vez respiran más lentamente y quedan en 10-20 respiraciones por minuto, rítmicas
o no, y bastante más profundas que cuando eran rápidas. El animal estará en es-
tado de shock: amodorrado, con refl ejos lentos, sin respuesta a los propietarios o a
los estímulos normales, las extremidades frías, los ojos y la boca pálidos y se puede
producir su muerte en cualquier momento.
¿Cómo debemos reaccionar ante una hemorragia externa?
En ella la sangre se pierde al exterior a través de una herida (puede ser un orifi cio
natural pero esos casos los veremos después de forma independiente). Las orejas,
los párpados, la nariz (la trufa) y las almohadillas de las patas son las regiones
corporales donde se producen las hemorragias más importantes: por un lado, son
las zonas donde se producen heridas y cortes con más frecuencia y, por otra parte,
en esas zonas los vasos sanguíneos, aunque sean de pequeño calibre, son más
superfi ciales y, por tanto, es más fácil que se lesionen.
Técnica de compresión
En estos casos debemos recurrir a la técnica de compresión. Lo ideal es colocar una
(o varias) gasas secas estériles sobre la herida sangrante, apoyar encima de estas pri-
meras un grupo más grueso de ellas y comprimir la herida acolchada por estas gasas.
Refl ejos lentos, sin respuesta a estímulos.
Extremidades frías.
Mucosas muy pálidas.
Animal en shock.
PRIMEROS AUXILIOS
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El tratamiento inmediato es la aplica-ción de frío localmente pero sin que
la fuente de frío contacte directamente
con la piel. Un sistema sencillo y eficaz,
que ya hemos comentado en otras oca-
siones, es meter unos cuantos cubitos
de hielo dentro de una bolsa de plásti-
co, hacer un nudo, y meter esta bolsa
dentro de una segunda bolsa de plás-
tico a la que añadiremos una pequeña
cantidad de agua y anudaremos con fir-
meza. Con este sistema el hielo enfría el
agua de la segunda bolsa que es la que
contacta con la zona afectada, evitando
así el contacto directo hielo-piel.
1er
grado
Se puede utilizar una bolsa de gel-frío si la tenemos disponible. Hay que tener en
cuenta que, aunque la tengamos en el botiquín, eso no basta; debe estar en la ne-
vera para que tenga la temperatura adecuada (si está en el botiquín y la ponemos
en la nevera, tardará algunas horas en estar realmente fría).
Contusiones de segundo grado
Son similares a las de primer grado pero
con un nivel de inflamación mucho más
intenso; hay más dolor y se produce un
aumento considerable del volumen en
la zona afectada (la zona que ha reci-
bido el impacto se “hincha”). En este
caso la hemorragia interna es mayor y
esto, junto con la inflamación, produce
el típico “chichón”.
Deben ser atendidas por un veterinario
pero no hay un grado importante de
urgencia, se puede buscar atención
profesional en el horario habitual de
nuestra clínica.
2o
grado
Heridas
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Contusiones de tercer grado
3er
grado
En este caso se produce una alteración muy severa de los tejidos, habitualmente
por un impacto de alta intensidad, y hay un dolor muy intenso en la zona y en las
áreas cercanas, con sensación general de malestar y, en ocasiones, mareos y/o
cambios de comportamiento del paciente.
La zona afectada, especialmente si es
una extremidad, queda endurecida,
muy inflamada, aumenta mucho su
tamaño y toma aspecto de “bota” o de
“jamón”. Esta zona pierde funcionali-
dad, no se puede mover, y si se intenta
mover o se fuerza el movimiento, se
produce una reacción dolorosa muy
intensa (hay que ir con cuidado ya que
los animales pueden atacarnos por el
dolor, el estrés y las molestias que oca-
sionamos al movilizar la zona afectada).
Las contusiones de tercer grado deben atenderse siempre en un centro veterinario
ya que pueden asociarse con graves lesiones de tejidos internos; desde roturas
de órganos como el hígado o el bazo hasta fracturas óseas. No debe aplicarse frío
ni poner en práctica otras medidas salvo la inmovilización de la zona y activar la
cadena de auxilio habitual: pedir ayuda, avisar al centro veterinario para recibir
instrucciones y que tengan preparados los medios para la atención inmediata en
cuanto se llegue, vigilar las constantes vitales y trasladar al paciente con seguridad
y rapidez al centro veterinario.
PRIMEROS AUXILIOS
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■ Inconsciente con respuesta a estímulos “dolorosos”: no responde a nuestras
llamadas pero sí a un estímulo “doloroso”. La idea no es hacer daño a la víctima,
sino provocar un estímulo de alta intensidad: pellizcamos en la oreja, apretamos
en alguno de los dedos, pellizcamos el labio, estiramos de la lengua –con suavi-
dad–, etc. Si responde estamos ante un nivel 3 de consciencia.
■ Inconsciente sin respuesta. Si no hay respuesta ante estímulos intensos, esta-
mos ante una víctima inconsciente o en un nivel 4 de consciencia.
Pupilas
Si tenemos nuestro botiquín a mano, buscamos la linterna y comprobamos si las
pupilas reaccionan o no ante la luz. Si lo hacen es que son reactivas, es decir, están
dilatadas y al enfocar la luz directamente en ellas se contraen.
Además de que sean o no reactivas, si están “paralizadas” comprobamos si lo
están en posición contraída (miosis) y son pequeñas, o si están paralizadas en
posición dilatada (midriasis) y son grandes y ocupan casi todo el ojo.
Finalmente debemos comprobar si las dos son iguales (isocoria) o si hay una dife-
rencia entre ellas y una es mucho mayor que la otra (anisocoria).
Si las pupilas reaccionan a la luz contrayéndose de igual forma podemos descartar el daño cerebral.
Traumatismos
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Miosis
Midriasis
Anisocoria
Evaluación de la situación
Hemos comprobado si hay respiración (si no la hay iniciamos la reanimación), el estado de cons-ciencia, la presencia de hemorragias (y las tratamos de urgencia) y una exploración básica de pupilas. Ahora pedimos ayuda, llamamos al veterinario, planificamos el traslado, etc.
Restantes signos vitales
Estudiamos con más detalle la respiración. Ya hemos comprobado en la evaluación
primaria que el animal está respirando, ahora queremos saber la frecuencia: con
un reloj comprobamos cuantos movimientos respiratorios se producen en 30 se-
gundos. Habitualmente debemos obtener valores de entre 15 y 25 respiraciones
por minuto (rpm). Cuanto más joven y más pequeño (tamaño) es un animal, más
rápida es su respiración.
PRIMEROS AUXILIOS
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¿Cuál es el perfil de una mascota con tendencia al síncope?
Hemos visto que las posibles causas son muy variadas pero hay dos que, sin duda,
son las más habituales en animales de compañía:
1
2
Perro pequeño o mediano, de edad avan-zada, con un problema cardiaco crónico
(con o sin tratamiento) que de forma re-
pentina tiene que hacer un trabajo cardia-
co muy elevado: ejercicio físico, estrés, una
comida muy copiosa, una sesión de pelu-
quería canina con jaula/secador incluidos,
un ataque violento de tos o una pelea con
otro perro o con un gato, un espectáculo
de fuegos artificiales, una traca o cualquier
otro episodio estresante parecido.
Perro grande o gigante con un problema cardiaco (con o sin tratamiento) que sufre
una arritmia cardiaca grave y repentina.
Una taquicardia auricular, una fibrilación
auricular o una taquicardia ventricular pue-
den producir síncopes en estos pacientes.
Muchas veces no hay ninguna causa iden-
tificable y se produce de forma brusca y sin
una razón aparente.
Perro pequeño o mediano + problema cardiaco crónico
Perro grande o gigante + arritmia cardiaca
Síncopes
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¿Se trata verdaderamente de un síncope?
El síncope no es grave y la realidad es que normalmente no hay tiempo para efec-
tuar ningún tratamiento porque el paciente se recupera solo en pocos segundos. Lo
realmente delicado es reconocer si se trata de:
■ Un síncope: el animal se recuperará solo.
■ Un shock: sin tratamiento intenso y completo el paciente tiene pocas posibili-
dades de recuperarse.
■ Una parada cardiaca o cardiorrespiratoria: incluso con tratamiento intenso y
completo el paciente tiene pocas posibilidades de recuperarse.
■ Un cuadro convulsivo: que necesitará un tratamiento inmediato de control y
otro crónico para la prevención de nuevos ataques.
En un primer momento todos estos casos pueden parecer muy similares y hay que
asegurarse de que estamos ante un síncope antes de bajar la guardia.
Ante la duda de si es sólo un síncope o puede tratarse de algo más grave, y dado
que en casa no hay medicaciones que administrarle, no hay remedios caseros
que sean útiles y no se debe esperar a ver si se le pasa o si se repite el episodio,
es necesario buscar atención urgente en el hospital veterinario más cercano.
¿Qué podemos hacer nosotros ante un síncope?
El perro debe estar en el suelo (no queremos que se caiga al estar inconsciente ni
que se caiga al recuperarse de repente y asustarse) y bajo absoluta vigilancia per-
manente. Es mejor no cambiarlo del sitio donde esté al sufrir el síncope.
Hay que colocarlo en una postura que facilite la respiración, es decir, en una postu-ra ortopneica lateral o esternal, dependiendo de las características del animal (ver
imágenes y descripción de las posiciones en el capítulo 5).
En los dos casos, es preferible que la cabeza esté más baja que el pecho; podemos
poner un cojín, una manta, una almohada o alguna cosa parecida debajo de las pa-
tas traseras, incluso levantar la parte trasera del perro (según su tamaño y su peso)
para facilitar la llegada de sangre al cerebro por acción de la gravedad.
PRIMEROS AUXILIOS
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Respiración BOCA A BOCA
Nota: aunque en el dibujo la cabeza del perro se sitúe hacia arriba para que se aprecie mejor la descripción de la técnica, no hay que olvidar que ésta se llevará a cabo con el paciente en las posturas ortopneicas descritas.
Reanimación cardiopulmonar
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Si tenemos una jeringa en nuestro botiquín podemos utilizarla como tubo de
insuflación: retiramos el émbolo, cortamos el extremo de la aguja completa-
mente y nos queda un tubo de plástico que metemos en la boca del pacien-
te dejando la lengua fuera y cerrando la mandíbula y los labios superiores
a su alrededor. Con una de nuestras manos sujetamos el tubo y con la otra
cerramos la nariz. Resulta muy sencillo manipular así la jeringuilla y es más
cómoda la ventilación; pero no debemos perder tiempo en este proceso, y
debemos iniciar la ventilación mientras alguien nos ayuda cortando la jerin-
ga. Si estamos solos, es mucho más importante insuflar aire formando un
tubo con nuestra mano que perder tiempo buscando la jeringa y cortándola.
El procedimiento es exactamente igual si tenemos al paciente en posición
lateral o en posición esternal.
Realizaremos 2 o 3 insuflaciones de manera que podamos ver que la pa-
red torácica se expande con la presión del aire que introducimos nosotros.
Tras insuflar aire en los pulmones, nos retiramos un poco para permitir que
vuelva a salir de los mismos por el mismo trayecto. La salida de aire es es-
pontánea y no hace falta aspirar ni presionar la cavidad torácica para que
se produzca.
Después de estas 2-3 primeras insuflaciones empezamos con el masaje
cardiaco, ya que debemos combinar siempre el masaje cardiaco con la
respiración asistida (ver más adelante).
Aunque hay varias reglas de RCP, podemos emplear una muy sencilla que
indica que realizamos 15 compresiones torácicas, 2 insuflaciones efectivas
(con elevación de la pared torácica), 15 compresiones, 2 insuflaciones y así
sucesivamente.
Si una persona efectúa el masaje cardiaco y otra atiende a la respiración, la frecuencia es de 15-2 (15 compresiones-2 insuflaciones).
Si estamos solos y para llevar a cabo las insuflaciones hay que dejar de ha-
cer el masaje cardiaco y cambiar nuestra posición con respecto al paciente,
es mejor seguir la regla de 30-2 y no la de 15-2; en este caso realizamos
30 compresiones torácicas, cambiamos de posición, hacemos 2 insuflacio-
nes efectivas y repetimos el proceso constantemente.