Fotografía de: Ángel Gabriel
Penagos Gordillo.
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo.
Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres
Contacto: [email protected]
3.– CHICA DE DIEZ: TERE.
6- EDITORIAL:
Hacia el 2012.
7.– ZAGUÁN:
ARENILLA: ¡Luz!
10– PATIO:
William Paxton, en Comitán.
17.– BALCONES:
Casa de Citas
Intelectuales, periodistas, madres.
Autor: Héctor Cortés Mandujano.
25.– CORREDORES:
Piedra de Toque
Regreso de Rosario Castellanos (VII de VII)
Autor: Ricardo Cuéllar Valencia.
32.– CHICA DE DIEZ: TERE.
33.– SITIO:
A través del balcón.
40.– ACTUALIDADES.
44– MOJOL.
45.– CHICA DE DIEZ: TERE.
Contenido
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Comitán, ciudad que habla de vos
TERE
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Comitán, ciudad que habla de vos
EL LUGAR IDEAL PARA DISFRUTAR LO MEJOR
DE LA VIDA
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Informes:
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Comitán, ciudad que habla de vos
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Comitán, ciudad que habla de vos
EDITORIAL HACIA EL 2012
Apenas serán doce años de la transición y el pueblo está desesperanzado. En el
2000, la mayoría estaba harta del Sistema imperante, fue tal su desesperación
que votó por La Derecha, por la clase empresarial. Cuando la lógica expresa
que las clases medias y medias bajas se ven reflejadas en partidos de izquierda,
en nuestro país, los desposeídos votaron por sus explotadores. Por esto, hoy,
existe un desánimo generalizado y medio mundo voltea a ver hacia todos lados
para ver si por ahí se cuela un rayo de luz.
Pero ahora resulta que, envueltos en la misma confusión, el pueblo está vo-
tando por los antiguos, como si alguien pensara que ―nunca se sabe lo que se
tiene hasta que se ve perdido‖. ¿O tal vez esto representa el síndrome de la mu-
jer golpeada: al final no importa si me veja, con tal de que siga conmigo?
Confusión es el signo de los tiempos. No sabemos para dónde hacernos.
¡Con uno mal y con el otro peor! Inmersos en la confusión vemos alianzas entre
dos partidos que la lógica diría antagónicos ideológicamente: PAN y PRD.
¿Cuándo se pensó que dos opuestos convivirían armoniosamente sólo por la
mera ambición de acceder al poder?
Son tiempos de confusión y no sabemos si el 2012 presagia un mejor destino
o estamos ya con un pie en el abismo. ¡Qué pena!
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ARENILLA
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¡Dios los hace y su luz Divina los junta! A veces el mundo se cubre con agua limpia.
La reunión de dos seres iluminados no es frecuente. Cuando tal suceso ocurre la
razón pierde sustento. No es fácil vislumbrar las cuerdas invisibles que desatan el
prodigio.
¿A qué hora un artista logra captar la esencia de otra artista? Acá, la modelo
tiene el arco entre sus manos y es como si tuviera el arco iris en medio del aire.
¿Cómo el artista de la lente sabe cuál es el instante donde el instrumento subli-
me está afinado? ¿En qué momento la mirada habla más que las clásicas mil pala-
bras? Es difícil responder, pero, tal vez, en esta imagen hay una huella.
Modelo: Brenda Ochoa Guillén.
Fotógrafo: Ángel Gabriel Penagos Gordillo.
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Las cajitas de Molinari
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―Dos carros se dieron un
trancazo...Motociclista fue atropellado a mitad del
bulevar… Buscó la puerta falsa…‖
Ay, Dios, qué estresante, este periódico es pura nota roja.
Tiene razón don Mingo,
a partir de hoy sólo leeré la DIEZ. El problema es que
aún no se inventa el Internet.
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¡Espejito, espejito!...
Ay, qué coraje, con estos
aguaceros.
¡Ya se volvió a ir la luz!
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¡A ver, lorito, dame la
patita! ¡Mejor pídesela a tu
hermana!
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¡Apúrate, apúrate, ya
viene mi marido!
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¡Chin, es ámbar falso!
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Teléfono: 01-963-6326661
e-mail: [email protected]
www.universidadmnr.com.mx
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Yo no sé cómo hay quien malversa la vida…
―Abracadabra‖, de Silvio Rodríguez
La Universidad Juárez del Estado de Durango pu-
blicó en 1951 un libro que traduce textualmente su
título del francés: Stendhal por él mismo, firmado
por Henry Beyle, nombre real de este escritor
francés (1783-1842) que escribió por lo menos dos
clásicos de la literatura universal: Rojo y negro
(1830) y La cartuja de Parma (1839).
La primera la leí hace mucho por las constantes
alusiones que encontré sobre su personaje emblemá-
tico, Julián Sorel, que dio pie al escritor húngaro
Stephen Visinczey para que la reformulara, en 1965,
con el título de En brazos de una mujer madura; por
varios de los elogiosos ensayos de Stephen al estilo de
Stendhal, en Verdad y mentiras en la literatura, sobre todo,
disfruté La cartuja…, una gran historia de amor.
Stendhal por él mismo conjunta fragmentos de varios de
sus libros, de diarios y de cartas y, al final, de opiniones que
hombres ilustres han vertido sobre el personaje que en sí
mismo fue Beyle, quien no se guardaba de opinar con clari-
dad sobre temas espinosos. Cristo y la Iglesia, dice, pudie-
ron ―casarse‖ porque eran de sexos distintos (p. 76): ―No
debe haber divorcio, porque el matrimonio es un misterio,
¡y qué misterio! El emblema de la unión de Jesucristo con
su Iglesia. ¿Y en qué se convertiría este misterio si la Iglesia
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hubiese tenido un nombre del género
masculino?‖
Al hombre no le interesaba (p.
168) “corregir su estilo. Por muchas
tachaduras que llevasen sus escritos,
puede decirse que estaban siempre es-
critos de un tirón‖. En una carta a
Balzac le cuenta que escribió La cartu-
ja (p. 140) “en sesenta o setenta días”.
No le interesaba, según los retratos
que de él hacen, imponer sus puntos de
vista (p. 166): ―Usted es un gato: yo soy
un ratón, decía con frecuencia para
terminar las discusiones‖.
Este desinterés por proclamarse
buen autor, fue también una declara-
ción reiterada de Dino Buzzati (1906-
1972), autor muy apreciado por Bor-
ges y autor de una novela que le dio
justa celebridad: El desierto de los
tártaros (1940). Buzzati estudió leyes
presionado por su familia, pero se de-
dicó al periodismo desde antes de ter-
minar su carrera y hasta su muerte.
Pese a su fama como cuentista, al éxito
de sus novelas y a la celebridad que le
trajo El desierto… él siguió declaran-
do, cuando lo elogiaban por su labor
literaria, ―sólo soy un periodista‖.
El Premio Nobel de Literatura
2000, Gao Xingjian, cuyas portadas
son pinturas suyas regularmente, de-
claró su sorpresa cuando le fue otorga-
do el codiciado galardón por sus li-
bros, porque en realidad él estaba inte-
resado más en pintar que en escribir.
Rulfo decía de sí mismo ―soy un aficio-
nado‖. En fin.
***
Hace años conocí en Tuxtla a Sandra
Félix, ahora famosa directora teatral,
cuando participé con ella en el monta-
je de La dama boba, de Elena Garro.
Sandra me contó de su admiración por
esta autora y de cómo, cuando la cono-
ció y le dijo que trabajaba en esa obra
suya, la Garro le pregunto como si ella
nada tuviera que ver con en el hecho:
―¿Y de qué se trata?‖ Algo natural en
una persona que afirmó siempre que
escribía sus libros sin revisarlos, sin re-
leerlos nunca.
Elena Garro es una gran escrito-
ra. Es, digo, porque aunque muerta
desde 1998, dejó material suficiente
como para seguirla leyendo. Al mar-
gen de lo buenas que puedan ser Y Ma-
tarazo no llamó (que está a la altura,
me parece, del Sostiene Pereira, de Ta-
bucci), la bizarra Inés y la un tanto
deshilvanada Testimonios sobre Maria-
na (por citar sólo tres de las varias), es-
cribió en este género un indiscutible
clásico: Los recuerdos del porvenir.
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En su libro de cuentos La semana de colores hay también bri-
llantes piezas (―La culpa es de los tlaxcaltecas‖, ―La semana
de colores‖, ―El día que fuimos perros‖…) que no dejan de
aparecer en antologías y es, por decirlo pronto, la mejor dra-
maturga de nuestro país, con obras breves que resisten el paso
del tiempo, y un Felipe Ángeles y Una dama boba que, sin pa-
recerse, muestran que la mujer no sólo tocaba una nota. No
creo con sinceridad que después de ella alguien pueda escri-
bir algo tan loco, tan bello y tan profundo como Un hogar
sólido (que tiene lazos de hermandad temática con Pedro
Páramo).
He leído muchos libros de esta mujer. Me
sorprendió, sin embargo, hallarme con el
volumen Revolucionarios mexicanos (Seix Ba-
rral, 1997), un libro de artículos, publica- dos origi-
nalmente en la revista Por qué, en 1968, que cuenta y
analiza desde la vida, ideas y resistencia de Ricardo Flores
Magón (Porfirio Díaz como enemigo a vencer) hasta la llegada
a la presidencia y muerte de Francisco I. Madero. Lo suyo no
es la objetividad, claro.
Sobre Díaz cita a Flores Magón, quien escribió en Regene-
ración (p. 13): “Consideremos a su padre, Chepe, amansador
de oficio. A los caballos que no cedían pronto a su manejo los
mataba. A otros los castigaba con una estrella de acero, fija en
la punta de su látigo. Deliberadamente dirigía el instrumento
de tortura a la barriga. Ésta, como todos lo saben, es la parte
más sensible del animal‖.
El héroe esencial de la Garro es Francisco I. Madero y lo
pone por encima de todos (p. 93): ―Zapata jefaturó la rebelión
de Morelos con el grito lanzado por los Flores Magón en 1908:
¡Tierra y Libertad! Ese día, 8 de junio de 1911, Zapata exigía
del señor Madero, que ni siquiera era todavía Presidente, que
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las tierras guardadas durante siglos se
entregaran en 24 horas. Francisco I.
Madero no inspiraba terror, por eso se
le exigía todo y ¡al instante! Tampoco
era demagogo y explicó a Zapata que
el problema agrario era digno de un
estudio‖.
Madero, dice (p. 100), ―empezó su
lucha política como hombre muy rico y
cuando fue asesinado era un hombre
muy pobre. Su dinero lo invirtió en
hacer la Revolución‖. Lo atacaron no
sólo los que debieran estar a su lado,
sino también, faltaba más, los intelec-
tuales (p. 112) ―para cobrar su gratifi-
cación dada por el grupo porfirista‖ y
los infaltables periodistas (p. 182): ―La
Cámara había discutido en una tor-
mentosa sesión una partida de 30 mil
pesos destinados a Cecilio Ocón, que
era director del periódico La Tribuna‖.
Ocón fue, entre otros, el asesino de
Gustavo Madero, hermano del presi-
dente. Aprovecha que éste, ciego (un
ojo de vidrio y el otro lastimado con
un pincho de espada) está rodeado de
enemigos y lo golpea. Gustavo se de-
fiende (p. 154) ―y Ocón le da un tiro en
la mandíbula‖. Luego lo acribillaron.
―Un canalla se acercó a darle el tiro de
gracia. Otro le arrancó el ojo de vidrio
que circuló de mano en mano‖.
Leo de la serie Ronda de clásicos mexi-
canos (Joaquín Mortiz-Planeta, 2002)
1915, de Manuel Gómez Morin (pensé
que era Morín, pero el libro omite el
acento en casi todas las menciones), un
ensayo bastante tibio, retórico, sobre el
compromiso de los intelectuales con los
postulados de la Revolución. Se lo en-
vía a José Vasconcelos y éste le contes-
ta con durísimas críticas a la genera-
ción 1915, que da título al breve volu-
men (p. 66-67): ―A ustedes les faltó
proclamar que Carranza era un ban-
dido: eso lo hicimos nosotros desde el
destierro. Usted todavía no dice que
Obregón es el nuevo Santa Anna y que
la reelección es una infamia: eso lo es-
tamos diciendo nosotros desde el des-
tierro. No veo que en el grupo de
Ramón López Velarde etcétera haya
surgido nada nuevo: veo en él un gru-
po que se tapó las orejas para no oír el
clamor del instante y se puso a hacer
retórica en la política y en el arte: ca-
rrancismo. No han sido ustedes rebel-
des. Yo les reconozco mucho talento
pero nunca he podido verles lo revolu-
cionario‖.
Incluso contra sí mismo arremete
(p. 67): “Al pueblo sólo se llega con ac-
titudes definidas, con actitudes concre-
tas. Yo soy el más mal escritor de
México y sin embargo soy el más leído
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en la América‖.
También, como Elena Garro, elogia a
Madero (p. 68): ―no se limitó a escribir su Sucesión
Presidencial: lo puso en obra: levantó la opinión: lo
único que a Madero le falta para que México lo reconozca co-
mo genio es el haber sido asesino: no lo fue, por eso lo olvida-
mos‖.
***
Tomé, para un curso que impartí hace poco, como ejemplos
de novelas que usan como mecanismo narrativo el cómic (no
como agregado, sino como parte sustantiva) Fantomas contra
los vampiros multinacionales, de Julio Cortázar, y ni modo, pe-
se a lo mal escrita, La ley del amor, de Laura Esquivel. Como
ésta fue combatida en su momento no sólo por sus obvios de-
fectos de escritura y concepción, sino porque parecía plagio de
Un dios para Cordelia (Océano, 1995), de Malú Huacuja del
Toro, leí esta novela de imaginación y agudeza. Y sí, parece
que doña Laura copió mal la historia inventada por Malú.
Al margen del nudo central (el amor eterno, la permanen-
cia de un espíritu en distintos cuerpos) Huacuja del Toro suel-
ta duros golpes a la hipocresía femenina que supone la mater-
nidad y el matrimonio ñoño. La mamá de Cordelia descubre
que su marido la engaña con su mejor amiga y su decisión es
embarazarse (p. 19-20), ―una idea que aqueja a los ejemplares
de su tipo: creer que ser madres las hace diferentes, y no igua-
les, a todas las mujeres que alguna vez, o muchas, han desea-
do forzar a un hombre a que las ame […] usualmente estas
mujeres terminan pensando que viven junto a un dios. Una fi-
gura mítica justifica interminables sacrificios […] Otras se-
rían tal vez más hermosas y más jóvenes, pero nunca las ma-
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dres de los hijos de un dios‖.
Los hombres se casan, sugiere en otra parte, para no seguir pagan-
do por saciar su deseo. Las mujeres que aceptan con pasividad ese me-
canismo de violación institucionalizada también tienen hijos nomás
porque coger produce embarazos (p. 129): ―En su sistema de ideas, los
hijos no representaban más responsabilidad que la de parirlos sanos y
mantenerlos vivos hasta que aprendieran a ayudarles con las tareas del
hogar, que eran interminables‖.
Otra idea sobre la maternidad (p. 183): ―Aquellas mujeres no pa-
recían estar jamás contentas, y muy probablemente nunca lo estaban.
Daba la impresión de que parían hijos para maltratarlos, no para
criarlos ni, mucho menos, para educarlos, pues siempre andaban gol-
peándolos, pellizcándolos o insultándolos. En todas las calles, autobuses
colectivos, comedores y colas se escuchaban amenazas, golpes, berridos
de niños‖.
Cordelia, falsa estrella de la música, tiene claro por qué la admiran
(p. 186): “Lo que pasa es que tengo el cuerpo que las señoras tenían an-
tes de meterse a la máquina del tiempo que las envejece: el matrimonio.
Soy su pasado. Por eso me adoran. Y, para las muchachas, soy su futu-
ro, porque no creen que lo que les pasa a sus mamás va a ocurrirles
también a ellas‖.
Le dicen a Cordelia que no visite a una mujer que ella conocía muy
bien (p. 188):
―—No vas a reconocerla, porque tuvo esa metamorfosis.
―—¿Qué metamorfosis?
―—Esa que dijiste de las mariposas que se convierten en gusanos.
―—No comprendo.
―—Se casó.‖
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PIEDRA DE TOQUE
Regreso
de
Rosario
Castellanos (último de VII)
Ricardo Cuéllar Valencia
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ROSARIO CASTELLANOS
CUESTIONA A OCTAVIO PAZ
Según la lectura de Andrea Reyes es
posible poner en evidencia una dife-
rencia crítica de Castellanos con Paz.
Sostiene:
Un suceso importante que reco-
nocí al organizar los ensayos rescata-
dos de Castellanos en orden cronoló-
gico fue la coincidencia de varios tex-
tos particularmente polémicos que
fueron publicados en los pocos meses
al principio de 1971 entre su nombra-
miento como embajadora de México
en Israel y su salida del país al final
de marzo. Parece ser un momento de
mucha reflexión y el deseo de resumir
algunas lecciones antes de irse. Por
ejemplo, en enero de 1971, Castella-
nos se valió de su ―ética humanista‖
para aclarar sus diferencias con una
de las personas más prestigiosas del
mundo literario mexicano, Octavio
Paz. En el ensayo, ―Indagación sobre
el ser nacional: la tristeza del mexica-
no‖, comentó que una lectora le había
escrito con admiración sobre los escri-
tos de Octavio Paz sobre ―el mexicano
y su máscara‖, y le pidió su impresión
del tema. La autora no citó El laberin-
to de la soledad directamente ni men-
cionó el nombre del autor después de
la introducción, pero era obvio para
quien hubiera leído el texto que el ar-
gumento fue para contradecirlo ro-
tundamente. No era poca cosa, consi-
derando que Paz era probablemente
el escritor mexicano de más renombre
y poder en el mundo literario de aquel
entonces. Sin embargo, Castellanos
empleó ironía y humorismo para des-
mitificar su filosofía, y planteó un
acercamiento al ser nacional mucho
más racional. Su punto fundamental
fue de desmentir la aseveración de
Paz de que el silencio, o la soledad, o
la tristeza imperaban sobre el mexica-
no irremediablemente.
Primero, se rehusó a aceptar
ninguna teoría que afirmara que los
mexicanos eran muy distintos de otros
miembros de la raza humana: ―Por lo
pronto, vamos a mandar al diablo ese
dogma tan socorrido como falso
(pero, ay, tan satisfactorio para nues-
tra vanidad) de que somos peculiares
y únicos‖ (Indagación sobre el ser na-
cional: la tristeza del mexicano" 643-
4). Castellanos sospechaba que tal
creencia era simplemente el deseo de
justificarse en lugar de buscar la ver-
dadera clarificación de su propia si-
tuación. Describió el método utilizado
por unos filósofos de elevar los defec-
tos de la gente a cualidades eternas, y
de hacerse pasar por cultos por la ela-
boración. Ofreció el ejemplo de la su-
puesta tristeza del mexicano, que se
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explicaba por la traición de la Malin-
che o tal vez por el triste fin de Maxi-
miliano tan guapo, ― interpretacio-
nes contradictorias de acontecimien-
tos no relacionados en la historia,
aunque hacían buen melodrama. Tal
distorsión histórica conducía fácil-
mente a una conclusión fatalista: ―Si
sumamos esta serie de factores tene-
mos como resultado que somos tristes
y que como, además, estamos tristes,
no damos una‖ (645). La autora con-
sideraba ridículo y pretencioso ese
juego de ―máscaras‖, y exigió una
nueva interpretación del mexicano
que aceptara la realidad de que era
un ser vivo que podía cambiar:
Creo que, en el nivel en que pade-
cemos el problema es moral pero en
sus principios es intelectual. Cuando
nos atrevamos a conocernos y a califi-
carnos con el adjetivo exacto y a arros-
trar todas las implicaciones que conlle-
va, cuando nos aceptamos, no como
una imagen predestinada sino como
una realidad perfectible, estaremos co-
menzando a nacer. (645-6)
Esta afirmación de ser
―perfectible‖ fue precisamente el ar-
gumento de Castellanos: que el silen-
cio del pueblo mexicano no era
―predestinado‖, que el uso de ―el ad-
jetivo exacto‖, el poder de la palabra,
podía empezar a cambiar la situación,
y que no había nada de la esencia
mexicana que no se podía mejorar.
En febrero de 1971, Castellanos
dio el discurso sobre ―La abnegación:
una virtud loca‖, que mencioné el
otro día, el ―grito‖ que Elena Ponia-
towska señaló como un día clave en la
causa de la mujer en México. No lo
voy a repetir aquí, pero fue parte de
ese momento de mucha reflexión an-
tes de salir del país. En marzo, faltan-
do sólo semanas para partir a Israel,
la autora volvió su atención a la im-
portancia de cumplir con la ética de
representar la verdad, aunque existía
el temor de la censura. Citó a don Da-
niel Cosío Villegas, quien, en un edito-
rial del día anterior, identificó el te-
mor general en el público sobre la ar-
bitrariedad de las fuerzas del poder.
Castellanos escribió que Cosío Ville-
gas:
Afirma que nada es “más urgente que
nuestras autoridades traten de medir
hasta qué punto está grabada, profun-
da, inconmoviblemente en la concien-
cia de cada ciudadano mexicano la no-
ción de que pende sobre su cabeza la
espada de Damocles de un poder ofi-
cial tan fuerte y tan arbitrario que en
cualquier momento puede desencade-
narse sobre él un terror capaz de exter-
minar su persona, su familia y sus bie-
nes”. (Censura y autocensura: el niño
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
que pone el coco . . ." 678)
Castellanos reconocía el temor ge-
neral de un poder oficial arbitrario
descrito por su colega, aunque eso no
le quitaba la urgencia de exigir más
de sí misma y de los demás intelectua-
les. Señaló el recato, la prudencia, con
que demasiados de los escritores res-
pondían a la posibilidad de correr un
riesgo con su obra:
Únicamente pusimos en evidencia
nuestra pusilanimidad, pero si somos
pusilánimes, más vale que vayamos sa-
biéndolo y no que vivamos engañados
pensando que si estuviéramos respiran-
do una “atmósfera de libertad” sería-
mos los voceros del pueblo. Pero aquí
el vocero del pueblo es el rumor anóni-
mo que esparce nadie sabe cómo pero
sí con qué eficacia, mentiras, exagera-
ciones, amenazas, tanto más temibles
cuanto más veladas.
Si alguien, como por ejemplo, Ele-
na Poniatowska, hubiera atendido esos
rumores, ¿habría publicado su magní-
fico documental sobre La noche de
Tlatelolco? Claro que no. Sin embargo,
el libro está allí, en los escaparates y
vendiéndose como pan caliente.
(Censura y autocensura: el niño que
pone el coco . . ." 679)
Y concluye:
A veces, yo tengo la impresión de que
los mexicanos ― que tal vez no hemos
salido aún de la infancia — nos encan-
ta, como decía Sor Juana, poner el co-
co para luego tenerle miedo. Y lo que
al principio era juego se va transfor-
mando en realidad. Y por miedo a in-
currir en la reprobación de una censu-
ra (que como no existe oficialmente la
sentimos funcionar en todas partes) y
que, como todas las censuras carece de
imaginación, aplicamos la imaginación
propia a autocensurarnos hasta el pun-
to de que la palabra más inocente e in-
significante nos parece cargada de do-
bles o triples intenciones. Y la tacha-
mos. Y nos hundimos. (Censura y au-
tocensura: el niño que pone el coco . .
." 679-680)
Pero Castellanos misma no se
hundía, ni tachaba sus palabras sobre
la realidad de su vida en México.
Aun en Israel como embajadora
del gobierno mexicano, la autora no
permitió que el cargo le impusiera
una actitud ―pusilánime‖ sobre la res-
ponsabilidad de decir la verdad sobre
su país. Pocos meses después de llegar
en 1971, en un artículo sobre el gusto
de recibir la valija diplomática con
periódicos, revistas e información re-
ciente de México, la autora mencionó
las pocas noticias que había recibido
de la nueva masacre: ―de los hechos
del 10 de junio teníamos muy vaga
noción‖, y reforzó su apoyo por los
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
que exigían la verdad sobre los dos
atentados, el de 68 y el nuevo de 71.
Reclamó saber:
Algo respecto a unos halcones que vo-
laron después “de dar a la caza alcan-
ce” y de los que nadie ha vuelto a sa-
ber. Sobre ellos preguntan, en voz alta
y libre, las más responsables, las más
exigentes, las más dignas conciencias
de México. Y esa voz la escuchamos, y
de ella nos hacemos eco, desde el sitio
al que hemos sido destinados. (La vali-
ja periodística: un cordón umbilical"
80-81)
Era evidente que su compromiso con
la verdad superaba su obligación
hacia el gobierno de Echeverría.
El texto más profundo que escri-
bió Rosario Castellanos sobre la ma-
sacre en 68 fue el poema, ―Memorial
de Tlatelolco‖, que aportó al libro tan
importante de Elena Poniatowska, La
noche de Tlatelolco. Su denuncia de
los hechos y de la censura de informa-
ción fue contundente. Los sobrevi-
vientes que erigieron la Estela de Tla-
telolco en 1993 para conmemorar ―a
los compañeros caídos‖ decidieron in-
corporar una estrofa del poema en el
monumento,
— precisamente la parte que señalaba
el silencio de los medios de comunica-
ción, su obediencia a la ―línea‖ dicta-
da por las autoridades ☼:
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día si-
guiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódi-
cos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en la radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.) (Obras II:
poesía, teatro y ensayo 186-7)
La denuncia valía mucho cuando
la escribió, conmocionaba a los sobre-
vivientes que erigieron la Estela en
1993, y sigue siendo relevante en la
actualidad.
…………………………………………
Hasta los volúmenes que ahora
se han publicado, los editores de su
obra habían excluido la gran mayoría
de las observaciones de Castellanos
sobre la vida política y social en Méxi-
co. Sin embargo, por toda su carrera
literaria la autora insistió en reflejar
la realidad del país, y resistió cual-
quier esfuerzo por restringir la liber-
tad de expresión o de falsificar la ima-
gen de México con el ―patrioterismo‖.
Dado su obvio interés por entrar
en el diálogo político de aquellos años,
el rehusar de considerar esta parte de
sus ensayos es revelador. El hecho de
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que la participación de mujeres como
intelectos en la sociedad es todavía
punto de disparidad, aunque menos
que antes, acentúa la importancia y
originalidad de lo que logró Rosario
Castellanos en las páginas editoriales
de Excélsior de 1963-1974, y lo que
significa su producción ensayística.
Ahora podemos reconocer que,
además de sus obras de ficción, poesía
y teatro, Castellanos aportó una voz
progresista, internacionalista y com-
prometida al debate nacional. Estos
ensayos son parte imprescindible de
la batalla ante la opinión pública de
México en que Rosario Castellanos
fue siempre una intelectual insobor-
nable, quien merece ser recordada pa-
ra siempre en las letras mexicanas.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas,
el 21 de mayo de 2011
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A nosotros, las revistas y los periódicos de CINCO
nos dan mucha risa ¡y mucha pena!
TERE
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El hombre camina por las calles de Co-
mitán. Cuando llega a la esquina del
templo de San José encuentra unas cin-
tas que impiden el acceso de vehículos.
Pregunta el porqué y un guardia le dice
que están grabando el capítulo de una
telenovela. Los camiones de Televisa
ocupan toda la cuadra. La tarde está
nublada, un viento frío arrastra algu-
nas hojas secas.
Mientras el hombre observa, dos
niñas corren y pasan por debajo de las
cintas rojas que tienen el mensaje
prohibido el paso. Llegan hasta un
portón generoso en dimensiones, se pa-
ran de puntas -por encima de los guar-
dias– y, ansiosas, miran hacia el inte-
rior de la casa, propiedad de Roberto
Albores Guillén, ex gobernador de
Chiapas. El portón tiene una de las
hojas abiertas, la protegen dos guar-
dias. En el fondo se aprecia el patio y
ahí hay un movimiento inusual de
técnicos con cámaras, parasoles e infi-
nidad de cables.
El hombre se acerca a otro guardia
y pregunta. ―Sí, jefe, están grabando
una telenovela. Mañana van a estar
temprano en el Café de la Casa de la
Cultura. Llegue usted para darse un ta-
co de ojo‖. Dice que las actrices son be-
llas. Él acaba de ver a dos que entraron
a la casa y dicen que son mujeres muy
diferentes a las que hay en el pueblo. El
hombre sonríe, ante tal comentario.
En la banqueta del frente hay un
grupo de curiosos, con celulares y libre-
tas. Tal vez esperan la salida de los ac-
tores para ver si tienen suerte y logran
el autógrafo y la foto con el famoso, con
la famosa, para luego subirla al face-
book.
Un señor que está en el grupo se
avienta el clásico chiste con filo: ―La te-
lenovela se ha de llamar En las puertas
del infierno‖, se sabe que el apodo de
don Roberto Albores es Satanás, aun-
que luego se popularizó más el mote
que le impuso Marcos, el guerrillero de
La Selva.
El hombre va a donde están los
guardias y mira que uno de los balco-
nes tiene abiertas las puertas, se acerca
y, maravillado, descubre que una de las
paredes está tapizada de caricaturas.
Los trazos de caricaturistas nacionales
y estatales adornan esa pared blanca.
¡Quién lo diría! Por lo regular, las cari-
caturas son temidas por los políticos ya
que se reconoce la fuerza que tiene el
dibujo que busca la risa del lector a
través de la ironía y del sarcasmo. El
trabajo de los cartonistas caricaturiza
al personaje y al cargo que ostenta.
Pues, ¡insólito!, don Roberto colecciona
dichos cartones y los tiene colgados en
un lugar privilegiado de su casa. Es,
bendito Dios, un homenaje permanente
al talento de los creadores que conti-
núan la senda de Posada.
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Cartón de Enrique Alfaro.
El productor sale (dicen que es el Güero Castro, tal vez descendiente de
aquel actor y productor de cine que produjo aquellas películas de ficheras, tan
famosas de fines de los años setentas e inicio de los ochentas). Dos muchachas
se acercan y él les dice: ―¡Qué hay, chicas!‖, ellas se acercan y algo le piden. Él
dice que no es posible.
El hombre se acerca a una persona de la producción y pregunta acerca de
los actores: ―Susana González y Jorge Salinas son los principales‖, dice y
agrega que a partir de agosto se exhibirá en el canal 2 de Televisa. De acá irán
al ―Chiflón‖ para continuar con las grabaciones. El técnico aclara que la tele-
novela se llama: La que no podía amar, con lo que borra el dicho del viejo que
bromeó con el apodo de don Roberto. Parece que el equipo de producción tu-
vo suerte porque las nubes se han alejado y el sol brilla en una tarde de oro.
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Estamos llenos de cultura.
¿Cuándo venís a
Comitán a
llenarte de luz?
Consejo Ciudadano de Cultura Municipal
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Honorable Ayuntamiento
de Comitán
y
Universidad
Mariano N. Ruiz
¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es
¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo
auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.
Sesionamos los miércoles en la sede del Centro, frente al Santuario del
Niñito Fundador.
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S Presentación de la novela El abrazo de Ixtab, a las seis de la tarde, del
viernes 1 de julio, en la Sala de Exposiciones Temporales, del
Centro Cultural Rosario Castellanos.
Los comentarios estuvieron a cargo del poeta y narrador Mario Escobar
Gálvez y del Director General de DIEZ. La poeta Marvey Altuzar fungió
como moderadora.
Al término de los comentarios, intervino el maestro Óscar Palacios, au-
tor de la novela. Él insistió en el feliz pretexto para estar en la ciudad de
Comitán e hizo una sinopsis de la trama y refirió las motivaciones que
tuvo para escribirla.
Palacios ha presentado su novela en varios estados de la república y en
distintas ciudades de Chiapas.
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Después de la presentación de la novela, los asistentes disfrutaron de bocadillos y
del vino de honor que fueron ofrecidos por el Notario Gerardo Pensamiento. La
poeta Marvey Altuzar hizo notar que el notario se ha distinguido como un
mecenas para cuestiones referentes al arte en la ciudad.
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CRÓNICAS DE ADOBE
Alejandra Laguna Irecta participó en el programa del martes 5 de julio.
Ale es conductora de Radio IMER. En 1997 condujo el programa
―Eróticos Anónimos‖, ella tenía 17 años de edad.
En el programa trató el tema: ―Importancia de la mujer en los medios de
comunicación comitecos‖.
Se recordó a la primera locutora en la radio de Comitán: Coco Saborío.
En la foto: Paty Espinosa, Genaro Aguilar y Alejandra.
Paty se prepara para ir a estudiar su carrera profesional.
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Todos los martes, de tres a cuatro de la tarde: www.imer.gob.mx
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Sí, se colgó
porque llevaba
ocho meses sin
gota de agua.
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En la DIEZ te damos armonía
Te esperamos en el número 83
TERE