BÍBLICA
J. P. Martínez
Breve defensa exegética y teológica de la inspiración bíblica..
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Arte de portada: J. P. Martínez
Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades
Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas
Unidas. Usada con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca
registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente
bajo licencia.
Dios Habla Hoy (1994) 3ra. Ed. Edit. Sociedades Bíblicas Unidas.
1432 pp.
Texto Bíblico tomado de la Santa Biblia Nueva Versión Internacional
(1999) por la Sociedad Bíblica Internacional.
TABLA. ANÁLISIS GRAMATICAL DE 2 TIMOTEO 3.16
Introducción
La Bibliología emergente es intrincada. Hay quienes afirman que la
Biblia es inspirada por Dios pero que no es infalible. Otros dicen
que la inspiración no se reduce a los libros canónicos sino a todos
los textos que en el mundo “sean útiles” para instruir en justicia.
Algunos sostienen también que la Biblia es inspirada pero solo
parcialmente, por lo que nuestro deber es descubrir qué partes son
Palabra de Dios y cuáles no.
Entre creyentes que promueven estas doctrinas existen algunos muy
instruidos. Algunos han publicado libros y tratados mientras que
otros se han limitado a replicar lo que oyen de sus maestros
progresistas. Entre los escritores también hay categorías: pocos
son los que en realidad presentan un caso más o menos elaborado de
lo que dicen. La mayoría de las otras obras son monólogos en donde
abunda el emocionalismo y el resquemor contra “la iglesia
tradicional”.
Entre los más versados emergentes, hay quienes se han metido en el
terreno de los idiomas bíblicos para sazonar sus relecturas y
diálogos en torno a la Biblia. Es el caso de los que se han
detenido en 2 Timoteo 3.16. ¿Por qué este texto? La razón estriba
en que 2 Timoteo 3.16 ha sido el versículo favorito de los
protestantes que invocan la infalibilidad, suficiencia e
inspiración de la Biblia: su inspiración verbal y plenaria.
Invocando la gramática griega, varios líderes progresistas se han
esforzado para promover la idea de que la comprensión histórica que
el pueblo evangélico ha tenido de 2 Timoteo 3.16 ha estado
equivocada. Como veremos, estos autores han dicho que este texto ha
sido forzado “a decir lo que en realidad está muy lejos de
decir”.
Este escrito está hecho para responder a los clamores de la
neortodoxia, desde la gramática griega y la historia del
pensamiento
teológico cristiano. No soy ningún experto en la lengua del Nuevo
Testamento. Pero como estudiante permanente de la misma creo haber
logrado reunir una importante evidencia que nos lleva a la misma
conclusión a la que han llegado las mismas Sociedades Bíblicas
Unidas y Comités de Traducción de las principales versiones del
Nuevo Testamento al castellano. Hubiera sido suficiente invocar
esto para ahorrarme todo el trabajo, pero habría yo caído en la
falacia de autoridad al pretender que porque alguien más lo ha
dicho entonces se trata de lo correcto y verdadero – exactamente lo
que una estela mayoritaria de emergentes hacen al cuestionar la
comprensión cristiana histórica de 2 Timoteo 3.16.
En seguida vamos a revisar el porqué la traducción de las primeras
cinco palabras de 2 Timoteo 3.16 son precisas tal y como aparecen
en versiones al español de la Biblia como Reina Valera 1960 (RV60),
La Biblia de las Américas (LBLA), Nueva Versión Internacional (NVI)
y Dios Habla Hoy (DHH), al mismo tiempo que presentaremos las
razones por las cuales la propuesta de relectura y re-traducción
del pasaje según la tesis progresista no tiene apoyo de peso ni en
la gramática griega ni en la historia de la Iglesia, excepto en
intentos relativamente recientes de neutralizar al protestantismo
al entorpecer aquellos pasajes que más se usan para hablar de la
autoridad de la Biblia.
Espero que los hermanos y amigos continúen la lectura de este
trabajo hasta el final, a pesar de tratarse de una materia que
puede llegar a ser tediosa debido al desafío que representa el
acercarse a un idioma desconocido para la mayoría de
latinoamericanos. El esfuerzo valdrá la pena pues el lector quedará
mejor equipado para enfrentar la tesis de gran parte del colectivo
teológico neoliberal.
J. P. Martínez.
2 Timoteo 3.16
2 Timoteo 3.16 se lee como sigue según el Nestlé Aland Novum
Testamentum Graece, Edición 28:
πσα γραφ θεπνευστος κα φλιμος…
La gran mayoría de las traducciones bíblicas de uso más extendido
entre los protestantes (cfr. RV60, DHH, LBLA y NVI) traducen estas
palabras griegas anotando:
Toda [la] Escritura es [o está] inspirada por Dios y es útil…
Esto se entiende comúnmente como incluyendo tanto el Antiguo como
el Nuevo Testamento. Algunos, sin embargo, han opinado que el
apóstol Pablo está hablando solamente de los libros del Antiguo
Testamento y excluyendo los libros canónicos del Nuevo, varios de
los cuales aún estaban en proceso de elaboración. Más aún, existen
quienes refieren que en realidad solo ciertas partes del Antiguo
Testamento son inspiradas, y otros más afirman que por “Escritura”
a final de cuentas debemos entender todo lo que refiriéndose a Dios
sea “útil” –se trate o no de las Escrituras canónicas.
γραφ ¿Cuáles Escrituras?
En general, la palabra γραφ o “Escrituras” de acuerdo a la lectura
posmoderna emergente puede significar al menos tres cosas: a) El
Pentateuco; b) El Antiguo Testamento; o c) Cualquier escrito útil
para instruir en justicia, sea canónico o no. La cuarta
posibilidad, es decir, que se refiera a toda la Biblia incluyendo
los escritos de producción apostólica -y de sus asociados- en curso
en aquellos años rara vez es una alternativa en el estudio
neoliberal. ¿Por qué? Porque de serlo la teología elástica que
producen con todos sus agujeros y fugas de autoridad divina no
podría consolidarse. Tendrían que crear abiertamente otra religión
y desvincularse del cristianismo histórico para siempre.
Ante lo anterior, hay que comenzar por apuntar que el apóstol Pedro
reconoce como “Escritura” los escritos de Pablo, según se aprecia
en 2 Pedro 3.16, en donde se refiere al corpus paulino advirtiendo
que “los ignorantes e inconstantes [lo] tergiversan, como lo hacen
también con las demás Escrituras…”. En esta tesitura, el mismo
apóstol Pablo cita Lucas 10.7 en 1 Timoteo 5.18 reconociendo como
“Escritura” información que en la Biblia solo se halla en el
evangelio según san Lucas: “El trabajador merece que se le pague su
salario”. Pero sobre todo, Pablo dice a los tesalonicenses que lo
que él les ha comunicado por carta es revelación de Dios con
autoridad divina; son los sagrados escritos:
Así que, hermanos, sigan firmes y manténganse fieles a las
enseñanzas que, oralmente o por carta, les hemos transmitido (2
Tes. 2.15) [porque] lo que realmente es, [es] la palabra de Dios”
(1 Tes.2.13).
¿Cómo entendía entonces el apóstol Pablo -que escribió 2 Timoteo
3.16- las cosas que él comunicaba a la Iglesia? Como él mismo lo
explica:
[E]l evangelio que yo predico no es invención humana. No lo recibí
ni lo aprendí de ningún ser humano, sino que me llegó por
revelación de Jesucristo (Gál.1:11-12).
¿Pero qué con las excepciones que él hace a la autoridad de las
reglas y consejos que comunica a la Iglesia, como es el caso de 1
Corintios 7.25 (“…no tengo ningún mandamiento del Señor, pero doy
mi opinión…”)? Simplemente, eso no significa que la Escritura no
sea inspirada en esas partes. Quiere decir lo que dice: que no es
mandato del Señor. Porque la inspiración concurre en numerosas
formas y figuras literarias (parábolas, poesía, historia, etcétera)
y no solo en la literatura judicial.
Paul D. Feinberg en su The meaning of inerrancy (1980, Inerrancy,
Geisler Edit.) anota:
La palabra γραφ se encuentra más de cincuenta veces en el Nuevo
Testamento y siempre significa una sola cosa: los sagrados
escritos. Algunos han concluido que por ello se ha convertido en un
terminus technicus para hablar de los sagrados escritos”
(p.277).
Considerar, por tanto, como sostienen algunos creyentes que por
“Escritura” debe entenderse solo el Pentateuco o el Antiguo
Testamento, o cualquier escrito en cualquier época que sea “útil”
para “acercarnos al bien” “a Dios” o “a ser mejores con los demás”
es no leer con atención el Nuevo Testamento.
πσα ¿[Cada] Escritura o [toda] la Escritura?
Pero aún así y ante esta evidencia, 2 Timoteo 3.16 -el “πσα γραφ
θεπνευστος κα φλιμος…”- gramaticalmente presenta otros desafíos de
interpretación.
πσα (“toda”) es un adjetivo singular masculino y γραφ (“Escritura”)
es un sustantivo (también singular femenino). Juntas, πσα γραφ, nos
enfrentan al hecho de que no hay entre adjetivo y sustantivo un
artículo determinado. Los traductores expertos a veces han
concluido que como la regla es que πσα significa normalmente “cada”
cuando πσα va unida a un sustantivo sin artículo -como es el caso
de γραφ en 2 Timoteo 3.16- entonces la traducción debería de ser
que “Cada Escritura inspirada por Dios es útil” en lugar de “Toda
la Escritura…”.
No obstante, aunque es la regla general, “Un sustantivo puede ser
determinado aunque no lleve artículo” (MacArthur, Mayhue, 201,
p.82) como es exactamente el caso de Romanos 1.2 (ν γραφας γαις) y
Romanos 16.26 (τε γραφν προφητικν). No hay artículo determinado
allí pero se debe traducir como si lo tuviera. Hendricksen (1979,
p.340) observa además que en Romanos 11.26 se lee πς σραλ y no es
traducido en ninguna parte como “Cada Israel” sino “Todo Israel”,
porque el contexto nos informa acerca de cuál es la lectura más
natural.
El experto Edwin A. Blum (1980, en Inerrancy, Geisler, Edit.) en su
The apostles view of Scripture hace un análisis de 2 Timoteo 3.16.
Allí cita a C.F.D. Moule en su estudio de los idiomas griegos quien
opina lo siguiente de 2 Timoteo 3.16:
[E]s menos probable que signifique cada Escritura inspirada y mucho
más probable que signifique que toda la Escritura [es] inspirada.
Si por otro lado es verdad como piensan muchos que Pablo está
pensando en el Antiguo Testamento completo, el πσα así traducido
(“toda”) favorece la traducción (p.46).
Moule concluye que πσ antes de un sustantivo anartroso significa
“cada” en el sentido de “toda” (p.451).
Blum sostiene en esta tesitura que la única forma de traducirla
como “cada Escritura inspirada” –asumiendo que hay partes en las
Escrituras que no son inspiradas- es no atender el contexto ni el
significado que la palabra γραφ tiene en el Nuevo Testamento:
Basándonos únicamente en el Griego del Nuevo Testamento- haciendo a
un lado el contexto, el uso de la palabra γραφ en el Nuevo
Testamento o las ideas judías de la inspiración- hace que dicha
interpretación sea posible (p.46).
Blum también aborda la ausencia de la cópula “es” en 2 Timoteo 3.16
diciendo que “la omisión de la palabra “es” es una característica
común de la gramática griega:
Poner “es” antes de “inspirada y útil” se justifica porque ambas
palabras son adjetivos y es natural el tomarlas en formas paralelas
como predicativas. La estructura de la sentencia en griego es la
misma que la de 1 Timoteo 4.4 (τι πν κτσμα θεο καλν κα οδν πβλητον
μετ εχαριστας λαμβανμενον, griego añadido) la cual usualmente es
traducida en ambos adjetivos como predicativos (p.46)
Pero sobre el carácter predicativo o atributivo del adjetivo
θεπνευστος nos ocuparemos con más detalle en seguida. Aunque ya
hemos adelantado algunas de las conclusiones relacionadas de Blum y
Moule es necesario extendernos sobre el particular.
θεπνευστος ¿Adjetivo atributivo o predicativo?
Íntimamente relacionado a esto llega el asunto más explotado por el
progresismo, y es el de la relación entre πσα γραφ y θεπνευστος.
Esta última es una palabra compuesta cuya transliteración es
theópneustos. Significa “exhalada por Dios”. ¿Es θεπνευστος un
adjetivo atributivo o es un adjetivo predicativo?
En el griego un adjetivo atributivo “atribuye una calidad al
sustantivo que modifica” (Black, 2015, cap.6, Kindle Ed.). En
cambio, un adjetivo predicativo “puede emplearse también como
complemento de los verbos “ser” o “estar” incluso cuando el verbo
esté solo implícito”; un adjetivo predicativo “indica lo que se
predica o se firma de algo, una persona o una cosa” (Ibíd.). La
gramática elemental de Black por ello dice:
Aunque los escritores del Nuevo Testamento utilizaban generalmente
el verbo “ser” con adjetivos predicativos, en casos donde no hay
ningún verbo hay que ser capaz de distinguir entre la posición
predicativa y la atributiva (Ibíd.).
El consenso de la mayoría de los eruditos y traductores del Nuevo
Testamento al español ha sido que θεπνευστος es un adjetivo
predicativo: “Toda la Escritura [es] inspirada [exhalada] por
Dios”. Así, “Esta traducción recibe el apoyo de una evidencia
sintáctica ligeramente más sólida, argumentos contextuales y muchas
afirmaciones bíblicas similares” (MacArthur, Mayhue, 2017,
p.83).
Abundando en esta conclusión, Feinberg (1980. op. cit.) sostiene
que hay cinco razones para sostener que se trata de un adjetivo
predicativo:
1. En ausencia del verbo parece más natural construir ambos
adjetivos (θεπνευστος y φλιμος) de la misma forma.
2. La construcción en 2 Ti. 3.16 es idéntica a 1 Ti.4.4 donde ambos
adjetivos son claramente predicativos.
3. En una construcción atributiva esperaríamos que el adjetivo, que
en este caso es θεπνευστος, apareciera antes de γραφ.
4. Las palabras unidas por κα (y) usalmente se entienden vinculadas
por esta conjunción.
5. La interpretación atributiva parece dejar abierta la posibilidad
de que existen algunas γραφ que no son inspiradas (p.279).
Así, cuando en el Nuevo Testamento se habla de “Escrituras” lleva
por antonomasia la inspiración de Dios. Este es el uso apostólico.
También es el uso que Jesús le dio a la misma. Por ello, hablar de
que existen “Escrituras no inspiradas” es un despropósito. Sería
como hablar de seres humanos y no implicar que se trata de seres
mortales, sino que hay seres humanos que son mortales y otros que
no lo son (véase Miller, citado por Feinberg, 1980, op.
cit.).
En su Scripture´s Self-Attestation (1983, Scripture and Truth,
Carson, Woodbrige, Edits.) Wayne Grudem afirma:
Pablo afirma que todo el Antiguo Testamento es θεπνευστος,
exhalado…por Dios. Ya que estos escritos son “exhalados” esta
exhalación debe entenderse como metafórica. Por tanto, este
versículo declara de manera breve lo que ha sido evidente en otras
partes: El Antiguo Testamento es reconocido como las Palabras de
Dios en forma escrita. Dios es el que las habla…, aunque usa
agentes humanos para escribir (p.39).
En seguida analizaremos una porción de las Sagradas Escrituras que
nos ofrece un ejemplo del porqué el desmembramiento escritural de
los teólogos posmodernos presenta serias dificultades aún ante un
análisis mínimo de las palabras de Jesús.
Juan 10:34-35 y νμ, λγος το θεο y γραφ
En el evangelio según san Juan se registra la discusión entre Jesús
y los judíos durante la Fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Allí
aquellos le reclamaron que Cristo “se hacía pasar por Dios” (v.33).
Así es que se lee:
Jesús les respondió: “¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije,
dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra
de Dios (y la escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre
santificó y envió al mundo’, vosotros decís: Tú blasfemas, porque
dije: Hijo de Dios soy?” (34-36).
Aquí Jesús apeló a un precedente histórico. R.C. Sproul indica que
es como si les hubiera dicho: “En el Antiguo Testamento, algunos
seres humanos fueron llamados dioses y nadie agarró piedras para
matarlos por blasfemia. ¿Cómo es que ustedes están listos para
lapidarme?” (2009, John, Sproul, p.198), pero además “¿Si estaba
bien en el Antiguo Testamento el que simples mortales fueran
llamados dioses [v. gr. jueces humanos], cuánto más legitimo es
para Aquel que es Dios encarnado el ser llamado Dios?”
(Ibíd.).
Pero la trascendencia de esta cita en nuestro estudio es que para
Jesús, en esta parte, “la ley”, la “Palabra de Dios” y la
“Escritura” es lo mismo. Jesús era el Verbo encarnado; la Palabra
(Jn.1.1). Pero al mismo tiempo la Palabra Encarnada reconoce la
autoridad y origen divino de la Palabra de Dios escrita, de su
propia revelación (cfr. Gál.1:11-12).
En Juan 10:34-35 el griego dice que Jesús asocia νμ, λγος το θεο y
γραφ, indistintamente. Más aún, cita aquí un salmo (82.6)
derribando automáticamente la idea que sostienen algunos emergentes
de que “Escritura” debe significar “solo el Pentateuco”. El uso de
la palabra γραφ que ofrece Jesús no tiene porque entenderse de modo
diferente de como la usaron sus apóstoles: un término técnico para
referirse a los sagrados escritos.
¿No es esta realidad la que hizo que el Comité de biblistas de las
Sociedades Bíblicas Unidas –en el proyecto DHH- hiciera su nota
marginal en Hebreos 4.12? Allí se escribió: “Palabra de Dios:
expresión que en la Biblia tiene diversos significados e incluye
toda la revelación divina y el poder creador y salvador de Dios;
cf. Is.49.2; Jn.1.1-18; Ef.6.17; Heb1.3;1 P.1.23-25”. La evidencia
es abundante.
θεπνευστος en el judaísmo
La inspiración para los judíos significaba varias cosas:
1. La ley se consideraba a menudo como preexistente. Se enseñaba
que le fue dictada a Moisés o aún que el mismo Dios la
escribió.
2. Los Profetas y los Escritos también se consideraban de origen
divino por los primeros escritores judíos.
3. Entre las teorías la predominante era que Dios proporcionó el
contenido de los libros de los autores por medio de la
inspiración.
Así, la idea de que 2 Timoteo 3.16 tiene un “trasfondo mitológico
helenístico” simplemente carece de sustento. Entre el paganismo
Apolos llenaba con su aliento divino a una mujer para poseerla,
llevándola al éxtasis bacanal, al frenesí y la exaltación mental
profética, ninguna de cuyas experiencias tiene lugar dentro del
Nuevo Testamento. De hecho, como afirma Blum (1980, op.cit.), el
concepto de inspiración novotestamentario reposa en la convergencia
tanto del origen divino de la Escritura como en la participación de
los agentes humanos con sus distintas personalidades (véase
Ro.10.20; 1 Co.2.13;14.37; 2 P.1:20-21).
La visión de la Biblia en los primeros siglos del
cristianismo
Robert D. Preus en su fascinante The view of the Bible held by the
Church: The early Church trough Luther (1980, Inerrancy, Geisler
Edit.) anota:
Que la Biblia es la Palabra de Dios, inerrante y de suprema y
divina autoridad fue una convicción sostenida por todos los
cristianos y maestros cristianos a lo largo de 1700 años de
historia de la Iglesia (p.357).
Con contadísimas excepciones generalmente provenientes del
sectarismo montanista y gnóstico, por 17 siglos el consenso de
maestros, pastores y evangelistas cristianos fue que la inspiración
bíblica se refería a todos los sagrados escritos y que estos
estaban dotados de absoluta autoridad divina, sin error ni engaño
alguno.
Nadie hallará en estos primeros 17 siglos de cristianismo ninguna
pista de que 2 Timoteo 3.16 se entendiera en el sentido de que no
se refería a todos los escritos sagrados –antiguos o en producción
durante el primer siglo- ni tampoco ninguna evidencia de que dichos
escritos no estuvieran libres de todo fraude gracias a la
inspiración del Espíritu Santo.
Dicen, por ejemplo, que el canon bíblico no se cerró sino siglos
después de Cristo; que Agustín aceptó libros deuterocanónicos como
inspirados, que Lutero rechazó libros del canon del Nuevo
Testamento…en suma, ¡que cada cual aceptó lo que quiso! dando la
impresión de que la regla desde el principio fue la anarquía en
torno a la revelación escrita de Dios: la heterodoxia, el
librepensamiento, el antibiblicismo y cosas parecidas. Pero el
asunto con todo esto es que son temas aparte de la inspiración,
infalibilidad y suficiencia de la Escritura.
El tema aquí es la inspiración verbal y plenaria de la Biblia a la
luz de textos como 2 Timoteo 3.16. La discusión sobre el canon es
una diferente, muy trascendental y necesaria, que se ha de tratar
en otro lugar. Lo que sobre el canon se pueda decir no afecta la
discusión que estamos tratando acá sobre el origen divino y
autoritativo de toda la Sagrada Escritura.
Preus (1980, op. cit.) dice que “el Antiguo Testamento era
considerado como un libro cristiano, perteneciente a la Iglesia más
que a la sinagoga, porque el daba testimonio de Cristo y Su gloria
(1 Pedro 1:10-12)” (p.359). Fue después del tiempo de los
apologistas que el Nuevo Testamento acabó por ser aceptado junto al
Antiguo. La aceptación gradual del Nuevo Testamento no milita
contra la inspiración verbal y plenaria: es el curso natural que
aún el mismo Antiguo Testamento atravesó en su momento. Por ello,
invocar que pasaron dos o tres siglos “hasta que se reconoció el
Nuevo Testamento” para desacreditar la inspiración e infalibilidad
bíblica es darse un tiro en el pie si es que se está aceptando la
autoridad del Antiguo.
Tertuliano e Ireneo en su momento comenzaron a invocar la tradición
al lado de las Sagradas Escrituras. Ellos creían que la tradición
se remontaba al tiempo de los apóstoles y entendían que tradición y
Escrituras enseñaban lo mismo. La apelación a la tradición se hizo
necesaria en la lucha contra las herejías y distorsiones
escriturales de la época. A pesar de sostener dos autoridades
revelatorias, Tertuliano e Ireneo reconocieron que la Sagrada
Escritura era la fuente de toda doctrina cristiana. Ireneo por ello
escribió en Adversus Haereses: “Las Sagradas Escrituras son
perfectas porque ellas hablaron por la Palabra de Dios y por el
Espíritu de Dios” ( véase The complete Ante-Nicene & Nicene and
Post-Nicene Church Fathers Collection).
Clemente de Alejandría y Orígenes también consideraron que la
Sagrada Escritura en su totalidad era la Palabra de Dios. A pesar
de que consideraban “la regla de fe” (la tradición no escrita) como
proveniente de los apóstoles y necesaria para interpretar la
Escritura, ellos escribieron citándola más directamente que su
predecesores. Su tendencia hacia los credos y la liturgia solo pudo
darse desde su invocación de la autoridad de las Escrituras. “Los
padres asumieron que la Escritura era la Palabra de Dios y la
trataron como tal, de igual manera como los escritores del Nuevo
Testamento hicieron con el Antiguo Testamento (1980, Preus, op.
cit, p. 361).
Agustín y Ambrosio enseñaron que Dios era el autor de la Escritura.
Dios es el auctor primarius y los escritores inspirados son el
órgano por medio del cual el Señor habló. Hay que decir que los
primeros cristianos fueron comprendiendo la dinámica de la
inspiración de tal manera que acabaron distinguiéndose con el paso
del tiempo de la visión religiosa helenista, en la que se
involucraban narcóticos, éxtasis, pérdida de la memoria y cosa
similares. Agustín en De Consensu Evangelistarum concluyó que la
personalidad humana estaba presente cuando ellos escribieron
inspirados por Dios. Del mismo modo Orígenes rechazó la idea de que
los oráculos frenéticos paganos tuvieran algo que ver con la
inspiración de los escritores bíblicos (véase Contra Celso,
VII.III).
Pero más relevante es el hecho de que los padres al final
simplemente aceptaron el misterio de la inspiración. Los términos
que usaron para hablar al respecto (instrumentos de aire y cuerdas
como la flauta y la lira) intentaron comunicar que los escritores
bíblicos fueron usados por Dios para escribir su revelación. Preus
(1980, op.cit) anota que los padres ni siquiera parecían estar
inquietados por la materia. Y esto es algo contrastante con la
obsesión posmoderna por deconstruir el mensaje cristiano.
Naturalmente, dicha obra deconstruccionista no se puede realizar
sin antes desbaratar el fundamento de autoridad de la doctrina
cristiana: la Biblia. No intentan destruir la Biblia como hacen los
ateos, sino romper los principios de la misma para armar otros que
permitan que su agenda antropocéntrica avance. Por ello, esta
deconstrucción es más peligrosa aún que el ateísmo y las sectas
tradicionales. Porque este sectarismo no está cambiando las
palabras sino su significado. Su lenguaje sigue siendo cristiano en
la superficie. Siguen hablando de “inspiración” pero desde una
óptica diferente que raras veces le explican a las ovejas de Cristo
al mismo tiempo que inoculan la incredulidad y el
escepticismo.
Por otro lado, los padres cuando llegaron a enfrentar discrepancias
en la Escritura jamás le atribuyeron a esta error o engaño. Como
escribió Agustín a Jerónimo: “Solo a los libros llamados canónicos
he aprendido a darles honor, porque yo creo firmemente que ningún
autor de estos libros cometió error alguno al escribir” (Epístolas
82:1,3). Jerónimo declaraba de la misma manera:
Cuando tú estás realmente instruido en las Divinas Escrituras y te
has dado cuenta de que sus leyes y testimonios son el lazo de la
verdad, entonces estás en posibilidades de contender con los
adversarios; entonces tú los encadenarás y llevarás atados a la
cautividad; entonces de los enemigos que has capturado harás
hombres libres de Dios (Ep. Ad. Fabiolam, 78,30).
Tomás de Aquino también tuvo un alto concepto de las Sagradas
Escrituras. Escribió:
Porque nuestra fe reposa en la revelación dada a los apóstoles y
profetas quienes escribieron los libros canónicos, y no en la
revelación (si es que existe tal cosa) que hagan otros maestros
(Prolegomena, Sacra Doctrina).
Para Tomás la Teología era una ciencia especulativa que provenía de
la ciencia más alta: la ciencia de Dios. Como verdad infalible
tiene como principios los artículos de la fe. Aunque esto último ha
sido usado por Roma para decir que no todos los artículos de la fe
debe extraerse de la Escritura (porque existe una diferencia entre
el que sea la Biblia el principium y que los sean los artículos de
la fe), de todas formas para el doctor angélico Dios es el autor de
la Sagrada Escritura. Preus (1980, op. cit.) anota que Tomás
“conscientemente afirmó que la inerrancia de la Escritura era un
presupuesto fundamental en el quehacer teológico” (p.370).
Por último, Martín Lutero que frecuentemente es citado por la
neoortodoxia como ejemplo de libertad de pensamiento e invocación
de la razón, es quizá la figura más representativa dentro del
protestantismo a la hora de revisar el qué se creía dentro de la
historia de la Iglesia sobre la inspiración y autoridad de la
Biblia.
Martín Lutero dejó algunas duras palabras para la reflexión:
Solo un tonto, grosero y endurecido hipócrita hallará
contradicciones en las Sagradas Escrituras. Es imposible que la
Escritura se contradiga a sí misma; así le parece únicamente a los
insensibles y obstinados hipócritas (Sammtliche Schriften,
heausgegeben von Dr. Joh. Georg Walch, 9, 356, citado por Preus,
1980, op.cit.).
Lutero también enfrentó en su época la idea popular de nuestros
días entre el neoliberalismo de que “una cosa es la Palabra de Dios
y otra es la Biblia”. Para Lutero:
[Todas] las Sagradas Escrituras son la Palabra de Dios escrita y
(diré) con letras y formada en letras, tanto como Cristo es la
eterna Palabra de Dios tras el velo de la naturaleza humana (Ibíd,
9, 1770).
El reformador alemán jamás compró la idea de que había que decidir
quién era la Palabra. La concurrencia de “la Palabra de Dios
escrita” y “la eterna Palabra de Dios” en su teología no era sino
la forma natural de comprender el mensaje evangélico. La Biblia no
es “un testigo de la revelación que es Cristo” en el sentido
barthiano. Nosotros somos los testigos de la revelación bíblica que
nos revela a su vez a la Palabra encarnada.
Por eso la exégesis cristocéntrica de Lutero de ninguna manera debe
entender como despreciando la inspiración verbal y plenaria de las
Sagradas Escrituras. Porque “Cristo es la suma y verdad de la
Escritura” (Martin Luthers Werke, Kirtische Gesamtausgabe, 3,620,
citado por Preus, op.cit.) ¿Cómo podría alguno de nosotros
despreciar un ápice o sugerir de la más mínima manera que hay
partes de la Escritura no inspiradas, o que la Biblia es inspirada
pero no infalible, o que la inspiración es elemento presente en
cualquier clase de obras humanas desde la fundación del mundo hasta
el día de hoy? ¿Qué clase de camino es ese que algunos lo toman
como un paseo de vacaciones o insignia de orgullo académico?
Nosotros afirmamos junto con Lutero:
Este es nuestro fundamento: donde el Espíritu Santo establece algo
que debe ser creído, nosotros no debemos desviarnos de las
palabras, así como suenan, ni tampoco del orden en el que están
puestas, a menos de que un explícito artículo de la fe (basado en
claros pasajes de las Escrituras) nos compela a interpretar las
palabras de otro modo, o a arreglarlas de forma diferente. De otro
manera ¿En qué se convertiría la Biblia? (Martin Luthers Werke,
Kirtische Gesamtausgabe, 18,147, citado por Preus, op.cit.).
Lutero podría hoy constatar que en algunos lugares la Biblia se ha
convertido en un pretexto para ajustarse a la cultura y su
perversidad, y para dejar bajo condenación a los que piensan que
Jesús aprueba su pecado, todo gracias a la relectura “científica”
de la Palabra. Pero para el reformador decir que hay error o
inspiración parcial o no infalible en la Escritura es
blasfemia.
Cuestionamientos contemporáneos contra la inspiración
Como ya quedó ampliamente asentado, no existe en 2 Timoteo 3.16
ningún indicio de que existan partes de la Escritura que no sean
inspiradas. Tampoco existe razón de peso para considerar que
θεπνευστος sea un adjetivo atributivo. De la misma forma, no hay
manera de aislar γραφ y concluir que Pablo “jamás” consideró los
documentos producidos por él mismo, los demás apóstoles y sus
asociados como revelación o “Escrituras” sino todo lo
contrario.
Sin embargo, leyendo a ciertos autores uno encuentra afirmaciones
como la que dice que el apóstol Pablo en 2 Timoteo 3.16 “no puede
estar haciendo referencia al conjunto de libros del Nuevo
Testamento que aún no se escribían, ni aún siquiera a sus propios
escritos”.
Según estos autores el apóstol Pablo no considera “Escritura”
ninguna parte de la Biblia como la conocemos hoy sino únicamente la
Torá o Pentateuco. Omiten en su estudio el análisis bíblico
referencial por lo que no se detienen en pasajes como Romanos 15.4
en el que el apóstol Pablo escribe también de “las Escrituras”.
Aquí usa la misma palabra que en 2 Timoteo 3.16: τν γραφν,
justamente después de citar el Salmo 69.9 en el versículo 3. Si se
sigue la idea de estos autores tendríamos que decir, o bien que
este es un segundo o tercer Pablo o que lo nuestro es ignorancia
culpable.
Dicen también que Pablo y Pedro hablan del tema “sin aclarar” qué
quieren decir al hablar de “inspiración”, es decir, no sabemos qué
significa realmente esto en la Biblia. Hacen un análisis sin
detenerse a revisar los importantes pasajes de 2 Pedro 3.16, Lucas
10.7 en relación a 1 Timoteo 5.18, ni las declaraciones del propio
Pablo sobre su propia obra en 2 Tesalonicenses 2.15 y 1
Tesalonicenses 2.13, entre otros, además de colocarse en una
posición de escepticismo al afirmar que no está “suficientemente
definido” el tema cuando lo ha estado por cientos de años para la
Iglesia cristiana, no solo protestante sino también romanista
clásica. El principio de la analogía de la fe o Sola Scriptura sui
interpres es abandonado en su búsqueda de alineación con el
espectro liberal de los siglos XIX y XX.
Pero es pertinente detenerse en sus observaciones sobre la epístola
petrina. Estos autores dicen que Pedro usó en 2 Pedro 1.21 la
palabra feromenoi mientras que Pablo usó θεπνευστος, lo que nos
debe llevar a concluir que RV60 traduce mal la palabra: allí Pedro
no está hablando de “inspiración”. O sea, los profetas no hablaron
“inspirados” por el Espíritu Santo sino “impulsados” por Él.
Esta manera de desacreditar la doctrina de la inspiración plenaria
de las Sagradas Escrituras adolece de seriedad. En primer lugar
asumen tácitamente que hay un significado especial para θεπνευστος;
en segundo lugar, caen en la falacia de desvincular una misma
enseñanza en dos lugares distintos acerca del origen de la
Escritura y la profecía en general, sobre la endeble base de que
“son palabras diferentes”; y en tercer lugar, no diferencian entre
la inspiración de las Sagradas Escrituras y la inspiración de los
profetas y apóstoles que fueron movidos por el Espíritu Santo,
incurriendo en la misma confusión que generó la traducción de
Jerónimo al usar la palabra latina inspirata o inspirati tanto en 2
Timoteo 3.16 como en 2 Pedro 1.21.
Sencillamente, tenemos que entender que dicha diferencia no tiene
nada que ver con desvirtuar el que toda la Escritura es inspirada
por Dios, infalible y suficiente, como lo entendían los apóstoles y
profetas (véase Robert D. Preus, The Early Church through Luther,
1980, Inerrancy, Geisler Edit.).
Sobre el término feromenoi en 2 P.1.21 Michael Green (citado por
Blum, 1980, op. cit.) sostiene:
Pedro usa una fascinante metáfora marítima en el versículo 21 (cfr.
Hechos 27:15,17, donde la misma palabra pheromene, es usada para
hablar de un barco llevado por el viento). Los profetas levantan
sus velas, por decirlo de alguna manera (siendo obedientes y
receptivos), y el Espíritu Santo lleva sus embarcaciones a través
de la dirección que Él desea. El hombre habla. Dios habla
(p.49).
En suma, una relectura bajo aquellos términos de pasajes como
Marcos 12.36, en donde Jesús dice que “David mismo, habló por el
Espíritu Santo”, nos llevaría a concluir absurdos similares, como
el decir que como aquí no se usa la palabra θεπνευστος, y ni
siquiera feromenoi, luego entonces está en duda la inspiración y su
significado.
Conclusión
2 Timoteo 3.16 es un pasaje que dice que toda la Sagrada Escritura,
Antiguo y Nuevo Testamento, es inspirada por Dios, y por tanto,
infalible, suficiente e inerrante. Aún haciendo la anotación
marginal de que el apóstol Pablo tenía en mente, en ese momento,
tan solo el Antiguo Testamento, de todas maneras la revelación
escrita de Dios estaba en pleno apogeo y desarrollo y no es de
ninguna forma inadecuado considerar que los escritos inspirados que
se iban añadiendo bajo la superintendencia del Espíritu Santo
pueden descansar también en dicho principio de inspiración.
Dicen algunos autores que la cronología de los libros del Nuevo
Testamento apoya sus dichos contra la inspiración plenaria y verbal
de la Biblia. Que porque 2 Timoteo se escribió antes que otros
libros del Nuevo Testamento entonces Pablo no pudo haber pensado en
ellos como Escritura. Y dejé esta objeción contra la inspiración
plenaria y verbal para la conclusión porque al ser la más falaz es
la que más ilustra la derrota anticipada del pensamiento neoliberal
contra la Biblia.
La mayoría de los libros del Nuevo Testamento fueron escritos entre
el 50 y 60 d. C. (2013, Plummer, p.13). El evangelio según san
Marcos, por ejemplo, probablemente antecedió a las epístolas a
Timoteo si se considera que pudo escribirse entre el 50 y 60
mientras que 1 y 2 Timoteo entre el 62 y 64 d.C., y 66-67 d.C.,
respectivamente. ¿En serio se basará el significado de “Escrituras
inspiradas” en fechas probables y serán esas fechas la regla
exegética que usaremos para arribar a conclusiones teológicas
dogmáticas acerca de la no inspiración verbal y plenaria?
Ahora piénsese en este caso: El Pentateuco se escribió alrededor
del 1400 a.C. Allí dice que “Lo secreto le pertenece al SEÑOR
nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a
nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las
palabras de esta ley” (Dt.29.29). Alrededor del 1400 a.C., no
existía el Nuevo Testamento. Entonces no podemos llamarle
“revelación” a este.
Es más: no podemos llamarle revelación al resto del Antiguo
Testamento tampoco. Porque Moisés escribió sobre la “revelación” o
“lo revelado a nosotros y a nuestros hijos” sin tener en mente en
ningún momento los escritos que se redactarían cientos de años
después. ¡Esta manera de pensar no tiene sentido!
La retahíla de ataques contra la Biblia jamás se ha de detener
mientras exista el mundo y Jesús no regrese al final de los
tiempos. Pero acostumbrarse a ello no es opción para los cristianos
(Judas 3). Los cuestionamientos contra la inspiración e
infalibilidad de la Biblia tienen que enfrentarse con vigor y
meticulosidad. Espero que este trabajo administre una dosis de
aliento y energía para todos aquellos que aman la Sagrada Escritura
y anhelan que el Reino de los Cielos venga a nosotros y a toda la
tierra, llenándola de su gloria y majestad.
Bibliografía
Black, D.A. (2015) Aprenda el griego del Nuevo Testamento. 3 Ed.
Edit. Nashville. Ed. Kindle
Carson D.A., y Woodbrige, J. D. (1983) Scripture and Truth. Edit.
Zondervan. Grand Rapids: 446 pp.
Geisler, N. Editor (1980) Inerrancy. Edit. Zondervan. Grand Rapids:
516 pp.
Hendricksen, G. (1979) 1 y 2 Timoteo. Comentario del Nuevo
Testamento. Edit. Subcomisión Literatura Cristiana. Grand Rapids:
460 pp.
Mounce, W.D. (1993) The analytical lexicon to the Greek New
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Nestle-Aland Novum Testamentum Graece. 28 Ed. Edit. Deutsche
Bibelgesellschaft. Versión en línea: https://bit.ly/2Uj2z0o
Plummer, R.L. (2013) The story of Scripture. Edit. Kregel. Grand
Rapids: 86 pp.
Sproul, R.C. (2009) John. Saint Andrew´s Expositional Commentary.
Edit. Reformation Trust. Sanford: 414 pp.
The Complete Ante-Nicene & Nicene and Post-Nicene Church
Fathers Collection. The Church Fathers. Edit. Catholic Way
Publishing. 49027 pp. Kindle Ed.
The Greek New Testament. 5th Ed. Edit. Deutsche Bibelgesellschaft.
Stuttgart: 899 pp.
Biblias
Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades
Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas
Unidas. Usada con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca
registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente
bajo licencia.
Dios Habla Hoy (1994) 3ra. Ed. Edit. Sociedades Bíblicas Unidas.
1432 pp.
Texto Bíblico tomado de la Santa Biblia Nueva Versión Internacional
(1999) por la Sociedad Bíblica Internacional
Sobre el autor
J. P. Martínez es Maestro en Teología por el Seminario
Internacional de Miami MINTS (EEUU). Autor deTus pecados quedan
perdonados (2018), Radiografía del progresismo cristiano (2019) y
Cómo vencer en Cristo (2016) entre otras obras. Es Licenciado en
Derecho por la Universidad Autónoma de Baja California (México), y
posgrado y especialista en Derechos Humanos Universitat Oberta de
Catalunya (España). Es esposo de Judith y padre de dos hijos.
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Introducción
θεπνευστος ¿Adjetivo atributivo o predicativo?
Juan 10:34-35 y νμ, λγος το θεο y γραφ
θεπνευστος en el judaísmo
La visión de la Biblia en los primeros siglos del
cristianismo
Cuestionamientos contemporáneos contra la inspiración
Conclusión
Bibliografía