Vía Crucis
Comentado por los Siervos de Dios:
FACCIN, CARRARA, DIDONÈ Y JOUBERT
Faustino Turco
Misionero Xaveriano en RDC
Baraka Fizi
INTRODUCCIÓN
El Vía Crucis es un llamado que nos viene de las últimas horas de la vida de Jesús. Esta
práctica espiritual remonta a la época de San Francisco de Asís, en el siglo XII. En un Vía
Crucis estamos invitados a ser parte del drama de la pasión de Jesús, reconociéndonos en
las actitudes y palabras de Pilatos, de los Apóstoles, de los acusadores de Jesús, o bien de
María, de Simón de Cirene o de José de Arimatea. Pero, por encima de todo, fascinados por
Cristo, «el sacerdote por excelencia», pedimos poder esculpir en nosotros la imagen de
Cristo (cfr. Carrara, Carta a sus papás y a familiares, Parma, 16.03.1960).
En el presente Vía Crucis, el comentario de cada estación se inspira en los escritos y en la
vida de cuatro Siervos de Dios: Hermano Vittorio Faccin y los Padres: Luigi Carrara, Giovanni
Didonè y Albert Joubert. Vivían en dos comunidades vecinas: los dos primeros en Baraka y
a los otros dos en Fizi, parroquias de la Diócesis de Uvira, en Congo. Fueron asesinados el
28 de noviembre de 1964 por un grupo de seguidores de Pierre Mulele, los cuales
reaccionaron contra la fe cristiana. Faccin, Carrara y Didonè eran italianos, Misioneros
Xaverianos y muy jóvenes, entre los 30 y 34 años. Joubert era congoleño, sacerdote de la
Diócesis de Uvira, de 56 años, hijo del capitán que acompañó como voluntario pontificio a
los primeros Padres Blancos en la evangelización del Este de la actual República
Democrática de Congo.
Oración inicial
Oh Divino Maestro, Padre y Señor,
concédenos que hasta nuestra última hora,
mantengamos el propósito de orar agradeciendo y de agradecer orando
al único Padre e Hijo, con el Espíritu Santo.
¡A él la gloria, ahora y por todos los siglos!
Amén.
(San Clemente de Alejandría)
1ª Estación
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El grito acusador
“Pilato les habló de nuevo, con la intención de librar a Jesús, pero ellos seguían gritando:
«¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al
que habían pedido, al que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó
a su deseo” (Lc 23,20.24-25).
Jesús nos conoce bien. Ha visto el corazón de Judas endurecerse, los celos de los Fariseos
que buscaban un pretexto para eliminarlo. Ha visto la cobardía de Pilatos frente a las
amenazas.
A lo largo de los siglos, Jesús ha sido juzgado injustamente a causa de la verdad. Sufrió
cuando el viento del odio golpeó contra los fieles y los misioneros en Congo en 1964.
En la inseguridad más total, el Hermano Vittorio escribió a sus familiares y a amigos: «La
tensión es siempre alta. Corren voces que los amigos están a la puerta. La gente está
preocupada. Lo que ocurrirá, sólo Dios lo sabe. Queridos todos, no lloren por nosotros; sólo
acuérdense de nosotros en sus oraciones, para que Dios sea glorificado y nos dé la fuerza
de testimoniar Su gloria» (cfr. Faccin, Carta a sus papás y familiares, Baraka 10.06.1964).
Oremos
Señor Dios, juzgado ante Pilatos,
no permitas que te acusemos injustamente en nuestros hermanos y
hermanas.
Dona fuerza y esperanza a los condenados a causa del Evangelio.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
2ª Estación
JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El madero pesado del sufrimiento
«Él llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero de la cruz, para que, ya no viviendo
para el pecado, viviéramos para la justicia; en sus llagas hemos sido curados» (1Pe 2,24-25).
Jesús ha padecido la terrible flagelación romana, en la cual muchos murieron. La corona de
espinas ha desgarrado su piel y su corazón. ¡Cómo medir el dolor agudo que traspasó su
alma! En el aplastamiento de la prueba, Jesús carga el peso de los pecados del mundo. Sufre
para salvarnos y para darnos la vida.
El P. Alberto Joubert ha encontrado la cruz desde su infancia a Moba cuando la enfermedad
del sueño diezmaba las poblaciones a lo largo del lago Tanganika. La cruz lo ha acompañado
en su ministerio sacerdotal dándole la fuerza de recorrer largas distancias a pie para
encontrar a los fieles. Aceptó el peso de la cruz cuando, por ser fiel a Cristo, padeció torturas
durante dos semanas en prisión, dos meses antes de morir. La cruz ha sido para él el símbolo
solemne de la salvación y el verdadero motivo de su fidelidad a Cristo.
Oremos
Señor Dios, que has llevado el peso de los pecados
de los que torturan y hacen violencias de toda suerte a sus semejantes,
concédenos tu ayuda para trabajar por un mundo más humano y justo.
Ayúdanos a aceptar el peso de nuestra cruz
e infunde tu espíritu de fortaleza a quien sufre en el cuerpo y en el espíritu.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
3ª Estación
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Imitar a Jesús en el sufrimiento
«¡Él cargó con nuestros males y soportó todas nuestras dolencias! Nosotros le tuvimos por
azotado, herido por Dios y humillado. Mas fue herido por nuestras faltas, molido por
nuestras culpas. Soportó el castigo que nos regenera, y fuimos curados con sus heridas»
(Is 53,4-5).
Jesús cae una primera vez bajo el peso de la cruz. Comparte el sufrimiento de quien vive
oprimido, agotado y de quien ya no tiene esperanza. Contemplándolo, lo amamos.
Siguiéndolo, somos invitados a imitar su modo de cumplir la voluntad del Padre.
El P. Didonè así escribía a su hermana mayor: «Más crecemos en el amor a Cristo, más
somos llamados a imitarlo. Sí, imitemos a Cristo doliente, a Cristo del Monte de los Olivos y
de Getsemaní. Entonces veremos que nuestra capacidad de amor crecerá en nosotros. Hoy
sufrimos con él, mañana seremos transformados en él, en la gloria. ¿Crees tú esto? Yo estoy
convencido de ello: imitamos a Jesús para que, a través de nosotros, Él pueda atraer a sí al
mundo entero» (cfr. Didonè, Carta a la hermana Tecla, Piacenza 12.10.1956).
Oremos
Señor Dios, ven en ayuda de tu Hijo privado de fuerzas,
infundes tu luz a los no creyentes,
el perdón a los pecadores, el pan a los hambrientos
para que todos puedan realzarse del peso de sus caídas.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
4ª Estación
JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lágrimas solidarias
«Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está destinado para caída y elevación
de muchos en Israel, y como signo de contradicción — ¡a ti misma una espada te atravesará
el alma! —, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones» (Lc
2,34-35).
A lo largo del Calvario, María es la imagen de la solidaridad en el dolor: una presencia
silenciosa y eficaz, un dolor profundo y compartido, una mirada confiada hacia Dios que no
nos deja nunca. ¡Cuántos gestos de solidaridad levantan hoy el ánimo de Cristo sufriente!:
Los papás que toman riesgos económicos para salvar a su niño enfermo; los voluntarios
anónimos que sostienen obras de caridad; aquellos verdaderos ángeles que asisten a los
oprimidos…
Por todas partes, e incluso en Baraka y en Fizi, los cristianos han tratado de proteger a sus
misioneros de los peligros de la guerra, incluso defendiéndolos públicamente; se muestran
solidarios, los unos para con los otros con gestos de acogida, arriesgando, incluso, su vida.
El Hermano Vittorio cuenta su experiencia de encarcelamiento como una llamada a la
solidaridad: «La experiencia de la prisión me ha puesto a prueba para que me empeñe a
amar al pueblo congoleño y a testimoniar hermandad y caridad» (cfr. Faccin, Carta a sus papás
y familiares, Bukavu 08.02.1961).
Oremos
Señor Dios, que has dado a María un corazón de amor,
haznos partícipes, como ella, del sufrimiento de nuestro prójimo.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
5ª Estación
JESÚS ES AYUDADO A LLEVAR LA CRUZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
La mano amiga que nos levanta
«Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, que volvía del campo y pasaba por allí,
fue obligado a cargar con la cruz» (Mc 15,21).
La primera comunidad cristiana conoció a los hijos del Cirineo: probablemente Simón quedó
impresionado interiormente por el gesto de llevar la cruz de Jesús. De este encuentro nació
la fe. Inicialmente, Simón fue obligado a llevar la cruz. Pero, sucesivamente, se habrá dado
cuenta que caminar con el Crucifijo y asistirlo ha sido verdaderamente una gracia. A veces,
también nosotros llevamos una cruz que no hemos buscado ni deseado. Pero si la llevamos
junto a Jesús, nuestra vida cambia radicalmente.
Los Siervos de Dios, P. Joubert y compañeros, se quedaron con sus fieles de Baraka y Fizi.
Hubieran podido escapar a un sitio más seguro. Pero escapar de la misión hubiera
significado rechazar el hecho de ser como el Cirineo: si se hubieran ido de la misión, habrían
dispersado sus ovejas y también renegado a Cristo presente en ellos. El P. Didonè solía
repetir una frase de San Juan Crisóstomo: Recuérdate que la ovejita que no hayas llevado
sobre los hombros, la llevarás sobre tu conciencia.
Así como el Cirineo, el cristiano está dispuesto a ofrecer todo para cumplir la misión de Cristo.
Oremos
Señor Dios, libéranos de la indiferencia
cuando vemos sufrir a alguien.
Ayúdanos a compartirnos su drama y a
revelarle a Jesús que le acompaña ayudándole con su cruz.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
6ª Estación
LA VERÓNICA SECA EL ROSTRO DE JESÚS
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
La ternura femenina
«Mi corazón me dice: «Busca su rostro». Sí, Señor, tu rostro buscaré: no me escondas tu
rostro. Tú eres mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación» (Sal 27,8-
9).
Verónica sufre viendo a Jesús en aquel estado. ¿Por qué el rostro radiante del día de la
Transfiguración está ahora tan maltratado? Verónica quiere aliviar sus heridas. Toma un
paño e intenta secar la sangre y el sudor de aquel rostro. Tras este gesto de ternura, vemos
el amor que se convierte en verdadera compasión.
El P. Luigi Carrara tenía 18 meses de nacido cuando se enfermó gravemente, al punto de
perder toda esperanza de vida. Su madre Elisabetta cuenta: parecía que quisiera partir para
el Paraíso. Entonces subí a la habitación para bajar el vestido blanco de su bautismo,
mientras que algunas amigas lo cuidaban y oraban en voz alta. También yo oraba al Buen
Dios en mi corazón y le dije que, si me lo salvaba, lo habría donado a Él. El Señor escuchó el
ofrecimiento de la madre y bendijo su gesto de ternura: su hijo se hizo misionero hasta
morir mártir en Baraka.
Oremos
Señor Dios, revela tu rostro a todos tus hijos dispersos en el mundo.
Que las ofensas y las burdas imágenes de los medios de comunicación,
no les impidan amarte.
Haz brillar la luz de tu rostro en nuestros corazones.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
7ª Estación
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Vencer la tentación de arruinarlo todo
«Me empujaron con fuerza para hacerme caer, pero el Señor me ayudó. El Señor me ha
probado duramente, pero no me entregó a la muerte» (Sal 117,13.18).
Por segunda vez, Jesús cae. Después de una noche terrible, después de las torturas que le
fueron causadas… el agotamiento lo hace caer. Pero se alza de nuevo. Quiere llegar hasta
el final. Nos enseña a avanzar con fuerza y a re-partir. Nuestras dificultades y debilidades
son reales, pero su amor es más grande que nuestros límites.
En sus enseñanzas, el P. Carrara invitaba a la gente a retomar el camino de la paz, sin
desanimarse. Decía: Cada vez que hay una revolución en un país, se trata de cambiar en
positivo y no de matarse unos a otros. Alzarse significa saber perdonar, decidirse a dejar los
conflictos inútiles y asumir un comportamiento de benevolencia.
«Dios nos presenta pruebas para ofrecernos, luego, un consuelo más grande» (Didonè, Carta
a sus papás y familiares, Uvira 14.02.1962).
Oremos
Señor Dios, que has hecho subir a tu Hijo al Calvario,
haz que el peso de nuestras culpas no nos aplaste
y qué, como Él, podamos retomar el camino
sostenidos por tu amor.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
8ª Estación
JESÚS ENCUENTRA A LAS PIADOSAS MUJERES
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Esperanza y no compasión
«Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren, más bien, por ustedes mismas y por sus hijos»
(Lc 23,28).
Jesús invita aquellas señoras a mirar más allá, para que no sean sólo mujeres que lloran,
sino mujeres que creen. Se les pide dejar la conmiseración lagrimosa, y llorar, sobre todo,
por sus pecados y continuar el camino con fe y esperanza hacia el consuelo de la Pascua.
Lloren por ustedes mismas. Esto es una invitación a ofrecer el sufrimiento de los misioneros
del Evangelio cuando, a causa de la inestabilidad política, no pueden moverse libremente y
visitar a los cristianos más lejanos y necesitados. El Hermano Faccin escribe: «Estos
desórdenes políticos nos desgastan el corazón pensando en todo lo mucho que hay que
hacer y viendo que los cristianos se encuentran solos, esparcidos en varias aldeas de las
montañas, sin asistencia religiosa, teniendo como único consuelo la corona del rosario»
(Faccin, Carta a sus papás y familiares, Baraka 10.01.1961).
Oremos
Señor Dios,
detén la mano de quien comete abusos y violencias;
líbranos de la mirada superficial y relativista;
dónanos un corazón nuevo.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
9ª Estación
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Vencer la tentación de seguir en el pecado
«¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La aflicción, la angustia, la persecución, el
hambre, la desnudez, el peligro, la espada? En todas estas cosas nosotros somos más que
vencedores por virtud del que nos ha amado» (Rm 8,35.37).
La tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz nos alerta sobre la humanidad que persiste
en el pecado, a pesar de la buena educación recibida y las muchas observaciones recibidas
en la experiencia. Si pensamos con qué corazón vacío e indigno nos acercamos a recibir el
Cuerpo de Cristo durante la Misa, o en qué situaciones de perdición se ha encontrado la
comunidad eclesial… ¡cuánto orgullo y autosuficiencia nos domina! ¡Cuántas veces hemos
descuidado el sacramento de la reconciliación! Allí dónde Cristo nos espera para
levantarnos de nuestras caídas y retomar el camino más ligero…
El P. Didonè, primer párroco de la parroquia de Fizi, confiesa sus dificultades: «Estoy
perdiendo el entusiasmo de la misión. Muchos jóvenes prefieren convivir sin boda,
bastantes adultos viven con concubinas. ¿Quién podrá asumir responsabilidades en la
comunidad cristiana? Mi cohermano, el Hermano Ferrari me aconseja hacer penitencia,
convencido de que el Señor también ha sufrido por los pecados de mi comunidad» (cfr.
Didonè, Carta a sus papás y familiares, Fizi 02.11.1962).
Oremos
Señor Dios, conscientes de nuestros pecados,
no nos queda más que dirigirte desde lo más hondo de nuestro corazón
la petición de Pedro cuando estaba ahogándose: ¡Señor, sálvanos!
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
10ª Estación
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Llamados a la dignidad y al don de sí
«Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario», le dieron a beber vino mezclado
con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. Una vez crucificado, se repartieron
sus vestidos, echándolos a suertes. Y se quedaron sentados allí para custodiarlo» (Mt 27,33-
36).
El vestido da al ser humano un lugar en la sociedad, lo hace ser alguien. Ser desvestido en
público significa ser expuesto a la deshonra y a la burla de todos. Este Jesús despojado de
sus vestiduras nos recuerda que hemos perdido nuestro “primer vestido”, es decir el
resplandor de Dios, el respeto por la persona y su cuerpo.
El P. Joubert es testigo de una existencia vivida con dignidad y donación. Ya desde los
tiempos del Seminario, se había propuesto ser discreto y humilde. Todos lo conocían como
el hijo del famoso capitán Joubert que había vencido a los esclavistas, pero él, no buscó
honores. Daba prueba de obediencia y disponibilidad, «listo a dar ejemplo de virtud sea con
las obras, como con las palabras» (Joubert, Promesa escrita en vista del diaconado, Baudoinville
18.05.1935).
Oremos
Señor Dios, por la humillación de Jesús, cura nuestros ojos.
Salva a todos aquellos a quienes la malicia humana despoja de su dignidad.
Transforma la mirada de los culpables y da consuelo a las víctimas.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
11ª Estación
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Transformar todo sufrimiento en amor
«Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Y la inscripción con el motivo de la
condena decía: El rey de los judíos» (Mc 15,25-26).
«Estaban cerca de la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y
María de Magdala» (Jn 19,25).
Frente a una enfermedad, un accidente, un luto o una injusticia, nos preguntamos: «¿Qué
mal he hecho para merecer todo esto?». Si fuera así, María, ¿qué mal hizo? Nuestros
pensamientos no son los pensamientos de Dios. El Crucifijo es el gran libro que nos enseña
que el sufrimiento no es un castigo, sino una lección de amor. Desde entonces, el dolor
tiene sentido cuando es transformado en oportunidad de amar.
Diez días antes de morir, P. Didonè advierte que el peligro es inminente. Le escribe a un
catequista que reside en una sucursal de la misión. Esta carta es un testimonio de una
prueba transformada en amor: «Te escribo para darte un poco de esperanza por los días
que vienen. Sean personas maduras y vigilantes. Se los suplico. No pierdan su valentía. Dios
está presente aquí con nosotros. En el momento de la prueba es cuando podemos
testimoniar nuestra fe y nuestro amor por Dios» (Didonè, Carta al catequista Raphaël Pupu, Fizi
15.11.1964).
Oremos
Señor Dios, perdona la debilidad de nuestra fe,
ten piedad de quien llora y de quien hace sufrir.
Danos la esperanza de encontrarnos juntos un día en tu Paraíso.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
12ª Estación
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El verdadero don de quien ha dado todo lo que es
«Era ya cerca de la hora sexta, cuando se oscureció el sol y toda la tierra quedó en tinieblas
hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito,
dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y, dicho esto, expiró» (Lc 23,44-46).
De las 9 a las 15 horas, Jesús estuvo vivo, suspendido sobre la cruz. Seis terribles horas de
angustia y sufrimiento atroz. Aquí Jesús es capaz de dar todo sí mismo. Dice: Todo se ha
cumplido. Cuando no se tiene ya nada más que dar, porque se ha ya dato todo, se llega a
ser capaces de ofrecer verdaderos dones. En esta ofrenda de amor renace la vida.
El Hermano Vittorio Faccin descubre su vocación contemplando a Jesús eucarístico: «Un
tiempo, deseaba llegar a ser sacerdote misionero, dice el Hermano Vittorio. Durante estos
años de formación para la misión, el Señor me hizo entender que es mejor que me sacrifique
por él antes que él se inmole en mis manos». Vittorio ha entendido que su vocación era
convertirse en “eucaristía”: dar todo sí mismos por el Señor (cfr. Faccin, Carta al Superior General,
Murhesa 02.09.1962).
Oremos
Señor Dios, ayúdanos a creer como al Centurión,
a esperar como María a los pies de la cruz,
a amar como tu Hijo,
sostenidos por tu Espíritu de vida.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
13ª Estación
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El ocaso luminoso del creyente
«Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo, (…) Se
presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después de descolgarlo, lo envolvió en una
sábana y lo puso en un sepulcro excavado en la roca, en el que nadie había sido enterrado
todavía. Era el día de la Preparación y ya resplandecían las luces del sábado» (Lc 23,50-54).
José de Arimatea envuelve en una sábana fúnebre el cuerpo torturado de Jesús. Un gesto
de respeto y de afecto que ocurre en el silencio de la tarde. Pero ya inician a brillar las luces
del sábado por las ventanas de las casas de Jerusalén: es el ocaso luminoso del creyente
que, ante la cruz de la vida, sabe creer en el alba nueva de Pascua.
El P. Carrara fue enviado en Congo en 1962, cuando la situación política del país era
inestable. Pero él veía la misión como una espera de la luz de Pascua. Escribe: «Un gran
futuro cristiano se espera para el Congo si cuanto antes se emplean muchas fuerzas en el
lugar. Si se espera, quizás será demasiado tarde. Jesús me manda y nos manda justamente
en esta hora tan solemne y decisiva del país; y por tanto no puedo menos que agradecer al
Señor de todo corazón» (Carrara, Carta a los papás y familiares, Parma 01.01.1962).
Oremos
Señor Dios, en este mundo de la globalización,
abre nuestros ojos para que sepamos elegir las informaciones verdaderas
y reconocer los resplandores de la Pascua que dan razón a nuestra fe.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
14ª Estación
JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El nuevo jardín
«En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo,
en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, pusieron a Jesús, porque era el día
de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca» (Jn 19,41-42).
El jardín del sepulcro de Jesús nos recuerda el jardín del Edén que, a causa de la
desobediencia, perdió su belleza y se convirtió en lugar de tentación, de concupiscencia y
de muerte. Con la muerte de Jesús, aquel jardín recupera su belleza original. La muerte ha
sido vencida por Aquel que nos ha amado como no lo hubiéramos imaginado nunca.
Hacia las 8 de la noche, los Xaverianos de Fizi escuchan que llega una camioneta y se para
delante de la misión. Afuera estaba oscuro. Didonè toma la lámpara de petróleo y sale al
encuentro de los militares. Es inmediatamente acribillado por tres proyectiles. Enseguida
sale Joubert, y también él es matado al instante. Aquella lámpara de petróleo permanecerá
encendida hasta el día siguiente por mañana al lado de los cadáveres de los dos sacerdotes.
Si han matado sus cuerpos, su lámpara ha quedado encendida. Esta lámpara es el símbolo
de nuestra fe en la resurrección recibida, vivida y transmitida.
Oremos
Señor Dios,
qué la potencia de la vida manifestada en la cruz de tu Hijo,
irrumpa en nuestros corazones.
Qué esta vida se convierte en la luz imperecedera de nuestra peregrinación
terrenal.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
Padre nuestro…
Oremos
Señor Dios,
qué nos has permitido recorrer el camino de la cruz de tu Hijo,
te alabamos por su amor supremo
y por el ejemplo de vida de tus Siervos: Faccin, Carrara, Didonè y Joubert.
Suscita en nosotros, por su intercesión, el amor auténtico que ningún mal
puede vencer.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
Bendición
¡Feliz Pascua!
«Prepárense bien para recibir a Jesús resucitado, el Cristo de la salvación. La Pascua que
nosotros celebramos tiene que ser santa: si no es santa, no es Pascua. Nacidos para Cristo,
para vivir en Cristo y para morir con Cristo, único objetivo de nuestra vida. ¡Unidos
siempre!» (Faccin, Carta a los papás y familiares, Usumbura 20.03.1962).
A todos ustedes, mis felicitaciones más intensas, profundas y sinceras de Felices Pascuas. El
que dijo Pax vobis a sus discípulos, nos dice que levantemos un poco la mirada, porque no
estamos hechos para corrompernos en una tumba, sino para subir allá arriba, en el cielo; y
considerar las fatigas de cada día como un tren que nos conduce, el único tren (Carrara, Carta
a los papás y familiares, Parma 19.04.1962).