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Medardo Angel Silvay otro
ContenidosArtículos
Medardo Ángel Silva 1Primeros poemas 2
3Serenata (Silva) 4Las florestas de oro 5Espera 6Horas confidenciales 7Cuando se es aún joven 9Con ese traje azul 9Fragmentos (Silva) 10Rondel 11Canción de los quince años 11A flor de labios 12
13Oración de Nochebuena 14Poesías escogidas 15Epístola (Medardo Ángel Silva) 16La máscara irónica 17La profesión literaria 17A los poetas de mi tierra 18Hacia la luz lejana 20Aniversario (Silva) 21Canción de tedio 23Danse d'Anitra 25El alma en los labios 25El encuentro 26El precepto 27La fuente triste 28La extraña visita 30Lamentación del melancólico 31Lo tardío 32Se va con algo mío 33Soneto (Silva, 2) 33Ernesto Noboa y Caamaño 34
Arturo Borja 35La flauta de ónix 36A Misteria 37Dos viajes 38Era un sueño 38Idilio estival 39(Lola, para que cante yo todos tus tesoros...) 40Soñación 41El árbol del bien y del mal 41La investidura 43Al Angelus 47Crepúsculo de Asia 48Hora santa 49La respuesta 50Junto al mar 51Vesper marino 52La muerte perfumada 53Intermezzo 54Preces de la tarde 55Estancias: I 56Estancias: II 56Feuille d'album 57Estancias: IV 57Estancias: V 58En provincia 58Estancias: VII 59Estancias: VIII 59Estancias: IX 60Sueño en el jardín 60Estancias: XI 61Estancias: XII 61Estancias: XIII 62Velada del sábado 63Estancias: XV 63Estancias: XVI 64Estancias: XVII 64Estancias: XVIII 65Estancias: XIX 65
Estancias: XX 66Estancias: XXI 66Estancias: XXII 67Detalle nocturno 67Estancias: XXIV 68Estancias: XXV 68Estancias: XXVI 69Estancias: XXVII 69Estancias: XXVIII 70Estancias: XXIX 70Estancias: XXX 71Estancias: XXXI 71Estancias: XXXII 72Estancias: XXXIII 72Convalecencia 73Estancias: XXXV 73El templo 74Tapiz 75Votos 76Velada 77Sin razón 78Citeres 79Pretérita 80Hoja de álbum 81Romanza de los ojos 82Voces en la sombra 82Amada 83Philosophia 84Estampas románticas: I 85Estampas románticas: II 85Estampas románticas: III 86Estampas románticas: IV 87Estampas románticas: V 87Estampas románticas: VI 88Divagaciones sentimentales: I 89Divagaciones sentimentales: II 89Divagaciones sentimentales: III 90Divagaciones sentimentales: IV 91
Divagaciones sentimentales: V 91Otras estampas románticas: I 92Otras estampas románticas: II 92Otras estampas románticas: III 93Otras estampas románticas: IV 93Balada del infante loco 94Balada de la melancolía otoñal 95Reminiscencia griega 96Reminiscencia siglo XVIII 97Envío (Silva) 98Amanecer cordial 98Danza oriental 99Revelación (Silva) 100Un cuento 101La primera estrella 102Amanecer 103La libertadora 103Fiesta cromática en el mar 104La emperatriz 106Aparición (Silva) 107El tesoro 108Las hadas (Silva) 108Ofrenda a la Muerte 109El cazador 110Las alas rotas 111De Profundis Clamavi 111Inter Umbra 112Poema de la carne 113Soneto de otoño 114El viajero y la sombra 115El alba de Jesús 116La noche (Silva) 116Fin 117
ReferenciasFuentes y contribuyentes del artículo 118Fuentes de imagen, Licencias y contribuyentes 121
Licencias de artículosLicencia 122
Medardo Ángel Silva 1
Medardo Ángel Silva
Ficha de: Medardo Ángel Silva
Medardo Ángel Silva(8 de junio de 1898 - 10 de
junio de 1919)Poeta ecuatoriano.
Véase también...
Sus obras literarias
Biografía
Citas
Índice de autores
Todas las obras originales de Medardo Ángel Silva se encuentran en dominio público, pues sus derechosde autor han expirado. Esto es aplicable en los Estados Unidos y en los demás países donde el derecho deautor se extiende hasta 70 años tras la muerte del autor. Las traducciones de sus obras pueden no estar en
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Obras
Versos• Primeros poemas (1914-1915)• El árbol del bien y del mal (1918)• Trompetas de oro (Poesías)• Poesías escogidas (1926)
Prosas• María Jesús (Novela, 1919)• La máscara irónica (Ensayos)
Medardo Ángel Silva 2
Poesías sueltasOrdenadas alfabéticamente. Se indica en cursiva el primer verso.
• Aniversario (¡Hoy cumpliré veinte años: amargura sin nombre)• Canción de tedio (¡Oh, vida inútil, vida triste)• Danse d'Anitra (Va ligera, va pálida, va fina)• El alma en los labios (Cuando de nuestro amor la llama apasionada)• El encuentro (Nos volvemos a ver, amada de otros días)• El precepto (Deja la plaza pública al fariseo, deja)• Epístola (Hermano, que a la diestra del padre Verlaine moras)• La fuente triste (Al par te implora y te mima)• La extraña visita (Por la noche la Muerte las alcobas visita)• Lamentación del melancólico (No alegra la sabiduría)• Lo tardío (Madre: la vida triste y enferma que me has dado)• Oración de Nochebuena (Infante-Dios: el pálido bardo meditabundo)• Se va con algo mío (Se va con algo mío la tarde que se aleja)• Soneto (Llamé a tu corazón… y no me has respondido…)
Primeros poemas
Primeros poemasde
Medardo Ángel Silva
ÍndiceAñoranzasSerenata
Las florestas de oroEspera
Horas confidencialesCuando se es aún joven
Con ese traje azulFragmentos
RondelCanción de los quince años
A flor de labios(1914-1915)
3
Y fue en Versailles, en la dorada fiesta—¡oh eglógica pastora deliciosa!—que te ofrendé mi amor en una rosa,al arrullo sonoro de la orquesta.El alma al sueño de la dicha, presta,abrevió su existencia dolorosaal pronunciar tus labios la amorosaconfesión pasional, en la floresta...Todo volvióse para mí risueña:la luz, el lago, el parque y las cancionesde la fontana que arrulló mi ensueño.Y cabe los perfumes de las frondas,renacieron mis blancas ilusionesbajo la seda de tus crenchas blondas.
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Serenata (Silva) 4
Serenata (Silva)Es el bardo que dijo en romance galanola legendaria historia del paladín audazque a las moriscas gentes abatió con su manoque fue timbre y orgullo del valor castellano,que de vencer a un mundo, se dijera capaz.El que al pie de la reja de tu ventana gótica.entona la vibrante, y amorosa canción,que en su pecho ha nacido, como una flor eróticacomo una roja rosa, perfumada y exótica,para que tú la pongas, en tu ducal blasón.¡On blonda Castellana!... ¡Mi Castellana blonda!estrella de mis noches de pena y aflicción,por quien el bardo amante, bajo la ojiva ronda,sufriendo una incurable herida, roja y honda,que tus ojos le hicieron en pleno corazón...¡On blonda Castellana, que en los torneos galantesaclamaron la Reina de Belleza sin par,los bravos fijosdalgos, los de los tiempos de antes,los de la espada al cinto, los del porte elegante,que por una sonrisa se dejaban matar.Reina y Señora mía, por quien mil trovadoresentonan sus rondeles, bajo del ventanal;Reina, por tu belleza, de las fragantes floresque para Ti, despiden embriagantes olores,perfumando la estancia de tu mansión feudal;por Ti, canta la fuente del parque cristalinasu canción, melodiosa serenata de amor,y el ramaje verdoso entreteje una finalabor, y así proteje tu frente alabastrinapara que no la hiera de Febo el resplandor.Por ti, los paladines a tu beldad rendidos,hacen lujo en la liza, de valor sin igual,que ante tus pies, se postran: vencedor y vencido,pues Tú, sola eres Reina, pues por Ti ha perdidosu corazón y su alma, toda la Corte Real.Por tu blancura, celos padece el Marqués Lirio,y diamantes y perlas se han negado a brillar
Serenata (Silva) 5
en nuestro pecho, porque, han sufrido el martiriode ver, que ante tus ojos, eran cual blanco cirio,que quisiese a dos soles, con su brillo igualar.Y yo, bardo de raza, de los viejos troverosque a la luz de la luna, cantaban su canción,y que por su Señora, cruzaban los aceros,y en la caza, servíanles de fieles halconerosrecibiendo por pago, de ellas el corazón;Os doy el alma entera, ¡Mi Reina, mi Señora!os doy mi alma entera, mi alma de Trovador,pobre alma vagabunda, que serlo a Vos adora...pero, si la rehusares, matadme mi Señora,matadme con tus ojos:quiero morir de amor!
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Las florestas de oroLa Ninfa
Contemplaron los silfos su esculturatras el sedoso vuelo del ramaje,en la quietud solemne del paisajede rara, mitológica hermosura.En su concha de plata, en la espesuraescanció el dulce néctar del salvajemanantial, y dormida en el boscajeSelene la encontró radiante y pura...A las luces miríficas del astroun erótico ensueño parecíaen su blancura tersa de alabastro;y ceñida la frente con los laurosde Diana, huyó por la floresta umbríaen la grupa de helénicos centauros!
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Las florestas de oro 6
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EsperaI
Bajo el oro del sol, sedeña y puravendrás para curar mis hondos males,trayendo en mil redomas, orientalesbálsamos de consuelo y de ventura.Ungirás mi dolor con tu hermosura,y con tus dedos finos y liliales;derramarás en mí los manantialesque guardas, de Piedad y de DulzuraAl arrumbar feliz a mi ribera,Tú serás en mis campos, Primavera,y flor y aroma en mi jardín desierto.Y en una noche tibia y perfumadarodará por la alfombra empurpurada,el negro monstruo de mis penas, muerto.
II
En vano te he esperado, cada Aurora,mudos los labios, triste el pensamiento,me sorprendió mirando el pulimientode los senderos blancos, ¡Mi Señora!...En vano te he esperado, hora tras hora;me falta ya el valor... y hasta el aliento,y cada vez más desgarrante sientoel puñal del dolor que me devora...... Ya nunca has de venir?... Nunca en tus labiosque son de todas las caricias sabios,apagaré mi sed de peregrino?...¡Oh, voz nefasta que mi ensueño trunca!sólo el eco repite, en el caminoinmensamente triste: Nunca!... Nunca!...
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Espera 7
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Horas confidenciales"...Cuando en alta noche tranquila, sobre las teclas tu mano blanca." (?)
La Luna -osa de plata-deshoja ya, su tesorosobre los frondajes de orodel jardín azur y plata;la fuente, su serenata,abandona a los Cefiros;y los profundos zafirosque enjoyan tu banca mano,tiemblan, en lo albo del piano,del que arrancas mil suspiros...!Cual respondiendo a la quejade Wagner, nocturno viento,con melancólico acento,en los sauzales se queja;mi Pesimismo se alejaal compás de tus arpegios;y brillantes florilegiosde ritmos pueblan las frondasque visten lunares blondasde plata y encajes regios...!El suave lied Wagnerianoevoca dulces visiones,Walkyrias y sugestionesde un cerebro wagneriano;y al arrullo de tu pianodesfilan en el jardín,sobre el Lago, Lohengrin,y, por el fino arenal-aúreo, cual oro de Rhin-custodias del Saint Greal...!Tu faz luce, purpurina,tal turbación deliciosa,
Horas confidenciales 8
que hace florezca la rosade tu rubor, purpurinas;muebe sus pétalos, fina,la ardiente for de tu bocatu manecita equívocacon facilidad bien cruel;y las notas de papelte danzan pavana loca...Sobre el teclado Glacialtu aturdida mano rueda,cual mariposa de sedasobre un frondaje gracial;y en la atmósfera nupcialde la alba noche aromática,grave, serena, hierática,tu noble belleza copio,como en vagos sueños de opiobrillantes de pompa asiática...!Dulce hermana de las Hadas!al conjuro de tu acento,lejos viaja el pensamientopor País de Sueños y Hadas;y en las frondas encantadasdel jardín de las Estrellas,ha de cortar las más bellas,ante el asombro del Astro,para decorar con ellastu garganta de Alabastro.
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Cuando se es aún joven 9
Cuando se es aún jovenCuando se es aún joven y se ha sufrido tantoque lloran nuestras almas vejeces prematuras,tienen los tristes ojos humedades de llantoy hay en los corazones, fríos de sepulturas...Cuando en los horizontes oscuros de la Vidasurge la interrogante sombra de la Quimera,y se abre la sangrienta rosa de alguna heriday se llora en silencio la muerta Primavera;entonces ¡ay!, entonces, nuestra alma pecadorasolloza en la tristeza de los jardines rojos;¡oh, Señor Jesucristo, que tenga en la última horauna mano piadosa que me cierre los ojos!...
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Con ese traje azulCon ese traje azul de seda claraconstelada de pájaros de nieve,tiene la gracia de tu cuerpo leve,fragilidad de nube... Por la rarapalidez ambarina de tu carala luna todas sus blancuras llueve.Tal es de dulce tu mirada aleveque inmola, sin sentirlo, sobre su ara...Tu traje a las rodillas, tu pelucalanguideciente en la rosada nuca,llenan de primavera los jardines.Y el paso de querub con que resbalashace pensar que te salieron alaspara asombrar a todos los jazmines.
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Con ese traje azul 10
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Fragmentos (Silva)Pero hasta que se apaguen las húmedas pupilasde este loco muchacho que te dice sus versos,rimarán en tu gloria sus más dulces cancioneslos líricos bulbules que cantan en mi huerto!Quizás nunca regreses, o cuando tú retornes,mi corazón, inmóvil, duerma su último sueño,el que velan los sauces, como madres llorosas,y las lunas doradas sobre los cementerios...Las estrellas se miran sobre el lago dormidocual pálidos nenúfares en las azules aguas;de una nocturna paz mi corazón se llenade recuerdos floridos y visiones románticas...De sueños imposibles y todas esas cosasque llevan los poetas en el fondo del almay que surgen de pronto con aquellos perfumesde las rosas difuntas y las novias lejanas!
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Rondel 11
RondelBailas: grácil y fino, sobre la alfombra,tu cuerpo adolescente rápido rueda;y el alma siente anhelos de ser tu sombrapara morir besando tu pie de seda.Lo rojo de tu veste la muerte incitay el beso que en tus labios suspenso quedaroba el aire oloroso que fresco agitatu cabello ondulante de nardo y seda...Mi espíritu doliente sigue los trazosde tu planta que un albo lirio remedatus mejillas enciende sus rojos rasosy el corazón quisiera ser mil pedazospara que lo triture tu pie de seda!
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Canción de los quince añosSon los quince abriles como quince rosascon rocíos claros de maga alegría.Corazón que tiene, cual las mariposasalas de azul y oro de la fantasía!Cada frase tiene la gracia de un verso;olor a jazmines el cabello efluvia,y compendían ese fragmento universolas flores, el ave, la muñeca rubia...Son los quince abriles como quince rosasdivinas, robadas a un albo bouquet;tener un anhelo de imposibles cosasy ruborizarse sin saber por qué...
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Canción de los quince años 12
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A flor de labiosMi musa: toda ingenua, por ser joven,se yergue melodiosa sobre un plinto.Gusta de los jazmines que la arrobeny de los novilunios de jacintos.Tiene los cisnes del Ensueño, bienesazules de los cielos y las nubes;un jardín otoñal para Jiménez,y para Nervo un coro de querubes.Y ama el éxtasis: palabras y martirios,las letanías, el celeste coro;tiene para María blancos lirios,y para Pedro, las trompetas de oro!
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13
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Ni siquiera lo conocí. Pero leerlo es oírlo, y en su voz, persuasiva, penetrante, un son de confidencia nos retiene, másatentos al donde un alma que a la música de las estrofas. Mientras su canto aéreo tiembla en el silencio, el pesoverdadero de sus palabras desciende en nosotros como en secreto, a los recónditos pozos del alma, donde se ocultanlas últimas lágrimas, esas que nunca brotan ojos afuera y que ninguna felicidad agotaría jamás. Su precoz sentido dela vida, su triste presciencia del amor, de que su poesía está embebida toda, tal dejo tienen de esa amargura anterior ysuperior a todas nuestras vicisitudes, que alguna gota caída como al azar en un verso basta para dejarnosimpregnados de pensativa melancolía. ¿Es otro el toque infalible de la poesía?Nunca lo vi. Pero de entre los poetas de mi tierra, que por entonces alzaban el orgullo de sus veinte años como unracimo de embriagueces a ellos solos reservadas, sólo en él se reconocía el signo del predestinado. Marcado estabapara un sino de gloria y duelo.Tris les Saturniens doivent souffrir et tels mourir...
como en el poema verleniano.¡La muerte! Ya la veréis cómo pasa y repasa, cómo revuela leda y se posa, familiar y meditabunda, en esos suspoemas fúnebres que parecen estremecerse al soplo del misterio con un murmullo de frondas nocturnas. Ya la oiréiscómo canta y llora, en ciertos versos tan cargados de desesperanza agorera, que se doblegan como negras ramasagobiadas de frutos letales. ¡La muerte! Fue su única novia en el alma. De su boca cinérea, el poeta niño esperaba elinasible beso con un cansancio de siglos. Ella le tentaba y se le esquivaba, con doble y alterna promesa. Hasta que él—¡a los veintiún años!— adelantose a la cita. Con su propia mano se cortó la vida como una vid marchita, y laofrendó aun triste amor, o quién sabe a qué poder oscuro de la tierra o del ideal.Otro poeta, compatriota suyo, su hermano en angustia y en sueños, que le precedió, lo llamaba sin duda de losadentros, como un guía dedálico. El ejemplo de Arturito Borja, que una clara mañana allá en Quito, también se segóa sí mismo en la misma flor de su lozanía, ejerció indiscutiblemente un atractivo y aun a los demás, la ilusión de unasuficiente sinceridad. Agitábalos líricamente un caos de aspiraciones estético-voluptuosas. Mas un solo anhelobrotaba en ellos como de fuente inexhausta: ¡salir del cerco de montañas, salir de ese rincón del mundo al mundo delarte, de la pasión y la aventura literarias! Recitaban por todas partes como una antífona un nostálgico soneto delpoeta más puro y mejor de entre ellos, del doliente, fino y tan querido Ernesto Noboa Caamaño, el soneto de lapartida sin rumbo cierto, del desorbitado afán.— La literatura más exclusiva, la modernísima poesía, la sombríamagia de la morfina, eran para ellos modo de expatriarse, de perder contacto con los demás y con la realidad, desegregarse del medio tenido por irremisiblemente inferior y bárbaro, y de barbarie sin prestigio alguno, pues la yainventariada o inventada por literatura civilizadas érales más de su agrado que las obras maestras de la culturaclásica, por lo demás ignoradas o preteridas con juvenil desenfado.A la verdadm en todas las ciudades de Hispanoamérica, la misma
Oración de Nochebuena 14
Oración de NochebuenaInfante-Dios: el pálido bardo meditabundocanta el advenimiento del divino tesoro,y, ante quien da su vida al corazón del mundo,ofrenda su plegaria -su mirra, incienso y oro-.No por el que celebra la gloria de tu pascuaentre rubios hervores de cálido champaña,ni por el alma frívola, ni por la boca de ascuaen que el sofisma teje sutil hebra de araña...Por los huérfanos niños, los de padres ignotos,que esperan el presente real en la ventana,y sólo nieve encuentran en sus zapatos rotos,a la rosada luz de la nueva mañana;por esas pobres vírgenes que consume la anemia,víctimas inocentes de paternales vicios;y por los melenudos hijos de la Bohemiaen quienes ha ejercido Saturno maleficios;por la novia que espera y espera eternamente,la cimera de Orlando, el plumón de Amadíso la voz de Romeo, hasta que un día sienteque un fúnebre enlutado la lleva dulcemente,en su barquilla de ébano, a un remoto país;Por los meditabundos hijos de la Sophia,los hermanos de Fausto, que huyendo del contactomundanal, se lanzaron a la tiniebla fríadel Ser y del No-Ser, y sin luz y sin guíaperdiéronse en la noche suprema de lo Abstracto;y por los vagabundos y por los atorrantesque jamás conocieron la familiar dulzura,por esos ignorados y tristes comediantesde la tragicomedia de la Malaventura.Por el que en dolorosas horas de su vigiliatoma por salvación el puñal o el venenoy por el trotamundos sin pan y sin familia,que inmoló a los sentidos cuanto en él era bueno;por esos cuyos nombres son de marca de ludibrio-almas patibularias, lívidos criminales-,por esos cuya marcha de atroz desequilibrio
Oración de Nochebuena 15
acompañan los siete Pecados Capitales;y por el Metafísico incansable que sufrede un obsesor problema el torcedor eterno,que es peor que llevar la esclavina de azufreque Satanás ofrece al malo en el Infierno;Señor, y, sobre todo, por el triste Poeta,en cuyo pecho vibra la perenne armonía,por ese mago, dueño de la virtud secretade hacer de sus dolores luz, sueño y melodía;por ellos mi oración llena de mansedumbre,por ellos mirra, incienso y oro mis cantos den...Vuelve tus ojos puros a aquella muchedumbrey ábreles el tesoro de tus gracias. ¡Amén!
Poesías escogidas
Poesías escogidasde
Medardo Ángel Silva
ÍndicePrólogo de Gonzalo Zaldumbide
Oración de Nochebuena Epístola Soneto
A una triste Actitud
El retorno En el umbral de la noche
El mendigo Él
La muerte enmascarada El alma presa
El reloj El ingrato
Fragmento inédito de La divina comedia La sombra de una lágrima
Fantasía nocturna La extraña visita
A un poeta Tras mi irónica máscara
Salutación
Poesías escogidas 16
Y es una tristeza más en mi tristeza Se va con algo mío
Voces Diálogo Trova
Palabras de otoño Danse d'Anitra
El precepto El encuentro
Después Por la ruta verdadera
Aniversario El alma en los labios
La fuente triste Lamentación del melancólico
(1926)
Epístola (Medardo Ángel Silva)Al espíritu de Arturo Borja
Hermano, que a la diestra del padre Verlaine morasy por siglos contemplas las eternas aurorasy la gloria del Paracleto,un mensaje doliente mi cítara te envía,en el cuello de nieve de la alondra del día,cuyo pico humedecen las mieles del Himeto.Ya no se oye la voz de la siringa agreste,ni el vuelo de palomas rasga el vuelo celeste,ni el traficante escucha la flauta del Panida;los augures predicen la extinción de la raza:Sagitario hacia el Cisne con su flecha amenaza;pronto será la estirpe del Arcade extinguida.Sobre el mar, del que un día olímpico deseohizo surgir, como una perla rosa,el cuerpo de Afrodita victoriosa,hoy, sólo de Mercurio se ha visto el caduceo.Los sacerdotes jóvenes del melodioso ritoque han consultado el áureo libro de lo Infinitoy escuchado la música de las constelaciones,recibieron los dardos de arqueros mercenarios;y los viejos cruzados se yerguen solitariosen el azul, lo mismo que mudos torreones.
Epístola (Medardo Ángel Silva) 17
Tú, que ves la increada luz del alba que ciega,tú que probaste el agua de la Hipocrene griega,ruega al Supremo Numen por la estirpe de Pan,Mientras Zoilo sonríe, en la sombra conspira.Tal la postrera fase que solloza la Lira,Nuestros dioses se van. Nuestros dioses se van.
La máscara irónica
La máscara irónicade
Medardo Ángel Silva
ÍndiceLa profesión literaria
A los poetas de mi tierraHacia la luz lejana
La profesión literariaLa profesión literaria que tú sueñas camino de gloria, es muy dura, joven iniciado.Ante, todo, la gente se preocupa mucho, por eso que llaman la «Escuela» del escritor. Si escribes con la serenaunción de Fray Luis, la gloriosa frescura del vino añejo del Marqués de Santillana o la pureza del hondo JorgeManrique, te llamarán desenterrador de momias y encarnizante; si lo haces con la ingenua sencillez de los primitivos,sin oropeles, sin floreos retóricos ni mitologías de similor, serás un pobre bárbaro; si amas las modernasondulaciones del Ritmo y pones tu alma melodiosa en áureos versos de melífero dulzor, que tengan el vago encantode una tarde nórdica vestida de bruma, te dirán decadente y serás víctima de cuanto Hermosilla roe, zancajos derimador.Al comienzo de tu labor literaria te llamarán los cofrades ya ensayados por el sacro óleo del Tiempo, «esperanzas defuturas glorias»; pero tienes que resignarte a ser una esperanza vitalicia: si sospechan que puedes hacer tambalear sustronos de pontífices, te lapidarán...Para gozar de los favores del público tienes que despersonalizarte, que ingresar al rebaño, que pensar en armonía conla comunidad: nadie te perdonará la irreverencia de permanecer de pie cuando todos rastrean, y el triunfo es, casisiempre, de los que tienen las más flexibles espinas dorsales: para obtenerlo debes inscribirte en las muchas cofradíasdel elogio mutuo, en que se reciben y dispensan títulos literarios.Si vas hacia la muchedumbre a darle, como Cristo, el pan de tu carne y el vino de tu sangre, en tus versos, dirán quemendigas los aplausos de la ignara turba y que estás sediento de glorias de plaza pública; si te encierras en tu yo,como en la torre inaccesible del conde de Vigny, desdeñoso de las modas literarias y de la réclame en boga, tetacharán de ególatra y se hará el vacío a tu alrededor.Los «queridos compañeros», serán tus más fieles detractores. Eso no significa que se abstengan de elogiarte cuandotú puedas pagar el elogio en igual y más valiosa moneda...
La profesión literaria 18
En tan áspero camino irás dejando trozos de tu alma y cuando llegues a la anhelada cumbre -si llegas- serás unprematuro envejecido y los laureles de tu corona te punzarán las sienes como si fueran espinas.Pero, lo más probable, es que mueras poco menos que desapercibido; tu defunción la anunciará, entre un aviso deespecífico yanqui y un suelto de crónica, el diario de que fuiste «asiduo colaborador»: aquello será el epílogo de latragicomedia de tu vida, y debes agradecer -en ultratumba- al Director, que haya suprimido la inserción del réclamede una fábrica de embutidos para dar cabida a tu óbito.Por lo demás, si te abstienes en tu propósito, ten la seguridad de que, soñador incurable, poseso de una santa locura,has de morir con los ojos deslumbrados por la luz de tus sueños imposibles, fijos en la cima ideal donde sonríeaquella divina proxeneta que se llama Gloria.
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A los poetas de mi tierraPor muchos soles, por mucha sucesión de lunas, han resonado nuestras voces en la sacra sella de Apolo, NuestroSeñor; el discorde concierto de las liras, de las arpas, de las trompas, de las guzlas ha volado, como bandadaarmónica de pájaros líricos, bajo nuestro divino cielo de impar belleza, a las cuatro direcciones del infinito. Mas, casisiempre, advirtiose en nuestro canto el eco velado de lejanas voces maestras y extrañas sugestiones guiaron los dedosque tan sabiamente despertaban esas amables músicas, sometidas a pautas ajenas.¿Os acordáis? Eran las fastuosas fiestas de Versalles, las soirées de las palatinas elegancias, el Grand Trianon, bazarde las aristocracias extintas, las sonrisas de las marquesas Pompadours, los minuets y las gavotas ritmadas a un airecortesano de Scarlatti o Couperin, los cabellos empolvados que copiaban las cornucopias de oro, las siluetas casiaéreas de exquisitas languideces que Watteau, Fragonard o Creuzo aprisionaron, con toda su vaporosa gracia, entelas admirables.¿Os acordáis? Eran los boscajes de bellorita húmeda, en las tardes rosalinas, las desnudas rondas, los tibios muslosde Calixto, las siete cañas -oh, adorable Sirinx! del dios-sátiro, las armoniosas caderas de Hermafrodito, el rapto delas ninfas, la cuadriga radiosa del hijo de Hiperión, los venustos cuellos, los lirados brazos de ebúrnea morbidez, losgalopantes centauros: toda la fábula amable del pueblo selecto; de la Hélade dulce de Palas Atenea, al Musageta yAfrodita.¿Os acordáis? Era el Oriente de las ensoñaciones: las reinas impúdicas, temblorosas de febriles deseos bajo lastúnicas consteladas de pedrería, los cuerpos reales macerados en perfumes, las balanceantes caravanas, los tetrarcasnutridos de crueles voluptuosidades, la humareda aromática de los pebeteros, las rizadas barbas de los tiaradospríncipes de Assur y Nínive, de los rajás de las mil y una nochescas Indias, de los magnates de los fabulososcalifatos. Y los remotos países del sol naciente: las niñas pálidas, de ojos oblicuos y pies increíbles, los cornígeroscascos de los samurais, las visiones de Ou-ta-ma-ro, las sugerentes figuras de O-ku-say, el cerezo florido de losparques minúsculos, rodeando las pagodas parecidas a tazas de porcelana en el misterio de la tierra legendaria queoyó a Confucio las prédicas vespertinas; las ondulosas espirales de humo de la buena droga que da la paz, laserenidad espiritual, la sabiduría.Todo el Mito: en cortejo interminable del Ayer legendario; la teoría ingenua o espantable, trágica o sonriente de laFábula.Y fuimos, como niños deslumbrados, recogiendo en nuestras pupilas cándidas, de hombres sin pasado, las visionesdel museo de las gracias difuntas, de los poderes dormidos en seculares sueños.Y donde el Tiempo díjonos: ¡Adora! inclinamos piadosos las cervices. Y donde dijo: ¡Arrodíllate y reza! doblamoslas rodillas. Venite adoremus, clamábamos, en el umbral de la Historia, a las sombras empalidecidas de los diosesdifuntos. Y el pedestal de todos los ídolos, y las peanas de todos los iconos, supieron de nuestros ósculos.
A los poetas de mi tierra 19
Más, la voz áurea de los nuevos clarines anuncia, amigos, el santo advenimiento de todos los días. Heme de retornodel Archipiélago que recorrí en la trirreme del orfebre de Los trofeos; de retorno de la Hélade a que guiome elmarmóreo Leconte; del país de los arrozales y los yamenes que visité con Téophile, «mago perfecto de las Letras»;de la Thulé brumosa, poblada de ligeras sombras de almas, a do fui en el yatch ligero del sibilino Stéphane de laHerodiade; del Versalles diciochesco del galante satanida, nuestro padre Verlaine...Y tienen mis labios el sabor amargo de las heces de todos los vinos y el Hada Curiosidad ya no me sonríe tentadora;porque llevo el alma triste del fin de todas las fiestas carnales.Pero hay, Hermanos, una divina ventura que tentar.Os hablo en nombre del ancho azul que auspicia nuestros alados sueños; en nombre de nuestras selvas, donde floreceel prodigio, y de nuestros bosques en continuo parto de maravillas; en nombre de nuestros ríos, que ciñen plateadosanillos al dorso desigual del Colombino Continente; en nombre de las espesuras fragantes que respiran aromas tanintensos que son un placer doloroso para los sentidos exasperados; en nombre de los nidos musicales en que lospájaros se columpian tal un ramillete de trinos; en nombre del Cotopaxi, mirador de los Andes, y del Chimborazo,que sintió en la testa nívea el pie del sublime Simón, padre de Naciones; y del Pichincha, donde la espada fúlgida delhéroe escribió, con la sangre de un efebo mártir, la última página de la Ilíada libertadora.Nuestro pasado es Palenke, Utlatán, Imbaya y la antigua Quito. Bolívar supera mil veces al deiforme Aquiles; Sucrees más que el raptor de Helena; Calderón vale Ayax.No es el Taigeto más bello que el monte patrio cuya elegancia gótica se yergue como un altar de la enorme Basílicade mármol níveo de los Andes; ni la vetusta pirámide de Cheops tiene mayor prestigio de belleza que el inmensoCotopaxi, monstruoso diamante pulido en cono por un celeste artífice; ni eres -Oh, Ganges, estremecido por losavatares de las viejas razas de las oscuras teogonías- lo que nuestro armonioso río oriental, ese místico Amazonasque se encrespa sobre triclinio de oro, como el azteca emperador en su lecho flamígero.Nuestros son las venusinas palomas, los cóndores de acerado pico y garra corva y el águila emblemática, golada dearmiño, que asciende en ansias de abanicar el sol; nuestros los elásticos tigres de no menos gracia flexible que losque siguieron al carro de Baco, en su retorno de las Indias, en los mitológicos desfiles dionisíacos; y los esbeltoscorceles de piel corruscante y alígero galope; y las mariposas, miniaturas del iris, con toda la gama cromáticatemblándoles en el peluche, espolvoreado de sol, o brillante de luna, de sus alitas frágiles.Que el sol de América desvanezca, en una esfumación de incoloras nubes, los pálidos fantasmas del cortejo de lospretéritos siglos. Y sea el nuestro el idioma divina del eterno Dolor, del Amor eterno.Y cantemos nuestros cielos, más pródigos de astros, más millonarios de constelaciones que los lejanos cielosnórdicos; nuestro sol, que es más sol que los empalidecidos astros de las islas de las heladas brumas; nuestros árboles-enormes liras que pulsa el Beethoven iracundo del huracán, el suspiroso Chopin del viento del crepúsculo, elsusurrante Schumann de la brisa de la mañana. Cantemos -rapsodas y líridas- las hazañas de aquellos que fatigaron alas alas de la Victoria y para cuya grandeza es paupérrimo el bravo idioma de Castilla, este prócer idioma, sonorocomo el rebote de las lanzas de los escudos broncíneos de los conquistadores.Cantemos la faz rosada de nuestra Aurora y el rostro dulcísimo, velado por una tristeza innominable, de nuestroCrepúsculo; y el Mediodía en que el éter vibrante hace un halo de oro a cada cosa; y nuestra Noche, rubia reina quearrastra, por las salas del infinito, su larga túnica bordada de perlas y diamantes.Cantemos las rutas desconocidas del Futuro; cantemos al Futuro, intacto vientre en que se incuban los brillantesdestinos del porvenir.Y bajo el azul baldaquino en que escriben los astros su pitagórico abecedario de signos luminosos, resuene la sonoraorquesta, que canta la espléndida apoteosis de la Raza hija del sol, de los antiguos capitanes progenitores de laLibertad del Continente, de los artistas, de los profetas, de los mártires, de los conductores de pueblos y loscazadores de hombres: de Calderón, de Olmedo, de Rocafuerte, de Llona y de Montalvo.
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Hacia la luz lejana 20
Hacia la luz lejanaHasta el retiro donde, en laboriosas vigilias, cincelo, con paciente amor de orífice mis gemadas custodias, miscálices, combados armónicamente, como la cadera de Calixto, mis joyantes copones -para contener el vino purpúreode mi corazón, en la celeste misa diaria celebrada en la silla del Arte- me llega vuestra voz, vuestra fina voz colmadade juvenil ternura, anunciando que, una vez más, la falange apolínea se lanza, a golpes de ala de Pegaso y Clavileño,como nuevos cruzados, a la conquista de la jerosilimitana ciudad de la Gloria, donde erige sus cúpulas, de mórbidascurvaturas de senos jóvenes, la catedral del Verso.Y vuestra pura voz de adolescentes líricos, trae a mi juventud, inclinada en gesto meditativo, la visión intacta deaquellas horas primeras de la iniciación, cuando paseaba por los claustros del Colegio mi gesto indolente deprematuro melancólico y desmadejaba, en el Gimnasio, mis melenas de tinta, anubarradas en mi frente donde losensueños recién nacidos ensayaban su vuelo, con las débiles alas de las estrofas primogénitas.No es, en verdad, la hora propicia para que el Cisne -símbolo de la Belleza Pura- fíe al eco de los bosques dormidosla música, llorosa o letífica, de sus crepusculares cantos; Calibán atisba en la sombra espesa; y los soñadoresinútilmente esperan ver salir, con el nuevo sol de la mañana, al invicto Caballero, al loco divino, que esgrimiendo «lalanza en ristre todo corazón», liberte a la Princesa Poesía prisionera, por malsines y follones, en hermética torre dealmenado castillo inaccesible.Pero, vosotros, jóvenes amigos, tenéis la fe -que derribó las murallas de la ciudad de Jericó, según el texto de lossagrados libros, y que salva al héroe, al místico y al santo: ella os salve.Vosotros venís escudados de primaveras, millonarios de entusiasmo, vibrantes de anhelos fervorosos, sonrientes yalocados y canoros, como una bandada de gorriones; sois, en los labios de la Patria envejecida, paupérrima ydesangrada, como una luminosa sonrisa prometedora; os nutrís de conocimiento y aún no tenéis el corazónenvenenado por los vinos ponzoñosos de los viñedos de la Vida.Cantad, cantad como carillones de oro que estremece la brisa de Primavera; decid los cantos nuevos, las nuevaspalabras reveladoras; marchad de espaldas a la sombra, en armonioso grupo, unánimes, como los efebos dionisíacosde las metopas, como las canéforas de los bajos relieves, o las vírgenes de rostros magnolinos en la procesión de lasGrandes Panateneas; y, como la divinidad helénica, cortadle a la trágica Medusa del Odio la cabeza horripilante yclavadla en el bronce argentino de vuestros escudos.Que sea vuestra guía la Atenea Promakos, que, desde la áurea colina, presidió los destinos de la metrópoli griega yseñalaba a las generaciones de hombres sabios y bellos la ruta solar -el camino de la gloria hacia el Futuro- con elextremo chispeante de su lanza de oro.El espíritu de Ariel presida, con su invisible, pero cierta presencia, vuestra lírica guerra; sed altos, sed nobles, sedpuros; haceos diamantinos, por la claridad y la firmeza, y acordaos que las almas excelentes, como las piedraspreciosas, deben multiplicar en infinitas irradiaciones, la luz que reciben.Grabad en vuestros blasones, como divisa, el alejandrino de Rubén:
Adelante, en el vasto azur; siempre adelante.Y, si el amigo que estas frases os dice, tiene algún sitio en vuestros corazones, puros de la purísima claridad del alba,sólo os ruega que le recordéis con cariño como a un hermano mayor, como aquel que, liberado ya de las disciplinaspaternales, añora el cordial fuego de la casona familiar y vuelve los ojos nostálgicos al dulce asilo de sueñosprimeros, allí donde escuchó, en horas de revelación, ¡la voz de miel de la sirena del Ideal!¡Que Apolo y las nuevas fraternas inspiradoras os asistan!
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Aniversario (Silva) 21
Aniversario (Silva)Hoy cumpliré veinte años: Amargura sin nombrede dejar de ser niño y empezar a ser hombre;de razonar con lógica y proceder segúnlos Sanchos, profesores del sentido común.Me son duros mis años y apenas si son veinte-ahora se envejece tan prematuramente;se vive tan de prisa, pronto se va tan lejosque repentinamente nos encontramos viejosen frente de las sombras, de espaldas a la auroray solos con la esfinge siempre interrogadora.¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiñay a flor virgen; entonces estaba el alma niñay el canto de la boca fluía de repentey el reír sin motivo era cosa corriente!Iba a la escuela por el más largo caminotras dejar soñoliento la sábana de linoy la cama bien tibia, cuyo recuerdo halagasólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzagade pupilas azules y rubia cabelleraque velaba los sueños desde la cabecera.Aunque íbamos despacio, al fin la callejuelaacababa y estábamos enfrente de la escuelacon el "Mantilla" bien oculto bajo el brazoy haciendo en el umbral mucho más lento el paso,y entonces era el ver la calle más bonita,más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.Y después, en el aula con qué mirada inquietase observaban las huellas rojas de la palmetasonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,de la calva del dómine y su ceño sombrío.Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?Hay tanto que observar en los negros rinconesy, además, es mejor contemplar los gorrionesen los nidos, seguir el áureo derroterode un rayito de sol o el girar bullanguerode un insecto vestido de seda rubia o unamosca de vellos de oro y alas de color de luna.
Aniversario (Silva) 22
El sol es el amigo más bueno de la infancia;nos miente tantas cosas bellas a la distancia,tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Repartetan bien su oro que nadie se queda sin su parte;y por él no atendíamos a las explicaciones.Ese brujo Aladino evocaba visionesde las mil y una noches -de las mil maravillas-y beodas de sueño nuestras almas sencillassin pensar, extendían sus manos suplicantescomo quien busca a tientas puñados de brillantes.Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusay de la cabellera rebelde que rehúsala armonía de aquellos peinados maternales,cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misadominical, y pese a los serios rituales,al ver al monaguillo soltábamos la risa.Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,los besos inocentes que se dan a hurtadillasa la bebé amorosa de diez o doce años,y los sedeños roces de los rizos castañosy las rimas primeras y las cartas primerasque motivan insomnios y producen ojeras.¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!Hoy no es la adolescente mirada y risa francasino el cansado gesto de precoz amargura,y está el alma, que fuera una paloma blanca,triste de tantos sueños y de tanta lectura...!
Canción de tedio 23
Canción de tedio¡Oh, vida inútil, vida triste,que no sabemos en qué emplear!Nos cansa todo lo que existepor conocido y por vulgar.¡Nuestro mal no tiene remedioy por siempre vamos a sufrirla cruel mordedura del tedioy la ignominia de vivir!¡Frívolos labios de mujeresnos brindan su hechizo fatal!¡Infeliz del que oyó en Citeresla voz del Pecado Mortal!Vuelan las almas amorosashacia los ojos de abenuz,e igual a incautas mariposasqueman sus alas en la luz.Pero no tienta al alma míadulce mirar o labio pulcro…Yo pienso en el tercero díade permanencia en el sepulcro.Tras de los éxtasis risueñoscon lunas y aves en la brisa,se deshacen nuestros ensueñoscomo palacios de ceniza.Tened de amor el alma llenay perderéis en la aventura:eso es hacer casa en la arena,como nos dice la escritura.Invariable, sólo el fastidio;siempre es el viejo spleen eterno.El negro lago del suicidioes la antesala del Infierno.Idealiza, ten el anhelodel águila o de las gaviotas;ya volverás al duro suelo,Ícaro con las alas rotas…Un palimpsesto es nuestra vida:
Canción de tedio 24
Dios en él borra, escribe, altera…mas la última hoja es conocida:una cruz y una calavera…Señor, cual Goethe no te pidola luz celeste con que asombras:dame la noche del olvido:yo quiero sombras, sombras, sombras…¡Estoy sediento, no de humanoconsuelo, para mi aflicción:quiero en el lirio de tu manoabandonar mi corazón!¡Como una inútil alimañaque se arroja lejos de sí,anhelo arrancarme la entrañaque palpita dentro de mí!Y con aquella calma fríadel que un principio no ve,iré a buscar mi paz sombríano importa a dónde…, pero iré.
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Danse d'Anitra 25
Danse d'AnitraA Juan Verdesoto
Va ligera, va pálida, va fina,cual si una alada esencia poseyera.Dios mío, esta adorable danzarinase va a morir, se va a morir ... se muere.Tan aérea, tan leve, tan divina,se ignora si danzar o volar quiere;y se torna su cuerpo un ala fina,cual si el soplo de Dios lo sostuviere.Sollozan perla a perla cristalinalas flautas en ambiguo miserere ...Las arpas lloran y la guzla trina ...¡Sostened a la leve danzarina,porque se va a morir... porque se muere!
El alma en los labiosPara mi amada
Cuando de nuestro amor la llama apasionadadentro de tu pecho amante contemples extinguida,ya que sólo por ti la vida me es amada,el día en que me faltes me arrancaré la vida.Porque mi pensamiento, lleno de este cariñoque en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,Lejos de tus pupilas es triste como un niñoque se duerme soñando en tu acento de arrullo.Para envolverte en besos quisiera ser el vientoy quisiera ser todo lo que tu mano toca;ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,para poder estar más cerca de tu boca.Vivo de tu palabra, y eternamente esperollamarte mía, como quien espera un tesoro.lejos de ti comprendo lo mucho que te quieroy, besando tus cartas, ingenuamente lloro.Perdona que no tenga palabras con que puedadecirte la inefable pasión que me devora;para expresar mi amor solamente me queda
El alma en los labios 26
rasgarme el pecho, amada, y en tus manos de seda¡Dejar mi palpitante corazón que te adora!
El encuentroNos volvemos a ver, amada de otros días,casualmente: la vida tiene sus ironíasy nos une, un instante, para que recordemosnuestras horas de abril que perdidas tenemos.Tal vez ni me conoces: el tiempo ha transcurridotan veloz (la mujer es propensa al olvido)y quizás ni recuerdes dónde estuvo alojadotu corazón, por nuevos huéspedes ocupado.¡Cuándo ibas a pensar que en este hombre sombríohallaras al que un tiempo llamaste amado mío:que esta boca, reseca de beber amargura,fuera la que probaron tus labios con hartura,y que a ese que nombrabas mi dueño... vida mía...diga Señor y Usted... ¿Verdad que es ironía?Los dos somos distintos: tú llevas traje largo,yo cambié mi sonrisa con un rictus amargo;después de los dieciocho pienso de otra manera:ya no creo en la Gloria, probable o venidera;eso sí: sigo haciendo mis versos cada día.Yo no puedo llorar, pero mi poesíallora por mí; ¡son dulces y tienen tal encantolas tristezas rimadas, los dolores en canto!Yo creo que las penas algo valen si de ellasconseguimos hacer unas páginas bellas...¿Soy yo mismo, soy yo, el que te amaba antañoquién te ve indiferente?... Fue deplorable engañoel bautizar eterno al frágil amor nuestro,cuando el Tiempo, en la sombra, sonreía siniestro.¡Ay! Nuestro corazón es el mar. ¿Quién augurael color de sus ondas en el alba futura?¿Caprichos?... ¿Veleidades?... ¡Bah!... quizás el encantoestá en la alternativa de carcajada y llanto,estar hoy en un sitio y mañana estar lejos,y verse en nuevas almas como en nuevos espejos...,
El encuentro 27
¡Ah!, cabecita loca, alma pueril y vanaque eternizar pretendes la abrileña mañanay detener el tiempo con tu manita leve:¡ni con todos tus soles fundirás esta nieve!...Y bien, ¡adiós! me vuelvo a mi sombra, a mi oscurocuchitril de poeta, donde vivo segurode que nadie me quite mi dolor, donde puedosoñar, llorar un poco, sin que me asalte el miedode ser cursi... Tú, sigue haciendo la existenciamenos amarga, con tu adorable presencia,al prendista tu esposo... Me voy antes que hiele(tu marta cibellina reta a los fríos, huelea Dame en noir tu cuerpo tibiecito...). ¡Ah! chiquilla¿qué tiene si nos marcháramos los dos a mi boardilla?
El preceptoDeja la plaza pública al fariseo, dejala calle al necio y tú enciérrate, alma mía,y que sólo la lira interprete tu quejay conozca el secreto de tu melancolía.En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,pero su aroma nos embriaga todavíay la empañada luna del Recuerdo reflejalas arrugas del rostro que adoramos un día.Y todo por vivir la vida tan de prisa,por el fugaz encanto de aquella loca risa,alegre como un son de campanas pascuales,por el beso enigmático de la boca florida,por el árbol maligno cuyas pomas fatalesde empozoñadas mieles envenenan la Vida.
La fuente triste 28
La fuente tristeI
Al par te implora y te mimaen mi canto, mi tristeza:te solloza cada rimay cada estrofa te besa.II
Dices que no tienen motivo mis penas,pues las lloro mías cuando son ajenas...¡Ay!, ese es mi encanto:llorar por aquellos que no vierten llanto.III
Como Dios me ha dado don de melodíaen música pongo mi melancolía:que el llanto mejores ése que recuerda con dulce rumor.IV
Cuando mi tributo reclames —¡oh, Muerte!—dulce reina mía, ¿qué podré ofrecerte...?¿Te daré mis alas...? ¡Ay!, pero mis alasmancharon de cieno las pasiones malas.¿Te daré mi llanto...? Mi llanto, bien sé,como lo prodigo, que ni eso tendré.Mas, como algo puedes, te dará mi amorlo único que tengo propio: mi dolor.V
Ya me ofrezcan rosas o me den espinasyo bendigo siempre tus manos divinas.Corazón del que ama es como la rosa:perfuma la mano de quien lo destroza.VI
Hora en que te conocí,hora de Anunciación,hora azul en que cantabala alondra de la Ilusión;hora de armiño y de sedasobre la que Dios bordótu monograma y el mío
La fuente triste 29
en el telar del Amor.VII
El mundo jugó en mis sueños,la Mujer con mi corazóny la llama de mi fe, pura,sopló Satán y la apagó.Y, pues, Mundo, Demonio y Carneen mi alma vertieron su hiel,cuando venga por mí la Muertepoca cosa tendré que hacer.VIII
En vano es que tu clara risa de orome intente consolar... y, aunque lo pueda,hoy mi tristeza es mi único tesoroy, si tú me la quitas, ¿qué me queda...?IX
No despiertes sorprendidade que amanezca a tal hora:se ha adelantado la Aurorapara mirarte dormida.X
Fuera el mayor embelesode mi réproba alma locair al Edén de tu bocapor el camino del beso.XI
Tan levemente resbalassobre la asiática alfombraque mi ternura se asombrade no mirarte las alas.XII
Por tu desdén se conviertetoda caricia en heriday tu mirada es la vida...pero a mí me da la Muerte.XIII
La enfermedad que yo tengomi corazón sólo sabe;como él nunca la dirá,
La fuente triste 30
nunca ha de saberla nadie.La sabe el claro de lunay el parque gris: ¡preguntadles...!La sabe el viento que pulsalas liras crepusculares...Mis versos la están diciendoy no la comprende nadie...La enfermedad que yo tengoen silencio ha de matarme.XIV
Mi corazón goza en tuspupilas de noche inertela dulzura de la muerteen un abismo de luz.
La extraña visitaPor la noche la Muerte las alcobas visitadonde dormimos nuestros apetitos bestiales y,buen vendimiador, los frutos escogitade sus vendimias eternales.Una vez a mí lado llegó calladamentey, cual si fuera un miembro próximo de la familia,me acarició las manos y me besó la frente;y yo comprendí todo...Y, desde esa vigilia,ella marcha conmigoy se acuesta en mí lechoy su mirar oscuro toda mi vida abarca...¿No ves, por mi actitud, que estoy como en acechodel rumor con que boga su misteriosa barca?
Lamentación del melancólico 31
Lamentación del melancólicoNo alegra la sabiduría...
No alegra la sabiduría,porque la pena es conocery causa la melancolíanuestra sola razón de ser.El prurito de analizarnos ha perdido,y el huracán del anhelarlanzó nuestra nave en el Mardesconocido...En la actitud del que ya nada espera...
¡En la actitud del que ya nada esperanos embriagamos de teorías vagas,soñando hacer brotar la Primaverade la infección de nuestras propias llagas!...¡Señor, contra tu Ley pecado habemosy, en vez del alma dulce que nos diste,en el día final te ofreceremosun corazón leproso, viejo y triste!...Dulce Jesús, comprendo...
Dulce Jesús, comprendo: toda sabiduríaque de ti nos aleja causa nuestra amargura,y nuestras alas débiles sobre la tierra oscura,se agitan vanamente hacia el eterno día.¡Nuestra mentira, nuestra verdad: cuánta ironía,ante el amor que pasa y el dolor que perdura,hasta venir la Reina cuya región sombríaempieza donde acaba todo lo que no dura!...Yo también como tú, por piedades divinas,tengo mi cruz y tengo mi corona de espinas,una sed infinita que mitigar no puedo.Y como tú, sollozo, Jesús crucificado:Padre mío: ¿por qué me habéis abandonado?Sufro tanto..., estoy solo, Señor..., y tengo miedo.
Lo tardío 32
Lo tardíoMadre: la vida triste y enferma que me has dadono vale los dolores que ha costado;no vale tu sufrir intenso, madre mía,este brote de llanto y de melancolía!¡Ay! ¿Por qué no expiró el fruto de tu amor,así como agonizan tantos frutos en flor?¿Por qué, cuando soñaba mis sueños infantiles,en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles,de un ángulo del cuarto no salió una serpienteque, al ceñir sus anillos a mi cuello inocente,con la flexible gracia de una mujer querida,me hubiera libertado del horror de la vida...?Más valiera no ser a este vivir de llanto,a este amasar con lágrimas el pan de nuestro canto,al lento laborar del dolor exquisitodel alma ebria de luz y enferma de Infinito!
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Se va con algo mío 33
Se va con algo míoSe va con algo mío la tarde que se aleja;mi dolor de vivir es un dolor de amar;y al son de la garúa, en la antigua calleja,me invade un infinito deseo de llorar.Que son cosas de niño, me dices; quién me dieratener una perenne inconsciencia infantil;ser del reino del día y de la primavera,del ruiseñor que canta y del alba de Abril.¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;—trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora—como la flor que aroma la vida y no lo sabe,como el astro que alumbra las noches y lo ignora!
Soneto (Silva, 2)Llamé a tu corazón… y no me has respondido…Pedí a drogas fatales sus mentiras piadosas…¡En vano! Contra ti nada puede el olvido:¡he de seguir esclavo a tus plantas gloriosas!Invoqué en mi vigilia la imagen de la Muertey del Werther germano, el recuerdo suicida…¡Y todo inútilmente! ¡El temor de perdertesiempre ha podido más que mi horror a la vida!Bien puedes sonreír y sentirte dichosa:el águila a tus plantas se ha vuelto mariposa;Dalila le ha cortado a Sansón los cabellos;mi alma es un pedestal de tu cuerpo exquisito;y las alas, que fueron para el vuelo infinito,¡como alfombra de plumas están a tus pies bellos!
Ernesto Noboa y Caamaño 34
Ernesto Noboa y Caamaño
Ficha de: Ernesto Noboa y Caamaño
Ernesto Noboa y Caamaño(Guayaquil, 1891 - Quito,
1927)Poeta ecuatoriano.
Véase también...
Sus obras literarias
Biografía
Índice de autores
Todas las obras originales de Ernesto Noboa y Caamaño se encuentran en dominio público, pues susderechos de autor han expirado. Esto es aplicable en los Estados Unidos y en los demás países donde el
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Obras•• Romanza de las Horas (1922)
Arturo Borja 35
Arturo Borja
Ficha de: Arturo Borja
Arturo Borja(1892 - 15 de octubre de
1912)Poeta ecuatoriano.
Véase también...
Sus obras literarias
Biografía
Índice de autores
Todas las obras originales de Arturo Borja se encuentran en dominio público. Esto es aplicable en todo elmundo debido a que falleció hace más de 100 años. Las traducciones de sus obras pueden no estar en
dominio público.
Poesías• La flauta de ónix (1920)Poesías inéditas o incompletas
Ordenadas alfabéticamente. Se indica en cursiva el primer verso.
• A Misteria (¡Oh, cómo te miraban las tinieblas)• Dos viajes (Mes de alegrías. Brisas de aromas)• Era un sueño (Era un sueño muy dulce y lejano...)• Idilio estival (Vistió mi juventud oro y brocado)• Lola, para que cante yo todos tus tesoros... (Lola, para que cante yo todos tus tesoros)• Soñación (Pálida, en la penumbra de un fugitivo ensueño)
La flauta de ónix 36
La flauta de ónix
La flauta de ónixde
Arturo Borja
ÍndiceEpístola
Vas LacrimaePor el camino de las quimeras
Rosa líricaMi juventud se torna grave...
Melancolía, madre míaA Lola Guarderas de Cabrera
Visión lejanaPrimavera mística y lunar
Voy a entrar al olvidoMemento musical
Bajo la tardeMadre locura
Para mí tu recuerdoEn el blanco cementerio
C. ChaminadeAria galante
Mujer de brumaPoemas
Ciprés en la tumba de Arturo Borja
Ofrenda de rosasFeliz tú, hermano mío
(1920)
A Misteria 37
A Misteria¡Oh, cómo te miraban las tinieblas,cuando ciñendo el nudo de tu abrazoa mi garganta, mientras yo espoleabael formidable ijar de aquel caballo,cruzábamos la selva temblorosallevando nuestro horror bajo los astros!Era una selva larga, toda negra:la selva dolorosa cuyos gajosechaban sangre al golpe de las hachas,como los miembros de un molusco extraño.Era una selva larga, toda triste,y en sus sombras reinaba nuestro espanto.El espumante potro galopabamojando de sudor su cansancio,y ya hacía mil años que corríapor aquel bosque lúgubre. ¡Mil años!Y aquel bosque era largo, largo y triste,y en sus sombras reinaba nuestro espanto.Y era tu abrazo como un nudo de horcay eran glaciales témpanos tus labios,y eran agrios alambres mis tendones,y eran zarpas retráctiles mis manos,y era el enorme potro un viento negrofurioso en su carrera de mil años.Caímos a un abismo tan profundoque allí no había Dios: montes lejanoslevantaban sus cúspides, casqueadasde nieve, bajo el brillo de los astros,[1]
[1][1] A causa del suicidio del poeta, el poema ha quedado para siempre inconcluso.
Dos viajes 38
Dos viajesMes de alegría. Brisas de aromasy melodías tuvo al llegar;galas variadas las mariposas,pureza el fuego, grandeza el mar;y esas lágrimasque no son tristes,¡la mocedad!Mes de tristeza. La calaveratuvo el misterio en su mirar;monotonía los arenales,fin presto el humo, pena el llegar;y esa sonrisaque no es alegre,¡la ancianidad!
Era un sueñoEra un sueño muy dulce y lejano...En la verde y floreada alamedacon la vaga tristeza de un pianose juntaba el frúfré de tu seda.El camino era largo; las flores,se inclinaban, la luna dormía,despertaban mis locos amoresde una vieja y letal atonía.¡Oh, qué larga, qué triste avenida!y ninguno pensaba en el viaje,yo llevaba tu mano cogidabajo el claro lunar del paisaje.Entonaba un dulcísimo anheloen mi ser su florida cantata...[1]
[1][1] El resto de la hoja que contenía al poema fue arrancado.
Idilio estival 39
Idilio estivalI
Vistió mi juventud oro y brocado.En su copa de púrpura embozada,la mano sobre el pomo cinceladode su sutil y florentina espada,la blanca pluma del chambergo al viento,al luar de las noches estivalesbajo la esbelta ojiva de un conventomustió sus primeros madrigales.Y hubo una faz seráfica y radiosaque tras la floreada vidrierale escuchaba llorando silenciosa.Y hubo una escala lírica tejidacon hilos de la rubia cabelleraante las plantas de Jesús caída.II
Sobre el jardín deshoja el mediodíasu guirnalda de púrpura y de oro,mientras eleva el surtidor sonorosus penachos de viva pedrería.Fermenta el aire la embriaguez del vino.Entre los labios la palabra muerede pereza, y al sol el nardo adquiereun acre olor a sexo femenino.Arde el jardín en la estival hogueray en su gran pebetero se consumetodo el aroma de la Primavera.Y en su jardín de carne solitarioquema en él la Vida su perfumecomo en las brazas de un gran incensario.III
¡Alma, que vienes a mis reinos, llegadesnuda de cualquier mortal empeño,y en holocausto de mi amor entregael virginal perfume de tu ensueño!Vendrás a mis alcázares de oropor los largos caminos visionarios.
Idilio estival 40
Te conduce una estrella, y un tesorode gemas portas en tus dromedarios.Mi lámpara encendí, pero aún no mirofulgir el aúreo velo que te visteen medio de las sombras nocturnales.Mas ya en las brisas del jardín aspiroel perfume de nardos con que ungistetu cuerpo para nuestros esponsales.IV
Cuando tiendo mis brazos a tu cuello[1]
[1][1] A causa del suicidio del poeta, el poema ha quedado para siempre inconcluso.
(Lola, para que cante yo todos tus tesoros...)Lola, para que cante yo todos tus tesorosnecesito el aperitivo que regenera,las lejanías glaucas de una feraz praderay el geométrico ritmo de los antiguos coros...La pedrería exótica, los esmaltes, los orosque prestigian la gracia de tu helénica poseserán en mis versos desusados, y no sesentirán palpitantes desechando decoros.Y así, pido una venia para este pordioserode belleza, siguiendo los cortesanos ritos:Yo, que vivo soñando, no siento que me muero...Quiero decir un verso pulido y diamantinotodo el prestigio helénico[1]
[1][1] A causa del suicidio del poeta, el poema ha quedado para siempre inconcluso.
Soñación 41
SoñaciónPálida, en la penumbra de un fugitivo ensueño,igual que un lirio triste al claror de la luna,te miré en una noche, desnudando el sedeñoropaje coronado por tu melena bruna.Me acerqué... Desflorando mi boca tu risueñopudor (¡oh, primavera!), te quise y fuiste mía.Tus esquivas caricias son sólo un loco sueñoque ahuyenta lo brumoso de mi melancolía.Y aquel sueño de aquella fugaz noche —la sola—noche que en mi bohemia tiene aroma de amoresen un sabio nepente que aloja mis dolorestrayéndome entre nardos la mística coronadel alma de tu carne, y brillando felinainfinita y enorme: tu mirada divina.Enero 1904
El árbol del bien y del mal
El árbol del bien y del malde
Medardo Ángel Silva
ÍndiceLa investidura
(1915)Las voces inefables
(1915-1916)Al Angelus
Crepúsculo de AsiaHora santa
La respuestaJunto al mar
Vesper marinoLa muerte perfumada
IntermezzoPreces de la tarde
Estancias(1914)
El árbol del bien y del mal 42
I - II - III - IV - VVI - VII - VIII - IX - X
XI - XII - XIII - XIV - XVXVI - XVII - XVIII - XIX - XX
XXI - XXII - XXIII - XXIV - XXVXXVI - XXVII - XXVIII - XXIX - XXX
XXXI - XXXII - XXXIII - XXXIV - XXXVLibro de amor
(1915-1917)El templo
TapizVotosVelada
Sin razónCiteres
PretéritaHoja de álbum
Romanza de los ojosVoces en la sombra
AmadaPhilosophia
Estampas románticas(1915)
I - II - III - IV - V - VIDivagaciones sentimentales
(1915-1916)I - II - III - IV - V
Otras estampas románticas(1916)
I - II - III - IVBaladas, reminiscencias y otros poemas
(1916-1917)Balada del infante loco
Balada de la melancolía otoñal Reminiscencia griega
Reminiscencia siglo XVIII Envío
Amanecer cordial Danza oriental
Revelación Un cuento
La primera estrella Amanecer
La libertadora Fiesta cromática en el mar
La emperatriz
El árbol del bien y del mal 43
Aparición Suspiria de Profundis
(1917)El tesoroLas hadasEl cazador
Ofrenda a la MuerteLas alas rotas
De Profundis ClamaviInter Umbra
Poema de la carneSoneto de Otoño
El viajero y la sombraEl alba de Jesús
Lo tardíoLa noche
Canción de tedioFin
(1918)
La investiduraSi, inspirado por Hari, tu espíritu se deleita
con la voluptuosidad literaria, si el arte de losjuegos de amor suscita tu curiosidad, enton-ces, escucha, suaves, fáciles, adorables, esta
serie de palabras...JAYADEVA — (El Gita-Govinda)
Fue en un poniente mágico de púrpura y oros:con música de brisas en los pinos sonoros,rítmicas desfilaban las horas, al ocaso,tal una ronda griega cincelada en un vaso;un terciopelo verde parecía la pampay el cromo era lo mismo que una eglógica estampa.Escuchaban los valles la Palabra Infinitacon que Él habla a las cosas:a las humildes yerbas, a las rosas,al león de aceradas zarpasy al Viento que sacude la orgullosa florestay dirige en las sombras la polífona orquestadel bosque, en un concierto de medio millón de arpas...¿Cómo me hallé de súbito en la selva —que fuera,por lóbrega y sin rutas, hermana de la obscura
La investidura 44
selva que Dante viera—?Yo no sé. Como un niño temblaba de pavura;en mis carnes hundía sus ventosas el Miedo,tal un informe pulpo. Llegaba hasta mi oídoun confuso remedode llanto, de blasfemia y de rugido.Mil insectos charlaban en gangosos dialectos,y al desplegar la seda de sus galas,piedras preciosas con alaseran en la penumbra los insectos.Flexibles bayaferas fingían las exóticasflores, de cuyos pétalos obscurosse exhalaba un aliento de fragancias narcóticasque a las bestias sumían en ensueños impuros.En el ambiente Cálido, como un remordimiento,se escuchaba el reptar de invisibles gusanos;—un rumor de fermento,que a las bestias sumían en ensueños impuros.Las lianas se envolvían a los troncos macizos,desplegando en sus curvas femeniles hechizos,dando a sus movimientos perversas inflexionesy simulando, en torpes convulsiones,los lúbricos espasmos del Deleite...Y eso, a una lumbre lívida de lámpara de aceite,tomaba ante mis ojos aspectos inauditoscuando, como un relámpago miré pasar tropelesconfusos y oí los rudos gritoscon que azuzaban en el bosque ocultosus ágiles lebreleslos manes de la Envidia y el Insulto...Pero triunfó mi espíritu en la artera emboscaday arrojé, como un lirio sobre un agua estancada,sobre ellos la silente piedad de una mirada.Y, tal un Amadís de la moderna Gestaseguí, bajo el asombro mudo de la floresta...¡Oh! Entonces contemplaron mis ojos extasiadosla sacra maravilla del rostro de la Diosay viéronla mis locos sentidos prosternadoscon la diadema augusta sobre la frente rosa.
La investidura 45
Tenía en sus pupilas toda sabiduría,de sus manos brotaban los designios eternos,como un ave en su nido la sagrada Harmoníaresidía en sus labios. ¡Su mirada vertíaluz en los tenebrosos ventisqueros internos!¡Oh, celeste prodigio! De fulgores solarestejió el Supremo Numen su inmaculada veste.Sus senos palpitaban como tranquilos maresde pentélico mármol. ¡Oh, prodigio celeste!Y en el aire sutil su acento indescriptible,su voz, como no oyeran nunca oídos mortales,vibró tal un milagro de dulzura imposibleen un triunfal repique de sonoros cristales:"Lírico adolescente, ve a cumplir tus empeños;que tu espíritu sea una candente pira;musicaliza tus ensueños;sé divino por el alto don de la Lira.En el rosado cáliz que aúreas mieles rebosada de beber a tu alma sedienta de ideales;¡Psiquis es una mariposaque, al revolar, se posasobre la carne rosada de las rosas carnales!Sé ingenuo, como el agua de las puras cisternaso el remanso que copia todo el celestecielo;y así verás triunfar la aurora de tu anheloy será tuyo el reino de las cosas eternas.Y salvarás las duras verdades metafóricasdel hondo abismo de Ti mismoy escucharás las claras músicas pitagóricasdesde la noche de tu abismo...La fuente de Hipocrene surte dentro de ti;duerme Pan en el pecho noble del adanidaauscúltate en la sombra, mírate, lee en Ti;¡como en un libro abierto de Verdad y de Vida!¡Calla al interrogante del Porvenir que ofusca,yérguete alto y sereno en la gracia del día rosa;y, en toda cosa,eternamente buscala Harmonía, la Harmonía, la Harmonía...!"
La investidura 46
Así dijo la Diosa...En éxtasis devotomi espíritu escuchó la divina enseñanza...Al levantar los ojos, miré el encanto roto;la visión se esfumaba en la azul lontananza.La selva parecía un corazón inmenso,los dulces frutos de oro lloraban ambrosía,respiraba la Tierra un como leve incienso.¡Yo estaba de Ti lleno, augusta Poesía!Entre los arabescos de las ramas floridasen que el rocío era un diamantino lloro,estaban las estrellas esparcidascomo un reguero de átomos de oro.¡Y, al estrellar sus ímpetus en rocas,para delectación de la floresta,el río completaba aquella orquestade ramajes, de brisas y de bocas...!La absorta muchedumbre desde entonces me ha visto—los ojos encendidos por la sagrada fiebre,la frente coronada de espinas como Cristo,las manos temblorosas de melenudo orfebre—desdeñando las fútiles cosas del Universo,consagrar mi existencia al apolíneo rito;así tiene mi vida la harmonía de un versoy es rítmico sollozo lo que naciera grito.E indiferencia al Tiempo y al Dolor peregrinapor la ignorada senda mi espíritu romero,mientras, en la asechanza en la sombra asesina,¡vanamente me envía sus flechas el Arquero!
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Al Angelus 47
Al AngelusAtravesó la obscura galería...Al Angelus... llamaban al rosario...la religiosa voz del campanariovibraba en la quietud de la Abadía.En sus manos de nácar oprimíael viejo Kempis o el Devocionario...La luz de un aceitoso lampadariodelató su presencia en la crujía...Se vio palidecer su faz de nardohablaba de Eloísa y Abelardoel llanto que la fuente diluía.Y la Sor que en el mundo fue princesa,inclinando la pálida cabeza,atravesó la obscura galería.
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Crepúsculo de Asia 48
Crepúsculo de AsiaVírgenes rosas inclinaron haciatus cabellos la red de sus pistilosal beso de los astros, intranquilos,por tus pupilas húmedas de gracia.Tal una araña que a la luz espacialas traidoras urdimbres de sus hilos,se proyectó la sombra de los tilosen tu balcón de vieja aristocracia...Trémulas al prodigio de tu encanto,como anegadas en celeste llantote contemplaron las estrellas fijas.¡Y era un triunfo de reinas diademadasen las Mil y Una Noches perfumadasdel mundo sideral de tus sortijas!
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Hora santa 49
Hora santaLos espejos de límpida miradacon una voluptuosa complacenciacopiaban tu imperial magnificenciade blondes y de seda perfumada.Las bujías de ardiente llamarada,en el salón de asiática opulencia,fingían, circundando tu presencia,los ojos de una fiera hipnotizada...Un llanto largo y musical vertíaChopin en una rara melodía...huyeron ritmos como sueños vanos...Flotó un perfume de yacentes lilas...¡y ante la inmensidad de tus pupilasdejé mi corazón entre tus manos!
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La respuesta 50
La respuestaMuda a mis ruegos, impasible y fría,en el sofá de rojo terciopeloun pálido jazmín hecho de hielotu enigmático rostro parecía.La hostia solar, en roja eucaristía,se ocultaba en el mar; y, al dulce cielo,el divino Chopin su desconsueloen un sollozo trémulo decía.Y cuando, por oír esa palabraque eternos lutos o venturas labra,te hablé de tu desdén y mi agonía,con ademán de reina mancilladame clavaste el puñal de tu mirada,muda a mis ruegos, impasible y fría.
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Junto al mar 51
Junto al marUna anemia de lirios otoñalesse deshojaba en la amplitud marinay la vibrátil onda cantarinarecitaba exquisitos madrigales.Y era que en un arpegio de cristaleselogiaba tus gracias de Infantinay tu perfil de emperatriz latinanimbado de fulgores ideales.De pronto se borraron los confines;un eco de lejanos burcelinesrasgó los terciopelos de la bruma.Y soñando en tus manos irrealesen las arenas deshojó la espumauna anemia de lirios otoñales.
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Vesper marino 52
Vesper marinoRugió el lascivo mar a la manerade un sátiro de barbas temblorosas,al poner tu presencia en la riberasu gracia peculiar sobre las cosas.Joyas raras y sedas olorosasprestigiaban tu dulce primaveray al deshojarse tus palabras eracual si estuvieran deshojando rosas.Hubo un silencio de éxtasis en todo...el mar violento suspiró a su modo...lloraron en la niebla las esquillas...Y me halló de rodillas el Ponienteviendo abrirse los astros dulcementeen el cielo otoñal de tus pupilas.
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La muerte perfumada 53
La muerte perfumadaConvaleciente de aquel mal extraño,para el que sólo tú sabes la cura,como un fugado de la sepulturame vio la tarde, fantasmal huraño.Segó mis dichas la Malaventuracomo inocente y cándido rebañoy bajo la hoz de antiguo desengañoagonizaba mi fugaz ventura...Cual destrenzada cabellera canala llovizna ondeó tras la ventana...Y aquella tarde pálida y caducasentí en mi dulce postración inertela bella tentación de darme muertetejiéndome un cordel con tu peluca.
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Intermezzo 54
IntermezzoLa seda de tus lánguidas pestañasa proteger tus ojos descendía,ante la encantadora bicromíade las aristocráticas arañas.Un solemne mutismo de campañasal Vesper nuestras almas invadía;y, de súbito habló la melodíacon un dulzor de pastoriles cañas...Para escucharla, se detuvo el viento...a la maga caricia de su acento,vibró tu carne de escultura, viva;la noche se durmió en tu cabelleray besando las lilas de tu ojera,se perfumó una lágrima furtiva.
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Preces de la tarde 55
Preces de la tardeTules de nieblas sobre las campañasvelaban los contornos de la quintay ascendía, en la tarde de aúrea tinta,la égloga suspirante de las cañas.Desenrrollaba su monstruosa cintala negra procesión de las montañasy evocaba el temblor de tus pestañasnuestra felicidad por siempre extinta.Entre las sombras, un gemir de esquilasanunciaba las horas dolorosas...vagaron por el prado tus pupilas...Y, a punto de elevar sus oraciones,tus labios se encendieron con las rosasdivinas de las Transfiguraciones.
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Estancias: I 56
Estancias: INota: Poema número I de El árbol del bien y del mal
Aquella dulce tarde pasaste ante mi vistasoberbia, en el decoro de tu vestido rosa;inefable, irreal, melodiosa, imprevista,como si abandonara su plinto alguna diosa.Y perfumando la hora de lilas, te perdisteal fondo de la calle, cual tras una áurea gasa...mis ojos te seguían, ¡con la mirada tristeque lanza un moribundo a la salud que pasa!
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Estancias: IINota: Poema número II de El árbol del bien y del mal
Se han unido la hora, el piano y tu cuerpo para hacerme morir de nostalgias fragantes.
JUAN RAMON JIMENEZ
¡Qué rosas de armonía deshojas a la tarde,cuando sobre las teclas -lirios blancos y negros-insinúan tus manos, en un lírico alarde,las finas carcajadas de los locos allegros!La agonía del sol pone de oro la estancia...los verdinegros árboles son vagamente rojos...y, desde el corazón -búcaro de fragancia-¡sube un dulzor de lágrimas que hace nublar los ojos!
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Feuille d'album 57
Feuille d'albumNota: Poema número III de El árbol del bien y del mal
Tienes esa elegancia lánguida y exquisitade las pálidas vírgenes que pintó Burne Jones;y así pasas, como una visión prerrafaelita,por los parques floridos de mis vagas canciones...Y si el cielo azulado tu mirar extasiacuando el poniente riega sus fantásticas flores;eres como esos ángeles, que alabando a María,se ven en los retablos de los viejos pintores!
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Estancias: IVNota: Poema número IV de El árbol del bien y del mal
Se abren tus dos pupilas como dos precipiciospor los que ruedan almas al sueño y a la nada,(Mujer, dame a probar tus dulces maleficios;¡húndeme el luminoso puñal de tu mirada!...).Surgen tus manos breves, lánguidas y perdidas,como lirios carnales, de las batistas claras...(Yo pienso que gustoso te daría mil vidas,para que con tus manos finas me las quitaras!)
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Estancias: V 58
Estancias: VNota: Poema número V de El árbol del bien y del mal
De la gasa inconsútil de tu rosa batistasurges, vibrante, en una danza de bayaderas,(¡Te juro que en la corte del gran Tetrarca hubierasobtenido la roja cabeza del Bautista!...)Bailas... y el blanco sátiro, que decora la estancia,sonríe desde el ángulo, coronado de viña...(Y mientras me conmueve tu mirada de niña,estremece mi carne tu lasciva fragancia...)
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En provinciaNota: Poema número VI de El árbol del bien y del mal
En province, dans la largueur matutinale
G. RODENBACK
Dulzuras maternales de la hora matutina...bajo cielos que evocan los caprichos de Goya,mueven los frescos árboles su ropa esmeraldinaque el sol de primavera fastuosamente enjoya...Suenan voces de niños... cristales de agua clara...trina el mirlo... en la calle, cruje la diligencia...En esta hora parece que del azul bajarauna sedosa lluvia de paz y de inocencia...
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Estancias: VII 59
Estancias: VIINota: Poema número VII de El árbol del bien y del mal
Señor, no ha recorrido mi planta ni siquierala mitad de la senda, de que habló el Florentinoy estoy en plena sombra y voy a la maneradel niño que en un bosque no conoce el camino.De profundis clamaré, pastor de corazones,da a mi alma el fuego que hizo de la hetaira una santa;renueva los milagros de las resurrecciones;espero, como Lázaro, que me digas: ¡Levanta!
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Estancias: VIIINota: Poema número VIII de El árbol del bien y del mal
Mon âme est un beau lac solitaire qui tremble...
ALBERT SAMAIN
Ni una ansia, ni un anhelo, ni siquiera un deseo,agitan este lago crepuscular de mi alma.Mis labios están húmedos del agua del Letheo.La muerte me anticipa su don mejor: la calma.De todas las pasiones llevo apagado el fuego,no soy sino una sobra de todo lo que he sidobuscando en las tinieblas, igual a un niño ciego,¡el mágico sendero que conduce al olvido!
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Estancias: IX 60
Estancias: IXNota: Poema número IX de El árbol del bien y del mal
Horas de intimidad y secreta armonía...en la paz melodiosa de las tibias estanciasson nuestros corazones, ebrios de melodía,dos rosas que confunden en una sus fragancias...¡Qué lejos está el Mundo de nosotros, qué lejosla existencia liviana!... (Las luces amarillasde las arañas doran el piano y los espejos...)
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Sueño en el jardínNota: Poema número X de El árbol del bien y del mal
Inmóvil duerme el agua del estanque aceitunabajo las melodiosas cúpulas florecidas,y, como Ofelia en Hamlet, va el cuerpo de la luna,inerte, sobre el lecho de las ondas dormidas...Las dos... soñando en Ella, por la avenida voy...mis brazos la presienten y mi labio la nombra...¡Inútil idealismo! ¡si únicamente soyuna sombra que busca las huellas de otras sombras!
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Estancias: XI 61
Estancias: XINota: Poema número XI de El árbol del bien y del mal
Ven, muerte adorable y balsámica
WALT WHITMAN
Esposa Inevitable, dulce Hermana Tornera,que al llevarnos dormidos en tu regazo blandonos das la clave de lo que dijo la Quimeray en voz baja respondes a nuestros cómo y cuándo,apenas si fulgura mi lámpara encendida,derroché mis tesoros como una reina loca,me adelanté a la cita, y, al margen de la vida,ha dos siglos que espero los besos de tu boca!
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Estancias: XIINota: Poema número XII de El árbol del bien y del mal
Sur votre seine laissez rouler ma tête.
PAUL VERLAINE
Deja sobre tu seno que caiga mi cabeza,como un mundo cargado de recuerdos sombríos;y dime la palabra santa y única, esapalabra que consuela mis perennes hastíos...O, mejor, calla... deja que en el silencio blandode la extinguida tarde, sobre divanes rojos,¡me sienta agonizar lentamente mirandocómo se llenan de astros los cielos y tus ojos!
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Estancias: XII 62
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Estancias: XIIINota: Poema número XIII de El árbol del bien y del mal
Por donde ella pasaba la tragedia surgía;tenía la belleza de una predestinada,y una noche de otoño febril aparecíaen sus ojos inmensos y oscuros retratada...Y fue bajo el auspicio del padrino Saturnoque deshojé a sus plantas mi juventud florida...¡desde entonces padezco de este mal taciturnoque hace una noche eterna del alba de mi vida!
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Velada del sábado 63
Velada del sábadoNota: Poema número XIV de El árbol del bien y del mal
Marcha la luna trágica entre nubes de gasa...sin que nadie las toque se han cerrado las puertas...El miedo, como un lobo, pasea por la casa...se pronuncian los nombres de personas ya muertas...El abuelo las lámparas, por vez octava, prende...se iluminan, de súbito, semblantes aturdidos...Es la hora en que atraviesa las alcobas el duendeque despierta, llorando, a los niños dormidos...
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Estancias: XVNota: Poema número XV de El árbol del bien y del mal
Como el aire se aroma con tu carne bendita,mi corazón comprende por el lugar que pasasomnipotente como la divina Afrodita,entre la ola sutil de flores y de gasas.Y al mirarte parece que miro a Anadyomena,pues, como ella, al influjo de tu mirar, fascinas;-sembradora impasible de mi angustia y mi pena,por quien mi alma es un Cristo coronado de espinas!-
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Estancias: XVI 64
Estancias: XVINota: Poema número XVI de El árbol del bien y del mal
Hastíos otoñales... ya nada me entusiasmade cuanto me causara infantiles asombrosy así voy por la vida, cual pálido fantasmaque atraviesa las calles de una ciudad de escombros.Y mi alma, que creía la Primavera eternaal emprender sus locas y dulces romerías,hoy ve, como un leproso aislado en su caverna,podrirse lentamente los frutos de sus días!
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Estancias: XVIINota: Poema número XVII de El árbol del bien y del mal
Para los que llevamos, como un puñal sutil,dentro del alma una ponzoñapara los que miramos nuestra ilusión de abrilhecha una mísera carroña;inútilmente suena tu pandero de histrión-¡o, vida frívola y banal!-¡si no es de nuestros labios la divina canciónprimaveral y matinal!
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Estancias: XVIII 65
Estancias: XVIIINota: Poema número XVIII de El árbol del bien y del mal
Amor, di ¿qué senderos se gozan con tu paso?¿cuáles los reyes magos a que sirves de guía?...¿qué rubicunda aurora, que sonrosado ocasovio tu carro de fuego en el triunfo del día?...¡Ah! ¡Si tu alba luciera para mi noche oscura!¡Si mis rosas abrieran temblorosas a verte!¡Se endulzaría el hondo cáliz de mi amarguracon el néctar con que haces tan amable la Muerte!
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Estancias: XIXNota: Poema número XIX de El árbol del bien y del mal
Bendigo el sufrimiento que viene de tu manoy el vértigo radiante en que tu voz me sume.Mi amor es para ti como un jardín lejano,que a una alcoba de reina envuelve en su perfume.Y eternamente oirás en tus noches sin calmami sombría plegaria que, rugiendo, te invoca:al precio de mi sangre y al precio de mi alma,¡véndeme la limosna de un beso de tu boca!
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Estancias: XX 66
Estancias: XXNota: Poema número XX de El árbol del bien y del mal
-¡Qué lejos aquel tímido y dulce adolescentede este vicioso pálido, triste de haber pecado!...-Tomó del árbol malo la flor concupiscentey el corazón se ha envenenado!...
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Estancias: XXINota: Poema número XXI de El árbol del bien y del mal
-¿Y la luz verdadera?... ¿Y la absoluta paz?...¿Y la cifra segura de la Sabiduría?...-Da tregua al Tiempo, iluso corazón, ¡ya entrarásal gran silencio donde llegaremos un día!...
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Estancias: XXII 67
Estancias: XXIINota: Poema número XXII de El árbol del bien y del mal
En loor a Juan Ramón Jiménez.
Príncipe de las Arias fragantes como rosasy el verso con fulgor de estrella vespertina,a cuyo beso se abren las madreselvas rosasdel jardín interior, ebrio de luz divina;A tu voz se despiertan yo no sé qué dulzuras,venidas de ignorados países de consueloy desciende, a la noche de las almas impuras,una paz de campiña, de alma blanca y de cielo!
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Detalle nocturnoNota: Poema número XXIII de El árbol del bien y del mal
Un gato, grave y frío, sobre el vecino alero,en yo no sé qué fina meditación se pierde,contemplando la rosa de la luna de enerocon la viva esmeralda de su pupila verde.Inclinada la testa como un Platón ideólogoe inmóvil, en hipótesis magníficas se abstrae...y sólo turba el hondo silencio del monólogo¡la canción olorosa que alguna brisa trae!
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Estancias: XXIV 68
Estancias: XXIVNota: Poema número XXIV de El árbol del bien y del mal
Rosas blancas deshojan los blancos surtidores;al caer, el ocaso los pétalos irisay la fuente del Término coronado de floresmodula un canto igual a una nerviosa risa...Yo, como un habitante pálido de otra vida-Lázaro espiritual- marcho con lento paso...¡y las fuentes parecen en la tarde dormidamujeres cuyas voces son de seda y de raso!
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Estancias: XXVNota: Poema número XXV de El árbol del bien y del mal
Mi espíritu es un cofre del que tienes las llaves-¡Oh, incógnita Adorada, mi Pasión y mi Musa!Ya inútilmente espero tus dulces ojos gravesy siento que me acecha en las sombras la Intrusa,Pero mi alma -jilguero que canta indiferentea la angustia del tiempo y al dolor de la Vida-te esperará, lo mismo que una virgen prudente,con la devota lámpara de su amor encendida.
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Estancias: XXVI 69
Estancias: XXVINota: Poema número XXVI de El árbol del bien y del mal
Dime que todo ha sido la sombra de un mal sueño,que en la tiniebla actual palpita el alba pura,que puede retornar el minuto abrileño,las extinguidas horas colmadas de dulzura;que nuestro amor es Lázaro, que aguardando su díaespera tu palabra para olvidar su fosa,que sobre este dolor y esta melancolíaarrojará la aurora su risa luminosa.
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Estancias: XXVIINota: Poema número XXVII de El árbol del bien y del mal
Al pasar la carroza dorada de la vida,implorando extendí la mano suplicante;ella me vio lo mismo que una reina ofendiday se perdió en la sombra de la noche fragante.Y fue para volver: en su carroza de oro,sonriéronme sus ojos impuros de esmeralda,pero yo conocía qué vale su tesoro;¡la miré indiferente y le volví la espalda!
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Estancias: XXVIII 70
Estancias: XXVIIINota: Poema número XXVIII de El árbol del bien y del mal
No dicen los inviernos que no haya primavera;en la noche más negra palpita el alba pura:lo sabio es esperar; es fuerte quien espera-buen sembrador- velando la cosecha futura.Las horas en su danza llevan tan loca prisa,que a la risa y el llanto ofrecen pronto fin:feliz quien pueda ver con la misma sonrisala serpiente del bosque y el lirio del jardín.
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Estancias: XXIXNota: Poema número XXIX de El árbol del bien y del mal
Ignorado viajero que una mañana triste,sobre la tierra-madre, para siempre dormisteel eterno cansancio de tus días fatales:hoy que la primavera nos devuelve su trinode pájaro, su sol y sus rosas nupciales,siento que algo de ti me hace dulce el camino,me da sombra en el árbol y miel en los panales.
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Estancias: XXX 71
Estancias: XXXNota: Poema número XXX de El árbol del bien y del mal
Bien haces, rey; bien haces, pordiosero, tu rol;y tú también poeta; y los demás... ¡comparsas!-Perfectos figurantes de un extraño Guiñol:¡somos polichinelas de las divinas farsas!
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Estancias: XXXINota: Poema número XXXI de El árbol del bien y del mal
Releyendo mis versos, una tarde dorada,-versos donde contuvo mi pena su alarido-impasible a mi viejo dolor, no sentí nada...Y comprendí el encanto del alma volandera-¡Árbol sonoro y libre, por cada Primaverade musicales hojas nuevamente vestido!
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Estancias: XXXII 72
Estancias: XXXIINota: Poema número XXXII de El árbol del bien y del mal
Por inasible adoro la gala de los cielos...¡Señor, jamás permitas que goce mis anhelos,que nunca satisfaga la sed que me devora!Lo amargo es el hastío de los sueños hallados,el corazón ahíto de los bienes gozadosque se pregunta: ¿qué voy a pedir ahora?...
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Estancias: XXXIIINota: Poema número XXXIII de El árbol del bien y del mal
En tanto que la carne adormécese ahítael ángel interior gime sus desconsuelos.-¿Todo esto es el amor?... ¡Oh, miseria infinitade la carne!... ¡Dolor de la verdad sin velos!...Y Psiquis -revestida de luz resplandeciente,con ojos parecidos a las piedras preciosas-,hacia los cielos puros agita dulcemente,con un celeste ritmo, las alas armoniosas...
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Convalecencia 73
ConvalecenciaNota: Poema número XXXIV de El árbol del bien y del mal
Es como un lento y triste retornar a la vida...y es el inevitable cansancio de volverdel borde de la negra playa desconocida,donde mueren tus olas, ¡oh, río del No-ser!Y el alma, que creía mirar la aurora eterna,vuelve, cual un iluso viajero macilentoque fue a calmar su sed a lejana cisterna,equivocó el camino... y ¡torna más sediento!
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Estancias: XXXVNota: Poema número XXXV de El árbol del bien y del mal
En vano, como niños que velan su tesoro,del amor nuestras almas, temerosas, guardamos...¡Ay! presto nos descubren sus grandes ojos de oroy, malhechor divino, roba lo que ocultamos...Nutrimos su existencia con nuestra propia viday sus labios, que vierten sensuales embelesos,juntan en una mezcla la caricia y heridael sabor de la sangre al sabor de los huesos.
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El templo 74
El temploA Miguel Ángel Granado y Guarnizo
I
Oh Deidad impasible por quien blasfemo y oro:tu alma es como un palacio de mármol, bello y frío,con plafones de cedros y altivas puertas de oro,solemne y armonioso, como un templo vacío.En diáfanos ponientes hay la gracia de un vuelo,de leves sedas blancas, de cisnes y palomas;y, entre las columnatas, elevan hasta el cielosus espiras sensuales humaredas de aromas.La luz de un sol eterno, que sólo igualaríael tibio resplandor que velan tus pestañas,su claridad celeste difunde noche y día...A las puertas de tu alma mi amor está llamando...y el eco de su voz, se pierde en las montañas...y, cual si comprendiera, ¡el Sol se va ocultando!II
Llamé a tu corazón… y no me has respondido…Pedí a drogas fatales sus mentiras piadosas…¡En vano! Contra ti nada puede el olvido:¡he de seguir esclavo a tus plantas gloriosas!Invoqué en mi vigilia la imagen de la Muertey del Werther germano, el recuerdo suicida…¡Y todo inútilmente! ¡El temor de perdertesiempre ha podido más que mi horror a la vida!Bien puedes sonreír y sentirte dichosa:el águila a tus plantas se ha vuelto mariposa;Dalila le ha cortado a Sansón los cabellos;mi alma es un pedestal de tu cuerpo exquisito;y las alas, que fueron para el vuelo infinito,¡como alfombra de plumas están a tus pies bellos!
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El templo 75
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TapizLos húmedos myosotis de tus ojossugieren claros lienzos primitivoscon arcángeles músicos de hinojosy santas de los góticos motivos.Copiaron esos místicos sonrojoslos ingenuos maestros primitivosy dieron los myosotis de tus ojosa sus Evangelistas pensativos...Virgen de las polícromas vidrieras,los zahumerios y los lampadarios:velan tus sueños todas mis quimerasy, ante el cortejo de tus primaveras,dan su mirra y olor mis incensarios.
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Votos 76
VotosAl verte, sin pensar, se dice ¡Ave María...!Y pues es tuyo el reino de la estrella y la rosay está en tu corazón la sacra Poesíapor gracia de una antigua virtud maravillosa;que suenen tiorbas y arpas; y Psalmo y Letaníase digan en tu elogio; que la lira y la rosay el ciego ruiseñor, al expirar el día,unánimes saluden tu aparición gloriosa.Que con voz auroral de fuente diamantina,y con luz vesperal de estrella cristalinay con apasionada voz de brisas y mares.Cielo y Tierra consagren tu venusino imperio...¡O sonaré en tu gloria mi místico salterioen otro salomónico Cantar de los Cantares!
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Velada 77
VeladaTú —cuyo amor ha sido como un lecho de plumaspara mi corazón, en las difuntas horaso como un sol de invierno que ha dorado mis brumas—ángel anunciador de las nuevas auroras,mientras la lluvia pone su vaho en las vidrieras,hablemos en voz baja de los muertos queridos,y se abrirán las rosas de las falsas primaverasa la débil penumbra de los sueños huídos...Es nuestra alma lo mismo que una estancia desierta,de polvosas molduras, de raso desteñidoy de espejos que copian una imagen ya muerta;por ella los recuerdos dejan sus sepulturasy en la alcoba sin nadie, ¡sus blancas vestidurasvierten un suave olor de ultratumba y olvido!
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Sin razón 78
Sin razónDime —¿qué filtro da tu bocaen su divino beso cruento,que hace vibrar mi carne locacomo a la débil hoja el viento?¿Con qué fórmula cabalísticamis penas rindes dulcemente,cual la celeste Rosa Místicahace inclinar a la serpiente?Di —¿dónde ocultas el secretode esta maga fascinación?¿Algún venusino amuletome ha ligado a tu corazón?En vano quiero descifrarla causa de mi rendimiento;como la luna sobre el marluz móvil es mi pensamiento...En tus leves manos estrujami espíritu sin voluntad:¡eres la playa a do me empujala ola de la Fatalidad!
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Citeres 79
CiteresCon el frú-frú sedoso de femenil enaguadeshilaba en la costa sus encajes el agua...¡Oh, la isla melodiosa!surgía de las ondas como una enorme rosaprimaveral, o el cuerpo de la niña;era la voluptuosaisla donde vendimia Amor su roja viña...¡Oh, ingenuas albas! ¡Oh, inocencias! Eraen la frescura de la Primaverablanca de lirios opulentos. Sobreel mar azul marchaba mi galera.Sonaba el viento sus eolias flautasy daba el mar su fragancia salobreque fue el incienso de los argonautas.Y sonó entonces el eróticollanto de las oceánides, en las rubias arenassoplaban caracoles rosados las sirenas;se cerraron los párpados por el influjo hipnótico...¡Y el triunfo fue de las sirenas...!Al fin, dejé esas playas... (Descendía la nocheUlises, en la sombra, me daba su reproche...)Blancos miembros desnudosde mujeres, quedaban en la playa fragante;y teñidos de sangre vi sus brazos menudosal temblor luminoso de una estrella distante...Me incorporé... (Mordía en mis carros el frío...)Y miré un corazón palpitando en sus manos;llevé mi mano al pecho... y lo encontré vacío...¡Y seguí, oyendo el ritmo de los astros lejanos...!
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Pretérita 80
PretéritaTe había soñado hija de un antiguo mar grave,en un negro castillo cerca del Rhin azul;unánimes al ritmo de tu sonrisa suavecharlaban las alondras en fresco abedul.Tu perfumada sombra cantaban los poetas(eran los bellos días de Erec y Parsifal)y tus ojos velados cual obscuras violetascausaron la locura de un príncipe feudal.Los nelumbos abrían a tus leves contactos...A ti vagaban trémulos cisnes estupefactossi tus pupilas de oro volvías al jardín...Los nardos deliraban con tu cutis de azaliay un pajecillo rubio que llegara de Italiamirándote impasible, se suicidó en el Rhin.
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Hoja de álbum 81
Hoja de álbumAtraviesas la vida como un jirón de bruma—tan exquisita y tan crepuscular—celeste y vaporosa, con levedad de espumao de aroma lunar.No basta el verso diáfano para tu gracia suma,ni la cadencia rítmica del misterioso mar,ni el trino de la alondra que sonrosa su plumaen el parque de sol y aroma de azahar.Es tuyo el melodioso imperio de la Aurora:el grupo de los cisnes que el estanque decoracanta el advenimiento de tu azul primavera;la noche se detiene, al umbral del ocaso,por la embriaguez de olores que da tu cabellera...¡Y el corazón del mundo late bajo tu paso!
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Romanza de los ojos 82
Romanza de los ojosCálido estío de tus grandes ojos.Negras flores, en selvas encantadas,que abre la reina de los claros ojos,el alba de las manos sonrosadas.Lámpara astral de tus miradas puras.Pálida luz de sol convalecienteque cuida, bajo sus dos alas puras,un rubio serafín adolescente...Otoño triste de tus ojos dulces.Crepúsculos de seda y pedreríaque cierra el soplo de tus labios dulcestu sacra hemana la Virgen María.
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Voces en la sombraAl espíritu lírico de Abraham Valdelomar
Está en el bosque, sonrosada,la luna de la madrugada.El negro bosque rememoralo que miró desde la aurora:Se recuerda, temblando, una hojadel lobo y Caperuzita Roja;del aúreo son del olifantedel Rey de barbas de diamantehabla la eufónica espesuradonde claro eso perdura;cuenta el césped que fuera alfombraal paso de una leve sombra,y al ligero trote lascivodel dios de las patas de chivo,,,De una polífona armoníase puebla la selva sombría...Mas cuando dice una voz: "Ella,
Voces en la sombra 83
la Diosa, el Ídolo ha pasado..."pensando en su blancor de estrellael negro bosque se ha callado...
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Amada¡El duro son de hierro tornaré melodíapara cantar tus ojos! —violetas luminosas—la noche de tu negra cabellera y el díade tu sonrisa, pura más que las puras rosas.Tú vienes con el alba y con la primaveraespiritual, con toda la belleza que existe,con el olor de lirio azul de la praderay con la alondra alegre y con la estrella triste.La historia de mi alma es la del peregrinoque extraviado una noche en un largo caminopidió al cielo una luz... y apareció la luna;pues, estaba de un viejo dolor convaleciente,y llegaste lo mismo que una aurora naciente,en el momento amargo y en la hora oportuna.
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Philosophia 84
PhilosophiaAl borde de la vida sentémonos, ¡oh Mía!y miremos correr las horas pasajeras;¡dulce es el sol fugaz!, bendigamos el díay confiemos en El que hizo las primaveras.Comamos nuestro pan, bebamos nuestro vinoy reciba el Señor nuestra diaria alabanza:podrá ser duro el golpe del adverso Destinopero quedan las alan: ¡nos queda la Esperanza!Dejemos el camino a los que tienen prisa;a nosotros nos basta un beso, una sonrisa...El tesoro mental pródigamente damosy no guardamos nada porque nada tenemos...Y menos nos inquieta el saber donde vamospues el Amor nos dice que juntos marcharemos...
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Estampas románticas: I 85
Estampas románticas: ICuando en el clave lloran los antiguos motivos—esas pavantes gráciles, aquellas pastorelas—en la aúrea cornucopia se ven rostros furtivosy se aspiran fragancias de olvidadas esquelas.Todo el noble Pasado secular y doliente,duerme entre seda y púrpura en la estancia fastuosay su alma delicada y exquisita se sientevagar en el silencio como una mariposa...Esos vasos de Sevres... esos perfumes viejos...hasta el reloj inmóvil en la negra consolaevocan tanto... ¡A veces se mira en los espejosuna Infanta que pasa con su traje de cola!
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Estampas románticas: IIEl paisaje es de fábula... de ensueño... hasta la lunasuscita la ilusión de mágicos países...El jardín encantado, cuando suena la una,entre el perfume de almas ve mil espectros grises.Como un niño extraviado, mi pesar errabundova por otras edades doradas y distintas...(El jardín no parece ya un jardín de este mundoirreal, sin la voz de sus fuentes extintas...)Tapiz descolorido de grandes rosas rojasy magnolias nevadas, es la triste alameda...y el alma ultrasensible, al caer de las hojas,cree oír el rumor de tu enagua de seda.
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Estampas románticas: II 86
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Estampas románticas: IIIEncanto mustio, frío encanto versallescodel budoir... Empañado cristal de las arañas...Del celeste plafond, donde se admira un frescode Mignar, cuelgan aúreos hilos de telarañas...Pende, ya desdorado, de la pared desnudael espejo que viera el mohín de Madama,mientras algún abate decía un epigramacasi mordiendo el raso de su oreja menuda...El elegante osario del lindo tiempo ido,hoy parece la estancia de esfumados aromas,donde es tal el silencio que se escucha el ruidoque hacen, al taladrar los muebles, las carcomas...
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Estampas románticas: IV 87
Estampas románticas: IVEn este parque antiguo —¡que tanto se parece,por su abono y paz al jardín de mi vida!—el pájaro que canta, la flor que se estremecenos hablan dulcemente de una edad extinguida.Sobre todo hay un sitio —donde un Eros de piedradispara eternamente sus flechas diamantinas—en que huelen a carne las hojas de la yedray se ven dulces nombres en las viejas encinas...Y, a la anémica luz del crepúsculo lila,se yerguen vagas formas de una época lejana...¡Y la blanca teoría fantástica desfilacomo el ceremonioso ritmo de una pavana!
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Estampas románticas: VPor las salas azules, melancólicamente,va la luna arrastrando sus vestidos de novia,al desplegar las brisas, en los parques floridos,con un rumor de seda, las alas temlorosas...Bajo el claro de luna, enigmático y triste,diseña en el azul de la noche armoniosa,un castillo que se alza sobre el feudo de antaño,las finas esbelteces de su silueta gótica...Y a las doce, al regar sus azahares el astro,se esparce una fragancia de leyendas remotas...y se escuchan los pasos furtivos de las dueñas...y un rechinar de goznes de ventanas musgosas...
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Estampas románticas: V 88
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Estampas románticas: VIMayo en el Huerto y en el cielo...
ARTURO BORJA
Las rosas del crepúsculo de la tarde de Mayo,como una fresca lluvia —rosadas, amatistas—descienden a las casas... el sol en un desmayode lumbres, idealiza las flotantes batistas...Voces que hacen pensar en magnolias y armiñosconmueven el fastuoso silencio de las salas...Las horas, perfumadas de inocencias de niños,pasan sobre la frente con dulce roce de alas...Sobre los sueños puros de nueva primavera,un júbilo de bronces en el aire se espacia...Y la brisa errabunda parece que dijera:—Dios te salve, María, llena eres de gracia...
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Divagaciones sentimentales: I 89
Divagaciones sentimentales: IVida de la ciudad: el tedio cotidiano,los dulces sueños muertos y el corazón partido;vida exterior y hueca, vida falsa, ¡océanoen que mi alma es igual a un esquife perdido!No, dadme el reino puro del Silencio exquisito,la Soledad de blancos pensamientos floriday la torre interior abierta a lo Infinitomás allá del Dolor, del Tiempo y de la Vida.Donde mi corazón —urna de melodía—vierta en un verso triste su lírico tesoro;y duerma en tu regazo —¡oh, sacra Poesía!—¡frente al lirio, a la estrella, al tibio ocaso de oro!
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Divagaciones sentimentales: II¡Sirena, cómo turba tu voz engañadora!¡cómo haces dulce el lloro y agradable el tormento!fontana cristalina del parque de la aurora,que nunca has de apagar la viva sed que siento.Atalanta, que alegras con tus labios risueñosmis neuróticas noches de muchacho enfermizo;Esfinge, que te yergues frente a mis locos sueños;Arcángel, que me niegas la entrada al Paraíso...Por la Nada huye el Tiempo en su carro triunfante—¿quién podrá detener el curso de lo Eterno?—¡Abre, divina dueña, la puerta de diamante:no importa que tu alcázar llame cielo al infierno!
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Divagaciones sentimentales: II 90
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Divagaciones sentimentales: IIIPrincesa de los ojos floridos y románticos,que vierten una suave luz purificadora,por quien deshojo todos los lirios de mis cánticosy hay en mis negras noches resplandores de aurora.Sé que tus manos leves no estrecharán las mías,ni probarán mis labios lo dulce de tu boca;que por el lago azul de mis melancolíasno pasará tu esquife blanco de reina loca;y, sin embargo, te amo desesperadamentey como un ciego voy tras tus amadas huellas;o elevo mis canciones, ¡como un niño dementeque alza las manos para alcanzar las estrellas!
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Divagaciones sentimentales: IV 91
Divagaciones sentimentales: IVToda mi inútil gloria no vale lo que el orode tu risa o un rayo de tu mirar profundo.Mujer, carne de nardos y de estrellas, tesoroceleste que ilumina la conciencia del mundo.Tú, que haces florecer jazmines en el lodoy siendo fuente humana das el divino verso,tienes por arma el llanto, la risa, el beso, todolo fragante y lo puro que tiene el Universo...Mujer, Diosa o Esfinge, mi corazón quisieraser una roja acelfa a tu seno prendida,¡que tu boca —rosado vampiro— me sorbierala nostálgica y pura fragancia de mi vida!
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Divagaciones sentimentales: VComo esos monjes pálidos de que hablan las leyendas,espectros de las negras crujías conventuales,yo quiero abandonar las escabrosas sendasen que urde el Mal sus siete laberintos fatales.Encerraré en un claustro mi dolor exquisitoy a solas con mis sueños cultivaré mis rosas;mi alma será un espejo que copie lo Infinitomás allá del humano límite de las cosas...Tal ha de ser mi vida de paz... Hasta que un díaen la devota celda, me encuentren los Hermanosmoribundo a los pies de la Virgen María,¡teniendo tu amarillo retrato entre mis manos!
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Divagaciones sentimentales: V 92
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Otras estampas románticas: IDaba el heno cortado su olor y su frescuray el sonámbulo río su monótona música.Iba en el cielo azul, como una reina impúdica,la luna sonrosada, soñolienta y desnuda.La sombra de las ramas, en las aguas obscuras,jugaba azul y triste, sus mil danzas confusas;y, luminosa escarcha, arrojaba la lunasu polvillo de plata sobre las rosas húmedas.
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Otras estampas románticas: IIComo una sombra fría bajo la niebla lila...el sol es peso triste, sin color, que se miraentre las aguas palúdicas, entre flores podridas.Como el agudo llanto de una niñase oye la voz lejana del río que tirita...tiemblan las hojas de oro al respirar la brisasu congelado soplo sobre la tierra lívida...danzan llamas alegres en todas las cocinas...y aúlla a las cerradas puertas de la alquería,el viento, como un lobo con hambre y sin guarida.
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Otras estampas románticas: II 93
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Otras estampas románticas: IIIFantasmas blancos en los miradoresy llanto de los pianos a las estrellas, sonesque apagan las cortinas y los tapices; rocesde largos trajes; leves como de apariciones,temblando en los espejos amarillos; rumoresque expiran como la luz del horizonte...Y son cosas de sueño melodías informessonando en Penumbrosos laberintos; y vocesde lo Desconocido que llegan con la Noche.
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Otras estampas románticas: IVLa noche es un suspiro azul que tiemblasobre el obscuro sueño de la Tierra.El parque es un silencio perfumado... aletea,como un pájaro herido, torpe, la brisa negra.Se corta la palabra de la fuente, resecaen la taza de piedra.Se va a acabar la vida... soñolientaslas hojas cabecean.Y cae sobre el alma la tristezaigual que sobre un muerto, un puñado de tierra.
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Otras estampas románticas: IV 94
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Balada del infante locoA José María Egas M.
El pálido Infanteuna extraña locura tenía,el pálido Infanteposeer una estrella quería...Para curar su mal, el Rey hizo venirde un imperio lejano a la Infanta más bella,pero, el Príncipe, al ver sus ojos de zafir,se acordó de la estrella...Amarga era su vida hasta que, una mañana—sin criados ni mastines,el gerifalte al puño— lo vio pasar la gente cortesana;se dijo que iba a cazar a la selva cercana...No retornó jamás a sus jardines...Y Carmín, el buen paje que persiguió su huella,hallóle muerto frente al mar sonoro:en sus ojos azules se miraba la estrellacomo una lágrima de oro...
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Balada de la melancolía otoñal 95
Balada de la melancolía otoñalA E. Bustamante y Ballivian
Ya en la otoñal y hermosa alamedavuelan los últimos cálices de oroy en tus nerviosas pestañas de sedaqueda temblando una lágrima de oro.El surtidor su romanza masculla,siempre más triste en la noche cercana,—Dime, Princesa, la historia que arrullay hace olvidemos la Muerte cercana.Dime la vieja leyenda harmoniosaque habla de aquella Princesa difunta:así pondremos mortaja de rosaa la divina esperanza difunta...Pálido amor que los sueños enlutas,torna el mirar a la luz de la vida:viene a nosotros por místicas rutasla barca negra del mar de Ultra-Vida.¡Tú que obstinadas las albas esperas,entre tus sedas, tus rosas, tus joyas!Mas, no vendrá la Anunciada que esperascuando la aurora derrama sus joyas...Hacia la noche voló nuestro sueño—blanca hipsipila con alas de gloria—¡pero en el claro jardín del Ensueñovelan las puras estrellas su gloria!
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Reminiscencia griega 96
Reminiscencia griegaA Wenceslao Pareja
Pan recobró su otoñal caramilloy hace vibrar la dorada florestay es en un claro del bosque amarillodanza rosada de ninfas en fiesta.Sombras desnudas temblando en la brisasiempre más fina, más suave, más leve,mientras el agua la imagen precisade piernas rosas y cuerpos de nieve.De lo más negro del bosque fragante,como la sangre se va de la herida,fluye la voz pastoril y galantedel armonioso instrumento panida.Suave se riza la yerba menudabajo el jazmín de los pies nacaradosy va borrando la danza desnudala sombra gris de los sueños pasados...¡Y es un dolor armonioso, una angustiaimprecisible, una amargura ambiguaver tan lejana la dulce edad mustiay la belleza de esta tarde antigua...!
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Reminiscencia siglo XVIII 97
Reminiscencia siglo XVIIIVaga el olor por la antigua vereda,donde marmóreo Sileno retoza,del dieciochesco vestido de sedaen la ducal y dorada carroza.Erán Trianón y la Arcadia —artificioque hizo más suaves las ásperas horas—el pastorial y bucólico viciode las divinas marquesas pastoras.Eran los iris, las joyas temblantesy las espumas de los surtidores:la sombra azul en los kioskos galantesy el sonreír de los lindos Amores.Eran los mórbidos brazos de lira,inclinaciones de blancas pelucasy Pompadour y la cruel Lindamiray los lunares en las rubias nucas.Ardiente roce de la mano cautay acariciante boca diminuta...Era el idilio al sonar de la flautadel verde fauno de la barba hirsuta...¡Oh, siglo lindo! —amarilla viñeta,rasos, perfumes, risas, terciopelos,—que tuvo un viejo y galante poeta:Pablo Verlaine que se encuentra en los cielos.
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Envío (Silva) 98
Envío (Silva)Apolinada a las voces lejanasde la siringa del fauno sonoroponen oído las musas hermanasen el dormido crepúsculo de oro.Un manantial melodioso de llorotiembla en la flauta de risas paganas,Apolonida a las voces lejanasde la siringa del fauno sonoro.
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Amanecer cordialA Aurelio Falconí
Ah, no abras la ventana todavía,¡es tan vulgar el sol...! La luz inciertaconviene tanto a mi melancolía...Me fastidia el rumor con que despiertala gran ciudad... ¡Es tan vulgar el día...!Y ¿para qué la luz...? En la discretapenumbra de la alcoba hay otro díadormido en tus pupilas de violeta...Un beso más para mi boca inquieta...¡Y no abras la ventana todavía...!
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Danza oriental 99
Danza orientalA Víctor Hugo Escala
Danza la danza caprichosa...(¿Tórtola...?) ¿Salomé...?Y tras el fino velo rosasonríe Astarté.En el crepúsculo amatistallena la gracia del jardínBablbul saluda la imprevistadanza... ¡Salve Mahanaím...!Panderos y timbalería.Kaleidoscopio es el pierosa vibrante de harmonía(Tórtola y Samolé).Es Occidente y es el Asia,pálida y desnuda,si bien se mira esa su graciaes un don de Buda.Acompaña a sus deliciosasmaneras rituales,un desplegar de alas fastuosas,de pavos reales.Como a compás de una rapsodiamueve las túnicas brillantes;son su custodiaceremoniosos elefantes.Junta a los graves ademanesburla de los labios;y saben más que los brahamanesesos labios sabios.Hipnotizados la ven lossiete vicios —siete leopardos—Y, en cada mano, mueren dossedientos nardos.
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Danza oriental 100
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Revelación (Silva)Erraba por la orilla del malecón desierto,interpretando el ritmo de la onda bulliciosa.Las brisas matinales aromaban el puerto,el alba despeinaba su cabellera rosa.Y, al rumor apagado de la ronca sonata,sentí una sangre nueva circular por mis venas,sangre bermeja digna de un corazón pirata,o de un moderno Ulises, pescador de sirenas.Y ansié el himno que rugen los piélagos amargos,los sueños que impulsaron a los marinos Argos,la luz que el albo encaje de las espumas dora...Un Yo nuevo del fondo de mi pecho surgía,¡y algo de mi alma loca de aventuras partíaen un esquife de oro con rumbo hacia la Aurora!
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Un cuento 101
Un cuentoEstá Lisete, la Infantina,cerca del mar,escuchando la sonatinacrepuscular.Y una azafata dice: Dueñate contaréuna leyenda, alba risueña,que yo me sé.Responde la niña con leve,dulce mohín,y ya impaciente mueve el breve,rojo chapín.—El viejo Rey de la Isla de Oroposeíaun rubio y cándido tesoro—luz y ambrosía—.Y ese divino tesoro erauna hija linda;celosa estaba la Primaverade la Princesa Rosalinda.Mil Príncipes iban a verlay enloquecíanapenas su faz color de perlarosa veían...Pero la niña era curiosay, cierta vez, quiso mirarla espuma que el Alba sonrosadel viejo mar.Y sola fuese hasta la orilla...mejor no fuera,porque al mirar tal maravillaen la ribera,robósela un monstruo marinoy Poseidónguardó a la niña en submarinoterreón.¡Y cuando la negra mar delira,
Un cuento 102
se pone a llorar,como una vaga y dulce liracrepuscular!
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La primera estrella'
Subió la Infanta a la terraza,a la sombra del abedul,y delataron su presenciamariposas de alas de tul.Irguió columnas de diamanteel melodioso surtidor,soñanado serle blanda alfombraagonizó más de una flor.Para poder en sus pestañasde seda rubia, se asilarel crepúsculo temblorosoprolongaba su agonizar.De pronto, rasgando su seno,como una flecha de marfilhacia el azur, leve suspirodejó su cárcel princesil.Tomó el mensaje perfumadoadolescente serafíny lo prendió como una estrella,en una nube de carmín.
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Amanecer 103
Amanecer¡El Día...!Y una vez más el vocablo snorohace rodar, sobre la faz sombríade la Noche, la gran lágrima de oro.¡FIAT LUX...! Y la divina algarabíaque predice las horas bellastruena bajo la cúpula doraday apaga con su soplo las últimas estrellas...Y todo es una claridad rosadaque anuncia el Día...¡El Día...!
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La libertadoraA M. E. Castillo y Castillo
Desde mi torre de marfilmiro la vida que discurre.Mi alma romántica y sutilsuspira, sonríe y se aburre.Hay un jardín de negras rosas,hay un jardín de blancos lirios:son mis tristezas negras rosas,mis ilusiones blancos lirios.A veces en el aire azul,solloza el viento un miserere,huye un ave de alas de tul:es algún lirio que se muere.Y tantos son los que se han muerto,calladamente, uno por uno,que el jardín va a quedar desiertoy pronto no ha de haber ninguno.Ya queda de mi Primaverasólo un olor a rosa seca...
La libertadora 104
Y mi alma espera, espera, espera,hilando sueños de su rueca.Espera oír en el confín,al dulce final de su suerte,la voz aguda del clarínde la Muerte.Caerán las duras cadenas,se abrirá la puerta de hierro:y, entre un perfume de azucenas,¡el alma saldrá de su encierro!
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Fiesta cromática en el marDesgranamiento de rubíesy crujidos de seda rosa,romper de gasas carmesíesy de púrpura temblorosa.Ópalos, granas y berilosen las ondas aurirrizadas,que a las rocas de duros filosdejan de luces consteladas.Sobre los riscos y peñonesse diría que alguien hubieravolcado las constelacioneso prendido la Primavera.El mar, al aúreo mediodía,es un tapiz de reina asiática;en él vibra la sinfonía,la gran sinfonía cromática.Materialízase un utópicocuento leído en las Mil y Una;sobre el divino mar del trópicopasa en su carro la Fortuna.La móvil onda dice: ¡Vida!con femenil volubidad;
Fiesta cromática en el mar 105
del cielo la comba inmedida,serena; dice: ¡Eternidad!El pobre espíritu suspenso,estático y turbado estáfrente a las olas y al inmensoabsoluto del Más Allá...Ya el rojo es pálido... las olastoman un tinte turquí...Y ya son mustias amapolaslas que eran rosas de rubí...Pronto esta fantasmagoríairá en la noche a fenecery será luego, su agoníaun divino palidecer.Y en el crepúsculo marino,sobre el azul plafond astral,¡pondrá una estrella su perlinopunto final!
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La emperatriz 106
La emperatrizA César E. Arroyo
Mueven al aire rosa sus alas los pavones...Huella la Emperatriz la escalera de jadey su traje de luna y aúreas constelacionesde un aroma inefable los jardines invade.Sus ojos de luz tibia y de mirada sabiahacen palidecer astros y pedrerías;su carne macerada en ungüentos de Arabia,de nardo ungieron siete noches y siete días.Lagrimea una estrella en el cielo escarlata...Reza el ángel del éxtasis su faz de terciopeloy un anhelo infinito su corazón dilata...(Enlazan alma y cuelo pensamientos humanos...y en los sus diáfanos ojos se ve pasar un vuelode vagamundos ibis havia reino).
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Aparición (Silva) 107
Aparición (Silva)Lloraba perlas la fonta harmónicalas dalias descubrían sus sonrojos,cuando pasó triunfal y salomónicala Emperetriz de los celestes ojos.Tornaba en mi divino clavileñode una excursión solar hollando abrojos;y me sonrió en un éxtasis de ensueño,la Emperatriz de los celestes ojos.Rimaba un grillo su sonata abstrusa,agria a la luz de los ponientes rojos.Y era Diosa y Esfinge, Lira y Musa,la Emperatriz de los celestes ojos.Iba hacia su blancura de alabastrocuando me victimaron sus enojos...Y se desvaneció en la luz del astrola Emperatriz de los celestes ojos.
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El tesoro 108
El tesoroCon nuestras propias manos temblorosastejemos nuestro bien y nuestro mal;¡y deshojamos nuestras propias rosascomo en un juego trágico y banal...!Y depués, al mirar el alma pobre,es la angustia y desesperaciónde ver trocado en monedas de cobretodo el oro de nuestro corazón...
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Las hadas (Silva)Las hadas que tejían mis ensueños,en la dulzura de mi abril en flor,las hadas que tejían mis ensueñosdulces, abandonaron su labor...En cortas primaveras y risueñosdías celestes de mi abril en flor,fui pródigo del oro de mis sueñoscon generoso gesto sembrador...Mujer, rosas canción, sonrisa franca,todo se fue con la mañana blanca...El Odio abrió la herida carmesí...¡Canción mujer, sonrisa blanca, rosas,cifré mi vida en tan livianas cosasque, por mi futileza, la perdí!
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Ofrenda a la Muerte 109
Ofrenda a la MuerteMuda nodriza, llave de nuestros cautiverios,¿oh, Tú, que a nuestro lado vas con paso de sombra,Emperatriz maldita de los negros imperios,cuál es la talismánica palabra que te nombra?Punta sellada, muro donde expiran sin ecode la humillada tribu las interrogaciones,así como no turba la tos de pecho huecola perenne armonía de las constelaciones.Yo cantaré en mis odas tu rostro de mentira,tu cuerpo melodioso como un brazo de lira,tus plantas que han hollado Erebos y Letheos;y la serena gracia de tu mirar floridoque ahoga nuestras almas exentas de deseos,en un mar de silencio, de quietud y de olvido.
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El cazador 110
El cazadorA Luis G. Urbina
Satán es cazador furtivo en la celesteselva donde divaga el místico redily, como un joven sátiro, en la dulzura agreste,suena la tentación de su flauta sutil.¡Ay, del que oyera el canto del Malo!, quien oyerala perversa sirena del Pecado Mortal,ni rasgando su carne poseída pudieraextirpar la ponzoña del hechizo fatal.¡Y bien lo sabes tú, melodiosa alma mía,alondra cantarina en la clara harmoníadel bosque donde pulsan los Coros sus laúdes,tú, que del cazador en las manos lascivas,en las velludas manos, viste llevar cautivasa las siete palomas de tus siete virtudes!
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Las alas rotas 111
Las alas rotasEn antiguas orgías cuerpos y almas servimosa los siete lobeznos de los siete pecados;la vid de la Locura de sus negros racimos;exprimió en nuestras bocas los vinos condenados.Pálidas majestades sombrías y ojerosas,lánguidos oficiantes de pintadas mejillasse vieron coronados de nuestras frescas rosasy en la Misa del Mal doblamos las rodillas...¡Y acabadado el festín –al ensayar el vuelohacia el puro Ideal– como heridas gaviotaslas almas descendieron al putrefacto suelo,asfixiadas de luz y con las alas rotas!
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De Profundis ClamaviSeñor, ved nuestras almas, en sus duros encierrosdonde no hacen la luz vagas filosofías,vírgenes arrojadas desnudas a los perroscuando apenas se encienden las rosas de sus días.En vano no hemos buscado, por diversos caminos,la ruta azul que lleva a la ideal Bizancio...Y hoy vamos hacia el puerto de tus brazos divinos,pobres de voluntad y exangües de cansancio...A idolatrías locas nuestro amor ofrendamos,cuando Placer y Vida creímos infinitos...Y hoy, a tus pies, aquellos despojos arrojamos,atados con la cinta de los sueños marchitos.
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De Profundis Clamavi 112
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Inter Umbra¡Cómo estás en tu negro calabozo de arcilla,en vigilia perenne sepulta, oh, alma mía!,¡en el fango del mundo hincada la rodilla,tú que eres toda luz y gracia y harmonía!¡Gota azul de la sangre divina de los astros,que el Destino virtió en un ánfora pobre!¡Arquitectura eximia de oros y alabastroshundida para siempre en el mar salobre...!En el confín rosado ya se anuncia la hora...Gabriel mueve sus alas en el campo celeste...¡vuelve desde tu noche a la límpida auroray que sepan los astros el color de tu veste!
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Poema de la carne 113
Poema de la carne¡Carne del asesino, maldita podredumbreque pende de las horcas en fúnebres racimosy muestra a las pupilas de ávida muchedumbrela malévola herencia que todos recibimos...!¡Oh, carne de los mártires, Gloria in excelsis Deo,que de nuestro Rey Cristo son divinas cosechas!¡Oh, labios siempre abiertos al consuelo de un Creo!¡Divina vestidura traspasada de flechas..!¡Oh, carne de las vírgenes que la inocencia armiña,nieve, azucena, estrella, lirio, polar campiñadonde no puso Amor a la llama de su planta!¡Hostia, carne de Dios para la cena mística,y que, por el milagro de la gracia eucarística,a nuestra carne inmunda une su carne santa!
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Soneto de otoño 114
Soneto de otoñoA Amado Nervo
¡De nuevo son las rosas de Octubre, Otoño mío...!Han escondido el sol en una cueva obscura...y los pálidos dedos del inmortal Hastíoestrujan –rosa seca– mi pasada ventura.¡Lacerante recuerdo de la extinta dulzuraque torna vanamente al corazón vacío...!Perdimos el sendero y la noche perdura–¡la noche!– y aún no brilla tu luminar, ¡Dios mío!Los años son guirnalda florecida–pensamos– una fiesta es nuestra vida...E hicimos una fiesta de toda ella...Pero sonó el Destino inexorable su horay el brusco despertar nos anunció la auroraverdadera, la aurora sin flor y sin estrella.
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El viajero y la sombra 115
El viajero y la sombraA Ernesto Noboa y Caamaño
A los que hemos mirado –en una noche horrenda–a nuestra cabecera la faz de la Ignorancia,puesto que comprendimos, se nos cayó la venday tenemos la ciencia de la sonrisa helada.Y vimos –presentimos más– la cosa estupenday la tiniebla en que se hundirá nuestra naday la noche absoluta en la perdida sendasin amores, sin albas, sin fin de la jornada.No obstante, cautelosos, en nuestra ceguedad,vamos hacia la fuente de Piedad y Verdad...¡Pero el mayor suplicio es ignorar el puertoy, en la tormenta hostil que nuestro sueño enluta,al ser como un navío, cuyo piloto muertoy aferrado al timón, no puede darle ruta!
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El alba de Jesús 116
El alba de JesúsSeñor, en mí me busco y no me encuentro...¿Dónde la claridad del nuevo díacuya luz inmortal fulgura dentrodel corazón sin pena ni alegría?Tú eres la paz, y yo soy la contienda;tú eres la luz, la noche va conmigo...Mis ojos, ciegos por la negra venda,no distinguen amigo ni enemigo...¡Pero una voz en mi interior te nombray dulcemente hacia tu fin me lleva,porque tú estás en mí como en la sombrala luz celeste de la aurora nueva!
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La noche (Silva)Mi corazón solloza en su prisión sombríay endulza, suspirando, la noche de su encierro;mi alma es un ave lírica de un parque de Harmoníacuyas almas, cautivas, golpean contra el hierro.Señor: ¿no saldrá mi alma de su prisión obscura...?¿Nunca veré el celeste país que me ofreciste...?Ansío paz, la paz que tu evangelio augura...¡Tan grande es mi cansancio de todo lo que existe!
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Fin 117
FinCuando la noche negra amenaza la Tierrael buho abre los ojos, la paloma los cierra;así suena mi júbilo su caracol sonorocon la fragante risa de la mañana de oro;y, en las anubarradas noches de duelo y llanto,como una alondra tímida, enmudece mi canto.
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Fuentes y contribuyentes del artículo 118
Fuentes y contribuyentes del artículoMedardo Ángel Silva Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=540463 Contribuyentes: Freddy eduardo, Kazjako, LadyInGrey, 2 ediciones anónimas
Primeros poemas Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=489261 Contribuyentes: Freddy eduardo
Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=499658 Contribuyentes: Freddy eduardo
Serenata (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487379 Contribuyentes: Freddy eduardo
Las florestas de oro Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487392 Contribuyentes: Freddy eduardo
Espera Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487391 Contribuyentes: Freddy eduardo
Horas confidenciales Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=489221 Contribuyentes: Freddy eduardo
Cuando se es aún joven Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=489243 Contribuyentes: Freddy eduardo
Con ese traje azul Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487381 Contribuyentes: Freddy eduardo
Fragmentos (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487383 Contribuyentes: Freddy eduardo
Rondel Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487410 Contribuyentes: Freddy eduardo
Canción de los quince años Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487411 Contribuyentes: Freddy eduardo
A flor de labios Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=489253 Contribuyentes: Freddy eduardo
Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=553731 Contribuyentes: Freddy eduardo, 1 ediciones anónimas
Oración de Nochebuena Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=204353 Contribuyentes: 1 ediciones anónimas
Poesías escogidas Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=553087 Contribuyentes: Freddy eduardo
Epístola (Medardo Ángel Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=536284 Contribuyentes: Freddy eduardo, Kazjako, LadyInGrey
La máscara irónica Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=204343 Contribuyentes: Freddy eduardo
La profesión literaria Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=204335 Contribuyentes: Freddy eduardo
A los poetas de mi tierra Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=204340 Contribuyentes: Freddy eduardo
Hacia la luz lejana Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=204342 Contribuyentes: Freddy eduardo
Aniversario (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=203545 Contribuyentes: Freddy eduardo
Canción de tedio Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351684 Contribuyentes: Freddy eduardo
Danse d'Anitra Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=204347 Contribuyentes: Freddy eduardo
El alma en los labios Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=546200 Contribuyentes: Aleator, Freddy eduardo, 4 ediciones anónimas
El encuentro Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=204348 Contribuyentes: Freddy eduardo
El precepto Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=203559 Contribuyentes: Freddy eduardo
La fuente triste Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=266952 Contribuyentes: Freddy eduardo
La extraña visita Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=203556 Contribuyentes: Freddy eduardo
Lamentación del melancólico Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=499749 Contribuyentes: Freddy eduardo, 1 ediciones anónimas
Lo tardío Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351680 Contribuyentes: Freddy eduardo
Se va con algo mío Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=524447 Contribuyentes: Freddy eduardo
Soneto (Silva, 2) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=536271 Contribuyentes: Freddy eduardo
Ernesto Noboa y Caamaño Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=522436 Contribuyentes: Caronte10, Freddy eduardo
Arturo Borja Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=548830 Contribuyentes: Freddy eduardo, Julio Durán Borja, Shooke, 2 ediciones anónimas
La flauta de ónix Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487079 Contribuyentes: Escudero, Freddy eduardo
A Misteria Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=467139 Contribuyentes: Freddy eduardo
Dos viajes Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=347377 Contribuyentes: Freddy eduardo
Era un sueño Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=347474 Contribuyentes: Freddy eduardo
Idilio estival Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=350244 Contribuyentes: Freddy eduardo
(Lola, para que cante yo todos tus tesoros...) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=352072 Contribuyentes: Freddy eduardo
Soñación Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=347428 Contribuyentes: Freddy eduardo
El árbol del bien y del mal Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=555524 Contribuyentes: Freddy eduardo, 1 ediciones anónimas
La investidura Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=391405 Contribuyentes: Freddy eduardo, Taba1964
Al Angelus Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=391401 Contribuyentes: Freddy eduardo
Crepúsculo de Asia Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351695 Contribuyentes: Freddy eduardo
Hora santa Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351698 Contribuyentes: Freddy eduardo
La respuesta Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351702 Contribuyentes: Freddy eduardo
Junto al mar Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351703 Contribuyentes: Freddy eduardo
Fuentes y contribuyentes del artículo 119
Vesper marino Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351713 Contribuyentes: Freddy eduardo
La muerte perfumada Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351720 Contribuyentes: Freddy eduardo
Intermezzo Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351723 Contribuyentes: Freddy eduardo
Preces de la tarde Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351727 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: I Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401519 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: II Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401520 Contribuyentes: Freddy eduardo
Feuille d'album Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401563 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: IV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401525 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: V Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401526 Contribuyentes: Freddy eduardo
En provincia Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401565 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: VII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401528 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: VIII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401529 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: IX Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401531 Contribuyentes: Freddy eduardo
Sueño en el jardín Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401561 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XI Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401533 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401534 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XIII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401535 Contribuyentes: Freddy eduardo
Velada del sábado Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401567 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401537 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XVI Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401538 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XVII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401539 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XVIII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401540 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XIX Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401541 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XX Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401542 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXI Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401543 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401544 Contribuyentes: Freddy eduardo
Detalle nocturno Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=536672 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXIV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401547 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401548 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXVI Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401549 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXVII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401550 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXVIII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401551 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXIX Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401552 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXX Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401553 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXXI Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401554 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXXII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=487314 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXXIII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401556 Contribuyentes: Freddy eduardo
Convalecencia Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=536669 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estancias: XXXV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401558 Contribuyentes: Freddy eduardo
El templo Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401442 Contribuyentes: Freddy eduardo
Tapiz Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394196 Contribuyentes: Freddy eduardo
Votos Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=377377 Contribuyentes: Freddy eduardo
Velada Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=378188 Contribuyentes: Freddy eduardo
Sin razón Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382891 Contribuyentes: Freddy eduardo
Citeres Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382915 Contribuyentes: Freddy eduardo
Pretérita Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382923 Contribuyentes: Freddy eduardo
Hoja de álbum Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382930 Contribuyentes: Freddy eduardo
Romanza de los ojos Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382937 Contribuyentes: Freddy eduardo
Voces en la sombra Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382961 Contribuyentes: Freddy eduardo
Amada Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382942 Contribuyentes: Freddy eduardo
Philosophia Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=382945 Contribuyentes: Freddy eduardo
Fuentes y contribuyentes del artículo 120
Estampas románticas: I Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401085 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estampas románticas: II Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401096 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estampas románticas: III Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401130 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estampas románticas: IV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401128 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estampas románticas: V Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401127 Contribuyentes: Freddy eduardo
Estampas románticas: VI Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401155 Contribuyentes: Freddy eduardo
Divagaciones sentimentales: I Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401170 Contribuyentes: Freddy eduardo
Divagaciones sentimentales: II Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401196 Contribuyentes: Freddy eduardo
Divagaciones sentimentales: III Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401201 Contribuyentes: Freddy eduardo
Divagaciones sentimentales: IV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401229 Contribuyentes: Freddy eduardo
Divagaciones sentimentales: V Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401282 Contribuyentes: Freddy eduardo
Otras estampas románticas: I Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401435 Contribuyentes: Freddy eduardo
Otras estampas románticas: II Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401439 Contribuyentes: Freddy eduardo
Otras estampas románticas: III Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401440 Contribuyentes: Freddy eduardo
Otras estampas románticas: IV Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=401441 Contribuyentes: Freddy eduardo
Balada del infante loco Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394025 Contribuyentes: Freddy eduardo
Balada de la melancolía otoñal Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394028 Contribuyentes: Freddy eduardo
Reminiscencia griega Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394035 Contribuyentes: Freddy eduardo
Reminiscencia siglo XVIII Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394037 Contribuyentes: Freddy eduardo
Envío (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394040 Contribuyentes: Freddy eduardo
Amanecer cordial Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394048 Contribuyentes: Freddy eduardo
Danza oriental Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394079 Contribuyentes: Freddy eduardo
Revelación (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394091 Contribuyentes: Freddy eduardo
Un cuento Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394105 Contribuyentes: Freddy eduardo
La primera estrella Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394115 Contribuyentes: Freddy eduardo
Amanecer Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394118 Contribuyentes: Freddy eduardo
La libertadora Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394123 Contribuyentes: Freddy eduardo
Fiesta cromática en el mar Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394140 Contribuyentes: Freddy eduardo
La emperatriz Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394145 Contribuyentes: Freddy eduardo
Aparición (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=394191 Contribuyentes: Freddy eduardo
El tesoro Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351668 Contribuyentes: Freddy eduardo
Las hadas (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351669 Contribuyentes: Freddy eduardo
Ofrenda a la Muerte Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351671 Contribuyentes: Freddy eduardo
El cazador Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351670 Contribuyentes: Freddy eduardo
Las alas rotas Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351673 Contribuyentes: Freddy eduardo
De Profundis Clamavi Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351675 Contribuyentes: Freddy eduardo
Inter Umbra Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351677 Contribuyentes: Freddy eduardo
Poema de la carne Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351678 Contribuyentes: Freddy eduardo
Soneto de otoño Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=322536 Contribuyentes: Freddy eduardo
El viajero y la sombra Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=322530 Contribuyentes: Freddy eduardo
El alba de Jesús Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=322524 Contribuyentes: Freddy eduardo
La noche (Silva) Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=351683 Contribuyentes: Freddy eduardo
Fin Fuente: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=392499 Contribuyentes: Freddy eduardo, 1 ediciones anónimas
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