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DISCURSO PRONUNCIADO POR FELIPE PAZOS EN EL ACTO EN QUE SE OTORGÓ EL TÍTULO DE DOCTOR HONORIS...

Date post: 01-Feb-2017
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DISCURSO PRONUNCIADO POR FELIPE PAZOS EN EL ACTO EN QUE SE OTORGÓ EL TÍTULO DE DOCTOR HONORIS CAUSA AL DOCTOR RAÚL PREBISCH POR LA UNIVERSIDAD DE BAR ILAN, ISRAEL, EL 8 DE MAYO DE 1980 Source: El Trimestre Económico, Vol. 48, No. 189(1) (Enero-Marzo de 1981), pp. 223-228 Published by: Fondo de Cultura Económica Stable URL: http://www.jstor.org/stable/23395006 . Accessed: 28/06/2014 15:57 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Fondo de Cultura Económica is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to El Trimestre Económico. http://www.jstor.org This content downloaded from 91.238.114.174 on Sat, 28 Jun 2014 15:57:23 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions
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DISCURSO PRONUNCIADO POR FELIPE PAZOS EN EL ACTO EN QUE SE OTORGÓ EL TÍTULO DEDOCTOR HONORIS CAUSA AL DOCTOR RAÚL PREBISCH POR LA UNIVERSIDAD DE BAR ILAN,ISRAEL, EL 8 DE MAYO DE 1980Source: El Trimestre Económico, Vol. 48, No. 189(1) (Enero-Marzo de 1981), pp. 223-228Published by: Fondo de Cultura EconómicaStable URL: http://www.jstor.org/stable/23395006 .

Accessed: 28/06/2014 15:57

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

.JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range ofcontent in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new formsof scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

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DOCUMENTOS

DISCURSO PRONUNCIADO POR FELIPE PAZOS EN EL ACTO EN QUE SE OTORGÓ EL TÍTULO DE DOCTOR HONORIS CAUSA AL DOCTOR RAÚL PREBISCH POR LA UNIVERSIDAD DE BAR ILAN,

ISRAEL, EL 8 DE MAYO DE 1980

Señor Presidente de la Universidad de Bar lian, Señor Rector de la Universidad de Bar Han, Doctor Raúl Prebisch, Compañeros del Simposio, Señoras y señores :

Tengo el gran honor y la enorme satisfacción, tanto intelectual como emocional, de

contribuir a presentar al doctor Raúl Prebisch el grado de Doctor Honoris Causa que esta Universidad le está confiriendo hoy.

Fue en marzo o abril de 1946 que oí por primera vez el nombre Raúl Prebisch, y lo oí de labios de Roberto Triffin, que se refirió a él como a uno de los mejores economistas que él había conocido. Como ya entonces Roberto Triffin había cono

cido a todos los grandes economistas que vivían en aquel momento, pensé que exa

geraba, pero poco después me di cuenta de que no era así. En todo caso, el hecho

de oír el nombre de Prebisch por primera vez sólo 12 años después de empezar a es

tudiar economía, y 6 años después de haber escrito un libro sobre problemas mone

tarios, muestra la falta de comunicación entre los economistas latinoamericanos

existente a mediados de los años cuarenta, y, desde luego, no habla demasiado bien

de mi cultura. Sin embargo, debo decir en defensa propia que yo sabía que a fi nes de la década de los treintas y a principios de la década de los cuarentas el Banco

Central de la Argentina había aplicado innovadoras políticas anticíclicas que la Liga de las Naciones había repetidamente elogiado en sus Anuarios sobre Moneda y Banca. Estaba enterado de las sobresalientes políticas monetarias de la Argentina,

pero no conocía el nombre de la persona que las había ideado y puesto en práctica,

y que había explicado su propósito y significado en la prosa tersa y clara de las

memorias anuales del Banco Central de la República Argentina. Desde 1935, año en que se creó la institución, a 1943, Raúl Prebisch fue el Ge

rente General, el principal economista y la persona que formulaba y decidía la po lítica del Banco Central de la Argentina. Durante esos años, el Banco logró, en gran

medida, aislar la economía del país de las fluctuaciones cíclicas en Inglaterra, en la

Europa continental y en los Estados Unidos. Esta no es la oportunidad de describir

y analizar las operaciones de mercado abierto y las políticas cambiarías que aplicó el Banco para lograr este objetivo ; pero es interesante mencionar que poco después de comenzar operaciones, el Banco consideró necesario absorber el exceso de liqui dez existente, y no teniendo en su cartera valores atractivos para el público, decidió

emitir y vender sus propias obligaciones en forma de certificados de participación en los créditos contra el Estado que poseía el Banco en su cartera. Este procedimien to enteramente contrario a la ortodoxia es un buen ejemplo de la capacidad opera tiva del Banco y de la imaginación y originalidad con la que su gerencia llevaba a la práctica sus políticas.

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224 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

En relación con las transacciones cambiarías, no tengo vacilación en afirmar

que ningún país ha aplicado jamás una política de cambios múltiples con la senci

llez, moderación, oportunidad y eficacia de la Argentina en tiempos de Prebisch. Han pasado muchos años desde que perdí la fe en los tipos de cambios múltiples, pero examinando de nuevo la experiencia de la Argentina en 1935-1943, no me cabe

la menor duda en considerar que fue, con mucho, la mejor política posible.

Antes de la creación del Banco Central, Raúl Prebisch había sido Subsecretario de Hacienda y principal asesor económico del gobierno desde 1930. Puede así de cirse que la política económica general del gobierno en el periodo 1930-1943 fue, en gran medida, su responsabilidad. A este respecto, cabe recordar que la Argentina fue uno de los países más severamente afectados por la Gran Depresión. Los ingresos de exportación y las entradas de capital cayeron tan abruptamente que en 1932 las

importaciones habían bajado en 60 %, en términos reales, de su nivel de 1929; sin

embargo, la política económica interna contuvo la contracción del producto interno

bruto real a sólo 14 % del nivel máximo alcanzado en 1929. En 1939 el producto interno real era 15 % superior al de diez años antes. La política económica en la

Argentina fue, por consiguiente, mucho más eficaz que en los Estados Unidos, donde

el ingreso real había sufrido una contracción de 31 % en 1933 y se había meramente

recuperado en 1939, cuando su nivel real era sólo 1.3 % más alto que antes de la

depresión. Entre 1932 y 1939 la industria manufacturera de la Argentina creció a un ritmo

promedio de 7.1 % anual o, haciendo cálculos a partir del nivel máximo alcanzado

en 1929, a una tasa anual de 4.4 %, muy superior al 2.5 % registrado en 1944-1955,

años que generalmente se consideran como los del gran impulso industrial en la

historia moderna del país. Para completar esta breve reseña de la economía argenti

na durante la Gran Depresión debemos recordar que en 1939 los precios al por

mayor eran sólo 12.5 % más altos que en 1929, y que el índice del costo de la vida estaba al mismo nivel.

He dedicado mucho más tiempo del que ustedes podrían haber esperado a la

fase nacional de la carrera del doctor Prebisch, porque al examinarla de nuevo he

quedado más fascinado aún que antes por sus increíbles logros como formulador de

políticas e, implícitamente, como analista económico. La carrera profesional del doc

tor Prebisch en su país es una historia de aciertos continuos, en los que hizo diag

nósticos correctos, inventó instrumentos apropiados, diseñó procedimientos acerta

dos y prescribió las dosis necesarias en los momentos oportunos para la aplicación de esos instrumentos y procedimientos. Dada la experiencia poco afortunada de nues

tra profesión en años recientes, ustedes probablemente pensarán que esta historia

de éxitos continuos es producto de mi imaginación, pero les aseguro que realmente

ocurrió hace medio siglo en un maravilloso país de habla hispana situado en el hemisferio austral.

Podemos entrar ahora a examinar la carrera internacional del doctor Prebisch,

en la que, desde su puesto en la cepal, fue la principal fuente intelectual de los

principios que han orientado la política de desarrollo en la América Latina, y en la mayoría de los demás países semindustrializados y agrícolas del mundo, en los

30 últimos años; y más tarde, en la ünctad, el principal diseñador e impulsor de

las más importantes normas orientadoras de la cooperación económica internacional,

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tales como la fórmula del 1 % del producto nacional bruto y el principio de no

reciprocidad en las concesiones comerciales. Cuando se retiró de la unctad, a fines

del decenio de 1960, preparó un informe para el Banco Interamericano, en que ele

vó al primer plano de la atención internacional el problema del empleo en los paí ses en desarrollo y que, de hecho, originó la creación de un nuevo departamento en

la Oficina Internacional del Trabajo y una nueva organización regional en la Amé rica Latina, entidades ambas que han aportado contribuciones decisivas a la com

prensión del problema. En años recientes, el doctor Prebisch, junto con la mayoría

de los demás estudiosos del tema, ha ampliado su enfoque del problema dejando de

concentrar su atención en el desempleo abierto en las actividades del sector moderno

para extenderlo al del empleo de baja productividad en los segmentos no modernos

de la economía y, por lo tanto, al problema de la pobreza. En otras palabras, ha

dedicado la mayor parte de su tiempo y de sus esfuerzos a estudiar las causas de

que el desarrollo no ha beneficiado a los estratos más pobres de la población.

Poco después del término de la segunda Guerra Mundial los economistas de los

países industriales empezaron a preocuparse por los problemas económicos de las

colonias recientemente liberadas y de las naciones independientes políticamente pero

dependientes económicamente, y nosotros, los economistas de esas naciones, experi

mentamos una gran intensificación de nuestra antigua aspiración de industrializar

nos. Sin embargo, ni ellos ni nosotros teníamos en aquellos momentos un marco teóri

co adecuado que guiara nuestra acción, porque los economistas clásicos habían

estudiado los cambios económicos que se originan en el aumento de la población, en

la introducción gradual de maquinaria (a compás del progreso técnico), y en la uti

lización de tierras más pobres. Pero no, por supuesto, los creados por los grandes

saltos de productividad y por los cambios bruscos de los sistemas institucionales a

que da lugar el desarrollo económico ; y después, los economistas neoclásicos se ol

vidaron por completo de los problemas del crecimiento. El vacío intelectual en estos

asuntos era tal, que en 1950 el profesor Jacobo Viner, uno de los grandes economis

tas de todos los tiempos, consideró que los países subdesarrollados debían dejar de

lado su propósito de industrializarse y, en lugar de ello, esforzarse por alcanzar la

productividad agrícola de los granjeros de los estados de California, Iowa y Ne

braska. Es un desafío para la imaginación pensar en las consecuencias del consejo

del doctor Viner, de haberse seguido: el 95 % de la fuerza de trabajo desemplea

da del mundo, o un excedente mundial de alimentos 19 veces mayor que el consumo,

o una cifra intermedia entre esas dos situaciones. Cabe señalar, de paso, que el pro

fesor Viner expresó esas ideas en el curso de sus argumentos contra la tesis del

doctor Prebisch de que los países agrícolas pobres debían crear una industria ma

nufacturera.1

En este conflicto de opiniones, el economista estadounidense estaba utilizando las

ideas de la época en un intento por refutar el nuevo paradigma, para utilizar la

terminología de Tomás Kuhn, propuesto por el pensador latinoamericano. Por con

siguiente, este conflicto de opiniones constituye una buena introducción a las ideas

básicas del doctor Prebisch. Resumiendo su pensamiento podríamos decir que él

ha demostrado que la división internacional del trabajo prevaleciente en los dos úl timos siglos, en la que un grupo de países produce y exporta bienes con alta elasti

1 Jacob Viner, International Trade and Economic Development, The Free Press, Illinois, 1952.

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cidad de demanda y otro grupo produce y exporta bienes con baja elasticidad de

demanda, tiende a crear condiciones enteramente diferentes para el progreso eco

nómico en cada uno de ellos. En el primer grupo, el creciente mercado para sus

productos promueve el rápido crecimiento económico, la elevada absorción de em

pleo, la mecanización acelerada y el rápido aumento de los salarios, mientras que en el segundo grupo, el lento aumento del mercado para sus productos mantiene el

crecimiento económico a un bajo ritmo, frena la absorción del empleo, desalienta la

mecanización y mantiene estancados los salarios. Los países que producen y expor tan productos primarios cuya demanda aumenta a un ritmo de sólo 2 o 3 % anual,

y que tienen una población que aumenta al mismo ritmo, no pueden aspirar a ele

var su producción por trabajador y sus salarios, salvo creando más desempleo o

persuadiendo a sus habitantes a que emigren (si encuentran a donde hacerlo), o pro duciendo bienes que tengan una elevada elasticidad-ingreso. Estas interrelaciones

parecen evidentes ahora, pero no eran comprendidas hace 30 años, cuando la

división internacional del trabajo era analizada a la luz de las antiguas teorías.

Al principio, el doctor Prebisch consideró que el nuevo paradigma implicaba necesariamente un deterioro secular de la relación de intercambio de mercancías, y todos los defensores de las viejas ideas trataron de demostrar estadísticamente que ello no había ocurrido, intentando probar que el sistema imperante era justo y efi

ciente. Sin embargo, el deterioro de la relación de intercambio de mercancías no es

un corolario necesario de la teoría del doctor Prebisch, debido a la divergencia rá

pida y progresiva de la productividad del trabajo en los dos grupos de países. Lo

que la teoría realmente afirma es el deterioro de la relación factorial de intercam

bio, es decir, de la relación entre el nivel de salarios pagados en los países indus

triales y en los países productores de alimentos y materias primas, y no se requieren métodos estadísticos muy refinados para demostrar ese deterioro.

La política obvia que se deriva del análisis del doctor Prebisch es que los países de producción primaria deben asignar proporciones cada vez mayores de su fuer

za de trabajo y de sus recursos para producir bienes que tengan mercado; es decir,

para producir artículos manufacturados. Los países de bajos ingresos deben elevar

continuamente su productividad aprendiendo las técnicas más recientes y utilizando

maquinaria y equipo modernos, pero no pueden aplicarlas única o principalmente

a producir alimentos y materias primas, como recomendaba el antiguo paradigma, sino a producir artículos manufacturados. Esta es la política de desarrollo aceptada

umversalmente en la actualidad, hasta el punto que la única diferencia se refiere a

dónde debe venderse la creciente producción de artículos manufacturados: si debe

venderse en el mercado interno o en mercados extranjeros. Esta diferencia se ha

reducido en gran medida, en el sentido de que ahora todos estamos de acuerdo en

que los países en desarrollo adelantados deben vender en el exterior una proporción

progresivamente mayor de su producción de artículos manufacturados, pero todavía

existe desacuerdo respecto a cuál es la mejor política para los países en desarrollo

menos adelantados, así como respecto a la evaluación de las políticas seguidas en

el pasado. Al formular su opinión sobre política de desarrollo a fines del decenio de 1940

y comienzos del decenio de 1950, Raúl Prebisch creía, como todos los economistas

latinoamericanos (incluido el que habla), que los países en desarrollo no eran ca

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paces de competir con las naciones industrializadas en la venta de manufacturas en

terceros mercados, ya que no podían competir con ellas siquiera en sus propios

mercados internos, en los que necesitaban protección arancelaria. Este razonamiento

lógico, formalmente impecable, no tenía en cuenta, sin embargo, que la especializa ción y la producción en gran escala, posibilitadas por las exportaciones, reducen

los costos y mejoran los niveles de calidad; no tomaba en cuenta, tampoco, que los

salarios más bajos dan a los países en desarrollo una importante ventaja competitiva

en los productos con gran densidad de mano de obra. Las exportaciones de manu

facturas por parte de los países semindustrializados son, por consiguiente, posibles,

como lo demuestra la experiencia de muchos de ellos ; pero, los países de la América

Latina no nos percatamos cabalmente de esta posibilidad, por lo que orientamos

nuestra política hacia adentro en mayor medida de la que hubiéramos debido, aun

que la estamos reorientando rápidamente a medida que nuestras naciones llegan a

una etapa suficientemente avanzada de industrialización.

Sin embargo, la reorientación de las políticas de los países más adelantados, y

la necesidad de que éstos intensifiquen sus programas de exportación, no significa que todos los países subdesarrollados puedan exportar manufacturas, ni que habrían

alcanzado las elevadas tasas de desarrollo que la mayoría de ellos registró en los

30 últimos años si hubiesen seguido una estrategia orientada hacia el exterior, en vez de adoptar una estrategia orientada al desarrollo interno. La promoción de las

exportaciones es una política mucho más difícil que la sustitución de importaciones, y muchos países habrían fracasado si hubiesen tratado de aplicarla antes de llegar a

determinada etapa de desarrollo. Además, los países que hubiesen logrado éxito ha

brían provocado una intensificación de la resistencia de las naciones industrializadas a la importación de manufacturas, que sería mucho más fuerte de lo que ya es en

la actualidad. Para evaluar adecuadamente la estrategia de desarrollo hacia adentro seguida

por la mayoría de las naciones en desarrollo en los 30 últimos años, no es tan im

portante preguntarse si algunas habrían prosperado más de haber seguido una es

trategia hacia afuera, sino más bien preguntarse si la mayoría ha experimentado, o

no, un desarrollo rápido, y si está o no actualmente en mejores condiciones para

exportar manufacturas de lo que estaba hace 30 años. La respuesta a estas pregun

tas es claramente afirmativa en ambos casos. Tomando las cifras del Banco Mundial

sobre países de ingresos medios, y restando de ellas las de las naciones que han

seguido una política de desarrollo hacia afuera, los restantes 51 países, con una

población aproximada de 900 millones de habitantes, registraron una tasa de creci

miento real del producto nacional bruto de 5.9 % anual en el periodo 1960-1977.

Esta tasa es muy superior a las alcanzadas jamás por las naciones que están hoy

plenamente industrializadas.

El rápido crecimiento económico alcanzado por los países que se han desarro

llado hacia adentro ha creado industrias que no existían antes, y perfeccionado y

hecho crecer otras que eran pequeñas e ineficientes hace años, pero que ahora son

capaces de exportar. Esto no habría ocurrido si, como muchos de nosotros temía

mos, los aranceles proteccionistas hubieran creado graves distorsiones económicas

que hubiesen imposibilitado, o hecho muy difícil, exportar manufacturas. Sin em

bargo, los brillantes y concienzudos estudios de Fishlow y Díaz-Alejandro sobre el

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Brasil y Colombia demuestran que este no es el caso, y los rápidos progresos reali

zados por la Argentina, el Brasil, Colombia y México en materia de exportación de

manufacturas apuntan en la misma dirección. En consecuencia, el consejo del doctor

Prebisch sobre política de desarrollo ayudó a los países a desarrollarse hacia aden

tro en el pasado y los preparó para desarrollarse hacia afuera en el futuro.

Señor Presidente, señor Rector y compañeros del Simposio: repitiendo mis pa labras iniciales, tengo un gran honor y una enorme satisfacción en contribuir a

presentar el título de Doctor Honoris Causa de esta Universidad a:

— El banquero central latinoamericano más destacado de todos los tiempos ; — El funcionario que neutralizó, en gran medida, los efectos de la Gran De

presión sobre la economía argentina y que, en el periodo 1932-1939, pro movió la mayor tasa de industrialización que el país haya experimentado

jamás. — El autor de las fórmulas más conocidas de cooperación económica internacio

nal, cuya aplicación sigue siendo la aspiración básica de los países en des arrollo; y, por último, pero no por ello menos importante,

— El creador de una nueva teoría sobre comercio internacional y desarrollo, que ha servido como base de políticas que han contribuido a elevar la confianza

en sí mismo y el bienestar material de cientos de millones de seres humanos.

8 de mayo de 1980

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