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Sumario
ISSN 2660-7611
Volumen 1 Número 5
Granulomatosis linfomatoide cerebral con clonalidad del
receptor de células T. A propósito de un caso.
Infestación por Strongyloides Stercoralis como simulador
de enfermedad crónica. A propósito de dos casos.
Carcinoma del conducto ecrino recidivante.
A propósito de un caso.
Patología molecular del cáncer de tiroides. Revisión de
algunos aspectos.
Galería de imágenes.
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OCTUBRE
2020
www.archivosdepatologia.org
editor@archivosdepatologia.org
Edita: Infosolution SC
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1. Granulomatosis linfomatoide cerebral, con clonalidad del receptor de células T. A propósito de un caso. Dr. Raúl Rodríguez 1, Dra. Esther Nimchinsky 2, Dr. James K Liu 3, Dra. Ada Baisre de León4
1. Residente de Patología, Rutgers-New Jersey Medical School, USA
2. Especialista de Neuroradiología, Rutgers-New Jersey Medical School, USA
3. Especialista de Neurocirugía, Rutgers-New Jersey Medical School, USA
4. Especialista de Neuropatología, Rutgers-New Jersey Medical School, USA
Correspondencia: Dra. Baisre, A. (baisread@njms.rutgers.edu)
Resumen
La granulomatosis linfomatoide (LG) es una rara enfermedad linfoproliferativa de linfocitos B, extranodal,
angiocentrica y angiodestructiva, asociada al virus de Epstein-Barr, en pacientes inmunodeprimidos. Aquí estamos
presentando el caso peculiar de una mujer de 67 años que padece de lupus eritematoso sistémico y nefritis lúpica,
siendo tratada con drogas inmunosupresoras, que se presentó a la sala de emergencias con convulsiones y se le
encontraron varias lesiones de realce anular en la RMN del cerebro. El examen histopatológico de las lesiones
reveló una granulomatosis linfomatoide de grado I. Análisis molecular de reordenamientos para los genes TCRg y
IgH revelaron una expansión monoclonal en el gen TCRg y configuración germinal del gen IgH, lo cual es muy
inusual. Estudios de tomografía axial computarizada mostraron múltiples nódulos pulmonares clásicos de la LG.
Palabras clave: Granulomatosis linfomatoide cerebral, virus de Epstein Barr, Linfoma B asociado
Abstract
Lymphomatoid granulomatosis (LG) is a rare, angioinvasive and angiodestructive, EBV-associated B cell
lymphoproliferative disorder, which occurs in the setting of immunosuppression. We present the peculiar case of
a 67-year-old lady, with systemic lupus erythematous (SLE) and lupus nephritis, on immunosuppressant therapy,
who developed a new onset of seizures and was found to have multiple ring enhancing lesions on brain MRI. A
biopsy of one of the lesions revealed lymphomatoid granulomatosis, grade I. DNA analysis of the neoplasm,
showed T-cell receptor gene rearrangement (TRG) and no evidence of B-cell rearrangement, which is an unusual
finding. On further examination several lung nodules were identified on a CT scan of the chest, a characteristic of
LG.
Key words: Cerebral lymphomatoid granulomatosis, T cell clonality, Epstein Bar virus, Immunodeficiency
associated B-cell lymphoma
https:/doi.org/10.47579/AP.20.05.0030
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España (CC BY-NC-ND 3.0 ES) This Work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License
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Introducción
La granulomatosis linfomatoide (LG) es una rara enfermedad linfoproliferativa de linfocitos B, extranodal,
angiocentrica y angiodestructiva, asociada al virus de Epstein-Barr, en pacientes inmunodeprimidos. Los
pulmones son el órgano que más frecuentemente se ve afectado, y nódulos pulmonares se aprecian en más del
90% de los pacientes. La piel, el hígado, el cerebro, y los riñones también se ven afectados, aunque con mucha
menos frecuencia1. Las lesiones están compuestas de un número variable de linfocitos B grandes, que expresan
CD20, CD30 y el ARN del virus de Epstein-Barr (VEB), se puede detectar en estas células mediante la hibridación
in situ (EBER). Dependiendo de la cantidad de dichas células, del número de figuras mitóticas y la presencia de
necrosis, la OMS clasifica la LG en 3 grados. Otras células reactivas, como linfocitos T, células plasmáticas e
histiocitos, también están presentes, de hecho, en casos de LG de bajo grado, son más cuantiosas que las células
neoplásicas B grandes. En la más reciente edición de la clasificación de la OMS, la LG se clasifica en 3 grados
dependiendo de la cantidad de células grandes que expresen el VEB por campo microscópico de 400x (grado 1
menos 5, grado 2 entre 5 y 50 y grado 3 más de 50) y de la presencia de necrosis.
Caso clínico
Presentamos el caso de una mujer de 67 años con antecedentes clínicos de lupus eritematoso sistémico y nefritis
lúpica, siendo tratada con 400mg de Hydroxychloroquine (Plaquenil) diarios y 500 mg Micofenolato mofetil
(CellCept) dos veces al día, quien acude a la sala de emergencias por dos episodios de crisis convulsivas. La
paciente reporta que, además, se ha sentido con debilidad muscular en el último mes, y que presentó una
convulsión anteriormente, pero no acudió a la sala de emergencias. El examen físico, revela debilidad muscular y
cefalea. Una resonancia magnética nuclear (RMN) muestra edema vasogénico perilesional severo en la secuencia
T2-FLAIR (Figura 1A) y varias lesiones intra-axiales de realce anular, son evidentes en los lóbulos temporal y frontal
derecho y el mesencéfalo (Figuras 1B-C) con secuencias T1 con contraste.
Figura 1. RMN cerebral: Secuencia T2-FLAIR (A) muestra un edema vasogénico severo, asociado con las lesiones. Las
imágenes T1 con contraste en el plano axial (B) y sagital (C) demuestran lesiones de realce anular en el lóbulo temporal derecho
medial, así como en la parte izquierda del mesencéfalo y el lóbulo frontal derecho.
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La paciente es ingresada y se le practica la resección quirúrgica de la lesión del lóbulo frontal derecho. Hallazgos
histopatológicos revelan una infiltración copiosa de linfocitos pequeños (Figura 2A). Varios vasos sanguíneos están
implicados en un proceso de vasculitis linfocítica (Figura 2B) y en algunos vasos, además, se nota necrosis
fibrinoide de sus paredes (Figura 2C). Unas escasas células grandes son evidentes focalmente (Figuras 2D & 2E) al
igual que zonas raras de necrosis de coagulación (Figura 2F). La mayoría del infiltrado inflamatorio está compuesto
por linfocitos pequeños T, que expresan CD3 (Figura 2G) y CD4 (Figura 2H), mientras que solo una minoría de
estos linfocitos expresan CD8 (Figura 2I). Células plasmáticas e histiocitos que expresan CD138 y CD68,
respectivamente, también son parte del infiltrado inflamatorio. Las células grandes y atípicas son
inmunorreactivas para CD20 (Figura 2J) y CD30 (Figura 2K) y negativas para CD15. El ARN del virus de Epstein-Barr
(EBER) se detectó mediante la hibridación in situ (Figura 2L) en dichas células. Análisis molecular de
reordenamientos para los genes TCRg y IgH revelaron una expansión monoclonal en el gen TCRg y configuración
germinal del gen IgH, lo cual es muy inusual. Posteriormente, se realizaron estudios de tomografía axial
computarizada de tórax, abdomen y pelvis y se identificaron múltiples nódulos pulmonares clásicos de la LG. No
se encontraron lesiones en la piel ni en ningún otro órgano.
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Figura 2. Microfotografías de los hallazgos histopatológicos, de immunohistoquímica e hibridación in situ. Fig-A: HE muestra
un infiltrado copioso predominantemente de linfocitos pequeños. Fig-B-C: Se identifican vasos sanguíneos que muestran el
carácter angioinvasivo y angiodestructivo de esta lesión. Fig-D-E: Una minoría de células neoplásicas grandes y atípicas, se
observan rodeadas de abundantes linfocitos pequeños. Fig-F: Muestra zonas raras de necrosis de coagulación. Fig-G, H & I:
La mayoría de los linfocitos pequeños son de estirpe T y son inmunorreactivos para CD3 (Fig-G) y CD4 (Fig-H), mientras que
la mayoría no expresan CD8 (Fig-I). Fig-J, K & L: Las células neoplásicas grandes y atípicas son inmunorreactivas para
CD20 (Fig-J), CD30 (Fig-K). (Fig-L) El ARN del virus de Epstein-Barr es detectado con hibridación in situ en estas células
neoplásicas grandes.
Discusión
En 1972, Liebow et al, definieron la granulomatosis linfomatoide (LG) como una enfermedad granulomatosa y
proliferativa linforeticular, angioinvasiva y angiodestructiva, predominantemente pulmonar, con una descripción
detallada de 40 pacientes2. Los autores observaron la presencia de un infiltrado celular polimorfo y que
notablemente no involucraba los ganglios linfáticos, la medula ósea o el bazo, y que los hombres eran
predominantemente afectados en una proporción de 2:1. Posteriormente, con el advenimiento de técnicas de
inmunohistoquímica se confirmó la presencia de células B grandes como las células neoplásicas y de innumerables
linfocitos T reactivos,3 así como la presencia de genoma del virus de Epstein-Barr4. En una revisión extensiva del
tema, que incluyó las grandes series publicadas, se reportó que la piel y el sistema nervioso central eran los sitios
extrapulomanares más frecuentemente afectados por la LG, en más de un tercio de los pacientes5. Los mismos
autores reportaban que la presencia de reordenamiento para el gen IgH variaba de un 25 a un 100% entre los
diferentes estudios. Reordenamientos del gen TCRg, como el de nuestro caso, es un fenómeno peculiar que solo
ha sido reportado en casos aislados 6-9, a pesar de que las células neoplásicas, son obviamente linfocitos grandes
de estirpe B. Algunos estudios sugieren que las células T pudieran desarrollar expansiones restringidas o clonales
de TCR, como resultado de su reacción a los epítopos virales del VEB 10.
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2.- Infestación por Strongyloides Stercoralis como simulador de enfermedad crónica. A propósito de dos casos. Sara Soto García*, José García Solano**, José Antonio Ruiz Maciá***, Alberto Sánchez
Espinosa**, Ana Ortiz González**.
* Hospitales Universitarios Torrevieja – Vinalopó (Alicante).
** Hospitales Universitarios Santa Lucía – Santa María del Rosell (Cartagena, Murcia).
*** Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia).
Resumen
Strongyloides Stercoralis es un nematodo intestinal, localizado principalmente en zonas con climas cálidos y suelos
húmedos, con un ciclo biológico característico. Se manifiesta desde formas asintomáticas, especialmente en zonas
endémicas y cuadros clínicos cutáneos, digestivos y pulmonares, hasta cuadros clínicos mortales con fallo
multiorgánico, en personas inmunodeprimidas. Su diagnóstico es complicado debido a que se realiza,
fundamentalmente, mediante la visualización directa de las larvas, que son expulsadas por las heces de forma
intermitente y en número bajo, haciendo que la prevalencia de este parásito esté subestimada. Se presentan dos
casos, con sintomatología principalmente digestiva y respiratoria, de pacientes en tratamiento con
corticoesteroides, uno de ellos con desenlace fatal.
El objetivo del trabajo es alertar de que este parásito puede simular ciertas enfermedades crónicas,
principalmente digestivas y respiratorias, pudiendo pasar desapercibido y estimular su búsqueda, principalmente
en pacientes inmunodeprimidos, antecedentes de viajes a las regiones endémicas o los casos autóctonos.
Keywords: Strongyloides stercoralis, infestación, corticoiesteroides, parásito, Strongyloides stercoralis,
infestation, corticosteroid, parasite
Introducción.
Strongyloides Stercoralis es un nematodo intestinal de pequeño tamaño y distribución mundial, localizado
principalmente en países tropicales y subtropicales con climas cálidos y suelos húmedos, con mayor prevalencia
en la población rural dedicada a la actividad agrícola, cuyos hábitos higiénicos favorecen la dispersión y
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penetración de las larvas1-6. En España se han publicado casos, principalmente a lo largo de la costa Mediterránea
y en individuos relacionados con labores agrícolas1,6,13. También se han descrito casos de contagio por vía
sexual7. Es conocido también con los nombres de Anguilula intestinal y Anguilula estercoral. Dentro de la
clasificación taxonómica pertenece a: Phylum → Nematoda; Orden → Rhabditida; Familia → Strongyloididae;
Género → Strongyloides; Especie → Strongyloides Stercoralis2. Este parásito se caracteriza porque la forma
parásita adulta es una hembra; los machos únicamente presentan forma de vida libre4,6,8. Tiene un ciclo de vida
característico, monoxeno (cumple su ciclo evolutivo en un huésped), con adultos y larvas de vida libre y parasitaria
con migración hemotisular. La forma parásita es una hembra partenogenética (la partenogénesis es un tipo de
reproducción asexual donde se forma descendencia, únicamente, a partir del material genético de la célula
germinativa femenina, por lo que no requiere la fertilización del óvulo. La descendencia contiene idéntico material
genético que la madre, por lo que todas las crías son hembras6,9). El gusano parásito hembra, prácticamente
invisible a la vista, tiene unas medidas de entre 1,5 y 3 mm de longitud por 30-40 µm de diámetro. La forma de
vida libre mide entre 1 y 1,5 mm la hembra y entre 0,7 y 0,9 mm el macho y, a diferencia de la forma parasitaria,
los huevos son de mayor tamaño y pueden ser puestos embrionados o antes de completar su desarrollo2.
El desarrollo larvario de muchos parásitos (Strongyloides Stercoralis, Enterobius vermicularis, Ascaris lumbricoide
y filarias, entre otros) se realiza en 4 estadios (L1, L2, L3, L4) y un último paso hacia la forma adulta. L1 y L2 son
las formas rhabditoides (formas de vida libre, ciclo biológico largo o heterogónico); L3 y L4 pueden comportarse
como rhabtidoides o como estrongiloides o filariformes (formas parasitarias, ciclo biológico corto u
homogónico)2.
Las larvas estrongiloides L3 penetran por la piel o las mucosas desde el suelo o el agua y entran a la circulación
sanguínea y linfática. Viajan hacia el corazón derecho, llegando a los pulmones donde llegan a los alveolos. Desde
aquí, ascienden por el árbol respiratorio arrastrados por la mucosidad y los cilios, hacia la faringe donde son
deglutidos llegando al intestino, ya como L4, donde realizan el último paso hacia hembra parásita adulta
partenogenética, que penetra en la submucosa y pone los huevos (un mes después de la entrada al huésped), que
liberarán larvas L1 (no infestivas) y serán eliminadas por las heces. Las larvas L1 de la forma parasitaria y de la de
vida libre pueden madurar tanto hacia L3 estrongiloide o filariforme (forma parasitaria) como hacia L3 rhabditoide
(forma de vida libre), cruzándose ambos ciclos biológicos según diversos factores1,2,4-6,8,10.
Se presentan dos casos de pacientes con infestación por Strongyloides Stercoralis, cuya sintomatología simula una
enfermedad inflamatoria crónica, para alertar y estimular su búsqueda al clínico y al patólogo en las biopsias,
sobre todo del tracto digestivo y, principalmente con estancia en regiones endémicas.
Descripción de los casos clínicos.
CASO 1:
Varón de 37 años ecuatoriano, cuyo último viaje fue 4 meses antes de la clínica, en estudio por la aparición de
úlceras orales recurrentes y una úlcera en el pene no dolorosa que remitió espontáneamente. Presenta cuadro
de epigastralgia y diarrea, de varias semanas de evolución, con diagnóstico clínico e histológico de pancolitis
ulcerosa, requiriendo corticoesteroides. Tras el alta se agrava la clínica a 10 deposiciones diarreicas/día, sin moco
ni sangre, asociando pirosis, epigastralgia, acorchamiento de los dedos 4º y 5º de la mano izquierda y pérdida de
peso. Se le vuelven a pautar corticoesteroides. Como no mejora la sintomatología, se le realiza una nueva
colonoscopia con toma de biopsia, observándose en la mucosa del intestino grueso hallazgos de colitis crónica
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activa moderada, compatible con colitis ulcerosa. No se observa infección por citomegalovirus mediante estudio
inmunohistoquímico. En algunos de los fragmentos se observa en el epitelio de superficie, en la luz glandular
(Fig.1) y en la lámina propia (Fig.2) formaciones parasitarias, morfológicamente compatibles con Strongyloides
Stercoralis. Se inicia rápidamente tratamiento con Ivermectina, con mejoría. En la actualidad el paciente se
encuentra en seguimiento.
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CASO 2:
Varón de 72 años con antecedentes de EPOC estadío IV desde hace 12 años, requiere ingreso por cuadro de
infección respiratoria y EPOC agudizado, donde le pautan tratamiento con antibióticos y corticoesteroides. Un
mes más tarde es ingresado por mal estado general, con 4 a 6 deposiciones diarreicas al día sin sangre ni moco y
posterior estreñimiento, dolor abdominal difuso sin signos de irritación peritoneal, hiporexia, náuseas, sensación
distérmica y tos productiva. En las pruebas de imagen se aprecia una marcada distensión en el ciego con
abundante contenido, desde el colon ascendente hasta el ángulo esplénico, que resultó ser cuadro de íleo
paralítico. Estando ingresado presenta una erupción cutánea interpretada como reacción medicamentosa y
tratada con antihistamínicos. En esputo se aísla Stenotrophomona maltophilia y en la analítica destaca una
eosinofilia intermitente. Se le realiza una colonoscopia donde se visualiza una mucosa eritematosa con
divertículos y ulceraciones desde el colon ascendente hasta el sigma, respectando el recto, con sospecha de una
pancolitis ulcerosa severa. Histológicamente se visualiza mucosa colónica con distorsión glandular, bifurcación de
las criptas, aumento de la inflamación crónica con eosinófilos en la lámina propia y presencia de células gigantes
multinucleadas (Fig.3). Se identifican estructuras parasitarias, morfológicamente compatibles con Strongyloides
Stercoralis, algunas de ellas invadiendo la luz capilar. Se instaura rápidamente tratamiento con Ivermectina y
antibioterapia. Requiere ingreso en UCI por compromiso respiratorio y fallece a los 11 días por parada cardiaca.
Discusión.
Strongyloides Stercoralis es un nematodo intestinal con un ciclo biológico complejo que se completa en el huésped2-6,8. El paciente infestado muestra sintomatología variada, desde casos asintomáticos (pueden presentar ligera
eosinofilia), frecuente en áreas endémicas, hasta cuadros mortales1,3-5,10,11. Los cuadros clínicos son cutáneo,
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digestivo, respiratorio y, si la diseminación es mayor, incluso fallo multiorgánico y muerte por parada cardíaca1-
6,10,11. Los síntomas cutáneos incluyen picor, prurito, escozor, inflamación, eritema, heridas de entrada de las
larvas que atraviesan la superficie cutánea (sobre todo cuando se produce la autoinfestación con entrada por la
zona perineal) y larva currens (trayectos muy pruriginosos y de rápido avance)2,4-6,10. Los síntomas intestinales van
desde formas asintomáticas hasta severas incluyendo dispepsia, retortijones, diarrea, dolor abdominal, pérdida
de peso, ulceraciones, atrofia mucosa y malabsorción4-6,10; además, puede existir sintomatología similar a la
enfermedad inflamatoria intestinal e, incluso, íleo paralítico (producido por daño en los plexos mientéricos al
atravesar la pared intestinal, lo que favorece una pérdida de la capacidad contráctil)4,5,12. Los síntomas
respiratorios incluyen edema pulmonar, bronconeumonía, síndrome de Loeffler y microhemorragia intraalveolar
que produce neumonitis, abscesos pulmonares, tos, cuadros obstructivos que pueden simular EPOC e
insuficiencia respiratoria1,4,5,10. El paso de las larvas atravesando la pared intestinal favorece el paso de
microorganismos entéricos, lo que puede provocar septicemia y otras infecciones bacterianas diseminadas, por
lo que su presencia en cultivos extraintestinales debe hacer descartar esta infestación4,5,7,10,11.
En la autoinfestación las larvas maduran a estrongiloides o filariformes L3 en el propio intestino, sin necesidad de
tener que salir al suelo para completar el ciclo, provocando una reinfestación que puede causar una enfermedad
crónica de larga duración, incluso años. Puede ser endógena cuando las larvas atraviesan la mucosa intestinal, o
exógena cuando atraviesan la piel por la región perineal al salir por las heces; en ambos casos, se dirigen de nuevo
hacia los pulmones y al tubo digestivo, completando el ciclo 4,6,8,10. Esta infestación crónica suele ser asintomática
en personas inmunocompetentes, frecuente en las regiones endémicas3,5,6,10.
En personas con inmunodepresión severa (VIH, desnutrición, tratamiento con corticoesteroides, alcoholismo,
trasplante de órganos…) puede aparecer la llamada hiperinfestación, donde se facilita la proliferación y
diseminación de las larvas estrongiloides o filariformes infestivas invasoras, que puede provocar una
estrongiloidasis diseminada, cuya mortalidad puede alcanzar cifras superiores al 80%1-5,7,10. En el hemograma
cabría esperar eosinofilia pero, debido a la inmunodepresión, no la hay y el recuento de leucocitos es variable, lo
que es un factor de mal pronóstico3,4,8.
El diagnóstico se realiza, fundamentalmente, mediante la visualización directa de las larvas en las heces y, a veces,
en un aspirado bronquial e intestinal3,5,6,10. Entre los diferentes helmintos, el Strongyloides Stercoralis es de los
que menor cantidad de huevos pone al día, y además no lo hace de manera continua, lo que dificulta su
diagnóstico. Existen medios de concentración y cultivo con mayor sensibilidad, basados también en la
visualización del parásito, como el método de Baermann, el método Ritchie, el método de Harada-Mori y el cultivo
en placas de agar5,6,8,10. También la PCR y otras pruebas cutáneas, IFI, ELISA…poseen una mayor sensibilidad6,8,
pero presentan reacciones cruzadas con otros nematodos, además de que los anticuerpos pueden permanecer
detectables después de pasada la infestación5,6,8.
En el tratamiento son importantes las medidas preventivas de saneamiento ambiental, higiene personal y
educación poblacional, así como el uso de zapatos5. El tratamiento de elección es Ivermectina, eficaz sobre todo
cuando el diagnóstico es precoz. Como alternativa están Albendazol y Tiabendazol1,6. Tras el tratamiento, debe
realizarse un estudio parasitológico de control6.
Muchos de los casos de hiperinfestación terminan en la muerte siendo, en su mayoría, el tratamiento con
corticoesteroides el factor predisponente más frecuente1-6,10,11. Aparte de inmunosupresor, al parecer poseen
similitud estructural a las hormonas de ecdisis parasitarias, por lo que su proliferación resulta potenciada,
favoreciendo la diseminación4,10.
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La prevalencia está subestimada, ya sea por la dificultad de diagnóstico o por no tenerse en cuenta en los
diagnósticos diferenciales de cuadros intestinales, lo que lleva muchas veces a que se transforme en un cuadro
mortal1,8,10.
Por tanto, debería pensarse y descartarse esta parasitosis ante sintomatología principalmente digestiva y
eosinofilia, especialmente en pacientes que provienen de zonas endémicas tropicales o de la Costa Mediterránea,
ante sujetos que han viajado a esas zonas antes de comenzar cualquier tipo de terapia inmunosupresora, con o
sin sintomatología, ante sintomatología digestiva o respiratoria en un paciente inmunodeprimido y ante la
presencia de granulomas o células gigantes en biopsias de aquellos que provienen de áreas endémicas3,5,6,13.
Con este trabajo se pretende estimular la búsqueda de restos parasitarios en las biopsias intestinales con signos
de colitis activa, así como su inclusión en el diagnóstico diferencial ante una clínica digestiva o respiratoria
crónicas, principalmente en pacientes inmunocomprometidos y sobre todo tratados con corticoesteroides, para
favorecer el diagnóstico y tratamiento precoz. Así como resaltar la importancia de que este parásito puede tener
largos periodos asintomáticos y se encuentra de forma endémica en la Costa Mediterránea.
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3.- Carcinoma del conducto ecrino recidivante. A propósito de un caso. Dra. Verónica García Yllán 1, Lic. María Llorca Clímens 2
1 Especialista en Anatomía Patológica.
2 Licenciada en Histotecnología
Resumen
Las glándulas sudoríparas ecrinas están ampliamente distribuidas por todo el organismo y responden a estímulos
colinérgicos regulando la temperatura corporal. Los carcinomas de glándulas sudoríparas ecrinas son infrecuentes
y fueron descritos por primera vez por Cornil en 1865. Su incidencia es de aproximadamente el 1% de todas las
neoplasias malignas cutáneas, y la amplia gama de apariencias histológicas y su semejanza con carcinomas
metastásicos, han generado incertidumbres y controversias durante muchos años en cuanto a su diagnóstico,
comportamiento biológico y tratamiento. Presentamos el caso de una paciente con Carcinoma de conducto ecrino
en la rodilla recidivado cuatro años después de su primera exéresis.
Palabras claves: reporte de caso, glándulas sudoríparas ecrinas, carcinoma de conducto ecrino, neoplasias
malignas cutáneas
Abstract
Eccrine sweat glands are widely distributed throughout the body and regulate body temperature in respond to
cholinergic stimuli. Eccrine sweat gland carcinomas are rare and were first described by Cornil in 1865. Their
incidence is 1% of all cutaneous malignancies, and the wide range of histological appearances and their similarity
to metastatic carcinomas have generated uncertainties and controversies for many years regarding its diagnosis,
biological behavior, and treatment. We present the case of a patient with eccrine duct carcinoma of the knee that
recurred four years after her first excision.
Key words: case report, eccrine sweat glands, eccrine duct carcinoma, cutaneous malignancies
https:/doi.org/10.47579/AP.20.05.0032
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España (CC BY-NC-ND 3.0 ES) This Work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License
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Introducción
Las glándulas sudoríparas ecrinas se desarrollan a partir de la epidermis fetal independientemente de los folículos
pilosos, se distribuyen por todo el organismo (excepto los labios y los genitales externos masculinos y femeninos),
y su función más importante son los procesos de termorregulación, el equilibrio electrolítico y permitir que los
fármacos administrados por vía parenteral u oral alcancen la superficie de la piel a través del conducto ecrino.
Responden a estímulos colinérgicos, y los carcinomas originados en ellas son infrecuentes (1).
Los carcinomas de glándulas sudoríparas ecrinas fueron descritos por primera vez por Cornil en 1865 (2,3), su
incidencia es de aproximadamente el 1% de todas las neoplasias malignas cutáneas, pueden surgir de novo o
resultar de la transformación maligna de un tumor ecrino benigno preexistente, y su diversidad morfológica, así
como su semejanza con carcinomas metastásicos de mama, riñón, aparatos respiratorio y gastrointestinal,
próstata, han generado incertidumbre y controversias durante muchos años en cuanto a su diagnóstico,
comportamiento biológico y tratamiento (4,5).
El tumor del conducto dérmico surge del segmento intradérmico del conducto ecrino. El término carcinoma del
conducto ecrino designa tumores que pueden aparecen en la dermis como un poroma infiltrativo
(porocarcinoma) o como un adenocarcinoma moderadamente diferenciado. En ocasiones fatal, debido a
metástasis a distancia (6), suele presentarse con ligero predominio en el sexo femenino, y entre los 50 y 70 años,
como un nódulo cutáneo pequeño, rara vez mayor de 5cm (aunque se han reportado mayores de 10 cm), de color
rojo o violáceo, solitario e indoloro o localmente invasivo, de consistencia firme, fijo a planos profundos, de lento
crecimiento durante muchos años (aunque en raras ocasiones progresa rápidamente), no encapsulado, localizado
en la cabeza o las extremidades y, menos frecuentemente, en el tronco y la región glútea. En lesiones recurrentes
o de mayor tamaño puede observarse ulceración de la piel suprayacente. Al corte es circunscrito, su superficie es
homogénea, de color blanco grisáceo, y se han descrito lesiones quísticas (5,6,7,8).
Presentación del caso
Paciente femenina, de 62 años que es remitida a consulta de Traumatología para valoración ecográfica y clínica
de lesión en la rodilla izquierda, subcutánea, y localizada en cicatriz de exéresis de una lesión previa en 2016
diagnosticada como Histiocitoma fibroso aneurismático. La paciente refiere que poco tiempo después de la
resección, la lesión comenzó a crecer nuevamente, pero por temor al diagnóstico no consultó hasta cuatro años
más tarde.
En el año 2018, se realizó resonancia magnética (Figura-1) por proceso osteoarticular en esa misma región
anatómica, advirtiéndose recidiva de tumoración de partes blandas localizada en el tejido celular subcutáneo en
la región anteromedial de la rodilla, adyacente a la vertiente medial y distal del tendón rotuliano, cerca de su
inserción, bien delimitada por cápsula, con múltiples septos fibrosos, de dos centímetros de diámetro mayor y
con discreto edema en el tejido celular subcutáneo adyacente. Se plantea manejo conservador y seguimiento.
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Figura-1. Resonancia magnética de rodilla. Tumoración en tejido celular subcutáneo en la región anteromedial de la rodilla,
adyacente a la vertiente medial y distal del tendón rotuliano, cerca de su inserción, bien delimitada por cápsula, con múltiples
septos fibrosos, de dos centímetros de diámetro mayor y con discreto edema en el tejido celular subcutáneo adyacente.
Debido a las molestias presentes, la paciente regresa nuevamente y se describe al examen físico un tumor
subcutáneo, de aproximadamente 2 cm de diámetro, y de consistencia elástica. No impresiona adherido a planos
profundos, provoca dolor leve a la palpación y presenta discreta tonalidad azulada.
Se indica Ecosonografía cutánea donde se describe tumoración subcutánea localizada en dermis profunda e
hipodermis, bien delimitada, de 1.74 x 1.43 cm de diámetro máximo, hiperecogénica respecto al entorno y con
áreas sinusoidales hipoecogénicas en su interior. Estas áreas no tienen Doppler. La lesión en su conjunto muestra
un Doppler periférico no aberrante. Tiene refuerzo posterior y llamativa sombra acústica lateral. No se aprecia
ningún vaso importante en proximidad. (Figura-2)
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Figura-2. Ecosonografía de rodilla. Tumoración subcutánea localizada en dermis profunda e hipodermis, bien delimitada, de
1.74 x 1.43 cm de diámetro máximo, hiperecogénica respecto al entorno y con áreas sinusoidales hipoecogénicas en su interior.
Teniendo en cuenta el dolor y los hallazgos al examen físico y radiológico se decide resección quirúrgica de la
tumoración.
En Anatomía Patológica se recibe huso cutáneo de 4.5x2.5x1.5 cm, cubierto por piel en una de sus caras, en cuyo
tercio medio se observa sobreelevación de coloración oscura y redondeada, de 1cm de diámetro mayor, que dista
a 0.5cm de su borde más cercano. A la sección, la lesión es redondeada, mide 1.6 cm de diámetro mayor, al
parecer contacta con el borde profundo, y además, muestra cavitación central. (Figura-3)
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Figura-3. Lesión redondeada, de 1.6 cm de diámetro mayor, de localización dérmica, de color pardo, bien delimitada,
aparentemente encapsulada, con cavitación central. Contacta con el borde de resección profundo.
Al examen microscópico se describe una lesión ubicada totalmente en la dermis, sin conexión con la epidermis, y
constituida por grandes nidos de células de aspecto ecrino, uniformes, redondeadas, con núcleos grandes,
atípicos, hipercromáticos, sin empalizada periférica y separados por un estroma hialino a veces mixoide, con
presencia de abundantes mitosis atípicas y vascularización. Hemorragia y extensa necrosis intralesionales. No se
demuestra conexión con estructuras ecrinas adyacentes. Se identifica invasión vascular. No infiltración perineural.
La lesión contacta con uno de los márgenes laterales (hacia la profundidad) de resección. (Figura 4)
Se realiza inmunotinción con CEA y EMA, resultando positividad focal para esta última. Se realiza inmunotinción
para melanoma (Melan A, HMB45) resultando negativas. (Figura-5)
A B
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Figura-4. A-H. Lesión dérmica sin conexión con epidermis (A), constituida por nidos de células de aspecto ecrino, uniformes, redondeadas, con núcleos grandes, atípicos, hipercromáticos, sin empalizada periférica y separados por estroma hialino-mixoide, con mitosis atípicas y vascularización (B-G). Se identifica invasión vascular (H). (H&E).
C D
E F
G H
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Figura-5. Tinción inmunohistoquímica para EMA positiva focalmente.
El aspecto histológico, apoyado con la inmunotinción permiten el diagnóstico de Carcinoma del conducto ecrino
dérmico. Dichas características fueron reconocidas en la biopsia previa por lo que se concluye como Recidiva local
de carcinoma ecrino.
La paciente se encuentra bien y bajo seguimiento estrecho.
Discusión
Desde el punto de vista microscópico, el carcinoma ductal ecrino se compone de grandes nidos y cordones de
células cuboidales uniformes con maduración hacia la luz ductal (acentuada por la reacción diastasa-PAS), con
núcleos pleomórficos, vesiculares, atípicos, de cromatina gruesa, con pérdida de la relación núcleo-citoplasma,
que se disponen irregularmente en la dermis media y profunda sin empalizada periférica (los bordes de los lóbulos
tienden a ser más bien aplanados), y sin conexión con la epidermis suprayacente ni estructuras ecrinas benignas
(aunque ocasionalmente, se ha demostrado continuidad focal con un conducto ecrino intradérmico), y separados
por un estroma fibroso. En algunos casos pueden observarse estructuras ductales bien desarrolladas
entremezcladas con nidos de células con citoplasma granular eosinofílico, áreas cribiformes, focos de metaplasia
escamosa, células claras y necrosis. Pueden identificarse variable número de mitosis e invasión perineural,
vascular y del tejido celular subcutáneo (5,6,8,9).
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Desde el punto de vista de los métodos auxiliares de diagnóstico, la tinción de PAS diastasa puede poner de
manifiesto material intraluminal PAS positivo diastasa resistente. La inmunohistoquímica suele resultar positiva
para citoqueratina, CEA y EMA, y negativa para actina (6,8,9).
No obstante, la clasificación de un tumor de anejo cutáneo como ecrino, suele ser difícil y la mayoría de las veces,
únicamente basado en las características histológicas con tinciones de rutina H&E.
En cuanto a su comportamiento biológico, los tumores de bajo grado suelen ser localmente destructivos y
recidivantes y, rara vez, provocan metástasis a distancia. Por su parte, los tumores de alto grado tienen gran
potencial metastásico, con síntomas relacionados con la siembra a órganos específicos, y suelen ser letales. La
anaplasia, el índice mitótico, la presencia de necrosis y la invasión vascular y perineural se consideran indicadores
de agresividad en los tumores de glándulas sudoríparas. De manera general, como factores pronósticos se invocan
el tamaño, tipo histológico, el compromiso de los ganglios linfáticos y la presencia de enfermedad metastásica
(4,5,9,10,11).
Desde el punto de vista molecular, los tumores ecrinos malignos muestran una baja incidencia de pérdida de
heterocigosidad (LOH) o alteraciones de TP53, y se plantea que se debe a que la mayor parte de las glándulas
sudoríparas ecrinas se encuentran en lo profundo de la dermis protegidas del sol y los mutágenos ambientales.
Como factores de riesgo se incluyen antecedentes familiares, inmunosupresión y radiaciones ionizantes y no
ionizantes (4,8).
En cuanto al diagnóstico diferencial, este incluye las metástasis cutáneas de carcinomas de glándulas salivales,
senos paranasales, mama, próstata y tractos respiratorio y gastrointestinal, queloides, hemangiomas,
dermatofibrosarcoma protuberante, linfoma, carcinoma de células basales, de células escamosas, de células de
Merkel, melanoma, entre otros (4,5,8,9,12).
Las metástasis de carcinoma de la mama pueden resultar indistinguibles morfológicamente de los carcinomas del
conducto ecrino que incluso pueden expresar positividad para receptores de estrógenos por inmunohistoquímica
(9,13); no obstante, aunque las metástasis suelen ser más frecuentes en mujeres de la edad media de la vida y
mayores como en este caso, tienden a aparecer fundamentalmente en el tronco, y los antecedentes clínicos de
tumoración de mama, o la existencia de nódulos mamarios identificados clínica o radiológicamente, sugieren
estas.
Por otra parte, la distinción no puede basarse únicamente en los resultados de la inmunofenotipificación, pues la
positividad para marcadores tales como citoqueratinas, CEA, proteína S100, receptores de estrógenos y
progesterona, puede ser compartida en variable grado por metástasis de otros adenocarcinomas y tumores de
glándulas sudoríparas (9).
La proteína S-100 resulta positiva en las lesiones melánicas, y se ha descrito la presencia de melanocitos en
linfonodos metastásicos de porocarcinoma ecrino pigmentado, lo cual se explica por la transferencia de los
melanocitos no neoplásicos de la lesión cutánea pudiendo ser erróneamente diagnosticada como metástasis de
melanoma (14). En este caso se descartó la posibilidad de melanoma maligno debido a la negatividad de los
marcadores de diferenciación melanocítica.
Adicionalmente, se han reportado casos de carcinoma de células de Merkel con morfología microquística en más
del 50% de la neoplasia, lo cual ha planteado el diagnóstico diferencial con carcinomas ecrinos; y, por otra parte,
carcinomas ecrinos pueden mostrar diferenciación neuroendocrina demostrada por expresión de marcadores
neuroendocrinos (cromogranina). La positividad para CEA y EMA en los ecrinos facilita la distinción (15).
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Relativo al tratamiento, la opción recomendada es la escisión quirúrgica amplia, dada su tendencia a infiltrar
localmente y a la invasión perineural, conjuntamente con las cadenas ganglionares linfáticas regionales para los
tumores ecrinos malignos distintos de las neoplasias mucinosas (que sólo en raras ocasiones metastatizan), y en
el caso de ganglios clínicamente positivos, en pacientes con lesiones recurrentes y en tumores muy
indiferenciados. Alrededor del 10 al 70% suele recidivar, por lo que se plantea el uso de la cirugía micrográfica de
Mohs que disminuye las posibilidades de recidiva local durante largo tiempo. Algunos casos con metástasis a
distancia han sido tratados con radioterapia, aunque suelen ser resistentes a este tratamiento. Por su parte, la
quimioterapia se ha empleado con muy poca frecuencia y no ha demostrado ser efectiva en los pocos casos
publicados (5,7,8,11).
Conclusiones
Los tumores malignos de las glándulas sudoríparas son neoplasias cutáneas raras que debido a sus características
histológicas pueden confundirse fácilmente con neoplasias benignas. Su reconocimiento es vital para prevenir un
comportamiento agresivo con mal desenlace; sin embargo, representa un desafío por su infrecuente
presentación, criterios de malignidad mal definidos e inespecíficos, y su interpretación como metástasis cutáneas
de adenocarcinomas primarios de otras localizaciones.
Los carcinomas ecrinos son tumores con potencial de destrucción local y metástasis a distancia, por lo que la
escisión quirúrgica amplia conjuntamente con la disección de ganglios linfáticos regionales en presencia de
ganglios clínicamente positivos es el tratamiento recomendado. Adicionalmente, debe mantenerse un
seguimiento estrecho del paciente que permita detectar la recurrencias y las metástasis.
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4.- Patología molecular del cáncer de tiroides. Revisión de algunos aspectos. Dr. Severino Rey Nodar 1, Ignacio Torrero De Pedro 2
1 Departamento de Anatomía Patológica Hospital Manises, Valencia, España.
2 Alumno de Escuela de Medicina de la Universidad CEU Cardenal Herrera Valencia.
Correspondencia: sevrey@yahoo.es
Artículo de Revisión
Los cánceres humanos son enfermedades genómicas caracterizadas por defectos genéticos somáticos y de la línea
germinal que impulsan y definen el fenotipo neoplásico (Stratton et al.2009), y que incluyen la capacidad de las
células transformadas para invadir los tejidos normales adyacentes y producir metástasis en sitios distantes (1).
Identificar y comprender las consecuencias celulares y moleculares de estas mutaciones ha sido una de las áreas
de mayor interés en la investigación en cáncer durante las últimas décadas. Estos esfuerzos se aceleraron
enormemente gracias a la secuenciación del genoma humano. Posteriormente, durante la última década, se han
dilucidado y caracterizado los genomas de los tipos más comunes de cánceres humanos en gran parte por los
notables avances en tecnologías de secuenciación de nueva generación. Esfuerzos coordinados de
descubrimiento y caracterización del genoma del cáncer por redes multidisciplinarias de investigadores, como
The Cancer Genome Atlas y algunas otras, así como numerosos estudios institucionales, han abordado
sistemáticamente los cánceres más comunes, así como algunos tipos más raros.
En conjunto, estos estudios genómicos integrados y multidimensionales han permitido una reevaluación del
cáncer humano al nivel más fundamental, es decir, la clasificación patológica de los tumores que se ha basado
tradicionalmente en la histopatología.
En muchos tipos de neoplasias, estos estudios han confirmado taxonomías tumorales existentes que, de hecho,
son los resultados esperados pues la morfología de un cáncer refleja los cambios genéticos y epigenéticos
acumulados por este. Sin embargo, en la mayoría, el análisis de los datos genómicos ha revelado una
heterogeneidad molecular no reconocida previamente dentro de las entidades patológicas y ha catalizado
mejoras significativas en los esquemas de clasificación.
Conjuntamente con la identificación de nuevas alteraciones genéticas, estos resultados tienen profundas
implicaciones para el tratamiento de los pacientes con cáncer.
Los tumores de órganos endocrinos son enfermedades genómicas similares. La patología nodular tiroidea es un
problema frecuente, con una prevalencia en la población general entre el 3 y el 8% (aunque en series de autopsias
https:/doi.org/10.47579/AP.20.05.0033
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25 | Archivos de Patología. Número 5. Octubre 2020. www.archivosdepatologia.org
el porcentaje se acerca al 60%), siendo la mayoría nódulos benignos. Solamente alrededor del 5% de los nódulos
tiroideos son malignos y, en general, con buen pronóstico; pero, su incidencia está aumentando en los últimos
años gracias a la disponibilidad de técnicas diagnósticas eficientes y poco costosas (2).
Si bien los estudios de plataforma han avanzado con éxito nuestro conocimiento de muchos tipos de cáncer, la
disponibilidad de datos moleculares multiplataforma en la misma cohorte de tumores permite un mayor nivel de
integración analítica proporcionando una mayor comprensión de la tumorigénesis endocrina.
Así, por ejemplo, los estudios del cáncer de tiroides han confirmado un aumento en la expresión de un microARN
oncogénico (mir-21) en tumores con mutación BRAFV600E y características histológicas agresivas. Sin embargo,
al incorporar datos de metilación del ADN, que revelaron una metilación alterada del promotor mir-21, se generó
una hipótesis en la que la regulación epigenética de los microARN juega un papel en el desarrollo de formas
agresivas de cáncer de tiroides mutado con BRAFV600E (3).
Figura-1. Progresos en identificación de marcadores mutacionales en cáncer de tiroides. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4160369/ Cortesía Dr. Nikiforov
Una mutación es una alteración permanente de la secuencia del ADN de un gen y puede ser germinal, lo que
significa que está presente en todas las células del cuerpo, o somática, que es encontrada sólo en las células
tumorales. Las mutaciones somáticas pueden tener una ventaja selectiva para el crecimiento celular e iniciar la
cascada del desarrollo del cáncer, pero no se trasmiten a la descendencia. Por el contrario, las mutaciones
germinales sí son trasmitidas a la próxima generación. La mayoría de las mutaciones somáticas no son específicas
de la glándula tiroides y se encuentran comúnmente en varios cánceres sólidos.
La secuenciación del genoma de muchos cánceres ha revelado que numerosas mutaciones ocurren en genes cuyos
productos afectan las vías de señalización celular alterando de manera crucial el control de importantes funciones
celulares. Se estima que muchas mutaciones (90%) resultan en activación de genes, típicamente formando un
oncogén (como el RET y el RAS) y una pequeña proporción de mutaciones (10%) conlleva la perdida de función de
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un gen supresor de tumores como el TP53. También se ha esclarecido que los reordenamientos cromosómicos (y
las fusiones de genes resultantes) están asociados con el antecedente de radiación.
Ha habido avances importantes en las técnicas de patología molecular en los últimos años, en particular con la
introducción de la secuenciación de nueva generación (NGS) para el ADN y el ARN. También, ha evolucionado el
conocimiento de la patología de los tumores tiroideos. El diagnóstico molecular se puede utilizar para el
diagnóstico diferencial, el pronóstico del paciente y como marcador para la terapia dirigida.
La patología molecular de los tumores de tiroides se conoce comparativamente bien. Se cree que estos tumores
surgen como resultado de múltiples eventos mutacionales. El cáncer de tiroides es una enfermedad
genéticamente simple con un número relativamente bajo de mutaciones en cada tumor. Las mutaciones
conductoras (drivers) y las fusiones de genes se identifican en más del 90% de los cánceres de tiroides lo que la
convierte en una de las neoplasias malignas mejor caracterizadas molecularmente en humanos.
Aunque los nódulos tiroideos son extremadamente comunes, la mayoría son benignos. El riesgo de malignidad
depende de la edad, la genética y los antecedentes del paciente, incluida la exposición a las radiaciones. Los
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tumores metastásicos de la glándula tiroides también son importantes, ya que se identifican en el 1,4% al 3,0%
de los pacientes con sospecha de cáncer (1).
La oncogénesis de células foliculares presenta múltiples etapas discretas que van desde los adenomas foliculares
benignos hasta los carcinomas tiroideos menos comunes, altamente agresivos y poco diferenciados y los
carcinomas tiroideos indiferenciados (anaplásicos). Entre estos dos extremos, se encuentran los carcinomas más
prevalentes, los bien diferenciados que incluyen dos grupos, cada uno con variantes histológicas donde la
agresividad clínica y el pronóstico varían.
Los tumores tiroideos bien diferenciados son: el carcinoma papilar (CP) y el carcinoma folicular. Los criterios de
diagnóstico esenciales difieren entre los dos; en los CP, son citológicos, basados en la presencia de características
nucleares típicas (irregularidad nuclear, cromatina pálida, hendiduras nucleares, vacuolas intranucleares, entre
otras); mientras que, el diagnóstico del carcinoma folicular se basa en la demostración histológica de invasión
capsular y/o vascular.
Estos dos tipos de carcinoma bien diferenciados acumulan anomalías genéticas distintas durante la progresión
del tumor. En los CP, reordenamientos somáticos del protooncogén RET y las mutaciones BRAF V600E son los
eventos más comunes. Por su parte, los carcinomas foliculares tienen un perfil genético diferente caracterizado
por mutaciones RAS y reordenamiento de PAX8 / PPARc (3, 4).
La variante folicular del CP comparte algunas de las características moleculares de los tumores foliculares
(adenoma y carcinoma), entre ellas: una alta frecuencia de mutaciones RAS y reordenamientos PAX8 / PPARc, y
la mutación BRAF K601E, notificada sólo en el 0,7% de los casos (3, 4). Estas observaciones refuerzan la suposición
de que algunos casos de carcinoma papilar variante folicular son una categoría intermedia entre los carcinomas
papilar y folicular convencionales.
La variante de células altas de CP muestra con mayor frecuencia mutación de BRAF V600E y el promotor TERT
31% (hasta 90%), en comparación con tasas mucho más bajas del CP convencional. La variante de células
columnares de CP es poco común. Las mutaciones BRAF V600E se encuentran en un tercio de estos tumores (3,
5).
En la variante CP hobnail, las mutaciones BRAF V600E se identifican en un alto porcentaje de casos; así, un estudio
mostró una tasa del 94,1% (6). En la variante esclerosante difusa (que es muy poco común y generalmente afecta
a pacientes más jóvenes), los reordenamientos de RET/PTC se encuentran en un alto porcentaje de casos,
mientras que las mutaciones BRAF V600E son raras en el rango de 0% a 61%, aunque la mayoría de los estudios
sugieren tasas nulas o muy bajas. Se plantea que las translocaciones de ALK son más comunes en esta variante de
CP (una serie en tres de 14 casos de CP reportó traslocación de ALK, aunque las fusiones de ALK no predijeron un
comportamiento tumoral más agresivo) (7).
La variante sólida de CP es rara y se define por un patrón de crecimiento sólido/trabecular. Se identificaron focos
de CP variante sólida en carcinomas papilares en una pequeña cohorte de los pacientes expuestos a la radiación
ionizante de Chernóbil, y se asociaron con reordenamientos de RET/PTC3 o ETV6/NTRK3, y fusión ETV6/NTRK3.
Se ha sugerido que algunos CP de tipo sólido con fusión ETV6/NTRK3 podrían estar relacionados con carcinoma
análogo secretor de mama (MASC) (8, 9).
Por otra parte, una serie de variantes oncocíticas de CP mostró mutaciones BRAF V600E en seis de 15 casos (40%)
(10). La variante macrofolicular de CP es extremadamente rara, con menos de 80 casos reportados. Los pocos
casos estudiados no han mostrado evidencia de mutaciones en BRAF o RAS.
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La variante cribiforme-morular es interesante, ocurre predominantemente en mujeres jóvenes, ya sea
esporádicamente en pacientes con mutaciones de la línea germinal en APC o asociada en ~ 40% de los casos con
poliposis adenomatosa familiar (11). Si bien los resultados reportados en la literatura varían, las mutaciones de
CTNNB1, el gen que codifica β catenina, y las mutaciones APC y PIK3CA son las más comunes. Las mutaciones de
KRAS, la mutación del promotor TERT y las mutaciones RET/PTC son raras y no se han encontrado mutaciones en
BRAF. La activación de la vía Wnt es causada por mutaciones en APC de la línea germinal, mutaciones somáticas
en APC y / o mutaciones somáticas en CTNNB1. La tinción de β-catenina nuclear positiva aberrante puede
identificarse en células tumorales (12).
Existen otras muchas alteraciones genéticas en diferentes tipos de tumores tiroideos que incluyen aquellas bien
caracterizadas como BRAF, RAS, PIK3CA, TP53, CTNNB1 y RET, y reordenamientos en cromosomas como RET/PTC,
TRK, BRAF/AKAP9, y PAX8/PPARγ (conocidas como mutaciones driver); sin embargo, la MAPK y PI3K-AKT son las
2 vías de señalización principales implicadas en el desarrollo de tumores tiroideos y se cree que la activación
simultánea de ambas se vuelve más frecuente a medida que aumenta el grado del tumor (13).
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Vía MAPK: activada a través de mutaciones puntuales de genes BRAF o RAS y reordenamientos RET/PTC;
principalmente involucrada en el carcinoma papilar del tiroides.
Vía PI3K-AKT: activada mediante mutaciones puntuales en RAS, PIK3CA, AKT1 y PTEN; principalmente involucrada
en el carcinoma folicular.
En el caso de los carcinomas anaplásicos (CA), numerosos estudios genéticos han explorado su panorama
mutacional: el 90% alberga una mutación en la vía MAP-quinasa; el BRAF está alterado en el 25 al 91%; y RAS en
el 6 al 50%. Las mutaciones de ganancia de función en el gen PIK3CA y la amplificación del locus genómico PIK3CA
se encuentran entre el 18 y el 40% y en aproximadamente el 40%, respectivamente, sugieriendo que las
alteraciones en la vía dependiente de PI3K juegan un papel importante en la patogenia de los CA. Entre el 25% y
el 60% de los CA también albergan mutaciones en el gen CTNNB1 que activa la vía WNT. Además, la pérdida de
alteraciones funcionales de genes supresores de tumores como el PTEN, que inhibe la activación de la vía PI3K, se
ha informado entre el 4 y el 16% de los CA. El TP53 es otro gen comúnmente mutado/inactivado con una
frecuencia del 12 al 83%, que causa la inactivación de la apoptosis y la progresión del ciclo celular (14, 15).
El análisis citológico tiene un papel fundamental en el estudio de los nódulos tiroideos. Sin embargo, hasta el 30%
de estos muestran citologías indeterminadas (Bethesda III o IV). En estos casos, se realizan cirugías diagnósticas
donde entre el 15 y el 35% de los pacientes demuestran enfermedad maligna. Se necesita de una herramienta de
mayor precisión para determinar la benignidad o malignidad del nódulo tiroideo con citología indeterminada sin
tener que recurrir a cirugías diagnósticas evitando posibles complicaciones y/o costes innecesarios. El uso
complementario de paneles moleculares junto con la citología ha sido, de momento, la única herramienta que
parece ayudar en este difícil escenario.
El rendimiento del perfil molecular varía según la prevalencia de carcinoma diferenciado del tiroides y la precisión
en la realización y diagnóstico de la PAAF en cada institución.
Las técnicas y métodos moleculares en los nódulos tiroideos incluyen determinaciones de mutaciones puntuales
o translocaciones en el ADN genómico de los nódulos tiroideos y perfiles de expresión génica utilizando ARN.
Por su parte, los hallazgos clínicos relevantes como antecedentes de exposición previa a radiación, la parálisis del
nervio laríngeo recurrente, entre otros, son de gran importancia para orientar la decisión de realizar la PAAF o
proponer una cirugía de tiroides.
Aunque la función fisiológica de ALK aún no está totalmente caracterizada, se sabe que el reordenamiento del
gen ALK en un tumor conduce a una activación constitutiva de la actividad tirosina quinasa de proteínas
quiméricas de fusión de ALK y varias vías celulares claves (9).
En los cánceres de tiroides se ha descrito un nuevo reordenamiento de ALK con el gen Striatin (STRN), pero su
frecuencia exacta no se conoce bien. Debido al número creciente de cánceres relacionados con ALK, su expresión
limitada en tejidos normales adultos y la existencia de un inhibidor eficiente de ALK, este parece ser un oncogén
prometedor al que dirigirse para la terapia personalizada en carcinomas de tiroides (9).
Ahora bien, ha surgido otro evento oncogénico en los carcinomas de tiroides.
Recientemente se han descrito mutaciones en la región promotora de la transcriptasa inversa de la telomerasa
(TERT) en diferentes tipos de cáncer, incluido el cáncer de tiroides derivado de células foliculares (15). Las
mutaciones del promotor TERT se seleccionaron en seis estudios que incluían 252 casos carcinomas anaplásicos.
Cien (39,7%) tumores albergaban mutaciones del promotor TERT y esta prevalencia parece aumentar con el
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proceso de desdiferenciación (5). TERT juega un papel dominante en la activación de la telomerasa durante la
transformación maligna de las células.
Tanto la American Association of Clinical Endocrinologists (AACE) como el American College of Endocrinology
(ACE) y la Associazione Medici Endocrinologi (AME) decidieron incluir recomendaciones (2017) sobre el uso de
técnicas moleculares en nódulos:
- Con citología indeterminada (Bethesda III y IV) y (no para revalorar nódulos con citologías claramente
benignas ni malignas).
- En nódulos benignos por citología (Bethesda II) en los que las características ecográficas sean altamente
sospechosas (discordancia entre pruebas complementarias).
- En los que el diagnóstico molecular no sustituya la reevaluación citológica si lo precisa.
- Siempre y cuando es esperable que el resultado cambie el manejo clínico.
- En nódulos malignos (Bethesda V y VI) en los que se pretende que las características moleculares guíen la
extensión de la cirugía.
Existen actualmente varios paneles moleculares que incluyen el diagnóstico de la mayoría de las mutaciones
implicadas en el cáncer de tiroides. Entre ellos se encuentran Thyroseq®, ThyGenX™, ThyraMIR™, Afirma® y
RosettaGx Reveal. Incluyen las principales mutaciones (BRAF, KRAS, NRAS, HRAS) y reordenamientos genómicos
(RET/PTC1, RET/PTC3 y PAX8/PPARγ), estudiando las mutaciones somáticas a partir de DNA y los reordenamientos
a partir de mRNA extraídos del material citológico. El análisis se realiza por secuenciación de nueva generación
tras amplificación del DNA y mRNA por PCR en tiempo real y el uso de microarrays.
Por un lado, los paneles moleculares (Thyroseq® y ThyGenX™) analizan genes específicos cuyas mutaciones están
relacionadas con el cáncer de tiroides. Por otro lado, se encuentran los clasificadores de la expresión génica
(Afirma® y ThyraMIR™, RosettaGx) que analizan los niveles de expresión de múltiples genes de forma simultánea
en microarrays para crear un perfil de expresión génica del nódulo a estudiar.
La utilización de técnicas moleculares requiere una breve comprensión del rendimiento basadas en estadísticas
reportadas en grandes estudios, y conocer la sensibilidad de que la técnica clasifique una lesión maligna como
"maligna". Asimismo, la especificidad es la probabilidad de que una prueba molecular clasifique correctamente
una muestra de PAAF benigna como "benigna". La sensibilidad y la especificidad se mueven en direcciones
opuestas lo que significa que a medida que aumenta la sensibilidad, la especificidad suele disminuir y viceversa.
Algunos autores recomiendan que la necesidad de realizar una prueba molecular y cuál de ellas escoger viene
determinada -además de por las características indeterminadas de la citología- por las características clínicas y
ecográficas. Así, un nódulo de alto riesgo ecográfico y/o clínico no debería ser estudiado con técnicas moleculares,
pues, independientemente del resultado, es altamente probable que sea intervenido quirúrgicamente.
Conclusiones
1- El conocimiento de la patología molecular de los tumores tiroideos que se originan en las células
foliculares ha avanzado mucho en los últimos años. Las alteraciones moleculares comunes, como BRAF
p.V600E, mutaciones puntuales RAS y oncogenes de fusión (como RET-PTC), se han asociado,
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respectivamente, con carcinoma papilar convencional, tumores con patrón folicular (adenoma folicular,
carcinoma folicular, y la variante folicular de carcinoma papilar / neoplasia de tiroides folicular no invasiva
con características nucleares de tipo papilar), y con carcinomas papilares de pacientes jóvenes y que
surgen después de la exposición a radiación ionizante.
2- La notable correlación entre genotipo y fenotipo muestra cómo los cambios moleculares específicos y
mutuamente excluyentes pueden promover el desarrollo de tumores e iniciar un proceso tumorigénico
de múltiples etapas que se caracteriza por la activación aberrante de la señalización de la proteína quinasa
activada por mitógenos y fosfoinositide 3-quinasa-PTEN-AKT.
3- Las alteraciones moleculares se están convirtiendo en biomarcadores útiles para el diagnóstico y la
estratificación del riesgo, y en posibles objetivos de tratamiento para las formas agresivas de carcinoma
de tiroides.
4- Las técnicas moleculares se aplican típicamente a frotis citológicos, tejidos fijados con formalina en
parafina y congelados instantáneamente. Las mutaciones se detectan con RT-PCR y secuenciación de
ADN. Los reordenamientos cromosómicos se detectan con FISH y RT-PCR
5- La inmunohistoquímica es específica para detectar proteínas mutantes (BRAF V600E, NRAS Q61R).
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5.- Galería de imágenes: Dermatopatología Dr. Sebastián Ortiz Reina. Servicio de Anatomía Patológica del Hospital General Universitario Santa María del Rosell de Cartagena (España).
1.- Varón de 70 años con liquen plano erosivo plantar, anoniquia y lesión exofítica hiperqueratósica en talón.
https:/doi.org/10.47579/AP.20.05.0034
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España (CC BY-NC-ND 3.0 ES) This Work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License
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2.- Panorámica macro-microscópica, en la que se identifican dos áreas: una inflamatoria liquenoide (A) y otra papilomatosa de crecimiento endo y exofítico (B).
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36 | Archivos de Patología. Número 5. Octubre 2020. www.archivosdepatologia.org
3.- Carcinoma verrucoso / carcinoma cuniculatum (A), sobre liquen plano hipertrófico (B).
37 | Archivos de Patología. Número 5. Octubre 2020. www.archivosdepatologia.org
4.- Mujer de 90 años, con erupción generalizada muy pruriginosa, que clínicamente sugiere un exantema
medicamentoso.
38 | Archivos de Patología. Número 5. Octubre 2020. www.archivosdepatologia.org
5.- Biopsia incisional cutánea, que muestra la presencia en capa córnea de numerosos ácaros de la sarna. Diagnóstico
histopatológico: Sarna costrosa / Sarna Noruega.
39 | Archivos de Patología. Número 5. Octubre 2020. www.archivosdepatologia.org
6.- Varón de 47 años, sometido a diálisis, con úlceras necróticas dolorosas en extremidades.
40 | Archivos de Patología. Número 5. Octubre 2020. www.archivosdepatologia.org
7.- Calcifilaxis / Arteriolopatía urémica calcificante (CUA). Úlcera cutánea, acompañada de calcificación y fibrosis de la capa media e íntima de arterias de mediano calibre.