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Experiencias y relatos de la pandemia de Covid-19 A casi...

Date post: 09-Dec-2020
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1 Experiencias y relatos de la pandemia de Covid-19 A casi tres meses del confinamiento Estudiantes del grupo 0003 Iniciación a la Investigación Histórica II Semestre 2020-2 Facultad de Filosofía y Letras UNAM Junio de 2020
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Experiencias y relatos de la pandemia de Covid-19

A casi tres meses del confinamiento

Estudiantes del grupo 0003

Iniciación a la Investigación Histórica II

Semestre 2020-2

Facultad de Filosofía y Letras

UNAM

Junio de 2020

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Prólogo

Los presentes escritos fueron elaborados por estudiantes del curso de Iniciación a la

Investigación Histórica II semestre 2020-2, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

A casi tres meses del confinamiento debido a la pandemia de COVID-19, consideramos

necesario plasmar las experiencias de aislamiento, las cuales están teñidas de impaciencia,

extrañeza, alegría, tristeza, aburrimiento y una larga lista de emociones generadas por este

fenómeno de carácter global.

A menudo observamos en redes y televisión las dimensiones globales que ha alcanzado

la pandemia, los aciertos y desaciertos en la contención del virus, las esperanzas y

desilusiones con una cura y tratamiento. Sin embargo, nos olvidamos de preguntarnos por el

cómo la están pasando las personas que nos rodean y dejamos la tarea de la escritura de la

memoria histórica a las empresas de mass media y a las instancias de poder. El ejercicio

partió de una premisa: pensar en el historiador del futuro que quiere hacer una investigación

sobre la presente pandemia. Si este documento llegara a ese investigador ¿qué debería saber

sobre las experiencias de un grupo de estudiantes de historia de la UNAM? Con esa premisa

cada quien elaboró un breve texto. Una vez escritos y compilados, dedicamos una sesión a

conversar sobre la sorpresa que a muchos nos generó saber cómo estaban viviendo y

procesando esta experiencia miembros del grupo. Fue una estrategia para tender puentes y

conectar soledades. Después de leernos entre nosotros, el grupo propuso que esta

compilación saliera de los límites del aula virtual y llegara a profesores y más estudiantes.

Andrés Ríos Molina

Alejandro Salazar Bermúdez

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Contenido

Prólogo ................................................................................................................................... 2

Entre cubrebocas y distanciamiento social, vivir la contingencia sanitaria del COVID-19.

José Antonio Aguilar Osornio ................................................................................................ 4

Incertidumbre, miedo, muertes y Netflix. Mi experiencia COVID-19 2020. Juan Pablo

Barba Escobedo ...................................................................................................................... 7

Una pandemia nos obligó a presenciar la decadencia humana. José Raúl González Rendón

.............................................................................................................................................. 10

Mi experiencia en el 2020. Vanessa Camila Gracia Rodríguez .......................................... 13

Mi vida en los tiempos de Covid 19. Ricardo Roman Hernández Vargas. .......................... 15

Entre un camino de adversidades e incertidumbres sin rumbo: mi vida en 6 meses

transcurridos del 2020. Carla Jimena Huerta Morones ....................................................... 18

¿Una nueva cotidianeidad? Litzy Mariana Iñigo Sebastian ................................................. 21

“Reflexiones en cuatro paredes”. Ernesto Iván Lizárraga Ibarra ........................................ 25

Covid-19, experiencia y opinión sobre una pandemia, ¿Verdad o mentira? Cristian López

Contreras .............................................................................................................................. 28

Experiencia en esta cuarentena. Andrés Fernando López Ramírez ...................................... 30

Mi experiencia con la crisis pandémica del país y el aislamiento. Abraham Tonatiuh Medina

Reyes ..................................................................................................................................... 32

Reflexión sobre la pandemia de covid. Diana Elizabeth Ordoñez Ortega .......................... 36

El letargo y el entendimiento del universo sin medir el tiempo. Vianca Selene Ramírez Vera

.............................................................................................................................................. 39

Sobreviviendo al 2020. Jessika Marisol Ortiz Villa ............................................................. 41

2020: Crisis de salud mundial y psicológica individual. José Ezequiel Robles Luna .......... 43

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Entre cubrebocas y distanciamiento social, vivir la contingencia sanitaria

del COVID-19

José Antonio Aguilar Osornio

Existe una creencia popular arraigada por la población mexicana respecto a denominar a los

centros hospitalarios, y quienes laboran ahí, bajo el nombre de matasanos; que se les

denomine así surge como desconfianza del funcionamiento de los hospitales ya que ni los

mejores médicos especialistas tienen la sabiduría o eficacia para tratar una enfermedad y

prefieren asesinar, o dejar morir, a los pacientes. ¿Descabellado? Totalmente, sin embargo,

en medio de esta pandemia mundial por un virus que tuvo originalmente su surgimiento en

China, los mexicanos hicieron crecer su desconfianza de la capacidad formativa de sus

médicos han tomado proporciones titánicas, es más, se presentó en Jalisco la detención de un

sujeto que aseguraba tener la cura de padecimiento,1 y claro, también por añadidura otras

enfermedades que aquejan a la mayoría de los mexicanos. Lo que venden se denomina

productos milagro, o coloquialmente, curatodo. La génesis de estos remedios mágicos puede

entenderse por la desesperación, prontitud y confianza en aquello que a voces corre tras el

discurso oficial de las autoridades sanitarias.

A este concepto que está lejos de ser verídico podemos añadir que sí bien el estado

mexicano no cuenta el mejor sistema de salud, al menos podemos considerar que tiene una

estructura definida, espacios ya preexistentes, el único inconveniente evidente de fractura es

un sindicato abiertamente corrupto,2 es decir, una construcción sólida habitada de modo

irregular fallando frecuentemente por responsabilidad de sus propios ocupantes y no del

arquitecto. En este aspecto me pude percatar de que al menos por donde vivo3 el centro de

salud a los pocos días de presentarse la fase 3 cambio su manera de atención, posponiendo

las citas hasta nuevo aviso, aumentando la presencia de unidades móviles médicas que

imagino han sido utilizadas como consultorios anexos dentro del estacionamiento de este, así

mismo el policía de la entrada fue dotado de gel antibacterial y cubrebocas para el primer

contacto humano de los pacientes. Este el panorama que conozco de la asistencia sanitaria

para personas que no cuentan con otros servicios médicos.

Cuando hablamos de instancias que atienden a los derechohabientes con empleos

formales o del Estado debe hablarse de las condiciones del IMSS y el ISSTE,

respectivamente. Del segundo no poseo más datos u observaciones más que las

1 Notimex, Detienen a un hombre que aseguraba curar el COVID-19 en Jalisco, Animal Político, 23 de marzo

de 2020, consultado el 3 de junio de 2020 de https://www.animalpolitico.com/2020/03/jalisco-detenido-

hombre-cura-covid-19/ 2 David Saúl Vela, Sindicalizados del IMSS exigen cuentas de 800 mdp que recibió el SNTSS para equipo y

uniforme, El Financiero, 3 de junio de 2020, consultado el 3 de junio de 2020 de

https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/sindicalizados-del-imss-exigen-cuentas-de-800-mdp-que-recibio-

el-sntss-para-equipo-y-uniforme 3 En la Alcaldía Gustavo A. Madero, en el norte de la Ciudad de México, en las fronteras con el Estado de

México.

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proporcionadas por los medios periodísticos, pero en el IMSS sí que puedo reconocer algunas

acciones desempeñadas. Me presenté el lunes 27 de abril de 2020 a una consulta médica que

previamente había solicitado por un padecimiento personal no relacionado con los síntomas

del COVID, para abordar el transporte público de la Red de Transporte de Pasajeros de la

Ciudad de México es obligatorio portar cubrebocas, al estar dentro hay una botella

dispensadora de gel, el operador no otorga boleto para evitar contacto físico y el conteo de

boletos-pasajeros es en una bolsa de plástico a vista de los usuarios. Cabe aclarar que con el

paso de los días se fue extendiendo la obligatoriedad para los servidores públicos de utilizar

equipo de protección así que el paisaje del gel en todos los sitios en que se entraba, ver los

rostros embozados y líneas limitantes en el suelo eran frecuentes, pero relativamente

utilizadas por la población civil; por ello no es sorpresa que también el conductor del camión

utilizará cubrebocas. Debido a la reducción de las personas en las calles los tiempos se vieron

reducidos drásticamente, en el caso de llegar a una clínica médica de primer nivel reduje

cerca de veinte minutos de lo habitual.

El acceso estaba a la clínica de atención de primer nivel en el IMSS únicamente al

paciente que debía entrar quince minutos previo a la consulta. Al ingresar tres sujetos hacían

la labor de revisión de la fecha y hora de consulta en la Cartilla Nacional de Salud, otro

rociaba las manos con agua con alcohol y otro más orientaba a las recomendaciones

preestablecidas. Por mi afiliación estudiantil a la Universidad tengo atención médica que

renové, entonces me fue reasignado mi consultorio, pero fue sorpresivo cuando al buscar el

número tres en la planta baja, veo los primeros tres consultorios enmarcados por cintas de

precaución, una persona ataviada con equipo médico sugerente, y letreros que prohibían el

paso. Así que quedé con la duda de sí yo sería atendido o debía recorrer mi cita, por suerte

también había unas flechas de seguían una ruta alterna a unos consultorios habilitados para

la ocasión. El espacio descrito anteriormente era un área COVID improvisada para urgencia

leves de pacientes que acudieran a consultas y fuera detectados por su médico familiar.

Más recientemente se llevó a cabo de la desinfección, llamada por los especialistas

como sanitización, de las calles de mi colonia y del mercado4 de suelo frecuentar.

Aproximadamente hace tres semanas también fueron colocados en espacios carteles con la

leyenda: “¡Cuidado! Está usted entrando en una zona de alto contagio. Guarde su distancia y

use cubrebocas.”5 Las acciones estatales han sido variadas, constantes y focalizadas, el actuar

de la poblacional es más complejo, quizá porque no tienen una presión de responsabilidad

4 Alcaldía Gustavo A. Madero, “Nuestros compañeros acudieron a sanitizar el mercado de Cuautepec a fin de

proteger a consumidores y oferentes para evitar la propagación de #Covid19”, miércoles 3 de junio de 2020,

[actualización de estado en Facebook] recuperado de

https://www.facebook.com/TuAlcaldiaGAM/videos/732655680895490/, [3 de junio de 2020]. 5 Alcaldía Gustavo A. Madero, “ Tómalo en serio. En #TuAlcaldíaGAM se instaló la señalización en puntos

de alto contagio. No salgas de casa si no es necesario, haz uso del cubrebocas , acata las medidas de

higiene y mantén una #SanaDistancia. #UnidosSaldremosAdelante #QuédateEnCasa”, 5 de mayo de 2020,

[actualización de estado en Facebook] recuperado de

https://www.facebook.com/TuAlcaldiaGAM/posts/520798045464933

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como lo vimos al inicio con los productos milagro o actitudes de rechazo a la atención salvo

cuando es grave.

Concluyo pensando en que cuando vas por las calles y ves ejércitos de trabajadores en

labores esenciales para la sociedad con su equipo de seguridad, volteas la mirada y ves una

familia sin el menor cuidado ir por andando como sí nada fuera auténtico puede imaginarse

escenarios peores, ¿cómo será a ojos de la población mexicana la violencia?, ¿se preocuparán

de la formación de sus hijos cuando aún habiendo Ley seca consumen alcohol?, o bien, ¿no

es acaso esta pandemia la prueba de civilidad, de ciudadanía y hasta cierto punto de

humanidad? Las cifras parecen decir que depende la vida de estos sujetos únicamente de

ellos, en este examen de vital importancia fugarán por último, y los más de cien mil contagios

son prueba de reprobación popular elevada.

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Incertidumbre, miedo, muertes y Netflix. Mi experiencia COVID-19 2020

Juan Pablo Barba Escobedo

Me parece que fue a finales de enero del 2020 cuando por primera vez escuché algo acerca

de una palabra que nunca antes había escuchado: “coronavirus”. Ni siquiera me es posible

recordar exactamente cómo conocí esa palabra extraña, tal vez fue en redes sociales o tal vez

la escuché de alguien que conozco, en fin, no era algo que mereciera mi atención.

Posteriormente, esa palabra la escuchaba cada vez más y en más lugares y por fin supe

qué significaba: una rara enfermedad que se estaba presentando en China, sin embargo, no

parecía nada muy impresionante pero las señales de alerta ahí estaban…

“El gobierno chino construirá un hospital en 10 días para atender pacientes de

Coronavirus”, eso era un encabezado recurrente que se podía encontrar en algunos medios

de comunicación, en las noticias de la televisión o algún artículo de dudosa procedencia en

Facebook.

Mientras más se hacía conocida, más personas comenzaban a enterarse y la gente

comenzaría a platicar de esta rara enfermedad y, por supuesto, los memes que caracterizan

estos tiempos no se harían esperar, sin embargo, al ser algo que pasaba del otro lado del

mundo se tomó con mucho humor.

Con el tiempo nos iríamos enterando de que el virus había comenzado a salir de las

fronteras de Wuhan, para comenzar a expandirse por China, lo cual, solo sería cuestión de

tiempo para que cada vez avanzara más y en efecto, los primeros casos comenzaron a

aparecer en otras partes del mundo.

Cuando el llamado “Coronavirus” ya tenía en él los ojos de gran parte del mundo,

comenzó a hacerse viral una serie de videos de doctores y enfermeras provenientes de China,

en los cuales se ventiló una situación aterradora en la que los hospitales estaban saturados y

los médicos morían, asimismo, también se hicieron públicos videos en los que personas

caminando por las calles se desplomaban sin más, personas notoriamente infectadas tosiendo

y estornudando intencionalmente en objetos de uso público como botones de elevadores o en

picaportes de las puertas para agravar el contagio, entre otras cosas.

Evidentemente, esto daría mucho de qué hablar y comenzaría con la difusión del

pánico. Con el paso de los días nos enteraríamos de que algunas ciudades del mundo estarían

en cuarentena; en algunos casos la cuarentena era de cierta manera “voluntaria”, sin embargo,

otras ciudades pondrían a sus fuerzas armadas en las calles para evitar que las personas

salieran de sus hogares, principalmente en las ciudades más afectadas hasta ese momento.

Llegó el día en el que se supiera que el primer contagiado había aparecido en México

el 27 de marzo. Esta persona se contagió en un viaje a Italia, trayéndolo hasta aquí y eso sería

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el principio de todo. Creo que lo primero que sucedió posterior a esta noticia fueron las

compras de pánico en los supermercados; de una semana para otra comenzó la escasez de

productos como enlatados, sopas instantáneas, papel higiénico y artículos sanitarios como

papel higiénico, gel antibacterial y cubrebocas.

Cada día se iban registrando más casos, primero uno, unos cuantos días después serían

dos, luego cinco… Los casos aumentaban y la respuesta del presidente Andrés Manuel López

dejó mucho que desear. Primero se negaba a creer que la pandemia mundial declarada por la

OMS el 11 de marzo, e incluso incitaba a las personas para no guardar la cuarentena y a llevar

sus vidas con normalidad y diciendo que él estaba protegido por su religión católica. No fue

sino hasta el 23 de marzo que la cuarentena sería declarada por la Secretaría de Salud. Esta

cuarentena consistiría en la cancelación de todas las clases de todos los niveles académicos,

la entrada condicionada a una sola persona en los supermercados, el uso de cubrebocas en

las calles, etc. Sería en este periodo donde el Dr. Gatell comenzaría con las ruedas de prensa

diarias y de un día para otro alcanzaría una gran popularidad y es a partir de este punto cuando

se haría conocido el nombre técnico de COVID-19.

Si bien, el pánico ya estaba fundado en las personas, ahora sin poder salir, se agregaría

una incertidumbre increíble y una gran desesperación al sentir de las personas. Las primeras

dos semanas de cuarentena fueron tomadas en cierta medida, a la ligera, aun se llevaban a

cabo reuniones sociales y muchas personas salían a las calles sin protección; algunas por

necesidad de ir a trabajar y otras simplemente por comodidad.

Los días pasaban y los contagios aumentaban y pasarían de unos cuantos a decenas y,

eventualmente a las centenas. Fue para este momento que muchos negocios comenzaron a

quebrar, ya que las condiciones de la cuarentena les impedían generar ingresos, en otro casos,

algunas empresas redujeron el sueldo de sus empleados y otras, al no estar preparadas para

esta situación tuvieron que dar de baja a sus empleados, provocando una oleada de

desempleo.

Cuando las personas hubieron entendido la gravedad de la situación, se empezaron a

buscar alternativas que permitieran reanudar algunas actividades sin que se corriera peligro

de exponerse, como lo son las clases en línea de primarias y universidades, los encargos de

comida por aplicación se hicieron lo más común y plataformas digitales de series y películas

se hicieron parte de las actividades cotidianas.

El sentir general constaba de una desesperación por regresar a la normalidad a la que

estábamos acostumbrados y de un miedo enorme a contraer el contagio, ya que los casos ya

abarcaban miles. El papel de las redes sociales fue y sigue siendo de vital importancia, ya

que, además de mantener la comunicación con familia o amistades, las redes fueron el

principal difusor de noticias, lo cual hizo masiva la difusión de noticias falsas que

acrecentaban el pánico, así como fungiendo, en cierta forma, como un medio para expresar

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el sentir de la gente, a veces con humor (memes, videos cómicos, canciones) y otras veces en

un tono más serio.

Las fases de la pandemia en México fueron cambiando conforme aumentaban los

casos, llegando así a la tercera y última fase que consiste en un contagio terriblemente

general. Para este momento, se pensaba que el punto más alto en la estadística de contagios

se alcanzaría en los primeros días de mayo, sin embargo, desde esos días, hasta el

momento los contagios no paran de aumentar.

Ahora se habla de una “nueva normalidad”, lo cual consiste en que las actividades se

comenzarán a retomar paulatinamente, pero tomando todas las precauciones habidas,

haciendo obligatorio el uso de al menos cubrebocas. Oficialmente la Jornada de sana

distancia (nombre oficial de la cuarentena en México) concluyó el 1 de junio, insertándose

esta “nueva normalidad” en nuestras formas de vida. El día de hoy (los primeros días de junio

del 2020) la situación sigue siendo incierta, y perdura el miedo a contraer esta rara

enfermedad que, hasta el día de hoy, no tiene cura, tratamiento o vacuna y, además, se habla

de que probablemente exista un segundo brote pronosticado para el mes de octubre, aunque

los casos no han dejado de aumentar exponencialmente.

Algunos países lograron contener sus contagios casi totalmente, siendo el caso de

China, por ejemplo. Sin embargo, el hecho de retomar nuestras vidas de esta manera causa

un miedo generalizado. Sólo queda esperar que no se estén tomando las medidas

precipitadamente.

Cabe mencionar que lo dicho en este texto se limita a mi percepción y mi experiencia

personal, por lo que las situaciones aquí descritas no abarcan a la población en general sino

únicamente a un círculo socio-cultural cercano al mío.

En cuanto a las sensaciones que me provocan las experiencias previamente narradas,

me permito señalar que me siento desesperado, no por el hecho de no poder salir, sino por no

saber cuándo recuperaré mi antiguo modo de vida al que estaba tan acostumbrado, que

consistía en permanecer lo menos posible en casa. Debo reconocer que me siento afortunado

de que esta coyuntura se haya presentado en estos tiempos, en los que el entretenimiento está

en el celular que uno carga en el bolsillo, y que sin duda plataformas como Netflix o YouTube

se han convertido en mis compañeras más cercanas. Temo por el bienestar de mi familia y

amistades, aunque sé que la mayoría de ellos están tomando las debidas precauciones. Es

imposible no sentir nostalgia por la vida que llevaba antes, extraño los días en que podía

abrazar a mis seres queridos y de vez en cuando compartir una cerveza grande o un cigarrillo

de hierba y sentarme a platicar sobre cualquier asunto que no se destaque por su relevancia.

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Una pandemia nos obligó a presenciar la decadencia humana

José Raúl González Rendón

Quien escribe estas líneas lleva 6 meses sin acudir a la universidad, y, aproximadamente más

de 2 meses sin poder salir de su localidad. En México, la irrupción avasalladora de un virus,

imposibilitó seguir viviendo como estábamos acostumbrados.

Poco antes de la llegada del virus al país, la vida académica de la institución estaba

detenida. Un grupo de compañeras decidió tomar las instalaciones de la facultad, como

respuesta a la violencia de las que han sido objeto las mujeres, y que en los años recientes se

incrementó de forma notoria. Asesinatos, violaciones, desapariciones, acoso callejero y

ofensas físicas, fueron algunas de las tantas vejaciones por las que tuvieron que pasar muchas

mujeres. Frente a dicho escenario, las universitarias emprendieron una batalla por visibilizar

la problemática con la ocupación permanente de cada rincón de la Facultad de Filosofía y

Letras.

La violencia contra la mujer no paró ni disminuyó. El impresionante avance de la

pandemia por covid-19, volvió difícil su lucha. Meses más tarde de la toma, las mujeres

organizadas tuvieron que desalojar las aulas de la Máxima Casa de Estudios.

Una de las medidas más importantes de prevención fue el confinamiento social. La

administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, decidió implementar la

“Jornada Nacional de Sana Distancia”, exhortando a toda la población a permanecer en casa

para minimizar los contagios. Desafortunadamente el panorama social de la nación, complicó

esta recomendación de salud pública. Solamente en nuestro país, en 2019, el Consejo

Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), calculó 52 millones de personas en

situación de pobreza, aunque otros expertos aseguraron que se trataban de 90 millones de

personas.

A pesar de los esfuerzos gubernamentales por contener y minimizar el impacto de la

pandemia, sus implicaciones son devastadoras. La economía nacional e internacional

tambalea, cientos de miles de mexicanos se encuentran desempleados, como si no fuera

suficiente la tremenda crisis económica a la que se encontraba sometido el país antes de la

pandemia, la crisis sanitaria agravó más la situación.

Ubicado 9 kilómetros al norte de la ciudad de México, Ecatepec de Morelos es uno de

los municipios más afectados por el coronavirus, al momento de escribir estas líneas, el

gobierno federal, contabiliza 2055 casos confirmados en el municipio. Se encuentra entre las

entidades con mayor rezago económico a nivel nacional, no está exento del analfabetismo,

padece altos niveles de inseguridad y diversas colonias sufren escasez de agua.

Aquí en Ecatepec, la pandemia se vive completamente diferente a la capital. Pese a

formar parte de la Zona Metropolitana del Valle de México, el confinamiento social no existe.

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No es una opción para mujeres y hombres que diariamente tienen que salir a buscar algo que

les deje recursos para comer. Viven al día. Vendedores ambulantes, taxistas, albañiles,

obreros, limpiaparabrisas, basureros y pepenadores, son algunos de los empleos con los que

se ganan la vida los habitantes de aquí.

Me atrevo a asegurar que nada se paralizó. Porque contrariamente a la crisis que se

desató en la ciudad, los negocios en mi colonia no dejaron de funcionar. Aunque los medios

de comunicación se dedican a desbordar día y noche un manantial de información sobre el

virus, sus efectos en la salud, y la gravedad de la pandemia, para la gente eso no es una

limitante. Pienso que, en estos casos, al igual que la falta de información, el exceso, acarrea

problemas, los más graves son las noticias falsas, los rumores y las teorías de la conspiración.

Casi todos dudan de la existencia del covid-19, prefieren atribuir lo que está pasando

al resultado de un complot mundial para exterminar a la sociedad. Otros, explican la crisis en

términos religiosos, y aseguran que se trata del fin de la humanidad. De cualquier modo, es

más fácil encomendarse a una divinidad y sujetarse a los designios de una religión. Es el

soporte perfecto en medio de la incertidumbre.

El más afectado con este tipo de creencias, ha sido el personal de salud. Médicos y

enfermeras son agredidos por la gente que asegura que en los hospitales la gente es asesinada.

De hecho, radico a media hora del hospital público “Las Américas”, donde familiares de

pacientes contagiados, ingresaron por la fuerza, atacaron al personal, y se atrevieron a

destapar las bolsas de los cadáveres muertos por el virus. Mientras lloraba, una mujer grabó

el suceso, al mismo tiempo, señaló a los médicos como los responsables de inyectar veneno

a los pacientes.

El encono y la división van en aumento. Buscando un culpable para lo que esta

pasando, el gobierno se convirtió en objetivo de ataques y críticas; se piensa que gran parte

de los problemas son consecuencia de las malas decisiones tomadas por la federación. La

falta de previsión, así como un deficiente servicio de salud, sumado a la corrupción que

corroe la administración pública, son los principales argumentos para justificar las diatribas.

También es preciso subrayar que, buena parte de la información presentada, se manipula en

función de intereses políticos. La pandemia es una crisis politizada.

Gracias a las circunstancias, he pasado todas estas semanas de encierro en compañía

de mi familia, intentando mantenernos lo más sano posible. También debo reconocer el

privilegio de tener unos cuantos recursos, tanto materiales como económicos, para

sobrellevar el estrés de permanecer en casa, así como el poder retomar mis actividades

escolares en línea. Al poco tiempo de que fueron liberadas las instalaciones de la facultad, se

decidió dar clases de forma virtual.

El miedo y la zozobra recorren de norte a sur nuestra república. Se crea o no en el

coronavirus, gran parte de la sociedad se encuentra permanentemente en vilo. Sin duda, las

redes sociales son el termómetro más certero para apreciar muchos de los pensamientos. Rara

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ocasión los grandes diarios o publicaciones, les ceden la palabra a sus consumidores para

plasmar su sentir. Aun así, la creatividad fluye cuando se trata de expresar algunas de las

emociones que mantienen continuidad.

Habito en el 2020, seguramente cuatro décadas atrás, muchos pensaron que los avances

tecnológicos permearían todas las civilizaciones, y alterarían el rumbo de su vida.

Probablemente, también se creyó que los automóviles serían voladores y que los robots

formarían parte de la cotidianidad. Pero nada de eso ocurrió. Si bien hay un notable desarrollo

tecnológico a lo largo del obre, nos siguen devastando las guerras, el hambre, la falta de agua,

el calentamiento global y la criminalidad. Todo parece indicar que el ser humano se

desarrolla, pero no progresa.

Es sorprendente contemplar que un enemigo milimétrico nos puso en jaque. Así es, un

virus, ente invisible del universo celular, nos exigió mirar con detenimiento las fallas y

contradicciones de la humanidad. Profundas y severas, arraigadas en las entrañas de nuestra

propia existencia.

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Mi experiencia en el 2020

Vanessa Camila Gracia Rodríguez

Soy Vanessa Camila Gracia Rodríguez, soy mexicana, actualmente tengo 18 años y estudio

el segundo semestre de la carrera de historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la

Universidad Nacional Autónoma de México. En octubre de 2019, empezó un paro de

actividades en mi facultad dirigido por un grupo de mujeres, con el fin de hacer presión para

que se resolvieran asuntos relacionados con la violencia de género que se ejerce en mi

facultad.

Pasaron los meses y celebraciones importantes del año: Navidad y año nuevo, pero la

situación en mi facultad seguía sin resolverse. Llegó el 2020 y debo decir que ya pintaba a

ser un año diferente, puesto que el paro seguía y aún no se veía cerca su fin, lo que significaba

que yo iba a seguir sin estudiar por un largo rato, ésto me hacía sentir un poco melancólica

porque empezaba a extrañar a mis amigos, mis clases, la facultad en general, pero a la vez

me sentía feliz de que por fin se estuviera haciendo algo con la situación de la facultad y

también orgullosa de que las mujeres estuvieran alzando la voz.

Un día estaba viendo las noticias en la televisión y estaban hablando de un nuevo virus

que estaba atacando a China, el COVID-19 o coronavirus; pasaban las imágenes en el

noticiero, donde a todas las personas les estaban revisando la temperatura y todos traían

cubrebocas, puesto que el coronavirus se transmite a través de la gotas de saliva que

expulsamos al momento de hablar, toser y estornudar. Al ver esas imágenes me sorprendí,

pero pues como yo vivo en México, veía al coronavirus como algo muy lejano.

Pasaron los meses, mis días seguían libres porque aún no se resolvía nada en la facultad,

me encontraba diario en casa con mi familia, viendo las noticias sobre el coronavirus que

seguían en el periódico, en la televisión y en las redes sociales, los medios de comunicación

estaban repletos de información sobre el coronavirus, había de todo, en el periódico noticias

sobre lo mortal del virus, en la televisión videos sobre la situación en otros países y gráficas

de la cantidad de muertes a diario, en las redes sociales a veces encontraba noticias de

utilidad y algunas veces sólo chistes, burlas o memes sobre el virus, lo que era cierto y cada

vez más evidente es que el virus se extendía con rapidez en más países y cada vez había más

y más contagiados.

Llegó el mes de marzo y con él, el coronavirus, pero marzo también fue destacable por

ser el mes de la mujer, así que varios acontecimientos se juntaron en tan sólo 30 días, el

primero es que ya se habían esparcido los rumores de que ya había varios contagiados de

Covid en la Ciudad de México y el segundo acontecimiento es que ya se estaban alistando

miles de mujeres para salir a marchar el 8 de marzo.

Mientras todo esto pasaba, las mujeres que tenían tomada la facultad, seguían

resistiendo, hasta que llegó el mes de abril. Las facultades de la UNAM y todas las escuelas

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empezaron a suspender las clases presenciales y como ya no era sostenible para las paristas

seguir en la facultad, tuvieron que regresar la facultad a los administrativos. Ésto fue algo

muy impactante para mí porque aparte de que estaba un poco confundida y asustada por lo

del covid, también ya se estaba planeando el regreso a clases pero ahora en línea.

Para mediados de abril, ya muchos nos encontrábamos encerrados, el gobierno ocultaba

las verdaderas cifras de los contagiados y muertos por covid, también pusieron una fecha

hipotética, supuestamente para levantar la cuarentena, pero la verdad yo nunca creí que el

virus tuviera una fecha de vencimiento, las cifras seguían subiendo y el riesgo de contagio se

ponía cada vez peor.

En mayo mi rutina cambió completamente, estuve 6 meses sin clases, en ese largo

lapso de tiempo, sentí que tenía todo el tiempo para mí y hasta sentí que mi salud mental

estaba completamente estable, pero después comenzaron las clases en línea, empezaron de

nuevo las tareas y el estrés por la escuela. Llevo un mes en clases virtuales, y debo decir que

mantenerme siempre ocupada haciendo tarea y teniendo clases, aún no puede quitarme el

aburrimiento y las muchas ganas que tengo de ver a mis seres queridos, y es esta

incertidumbre de no saber cuándo volveremos a vernos y salir como antes, lo que a veces me

hace sentirme desmotivada y triste; pensar que las personas cercanas a mí están en un riesgo

constante cada que salen a la calle hace que a veces no tengo ganas de hacer nada, a veces

no quiero levantarme tan temprano, quisiera poder ser más participativa en las clases en línea

pero simplemente no puedo, me siento rara e inestable y ésto repercute en todo lo que hago.

En este confinamiento también he tenido muchas crisis de carrera puesto que al ver

todas las cosas que están pasando, pareciera que estudiar y muchas cosas, ya no tienen

sentido; pero a la vez pienso que la carrera me ha dado una visión más amplia de la vida, ha

ampliado mis perspectivas y ha cambiado mi vida en múltiples aspectos.

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Mi vida en los tiempos de Covid 19. Una de tantas narraciones de los hechos ocurridos durante la pandemia de Covid 19, a 01

de junio de 2020.

Ricardo Roman Hernández Vargas

He aquí otro individuo, que viene a relatar su experiencia acerca de la pandemia de Covid 19

del año 2020. Mi propósito en este relato es narrar mi experiencia personal y de mis allegados

mas cercanos conforme a lo que mis ojos vieron. No pretendo decir la verdad absoluta

simplemente narrar le forma en como yo vi este momento tan difícil y duro para la

humanidad.

Ahora bien, comencemos, lo primero es que debo aclarar que yo como muchos de mis

compañeros de la facultad de Filosofía y Letras parte de la Universidad Nacional Autónoma

de México, venimos de ya un lapso aproximado de 4 meses de paro, eso es un tiempo anterior

al inicio de la pandemia en México.

Ya aclarada esa situación y parte del contexto inicial, he de decir que la pandemia no

me agarro ni desprevenido ni en una zona de riesgo, debido a que ya se conocían se su

existencia en el mundo desde finales de diciembre y principios de enero, mes en el que yo

me entere ya que mi relación con las redes sociales y con los informes del gobernó hacen

cada vez más evidente la situación y su gravedad.

Cuando comenzó la pandemia en mi país me entere por las noticias que escuchaba ese

día con mi madre en la tarde, en el noticiero de TV Azteca, era un día 29 de febrero me

parece. Posteriormente puedo decir que los días posteriores al anuncio de la pandemia no

note algún cambio en la sociedad por lo menos en la semana posterior al anuncio.

Lo que si sabia era de que los caos que había en mi país eran casos de personas que

habían viajado a Europa, Italia principalmente, por lo que les llamaban casos importados, lo

que si llamaba la atención eran las noticias de China (Supuesto lugar de origen del brote) y

de Europa, lugares donde la epidemia se encontraba haciendo los mayores estragos posibles,

todo esto claro enterándome por las redes sociales, las noticas de Televisa, TV Azteca y del

canal 11 del Politécnico.

Finalmente recuerdo que entre el 9 y el 13 de marzo empezó a notar los primeros

cambios en la escuela de mi sobrina ya que los niños llegaban con información de la

enfermedad, también empezaban los mensajes de lavarse las manos del gobierno además que

le enseñaron a lavarse las manos a mi sobrina, sin embargo, aun se pensaba en el festival de

la primavera de su escuela, cuestión que se cancelaria.

El que tiene salud, tiene esperanza; el

que tiene esperanza, lo tiene todo.

Proverbio Árabe.

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Llegado el día 15 de marzo, comenzabas la famosa cuarentena, se comenzaban a dar

las conferencias en la única televisora que las transmite el canal 11, además que entre esas

semanas aparecería el personaje de Susana Distancia y así es como comenzaba. Mi sobrina

fue la primera en dejar de ir a la escuela, su kínder inmediatamente cancelo las clases hasta

nuevo aviso.

Posteriormente supe de la notica del famoso concierto del Vive Latino, que a pesar de

ya haber comenzado la cuarentena se llevó a cabo, justamente de ese concierto y de la frontera

con EUA, conocería los primeros casos de transmisión local, es decir ya no eran casos

aislados comenzaba el contagio a nivel nacional.

Después se comenzó una etapa curiosa ya que los días pasan y eso no parecía tener fin,

es mas es la etapa de las festividades no festejadas, como ejemplo, sería la semana santa, el

día del niño o el día de las madres, ninguna de ellas festejada como acostumbrábamos.

Otra situación que note fue un jueves que salía de la cerrada donde se encuentra mi

casa y sorpresa para m no había tianguis (mercado sobre ruedas), yo soy muy aficionado a

comprar baratijas en los tianguis y saber que no se encontraba una de mis formas de pasar el

tiempo, me saco de mi zona de confort.

Conforme se acercaba la semana santa mi familia comenzaba a “descansar”, ya que la

pandemia comenzaba a aumentar en casos y acrecer exponencialmente, por esas fechas me

enteraba de cierre de parques, mercados, empresas, negocios, etc. Una situación que me

pareció curiosa durante esas fechas fue la desobediencia civil de los ciudadanos de la capital,

ya que muchos de ellos habían seguido asistiendo a los dos grandes mercados de la cuidad la

Viga y la central de abastos, con el objetivo de comprar sus productos para su comida de

semana santa.

En fin, comenzaba la parte más desagradable de la pandemia, por un lado, el momento

de clímax de la enfermedad, por el otro las luchas políticas y de poder que sucedían en el

mundo, en mi país y en mi universidad, que servirían como coyuntura para que yo regresara

a clases, ya que a mediados de abril el paro había terminado, comenzaba el proceso de regreso

a las aulas.

Sin embargo, se sabría que no podrían ser presenciales así que se opto por clases

virtuales que hasta la fecha de esta narración siguen en curso. Otra situación que se notaba

en las calles aparte de la ausencia de personas en las calles y reuniones con fines lúdicos es

que la sociedad se polarizaba, por un lado, los que creen en la existencia del virus y los que

no lo hacen, situación que yo vi reflejada en los medios de comunicación, en la calle y en las

redes sociales.

He de decir que mi familia siempre se mantuvo al margen de la circunstancia, siguiendo

las recomendaciones del gobierno y enterándonos de información confiable, al grado que

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bromeábamos con que veíamos nuestro programa favorito, las conferencias de prensa que da

el subsecretario de salud Hugo López Gatell.

Ya nada mas a forma de conclusión, he de decir que a pesar de ya haber terminado la

cuarentena e intentan volver a lo que se le denomino como “nueva normalidad”, la situación

de la pandemia no ha terminado, aun no se ha descubierto un medio de defensa contra el

virus, me encuentro en medio de un mundo polarizado, de una sociedad entre ignorante,

crédula y supersticiosa, en mi casa encerrado ya por 8 meses ininterrumpidamente y viendo

los estragos políticos y económicos que me esperan y al resto de mi familia, he de aclarar

que ninguno de mis familiares cercanos ha tenido una experiencia tan cercana con la

enfermedad.

Esta situación yo la veo como un momento de prueba y de resistencia, de repensar lo

que hemos hecho como humanidad y lo que hemos dejado de hacer, finalmente como mi

padre me dijo alguna vez nadie va a venir del espacio a resolver los problemas que nosotros

tenemos que solucionar.

De este momento hay mucho de que hablar y comentar, sim embargo esta es mi

experiencia mas cercana a la pandemia, una situación de paz y tranquilidad, alejado de los

problemas del resto del mundo y enfocado en mis estudios, por lo menos por ahora.

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Entre un camino de adversidades e incertidumbres sin rumbo: mi vida en

6 meses transcurridos del 2020

Carla Jimena Huerta Morones

Sin duda alguna este año ha sido uno de los más intensos y difíciles en la vida de cualquier

persona. Más allá de aspectos políticos o económicos, la vida de mucha gente ha sido

marcada por la pérdida de familiares, amigos y conocidos, por el contagio del virus COVID-

19 en la pandemia. Mi nombre es Carla Huerta, soy estudiante de la Facultad de Filosofía y

Letras de la UNAM y curso la carrera de Historia. Actualmente resido en la Ciudad de

México, en la alcaldía Xochimilco. Escribir toda mi experiencia de este año de una manera

breve me parece una tarea complicada de lograr, ya que hay demasiado por decir sobre la

situación actual, sin embargo, trataré de resaltar los puntos más importantes y que han llegado

a ser más relevantes para mi desarrollo.

El primer mes de este año fue bastante agradable y bueno en mi vida personal, sin

embargo, aún no lograba dimensionar lo que significaría la propagación del virus hasta

México y lo que llevaría consigo esto. Enero se caracterizó por ser un mes en el que me

propuse cambiar muchos hábitos de mi vida (modificar mi alimentación, ser más activa,

mejorar mi condición física); en ese momento llevaba 2 meses de paro en la Facultad de

Filosofía y Letras sin haber tomado ninguna clase. La toma, justificada en todo momento por

motivos de violencia de género, sería una de las cosas que más marcaría mi vida académica

como estudiante. A pesar de eso, jamás me desanimé, porque sabía que la lucha y protestas

de las compañeras encargadas de la toma era justificada y tendría consecuencias que

beneficiarían a todes.

Era un día normal de enero, cuando recuerdo haberme despertado y revisar mis redes

sociales como habitualmente lo hago; lo primero que pude percatar eran los cientos de memes

que había acerca de lo que serían las primeras noticias sobre la aparición del coronavirus en

Wuhan, China. Y como cualquier persona, no le tomé importancia ni dimensioné la que

podría traer consigo este nuevo virus.

Mi vida seguiría con total normalidad, hasta el mes de febrero, cuando se presentó el

primer caso de una persona contagiada en la Ciudad de México y otra más en el Estado de

Sinaloa. En los últimos días de este mes comencé a interesarme por el tema y empecé a hacer

una investigación más a fondo sobre ello. Recuerdo prender mi televisor todas las mañanas

mientras comía mi desayuno: lo primero que veía al despertar eran noticias con nuevos casos

y la propagación acelerada del virus por diferentes países. Para ese entonces, muchos

conocidos aun no tomaban la situación con la seriedad debida y seguían realizando sus

actividades con normalidad, mientras que el ambiente se volvía tenso en mi familia y

comenzábamos a tomar las precauciones necesarias.

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Marzo fue el inicio de la época más difícil, pues el virus empezó a extenderse

rápidamente por la Ciudad y demás estados de la Republica. A pesar de esto, la población

mexicana no tomó conciencia y recuerdo que el 14 de marzo se celebró un festival llamado

Vive Latino en el Palacio de los Deportes, ubicado en la alcaldía Iztacalco, al cual asistieron

miles de personas. Para mí, fue un acto muy irresponsable que el gobierno no haya cancelado

dicho evento, pues contribuyó a que el virus se siguiera esparciendo sin control por la Ciudad,

y semanas después, las noticias confirmaron que efectivamente algunas de las personas que

habían asistido a dicho concierto comenzaron a tener los síntomas del virus.

Tras esto, el Gobierno estableció un confinamiento obligatorio para los ciudadanos,

iniciando el 20 de marzo y que hasta la fecha sigue en pie (4 de junio), así como el inicio de

la Jornada Nacional de Sana Distancia, el día 23 de marzo, en la cual se implementaron las

nuevas medidas de prevención, la suspensión temporal de algunas actividades y la

reprogramación de eventos masivos. Dicha jornada finalizó el 30 de mayo y desde su

conclusión los casos de coronavirus han aumentado.

Xochimilco es una alcaldía que se caracteriza por ser un lugar donde los habitantes no

estamos acostumbras a seguir reglas. Cualquier medida de prevención impuesta por el

Gobierno es inexistente e incumplida aquí. Hay quienes aún, a estas alturas, siguen creyendo

que el virus no existe, que es una estrategia política o simplemente creen en su inmunidad

ante dicho virus. No me queda más que resumir todo esto en una palabra: ignorancia.

Abril y mayo fueron meses complicados para mí, pues tuve que volver a realizar un

cambio drástico en mi rutina de vida, por el regreso a clases virtuales al levantar la toma

feminista. Las aportaciones que podía hacer o llevar a mi casa tuve que suspenderlas y

regresar a mis estudios como normalmente lo hacía el año pasado.

Los últimos tres meses de mi vida han sido significativos, ya que jamás me había

tomado un momento para reflexionar sobre la importancia que tiene apreciar las pequeñas

cosas de la vida, como ir a la Universidad, ver a mis compañeros y maestros, tomar clase,

estar con mi familia o simplemente poder salir a dar un paseo. Mi vida desde mayo y en los

pocos días que han pasado de junio se ha resumido en un encierro entre las cuatro paredes de

mi estudio, con una computadora al frente y mis clases llevadas a cabo mediante plataformas

virtuales como Google Meet. La incertidumbre de no saber hasta cuándo terminará todo esto,

hasta cuándo podré salir para compartir un rato con mi familia y amigos me ha llevado a

tener pensamientos abrumadores. La situación actual me ha afectado bastante, luego de que

tres de mis familiares se hayan infectado y estén atravesando por este virus, lo cual me tiene

bastante consternada y me ha dificultado poner todo mi esfuerzo en las actividades

académicas, sin embargo, estar en esta posición me ha dejado un aprendizaje y es valorar

cada momento de mi vida y mi desarrollo personal.

Sin embargo, sé que todas las experiencias que he vivido hasta el momento me servirán

en un futuro como historiadora, ya que podré analizar este fenómeno desde otra perspectiva,

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y con ello, espero poder dejar mis vivencias por escrito a futuras generaciones y que puedan

servir como una fuente de información más subjetiva.

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¿Una nueva cotidianeidad?

Litzy Mariana Iñigo Sebastian

Mi confinamiento no empezó con la pandemia del Coronavirus, pero si se agudizó más con

ella. Lo que me propongo escribir solo pretende dejar cuenta de parte de lo que ha pasado y

cómo he vivido estos últimos meses, iniciando en noviembre del 2019 y llegando hasta hoy:

5 de junio del 2020. De manera muy general y sin ahondar demasiado en las cuestiones de

las que aquí escribiré quiero plasmar algunas cosas que pienso, que he visto y que creo son

motivos por los cuales el 2020 ha sido y será un año histórico, a pesar de que aún no termina,

por que creo que cuando la pandemia termine nada volverá a ser igual que antes, o por lo

menos no en la conciencia de varios.

Empezando noviembre la Facultad de Filosofía y Letras fue tomada por las MOFFyL,

quienes exigían el cumplimiento de demandas relacionadas con Violencia de Género. Por mi

parte, ya había estado presente en otros paros de actividades en mi prepa; pero desde un

principio entendí que no iba a ser igual este paro en la Facultad, en primer lugar por la

naturaleza de sus motivos y peticiones que, en comparación con los que en su momento tuvo

mi prepa, estos tenían fundamentos más sólidos, y en segundo lugar, por la mayor fuerza y

persistencia que las Mujeres Organizadas mostraron tener. Persistencia que no ha sido en

vano: realmente han logrado muchas cosas, y estoy segura que cuando regresemos a la

Facultad, ésta no va a ser la misma de antes para nadie.

Aunque al principio del paro me sentí frustrada porque faltaba tan solo unas semanas

para que mi primer semestre concluyera lo soporte esperando que pronto se pudiera

solucionar el problema de forma satisfactoria. Pero pasaron días, semanas, meses y aun no

se solucionaba nada. El problema en realidad estaba sonando más, y no fue asunto particular

de mi Facultad, otros planteles empezaron a ser tomados con exigencias similares; y en la

sociedad, o por lo menos en la prensa y noticieros empezó a oírse con mayor fuerza y

frecuencia casos de violencia de género, feminicidios y acoso, así como protestas y marchas

en varios países de latinoamérica, del continente europeo y de otras partes del mundo. Todo

esto dando cuenta de que la violencia de género es también una especie de pandemia.

Para ese entonces el brote del nuevo Coronavirus estaba también cobrando la vida de

muchas personas, pero mayormente en el continente Asiático y Europeo. Y así mismo, desde

finales del 2019 y principios de 2020, mientras el Coronavirus amenazaba silenciosamente,

figuraron otros acontecimientos importantes en México y Estados Unidos; en latinoamérica;

y en países occidentales; cada uno de naturalezas distintas, pero que se relacionaban con

problemas y quiebres políticos, económicos y sociales (con decir que hubo momentos en lo

que se creyó que podía empezar una tercera Guerra Mundial; yo no estaba muy segura de

ello, pero aun así yo veía la situación algo tensa).

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A la par de lo que veía que estaba ocurriendo iba creyendo cada vez con mayor firmeza

que solucionar los problemas lleva tiempo, que no es imposible, pero muchas veces no es

nada fácil. En principio porque los pensamientos de un individuo dependen de su contexto

externo, sí, pero también de su contexto más cercano, y son estos demasiado diversos a pesar

de lo globalizados que estamos actualmente. En mi casa todos pensamos diferente, hacemos

cosas diferentes, y expresamos las cosas de distinta forma. Pero en mi familia tenemos la

fortuna de tener una hogar y un lugar seguro, cosas que lamentablemente otras personas no

tienen, pues la desigualdad es algo que a pesar del tiempo, y a lo largo de los años, nunca ha

podido desaparecer; si bien se ha vivido de distintas formas, aún se puede seguir hablando

de desigualdad e inequidad, o incluso injusticia, y esto, ligado al contexto que se vive

actualmente, agudizan y polarizan a la sociedad, y hacen incluso que reluzcan las

deficiencias.

Luego de unas semanas de paro fui trasladando mi ropa y mis cosas de la casa de mi

tía, donde me estaba quedando entre semana, a la casa de mi mama, en el Estado de México,

donde literalmente de la avenida México-Texcoco la calle que subo para llegar a mi casa se

llama “Camino al cerrito” y realmente es un cerrito: aun no esta pavimentado ni hay servicio

de agua, luz o drenaje oficial. Pero bueno, por un lado me sentí contenta de poder estar más

tiempo con mi familia ya que antes solo los veía los fines de semana. Con este cambio

también se modifico mi itinerario de la semana: de ahí en adelante todos los lunes y viernes

acompañaba a mi padrastro a la hemodiálisis, lo que me ocupaba prácticamente todo el dia;

por lo menos uno o dos días entre semana salía a hacer compras o de paseo, y el resto de la

semana estaba en casa.

Durante un tiempo yo seguía yendo con regularidad a la Universidad y a las asambleas

que se convocaban. Desde que inició el paro en la facultad y hasta mediados de febrero yo

seguía saliendo y haciendo mi vida relativamente normal, pues aparentemente tenia mas

tiempo gracias a no asistir a la escuela, pero en realidad los primeros meses, más que

dedicarlos a mi, ocupe ese tiempo para ayudar a mi mamá saliendo para comprar cosas que

hacian falta, ayudándole a arreglar cosas en la casa, (pues tenía poco que nos habíamos

mudado y aún no terminabamos de acomodar todo), y ayudándole a cuidar o jugar con mi

hermana de 3 años, así que por un lado aún no estaba confinada totalmente, pero tampoco

tenía mucho tiempo para mi misma, más que, casi siempre, un dia a la semana y las noches,

en las que continue con varios libros que había dejado. Retomar la lectura de esos libros

me ayudó mucho porque a veces era para mí como un pequeño escape de la realidad al final

del día, un pequeño escape a los problemas que había también en casa debido a algunas

discusiones, y un escape a los problemas que a veces me aturdian de la sociedad.

Y así transcurrieron 3 meses contando a partir del mes de noviembre; durante ese

tiempo hubo momentos agradables, pero también temporadas en los que no me sentía muy

bien, me sentía cansada y sin ganas de hacer algo, en parte porque aun con el tiempo no me

acostumbrada a estar mucho tiempo en casa, en parte por cuestionamientos que yo me hacía

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sobre la carrera y las decisiones que había tomado hasta ese momento, por la situación de la

Facultad, y en parte también por las noticias en general de la situación del país, dado que de

alguna forma algunos problemas del mundo igual podía llegar a afectarnos a nosotros. Tal

como lo hizo el Coronavirus. Y sin embargo constantemente tenía que estar haciendo algo

para ayudar a mi mama con la casa y para cuidar a mi hermanita. Francamente fue difícil ir

acostumbrandome a una nueva cotidianeidad distinta a la de salir e ir a la Facultad; y en esos

momentos tampoco me imaginaba que aún no terminaban los cambios de la “nueva

normalidad”, que yo creía iba a ser temporal.

A principios de febrero empecé a trabajar en un café internet que se encuentra cerca de

mi casa, de esta forma se agregó una nueva actividad en la semana: ahora solo acompañaba

al señor a la hemodiálisis los lunes; en principio solo jueves y viernes trabajaba, y un dia a la

semana seguía destinado a salir; los demas dias estaba en casa. Luego de un mes empecé a

trabajar también los domingos, y salvo para ir a la hemodiálisis, ya no salía tanto de casa.

El trabajo no era pesado, ni lo es actualmente, de hecho me ayuda a despejar mi mente

y distraerme un poco: tengo más tiempo para leer o investigar cosas. Y me permitió además

percatarme más de cerca de que una gran cantidad de personas en mi localidad aún no están

muy familiarizados con los medios electrónicos: han llegado personas a pedirme que les

ayude u oriente incluso a descargar musica, y están teniendo que aprender a usar muchas

otras herramientas electrónicas, porque por lo menos por donde vivo aun no llegan muy bien

el internet. Y todo esto da cuenta de una desigualdad existente en el país, pues quienes no

saben manejar medios electrónicos o no tienen dinero para contratar o ir a un café internet,

no pueden seguir fácilmente un buen ritmo de trabajo o de tareas en casa. Tal como sucedió

con el inicio de la pandemia y con las medidas que implementó el gobierno.

Así empezó a ser mi cotidianeidad cuando el coronavirus empezó a figurar con mayor

frecuencia en las noticias de México, esto fue a mediados de febrero. Y en principio cuesta

trabajo creer que un virus pueda llegar a propagarse a tal velocidad, y cuesta también un poco

de trabajo aceptar que sea cierto. No debido a falta de información, no, de hecho lo que más

hubo es información, de distintos medios y con diferentes enfoques (algunos de hecho muy

conspiracionistas, dado el panorama mundial); cuesta trabajo creerlo por que uno piensa que

eso no le puede suceder a uno, al igual que lo que sucede con la violencia, uno en principio

uno no quiere aceptarlo. Y en este punto debo confesar que al principio yo no tomé muy

enserio la pandemia, pues aunque mi familia y yo si seguíamos las indicaciones no éramos

totalmente conscientes de lo que estaba pasando. Por lo menos en donde vivo tardó mucho

en llegar las medidas que el gobierno implementó, como el cierre de negocios, que aún a la

fecha no ha sucedido en los alrededores de mi casa.

Lamentablemente tuvo que morir una persona conocida para que mi familia y yo

fuéramos más conscientes de la situación actual; me di cuenta de todo un proceso, desde el

hecho de que muchas personas tienen que salir a trabajar porque sino no tienen para comer y

para cuidar de su familia, que fue el caso del esposo de mi vecina, hasta cuando un familiar

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tiene que salir de casa, aun con los riesgos que ello conlleva, para ir al hospital público más

cercano, que además está saturado, y esperar buenas noticias, teniendo sin embargo, el

corazón destrozado, pues ya no hablando de cuestiones económicas, un hijo, una esposa o

esposo, incluso una madre o un padre, un familiar, pierde a un ser querido por causa de un

virus desconocido del cual aún no hay vacuna.

A mi me destrozó el corazón ver a mi vecina cuando llamo a la puerta, a las cinco de

la madrugada, luego de una semana de estar yendo diario al hospital, llorando, destrozada,

para pedir ayuda para conseguir un taxi o a alguien que la pudiera llevar a esa hora al hospital,

pues en realidad en esos momentos uno no sabe qué hacer, y pidiendo también ayuda para

que pudiéramos ver a sus hijos en lo que ella regresaba. Luego, con la muerte llega también

otros problemas de índole legal, e incluso religioso, pues las funerarias y crematorios también

están saturados. Y en ocasiones, aunque no me parece muy agradable decirlo, la muerte de

un familiar provoca también, cuando se tienen bienes, pleitos cuando los papeles no se dejan

en orden. Tal cosa sucedió con mi vecina.

Las cifras han ido en aumento desde que el virus llegó a México, y la vida cotidiana de

todos ha cambiado y abierto surcos en la población. Fue por la emergencia sanitaria que a

finales de abril la Facultad fue devuelta por las MOFFyL, cosa que en lo particular me

sorprendió mucho. Y gracias a ello, se empezó a organizar la idea de empezar el nuevo

semestre en línea, que también ha sido algo nuevo y complicado. Y todo esto lo he visto

ahora, después de casi 100 días de pandemia en México, y de más de medio año que duró el

paro en la facultad, cuando, según informes oficiales del Subsecretario de Salud Hugo López-

Gatell, van más de once mil muertes confirmadas hoy en todo el territorio mexicano. Y sin

embargo, aún hay personas que no creen que exista la pandemia.

-Litzy Mariana Iñigo Sebastian. Alumna de la Facultad de Filosofía y Letras de la

Universidad Nacional Autónoma de México, de la carrera de Historia, a 5 de junio del 2020.

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“Reflexiones en cuatro paredes”

Ernesto Iván Lizárraga Ibarra

Desde que se dio inicio a la cuarentena por el Covid-19 (bajo el enredado nombre de “Jornada

Nacional de Sana Distancia”) no he salido de mi casa, ni siquiera a la tienda que está enfrente

de ella. No me ha llamado la curiosidad salir a ver como lucen las cosas, con lo que he visto

en los noticieros me basta para saber cómo está la situación.

Las muertes que ha acarreado el virus, por fortuna, no han tocado en la colonia que

vivo (Liberación, de la alcaldía Azcapotzalco) con la fuerza que posiblemente este atacando

a otras partes de la CDMX. Si acaso, solo me he enterado de una vecina enfermera que

contrajo el virus y logro salir de ello, y sobre el caso de otro vecino llamado “El Piedra”, que

se dice que el virus sumado a su diabetes precipito su muerte, mientras otros sostienen que

murió por una la violencia. No sé, no hubo funeral para aquel hombre.

Por otra parte, en mi familia integrada por mi abuela, mis dos hermanos y mi madre,

las cosas han ido bien. Mi madre es la única persona que ha salido para comprar víveres,

aunque luego parece que usa como pretexto eso para darse paseos por la calle. Mi hermano

menor le reclama que no debería salir, ya que como mi familia está compuesta por una

persona de tercera edad y tres con obesidad (mi hermano mediano es el único flaco de la

casa), si entrara el virus todos pereceríamos sin la oportunidad de llegar al médico; mi abuela

también habla de este vicio de mi madre por salir a la calle, aunque lo comenta en privado

cuando ella no está.

Pese a lo que pueda pensarse de mi madre, ella utiliza el cubrebocas y procura usar las

medidas de sanidad tanto cuando sale como cuando abre la tienda que poseemos. Situación

contraria la de nuestra vecina que vive en la misma casa que nosotros. La señora ni siquiera

busca un pretexto para salir, se va diciendo “voy al parque, al centro comercial, a visitar a la

comadre…”. No cree que exista el virus, confía en que será como un catarro que con un

jarabe se pasa. Su hijo es igual, sale a la calle como si todos los lugares estuvieran abiertos.

A mi familia le preocupa que nuestra vecina este tosiendo sin taparse la boca y

constantemente. Una vez mi madre le interrogo porque tosía tanto, la vecina le respondió:

“es que me comí una paleta de helado”. ¡Dos semanas y no se le pasa la tos por una paletita!

Mi madre y abuela nos dijeron a mí y mis hermanos que no salgamos cuando ella este lavando

ropa o haciendo cualquier cosa, pues podría contagiarnos fácilmente.

Cambiando de asunto, los efectos del confinamiento han sido muy distintos en cada

uno. Mi madre, la única que sale, actúa como siempre. Mi abuela últimamente se ha puesto

a rezar con más constancia que antes. Específicamente, de 9:00 a 10:00 esta con “el librito”

del templo al que íbamos antes de la pandemia. Mi hermano menor feliz de no ir a la

secundaria y de no tener que preocuparse por el Comipems, todo el día se la pasa jugando

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Fortnite. Mi hermano de en medio divide su día en ver su celular y bajar a hacer ejercicio,

luego ni desayuna para hacer eso.

Y yo. El confinamiento ha variado, concretamente desde el inicio de las clases virtuales

las cosas han cambiado. Antes de que dieran inicio, los días me la pasaba viendo series,

checando la información del virus en otros países, etc. Entre esos momentos llegaba a leer

los libros que desde hace mucho compre, pero no era constante en esto; me levantaba y me

decía a mí mismo “hoy terminare de leerme el Leviatan de Hobbes”, pero al final me quedaba

viendo la computadora engañándome de que “cinco minutos y empiezo a leer”, pero al final

llegaba la madrugada y terminaba sin hacer nada.

Me solía dormir hasta las cinco de la mañana, muchas veces por usar la computadora.

Se sentía frustrante dormirse tan noche, levantarse tarde y pensar que no estoy haciendo nada

con mi vida, y eso era lo más tranquilo del asunto. A este sentimiento de frustración por no

hacer nada se sumaba la ansiedad, la soledad, la melancolía, el insomnio, el miedo. ¿Por qué

esto? Muchas veces por la saturación de información; viendo tantos datos de cómo estaban

las muertes por la enfermedad, pensando en cómo podían empeorar las cosas, empezaba a

nacer en mi la inseguridad y la tensión; otras veces las malas sensaciones aparecían de la

nada. Verdaderamente, hubo un momento en que me dije “creo que sería mejor no saber qué

pasa en el mundo, y refugiarme en otras cosas”. Lo peor de esto es que no tenía con que

distraerme y como calmar la avalancha de sensaciones. Sí, podía ver videos y leer un libro,

pero eso no me quitaba por completo el temor.

Antes de la pandemia, siendo yo una persona con credo, cuando tenía un pensamiento

negativo, nada más con recurrir al templo y oír las palabras de uno de los “pastores” (les

llamamos “hermanitos”) me tranquilizaba, la certidumbre de que las cosas van a pasar y al

final todo va salir bien me hacía feliz. Pero con el confinamiento, no tenía a alguien con quien

calmar mis inquietudes, me enfrentaba a mí mismo, dependía de mi buscar calmar mí espíritu.

Si hubo momentos donde emocionalmente sentí que toqué fondo. Sin embargo, hubo

dos cosas que me hicieron salir de esos momentos nublosos; las clases virtuales (de cierta

manera, lograron distraerme de los problemas que tenía), pero sobre todo mi hermano

mediano. En los instantes que me sentía mal e intranquilo, me acercaba a mi hermano y

comenzaba a hablar de aquello que me atormentaba. De cierta manera yo y el compartíamos

los mismos sentimientos, y por eso intentamos buscar una forma de solucionar el asunto.

¿Cuál fue la clave que hallamos para olvidarnos de los problemas? Los ridiculizamos. Hubo

buenos momentos donde yo y él nos la pasábamos horas inventándonos historias en las que

involucrábamos nuestras inquietudes, pero dándoles un tono humorístico de manera que se

achicaba el temor. Esa fue la principal forma por la cual conseguí superar varias de mis crisis

con ayuda de mi hermano.

Respecto a las clases virtuales, la llegada de estas cambió el panorama. Si antes de estas

me despertaba a las dos de la tarde y leía en promedio cada dos semanas; con las clases he

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comenzado a pararme por lo común a las nueve, y leo entre 30-80 cuartillas al día. De cierta

manera me ha ayudado mucho asistir a las clases, convivir otra vez con los compañeros y

profesores, no te hace sentir tan solo. Y te recuerda de que formas parte de una comunidad.

Claro, no todo ha sido grato. Con las clases virtuales la tensión personal se ha

transformado en tensión académica: la preocupación de entregar un trabajo, la angustia de no

leer tan rápido, y la ansiedad de conectarse a tiempo a las clases, crea cierto nivel de estrés.

Otro problema que he sufrido es la molestia visual y los dolores de cabezas. Leer por bastante

tiempo en el monitor o quedarse horas viendo la clase virtual, llega a cansar la vista; ¡que

gratas eran las cosas cuando podrías tener tus copias o libro a la mano!

Otro punto que me ha causado conflicto de las clases virtuales es la libertad total.

Tienes la capacidad de organizar tu tiempo a tu gusto, no existe la molestia del trasladarse de

un punto a otro; pero a veces me siento como si este esfuerzo que hago no fuera el suficiente.

Además, la falta de contacto directo con los compañeros, con los cuales uno cambia puntos

de vista para retroalimentarte en tu trabajo, es casi inexistente ahora. Cuesta más trabajo pedir

un consejo a un amigo, contrastar trabajos o distraerse un poco en una plática de camaradas.

La monotonía de la “libertad” de las clases virtuales no es tan graciosa.

Eso fue lo referente a las clases virtuales.

Cambiando de tema, algo que me ha ayudado a que pase bien la cuarentena son las

llamadas de mi padre. La última vez que yo y mis hermanos convivimos con él, recuerdo que

nos contaba que el covid era una cortina de humo para algo político. Después dejo de venir.

Dos semanas de no saber que paso con él, nos llegó una llamada de su parte. Su pensamiento

había cambiado en todo el tiempo que no supimos de él, ahora nos imploraba no salir,

exagerar la limpieza y tomarnos no sé qué remedio peruano para hacernos inmunes. Mi padre

nos habla una a la semana, a veces resultaba un poco tediosa la conversación, pues solo se

dedicaba a recalcarnos las mismas medidas sanitarias que ya sabíamos, cosa que denota la

preocupación que siente por mí y mis hermanos. Pero últimamente ya no trata el tema del

covid como enfoque principal. La última conversación que tuve con él, dijo que esperaba

terminando esto, festejar los cumpleaños de los cuatro en un mismo día. El mío ya paso, el

de mi hermano menor también, falta el del mediano y el de mi padre, haber en cuál de los

dos ya estamos viéndonos de nuevo.

Y este sería el testimonio de alguien que lleva sus casi tres meses deleitándose con el

complejo mundo de la vida doméstica en tiempos pandémicos.

5/06/2020 Modificado el 9/6/20

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Covid-19, experiencia y opinión sobre una pandemia, ¿Verdad o mentira?

Cristian López Contreras

El nuevo virus denominado Covid-19 por parte de la Organización Mundial de las Naciones

Unidas (OMS), derivó una pandemia mundial muy preocupante y con un gran número de

casos que hasta la actualidad sigue creciendo, ha arrevesado los 6 millones de contagios en

distintos países (los más afectados han sido Estados Unidos, Brasil y Rusia), en este trabajo

realizaré la narración de mi experiencia al vivir en México que actualmente ha rebasado los

100 mil casos.

El inicio del virus se llevo acabo en el año de 2019 en el mes de noviembre, en la ciudad

china de Wuhan. Los contagios a lo largo de los días y semanas se comenzaron a multiplicar,

por lo que distintas noticias ya se había con respecto a este virus nuevo, en el mes de enero

del siguiente año los contagios seguían creciendo y se veía la posibilidad de que llegará a

otros países de distintas partes del mundo, esto como era de esperarse ocurrió, comenzó el

contagio en distintos países europeos entre los más afectados se encontró Italia, España,

Francia, entre otros. Las autoridades de dichos países salvaguardaban a su nación en una

cuarentena, mientras que en México la situación se veía preocupante pero aún no creyente.

Siguió incrementando el número de contagios y llegó a países de América, entre ellos Estados

Unidos el cual próximamente se convertiría en el país con mayor numero de contagios,

México, Chile, Brasil, entre otros. A finales del mes de marzo en México, las autoridades

comenzaron a hacer conciencia en la población de que el virus había llegado y debía de estar

preparada la gente para enfrentarlo por medio de medidas de seguridad social.

La situación seguía empeorando, se comenzó con el cierre de escuelas de todos los

niveles, primeramente se creyó que sólo sería por cuatro semanas, pero entre ellas estaba la

denominada ”Semana Santa”, la gente dividió sus opiniones, por una parte estaban los que

eran conscientes de la situación y cuidaban de su vida, por el otro lado se encontraron los que

no hicieron caso y pensaron que era una situación no tan grave, la gente salía sin ser

conscientes del riesgo que corrían, los casos aumentaron por lo que el gobierno de México

decidió cerrar todo tipo de establecimientos durante el mes de abril, que próximamente se

daría hasta el mes de mayo.

Con todo lo anterior dicho me permito destacar mi experiencia y opinión, al momento

en el que se comenzó a difundir la noticia de que el virus había llegado pensé que sería fácil

tratar la situación y que tal vez el gobierno se estaba apresurando en tomar medidas tan

radicales. Con el incremento de casos se me comenzó a ser peculiar y relevante, pero a la vez

extraño, debido a que las autoridades hacían mención que el uso de cubrebocas no era

esencial si se mantenía una distancia predeterminada, el país hizo una primer llamada al

confinamiento, el cuál se creía que sería a mediados del mes de abril teniendo el pico máximo

de la pandemia entre la primera y segunda semana de dicho mes, pasado ese tiempo el número

de contagios creció por lo que se hizo una segunda llamada al confinamiento hasta el primer

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día del mes de mayo con un cierre de mayor número de establecimientos, dónde mi mamá

fue descansada de su trabajo al igual que mi papá de manera indefinida, salvaguardados en

mi casa los días pasaban mientras acatamos las medidas de seguridad preocupados por la

situación, una vez pasada esta segunda llamada, se mencionó que se haría una tercer llamada,

la cuál se prolongaría hasta el mes de junio, esto nos pareció extraño, porque ya después de

dos llamadas no se veía el día que todo culminaría, por lo que en mi casa se fue perdiendo la

credibilidad pero decidimos no arriesgarnos y seguir acatando las medidas, pero distintas

personas cercanas a mi familia a quienes lamentablemente perdieron a un familiar hicieron

de nuestro conocimiento que en los hospitales donde falleció su familia se les hizo el

ofrecimiento de pedir que aceptaran que sus familiares murieron a causa del virus y como

recompensa los gastos funerarios correrían por parte del hospital.

Dicha noticia nos resultó muy particular, pero la consideramos no tan verdadera pero

tampoco falsa, siempre y cuando no podíamos confiarnos de lo que nos dijera cualquier

persona. Algo que nos disgustó es que en varias entidades del país se hizo obligatorio el uso

de cubrebocas, pero las autoridades hicieron mención que no era necesario por lo que dijimos

que ellos tenían que poner el ejemplo, pero sólo entran en contradicciones y aplazamientos a

la situación, sin estar consientes que muchas personas viven de lo poco que venden y estás

personas son las que más sufren.

Como conclusión diría que hasta el momento no conozco a nadie que haya padecido

dicho virus, lo cual me hace dudar de su existencia, pero no descarto la posibilidad de que

exista, de igual manera se me hizo un fracaso las acciones que llevaron acabo las autoridades

del país cayendo en una contradicción de opiniones.

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Experiencia en esta cuarentena.

Andrés Fernando López Ramírez

Cuando dieron el aviso de que había llegado el virus a México, yo decidí resguardarme

voluntariamente, tanto para el bien de mi papá como el mío, pero cabe recalcar que fue desde

antes que me resguardé en casa cuando supe que el virus ya había llegado a territorio

nacional.

Les daré un antecedente que considero que es importante dentro de mi experiencia.

Una semana antes de que dictaminaran la Jornada Nacional de Sana Distancia por parte de

las autoridades sanitarias, yo fui a recoger mi identificación oficial de elector (que

anteriormente había tramitado); por lo tanto, me tocó ver y vivir las primeras medidas

precautorias para evitar la propagación del virus (cabe aclarar que para ese momento aun

habían pocos casos y casos sospechosos). Las medidas que yo presencié fueron las siguientes:

la distancia de más de 1.5m de distancia entre cada persona, la entrada al módulo del INE era

restringida (solo podían pasar las personas que pudieran sentarse, dado que solo había un

número limitado de sillas que se encontraban dentro), el uso de cubre bocas por parte de los

trabajadores y dispensador de alcohol-gel. Fue la única vez que salí de mi casa cuando supe

que ya había casos de COVID-19, y solo con eso me pude percatar de las prevenciones que

se quisieron tener para evitar la propagación masiva de la enfermedad.

Ahora bien, al principio que comenzó la cuarentena, llegué a percibir que todo el

mundo estaba entrando en pánico, ya que como cualquier otra enfermedad a lo largo de la

historia, se desconocía mucho sobre el comportamiento del virus. Mientras que otras

personas, estaban bastante escépticas, e incluso he llegado a leer teorías sobre que no existe

el virus y que solo es una estrategia del gobierno para distraer a la población.

Creo pertinente mencionar que dentro de mi familia hay personal que pertenece al

sector salud (mi papá y mi mamá), por lo que en estos momentos en el que estoy escribiendo

esto, siento un temor tan profundo por cómo estará la salud de mis papás mientras que se

encuentran trabajando y arriesgando su vida para salvar muchas mas vidas.

Bien, después de saber más al respecto sobre el virus ya me quedé en mi casa

definitivamente, pero aunque yo esté en resguardo, no estoy exento de un contagio dado por

lo que voy a explicar a continuación.

Como anteriormente lo mencioné, desde el comienzo de la alerta, me he estado

resguardando en mi casa, pero dada la situación en la que está mi papá, cada vez que llega

mi papá de trabajar, tengo que ayudarle a sanitizarse, aunque él tenga todas las medidas

correspondientes, no estamos exentos de cualquier amenaza, por lo que ya tenemos ya un

protocolo para que entre a cada y no corramos tanto riesgo de enfermarnos. Las medidas que

aplicamos son las siguientes: el aseo de su calzado, rosear con un desinfectante en aerosol

para su ropa de civil que trae puesta. Desgraciadamente no vivo con mi mamá, pero eso no

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es una excusa para no estar en contacto con ella, cada vez que hablamos, ella me dice que se

encuentra bien que aplica las medidas para su bienestar y el de mi hermana.

Dado que vivo en una zona bastante concurrida (cerca de la Central de Abastos); que

es uno de los lugares con más índice de contagios, muy pocas personas acatan las

recomendaciones que dieron la Secretaria de salud. Aunque siguen saliendo sin las medidas,

estoy consciente que son personas que probablemente vivan al día y no tengas las mismas

posibilidades que nosotros para quedarse resguardados en su domicilio, pero lo menos que

acaten las medidas necesarias para disminuir el índice de contagios.

Ya para finalizar, durante esta cuarentena he tratado de distraerme, tanto haciendo

ejercicio para cuidar mi salud, también he tratado de hacer arte, como relieves y por último,

también he estado hablando con mis amigos, que gracias a ellos, se vuelve mas ameno este

resguardo.

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Mi experiencia con la crisis pandémica del país y el aislamiento

Abraham Tonatiuh Medina Reyes

Seguramente en algún momento se esperaba que hubiera una pandemia, por alguien, por

expertos con pronósticos basados en la actividad humana. Yo no. Yo no esperaba que llegaría

a sentir que el mundo, que de por si es ya complicado se complicaría más. Nadie esperaba un

año atrás que habría que enfrentar una situación y que casi al azar, con un miedo latente

podríamos morir o no.

Las problemáticas de cualquier tipo siempre han sido organizadas en mi cabeza como

algo interno y externo. Lo interno, algo profundo y arraigado a las experiencias, a la memoria,

sentimientos; una complejidad individual que se forma al paso. Que existe aunque ignoremos

que está ahí. Cuando se hace uno consiente de las problemáticas, del caos interno que

normalizamos en estos tiempos, de la ansiedad que genera el mundo donde aun con la

fortaleza no basta para salir adelante encontramos una respuesta que no satisface como te

encuentras y te pones a pensar y a pensar queriendo entender el significado de vivir. Podemos

ver un sin sentido, una acumulación de azares que nos permitieron, como seres humanos

alcanzar este punto en el tiempo y espacio. En donde somos tan conscientes de lo que somos

que deja de sorprendernos y maravillarnos y en donde la muerte significa un gran nudo que

no podemos quitar al final de la cuerda.

Cuando se forma parte de una sociedad se sobre entiende que debe haber una

funcionalidad en cada persona. En donde no podemos parar, porque detenerse significa

fracasar. Una competencia constante es natural, se necesita para poder mantener un filtro en

la población, donde un equilibro permite coexistir. Pero el mundo que creamos no se maneja

así. El mundo moderno, sobre poblado lleno de facilidades, pero tan lleno de carencias. Una

complejidad que se desdobla en cada punto de estudio donde todo va siendo cada vez

especifico. Donde encajar es vivir y seguir una razón de existir. Existir. Saber que existo.

Saber que vivo. Saber que pertenezco a un mundo donde todo tememos morir. Es algo que

no resulta fácil es algo a lo que aún no puedo enfrentarme. Porque la muerte está normalizada,

ya no es morir, sino que te mato. Si fue por tu piel, algo que no eliges, algo ya dado. Si fue

por lo que eliges ser, por como sentir como vivir como amar. Se puede elegir hasta cierto

punto como vivir y eso te da un aproximado de como morirás. Pero con la enfermedad no

puede hacerse nada, aun con la mejor tecnología y los recursos todo depende de si resistes o

no.

Me da miedo morir, me da miedo por ser consiente de mí. Me da miedo oír que tantos

ya murieron y que habrá más que mueran. Me da miedo que muera mi mama que trabaja en

el sector salud que está en contacto con infectados y que no puede detenerse porque ella sabe

que si no va la causa de muerte es otra, no la enfermedad. Me da coraje no poder hacer nada

no poder salir a trabajar, no poder hacer más que esperar. Esperar que un gobierno que a la

vista parece adormilado, que un no comprende la gravedad, en el peligro que están las

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personas. Estoy cansado de ese miedo que se repite alertando a cada rato, sobre el covid un

miedo continuo que no tranquiliza a aquellos que tienen que trabajar sí o sí. Ver que un

gobierno solo da soluciones por encima, y que esto no va a parar. También la gente es parte

de esto. Yo soy parte debo ir al mercado. A vender lo que en algún momento me causo

felicidad para apoyar en algo en mi casa. Lo material es pasajero al final solo quedan nuestra

experiencia y los recuerdos.

Hoy salí y vi el sol. Me sentí tan dichoso tan contento de sentirlo en mi piel olvide esas

preocupaciones y aunque se sintió fugaz ahora forma parte de mí en un recuerdo que me

alegra aun con esta ansiedad que siento ahora al escribir esto.

Mi cuarentena no empezó cuando se anunció por medio oficial, fue desde noviembre y

aun con salidas mucha parte de mi tiempo he permanecido en casa. He tenido tiempo de

pensar en tanto, y tantas cosas. He validado y desvaluado mi existencia. Revisitado una y

otra vez mi papel en el mundo. He romantizado mi fe, queriendo creer en que lo mejor vendrá

donde mi estabilidad emocional pueda ser estable y donde pueda enfrentar las maravillas que

hay en todo lo que encontramos al caminar.

Sacaron una película de un chico que es colombiano y vive en monterrey, le pasan

muchas cosas de discriminación y apropiación cultural. Él se escapa de todo lo malo que hay

alrededor suyo con la música. Me identifique tanto con él porque hago exactamente lo

mismo. Pero qué pasa si se detiene la música? Nos anclamos de nuevo a la realidad.

Los días pasan tan lento y tan rápido, me siento desconectado ya no tienen valor las

fechas. Todos los días se sienten iguales. Igual ya eran así antes de la pandemia antes del

paro.

Soñar es un escape, aunque no puede uno dormir todo el día porque si no sería

productivo. La vida tiene un propósito? Las aves encerradas se preocuparan por ser

productivas?

Algo que me cuesta, algo que es horrible son las clases virtuales. No porque sean malas

ni porque sean aburridas, simplemente mi cabeza no da. Nunca sé que es importante y anoto

todo para poder hacer memoria y entender más. Los maestros me emocionan y me gusta

mucho como enseñan y nos platican su experiencia al enseñar de esta forma. Tampoco es

fácil para ellos, a veces pienso serán necesarias las clases tan largas? Porque si sentimos y se

ve el desgaste porque seguimos queriendo aguantar para cumplir un horario o bien un

semestre? Cuando se liberó la facultad de filosofía y letras al poco tiempo ya está viéndose

que se haría con el siguiente semestre y el resultado de eso fue un calendario terrible

apresurado y desde mi punto de vista no se ve al estudiante primero como individuo sino

como alguien que debe cumplir una meta y avanzar para que deje de ocupar el espacio que

tiene. Muchas veces en las clases no entiendo mucho y eso me frustra. Me hace sentir tonto.

Veo la agilidad mental de mis compañeros para responder o formular ideas al momento y tú

no puedo. Por eso y por mi dislexia no me gusta hablar. Cuando paso mucho tiempo sin

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hablar y hablo no es como decir las palabras. No puedo leer cantidades porque me tardo una

eternidad en saber si son cientos o miles. La pandemia me está afectando poco a poco es

como la migraña se presenta a veces muy fuerte y otras como si nada.

Mi tiempo y lugar es por contexto, un caos. Aun en la tranquilidad de mi casa me siento

acelerado. Como si el tiempo me quisiera comer. Antes que nada quiero ser un buen

individuo, sentirme bien conmigo mismo, afrontar y entender que no puedo controlar nada

más que a mí mismo y mis pensamientos. Que luchar y creer aun con lo adverso saca lo

mejor, lo más puro.

Convertir mi miedo por la muerte por muchas ganas de vivir. No solo vivir querido

mantener una normalidad sino vivir con convicción en mis creencias y hacer un ciclo

positivo, donde aun con todo el miedo que siento poder dejarlo aunque sea por momentos y

dar un pasito a la vez.

No se puede enfrentar uno con su realidad sin querer cambiar algo de ella. El cambio

es algo natural. Los cambios ocurren por su propia fuerza con una dirección que no tiene

valores positivos o negativos. Solo pasan. Los cambios de la humanidad buscan mejorar o

modificar el cómo ha sido algo antes. La pandemia es un paro aquí está obligando a ver las

fallas que hasta ahora hemos acarreado del pasado. Está dejando ver más y más esa creciente

desigualdad social y económica. También que aun siendo seres guiados por las emociones

podemos hacerlo ajeno para no sufrir.

Encontré un gusanito en la lechuga que estaba limpiando para la comida. No pude

tirarlo, no podía dejarlo así. No podía matarlo. Lo metí en un frasco con lechuga y lo observe

comer. Llore un buen rato por no poder hacer algo más con algo tan indefenso. Llore porque

el mundo en el que vivo no tiene valor un ser vivo así. Porque ver noticias de animales que

lastiman es algo común. Lloro porque no puedo entender ni puedo explicar que es lo que

hace que se quiera dañar con esa crueldad fría a otros, personas o animales. Siento que no

puedo hacer nada más para que este mundo sea algo justo. Incluso si se convierte en mariposa

o polilla el gusanito, puede que muera. Como podemos vivir así? Yo no lo entiendo, ni

entiendo porque todo lo que pasa día a día me ha hecho sufrir tanto. Porque peleamos contra

una enfermedad en donde ser médico hace que se te considere un riesgo y por eso te

discriminen o te agredan? Que te quemen tu casa para que no vayas a contagiar a tus vecinos.

La distancia de no poder ver a los demás me hace sentir solo. Es una soledad diferente,

no es una que disfrutas donde te sientes cómodo; es una con una preocupación constante que

va creciendo poco a poco. Y algo por lo que también lloro es por no poder estar con mi pareja.

Aunque hay la posibilidad de hablar por llamada, cuando oigo su voz se me desgarra el

corazón. No puedo evitar extrañar tanto y aunque al rato se me pasa es doloroso. No sé cómo

explicarlo pero el amor a distancia es muy complicado. A veces pienso que me hace llorar

tanto no sé si es porque soy así o por la pandemia y el encierro. Aunque me cansa, llorar me

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hace sentir un poco mejor. No es fácil por el espacio que comparto con mi familia no puedo

llorar a cada rato que lo siento pero si no lo hago me comienzo a sentir mal.

Da miedo. Da miedo ver que lo nos divertía en el cine con la ficción y la trama se ha

vuelto una realidad y que no hay nada que nos diga que las cosas van a ir a mejor. Hay cosas

que no salen en el cine, todo creado para tener una visión romántica de control sobre la

situación. Pero la realidad es que no es así y estamos aprendiéndolo por primera vez.

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Reflexión sobre la pandemia de covid

Diana Elizabeth Ordoñez Ortega

Ciudad de México, Hoy día 6 de junio Escribo con el propósito de reflexionar acerca de la

pandemia llamada covid que nos acontece en este 2020, se nos ha planteado un

cuestionamiento sobre que pasara en más de 70 años, y como se escribirá historia de este

acontecimiento, así que escribo con el fin de dar mi punto de vista personal acerca de la

pandemia.

Si bien, no sé si será de ayuda en un futuro para un historiador, ya que depende de lo

que esté buscando estudiar ,pretendo ofrecer un panorama de cómo ha sido mi experiencia

durante estos meses que hemos estado en cuarentena, durante este tiempo he de decir que

me siento afortunada pues me encuentro bien tanto de salud como económicamente pero esto

me hace pensar en el cambio de circunstancias que pueden pasar de un momento a otro y que

hay muchas personas que desafortunadamente no están en la misma situación que yo .

Hasta hace poco, antes de la cuarentena por causa del Covid 19 me encontraba

trabajando en Cinemex, tratando de entretenerme y des aburrirme, ya que por el momento no

me encontraba estudiando debido al paro en la facultad de filosofía y letras, este era mi medio

para distraerme un rato, sin embargo esto se vio afectado cuando empezaron los casos de esta

pandemia, primero porque empezó a bajar la asistencia de invitados en el cine, en este punto

muchos de mis compañeros creían que las personas estaban exagerando y dejándose llevar

por el pánico, pero su opinión cambiaria poco a poco porque se empezaron a dar otras

circunstancias en el trabajo, mostrándonos la gravedad con que se desarrollaba esta pandemia

y como nos afectaría a nosotros después.

Se empezaron a tomar medidas de limpieza más profunda, como el uso constante de

desinfectantes y posteriormente se pusieron nuevos reglamentos, tanto para nosotros como

trabajadores como para los invitados, se tomaron algunas medidas como no tener contacto

físico entre compañeros, él uso de gel antibacterial y lavado de manos antes y después de

marcar nuestro ingreso al sistema, desinfectar las áreas en cada transacción y proporcionar

el gel antibacterial a los invitados, durante días se vio cómo iban bajando las visitas y las

ventas de los productos, llego al punto de que se empezaron a reducir horarios en la cartelera

de las películas, después en bloquear asientos en cada sala para evitar que los invitados

estuvieran muy juntos.

Durante este proceso fueron muchas las quejas de los invitados que asistían, debido a

los cambios constantes en las funciones, cartelera y pagina web del cine, a nosotros nos

tocaba los regaños de los invitados, a veces sobre porque no había variedad en los asientos,

pero teníamos también responsabilidad en explicarles que se debía a la inasistencia causada

por el Covid y medidas que se pusieron para cuidar a los invitados que asistían. Todo esto

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transcurrió algunas semanas, después se agravo, pues ya no solo se redujeron las carteleras,

sino nuestro horario de trabajo, hasta que finalmente los cines cerraron.

Aunque los cines cerraron nosotros como trabajadores seguimos asistiendo a hacer

limpieza de las instalaciones, como por ejemplo tallar cada asiento de las salas, esto no duro

mucho, se nos dio la indicación de permanecer en casa y continuar cursos de capacitación en

línea, y el sueldo se redujo a un salario mínimo, aunque a mí en su momento no me afecto,

ya que yo trabajaba más por diversión que por otra cosa, a muchos de mis compañeros si,

pues muchos tenían que pagar rentas y mantener a sus hijos.

Aun a pesar de eso, considero que fue una suerte que no se despidiera al personal y que

se les siguiera pagando aunque sea ese sueldo mínimo, en mi caso particular paso algo que

ya me esperaba al ver cerrado el cine, si pasaba demasiado tiempo para que abrieran de nuevo,

probablemente si habría reducción de personal, y ¿quiénes serían? Probablemente los que

tenían poco en ingresar a la cadena. Y aunque no se dé muchos casos, en el mío fue algo así,

en cuanto a cabo mi contrato me llamaron para ir a firmar mi renuncia, la explicación que me

dieron fue que no podían renovarlo debido a que el seguro no estaba aceptando nuevos

ingresos y ellos no me podían tener trabajando sin seguro, sin embargo algo que me ayudo a

aceptar ese hecho, fue que me dijeron que realmente no querían que me fuera y en cuanto se

resolviera lo de la pandemia, estarían solicitando mi reingreso.

Esta situación a mí no me desalentó, pero me ayudo a entender otras situaciones, me

puso a pensar en a quienes si despidieron a causa del virus en otras empresas, en cómo

afectaría a los pequeños negocios y a quienes no contaban con seguro, pero bien dejare este

tema de lado, qué corresponderá estudiar a profundidad en años posteriores.

Si bien, durante los días que he pasado en mi casa he visto que hay un debate en estos

momentos, sobre que muchas personas no se quedan en sus casas y deberían hacerlo, creo

que es inconsciente asumir que todos están en esas posibilidades, habrá quien pueda

sustentarse , pero hay también quien trabaja a diario para ganar su alimento, y no solo el

propio sino de una familia, así que hay que pensar en eso, otra cuestión también son los que

no viven situaciones buenas en sus hogares, sufren de violencia entre otras cosas, ¿qué es de

ellos en estas circunstancias?, aunque a mi parecer estos asuntos son de los más graves

considero yo, bien puedo plantear algo más cercano a mí, pero si en un futuro se leyera esto,

bien tendría que proponerles que aborden más sobre los temas antes mencionados.

En mi caso particular estando en casa no he tenido tantos problemas, más que extrañar

la libertad que se tiene para salir y divertirse, así como la dificultad de ser paciente y tolerante

con mi hermano menor que no encuentra modo de des aburrirse que peleando conmigo,

aunque lo entiendo, a él también le frustra el cambio, aunque no sepa del todo lo que está

pasando, si son conscientes de que deben quedarse en casa, con el he visto como les han dado

clases usando la televisión, y el apoyo de sus maestras que le envían actividades y tareas; lo

agradezco porque lo entretiene, y aunque el siente que tiene mucha tarea, creo que lo ayuda

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a estar bien, solo que me preocupa el hecho de que me es muy difícil tenerle paciencia al

explicarle como hacer sus trabajos. Es difícil a mi parecer estar pegado a unos familiares y

permanecer distantes con otros.

Cuando he llegado a salir por alimentos me he dado cuenta que las plazas lucen

desoladas, es difícil incluso ver algunos negocios que no sean de comida o tiendas abiertos,

e incluso en los tianguis solo pueden ponerse los puestos de comida, frutas y verduras, así

que por lo que he visto son más los negocios que ahora optan por vender alimentos para poder

mantener su economía.

Por otro lado al inicio he de decir que parecía muy lejana esta epidemia, porque a pesar

de lo que estaba pasando a ninguna persona cercana a mi le había afectado, pero me he

enterado de amigos y conocidos que están sufriendo por muerte de familiares, sin embargo

ahora soy más consciente de esta impotencia de no poder ver a mis familiares, y de la soledad

que han de sentir los enfermos tanto de covid como los que tienen otras enfermedades, En

mi caso 3 personas que aprecio mucho han enfermado, 2 a causa del covid ,afortunadamente

ya se están recuperando, pero es frustrante que no puedas estar tan cerca de ellos porque

tienes a más personas que proteger, y no puedes permitirte enfermar tú también, por otra

parte uno de mis abuelitos recientemente se le detecto cáncer, pero debido la saturación de

pacientes de covid, se le han aplazado las quimioterapias, no solo a él, sino a muchos

enfermos, claro depende de las instituciones, y son procedimientos que están tratando de

mejorar las instituciones de salud, muchos son quienes reclaman también poder visitar a los

internos, pero hay un riesgo al visitarlos, así que también se toma medidas en esto, a veces

no se puede hacer nada en estos casos, si bien hay mucho que reflexionar sobre el tema creo

que daré por terminada mi reflexión, esperando sea de ayuda para entender un poco de esta

pandemia.

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El letargo y el entendimiento del universo sin medir el tiempo. Dolor, confusión y aceptación

Vianca Selene Ramírez Vera

“…I used to be beautiful and enigmatic

Now, they call me the madwoman in the attic…”6

Los meses, los días, las horas, hace mucho que habían perdido el significado y el único ritmo

existente para marcar el tiempo era el inevitable hecho del anochecer y el amanecer, así como

el compás de mi corazón que me hacía saber que estaba viva, mi mundo se redujo a

sensaciones, y lo único que me mantuvo lejos de alguna crisis fue lo que llamo

“Druidosofía”7, lo cual agradezco de gran manera, porque, tal parece que en mi generación,

la tendencia a problemas emocionales, era tan normal como el hecho de ver a un niño jugar.

El mundo estaba cambiando de eso no había duda, primero fue la toma de la facultad

por motivos feministas acompañada de un gran sentimiento de soledad por mi parte. Todo

comenzó en noviembre, cuando la facultad fue tomada, cómo no era una excepción, por mi

edad y entorno pasaba por un mal momento en muchos aspectos, personales, de pareja, de

seguridad, económicos, de salud, alimenticios, por mencionar algunos, y al mismo tiempo

que las chicas alzaban la voz, yo me reponía de alguna recaída, el mundo me parecía extraño

y violento. El acoso, las violaciones, la negligencia jurídica y la impunidad a sus denuncias

eran los argumentos de esta toma, tenían razón, merecíamos un entorno donde estuviéramos

seguras, las instalaciones se tomaron y con un apoyo enorme de las mujeres de la facultad,

aquella proeza duró hasta aproximadamente hasta el mes de abril que fue cuando la plaga

arreció.

La plaga llegó, o al menos a mí, que me gustaba la edad media, lo veía de esa manera,

por esos tiempos estaba iniciando una vida diferente, lejos de mi cuarto de la facultad, lejos

de mi casa, cerca de mi pareja y de un lugar el cual me hacía bien, tristemente, nunca vi a mi

pareja mientras estuve ahí y aquel lugar ya no albergaba gente, más que los llamados

“paristas”. En fin, el primer caso de COVID-19 había llegado a México, y no tenía ni idea de

que era lo que se venía, fueron unas semanas en lo que todo cambió, dejé ese cuarto y regrese

a mi casa con mi madre, perdí el contacto con una persona que venía de fuera del país, mala

suerte, aquel chico era todo lo que yo deseaba ser pero en gringo. Llegué a mi casa y salude

a todos mis amigos que en ese lugar residían, y debo decir que son mi cómo mi familia, los

he visto crecer y ellos a mí, después llegó el encierro y ahí fue donde me volví “la loca del

ático”8 y digo ático por el tamaño de mi casa, mi madre trabajaba y la casa la tenemos gracias

a un crédito, una realidad normal en el país, sesenta y cuatro metros cuadrados para mucho

6 Zora Cock, “Madwoman in the attic”, Our Mortal Remains, Blackbriar Music VOF, Holanda, 2019 7 Estudio filosófico sobre lo establecido por la religión druídica 8 Referencia a la canción antes mencionada “Madwoman in the attic”. Zora Cock,Op cit

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no alcanzaban, y pronto, siendo mi madre alcohol y yo un cerillo las llamas de los problemas

se encendieron, y eso no era más que una mera realidad que reflejaba el hecho de que los

adolescentes necesitaban su espacio y la biología lo dice, preferimos pasar tiempo con los

amigos.

Fue difícil ver que el grupo de riesgo de esta enfermad se debía en su mayoría a malos

hábitos alimenticios y de salud, prueba de que la población estaba bastante mal en

alimentación y conocimiento de sus cuerpos. La epidemia parecía no tener fin, la vida se vio

cambiada y tenía miedo de que el contacto humano pronto se dejara de lado, ¿Por qué? porque

es lo único que nos mantuvo vivos por siglos, trabajar en equipo y protegernos. Sin embargo,

estar en mi casa, me aisló del ruido del mundo y me di cuenta de que estaba tan metida en

sociedades que estaba dejando de ser un individuo. Los días pasaban y la gente creó un héroe,

un humano en cual depositar su confianza, ese héroe terminó siendo el subsecretario de salud,

Hugo Lopéz Gatell, y pronto rondaron miles de jueces detrás de una pantalla exponiendo sus

comentarios sobre la dinámica de población, no me explicaba por qué ese fenómeno, México,

un país tan indiferente a las humanidades estaba lleno de gente que opinaba de situaciones

sociales. Las pantallas, siempre las pantallas se encontraban rompiendo las distancias, y ahí

una paradoja, se rompía la distancia, pero esto sólo la fomentaba más, en esos tiempos era

normal, pero pronto se haría un hábito, ¿para ir si podíamos comunicarnos sin desplazarnos?

Final de Mayo, principios de junio de 2020, un hombre afroamericano muere a manos

de un policía blanco en EUA, se encendió una chispa de enojo en aquel país y la plaga terminó

en segundo lugar, las protestas se intensificaron por todo el país, ilógicamente protestas así

ya se habían vivido en México y mucha gente que reprobaba aquella justicia incendiaria

(nunca mejor dicho) pronto la aprobó, claro, fuera del país. Respecto a estas protestas a mí

me gustaba bastante comparar al gran imperio estadounidense con Roma, y su decadencia

social.

Pero creo de que de todo lo que estaba bajo mi control, lo que más me molestaba y me

sacaba de quicio era que el mundo rotaba, la noche seguía dando ese aire frío que te

rejuvenecía y daba ese toque mágico al ambiente, la luna esperaba que la mirara feliz y le

cantara, y mi sentimiento de independencia e irreverencia pugnaba por volar lejos de la

mirada vigilante de mi madre y mezclarse con los pensamientos y risas de mis amigos y con

las de Mario.

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Sobreviviendo al 2020

Jessika Marisol Ortiz Villa

Ciudad de México, 05 de Junio 2020.

Mi nombre es Jessika Marisol Ortiz Villa, tengo 20 años de edad y estudio en segundo

semestre de la licenciatura de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras. Me parece que en

los pocos años de vida que llevo, nunca había vivido meses tan caóticos como los que

acontecieron entre enero y junio del 2020.

Para empezar, iniciamos el año ante el desconocimiento sobre lo que pasaría en la

facultad, ya que desde noviembre del 2019 entró en paro indefinido luego del descontento

por parte de la comunidad estudiantil, principalmente por mujeres que forman parte de este

organismo, anta la falta de un protocolo a seguir en cuestiones de violencia de género. Las

mujeres organizadas, un grupo feminista, convocó a un paro separatista hasta que se

resolvieran todos los puntos de sus exigencias, que van relacionadas con el acoso, y violencia

de género dentro del plantel. Durante 6 meses se realizaron asambleas, discusiones, etc, con

la comunidad estudiantil y con las autoridades para que se pudiera resolver este conflicto, sin

llegar a un acuerdo. Este paro duró hasta abril del 2020, cuando una situación externa influyó

en la estrega de las instalaciones… el coronavirus.

El coronavirus (SARS-COV2) es un virus que tiene su origen en China en la ciudad de

Wuhan, y surgió cuando un residente de China comió murciélago infectado de dicho virus.

Rápidamente se extendió el virus por todo el mundo, siendo en los primeros meses del año

Europa como el epicentro de casos confirmados de coronavirus, para después cederle el lugar

a Estados Unidos.

Dicho virus llegó a México en marzo del 2020, siendo exportado de una persona que

había viajado, y lo contrajo. Cuando comenzó el contagio en México, yo me encontraba

laborando en una plaza comercial en la delegación Iztapalapa. Muchos locales dentro de la

plaza no tomaron las medidas sanitarias, no brindaron cubre bocas para sus empleados, ni gel

antibacterial, y no tenían nada de cuidado en prevenir la propagación del virus. Poco a poco

varios locales de productos de segunda necesidad comenzaron a cerrar, hasta que el día 30

de marzo por disposición oficial cerraron todos los locales que no fueran de primera

necesidad, en este caso alimentos y medicamentos. El día primero de abril dentro de la

empresa donde laboraba, y muchas empresas más, comenzaron con despidos injustificados,

y entre ellos me encontraba yo, luego de laborar medio año en la empresa.

Empecé mi cuarentena el día primero de abril, desde entonces no he salido más que

para lo esencial, y siempre respetando las medidas de sana distancia. Desde marzo hasta junio

he escuchado como las personas no creen en el coronavirus, como casi nadie de los que viven

en mi colonia (San Juan Xalpa) usa cubre bocas lo cual me preocupa muchísimo y como

existe mucha desinformación y noticias “fake” al respecto circulando por las redes sociales.

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Dentro de estas noticias podemos ver como se transmite información falsa de manera muy

rápida y con un gran alcance, entre esas noticias fake podemos encontrar; que el coronavirus

no existe, que fue invento del gobierno para controlarnos, que se cura si tomas cloro, o que

las mascotas son portadoras del virus y pueden contagiarnos. Esto representa un gran

problema para la población, ya que entorpecen las medidas de prevención, y promueven la

ignorancia sobre el tema.

Durante estos meses de cuarentena he pasado por varias etapas; al inicio me costó

mucho acostumbrarme, ya que era una persona que no estaba en casa durante casi todo el

día, pero decidí comenzar a hacer ejercicio, a leer, entre otras cosas que a mí me gustan, lo

cual me sirvió bastante para sobrellevar la cuarentena, pero definitivamente lo que más me

preocupa es cómo será la llamada “nueva normalidad”, porque me da mucho miedo volver a

los lugares que antes disfrutaba por el nuevo factor de riesgo que ahora incluyen, no imagino

cómo será ir de nuevo al cine, a la escuela, o a un concierto, y mucho menos cómo será mi

traslado en la ciudad en los medios de transporte masivos en los que ahora no puedo

acercarme a las personas.

Mientras tanto el día 4 de mayo, luego de medio año reanudamos las clases vía online,

después que las mujeres organizadas de la facultad entregaran las instalaciones luego de que

aumentaran considerablemente los casos de coronavirus. Esta reanudación de clases presentó

un reto tanto para profesores, como para alumnos ya que muchos no cuentan con aparatos

eléctricos que funcionen para hacer videollamadas, no tienen buen acceso a internet, o

presentan situaciones personales de otra índole.

A mí al inicio no me entusiasmaba mucho la idea, ya que las clases absorben totalmente

mi tiempo, y hay días que ya no me da tiempo de hacer otras cosas que me gustan, o en

algunos casos se me acumula la tarea y comienzo a bloquearme y aunque quiera hacerla no

logro concentrarme.

Dentro de las clases hemos llegado a abordar los temas que acontecen en nuestro día a

día, no únicamente del coronavirus, también de lo que nos preocupa alrededor del mundo.

Entre estas preocupaciones, estos días surgieron una serie de protestas en Estados Unidos y

en México en contra de la violencia policial, ya que hace dos semanas un policía

norteamericano blanco, asesino a un hombre llamado George Froyd, siendo un crimen racial,

y sin represalias acorde al delito, los norteamericanos se manifestaron, saquearon y

quemaron, a lo cual el gobierno respondió con más violencia.

Por su parte en México asesinaron a Giovanni, un albañil de 29 años por no traer puesto

cubrebocas, luego de que la policía se lo llevó, un día después entregaron el cuerpo sin vida

a sus familiares. Luego de que esto se hiciera público, han comenzado las manifestaciones

en varias partes de la República.

Mi pregunta es, ¿cómo concluirá este 2020?

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2020: Crisis de salud mundial y psicológica individual

José Ezequiel Robles Luna

La primera vez que escuché del Covid 19 fue en los últimos días de diciembre del 2019 como

una nueva enfermedad que había surgido en China, más exactamente en la región de Wuhan,

pero realmente no le tomé mucha importancia, creí que era una enfermedad que no iba a

afectar como lo hizo, realmente recuerdo que todos a mi alrededor estábamos preocupados

por otras cosas, como lo eran los paros estudiantiles en varios planteles de la universidad

nacional, las protestas feministas que iban en aumento alrededor del mundo, el caso del Covid

19 había pasado en un segundo plano, muchos pensábamos que iba a pasar como el caso del

Ébola en África algunos años atrás, que se iba a quedar como una enfermedad lejana pero

estábamos muy equivocados.

A mediados del mes de marzo se decretó la cuarentena a nivel federal debido a que este

virus ya había llegado a territorio nacional y para evitar más contagios se había optado por

esta medida a nivel mundial, los primeros días se comenzaron a circular los rumores de que

el virus era una farsa, con el paso de los días este rumor se volvió tan ridículo que se comenzó

a utilizar como burla, esta “teoría” se comenzó a adjudicar a personas ignorantes o tontas

simplemente, a las pocas semanas me tocó acompañar a un familiar a comprar despensa a un

centro comercial dentro de una plaza, (en la zona oriente de la ciudad) me sorprendió el que

una plaza tan concurrida estuviera completamente vacía, fue cuando realmente vi la magnitud

de la pandemia en la vida cotidiana, en las semanas siguientes comenzaron a aumentar los

contagios, pero al menos en el circulo de amistades de mi familia no se había presentado o

no habíamos sabido de algún caso más allá (que no fueran las noticias, claro), si mal no

recuerdo, aproximadamente el 22 de abril se anunció el cierre de diversas estaciones de metro

y metrobús y el uso obligatorio de cubrebocas en todo transporte público.

Durante los primeros días de mayo me tuve que trasladar al sur de la ciudad de forma

necesaria, violando la cuarentena pero me sirvió para ser testigo de las medidas de seguridad

adoptadas en distintos medios de transporte colectivo, como ya dije, primero en los camiones

todas las personas tenían cubrebocas y el chofer a parte de este, tenía una careta protectora.

Ya en el metro noté que un policía estaba negándole el acceso a una persona que no

traía su cubrebocas, este policía también contaba con el mismo equipo de protección que el

chofer antes mencionado, solo que aparte llevaba guantes, ya adentro del andén noté como

la marcha de los trenes era más lenta de lo habitual en esa línea (línea 3), esto gracias a que

se había informado que se estaba trabajando con el mínimo de unidades, ya arriba del vagón

noté que estaba completamente solo, únicamente venían otras 4 personas conmigo en el

vagón (cabe decir que es una línea muy frecuentada y que eran aproximadamente las 4:00 de

la tarde), en este momento ya había confirmado que la cuarentena había resultado, pues hubo

muy poca gente, al menos en el transporte público, de regreso tomé un taxi en una aplicación

conocida (DiDi) y lo que me llamó la atención es el que en había una división en el carro

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entre el pasajero y el conductor con un plástico y más aparte el conductor igual llevaba

cubrebocas.

Con forme pasaron las semanas, poco a poco nos comenzaron a llegar noticias de que

conocidos habían padecido Covid 19 y que lamentablemente habían fallecido, uno de ellos

era paciente dental de uno de mis familiares que trabaja en mi casa que justamente apenas

una semana atrás había atendido, este familiar en cuestión se preocupó de haber podido

contraer el virus, esta preocupación se vio aumentada cuando comenzó con dolor de cabeza

y una molestia en la garganta (síntomas del virus), por lo que en consecuencia consultó a su

médico de confianza, que le recomendó aislarse del resto de la familia ya que cuatro de los

integrantes pertenecen a la población en riesgo, afortunadamente solamente fue una simple

gripa.

Mi padre que trabaja en el ministerio público como abogado me comentó que lo

primeros días de la cuarentena automáticamente habían mandado a descansar a todas las

mujeres con hijos menores de 10 años (una gran parte de funcionarios, según su testimonio),

el también tuvo que aislase de su familia un tiempo, ya que en su agencia se habían reportado

dos casos de Covid 19 y un sospechoso era su jefe, afortunadamente este al realizarse la

prueba fue negativa por lo cual pudo volver sus labores, a las dos semanas fue descansado

en su trabajo debido a que pertenece a la población vulnerable ya que padece una enfermedad

crónica.

En los últimos días previos a la elaboración de este escrito tuve que ir a un hospital que

admitía casos de Covid ya que un familiar cercano había sido internado debido a un accidente

de tránsito donde lamentablemente falleció, vi de primera mano la indumentaria utilizada por

los médicos (el traje sanitario completo) y lamentablemente un caso más de corrupción

policiaca, pues al informarnos que como el deceso no había sido por Covid 19 podíamos

hacer sin problemas nuestros rituales funerarios (conocidos como rosarios en la religión

católica) pero al momento de estar preparándonos para recibir el ataúd de mi familiar un

patrullero quiso extorsionarnos, quiso hacer que no pudiéramos velar a mi familiar (aunque

estábamos cumpliendo con las medidas sanitarias que nos habían dicho en el hospital) o que

nos dejaba solamente si le dábamos la cantidad de 200 pesos, a lo que mi familia claro que

rechazó y el patrullero se fue, esta situación me llenó de enojo obviamente pero se vio

eclipsado con la buena acción de la doctora que atendió a mi familiar de ayudar a que nos

pudieran entregar el cuerpo rápidamente (ya que nos dijeron que la morgue del hospital

estaba llena y se iba a tardar unas dos semanas) otra cosa que me pareció sospechosa fue el

hecho de que forzosamente querían indicar que había muerto por Covid cuando la causa de

muerte había sido por un trauma craneoencefálico, pero finalmente se pudo comprobar que

estaban equivocados.

Psicológicamente hablando siento que a habido una pequeña mejora con el inicio de

las clases en línea ya que había tenido casi seis meses sin tener una actividad académica,

antes del inicio de clases realmente me la pasaba en crisis emocionales ya que muchas veces

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me cuestioné mi permanencia en la facultad, hasta consideré salirme de la UNAM y

continuar con mis estudios en otra institución, pero opté por continuar en esta institución ya

que le tengo un gran afecto y un gran cariño (aunque me parece indignante la pasividad de

las autoridades) a diferencia de mis compañeros no he sentido tan tedioso el regreso a clases,

quizá porque siempre estuve acostumbrado a una gran carga de trabajo aunque agradezco la

carga actual, pues no siempre llega a “rendir” un día para terminar una tarea, casi siempre

requiero dos días.

Por último, me gustaría agregar que esta actividad impulsada por el doctor Andrés Ríos

me gustó mucho para desahogarme y escribir de todo lo que he vivido y experimentado

durante este periodo de tiempo en el que creo que he vivido más emociones de las que hubiera

deseado, agradezco esta forma de conocer nuestras historias en este confinamiento y nuestra

opinión.


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