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RAÍCES HISPÁNICAS LIBERALES
Por: El Justicia de Aragón
“Liberalismo. Es voz nueva, derivada de liberal, que hasta nuestros días ha significado dadivoso, tal vez porque el que da libra o liberta de una independencia incómoda: en este sentido decían los antiguos españoles liberación, porque teniendo más parte en ellas el espíritu que el cuerpo, parecen descargar a éste de un trabajo. Es un alivio para el que habla, y una adquisición para el diccionario poder llamar hoy liberal al que aboga por la libertad. Y liberalismo el conjunto de ideas opuestas a la servidumbre, sea la que fuese”
Simón Rodríguez (1830).
BREVE JUSTIFICACIÓN
Acercarse hoy día a las ideas liberales siendo habitante de alguna sociedad
hispanoamericana, suele implicar el comenzar a leer sobre las ideas y reflexiones
de pensadores y actores de la vida pública de países de tradición anglosajona,
como John Locke, Adam Smith, David Hume, James Madison, Alexander Hamilton
y Thomas Jefferson, entre otros, lo que de inmediato hace creer que el liberalismo
tiene su origen exclusivo en esa tradición, y que otras sociedades en las que estas
ideas han tenido acogida y desarrollo, como podrían ser las escandinavas o
algunas asiáticas, ello ha sucedido por asimilación o imitación de lo inventado y
desarrollado en los países de habla inglesa.
Si la curiosidad es mucha, o existe un interés más permanente en conocer
qué es el liberalismo, la indagación puede llevar a estudiar los aportes a la causa
de la libertad de personajes de países de habla no inglesa, alemanes, austríacos,
franceses y eslavos–allí están Tourgot, Menguer, Humboldt, Constant, Popper,
Rand y Berlín-, pero rara vez en las fuentes que se consultan o difunden desde los
centros de pensamiento liberal, se incluyen las ideas y reflexiones de pensadores
hispánicos desarrolladas, si bien con intermitencias, entre los siglos XVI y XIX, que
constituyen valiosos aportes a la historia del movimiento liberal, incluso pioneros
respecto de los hechos por la importante tradición anglosajona, y que son
expresión genuina de la tradición hispánica, resultado de condicionantes, desafíos
y circunstancias propias de dicha tradición.
No incluir con todo el rigor el legado hispánico liberal cuando se estudia y
difunde en los países de habla española la filosofía de la libertad, implica una
omisión que, de un modo u otro, hace más difícil y hasta entorpece la
identificación y simpatía con aquélla en distintos auditorios, desde los políticos
hasta los estudiantiles, pasando por los académicos, intelectuales, empresariales
y comunicacionales, al considerar –sobre la base de prejuicios- que el liberalismo
es parte de una cultura ajena a la nuestra, extraña e incompatible con nuestras
creencias, problemas y aspiraciones, y que todo esfuerzo por acoger en los países
de habla hispana las ideas liberales está condenado al fracaso más absoluto.
Al mismo tiempo, esta omisión entonces facilita la interpretación en clave
marxista, socialista, de la historia de España e Hispanoamérica, por parte de los
enemigos de la libertad, que por cierto tienen un importante predominio en las
humanidades, las ciencias sociales y el derecho en nuestros países, debido a la
excesiva concentración del movimiento liberal en la materia económica.
El estado de cosas anterior, tal vez haya sido reforzado, sin intención claro
está, por los mismos liberales hispanos, ya que cuando explican y analizan lo que
fue el aporte español durante el período colonial y con posterioridad a la
independencia de las Repúblicas hispanoamericanas, dan cuenta únicamente del
traslado de las instituciones extractivas y autoritarias1 que pasaron a predominar
en la península ibérica luego del ascenso al trono de los Borbones, sin advertir al
mismo tiempo que también existieron y fueron propuestas en la península ibérica
antes y después de ese ascenso otras ideas e instituciones, de índole liberal, que
por causas históricas no lograron penetrar la conducción política de ese antiguo
mundo hispánico.
El conocimiento de forma casi exclusiva del legado autoritario y contrario a
la libertad económica del Imperio español, asociado a la famosa “Leyenda Negra
Española”, ha generado en los hispanos complejos, frustraciones y resentimientos,
que llevan a sentir vergüenza por la propia tradición cultural y, en no pocos casos,
una envidia insensata hacia otras tradiciones culturales, a las que se considera sin
dejar de incurrir también en excesos, como más civilizadas y prósperas que la
cultura hispánica.
Contribuir con el debilitamiento de los prejuicios y complejos creados, al
menos en parte, por esa narración incompleta de nuestra rica y vigente tradición
liberal hispánica es el propósito de este ensayo. Con él aspiramos a motivar a
nuevas y más detenidas investigaciones sobre este tema, con fines académicos
pero sobre todo divulgativos, que contribuyan a despertar interés, empatía,
aceptación y adopción de las ideas de la libertad en nuestros países. Por tanto, no
pretende el aquí presentado ser un texto exhaustivo y definitivo sobre el interés
por conocer y difundir a las actuales generaciones ese pasado liberal, en mala
1 Seguimos aquí el sentido dado a esta expresión por ACEMOĞLU, Daron, y ROBINSON, James M., en ¿Por qué fracasan los países? Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Barcelona: Ediciones Deusto, 2012.
hora derrotado por la vocación autoritaria siempre presente también, y con mucha
eficacia hasta hora, en la tradición hispánica.
Se trata de una argumentada y cordial invitación a que todos los liberales
de las sociedades hispanoamericanas nunca olvidemos ni dejemos de lado ese
legado de nuestros antepasados –pues españoles e hispanoamericanos somos
parte de una misma familia transcontinental-, ya que es mucho es lo que nos
puede ayudar en la empresa de lograr que las nuestras sean cada día sociedades
más abiertas, libres y prósperas.
LA LEYENDA DEL AUTORITARISMO Y ATRASO CONGÉNITO DE LA
TRADICIÓN HISPÁNICA
Existe en nuestra época aún una suerte de complejo cultural, que genera
desprecio hacia nosotros mismos y resentimiento también, en amplios sectores de
las sociedades por ser herederos de la tradición hispánica2. Predomina antes que
aprecio por la lengua, la historia, la cultura y los valores compartidos, vergüenza y
desdén hacia ellos, no sólo por lo que con razón se consideran fracasos a lo largo
de nuestra historia, sino también por la creencia de que hay algo malo en
nosotros, irreversible, si no biológico al menos cultural, que nos empuja a ser
violentos, supersticiosos, a irrespetar normas, adoptar instituciones extractivas y
autoritarias, y a ceder el poder a proyectos personalistas y colectivistas que no
resuelven sino que agravan problemas que nunca hemos podido resolver de forma
sostenida –pobreza, discriminación, servidumbre, ausencia de Estado de Derecho,
etc.-.
2 Algunos de estos complejos, en el caso de España, se describen en la entrevista de Daniel Gascón a John H. Elliott “España no es diferente”, en Letras Libres, octubre de 2015, consultada el 24.06.17 en: https://goo.gl/BeWsR1
Las emociones negativas de las que se nutre ese desprecio o indiferencia
por nuestra tradición hispánica, se refuerzan aún más cuando se compara la
evolución de nuestras sociedades con la de las sociedades anglosajonas, que se
consideran, en general, por ser más abiertas, desarrolladas y libres de regímenes
autoritarios, supuestamente por la cultura o valores liberales que predominarían
entre sus integrantes en general –políticos, funcionarios, electores, periodistas,
académicos, intelectuales, etc.-.. En efecto, esa comparación, en lugar de generar
admiración e interés por conocer qué se ha hecho de bien en esas sociedades y
mal en las nuestras, causa envidia, rencor, y ha facilitado la aceptación de teorías
falaces como las expuesta por Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de
América Latina, según la cual somos atrasados por causa del saqueo del que
fuimos –y todavía seríamos- víctimas a manos de las naciones más desarrolladas,
que no lo serían de haber conservado nuestras naciones esas riquezas que les
fueron arrebatadas.
La fuente primaria de esta leyenda, acerca de lo atrasada que sería en el
plano cultural España y su mundo de ultramar en comparación con las sociedades
británica, francesa y de los países bajos, es la llamada “Leyenda Negra española”.
Sobre ella, a favor y en su contra, es mucho lo que se ha escrito, pero es poco lo
que las actuales generaciones saben al respecto. Es usual escuchar en
conversaciones familiares, universitarias y políticas, que somos contrarios a la
libertad, el trabajo, la responsabilidad y la construcción de instituciones inclusivas
porque descendemos, por el lado español, de maleantes, pícaros, aventureros e
inquisidores llegados del Viejo Mundo con Cristóbal Colón primero y luego con el
resto de los conquistadores de España y de otros países europeos, y no, por
desgracia, de granjeros, pastores protestantes, burgueses y hombres de negocios.
De acuerdo con esa leyenda negra española3, tanto los nacidos en ese país
como todos los habitantes de sus antiguas colonias americanas tienen rasgos de
carácter, conducta, creencias y valores que son contrarios a la convivencia libre,
pacífica y próspera, gustan de la violencia, de burlar la ley, actuar como pícaros,
de ejercer el poder en forma autoritaria en nombre de alguna creencia y controlar
la economía para provecho de pocos. Y estos rasgos nos habrían hecho fracasar
una y otra vez, indefinidamente a lo largo de la Historia, al margen de los
esfuerzos de algunos pocos por impedirlo, pues sería una consecuencia inevitable
por los contenidos de la cultura que en algún momento echó sus raíces en las
antiguas coronas hispánicas, previas a la creación del Reino de España, y que
luego durante la conquista y el período colonial, fueron transferidas a los
habitantes originarios y mestizos de los nuevos territorios americanos.
Este determinismo de la leyenda negra española, basado en una suerte de
filosofía de la historia similar a la criticada por Karl R. Popper en La Miseria del
Historicismo, ha servido para “explicar”, en simultáneo, el supuesto atraso
hispánico y su naturaleza casi irreversible, así como el desarrollo y condición más
liberal de otras tradiciones culturales de Occidente, como la británica, la
estadounidense, la alemana, la francesa y la holandesa, entre otras, que estarían
presuntamente orientadas gracias a sus creencias, lenguas, valores e historia a
vivir en libertad. Hoy día, tal interpretación del devenir de las sociedades, además
3 Bien analizada y refutada, entre otras obras de útil lectura, por JUDERÍAS, Julián, en La Leyenda Negra de España. Madrid: 2014, en especial véase las páginas 267 y ss.
de falaz, desconocedora de la condición humana y del enfoque institucional, no
pasa de ser una propaganda, que ha desempeñado desde su invención diversas
funciones, pero siempre todas dirigidas a generar complejos y singularidad en los
habitantes de los países de habla hispana.
Como bien lo analizó y explicó Julián Juderías, no hay sino exageraciones y
falsificaciones en esa interpretación de lo hispánico, que surgió en pleno período
de expansión y predominio del Imperio español en Europa y lo que luego sería
América, en el que los otros Imperios y reinos de la época sintieron terror, angustia
y debilidad ante las magnitudes que la Corona de la península ibérica estaba
adquiriendo, en contra de sus intereses, tanto en el Nuevo Mundo como en el
Viejo Continente.
De algún modo las potencias rivales debían desprestigiar e intentar frenar y
debilitar ese descomunal fortalecimiento que tuvo –y que duraría poco- el aún
incipiente Reino de España4, y la vía elegida no fue solo el de la guerra, sino el
descrédito cultural y la afirmación según la cual el catolicismo y la monarquía
españolas eran, en sí mismas, la causa de atroces comportamientos en contra de
la dignidad y la libertad humanas, de la tolerancia y la convivencia civilizada, tanto
en la península como en las colonias americanas, mientras en paralelo se
realizaba una exaltación cultural de lo protestante y de lo tolerantes que serían las
otras monarquías europeas entre los siglos XVI y XVII.
4 Así lo expone el hispanista John H. Elliott en entrevista a Letras Libres, septiembre de 2003, titulada “El desengaño del imperio español”, consultada el 24.06.17 en: https://goo.gl/E34G69. También en ELLIOTT, John H., España y el Mundo Trasatlántico: pasado y presente. Madrid: FAES, 2012, pp. 2 y 12.
Son hechos documentados los procedimientos adoptados en materia
económica, política, social y religiosa, a través de la Inquisición, por la monarquía
española tanto en contra de sus propios súbditos en la península como en contra
de sus súbditos y demás sectores sociales en las colonias de ultramar. Su
carácter autoritario, contrario a la libertad, a la dignidad humana y a la limitación
del poder, es indiscutible. Tanto contra los súbditos que no apoyaban la
construcción de una monarquía centralista, como contra aborígenes, negros y
blancos criollos que se oponían a la discriminación que desde la Metrópoli se
imponía en diferentes grados a quienes habitaban las colonias.
Pero también son hechos documentados el que en países supuestamente
más “evolucionados” en lo cultural, tanto en sus territorios como en las colonias y
en distintos continentes, se cometieron iguales o hasta peores abusos y ultrajes,
tanto en contra de sus súbditos en Europa como en contra de sus colonos en
todos los territorios bajo su control político y militar5. Ahora bien, esos hechos no
impidieron que en medio de sus desafíos y equivocaciones, encontraran el camino
hacia la libertad, que se hizo tal vez más cercano porque partes sustanciales de
esas sociedades nunca asumieron complejos paralizantes, que los hicieran dudar
de su amor propio y de su capacidad efectiva para instaurar instituciones
inclusivas y garantizar con ellas la prosperidad de sus conciudadanos.
5 Abundan estudios que demuestran que la intolerancia religiosa y el uso de métodos crueles para torturar y asesinar personas de otros credos o carentes de ellos, no fue exclusiva del catolicismo, y que las iglesias protestantes también las usaron. No es asunto de este ensayo profundizar en este tema, sólo destacar que lo hecho por el Imperio español en sus territorios no fue algo singular, privativo de él, sino común en la época imperial y colonial a todas las potencias europeas, y que tal factor no fue lo que impidió que unas adoptaran instituciones inclusivas y liberales en su desarrollo histórico. Véase al respecto los reportajes de César Cervera y de Manuel P. Villatoro, consultados el 24.06.17 en https://goo.gl/xeFTeB y https://goo.gl/wjGmKy , respectivamente.
El por qué en Inglaterra se pasó de una monarquía absolutista que
amenazaba con imponer el catolicismo a una monarquía constitucional limitada
por el Parlamento, mientras que en España se pasó de una monarquía más o
menos limitada, debido al reconocimiento de instituciones forales, reinos
autónomos e instituciones pre-parlamentarias, a una monarquía absolutista y
sobre todo policial, administrativa, muy fuerte en lo interno pero poco a poco cada
vez más débil en el plano internacional, tiene su explicación no en un
determinismo cultural, o en las creencias religiosas predominantes en un caso y
en otro, o en la vocación liberal de una tradición y autoritaria de la otra, sino en las
circunstancias históricas, políticas, económicas y sociales de cada Imperio6, los
problemas que enfrentaban y la forma en que les dieron respuesta ante lo inédito
de esas circunstancias para cada cual, no siendo a decir verdad una conciencia
generalizada a favor o en contra de la libertad lo que llevó a frenar el absolutismo
en una tradición, y a consolidarlo en la otra.
Así, mientras en el Imperio inglés se opusieron con toda firmeza y éxito a un
monarca “papista”, en España a los Austrias y su conservación de las diversidades
territoriales e institucionales, les sucedió en el trono, debido a una interrupción en
su linaje, una familia simpatizante de la revolución francesa y su proceso de
burocratización, los Borbones. Mientras al Reino Unido no llegaron enormes
cantidades de metales provenientes del Nuevo Mundo, al Reino de España sí, en
un momento en el que se creía todavía que la riqueza tenía que ver más con la
acumulación de metales preciosos que con la producción de bienes y servicios.
6 Como se explica en ELLIOTT, J.H. Imperios del Mundo Atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830). Madrid: Editorial Taurus, 2006, y PINCUS, Steve, 1688. La primera revolución moderna. Barcelona: El Acantilado, 2013.
Se trató, en suma, de una serie de factores históricos comprobables, así
como del azar y la fortuna de cada sociedad, en el sentido que Nicolás Maquiavelo
atribuía al término “fortuna”7, que explican por qué los descendientes de un
Imperio conservaron casi hasta nuestros días sus libertades básicas en medio de
muchas dificultades –pues no han carecido ni Reino Unido, los EEUU y otros
países de esa tradición de períodos en que los gobiernos han sido centralistas,
intervencionistas y estatistas-, mientras que los descendientes del otro Imperio las
han perdido y recuperado con angustiosa frecuencia, sin lograr la indispensable
estabilidad política y económica.
LA ESCUELA LIBERAL ANTE LA TRADICIÓN HISPÁNICA
Resulta interesante prestar atención a la postura de la tradición liberal de
habla hispana frente a la Leyenda Negra Española y, en general, respecto de la
denominada interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana.
Sin llegar a acoger de forma abierta esa Leyenda, nuestra tradición liberal
es coincidente con aquélla en no pocos de los rasgos que le atribuye a la cultura
hispánica, en cuanto a su propensión o abierta acogida, por razones culturales,
psicológicas y religiosas, al autoritarismo, al mercantilismo, a la picardía violenta,
al personalismo político y más recientemente al populismo, por contraste con lo
que sucedería en la tradición cultural occidental más próspera, la anglosajona,
más proclive, también por factores culturales, al desarrollo de sociedades abiertas
con Gobierno limitados y resistentes al colectivismo.
7 Para el florentino la fortuna es una mezcla de fuerza natural de las cosas que posibilita la ocurrencia de ciertos eventos y de constancia y esfuerzo oportuno para orientar desde la acción humana el sentido del devenir histórico. Ver sobre esta noción MAQUIAVELO, Nicolás, El Príncipe. Caracas: edición de Los Libros de El Nacional, 1999, pp. 19 y 20, nota al pié n° 7.
Se puede observar, en ensayos liberales de notables intelectuales de
nuestra tradición8, cómo se destacan y enfatizan los aspectos autoritarios tanto del
período monárquico y colonial del antiguo Imperio español como del período
republicano luego de las independencias, las consecuencias del predominio de
estos aspectos, y cómo prevalecen en el tiempo en comparación con la poca
vigencia en nuestras sociedades de instituciones liberales; de igual modo se
explican las prácticas mercantilistas, monopolistas e intervencionistas de las
autoridades en el mundo hispánico durante esos períodos, explicando cómo esos
malos hábitos en la legislación, la regulación y las políticas públicas, facilitaron
luego la acogida de propuestas socialistas y paternalistas en general del individuo
y la sociedad.
Es de innecesario decir que exponer lo anterior es correcto, necesario y
justificado. Pero no es innecesario insistir en que en modo alguno resulta
suficiente limitarse a ello cuando de comprender nuestra tradición hispánica se
trata, y de resaltar en ella las notables expresiones que ha tenido la lucha por la
libertad y la limitación del poder, al menos desde la tardía Edad Media hasta
nuestros días.
En efecto, cuando se explica a las nuevas generaciones las características
de las instituciones extractivas que han predominado en la historia del mundo
hispánico, no se da cuenta de las instituciones políticas limitantes del poder estatal
que funcionaron en Aragón antes de la creación del Reino de España y durante el
8 Ejemplos de ello los encontramos en VARGAS LLOSA, Álvaro, Rumbo a la Libertad. Por qué la izquierda y el “neoliberalismo” fracasan en América Latina. Buenos Aires: Planeta, 2004, pp. 32 y ss.; DE LEÓN, Ignacio, La Propiedad como causa del Progreso. Caracas: CEDICE, 2008, pp. 40 y ss.; y GARCÍA HAMILTON, José Ignacio, El Autoritarismo y la Improductividad en Hispanoamérica. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1998, pp. 164 y ss.
menos un tiempo bajo éste para contener su creciente poder9; de los pensadores
católicos escolásticos que emplearon un método empirista, no metafísico, para
conocer y generar conocimiento, que condenaron el control estatal de la economía
y dieron nuevo fundamento a la autoridad real10; de las obras literarias pioneras en
la comprensión el nuevo rol del individuo y el valor de la libertad en el naciente
mundo moderno11; de las ideas y reflexiones políticas que fueron inspiración para
el surgimiento del constitucionalismo dentro de la tradición hispánica12; y del hecho
para nada menor de que el conjunto de las Constituciones con que nacen las
Repúblicas hispánicas del Nuevo Mundo son de signo liberal, sólo que hemos
olvidado el valor de ese nacimiento bajo la aurora de la libertad13.
Tampoco se profundiza en las causas de la caída o derrota de instituciones
liberales en los países de habla hispana, en qué factores tras la unificación de las
Coronas de Castilla y Aragón influyeron para que las instituciones y prácticas
menos estatistas de la segunda no llegaran al Nuevo Mundo; en qué medida la
influencia de la Revolución Francesa en la familia que asume el poder tras la
guerra de sucesión en el Reino de España eclipsó la posibilidad de una monarquía
no absolutista, constitucional y descentralizada; cómo mientras la reforma
9 Como se hace en ELLIOTT, John H., España y su Mundo (1500-1700). Madrid: Taurus, 2007, pp. 97 y ss. 10 Como se explica en CHAFUEN, Alejandro A., Raíces cristianas de la economía de libre mercado. Madrid: El Buey Mudo, 2009, pp. 33 y ss; y en TRUYOL Y SERRA, Antonio, Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado, Tomos 1 y 2. Madrid: Editorial Alianza, 1995. 11 Como se expone en GRAF, Eric Clifford, “Juan de Mariana y la política monetaria estadounidense moderna. Salamanca, Cervantes, Jefferson y la Escuela Austriaca”, en Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política, Vol. XI, nº 1, Primavera 2014, p. 96. Consultada el 24.06.17 en: https://goo.gl/sPlNNZ 12 Como se expone en GÓMEZ RIVAS, León, “Algunos antecedentes del liberalismo constitucional en España. El pensamiento político de la segunda escolástica”, en Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política, Vol. V, nº 2, Otoño 2008, pp. 188 y ss. 13 Como se lamenta MEZA DORTA, Giovanni, en El Olvido de los Próceres. La filosofía constitucional de la Independencia y su distorsión producto del militarismo. Caracas: Editorial Jurídica Venezolana, 2012.
protestante generaba su importante cuota de intolerancia, persecución, censura y
muertes –inevitable consecuencia de la unión de religión y política-, en el Imperio
español, en pleno período de la Inquisición, se desarrolló un corpus filosófico
sólido, no reñido con el catolicismo, basado en la observación y reflexión empírica
desde categorías tomistas y aristotélicas, que generó aportes en diversos planos
del conocimiento, y que por método y contenido ratifica que la visión liberal del ser
humano y la sociedad es tan parte de nuestra cultura, y ésta de la civilización
occidental, como lo es la cultura anglosajona u otras de Europa.
Tal vez por todo lo anterior, esto es, por considerar que nuestra tradición es
modesta o pobre en aportes a la cultura de la libertad, o que en ella sólo se puede
destacar lo contrario a esa cultura, se estudia y elogia mucho en los ensayos
liberales de habla hispana, con toda razón por demás, a autores e instituciones de
los países de habla inglesa, a los de la tradición austríaca y a pensadores de otras
tradiciones incluso no occidentales, todo lo cual, se insiste, nada de errado tiene,
siempre y cuando la apelación a estas fuentes sea para enriquecer el estudio y
valoración de la libertad, y no para suplir carencias de las cuales, en realidad, no
padecemos en la tradición hispánica14.
Porque no se trata, desde luego, de negar lo cierto, ni de afirmar lo falso.
De negar que tradiciones como la anglosajona han aportado en ideas y
realizaciones al liberalismo lo que tal vez ninguna otra ha logrado aportar, y de
afirmar que la hispánica por el contrario, a pesar de contar en su devenir con
14 Como lo confirman los estudios y ensayos contenidos en JAKSIC, Iván, y POSADA CARBÓ, Eduardo (Edit.), Liberalismo y Poder. Latinoamérica en el siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica, 2011, y FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier (Coord.), La aurora de la libertad: Los primeros liberalismos en el mundo iberoamericano. Madrid: Marcial Pons, 2014.
recursos y oportunidades para asumirlo, ha fallado en ese cometido. Tampoco de
proponer una suerte de lectura exclusiva y excluyente de las fuentes del
liberalismo, que por un chauvinismo absurdo se centre en las obras de habla
hispana. Mucho menos de ahondar el prejuicio y los complejos ante la tradición
anglosajona u otras tradiciones culturales que por mérito y fortuna han tenido
mayor desarrollo social, político y económico, respecto de las cuales la gratitud y
admiración por sus contribuciones a la causa de la libertad serán siempre
insuficientes, y de las cuales es mucho y valioso lo que podemos aprender.
Los aportes y experiencias exitosas de los países de habla inglesa en el
desarrollo del liberalismo, así como de otros en el mundo, son innegables,
insustituibles y de sumo valor, pero no son los únicos a destacar y estudiar, ni
tampoco son inexistentes o menores los aportes hechos desde los tiempos de la
Corona de Aragón, el antiguo Imperio español y luego de las independencias
desde los países hispanoamericanos. Por ello, sería de utilidad que el movimiento
liberal hispánico en la actualidad, como lo hace por ejemplo María Blanco15,
incluya en su relato y comprensión sobre el origen y desarrollo de la filosofía de la
libertad los importantes y pioneros hallazgos y aportes de las instituciones, obras y
pensadores que serán presentados en el siguiente capítulo.
Lo anterior es pertinente, no solo por rigor intelectual, académico y hasta
científico en sentido amplio. Sino por estrategia en la difusión y convencimiento
acerca de los beneficios que para toda persona y sociedad genera el vivir bajo
instituciones y valores liberales, en lugar de bajo instituciones autoritarias y valores
15 En Las Tribus Liberales. Una deconstrucción de la mitología liberal. Barcelona: Deusto, 2014, pp. 52 y ss.
colectivistas. Se trata de sumar a esa siempre ardua batalla por las ideas en
contra del socialismo, del populismo y las diversas formas de autoritarismo en
nuestros países, contenidos que contribuyan a desactivar prejuicios, complejos,
falacias y manipulaciones, según las cuales los hispanos no estamos preparados
ni somos culturalmente compatibles con el liberalismo, que sería una forma de
existir propia de otras tradiciones o culturas, pero no de la nuestra, condenada por
alguna suerte de determinismo a la pobreza, el autoritarismo y el desorden.
Lo que se plantea es dar a conocer con mayor regularidad la existencia de
estas experiencias y aportes liberales como prueba de que desde nuestra tradición
sí se han generado aportes universales a la causa de la libertad, que ésta sí es
compatible con valores, creencias y hábitos de los hispanohablantes, por lo
general considerados menos aptos para el gobierno y la producción de riqueza
que otras sociedades, y que las explicaciones culturalistas, teológicas o
historicistas de los fracasos que hemos tenido deben ser, si no del todo
abandonadas, al menos sí problematizadas, como lo plantea Gabriel Zanotti en su
reciente libro Economía para Sacerdotes16, al indicar que el enfoque institucional
de Por qué fracasan los países ha superado explicaciones más sociológicas y
culturalistas como la de La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo. Lo
mismo cabe señalar luego de la lectura del libro coordinado por Francis Fukuyama
La Brecha entre los Estados Unidos y América Latina17.
16 ZANOTTI, Gabriel J. y SILAR, Mario, Economía para Sacerdotes. La racionalidad económica al encuentro con la Fe. Buenos Aires: Biblioteca Instituto Acton, 2016, pp. 273 y ss. 17 La Brecha entre los Estados Unidos y América Latina. Determinantes políticos e institucionales del desarrollo económico. México: Fondo de Cultura Económica, 2006.
La explicación del fracaso o poco éxito, pues también lo ha tenido, del
liberalismo en el mundo hispánico, tiene más que ver con adversidades históricas,
el poco aprecio por la igualdad ante la ley de sus élites, aceptación de la leyenda
negra, la exclusión, menosprecio o ignorancia de su propio legado liberal, la poca
imaginación y carisma al promover las ideas de libertad, el exceso de
racionalismo, la reducción de la filosofía liberal a explicaciones económicas y a la
teoría de los incentivos, entre otras causas, que con algún determinismo de tipo
religioso o cultural, insuperable a través de la acción humana consciente.
En prueba de lo anterior, pasemos a relacionar con algunos comentarios,
ese valioso legado de aportes liberales de la tradición hispánica, desde fines de la
Edad Media hasta las independencias hispanoamericanas.
LOS APORTES: INSTITUCIONES, PENSADORES E IDEAS LIBERALES
SURGIDOS EN LA TRADICIÓN HISPÁNICA
Como ya se advirtió, no es objeto de este ensayo ahondar en cada uno de
los aportes a la causa liberal que se exponen a continuación, pues ello es tarea de
un estudio de otra naturaleza. Sólo recuperarlos, presentarlos organizadamente y
generar una nueva curiosidad e interés por cada uno de ellos.
Se los considera aportes, pues en cada hecho, pensamiento u obra
examinado encontramos lo esencial de la filosofía liberal: la preocupación por la
limitación del poder estatal, la defensa de la libertad del individuo, la garantía de la
propiedad privada, la exigencia de tolerancia y pluralismo y de instituciones que
hagan posible un orden social con cada uno de estos elementos.
Las instituciones políticas en la Corona de Aragón (siglos XII al XVIII)
Sorprende que casi toda antología sobre el liberalismo en la cultura
hispánica inicie con el constitucionalismo de Cádiz y las revoluciones de
independencia de las antiguas colonias hispanoamericanas, y que en los ensayos
más especializados sobre el tema, el antecedente más remoto del liberalismo
hispánico se ubique en las ideas y propuestas de los escolásticos de la Escuela de
Salamanca y otros centros universitarios del Reino de España entre los siglos XVI
y XVII.
Sucede que antes de esos siglos, desde la tardía Edad Media y al menos
hasta los Decretos de Nueva Planta dictados entre 1707 y 1716, en los territorios
de Aragón existieron y funcionaron en la práctica instituciones políticas que tenían
entre sus principales fines limitar el poder del monarca de esos territorios, y
garantizar los fueros que se consideraban derechos de parte de los habitantes de
esas regiones, intangibles para la Corona18. Esas instituciones no sólo
garantizaban antecedentes de lo que serían prácticas parlamentarias, sino
también de estructuras descentralizadas, de derechos regionales y locales, como
autonomía frente al derecho común del reino, instituciones jurídicas que tenían
independencia de la Corona y que bien pueden considerarse antecedentes del
ulterior Estado de Derecho.
Cabe considerar como liberales a esas instituciones, entre las que figuran la
Administración de Justicia, Consejo de Aragón, la Real Audiencia, el Justicia de
18 Una exposición completa en ELLIOTT, J.H., La España Imperial 1469-1716. Barcelona: Editorial Vicens Vives, 2005, pp. 11 y ss.
Aragón, la Diputación General o Generalitat y las Cortes19, aunque no existiera
para entonces la voz “liberal”, no hayan surgido para asegurar la libertad individual
de las personas y las garantías que ellas brindaban no se extendieran a toda la
población sino solo a una parte, porque estas tres características están presentes
de una manera u otra en la historia de las instituciones liberales inglesas, y a
pesar de ello se las considera liberales o antecedentes de las más
contemporáneas instituciones políticas de garantía de la libertad, y porque lo
fundamental, puede afirmarse, para darles esa denominación y sumarlas a la
tradición liberal hispánica, es que en la práctica sirvieron de forma consciente para
limitar al máximo los poderes de la Monarquía centralista, administrativa y
absolutista que tras la unificación de la Corona de Aragón y de Castilla surgió con
la creación del Reino de España y el descubrimiento de los territorios de ultramar,
ricos en metales preciosos.
Fue gracias a esas instituciones políticas aragonesas, aplicables en
regiones como Valencia, Cataluña, Baleares e incluso en territorios que hoy día
pertenecen a Francia e Italia, que esa tendencia que podemos calificar desde el
presente como autoritaria del Reino de España, a razón del predominio en su
evolución de las ideas e instituciones políticas existentes en Castilla como
resultado de la guerra contra la ocupación árabe ocurrida durante el siglo VIII, no
se impuso a toda la península ibérica y más allá una vez los Reyes Católicos
sellaron la unificación de las Coronas. De hecho, durante un largo período cada
19 Una exposición detallada de estas instituciones “protoliberales” en CORONA MARZOL, Carmen, Las Instituciones Políticas en la Corona De Aragón desde sus orígenes al Reinado de Carlos II, consultado el 24.06.17 en: https://goo.gl/MvhgiC y en MORALES ARRIZABALAGA, Jesús, “La intervención de la Corte del Justicia y las Cortes del Reino en la Formulación del Fuero de Aragón”, consultado el 24.06.17 en: https://goo.gl/8fRtDt
una conservó su autonomía política y económica, en especial por las fuertes
presiones que Fernando II y sus sucesores recibieron de sus súbditos en cada uno
de los principados y regiones de su territorio, para que no asumiera las
instituciones castellanas en su territorio, ni aceptara su progresiva implantación20.
¿Por qué no se conservaron esas instituciones? Por la fortuna histórica, por
la torpeza política y por un comprensible fracaso ante un desafío político mayor,
sin precedentes. Se corta la línea de sucesión de los Austrias, se desata una
guerra de secesión y triunfan los Borbones, una familia real que simpatiza y
asume el proyecto político de la constructivista e intervencionista Revolución
Francesa. Las clases aragonesas directamente beneficiadas por las instituciones y
fueros de esa Corona no entendieron la necesidad de aliarse con los sectores más
deprimidos y excluidos de ésta para llegado el momento resistir con más eficacia
la ofensiva autoritaria del Reino de España, luego del cambio de familia real21.
También se perdieron a causa de las enfermedades que azotaron a los
aragoneses y diezmaron el tamaño de su población, que terminó siendo inferior al
de las regiones de Castilla, por el aumento del poder económico que adquirió esta
última luego de la conquista gracias a la extracción de metales preciosos de los
territorios de ultramar -con los que se prohibió a Aragón todo contacto político y
comercial-, y en definitiva, porque El Reino de España se vio rebasado por las
circunstancias al llegar tan rápida e inesperadamente a ser el Imperio más vasto y
poderoso de Occidente, sin experiencia previa alguna sobre cómo administrar y
aprovechar del mejor modo posible esa favorable pero desafiante realidad.
20 ELLIOTT, J.H., La España Imperial 1469-1716, op. cit., pp. 409 y ss. 21 Sobre este tema es pertinente la lectura de NEGRO, Dalmacio, El Liberalismo en España. Una antología. Madrid: Unión Editorial, 1988, pp. 17 y ss.
No responde nada de lo anterior a un determinismo cultural o histórico, a
una fascinación por el autoritarismo y el centralismo por parte de los hispanos, a
un fatalismo por el predominio de la fe católica o a un gusto por el mercantilismo y
el intervencionismo económico inherente a las prácticas comerciales de la
península ibérica. Sino a hechos imponderables, a luchas por el poder y a
consecuencias inevitables de situaciones históricas inéditas, que podían
evolucionar de otro modo, pero también como en efecto lo hicieron.
En Inglaterra quizá sin la amenaza de una implantación forzosa del
catolicismo por un monarca papista, tal vez la Revolución Gloriosa no habría
tenido lugar. Si en Chile el régimen militar no hubiera carecido de plan económico
y estado los “Chicago Boys” listos para proponer las reformas, quizá ese país
habría seguido una ruta económica diferente a la que le ha brindado la
prosperidad actual. Sin la guerra de “Las Malvinas”, tal vez Margaret Thatcher no
habría podido ejecutar la parte más importante de su programa de reformas
económicas liberales en Reino Unido. La fortuna en la historia es relevante.
Luego, existe a nivel historiográfico una interesante polémica sobre si las
instituciones de la Corona de Aragón son más expresión de resabios feudales en
la península ibérica, o más bien antecedentes del constitucionalismo y formas de
ejercicio limitado del poder estatal22. Al margen de las razones a favor y en contra
de una u otra postura –en la que la segunda interpretación luce más plausible que
la primera-, lo relevante para el pensamiento liberal es que hispanistas de la talla 22 Sobre el carácter feudal de las instituciones de Aragón ver ANTÓN, Luis González, España y las Españas. Madrid: Alianza Editorial, 2002, mientras que sobre el carácter liberal o antecedentes del constitucionalismo de esas instituciones, véase además de los trabajos de John H. Elliott antes referidos, lo expuesto por LLUCH, Ernst, “Liberalismo fuerista en el siglo XIX: Corona de Aragón y País Vasco”, en Derechos Históricos y Constitucionalismo Útil. Barcelona: Editorial Crítica, 2001, pp. 51 y ss.
de John H. Elliott y Marjorie Grace Hutchinson23, sostienen abiertamente que en
nuestra cultura hispánica funcionaron instituciones de limitación del poder, mucho
antes de que en el Reino Unido, Países Bajos u otras regiones del mundo.
Las reflexiones, obras y propuestas de la escolástica tardía
No es objeto de este ensayo describir, analizar y destacar los aportes de los
escolásticos tardíos de la Escuela de Salamanca y el resto de los pensadores
españoles durante los siglos XVI y XVII. Esa labor, por fortuna, ha sido ya
ampliamente desarrollada por especialistas como Alejandro A. Chafuen y León
Gómez Rivas, entre otros.
Si lo es, en cambio, destacar lo poco que se emplean las obras de estos
autores en comparación con el empleo que sí se hace de la obra de los británicos,
estadounidenses y austríacos.
Es pertinente preguntarse por qué no se destaca que la mayoría de estos
pensadores desarrollaron sus investigaciones en Castilla, no en Aragón, a pesar
de estar ese territorio sujeto a instituciones monárquicas más centralistas,
absolutistas e intervencionistas que las presentes en el territorio aragonés; que lo
hicieron sin abandonar o contradecir valores del catolicismo y teniendo como pilar
central la filosofía y teología cristiana de Tomás de Aquino, sin tener que abrazar
el protestantismo al que, por el contrario, criticaron por intolerante y violento, y
cómo los escolásticos no sólo aportaron ideas y propuestas a la causa de la
libertad en materia económica, sino también en la política, la moral y la filosófica.
23 Entre otras, en su libro Ensayos sobre el pensamiento económico en España. Madrid: Alianza editorial, 1995.
En efecto, los escolásticos tardíos aportaron descubrimientos, teorías y
recomendaciones en materia monetaria, contractual, acerca de la teoría del valor y
el trabajo, sobre los límites a la intervención del Gobierno en la economía, y con
relación a la libertad de las personas para actuar en este ámbito de la vida
social24.
Pero también lo hicieron al reflexionar sobre el origen y legitimidad del
poder del monarca, sobre cómo éste deriva de los súbditos por autoridad divina y
no del propio ocupante del trono, acerca de los límites del poder estatal para
gobernar conforme a la dignidad y libertad de las personas y no degenerar en una
tiranía y el natural derecho de los gobernados a rebelarse y hasta disponer de la
vida del gobernante convertido en tirano.
Igualmente, muchos de estos escolásticos formularon críticas a la forma en
que se llevó la conquista y colonización en los territorios de ultramar, al trato dado
a los nativos de las nuevas posesiones del Reino de España, a las condiciones
económicas impuestas a los nacidos en la Península que eligieron permanecer en
el Nuevo Mundo y a la ausencia de igualdad ante la ley.
En un ámbito cultural teológico, metafísico y que evolucionaría hacia el
racionalismo constructivista, los escolásticos aportan una embrionaria
epistemología empirista, basada en la observación y verificación para, a partir de
esos datos, generar explicaciones universales de la conducta humana en el plano
económico, político y moral, de modo que hay también aportes de sumo valor
24 Una explicación de estos aportes desde la perspectiva antropológica en TERMES, Rafael, Antropología del Capitalismo. Un debate abierto. Madrid: Ediciones RIALP, 2001, pp. 113 y ss.
desde el punto de vista filosófico y epistemológico, que deberían ser resaltados y
recuperados en todo aquello que mantenga vigencia.
Por qué el acervo de la escolástica tardía hispánica no tuvo continuidad en
la vida universitaria e intelectual de la España borbónica, por qué no fue asumida
por las autoridades del Imperio español como base para sus políticas económicas,
por qué no fue conocida o no tuvo recepción en las colonias americanas, a qué se
debe el que en lugar de las propuestas de los escolásticos hayan sido asumidas
las tesis estatistas e intervencionistas de pensadores como Sancho de Moncada,
son todos eventos que tienen respuestas en causas y hechos vinculados más que
con aspectos culturales o teológicos propios del mundo hispánico, con eventos
sociales, políticos, económicos y militares de su período histórico imperial, internos
e internacionales, que enfrentó el Reino de España tanto en su propio territorio
europeo como en las colonias de ultramar, eventos con que otros Reinos, como el
británico y el francés, por ejemplo, no se vieron en necesidad de enfrentar25.
El que tengan otras causas, desde luego, no elimina ni disminuye el peso y
los efectos del fracaso de la tradición liberal en el mundo hispánico, al no lograr
moldear las instituciones políticas y económicas predominantes, pero al mismo
tiempo, permite valorar en su justa dimensión la existencia, evolución, consistencia
e influencia, más allá del Imperio español, de los aportes de Salamanca y de
personajes de otros centros de pensamiento hispánicos a la cultura de la libertad,
y permite sostener que si en un momento de la historia con tantas complicaciones
se pudo lograr, al interior de una creencia religiosa además, un corpus tan
25 Un notable estudio sobre esta temática se encuentra en FERNÁNDEZ DELGADO, Rogelio, Liberalismo y Estatismo en el Siglo de Oro Español. Un estudio comparado del pensamiento económico de Juan de Mariana y Sancho de Moncada. Madrid: Unión Editorial, 2006.
sustancial a favor del liberalismo, con mayor razón en el presente ello es posible,
pero sobre todo, constatar que no hay nada de singular en lo hispánico que nos
ate al anti liberalismo, y que sostener lo contrario es asumir la propaganda ya
refutada hasta la saciedad de la Leyenda Negra española.
La literatura del siglo de oro y sus aportes a la causa de la libertad
El valor para la cultura Occidental de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha, desde el punto de vista literario y estético han sido también asunto más
que tratado y estudiado por expertos de diferentes especialidades, en particular
por escritores, historiadores y economistas.
Pero cabe también destacar, de la que es considerada la primera novela
moderna, sus aportes a la visión del ser humano en la sociedad y, más allá, al
cambio de mentalidad en pleno ascenso de la era moderna, con su empresa nada
menor de desacralizar el mundo, colocar al individuo como centro de los cambios
sociales y no fuerzas históricas impersonales, y adoptar la razón como
herramienta fundamental para conducir a la humanidad como parte de la
naturaleza y en su existencia en sociedad.
Como lo han destacado Eric Graff y Mario Vargas Llosa, El Quijote es
fuente pionera y certera dentro de la modernidad occidental, de esa ruptura con el
mundo encantado de los mitos y leyendas medievales, escrita en los territorios de
Castilla, en lengua castellana, por un amante de su tierra como Cervantes y en
pleno ejercicio del absolutismo Borbón, no obstante ello, esta obra, apreciada por
grandes pensadores y políticos de la libertad como Jefferson y Bastiat, no ha sido
suficientemente empleada por los defensores del liberalismo en nuestro tiempo a
través de las humanidades y del arte, en ámbitos como la educación básica y
universitaria, el teatro, la televisión y el cine, mediante los cuales es mucho lo que
puede influirse en las nuevas generaciones.
Sorprende que mientras en Reino Unido, obras literarias como las de
George Orwell, J. R.R. Tolkien y Charles Dickens, tengan amplia difusión en los
ámbitos antes mencionados, en cambio, en habla hispana, novelas, obras de
teatro y cuentos del siglo de oro, así como obras literarias más contemporáneas,
del siglo XX, como las del Boom Literario por ejemplo, tengan tan poca utilización
desde la perspectiva liberal y orientada la influencia hacia las nuevas
generaciones, para lo cual bien podrían utilizarse las nuevas tecnologías y lograr
ingeniosas formas de difusión e interés hacia los valores del liberalismo y su visión
crítica del poder.
En cuanto a los aspectos económicos de El Quijote, el hispanista Eric Graff
se pregunta y responde lo siguiente:
“¿Era Cervantes un capitalista?, ¿un austriaco?, ¿un randiano partidario del libre mercado?, ¿un libertario?, ¿un liberal inglés? Minimizamos el riesgo académico diciendo que era un pionero; sin embargo, podemos ir más lejos aún. Cuando se trata de pensar en teoría económica moderna, Don Quijote es un amplificador de influencias. Las ideas de la Escuela de Salamanca acerca de la política económica influenciaron a Cervantes; más tarde, protoliberales y liberales clásicos, que también leyeron a los salmantinos, a menudo validaron sus ideas leyendo Don Quijote. John Locke, Thomas Jefferson y Frédéric Bastiat tenían sus razones para ser grandes aficionados a la primera novela moderna. Pero esa es otra historia”26.
El mismo autor destaca, en su análisis sobre asuntos no económicos en El
Quijote, aspectos tales como:
“En términos filosóficos, Don Quijote representa la culminación tanto del humanismo como del escolasticismo tardío. En términos de la historia de la literatura, exhibe toda la complejidad de la estética de la barroca española con su sinfín de paradojas,
26 GRAFF, Eric, Cinco principios del libre mercado en Don Quijote de la Mancha. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/EKQtyJ
subversiones e ironías lingüísticas, filosóficas y hasta políticas (…) A la vez, es un texto que mira tanto hacia la antigüedad como hacia la modernidad (…) Cervantes influenció directa e indirectamente a los fundadores de Estados Unidos, entre ellos a Franklin, a Madison y sobre todo a Jefferson. Por lo tanto, Don Quijote representa una excelente oportunidad para destacar que los anglosajones y los hispanos tenemos ciertos valores en común”27.
De allí que Graff sostenga también que:
“En el siglo XXI, la novela de Cervantes promete ser el más sano terreno de encuentro cultural e ideológico entre el norte y el sur del Nuevo Mundo. En ese texto todos reconoceremos ideas que solíamos imaginar como si fuesen exclusivamente ‘nuestras’, pero que en realidad son universales. A mi modo de ver, lo verdaderamente bello de la obra maestra de Cervantes es su constante e inexorable defensa de la libertad: la religiosa, la personal, la política, e incluso la económica. De hecho, según una tendencia de la crítica literaria actual, Cervantes es uno de los padres del liberalismo clásico (…) Más recientemente, David Hart descubrió que Frédéric Bastiat escribió un ensayo acerca de Sancho Panza como Gobernador de la Ínsula Barataria. Yo mismo he indicado la conexión intelectual que hubo entre Cervantes y el gran filósofo salamantino Juan de Mariana (…) Y aunque pueda sonar sorprendente, es un hecho que Locke, Hume y Burke, tres de los defensores de la libertad más importantes de la tradición anglosajona, fueron lectores fanáticos de la primera novela moderna”28.
Por último, es importante destacar la visión de España y de lo hispánico que
está presente en El Quijote a decir de Mario Vargas Llosa, la cual contradice la
visión oscura de la Leyenda Negra Española y matiza un poco el pesimismo liberal
hacia la tradición hispánica:
“¿Cuál es la imagen de España que se levanta de las páginas de la novela cervantina? La de un mundo vasto y diverso, sin fronteras geográficas, constituido por un archipiélago de comunidades, aldeas y pueblos, a los que los personajes dan el nombre de ‘patrias’ (…) A lo largo de sus tres salidas, el Quijote recorre la Mancha y parte de Aragón y Cataluña, pero, por la procedencia de muchos personajes y referencias a lugares y cosas en el curso de la narración y de los diálogos, España aparece como un espacio mucho más vasto, cohesionado en su diversidad geográfica y cultural y de unas inciertas fronteras que parecen definirse en función no de territorios y demarcaciones administrativas, sino religiosas…”29.
27 GRAFF, Eric, Don Quijote es una férrea defensa de la libertad humana. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/8pnfmA 28 GRAFF, Eric, Don Quijote es una férrea defensa de la libertad humana. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/8pnfmA 29 VARGAS LLOSA, Mario, Un liberal en el siglo de oro. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/GEBVnm
Según el autor de Cinco Esquinas, ya en Cervantes está claramente
planteada la necesidad del reconocimiento de las autonomías culturales, sin caer
en el nacionalismo, enemigo acérrimo de la libertad:
“…con el paso del tiempo, esta idea de ‘patria’ iría desmaterializándose y acercándose cada vez más a la idea de nación (que sólo nace en el siglo XIX) hasta confundirse con ella (…) Esta concepción está en las antípodas del individualismo exaltado del que hace gala Don Quijote y quienes lo acompañan en la novela de Cervantes, un mundo en el que el ‘patriotismo’ es un sentimiento generoso y positivo, de amor al terruño y a los suyos, a la memoria y al pasado familiar, y no una manera de diferenciarse, excluirse y elevar fronteras contra los ‘otros’”30.
Y como El Quijote, existen otras ficciones, obras teatrales y obras filosóficas
que han sido desarrolladas por escritores, dramaturgos y pensadores de habla
hispana, como las destacadas por Martín Krause en La Economía explicada a mis
hijos, las reflexiones de José Ortega y Gasset, entre otros31, sin mencionar aquí a
los hispanoamericanos del siglo XX, que si sabemos rescatarlas y actualizar su
mensaje para las generaciones de hoy y de mañana, serán de mucha utilidad en
la promoción del ideario liberal en nuestros países.
El constitucionalismo gaditano
Si sobre Salamanca, los escolásticos tardíos y El Quijote es mucho y bueno
lo que se ha escrito y destacado, sobre el constitucionalismo de Cádiz cabe
señalar exactamente lo mismo. De modo que no es pertinente ni resumir ni
analizar aquí sobre lo que se intentó y no se logró, sobre las personalidades que
estuvieron al frente de la apuesta por una monarquía constitucional en el Reino de
España, y sobre los aspectos más políticos y jurídicos, a favor de la libertad a
pesar de ciertas dificultades no del todo resueltas, de la Constitución gaditana. 30 VARGAS LLOSA, Mario, Un liberal en el siglo de oro. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/GEBVnm 31 En NEGRO, Dalmacio, El Liberalismo en España. Una antología, op. cit., se incluye una amplia relación de notables liberales hispánicos.
Lo que sí resulta pertinente resaltar en este ensayo es un aspecto bien
estudiado por León Gómez Rivas32, que va a contracorriente de lo explicado en la
mayoría de los trabajos dedicados a explicar lo que fue y significó ese episodio de
1812 en la historia de España y de las nacientes Repúblicas Hispanoamericanas,
como es la conexión directa entre los principales representantes del movimiento
constitucional gaditano y las obras, ideas y reflexiones de los escolásticos tardíos,
junto a las innegables influencias que también recibieron tanto de la Revolución
Norteamericana como de la Revolución Francesa.
El hallazgo, basado en abundante documentación, así como otros estudios
que el mismo autor ha hecho sobre la difusión de las ideas liberales en las
colonias hispanoamericanas por órdenes religiosas como las de los jesuitas –
siempre tan contradictorios como diversos-, no es cosa de poca importancia.
En efecto, un lugar común al estudiar en los niveles básicos y universitarios
los procesos de independencia de las colonias hispanoamericanas, así como las
fuentes de la Constitución de Cádiz y la guerra de independencia de España de la
ocupación francesa con José Bonaparte al frente de la misma, es que las ideas
que influyeron en ciertos pensadores y hombres de acción política y militar
protagonistas de esos procesos, es afirmar que las fuentes provienen de la
Revolución Francesa –paradójicamente muy poco liberal, pero sí bastante
estatista y colectivista- y de la Revolución Norteamericana, por carecer la tradición
32 Ver el ya mencionado ensayo del autor GÓMEZ RIVAS, León, “Algunos antecedentes del liberalismo constitucional en España. El pensamiento político de la segunda escolástica”, en Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política. También CARPINTERO BENÍTEZ, Francisco, “Los escolásticos españoles en los inicios del liberalismo político y jurídico”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos XXV. Chile: Valparaíso, 2003, consultado el 24.06.17 en: https://goo.gl/63N5rp
hispánica de fuentes propias, obras, personajes y períodos a los cuales apelar
para la defensa de la libertad frente a la opresión.
Lo que es tanto como sostener que sin las fuentes liberales anglosajonas y
francesas –estas últimas mucho más reducidas en número-, los procesos de
independencia y el esfuerzo por instaurar formas de Estado con gobiernos
limitados y garantías de la libertad, no habrían sido posibles, ya que en el mundo
hispánico solo existía justificación para el absolutismo, la intolerancia, el
mercantilismo, los monopolios y el centralismo.
Por ello son tan valiosos hallazgos o rescates como el hecho por Miguel
Ángel Cortés y Xavier Reyes Matheus, respecto de una figura como la de León de
Arroyal, quien siendo un habitante del Reino de Castilla, en sus Cartas prefiguró el
marco institucional que debía regir en futuro al mundo hispánico, para lograr la
libertad y la prosperidad33.
Declaraciones de Independencia y Constituciones hispanoamericanas
Aunque se las califique como lo hizo Simón Bolívar de Repúblicas aéreas, o
hayamos sucumbido ante la mentira constitucional sobre la que alertó Octavio
Paz34, siempre será un gran hito de la tradición hispánica el que sus Declaraciones
de Independencia y sus Constituciones iniciales, hayan anunciado y asumido la
forma de Repúblicas liberales, y con el paso del tiempo se hayan vuelto en general
33 “Aunque para la mayor parte de los españoles sigue siendo un desconocido, este pensador ocupa un puesto relevante en nuestra historia de las ideas por haber sido el primero en proponer una Constitución para el país, estimando en sus Cartas que ‘el pueblo verá con gusto la disminución de un poder que regularmente se funda en la opresión y en su debilidad’”. CORTÉS, Miguel Ángel, y REYES MATHEUS, Xavier, Era cuestión de ser libres. Doscientos años del proyecto liberal en el mundo hispánico. Madrid: Turner, 2012, p.24 34 Sobre esta frustración histórica y común a las naciones hispanoamericanas, es de rigor la lectura de ROJAS, Rafael, Las Repúblicas de Aire. Utopía y desencanto en la Revolución de Hispanoamérica. Madrid: Taurus, 2009.
democráticas, si bien en su mayoría no asegurando una economía de mercado
protegida del intervencionismo estatal.
Las normas escritas no hacen las instituciones. Pueden reforzar y mejorar
la vigencia y utilización de las últimas si existe en la sociedad en que ellas operan
un entendimiento y convencimiento de que su uso es beneficioso y preferible a
cualquier otra alternativa posible. De modo que lo escrito en una Declaración de
Independencia, de Derechos o en una Constitución, no hará que una sociedad
viva en libertad, con prosperidad y garantías institucionales eficaces. Para lograr
esto se necesita mucho, mucho más, que tener esos textos escritos. Pero tenerlos
no es del todo inútil, ni tampoco secundario.
Con el predominio militarista en un prolongado período de la breve historia
de estas Repúblicas, y luego con el auge y predominio de regímenes socialistas,
populistas y colectivistas en general, bien pudieron adoptar las Constituciones
desde México hasta Argentina contenidos abiertamente contrarios a la libertad y a
la limitación del poder. Y si bien no han estado exentas las Constituciones de
contenidos estatistas y populistas, en general han conservado lo fundamental para
servir en la diaria lucha por impedir la concentración y abuso de poder.
Por supuesto, reformas constitucionales, enmiendas y más recientemente
las peligrosas Asambleas Constituyentes, han sido usadas para debilitar, eliminar
y reemplazar principios y reglas que impedían a los déspotas, a los caudillos y a
los proyectos colectivistas concentrar el poder y permanecer de forma indefinida
en él, mediante farsas consultas electorales. Todo ello es cierto, y es muestra de
lo frágil que es la materia constitucional para, por sí sola, frenar los embates de los
enemigos de la libertad.
Pero el constitucionalismo no ha logrado más en nuestra tradición, porque
entre la frustración por los pocos éxitos y el descuido que ha permitido el que
juristas y politólogos antiliberales monopolicen esta materia, la causa liberal ha
facilitado el que para muchas personas en Hispanoamérica la Constitución sea
sinónimo de proyecto partidista, de política pública o de fuente para la mágica
solución de los problemas, y no lo único que es y puede ser: la base normativa
para organizar y limitar el poder estatal, así como para garantizar la libertad de las
personas.
Existe una tarea a asumir en toda su extensión, por parte del movimiento
liberal en Hispanoamérica, para mostrar a las actuales generaciones que a la
cabeza de las mayoría de las independencias estuvieron pensadores y políticos
defensores de la libertad y no del estatismo35, que por causas históricas y no por
fatalismos o determinismos, no se ha logrado consolidar en muchos casos el
proyecto republicano liberal de las independencias, que la falta de aceptación del
carácter superior de la economía de mercado en atención a sus beneficios ha
impedido un desarrollo económico apropiado en buena parte de los países –salvo
en aquellos como Perú y Chile por ejemplo, en los que las normas constitucionales
han colaborado con el desarrollo de ese tipo de economías-, que instituciones
como la justicia constitucional según las reglas y controles ciudadanos que existen
sobre ella pueden asegurar la libertad o acabarla, que la desigualdad no es en sí
35 Como se prueba en las valiosas investigaciones compiladas en los ya mencionados JAKSIC, Iván, y POSADA CARBÓ, Eduardo (Edit.), Liberalismo y Poder. Latinoamérica en el siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica, 2011, y FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier (Coord.), La aurora de la libertad: Los primeros liberalismos en el mundo iberoamericano. Madrid: Marcial Pons, 2014. Así mismo, las interpretaciones y debates planteados por historiadores sobre las causas de las independencias hispanoamericanas y sus implicaciones en CHUST, Manuel (Ed.) Las Independencias Iberoamericanas en su Laberinto. Valencia: Universidad de Valencia, 2010.
misma un problema y que la igualdad ante la ley es lo que debe asumirse para
que haya oportunidades sin discriminación para todos.
Fue también gracias a normas constitucionales que en Argentina y en
Bolivia los regímenes populistas y autoritarios de Fernández y Morales no se
consolidaron a través de la reelección indefinida. En cambio, en gran medida fue
el desprecio a su constitucionalismo liberal originario lo que ha hecho posible que
en Venezuela y en Ecuador regímenes con esas características se perpetúen en
el poder a expensas de la libertad y la prosperidad de los habitantes de esos
países.
Es imprudente menospreciar la influencia de la materia constitucional en la
vida de las sociedades y los individuos. En los EEUU lo mismo que en Reino
Unido, el constitucionalismo ha contribuido a que las tendencias autoritarias y
populistas muy presentes también en esas sociedades, no hayan causado
mayores estragos. La limitación del poder vía revisión judicial o sistema federal ha
sido esencial en la salvaguarda de la libertad. Lo mismo en la Alemania de
postguerra, con su Ley Fundamental, y otros países de la Europa central y del
este, tras el colapso del socialismo real.
Un mejor futuro para el liberalismo en Hispanoamérica depende en gran
medida de que la visión liberal de la Constitución al menos compita con mejores
resultados con la visión estatista, socialista y populista de la Constitución, como la
que impulsan los neoconstitucionalistas y defensores del -extractivo- Estado
social. Y en modo alguno, con una retirada total de ese debate, para concentrarse
en forma exclusiva en el análisis económico, las estadísticas y la demostración de
cómo ha aumentado el poder adquisitivo de las masas gracias al capitalismo. Las
formas, los símbolos, los relatos, las instituciones no económicas, son también
fundamentales.
IDEAS PARA LA MEJOR DIFUSIÓN DE LOS APORTES HISPÁNICOS A
LA CULTURA DE LA LIBERTAD
El estudio puramente académico de los aportes hispánicos a la cultura de la
libertad antes mencionados y comentados, para profundizar en ellos, procurar
nuevos hallazgos y sistematizar ese legado liberal, es de por sí una labor que
debería ser asumida con más recursos, tiempo y regularidad tanto por centros de
enseñanza como por los tanques de pensamiento liberales en los países de habla
hispana, para una mejor comprensión y valoración de estos aportes, cuyo
conocimiento sigue siendo reducido y marginal en muchos sentidos.
Pero a efectos de esta contribución, pensamos que su identificación y
difusión en los aspectos esenciales de cada uno, a través de conversaciones,
charlas, conferencias, publicaciones y clases, de la actividad política y de debates
en publicaciones culturales, es indispensable y urgente, para derribar muchos de
los obstáculos que el movimiento liberal enfrenta en los países de habla hispana
para convencer acerca de los beneficios de los valores liberales, los cuales por
desgracia, en parte gracias al predominio socialista en las humanidades y las
ciencias sociales, siguen percibiéndose como foráneos, extraños a nuestra cultura
e idiosincrasia, y sólo aplicables en otras sociedades, en particular en las
anglosajonas.
En tal sentido, nos atrevemos a formular a continuación algunas
sugerencias en esa dirección, no exhaustivas por supuesto, que pueden ser de
utilidad para el mejor empleo en el terreno de estos valiosos aportes, de estas
auténticas raíces liberales del mundo hispánico, a las que deben sumarse los
aportes no menores hechos luego de consumadas las independencias, por
políticos, intelectuales, pensadores y civiles en diversas áreas, para la constitución
con mayor o menor éxito, de sociedades abiertas, en las que rijan el Estado de
Derecho, la propiedad privada, la independencia judicial, la desconcentración del
poder y la economía de mercado, y la democracia esté limitada por la libertad
individual y la división de poderes sin excepción.
Entre otras acciones, puede resultar de utilidad llevar adelante una revisión
autocrítica de la forma en que se expone y valora en ensayos y estudios liberales
al antiguo Imperio español y la historia de las relaciones entre éste y las
Repúblicas hispanoamericanas durante el período colonial, para sumar a la
exposición de las prácticas e instituciones extractivas y autoritarias que
predominaron, información y valoración de las instituciones, ideas y propuestas
liberales que también se generaron antes y durante la existencia de dicho Imperio,
a fin de equilibrar la visión y ponderación del legado ibérico en América, y romper
de raíz con la errada creencia de que todo lo relativo al Reino de España fue
negativo, como se planteó por estrategia política durante y después de las guerras
de independencias, por ser irremediablemente contrario a la libertad y al desarrollo
de los individuos.
Considerar en qué medida el movimiento liberal de habla hispana ha sido
receptivo de parte al menos de la Leyenda Negra española, para desmarcarse de
esa propaganda política, que magnifica lo negativo y oculta lo positivo del
predominio español en Occidente, y que más allá de ello, genera complejos,
envidia y frustración en los miembros actuales de las sociedades de habla hispana
al compararse con los integrantes de otras sociedades, en especial con los de las
sociedades anglosajonas, y advertir que no hay singularidad alguna en los hechos
negativos atribuibles al Imperio español y a la conquista desarrollada por aquél en
los territorios americanos.
Revisar la tesis de la supuesta radical incompatibilidad entre catolicismo y
liberalismo, a la fecha bastante criticada por liberales con valiosas investigaciones
sobre el tópico, a fin de no alimentar un innecesario conflicto entre creencias y
valores religiosos de los integrantes de las sociedades hispánicas y los valores y
propuestas del liberalismo, tomando en cuenta además que este último tiene
conexiones directas con el cristianismo y que en el mundo actual la religión
condiciona mucho menos que en otras épocas la conducta política, económica y
moral de las personas, lo que elimina riesgos de determinismos irreversibles por
causas teológicas.
Ampliar la promoción de las ideas de libertad en los países de habla
hispana tomando en cuenta y empleando las ideas, narraciones, metodologías y
vocación constitucional surgidas en nuestra tradición hispánica, tanto en España
como en América, para complementar las fuentes generadas en otras tradiciones
que también se emplean, y que desde luego deben seguirse utilizando, en la
“popularización” del liberalismo y sus beneficios para la vida en sociedad, de modo
que puedan conectarse, mediante formas novedosas, emotivas, creativas y
estéticas, las ideas y valores liberales con las creencias, tradiciones y formas de
entender el mundo de los habitantes de las sociedades de habla hispana, sin que
éstos entiendan que sólo asumiendo una tradición distinta a la suya, como la
anglosajona, es que podrían asumirse las instituciones y valores liberales.
Considerar que este redescubrimiento, y en casos reconciliación, con los
aportes liberales del mundo hispánico a la cultura de la libertad universal, es
también una forma de combatir la narrativa de la historia de nuestros países
impuesta en gran medida por el marxismo y diferentes corrientes del socialismo,
con sus categorías maniqueas de ricos y pobres, explotadores y explotados,
capitalistas y proletarios, pues un relato integral de las luces y sombras de la lucha
por la libertad de la historia que comparten España y las Repúblicas
Hispanoamericanas, contribuirá a eliminar los determinismos, los fatalismos, las
conspiraciones y el victimismo, y a fomentar en su lugar la comprensión en
términos empíricos -históricos, políticos y económicos- de las causas del por qué
no hemos consolidado instituciones liberales estables, y de por qué no son
mayoría los hispanos que entienden por qué un orden liberal es preferible a una
organización colectivista y populista de la sociedad.