PODER CULTIVAR SABER
Morfogénesis del discurso agronómico en Colombia
ANDRÉS VAHOS
Titulo Original: Poder Cultivar Saber
1ª edición:
Andrés Vahos, 2008.
Esta obra fue financiada en su totalidadPor: El Bolsillo de MamaTodos los derechos reservados MEDELLIN - COLOMBIA. 2008.
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A mi profesora
Lucinia Sublimia Diablura
Siempre hay otro soplo en el mío, otro pensamiento en el mío, otra posesión en lo que yo poseo, mil cosas y mil seres implicados en mis complicaciones, no se trata de las influencias que sufrimos, sino de las insuflaciones o las fluctuaciones que nosotros mismos somos y con las cuales nos confundimos.
Pierre Klossowski
A los ojos no se sabe de cual pueblo futuro - y que tal vez ya este muy próximo – seremos aquellos que han aproximado al máximo esas dos palabras nunca pronunciadas realmente, tan paradójicas e imposibles como el famoso Miento, y que designan ambas una misma auto referencia vacía: Escribo y Deliro.
Michael Foucault
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Introducción
Toda obra es como un viaje, un trayecto aleatorio, la construcción de un mapa sobre un país
desconocido. Y al finalizar, cuando reflexionamos sobre el recorrido, terminamos por
declarar algún propósito; como si después de vagabundear sin rumbo fijo, estuviéramos
obligados a simular que nuestra errancia apunto siempre al mismo objetivo. Primero
hacemos las cosas, después las justificamos. Axial este libro, nacido de la necesidad
personal, más o menos oscura, de olvidar un discurso que también fue el mío, y que al final,
término justificando como un estudio detallado, con cierto valor, presumo, para el futuro.
Supongamos que hemos fabricado un estudio falso sobre la agricultura. Falso porque no se
ocupa de la técnica agrícola, falso porque no hace referencia a los sujetos que la practican,
falso porque no se apoya en textos esenciales, falso porque hace hablar unos documentos
antiguos en lugar de decir algo por sí mismo. ¿Cuál es el propósito de tanta falsedad, si es
que existe alguno? La cuestión central puede formularse así: ¿Cómo puede nacer un
discurso sobre la agricultura que se pretende simultáneamente verídico para sujetos
distintos? Se trata de encontrar las condiciones que hicieron posible la génesis y
transformación de un discurso con el poder de reglamentar la practica agrícola en nuestro
país. Para nosotros la agricultura posee una cara doble: por un lado es una práctica social
determinada por la utilización de ciertos objetos (técnica), pero al mismo tiempo, es una
técnica social regulada por la utilización de ciertas palabras (práctica). Consideramos la
agricultura no solamente como una técnica productiva, si no como una practica
discursiva que obedece a sus propias reglas de formación y funcionamiento1.
Desde el momento en que la palabra “agricultura” aparece en un texto escrito, deja de ser
aquello que hacen o ven hacer unos hombres, para convertirse en una técnica social
regulada por un discurso colectivo. Si esto fuera al menos parcialmente cierto, podríamos
afirmar que toda transformación en la agricultura esta precedida, o anticipada, por una
transformación en el discurso que la regula. De donde se sigue una consecuencia
fundamental para este análisis: la transformación histórica de la agricultura Colombiana
posee una cara perfectamente descriptible sobre la superficie del lenguaje - una cara
inexplorada que no pude ser separada de las causas profundas que la producen, pero que
siendo un efecto y un producto de estas causas, goza de una naturaleza perfectamente
1 Cf. La noción de “practica discursiva” en Michael Foucault. La arqueología del saber. Siglo XIX.
descriptible en su singularidad -. Es justamente la variación de esta singularidad lo que
quisiéramos observar2.
Partimos de una sospecha. Sospechamos que el discurso agronómico jamás permanece
idéntico a si mismo mas allá de determinado instante. Como en un calidoscopio, este flujo
abierto de palabras que llamamos discurso agronómico transforma su rostro
continuamente. En cada momento histórico se coloca el acento en determinados
enunciados, se destacan objetos diferentes, se relacionan sus palabras de manera distinta o
se les concede otro énfasis. Esta metamorfosis continua crea su historia, y con cada nueva
combinación, con cada nueva variación, se modifica de manera irreversible la práctica
agrícola. Y esto no es todo, en un mismo instante pueden coexistir discursos completamente
distintos sobre la agricultura, simultáneamente pueden aparecen enunciados dispares, lo
cual otorga a este discurso una identidad vacilante y mal determinada.
Nos parece que el discurso agronómico comporta una serie regular de enunciados,
seleccionados por su convergencia en un momento determinado del tiempo, comenzando su
mutación en las proximidades de aquellos enunciados, radicalmente distintos, a partir de los
cuales esta serie se bifurca, se rompe o diverge. Por definición, cuando las expresiones de
un discurso no difieren entre si su forma permanece estática. Su historia comienza cuando
aparecen expresiones radicalmente atípicas o divergentes, enunciados singulares que
rompen la continuidad del discurso, permitiendo observar su cambio y las etapas de su
transformación. No creemos entonces que haya existido “la agricultura” a lo largo de los
tiempos, como tampoco un “discurso sobre la agricultura”. Lo que hoy entendemos por
“agricultura” no se entenderá más dentro de poco. Una y otra vez esta palabra multiplica su
sentido en consideración a propósitos cada vez más extraños y más lejanos. Es
precisamente la variación de ese sentido lo que quisiéramos contemplar.
Más que el contenido puntual del discurso, nos interesa su diferenciación. El problema
central es la sucesión de sus formas, su morfogénesis3. Suponiendo que no sepamos lo que
es el discurso agronómico, así y todo, reconocemos su continua metamorfosis. Dejando de
2 Este tipo de análisis se encuentra problematizado en las obras de Wetherell- Potter: Discourse analysis and the identification of interpretative repertoires. Antaki: Londres. 1988. Michel Foucault: La Arqueología del saber. Siglo XXI: México. 1979. Gilles Deleuze. Lógica del sentido. El bote de vela: Medellín. 1972. 3 Usamos la palabra Morfogénesis en sentido abstracto, es decir, topológico: un proceso o serie de procesos que generan la variación de una forma. Cf. René Thom. Pour une théorie de la morphogénèse. Seuil, París. 1994. Cf. Análisis Histórico y Teoría de catástrofes. Pedro Voltes. La gaceta de la RSME, Vol. 5.2. 2002, Pgs. 263–270.
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lado la sintaxis, la lógica, el valor y el significado del discurso, nos concentrarnos en las
variables intrínsecas que permiten su transformación. El discurso agronómico no es más que
una forma de variación continua, que conecta, en cualquier número, enunciados cuyo
contenido significante no importa, y que establece, en número finito, relaciones cuya
naturaleza no específica, pero del cual siempre se pueden describir los cambios en un
momento determinado del tiempo. En el límite, podríamos imaginar que este discurso carece
de contenido, que es una palabrería vacía, y sin embargo, esto seria algo en si mismo, en
tanto que discurso, tendría una realidad formal perfectamente descriptible.
Estamos convencidos de que no existe un discurso agronómico unitario, estable u
homogéneo. Todo discurso es una multiplicidad difusa que se reconstruye a partir de
fragmentos diseminados de otros discursos. Un discurso es un sistema de articulación, de
conexión, de dispersión, de fusión entre frases heterogéneas. Forma un todo, puesto que
conecta sus componentes, pero es un todo discontinuo, estallado, fractal. Su perímetro es
irregular, abierto y fluctuante, según las relaciones móviles de sus palabras. Estas suben o
bajan, se esparcen y desaparecen, se arremolinan o se aceleran, como las olas variables de
un plano único que las enrolla y las desenrolla continuamente. No puede decirse siquiera
que sea un rompecabezas, puesto que sus piezas no se corresponden siempre. Se trata de
un espacio relacional, es decir topológico, no de un cuerpo en extensión real, ni de un objeto
con dimensión imaginaria, más bien un campo de interconexión virtual (hipertexto) que
reúne, en un momento determinado, textos fragmentarios, formulaciones sueltas, trozos de
lenguaje dispersos en su distribución nómada.
Nuestro método es bien sencillo. Partiendo de un conjunto de proposiciones agrícolas
cualquiera - sin suponer una identidad que las reúna, ni un desarrollo que las determine - lo
primero que hacemos es averiguar a que familia de otros enunciados pertenece, cuales
sujetos están facultados o autorizados para pronunciarlas, cuales objetos están delimitados
en ellas, en cual estrategia política se inscriben o a que dispositivo no lingüísticos le otorgan
consistencia. Esto es hacer un calco de las variables intrínsecas de producción del discurso.
En segundo lugar, una vez determinado este régimen de producción, intentamos mostrar
como puede transformarse en otro, y sobre todo, como puede crearse uno nuevo a partir de
enunciados completamente distintos. Esto es hacer un mapa trasfromacional del discurso.
En tercer lugar, destacamos las expresiones atípicas, los enunciados singulares, las
proposiciones extrañas y no formalizadas que desmoronan la estructura del discurso,
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abriendo la posibilidad de crear regimenes de expresión totalmente nuevos. Esto es hacer
un diagrama de las fugas efectivas del discurso, indicando su discontinuidad, su
potencialidad de salto, de ruptura, de mutación. Por ultimo, buscamos mostrar como esos
calcos, esos mapas, esos diagramas, se articulan de manera concreta con ciertas formas de
organización social en una época determinada. Esto es hacer un diagnostico de las
sociedades a partir de la variación de sus discursos.
Este tipo de análisis no tiene por objeto interpretar lo que dicen o piensan unos sujetos sobre
la agricultura. Más bien busca hacer visibles las condiciones que permiten a unos sujetos
decir determinada cosa, y no otra, sobre la agricultura. Rompiendo con toda explicación
deducida de las circunstancias personales, conocidas o supuestas, no juzgamos las
creencias ni las conciencias de los individuos que pronuncian el discurso agronómico,
tomamos la cuestión analíticamente anterior, de cómo se producen sus enunciados, en un
espacio relacional donde los sujetos están necesariamente situados y son dependientes.
Todo sujeto se define, frente a las reglas que determinan su forma de hablar, como
fundamentalmente inconsciente; es decir, como escapando, en lo esencial, a su
determinación personal, puesto que esta marcado de manera indeleble por un discurso
colectivo que lo define. Es cierto que no percibimos los discursos más que por los individuos
que los expresan, pero no es menos cierto que todo sujeto envuelve en su lengua
enunciados que le preexisten y lo determinan. Esto supone un espacio enunciativo
impersonal y pre-individual, donde el sujeto no es más que una partícula errante, saltando de
una expresión a otra, independientemente de su identidad y su forma de personalidad.
Desde ahora renunciamos a “interpretar los documentos históricos en el contexto de una
lucha de clases”4. Nos resistimos a creer que el discurso agronómico se limita a reflejar el
funcionamiento de una “infraestructura económica determinante en última instancia”5. En
lugar de interpretar el discurso como la traducción ideológica de los juegos de poder -
buscando revelar sus intereses ocultos, sus motivos secretos, su significado olvidado - , lo
que hacemos es observarlo tal como él es: el terreno mismo de un combate. El campo de
batalla donde los hombres luchan por apropiarse de la realidad a través de sus palabras. Y
como en todo torneo de fuerzas, esperamos ver salir al ruedo los ofrecimientos, los
disfraces, los señuelos y las estrategias.
4 Esta es la dirección de Orlando Fals Borda. Historia de la cuestión agraria en Colombia. La rosca. Bogota. 1975. 5 Este es el trabajo de Salomón Kalmanovitz. Desarrollo de la Agricultura Colombiana. La carreta. Bogota. 1974.
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I. Visión Antigua: La llegada de la agri-cultura.
Como un enjambre de partículas sin forma definida, sin idioma identificable, con nuevas
armas, llenos de ardor guerrero, emergen en el horizonte como un torbellino precipitado de
figuras huidizas. “Llegan como el destino, sin causa, sin razón, sin consideración, existen
como existe el rayo, demasiado terribles, demasiado súbitos como para ser combatidos,
demasiado distintos como para ser odiados”. Destruyen las cosechas como los vientos
agitados desgarran las nubes, saquean los depósitos como perros devoradores de
placentas, raptan mujeres y niños como lobos coléricos y hambrientos. Todo con una
petulancia y tranquilidad de animo, como si tratara de una travesura estudiantil. No tienen un
interés preciso, nada más el deseo de pillaje, para volver cargados con el botín, al desierto,
el mar o la estepa.
Los bárbaros son joyeros, herreros, cazadores y guerreros, obligados a encontrar un
yacimiento nuevo, siguiendo rebaños trashumantes, dejándose llevar por una fuente de
energía en movimiento, corren sobre la superficie de la tierra ocasionando un singular
cosquilleo. Como dogos sueltos merodean las murallas que protegen el cultivo, acumulan
muy poco, no defienden ningún territorio, elaboran joyas que intercambian por algunos
granos, mas generalmente fabrican armas y se abalanzan como aguas torrenciales sobre
algún pueblo sedentario6. Por el contrario, los pueblos civilizados son de cultura agrícola,
sedentaria, imperial, gregaria, organizada, acumulativa, paranoica y soberana. Siempre
protegiendo su territorio. Detrás del muro crece su cultivo o su cultura. Cultivo y cultura no se
distingue en lengua romance. La cultura avanza cada vez que se domestica un bárbaro.
Simplificamos demasiado, no hay pueblos enteramente bárbaros, ni totalmente cultos. La
barbarie es un devenir que arrastra incluso a los más civilizados. Diríamos que la línea de
barbarie y de civilización no solo coexisten, sino que además se mezclan. Más bárbaro y
más civilizado van siempre juntos. Entre más lejos quiere llegar una civilización mas bárbara
deviene. Los imperios agrícolas del viejo mundo, en otro tiempo asolados por los bárbaros,
rápidamente copian sus complicadas tácticas navales, reproducen sus hachas de bronce,
incorporan el estribo, el arnés y la herradura de los jinetes de la estepa. Muy pronto la
civilización agrícola emprende por su cuenta una serie de invasiones bárbaras. Prolongan el
6 La sociedad sedentaria y agrícola de occidente [anglosajones, galos, germanos, bávaros, italos e hispanos] solo se produce en contacto y bajo la presión del avance bárbaro [agalbitas, fatimitas, escandinavos, normandos, húngaros y mogoles] Cf. Marc Bloch. La sociedad feudal. UTHEA: México. 1958.
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impulso bárbaro. De víctimas pasan a victimarios. El devenir bárbaro se apodera de ellos.
De repente se abalanzan como hordas de saqueo sobre el norte de África y las costas
Americanas. ¿Y que es lo que encuentran?
1. Los indios
Los indios del Nuevo Reino “viven en barbarie y van en cueros”7, “son naciones errantes que
no hacen chozas permanentes, no siembran, se alimentan del animal que puede haber a
mano y de los frutos que la tierra brinda” 8, parece que retozan y se divierten mas que
trabajar, “son gente tan bestia que no tienen más fin que disfrutar lo que la tierra les da sin
pensar permanecer en ella, no hacen edificios que duren, ni procuran criar granjerías u otras
cosas necesarias”9, “no saben hacer providencias para guardar sus frutos de unos tiempos
para otros, ni tienen gobierno entre si para hacer rozas o labranzas”10, “si los dejasen en
libertad de no trabajar ninguno lo haría voluntariamente”11, “la mayoría son gente ociosa,
andan vagamundos sin tener asientos ni oficios’12, “de doce meses del año no entienden en
labrar uno, pasando todo el tiempo borrachos, combatiendo o dormidos”13. Pero no todos
llevan una vida tan alegre, “la más domestica gente y de menos resistencia que se sabe en
lo descubierto son grandes cultivadores y andan vestidos con mantas de algodón”14.
Cuando los conquistadores llegaron a las playas de Centro América descubrieron un rostro
sobre el cual reconocerse. Ciudades geométricas con más de tres mil personas. Una
agricultura sedentaria regida por un calendario riguroso. Impresionantes obras hidráulicas.
Colosales edificios de culto y oración. Palacios imperiales. No cabía la menor duda, estos
Otros también eran hombres. Pero cuando arribaron al Nuevo Reino de Granada no
7 Documento 467. Carta de Pedro de Heredia a su Majestad Felipe II. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Friede. Vol. III.8 Documento 25. Descripción de los territorios conquistados enviada al Real consejo de Castilla. 19 de Agosto de 1540. En: Fuentes documentales para la historia del Reino de Nueva Granada. Juan Freide. Tomo I. Pg 15.9 Documento 28. Real cédula dirigida al gobernador de Castilla de Oro sobre el establecimiento de poblaciones. 19 de Mayo de 1525. En: Juan Freide. Ídem. Vol. I. 10 Documento 1285. Carta del licenciado Santa Cruz a su Majestad Felipe II. 21 de Abril de 1539. En: Juan Freide. Ídem. Vol. V. 11 Documento 32. Carta de Pedro de la Espuela a su majestad Felipe II. 25 de junio de 1536. En: Juan Freide. Op. Cit. Tomo I. Pg 25.12 Cédulas Reales sobre trabajo indígena. El Escorial, 28 de Junio de 1578. En: Fuentes coloniales para una historia del trabajo en Colombia. Germán Colmenares. Univ. de los Andes: Bogotá. 1968. Pg 195. 13 Documento 1120. Informe de Francisco de la Torre en la provincia de Santa Marta. Pg 275. Fuentes documentales para la historia del reino de nueva granada. Juan Freide. Tomo VII. 14 Documento 1892. Carta de Diez Amendariz al Rey donde se refiere a los indios de las mesetas Cundiboyacences. 13 de febrero de 1547. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Freide. Vol. V.
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encuentran nada. Los podemos ver en la película de Herzog, con su arcabuz vació,
desorientados, en medio de inmensas y tenebrosas selvas escuchando el murmullo de unas
cabezas fugitivas que los miran sin dejarse ver15.
El indio del Nuevo Reino desborda por todas partes el sistema simbólico español. El
conquistador no entiende porque estas gentes “arrojan flechas decoradas con plumas muy
curiosamente, como si se tratara de obsequios a los pies de su majestad y no la muerte de
sus súbditos”16, no entiende porque “consumen sus cosechas en grandes fiestas y
borracheras sin guardar nada”17, no entiende porque “entregan frutos y carnes a sus
ejércitos negándose a combatir un enemigo mal alimentado”. Además de ser excesivos
hasta con sus enemigos, los indios de estas tierras andan desnudos, son errantes, no
acumulan, no son cristianos, ni labran, ni cosechan, ni combaten del mismo modo. No hay
duda, estos no son hombres, y si lo son, no tienen alma.
No es un asunto meramente simbólico, también es practico. Los modos de producción
indígena se revelan insuficientes para soportar la superposición española. Al llegar los
españoles “hubo hambre en los recién llegados”, “los hombres de su majestad están muy
alcanzados y faltos de mantenimientos porque los indios son huidizos, no labran ni cosechan
como es debido”18. No hay en el Nuevo Reino de Granada una agricultura que pueda
mantener el aparato imperial. Las incursiones para explorar estos territorios deben traer
“bastimentos hasta para seis meses”, los españoles literalmente cargan en bultos su propia
agri-cultura, “simientes de trigo y centeno y cebada y pasto y otras muchas cosas que se
creyeren que pueden dar y criar fruto en estas tierras”19, arrastran consigo generando un
particular tintineo “azadas y azadones, sierras y limas, hachas y barrenas, rejas de arado y
azuelas”20, y otras muchas cosas para iniciar una verdadera cultura agrícola.
15 Aguirre, La Cólera de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes). 1972. Wegner Herzog. Alemania.16 Documento. 1285. Carta del Capitán Pedro Rodríguez Armendiz solicitando hombres a su Majestad. 16 de agosto de 1567. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Vol. IV. Juan Friede.17 Documento 1120 Descripción de la provincia de Santa Marta... Pg 275. En: Fuentes documentales para la historia del reino de nueva granada. Juan Freide. Tomo VII. 18 Documento. 1272. Carta del obispo de Santa Marta a la Real Audiencia de Santo Domingo sobre asuntos de gobierno. 23 de Mayo de 1539. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Vol. V. Juan Friede. 19 Documento 1007. Acuerdo entre García de Lerma y Sebastián Bello Cabrera para poblar las comarcas de Santa Marta con 150 hombres. 30 de Mayo de 1528. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Friede. Vol. I. 20 La Cedula Real del 22 de diciembre de 1562 expedida en Madrid solicita la importación La Nueva Granda de estas herramientas. Cf. Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Freide. Vol. V.
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Tienen razón los antropólogos cuando afirman que “nuestras comunidades indígenas no
poseían una estructura social con formas intensas de trabajo agrícola”21. Pero supongamos,
por un momento, que no tenemos idea de las estructuras sociales o las formas productivas
de estas comunidades del Nuevo Reino. Entonces no podemos hablar de su agricultura más
que por sus restos técnicos22. Exhumemos los restos técnicos. ¿Qué podemos observar?
Muchos utensilios de orfebrería, algunas armas de percusión lanzada, algunas coas y palos
de arar, ni una azada, ni un arado. Tampoco se descubren restos de silos, ni depósitos de
granos, ni canales de riego, menos aperos que permitan pensar en la explotación de una
fuerza animal con fines agrícolas23. En resumen, los indígenas del Nuevo Reino carecen del
conjunto técnico necesario para practicar una agricultura de excedentes, simplemente
porque sus modos de producción no son predominantemente agrícolas24. Por eso los indios
del Nuevo Reino no serán recordados por sus depósitos de granos, como por sus modos de
consumo espectacular: Orfebrería, joyería y decoración.
Sabemos que las formas de cultivo indígena eran singulares y transitorias. Siempre
cambiaban en el tiempo y con el lugar. Los indios del Nuevo Reino no reconocen una
sustancia homogénea donde aplicar un ejercicio uniforme (cultivo). No saben de
separaciones, desconocen los límites entre cultivado y silvestre, transitan un circuito abierto
de plantas domesticas, semi-domesticas, manipuladas y selváticas, todas visitadas en
lugares y momentos diferentes25. El ojo indígena no ve “parcelas” ni territorios, sigue las
anomalías implícitas en la tierra: ondulaciones, caídas, grietas y declives, todo un juego de
acontecimientos sobre el terreno que le otorgan una vida especifica a la tierra, estado vital
de ordinario invisible para una mirada que busca formas regulares sobre una sustancia
supuestamente idéntica26. A esta topología variable hay que añadir un uso particular de la
fuerza. El indio no conoce una acción continua sobre un tiempo regular (trabajo). El cuerpo
21 Reichel Dolmatoff. Colombia Indígena, periodo pre-hispánico. Manual de historia de Colombia. Vol. I. ICC: Bogotá. 1978 Pg 33-115.22 “Los restos de los antiguos medios de producción tienen la misma importancia para el estudio de las sociedades desaparecidas que los huesos fósiles para el conocimiento de las razas extinguidas”. Cf. El Capital. FCE. México. Pg. 361-373. Cf. Andre Leroi Gourhan. Evolución y Técnica. Taurus: Madrid. 1988.23 Alvarez, Silvia G. Tecnología prehispanica. Espol: Ecuador. 1989. 24 Solo algunos grupos de la región Cundí-boyacense, el sur de Colombia y los valles interandinos, poseían una agricultura artesanal y de tipo comunal, subordinada a un programa de consumaciones donde el “jefe” convierte los excedentes en prestigios mediante fiestas o rituales colectivos. Cf. Aldo Cardona. Formas de cooperación en las comunidades indígenas precolombinas. Tercer mundo: Bogotá. 1974. 250 Pg.25 Estabilidad y Dinámica Agrícola. Santiago Mora, Inés Cavalier y Luisa Turbay. Universidad de los Andes: Bogotá. 1992. 26 Las tecnologías precolombinas del Sur Colombiano utilizan terrazas de ladera y cultivos en “cañón profundo” siguiendo variaciones topológicas con fines de irrigación y manejo. Oscar Jacumanoy. Archaeological Research’s. Houston University Press: Texas. 1987. Pg 97.
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indígena no despliega un esfuerzo permanente según unidades de tiempo, sigue un ritmo
entrecortado de actividad según intuiciones puras sobre el clima o el terreno: un grado de
calor, un soplo de viento, cierta humedad del suelo, determinada luz del sol, la aparición de
una planta, disparan una acción libre y febril seguida de catatonias prolongadas. Es un
tornasol de actividades variables donde resplandecen algunos puntos álgidos de
aceleración, descargas intensivas de movimiento, instantes explosivos, detenciones bruscas,
puntos de ebullición verdaderamente imperceptibles para una mirada que busca
movimientos regulares según unidades homogéneas de tiempo27. Esta actividad inestable no
esta diseñada para mantener a ningún emperador. La queja del conquistador es siempre la
misma: “el Indio no sabe trabajar”.
2. El imperio
La muerte de este tipo de sociedad siempre llega del exterior. Poco importa si los
conquistadores llegan de Europa, de México o Perú. El sistema imperial quiebra la sociedad
indígena utilizando una doble pinza. La primera pinza articula una pirámide que hace
converger todos los flujos productivos hacia un centro que los acumula. El “modo” flexible de
explotación indígena es reemplazado por una producción sedentaria y simultanea; el ritmo
discontinuo de actividad es transformado en un trabajo homogéneo y regular. Para la Real
Audiencia, es imperioso que “el regimiento obligue a los indios a que labren, por cuanto
todas las sementeras y labores, cosechas, crianzas de frutos y hortalizas dependen de su
trabajo, sin haber, como no hay, otro recurso, es inexcusable el valerse de ellos por fuerza
siendo que por su voluntad ningún se acomoda a trabajar la tierra”28.
Pero solo la segunda pinza del sistema imperial le otorga su estabilidad. El imperio no solo
impone una nueva forma de organización, además crea una nueva forma de expresión
social. El sistema imperial establece un régimen enunciativo que codifica la actividad
indígena. Para que exista el excedente agrícola hace falta la captura de la actividad
productiva, pero además hace falta una codificación de esta actividad: “dar cuenta escrita de
los mantenimientos y los sembrados, el numero de indios y del que se precisa par mantener
los regimientos abastecidos”. No solo se impone una agricultura acumulativa, además se
27 Jean-Francois Boucher. Investigaciones Arqueológicas en la costa pacifica meridional de Colombia. Proyectos de Tumaco: Bogotá. 1970. 315 Pg. 28 Documento 1227. Carta del obispo de Santa Marta al Rey. 23 de mayo de 1559. Solicitud aceptada y confirmada según el Documento 1411. Del 12 de junio de 1540. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Freide. Vol. VII.
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crea una superficie de registro donde se acumulan para siempre los enunciados agrícolas.
Desde ese momento y para siempre, “las cosas de la tierra” se organizan en un corpus de
documentos.
Estamos frente a una mutación enorme en nuestra historia. Año 1559. No solo se impone un
hábito de cultivo continuo y homogéneo sobre los indios, si no que además se crea un
régimen de mandatos y disposiciones que reglamentan este hábito. De un lado tenemos una
transformación profunda a nivel tecnológico, del otro una alteración irremediable a nivel
expresivo. Es así como se realiza la fundación de una cultura agrícola. Una fundación que
pasa por una nueva organización de trabajo, pero sobre todo, por una nueva formación de
lenguaje. El control de los signos y de las herramientas constituye la soberanía del imperio.
Solemos imaginar que un día un genio indígena dejo caer unas semillas en un hoyo y de
pronto se iniciaron los cultivos de forma regular. Sin embargo, no existe ningún “deseo”
natural en los pueblos indígenas por asentarse y comenzar a cultivar. De hecho, la
agricultura acumulativa supone para ellos una pesada carga de tiempo y trabajo29. En el
Nuevo Reino, las colonias españolas no encontraron comunidades agrícolas fuertemente
constituidas, por el contrario, a partir de sus centros administrativos, impusieron el cultivo y
la metalurgia como modos específicos de producción. En este sentido, el campo y la
agricultura regular, no son el resultado de ningún desarrollo evolutivo en Colombia, son la
creación impuesta desde la ciudad y su magistratura. Movimiento forzado, y no progreso
continuo.
3. Las cosas de la tierra
La aparición de esta agricultura acumulativa y escrita, se nos presenta como un corte
irreductible en nuestra historia. Con la llegada del imperio español, por primera vez aparecen
“las cosas de la tierra” en la superficie del lenguaje escrito. Súbitamente emerge en nuestro
país un régimen de mandatos y disposiciones agrícolas que se acumulan de forma ordenada
en documentos de escritos. Sabemos que las formas de cultivo indígena jamás fueron
escritas por ellos mismos. En estas condiciones, era imposible un discurso regular sobre la
agricultura en nuestro país. Más bien se despliega una multiplicidad infinita de saberes
heterogéneos, fragmentarios, dispersos, perfectamente distintos en cada localidad. Con la
29 Marvin Harris. Caníbales y Reyes. Alianza. Madrid. 1977. Pág. 8.
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llegada del imperio español, de repente, surge una formación discursiva que engloba,
duplica, centraliza, unifica y distribuye esa multiplicidad.
Por ahora es suficiente con analizar la configuración inicial de esta formación discursiva. No
cualquier proposición agrícola puede circular en este espacio, existe una serie de códigos y
prohibiciones que determinan la forma de producción para cada enunciado agrícola.
Primero, existe un código de manifestación - que define las personas con la obligación o el
poder de emitir mandatos agrícolas -; segundo, existe una código de designación - que
define la forma como se deben construir los enunciados sobre las “cosas de la tierra”-;
tercero, existe una posición de implicación - que define el campo estratégico donde los
mandatos y las descripciones se inscriben cobrando eficacia social -. Todo este régimen
enunciativo esta perforando con líneas de resistencia que confunden las posiciones, alteran
los códigos y despliegan contra-estrategias.
3.1 Personas inteligentes en cosas de la tierra.
Durante el siglo XVI, solo algunos individuos tienen el derecho de hacer descripciones
agrícolas fieles y verdaderas, recibiendo de esta función su prestigio, y de rebote,
otorgándole a cada descripción su garantía de veracidad30. Existe todo un régimen que
prescribe el estatuto y la función para aquellos individuos que pretendan ser sujetos
“inteligentes en cosas de la tierra”. Solo los sujetos acreditados por el ámbito imperial están
facultados para describir una comarca31, elevar una solicitud32, disponer sobre las “labranzas
que han de hacerse”33. En la “Instrucción y Memoria” del 27 de febrero de 1579 se solicita
que “se haga en todas las tierras del Reino la descripción para su buen gobierno y
ennoblecimiento”34. La misma instrucción prescribe que esta descripción solo se haga por
“personas inteligentes en cosas de la tierra” garantizando que sea “fiel” y “verdadera”.
30 Primero se crean los espacios, los códigos impersonales que van a determinar la posición de los sujetos, la asignación de las funciones, la distribución de las individualidades, y posteriormente, unos individuos precisos vienen a llenar estos agujeros que les pre-existen, adaptándose y acostumbrándose a cumplir la función (en el sentido dramático del termino) que les fue asignada. 31 Documento 1119. 27 de febrero de 1579. Pg 270. En: Fuentes documentales para la historia del reino de nueva granada. Juan Freide. Tomo VII.32 Los españoles sin cargo o los “naturales” solo pueden quejarse o denunciar a través de un procurador (Documento 8), un capitán (Doc. 9, 13, 14 y 15), un alguacil (Doc. 10), un protector (Doc. 41, 42 y 43), o un juez (Doc. 11 y 12). Cf. Fuentes coloniales para una historia del trabajo en Colombia. Germán Colmenares. Universidad de los Andes: Bogotá. 1968.33 Auto del presidente Andrés Venero de Leiva sobre la prestaciones de los indios a sus encomenderos. Santa Fe, 1 de junio de 1565. En: Fuentes coloniales para una historia del trabajo en Colombia. Germán Colmenares. Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 181 Pg.34 Documento 1119. 27 de febrero de 1579. Pg 270. En: Fuentes documentales para la historia del reino de nueva granada. Juan Freide. Tomo VII.
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Únicamente “el clérigo presbítero, cura o vicario de la ciudad”, “el alcalde ordinario” o “el
escribano publico”, están autorizados para ejecutar adecuadamente una descripción
“agrícola” de este tipo35.
Es necesario estar “sujeto” a la burocracia imperial para ser un sujeto “inteligente en las
cosas de la tierra”. Pero eso no es todo. El mandato agrícola no solo sitúa al emisor como
autoridad, si no que además señala el destinatario. Cuando su majestad Felipe II, “el
prudente”, ordene a sus hombres que “para que no vivan como viven de acarreos, mejor
convendría usar de los moradores de esas tierras para que labraren y cultiven granjerías de
todas suertes” 36, se produce una transformación instantánea en el cuerpo indígena. La
proposición de usar los indios para cultivar la tierra no es únicamente una frase, es una
consigna que interviene de forma directa los cuerpos indígenas. Y no para darles una nueva
cualidad, puesto que ellos ya tenían las suyas, sino para crearles un nuevo atributo, una
nueva manera de ser. Estamos frente a un acto del habla que decreta sobre determinados
cuerpos determinada actividad. De repente, se crea dentro del cuerpo indígena un sujeto
agricultor. Y aunque falta mucho para que exista el “agricultor”, desde ese momento y para
siempre se comienza inventar esa nueva subjetividad.
Si existe una plaza de poder, si la posibilidad de emitir mandatos agrícolas esta codificada
dentro de un régimen enunciativo, es porque del otro lado se dibuja una contra-función, una
imposibilidad. En el otro polo de las “personas inteligentes en cosas de la tierra” podemos
encontrar a todos los idiotas que deben cumplir efectivamente sus mandatos. También ellos
tienen su función y su plaza, también existe sobre ellos un código, no para validar sus
descripciones, ni para justificar sus órdenes, sino para garantizar el mínimo de poder que les
corresponde. El indio, mas adelante el campesino, dibujan esa contra-figura asimétrica e
invertida de las personas inteligentes en cosas de la tierra. Y no hay duda que estas dos
figuras se comunican, ¿quién puede ser mas inteligente en cosas de la tierra que un
campesino?, y a su vez, ¿no tiene algo de indio todo aquel que se precia de ser inteligente
en estas cosas?
35 Documento 1120 del 27 de febrero de 1579. En: Fuentes documentales para la historia del Reino de Nueva Granada. Juan Freide. Tomo VII36 Documento 331. Real cédula dirigida a Gracia de Lerma. 12 de Mayo de 1532. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Friede. Vol. II.
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3.2 Describir las cosas de la tierra.
No basta con gozar de una posición acreditada para emitir enunciados agrícolas. Además se
necesita una técnica precisa para estos enunciados sean fieles y verdaderos. Entre los
sacerdotes este ejercicio incluye el silogismo, la retórica y la exégesis bíblica37; entre
personas “inteligentes en las cosas de la tierra” implica un conocimiento de los autores
antiguos y la interpretación de los signos para describir lo visto. En 1579 el alcalde de la
provincia de Santa Marta responde a la solicitud de describir sus tierras: “hay en algunas
partes frutos como los guayabos que es una fruta a semejanza de manzana, la hoja de este
árbol es como de durazno, el árbol es más grande que el naranjo y su fruta dicen que huele
a chinches”, “hay también un árbol de dos estados en alto, cuya hoja parece a la del primer
género de Dioscoriles salvo que es mucho mayor y la raíz es en forma de zanahoria”38.
Este alcalde perdido en las indias se ve obligado a utilizar un código preciso en su
comentario. Casi en el mismo momento (1589), un sacerdote español escribe en sus
“Principios de Agricultura”: “la abundancia de una tierra se conoce por sus signos, señales y
semejanzas”, así como “ciertas plantas son señal indudable de buena tierra”, también es
“señal de la bondad de la tierra estar cubierta de frutales y hierbas”39. No importa si la
persona que observa y describe la tierra es un cura aficionado al cultivo o un alcalde
ordinario en las Indias. De cualquier manera, durante esta época una descripción verdadera
necesita utilizar las semejanzas como modo especifico de ver los objetos y los signos como
forma regulada de nombrarlos. Interpretar los signos y encontrar sus semejanzas, constituyo
la técnica de observación de las cosas y la forma de presentación de las palabras, que,
caracterizo durante el siglo XVI, la manera más “erudita” de designar la realidad40. Por fuera
de este régimen de lenguaje cualquier proposición carece de significado.
3.3 Proteger los indios - aumentar sus sembraduras.
37 Según Renan Silva “durante el inicio colonial el sermón constituye un ejercicio de saber y una técnica de presentación de ese saber, por fuera de los cuales la oratoria pierde sentido”. Cf. El sermón como forma de comunicación y como estrategia de movilización en el Nuevo Reino de Granada a principios del Siglo XVII. Seminario de Historia de América Latina. Sant-Antony College: Oxford. 1992.38 Ib ídem39 Padre Gabriel Alonso de Herrera. Principios de Agricultura. Libris XVI. 1580. Citado En: La agricultura en tiempo de los Reyes Católicos. Maria Oliveros y Julio Jordana. 1968. Madrid. INIA. Pg 75-76.40 De manera deliberada hemos simplificado la forma del saber durante el siglo XVI. Según el historiador Michel Foucault esta estructura superpone la semiología (conjunto de técnicas que permiten ubicar los signos, definirlos y conocer las leyes de su encadenamiento) y la hermenéutica (conjunto de técnicas que permiten interpretar los signos y descubrir su sentido). En un plano único las signaturas y similitudes se limitan y se definen recíprocamente acogiendo la adivinación y la erudición como formas constitutivas del conocimiento. Cf. Las palabras y las Cosas. Michel Foucault. Siglo XXI: México. 1978. 26-49 Pg.
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Durante el siglo XVI, al menos en nuestro territorio, toda proposición sobre las “cosas de la
tierra” que pretenda ser verídica para sujetos distintos, debe cumplir con dos condiciones
mínimas: no puede venir de cualquiera y no puede estar construida de cualquier manera.
Pero esto no es suficiente, además debe inscribirse en una línea estratégica de fuerza.
Describir las “comarcas” o aumentar las “sembraduras” son tácticas precisas dentro de una
estrategia imperial de dominio. Cuando la Corona advierte la acelerada disminución de la
población indígena sabe muy bien que se arriesga a perder no solo el suministro de Oro, si
no la fuente de abastacemientos para sus pueblos. Esta circunstancia histórica posibilita la
competición entre dos series enunciativas distintas creando un punto de difracción a partir
del cual las series divergen. De un lado están los enunciados que buscan proteger la
población indígena y del otro los que intentan aumentar el abastecimiento para los pueblos.
Muchas veces el afán de aumentar las sembraduras, disminuye el numero de indios, otras
tantas la necesidad de aumentar los indios, disminuye las sembraduras.
Las ordenes de Felipe II prohíben que “se queme, se ahogue o se ahorque los indios del
Nuevo Reino, impiden “que se críen lebreles para perseguirlos o cazarlos”, se oponen a que
se siga “empalándolos vivos, aperreándolos, cortándoles las manos, las narices, las tetillas o
colgándolos de los garrones”41, por el contrario pide que “no se les haga mal tratamiento en
sus personas”42, para que “cultiven y labren la tierra y hagan sementeras”, y “los que
permanezcan ociosos, holgazanes y vagamundos, que se les alquile para trabajar en
labores de campo y obras de ciudad”43, porque “allende se conservaría y aumentaría el
patrimonio real y se seguiría contratación para las minas que es lo más sustancial”44.
Básicamente la Corona intenta codificar la fuerza desbordante de las primeras hordas
conquistadoras sobre los indígenas. Un indio muerto no vale nada, escapa a toda relación
de sumisión. La Real Audiencia intenta codificar los puntos móviles donde se ejerce el
poder, creando nuevas figuras de control: “corregidores” y “protectores”. Estos deben evitar
la explotación desordenada de los indios, repartirlos adecuadamente, y procurar “que no se
les saque de su temple y se les lleve a trabajar en otro lugar”45, “que no se les haga daño, ni
41Documento 2155 del 7 de febrero de 1574. Documento 2055 del 31 de diciembre de 1572. Documento 68 del 3 de febrero de 1551. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Friede.42 Documento 2150. Cédula Real del 28 de diciembre de 1574. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Friede. Vol. VII.43 Ordenanzas de 28 Noviembre de 1558. En: Fuentes coloniales para una historia del trabajo en Colombia. Germán Colmenares Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 44 Documento 64. Cédula Real del 12 de noviembre de 1548. Pg 187 En: Fuentes documentales para la historia del nuevo reino de granada. Juan Friede. Vol. I.45 El protector de indios pide que no sean conducidos a trabajar en las minas de montusa. Cácota de Suratá, 7 de abril de 1690. En: Fuentes coloniales para…Germán Colmenares. Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 117 Pg.
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se les obligue a trabajar de manera excesiva o en servicios personales”46, “por que así se
disminuyen y empobrecen, dejando los pueblos sin sustento y sin quien haga sus labores”47.
Paralelamente emergen las disposiciones para aumentar “labranzas” y “sembraduras” que
buscan abastecer los pueblos y sus minas. Se ordena a los caciques “que obliguen a los
indios bajo su mando para que cada año hagan veinte anegas de sembradura de maíz y lo
siembren y lo beneficien”48, los encomenderos deben “mandar que siembren la menestra
todos lo años hasta poner el fruto de ella en poder de los oficiales de la real hacienda”49, En
la Sabana “cada doce de cien indios, deben sembrar una anega y media de trigo o cebada,
una anega de garbanzos, arroz, caña dulce e lino”50. A los indios de Urabá “se les ha hecho
plantar naranjos, limas, plátanos, granados y árboles de la tierra y hortalizas que antes de
nada criaban”51. En Antioquia, se ordena a los nativos que “cada un año hagan dos
sementeras, y de cada cosecha saquen dos almures de maíz de sembradura para cada una
y lo beneficien y lo recojan”52, se multa a los dueños de ganados que destruyan los cultivos53,
se obliga a los encomenderos para que “labren con sus bueyes y sus indios la tierra
sembrando lo que mejor se diere en la tierra donde se hubiere de sembrar”54.
4. Desviaciones y resistencias
Si hay posiciones definidas para pronunciar los mandatos agrícolas, si hay códigos precisos
para construirlos, si hay un campo estratégico donde deben inscribirse, es porque por fuera
de estos códigos, estas posiciones, estas estrategias, estallan múltiples partículas insumisas
que perforan el régimen enunciativo desfigurándolo. En el Nuevo Reino “los indios no se
dejan sujetar, queman los pueblos y se van a los montes”, “andan ociosos sin quererse
46 Real cédula por la cual se ordena que no se lleve a los indios a trabajar contra su voluntad. Madrid, 23 de marzo de 1568. En: Ídem. Pg 51. 47 Cédulas reales del 28 de junio de 1578. En: Ídem... Pg 194.48 Acuerdo 2 de Octubre de 1554. En: Libro de Acuerdos de la Real Audiencia (1551-1556). Archivo Nacional de Colombia: Bogotá. 1947.49 Acuerdo 30 de octubre de 1554. En: Idem. Pg 204. [La anega o fanega es una medida que varía entre 0.6 y 0.8 hectáreas según la región del Reino].50 Auto del presidente Andrés Venero de Leiva sobre la prestaciones de los indios a sus encomenderos. Santa Fe, 1 de junio, de 1565. En: Fuentes coloniales para... Germán Colmenares. Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 181 Pg.51 Resumen de la carta del licenciado Vadillo a su Majestad. Cartagena 15 de septiembre de 1537. En: Documentos inéditos para la historia de Colombia. Juan Friede. Vol. V.52 Ordenanzas del visitador Francisco Herrera Campuzano para la provincia de Antioquía. Idem.77 Pg.53 Auto del visitador obando sobre el daño que causan los ganados de Juan de Velasco en las labranzas de los indios. Somondoco, 4 de Abril, 1621. En: Idem. 241 Pg.54 Auto del presidente Andrés Venero de Leiva sobre la prestaciones de los indios a sus encomenderos. Santa Fe, 1 de junio, de 1565. En: Idem. 181 Pg.
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ocupar”55, “no les gusta labrar”, “huyen de los españoles y de los trabajos con que son
cargados”56, “se niegan a ser trasladados”57, a ir a misa, a pagar tributos, a trabajar, a
reproducirse, a obedecer, sin contar con aquellos que combaten por más de 200 años
evitando ser “reducidos a pueblos agrícolas” [Chilimías, Motilones, Guajiros, Andaquíes,
Cajambres, Calidonios, Cunacunas, etc.]58. En todos los puntos donde se ejerce el poder se
suscitan resistencias. El problema se complica cuando emergen fugas donde la ley no podía
prever. Los esfuerzos violentos por crear una población sedentaria y agrícola engendra
nomadismos desconocidos. Paradójicamente los indios pasan de ser conquistados a ser
conquistadores “Se van a las montañas con sus hijos y mujeres”59.
Y comos si fuera poco. Las ordenes de la corona son desviadas por sus mismos
funcionarios, “con poco temor de Dios Nuestro Señor y menosprecio de la Real Justicia”, los
jueces60, capitanes61, nobles vecinos62 y hasta curas63, se encargan de “ocultar los indios y
llevarlos a trabajar en tierra caliente”64, “describir las tierras a su amaño y según su antojo”65,
“destruir labranzas de maíz, algodón, háyales y otras legumbres del sustento”, “maltratar y
descuartizar los indios dejando los pueblos sin oficio” 66, etc. etc. Las posiciones acreditadas
son pervertidas, los códigos utilizados para describir deformados, las órdenes son burladas.
Al punto que la historiografía moderna considera las órdenes y disposiciones de esta época
como “un grupo de intenciones inoperantes” 67. Por más que se esfuerce el sistema imperial
55Cédulas reales del 28 de junio de 1578. En: Fuentes coloniales para una historia del trabajo en Colombia. Germán Colmenares. Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 194 Pg.56 El capitán Francisco Perdigón da cuenta de la fuga de más de 25 indios. Guatavita, 13 de julio de 1628. En: Fuentes coloniales para…. Germán Colmenares. Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 99 Pg.57 Los indios del pueblo de Boyacá se niegan al traslado. Boyacá, mayo 2 de 1602. En: Idem .Pg 207. 58 Cf. Relación del estado del Virreinato de Santafé. 1760. En: Relaciones e informes de los gobernadores de la Nueva Granada. Tomo I. Banco Popular: Bogotá. 1981. Pg 123. 59 El visitador Juan Suárez de Cepeda da a conocer verbalmente a los indios del río de oro sus derechos y obligaciones, 17 de abril, 1578. En: Ídem. Pg 190.60 Cf. Fernando Mayorca. La Audiencia de Santa fe en los siglos XVI y XVII. Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. 1991. Pg 352-372. 61 El protector de indios denuncia el abuso del Capitán Mateo Jaime Calderón. Mogotocoro, 1650. En: Fuentes coloniales para…. Germán Colmenares. Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 276 Pg. 62 Acusación de Francisco Pérez de Esquivel contra el mestizo Juan Rodríguez por maltratar los indios. Mariquita, 1576. En: Ídem. 194 Pg.63 Alonso de Rodas y Carvajal se opone a que se concedan indios Mitayos al presbítero Miguel de Heredia en vista de que “dicho sacerdote hace daños y trabajos y malos tratamientos a los indios”. Santa fe de Antioquia, 8 de Octubre de 1618. En: Ídem... 217 Pg. 64 Autos contra Diego Gómez Fuentemayor y Atonto Gómez de Cetina por ocultar y llevar indios a trabajar a tierra caliente. Mariquita, 2 de junio, 1600. En: Ídem... 205 Pg.65 El visitador Juan Suárez de Cepeda da a conocer la correcta descripción de la provincia de Tamalameque, 17 de abril, 1578. En: Ídem. 190 Pg.66 Auto del visitador Obando. Somondoco, 4 de abril de 1621. En: Ídem. 242 Pg.67 Germán Colmenares. Fuentes coloniales para...Universidad de los Andes: Bogotá. 1968. 7 Pg.
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en ser rápido y diligente, siempre resulta horadado por fuerzas beligerantes en su exterior y
debilitado por usurpaciones incontrolables en su interior.
20
II. Visión Clásica
El fomento de la agricultura
Durante el siglo XVIII la pantalla de enunciados agrícolas se distribuye de una forma
completamente diferente. El periodo colonial produce una serie heterogénea de
proposiciones agrícolas que no dependen del estado. La agricultura deja de ser asunto
exclusivo de gobierno - pobres ojos enceguecidos por el poder - para convertirse en un
saber informal de dominio público. De repente se dibuja todo un campo de argumentaciones
teóricas y prescriptivas que no derivan de ningún poder central. Se trata de un campo
enunciativo muy disperso, pues atraviesa indistintamente textos de economía, agricultura,
comercio, política, no se trata de una “ciencia” en sentido estricto, pues permence muy por
debajo del umbral alcanzado por la botánica de la época; y sin embargo, es un terreno del
conocimiento con una consistencia propia y un interés coherente de racionalización.
Estamos frente a un acontecimiento imborrable en nuestra historia. Una grieta definitiva con
fecha exacta. Año 1750. Por primera vez en nuestro país la agricultura emerge como un
objeto visible, reconocible, nombrable, identificable y mesurable por un discurso “ilustrado”
que no depende directamente del poder gubernamental. De pronto, un grupo de civiles
encuentra la posibilidad de hablar sobre la agricultura definiendo aquello de lo que hablan y
otorgándole un estatuto como objeto de Saber.
1. Condiciones de aparición para el fomento agrícola.
Esta forma de expresión en la agricultura nace bajo condiciones históricas muy precisas. El
siglo XVIII ve aparecer una nueva forma de riqueza con una nueva forma de materialidad.
Las mercancías y el dinero surgen como flujos sin territorio que manan sobre el mundo
atravesándolo de lado a lado. Los excedentes agrícolas han dejado de ser simples
“abastecimientos” para convertirse mercancías que circulan de un territorio a otro. Ante el
derrame desequilibrado de mercancías, corre enloquecido el dinero, y detrás la tierra, los
bienes, las personas. Flujos incontenibles que lo arrastran todo. Bajo estos flujos en transito
el poder “imperial” conocerá su decadencia. Los territorios del rey entran en la esfera de la
propiedad privada. Aparecen clases comerciantes e ilustradas que acumulan fortunas y
remplazan las castas imperiales. Se dibuja una nueva geografía social donde el poder del
“rey”, su forma de gobierno se problemátiza. Los políticos y administradores del Reino se
21
esfuerzan buscando reconstruir el poder del estado tanto como se pueda. El problema será
inventar códigos precisos para imponer un sentido a los flujos que se escapan. El poder se
reorganiza, se racionaliza, en lugar de intentar hacer converger todos los flujos hacia un
centro que los acumula, como hacían los viejos estados imperiales, las “monarquías
ilustradas” inventan códigos específicos para los flujos que se le escapan. Este tipo de
“gobierno” no depende de una unidad que lo controla todo, emerge como un efecto de
conjunto cristalizando los deseos particulares (gremiales, comerciales, familiares,
individuales) en una línea de fuerza que intensifica y dirige cada cosa gobernada68.
Desde finales del siglo XVII, Federico II en Prusia, Catalina “la grande” en Rusia, José II en
Austria, Luís XIV en Francia, los Borbones de España y mas tarde Carlos III69, impulsan la
creación de gobiernos “ilustrados” cuyo objetivo es “el conocimiento perfecto de los medios a
través de los cuales los Estados se refuerzan, duran y crecen”. Este objetivo conlleva una
doble necesidad: por un lado se requiere un conocimiento “perfecto” de los recursos, las
rutas, los habitantes, sus costumbres, sus modos de subsistencia, sus inclinaciones morales,
etc. Todo un saber que los gobernantes clásicos llamaran “estadística” o “aritmética política”.
Y por otro lado, es necesario que las leyes estatales pierdan su rostro coercitivo, dejando de
ser elementos restrictivos, para convertirse en estrategias positivas que combinan tácticas
multiformes de fomento y dirección70. Los virreyes de la Nueva Granada agrupan estas
“tácticas” bajo el nombre de “asuntos de gobierno” o “policía interior del Reino”71; y por
extraño que parezca, es al interior de estos tratados “de policía” que aparecen las primeras
argumentaciones coherentes sobre el fomento agrícola en nuestro país.
Surgen así nuevas prácticas de control y fomento en el virreinato. Primero, crece la
preocupación por los contactos y las rutas: al mismo tiempo que se busca acelerar la
circulación de los productos de la tierra, se intenta controlar los caminos obligando el paso
de las mercancías por segmentos privilegiados. Segundo, crece la importancia de la
propiedad privada y el valor de su renta: los espacios lisos de no’ man lands, open fields,
terrenos comunales, serán estriados en un paisaje de parcelas codificadas en un catastro.
Por ultimo, aparece la necesidad de administrar y ordenar la población de cara al trabajo
rural como soporte de toda riqueza. Ordenar, fomentar, administrar, son prácticas de control 68 Cf. Los análisis de Deleuze-Guattari sobre el Urstat. Capitulo III. El Anti-Edipo. Paidos: Barcelona. 1985. Pg 224. 69 Richard Herr. España y la Revolución del siglo XVIII. Aguilar: Madrid. 1975. Pg 7.70 Cf. Los análisis de Michel Foucault sobre esta nueva forma de gobierno. La Gubernamentabilidad. Espacios de Poder. N° 6. La Piqueta: Madrid. 1981. 71 Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I y II. BBP: Bogotá. 1989.
22
social desconocidas hasta este momento, que dibujan una nueva geografía para el
virreinato, y constituyen las condiciones de posibilidad para que surja la agricultura como un
objeto de Saber en las colonias.
1.1 Codificar los flujos
La economía del virreinato esta atravesada por paradojas. La primera es global: acelerar el
libre comercio y al mismo tiempo proteger la balanza interna. Esta paradoja será resuelta
con un código mercantil que impone un flujo de un solo sentido: Europa produce las
mercancías elaboradas mientras sus colonias las materias primas72. La producción de
materias primas se sectoriza en las colonias mientras se fomentan las fabricas en España.
Este código mercantil será aplicado por el gobierno español desde 172473. Sin entrar en la
clasificación de los “sabios economistas” de la Nueva Granada, habría que decir que sus
propuestas buscan ajustarse sobre este modelo. El gobernador de la Provincia de Santa
Marta explica que su “primer pensamiento” para mejorar la economía del virreinato “fue ir
aficionando a los habitantes de estas regiones a las fabricas”, "pero reflexionando más sobre
el asunto”, considero que “la principal atención del Gobierno debe ser fomentar la
agricultura en estos países (…), porque la política exige que las Américas provean a
España de los frutos que sus tierras producen, y que España se los retribuya con
manufacturas para emplear así a todos con respeto de ambos países y mantener las
dependencias”74. Se ve bien porque los “economistas” coloniales fueron calificados como
fisiócratas, y no como comerciantes75; su interés en fomentar el cultivo deriva de unas
condiciones históricas muy precisas.
La segunda paradoja de la economía virreinal será local: aumentar los contactos
comerciales y al mismo tiempo evitar su proliferación desmedida. Esta tensión será resulta
con un código que impone un flujo mercantil de sentido común: por un lado corren los
productos legalizados por el impuesto, por otro las mercancías que se arriesgan en el
exterior del contrabando. Y es precisamente en este exterior donde se produce la dinámica
72 Se construyen así las bases de un intercambio desigual característico en las economías del tercer mundo. Cf. Samir Amin. El desarrollo Desigual (o El Capitalismo Periférico). Ciencia marxista: 1980. Pg 16, 144-148. 73 Cf. Richard Herr. España y la Revolución del siglo XVIII. Aguilar: Madrid. 1975. Pg 41.74 Antonio de Narváez y la Torre. Provincia de Santa Marta y Río Hacha del Virreinato de Santa fe. 1778. En: Escritos de Dos Economistas Coloniales. Banco de la República: Bogotá. 1965. Pg 25-26. 75 Quisiéramos mencionar solo a Don José Ignacio de Pombo, un “fisiócrata” (¡!) según los historiadores criollos era el más grande comerciante del Nuevo Reino con contactos en Cádiz, México, las Antillas, Quito, Guayaquil y Lima. Cf. Prologo. Ídem.
23
comercial del virreinato. Los comerciantes criollos poseen vínculos de sangre en el gobierno
virreinal, son descendientes de las primeras generaciones venidas a América, pero están
decididos a enriquecerse por fuera del aparato estatal. Se trata de un fenómeno de
consistencia entre nodos de polarización local. Las harinas llegan de contrabando a
Cartagena, se intercambian por oro sin amonedar, con el oro se compran esclavos, los
esclavos se venden por el doble de su precio en el sur del país. Además se contrabandean
telas, carnes, aguardiente, tabaco, azúcar y otros “géneros comestibles”. Este circuito puede
dar cuenta de “una partida de paños” que sale de Cádiz, llega a Guadalajara, entra por
Cartagena, pasa por Mompox, viaja a Popayán, sigue por Quito, y finalmente se pierde en
Lima76.
La red comercial del virreinato no depende de ninguna instancia central, crece por
conexiones marginales que evitan todo el tiempo un control gubernamental. Lo que cuenta
no es su potencia de recorrido, aunque sea inmensa, si no su capacidad para expandirse y
ganar consistencia sin necesidad de un centro. Los circuitos de este tipo hacen fluir
mensajes y mercancías por conductos esencialmente inestables y fortuitos, y sin embargo,
configuran un medio consistente cuyo centro es inencontrable. Aquí solo importan las líneas
torcidas que se trazan mientras se recorren, no los puntos a los que se llega. Esta senda
periférica es prolongable en todos los sentidos, y aunque no tenga origen ni destino,
cualquiera la puede seguir. Las mercancías fluyen de una ciudad a otra, no permanecen en
ningún punto “muerto”, se mueven como un hilo de agua sinuoso por pasillos discontinuos y
caprichosos. Podemos imaginar una existencia cualquiera siguiendo estos pasos y
recorridos, bajando por un declive estrecho, volviendo a subir por el repliegue complicado de
una montaña, atravesando la corriente de un rió, dejándose llevar, cambiando de sentido,
reposando un instante en un paraje desconocido, pero solo como un puente fugaz para
mantenerse fluyendo en otra dirección.
La administración central no deja de intentar bloquear este movimiento. Se crean bodegas y
sitios de control por todas partes, “con prodiga mano multiplica jueces y comisionarios que
celen la costa, caños y caletas del mar, otros los caminos de tierra, y otros el río Magdalena
y el Cauca” 77. Se busca crear un sistema vertical y jerárquico que permita codificar el
comercio ilícito y al mismo tiempo acelerar el flujo de mercancías por canales privilegiados.
76 Cf. Germán Colmenares. Terratenientes, Mineros y Comerciantes. Carlos Valencia Editores: Bogotá. 1980. 111-115 Pg. 77 Defensa del Gobierno del virrey Eslava hecha por el oidor de la Audiencia de Santa fe. 1 de Octubre de 1751. Op.cit. Tomo I .BBP: Bogotá. 1989. Pg 69-72.
24
Es así como el “fomento de la agricultura” pasa por el arreglo y el control de los caminos del
virreinato. Por eso “Se promueve la fabrica de puentes, caminos, tambos y mesones para
dar salida a los frutos bajo el cuidado del estado”78. No es extraño entonces que los
administradores hablen de fomento agrícola y se entreguen al recuento de caminos, “siendo
la principal causa de la carestía con que llegan los frutos, la terrible aspereza de los caminos
que embarazan el tráfico. No habiendo de esta manera providencia que valga para el
fomento de la agricultura”79.
De cualquier forma las mercancías que corren sin impuestos arrojan mucha más ganancia.
Para los “respetables” granadinos el beneficio del contrabando recompensa su riesgo.
Mientras el estado virreinal se queja porque “los subalternos continúan disimulando los
fraudes”, los “comerciantes” dan rienda suelta a su creatividad: “fabrican barcos en astillero
con los que intentan cambiar sus efectos de tabaco y cacao en las colonias Holandesas por
los ríos que se incorporan al Orinoco”80, “abren los fardos y marcamados para introducir
efectos ilícitos sin que se pudiese conocer esta malicia por la destreza con que vuelven a
coserlos por las mismas puntadas”81. Este flujo mercantil es tan intenso que revienta los
códigos arrastrando en su recorrido trozos del sistema centralizado que intenta controlarlo.
Por un circuito imperceptible de conexiones más o menos móviles, más o menos aleatorias,
más o menos silenciosas, se propaga un flujo descodificado que juega un papel
determinante en la transformación de la sociedad colonial.
1.2 Distribuir el territorio
Si los excedentes agrícolas son una mercancía, entonces el campo no es para que un noble
señor pasee cazando ciervos. En toda Europa desaparecen los espacios lisos y abiertos, se
inicia la época de los cercados que transforman las tierras sin cultivar un territorio estriado
de parcelas. En Francia los agrónomos se quejan de “las tierras confundidas” donde “se
tiene que esperar para sembrar a que los vecinos hayan terminado sus labores”82. En
Inglaterra las leyes vendrán presionadas por comerciantes de ciudad que convierten los
grandes terrenos de los LandLords en eficientes Merchant Farms83. En España se dividen
78 Idem. Pg 99. 79 Relación del estado del Nuevo Reino de Granada. 1789. En: Op.cit... Tomo I .BBP: Bogotá. 1989. Pg 449.80 Idem. Pg 71.81 Idem. Pg 70.82 François de Neufchâteau. Des ameliorations dons la paix doit être l’epoque, An V. 1797. Citado En: François Dagognet. Revoluciones Verdes. Hermann: París. 1973. Pg 8-10. (Trad. Esp. Luís A. Palau. 1998.)83 Carlos Marx. El Capital. FCE: México. 1970. Pg 720.
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los terrenos baldíos en unidades productivas, quien desee explotarlos deberá pagar una
renta al ayuntamiento84. En el virreinato las nuevas generaciones de comerciantes se quejan
porque “los hombres medianamente acomodados del reino, por mercedes antiguas, se
consideran dueños de inmensas tierras que no labran ni permiten que otros las cultiven,
quedándose yermas, sin que el común ni los particulares logren las ventajas de la
agricultura”85. En Antioquia, el oidor Mon y Velarde advierte que “los mismos que tienen
estas mercedes, si reflexionaran bien, deberían procurar su repartición, pues hallándose hoy
a larga distancia de toda población, no tienen mas que el triste consuelo de poseerlas en un
papel”86.
No se trata de una “reforma agraria”. El gobierno virreinal se propone “arreglar las tierras
como propiedades divididas para el fomento de la agricultura”87. Se busca transformar una
superficie abierta, sin límite ni costanera, en un territorio dividido que permita una renta
diferencial por comparación de parcelas y una renta absoluta por acumulación de terrenos.
En aquella época, el virreinato era un mar de tierra sin dimensiones claras. Aquí se puede
viajar hacia todos los lados y transitar en todos los sentidos, la única referencia es la línea
tenue que une el cielo con la tierra. En estas grandes superficies la mesura no existe. Los
transeúntes viven y viajan atentos a una orientación que carece de constantes, aquí las
direcciones cambian de sentido según los colores de la vegetación, la inclinación de una
colina, la humedad del aire, la textura de la tierra, el rumor de una cascada. Navegación
compleja y sutil, que no extrae referencias del panorama, porque no se hace delante ni
dentro del paisaje, sino en él, a fuerza de ocuparlo. Las autoridades del virreinato se
proponen transformar este espacio inconmensurable en un territorio métrico, sedentario,
medible, comparable.
Mientras los hombres de gobierno intentan dividir la tierra al máximo para repartirla como un
territorio de parcelas. Sus habitantes la pueblan sin dividirla con un número máximo de
parches ocupando una superficie abierta y no atribuible. Y es que la vida se expande de
modo disforme o informal, como la hierba, sin contar con las autoridades. Un parche de
84 Richer Herr. Op. cit. Pg 73-100.85 Instrucción que deja a su sucesor el Virrey D. Manuel Guirior. 1776. En: Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I .BBP: Bogotá. 1989. Pg 299.86 Documento N° 13. “Tierras de Antioquia”. En: Bosquejo Biográfico del Señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. 1785-1788. Tomo I. Banco de la República: Bogotá. 1954. Pg 194-196.87 Relación del estado del Nuevo Reino de Granada, que hace el Arzobispo Obispo de Córdoba a su sucesor el Excmo. D. Francisco Gil y Lemos. 1789. En: Op.cit. Pg 411.
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mandioca, plátano, maíz, cacao o coca, crece todos los días, pero en los parajes más
insospechados y menos comprensibles. Los desheredados del virreinato siempre han
creado y ocupado el espacio con otro código y con otras leyes, inestables por maestría y
vagabundos por necesidad, estas gentes surgen en cualquier punto y en todos lados, en
cualquier pliegue, en las riveras de un rió, en las laderas de un canon, en la cima de una
montaña, en un despeñadero, en los lugares más innombrables, mas microscópicos, en toda
ondulación encuentran una grieta, un resquicio, un bosquecito, un islote desconocido donde
montar un rancho y reproducirse. Extraña forma de poblar la tierra con parches inconexos
cuya génesis o planificación es del todo indescifrable. Por contagio brotan fragmentos
toscamente cultivados, sin límites definidos, y además transitorios, cada retazo de cultivo
puede aparecer o desaparecer si el suelo empobrece, si sube un rió, si crece el bosque. Es
como una erupción de manchas sin dimensiones exactas y en todas las direcciones. Aquí
todo es móvil, un rancho de bareque es desmontable como una tienda de campaña, una red
de pesca es una hamaca que se cuelga en cualquier parte, un toldillo hinchado por el soplo
del viento es como una vela para navegar sobre esta superficie de fragmentos amorfos.
El cultivo aquí no conoce “frontera”, crece sin destino y en cualquier parte, muchedumbre de
puntos-parches creando un espacio abierto de enlaces indefinidos y donde el recorrido
puede hacerse de infinitos modos. Es apenas lógico que se tenga que redistribuir el
territorio, para fomentar la agricultura en una dirección. La “composición” de tierras se
convierte en una pieza clave dentro del fomento agrícola. Un nuevo código catastral será
impulsado desde los centros Administrativos88. La reorganización del espacio colonial será
guiada por el nuevo grupo de comerciantes y mineros89. En la costa Caribe, por ejemplo, los
comerciantes de Cartagena legalizaron más de 260 mil hectáreas gracias a su capacidad
monetaria, pagando por tierras que antes no poseían90. En los valles interandinos eran
menos frecuentes las grandes acumulaciones de tierra; sin embargo, en Antioquia por
ejemplo, el 70 % del territorio era para el placer de 23 comerciantes, el 9 % de toda la
población91.
88 Germán Colmenares. Terratenientes, Mineros y Comerciantes. Carlos Valencia Editores: Bogotá. 1980. 49-51 g.89 Ibíd.90 Hermes Tovar. Op.cit. Pg 17-40.91 Ann Twinan. Mineros, Comerciantes y Labradores. 1763-1810. Medellín: 1985.
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1.3 Administrar la población
Todas las reflexiones económicas de la época encuentran un punto en común: exigir una
nueva capacidad de la población. Un renombrado fisiócrata de la época afirma: “Tanto vale
el hombre, como tanto vale la tierra. De aquí se sigue que el principal bien es tener hombres
y el segundo poseer la tierra”92. Un famoso utilitarista contesta: “un país estará bastante más
favorecido si tiene a su disposición la mayor riqueza de una población trabajadora”93. “! Que
nadie este ocioso!” es el grito de batalla del ministro de comercio Español94. Por orden de
este ministro se encarcela doce mil vagos para “enviarlos a las riberas del Orinoco buscando
emplearlos en el cultivo de la tierra”95. Carlos III ordena “que todos los vagos sean
empleados en cosas útiles”96 creando innumerables pueblos y colonias agrícolas97. La
ociosidad del vago y la del noble se hace muy visible durante la época clásica. Por primera
vez, se inicia una separación sistemática entre los enfermos, los desamparos y los
impedidos. De repente la caridad se considera “no solo un deber cristiano, sino un cuidado
propio del gobierno para separar los muchos holgazanes con disfraz de mendigos”98. La
beneficencia publica será redefinida “para conseguir hacer útiles a los ociosos y criminosos
disfrazados con trapos de mendicidad y alimentar los que verdaderamente están impedidos
para trabajar”99.
El periodo colonial expande las luces de la razón separando y distinguiendo todo lo confuso.
Estamos frente a un conjunto de prácticas múltiples y enmarañadas cuyo objetivo común es
una nueva gestión de los espacios y las poblaciones. Es preciso disolver todos esos
espacios difusos que impiden la entera visibilidad de las cosas, las gentes, los oficios. Los
administradores del virreinato se intranquilizan con esos lugares oscuros y confundidos que
protegen una manada peligrosa de bandidos, vagos e insidiosos. Se inicia una política de
ordenamiento poblacional bajo el principio de oficio y domicilio fijo. El gobierno virreinal
pretende evitar a toda costa “que haya dispersos en rancherías pues viven como bárbaros
92 Mirabeu. L’ Ami des hommes. 1758. Pg 22. Citado En: Historia de la locura en la época clásica. Tomo II. Michel Foucault. FCE: México. 1967. Pg 108. 93 Turgot. Carta a David Hume. 1767. Œuvres. Pg 584 –665. Citado En: Ibíd... Pg 109. 94 Bernardo Ward. Obra Pía. Citado En: Jean Sarrailh. Op. cit. Pg 530.95 Bernardo Ward. Obra pía. Ibíd. Pg 514.96 Real orden de Carlos III del 7 de Mayo de 1775. Cf. Jean Sarrailh. op.citp. Pg 537.97 Desing and Implementation of the accounting and control system of the new settlement of Sierra Morena and Andalucia. Revista Española de Financiación y Contabilidad. Vol. 34. 126. Julio-Septiembre 2005. pp. 709-729.98 Instrucción que deja a su sucesor el virrey D. Manuel Guirior. 1776. En: Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo II. BBP: Bogotá. 1989. Pg 311.99 Relación del estado del Nuevo Reino de Granada que hace el arzobispo de Córdoba. 1789. En: Ibíd... Tomo I. Pg 421.
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sin religión y sin Rey”100. Los administradores criollos proponen “arreglar las mal situadas
poblaciones y fundar otras bajo aquellos principios que se dirijan a la perpetuidad de las
propiedades divididas, para el fomento de la agricultura y la prosperidad del comercio, y
finalmente para tener el Gobierno conocimiento pleno y datos ciertos sobre que fundar sus
especulaciones y providencias”101.
Es sobre estas nuevas formas de organización social donde el discurso del fomento agrícola
encuentra un lugar efectivo de articulación. No es una coincidencia que el virrey proponga “el
fomento de la agricultura con el arreglo de la población”102. Como tampoco es extraño que
los “Pensamientos sobre agricultura” contengan disposiciones para arreglar la población y
las ordenanzas para “el fomento agrícola” aparezcan en tratados de “policía”103. El fomento
de la agricultura aparece fuertemente ligado con una política de ordenamiento que busca
reorganizar el mundo virreinal. Todos en el virreinato saben que “Sin agricultura no puede
haber comercio, y sin una población laboriosa no puede haber agricultura. El Comercio, la
Agricultura y la Población, son como tres eslabones o anillos, es necesario que se unan
como los tres lados de un triángulo”104. Don Pedro Fermín explica que “el cuerpo político
puede compararse con un árbol, sus raíces son la agricultura, el tronco la población y las
ramas el comercio”105. Y de nada sirve una raíz buena con un tronco podrido. Sea utilizando
una imagen botánica, o una figura geométrica, el fomento agrícola aparece fuertemente
ligado a una nueva forma de organización social. La agricultura y la población se relacionan
simultáneamente como instrumento y efecto: efecto porque la agricultura se retrasa con el
desarreglo de la población; instrumento porque fomentar el cultivo permite ordenar la
población.
2. Los sabios ilustrados en agricultura
100 Documento N°19. El señor Oidor Visitador de Antioquia da cuenta, con el proyecto que para componer todos los caminos de aquella provincia, ha formado. En: Ibíd... Pg 75.101 Relación del estado del Nuevo Reino de Granada, que hace el Arzobispo Obispo de Córdoba a su sucesor el Excmo. D. Francisco Gil y Lemos.1789. En: Op.cit. Pg 411.102 Relación de D. Francisco Gil y Lemos. 1789. En: Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo II. BBP: Bogotá. 1989. Pg 14.103 Documento N°20. “Prevenciones sobre la policía”. Numerales 18-29. Pg 116-118. Documento N°34. “Lo que debe promover el procurador general”. Numerales 15-25. Pg 240-242 En: Bosquejo Biográfico del Señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. 1785-1788. Tomo II. Banco de la República: Bogotá. 1954. 104 Antonio de Narváez y la Torre. Op.cit. Pg 42.105 Pedro Fermín de Vargas Sarmiento. Memorias sobre la Población del Reino. 1789. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura: Bogotá. 1986. Pg 132.
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Acelerar y controlar los circuitos para los productos de la tierra, distribuir y disponer los
terrenos con fines agrícolas, administrar y ordenar la población de cara al trabajo rural. A
partir de estas prácticas se entretejen un conjunto regular de enunciados, denominados con
el nombre un tanto anodino de fomento agrícola. Se trata de un acoplamiento entre
regimenes locales de enunciación que crea una nueva forma106. Esta nueva forma de
expresión no es solo una forma de hablar, es ante todo un campo de Saber bien constituido:
con una lógica propia, delimitando un objeto de conocimiento, y creando funciones para los
sujetos que lo pronuncian. Poco a poco se dibujan unos emplazamientos vacíos para
aquellos individuos que, durante un momento, funcionan como sujetos calificados para
hablar de fomento agrícola. Y es por un deseo de prestigio, dinero, conocimiento o poder -
no importa cual -, que algunos individuos ocupan estos lugares, pero que los ocupen o no,
no es un asunto que dependa de ellos, puesto que su emplazamiento esta definido de
antemano por un discurso colectivo. Este discurso establece que solo aquellos individuos
encargados o interesados en codificar el comercio, distribuir el territorio, ordenar la
población, sean sujetos aptos para emitir proposiciones sabias o ilustradas, es decir
verdaderas, sobre la agricultura colonial.
No cualquiera puede hablar sabiamente de agricultura durante la época colonial. Solo los
“nobles vecinos” que “han visitado varias provincias del virreinato, y conocen las relaciones
de comercio que pueden tener recíprocamente, según sus frutos, la calidad de sus
pobladores y la extensión de sus tierras”107 están acreditados para hablar de agricultura
verdaderamente. Y no es que se arroguen este derecho porque conocen esto, al contrario,
es porque conocen esto que pueden arrogarse aquello. Según el sabio Francisco José de
Caldas, “solo los sabios y los hombres de letras quienes conocen el virreinato
verdaderamente, la porción más pequeña pero la más preciosa de la sociedad, es la que
debe cuidar del fomento de la agricultura”108.
106 En topología, el acoplamiento de regimenes locales es uno de los mecanismos esenciales para la creación de nuevas formas. Cf. Estabilidad estructural y morfogénesis. Rene Thom. Gedisa. 1973.107 Pedro Fermín de Vargas Sarmiento. Pensamientos políticos sobre Agricultura. 1789. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura: Bogotá. 1986. Pg 29-30. 108 Francisco José de Caldas. Obras Completas. Unal: Bogotá. 1966.
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Comerciantes sabios en geografía, sabios geógrafos patrocinados por comerciantes,
políticos y administradores ilustrados, una minoría selecta que reclama su papel como
jueces, médicos y pastores de la sociedad Granadina. Son estos sabios quienes se
autoproclaman como los más indicados para diagnosticar los males de la agricultura colonial
y prescribir los remedios. Para ellos “hay cosas en que la autoridad del Rey nada puede,
como establecer un ramo de industria o desterrar practicas perjudiciales en la agricultura”109,
únicamente un sabio puede “obrar más con sagacidad que con mandatos, contemporizando
con la rusticidad del indio, pagando bien sus primeros productos, agasajándole, elogiándole,
formando sus ideas con dulzura, afirmando sus pasos vacilantes y haciéndole creer que
marcha con firmeza y sin apoyo” 110. Los Sabios ilustrados del virreinato proponen
organizarse en Sociedades Civiles, “astros luminosos de benéfico influjo”, que llevaran la luz
de la razón a las comarcas desterrando la oscuridad de la ignorancia. Desde muy temprano
se sabe que “el primer medio que se presenta para el adelantamiento de la agricultura es el
establecimiento de una Sociedad de Amigos”111. La creación de semejantes corpúsculos ya
se había iniciado en España siguiendo el ejemplo de Dublín y Zurich112. Allí se “reúnen los
talentos de los buenos y celosos patriotas de cada provincia para esparcir las luces del
conocimiento, enseñando a unos el apropiado cultivo, estimulando y premiando a otros, y
formando en todos la verdaderas ideas de la felicidad temporal”113.
Las Sociedades de amigos son grupos civiles “celosos de la riqueza pública y del bien
social” que interrogan, registran, prescriben y proponen el mejor funcionamiento de la
colonia. Son agrupaciones que se atribuyen, sin delegación de un poder superior, la tarea de
fomentar y mantener en orden la agricultura virreinal. En 1801 se inaugura la Sociedad
Patriótica del Reino de Nueva Granada, encabezada por Mutis y secundada por Caldas, su
objetivo principal es “fomentar la agricultura y cría de ganados, la industria, el comercio y la
policía, las ciencias útiles y las artes liberales”114. Esta sociedad pretende multiplicarse y
distribuirse por todo el país esparciendo el saber y “observando de cerca los defectos de la
109 Francisco José de Caldas. Obras Completas. Unal: Bogotá. 1966. Pg 211.110 Ib ídem.111 Pedro Fermín de Vargas Sarmiento. Pensamientos políticos sobre Agricultura. 1789. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura: Bogotá. 1986. Pg 29-30. 112 Cf. La historia de estas sociedades En: Jean Sarrailh. Op.cit. Segunda Parte. Cáp. IV y V. 113 Diego Martín Tanco. Discurso sobre la materia propuesta al fin del N° 13 del Papel Periódico. En: Papel Periódico de Santa fe de Bogotá. Banco de la República: Bogotá. 1978. Tomo II. Pg 188. 114 Estatutos de la Sociedad Patriótica del Nuevo Reino de Granada. En: Federico Gredilla. Biografía de José Celestino Mutis y sus Observaciones sobre las vigilias y sueños de algunas plantas. Plaza & Janes: Bogotá. 1982. Pg 182.
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agricultura, la imperfección de las artes y la languidez del comercio”115. Este ojo vigilante se
encarga de comprobar si la población rural trabaja o no, investiga la distribución de las
tierras y se cerciora de que sean cultivadas, verifica si los caminos están arreglados y
proponen como arreglarlos. En resumen, se trata de la instancia encargada de afirmar que
cosa es adecuada o correcta para el fomento de la agricultura, comprobando si sigue o no el
recto camino de la razón, haciendo visibles sus irregularidades y sus problemas,
determinado el modo de corregirlas y definiendo el sentido de su progreso.
3. Ordenar la población para fomentar la agricultura y viceversa
A partir de una nueva distribución territorial, una nueva codificación comercial, a nueva
política de ordenamiento, se construye todo un régimen de expresión sobre la agricultura
colonial. Y sin embargo, para que este campo de saber tenga un efecto real sobre la
agricultura, para que este conjunto de argumentaciones y prescripciones se aplique de forma
efectiva, para que alcance un verdadero índice de eficacia social, hace falta que muerda un
terreno rugoso, oscuro, movedizo. De entrada, el virreinato de la Nueva Granada será
observado como el más fértil de América y al mismo tiempo como el más pobre. Por un lado,
“¡aquí el oro no se saca por arrobas si no por cargas!”116, y sin embargo, todo permanece “en
la ultima desolación, los comercios ociosos, vacuos los oficios, todos abatidos y en una
lamentable pobreza. Lo referido parece un enigma o fábula de irrisión, pues este es uno de
los reinos más ricos”117. Los ilustrados del virreinato no se cansan de alabar “su prodigiosa
extensión de terreno y su maravillosa fecundidad”118, por doquier “se ven fertilísimos valles,
cuya abundancia pide la mano del hombre más para coger que para trabajar”119. Y por otra
parte, “todo se halla atrasado, el estado actual dista poco del que hallaron los
conquistadores. Una inmensa extensión de territorio sin cultivo y cubierta de bosques que
existen desde el diluvio”120.
115 Diego Martín Tanco. Op. cit Pg 189. 116 Pedro Fermín de Vargas Sarmiento. Pensamientos políticos sobre agricultura, comercio y minas del virreinato de Santa fe de Bogotá. 1789. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura: Bogotá. 1986. Pg 17. 117 Informe rendido por el Mariscal de Campo D. Antonio Manso como Presidente de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada sobre su estado y necesidad en el año de 1729. En: Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I. BBP: Bogotá. 1989. Pg 27.118 Pedro Fermín de Vargas. Memorias sobre la Población del Reino. 1789. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura: Bogotá. 1986. Pg 133.119 Relación del estado del Nuevo Reino de Granada, que hace el arzobispo de Córdoba a su sucesor el Excmo. D. Francisco Gil y Lemos. 1789. En: Ibíd... Pg 410.120 ídem. Pg 29.
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De cualquier manera, para los sabios “ilustrados” del virreinato, el atraso de los campos
tiene una causa única y precisa: “la aversión invencible al trabajo propia en los naturales de
estas tierras”121. En este virreinato “la facilidad con que se mantienen las gentes las hace del
todo inútiles. El maíz, el plátano, la carne o el pescado, lo encuentran alrededor de sus
hamacas sin trabajo alguno. Todo cuanto les rodea los hace indolentes y perezosos.
Tampoco tienen que buscar vestuario porque de ordinario viven desnudos.” 122.Y para colmo,
“el clima concurre a formarles este carácter ocioso, porque siendo tan cálido disipa las
fuerzas y hace repugnante el trabajo. Al mismo tiempo todos logran de vivir sin trabajo en
una tierra que prodiga sin fatiga el sustento; y sin ambiciones, sin lujo, ni emulación, viven
entregados al desorden y la ociosidad mas reprensible”123. Así las cosas, el calor no deja
trabajar y para que trabajar cuando todo se consigue tan fácil. Como dice el poeta: ¡Y tanta
tierra inútil por escasez de músculos! pero como trabajar cuando es tan bello ver fugarse los
crepúsculos.
A juzgar por los documentos históricos la población sobre la cual debe apoyarse la
agricultura colonial no es un mar de laboriosos campesinos. El virrey explica que “Bastaría
delinear un abreviado mapa de la población del Reino para que se conociera la confusión y
el desorden en que viven estos montaraces. Mientras los fertilísimos valles se hallan yermos
y sin habitantes, las montañas ásperas y estériles se pueblan con hombres escapados de la
sociedad para vivir sin ley ni religión, eligiendo a su amaño y sin la intervención del Gobierno
el lugar de vivienda”124. Si tenemos en cuenta que “solo la vigésima parte de todos los
habitantes del Reino habitan en centros poblados”125, cabe preguntarse quienes son los
Otros. Mientras “los hombres acomodados perseveran arraigados en sus posesiones; los
otros, que forman el mayor número de habitantes libres, hacen propiamente una población
vaga y volante, nómadas que transmigran como con la facilidad que les concede el poco
peso de sus muebles y el ningún amor a la pila en que fueron bautizados, lo mismo tienen
donde mueren que donde nacieron, y en cualquier parte hallan lo que dejaron.”126.
121 Antonio de Narváez y la Torre. Op.cit. Pg 45.122 Pedro Fermín de Vargas Sarmiento. Pensamientos políticos sobre agricultura, comercio y minas del virreinato de Santa fe de Bogotá. 1789. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura: Bogotá. 1986. Pg 25. 123 Antonio de Narváez y la Torre. op.citp... Pg 45.124 Ibídem. 125 Informe rendido por el Mariscal de Campo D. Antonio Manso como Presidente de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada sobre su estado y necesidad en el año de 1729. En: Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I. BBP: Bogotá. 1989. Pg 30.126 Ibíd... Pg 411.
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Lo verdaderamente inquietante es el contagio de esta “antigua y arraigada libertad de vivir a
sus anchas”, con el tiempo, “los hijos van imitando fielmente a sus padres, y solo crece el
número de inútiles vasallos que a largos pasos se van precipitando en la barbarie de los
primeros habitantes. Con semejante genero de vida, una población numerosa es en realidad
un mostró indomable que a todo lo bueno se resiste”127. Este mostró indomable se componía
de 725.000 cabezas. El 82 % de la población libre en 1776128. Mestizos, zambos, pardos y
cuarterones. Hombres “de todos los colores” con “una corta sementera, estando la mayor
parte del año sin ejercitarse en el cultivo”, la mayoría “se alquila por tiempos y hacen oficios
varios, pero nunca en un mismo lugar y por ese motivo se hacen inaprensibles”129. Es un
enjambre sin forma y ni permanecía, un torbellino de cabezas que corre de aquí para allá sin
territorio ni oficio. Pescadores, muleros, mazamorreros, vaqueros, zambullidores,
aserradotes o peones, y cuando la ocasión lo amerita, bandidos, a juzgar por el testamento
de un tal González, que dejo en 1770 “una silla Jerónima, una daga, un machete, una batea,
una hacha, una atarraya con plomada, un azadón y 20 patacones de oro”130. Multitud de
desocupados, inquietos, violentos, buscando una cosecha, una entresaca, una fiesta que
ofrezca bizcocho y aguardiente.
El campo Colombiano es como un queso Gruyere, un espacio agujereado del cual surge un
pueblo inquietante. Por doquier proliferan “toda clase de mal entretenidos sin renta ni
labranza, que viven ociosos en paseos, diversiones y riñas, vagando por lugares
sospechosos, manifestando una conducta holgazana sin aplicación al cultivo, que si lo
tuvieron algún día ya lo olvidaron, hoy viven entretenidos en tabernas y juegos consumidos
en los placeres de una vida voluptuosa”131. De cada orificio emerge un “mulato ocioso no
sujeto a ningún patrón”, un “negro liberto sin oficio ni vivienda fija”, un “mestizo indolente sin
afán de laborar”; y mientras tanto las calles se pueblan con “peleadores y bebedores sin
oficio”, “viajeros de origen desconocido y espíritu ambulatorio”, “desocupados voluntarios
dispuestos a dilapidar la fortuna familiar en una vida fácil”, “jóvenes díscolos e
irresponsables, sin ejercicio honesto y con un genio intrépido, provocativo y orgulloso,
conocidos solo por sus lances sobre los vecinos”132. Sin duda que los buenos somos más,
127 ídem. Pg 411.128 Padrón General del virreinato del Nuevo Reino de Granada. En: Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I. BBP: Bogotá. 1989. Anexos.129 Archivo General de la Nación. Curas y Obispos. Tomo 48. num. 105. fol. 229225v. 1776-778. Bogota. 130 Germán Colmenares. Terratenientes, Mineros y Comerciantes. Carlos Valencia Editores: Bogotá. 1980. Pg 159.131 Archivo del Cabildo de Medellín. Real cedula sobre el exterminio de vagos. Tomo 46.1790. Tomo 70. 1805. 132 Cf. Juan Jurado. Vagos, pobres y mendigos en la provincia de Antioquia. UNAL: Medellín. 1999.
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pero estos son más intrépidos, más provocativos y más orgullosos. Ocultos en todas las
esferas de la sociedad, permanecen agazapados y dispuestos a dar un salto para
agredirnos.
Hacia la mitad del siglo XVIII nadie entiende como estas hordas de “mal entretenidos” y
“azotacalles” inundaron el virreinato, y sin embargo, ahí están, diríamos que cada mañana
su número va en aumento. El virreinato presenta “por todas partes la imagen del descuido, la
ignorancia y la ociosidad más reprensible”. Entonces “lo que falta en el reino es dar ordenes
– dice Francisco Moreno y Escandón - para que la gente se emplee útilmente, se haría un
notorio servicio a la república libertándole de esta holgazanería, sacando efectos
provechosos de los habitantes, destinándolos al cultivo de las tierras y fijándolos en sitios
oportunos, (…..) Todo esto, aunque parece perteneciente al gobierno de policía, concierne
directamente al fomento de la agricultura”133. Se hace necesario entonces “arreglar las
poblaciones y fundar pueblos agrícolas con tantas gentes errantes, para tener conocimiento
la autoridad de cómo viven”134.
Vemos claramente como el discurso del fomento agrícola aparece articulado sobre una
práctica policial135. Fomentar el cultivo implica sedentarizar al vagabundo, fijándolo al trabajo
agrícola, y obligándolo si no a la prosperidad, por lo menos a la propiedad privada como
fundamento de cualquier actividad productiva. No hay mejor instrumento para lograr una
población sedentaria y con un oficio fijo que obligarla a cultivar “su parcela”. El Saber del
fomento agrícola se encarga de mostrar y demostrar cual es el mejor instrumento para
sedentarizar la población rural, y en ese mismo movimiento, hace visible una masa ociosa
como objeto de una política de ordenación.
Será en la provincia de Antioquia donde esta política tome su forma ejemplar. Don Mon y
Velarde, llegado a la provincia luego de liquidar a los comuneros, en sus “prevenciones de
policía” dicta una cátedra sobre fomento agrícola: “La agricultura hasta aquí ha sido mirada
con poco aprecio – explica Don Mon – aunque debería ser fomentada como que es el
133 Estado del virreinato de Santa fe, Nuevo Reino de Granada, por el Dr. D. Francisco Antonio Moreno y Escandón. 1772. En: Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada. Tomo I. BBP: Bogotá. 1989. Pg 204.134 Ibíd...135 La “Policía” no es una institución o un departamento de estado durante el siglo XVIII, es más bien una técnica, un dominio y una manera de “administrar las cosas”. Durante la época clásica la ciencia administrativa es enseñada con el nombre de Polizei en Alemania, Liber de Politia en Italia, Precisiones para Policía en España y Elementos de Policía en Francia. Cf. Michel Foucault Omnes et Singulatim. Revista Le Debat. Gallimard: París. N.41 Sep-Nov 1986. Pg 5-35. (Trad. Esp. Luís A. Palau Medellín. 1989.).
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fundamento de la industria y del comercio”. Para este fin “deberá mandarse y celarse que
todos los que se mantengan vagos se dediquen a la profesión de agricultores”, “se deberá
mandar que todos siembren y cultiven huertas de hortalizas según la calidad del terreno” y
“para que esto se maneje con toda actividad y se tengan noticias correspondientes”,
“deberán elegirse en cada comarca Diputados de Agricultura quienes tendrán en su
respectivo territorio nomina de todos los cosecheros, dando cuenta del que sea ocioso para
su castigo y escarmiento” 136.
Los Diputados de agricultura “visitan las rozas para saber que siembra cada uno,
haciendo que se queme y deshierbe cuando corresponda; vigilando que todos tengan las
herramientas precisas, y no permitiendo que las empeñen, ejerciendo las veces de un
protector y un defensor de su gremio”. Emerge en el paisaje una figura inédita hasta ese
momento. El Diputado de agricultura más que un sabio ilustrado en agricultura, es un
funcionario de gobierno que se encarga de distinguir y controlar los ociosos en las regiones
rurales, denunciándolos ante el alguacil, obligándolos al trabajo, separando los verdaderos
inútiles, y sobre todo, codificando la información necesaria que permita conocer la realidad
rural a las autoridades137. Con el Alcalde, el regidor, y el procurador general de cada
provincia, los diputados de agricultura conforman una Junta de Agricultura que se reúne:
“los primeros domingos del mes a tratar asuntos relativos a la agricultura, procurando su
mayor fomento haciendo que todos cultiven sus tierras, será inspección de la junta introducir
el arado, conducir semillas nuevas, y excitar la codicia de los labradores para que tomen
afición a sus faenas”.
Las Juntas de Agricultura protegen, vigilan, estimulan y castigan el rebaño de “labradores”,
que por lo demás es inexistente pues precisamente se trata de crearlo a partir de una
población ociosa y vagabunda. Son órganos de vigilancia y control que funcionaran hasta
mucho después del periodo colonial. En 1835 eran más de 40138. Se trata de una amplia red
policial que debe llevar “la noticia de los habitantes, sus cualidades, estados, oficios y
facultades, que tierras tiene cada uno, si las cultiva y la hace fructificar, que produce y que
136 Documento N°20. Ordenanzas formadas para el gobierno y arreglo de Antioquia. “Prevenciones sobre la policía”. Numerales 18-29. Pg 116-118; Documento N°34. Ordenanzas o Constituciones que se deben observar por el cabildo de la villa de Medellín. Numerales 15-25. Pg 240-242. En: Bosquejo Biográfico del Señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. 1785-1788. Tomo II. Banco de la República: Bogotá. 1954. 137 Desing and Implementation of the accounting and control system of the new settlement of Sierra Morena and Andalucia. Revista Española de Financiación y Contabilidad. Vol. 34. 126. Julio-Septiembre 2005. pp. 709-729.138 Archivo Histórico de Antioquia. El constitucional. Numero 107. Enero 11 de 1835.
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frutos podría producir, si en las inmediaciones hay tierras realengas”. Es manteniendo una
vigilancia estrecha sobre las personas, ejerciendo este poder, que las Juntas construyen
poco a poco un saber sobre la agricultura. Saber para poder y poder para saber más. “Es de
este modo agradable y suave, como se hallara una agricultura prospera en pocos años, con
la ignorancia desterrada, y las gentes ahora idiotas y dadas al ocio aplicadas al trabajo” 139.
Imaginamos que el trabajo agrícola es una herencia atávica en el campesino. Suponemos
que este personaje se levanto a trabajar con el primer sol de la humanidad. Sin embargo,
para que un habitante del campo sea efectivamente un trabajador del campo, se necesita un
conjunto de operaciones de largo alcance que deben domesticar su cuerpo y fijar su
potencia a un oficio determinado. No se ejerce automáticamente una labor por nacer en
determinado lugar. El “labrador” y su vocación agrícola solo existen gracias a una
dispendiosa intervención sobre la población rural. Solo con una mano férrea se consiguió dar
forma a una masa vagabunda, ruda e incestuosa. Una forma más útil, más asequible, más
dócil, más domestica si se quiere, pero también más plana, más sumisa, mas débil, más
regular y mas limitada. ¿Podría la política producir algo mejor?
Resulta por lo menos curiosa la constante denuncia de holgazanería en la provincia de
Antioquia – cuna de toda laboriosidad -. Es como si el carácter industrioso de sus habitantes
no existiera en la época colonial140. En Antioquia la holgazanería era “una peste” según el
visitador Mon y Velarde141. Pero si el problema es notorio, lo será más su enérgica solución.
La población Antioqueña experimento la ordenación más temprana y sin duda la más
ajustada de toda la colonia. Las disposiciones para ordenar la provincia de Antioquia - que
van desde perseguir vagos, pasando por crear casas de trabajo, hasta la división de las
viviendas en habitaciones separadas -, serán implementadas con vigor y eficacia por don
Mon en los pueblos de Amaga, Sabanalarga, San Bernardo de Borbón, Concepción de
Porce, Carolina del príncipe, Santa fe de Antioquia, Anzá, Rionegro, Medellín, Marinilla,
Guarne, San Pedro, Yarumal, Zaragoza, Remedios, Sopetrán, San Jerónimo, etc.
139 Bosquejo Biográfico del Señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. 1785-1788. Tomo I. Banco de la República: Bogotá. 1954. Pg 187-188. 140 “los naturales de la provincia miran con mucha desidia el trabajo del campo, consiguiendo alimentos a costa de muy poco no se esmeran en trabajar y permanecen ociosos casi todo el año”. Cayetano Buelta Lorenzana. Gobernador de Antioquia. 1778. Archivo Histórico Nacional. Mejoras Materiales, vol. 17.1778, Fol. 971-1029. 141 Incluso los “habitantes más laboriosos de la provincia [los mineros], con la sola noticia de una nueva mina abandonan con gusto su domicilio”. Documento N° 13. En: Bosquejo Biográfico del Señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. 1785-1788.
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Para quienes gustan de genealogías es aquí donde debe buscarse el origen del “espíritu”
Antioqueño: hombre respetuoso de la ley y de gran capacidad laboral. No pretendemos
juzgar la utilidad de crear un pueblo trabajador, nos alegramos de ello, pero es necesario
aclarar que el mito del origen judío, la disposición genética, o la fuerza espiritual, no son otra
cosa que construcciones simbólicas sin fundamento histórico142. Si el Antioqueño se
considera poseedor de un “espíritu laboral”, es precisamente porque sus posibilidades y
prohibiciones se despliegan sobre un “cuerpo” históricamente formado para el trabajo143.
Para crear un pueblo grave y serio como un carriel basta reprimir por algún tiempo esos
instintos que algún día fueron su placer: ociosidad, ebriedad, exuberancia, juego y
despilfarro. Y solo Dios sabe cuanta sangre cuesta forjar una “raza” de jornaleros, como
tampoco sabemos hasta donde puede llegar su resentimiento cuando fue esculpida al fuego.
III. Visión Romántica
La agricultura científica
“¿Cree usted que para entender la agricultura hace falta haber labrado uno su propia tierra o
haberse dedicado a engordar gallinas? ¡De ninguna manera! Lo que hace falta es conocer la
composición de las sustancias, la acción de la atmósfera, las diferentes clases de terrenos,
de minerales, la densidad de cada cuerpo, su capilaridad, ¡que se yo! Ojala que nuestros
agricultores supieran química, o por lo menos se inclinaran a seguir los dictados de la
ciencia”144. Tal es el acontecimiento. De repente surge un pequeño paquete de enunciados
que se distinguen del fondo y reclaman un estatuto propio de cientificidad. La agricultura
142 No se puede estar de acuerdo con la tesis de Luís Fajardo. En La Moralidad Protestante de los Antioqueños, cuando explica que el “fenómeno laboral de Antioquia” es una respuesta a la escasez de mano de obra durante la colonia. Explicación circular que supone lo que explica: ¿de donde vino entonces este aumento en la capacidad productiva cuando escaseaba la mano de obra? Seguramente de un impulso espontáneo en el alma como respuesta a la adversidad.143 Cada grupo social posee un “cuerpo” construido a través de su historia. Este cuerpo privilegia ciertas actuaciones, tolera otras, define los modos de comportarse, de hablar, de asearse, de trabajar. Cf. Michel de Certau. Revista Espirit. No 2. Febrero de 1992. (Trad. Esp. Rodrigo Zapata). 144 Monsieur Homais. Miembro de la Sociedad Agrícola de Rouen. Organizador de la primera feria agropecuaria de Yonville. Cf. Madame Bovary. Gustave Flaubert. Oveja Negra. 1986.
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deja de ser un asunto de campesinos, pobres ojos llenos de tierra, para convertirse en un
dominio formal de químicos y economistas. A partir del siglo XIX, la palabra agricultura no se
pronuncia en el mismo espacio, no pone en juego los mismos juicios, no cumple la misma
función, no se refiere a los mismos objetos, no la enuncian los mismos individuos; en
definitiva, a pesar de permanecer idéntica a si misma, es Otro su sentido. ¿Cómo pudo
suceder esto?
1. Condiciones de aparición para la agronomía científica
Imaginemos por un instante un sujeto que luego de una larga y constante experimentación
logra “descubrir” los “métodos científicos” para fertilizar el suelo y aumentar sus cosechas.
Imaginemos que este sujeto comienza a hablar de su “descubrimiento” en una época donde
no existe “el vegetal” como objeto de análisis, no existe “la producción” como noción
económica, no existe la escasez, puesto que “la tierra” es observada como una fuente
inagotable de riquezas. ¿Cómo y de que verdad puede hablar este sujeto en semejante
condiciones? No “basta con abrir mejor los ojos” para producir un discurso verdadero, no
basta con empeñarse en aclarar un problema para que surja un discurso científico. Se
necesita unas condiciones determinadas que surjan ciertas verdades.
Durante el sigo XVIII, ningún tipo discurso, ninguna observación empírica, ninguna reflexión
teórica, ningún saber cualquiera que sea, se ocupo de examinar las relaciones químicas del
suelo para aumentar las producciones agrícolas. Sencillamente porque durante el sigo XVIII
no existía el vegetal en relación con su medio exterior, no existían los procedimientos
químicos para modificar esta relación, no existía la noción de producción agrícola. Al
iniciarse el siglo XIX, estas variables están dadas. La Historia Natural, la Química y la
Economía, sufren una ruptura paralela y asincrónica que abren el espacio para las ciencias
que conocemos hoy como Biología, Química “inorgánica” y Economía Política145. En la
resonancia de estas tres líneas emerge un discurso agronómico que se pretende tan
científico como los otros. Es preciso que la “historia natural” se convierta en una ciencia de
los organismos vivos, que la química de las afinidades se transforme en una agroquímica de
los elementos simples, que la economía fisiócrata y utilitarista sea remplazada por una 145 “Se ha podido ver que en ciertos momentos de la historia el todo del saber occidental se recomponía”. Michel Serres. 1985. Hacer la Historia. Jaques Le Goff & Pierre Nora compiladores. Laia: Barcelona. “¿A que ley obedecen estas mutaciones que hacen que, de súbito, las cosas ya no sean percibidas, descritas, enunciadas, caracterizadas, clasificadas y fatigadas de la misma manera?.... esta abertura profunda debe ser analizada, pero no puede ser explicada, ni aun recogida en una palabra”. Michel Foucault. Las palabras y las cosas. Planeta: Barcelona. 1984.
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economía de las producciones, para que se produzca las condiciones históricas que
posibilitan la emergencia de un discurso científico sobre la agricultura.
En un texto de Economía Rural de 1850 encontramos una primera pista de las condiciones
que rodean la aparición de la agronomía científica. “La ciencia agronómica – escribe un
celebre agrónomo - descansa sobre la observación de los hechos, los registra, los discute,
busca explicarlos, predecirlos, en ese sentido hace parte de las ciencias físicas”146. Pero
resulta que en sus primeras horas esta ciencia es demasiado frágil, las “experiencias” que
observa y discute no son salvajes, por así decirlo, no vienen del exterior. “La agronomía –
dice un tratado elemental más bien reúne las nociones que otras ciencias propiamente
dichas como la química, la fisiología y la economía le pueden suministrar”147. Muy
humanamente la nueva ciencia no se atreve a caminar sola, sus ojos no resisten el
resplandor de los “hechos” desnudos, necesita donde apoyarse, los “hechos” sobre los
cuales “descansa” son filtrados por otras ciencias, “ciencias propiamente dichas”, más firmes
o más ciertas, que sirven como apoyo y condición para el nuevo discurso.
Si una ciencia que estudie los organismos vivos, sin unos procedimientos químicos que
permitan estimularlos, sin una teoría que aproveche su producción, no hay condiciones
históricas para el nacimiento de una agronomía científica. Seguramente que este nacimiento
esta presionado por las necesidades industriales del momento, por la amenaza de la
hambruna creciente, por la percepción del peligro poblacional. Pero si bien estas referencias
particulares pueden explicar las circunstancias del nacimiento, no dicen nada acerca de las
condiciones de su gestación. Desde luego, existe todo un conjunto de prácticas
institucionales y políticas sin las cuales este discurso jamás hubiera podido funcionar. Pero
por el momento es suficiente con observar sus líneas “teóricas” de formación. Veremos
como, a finales del siglo XVIII, se descodifican los conocimientos biológicos, químicos y
económicos, abriendo un espacio diferencial donde emerge una forma de expresión
científica para la agricultura.
1.1 La biología
146 J.B. Boussingault. Economie Rurale. Bechet Juene: Paris. 1851. Pg 2-5.147 Tratado Elemental de Agricultura. op. cit.
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Los historiadores competentes no se cansan de señalar que “la vida” no existe para el
pensamiento clásico. El naturalista clásico recorre la “escala natural de los seres”, describe
el “cuadro ordenado de la naturaleza”, pero jamás observa “organismos vivos”. Hasta finales
del siglo XVIII no existe una diferencia entre los seres vivos y las cosas. Lo vivo se prolonga
en lo inanimado, no existe una separación fundamental entre el viviente y el no viviente148.
Será precisamente un filósofo sumergido en lo infinitamente pequeño, quien lleve el mundo
clásico hasta su límite creando una “metafísica viviente”. Leibniz no solo renueva la
clasificación botánica a nivel lógico, replanteando la noción de individuo, inventa una
naturaleza “plena de vida” hasta en sus partículas infinitesimales. Frente a una materia
extensa, divisible y concreta, esgrime “un estanque fluido, undulante y continuo”, frente a
una naturaleza pasiva y posible, una fuerza orgánica activa y actual, frente a un organismo
pensado como gran maquina, un cuerpo viviente que envuelve infinitas maquinas
atravesadas como “arcabuces de viento”149. Para Leibniz el universo es un torrente continuo
de partículas vivas con “tendencias propias al avance”, y permanecería para siempre en su
loca carrera, de no ser por unas “fuerzas plásticas” que relacionan estas partículas evasivas
en “sustancias compuestas” llamadas organismos150. Según la bella formula del filosofo
Michel Serres: “con los mecanicistas el modelo de lo inerte invade uniformemente el dominio
del viviente; con Leibniz el modelo del viviente comienza a colmar infinitesimalmente el
dominio de lo inerte”151.
La metafísica “biológica” de Leibniz, su lógica Relacional, invade poco a poco el ámbito de
las ciencias. Gabriel Venel, el nuevo Paracelso, crea a partir de aquí una química vitalista
donde las “materias vegetales y animales” están compuestas por una “mezcla de
partículas” que se mantiene coherente por un “nudo” según su “relación propia”. Esta
relación propia a los organismos no es necesariamente un “principio vital”, pero tampoco se
reduce a las “leyes físicas” que rigen los “agregados” inertes152. También Bordeu, un novel
medico, utiliza este fondo metafísico para construir una fisiología donde “cada órgano
tienen una acción propia, y de la relación entre estas acciones, resulta el cuerpo”153.
148 Cf. François Jacob. La Lógica de lo Viviente. Salvat: Barcelona. 1986. Pg 33. 149 G.W. Leibniz. Carta a Bayle. 1696. Philosophie. Gerhardt. Pg 57. Citado En: Op. cit. Pg 15.150 “yo restrinjo la sustancia corporal, es decir, compuesta, solo a los vivientes, es decir, solo a las maquinas compuestas”. G. W. Leibniz. Carta a Arnauld. Octubre de 1687. Philosophie. Gerhardt. Citado En: Deleuze. op.citp... Pg 146.151 Michel Serres. Op cit. 1968. Pg 573-599. (Trad. Esp. Luís A. Palau C.)152 Grabriel- Francois Venel al igual que Diderot y Lavoisier, fue alumno de Hiliarie Roulle quien introdujo el animismo en Francia. Cf. Jaques Roger. Pour une histoire des sciences a part entière. Albin: Paris. 1995. Pg 252-271. (Trad. Esp. L. A. Palau. C.). 153 Theophile Bordeu. Investigation sobre las glandules. LXXXIII: Pg 29. Cf. Jacques Roger. Les Sciences de la vie la pensé française au XVIII siècle. Albin: Paris. 1993. Pg 614-654. (Trad. Esp. L. A. Palau).
41
Finalmente aparece Diderot, que no es fisiólogo, ni medico, ni químico, es casi filósofo.
Según Diderot bastaría un gran numero “de moléculas que se relacionen por un impulso
sordo y obtuso para producir un organismo”154. Retomado la fisiología de Bordeu, Diderot
imagina el cuerpo como una matriz descentrada donde “coexisten una infinidad de
voluntades, cada órgano tiene la suya”. Este enjambre, cuya “dilatación ideal puede ser
ilimitada”, es una madeja intensa que mantiene sin reunir sus fragmentos y que subsiste
cuando los órganos se desordenan. “Despojado de la organización usted podrá volver un
instante a esa sustancia blanda, filamentosa, informe, vermicular, más análoga a una
raicilla que a un animal y donde pensamiento y cuerpo se hacen uno”, por eso “la fiebre
puede producir la elocuencia en un imbécil”, “los sacerdotes no sienten los carbones
cuando se enajenan”, y “los gladiadores recitan lecciones de oratoria mientras mueren en
la arena”155.
Años después, esta visión delirante de los cuerpos impulsa una fuga que arrastra el
pensamiento clásico hacia un nuevo territorio. En los comienzos del siglo XIX, Lamarck lleva
aun más lejos la metafísica vitalista de Bordeu y la química del “nuevo Paracelso”. Lamarck
busca fundar una nueva ciencia que abarca “todo lo que es común a los vegetales y a los
animales” según “las primeras leyes de los seres vivientes”. Aparece una frontera donde no
se había visto ninguna, las “causas físicas” son el terreno de la física, pero los “efectos
vitales” reclaman una nueva ciencia. Para Lamarck, “lo que constituye la vida escapa a las
investigaciones físicas”156, pues “toda materia puede variar hasta el infinito en su estado de
combinación, pero después de cada modificación, por grande o pequeña que sea, la materia
obtendrá necesariamente un nuevo atributo derivado de su nuevo estado”157. Este atributo es
la vida. Un simple efecto de “posición”. La vida es un efecto de la materia en virtud de su
combinación, por eso la vida se distingue de la materia pero no a la inversa, puesto que
aquello de lo que se distingue no se distingue de ella.
Lamarck juega con un concepto paradójico desplazándolo en la frontera que él mismo crea.
Aunque el viviente este compuesto exclusivamente de materiales inertes, posee una
“organización” propia que le confiere potencialidades por completo diferentes. Mientras no se
haga intervenir este intermediario todo permanece oscuro: la vida en cuanto es vida, no 154 Ibíd... LII155 Ibíd... Pg. 108-110, 120-141.156 Jean Baptiste P-A conde de Lamarck. Historia natural de los animales vertebrados. Verdiere: Paris. 7 vol. Cf. Giulio Farsanti. El nacimiento de la biología. Pg 197-217. 1995. (Trad. Esp. Luís. A. Palau C.). 157 Jean Baptiste P-A conde de Lamarck. Hidrogeologie. Agasse et Mallaird: Paris. 1801. Cf. Giulio Farsanti. Op. Cit.
42
existe por fuera de la materia que se organiza; pero en cuanto existe, no se confunde con la
materia organizada158. De allí la relación inmanente entre la vida y el organismo. Para
Lamarck el “viviente” es el único capaz de organizar la materia, entonces la vida es causa de
la organización, pero al mismo tiempo, la materia organizada produce la vida, entonces la
vida es efecto de la organización. La organización es causa la vida al mismo tiempo que es y
sigue siendo su efecto. Con el organismo aparece por primera vez una visión Relacional del
viviente, ya no se necesita prolongar lo material hasta lo imaginario, sino topologizar su
materialidad. “La vida solo puede existir por relaciones activas entre los órganos - explica
Lamarck - y esta actividad es modificada por las causas externas” 159. Esta visión relacional
del viviente desemboca en lo esencial: plantear el problema de un medio de relación.
Lamarck imagina un medio de relación para los órganos (medio anatómico), transformado
por un medio de relación para los organismos (medio ecológico). Las relaciones entre el
interior anatómico y el exterior ecológico se influyen recíprocamente.
Dos series teóricas se insinúan a partir de este punto de difracción. La primera serie
transforma la “botánica” en una fisiología. El estudio de las plantas ya no se ocupa de sus
partes, sino de sus funciones, ya no “la flor” si no la fecundación, ya no la ‘raíz” si no la
nutrición. La segunda serie transforma la “historia natural” en biogeografía. Las plantas como
los animales, se insertan en un medio variable de condiciones ambientales que modifica su
constitución. Las “condiciones externas” aparecen como la principal causa de transformación
sobre las “funciones vitales”. Se pueden adivinar la conexión entre las dos series. El afuera
ecológico se repliega en el interior anatómico y el interior anatómico se despliega en el
afuera ecológico. “Innumerables hechos nos enseñan – escribe Lamarck– que cuando los
individuos cambian de situación, de clima o de habito, reciben nuevas influencias que
transforman poco a poco la consistencia y la proporción de sus partes y hasta su misma
organización”160. Aquí no hay posibilidad de una existencia aislada, cada cuerpo se despliega
en un medio ambiente y el medio ambiente entra en la naturaleza de cada cosa. De allí que
no exista un cuadro ordenado de la naturaleza, más bien se “ofrecen muchas anomalías o
158 Algunos años atrás Kant negaba la posibilidad de una ciencia para “la vida”, pero en sus obras de senectud introduce un extraño argumento: concíbase una habitación de la cual cobro su alquiler, entonces la habitación es causa del alquiler, ahora supóngase que la habitación se construye únicamente para cobrar su alquiler, entonces el alquiler es causa de la habitación, finalmente asúmase que es una construcción sin constructor, tiene un plano pero no un planificador, causa y efecto de si misma esta es la singularidad del viviente según Kant. Cf. Critica del Juicio. 65. Editorial Nacional: México. Pg 478. 159 Jean Baptiste P-A conde de Lamarck. Memoire de physique et d’histoire naturelle. Pg 255. Cf. Jacques Roger. Pour une historie des sciencies a part entiere. Albin Michel: Paris. 1995. Pg 252- 271. (Trad. Esp. Luís. A. Palau C.).160 Ídem. Capitulo VII.
43
desviaciones que no tienen ninguna apariencia de orden”, “ramificaciones, desvíos, series
irregulares”161.
Es necesario valorar la ruptura de este corte histórico. Para el saber “natural” del siglo XVIII
el mundo se presenta como un paisaje inamovible. Cada cuerpo o partícula esta localizado
en una región precisa, con una estructura reconocible y fija, entrelazado de forma estática en
un sistema de relaciones espaciales ordenando y uniforme. El físico naturalista solo tiene
que re-presentar esta imagen inmóvil en un lenguaje limpio y ordenado. Un manual de 1775
lo resume así: “percibir el orden de cada objeto tal cual y hacer de ello una pintura fiel”162. Al
iniciarse el siglo XIX, todo parece enturbiase. La naturaleza se torna fluida, es actividad pura,
un conjunto de agitaciones, un río turbulento de seres que se mezclan y se transforman en
un devenir sin límites ni descanso. La vida aparece como una capacidad plástica y
metamórfica difícil de clasificar, una fuerza orgánica y no mecánica difícil de re-presentar,
una potencia que produce una infinita diversidad de formas explotando las circunstancias
más cambiantes. En consecuencia, los organismos están presos de unas circunstancias
alterables y modificables. En el horizonte del conocimiento aparece la posibilidad de
desplegar el interior de los organismos para manipular mejor sus mecanismos. La vida es
manipulable mediante un juego de operaciones.
1.2 La química
Muy esquemáticamente se pude decir que la química clásica oscilaba entre dos regimenes
de competencia local. Según la primera dirección, las “afinidades’ entre los cuerpos
responden a una regla simple: lo semejante atrae lo semejante. En la otra dirección, los
cuerpos tienen un acoplamiento químico en virtud de sus formas y de sus figuras. Para unos
los cuerpos tienen una capacidad de elección y un poder de afinidad. Para los otros se
relacionan por choques mecánicos y acoplamientos entre sus formas. Según Junker,
químico alemán, “no es una suposición cuando decimos que existe afinidad el disolvente y el
cuerpo a disolver; la experiencia lo demuestra, el agua no disuelve la sal más que por la
afinidad con sus partes húmedas, y si la combustión le retira esa parte húmeda a la sal ya no
es soluble en agua” 163. Al mismo tiempo, Lemery, un químico francés, dice: “no se puede
discutir que una sal tenga figuras puntiagudas y por eso corta el agua. Todas las
161 Idem. Pg 167.162 Senebier. L’Art d’observer. Génova. 1775. t. II. Pg 93. En: François Delaporte. op.citp... Pg 27. 163 Juncker. Química. 1715. Op. cit.
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experiencias lo demuestran, basta con recurrir al gusto para percibir puntas muy finas en las
sales; pero una prueba más demostrativa es su cristalización en puntas” 164.
Esta es la ciencia química del siglo XVIII, al igual que hoy, reclama su legitimidad de las
experiencias y las observaciones165. La fuerza de atracción abre una grieta sobre este
terreno. Una “atracción mecánica” resulta un monstruo difícil de observar para los químicos
de la época. La química “newtoniana” atrae pero también repele. Aparecen apologistas como
Bufón, para quien las próximas generaciones podrán calcular las reacciones químicas con la
misma precisión que Newton calculó la trayectoria de los planetas. Y también disidentes
como Gabriel Venel, para quien “los físicos se limitan a lo que ven los asnos y los bueyes,
mientras el químico busca las cualidades íntimas, inmutables y eternas de los cuerpos”166.
Se abre todo un espacio problemático para la química. Quienes intentan explicar la “química”
a través de la “física”, no explican nada, borran de tajo el objeto específico de aquella.
Quienes invocan su particularidad, eliminan su carácter “físico”, se acercan demasiado al
lenguaje oscuro de la alquimia. Una solución de doble nivel se decanta: a nivel de los
cuerpos o partículas serán las fuerzas “físicas” las que primen, pero a nivel de los agregados
o “mezclas” serán más importantes la naturaleza de la sustancias. Bergman, un químico
nórdico dedicado a las tinieblas de la tierra, será el primero en valerse de este doble sentido.
Según Bergman, el factor “físico” siempre interfiere en la afinidad “química”; en
consecuencia, ninguna reacción posee un “sentido natural”, “la acción química no depende
únicamente de la composición de las sustancias, depende además del estado en que se
encuentran, su dilatación, su condensación, su cohesión, su temperatura, todas sus
circunstancias ” 167. La química depende entonces de acontecimientos pre-vios y no pre-
visibles que aparecen y desaparecen como las circunstancias de cada experiencia.
164 Nicolas Lemery. Curso de Química. 1716. Pg 21. Op. cit. 165 Si consideramos estos antiguos modelos químicos como falsos y metafóricos, entonces que decir de los modelos actuales. La bioquímica moderna asegura que “un ribosoma consta de dos sub-unidades redondeadas y de diferente tamaño, colocadas una encima de la otra”, y la inmunología explica que “la estructura molecular del anticuerpo corresponde exactamente con la estructura del antígeno, como una llave en su cerradura”?. Si por el contrario aceptamos que las explicaciones químicas del siglo XVIII, buscaban una coherencia teórica, se fundamentaban en métodos regulados, y producían verdades aceptables – o discutibles – para su época, entonces tenemos que reconocer que esa química se construyo de la misma forma que se construye la química actual. Y sin embargo, son ciencias absolutamente incompatibles, lo cual hace difícil concebir el discurso científico como un progreso continuo y acumulativo sobre la misma realidad. 166 Gabriel Venel. Articulo Química. Enciclopedia Francesa. 1751-1772. Citado en: Isabelle Stengers. La afinidad Ambigua. Historia de las Ciencias. Michel Serres. Compilador. 167 Bertollet. Statique Chimique. 1803. Melliard: Paris. Citado en: Isabelle Stengers. La afinidad Ambigua. Historia de las Ciencias. Michel Serres Compilador. Catedra: España. 1991. pg 352-355.
45
Lavoisier clausura este espacio problemático al menos por unas décadas. Este recaudador
de impuestos, ajusticiado por la revolución Francesa en 1794, amante escrupuloso de las
balanzas, cierra los ojos ante las reacciones “anómalas” que le pueden extraviar y se
abstiene de incluir en su química “aquella parte que trata de las afinidades o atracciones”.
Desde el principio Lavoisier intenta “evitar los desvaríos simplificando todo lo posible los
pensamientos engañosos y no conservando más que los hechos simples”168. El padre de la
química moderna solo examina reacciones “completas”, experiencias “normales”, donde las
sustancias pierden y ganan cantidades estrictas169. La química de Lavoisier sigue el modelo
del equilibrio, como en sus libros de cuentas, “nada se pierde y nada se gana”, según las
cifras escrupulosas del químico financista. El afán de Lavoisier por eliminar los desvaríos y
conservar el dato simple, lo encierra en problemas insolubles170. Pero al mismo tiempo, este
es el éxito de su empresa.
Lavoisier construye un edificio que se desmonta y se reconstruye mediante la combinación
sucesiva de elementos simples. Sobre estos “elementos” se articula todo su andamiaje
experimental y teórico. Esta química de los elementos simples y los equilibrios estará
condenada a desconocer la complejidad del viviente. Lavoisier aplica un conocimiento pre-
biológico a los organismos, permanecen en su exterior calculando entradas y salidas. Crea
una “fisióloga” financiera estará más cerca de los procedimientos bancarios que de los
fenómenos “biológicos”. Los procesos orgánicos permanecen en la oscuridad, solo importa
elaborar una contabilidad de lo incorporado, lo asimilado, lo eliminado. Se revela la utilidad
agronómica de esta “fisiología contable”: disminuir las entradas y aumentar las salidas, dar lo
mínimo para recibir lo máximo171. Y aunque estos cálculos choquen una y otra vez con la
obstinada capacidad del organismo para seleccionar, acumular y eliminar de manera
diferencial, el trabajo fundamental para la agroquímica esta hecho.
Con al aparición de la biología, al iniciarse el siglo XIX, la química moderna se bifurca en dos
series teóricas. Una química mineral, que trabaja sobre los elementos simples, y una
168 Antoine Laurent De Lavoisier. Tratado elemental de química. 1770. Alfaguara: España. 1982. 169 Inicialmente Lavoisier realiza la descomposición del aire utilizando Mercurio, pero “aunque esta experiencia nos suministra un procedimiento extremadamente sencillo para obtener los dos fluidos elásticos que componen nuestra atmósfera, no nos da ideas exactas sobre la proporción que guardan entre si”. Entonces se descarta y se adopta un método mas aparatoso con Hierro “donde se vera que la disminución del peso del aire es exactamente igual a la cantidad en que aumenta el del metal”. Cf. Tratado elemental de química. Alfaguara: España. 1982. 170 Las dos principales ecuaciones Lavoisianas se revelarán erróneas: 1) todos los metales se convierten en ácidos; 2) el oxigeno es un principio acidificante universal. En realidad los metales dan óxidos básicos y el oxigeno no participa en la acidificación. Cf. Francois Dagognet. Cuadros y Lenguajes. Vrin: Paris. 1975. (Trad. Esp. Luis. A. Palau. C.) .171 Cf. Francois Dagognet. Revoluciones Verdes. Hermann: Paris. 1973. (Trad. Esp. Luís. A. Palau.).
46
química orgánica, que explora las sustancias compuestas. La química “orgánica” será
explorada por Boussingault. Este agrónomo francés, nombrado por Francisco Antonio Zea
como miembro de la “comisión científica” que viajo a Colombia, construyo a su regreso una
agroquímica fundada en las funciones vitales de la vegetación (germinación, crecimiento,
respiración). Boussingault recusa la nomenclatura propuesta por Lavoisier, abraza
designaciones caducas como “materiales terrosos, salinos y acuosos”. Su agroquímica
“naturalista” tiene cierto apego por la antigua formula alquimia: “lo semejante atrae lo
semejante”, así los “abonos de origen orgánico son los únicos capaces de devolver todos los
elementos a la materia viviente y conservar las condiciones del suelo”172. Al mismo tiempo
crece en Alemania una agroquímica “mineral” que se declara hostil con estos resultados.
Para Justus von Liebig, “no es con detritus con lo que se abona sino con nitrógeno
amoniacal”173. En su teoría mineral publicada en 1840, Liebig deja clara la importancia
energética del fósforo y la necesidad de potasio en las plantas, finalmente construye el
famoso triángulo agronómico N-P-K, donde las sales minerales aparecen como los
elementos simples que deben fertilizar las plantas.
No estamos frente a la contradicción perpetua entre lo “orgánico” y lo “sintético”. Tampoco
frente una disputa entre escuelas rivales. Si hay una divergencia es a partir de un mismo
punto de difracción. A partir del momento en que aparece una teoría de los “organismos
vivos” con Lamark, es posible pensar su relación con un medio exterior. La agroquímica
orgánica recorre la primera serie, y estará cerca de la biología; la agroquímica mineral
recorre la segunda serie, y se enraíza contiguo a la pedología. Finalmente, una mayor
rigidez en los protocolos, y sobre todo, una articulación inmediata con la economía industrial,
permiten a la agroquímica “mineral” de Liebig imponerse como una ciencia “modelo”.
1.3 La economía
La economía clásica plantea su pregunta en los siguientes términos: ¿cómo incrementar las
riquezas? Para los utilitaristas, cuándo las mercancías se llevan a un puerto lejano
aumentan el valor. Pero los fisiócratas “ese aumento de valor es el incremento en los gastos
y en ningún caso aumento de riquezas”. Los utilitaristas argumentan que el monopolio
172 Jean Baptiste Joseph Dieudonne Boussingault. Economie rurale consideree dans ses raports avec la chimie, la physique et la meteorologie. Bechet Jeune Libraire Editeur: Paris. 1851. Capitulo IV. 173 Justus Liebig. Cartas químicas. Barcelona: Imprenta de A. Frexas, 1850. Pg 239.
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enriquece a su poseedor. Los fisiócratas contestan que “todos esos empresarios amasan
fortunas solo porque otros realizan gastos y así no puede haber aumento de riquezas”. De
nuevo los utilitaristas afirman que la industria aumenta las riquezas. Pero los fisiócratas
responden que “en la producción industrial no se multiplica la riqueza ya que el valor de las
obras aumenta pero solo el precio de subsistencia del obrero”174. En definitiva, para los
fisiócratas “la tierra es la única fuente de riquezas”, “la agricultura es una manufactura de
institución divina en la que el fabricante tiene como socio el autor de la naturaleza”175. Bajo
estas condiciones es imposible que aparezca una teoría de la producción agrícola, y
mucho menos, una ciencia agronómica que busque intervenirla. El programa fisiócrata se
fundamenta en un orden natural de origen divino que debe ser mantenido, Quesnay afirma
que “los gastos en agricultura son para perpetuar las riquezas naturales que el creador nos
brinda”176.
De pronto se hace visible una nueva fuerza. Según un tal Adam Smith “el trabajo es el único
y definitivo patrón por el cual se aumentan los valores de todos los bienes”177. Ya no importa
quanta mercancía se intercambia por otra, sino quanta mercancía equivale a un quantum de
fuerza. El trabajo aparece como una medida abstracta que redistribuye todo el problema
económico. Se replantea la pregunta económica: ¿cómo incrementar las riquezas?, es decir,
¿cómo incrementar los beneficios del trabajo? La primera opción consiste en introducir en la
fábrica “perfeccionamientos mecánicos o instrumentales que permitan al mismo número de
trabajadores producir una cantidad mucho mayor”. También “una granja provista de edificios
adecuados, cercas, desagües, comunicaciones, obtendrá un producto mayor que una finca
de igual fertilidad pero desprovista esas cosas”178. La segunda opción consiste en
transformar la misma fabrica en una maquina. Según Smith “la división del trabajo ocasiona
en todo arte un aumento considerable en la cantidad de productos”. Se “aumenta la pericia
del operario al hacer de una maniobra sencilla la única ocupación de toda su vida”, se
“ahorra tiempo disminuyendo el habito de remolonear que naturalmente adquieren los
obreros”, y se “concentra toda la atención del trabajador en un mismo y solo objeto”179.
174 Quesnay. Articulo “Grains”. El "Tableau Economique" y otros escritos fisiocráticos. Barcelona: Fontamara. 1974. 175 Mirabeu. Philosophie Rurale. Pg 37. Citado En: Michel Foucault. Op.cit. Pg 193.176 Quesnay. Op. cit. Pg 172.177 A. Smith. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. 1776. FCE: México. 1981. Pg 32. 178 Ibíd... Pg 260.179 Ibíd... Pg 11-12.
48
Los axiomas de la economía política de Smith abren como en negativo un espacio para la
agricultura científica: hacen visible al trabajador rural, proponen la división del trabajo en el
agro, y sientan las bases de la mecanización agrícola. Pero este espacio permanecerá
vació, o mejor, esta ocupado con una “fertilidad espontánea” y una “fecundidad natural” de la
tierra. Para Smith “en la agricultura trabaja la naturaleza con el hombre, y aunque su trabajo
no cuesta nada, su producto tiene un valor como el de un operario”. La superioridad de la
agricultura no se explica por una gracia divina, como lo hacían los fisiócratas, más bien es
una capacidad laboral puesto que la naturaleza misma es un trabajador más. Y siguiendo los
principios de una buena economía, los mayores benéficos se obtienen pagando un salario
apenas suficiente para mantener al operario; por eso según Smith, “la inversión agrícola no
es para aumentar la fertilidad de la tierra, es para mantener su fecundidad espontánea”180.
En estas condiciones, la economía política rechaza completamente, antes que solicitar, una
ciencia agronómica con la capacidad de aumentar las producciones.
El siglo XIX se abre con una mala noticia. De repente la obra del creador deja de ser
perfecta, “Es extraño – comenta David Ricardo – que la fertilidad de la tierra, que debería
conocerse como una imperfección, haya sido señalada como una preeminencia”. Para los
fisiócratas la tierra era siempre dadivosa. Incluso para Smith producía “mucho más de lo
suficiente”. Para Ricardo ya no es laboriosa, “cada vez hace más poco, a medida que mas
se trabaja en ella se vuelve más avara y cobra más por su trabajo”181. Ricardo lloriquea
porque “el hombre tendrá que trabajar más con el sudor de su frente sobre una naturaleza
menos generosa cada día”. Todos los días se invierte más y se obtiene menos, la población
aumenta y las tierras explotadas son más lejanas. En esta loca carrera la tierra fértil devine
cada vez más infértil, que la última tierra infértil, y esta tierra infértil, será un poco más fértil
que la ultima tierra fértil, con lo que no se termina nunca es este devenir infértil, porque si
acabara este devenir, de golpe, el mundo entero lo seria. De seguir esta “tendencia natural”
llegara el día en que se roture la ultima tierra, su producto no rendirá lo suficiente, el capital
no podrá comprar más trabajo, la población de asalariados no crecerá mas y la productividad
se detendrá. La economía política recomienda un tratamiento muy simple contra esta
enfermedad degenerativa: producir, producir y producir.
180 Ibid. Pg 328.181 David Ricardo. Principios de Economía política. 1817. FCE: México. 1959. Pg 142.
49
En el “sector agrícola” el tratamiento contra la enfermedad presenta dos fórmulas: “las
mejoras que incrementan las energías productivas de la tierra”, como “la rotación de cultivos
o el uso de un abono vigorizantes”; y “las mejoras que nos permiten obtener el mismo
producto con menor mano de obra”, como “los implementos agrícolas, el arado y la
maquinaria, una mejor división del trabajo, como también un mejor conocimiento
científico”182. En el cultivo moderno la “habilidad científica” multiplica las producciones sin
incrementar los obreros, reduce el costo de materias primas y de alimentos, aumenta la
utilidad del capital porque disminuye el costo de producción, desplaza mano de obra hacia
otros sectores y con la sobreoferta los salarios pueden mantenerse bajos. Es evidente el
sitio labrado por esta economía política para la agricultura científica, no solo es su
fundamento económico, además señala su objetivo: producir alimentos y materias primas de
bajo costo; determina su método: instrumentos mecánicos y habilidad científica para producir
más; y como si fuera poco, establece el papel de sus individuos: puesto que las labores
científicas y los instrumentos mecánicos exigen una dirección, una vigilancia y un
adiestramiento, por parte de un “técnico agrícola” sobre el trabajador.
Hacia la mitad del siglo XIX, la agronomía científica cuenta con un suelo económico para su
discurso. Una teoría de la producción capitalista. Sin embargo, esta superficie se agrieta con
la obra de un tal Marx. Según Marx en el “drama capitalista” los individuos se distribuye en
dos grupos: los que “venden para comprar” y los que “compran para vender”. Para el primer
grupo el ciclo del dinero siempre es Mercancía-Dinero-Mercancía [M-D-M]; para el segundo
grupo siempre es Dinero-Mercancía-Dinero [D-M-D]. En el primer ciclo el dinero “se gasta de
manera definitiva”; pero en el segundo “el dinero no hace más que regresar a su punto de
partida”. Supongamos ahora que existe una mercancía que produce dinero cuando se
consume, “y en efecto, existe una mercancía con esta virtud, se llama fuerza de trabajo”.
Entonces se ejecuta la escena central del drama. Cuando se compra la fuerza de trabajo
como una mercancía y se consume, “el movimiento D-M-D produce de repente una
diferencia cuantitativa en sus extremos”, “se sustrae más dinero del que se lanzo. A este
excedente se le denomina plusvalía” ¡Opus Nigrum ¡“El dinero se convierte en valor
floreciente”, “dinero que empolla dinero”, es la hora del Capital183.
182 David Ricardo. Ibid. Pg 60-62.183 Carlos Marx. El Capital. Libro I. FCE. México Pg 155-163.
50
Estamos en un sistema cuyas series básicas - trabajo y capital - son divergentes por
naturaleza, su propia tendencia a la igualdad asegura la recuperación perpetua de su
diferencia; por eso “el movimiento del capital no tiene límites”, su único límite se encuentra
sumido en su propio funcionamiento y no cesa de desplazarse. Así las cosas, “el mecanismo
de producción capitalista elimina de manera espontánea los obstáculos que el mismo crea”.
De la industria siderúrgica a la industria informática, del carbón al silicio, de la plusvalía
automotriz a la plusvalía ambiental, y mucho más allá: “es una maquina que no pudiendo
cambiar de sitio gira sobre si misma”. No posee ninguna pieza fija, ninguna formula
constante, ninguna fuente única de energía. No depende de ningún individuo, de ningún
estado, de ningún grupo particular, solo utiliza elementos sin naturaleza específica: dinero,
fuerza, capital; solo considera funciones vacías: empleador-empleado, productor-
consumidor, vigilado-vigilante. En esto radica lo que Marx denomina con absoluta
fascinación: “la suprema belleza de la producción capitalista”.184
Este tipo de producción “jamás considera como definitivo ningún procedimiento”. La
agricultura es un buen ejemplo, aquí la producción de capitales “sustituye rápidamente la
explotación habitual por la aplicación de la ciencia”, “hace desaparecer el campesino y lo
reemplaza por el asalariado”, “crea escuelas agronómicas obedeciendo las tendencias
intimas de la producción y solo dando a los asalariados una sombra de la enseñanza
agrícola”. Marx contempla con pesimismo la agricultura científica: “no parece ser otra cosa
que una forma mas de domar y explotar al trabajador”. Y además, “perturba la circulación
material entre el hombre y la naturaleza”, y “cada progreso en el arte de la agricultura
moderna es un progreso en la ruina de los recursos naturales”185. Si Ricardo forjo un lugar
para la agricultura científica, Marx abre la posibilidad de su crítica. Pero solo es una
posibilidad. Se necesitan muchas contingencias históricas para que, como en un cuento de
Roussel, el Marxismo se levante con una vida ficticia en los años 60`s. Este será el alimento
de la agricultura ecológica del siglo XX. El tiempo de una agroecología más sensible
frente a la explotación humana de la naturaleza y la explotación de la naturaleza humana.
2. El nuevo dispositivo agronómico
184 Ibid. Pg 784185 Ibid. Pg 466, 480-482.
51
Tenemos que al iniciarse el siglo XIX, y en la convergencia de una ciencia biológica, una
ciencia química, una ciencia económica, se produce una red de conceptos que sirven de
soporte para un nuevo discurso: la “agronomía científica”. Pero no solo eso, estos mismos
conocimientos, más o menos descodificados, más o menos desfigurados, funcionan como
los datos previos para ensamblar un nuevo dispositivo técnico. Se trata de un
acontecimiento tecnológico que ensambla en su fusión creadora unos conocimientos
previos, incorporándolos como piezas parciales en una disposición técnica muy singular.
Este nuevo dispositivo no es del orden del discurso, no esta limitado ni definido por una
forma de expresión científica, simplemente porque es primero y anterior a ella. Primero y
anterior quiere decir que este dispositivo técnico puede existir sin el discurso científico, pero
no al revés; porque lo que es anterior no necesita de lo posterior para su existencia, sino al
contrario; pues si se supone que lo posterior no existe, lo anterior existe de todos modos, sin
caer por ello en contradicción alguna.
¿Cómo definir este nuevo dispositivo técnico? Se podría reconocer alguna identidad en sus
procedimientos, alguna semejanza en sus objetos, alguna analogía en sus conceptos. Y sin
embargo, existe una vía inexplorada según la cual un cuerpo se define por su grado de
poder. Podemos definir el dispositivo agronómico como una herramienta capaz de
trasformar, perturbar, romper, deformar y acelerar los procesos productivos. Esta
herramienta “estimula el sacrilegio ontológico, cambia los estados de la materia, trastorna los
edificios naturales, hurga y revuelve el interior de las cosas”. Es un dispositivo técnico
fundamentalmente subversivo, un conjunto instrumental capaz de trastornar los paisajes y
los hombres, agrietando sus estructuras más queridas y favoreciendo su alteración
irreversible. Se trata de una de las más grandiosas conquistas de la irreverencia occidental.
En esto radica su fuerza y su alegría. Como sugiere un célebre etnógrafo: “es poseedor de
una cualidad que lo ha hecho abrirse camino: el irrespeto. El irrespeto tiene las manos libres,
puede fabricar, inventar, trasformar”186.
Es necesario distinguir brutalmente entre el discurso de la agricultura científica y el nuevo
dispositivo agronómico que lo hace posible. Están como en dos planos, dos niveles
diferentes. En el primer caso se trata de una forma de expresión particular – poco importa si
posee un estatuto científico - determinada por unas condiciones históricas precisas. En el
segundo caso se trata del funcionamiento genérico de unos instrumentos técnicos en virtud
186 Henry Michaux. Un Bárbaro en Asia. Hyspamérica: Barcelona. 1986.
52
de su propia condición de ejercicio. Por condición de ejercicio entendemos un deseo
productivo que genera cortes, asociaciones, vínculos parciales, entre elementos orgánicos
o sintéticos manteniendo toda su diferencia. Este deseo productivo agencia o dispone un
conjunto de fragmentos órgano-sintéticos vinculados por conexiones transversales y
abiertas, imbricados solo parcialmente, sin una identidad estructural que los determine ni
una unidad específica que los contenga. Aquí las piezas no preexisten como elementos que
se integran en un conjunto, son fragmentos incoherentes que se convierten en piezas solo
cuando todo comienza a funcionar. El nuevo dispositivo agronómico es producido como
un conjunto instrumental que se mantiene como otra pieza más, al lado de sus piezas, no las
unifica, ni las separa, las conecta y se añade a ellas como una herramienta realmente
distinta. Solo cuando este conjunto instrumental se vea unificado y planificado por un
discurso científico sobre la agricultura, que lo estructura y lo estabiliza, totalizando y
separando sus piezas, organizando sus cortes, reteniendo sus flujos, entonces aparece
explicado como una forma de expresión científica según las coordenadas históricas y
sociales del momento.
Desde un punto de vista estrictamente genérico y materialista, el nuevo dispositivo
agronómico solo comprende una forma instrumental y una forma enunciativa. La forma
instrumental acopla una materia trabajada, unas herramientas de trabajo y un producto de
trabajo; mientras la forma enunciativa integra unos conceptos biológicos, unos
procedimientos técnico-químicos y unos objetivos económicos. La forma técnica y la forma
enunciativa se confunden en el funcionamiento real del dispositivo, es decir, en el proceso
real de producción agrícola. Este proceso es un verdadero trabajo de ingeniería, se trata
de lograr la interacción positiva de compuestos diferentes sin utilizar leyes constantes ni
rasgos fijos, operar conexiones locales y no especificas, imbricado elementos divergentes
para aumentar las condiciones productivas. Estamos en un taller de operaciones sutiles,
desplegando y desarticulando un material pero manteniendo sus vínculos funcionales para
trasformarlos libremente.
En este proceso, la tierra deja de ser territorio para trasformarse en un sustrato flexible y
móvil, donde es necesario mantenerse atento a las variaciones. La materia trabajada es una
“sustancia vegetal” cualquiera, desarticulada y escindida en sus elementos externos, como
también activada, acelerada o detenida en sus flujos internos. Los instrumentos técnicos
cortan, percuten, tallan o labran; mientras los procedimientos químicos operan
53
fermentaciones, catálisis y disoluciones. Paulatinamente los medios de trabajo se adaptan a
las singularidades de la materia trabajada, se establece una relación de feed-back entre los
organismos intervenidos y los instrumentos interventores, se produce una plusvalía creativa
que trasforma las herramientas tanto como las sustancias187. Finalmente, desaparece la
distinción arbitraria entre industria y naturaleza, la producción agrícola es un acto natural
donde el individuo pone en marcha toda su industria para trasformar unas sustancias. Como
ser natural el hombre no puede actuar de otro modo que cualquier organismo, es decir,
dando la forma conveniente para su disfrute a la materia188.
El uso de este nuevo dispositivo técnico es ingenuo por principio, meramente práctico. El
sujeto productivo se arroja a la aventura absoluta de pensar un problema: ¿que materia
intervenir?, ¿Cómo y de que modo?, ¿que instrumentos utilizar? Es por eso que carece de
un plan previo. Solo utiliza elementos de abordo, que ya están ahí, y que no son concebidos
para responder a ningún proyecto, mejor si son de origen distinto o de naturaleza
heterogénea. Todas las piezas del dispositivo se seleccionan por tanteos, aunque cada una
sea empleada de manera rigurosa. Se ensayan varias a la vez, buscando combinaciones
improbables, no se duda en cambiarlas cuando su ausencia de lazo se termina. Aquí se
avanza a trompicones por vías ramificadas, ensayando adaptaciones productivas que se
montan mientras se producen, elaborando objetos nuevos con la ayuda de un repertorio
heteróclito y no obstante limitado. Se trata de un juego de sustitución infinita, donde el
proceso creativo es el objeto mismo de la reflexión teórica, es indiferente si las piezas
forman parte del resultado final o del proceso mismo, el montaje no se distingue realmente
del funcionamiento189.
La consecuencia directa de un uso experimental del nuevo dispositivo agronómico es que
cualquier método fijo es inservible. Se esfuma la competencia del “sabio-experto” sobre la
forma técnica del proceso, como también su autoridad sobre la forma enunciativa. Feliz
momento en que el sujeto productivo encuentra sus propias certezas, y no porque aplique
187 Los análisis morfológicos sobre un basto número de herramientas le permiten concluir a Andre Leroi-Gurhan que “el uso de las herramientas termina por adaptarse a las particularidades de la materia trabajada”. Cf. El hombre y la materia. Taurus: Madrid. 1989. 188 “estallamos de risa al ver en vecindad el hombre y la naturaleza separados por la sublime pretensión de la palabrita Y”. Friedrich Nietzsche. La gaya ciencia. Olañeta: Madrid. 1979. Pg 346. 189 Levi-Strauss examina las propiedades de una “ciencia de lo concreto” como un proceso de “bricolaje” donde “el conjunto de medios tecnológicos no se puede definir por un proyecto”, se trabaja sin un plan previo “con unos medios suficientemente diversos como para que no se tenga necesidad del equipo y del saber de las instituciones”. C f. El pensamiento salvaje. FCE: México. 1964. Pg 35-43.
54
serenamente una regla dictada por el especialista, sino porque se arriesga el mismo en un
trazado violento sobre los pliegues de su problema. Excitado por el proceso productivo,
emerge un sujeto creativo y despreocupado, alegremente indiferente frente a las exigencias
externas de su ejercicio, conocedor de su estatuto azaroso y por lo tanto irresponsable frente
a sus “consecuencias”. A fin de cuentas, todo hombre creativo sueña con su pequeño taller,
para experimentar libremente y gozar produciendo certezas propias, “todo hombre selecto
aspira instintivamente a tener un castillo y un escondite, un lugar propio para liberarse de la
multitud, de los muchos, de la mayoría”190.
Sin duda que para la mayoría semejante uso del nuevo dispositivo agronómico es
impensable, irrealizable, metafórico. Pero no se trata de una posibilidad lógica o de una
estructura ideal, es pura potencia en acto: el proceso de producción real o la producción real
en proceso. La experiencia concreta para todo aquel que se arriesga a transmutar materias y
experimentar con sustancias. Un manual de agricultura de 1857 aclara perfectamente que es
la producción agrícola: “es el arte de modificar los vegetales animándolos a producir la
mayor cantidad posible para satisfacer y aumentar el gozo de los hombres”191.
Entendido así, el uso del nuevo dispositivo agronómico goza de su alegría propia, sigue una
economía particular del deseo que cosecha las primas de una experimentación activa:
momentos intermitentes de júbilo y de abandono. Es la voluptuosidad de toda producción
agrícola, la satisfacción de producir en cantidades industriales desviando chorros de agua,
aire y luz, engranando violentamente ciclos bioquímicas unos en otros, experimentando y
mezclando sustancias sin parar, ensamblando indefinidamente plantas y animales,
acelerando y transformando materias en relevos superpuestos, acoplando fragmentos
mecánicos y orgánicos por sus bordes disimétricos.
Obviamente este tipo producción no marcha por si solo. Requiere de mucha fuerza
muscular, química, hidráulica, eléctrica, térmica, y quizás otras. Pero más profundamente, se
nutre con el puro deseo productivo. Vive del apetito voraz de hacer violencia sobre lo que
existe, creando nuevas cosas con procedimientos novedosos. No podemos olvidar que la
producción agrícola nace dentro de una producción capitalista, es decir, una producción
desmesurada que no “considera como definitivo ningún procedimiento”. Este tipo de
producción no existe sin la esquizofrenia creadora que pone en juego. Es absolutamente
190 Friedrich Nietzsche. Más allá del bien y del mal. Alianza: Madrid. 1985. Pg 50.191 Manual de Agricultura. Imprenta Francisco Torres Amaya: Bogota. 1857. Pg 10.
55
ineludible asumir esta condición de funcionamiento para cualquier producción agrícola. La
racionalidad y el rendimiento económico de una técnica, no son nada, sin la embriaguez
irracional y maravillosa de “producir por producir” que gruñe en el corazón mismo de todo
proceso productivo.
Vemos como el nuevo dispositivo agronómico funciona de manera independiente de los
discursos que lo regulan. Es evidente la fuerza de este dispositivo para acelerar los procesos
productivos y transformar el campo agrícola de forma imprevisible. El problema no es la
capacidad operacional de este dispositivo, la cuestión es su posición dentro de un régimen
social específico. Se cae siempre en un malentendido: se confunde una forma de expresión,
la agricultura científica, con el proceso de producción mismo. Se debe distinguir claramente
entre el dispositivo técnico que permite la agronomía moderna, y el discurso agronómico que
lo regula. Solo así se puede ver la pregunta, observar el problema en otro lado: ¿cómo
puede ser parasitado el funcionamiento experimental de este nuevo dispositivo hasta
parecer una ilusión para sus propios agentes?, ¿Cómo puede mutilarse el gozo de la
producción agrícola, hasta convertirlo en algo imposible? Son cuestiones que no podemos
resolver ahora Pero basta advertir la gran distancia que separa el nuevo dispositivo
agronómico y el régimen enunciativo – poco importa si es una ciencia o solo tiene la
pretensión de serlo- que lo reglamenta.
3. Por fin la agriculta científica
Partimos de un punto confuso dado a la experiencia: la aparición de un discurso científico
sobre la agricultura. Si este acontecimiento se nos presenta como un hecho confuso, es
presiso superarlo hacia las condiciones que lo posibilitan para encontrar un punto concreto y
nitido que funcione como su condición de derecho. Es así como encontramos el nuevo
dispositivo agronómico subyacente a la agronomía científica. Sin embargo, casi
inmediatamente después de la aparición de este nuevo dispositivo, su funcionamiento se ve
ordenado, regulado, aplanado, duplicado, recubierto y definido por un discurso científico: la
agronomía científica, o el discurso científico de la agricultura .
3.1 Su lugar
56
La agronomía científica no cae del cielo, no funciona sobre la nada, aunque por otra parte,
surge en el vacío, es un salto verdadero por fuera de aquello que hizo que comenzara. La
“agricultura científica” viene a insertarse en nuestro país sobre un antiguo saber que
buscaba “el fomento de la agriultura haciedo que todos cultivasen sus tierras”. Este régimen
de saber, con todo, se limitaba a señalar la “mejor” ocupación para los habitantes de la
Colonia, jamas determino el método de cultivo, “la ciencia de cultivar la tierra” no tenia lugar,
“el fomento de la agricultura” no incluía una determinación científica192. Por el contrario, la
“agricultura científica” funciona como un dominio unificado, normalizado y homogéneo. Es
una forma de expresión totalmente distinta, se alza y se erige como una instancia capaz de
separar los falsos y los verdaderos procedimientos. A partir de este momento, existe un
“conjunto de leyes científicas” que permite juzgar los modos legítimos en la agricultura y
determinar su “practica racional”.
Este discurso científico emerge como un dominio de validez, estableciendo los criterios
según los cuales un procedimiento agrícola es considerado con valor o sin el; como un
dominio de normatividad, excluyendo ciertos procedimientos como no-permitentes,
inesenciales o no-científicos; como un dominio de actualidad, definiendo los gestos técnicos
y la teorías presentes, rechazando ciertas declaraciones y ciertos procedimientos por estar
en desuso o pasados de moda. Curiosamente este dominio solo se define por lo que se le
escapa. Si, por ejemplo, se estudia la reproducción vegetal, se camina en una región
biológica; pero una vez se altera la fecundación con el deseo de producir más, se entra de
lleno en el dominio de la agronomía científica; si se estudia las reacciones químicas de la
fotosíntesis, se esta dentro de la bioquímica, pero cuando alguien manipula estas reacciones
con el deseo de aumentar la producción, se encuentra en el dominio propio de la agronomía
científica; finalmente, si se analiza el funcionamiento de los capitales en la producción
agrícola, estamos en la economía rural, pero una vez se piensa en disponer los capitales
para aumentar la producción, se ingresa en el dominio particular de la agronomía científica.
Vemos como la agronomía científica ocupa una posición diferencial y diferenciante que
impide observarla como la prolongación de otros saberes, y al mismo tiempo, define un
espacio donde se aloja todo el volumen de su positividad. Es en las aristas que separan la
biología, la química y la economía, donde la ciencia agronómica encuentra su lugar de
operación. Esta postura marginal, y central a la vez, determina el desequilibrio fundamental
192 Cf. Infra. Capitulo II. El fomento de la agricultura.
57
de este discurso. Por eso es tan difícil situarlo como una “verdadera” ciencia, por eso cierta
impresión de vaguedad, inexactitud, imprecisión que lo acompaña siempre, por eso las
abundantes discusiones sobre su naturaleza teórica o práctica, por eso el afán de muchos
por encontrarle alguna legitimidad científica. Sin embargo, por más que se discuta, estamos
frente a un dominio engendrado en los límites de la distancia, en el borde diferencial que
separa las “ciencias propiamente dichas”. Esta posición de exterioridad le otorga a la
agronomía científica (dejando de lado los criterios en que se puede llamar científica) una
condición mestiza imborrable.
Como resultado, tiene el privilegio de no tener una identidad fija y gozar con la capacidad
para desdibujarse. Sin embargo, este gozo no deja de ser inhibido por la misma agronomía
científica. Esta ciencia detiene con una mano, lo que con la otra permite, y las dos cosas a la
vez. Deja correr en su interior un deseo productivo que continuamente la desgarra, la
descodifica y la desnaturaliza, pero solo lo suficiente como para garantizar su propia
subsistencia; de ordinario, este deseo permanece sometido y encerrado dentro de los limites
de un dominio científico. La agronomía construye con fragmentos arrancados de otros
saberes un dominio tapizado escrupulosamente con leyes científicas donde su deseo
productivo puede dormir tranquilo. Es como si tratara de obstruir cualquier agujero por donde
pudiera escapar este impulso mutante que la engendró, y que aun la alimenta, tal vez
sospechando que corre el riesgo de quedar reventada por una fuerza violenta difícilmente
soportable.
3.2 Su efecto
De cualquier modo, después de la primera mitad del siglo XIX, nuestro país ve aparece, por
primera, un sin numero de manuales sobre “Agricultura científica o Agricultura Moderna”.
Estos tratados resumen el “conjunto de leyes científicas en los que se fundamenta una
practica racional de la agricultura”. La aparición de semejante conjunto de leyes científicas
expresa una ruptura irreversible en la agricultura Colombiana. Se trata de un acontecimiento
absolutamente desconocido en nuestra historia. Es un corte irreductible con fecha exacta.
Año 1860. Hasta ese preciso instante, el modo de cultivar la tierra era un asunto que solo
pertenecía al agricultor. No existía ningún discurso que determinara de forma precisa el
modo más “racional” de cultivar la tierra. El cambio es absolutamente radical. De repente,
aparece un dominio científico que se establece como modelo para el cultivo y dicta las
58
normas de su funcionamiento. Ya no basta con hundir las manos en la tierra para cultivar,
ahora es necesario conocer de “geometría, química, economía, botánica y nociones de
mecánica", pues “tales son los conocimientos que exige la agricultura racional”193.
La aparición de este dominio conlleva el disciplinamiento de una multiplicidad de saberes
independientes, dispersos, heterogéneos y marginales, que existían con sus diferencias
locales en cada región geográfica. El proceso singular de cultivar la tierra, inconstante de un
lugar a otro, diferente en cada época, disímil para cada sujeto, se ve normalizado por un
conjunto de reglas “para aplicarlas en todos los casos y en todas partes”. Toda esa
existencia plural, múltiple, fragmentaria y polimorfa de agriculturas, que funcionaban con
diferentes grados de intensidad, según circunstancias variables, se ve unificada por un
régimen común de leyes científicas. El cultivo ya no sigue esos eventos difusos, que le
otorgan a cada operación una justificación precisa, según la composición de millones de
acontecimientos dispersos: cierta inclinación del terreno, un aire diferente en la atmósfera,
una luz especial en el cielo, una intensidad particular en la lluvia, el capricho súbito de un
paisano. “Vieja escena campesina: todas las mañanas, al despertarse, antes de decidir que
trabajo emprender, el campesino examina u observa el cielo y trata de apreciar, de prever,
de evaluar, de pesar, las intemperies que lo esperan, problema que sumerge su
temperamento, tacto, vista, olfato, memoria, en una mezcla formidablemente complicada de
húmedo y de seco juntamente temperados, de frió y de caliente, aliados, que compone la
temperatura, cuya actual promesa permite evitar los daños de la tempestad o define, para la
labor, sembrado, vendimia o siega, comienzo o terminación, es el momento favorable y
presiso que la lengua griega llama Kairos..”194
De pronto, todas las agriculturas deben obedecer un régimen de leyes científicas atesoradas
por un número reducido de individuos. A partir de esta instancia se pueden reconocer las
buenas y las malas agriculturas. De repente, existen unas agriculturas más racionales o más
científicas que otras. Y todas aquellas practicas que permanecen rebeldes a las leyes
científicas, que pretenden ser productivas a fuerza de artimañas, serán expulsadas del
dominio racional. En el afuera irrespirable de la agricultura científica solo existen monstruos:
“rutinas embrutecedoras”, falsas “reglamentaciones empíricas dictadas por autoridades
antiguas”, absurdos “hábitos primitivos”, todo clase de “modos irracionales de producir”195.
193 Manual de Agricultura. Imprenta Francisco Torres Amaya: Bogota. 1857. Pg 10-15. 194 Michel Serres. Los Orígenes de la Geometría. Trad. Esp. Luís Alfonso Palau C. Medellín. 1990. Pág. 26.195 Todas son expresiones de Salvador Camacho Roldan. Escritos varios. Libreria Colombiana: Bogota. 1892.
59
Repartir y clasificar son los efectos instantáneos del nuevo dominio. El nacimiento de la
agronomía científica justifica un juicio de valor que reparte los conceptos: “la agricultura es
una ciencia y un arte. La primera, o sea el conjunto de leyes científicas en que se
fundamentan los procederes de la agricultura, se llama agronomía; la segunda, es la practica
que guía al cultivador en los trabajos propios de la tierra”. Y no solo eso, además justifica
también con un juicio de valor que clasifica los sujetos: “debe distinguirse el agrónomo,
persona que forma juicios científicos; del simple agricultor, para quien la practica constituye
toda su ocupación sin que haya necesidad de que intervenga el raciocinio”196. Corresponde
a este juicio de separación la diferencia tajante entre “el artista” y “el artesano” del campo.
Según un “curso de agricultura moderna” la primera especie “es el agrónomo, quien estudia
las leyes científicas independientemente de la practica”, mientras la segunda “es el
agricultor, quien practica sin necesidad de raciocinio las leyes trazadas por el agrónomo”197.
A esto se llama una disciplina científica. Desde este instante cualquier proposición agrícola
debe cumplir graves y complejas exigencias para pertenecer al dominio racional de la
agricultura, no cualquier sujeto puede considerase un agrónomo, no cualquier objeto será
llamado científico. Antes de poder ser llamado verdadero o falso, racional o irracional,
científico o no-científico, los objetos, los enunciados, los sujetos de este dominio, deben
situarse necesariamente con respecto a una practica discursiva bien delimitada. Cualquier
cosa que se diga sobre la agricultura por fuera de este dominio, no existe, no cuenta, ni
siquiera será rebatida como error. Como ejemplo, veamos el detallado “calendario rural”
elaborado por Francisco José de Caldas, donde se señalan los “cultivos más productivos”
para la Nueva Granada, se enumeran los terrenos y las épocas de siembra, incluso se
describen “las plagas y las enfermedades” según el clima. Y sin embargo, cuando se
menciona “el principal agente de la agricultura”, se refiere “el fuego y el sol” como “los
elementos que volatilizan los principios fecundantes y cargan la tierra con espíritus que
causan el crecimiento de las plantas”198. Tan sabio en sus juicios raciales, Caldas no tiene ni
la menor idea de los procedimientos químicos en la agricultura, o por lo menos no los
menciona, por eso su calendario cae por fuera del dominio científico, estará sepultado bajo
capas de ignorancia y de mutismo. Para 1860 ya no basta con ser un sabio para saber de
196 Tratado Elemental de Agricultura. Francisco Molina. Imprenta Departamental de Antioquia: 1860. Pg 2.197 Adrien Etienne Pierre Conde De Gasparin. Cours d'agriculture. Librairie Agricole De La Maison Rustique : Paris.1863. 198 Calendario Rural del Nuevo Reino. Francisco J. Caldas. Obras Completas. Unal: Bogota. 1966. Pg 131.
60
agricultura. Caldas, como cualquier otro, debe someter sus formulaciones a unas reglas
precisas que determinan su carácter científico199.
3.3 Su objetivo
Sabemos que fueron múltiples y diversos los contenidos tratados por esta ciencia en sus
comienzos. Los temas abarcan desde la “ascensión de la savia”, la “exhalación del agua”, la
“germinación y el desarrollo de la plantas”, incluyendo “nociones de botánica”, “meteorología
agrícola”, “reconocimiento de suelos”, “preparación de abonos”, “química aplicada a la
agricultura”, “cultivo general de plantas”, “maquinas agrícolas”, “administración de
haciendas” y hasta “economía de capitales agrícolas”. Pero en medio de esta compleja
trabazón de contenidos, resplandece y sobresale como un diamante en una herida el
objetivo exclusivo de la agricultura científica: “lograr la máxima producción agrícola para el
beneficio del empresario y el progreso del país”200, “obtener más productos y de manera más
económica para la industria”201, “acrecentar la cantidad de productos, aumentar los
cultivadores de la tierra y las ganancias para los hacendados”202. La agricultura científica
se presenta como un saber cuyo único fin es incrementar las producciones agrícolas
arrojando siempre más ganancias para el hacendado o disminuyendo los costos para
la industria.
Que aparezca un discurso científico con semejante objetivo no afecta para nada la
existencia de un dispositivo agronómico tal y como se definió al principio. Por el contrario, la
confirma. Se pueden multiplicar los ejemplos, siempre se encontrara el mismo objetivo para
el dispositivo técnico: “lograr la máxima producción”, “obtener más productos”, “acrecentar la
cantidad de productos”, solo después vienen los propósitos secundarios y parásitos que lo
someten: aumentar las ganancias, las utilidades, los beneficios para la industria y para el
país. Se observa claramente como el objetivo principal del conjunto técnico de la agronomía
aparece enchufado y parasitado por el discurso de la agricultura científica. Por si solo el
dispositivo agronómico tiene un objetivo propio: producir en cantidades industriales,
aumentar las producciones, lograr la máxima producción con procedimientos
199 “Se puede decir la verdad siempre que se diga en el espacio de una exterioridad salvaje; pero no se esta en la verdad más que obedeciendo a una “policía” discursiva que se reactiva en cada discurso. La disciplina es un principio de control sobre el discurso”. Cf. Michel Foucault. El orden del discurso. Tusquets: Barcelona. 1970. Pg 30.200 Agricultura práctica y moderna. Ernesto Murillo. Appleton. 1892. Pg 22.201 Francisco Molina Ángel. Tratado Teórico-practico de Agricultura. Imprenta Departamental: Medellín. 1890. Pg 25.202 Manual de Agricultura. Imprenta Francisco Torres Amaya: Bogota. 1857. Pg 10-15.
61
novedosos. Esta es su propia economía, su potencia creadora, su intensidad o el deseo
ontológico que ruge en su interior a pesar de las exigencias externas.
El nuevo dispositivo agronómico jamas supone, pero tampoco impide, aumentar las
utilidades para la industria; por el contrato, las posibilita, las permite, las crea; y por eso
mismo, la “utilidad empresarial” tampoco puede anular totalmente la actividad productiva de
este dispositivo, mas bien la amansa, la domestica, la ordena y la organiza. La producción
de utilidades es como veremos lo determinado, la envolvencia, la forma de presentación o
de disposición para una intensidad productiva sin la cual simplemente no hay producción, ni
ganancias, ni beneficios. Todo proceso productivo pone en juego una sola condición: desear
es producir en realidad y en realidad producir es desear. Todo se reduce a una sola
pasión, crear por el gozo de crear. Y no es en nombre de ningún irracionalismo, sino en
nombre del racionalismo más riguroso, que se invoca el deseo de producir como el principio
de toda producción agrícola, precisamente cuando se desconoce esta pasión en virtud de la
cual se da toda producción, lo producido suele aparecer como irracional o inmotivado, y
desde ese momento, se pueden buscar objetivos sociales o fines empresariales para la
producción; acaso sea esta manía de fundar la producción en lugares externos al deseo
mismo de producir lo que sea un síntoma de irracionalismo.
La producción agrícola puede ser leída de dos modos, según sea referida a las “utilidades”
que permite, o según sea referida a las fuerzas elementales que la permiten. En el fondo, la
única condición de ejercicio para la producción agrícola es el deseo de producir cada
vez más. Este deseo de producir es la condición y el principio de cualquier dispositivo o
disposición técnica en la agricultura. Mientras que la agricultura científica no es más que
el código o el régimen institucional que reglamenta este deseo imponiéndole objetivos
externos según condiciones históricas determinadas. No se puede confundir la
condición con lo condicionado. Cuando una producción es referida a su valor emocional y
constitutivo, solo se requiere así misma, y no porque permanezca cerrada, sino porque
vuelve una y otra vez sobre su propio rastro, tomando por objeto otras producciones,
produce ella misma su propio deseo al apuntar a otros deseos, se altera a si misma
alterando otras creaciones, se repite y se imita pasando indefinidamente por otras
intensidades móviles y comunicantes. La producción pierde su identidad cuando se mezcla
con otras intenciones, cuando se penetra con ellas, cuando se confunde y se enmascara en
una infinidad de pequeñas fabricaciones, en una infinidad de superposiciones. Y el producto
62
podrá ser todo lo específico y todo lo restringido que se quiera, según las condiciones
externas de la producción, pero siempre será indefinido y condicionante siguiendo el flujo de
deseo creativo de cada uno y de nadie.
Según como aparece la producción agrícola en el discurso de “agricultura científica”, el
objetivo de la producción agrícola es “lograr el máximo beneficio del empresario”, “aumentar
las ganancias de los hacendados”, “obtener productos de manera económica para la
industria”. De esta manera se introduce una ficción que separa el deseo productivo de su
producto, se presenta la fuerza del proceso productivo como una causa independiente de su
producto, e inmediatamente después, toda la actividad productiva se somete a un objetivo
externo y condicionante. Las mil conexiones posibles, las mil articulaciones, las mil
desviaciones, los mil acoples, cortes y fermentaciones en la producción agrícola, todas
creativas, todas productivas, quedan subordinadas a un fin limitativo y estrecho. Se produce
un verdadero milagro, el objetivo de las “ganancias empresariales” parásita y captura de
manera tan profunda la producción agrícola que todo parece emanar de allí, y no al revés.
Los procedimientos técnicos y sus agentes productivos parecen depender del “beneficio
empresarial” y no al revés. La inversión de los términos es tal que, para muchos, es
imposible pensar una producción agrícola insubordinada al beneficio empresarial. En este
sentido, los siervos y los esclavos tienen su propia moral, es la moral de la utilidad.
Decir que una producción es rentable, no significa decir que también sea rentable por
aquello mismo que es y en lo que es una producción, si no que aquello que es, también es
rentable, aunque desde otra consideración. Sin duda el dispositivo agronómico tiene la
potencia de aumentar las producciones de manera industrial, pero no porque deba producir
para una industria, sino porque es en si mismo una industria fantástica de producciones
espoleada por el simple gozo de producir, lo cual no impide que sus creaciones entren en
circuitos de utilidad y consumo. La diferencia no esta entre una producción sometida al
“beneficio empresarial” y una producción solitaria en una granja autosuficiente. La diferencia
pasa entre dos formas diferentes de producir, entre dos usos completamente distintos para
un mismo dispositivo técnico: un uso limitativo, constreñido y estrecho, codificado por una
moral de almacenista que encumbra “la rentabilidad” como su valor trascendente, falo
ausente que siempre estará cercano pero nunca del todo presente; o por el contrario, un uso
ilimitado y abierto, que solo responde a su propia economía, una producción desmesurada
que va hasta el limite de lo que realmente puede y puede realmente ir hasta el limite, una
63
creación sin reposo admisible, que no soporta conservarse fija, exigiendo que se rebase con
absoluta necesidad, y “la mayor cantidad de veces”, su propio nivel productivo203.
3.4 Sus mecanismos
De cualquier forma, no existe ningún un impedimento moral en someter la producción
agrícola al “beneficio empresarial”. La cuestión planteada no son los beneficios que la
producción agrícola genera para la industria. El problema es la furiosa detención que este
objetivo externo impone sobre la producción misma. El obsesivo propósito del “beneficio
empresarial” interrumpe y atasca la producción agrícola por lo menos de tres formas: 1)
establece unos limites ficticios, 2) separa arbitrariamente materias y medios, 3) jerarquiza
torpemente sus individuos. Son los tres pilares de una agricultura científica que define y
somete la producción según su régimen enunciativo.
Limitación. De entrada, la producción agrícola esta marcada por el límite según la
agricultura científica. La famosa “ley de los rendimientos decrecientes”, establece que un
cultivo puede ser fertilizado hasta un “rendimiento máximo” que se encuentra un poco antes
de la toxicidad. Así las cosas, los instrumentos químicos poseen un verdadero “límite
natural” definido por el suelo y el material vegetal. Y sin embrago, todo esto supone un
extraño razonamiento. Esta ley de los “rendimientos decrecientes” prohíbe algo
perfectamente ficticio en el orden de la producción agrícola, de ese modo, persuade a los
sujetos de que era eso, el máximo rendimiento, lo que precisamente intentaban. Pero
sabemos que una producción jamas busca el “máximo rendimiento” por si misma, su objetivo
es la “máxima producción”, que es bien distinto, rendir el máximo y producir el máximo son
dos cosas absolutamente diferentes204.
El “rendimiento máximo” es una exigencia externa y secundaria impuesta sobre el proceso
productivo. Y aunque algunos llegan a pensar que esta “ley económica” 205 es un verdadero 203 La vocación creadora de la industria, su capacidad para sobrepasar “lo que es” y producir lo real, es analizada por el filosofo Francois Dagognet. Cf. La invención de nuestro Mundo. La Industria ¿Por qué y Como? Paris. Encre Marine. 1995. (Trad. Esp. Luís. A. Palau) 204 Un sencillo experimento ecológico muestra los problemas de esta “ley de los rendimientos decrecientes”. Una especie de Manglar tropical alcanza el “máximo rendimiento” en tamaño del tronco y peso de los frutos cuando el agua posee 8 ppm de sal, y sin embargo, su hábitat natural es el agua mucho mas salina, donde experimenta un “rendimiento decreciente” en tamaño del tronco y peso de los frutos, pero donde cada semilla producida crece con facilidad. Obviamente el Manglar no entiende nada de rendimientos, aunque sepa donde producirse y reproducirse más. Cf. Odum. Ecología. CEC: México. 1972. Pg 95.205 Más vale recordar el origen de esta “ley” pesimista inventada por Stuart Smill, padre del utilitarismo ingles, y luego importada al campo agronómico en un tratado clásico de agroquímica. El mismo Justus Liebig explica: « si todos los demás
64
axioma natural, hasta ahora ningún organismo vivo necesita ser animado para alcanzar su
máxima producción, aunque sea necesario empujarlo hasta su máximo rendimiento206.
Ninguna planta sabe de “rendimientos”, únicamente pretende dar libre curso a su fuerza para
producir más: hojas, semillas, raíces; y no para conservarse, ni “rendir más”, si no para
apropiarse de algo, para dominar un territorio, para poblar la tierra. Por eso es tan difícil
determinar cual es el “limite” de un ser vivo, aunque sea muy fácil definir cual es su “máximo
rendimiento”. Como dice el grito de guerra de un vidente viviente: el hecho es que hasta hora
nadie ha podido determinar de que es capaz un cuerpo, en virtud de las solas leyes de su
naturaleza207.
Separación. De otra parte, el miope propósito del “beneficio empresarial” impone
propiedades esenciales y condicionantes sobre la producción agrícola: fija pesos, colores,
formas, cualidades estándar exigidas por una ley mercantil. Como consecuencia, las
herramientas de trabajo son usadas para extraer cualidades forzadas, sin tener en cuenta la
singularidad del material trabajado. La producción agrícola queda obligada a vencer,
normalizar, controlar, restringir las tendencias del organismo vegetal, en lugar de seguirlas,
modularlas, acelerarlas y provocarlas. Los instrumentos mecánicos y químicos se utilizan de
forma estrecha y limitada, en una franca desconexión con la materia trabajada. Es un uso
pobre y reactivo de los instrumentos, que desperdicia toda una plusvalía creativa derivada
de la interacción positiva entre herramientas y materias. En estas condiciones, es inevitable
que la producción agrícola se piense como una lucha contra “la naturaleza”. Como lo resume
un famoso portavoz de la agricultura moderna, “ni una sola partícula de las hojas, los tallos,
los ramos o los residuos de la planta son desperdiciados en la agricultura moderna. Todo es
rendimiento neto. Pero esto solo se consigue en un combate intenso contra la naturaleza”208.
Jerarquización. Finalmente, no solo se imponen límites ficticios, no solo se separan
arbitrariamente materias y medios productivos, además se aplasta la actividad creativa de
los mismos individuos productores encerrándolos en funciones jerarquizadas y punitivas.
factores se mantienen invariables, el rendimiento comienza a decrecer. Esta ley fue proclama como un principio en economía política por J. Stuart Smill y se presenta como indudable en agronomia». Nouvelles lettres sur la chimie: consideree dans ses applications a l' industrie a la physiologie et a l' agriculture. Victor Masson: Paris. 1852.206 Un sencillo experimento ecológico muestra los problemas de esta “ley de los rendimientos decrecientes”. Una especie de Manglar alcanza el “máximo rendimiento”, en tamaño y peso de los frutos, cuando el agua posee 8 ppm de sal, y sin embargo, su hábitat natural es en aguas mucho más salinas, donde experimenta un “rendimiento decreciente” en tamaño y peso de los frutos, pero donde produce más semillas y cada semilla crece con más facilidad. Obviamente el Manglar no entiende nada de rendimientos, aunque sepa donde producirse más. Cf. Odum. Ecología. CEC: México. 1972. Pg 95.207 Baruch Spinoza. Ética demostrada según el orden geométrico. Buenos Aires: Orbis. 1983. Pg 172. 208 Salvador Camacho Roldan. Escritos varios. 1860. Librería Colombiana: Bogota. 1892. Pg 647.
65
Según las “lecciones de agricultura moderna” “toda empresa agrícola debe estar organizada
procurando una división jerárquica del trabajo”209. Así, la producción agrícola debe estar
vigilada por un agrónomo experto cuya misión es “exigir el estricto cumplimiento de las
disposiciones adoptadas y proveer a la explotación de empleados idóneos para cada
ocupación”210. Tal vez por eso el agrónomo debe “supervisar con sumo cuidado los
miembros que adolecen de defectos que puedan hacer ineficaz la producción, como falta de
moralidad en el carácter, indolencia, desidia o perversión”211. Muy pronto el ingeniero deja de
ingeniar para dedicarse a vigilar; el experto deja de experimentar para dedicarse a dirigir. Es
un capataz tecnificado, un obrero ágil y aplicado a unas funciones de policía, que asume
como responsabilidad propia las “ganancias” del empresario.
El agrónomo aparece con una función simple según la agricultura científica: usar su saber
para acrecentar las “ganancias empresariales”. Todo su ingenio se limita a cuidar y a
castigar el desperdicio de fuerzas o materiales. Tal vez por eso debe “distinguir los talentos
agrícolas”, “separando los temperamentos defectuosos para corregirlos o reformarlos, como
trabajadores negligentes, peligrosos, ignorantes o idiotas que pongan en riesgo la
explotación””212. Esta tarea policíaca trae sus alegrías, la satisfacción de sentirse un miembro
útil en la empresa, una pieza importante en la sociedad. Es la sensación de “elevarse” en la
jerarquía social y saborear por un momento el poder de los señores. Sin embargo, es un
amargo placer, pues se nutre con la impotencia y el propio rencor del sujeto comprometido.
El agrónomo es el primer lisiado por las exigencias empresariales, cualquiera que sea su
impulso creativo, solo se considera a partir de la disminución de costos o el incremento de
ganancias. Sometido a la autodisciplina constante de sus propios deseos, este sujeto
descontento se convierte rápidamente en un destructor forzoso de su creatividad, haciendo
responsable de su impotencia a todos los que se desvíen de una ocupación “rentable”. Así
nace en su corazón el odio contra cualquier perturbación que arriesgue la “ganancia
empresarial”. Se trata de un profundo resentimiento contra cualquier derroche de fuerzas o
materiales que el mismo no puede ejecutar. Es un deseo enconado que se complace en
vigilar, en él y en los demás, cualquier impulso espontáneo que ponga en peligro la utilidad.
209 Lecciones de agricultura para las escuelas de Colombia. Juan de dios Carasquilla. Numeral 20. Imprenta de la Luz: Colombia. 1894.210 Ibidem. 211 Ibíd... Numeral 13.212 Adrien Etienne Pierre Conde De Gasparin. Cours d'agriculture. Librairie Agricole De La Maison Rustique: Paris.1863. Pg 432-438.
66
Solo así se explica ese gusto ansioso por el trabajo bien hecho, esa predilección nerviosa
por seleccionar conductas inofensivas, útiles, obedientes, mediocres. ¡Que muera mi deseo!,
¡que muera también en los demás!, ¡que viva la ganancia de la organización empresarial!
3.5 Su motor
¿Acaso existe otra manera de producir?, ¿si cada quien sigue su propio impulso productivo
no se cae en la anarquía? Sucede que las tres operaciones que someten la producción
agrícola no serian nada sin el fantasma amenazador que indican o suponen. Los límites
ficticios, las disyunciones arbitrarias, las jerarquías esterilizantes, resuenan y rebotan sobre
una pared oscura que asegura la subordinación completa de la producción. Un “curso de
agricultura moderna” señala que “sin una dirección que asigne las funciones y vigile los
procedimientos la maquina agrícola permanece inmóvil y paralizada”213. Las “lecciones de
agricultura” sugieren lo mismo: “sin el concurso bien coordinado del capital y la ciencia
agrícola que distribuye adecuadamente las labores, la producción resulta imposible y
siempre será estéril”214. Más explícito aun es el manual de “química moderna aplicada a la
agricultura”: “si la agricultura no se practica siguiendo las leyes científicas jamás podrá tener
adelanto alguno y su destino será la ruina”215.
Se nos dice que sin el concurso de la agricultura científica es imposible producir. Se nos dice
que por fuera de sus límites, sus separaciones, sus jerarquías, todo es ruina y parálisis. Pero
resulta que la noche oscura también es creación de este discurso: el caos improductivo, la
producción estéril, la agricultura paralizada, solo son imágenes temibles al reverso de esos
límites, esas separaciones y esas jerarquías que, el mismo discurso crea. Tal como aparece
definida en el discurso de la agricultura científica, la producción agrícola esta cogida,
aplastada, abatida, agarrada como una rata en su trampera: o bien funciona según unos
límites, unas disyunciones y unas jerarquías, impuestas por la agricultura científica, o bien
funciona de otra manera, sin respetar estos limites, pero entonces se precipita en un fondo
indiferenciado y estéril. Ser o no-ser, esa parece la cuestión. Como si el deseo de “producir
más” no fuera ya un limite, un translimite que debe ser desbordado necesariamente. Como si
deformar los instrumentos informando las materias no fuera un “procedimiento adecuado”,
213 Adrien Etienne Pierre Conde De Gasparin. Cours d'agriculture. Librairie Agricole De La Maison Rustique : Paris.1863. Capitulo V. Tercera División. 214 Lecciones de agricultura para las escuelas de Colombia. Juan de Dios Carasquilla. Imprenta de la Luz: Colombia. 1894. Numeral 20.215 F. Chaptal. Química aplicada a la agricultura. José Rubio: Barcelona. 1829. Pg 16.
67
una transformación superior por disyunción inclusiva. Como si seleccionar los
temperamentos agresivos y fuertes no fuera ya un tipo de jerarquía, una organización
soberana por trasgresión subversiva.
Debemos distinguir radicalmente entre la producción agrícola, tal y como se desprende de
su única condición de ejercicio, el deseo de producir, y la producción agrícola, tal y como
aparece definida en el discurso de la agricultura científica. En el segundo caso “la
producción” no es mas que la imagen artificial y domesticada del proceso productivo
obtenida por la paralización del proceso mismo. Todo mundo sabe que la agricultura se
produce y reproduce todo el tiempo sin estar organizada en torno a la primacía
centralizadora de un discurso, y por lo tanto, sin obedecer a ningún limite de rendimientos, a
ninguna jerarquía de trabajo, a ningún objetivo empresarial; de hecho, categorías como
“rendimientos”, “división del trabajo”, “ganancias empresariales”, carecen de sentido dentro
del proceso real de producción agrícola o la producción agrícola real en proceso. No se trata
de rechazar las “utilidades” que genera la producción agrícola para la industria. Tampoco de
desconocer la importancia fundamental y enriquecedora del conocimiento científico. Se trata
de entender la posición y el papel de esas utilidades y esos conocimientos dentro de este
proceso productivo.
La producción agrícola no encuentra su principio, ni su fin, en las ganancias empresariales,
como tampoco encuentra su límite, ni su origen, en un discurso científico. Por eso es a-
económica, a-científica, a-narquica y a-tea. No puede tener otra razón que su deseo mutante
y absurdo de crear por el simple gozo de crear. Toda producción no es más que una
determinada organización de este deseo. Y cualquier producción estará más cerca de su
condición de ejercicio cuanto más deje correr el deseo violento que la anima. A este nivel
productivo, huérfano y sin patria, solo existe una maquina fantástica de producciones
excesivas que no se avergüenzan por violar la ley “científica” ni se cohíben por desobedecer
la moral empresarial. Cuando se desea producir más, no importan las utilidades del
hacendado. Como quiera que las ganancias no son un fin para la producción, por el
contrario, son epifenómenos, funciones derivadas, efectos secundarios, el polvo levantado
por una actividad real. Cuando se desea producir más, no importa si el conocimiento
empleado pertenece al dominio científico o no-científico, no importa si el procedimiento
utilizado es racional o irracional. El conocimiento científico no es un instrumento obligado en
la producción agrícola, tampoco es una ley inquebrantable para mantenerla en los estrechos
68
límites de la razón. En la producción agrícola cualquier procedimiento es bueno, por
irracional que sea, si es más productivo, cualquier conocimiento sirve, por heterogéneo que
sea, si sirve para producir más. Con tal de producir más, y de gozar produciendo, todo sujeto
creativo se arroga el derecho de no respetar razones ni escatimar experiencias. Sea
produciendo hasta reventar las utilidades del empresario, sea imbricando violentamente la
ciencia con saberes poco científicos.
Sabemos que para que exista una producción agrícola científica y económica, para que
exista un dominio racional de prácticas, es necesaria una experiencia exterior que escapa a
este dominio y lo pone en cuestión. Tal experiencia no es otra cosa que la práctica agrícola
más sencilla, la más cotidiana, con tal de que siga su propio deseo todo proceso productivo
es experimental. Es por eso que entre más inmensa y comprensiva sea la definición
científica o económica de la producción agrícola, siempre será asintota a la totalidad virtual
de procesos productivos que en la práctica se pueden realizar. Producciones sin sentido
científico y sin fin económico, puesto que los sentidos y los fines se originan en ellas y no al
revés. Producciones insensatas y extravagantes, donde se produce antes de saber como y
de que manera, y sobre todo, para saber si es posible hacerlo de ese modo. Producciones
irresponsables y desajustadas, donde los sujetos liberan su deseo creativo antes de
preguntarse para quien o porque lo hacen. ¿Producción irracional?, seguramente, si es que
no hay mas palabras parar calificarla; pero de cualquier modo, producción que se dirige solo
a las fuerzas de las que depende.
Resulta un simple juego de palabras suponer que la producción agrícola se libera de la sabia
norma del experto, excede sus limites “económicos”, desborda la “practica racional”. ¿Acaso
no se pone en riesgo toda la producción?, ¿acaso no se precipita todo en un agujero
anárquico e improductivo? o mejor, ¿a quien conviene producir en la oscuridad? Sin duda
los procesos “improductivos” tienen un gran futuro, pero solo a condición de perforar la
muralla ficticia de lo “inútil”. Perder el miedo de atravesar la barrera oscura de lo “irracional”,
es impulsar sus procedimientos en un movimiento audaz en su camino hacia lo inaudito.
Actualmente nadie podría medir el impacto de una producción agrícola portátil y simplificada.
Un dispositivo agronómico que siguiendo la tendencia informática, redujera sus instrumentos
y simplificara sus medios, de tal modo que quedara en manos de los mismos usuarios-
productores. Estos serian los encargados de producir nuevas drogas y alimentos en la
69
intimidad de sus apartamentos, lejos de la supervisión especializada. Sujetos o grupos por
fuera del control institucional, acoplando y mezclando materias “de bajo costo”, utilizando
desperdicios, probando todo tipo de sustancias, tramando un red que se auto organiza sin
necesidad de poder central. Indudablemente que el uso experimental de la técnica agrícola
resulta peligroso - ¿para quien? -. Pero acaso no es preferible sentir temor, si a la vez es
permitido admirar, que no sentir ningún temor, pero tampoco poder evitar la visón de una
ciencia empequeñecida en su actividad creativa, malograda con tareas de domesticación,
hostil y reaccionaria frente a las bifurcaciones creativas que ella misma no puede realizar.
3.6 Sus Consignas
Vemos como se limita la producción agrícola. Pero aun no entendemos muy bien porque.
Según los historiadores competentes “las nociones de modernización agrícola constituían
durante el siglo XIX un cuerpo de pensamiento conjunto que se podría denominar agricultura
científica”216. Pero no se puede pensar que este “cuerpo de pensamiento conjunto” funciona
en el vacío. Una ciencia es una producción cultural que no puede ser disociada de las
relaciones sociales en que se inscribe. Desde su nacimiento la agricultura científica esta
abierta a los vientos de otros saberes, su verdad se apoya en otras verdades, su visión de
futuro se impulsa con otras visiones, sus enunciados vehiculan diferentes consignas.
Consignas que pertenecen a este discurso científico como presupuestos implícitos en su
funcionamiento. Y si se refuta que estas consignas de hecho pertenecen al campo social, y
de derecho son exteriores a la ciencia, habría que señalar hasta que punto el campo social
trabaja el discurso científico, haciendo variar no solo su léxico, sino también sus métodos y
sus objetivos.
Entre las múltiples consignas que rodean el nacimiento de la “agricultura científica”, sin
duda, la más imperante es la del “Progreso”. Para el siglo XIX, progresar es la consigna
fundamental. No es una coincidencia que, en esta época, la filosofía sea “desarrollo
progresivo hacia la verdad”, la ciencia una “marcha progresiva del conocimiento”, la
sociología una “ley general del progreso social’’, la economía un “incremento progresivo de
la producción”, la embriología una “diferenciación progresiva de los organismos”, la física
una “degradación progresiva de la energía”, y hasta la solución matemática una “limitación
216 Francine Cronshaw. La modernización Agraria en México y Colombia. en: Memoria y Sociedad. vol. 3 no. 5. 1998.
70
progresiva de sustituciones”. Habrá que esperar hasta el siglo XX para que el “progreso” sea
una “imagen” superada a nivel físico, biológico, técnico, antropológico y social217.
Siendo el “progreso” un punto sensible para el siglo XIX, no resulta extraño, ni tampoco
difícil, que los enunciados de la agricultura científica se vinculen con esta consigna. Esta
humilde ciencia nace en una época donde las disciplinas más reputadas asumen el progreso
como un dato indiscutible. Es imperioso que ella también se inscriba en este régimen
colectivo de enunciación si quiere algún estatuto de veracidad. Por eso para el fundador de
la Sociedad de Agricultores, “la agricultura moderna es el mejor instrumento de propagación
para todo lo que es esperanza, progreso, orden y civilización”218. Para los reformadores del
agro, “el progreso agrícola” depende irremediablemente de la “agricultura moderna”, y a su
vez, la “agricultura moderna” encuentra su justificación social en el progreso agrícola.
Pero no hay consigna de “progreso” que no anuncie al fin su pragmática de “Orden”. Un
progreso sin orden es la anarquía, un orden sin progreso es la inmovilidad. El “progreso” no
puede separarse de una forma especifica de poder. El progreso resulta un mandato ligado a
un orden político. Solo puede existir un buen sentido para el progreso si todos caminan
respetando el sentido común de la sociedad, y a su vez, solo cuando se respeta este sentido
común todos progresan siguiendo su buen sentido. El fundador de la SAC se explica en
217 La termodinámica, la biología, la antropología y la sociología del siglo XX, coinciden en su definición del tiempo: el tiempo solo tiene un sentido, a partir de un presente definido y en un sistema referencial determinado, que se supone fijo desde el principio. En estas condiciones el progreso solo tiene sentido, si se fija una dirección. En termodinámica, los sistemas poseen una tendencia a evolucionar por turbulencias, rupturas de simetría y escogencias múltiples, este comportamiento indiferente y errático con respecto al tiempo y es característico de casi todo el mundo físico. Cf. Self-organization in Nonequiibrium Systems. Nicolis & Prigogine. Wiley: NewYork. 1977. En biología, las transformaciones de los sistemas vivos no poseen una dirección progresiva, ni una tendencia única, son adaptaciones múltiples que sobrevienen al azar y permanecen indiferentes con respecto al tiempo. Cf. Brian Goodwin. Forma y Transformación: la lógica del cambio evolutivo. En: ¿Progreso?. Matemas: Madrid. 1998. En un nivel estrictamente técnico, se puede asegurar que un pueblo que cultiva con azadas esta mas “atrasado” para la agricultura, o peor equipado técnicamente, que un pueblo que utiliza maquinas agrícolas. Pero resulta que ese mismo pueblo “atrasado” para la agricultura puede poseer un mejor conjunto técnico para otro fin. Aparecen verdaderas paradojas, pueblos “avanzados” en la informática son verdaderos “salvajes” para la cestería o la música, y al revés, pueblos “atrasados” en su industria exhiben una verdadera vanguardia en sus medios expresivos. Cf. Andre Leroi Gourhan. Evolución y Técnica. Taurus: Madrid. 1988. Siguiendo al antropólogo Claude Levi-Strauss, solo se puede hablar de “progreso” entre dos grupos perfectamente idénticos, lo cual siempre resulta difícil. Si definimos el “progreso” por la reducción de crímenes, la cantidad de energía acumulada, la renta per capita o el número de McDonalds por metro cuadrado, entonces no hay duda que existen sociedades con un mayor índice de progreso o mas avanzadas que otras. Pero esta definición solo es un máximo de índices acumulados en un sentido predeterminado por el gusto o el interés de un grupo social; si utilizamos otros índices como la capacidad de vivir en un medio hostil, la cantidad de carnavales por año, el número de jinetes o bailarines por metro cuadrado, entonces la noción de progreso y su dirección cambian completamente de sentido. Cf. Raza y Cultura. Antrophos: Madrid. 1970. Finalmente, si definimos el “progreso social” como un movimiento real - o soñado - hacia un mundo mejor , automáticamente se convierte en una noción metafísica, algo que no puede ser refutado ni probado, en la medida que es imposible determinar de manera universal que es un “mundo mejor”. Cf. G.S. Sternt Las paradojas del progreso. Alambra: Madrid. 1989.218 La agricultura en Colombia y Nuestro porvenir Industrial. Salvador Camacho Roldan. Escritos varios. Librería Colombiana: Bogota. 1892. Tomo II. Pg 647.
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términos más científicos, “según lo ha demostrado la investigación experimental, el progreso
de las sociedades requiere una concordia absoluta de todas las voluntades y una gran
seguridad política”, “autoridad por una parte y obediencia por la otra”219. Democracia y
seguridad, progreso y bienestar, ¿conocéis esto?
Progreso, orden, bienestar, son las consignas implícitas en la agricultura científica desde su
nacimiento. Este dominio científico se convierte en el campo de llegada para unos axiomas
sociales que se contenta con envolver y aplicar. Y no como elementos “ideológicos” que
perturban su objetividad, sino como elementos formadores en lo que se llama su
“Positividad”. De allí la función pragmática de este discurso. La nueva ciencia se proyecta
como el mejor instrumento para hacer progresar y ordenar la población campesina. No
puede esperase ningún progreso en la agricultura mientras el campesino conserve sus
antiguos modos de trabajar, sus desusados nombres locales, sus medidas provinciales, sus
practicas rutinarias, sus conocimientos tradicionales, su actitud habitual. Un tratado de
“extensión agrícola” lo expresa más claramente: “de nada servirían los adelantos científicos
en la agricultura, sin un intenso trabajo que cambie la conducta de los campesinos”, “la
agricultura moderna deben transformar las actitudes y las destrezas de la población rural,
poniendo al campesino en disposición no solo de recibir nuevas tecnologías, sino además,
de necesitarlas y de salir a buscarlas espontáneamente”220.
Muy temprano se revelan los vergonzosos propósitos cívicos que rodean la agricultura
científica. Este discurso científico debe aumentar las “ganancias empresariales”, pero
también debe “mantener los moradores del campo en estado de robustez y buenas
costumbres, corrigiendo continuamente la parte degenerada de la sociedad”221, debe
“dulcificar el carácter y corregir las costumbres en los habitantes del campo, haciendo de
Colombia un pueblo frugal y temperante”222, debe “despertar en los niños y acaso futuros
delincuentes el amor al cultivo de la tierra, abriendo ante ellos un horizonte que ha de salvar
la patria”223, debe “inspirar el amor al orden, el odio a las revoluciones, el habito al trabajo, el
olvido de los agravios y las intolerancias políticas”224, debe “construir un país rico, grande y
219 Discurso leído en la Universidad Nacional. Salvador Camacho Roldan. Escritos varios. Librería Colombiana: Bogota. 1892. Tomo II. Pg 217-229. 220 Extensión agrícola: Principios y Técnicas. H. Frias Moran. IICA: Lima. 1966. Pg 19-30. 221 Química aplicada a la agricultura. F. Chaptal. José Ruvio: Barcelona. 1829. 222 Nociones de Agricultura moderna. Jorge Carvalo. Bertol: Madrid. 1896. 223 Agricultura práctica y moderna. Ernesto Murillo. Appleton: Nueva York. 1892.224 Manual de Agricultura. Imprenta Francisco Torres Amaya: Bogota. 1857. Pg 10-15.
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pacifico, ahuyentando la miseria de los campos y con ella el anarquismo y la
intranquilidad”225.
No hacemos historia sagrada226. La estructura de la agricultura científica se abre y se
expande a una escala social. Pero lo contrario no es menos cierto. La estructura social
recorta y penetra por todos lados el nuevo discurso. Por eso la agronomía científica puede
ser definida en aquella época como “una ciencia experimental y de observación”, a la cual
“es preciso agregar además de los hechos adquiridos en la practica y el estudio, todos los
fenómenos que producen las condiciones sociales y los que se desprenden de la situación
política”227. Teóricamente cerrada y políticamente abierta, la nueva ciencia baila al ritmo de
los asuntos públicos como una bailarina descontenta con su pareja. Estamos frente a la
paradoja que rodea el nacimiento de la agricultura científica: por un lado, y siguiendo su
buen sentido, debe ser progresista, reformista, innovadora; pero al mismo tiempo, siguiendo
su sentido común, debe ser conservadora, protectora y reaccionaria.
Ahora entendemos mejor porque la agronomía científica parece limitar, más que impulsar, la
producción agrícola. Es por razones de seguridad social que se necesita construir una
instancia que limite, normalice y ordene los procesos productivos. Es una operación de doble
pinza bastante conocida: por una parte, la formación social construye, fomenta y manipula,
una instancia productora de enunciados verdaderos (en este caso la agronomía científica),
que, correlativamente, elabora los procedimientos, califica los sujetos, regula los objetivos y
señala los limites, de una producción cualquiera (en este caso la producción agrícola). De
esta manera, puede juzgar como improductivos, erróneos, irracionales, falsos o
rudimentarios, todos aquellos procedimientos divergentes, locales, menores, marginales, o
fragmentarios, que no se ajustan a la sabia norma dictada por un discurso global.
Podemos ver ahora claramente la distinción entre: 1) aquello que ejerce un control sobre la
producción agrícola, según axiomas sociales determinados: progreso, bienestar, orden, mas
adelante desarrollo rural, sostenibilidad ambiental, etc.; 2) aquello que funciona como la
instancia representante de este control: la agricultura científica y mas adelante la agricultura
225 Tratado Elemental de Agricultura. Francisco Molina. Imprenta Departamental de Antioquia: 1890.226 Parecen épocas muy lejanas. Pero en 1980 el prestigioso historiador de la Agricultura Michel Auge-Laribe escribe “la agricultura moderna al preocuparse por propagar las técnicas, no solo obra impulsada por un sentimiento moral, se ha dado cuenta que toda acción contra la miseria y el atraso se hace en interés general de la humanidad”. Historia Universal. La revolución agrícola. UTEHA: México. 1980. Pg 255.227 La agricultura en Colombia. Salvador Camacho Roldan. Escritos Varios. Tomo II. Pg 662.
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ecológica; 3) aquello sobre lo cual se ejerce este control: una producción agrícola cotidiana,
experimental, no ligada, que solo obedece a su deseo productivo; 4) aquello que es el
producto de esta detención: una imagen desfigurada, invertida o domesticada de la practica
agrícola. Y sin embargo, esta imagen domesticada solo confirma como en negativo la
potencia explosiva y mutante que se agita en su interior. No sin razón el fundador de la SAC
se aterra frente al “poder de la agricultura moderna para trastornar los cimientos del orden
social”228. Y es que cualquiera que sea la forma de limitar el deseo que subyace en la
producción agrícola, nadie puede acallar su potencia para trastornar los arquetipos más
queridos de la sociedad. De hecho, el deseo de cada quien es una fuerza revolucionaria y
perturbadora capaz de hacer saltar sectores sociales enteros. Basta animarlo un poco. Y no
porque su acción sea antisocial, sino porque es creador de nuevas sociedades, en virtud de
su capacidad disolvente sobre la realidad establecida.
3.7 Sus instrumentos
Ninguna ley jurídica, moral o científica, existe realmente sin un aparato físico que la aplique,
es decir, sin unos instrumentos materiales. El “conjunto de leyes científicas en que se
fundamentan los procederes de la agricultura”, no serian nada, o serian un montón de
expresiones inoperantes, si no fuera por unos instrumentos físicos de ejecución. Hacia
finales del siglo XIX se proyecta una verdadera maquinaria para introducir y estabilizar la
agricultura científica en el País. Una maquinaria independientemente de toda metáfora229. A
toda maquina su ingeniero. Observemos y desmantelemos con calma este aparato. El motor
ya lo conocíamos: es el típico “motor del progreso”. Utiliza por un lado la esperanza y por el
otro el miedo. Un honorable presidente de la república explica que “el progreso agrícola es la
escalera tendida hacia la perfección y el bienestar de la sociedad civilizada”230. Pero no
existe esperanza sin miedo, ni miedo sin esperanza, del otro lado aparece “el hambre, la
miseria y el atraso”, con todo lo que esto envuelve, “pues el atraso agrícola es un proteo de
mil formas, es legión en compañía del tifus, la tuberculosis, la ulcera, la angustia que sube al
cerebro y engendra locura o crimen. En el mismo carro fúnebre van sentados, el robo, la
miseria, el asesinato, la guerra y la muerte”231.
228 La agricultura en Colombia. Salvador Camacho Roldan. Escritos Varios. Tomo II. Pg 682.229 El motor es termodinámico, produce movimiento a partir de dos términos impermutables. Este impulso estará dirigido por unos instrumentos de transmisión. Estos instrumentos estarán coordinados y agrupados por agentes de aplicación. El producto final será crear un sujeto – en el sentido fuerte de la palabra – a partir de una materia informe.230 Mariano Ospina 1849. Antología del pensamiento conservador. Banco Rep.: Bogota. 1970. Pg 131.231 Salvador Camacho Roldan. Escritos Varios. Librería Colombiana: Bogota. 1892. Tomo II. Pg 680
74
Sobre esta diferencia entre la vida y la muerte, el progreso y el atraso, la parálisis y la
producción, la civilización y la barbarie, se calca la distinción entre la agricultura moderna y
la agricultura rutinaria. La agricultura mala y la agricultura buena. Como consecuencia
emerge la distinción entre el sujeto culpable y el sujeto meritorio. De este lado un campesino
inculto, burdo, miserable, mugriento, embrutecido por la rutina y el alcohol, en ultima
instancia el culpable de mantener al país en el atraso; y de otro lado un agricultor moderno,
racional, ilustrado, saludable, científico, limpio y ebrio de urbanidad, meritorio en ultima
instancia de asegurar el progreso de la nación. Se ve muy bien cual es la opción para salir
de “la miseria” y subir “por la escalera tendida hacia la perfección”, incluso y sobretodo, si es
necesario instalar la escalera y forzar a cada uno a subir por ella.
Estamos frente a una caja de resonancia que utiliza los deseos particulares como su motor.
Su funcionamiento conecta impulsos flexibles que se expanden como ondas por todo el
tejido social. El miedo, la esperanza, el desenfreno, el furor, la locura, no gravitan en la
cabeza de nadie, son flujos de deseo que se derraman por conexiones capilares arrastrando
a todos. Por eso son cuidadosamente vigilados, estimulados, administrados y dispuestos en
una sola dirección232... La agricultura científica se encabalga en un aparato de ejecución que
busca “canalizar las esperanzas del campesino y utilizar sus deseos de una vida mejor”233. El
manual para ‘convertir un campesino en agricultor” lo describe de mejor manera: “todo
campesino tiene aspiraciones’, “esas aspiraciones y deseos deben ser usados para
promover la aceptación de la agricultura moderna y acelerar el ritmo del progreso agrícola”.
Estos deseos y esperanzas se estimulan o se agencian con tres instrumentos: 1) instrucción
agrícola, 2) evidencia y exhibición, 3) vulgarización y propaganda.
232 En términos more geométricos la esperanza y el miedo son afectos inconstantes que brotan cuando imaginamos una cosa futura de cuya efectividad dudamos. Es superfluo mostrar la fluctuación del ánimo que surge a partir de estas ideas confusas: ora sentimos miedo de que algo sucederá efectivamente, ora abrigamos la esperanza de que jamás sucederá. Pero lo que no es superfluo es la utilidad social de estos afectos. La esperanza y el miedo son de mucho valor para todos aquellos que necesitan de la impotencia para asentar su poder. El miedo a la inseguridad, engendra la esperanza en el policía, el miedo a la anarquía, engendra la esperanza en el fascista, el miedo a la esclavitud, engendra la esperanza en el agitador, el miedo a la ignorancia, engendra la esperanza en el sabio, el miedo a la contaminación, engendra la esperanza en el ecologista. No es un asunto de “ideología”, es una cuestión de puro deseo, ¿quien no desea el bienestar en vez de la miseria?, ¿Quién no desea el progreso en vez del atraso?, ¿quién no desea la vida en vez de la muerte? Y por más que la esperanza y el miedo broten de nuestra impotencia, no por eso dejan de ser afectos reales que nos impulsan a obrar. Lo fundamental es saber si estos afectos son fruto de nuestro propio deseo o si nuestro deseo esta infectado, amarrado y mutilado con ellos. Como cuando “el niño cree que desea libremente la leche, el muchacho irritado cree que desea libremente la venganza y el tímido la fuga. También el ebrio creía decir por libre decisión, lo que, ya sobrio, quisiera haber callado”. Cf. Baruch Spinoza. Ética demostrada según el orden geométrico. Buenos Aires: Orbis. 1983. 233 Raanan Wietz. De campesino a Agricultor. FCE: México. 1973.
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Instruir. Durante el siglo XIX los medios educativos son verdaderamente escasos, todo se
reduce a “una labor cultural entre los niños de las escuelas” y “los delincuentes en las
colonias agrícolas”. Más que desplegar una nueva infraestructura, la instrucción agrícola
proyecta introducirse en la ya existente. Por eso se propone “abrir en nuestras escuelas
primarias, colegios nacionales y particulares, de todas las provincias, una clase de
agricultura moderna”, así mismo, “en todas las escuelas y colonias penales del país
obligatoriamente se dictara una clase practica y científica de agricultura, pues este es el
mejor medio que tiene el gobierno para fomentar el progreso nacional”234. Pero todo no es
mas que un proyecto. El país no cuenta con establecimientos de educación superior, y
“donde no hay dichos establecimientos, la agricultura jamás saldrá de su infancia, pues
nunca abra agrónomos ni personas inteligentes que nos enseñen a pensar rectamente”235.
Hacer ver. El segundo instrumento será más efectivo, en la medida en que no busca instruir,
si no más bien deslumbrar. Un “curso de agricultura moderna” explica que “un campesino
conserva sus usos rutinarios hasta que un vecino mejor instruido le muestra los resultados
ventajosos de una buena explotación”236. Se trata entonces de construir un complejo
organizado de lugares comunes donde se hagan “evidentes” las ventajas de la agricultura
científica y se propaguen por imitación los beneficios de su “practica racional”. Estos lugares
agrupan “quintas modelos”, “granjas demostrativas”, “centros de aclimatación para nuevos
cultivos”, “jardines experimentales”, “ferias para suscitar la competencia entre agricultores”,
“exhibiciones frecuentes donde se otorgan premios a los vencedores en estas luchas de la
filantropía”237. Si son lugares de evidencia, es porque no son centros de “experimentación”.
Fundamentalmente son mecanismos para hacer ver, son aparatos que permiten una di-
visión entre “los buenos métodos” y los malos métodos, son rejillas de especificación que
separan lo oscuro de lo claro, muestran o demuestran las ventajas de una práctica científica
y las desventajas de una práctica rutinaria en la agricultura. Pura cuestión de efectos,
efectos ópticos, efectos especiales. Instrumentos demasiado sutiles se diría, pero
supremamente efectivos. Incluso cuando las “demostraciones” se invalidan por sus
condiciones excepcionales, cuando no arrojan los resultados esperados, estos lugares
234 Lecciones de agricultura para las escuelas de Colombia. Juan de Dios Carasquilla. 1894. Numeral 20.235 Jose Ignacio de Pombo. 1810. En: Escritos de Dos Economistas Coloniales. Banco de la República: Bogotá. 1965. 236 Química aplicada a la agricultura. F. Chaptal. Jose Ruvio: Barcelona. 1829. Pg 12.237 Salvador Camacho Roldan. Escritos Varios. Librería Colombiana: Bogota. 1892. Tomo II. Pg 647.
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producen toda una serie de “evidencias” que apuntalan una nueva realidad y un nuevo
programa de vida.
Propagar. Instruir no es lo mismo que deslumbrar, como tampoco divulgar es lo mismo que
“expandir la idea de que la ciencia hace milagros”. Durante el siglo XIX, se pretende
“propagar y esparcir fraternalmente entre los trabajadores del campo los magníficos
progresos de la agricultura científica”238. Por “propagar” hay que entender una acción física,
donde un impulso inicialmente local se expande en un medio circunscrito homogeneizando
todos sus puntos239. Después de los tímidos esfuerzos por crear periódicos agrícolas en
1830, la recién fundada Sociedad de Agricultores propone “Repartir cartillas, boletines,
grabados y otras publicaciones que se convenga generalizar”, “periódicos que traten
exclusivamente de agricultura moderna” y hasta construir “museos y bibliotecas agrícolas”240.
Todo lo necesario para construir por simple redundancia un nuevo paisaje donde se
normalizan todos los enunciados: haciendo visibles las ventajas del progreso agrícola,
fijando sus “buenos métodos”, identificando “el campesino” como el “sujeto” al cual va
dirigido todo el discurso. De este modo, se opera una extraña inversión. El sujeto inmerso en
este ambiente termina tomándose a si mismo por causa efectiva de los enunciados que lo
dirigen: “ustedes los campesinos que permiten el progreso agrícola”. De tanto repetir una
ficción se vuelve realidad. Finalmente, el sujeto sumido en esta situación no hace más que
obedecer su propia realidad, mental, para obedecer mejor la realidad, dominante, o lo que es
mismo, obedece una realidad, dominante, para sentirse dueño de su realidad, mental.
3.8 Sus agentes
Aparece proyectada así una amplia estrategia que busca estabilizar “los magníficos
progresos de la agricultura científica” en el campo Colombiano. Es un todo un conjunto de
operaciones con múltiples instrumentos de instrucción, evidencia y propaganda. Semejante
aparato requiere unos agentes que coordinen y conecten todos los mecanismos. Esta será
la tarea de los agrónomos, los técnicos, los expertos y los consejeros agrícolas. A medio
camino entre la oficina y el campo, estos sujetos facilitan el contacto del medio agrícola y la
administración institucional. Según el fundador de la SAC, estos sujetos permiten una
conexión directa entre las “estaciones experimentales”, las “investigaciones en los
238 Ibíd... 239 Cf. Necesidad de difusión científica. George Canguilhem. Revista de Sociología. N 19. Abril. 1996. UNAL: Medellín. 240 El Agricultor de Cartagena. 1871. Periódico de la Sociedad de Agricultura de Cartagena. Micro-Films UdeA: Medellín.
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laboratorios privados” y las “compañías productoras de artículos para las granjas”. Se trata
de un verdadero nodo que deja pasar y corta “una corriente continua de nuevos métodos,
nuevos productos, nuevos instrumentos y nuevas técnicas que vivifican el sector rural”241.
Más que representar un individuo particular, el agrónomo funciona como un verdadero punto
estratégico. Es un lugar sin intencionalidad definida, una posición vacía para quien pueda o
quiera servirse de ella. En eso radica su importancia estratégica. Por eso las graves y
complejas restricciones que pesan sobre este oficio. Cualquier desviación en su función,
cualquier malversación de su saber, cualquier irregularidad en la ocupación de este lugar,
podría resultar peligrosa. De entrada este personaje debe cumplir estrictamente sus labores:
“influir sobre los agricultores para que adopten los métodos correctos”, “hacerles ver cuales
productos son de consumo ilimitado en el mundo para que los cultiven”242, “generalizar y
propagar los hechos comprobados por la ciencia para aplicarlos en todos los casos y en
todas partes”243, “para que los agricultores acojan el verdadero cultivo científico” y puedan
“beber en los nuevos manantiales del progreso y la prosperidad”244.
Aun sin existir las Escuelas Superiores de agronomía, se dibujan desde ya las
responsabilidades sociales y el plan de vida para este profesional. Su misión social no puede
ser ejecutada por cualquiera, “los profesionales de la agricultura tendrán una inteligencia
distinguida, un carácter enérgico, serán amantes del bien y sensibles al encanto de la vida
campestre, con aspiraciones pacificas y solidarias por el bien común, hombres respetuosos
de la armonía, el orden y la paz social”245. Aunque nadie ocupa todavía esta, ya existe un
código preciso que reglamenta de manera precisa la función de cualquier individuo que
desee ocuparla. Las Sociedades de Agricultores proponen entonces “enviar jóvenes pobres
a la nación angloamericana a adquirir conocimientos útiles en agricultura”, como a “las
escuelas francesas de agronomía hasta que hallan obtenido el titulo de agrónomos”246. Los
jóvenes seleccionados están obligados después de su regreso a “permanecer cuatro años
en cualquier provincia asignada por el gobierno”, “devolviendo los conocimiento adquiridos a
241 Salvador Camacho Roldan. Escritos Varios. Tomo II. Librería Colombiana: Bogota. 1892. Pg 530. 242 Nuestro Porvenir Industrial. Salvador Camacho Roldan. op.citp. Pg 535.243 Juan de Dios Carasquilla. Lecciones de agricultura. Numeral 12-14. Imprenta la Luz: Colombia. 1894. 244 Química aplicada a la agricultura. F. Chaptal. Jose Ruvio: Barcelona. 1829. Pg 12.245 La agricultura en Colombia. Salvador Camacho Roldan op.citp... Pg 663.246 El Agricultor de Cartagena. 1871. Periódico oficial de la Sociedad de Agricultura de Cartagena. N 1. Mico-Films Universidad de Antioquia.
78
la sociedad que los educo”. Esta es su deuda y el rescate exigido “la única forma de ver
progresar la nación”247. ¿Y si la nación no progresa?, ¿de quien seria la culpa?
3.9 Su material
Tenemos una enorme maquinaria lista para funcionar, tenemos los operarios que harán
marchar sus mecanismos. Y de repente, todo se atasca, nada funciona, el inmenso aparato
se encalla. Por debajo de sus instrumentos, delante de sus agentes, más acá o más allá de
sus engranajes, fluye y se escapa una masa huidiza, informe, móvil, una sustancia
inaprensible, inestable, un derrame abierto de formas larvarias, hostiles, disformes, apenas
identificables. Cuando todo estaba listo para sacar al “campesino” de su rutina
embrutecedora y llevarlo “a beber en los manantiales del progreso”, no se puede localizar al
“campesino” por ninguna parte. En su lugar, “se nos presenta una gran masa provista
apenas de un pobre vocabulario, apegada a unos métodos rudimentarios y desconfiada ante
toda innovación aunque sea la más oportuna para su progreso”248.
Es como si el deseo de progresar no viviera en algunos corazones, o como si estas
muchedumbres testarudas no tuvieran el mismo corazón. La Sociedad de Agricultores
avizora un esquivo material para su trabajo, la “población rural del país” se observa como
una “horda alimentada con frutos espontáneos, meros salvajes y egoístas para quienes todo
en la creación son misterios y para quienes los más nobles sentimientos de la excelsa
humanidad son por completo desconocidos”249. Nunca antes se hizo tan evidente la
obstinación deliberada de permanecer absolutamente inmunizado contra el progreso. Es una
mala voluntad por mantenerse ignorante, un deseo irrecusable de permanecer inculto, un
esfuerzo obcecado por continuar siendo un salvaje. Incompresible modo de vivir excepto
para un poeta: “es verdad, nunca he sido de vuestro pueblo, nunca he sido un cristiano,
tengo los ojos cerrados a vuestra luz. Soy una bestia, soy un negro, soy de raza inferior
desde toda la eternidad”.
La agronomía científica emerge como uno de esos saberes con un público natural: el
campesino. Pero resulta que el “campesino” no aparece por ninguna parte, o mejor, no tiene
247 El Agricultor de Cartagena. 1871. Periódico oficial de la Sociedad de Agricultura de Cartagena. N 1. Mico-Films Universidad de Antioquia.248 Nociones de Agricultura moderna. Jorge Carvalo. Bertol: Madrid. 1896. Pg 12.249 Discurso. Salvador Camacho Roldan. Escritos Varios. Librería Colombiana: Bogota. 1892. Tomo II. Pg 678.
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ningún rostro, no es reconocible. En su lugar se siente zumbar una “masa flotante,
movediza, trashumante, constituida por unos ignorantes que como único rasgo común
exhiben un espíritu refractario a toda innovación y a todo cuanto significa progreso”250. El
discurso de la agricultura moderna, y sus portavoces, se enfrentan a la necesidad de crear
un rostro para esta masa irreconocible. Dos procedimientos se ponen en marcha: oposición
binaria a partir de un rostro ideal, selección optativa a partir de un rostro modelo.
Inicialmente, a partir de los peligros y las miserias de la población urbana, se construye un
rostro ideal para el campesino siguiendo un esquema de oposición binaria. Las virtudes que
se le prestan al campesino son la inversión de los vicios y las taras de la ciudad. Así, toda
esa inmoralidad áspera, la alegría incestuosa, el afán rudo, errabundo y ebrio de las gentes
del campo, que “crea un sentimiento de inseguridad en las regiones rurales”251, de pronto, se
ve atrapada bajo una rejilla de identificación, que le impone un rostro de pobreza,
humildad, modestia y resignación. Y “si la imagen ideal del campesino ha podido
progresivamente adquirir consistencia y realidad, es porque el campesino ideal ha podido
trasformarse en el ideal del campesino”252.
El segundo procedimiento utiliza una selección optativa a partir de un rostro modelo. Sea por
ejemplo “una nación prospera como Inglaterra, donde los labradores son comerciantes,
tienen amplio raciocinio, saben examinar y contar llevan cuentas con los bancos y sus libros
están siempre en regla”253; o mejor “que nos sirva de ejemplo la inteligencia, la robustez, la
exactitud, la economía en los gastos y las buenas cualidades morales del agricultor
Californiano”254. Desde las inhóspitas regiones de Colombia, los portavoces de la agricultura
científica imaginan un agricultor extranjero sano, con un lenguaje correcto y claro, que
piensa según un sistema métrico único, con una explotación fundada en la racionalidad
económica y científica. Este granjero californiano o ingles, sirve de rostro modelo para
discriminar las actitudes del campesino criollo identificando los elementos que se desvían o
no se ajustan. A partir de ese rostro Modelo se marcan y se rechazan todos los vicios, todas
las taras del campesino real: analfabetismo, jergas, modismos, unidades de medida
arcaicas, costumbres insalubres, inmoralidad incestuosa, ebriedad y violencia. Así se
250 El País. Bogota. Agosto de 1910. 251 Francine Cronshaw. La modernización agraria en Colombia y México. 252 Claude Grignon. La Enseñanza agrícola y la dominación simbólica del campesinado. Espacios de Poder. La Piqueta: Madrid. 1970. Pg 53. 253 Manual de agricultura moderna. Torres Amaya: Bogota. 1857. Pg 10.254 Revista Cafetera de Colombia. N 1/14. 1929.
80
construye la norma a partir de la cual se deben comparar, diferenciar y regularizar, los
campesinos reales, mientras se produce al otro lado del espejo, la a-normalidad que se debe
corregir.
A menudo se olvida que para establecer un programa de liberación o de sometimiento, es
necesario primero producir un sujeto para el cual el programa esta dirigido. Para hablar en
favor o en contra del campesino, para sancionarlo o para liberarlo, para concientizarlo de lo
que realmente necesita, para instruirlo sobre lo que puede llegar a ser, es preciso imponerle
un rostro a sus deseos, es forzoso construir un sujeto reconocible apresando apetitos
variables bajo la coraza de una identidad. Tal vez de allí proviene la perplejidad de los
portavoces de la agricultura moderna cuando no encuentran “al campesino” por ninguna
parte, de repente chocan con la incómoda obligación de crearlo. Y es que la “plebe”, los
“delincuentes”, los “locos”, los “negros”, los “desplazados”, al igual que “el campesino” o “los
trabajadores”, todos esos incompetentes que requieren un guardián de sus necesidades,
todos estos afásicos que necesitan un vocero que hable por ellos, nunca han existido más
que como invenciones de los mismos discursos que buscan liberarlos o someterlos. “La
desgracia de hablar no es hablar, sino hablar por otros”. ¿Quién es?, ¿dónde debe estar?,
¿cómo reconocerlo?, ¿cómo dirigirlo?, estas son las preocupaciones del juez, el psiquiatra,
el policía, el maestro, pero también del consejero, el guía y el representante. Y aunque
nunca se llegue a saber del todo que cosa o quien es “el campesino”, “el loco”, “el
delincuente”, siempre habrá algo de campesino, de loco y de delincuente, en todos los
grupos sociales, quizás en todos los individuos mismos.
81
IV. Visión moderna
Micro-política Agraria
Hacia 1890 el dominio científico de la agricultura esta perfectamente delimitado. Existen los
textos, los instrumentos, los personajes y hasta la intención política de introducir este
discurso científico en el agro colombiano, y sin embargo, todo permanece en suspenso.
¿Cuál es el estado de cosas al inicio del nuevo siglo?, un informe de la Sociedad de
Agricultores explica con mucha tristeza: “la agricultura del país sigue en el atraso, su estado
es lamentable y rudimentario, la rutina del campesino hace frente al progreso, y se necesita
un labor muy sostenida para que nuestros cultivadores acojan los métodos científicos del
cultivo sin los cuales todo es una rutina idiota y un completo fracaso”255. Al iniciarse el siglo
XX, lo que parece un completo fracaso es el proyecto de llevar los métodos científicos al
campo Colombiano. El encomiable esfuerzo de gobernantes, políticos, filántropos,
agrónomos y curiosos, tiene un aire de guerra perdida, aun hoy “nuestro agricultor no tiene
otros conocimientos que los empíricamente adquiridos”, “yace entregado a la rutina y
ocupado en mezquinos cultivos de yuca o plátano, comido de la anemia y humillado por el
alcohol, viviendo en un rancho de tierra y vegetando entre su miseria”256.
No se trata de un pueblo harapiento y “humillado por el alcohol. Es más bien una masa móvil
y beligerante adiestrada en tácticas de combate más que en “cultivos rentables”. La
población rural del país ha participado en numerosas guerras civiles. Cualquier “campesino”
empuña con facilidad un fusil y ni siquiera de lejos ha visto una despulpadora. En lugar de un
mar de honrados agricultores, el campo colombiano siente fluir “una masa informe,
turbulenta e insidiosa, en cuyo seno germina toda semilla de iniquidad y rebeldía”257. El siglo
XX conocerá por todas partes “bandas armadas dedicadas a la venganza política que
interrumpen las comunicaciones, hostiles a los transeúntes impiden a los pocos ciudadanos
de bien entregarse a las pacificas tareas de sus haciendas agrícolas”258. La lista de delitos es
desasido larga: “desconocimiento de linderos, ocupación de hecho, robo de ganados,
incendio de sementeras, asesinato a domicilio, estos son los hechos que embargan la
atención de casi todos los juzgados y las inspecciones rurales del país”259.
255 Revista Nacional de Agricultura. Nº 8. Dic. 1907. 256 Educación Vocacional Agrícola. Ministerio de Educación. Prensas de la Biblioteca Nacional: Colombia. 1942.257 Revista Nacional de Agricultura. Nº 4. Jul. 1907.258 El país Bogotá. Enero. 1906. 259 El país. Bogotá. Agosto 14. 1930.
82
Dos grandes movimientos se ponen en marcha. De un lado se impulsa la economía de
exportación con la esperanza de que el desarrollo agrario traiga el orden social: un pueblo
ocupado deja de ser políticamente peligroso. Útil = Dócil. En la primera década del siglo XX,
se restablece el crédito internacional, se amplia la red de transportes, se crea la primera
“estación agronómica” para cultivos exportables, se fomenta la colonización en tierras
baldías, se ofrecen “primas de un peso en oro por cada quintal de café, azúcar, caucho,
algodón o tabaco empacado y llevado hasta el puerto para su exportación”260. Todo lo
necesario para “hacer de la exportación agrícola la primera y la más abundante fuente de
riqueza publica y privada del país”261. Y del otro lado, se impulsa con decisión “una
implacable campaña de represión contra el hurto de productos agrícolas, la destrucción de
linderos y contra la delincuencia que menoscaba nuestras cosechas como una nube de
langostas”262.
Es apenas lógico que con la necesidad de fortalecer el aparato productivo, cada vez más
extenso y más complicado, se ponga en marcha un movimiento político que busca rastrillar
con más fuerza el tejido social. El paso a la agricultura exportadora incrementa el control
sobre los bienes, las propiedades, las fuerzas del campo. La Sociedad de Agricultores pide a
gritos “enérgicas disposiciones de policía que se apliquen con severidad ejemplar en el
campo, como también un cuerpo de guardias rurales que aumenten la seguridad en las
haciendas”263. El tamiz para cernir las violaciones se hace mas fino. Hasta las infracciones
más tenues serán perseguidas y castigadas. Con el impulso agroindustrial se ejerce una
coacción cada vez más apremiante sobre las desobediencias aceptadas o admitidas -
vagabundeos, ocupaciones indefinidas, ociosidades prolongadas, péquenos ilegalísimos –.
Esta presión jurídica y policial, hace emerger infracciones desconocidas hasta ese momento.
Se trata de una nueva distribución de los derechos que puede leerse al otro lado del espejo
como un incremento en los casos de delincuencia.
Supongamos por un momento que esta macro-política de seguridad funciona, que de
manera dolorosa pero efectiva, se exterminan esas “nubes de langostas” que inundan los
campos colombianos. Supongamos también que funciona la macro-política económica, que,
a paso lento pero seguro, se crean las condiciones internas y externas para impulsar una 260 Decreto 832 para “fomentar la exportación agrícola”. Julio de 1907. Publicado en Revista Nacional de Agricultura. Nº 8. Dic. 1907. 261 Revista Nacional de Agricultura. Nº 8. Dic. 1907. 262 Revista Nacional de Agricultura. Nº 48. Jul. 1929.263 La Vida Rural. Nº 1. Agosto. 1939.
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economía exportadora. Seria esto suficiente para impulsar el verdadero desarrollo rural? De
ninguna manera. No bastaron las macro-políticas para impulsar el desarrollo agrícola,
además fue necesaria una minuciosa micro-política agraria: un lento proceso que ajusto la
multiplicidad de los sujetos productores y la multiplicación de los aparatos productivos en el
agro colombiano264.
Al mismo que tiempo se persiguen las acciones delictivas, empujando la población hacia
actividades legales, es necesario introducir una tecnología de control que sujete, prepare,
eduque, acople y multiplique las fuerzas productivas. De nada sirven unas condiciones
económicas adecuadas y un pueblo honrado, si el pueblo no esta adiestrado para el trabajo.
“A todos estos métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo,
que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas, y que les imponen una relación de
docilidad-utilidad es a lo que se puede llamar la disciplina”265. Se celebran demasiado las
grandes técnicas que permitieron el despegue de la producción agraria; cuanto más habría
que celebrar la innovación tecnológica que permitió ese trabajo mismo, los procesos
disciplinarios para adiestrar al campesino en el uso de insumos y herramientas. Se celebran
demasiado las grandes disposiciones Macro-económicas que posibilitaron la exportación
agraria; cuanto más habría que celebrar las pequeñas micro-economías inventadas para
castigar el desperdicio de tiempo y dinero en cada actividad agrícola. Se celebran
demasiado las grandes disposiciones Macro-políticas que posibilitaron el desarrollo
agroindustrial; cuanto más habría que celebrar las minuciosas micro-políticas ingeniadas
para controlar y someter cada fuerza productiva.
Resulta que en la primera década del siglo XX, se amplio la red de transportes, se fomento
la colonización agrícola, se ofrecieron primas de exportación, se aumento el control policial
en el sector rural. Movimientos notables, pero inocuos, que buscan impulsar el desarrollo
agrícola. Debajo de esas disposiciones ruidosas, se extiende un acontecimiento mucho más 264 Por micro-política no debe entenderse una política miniaturizada, no es en la dimensión de los elementos donde se encuentra la diferencia, más bien es en la naturaleza de los flujos que se capturan, las adaptaciones y las conversiones que realizan, en la capacidad diferencial y diferenciante de la micro-política para imponer una conducta cualquiera sobre una multiplicidad humana cualquiera. Cf. Deleuze – Guattari. Mil Mesetas. Pre-Textos: Valencia. 1997. Pg 221. 265 Se trata de una tecnología de poder adaptable, transferible, local e ilocalizable, liberada de todo uso especifico, de toda materia concreta, de toda dependencia directa. Las disciplinas no se limitan a una función específica: sirven para educar, curar, reformar, entrenar, gestionar, redimir o hacer producir. Las disciplinas no actúan sobre una materia concreta: se aplican sobre un obrero, un escolar, un soldado, un preso, un enfermo, un loco, un ciudadano o un campesino. Las disciplinas no están bajo una dependencia directa: funcionan independiente de las estructuras jurídicas, estatales o económicas de una sociedad, y sin embargo, tampoco funcionan fuera de estas, más bien se insertan en cada una y aumentan la cohesión de todas. Cf. Michel Foucault. Vigilar y Castigar. Siglo XXI: México. 1978. Pg 141. Gilles Deleuze. Foucault. Paidos: Barcelona. Pg 99-125. 1987.
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tenue, más molecular, más evidente y más efectivo. Se trata de una verdadera revolución
tecnológica en el campo Colombiano. Un acontecimiento con fecha exacta. Una grieta
imborrable en nuestra historia. Año 1910. Por primera vez en nuestro país, esos “hombres
rudos, obcecados y rebeldes” que habitan el campo, comenzaran a experimentar sobre sus
cuerpos una minuciosa tecnología que busca aumentar su docilidad y su eficiencia. Técnicas
de distribución, vigilancia, sanción, recompensa y examen, que hacen del castigo algo
cotidiano, mientras aumentan sin esplendor la eficiencia y la docilidad de los cuerpos. Son
pequeños mecanismos de sumisión que entre más insignificantes y minúsculos se nos
muestran, mas invasores y poderosos resultan. Y aunque resulta demasiado dispendioso
analizar en detalle estos mecanismos en todo el sector rural, nos atrevemos a explorar dos
casos concretos: un ejemplo en espacios cerrados y otro en espacios abiertos. Disciplina
para aprender a producir y disciplina para producir aprendiendo266. Veremos como estos
mecanismos disciplinarios en el campo colombiano, juegan un papel determinante en la
estabilización del discurso agronómico en nuestro país.
1. Fabricar agricultores, técnicos agrícolas y agrónomos.
La educación agrícola no es un programa disciplinario como cualquier otro, es una respuesta
concreta a un problema estrictamente técnico: adiestrar de forma minuciosa las fuerzas
rurales que deben soportar el desarrollo agrícola del país. Es sobre la necesidad del ampliar
el aparato productivo que se inscribe todo el proyecto de educación rural al iniciarse el siglo
XX267.Según “el Honorable senador Guillermo Nannetti”, futuro ministro de educación, “la
producción agrícola no podrá cimentar la economía del país mientras no se adiestre al
agricultor”268. El presidente Mariano Ospina II, quien por aquella época es apenas un
“honorable diputado”, propone en 1911 reglamentar la ‘formación de mayordomos” apoyado
en “razones de justicia” y “razones de conveniencia”: “las razones de justicia” son los deseos
de “perfeccionar intelectual y moralmente estas gentes del campo donde reina la ignorancia,
la miseria y el crimen”, pero “las razones de conveniencia son las mas claras”, pues
“nuestras industrias rurales, de las que tanto nos enorgullecemos y que tanto dinero nos
266 Nuestros análisis siguen un método clásico. Nos referimos al texto indispensable de Michel Foucault. Vigilar y Castigar. Siglo XXI: México. 1978.267 No se entiende porque a los “historiadores de las ciencias agropecuarias” les parece “paradójico” o “curioso” que este programa de educación rural, que debe aumentar la producción del país, este adscrito al Ministerio de agricultura y no al Ministerio de Educación. Cf. Jesús Bejarano. Notas para una historia de las ciencias agropecuarias en Colombia. En: Historia social de las ciencias en Colombia. Tomo III. Colciencias: 1993. Pg 422.268 Discurso del Honorable Senador Guillermo Nanetti al Congreso de la república. En: Educación Vocacional Agrícola. Ministerio de Educación. Prensas de la Biblioteca Nacional: Colombia. 1942.
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producen, están expuestas a una verdadera catástrofe si no tenemos la visión suficiente
para consolidar sus bases con una firme educación rural”269.
Pero, ¿cómo disciplinar al agricultor?, ¿qué clase de enseñanza debe recibir? Los “cursos
de educación rural” explican que “la enseñanza rural no es del tipo universitario, es una
escuela para el hombre que trabaja la tierra, donde aprende la técnica de aquellos cultivos
que las esferas económicas o gubernamentales consideran rentables y convenientes”. Estas
esferas se encargan de diseñar la educación”especial” para los campesinos. Una escuela
donde “se les enseña a los hijos de los agricultores a ejecutar mejor aquellas labores que le
son propias”. Vista así, “la educación agrícola es un proceso de ajuste social, prepara al
hombre del campo para las tareas que deberá ejecutar toda su vida” 270. Que exista una
enseñanza diseñada a priori para un grupo social es muy sospechoso. En último caso se
diría que esta “enseñanza” no esta planteada para educar, si no más bien para diferenciar,
para distinguir y para producir un determinado sujeto. Si existen escuelas para “anormales”,
escuelas para “campesinos”, escuelas para “ricos”, es porque precisamente se trata de
producir “anormales”, “campesinos” o “ricos”.
Tal vez por eso las disciplinas educativas no pueden identificarse con nadie. No son
imputables a nadie. No obedecen a ningún interés de clase. La instrucción agrícola corre por
cuenta del estado, de las agroindustrias cafeteras, azucareras, bananeras, tabacaleras, pero
también por cuenta de cofradías eclesiásticas, de sindicatos rurales, de asociaciones
privadas, de cooperativas campesinas, de ligas filantrópicas. Esta gran enjambrazón de
intereses despliega una inmensa red de secuestro que abarca una población cada vez más
amplia. La instrucción del campesino emplea una multiplicidad de instituciones para-
estatales o extra-estatales, que condensan las disciplinas en espacios cerrados y las
diseminan en territorios cada vez más amplios. Dentro de esta constelación disciplinaria
fulguran como estrellas brillantes las escuelas de primaria, las escuelas rurales propiamente
dichas, las escuelas vocacionales, las granjas-escuelas, los institutos agrícolas, las
estaciones experimentales, las colonias agrícolas para anormales o delincuentes, y por
supuesto, las escuelas superiores de agronomía.
269 Discurso del Honorable diputado Mariano Ospina Pérez en la asamblea de Antioquia. 19 de Abril de 1911.270 Educación Vocacional Agrícola. Ministerio de Educación. Prensas de la Biblioteca Nacional: Colombia. 1942.
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Dejando de lado los establecimientos caritativos y penitenciarios, esta multitud de
instituciones se puede distribuir inicialmente en tres niveles: 1) Escuelas para formar
“agricultores hábiles” y con “destrezas manuales”; 2) Escuelas, Granjas e Institutos para
formar “mayordomos”, “técnicos” y “jefes de cultivo”; 3) Escuelas Superiores de Agronomía
para formar “los verdaderos ingenieros agrónomos capaces de dirigir las grandes empresas
y desempeñar funciones académicas en los institutos agrícolas”. Es una estratificación
jerárquica, cronológica y estratégica, que deja escapar cada vez menos partículas. Los
niveles superiores se encargan de la instrucción de los niveles inferiores, y con suerte,
esfuerzo o tiempo, los alumnos del nivel inferior podrán acceder al nivel superior. Un
diputado de la nación resume este ordenamiento de mejor manera: “la enseñanza agrícola
debe producir tres tipos de hombres: buenos peones o capataces, buenos administradores o
mayordomos, y buenos hombres de ciencia que sirvan para formar el cuerpo de profesores
agrícolas”271.
1.1 Fabricar agricultores
La base de esta red de secuestro debe ser amplia. El primer nivel educativo se proyecta
como el de mayor alcance. Según una ley de 1914 corresponde a las mismas escuelas
incluir en su instrucción “todo tipo de medidas para desarrollar en los niños del campo el
interés y el amor por las labores agrícolas, inspirándoles confianza por el bienestar que la
agricultura asegura a quienes se dedican a ella, alejándolos de la rutina con la enseñanza de
los principios elementales del cultivo y con jardines adjuntos a la escuela que cultivados por
los mismo niños servirán para su educación”272. Los “principios elementales” del cultivo son
palabras y no herramientas, pero se obsequian al hijo del agricultor como azadones y
fertilizantes. Lamentablemente no se cuenta con documentos detallados que permitan
establecer cuales son aquellas “medidas para desarrollar en los niños el interés y el amor
por las labores agrícolas”. Pero se sabe que en las innumerables “escuelas rurales” creadas
por las industrias cafeteras, azucareras, bananeras, “los hijos de los agricultores que no
pueden costear su educación, permanecen recluidos por quince meses mientras reciben
conocimientos sencillos y esencialmente prácticos”, durante este tiempo “se les alimenta, se
les mantiene y se les asea adecuadamente, ayudándose ellos mismos con su trabajo” 273.
271 Revista Nacional de agricultura. Abril 1916272 Revista Nacional de agricultura. Agosto 1914. 273 Revista Cafetera de Colombia. Nº 5. 1929.
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A este nivel la disciplina debe procurar “elevar el nivel moral e intelectual de los alumnos”,
“instruyéndolos en las practicas modernas del cultivo, pero sin desviarlos de las duras
labores del campo que requieren hombres esforzados, metódicos, sacrificados y con una
masculinidad indudable”. Y es “buscando caminos de menor resistencia, que la presentada
por un agricultor veterano y envejecido en su rutina”, que estas escuelas rurales descubren
en “los niños el mejor comienzo para un adecuado programa de instrucción rural”274. Que
puede ser más dócil que la suave piel de un niño, para dejar marcada una paciente disciplina
o una buena perversión. Aquí la eficacia del trabajo disciplinario radica en la precocidad del
material impúber. Este nivel la disciplina agrícola busca reformar las rutinas, pero
manteniendo las características morales del pueblerino tradicional. Más que la formación de
un agricultor ideal, la escuela rural se propone crear el ideal del agricultor. Aquí los “hijos del
campesino” aprenden su modelo de masculinidad, esfuerzo y sacrificio. Un trabajo a
contrapelo del emprendido con los “delincuentes” en las “colonias agrícolas”, y que sin
embargo, es idéntico en su interés “reformatorio” y sus medios de reclusión.
1.2 Fabricar técnicos agrícolas
El segundo nivel disciplinario se puede observar con mucho más detenimiento. En los
institutos agrícolas, las escuelas vocacionales, las “granjas-escuelas”, y todos los planteles
para formar técnicos o mayordomos: “los alumnos y profesores se levantan a las 5 y 30 a.m.
De las 5,30 a las 6 y de las 11 a las 11, 30 habrá baño general alternándose por grupos. De
6 a 6,30 y de 9 a 10 a.m. todos los días y de 7 a 8 p.m. excepto los sábados, serán horas de
estudio. El desayuno se dará de 6, 30 a 7 a.m.; el almuerzo de 11, 30 a.m. a 12 m; las
comidas de 5, 30 a las 6 p.m. Los alumnos y profesores tendrán derecho a pedir tinto a las
5, 30 a.m., a las 9 a.m. y a las 4 p.m. El café de las 5,30 a.m. deben tomarlo los alumnos en
el comedor. Las horas de 12 a 1, de 2 a 2,15, y de 6 a 6, 45 p.m. serán horas de descanso o
recreo. De 6,45 a 7 p.m. se rezara el rosario y de 8 a 9 p.m. se destinara a la expansión
social (conversación, música o radio, elegida por un profesor). Los domingos los profesores
y alumnos concurrirán a misa en comunidad y las comidas serán a la misma horas y habrá
estudio de 7 a 8 p.m.”275.
274 Revista Cafetera de Colombia. Nº 6. 1929.275 Reglamento Interno de la Granja Escuela Central del Café. Resolución 15 de 1929. 11 de Agosto. Revista Cafetera de Colombia. Nº 5-6. 1929.
88
No solo en las prisiones de Filadelfia importan las minucias. Resulta extenuante tan solo leer
el control sobre cada partícula de la vida en una “granja-escuela”. Cada minuto será vigilado,
de domingo a domingo, cada actividad se cuenta en cuartos de hora, durante dos años la
existencia de estas personas esta controlada completamente hasta recibir su premio a la
hora de salida: un certificado de “técnico agrícola”, “jefe de cultivo” o “agricultor de
Colombia”. Cualquier parecido con una penitenciaria no es pura coincidencia ¿Acaso es
coincidencia que los hospitales, las escuelas y las fabricas se parezcan a las cárceles, y
viceversa? Sin embargo, salta a la vista la diferencia fundamental entre una prisión y una
Escuela de estas. Para ingresar a una granja-escuela no se necesita haber cometido ningún
delito grave, basta con ser un “joven pobre de 16 a 24 anos”, poseer “certificado medico de
no sufrir enfermedades contagiosas o repugnantes”, “certificado de persona honorable
refrendado por una autoridad municipal”, “consignar 3 pesos” o gozar de una “beca”
otorgada por el gobierno departamental276.
En la segunda década del siglo XX, dieciocho “escuelas-prisión” como esta fueron creadas
por la industria cafetera, la más famosa se llamaba la “esperanza”, mas tarde convertida en
el Centro Nacional de Investigación Cafetera (CENICAFE). No solo la agroindustria cafetera
construye estas “escuelas-prisión”, la industria azucarera organiza siete en el valle del
cauca, los sacerdotes La Sallistas poseen nueve en el Tolima, el gobierno de Antioquia
auspicia 8 más (San Jerónimo, Concordia, Turbo, Abejorral, Itagui, San Pedro, Jericó,
Yarumal), en Boyacá hay cuatro (Jenesano, Duitama, Sogamoso, Soata), en Santander
otras cuatro (Guazata, Suaita, Arboledas, Salazar), en Nariño tres (Tuquerrres, San Pablo y
Guayacán), en Cundinamarca dos (Ubate y Anolaima) y en Caldas una (Aranzazu)277. Es un
complejo de secuestro que retiene a más de 9.000 personas sin contar con los secuestrados
en las “colonias agrícolas”, las “granjas para delincuentes” y las “huertas para huérfanos o
tarados”.
Aunque resulta un poco chocante asimilar estos “institutos de educación” a una prisión, no
se encuentra otra palabra mas adecuada para una “colonia” donde nadie puede salir excepto
“dos sirvientes que harán las compras y mandados que se ocurran en la Granja-Escuela”.
“Los profesores solo pueden ausentarse dando aviso inmediato a la dirección, la cual se
encargara de conceder los permisos” y “si son por más de seis horas se atenderán sin
276 Ibíd... 277 Educación Vocacional Agrícola. Ministerio de Educación. Prensas de la Biblioteca Nacional: Colombia. 1942.
89
sueldo”. Los alumnos solo podrán salir en caso de extrema necesidad, “cuando enfermaren
levemente serán hospitalizados en la misma Granja-Escuela; y si la enfermedad fuere muy
grave se hospitalizaran en una clínica”. Si se encuentran sanos o “levemente enfermos”
deben permanecer reclusos, a excepción de las “salidas de campo”: unas “excursiones de
carácter docente” donde “todos deben marchar (alumnos y profesores) en los mismos
vehículos y nadie podrá ir disperso,”.
No solo se evita meticulosamente cualquier contacto con el mundo exterior, sino que
además el espacio interior de estas prisiones-escuelas se ordena de forma calculada. El
instituto se divide en “pabellones” y “avenidas”, cada pabellón tiene “el nombre de un
departamento para inculcar a los alumnos el amor patriótico”. La división del espacio separa
los grupos para evitar comunicaciones indeseables, agrupamientos peligrosos, contagio de
malas costumbres. “Los alumnos más adelantados en la enseñanza y más ordenados en su
conducta dormirán en el pabellón Antioquia y el pabellón Caldas”. No se trata de un
emplazamiento fijo para cada alumno, es más bien una posición funcional que puede variar,
una ubicación precisa y por rangos que juega a transcribir en un mapa de departamentos los
méritos y las conductas de cada persona. Esta una geo-escala de valores, termina con los
alumnos humillados por su desobediencia, obligados a dormir en los pabellones Nariño y
Choco.
Y si el espacio esta controlado, ni que decir del tiempo. Según el “reglamento interno” de la
“Granja-Escuela la Esperanza”, existe un tiempo definido para levantarse, para bañarse,
para comer, para estudiar, para conversar, para rezar el rosario, para ir a misa, para irse a
dormir y hasta para pedir tinto. Y entre tinto y tinto, vienen las clases: dos horas diarias de
lunes a sábado de “Agronomía, a cargo del director”; los lunes, miércoles y viernes, una hora
diaria de “Aritmética a cargo del agrónomo experto”; de lunes a sábado una hora diaria de
“Cultivos a cargo del director”; los lunes, miércoles y viernes, una hora diaria de “Higiene a
cargo del agrónomo ayudante”; los martes, jueves y sábado, una hora diaria de “Botánica a
cargo del agrónomo experto”; finalmente los lunes, miércoles y viernes, una hora diaria de
“Economía del hogar”. Los domingos no habrá clases, pero obligatoriamente se va a misa en
la mañana, se trabaja 3 horas en los “campos” y se estudia una hora antes de dormir. No se
desperdicia ni una partícula de tiempo. Cada segundo de la vida esta meticulosamente
registrado, rigurosamente penalizado. El reloj es la huella que dejan estos institutos en todos
90
los cuerpos disciplinados. Por eso “se prohíbe a los alumnos mantener joyas u objetos de
valor (excepto su reloj)”278.
Pero de nada sirve ocupar el tiempo si no se valoriza. Cada actividad debe seguir un
proceso acumulativo de utilidad. Según el programa de enseñanza, cada asignatura se
divide minuciosamente en ejercicios, cada ejercicio corresponde a una unidad precisa de
minutos, los segundos se suceden mientras se acumula un “saber” general. Para “enseñar
un cultivo se debe dividir en unidades de trabajo o faenas”. Cada faena se organiza de forma
sucesiva hasta componer el curso. La enseñanza disciplinaria fragmenta y divide las
actividades en momentos repetitivos pero diferentes, los ejercicios se ordenan según un
tiempo progresivo bajo la mirada vigilante de un maestro. Esta enseñanza dividida en
segmentos permite una desarticulación de los ritmos, una fragmentación de las maniobras,
una segmentarización del ejercicio para regular mejor su duración y controlar sus progresos.
Es un “programa” rigurosamente ajustado que se inicia haciendo “preguntas para concertar
la atención del alumno”, luego “se hace la presentación progresiva del ejercicio, en
operaciones detalladas, para que los alumnos lo observen y lo repitan”, el profesor “hace
que un alumno ejecute el ejercicio y después dirige las practicas individuales”, finalmente, “el
ciclo se cierra con una prueba que demuestra si el alumno aprendió o no” 279.
Este tipo de enseñanza se concibe como un “proceso” de dificultad creciente orientado hacia
una prueba final que establece la responsabilidad. El alumno esta bajo una observación
puntual que posibilita una corrección constante en cada momento. Es por eso que en las
“escuelas agrícolas” “el profesor no puede perder de vista el nivel de los muchachos”.
Educación escalonada y ritmada por estímulos y sanciones, dirigida hacia ese angustioso
momento del “examen final”, donde se establecen los culpables. Y mientras todos los días
aprendemos a nadar o a bailar por fuera de este modelo de enseñanza, el “sabio-experto”
nos dice que no estamos listos para aprender nada, mientras no respetemos su instrucción
construida sobre el modelo del remordimiento.
Resulta muy curioso observar los criterios para escoger el “tema” de cada asignatura en la
granja-escuela. Permite observar la labor pedagógica de los docentes. En estas clases “Es
necesario elegir siempre lo que más convenga al alumno, tendiendo en cuenta, desde luego,
278 Ibíd... 279 Educación Vocacional Agrícola. Ministerio de Educación. Prensas de la Biblioteca Nacional: Colombia. 1942. Pg 14.
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el cultivo que merece su preferencia”, y como “es probable que el cultivo escogido por el
alumno no sea el que convine a sus intereses, que su elección sea errónea, en tales
condiciones, la labor del profesor debe convencerlo de una forma inteligente, pero no
impositiva, para que desista de su proyecto por su propia convicción”280. Siempre será
Sócrates quien enseñe de esta forma: “¿Ves Menón que largo trecho ha recorrido el esclavo
por su propia cuenta? Al comienzo creía saber cual cultivo era más conveniente, y sin
saberlo, lo proponía con toda seguridad no teniendo conciencia de su ignorancia. Ahora,
gracias a mi orientación, advierte su dificultad, si no sabe aun escoger, al menos ya no cree
saber lo que antes sabia”.
No se trata únicamente de educar en el cultivo, por supuesto, en estas escuelas se impone
un examen continuo sobre la conducta de los alumnos durante el proceso de enseñanza.
“Mientras el alumno recibe la instrucción, el profesor debe someterlo a pruebas parciales y
frecuentes para eliminar sus costumbres inadecuadas”281. “Costumbres inadecuadas” como
“la mala presentación personal y el desaseo”, “hablar o discutir de política’, ‘leer periódicos o
libros sin permiso”, “utilizar juegos de azar o portar armas de cualquier clase”, “tener
procedimientos inmorales o actos obscenos”, “fumar en las horas de clase, en el dormitorio,
en el comedor, en los laboratorios, antes del desayuno o en las practicas”. En las “granjas-
escuelas” “los profesores califican día por día a los alumnos teniendo en cuenta el aseo
personal, el orden, el compañerismo, el espíritu de observación, el trabajo y la conducta. En
cada actividad dentro de la institución, por pequeña que sea, se califica la voluntad, el
esfuerzo, el interés y la consagración de cada alumno”282.
Resulta sintomático que estas instituciones, concebidas supuestamente para “educar”,
sancionen también la presentación personal, la moralidad de las costumbres, el modo de
divertirse o los temas de conversación. Podrán invocarse razones pedagógicas o higiénicas,
pero estas razones son marginales frente a la función principal de los establecimientos
educativos: formar las conductas. Se ve la importancia que cobra registrar la personalidad
de cada alumno en estas escuelas, “la conducta, el orden y el aseo personal se califican
mediante anotaciones hechas por los profesores en un libro de notas”, y “se calificara el
esfuerzo, el interés y la consagración mediante anotaciones en el expediente personal” 283. 280 Ibíd... Pg 32.281 Ibíd... Pg 35.282 Reglamento Interno de la Granja Escuela Central del Café. Resolución 15 de 1929. 11 de Agosto. Revista Cafetera de Colombia. Nº 5-6. 1929.283 Ibíd...
92
Cada sujeto es un “caso” particular, se registra su conducta tan cuidadosamente como los
progresos del aprendizaje. Cada individuo aparece como un objeto descriptible en su
individualidad, mesurable con respecto a una norma. El “expediente personal” acumula la
historia del alumno y permite seguir sus signos de sumisión o rebeldía. Este registro histórico
constituye un cuadro de comparación con las actitudes “normales”, posibilita tipificar las
desviaciones, marca de manera permanente los alumnos construyendo un conocimiento
“casi científico” de su comportamiento.
Semejante tarea de registro exige un aparato físico de vigilancia que permite codificar
cualquier desviación. En las “Granjas-Escuelas” “durante las horas de estudio los alumnos
trabajan bajo la vigilancia inmediata del profesor, que no podrá abandonar ni un solo
momento a sus discípulos”, “en las horas de comidas y expansión social los alumnos estarán
vigilados por uno o dos de los profesores. Estos mismos empleados se repartirán para vigilar
personalmente los alumnos que vayan al baño y vigilar el descanso. Los alumnos que no
vayan al baño estarán vigilados directamente por el agrónomo experto.”284. Bajo la mirada
insomne de estos “Agrónomos expertos” en botánica, pero también en vigilancia, no queda
ningún un lugar oscuro en el plantel. Se vive como en una casa de cristal, todo mal paso,
cualquier movimiento brusco, cualquier gesto irreverente, son ya del dominio de algún
profesor.
Esta supervisión incesante no deja a nadie por fuera. Las disciplinas se aplican
principalmente sobre sus ejecutores. El director de la granja-escuela, por ejemplo, recibirá la
“visita esporádica” de un comité y debe “presentar un informe mensual de actividades”.
Mientras tanto, él mismo “vigila para todos los profesores cumplan con sus deberes dictando
puntual y correctamente las clases”. Así mismo, los “agrónomos expertos deben vigilar la
disciplina de sus alumnos no solo en las horas de estudio, sino también en las horas de
comida, en el dormitorio, en las excursiones, en los descanso y en las horas de expansión
social”. Y todavía existe un último escalón en esta jerarquía de vigilantes perpetuamente
vigilados. “El profesor elegirá regularmente los mejores alumnos para ayudarse en la
vigilancia de las actividades diarias”285. Son los estudiantes soplones y “los sapos”. Jóvenes
de excelente disciplina que reciben un control más estricto, teniendo en cuenta su valor
como modelo y como delatores.
284 Ibíd... 285 Educación Vocacional Agrícola. Ministerio de Educación. Prensas de la Biblioteca Nacional: Colombia. 1942.
93
Se puede estar de acuerdo o no con las medidas disciplinarias tomadas en estos institutos.
Pero su evaluación objetiva debe fundarse en los resultados. Los efectos concretos de este
proceso educativo se pueden leer claramente en una carta personal de un alumno de la
granja-escuela: el alumno X esta “muy contento” porque “la enseñanza es muy buena”,
“todos los profesores son muy caballerosos”, “el director es de la simpatía de todos por su
inteligencia”, “semanalmente dicta una clase que en lugar de aburridos nos deleita”, “el
ingeniero agrónomo es de buenos conocimientos y se ha granjeado con paciencia el
respeto”, y “el agrónomo ayudante es muy simpático, se ha atraído la buena voluntad de los
alumnos por su carácter y por ser el vigilante general”286. Sin duda es un alumno agradecido
y satisfecho con su secuestro. Y no se puede invocar el miedo, el engaño o la censura, para
desvirtuar la buena imagen que tiene este alumno de su institución. Más bien habría que
considerar la capacidad de estos institutos para fabricar individuos agradecidos. Estos
aparatos educativos son fábricas de producir sujetos normalizados alrededor de un modelo
que ellos mismos crean. Por eso el alumno normal de estas “granjas-prisiones” “no ve la
hora de salir para obrar por todas partes” como le enseñaron287.
1.3 Fabricar verdaderos agrónomos
Alcanzamos el nivel Superior donde se formaran “los verdaderos agrónomos”. En la segunda
década del Siglo XX, aparece el Instituto Colombiano de Agricultura, convertido después en
Instituto Nacional de Agronomía, aparece la Escuela de Agronomía del Valle, la Escuela
Agrícola de Manizales, la Escuela de Agricultura Tropical de Medellín, todas formaran
después parte de la Universidad Nacional de Colombia como Facultades de Agronomía288.
Tosa estas Escuelas Superiores aparecen inmersas en un gran debate. De un lado están las
opiniones renuentes a considerar la agricultura como un dominio “teórico y científico”; y del
otro lado están los apologistas de una “verdadera ciencia” del cultivo. Para los primeros la
enseñanza de las Escuelas Superiores debe ser eminentemente practica, exclusivamente
para formar técnicos especializados; para los segundos debe ser una educación “más
286 Revista Cafetera de Colombia. Nº 5-6. 1929.287 Ibíd...288 Jesús Bejarano. Notas para una historia de las ciencias agropecuarias en Colombia. En: Historia social de las ciencias en Colombia. Tomo III. Colciencias: 1993.
94
dilatada, más científica y más variada”, que incluya las ciencias básicas para formar
verdaderos científicos del agro289.
Para la época, aun no se tiene clara la función del verdadero agrónomo. No son del todo
maestros, ni técnicos, ni supervisores, ni vigilantes, tampoco inspectores, ni directores de
reclusorios o administradores de escuelas, más bien un poco de todo esto. De allí el
escepticismo social y la vacilación académica que inspira su formación. El agrónomo no
debe ser muy alfabetizado ni totalmente ignorante. Su oficio está demasiado cerca del
campo, como para ser visto con buenos ojos por las altas esferas de la sociedad; y al mismo
tiempo, esta demasiado lejos de las labores agrícolas, como para ser aceptado sin reservas
por la población rural. Según un manual de extensión agrícola “el agrónomo no debe
considerarse superior al campesino, pues esta actitud impide obtener la confianza del
labriego”, pero al mismo tiempo, “debe evitar identificarse demasiado con el, pues se
convierte en una especie de representante local, dejando abandonados sus deberes con la
autoridad”290. Frente a los campesinos aparecen como técnicos de lo “rural”: hombres de
ciudad extraños a las labores agrícolas, y frente a los industriales como “rurales”
tecnificados: expertos del campo pero algo torpes en las labores de ciudad.
A medio camino entre el cultivo y la oficina, la función social del agrónomo es necesaria,
pero vista con desprecio por los dueños de la tierra y del capital. El desprecio que sienten las
“buenas familias” por los oficios agrícolas es profundo, aun si se trata de un dominio teórico
del cultivo. Y sin embargo, son esas mismas familias las que solicitan “agrónomos
calificados” para administrar sus industrias. Los directores de las escuelas superiores de
agronomía se desconciertan frente al “criterio torcido de un gran número de buenas familias
que consideran como oficio plebeyo el cultivo de la tierra”291. La “gente bien nacida” no se
ensucia las manos con tierra, pues “todos sabemos que los hijos de los hacendados tienen
un sagrado horror a las escuelas de agricultura y veterinaria, porque tienen la ambición de
llevar un titulo de doctor en tanto que se avergüenzan de ser agrónomos o veterinarios”292.
289 Ordenanza numero 11 del 23 de Marzo de 1914. Asamblea Departamental de Antioquia por la cual se crea “Una escuela de Agricultura Tropical y Veterinaria”.290 Ibidem. 291 Lecciones de agricultura para las escuelas de Colombia. Juan de dios Carasquilla. Numeral 20. Imprenta de la Luz: Colombia. 1894.292 Ibíd...
95
Los alumnos de estas Escuelas Superiores no son precisamente “hijos bien nacidos”. En la
Escuela de Medellín el alumno más común es de clase baja. Casi siempre Provinente de la
costa atlántica, del Uraba Antioqueño, o del algún pueblo insignificante. Estos alumnos verán
en la educación superior una oportunidad de ascenso social. Es la ocasión de cobrar
revancha contra la rutina, la pobreza y la marginación social. El alumno procedente de esas
regiones apartadas y pobres ha soportado durante años la segregación y la humillación
constante de los “señoriítos” de ciudad. Por eso la educación superior se convierte en la
ocasión perfecta para cambiar de posición. Salen de sus comarcas como simples
campesinos y regresan como técnicos calificados, inspectores de sanidad, instructores
agrícolas. Es un verdadero salto en términos sociales. Las Escuelas superiores de
agronomía sirven para que estos alumnos se identifiquen con una clase urbana asimilando
aceleradamente todo lo que ella representa, y al mismo tiempo, permite que estos alumnos
laven con fuerza todo su pasado rural. Y de ese deseo por borrar en ellos y en los demás,
todo lo que hay de “campesinos”, nace el placer de estos agrónomos por las distintas
labores de adiestramiento sobre la masa rural.
Existe otra clase de alumno en estas escuelas. La reorganización en 1926 de la Escuela de
Medellín propone “formar agrónomos ambulantes escogidos por su tacto y su personalidad
para tareas de extensión y divulgación técnica”293. Estos individuos provienen del campo, en
algunos casos de la ciudad, pero de cualquier modo, se distinguen por su gran sentido
social. Un curso de “extensión agrícola” explica perfectamente su perfil: “mejorar la condición
de vida del campesino es una labor difícil y sacrificada, para cumplirla los profesionales
deben tener conciencia de que se entregan por entero al servicio de ideales elevados.
Necesitan sentir como suyos los problemas de la comunidad, vibrar con ellos, tener fe en la
trascendencia de su labor” 294. Para estos alumnos la educación superior constituye la
posibilidad de servir a la comunidad, a la sociedad, es la ocasión de colaborar con en el
progreso de la humanidad. Por eso se encargaran con desinterés, abnegación y sacrificio,
de disciplinar, ordenar, adiestrar y encauzar la comunidad rural con un amor casi paternal.
Hasta nos parece oír su pastoral: “te sanciono, te superviso y te acuso, mi querido
campesino, pero solo es por tu bien, para que te redimas de la ignorancia y de la mísera,
para que admitas el evangelio de la ciencia que te llevara al mundo de la productividad y la
riqueza”.
293 Informe sobre la Reorganización de la Escuela Superior de Agricultura y Medicina Veterinaria. Carlos Eugenio Chardon. España. 1926.294 Extensión agrícola: Principios y Técnicas. H. Frias Moran. IICA: Lima. 1966. Pg 19-30.
96
Las Escuelas Superiores de Agricultura se nutren además con jóvenes decepcionados. Son
alumnos procedentes en su mayoría de la ciudad, se matriculan en las escuelas de
agronomía como la manera más fácil de obtener una educación superior sin muchas
exigencias académicas. Estos alumnos generalmente han fracasado en su intento por
ingresar en otras facultades, salen sin terminar otras carreras: medicina, derecho, minas.
Esta frustración convirtió la escuela superior de agronomía en la última alternativa para
responder a la familia o la sociedad. El desengaño previo conlleva un desinterés pesimista y
una desvalorización abierta de su profesión. Se trata de verdaderos escépticos frente a la
ciencia agronómica y su saber. Son alumnos que no ponen sus esperanzas en casi nada, ni
tampoco lanzan maldiciones contra casi nada. Por eso sirven en cualquier sector, lo mismo
tienen en trabajar para la agroindustria, en la educación rural, en un programa de
ordenamiento territorial. Ordinariamente sus deseos no superan el salario y la jubilación,
para estos espíritus desencantados todo es lo mismo y todo es igual, el lugar o el patrón
para el cual ejercen su labor no tiene ninguna importancia.
Estos tipos de alumno pueden identificarse fácilmente en los registros históricos de la
Escuela de Agricultura Tropical de Medellín295. Pero cualquiera que sea la clase o el origen
del alumno, el proceso disciplinario es igual. Ni que decir que para producir un ‘verdadero
agrónomo” las disciplinas se “suavizan”, sin embargo, solo se “suavizan”. Basta observar el
reglamento actual de una Facultad Superior de agronomía para advertir los más antiguos
medios de corrección. Primero, el control de las actividades es mas flexible, ya no se
necesita estar recluso, únicamente se impone “la asistencia obligatoria a clases” pues “la
falta de asistencia será causal de perdida de la materia”296. En cada clase la utilización del
tiempo será rigurosamente vigilada. El profesor o un monitor vigilan la atención completa de
los alumnos siguiendo el tedioso ritmo de una exposición magistral. Finalmente, cada
ejercicio de clase - y todo el pensum en general – consistirán en un proceso de dificultad
creciente, orientado y rematado con la evaluación final.
295 Informe sobre la Reorganización de la Escuela Superior de Agricultura y Medicina Veterinaria. Carlos Eugenio Chardon. España. 1926. Y Reglamento General de la Escuela de Agricultura Tropical y Veterinaria. Universidad Nacional de Colombia. Imprenta Oficial: Colombia. 1918. Cf. Además Francine Cronshaw. La modernización Agraria en México y Colombia. en: Memoria y Sociedad. vol. 3 no. 5. 1998.
296 Reglamento General de la Universidad Nacional. Sede Medellín. 1984.
97
Esta serialización lineal del aprendizaje permite depurar el personal al final de cada periodo,
calificando a cada individuo con respecto a su nivel, distribuyendo los problemas según su
posición, estratificando el saber y ejerciendo un control detallado sobre la totalidad de la vida
escolar. El proceso gradual de enseñanza es controlado mediante un examen continuo que
sanciona los progresos académicos y normaliza los alumnos alrededor de un “saber
estándar”. De entrada existe un examen de ingreso por el cual la institución “selecciona los
alumnos” apropiados. Después viene la calificación “en cada curso para evaluar la
asimilación en la enseñanza, la capacidad de raciocinio, el trabajo y el esfuerzo intelectual”.
Esta evaluación ininterrumpida incluye pruebas intermedias (“por lo menos dos en cada
materia”), pruebas obligatorias a fin de periodo, habilitaciones, supletorias y validaciones. En
último lugar, el proceso se remata con un examen final en forma de tesis o de “practica
agrícola”297. Este último requisito certifica la posición del individuo en el escalafón bien
vigilado de la Academia. Se trata del precio que todo alumno debe pagar para poder hablar
como un profesional.
Los alumnos de las Facultades de agronomía están sometidos durante toda su educación a
un proceso permanente que distribuye, clasifica, registra y también castiga. En caso de ser
una simple falta de habilidad o precisión, lo más común es que el castigo se resuma en la
intensa repetición del mismo “ejercicio”. Por eso se castiga con la “repetición” de la
asignatura y llegado el caso con “la cancelación de la matricula”. Las conversaciones
inadecuadas, el desinterés, las actividades que no se ajustan al programa o que ponen en
riesgo el saber y el poder del docente, se castigaran con el conocido “retiro de clase”.
Cuando la infracción trasciende las actividades meramente académicas, las penas se ponen
más serias. Las faltas contra “el orden universitario”, “la normalidad académica”, “el
comportamiento social’, o “cualquier manera de desconocer o incitar a desconocer las
disposiciones emanadas de la autoridad” serán sancionadas con castigos que van desde
una “amonestación por escrito” hasta la “expulsión” de la institución. Además de castigar el
desorden también se sanciona la “sustracción” de información reservada a las autoridades,
la “suplantación de personas’, la “falsificación” de notas o certificados, cualquier tipo de
“fraudulencia” será castigada como “mala conducta”.
En la mayoría de los casos las sanciones no trascienden los muros de las facultades de
agronomía. Pero esto no significa que sus aulas no estén abiertas a todo tipo de rituales
297 Ibíd...
98
“jurídicos” o “semi-jurídicos”. Los alumnos que comentan alguna falta grave contra el orden
institucional, entran en un proceso denominado “investigación por falta disciplinaria”. Los
infractores serán calificados como “acusados”, tienen el derecho de “aportar pruebas para su
defensa”, se les realizan “audiencias” y “citaciones”. Cuando el alumno no acude a este
proceso “se le juzgara como acusado en ausencia”. Todo esto no parece más que una
transferencia de términos jurídicos al campus universitario, pero la consecuencia de ese
juego gramatical puede ser muy seria. “En el procedimiento de las sanciones disciplinarias
los organismos directivos se podrán asesorar de un organismo penal”. Entre la sanción de la
justicia oficial y la sanción de la justicia universitaria, se establece una continuidad de forma
que “naturaliza” en ambos casos el poder de castigar. Se trata en últimas de mantener el
orden social. Y a quien no corrija una escuela, le espera la cárcel de forma natural.
Estamos frente a un poder que extrae un saber de, y sobre, unos individuos, mientras los
somete a examen continuo y los controla con castigos. Se castiga un individuo, y porque se
castiga, se construye sobre su conducta un saber técnico que permite reconocerlo en
cualquier institución. Todo este conjunto de sanciones van a parar a una “hoja de vida”. El
expediente de cada alumno consigna detalladamente su identificación completa, su
dirección, las asignaturas cursadas, el año y el semestre en que las curso, sus
calificaciones, y sobre todo, “se harán constar las sanciones a que se ha hecho acreedor”. El
“registro” testifica o descalifica el conocimiento adquirido, pero también consigna las
sumisiones y las desobediencias. Más que un sigma, es un estigma, una marca indeleble
que hace legible la vida escolar para “cualquier” institución. Por eso al salir de la facultad, se
cuenta con un “expediente entregado a petición de cualquier institución interesada” 298.
¿Por qué castigar cuando se trata de educar ?, porque la educación disciplinaria esta
diseñada para formar y reformar el carácter, ordenar y reordenar los gestos, conducir y
reconducir los deseos, calificar y descalificar las conductas. Aquí la función disciplinaria no
es exterior ni accesoria a la formación educativa. Todo alumno de estas Escuelas Superiores
experimenta un proceso disciplinario constante que lo examina, lo registra, lo vigila, lo marca
y lo castiga alisando sus desviaciones según una norma de comportamiento social. Axioma
de la doma. Reconducir y remplazar fuerzas instintivas con actitudes transmitidas, hasta que
298 Ibíd...
99
“los alumnos se habitúen a proceder con orden y regularidad en todas sus acciones morales,
intelectuales y sociales”299.
Si por formación académica se entiende un proceso de adiestramiento y selección
progresiva, rematado con un certificado de buena conducta, para aquellos sujetos con
innegable docilidad social; entonces estas escuelas, institutos y facultades, fueron
verdaderos centros de formación académica. Si por “mejorar” la condición de las personas
se entiende hacerlas dependientes de un saber “estándar”, avergonzando sus deseos,
castigando sus impulsos, disciplinando su conducta hasta hacerla mas útil y obediente,
entonces no hay duda, “la educación agrícola es el programa que más hace por los hombres
que viven inclinados sobre el surco y el arado”300. Todo se resume en una cuestión de
gustos. Aunque también es un problema de economía. Resulta un desperdicio en tiempo y
en dinero emplear semejante aparato, tan complicado y costoso, para crear un sujeto tan
miserable y chato: ciudadano, profesional, heterosexual, sensato, decente, pantalón café,
camisa a cuadros, con una familia que sostener. ¿Podrían las disciplinas producir algo
mejor?
1.4 La desobediencia de los alumnos
Es gracias a esta inmensa trabazón de facultades, colegios, institutos, escuelas y granjas,
que se produce y reproduce cierto orden económico, político y social en el campo
colombiano. Sin embargo, este logro espectacular y admirable no calla lo que supone. Entre
más austeras y cerradas las disciplinas con más fuerza y astucia emerge al indisciplina.
Líneas torcidas y fugitivas que danzan alegres y brillantes sobre un fondo serio y gris como
un paredón. En las granjas-escuelas, “los alumnos charlan en clase y haraganean en los
campos de experimentación”, “se les ve vagabundear por los alrededores después de haber
jurado con aire sereno que irían para sus casas”, “rompieron el baúl de un compañero con
intención premeditada de saquearlo, y no encontrando objetos dignos de aprecio,
destruyeron las pertenecías sin consideración”, es mas, un tal Alberto Cifuentes “fue
descubierto en los baños cometiendo actos torpes con un compañero menor”, “el alumno
referido fue reconocido por sus compinches como un libidinoso que les seduce con revistas
obscenas”, además ”fuman ocultos en los baños”, “se burlan del profesor con apodos
299 Reglamento General de la Escuela de Agricultura Tropical y Veterinaria. Universidad Nacional de Colombia. Imprenta Oficial: Colombia. 1918.300 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934
100
picantes”, “se escapan en la noche hasta los ferrocarriles para emborracharse” y “esta tarde
se robaron una libreta, un sombrero y un reloj de la dirección”301.
Pilatunas juveniles, diabluras de muchachos, pero en las Escuelas Superiores de
agronomía, verdaderos problemas de rebeldía. En estas facultades se suplantan exámenes,
se sustrae información, se falsifican certificados, se aprende a contestar lo que el profesor
quiere escuchar. En cualquier rincón se puede delinquir, comerciar, estimularse, conspirar
contra el estado y contra la sociedad. En los baños, las cafeterías, los salones y los
corredores, se sabe, se enseña y se aprende de robos, usurpaciones, delincuencias,
asesinatos. En el campus universitario se disfrutan psicodelicias de todo tipo, con suma
tranquilidad, con sumo placer. Esta insurrección es tanto más diabólica y difícil de controlar
puesto que no la dirige nadie, no obedece a ninguna cabeza, no tiene rostro, no procede de
ningún lugar, se expande como la hierba pasando debajo de las puertas, contagiando a
través de los muros, entrando por las ventanas manchando todo. Cualquier sujeto puede
ser, si lo desea, un foco de insurrección. Es todo una constelación de desobediencias que
configuran una autentica contra-política o una micro-política de guerrillas contra el orden
disciplinario.
Los alumnos saben bien que indisciplinado no es el que desobedece, sino el que resulta
descubierto en su desobediencia. Como delincuente no es el que rompe la ley, sino el que
resulta descubierto al romperla. Todas las rebeldías consignadas en los registros son actos
espectaculares y rimbombantes. Debajo del fárrago de castigos que constituye un
reglamento, se escurre un mundo invisible de acciones no castigadas. Millones de impulsos
se ejecutan todos los días de modo microscópico, imperceptible, guardando su germen de
rebeldía para otro día, permaneciendo bajo una piel inocente y blanca que jamas ha sido
marcada por el poder. Es el fondo inestable de apetitos indomables y no dominados, deseos
desmesurados y no mesurables, inclinaciones irreductibles y no reducidas, pasiones
desorganizadas y no organizadas, delirios desvergonzados y no avergonzados, instintos
deformes y no formados, violencias inocentes y no culpables, que duermen en el corazón de
nadie y de cada quien. No solo las reglas se hacen para transgredirlas, sino que la
desobediencia esta primero que cualquier ley, puesto que la ley solo puede venir a castigar
lo que ya previamente se hizo.
301 Reglamento Interno de la Granja Escuela Central del Café. 1929. Chinchiná.
101
Sabemos que la irregularidad es lógicamente secundaria con respecto a su norma, pero
también es existencialmente primera, pues “en el orden de lo normativo el comienzo es lo
anormal”302. Para que existan las disciplinas en las escuelas, institutos y facultades, para que
encuentren un dominio sobre el cual morder, es menester que insista o subsista un mundo
de acciones alegres y bulliciosas que las pone en cuestión. Y no por que las disciplinas
funcionen mal o estén mal diseñadas, aunque así sea, sino porque la fuerza viva y alegre del
deseo es anterior a cualquier norma. Aquí es donde resplandece la gloria y el fracaso de
toda disciplina. Nunca dejan a nadie por fuera, pero tampoco triunfan del todo. Siempre
habrá alguno, aunque no sea más que uno, que con esfuerzo, imaginación o simple
insistencia, deja claro que se pueden burlar las vigilancias, se pueden ridiculizar las
sanciones, se pueden pervertir las normas. Y no de manera simbólica o sublimada, sino de
manera concreta y cotidiana. Es la indisciplina efectiva y realizada diariamente, en la
escuela, en la casa, en la calle, en el taller, cuanto más discreta más contagiosa y eficaz.
2. Fabricar un caficultor.
A lo largo del siglo XX, los institutos disciplinarios del sector rural serán perfeccionados por
profesores y alumnos. Sin embargo, aunque algunas facultades de agronomía funcionan
actualmente, muy prontas a desaparecer, la mayoría de estos planteles se esfumo como la
niebla que disipa una brisa. Muy pronto se vio que una institución cerrada, compacta, rígida,
no era adecuada para adiestrar una población móvil y dispersa. A pesar de los
ofrecimientos, es difícil conseguir que los campesinos ingresen por voluntad propia en esta
red de secuestro. Entonces, ¿cómo disciplinar una masa rural que debe soportar una
economía cada vez más complicada?, la respuesta aparece por si sola después de la
segunda década del siglo XX. Poco a poco se despliega una multiplicidad de asociaciones,
organizaciones, federaciones, cooperativas, cajas de ahorro, un entramado complejo de
“instituciones blandas” que expanden las disciplinas cada vez más lejos y en más espacios.
La Federación Nacional de Cafeteros no es un ejemplo de disciplina como cualquier otro. Se
trata del aparato de producción de sujetos más grande jamas imaginado en el sector
rural de Colombia. En 1928 se funda esta Federación encabezada por el doctor Mariano
Ospina II, futuro presidente de la república, hijo de Mariano Ospina I, también presidente de
302 Cf. George Canguilhem. Lo Normal y lo Patológico. Siglo XXI: Buenos Aires. Pg 186-190.
102
la nación. El mismo presidente de la federación sale a recorrer las zonas rurales de
Colombia donde proyecta expandir su industria. Y no tiene que caminar mucho para tropezar
con un “miles de mujeres y hombres enclenques, miserables, tarados por el alcoholismo o la
malaria, que miran todo con ojos incomprensivos y desconfiados, y dedicados desde
tiempos inmemoriales a una faena automática303. El “factor humano” se presenta como el
principal problema para los industriales cafeteros. El honrado Caficultor que conocemos hoy:
laborioso, limpio, medianamente educado y saludable, no existía por aquellas épocas.
Según la federación, el problema de la industria cafetera se resumen en un solo punto: “el
campesino colombiano es apto para aprender a trabajar pero carece de disciplina y
enseñanza””304, “falta la más elemental educación y la mas mínima disciplina que hagan de
los campesinos personas conscientes y capaces de colaborar con quienes se preocupan
tanto por su bienestar”305.
Esta imperfección evidente en la materia básica de la industria cafetera tiene una solución.
La Federación propone “realizar una profunda labor cultural de orden económico, político y
moral, garantizando el desarrollo de nuestra patria y el progreso de nuestra raza”306. Se trata
de una profunda pedagogía del trabajo, del ahorro, de la higiene y las buenas costumbres,
que busca educar, encauzar, reformar y adiestrar las fuerzas del campo. Se intenta
“alcanzar hasta el último cafetero llevándole una indicación oportuna y una instrucción
adecuada”, así “cada día se reclutara un nuevo agricultor. Y uno tras otro, seguramente
como un montón informe al principio, irán poco a poco tomando la forma de un cuerpo
organizado y laborioso, dispuesto a proteger y servir a la industria cafetera”307. Nada de
ingenuidad en este profundo esfuerzo. No es fácil tallar el rostro de un caficultor sobre una
masa enclenque y mire sable. La Federación necesita producir un sujeto que “busque por si
solo su instrucción, perfeccionando sus métodos de trabajo, implementando el manejo de
maquinaria, practicando el ahorro, mejorando su higiene, su alimentación, y procurando todo
aquello que le permita dirigir y proteger adecuadamente su fuerza como base de su
trabajo’308. Esta profunda labor cultural despliega un mosaico de operaciones racionales, son
tácticas calculadas y organizadas que no se consignan en un plan único, no existe un
303 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934. 304 Revista Cafetera de Colombia. Nº 2. Dic. 1928. 305 Revista Cafetera de Colombia. Nº 3-4. Feb. 1929306 Ibidem. 307 Revista Cafetera de Colombia. Nº 5-6. Abril. 1929. 308 Revista Cafetera de Colombia. Nº 2. Dic. 1928.
103
proyecto sistemático, es más bien estrategia difusa, donde se distinguen tres procedimientos
básicos y tres mecanismos concretos.
2.1 Organizar, Distribuir y Adiestrar
Organizar. Utilizando la misma masa campesina, se requiere construir un “organismo” con
segmentos definidos, comunicados, articulados de forma conveniente. La Federación
pretende “vincular en una corporación a todos los productores de café, por pequeña que sea
su parcela y por retirados que estén de los centros populosos”. Se trata de una organización
donde el agricultor juega el papel de una unidad base. Estas serán las piezas articuladas de
un aparato nacional de producción “según una conveniente y científica división del trabajo,
aprovechando las aptitudes y capacidades de cada uno de sus integrantes” 309. Mediante la
vinculación calculada de los agricultores se logra un sistema cuya fuerza productiva es
superior a la suma de las fuerzas individuales. Este será el gran éxito de la industria
cafetera: vincular unos asentamientos locales y parcelarios, en una producción flexible y
reconfigurable al ritmo fluctuante del mercado exterior. De un cuerpo informe, confuso y
desordenado, se construye un organismo capaz de extraer la máxima utilidad de cada
individuo y hacer rentable toda la federación.
Esta composición de fuerzas requiere todo un canal de mando. La federación crea una
“secretaria central” bajo la dirección del presidente, esta secretaria subordina unos “comités
departamentales” encargados de “suministrar de manera oportuna las instrucciones de la
oficina central”, estos “comités departamentales” disciplinan a su vez unos “comités
municipales” para “mayor vinculación entre las oficinas centrales y los pequeños
agricultores”310. Se trata de un sistema jerarquizado que garantiza la cohesión de toda la
estructura conectando sin laguna la ‘secretaria central” y los ‘pequeños agricultores”. El
corazón de este aparato es un canal limpio y directo de información que permite la sujeción
continua de las actividades. Cada orden que desciende de la oficina central “debe ser breve,
simple y eficaz”. Muy breve puesto que “debe ir al asunto directamente, sin rodeos y sin
adornos”, “en oraciones y párrafos cortos”, “con un mínimo de palabras”. Muy simple puesto
que utiliza “un lenguaje compresible para las masas rurales”, “entregando a los cafeteros en
forma sencilla, clara y elemental, el resumen de los principio técnicos a que deben ceñir su
explotación”. Muy puesto que evita la “voz pasiva”, “usa pronombres y referencias 309 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. 1934.310 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934. Pg 175-178.
104
concretas”, “convierte los sustantivos en verbos”, y no utiliza “modos impersonales donde
ninguna persona se siente aludida”311. Coseche, siembre, beneficie, pode. Parecieran
demasiadas preocupaciones “léxicas” para una agroindustria, pero son estos
‘procedimientos puntillosos’ los que aseguran la disciplina.
Distribuir. La federación efectúa un ordenamiento poblacional según el principio elemental
de la división por zonas. Inicialmente se trata de una “campaña que acelere la colonización y
la siembra en las zonas con mejores condiciones para el cultivo del café”312. Esta campaña
incluye contratos atractivos de arrendamiento, disposiciones legales para pagar las ‘mejoras
agrícolas’, créditos de inversión cafetera, incluso “un contrato formal con el ministerio de
obras publicas para desplazar mano de obra hacia estas regiones”313. Este movimiento
forzado de la población aparece bajo una justificación humanitaria, según el Presidente de la
federación, lo que se busca es “evitar que la población viva en zonas bajas e insalubres, de
clima húmedo y enervante, pues esta raza degenera rápidamente en esos climas malsanos
e inhospitalarios”314.
No se trata simplemente de desplazar una población, se trata de construir un espacio útil. La
federación descompone las confusiones, asienta los vagabundeos, analiza las ubicaciones.
A cada agricultor su zona, su comarca, su municipio, su lugar. Cada miembro de la
federación tiene un rotulo, una “cédula cafetera”. Es un intento por recomponer una
distribución móvil y confusa, creando una forma organizada donde cada agricultor tiene su
lugar, su nombre, su condición, su capacidad y su deficiencia. Esto supone una investigación
minuciosa y detallada sobre de la vida del agricultor. Se trata de “una división del territorio en
zonas cafeteras, levantando una estadística que permita la constante inspección de las
explotaciones, adquiriendo información sobre las condiciones y modalidades de cultivo”, “se
estudiara igualmente la situación de los cafeteros, el Standard de vida, las enfermedades
propias de cada región, etc.”315. Se analiza la posición de cada uno con respecto a las vías,
los puertos, los almacenes, los centros urbanos; sincronizando su actividad en función del
programa general del aparato productivo. Se “diagnostica” y se jerarquiza a cada agricultor
según los índices que califican su cumplimiento de las normas de la federación.
311 Compilación de documentos cafeteros. Estatutos. FNC: Bogota. 1932. 312 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. 1934.313 Acuerdo 8 del segundo congreso cafetero. Revista Cafetera de Colombia. Nº 5-6. Abril. 1929.314 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota.1934.315 Ibíd...
105
Se ejerce un poder sobre la población y al mismo tiempo se construye un saber a su
alrededor. Este saber verifica si los individuos se conducen o no según las normas de la
federación. La federación se propone elaborar “mapas vivos” de la población. Para el
presidente Ospina “la producción cafetera sin un detallado material estadístico es
inconcebible”. Por es necesario un censo que debe incluir “la localización y distribución de la
haciendas, el numero de haciendas y el tamaño de las parcelas, el numero de propietarios,
arrendatarios, aparceros, la organización laboral, las herramientas y las maquinas de trabajo
utilizadas, las variedades sembradas, las semillas y los abonos empleados, las épocas de
siembra, de recolección, de podas y desyerbas, los métodos de comercialización”, y no
podía faltar “la calidad de la vivienda, la capacidad de los servicios sanitarios, los niveles de
salubridad, la situación alimentaría, el vestuario, el analfabetismo, las actitudes, las
opiniones y los gustos del agricultor”316.
Adiestrar. La distribución y la composición organizada de los agricultores buscan crear un
sistema productivo cuyo efecto sea superior a la suma de sus elementos constitutivos. Para
esto es necesario homogenizar, sincronizar y normalizar las acciones de todos los cuerpos
individuales. En el plan general de la federación, se contempla “fundar una sección técnica
verdaderamente practica para adiestrar a los agricultores”317. Adiestrar a los agricultores
consiste en imponer una rutina cuidadosamente elaborada según un código riguroso que
domine su cuerpo. La Federación despliega un sin numero de mecanismos (cartillas,
manuales, películas, visitas individuales, demostraciones grupales, cátedras ambulantes)
para “mostrar las maniobras que deben realizarse al abonar”, “enseñar de manera practica
los mejores sistemas para trasplantar, desyerbar, podar, sombrear”, “adiestrar la campesino
en el manejo científico de semilleros”, “instruir en las operaciones básicas del beneficio",
“enseñar prácticamente el manejo de la despulpadora”, en resumen, lo que se busca es
“explicar de manera sencilla cada ejercicio mediante una demostración practica de los
métodos científicos, a fin de que hasta los mas analfabetos puedan darse cuenta del
beneficio de usarlos y de las ventajas del cultivo intensivo”318.
Parece una contradicción enseñar a cultivar precisamente a un agricultor, pero no puede
olvidarse que, por primera vez en la historia de Colombia, se implementa un “cultivo
intensivo” bajo el imperativo de “mejor producto, mayor producción y menor costo”. La
316 Compilación de documentos cafeteros. Estadísticas. FNC: Bogota. 1932317 Revista Cafetera de Colombia. Nº 2. Dic. 1928.318 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota 1934.
106
industria cafetera exige una elaboración ajustada de los gestos, un “programa” de ejercicios
que deben observarse con exactitud, aplicación y cumplimiento. Según un “manual cafetero”
“en el cultivo del café cada una de las acciones se ordena de manera lógica y detallada,
cada una se divide en unidades de tiempo precisas, cada una utiliza un equipo especifico y
requiere un conocimiento adecuado para lograr el fin estipulado”319. No es cualquier cultivo y
no se trata de cualquier entrenamiento. El Caficultor no puede trabajar como cualquier otro
campesino, su ritmo excluye toda ociosidad y todo retraso, el cafetero debe “elegir a tiempo
la semilla”, “abonar y desyerbar en la época adecuada”, “deschuponar, destrabar y
deschamizar con regularidad, nunca con la mano por ser demorado”, “cosechar a tiempo y
con mucho cuidado” , “despulpar el mismo día de la recolección”, “beneficiar con agua que
debe procurase con antelación”, “vigilar con paciencia los períodos de fermentación”, “jamás
cosechar el grano inoportunamente”, ‘usar dos despulpadoras para ganar tiempo”, “siempre
debe tener piezas de repuesto y aprender a cambiarlas el mismo”320. Se trabaja sobre el
reloj, solo sirve un gesto constante, oportuno y eficaz.
La jornada cafetera se divide en faenas, las faenas se subdividen en minutos, cada minuto
busca la máxima eficiencia, cada movimiento es preciso, cada instante precioso, hasta las
pequeñas minucias parecen ocultar una ganancia. Las despulpadoras como los trabajadores
deben funcionar de manera rítmica y continua. Y es que el Doctor Mariano Ospina II,
presidente y fundador de la federación, se educo en Berkley, conoce de cerca los métodos
de producción al estilo “americano” 321. El ritmo debe ser colectivo y obligatorio, velocidades
de producción ordenadas y puntuales. Es la sinfonía industrial. Cada gesto será
descompuesto y ajustado en su duración, en su intensidad, en su orden de sucesión, según
las normas productivas de la organización. El trabajo del Caficultor no se define por una
característica particular, sino más bien por su convergencia en una operación organizada
que regula los tiempos de siembra, poda, cosecha, beneficio y venta. De allí la preocupación
constante por “evitar que los agricultores cosechen y vendan el grano anticipadamente”.
Para eso se disponen “medidas severas de castigo por defectos voluntarios y
subsanables”322. También “créditos para evitar las ventas de café a destiempo”. Además de
319 Manual del cafetero colombiano. FNC: Bogota. 1936. 320 Revista Cafetera de Colombia. Nº 23. Dic. 1931.321 Alberto Mayor Mora. Ética, Trabajo y Productividad en Antioquia: una interpretación sociológica sobre la influencia de la escuela nacional de minas en la vida, costumbres e industrialización regionales. Tercer Mundo: Colombia. 1984.322 Revista Cafetera de Colombia. Nº 23. Dic. 1931.
107
toda una red de “depósitos y almacenes cafeteros” que funcionan como puntos de control
acelerando o retrasando los stocks de insumos, productos o herramientas323.
Contrario a lo que pudiera pensarse, este descomunal esfuerzo no tiene como objetivo
fabricar un trabajador repetitivo y maquinal. Se trata más bien de integrar el cuerpo
campesino en una economía exportadora ajustando sus ejercicios, articulando sus órganos,
sincronizando sus ritmos con las herramientas, plegando minuciosamente cada uno de sus
movimientos. Lo que se busca es valorizar el cuerpo del individuo como fuerza laboral. El
cuerpo de estos hombres debe convertirse en una fuerza rentable de trabajo. No es pues un
adiestramiento uniforme. Según el Presidente de la federación “el cultivo del café no es un
trabajo monótono reducido a la repetición indefinida de un mismo movimiento que atrofia la
inteligencia. En nuestra industria ocurre todo lo contrario: allí tenemos la siembra y el cultivo
donde entra la destreza y el esfuerzo muscular, viene luego la recolección que requiere
atención en los órganos visuales, pasando después a la despulpadora donde se necesitan
habilidades manuales, mientras el beneficio pone en acción la inteligencia para manejar las
aguas y la venta exige el dominio racional de los pesos y las medidas”324. Es un buen empleo
de cada parte del cuerpo: los músculos para sembrar, los ojos para cosechar, las manos
para despulpar, la inteligencia para vender y beneficiar.
Estamos frente a la necesidad de componer un sujeto adiestrado para adquirir ciertos
gestos, determinadas habilidades, unos deseos concretos. El cuerpo del agricultor debe ser
normalizado por lo menos en tres niveles: 1) en sus movimientos musculares, 2) en sus
capacidades intelectuales, 3) en sus intereses sociales. El gesto corporal se normaliza a
través de visitas, películas, manuales y “cátedras ambulantes” donde un “agente experto
enseñanza la practica del cultivo paso a paso, sobre la base de movimientos y
demostraciones musculares. Los agricultores deben observar y repetir todas las maniobras
para adquirir movimientos precisos y eliminar los innecesarios”325. Cada gesto será regular y
exacto, la instrucción debe eliminar cualquier maniobra “inútil”. Se necesitan entonces un
conjunto de saberes precisos. De nada sirve en la industria cafetera un campesino que sepa
cazar una “guagua”. Es mejor que “entienda lo que es una polea, un engranaje, que es una
rueda Pelton y otros conocimientos básicos que no tienen otros agricultores”. El campesino
323 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934.324 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934.325 Compilación de documentos cafeteros. Adiestramiento. FNC: Bogota. 1932
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deja de conocer las lluvias y los vientos, ahora “sabe de geometría, carpintería, mecánica,
resistencia de materiales, etc.”. La federación se proyecta como “la gran universidad popular
de Colombia”, “una escuela admirable donde el campesino adquiere nociones de máxima
importancia para su vida”326.
En lugar de un saber cotidiano ajustado a sus condiciones locales, el Caficultor adquiere la
instrucción que no tienen “otros agricultores”, un saber normalizado alrededor de nociones
abstractas y generales que le permiten producir según “los métodos científicos”. “Hay más,
el pequeño cafetero se distingue por un deseo constante de dejar en alto el nombre de la
patria con su humilde trabajo”, “conoce los peligros del alcoholismo, entiende de higiene, ha
visto los mapas donde aprende a amar a su país y tiene la idea de hasta donde llegan esas
fronteras por las cuales quizás tendrá que entregar algún día su vida”327. Podría preguntarse
porque un aparato concebido para producir café se inquieta tanto por la higiene y el
patriotismo de sus asociados. No puede olvidarse que se trata de formar y reformar las
conductas. Solo de esta manera se puede “lograr que el agricultor asocie ideas, siga
procedimientos, entienda principios y adquiera destrezas”328. El “Caficultor Colombiano” debe
ser algo más que un individuo productivo, deber ser un miembro disciplinado de la sociedad
- o calificado según el lenguaje moderno -: laborioso, higiénico, capacitado, abstemio y al
mismo tiempo ebrio de amor por su país.
2.2 Vigilar, Examinar y Castigar
Vigilar. El disciplinamiento de los agricultores conlleva un aparato de supervisión que
genera la visibilidad de todo el campo de operaciones. La federación de cafeteros define la
supervisión como “una función de sobre-visión, es decir, mirar desde arriba, o sea, desde un
punto que permite la visión del conjunto o del estado de las personas o cosas”329. “Unas
miradas que deben ver sin ser vistas, una luz que derrama claridad sobre todo lo que debe
ser sabido”. La base de este mecanismo de vigilancia descansa sobre un “cuerpo de
agentes ambulantes integrado por agrónomos profesionales”330. Se trata un órgano de
vigilancia en contacto directo con la masa campesina331. El “cuerpo ambulante de
326 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934.327 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934.328 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934.329 Compilación de documentos cafeteros. Estatutos. FNC: Bogota. 1932330 Ídem. 331 Nadie como Marx supo definir este “cuerpo de técnicos”: “tratase de una categoría de trabajadores de nivel superior que en parte tienen una cultura científica y en parte son simples obreros, y que se mueven al margen de los simples peones pero
109
agrónomos” será el punto de control sobre el agricultor. Muy cercano de ellos, pero no tanto
como para perder su “visión de conjunto”. Es un instrumento que “va hasta el último cafetero
a llevarle consejo oportuno y orientación adecuada”, y al mismo tiempo, funciona como los
ojos atentos de la Federación. En palabras del Presidente, “estos agentes ambulantes
mantienen una constante inspección adquiriendo todos los datos sugeridos por la sección de
estadística y divulgando los métodos científicos que deben regir en cada explotación”332.
Esta minuciosa vigilancia de los productores se convierte en un operador esencial para la
industria cafetera: garantiza la cadena de mando y asegura la captura de información.
Permite el descenso directo de órdenes y el asenso limpio de “datos”. No puede pensarse
que semejante función recaiga sobre unos individuos particulares, no se trata de una tarea
exclusiva de los “agentes ambulantes”. Nadie es exterior al sistema de vigilancia. Todos los
socios de la federación son visibles y a su vez son órganos de visibilidad. El “comité
nacional” “recibe los informes y supervisa las funciones del presidente de la federación”, este
presidente “debe súper vigilar todos los empleados de la federación haciendo cumplir las
obligaciones”. Bajo la “supervigilancia” atenta del presidente, están los “comités
departamentales”, los cuales “ejercen una conveniente vigilancia sobre los agentes
ambulantes, controlando su trabajo y encauzando decididamente la labor encomendada por
la federación”333. Vigilantes perpetuamente vigilados. Un aparato de desconfianza que utiliza
la misma población vigilada como instrumento para vigilar. El efecto inmediato de este
mecanismo paranoico es inducir una vigilancia automática, anónima, generalizada. La
garantía de su funcionamiento es la suma de las insidias. En los “principios de supervisión”
de la Federación se lee: “la calidad de la supervisión que realiza cada funcionario depende
exclusivamente de la supervisión a la cual el mismo esta sometido”334.
Examinar. Y si se supervisa, entonces se examina para detectar anormalidades. La
federación pone en marcha un mecanismo continuo de examen con un matiz casi clínico. No
es una metáfora. La ‘visita técnica” del agrónomo ambulante es comparable con “el trabajo
de un medico frente a su paciente: es un diagnostico de la realidad del agricultor que
equivale a un examen medico. La formulación de las soluciones es la receta. La acción que
corresponda al agricultor es el tratamiento. Por ultimo una nueva visita equivale al segundo
como elementos agregados a ellos”. El capital. FCE: México. 1946. Tomo II. Pg 103. 332 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. 1934.333 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. 1934.334 Compilación de documentos cafeteros. Estatutos. FNC: Bogota. 1932
110
examen para apreciar los resultados del tratamiento”335. Se trata de un mecanismo de
inspección continua que pone al agricultor bajo un examen perpetuo: examen, diagnostico,
tratamiento y de nuevo examen. Por eso no existe nada más ritualizado en la Federación
que “la visita técnica” del agrónomo. Vale la pena apreciar todo su esplendor: “el técnico
debe presentarse cordial y calurosamente indicando el objetivo de la visita. Observa las
condiciones de la familia para actuar con acierto y no herir susceptibilidades. Establece un
ambiente favorable hablando de amigos comunes. Conversa calmadamente, con frases
breves y sencillas. No discute asuntos controvertibles de política o religión. Escucha con
atención. Estimula al entrevistado para que hable franca y ampliamente. Hace preguntas
necesarias de forma natural, como si se tratase de una conversación habitual. Acepta la
importancia que el agricultor asigna a sus problemas. Cuando el agricultor expone sus
argumentos no le interrumpe: lo míra; si es del caso sonríe, y si debe contradecirlo mueve la
cabeza de lado a lado pero sin exagerar los gestos. No le da la impresión de que esta
equivocado. Le hace presente que no solo el tiene dificultades. Considera las soluciones.
Ayuda al agricultor a seleccionar la que más se ajusta a las normas de la Federación.
Después debe dejar por escrito sus recomendaciones y algún material de divulgación. La
despedida debe ser cortes. El agricultor debe quedar convencido de que recibe y recibirá un
buen servicio de su federación”.336
Contemplada rápidamente la visita técnica parece una visita pastoral. Pero en realidad es un
mecanismo de intercambio que permite trasmitir unas órdenes y recolectar una información.
Según sus múltiples adaptaciones la “visita” toma la forma de una encuesta, una entrevista,
una indagación o una simple conversación, pero según sus efectos prácticos es un
mecanismo eficiente de evaluación y examen sobre el agricultor. Por eso los índices
cobijados en la “visita técnica” no parecen tener límites. Según la federación “los expertos
que visitan las plantaciones no solo deben enseñar al campesino a manejar su explotación”,
además deben “examinar y corregir los siguientes puntos: excusados, uso de letrinas,
habitaciones, instalaciones para el baño y el lavado de las manos, el consumo de bebidas
embriagantes, utilización del calzado”337. Podría preguntarse porque estos expertos no
enseñan simplemente a cultivar café, porque tienen que inspeccionar las letrinas y los
excusados. Polimorfismo, polivalencia, indiscreción de las disciplinas que se extiende más
allá de los aspectos productivos puesto que buscan valorizar el cuerpo.
335 Compilación de documentos cafeteros. Extensión. FNC: Bogota. 1932336 Ibíd... 337 Revista Cafetera de Colombia. Nº 23. 1935.
111
Una vez recopilada esta información, “el agricultor debe incluirse en un registro o un
formulario individual que consigne todos sus datos”338. Poco a poco se acumula un
“expediente” sobre cada agricultor. La estela de documentos que deja el Caficultor sirve para
caracterizarlo, analizarlo, calificarlo, compararlo, formar categorías con el, en definitiva, se
fabrica un archivo documental que permite juzgar a cada sujeto en su individualidad. La
federación ejerce el poder de un examen sobre sus sujetos, y porque ejerce este poder,
tiene la posibilidad de construir un saber técnico sobre ellos. A partir de este saber la
federación construye los criterios y las normas que pronto juzgaran al agricultor. Como lo
resume el doctor Mariano Ospina II, “la importantísima labor que lleva a cabo la federación
nos permite acumular indicios, señas, muestras, razones o argumentos, para definir mejor
las premisas estimativas, es decir, los criterios y los elementos de juicio sobre la situación y
el estado de cada agricultor 339. La sección estadística construye todo un análisis descriptivo
de máximos y mínimos para definir el nivel de vida “estándar” partir del cual se sanciona
cualquier desviación.
De nuevo es necesario resaltar que este mecanismo de examen no deja a nadie por fuera.
Los funcionarios de la federación serán los primeros sometidos a examen. De entrada “se
contempla un examen por el cual se debe determinar si los candidatos tiene las condiciones
de personalidad necesarias para desempeñar un cargo”. Después viene “un periodo de
prueba”, pues “ningún tipo de examen es más efectivo que someter a una comprobación
continua el desempeño de cada empleado”. Todo el tiempo y “periódicamente se practican
evaluaciones y exámenes de todo el personal. Valorando la eficiencia del trabajo como
también las aptitudes y las conductas de cada persona”. Es un “proceso interminable” según
una sucesión de pequeños exámenes que se agotan únicamente para señalar el inicio de
una prueba mas. Las desviaciones de conducta son cuestiones perpetuamente vigiladas,
cualquier cosa sirve para calificarlas, desde la conversación informal hasta el simple juicio de
un superior. Todo esto sin contar con el “informe mensual donde cada funcionario resume
detalladamente las actividades realizadas”. Y “son muchos los que creen que estos informes
son para fiscalizar las actividades del personal. Pero los mayores beneficios los obtienen los
propios autores del informe”, pues “logran su perfeccionamiento mediante la auto vigilancia
338 Compilación de documentos cafeteros. Extensión. FNC: Bogota. 1932339 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934
112
constante de sus actividades”340. Como en la confesión cristiana, el “informe” no sirve tanto
para el voyerismo del sacerdote, como para la expiación del propio pecador.
Castigar. Además de los códigos judiciales que rigen la vida de cualquier ciudadano, el
miembro de la federación soporta otro código que va desde el castigo monetario, hasta
procedimientos sutiles para “marcar” y corregir sus infracciones. La industria cafetera
construye toda una infrapenalidad que sanciona y gratifica duplicando el poder judicial. La
Federación se arroga el derecho de castigar, de recompensar, de hacer comparecer ante
instancias de enjuiciamiento a todos sus miembros. Los reglamentos se multiplican. Existen
“reglamentos para arrendatarios” que prescriben “multas con carácter de cláusula penal para
controlar los pagos, las habitaciones, los tiempos y los arreglos con los aparceros”. Existen
también “sanciones sobre la exportación” que utilizan “inspectores y vigilantes en los
puertos, almacenes y depósitos”. Las penas son monetarias, además de una “acusación
formal” frente a las autoridades Nacionales y un “expediente minucioso del infractor”341.
Sobre los agricultores pesan otras sanciones, el mecanismo penal más evidente son “ las
severas medidas de castigo sobre los precios de compra por cada saco de café mal
cosechado o mal beneficiado” 342. No es un castigo cualquiera. El agricultor trabaja sobre un
“crédito cafetero”. Cualquier castigo sobre los precios retarda la cancelación de pagos y
aumentan el interés de la deuda, eventualmente se produce el embargo de cosechas y
bienes. El “crédito cafetero” estimula las producciones extorsionando a los productores.
Existen sanciones mucho más sutiles pero más efectivas. Son penas menores que no
aparecen tipificadas en los reglamentos pero que funcionan en los procesos de enseñanza.
Un documento de extensión cafetera relata cuidadosamente este “proceso penal”: “un
agente experto de la federación hace la demostración paso a paso de la practica agrícola
haciendo hincapié en los puntos claves”, luego “identifica los agricultores más distraídos y
les solicita que repitan inmediatamente la practica”, ”hace las correcciones del caso”, “separa
del grupo a quienes dominan mal el ejercicio y les propone que lo repitan”, “se avanza en la
instrucción haciendo notar la actitud perjudicial de los distraídos”343. Todo se encuentra aquí:
un ejercicio que sirve de norma, una identificación de las infracciones, una separación, una
clasificación, una humillación de los infractores, y finalmente, una corrección que es la
340 Compilación de documentos cafeteros. Estatutos. FNC: Bogota. 1932.341 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. 1934342 Revista Cafetera de Colombia. Nº 23. Dic. 1931.343 Compilación de documentos cafeteros. Extensión. FNC: Bogota. 1932
113
intensificación del ejercicio. Se trata de una penalidad minúscula, muy ligera, sin efectos
judiciales, pero que al fin y al cabo también reforma, también “encauza conductas”.
Esta penalidad fábrica sujetos trabajadores con la menor violencia y con el mayor provecho,
“evitando un exceso de crítica en las etapas iniciales del aprendizaje, y en cambio,
otorgando estímulos para acelerar la instrucción y evitar frustraciones”344. No todo puede ser
castigo. El estímulo hace operar el mecanismo completo. La federación dispone concursos,
exámenes y exhibiciones, que permiten otorgar “obsequios” a los mejores agricultores. Un
concurso “otorga una despulpadora para el agricultor que muestre su plantación en el mejor
estado”, “tres gambias y dos azadones para el que muestre el mejor semillero”, “un bulto de
fertilizante para el que muestre el mejor beneficio”, “dinero en efectivo para el que presente
la organización más adecuada y mas higiénica”345. También se entregan insecticidas,
semillas, empaques, camisetas, gorras, libretas, almanaques. Los “premios” son
herramientas e insumos de trabajo. La federación premia el esfuerzo productivo de sus
trabajadores con más instrumentos de trabajo. Se estimula mientras se aumenta la
capacidad productiva346.
Este aparato de sanción – estimulo no solo sirve para corregir las actitudes productivas,
además permite diferenciar, clasificar y jerarquizar cada conducta. La federación distingue a
“los mejores agricultores con medallas y diplomas”, “siendo este un método económico y
eficaz pues el solo hecho de servir como modelo para sus compañeros se convierte en el
mayor estimulo para mejorar su conducta". Existe “medallas y diplomas de primera, de
segunda y de tercera clase, además de simples menciones”347. Es una tabla de méritos para
marcar a los individuos a través de sus conductas. Se elabora una escala de valores que
distribuye los sujetos en distintos niveles. El procedimiento busca identificar los “mejores
agricultores”, los más productivos, los más higiénicos, los más aplicados, los más diestros,
los más obedientes y los más útiles. Pero si aplaude estas actitudes, es para señalar las
desviaciones que deben eliminarse, para sancionar las conductas que no deben repetirse,
344 Ídem. 345 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. 1934.346 Es como si un trabajador actual recibiera un teléfono móvil como “premio” por su labor, al mismo tiempo que se siente estimulado, se podrá saber siempre donde se encuentra y se podrá hacer que trabaje en todo tiempo y todo lugar. “El ingenio del Licurgo fabril se las arregla de modo que la infracción del reglamento sea más rentable que su misma observancia”. Cf. Carlos Marx. El capital. FCE: México. 1946. Tomo II. Pg 106.347 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934
114
para normalizar los sujetos alrededor de un comportamiento. Si se honra a unos es solo para
humillar a otros.
Si la vigilancia exige un cuerpo de vigilantes perpetuamente vigilados, la sanción exigen un
cuerpo de “sancionadores” perpetuamente sancionados. El presidente de la federación
“podrá ser separado de su cargo cuando el comité nacional así lo considere”. Este
presidente “se encargara de determinar el régimen de estímulos y de sanciones que deben
regir los directores de cada comité departamental”. A su vez los “directores de comité” deben
“señalar los errores, corregir deficiencias, calificar, estimular o reprobar las actuaciones de
sus jefes de sección”. Estos “jefes de sección” se encargaran de que los agrónomos
ambulantes obtengan “estímulos en salarios y primas” como también “sanciones y
sugerencias para mejorar su trabajo”348. Los expertos, agrónomos, jefes, directores, y hasta
el presidente, serán los primeros en experimentar los efectos de las “acciones disciplinarias”
de la federación. Acciones que “solo se requieren cuando la conducta indeseable de un
empleado persiste”, “algunas veces es una advertencia”, pero otras, el “despido fulminante
por deshonestidad, incompetencia, negligencia, omisiones o errores graves”.
El procedimiento de castigo para los empleados de la federación es el siguiente: “al
conocerse una falta se hace una investigación durante la cual el culpable debe defenderse o
justificarse; los cargos deben ser claros permitiendo que el empleado considera su sanción
como justa; la sanción conviene hacerla en privado, con actitud amistosa; deben mezclarse
las criticas con aspectos positivos del empleado; se deben hacer sugerencias para corregir
las conductas inaceptables; y finalmente no debe mencionarse el asunto excepto para
elogiar los progresos o hacer correcciones”. Se trata de un verdadero juicio, con pruebas,
acusados, descargos y penas. Los empleados de la federación soportan un aparato de
castigo que no envidia nada a la justicia penal. A las faltas contra las normas productivas:
“solicitar premisos, llegar tarde, rehusar responsabilidades, dilatar las labores, haraganear o
perder tiempo, no concluir el trabajo, no cumplir las ordenes, no tener cuidado con los
equipos, ser incapaz de obtener la cooperación de los agricultores”, hay que sumar las
desviaciones en la conducta: “ser irritable o grosero, albergar resentimientos por falta de
aumento, alentar ánimos de indiferencia o desconfianza en los agricultores, renegar del
trabajo”. etc.etc.349. Sin duda el etcétera es lo más importante como decía Henry Miller.
348 Ídem.349 Compilación de documentos cafeteros. Estatutos. FNC: Bogota. 1932
115
El castigo integra y remata los mecanismos disciplinarios en la industria cafetera. Unos
mecanismos que no dejan de funcionar hasta que cada miembro cumpla con sus
obligaciones de manera automática. El objetivo definitivo de esta disciplina debe cumplirse
en dos niveles. En la base de la federación debe crear un “[Caficultor] que aspire por su
propio interés a producir un mejor grano, administrando mejor su parcela, midiendo y
comparando sus rendimientos, utilizando abonos, mejorando las herramientas, adoptando y
haciendo cumplir las instrucciones higiénicas en su explotación y asumiendo como suyos
los programas de la federación”350. Y al nivel del personal de la federación debe lograr que
“cada empleado, por modesto que sea el trabajo que desempeña, sienta como propios los
objetivos de la federación, si no fuera así, no haría con entusiasmo y satisfacción su
trabajo”351. Como en una novela de Owell, no basta con obedecer el aparato disciplinario,
además es necesario creer y confiar en él, nadie debe dudar de su eficacia, cada quien debe
asumir como propios los mecanismos de su propia humillación.
Se podrá objetar que los mecanismos de sanción, vigilancia y examen, sobre el agricultor
colombiano, son viejos dinosaurios. Momentos superados. Pero obsérvese la agroindustria
actual, son los mismos instrumentos punitivos de hace medio siglo. Sea por ejemplo una
agroindustria vigente del sector floricultor. La vigilancia solo cambia de nombre, ahora son
comités de socios vigilando gerentes, comités de gerentes vigilando jefes de sección, estos
vigilan supervisores y los supervisores vigilan a los trabajadores. ¿Qué vigilan? El ritmo de
exportación. Estas industrias trabajan bajo el compás de un reloj extranjero, el tic-tac de
cada minuto se cuenta en dólares. Por eso el cuidado histérico sobre “puntualidad en las
horas de entrada y de salida”, “la solicitud de permisos” o “el regreso al sitio de trabajo
después de los descansos”, “el uso del tiempo para desplazarse al baño”352. Si se vigila
minuciosamente el tiempo “muerto”, cuanto más detallado será el cuidado del rendimiento
diario. Si un cortador de flores, por ejemplo, “disminuye su rendimiento”, recibe
inmediatamente esta invitación a reflexionar: “El día 28 de diciembre cometió usted una falta
disciplinaria que consistió en bajar su rendimiento a niveles castigables por la empresa.
Analizados sus descargos, la empresa reconoce que cuando se esta en “cansado” el
350 Revista Cafetera de Colombia. Nº 23. Dic. 1931.351 Compilación de documentos cafeteros. Estatutos. FNC: Bogota. 1932352 Cultivos Miramonte. S.A. Gerencia de Gestión Humana. Procedimientos para evaluación del personal. Sin publicar. Marinilla. 2003.
116
rendimiento puede disminuir, pero no hasta niveles de 35 ramos/hora como usted llego. Le
invitamos a que reflexione, ya que el rendimiento en el trabajo es fundamental para
garantizar su permanecía en esta empresa”353. Semejante invitación no es más que un
chantaje directo, breve, claro y eficaz.
Las “faltas” no solo cobijan los niveles de productividad, eso seria desconocer que las
disciplinas muerden con predilección sobre un comportamiento, una conducta, una
“personalidad”. En la agroindustria actual de flores más del 50 % de las faltas son contra las
normas de conducta. Cualquier trabajador que no muestre “respeto a los superiores”,
“compromiso con la empresa”, “colaboración”, “interés”, “entusiasmo”, “disposición para
trabajar donde se le necesite y en lo que se le necesite”, “preocupación por el trabajo de sus
compañeros”, “presentación del uniforme y buen aseo personal”, será castigado. Los
mandos medios tienen la libertad de no usar el lustroso uniforme, pero deben guardar la
misma pulcritud en su conducta. Honrar y servir a los superiores, agacharse ante la divinidad
cuando aparezca el jefe, poner todo el tiempo cara de contentos. Y si no muestran
“responsabilidad”, “autoexigencia”, “sacrificio”, “iniciativa”, “cumplimiento y honestidad
presupuestal”, “actitud de liderazgo”, “control y manejo disciplinario”, “lealtad y compromiso
con la organización” recibirán su castigo354.
Sobra decir que las disciplinas se flexibilizan en las agroindustrias modernas, como cualquier
otra técnica, el futuro de los mecanismos disciplinarios es refinarse con el tiempo.
Actualmente ya no funcionan en estructuras patronales con centros fijos, ahora se
despliegan en conjuntos flexibles y descentrados que pueden eliminar secciones enteras sin
lesionar todo el sistema. Son redes o “grupos de trabajo” recorridos por un “gestor” o un
“mediador” que reparte funciones y compara rendimientos entre islas. Así se distribuye la
disciplina, de forma tal que, las piezas de base nunca llegan a identificar el centro a quien
dirigir sus reivindicaciones355. Aquí la disciplina es mucho más huidiza, se distribuye en un
espacio móvil, sin centros fijos, donde cada punto es un “supervisor” en potencia y donde
cada orden puede ser recibida o juzgada en tiempo real. La vigilancia también se moderniza
con nuevas tecnologías: radios, redes informáticas, cámaras con canales controlados que
permiten mantener el registro instantáneo de cada movimiento356.
353 Ídem. 354 Ídem. 355 Cf. Richard Senett. La corrupción del carácter. Anagrama: Madrid. 1985.356 Cf. Paul Virilio. La inercia Polar. Trama. Madrid. 1999.
117
2.3 La desobediencia de los agricultores
Ante la improductividad, el desperdicio, la suciedad o el desorden, la agroindustria -
moderna o antigua - pone en marcha unos procesos disciplinarios cuya única finalidad es
“provocar cambios en la rutina de los trabajadores, modificando sus ideas, reformado su
conducta, tomado las medidas necesarias para mejorar su sistema de trabajo y su forma de
vida”357. Pero mientras exista un solo trabajador, aunque solo uno sea, que desafíe este
imperativo de “mejorar”, mientras halla alguno que persista en su propio modo de producir,
obstinado en su propio modo de asearse, de embriagarse, de vivir. Mientras exista alguno
desobediente, la inmensa labor disciplinaria no ha terminado, y no podrá terminar nunca,
puesto que la indisciplina se propaga. Esta es la triste historia de todo proceso disciplinario,
la obra bufa “de como haber reinado para nada. Si existe una proliferación de federaciones,
cofradías, asociaciones y cooperativas que buscan de una u otra forma disciplinar las
fuerzas del campesino, es porque nunca terminan su labor. Su multiplicación remite no a su
eficacia, si no a su debilidad. Luego de distribuir ordenadamente los caficultores, luego de
agruparlos en una organización controlada, luego de adiestrar, vigilar, sancionar y examinar
sus fuerzas, estos no cesan de huir por todas partes como un torbellino de partículas
risueñas y juguetonas. Se pueden observar por lo menos cuatro tipos distintos de
desobediencia en la industria cafetera.
Indisciplina técnica. Es la más común y se produce en el corazón mismo de la federación.
Según la Revista Nacional de Cafeteros “los agricultores no dejan de ser un gremio
problemático”, son unos “defensores rabiosos de sus practicas ancestrales de cultivo y de
sus modos tradicionales de vida”. Un agrónomo desengañado se queja: “el caficultor
colombiano es poco dado a la lectura, si se le obsequian revistas técnicas escasamente las
recibe contando con que son gratuitas, y cuando las recibe las utiliza para empapelar
habitaciones o para calentarse los pies”. Es el colmo de la desobediencia y el desperdicio.
Este gremio problemático otorga un uso verdaderamente iconoclasta a las recomendaciones
técnicas de la federación. El campesino prefiere tener los pies secos que conocer las
verdades científicas, y “si por casualidad oyen los consejos del agrónomo, echan todo en el
olvido al día siguiente”, “escuchan con paciencia las instrucciones del técnico, pero cuando
357 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934
118
este da la espalda, fácilmente se advierten las risas y la actitud socarrona con que acogen
sus útiles enseñanzas”358.
Indisciplina territorial. Con el ánimo de retener una mano de obra fija, los hacendados
ceden parcelas a sus peones, estos viven en las zonas periféricas del cultivo, y aunque
tienen prohibido sembrar café, rápidamente se aprovechan del saber ofrecido por la
federación para desarrollar su propia explotación cafetera. De repente, los aparceros se
convierten en defensores violentos, no de una tierra que es ajena, si no del trabajo sobre
ella. Saltan como una mutación inclasificable para los códigos de la época. Un abogado
explica: “la situación es de verdad anómala (la de los colonos en dominios de propiedad
privada), no son propietarios ni tampoco arrendatarios…de modo que a la luz de la ley
puede considerárseles como poseedores de mala fe; pero ellos ni siquiera alegan la
posesión del suelo, según el derecho civil no puede clasificárseles en ninguna de sus
categorías”359.
Indisciplina generacional. La desobediencia técnica es la más inofensiva. Con las vías de
comunicación abiertas, los canales de créditos establecidos, las propagandas y los flujos de
información que llegan al Caficultor, se constituyen una nueva percepción del mundo. Los
hijos de los agricultores ya no se conforman con ser agricultores, conocen demasiado los
modelos urbanos como para permanecer en su lugar de origen, saben demasiado del
exterior como para soñar con una despulpadora. El esfuerzo de la federación por
“modernizar” al campesino borra sus límites y sus fronteras. Sus deseos de “mejorar” se
bifurcan y se multiplican, las nuevas generaciones desbordan por todas partes los
presupuestos de la federación. Los conductos que deben irrigar la producción cafetera son
como canales de fuerza micro perforados en múltiples puntos, irradian una luz que se
difumina y se dispersa sin rumbo fijo más allá de las actividades agrícolas.
Indisciplina por enrarecimiento. Como si fuera poco, la transformación generacional que
sufre la industria cafetera abre un hueco en sus bases productivas. Por este orificio se
cuelan los contagios y crecen los desordenes. Ya no son los hijos del agricultor humilde los
peones de cada parcela, el desarrollo de la producción convoca una inmensa masa de
jornaleros que no pertenecen a ninguna asociación, ni siquiera son campesinos, en su
358 Revista Cafetera de Colombia. N 11. Abril 1920. 359 Abogado Felix Mendieta consultado por el gobierno nacional. Citado En: J. A. Bejarano. El régimen agrario de la economía exportadora a la economía industrial. La carreta: Bogotá. Parte III. 1979.
119
mayoría son desempleados que vienen buscando un salario en épocas de cosecha.
Paulatinamente se enrarecen las fuerzas laborales de la industria, se dificulta su control.
Para 1914 los trabajadores permanentes vinculados al café eran 80 mil, mientras los
esporádicos superaban los 240 mil360. Con la crisis económica de los años 30, el desempleo
empuja una masa confusa hacia las regiones cafeteras. De golpe, toda una muchedumbre
de personas se mueve hacia los campos. Hordas móviles y poco disciplinadas llegan de
todas partes, no tienen figura reconocible, no poseen identidad. Son fuerzas múltiples y
cambiantes que no están comprometidas con ninguna industria. Pura nube flotante que
gravita entre las haciendas arrastrando un mundo policromo de males y de vicios:
prostitución, desenfreno, robo, pleito y libertinaje.
En otros lugares del sector rural, la indisciplina es un asunto más delicado. En la industria
azucarera, por ejemplo, se pueden constatar los “bochornosos episodios ocurridos cuando
afloraron las insanas pasiones de la turbamulta, de donde surgió un odio xenófobo contra los
empresarios que tan importantes beneficios llevaron a la comarca”. Las familias Inglesas que
fundaron los ingenios, con sus guantes de cetrería adornados con rubíes orientales, con sus
cortinas de damasco decoradas con bordes de oro, con sus libros encuadernados en
terciopelo español, con sus jarrones de porcelana jaspeada, con sus muebles de nogal
bellamente cincelados en plata, con sus muselinas y sus delicados enseres, sufrieron
terribles “depredaciones y atropellos que los obligaron a huir del valle provocando el paro de
sus factorías y sus campos de cultivo”361. Y si en la agroindustria azucarera existieron
indisciplinas, ni que decir del sector bananero, donde se presentaron verdaderos problemas
de sedición política, difícilmente controlados hoy, aunque desde hace tiempo se aplique
sobre esas poblaciones métodos de sumisión más ruidosos, y menos ortodoxos, que las
disciplinas. Véase las masacres de campesinos en las bananeras 362.
3. La paradoja de los procesos disciplinarios
Ahora podemos ver mejor la paradoja del proceso disciplinario en el agro del país. Si nos
empeñamos en negar su existencia, si insistimos en suponer que el campesino sumiso,
360 J. A. Bejarano. op.citp.. 361 Manuelita. Una industria centenaria 1864-1964. Industrias Manuelita: Bogotá. 1964. Pg 34-65. 362 Cf. La Masacre en las bananeras. 1928. Los comuneros: Bogotá. 1965. También Judith White. United Fruit Co. En Colombia. Presencia: Bogotá. 1970.
120
honrado y trabajador, existió desde siempre; entonces abra que negar la inmensa “labor
cultural” emprendida por la federación cafetera, abra que negar la inmensa tarea de
adiestramiento emprendida por la industria bananera, azucarera, por las cooperativas
lecheras, arroceras, ganaderas, palmeras363. Y como si fuera poco, abra que borrar de tajo la
labor formativa de miles de instituciones educativas, que con mayor o menor intensidad,
aplicaron las disciplinas en el sector rural. Por el contrario, si nos empeñamos en afirmar su
contundencia absoluta, si insistimos en la eficacia incuestionable de los programas
disciplinarios, si suponemos que las disciplinas alcanzaron a todos por igual; entonces abra
que negar la existencia de todos esos hombres rudos, ebrios, incultos, sucios y violentos,
que habitan hoy las regiones más apartadas del país; abra que negar también la existencia
de todas aquellas “practicas ancestrales de cultivo” y “modos irracionales de vida” que
persisten hoy en el campo colombiano.
No se puede negar el efecto político de los mecanismos disciplinarios sobre el campo
colombiano. Basta visitar una hacienda cafetera o un pueblo azucarero de hoy para
verificarlo. Pero si este efecto es innegable, resulta más innegable la existencia de todos
esos cuerpos indisciplinados que pueblan hoy los litorales, las regiones de borde, las riberas,
las fronteras indefinidas. A mil kilómetros de distancia mantienen su “propia esfera de vida”,
de mañana campesinos, de tarde pescadores, de noche cazadores. Seres variables que
gozan con su modo perjudicial de vivir y su forma irracional de producir. Irresponsables y
satisfechos, vanidosos y petulantes, rectos y serenos frente a cualquier exigencia estatal o
privada. Y eso para no hablar de los hijos de campesinos venidos a la gran ciudad. Hoy
proliferan en los arrabales de la capital como “bandas armadas hostiles a los transeúntes”.
Plantas raras y singulares que con toda seguridad conservaran su veneno.
Sabemos que nada puede ser más eficaz, y nada más barato, que utilizar unos mecanismos
de sumisión cuyo principio de funcionamiento son los mismos sujetos sometidos. Es así
como las disciplinas ejercen su poder con sobriedad. Alimentando pequeños deseos
fascistas en cada uno, cultivando la paranoia en todos, mimando el policía dentro de cada
363 El caso del sector azucarero es típico. “Apenas si hubo un aspecto de la actividad social, de la vida comunitaria, del curso ordinario de las relaciones entre los hombres, donde no haya quedado rastro más o menos sensible de la acción docente y doctrinaria desplegada por la industria azucarera”. Esta acción incluyo crear escuelas y financiar becas en los institutos agrícolas del valle, sin contar con la “creación de pueblos enteros para los trabajadores, distribuyéndolos según un plan previo que evita largos recorridos y disminuye los incumplimientos en los horarios establecidos”. Cf. Manuelita. Una industria centenaria 1864-1964. Industrias Manuelita: Bogotá. 1964. Pg 34-65.
121
quien, sumando las insidias más cotidianas, expandiendo el resentimiento para continuar
funcionando. Por eso los mas vigilados siempre serán lo mas atentos vigilantes, los mas
castigados serán los mas rígidos castigadores, los mas examinados serán inmejorables
examinadores. Es cuestión de odio y no de ideología. Las disciplinas nada ocultan, y nada
solicitan, más que todo el mundo las reproduzca por su cuenta, que cada cual las utilice y las
respete, que cada quien las sufra y las aplique, que todo el mundo les tema y las aprecie. Y
no como una fuerza arbitraria caída del cielo, sino como un “servicio publico” para los más
débiles: los profesores, los vecinos, los ciudadanos, los instructores, los padres de familia,
todos aquellos que reclaman indignados una mayor disciplina en sus hogares, en su trabajo,
en sus escuelas, en sus calles o en su taller.
De allí que resulte tan difícil pensar la educación, la agroindustria, y hasta la sociedad
misma, sin la micro-política disciplinaria que le sirve de base. De allí que se sienta vértigo
frente a la disolución de las disciplinas si no se propone algo con que remplazarlas. De allí
que se critiquen ruidosamente sus métodos más crueles, mientras se utilizan diariamente los
mas “modernos” o los mas “suaves”. Si las disciplinas parecen indispensables, si se teme
tanto su desaparición, si es tan difícil pensar un orden económico y social sin ellas, es
porque no son simplemente un fenómeno histórico, sino un modo de pensamiento como tal.
En efecto, existe una manera disciplinaria de pensar: aquella que toma en serio la diferencia,
pero únicamente si puede llegar a anularla; aquella que asume lo diverso como un dato real,
pero solo si permite su clasificación; aquella que acepta lo desmesurado, pero solo en
relación a una medida; aquella que admite la divergencia, pero solo como el principio para
logar un consenso. El perpetuo afán de algunos por corregir desviaciones (eliminando la
excepción, evitando el extremo, controlando el exceso). La constante ansiedad de otros por
normalizar las anomalías (homogeneizando los hechos, regulando las acciones,
uniformando los deseos), es la pretensión fallida de un pensamiento mediocre envasado en
una campana de Gauss.
4. Agronomía científica y Disciplina
Parece que estamos demasiado lejos de nuestro tema. Pero la distancia se puede medir
perfectamente. Si analizamos el proceso disciplinario en la enseñanza agrícola, y
posteriormente, en la industria cafetera, fue para situar mejor el papel del discurso
agronómico en el siglo XX. Desde el siglo pasado existía el proyecto de introducir la
122
agricultura moderna en el campo colombiano. Por lo menos desde 1860, existía un dominio
científico con unos instrumentos precisos. Todo estaba configurado, y sin embargo, el
proyecto permaneció en suspenso. La inestabilidad política del país, su desarticulación
económica, la incipiente red institucional, la escasa industria agrícola, son otras entre
muchas razones de ese momento “estancado”. A partir de la primera década del siglo XX, el
panorama se transforma completamente. La nueva ciencia encuentra por fin las condiciones
materiales de su ejercicio. El desarrollo agroindustrial por un lado, los esfuerzos educativos
por el otro, y ambos al mismo tiempo, regularizan la producción y la demanda de la
agronomía en el sector rural. El discurso científico de la agricultura salta un “umbral
tecnológico”. No porque se trasformen en sus objetos o sus conceptos, sino porque aparece
integrada en un medio institucional sin el cual no podría funcionar. Se trata de una verdadera
mutación en el discurso científico de la agricultura. Año 1915. La dinámica agroindustrial del
país, con su necesidad de mano de obra calificada y disciplinada, estabiliza y solicita la
función del agrónomo. Por primera vez en Colombia esta práctica alcanza un verdadero
índice de eficacia social. La agronomía científica será divulgada, enseñada, utilizada y
demandada ampliamente.
Una atenta confrontación histórica muestra como, desde la primera década del siglo XX, las
mismas condiciones de ejercicio para las disciplinas en el sector rural, abren un espacio de
para la agronomía científica determinando el papel del agrónomo. Será la agronomía
científica quien establezca las normas del cultivo en la agroindustria, y a partir de allí, el
agrónomo puede sancionar, vigilar y examinar los “defectos voluntarios y subsanables” en el
agricultor. Será alrededor de la agronomía científica que se organice la enseñanza agrícola,
y a partir de allí, el agrónomo puede sancionar, corregir y “eliminar los errores o las
costumbres inadecuadas” en sus alumnos.
Vemos como la forma de expresión científica que conocemos como agronomía (en las
agroindustrias, en las instituciones educativas, en las federaciones, cooperativas y
asociaciones), supone una forma de organización disciplinaria, y a su vez, esta forma de
organización disciplinaria se estabiliza, se afirma sobre esta forma de expresión científica,
que, en su modesto dominio, la autoriza y la hace valer. No pretendemos decir que la
agronomía científica se deriva de las disciplinas. Sin embargo, sin estos procesos
disciplinarios la ciencia agronómica no hubiera encontrado su lugar y comenzado a
funcionar. El crecimiento del aparato productivo, y el crecimiento del aparato educativo, se
123
convierten en las “condiciones’ historias que sobre-determinan este salto364. Es así como el
“conjunto de leyes científicas sobre la agricultura” han terminado alojándose y funcionando,
no sin problemas y retrocesos, dentro de unos aparatos disciplinarios. El saber agronómico
como software, el poder disciplinario como hardware. Aparatos y reglas en una relación de
mutua reciprocidad.
5. Leyes científicas para la agricultura
Si es verdad que en los aparatos agroindustriales, como en los aparatos educativos, las
disciplinas abren un lugar y determinan una función para las “normas científicas de la
agricultura”, y a su vez, estas mismas “normas científicas” se convierten en la garantía y el
respaldo técnico de los procesos disciplinarios. Es necesario aclarar donde y como se
producen estas “normas científicas” del cultivo. El asunto parece bastante claro. Para 1940
las verdades científicas del cultivo se producen bajo la fría luz del laboratorio365. Y si bien
para la época no existen laboratorios en el país, si se cuenta con estaciones
“experimentales”, granjas-escuelas reformadas, que siguiendo el modelo de países como
Francia y España, se constituyen en verdaderos "centros de experimentación, sin cátedras y
sin alumnos, dedicadas a investigaciones y experiencias sobre la producción de los
vegetales, propagando los conocimientos adquiridos. Estas estaciones de experimentación
constituyen centros de propaganda que publican el resultado de sus investigaciones,
celebran conferencias públicas, e ilustran con el ejemplo a los labradores sobre las leyes
científicas del cultivo".
Además de la red institucional que disciplina el cuerpo del agricultor, la agricultura científica
necesita una red de “centros” donde se produzcan sus verdades científicas. A partir de estos
centros las “leyes del cultivo” pueden venir a respaldar los procesos disciplinarios en el 364 De ningún modo suponemos una “determinación económica en ultima instancia” para el ritmo histórico de las ciencias. El tiempo de una ciencia no es una continuidad homogénea interrumpida por cortes impuestos desde el exterior. Siguiendo a Louis Althusser, es necesario repetir que “el corte histórico que vale para un nivel determinado, ya sea político o económico, no corresponde en absoluto con los otros niveles (estético, científico, institucional, etc.). Cada nivel conoce un tiempo propio, relativamente autónomo, fundado en cierta independencia con respecto al todo social. De allí que se imponga un “tiempo diferencial” para el análisis histórico, es decir, obligarse a situar el lugar y el tiempo propio de cada practica en su articulación con otras practicas sociales”. Cf. Louis Althusser y Etienne Balibar. Para Leer el Capital. Siglo XXI: México. 1976. Pg 104-117. 365 Hacia la mitad del siglo XX, “al organismo considerado en su totalidad, vienen a añadirse nuevos objetos de análisis: las células, las reacciones, las partículas, las secreciones, los extractos”. El objeto de estudio en las ciencias biológicas ya no son los órganos, sino las células, no las plantas, sino su composición elemental. Se asiste a un desplazamiento del punto de ataque. El incremento de la producción agrícola ya no depende de las “plantas”, si no de su bioquímica, la investigación se sumerge en un estudio microscópico. Cf. François Delaporte. El segundo reino de la Naturaleza. Flammarion: París. 1979. Pg 190. (Trad. Esp. Rodrigo Zapata).
124
campo colombiano. El itinerario parece suficientemente claro: las “leyes científicas” del
cultivo se producen en los laboratorios, se prueban luego en las estaciones
experimentales, y finalmente, son difundidas como “cosa cierta” entre los agricultores. Este
sistema de investigación en cascada, que parte de un laboratorio y termina en el agricultor,
pasando por múltiples vectores de transmisión (granjas demostrativas, publicaciones
especializadas, instituciones de enseñanza, agentes de propaganda y demostración), solo
deja una cosa clara: “no hay que esperar ni permitir que los agricultores, por más que tengan
entusiasmo en probar semillas y procedimientos nuevos sean los que inicien este tipo de
pruebas. Estos siempre traen fracasos, pues no tienen suficiente preparación para
comprender estos trabajos”366. Como lo resume la misión E. Chardon para reorganizar la
investigación agrícola del país, “no es al particular a quien incumben estas pruebas, es al
gobierno y las instituciones agrícolas”367.
Parece normal que el “particular” este excluido de este sistema investigativo, pero resulta
curioso que también los agrónomos educados en las Facultades nacionales estén por fuera.
De entrada, siguiendo los lineamientos de la misión E. Chardon, se propone “traer técnicos
del extranjero para adelantar las labores de investigación agrícola”368. La agroindustria
cafetera establece un “centro de investigación cafetera dirigido por expertos extranjeros”. Y
como dependencias de esos centros aparecen las granjas demostrativas donde reside un
agrónomo nacional369. Después del Plan quinquenal para el fomento de la investigación
agrícola de 1945, se crean más de 40 granjas “demostrativas” en todo el país. En estas
granjas el agrónomo nativo se limita a verificar la “adaptación” de semillas, insecticidas,
fungicidas, abonos y maquinarias. Y cuando estos trabajos arrojan los resultados esperados,
“Inmediatamente el agrónomo celebra una reunión con los agricultores más influyentes y les
propone hacer en su propia finca una “prueba””. El granjero conviene en darle una
oportunidad al agrónomo para ‘experimentar con algo’, como el dirá; pero téngase en cuenta
que no se va a experimentar con nada, si no a demostrar. La demostración dará un
resultado positivo y el agricultor se convertirá en un activo propagandista de los métodos
científicos”. Por eso, según la misión E. Chardon, “el agrónomo no experimenta, sino que
transmite”370.
366 Informe sobre la Reorganización de la Escuela Superior de Agricultura y Medicina Veterinaria. Carlos Eugenio Chardon. España. 1926. Y Reglamento General de la Escuela de Agricultura Tropical y Veterinaria. Pg 52.367 Ibíd... Pg 35368 Ibíd... Pg 37369 Informe del gerente de la federación al sexto congreso nacional de cafeteros. FNC: Bogota. 1934370 Intervención de E. Chardon en el Tercer Congreso de Agricultura. Revista Cafetera de Colombia N 5-6...
125
La labor investigativa del agrónomo nacional, al menos durante buena parte del siglo XX, se
restringe a dirigir estaciones “experimentales” para comprobar más que para probar. El
método utilizado por el agrónomo nacional es muy sencillo: “solo se necesita un testigo con
el cual comprar los mejores efectos que deben lograrse con la nueva practica que se va a
introducir”, “si la nueva practica esta destinada a reemplazar una practica antigua, la practica
que será remplazada será el testigo, y cuando se trata solo de implantar una nueva practica,
el testigo será la ausencia del tratamiento que se quiere implantar”371. La consecuencia de
este ejercicio “experimental” es contundente: “estos trabajos no pretenden en consecuencia
descubrir nada, sino comprobar en condiciones locales la aplicabilidad de una practica ya
descubierta en la investigación agrícola”372. Cuantas monografías, cuantos artículos, cuantas
tesis de grado siguen este método riguroso para reconocer lo Mismo y lo Semejante. Es una
“experimentación” donde no hay posibilidad de fallos, el “testigo” es un testigo mudo, o más
bien ciego, desde el principio están bien claro el “efecto” que “debe lograrse”. De allí el que
los “ensayos” “solo deben ser vistos por la gente cuando sus efectos sean adecuados”. Pura
cuestión de efectos, efectos especiales. Este será el gran éxito de estas estaciones
“experimentales”, “su valor reside en el hecho de exhibir las ventajas de una practica
adecuada” 373.
Si es verdad que el agrónomo nacional transmite y no experimenta, si es verdad que
“adapta” y no investiga; entonces, ¿donde y como se producen los verdaderos principios de
la agronomía científica?, la respuesta puede buscarse en los manuales de “investigación
agrícola para los países en desarrollo”. Un manual publicado por el Instituto Americano de
Asuntos Internacionales distingue “la investigación aplicada, aquella que establece las leyes
científicas del cultivo”, y “la investigación adaptativa, aquella que introduce modificaciones o
ajustes de detalle en los resultados de la investigación aplicada”. El ejemplo es muy
didáctico, “cuando se establecen los compuestos químicos que vulneran el tejido de un
insecto, se hace investigación aplicada”, pero “cuando se utilizan estos compuestos
químicos en condiciones locales se hace investigación adaptativa”374. Se podrá adivinar
cuales países producen y establecen estos compuestos químicos, y cuales países están
obligados a utilizarlos en su “investigación adaptativa”.
371 Ibid. Pg 76.372 Ibid. Pg 86.373 Ibid. Pg 120.374 Investigación Agrícola para Países en Desarrollo. Albert Moseman. CAT-USAID: México. 1974. Pg 68.
126
El Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) estipula claramente que “los países en
desarrollo deben considerar seriamente que otras organizaciones realicen la investigación
agrícola por ellos”375. El modelo de dependencia no se modifica en absoluto con la creación
de Institutos Nacionales de investigación agrícola. El Instituto Colombiano de Agricultura
(ICA), reconoce según su “filosofía de investigación” tres tipos de “experimentos”: “los
experimentos exploratorios, donde se comprueban hipótesis acerca de nuevos materiales”,
los “experimentos analíticos, que darán respuesta a hipótesis especificas”, y los
“experimentos absolutos”, “aquellos que establecen propiedades, parámetros y principios
científicos en la agricultura”. Para 1970, “en los proyectos de investigación del ICA los
experimentos más comunes son de tipo exploratorio”376, lo cual quiere decir que la
investigación “absoluta” no se realiza en el país.
Después de las primeras décadas del siglo XX, se construye en el país un sistema jerárquico
y diferencial que controla, selecciona, atribuye y distribuye la “verdadera” experimentación.
Estamos frente a una forma de organización que encuentra sus antecedentes históricos en
la muy afamada “revolución verde”. Resulta demasiado aburrido para nosotros analizar los
resultados concretos de este esfuerzo técnico e institucional que buscaba “acelerar la
producción agrícola en nueve países tropicales como parte del esfuerzo bélico desplegado
durante la segunda guerra mundial por los Estados Unidos”377. Solo nos permitimos retener
uno de sus efectos: la profunda dependencia técnica y teórica en asuntos agrícolas que se
puede verificar aun hoy en los países tropicales. Se podrá objetar que los Institutos y las
Universidades nacionales han logrado verdaderos triunfos en la investigación agrícola,
(variedades y razas adecuadas para las condiciones tropicales); y sin embargo, bastaría
seguir la estela de insumos, equipos y cuidados que demandan estas variedades, para
advertir que la dependencia no solo se mantiene, sino que se profundiza. No pretendemos
descalificar el esfuerzo de nuestros científicos criollos, por el contrario, nos alegramos con el
sudor de ese pueblo honrado y trabajador, pero no se puede negar la dependencia bajo la
cual trabajan; los escasos institutos nacionales de investigación, los pocos profesionales
calificados, los exiguos recursos invertidos, solo sirven para comprobar, reconocer, adaptar y
repetir una ciencia que se produce en otro lugar.375 Métodos para la asignación de recursos en la investigación agrícola aplicada en América Latina: Memorias. CIAT/ ADC. Colombia. 1974.376 Filosofía, Elaboración y Aprobación de Proyectos de Investigación. ICA. 137 p.377 Un análisis detenido de la “revolución verde” podría ser el de Reith Griffin. La Economía Política del Cambio Agrario. FCE: México. 1982.
127
Se podría pensar que estas formas de control solo buscan prevenir los gastos inútiles,
impedir experimentaciones absurdas, evitar los resultados peligrosos. Y precisamente de
eso se trata, de utilizar todo un juego de jerarquías y exclusiones para conjurar el carácter
brusco, violento, peligroso e imprevisible de la experimentación. Basta insuflar un poco de
azar en el experimento, para que se levanten todos esos sordos temores que imponen
métodos y descalifican sujetos, exigen referencias y señalan límites, frenan ensayos y
entorpecen estudios, pretendiendo controlar la potencia incontrolable del acontecimiento.
Siempre habrá algo enloquecido y delirante en la experimentación, entendido como un
proceso creativo que no puede ser juzgado en términos de éxito o de fracaso, puesto que es
un lanzamiento de dados del cual se desconoce literalmente su desenlace. Ocasión sublime
en la que no se puede fallar, puesto que cualquier combinación experimental empuja otra
bifurcación haciendo surgir respuestas inauditas a problemas desconocidos. Mientras la
experimentación sea considerada un proceso inquisitorial donde la única preocupación es
expulsar el maligno error y establecer la dignidad de la verdad. El sistema escolar que nos
invita a resolver problemas planteados en otro lugar puede permanecer. Como cuando el
maestro nos sugiere problemas premeditados y nos consuela o nos regaña si reconocimos
la verdadera respuesta.
Para el auténtico experimentador “la verdad” no es un reconocimiento, sino un producto, no
es un descubrimiento, sino una creación, no es una hipótesis relativa, sino una fabricación.
No se trata de aceptar verdades relativas o hipótesis pasajeras, sino, a partir de una ruina
moral del intelecto, dar la entrada a fuerzas experimentales que puedan engendrar verdades
alegres con falsos procedimientos. En estas condiciones el investigador deja de reconocer la
realidad para producir el mismo lo real. En lugar de aceptar realidades creadas por una
razón forastera, fabricar realidades múltiples o múltiples realidades con el propio delirio.
Se objetara que no hacemos otra cosa que invocar la arbitrariedad, la duda generalizada, el
escepticismo moderno. Pero no es en nombre de la sinrazón que se invoca el azar como
única regla del experimento, es mas bien en nombre de las condiciones mínimas para
practicar este ejercicio: no pude haber experimentación sin la intuición como única guía y
con todo el cielo abierto como posibilidad; no puede haber experimentación sin desatar ese
deseo oscuro que obliga al pensamiento a ligar lo diferente con lo diferente; no puede haber
experimentación sin desplegar esa fuerza positiva de indagación que no busca demostrar
128
nada, sino mas bien engendrar lo menos probable por fuera de la necesidad y la carencia.
Solo así el término “experimentador” cobra todo su sentido: el “tester” es aquel que tienta al
otro (experimenta), mientras experimenta (tienta) sobre si mismo. En su pequeño cubículo
trabaja expandiendo una desconfianza generalizada sobre lo más “indudable”, simulando
realidades múltiples y derramando un conocimiento mutante con el poder de quebrar las
creencias de sus semejantes. Pragmatismo extremo del verbo ingles (to experince) que no
quiere decir comprobar, sino vivir una manera de ser.
129
V. Visión post-moderna
La agricultura ecológica
Después de la mitad del siglo XX, el discurso sobre la agricultura se encuentra totalmente
enrarecido. Posee otro rostro, otros son sus enunciados, es, en definitiva, otro discurso.
Consideremos dos proposiciones. La primera aparece en un manual de 1970: “la
producción cafetera se puede mantener con una fertilización rica en nitrógeno amoniacal,
cloruro de potasio y oxido de magnesio”378. La segunda aparece en un manual casi idéntico,
solo 10 años después: “la producción cafetera se puede mantener incorporando
regularmente materia orgánica, sustancias humicas y lombricompuesto”379. ¿Que ha
sucedido aquí? El sujeto manifestante de las dos proposiciones es el mismo (La Federación
Nacional de Cafeteros); La realidad indicada permanece igual (la producción del cultivo); la
significación de las formulaciones es la misma (el cultivo debe se fertilizado para que sea
productivo); y sin embargo, son dos proposiciones completamente diferentes, totalmente
excluyentes, Otro es su sentido. La aparición de las agriculturas verdes, la agroecologías,
las agriculturas ecológicas, marcan una transformación radical del discurso agronómico en
nuestro país. Año 1960. Tal vez se pueda medir la magnitud de este corte histórico
consultando una Enciclopedia Agrícola actual: “la agricultura de hoy reduce el uso de
energías convencionales como los combustibles fósiles”, y más bien “utiliza energías sutiles”
de todo tipo: “energías cósmicas, telúricas, bipolares, sonoras, biodinámicas, alquímicas,
homeopáticas, alelopáticas, radiantes y mentales”380. ¿Que pudo suceder en el mundo
agrícola para que se invoquen energías mentales sin temor a la hoguera?
1. Condiciones de aparición para la agricultura ecológica
Digamos que todo comienza con una decepción y una doble alternativa. Una bomba atómica
y dos guerras mundiales son suficientes para propagar un pesimismo generalizado frente al
progreso fundado en el dominio técnico. Después de la mitad del siglo XX, en círculos
eruditos y populares, se experimenta una especie de decadencia en la confianza que se
tenía sobre el “modelo occidental”. El incremento del control sobre los objetos no trajo el
bienestar de los sujetos. Todo lo contrario, la expansión técnico-industrial, capitalismo y
socialismo incluido, provocó una catástrofe: erosión, polución, radiación, esclavitud
378 Manual del Cafetero Colombiano. FNC: Colombia. 1970. Pg 120. 379 Manual de Caficultura Ecológica. Betraiz Fischer, Worring Homberg, Robert Ripken. FNC: Colombia. 1980. Pg 180.380 Agricultura Ecológica. En: Enciclopedia Agropecuaria Terranova. Colombia: Terranova. 2001.
130
asalariada, alteración climática y guerras mundiales en un planeta invernadero. Hasta los
imperios más imperantes entran en estado de desconfianza. De repente ya no hay razón
moral, económica, política, lógica, científica, para seguir confiando en todos aquellos
discursos que prometían la emancipación. Emancipación de la ignorancia por medio de la
ciencia. Emancipación de la pobreza por el avance técnico. Emancipación de la explotación
por recuperación del poder político. Hasta nunca la seguridad en dios, la humanidad, el
progreso, la familia, el estado, el marxismo, la ciencia, el mercado. Todo parece fluctuar en
estos tiempos. Se hace difícil incluso definir “lo postmoderno” como una época, pues se trata
precisamente de un modo de vida que escapa a toda definición. Su rasgo definitivo es el
derrumbamiento de todo “gran discurso”381, de todo relato categórico, de todo sistema
estable, de toda “teoría” unitaria y totalizante, “la que ha de englobarlo todo, la que
finalmente tranquiliza, aquella que nos aseguran tanto necesitamos en esta época de
dispersión carente de ‘esperanza”382. En semejantes condiciones, nos es raro que por
doquier emerjan tribus, minorías, bandas, pandillas, discursos y movimientos moleculares de
todo tipo: místicos, ecológicos, integristas, marginales, campesinos, homosexuales,
feministas, punkis, hippies, vegetarianos, parados, jóvenes, locos, drogos, niños y mujeres
en una mezcla mas abigarrada. Es un barullo callejero de voces escépticas que se alzan
para gritar que “algo no funciona, algo revienta, algo escapa y enloquece en este mundo
posmoderno”.
1.1 La doble Alternativa
El discurso agronómico no permanece ajeno a estos acontecimientos. De repente, su
estructura de fragmenta, incorpora enunciados extraños. Es como si sufriera en su interior la
competencia de dos regimenes enunciativos distintos. Dos series enunciativas divergen a
partir de este punto de difracción. El primer régimen de enunciados se presenta como la
exacerbación de la tendencia técnico-industrial. En esta dirección se toma el mundo
mecanizado a la palabra: “quieren mas, pues bien, tendrán un territorio infinitamente mas
artificial del que imaginan”. En esta línea aparece el “cultivo de plantas sin tierra”, “un
método para alimentar las plantas con soluciones sintéticas sobre un medio artificial”. Por el
contrario, la segunda alternativa rechaza con fuerza este mundo mecanizado: “antes de
profundizar en la artificialidad técnica, mejor es volver a una tierra natural y primitiva”. En
381 Jean Francois Lyotard. La Condición Postmoderna. Madrid. Ediciones Cátedra. 1987.382 Michel Foucault. Introducción a la vida no fascista. Prologo de: Anti-Oedipus. Deleuze & Guattari. Capitalism and Schizophrenia. University of Minnesota Press. 1985.
131
esta línea se dibuja el “cultivo orgánico de plantas”, un intento de volver sobre los saberes
antiguos para recuperar los equilibrios con el entorno.
El discurso agronómico parece enfrascado en una elección disyuntiva, es decir, neurótica: o
bien acelerar el movimiento hacia delante, eliminando su entorno; o bien desacelerar este
movimiento, hasta un nivel conservador que asegure la sostenibilidad del planeta. Ambas
direcciones o discursos se oponen bajo un mismo horizonte, se trata de dos regimenes de
producción de enunciados construidos sobre la fractura de un mismo terreno. De un lado
aparecen las producciones sintéticas más exóticas, del otro las producciones orgánicas más
arcaicas. De un lado vemos venir una agricultura cada vez mas precisa, cada vez más
tecnificada, cada vez más sintética. Después de las dos guerras mundiales, la industria
militar aporta diversos medios técnicos con el poder de llevar la agricultura hacia los
territorios más extraños. Finalizada la guerra, el cultivo sintético se convierte en “un
extraordinario factor de progreso” que promete “rendimientos económicos muy
superiores”383. Aquí el suelo es de icopor, cuarzo, plástico o espuma, la planta es una
maquina de producir azucares o metabolitos, el sol es una lámpara, la lluvia es un aspersor.
Desde sus inicios, este “enfoque” artificial y perverso apuntaba incluso hacia las estrellas,
pues “la adaptación del cultivo artificial en las naves espaciales es una de las mas
interesantes novedades para los viajes cósmicos”384.
La moderna agroindustria se inscribe en esta primera línea, creando una agricultura sin
tierra, sin campesinos, sin sol. En Europa se acelera la mecanización de los cultivos y los
procesos agrícolas, a tal punto, que se produce “el acontecimiento técnico más significativo
después de la mitad del siglo XX”, “el final de la agricultura en tanto que modeladora de
conductas y culturas, ciencias y vida social”, y con esto “la desaparición del campesino”385.
Incluso la palabra tiende a desaparecer, desde 1892 es remplazada por la palabra
“cultivador” o “farmer”, en los registros administrativos, mientras que en nuestros días se usa
“productor agrícola” con mayor regularidad386.
383 Carlos Forsatti. Hidrocultivo. EDAF: Mexico. 1984. Pg 16.384 Ibid. Pg 32.385 Michel Serres. Hominiscencia. Universidad Nacional. Medellín. 2003. p.48. (Trad. Esp. Luis. A. Palau).386 Francois Dagognet. La invención de nuestro Mundo. Universidad Nacional. Medellín. 1999. p. 99. (Trad. Es. Luis. A. Palau).
132
Inicialmente el cultivo sintético se abre como una posibilidad de exploración revolucionaria.
Este tipo de cultivo utiliza como principio “un medio flexible y portátil, controlable y
modificable permanentemente”, puede implementarse “como un pequeño dispositivo en los
apartamentos de algunos aficionados a la experimentación”387. Esta técnica de
“apartamento” estimula la creatividad de los mismos usuarios-productores, es una
producción capaz de disolver algunas dependencias, borra las divisiones entre campos y
ciudades, resquebraja las viejas estructuras sociales, rompe algunos límites y parece
empujar la agricultura hacia otro lugar.
Tal vez por eso, el cultivo artificial es malogrado desde su nacimiento con una axiomática
especializada que garantiza su sometimiento. El potencial revolucionario de la producción
“sin tierra”, esta empaquetado en un callejón sin salida: o bien “es una técnica en manos de
expertos y de cultivadores comerciales”; o bien se distribuye en manos inexpertas donde
sirve “para embellecer o adornar la casa”388. No hay alternativa. De un lado se entrega a
unas manos expertas que solo obedecen las leyes del mercado, del otro se entrega a unas
manos inexpertas que solo conocen banalidades decorativas. De este modo, el cultivo
sintético se encierra en un territorio de cacharros artificiales con altísimos costos, un territorio
simulado custodiado por técnicos especializados. En estas condiciones, “se puede prever
que el cultivo sintético será utilizado en producciones que requieren una altísima inversión
debido a su inmenso rigor técnico”389. Es como si el siglo XX invocara una agricultura cada
vez más eficaz, cada vez más exacta, más productiva, con el poder de trastocar cualquier
“limite natural”, con la potencia de borrar cualquier barrera social, e inmediatamente
después, se embotara este movimiento. En esta agricultura de “precisión”, se limita la
capacidad experimental inyectando la “carencia” en forma de “medios costosos de
producción”, las tentativas de experimentación son controlados si no reducen los costos o
prometen utilidades, son los técnicos asalariados en la agroindustria moderna quienes
mantienen los flujos de experimentación en la agricultura artificial domesticados, como si sus
posibilidades fuesen demasiado peligrosas, como si pudieran desfigurar el sistema, como si
lograran enloquecerlo en tanto que no sean absorbidas por las leyes del mercado.
Muy pronto las agriculturas artificiales quedan restringidas a un dominio especializado y
restringido. Más prometedora parecía la segunda alternativa, la llamada alternativa
387 Carlos Forsatti. Ibid. Pg 38.388 Carlos Forsatti. Ibid. Pg 42.389 Hidroponics. Sholt Douglas. Oxford. London. 1989. Pg 40.
133
ecológica. De otro lado vemos venir una propuesta para la agricultura que revela un germen
revolucionario. No solo es una nueva manera de producir, sino un nuevo modo de vivir. Los
movimientos ambientalistas emergieron como cristales que en su punta más fina
precipitaban el mundo hacia una nueva forma de vida. Por un minuto irrumpieron lenguas
menores repletas de consignas inaprensibles para las mayorías. Este fue el instante de
gloria de los ecologismos. Estos grupos-sujetos conjugaban una jerga, una marginalidad,
una estética, como otros tantos elementos, para inventar una figura de rebeldía que llamaron
autonomía. Minúsculo al principio, cada vez más extendido e inasignable, emerge de
repente un rumor convulsivo y creador capaz de desencadenar actitudes revolucionarias.
Por un momento algo demoníaco esta suelto en el mundo. Un flujo abierto de palabras
parece venir de otro planeta, reclama otro pueblo, convoca nuevas tribus, recorre las
universidades, las ciudades, los pueblos más lejanos, esta en la Internet expandiendo su
fuerza disolvente sobre las costumbres. Su voz susurrante y melodiosa nos anima: Disuelve
tus identidades, deshace tu organismo. La pérdida del juicio y de si mismo abre una puerta
secreta hacia la naturaleza, hacia la vida, hacia todo lo que es extraordinario, paradójico y
mutante.
Sabemos donde fue a parar todo esto. El discurso ambientalista rápidamente se
homogeniza, recupera los territorios mas arcaicos cuando parecía empujarnos hacia nuevos
lugares. Como hongos en agar, el ecologismo ve nacer en su seno nuevos poderes, nuevos
militantes, nuevos especialistas, nuevas posiciones de dominio. Inmediatamente después de
sopesar el peligro social que encierran estos discursos, son integrados y negociados como
aparatos productores de plusvalía, aunque sus “utilidades” no se vean todavía: lo cual les
proporciona, precisamente, una posición aparentemente revolucionaria390. Economía
ecológica, valoración ambiental de los recursos, impuesto sobre la emisión de gases,
policías ambientales, champú, turismo, coches y hasta industrias ecológicas. Y sin embargo,
algo escapa, algo huye como garantía de una nueva creación. Mensaje de Prensa: en un
lugar desconocido de España, los campesinos destruyen inmensas aspas de viento
productoras de energía 100 % “verde”, alegan que las empresas ecológicas están
arruinando “su medio ambiente”: desorientan el vuelo de los pájaros, cambian el curso de los
vientos, no dejan ver los atardeceres, saturan el espacio.
390 El Anti-Edipo. Deleuze-Guattari. Paidos: Barcelona.1985. Pg 348.
134
Según los historiadores competentes, “los científicos desarrollan su vida de hombres en
entornos no científicos, y la historia de una ciencia no puede dejar de lado estos
ambientes”391. En esta perspectiva, es sano observar el medio ambiente que rodea el
nacimiento de las agriculturas ecológicas. Las agriculturas orgánicas o ecológicas, nacen
bajo un ambiente enrarecido por las doctrinas de la catástrofe. Como ejemplo escuchemos
dos textos clásicos por su difusión y su impacto. En la “primavera silenciosa” de 1960,
Rachel Carson muestra “el incalculable peligro de los ponzoñosos productos sintéticos”,
según la esta bióloga americana, protectora de los pajarillos, estos ponzoñosos compuestos
“se encuentran hoy virtualmente en todas partes, en los sistemas fluviales, en las corrientes
subterráneas, en el cuerpo de los peces, en la tierra, los pájaros, reptiles, anímales salvajes
y domésticos, tal vez en la leche de las madres y probablemente en los tejidos de los niños
aun por nacer”392. Dos años después (1962), Jurgen Voigt publica su “destrucción del
equilibrio biológico”. Para el autor nórdico coleccionista de caracoles, “el hombre reemplaza
sin medida los bosques con extensos monocultivos, contamina las aguas con pesticidas,
satura el ambiente con gases irrespirables, altera sin remedio el clima global. En estas
condiciones, es absolutamente seguro que en el futuro de la tierra estará envuelto en nubes
de polvo y humo donde poco a poco se apagara toda civilización ahogada en sus propios
detritus”393.
El discurso de las agriculturas ecológicas nace rodeado de una especie de marxismo
apocalíptico, una percepción del fin del mundo donde se señala la enfermedad de la tierra.
Semejante discurso de la catástrofe será impulsado por personas de orígenes heteróclito:
jóvenes de cabello largo amantes del mundo silvestre, científicos que en sus ratos libres
atisban pájaros, artistas contemplativos que restauran edificios antiguos, filósofos que
coleccionan cajitas de oriente, antropólogos con vestimenta indígena, señoras de peluca
morada cultivadoras de orquídeas. Y ¿que nos dicen? Que en un principio estaba la
naturaleza, limpia y equilibrada, con ciclos regulares y movimientos armónicos, la vida era
inocente, cada ser respetaba su ambiente, la cosecha era abundante en ambientes no
forzados, donde la sabiduría ancestral permitía cultivar lo justo sin necesidad de ninguna
técnica moderna. Después vino el capitalismo, con su afán irresponsable de riqueza, el
hombre construyó artificios y artefactos nocivos, quebró los equilibrios, diezmó las especies,
contamino los ríos, reemplazo los bosques naturales con monocultivos, atiborro el planeta de
391 George Canglihem. Lo Normal y Lo Patológico. Siglo XXI: Buenos Aires. 1971. Pg 23. 392 La primavera silenciosa. Grijalbo: Barcelona. 1960. Pg 28. 393 La destrucción del equilibrio biológico. Alianza: Madrid. 1962. Pg 129.
135
plásticos, plaguicidas, fertilizantes y desperdicios. Y ¿cuál es la alternativa? Disminuir el uso
de compuestos sintéticos, desarrollar tecnologías limpias, respetar los procesos naturales,
proteger los ecosistemas prístinos, las relaciones campesinas, el saber indígena, los toros,
las ballenas, las tortugas. Conservar, proteger, resguardar. Esto es lo que se llama un
movimiento conservador. Y ¿si esto no se hace? Apocalipsis Now: el gas carbónico saturará
el ambiente, el efecto invernadero calcinará nuestras pieles, el sol quemará nuestras retinas,
los cascos polares se derretirán y las ciudades se inundarán, las plagas devastarán los
cultivos, los organismos transgenicos se expandirán sin control, los bosques naturales se
esfumarán, muchas especies se extinguirán, con ellas la posibilidad de curar nuestras
enfermedades, muchas culturas desaparecerán, con ellas un saber imprescindible para
entender nuestro futuro. La vida entera estará en peligro.
Tal vez por no pertenecer a esta generación desilusionada, acaso por disfrutar de una salud
rebosante a pesar de llevar productos sintéticos en la sangre, se nos antoja decir que este
pesimismo bíblico es un asunto superado. La actualidad técnica y artística nos permite mirar
como una cosa superada esa tristeza lánguida nacida en el entorno de posguerra. Desde
una tierra más prometedora lanzamos un vistazo retrospectivo a todos estos discursos que
acaban de ser los nuestros. “El mito de la absurda tecnología, ligado a la idea de un final
apocalíptico, por exceso mecánico (el reino de las maquinas destructoras y los productos
contaminantes), esta hoy plenamente rebasado; su supervivencia aparece como un
anacronismo romántico”394. De igual modo, la técnica contemporánea supero hace tiempo el
miedo a los compuestos indestructibles, estables, homogéneos y peligrosos. La técnica
actual desplaza la separación entre lo orgánico y lo inorgánico. Produce gozosamente
órgano-metálicos, bio-sintéticos. Geles, coloides, siliconas. Ahora son degradables, se
mezclan, se fabrican y recomponen sin parar.
394 Cf. Fracois Dagognet. Rematerializar. Vrin: Paris. 1970. (Trad. Esp. Luís. A. Palau.)
136
2. La ciencia agroecológica
Entre la inmensa profusión de “enfoques” ecológicos para la agricultura, únicamente el
discurso de la Agroecología se autodenomina como una “disciplina científica”. La
Agroecología se describe así misma como un “enfoque de la agricultura desde una
perspectiva ecológica”, utiliza “un marco teórico cuyo fin es analizar los procesos agrícolas
de modo más amplio”, y su “unidad de estudio es el agroecosistema”, donde “los ciclos
minerales, las transformaciones de energía, los sinergismos ecológicos, los procesos
sucesionales, las relaciones productivas, son los aspectos más importantes analizados por
sus investigadores”395. Y aunque estos últimos se lamentan porque “la agronomía
convencional tiene una larga justificación epistemológica y unos resultados obvios”,
“mientras la Agroecología, apenas en su infancia, hasta el momento no posee ninguno ”396,
nosotros estamos seguros que con su esfuerzo y sacrificio algún día esta joven ciencia
tendrá los resultados y las justificaciones que se merece.
395 Miguel Altieri. Bases y Estrategias para una agricultura sostenible. Agroecología y Desarrollo. CLADES: Chile. N 8/9. Pg 214.396 Susan Hecht. La evolución del pensamiento agroecológico. Agroecología y Desarrollo. N 1. CLADES: Chile. Marzo 1991.
137
El discurso agroecológico emerge en una posición muy distinta a la agronomía científica. Es
una posición contigua, pero no continua. Se nutre de otros saberes, explora regiones
diferentes del conocimiento, se articula de otra manera en el campo social. Este nuevo
dominio no recibe como herencia ningún conjunto definido de saberes, no prolonga ningún
tipo de técnicas, no es el fruto maduro, ni el rebrote juvenil, de la ciencia agronómica
convencional. Por el contrario, estamos frente a un dominio completamente diferente, con
una posición precisa y un funcionamiento particular. Mientras la agronomía “convencional”
recibe de la biología el concepto de un organismo; la agroecología recibe de la ecología el
concepto de un ecosistema: con procesos internos y equilibrios delicados. Mientras la
agronomía “convencional” recibe de la química el concepto de un suelo balanceado; la
agroecología recibe de la termodinámica el concepto de un suelo desequilibrado, con
desordenes progresivos, con intercambios térmicos y temibles desbalances químicos. Por
ultimo, mientras la agronomía “convencional” recibe de la “economía política” el concepto de
una producción agrícola, sin más límite que la ley del mercado; la agroecología utiliza un
concepto híbrido, mitad ecológico y mitad político, una producción agroecológica
autolimitada por el peligro ambiental, amarrada a una política de desarrollo sostenible.
La agroecología es un acontecimiento inédito, es un discurso distinto a la agronomía
convencional, se produce en la aproximación de otras ciencias. Es muy humano que el
agroecólogo en su afán de encontrar ancestros, buscando una justificación histórica para su
nueva ciencia, suponga que la agronomía convencional es la “disciplina materna” de su
nuevo saber. Pero resulta ingenuo cuando supone que “la ciencia y la práctica de la
Agroecología son tan antiguas como los orígenes de la agricultura”397. Ningún tipo de análisis
teórico, ningún tipo de saber empírico, ningún tipo de conocimiento hipotético, busco, antes
de 1960, garantizar las producciones agrícolas protegiendo los ciclos ecológicos, evitando
los desequilibrios energéticos, procurando la sotenibilidad del planeta. Simplemente porque,
antes de esa fecha, no existan “los ciclos” como concepto ecológico, no existían “los
desequilibrios” como concepto termodinámico, no exista la “sostenibilidad” como concepto
económico y político. Hace falta que aparezca la ecología, la termodinámica, la idea de
sotenibilidad ambiental, para que se produzcan las condiciones necesarias para la
emergencia de un nuevo dominio como el nombre de agroecología.
397 A propósito la agroecológa Susann Hecht señala: ‘aun cuando la agronomía ha sido sin lugar a dudas la disciplina materna de la Agroecología, esta recibe una fuerte influencia del ambientalismo”. Susann Hecht. Op. cit.
138
2.1 Su lógica
Este nuevo régimen de enunciados posee una lógica y un estilo propio. A diferencia de la
agronomía convencional, la agroecología se concentra en las relaciones sincrónicas de los
sistemas, más que en las sucesiones diacrónicas de los procesos. La Agroecología
emprende un análisis sistémico de la agricultura por primera vez en la historia. Define cada
producción en su autonomía, considera únicamente elementos y relaciones, sin referencia a
su naturaleza especifica. Semejante lógica permite considerar cualquier sistema con la
misma importancia, se borran las diferencias y al mismo tiempo se multiplican las
descripciones. Su análisis otorga igual consistencia a un sistema de producción indígena
que a un sistema de producción industrial. Esta será la paradoja que rodea la agroecología
en su nacimiento: cuando sistematiza todas las agricultoras posibles, comparando sistemas
productivos disímiles, dejando de lado sus distancias y sus procesos específicos, tiende a
universalizar. Hace del análisis sistémico un instrumento “universal” para el estudio de
agriculturas. Pero al mismo tiempo, cuando acepta la pluralidad de sus análisis, cuando
define cada sistema en su particularidad, cuando realiza estudios en producciones diversas,
tiende hacia la nimiedad descriptiva, relativiza sus análisis. Hace de la descripción del
sistema un caso particular, de ese modo disipa el contenido positivo logrado en su proyecto.
La singular posición de la Agroecología la obliga a avanzar en dos direcciones, al mismo
tiempo, y no puede dejar de hacerlo. Por un lado mira con asombro la posibilidad de
dispersarse en múltiples descripciones, y por el otro, mira con espanto la posibilidad de
fijarse en una forma universal de análisis. De allí el matiz peligroso y prometedor que toma el
análisis sistémico para esta nueva ciencia. Es un ideal de formalización, proporciona un
estilo, una forma de presentación, una justificación ante la comunidad científica. Pero al
mismo tiempo, es el límite de su interpretación, deja por fuera todo aquello que no es
sistematizable, expulsa del campo analítico un terreno fenomenal del cual el agroecólogo no
esta dispuesto a renunciar.
2.2 Sus términos
La agroecológica arranca su aventura con una definición de términos tomada de la teoría de
sistemas: “Cualquier colección de organismos que interactúan o tienen la posibilidad de
interactuar a través de un espacio físico”. Este “arreglo de componentes bióticos y abióticos”
139
se divide en estructura (número, tipo, distribución de componentes) y función (procesos
energéticos, biogeoquímicos, ecológicos, poblacionales, productivos, etc.). Y he aquí que a
partir de esta siempre definición, ya se pueden reconocer dos grandes tipos de sistemas.
Primero están los “eco-sistemas naturales”: sistemas que “se autorregulan y se perpetúan
mediante mecanismos de feed-back”, “donde los nutrientes básicos son usados una y otra
vez”, donde “la entrada y la salida de elementos esta balanceada”, donde “los procesos
hidrológicos son regulares”, donde existe un “reciclaje natural de minerales a través de ciclos
cerrados”, donde el “flujo de energía escalonado”, donde las “redes tróficas son largas y
complejas”, donde “los procesos ecológicos se encargan de la regulación natural de los
organismos”, donde “las comunidades están altamente co-adaptadas”, donde “la diversidad
de las especies es el resultado de la selección natural”, donde la “sucesión ecológica” es
“una tendencia natural hacia una comunidad más estable”398. Y en otra parte muy distinta
están los “agro-sistemas”: sistemas “artificiales que requieren la constate intervención
humana en forma de agroquímicos, pesticidas y maquinaria”, “donde el curso normal de los
procesos ecológicos se rompe, perdiendo las características de equilibrio y regulación
inherentes a las comunidades naturales", donde el “flujo de energía es detenido”, donde los
“ciclos biogeoquímicos son abiertos, con acumulación o perdidas de minerales”, donde “el
proceso sucesional es inhibido”, donde “es necesario que el hombre asuma el costo de la
regulación de los procesos naturales que llevan al sistema hacia la estabilidad” 399.
Nos parece que estos son los términos iniciales en que se plantea el problema
agroecológico. En un principio esta el ecosistema “maduro”, con sus “procesos naturales”,
“ciclos vitales”, “capacidades regenerativas”, “baja entropía”, “fuentes naturales de energía”,
“reciclaje total de los nutrientes”, “redes tróficas completas”, “regulación natural de
poblaciones”, “selección natural de especies”, “sinergismos favorecidos por la dinámica
natural”, “funcionamiento independiente del control humano”, “balances”, “equilibrios” y
“producción sostenida”. Y después vino el hombre con sus “ensamblajes artificiales de
plantas”, “comunidades simplificadas”, “inestables”, “genéticamente uniformes”, con su
“regulación de poblaciones con pesticidas de origen sintético”, “interrupción de redes
398 Nuestro análisis siguen los manuales clásicos de “agricultura ecológica” de Cox-Atkins, los “conceptos básicos” sobre “agroecosistemas” de Robert Hart, las “bases científicas para una agricultura sustentable” de Miguel Altieri, los estudios de Sthephen Gleissman sobre “procesos ecológicos en agricultura sostenible”, el tratado moderno de la USAID sobre “agricultura sostenible en los trópicos”, los múltiples artículos de la revista “Agroecología y desarrollo” de Chile, y las “guías metodológicas” para una “agricultura sostenible’ de la Universidad Nacional.399 Miguel Altieri. Importancia Ecológica de la diversidad en agrosistemas. Agroecología y Desarrollo. N 4. CLADES: Chile. Marzo 1991.
140
tróficas”, “selección artificial de las especies”, “alteración genética de los organismos”, en
suma, “un proceso de artificialización ecológica que modifica los patrones naturales”
generando “un agrosistema frágil que depende de enormes insumos tecnológicos” 400.
No se trata de una clasificación botánica. No hay dentro del género “ecosistema” una
especie “natural” y otra “artificial”. Es más bien una decantación química: a partir del agro-
sistema artificial se emprende la búsqueda del oro puro, se purga todo lo “desequilibrado”, lo
“alterado”, lo “perturbado” para sublimar un modelo natural, “regulado”, “estable” y
“equilibrado”. Es una di-visión que no busca encontrar las diferencias, sino más bien marcar
la diferencia para ponerla toda del mismo lado. Entre el eco-sistema natural y el agro–
sistema artificial, no existe una simetría específica, si no una jerarquía genética. El
ecosistema natural es el modelo original, el fundamento, a partir del cual se generan, o más
bien se degeneran, todas las malas copias.
En el corazón del discurso agroecológico encontramos la Idea de un ecosistema natural,
“producto de la evolución conjunta de una enorme diversidad de especies durante millones
de años”, cuya cualidad es la autorregulación, el equilibrio, la estabilidad y la sostenibilidad.
A partir de aquí, mediante un proceso de degradación continua, se logra un “artefacto”. El
agro-sistema es un producto de la manipulación humana, siempre al borde del colapso si no
imita adecuadamente el funcionamiento del modelo original. Por eso “un agrosistema es más
estable y más sostenible cuanto menor sea su artificialización”, pues “solo cuando el hombre
actúa sobre los sistemas naturales, alterándolos completamente y volviéndolos artificiales,
aparecen los agrosistemas”401.
Todo esto resulta muy sospechoso. Un “ecosistema equilibrado y auto sostenible” no es una
constatación empírica, ni siquiera un concepto, que someta los hechos a las exigencias de
su representación, es más bien una presencia bruta, una Idea trascendente que solo puede
ser evocada en función de lo que no es. En efecto, la Idea de un ecosistema natural y sin
intervención solo puede ser evocada a partir de su ausencia. Se trata de un modelo
retrospectivo elaborado a partir de un estado de cosas que decepcionan. El agroecólogo
reniega de los agrosistemas reales, hasta crear un Ídolo, un modelo ideal que sirve como un
cielo futuro para todos los agrosistemas susceptibles de corregirse. Se llega incluso a decir
400 Agroecología. Una disciplina para el estudio y desarrollo de sistemas sostenibles de producción agropecuaria. Prager, M et al. UNAL: Valle. 2002. Pg 88401 Ibíd...
141
que “esta comunidad madura y estable quizás no existe en realidad”, que tal vez sea “un
estado teórico basado en la recopilación lógica de información y no en mediciones reales”;
pero de cualquier forma, allá arriba en aquel alto, permanece un ecosistema natural como
modelo legítimo y deseable para todas las “producciones” que buscan imitarlo. Y aunque
nadie consiga estudiar el ecosistema natural en condiciones experimentales, no por eso
desaparece el apego profundo a un valor estético y moral más que científico. De cualquier
modo, nadie puede saber con certeza si en lo más recóndito de la selva virgen, allí donde los
etnólogos imaginan una comunidad natural y primitiva en equilibrio perfecto, también existe
un ecosistema natural donde los “procesos naturales” son tan naturales que la naturaleza de
lo natural se les parece.
Detengámonos un momento. Procedemos muy deprisa. Existe en todo esto un tercer
elemento que se insinúa de manera inquietante. En realidad el discurso agroecológico se
interesa muy poco por los “ecosistemas naturales”, su trabajo es más bien “definir los
principios necesarios para desarrollar agro-eco-sistemas sostenibles”. Resulta que los
términos del problema son tres y no dos: 1) la Idea de un “ecosistema natural” como modelo
de fondo, 2) un “agro-sistema artificial” separado por su diferencia constitutiva y su
disparidad fundamental con el modelo original, 3) un “agro-eco-sistema sostenible” avalado
por su semejanza con el ecosistema natural. La verdadera distinción del agroecólogo no
esta entre el ecosistema natural y el agrosistema artificial, esta más bien entre la agricultura
sostenible y la agricultura insostenible. La Idea de un ecosistema natural no interviene para
oponerse a todas las agriculturas del mundo, más bien para seleccionar las buenas y las
malas agriculturas. El agro-ecosistema sostenible será escogido y glorificado en virtud de su
semejanza interna con el modelo natural. Por eso para el agroecólogo “es más importante
entender cuando un agroecosistema deja de ser sostenible, que conocer cuando se hace
sostenible”402.
2.3 Su proyecto
Ahora podemos definir mejor el proyecto agroecológico: se trata de producir una buena
copia del modelo original, o en otras palabras, redimir las producciones “artificiales”
aumentando su semejanza interna con el ecosistema natural. Es un proceso de
naturalización, de restauración, de salvación. Según Altieri, “el objetivo final es lograr el
402 Alvaro Acevedo. Agricultura Sostenible en el trópico. Armero: 2000.
142
establecimiento de agroecosistemas sostenibles que posean características similares a los
de un ecosistema natural” 403. Y es que para el agroecólogo “un agroecosistema sostenible
tiene una configuración mucho más compleja y variada, parecida a la de un ecosistema
natural, incluyendo la alta diversidad y la fuerte influencia que la naturaleza ejerce en su
funcionamiento”404, por eso, “los enfoques agroecológicos buscan imitar la estructura y la
función de los ecosistemas naturales, remplazando sus componentes de tal forma que se
conserven los procesos originales de regulación”405.
403 Miguel Altieri. Bases científicas para una agricultura sostenible. Clades. Chile. 1995.404 Ibíd... 405 Agroecología. Una disciplina para el estudio y desarrollo de sistemas sostenibles de producción agropecuaria. Prager, M et al. UNAL: Valle. 2002. Pg 88.
143
La terapéutica agroecológica se parece más a la Física Aristotélica que al “ecologismo”
moderno. Solo natura medicatrix decía el fundador de los naturalismos. “La naturaleza no
hace nada en vano, siempre hace lo mejor”. Russeau y Aristóteles. Sea por ejemplo un
problema de “plagas y enfermedades”, “la agroecología hace énfasis en permitir que la
naturaleza mediante sus procesos ecológicos se encargue de la regulación de las
poblaciones”406. Mientras “la agricultura convencional busca la mayor producción con el uso
de fuentes de energía externa, la agroecología fomenta los ciclos vitales de la naturaleza”,
“toma ventaja del trabajo efectuado por los procesos naturales” 407.
No solo se construye la Idea de una moral sabia y equilibrada en la naturaleza, si no que
además se deprecia la manipulación técnica como un procedimiento extraño a los “procesos
naturales”. De allí ese llamado urgente del agroecólogo para “permitir que la naturaleza se
encargue”, como si existiera en la naturaleza una actividad prehumana con fines y objetivos
comprables a los suyos. En este espejismo retrospectivo se puede hablar de “control
biológico”, de “enemigos naturales”, como si el “control” no fuera una técnica ejecutada
intencionalmente por el hombre. Una cosa es pensar que existe una interacción biológica
entre especies, y otra muy distinta es imaginar que la técnica agrícola prolonga un “control
natural” que subyace como una tendencia del sistema. Semejante esperanza nos presenta
la “agroecología” como una técnica naturalizante, solo “toma ventaja del trabajo efectuado
por los procesos naturales”, los facilita, los ennoblece, los resume y los normaliza poniendo
a su servicio un lenguaje sistemático y regular.
406 Miguel Altieri. Agroecología y Desarrollo. N 4. CLADES: Chile. Marzo 1991.407Agroecología. Una disciplina para el estudio y desarrollo de sistemas sostenibles de producción agropecuaria. Prager, M et al. UNAL: Valle. 2002. Pg 88.
144
Cuando se observa de cerca el discurso agroecológico no puede evitarse una viva sorpresa.
Es un discurso que se presenta bajo un rostro novedoso, mientras se complace con la
mitología más añeja. Arte sumo de la ironía, encontrar la agricultura más nueva por recurso
a la más antigua. Al parecer en un amanecer próximo del primer origen, cuando la
naturaleza era inmaculada, cuando la humanidad apenas despertaba, también existía una
técnica agrícola más natural, rica en símbolos y rituales, mucho más cercana a los dioses y
lejos de la primera caída que significo la influencia occidental. Será mérito del agroecólogo
desenterrar estas prácticas ancestrales, técnicas de cultivo inocentes que desde siempre
coexistieron hibridadas con la naturaleza. No buscaras entonces el modelo de tu agricultura
sostenible en una técnica moderna, siempre desnaturalizada y fruto del artificio, más bien
buscaras en tu pasado un “sistema ancestral surgido después de siglos de evolución
biológica y cultural, fruto de la experiencia acumulada entre el ambiente y una comunidad sin
acceso a insumos, capital o conocimiento científico”. Es así como los Chinampas de México,
los Waru -Waru del Perú, o el solar de la abuela, pueden servir de guía para una ciencia
agroecológica que “necesita modelos de agricultura sostenible”.
La fábula cristiana del principio inmaculado siempre estará detrás de todas las categorías
morales que rondan el discurso agroecológico: “limpia”, “verde”, “amable”, “virgen”, “original”,
“no contaminante”. Pero después del origen rutilante vine la caída, el pecado, la mancha.
Una agricultura advenediza en lugar de atávica, tortuosa en vez de regular, insostenible en
lugar de sostenible, desequilibrada en vez de equilibrada, caótica en vez de cósmica.
¿Cómo puede suceder esto? Según la eco-lógica mediante un proceso “desnaturalizador”:
un hombre irresponsable y altanero desobedeció su razón, su naturaleza y su Dios, para
crear una agricultura que trasforma y violenta la madre naturaleza perder cualquier rastro de
semejanza con el regalo de nuestro señor. Por eso el agroecólogo no pide otra cosa que
desterrar esas producciones excesivas que transgreden los límites naturales. Su intención
no es otra que impedir cualquier acción que altere los equilibrios, perturbe los procesos,
rompa los ciclos, despilfarre los recursos, subvierta las fuerzas, en fin, evitar cualquier deseo
que haga fluctuar la regularidad del mundo. Tal vez este sea el proyecto de “una cultura
agroecológica que reconoce unos limites naturales como inviolables y restringe la acción
humana de acuerdo con ellos”.
2.4 Su modelo
145
No impugnamos nada al proyecto Agroecológico. Compartimos su afán por “naturalizar” la
agricultura. Nos parece absolutamente novedoso simular los “procesos ecológicos” de un
ecosistema natural. Sin embargo, se hace urgente y necesario precisar su Modelo, es
forzoso definir que se entiende por “ecosistema natural”. Y para ello, nada más estimulante
que viajar a las fronteras que separan la ecología, la termodinámica y la teoría de sistemas.
Sin duda, en estos márgenes, se producen los fulgores más atrayentes.
De entrada, resulta sorprendente que, para la ecología, no hay distinción esencial entre
sistemas artificiales y sistemas naturales. Aquí “un chip es el equivalente de una célula
eucariótica, si se acepta que esta se origina por integración de componentes procariotas”408.
Será la termodinámica quien distinga las “dos grandes familias de sistemas que se
encuentran en la naturaleza”. En la primera familia los sistemas se conservan indiferentes
con respecto al tiempo, con sus estados probables convergiendo alrededor de una media y
sus comportamientos definidos por ecuaciones lineales. Mientras en la segunda familia los
sistemas tienen el poder de bifurcarse, avanzando por “rupturas de simetría”, diversificando
su estado continuamente, admitiendo “la posibilidad de múltiples soluciones”. En estos
sistemas no existe una relación lineal entre causas y efectos, “una causa microscópica
puede desencadenar un efecto espectacular”, como tampoco existe el equilibrio. Como
ejemplo de los primeros sistemas tenemos el péndulo, como ejemplo de los segundos
tenemos los organismos, los ecosistemas, el clima, las sociedades de hormigas, las células
y algunos casos singulares de reacciones “físico-químicas” (celdas de convección térmica,
monocristales de cobre)409.
Resulta que el no-equilibrio es la condición más natural de los ecosistemas naturales. “En
estos sistemas complejos, con subsistemas integrados dentro de sistemas más amplios,
siempre será difícil hablar sensatamente de equilibrio”410; en términos termodinámicos, “un
sistema equilibrado no existe, puesto que tendría que estar aislado completamente de su
entorno, los cual solo es una conjetura cómoda”. En un sistema natural, “los elementos
individuales pueden existir fuera del equilibrio, manifestando un comportamiento divergente
con respecto al sistema que los acoge”411. Esto es una Colectividad de Gibbs. Por eso en
“estos sistemas de no-equilibrio: los intentos localizados de fuga no se aplastan
408 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona: Barcelona. 1993. Pg 84 y 256409 La Estructura de lo Complejo. Gregoire Nicolis y Ilya Prigogine. Alianza: Madrid. 1987. 410 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993. pg 140411 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993. Pg 102.
146
forzosamente con una reacción inmediata, pues más bien son reforzados para convertirlos
en puntos de innovación”412. En los ecosistemas naturales “no existe nada semejante a una
tendencia irresistible hacia el caos”, pero tampoco “se encuentra un principio de optimización
que tienda hacia el orden y la regularidad. Vemos un comportamiento pragmático que
mantiene un equilibrio marginal como garantía de permanencia y un desequilibrio
fundamental como fuente de novedad”413.
Los ecosistemas “no son organizaciones centralizadas desarrolladas en un sentido común,
sino más bien sistemas formados por elementos muy divergentes, advenedizos podría
decirse, que unen temporalmente sus historias”414. Es una forma muy cercana a lo que no
tiene forma, una fluxión dentro de un fluido, un stock como preludio de un nuevo recorrido. El
ecosistema natural no es un caos, pero tampoco un cosmos, se trata de un sistema de
relaciones múltiples o un complejo de coexistencias que se forma o se diluye según su
síntesis fluyente. Por cualquier lado se puede acceder a esta multiplicidad continua y
determinada por n dimensiones. Y por dimensiones hay que entender las variables de las
cuales dependen sus acontecimientos, por continuidad hay que entender las complejas
conexiones entre esas variables, por determinada hay que entender la definición recíproca
entre sus elementos. No se trata de un “objeto”, ni un “estado”, tampoco de una
“organización”. “Es un fluido en pleno devenir con una flexibilidad interna que le permite la
asimilación del error como capacidad de olvido”415. Tal matriz de variaciones no puede ser
firme ni permanente, sino más bien plástica y fluyente pues, “la falta de rigidez es una
propiedad existencial de cualquier sistema”416.
Solo cuando se busca una armonía divina en la naturaleza un ecosistema puede parecer
algo ordenado, regular, homogéneo, cíclico, estable y equilibrado. Cualquiera que se adentre
en un “ecosistema natural” podrá observar como algo ocurre, estallan acontecimientos,
fulguran fenómenos, aparecen y desaparecen irregularidades como rayos o truenos. Y sin
embargo, a pesar de la fluctuación evidente, alguna coherencia debe permanecer. En cierta
forma todo cambia, pero el aspecto de conjunto permanece igual. Desde un punto de vista
estrictamente físico, “en realidad un sistema no permanece nunca igual a si mismo. El
entono introduce necesariamente pequeñas o incluso grandes cantidades de materia, 412 La Estructura de lo Complejo. Gregoire Nicolis y Ilya Prigogine. Alianza: Madrid. 1987.413 Ibíd... 414 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993. Pg 165415 Ibíd... Pg 83416 Ibidem.
147
momento o energía”. Y además de estas perturbaciones externas, están las “fluctuaciones
internas que el sistema genera de forma espontánea”. No hay posibilidad de quietud ni
equilibrio, sin perjuicio de mantener patrones de comportamiento después de cada
fluctuación.
Un ecosistema natural presenta estas mismas condiciones. Algunas variables tienden hacia
una zona de estabilidad. Estos serán los puntos atractores. “Estados absorbentes”. Nudos o
zonas de estabilidad en el sentido en que el sistema tiende a permanecer un poco en su
proximidad. Y al mismo tiempo, se presentan zonas de inestabilidad, en cualquier momento
se desencadenan “comportamientos completamente salvajes, del tipo erupciones
turbulentas, cuya duración y amplitud están determinadas por el azar” 417. Y esto no es todo,
un nudo de estabilidad para un parámetro, puede funcionar al mismo tiempo como un foco
de inestabilidad para ese mismo paramento en otras dimensiones. Estos son los atractores
extraños o los focos de ensilladura. En estas condiciones cualquier predicción es poco
probable, “una inestabilidad local puede integrase en una estabilidad de más alto nivel”418.
Imaginemos un solo parámetro de un ecosistema, “podemos observar ciclos limite, estados
estacionarios semejantes al equilibrio, caos o quizás otras cosas. Podemos seguirlo hasta
observar un orden a gran escala, llegar después a un estado especial de desorden, ser
testigos de una transformación inversa o errar por completo sin ninguna referencia”419. No
hay ninguna ‘sucesión natural” en los ecosistemas, más bien ‘pasos al azar’ o secuencias sin
dirección, cada movimiento es aleatorio pero dependiente de la ultima posición ocupada420.
A la luz de la ecología contemporánea, “ya casi nadie cree que valga la pena tomar en serio
una sucesión progresiva hacia un estado ideal de equilibrio. El ecosistema maduro pasa a
ser la utopía de los grupos ecologistas”, “un bosque virgen y armonioso, en un estado
permanente de clímax, existe solo en la mente de los novelistas” 421. Nada más extraño para
la ecología que hablar de “progresiones sostenidas según una modalidad de cambio”. Para
el ecólogo “los ciclos cerrados y los sistemas estables forman parte de la misma mitología
del equilibrio ecológico”, pues “ningún sistema puede seguir vivo y persistir idéntico a si
mismo” 422. Por eso “no vale decir, con buena intención pedagógica, que hay que conservar
417 La Estructura de lo Complejo. Gregoire Nicolis y Ilya Prigogine. Alianza: Madrid. 1987.418 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993. pg 140419 La Estructura de lo Complejo. Gregoire Nicolis y Ilya Prigogine. Alianza: Madrid. 1987.420 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993. Pg 165421 Ibíd... Pg 234422 Ibíd... Pg 187
148
los ecosistemas diversos para mantener la estabilidad de la biosfera, ni que la florecilla más
humilde esta conectada con todo los demás y que su vida es esencial para el equilibrio del
conjunto. Las buenas intenciones no pueden sustituir la racionalidad. La extensión del
modelo Lotka-Volterra permitía anticipar desde hace mucho tiempo que los ecosistemas
diversos también son los más inestables”423.
“Si se desea seguir hablando de estabilidad es forzoso definir a que se refiere uno”. “La
estabilidad no significa un estado de ciclos regulares, ni una dinámica que gira sobre el
mismo punto, si no la tendencia de todos los sistemas físicos a encontrar su máxima
complejidad en el instante en que apenas soportan conservarse idénticos a si mismos” 424.
Un sistema natural no puede llamarse tal, sin manifestar un comportamiento fluctuante
amenazado por el desequilibrio. De allí que “la perturbación sea un agente esencial para
reiniciar la historia de los ecosistemas”425. En los “ecosistemas pelágicos”, por ejemplo, solo
existe producción allí “donde hay turbulencias indicando desgarros y contrastes violentos del
agua”. En termodinámica como en ecología, la perturbación no es una causa negativa, estar
perturbado significa vivir una vida diferente, es la oportunidad de explorar un nuevo
funcionamiento, un funcionamiento que puede ser muy otro y seguir en continuidad con una
historia. La evolución no excluye la irrupción violenta de los acontecimientos. Es con
torsiones y desgarros como se hace posible una génesis.
El llamado equilibrio ecológico no es pues un equilibrio, es un estado precario que se
consigue con frecuentes violencias como recurso de novedad. No sabemos de donde sale el
modelo de ecosistema natural que el agroecólogo imagina. La fluctuación y el desequilibrio
son una propiedad existencial para todos los sistemas naturales. No puede haber más que
una decisión moral en la idea de construir sistemas equilibrados y sostenibles. Entendiendo
por sostenible “una producción estable a través del tiempo”. No hay que engañarse en este
punto, por decisión moral hay que entender una decisión política. ¿Que puede ser más
político que un modelo de agricultura sostenible para el tercer mundo?
2.5 Su política
423 Ibíd... Pg 209424 pg 140 – 441.425 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993.
149
Mientras la agroecología deforma las nociones termodinámicas y sistémicas, mientras
construye la idea de un ecosistema natural sin ninguna eficacia operatoria, mientras invoca
una imagen metafísica de la “naturaleza”, hace de la sostenibilidad y el equilibrio una
categoría fundamental de su discurso. El concepto de sostenibilidad es el cimiento del
discurso agroecológico y el principio de su dicotomía de valores. En efecto, la Agroecología
ubica en su polo positivo las agriculturas sostenibles y en otro polo todas las “demás”
agriculturas. Es una bipolaridad tanto mas marcada puesto que en la agroecología se trata
de definir “los principios para desarrollar agrosistemas sostenibles”. Todo sucede como si el
antagonismo diacrónico instaurado por el discurso agronómico convencional, entre las
agriculturas atrasadas y las agriculturas modernas, fuera remplazado en el nuevo discurso
agroecológico por una dicotomía sincrónica, entre sistemas sostenibles y sistemas
insostenibles. Miguel Altieri, padre de la agroecología latinoamericana, puede decir entonces
que “cuando se comparan los sistemas indígenas de los países en desarrollo, con los
sistemas del primer mundo, estos últimos parecen frágiles e insostenibles”. Los primeros
“utilizan bajos recursos y el conocimiento ancestral de que disponen”, los segundos “usan
tecnologías muy costosas que generan serios problemas ambientales”426.
Esta inocente comparación es en realidad una apuesta política. Supone que la solución para
el deterioro ambiental en los países en desarrollo pasa por la conservación y el
establecimiento de sus modelos sostenibles. Inicialmente suponíamos que los efectos
principales del deterioro ambiental se sufrirían donde la producción-extracción era más alta,
donde la aglomeración de personas no se compensaba con la disposición de recursos.
Francia, Alemania, Estados Unidos. Pero resulta que en los países “mal desarrollados”, allí
donde la “producción irracional” destruye los “recursos de la humanidad”, es donde el
desarrollo sostenible encuentra un lugar de aplicación. No se sabe muy bien en que
momento los recursos ambientales del tercer mundo se convierten en recursos de toda la
humanidad, pero esta clara la solución del problema ambiental: hacer entrar el tercer
mundo, a como de lugar, en la vía del “desarrollo sostenible”. Una vía donde la
intensidad técnica, el ritmo de explotación energética, y el grado de extracción ambiental,
han de tolerarse menos que en los países industrializados427.
426 Miguel Altieri. Importancia Ecológica de la diversidad en agrosistemas. Agroecología y Desarrollo. N 4. CLADES: Chile. Marzo 1991.427 “Porque no aplicar también este concepto de desarrollo sostenible al Japón, que importa el 95 % de sus fuentes energéticas, a los países europeos que sostienen el control de la natalidad al mismo tiempo que rechazan la inmigración, o a los Estados Unidos que con el 5 % de la población mundial acaparan un tercio de los recursos del globo”. Jean Paul Deleage. Historia de la Ecología. ICARA: Barcelona. 1993. Pg 340.
150
Pero, ¿que es el desarrollo sostenible? En su acepción clásica, el desarrollo sostenible es
aquel “que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la
capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas”428. En esa misma línea, la
agricultura sostenible es aquella que satisface las necesidades agrícolas de hoy sin
comprometer la capacidad productiva del mañana. En este punto surgen todo tipo de
preguntas: ¿cómo puede saberse de antemano lo que necesita un pueblo que solo vendrá
mañana?, ¿quién y como se puede determinar las necesidades de una generación futura?,
¿ha de suponerse que estas necesidades son inmutables y que también es inmutable la
capacidad técnica para satisfacerlas?, o en otras palabras, ¿sabia mi abuela que el aire puro
seria una necesidad para sus nietos y que el plástico remplazaría el cristal en sus
conservas? Es cierto que “lo ambiental” es un problema absolutamente actual para nosotros,
hombres del siglo XXI, pero eso no garantiza que sea un problema real para las
generaciones venideras. Y no porque la futuras generaciones encuentren una mejor solución
al problema ambiental en el futuro, si no porque, la posible solución, no es más que un
espejismo del problema presente proyectado hacia el pasado, y como sabemos que el
espejismo prosigue su marcha, decimos que en nuestro problema actual, que será el pasado
de mañana, la solución estaba contenida aunque nosotros no llegáramos apresarla.
La política del “desarrollo sostenible” arrastra toda una nebulosa de suposiciones, pues es
difícil construir puentes firmes sobre el fondo imprevisible del mañana. Sin embargo, esta no
parece una razón suficiente para desechar esta idea. El “desarrollo sostenible” presume de
verdaderos fundamentos científicos. La forma mas usual de presentar “los fundamentos
ecológicos del desarrollo sostenible”, es invocar el supuesto limite “natural” que existe para
el crecimiento de cualquier población. Sean bacterias o personas, una población sostenible
es aquella que no rebasa la capacidad de carga de su medio ambiente. Tenemos entonces
una famosa ecuación diferencial (dN/dt = rN – (r/K) N2), donde una población (N), con un
coeficiente de crecimiento (r), cuyo valor máximo esta restringido (K) en función de la
capacidad del medio429. Esta famosa ecuación nace en 1838, con un discípulo de Malthus,
en pleno auge del pánico por el crecimiento de las poblaciones humanas. Resulta que la
ecuación funciona solo si suponemos que el crecimiento de la población es gradual, si
suponemos que cada individuo adicional genera un acercamiento equivalente al límite
428 Definition de la World Commission on Environment and Development .WCED. ONU.429 Ecología. Charles J. Krebs. Harla: México. 1960. Pg 119-206.
151
ambiental, si suponemos que este límite permanece fijo durante el crecimiento poblacional.
Todas suposiciones. El coeficiente de crecimiento puede tener un comportamiento aleatorio
que depende de las condiciones cambiantes del problema; cada individuo puede tener un
impacto diferente sobre el tamaño poblacional, y como si fuera poco, este limite no es más
que una constante arbitraria, un valor ideal de ajuste, un límite cultural, nacido de la
percepción de un siglo atemorizado con su final.
En términos estrictamente ecológicos, “es probablemente ilógico introducir un limite que solo
tiene un valor matemático de ajuste a posteriori, y que no existe o no puede ser conocido a
priori para un ecosistema”430. Podemos imaginar un ejemplo más didáctico que ilustre este
problema. Supongamos que una población de cazadores furtivos crece explotando una
población de presas sobre un medio ambiente con una capacidad restringida; supongamos
que sobre ese territorio crece una población de ecologistas en función del número de presas
protegidas. Si la población de cazadores furtivos crece demasiado rápido, y los ecologistas
no tanto, tal vez el número de presas ya no sea suficiente para soportar un cazador más.
Pero si por el contrario, la población de ecologistas crece, y los cazadores no tanto, tal vez la
cantidad de presas protegidas sea tal que no se necesite un ecologista más. Toda clase de
transformaciones son validas. Puede suceder que los cazadores se ensañen con los
ecologistas, ampliando su rango de presas y aumentando su población; puede suceder que
los ecologistas protejan a los cazadores, y su población crezca en función del número de
cazadores protegidos; puede suceder que las presas encuentren una fuente de energía
nueva, su población se dispare, manteniendo el crecimiento de cazadores y ecologistas.
En un ambiente dinámico los organismos no permanecen circunscritos a los “limites
ambientales”, precisamente, su actividad vital consiste en rebasar, en modificar, en
desplazar y desconocer esos límites. Por eso “nunca estamos en condiciones de anticipar
como una especie puede añadir un individuo más a su población”431. Nunca se puede
menospreciar la capacidad de la vida para responder a las condiciones cambiantes de su
entorno: parasitismo, simbiosis, alianzas, una nueva técnica de explotación, una nueva
fuente de energía, un comportamiento inesperado, son algunas de las múltiples e
insospechadas formas que encuentran los organismos para ampliar sus oportunidades de
vida. No vemos fundamentos científicos, ni tampoco históricos, para hablar de un “limite”
430 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993. Pg 190. 431 Teoría de los Sistemas Ecológicos. Ramón Margalef. Universitat de Barcelona. 1993. Pg 125
152
infranqueable o una capacidad de carga planetaria. No se pueden predecir los medios que
una sociedad inventará para explotar sus fuentes de energía; lo que hoy es un “limite”,
mañana no lo será: de la madera al plástico, del plástico al aluminio, del aluminio al silicio y
de allí al reciclaje. Creemos en la potencia innovadora de la vida para mantenerse
indefinidamente desplazando sus “limites naturales”. Esta potencia es depreciada cuando se
utiliza un temor cultural como si fuera un principio ecológico. Y ¿acaso no somos libres de
sospechar de una política que necesita del miedo para asentar su poder?
El discurso de la Agroecología nace estrechamente ligado a un proyecto político: el
desarrollo sostenible para el tercer mundo. Y no como una inocente señora enceguecida
por el poder, sino como un saber bien constituido que incluye en su mecánica propia una
apuesta política. La política del desarrollo sostenible es la variable pragmática del discurso
agroecológico. Y por pragmática hay que entender una política que consiste en
mantener a unos países en “vías de desarrollo”, mientras otros desde hace tiempo
están desarrollados. Es la gestión del subdesarrollo. Es lo que se conoce como el poder de
recuperación del sistema capitalista, cuanto más se concentra la actividad post-industrial en
un polo (electrónica, informática, automatización), más se propaga el arcaísmo productivo en
su periferia. Así los márgenes “mal desarrollados” quedan obligados al autoabastecimiento,
mientras se constituyen en un verdaderos “centros” de inversión (petróleo, minas,
agroindustria), con el poder de emitir un flujo de dinero hacia el exterior que,
paradójicamente, funciona desarticulado con el mercado interno del polo periférico. La
creación de Terceros y Cuartos mundos es un principio de funcionamiento para un sistema
que no tienen límites externos, que no hace otra cosa que ampliar indefinidamente sus
márgenes, como una isla de Koch, perímetro fractal o curva sin tangente. Es una política tan
simple como antigua.
Ayer, la agronomía convencional buscaba remplazar las agriculturas arcaicas con
agriculturas modernas. Hoy, la agroecología busca remplazar las agriculturas modernas por
agriculturas sostenibles. Revolución verde al cuadrado. No podemos más que sonreír al
comprobar la “inocencia” con la cual la agroecología estudia “la gran eficiencia técnico-
ambiental de los sistemas ancestrales”, precisamente en los mismos manuales donde ayer
se aprendieron las “grandes ventajas de una agricultura intensiva”. En viejos manuales
recién editados, se estudia como realizar una revolución más verde que la llamada
revolución verde. Circulos Vitiusus Deux. Es así como la Agencia Estadounidense para el
153
Desarrollo Internacional ordena en su manual de agricultura sostenible: “crear un
ambiente propicio para la agricultura sostenible en los países en desarrollo, incentivando las
producciones tradicionales, la conservación de los bosques, la recuperación de tierras,
ordenando el territorio según un uso optimo, fortaleciendo las instituciones de educación,
involucrando las comunidades locales, procurando la estabilidad política y la seguridad de
esos países” 432.
2.6 Su aplicación
No es posible que el conjunto de enunciados llamado “agricultura ecológica”, y en algunos
casos “agroecología”, funcione en el vació. Esta forma de expresión solicita y acompaña
ciertas formas de organización con las cuales se articula y se apoya. ¿Dónde, como, sobre
que mecanismos se articula y se aplica el discurso de la agricultura “limpias”?. Viajemos por
un momento a uno de estos países en vías de “desarrollo”. ¿Que podemos observar allí?
Pobres. Lo que abunda en el tercer mundo son los pobres. Y el pobre es poco dado a
practicar la agricultura sostenible, permanece indiferente frente a los alaridos del
conservacionista, recibe con jocosidad y sorpresa la obligación de proteger los bosques o las
tortugas. Es aquí donde intervienen los expertos en gestión ambiental del territorio.
La gestión o el ordenamiento ambiental del espacio social incluye el uso de las agriculturas
“limpias” como un componente fundamental. Es un asunto muy simple, organizar, planificar y
gestionar el espacio con “el objetivo fundamental de influir, controlar y dirigir el uso de la
tierra por parte de la población, de tal forma que se dedique a su empleo optimo mientras se
mantiene la calidad del medio ambiente” 433. Este “uso optimo deberá ser ecológicamente
sostenible, viable desde el punto de vista social y además políticamente aceptable”. Sobre
todo no olvidar este “además”, pues se trata de una acción política “inspirada en la misión
intervencionista o controladora del estado sobre la dinámica de la sociedad para ajustarla al
orden que establece la jurisprudencia y sus instrumentos normativos”434.
Estamos frente a un “proceso científico de planificación” donde “con base en la
caracterización ecológica de las unidades de paisaje, la descripción del funcionamiento de
los sistemas productivos, y la mapificacion de dichas unidades, se traducen estas
432 Sustainable Agriculture and the enviroment in the humid tropics. USAID. NAP: Wasigton. 1993. 433 Política Ambiental del Plan Nacional de Desarrollo: Documentos de Base. UNAL : Bogota. 1994.434 La Política Ambiental: una agenda para Colombia. Manuel Rodríguez Becerra. Colombia: CEREC: 1994.
154
características en un plan de desarrollo ligado a la sostenibilidad del ambiente”435. Este
complejo procedimiento involucra un amplio soporte técnico. En un primer plano
encontramos las universidades y los científicos de la gestión ambiental. Estos serán los
encargados de elaborar los “diagnósticos” para “identificar los conflictos y potencialidades de
cada unidad territorial”. Posteriormente, con el apoyo de sistemas satelitales y trabajo de
campo, se construye una “imagen” del territorio “definiendo el uso optimo de cada unidad
territorial y diferenciando las áreas que deben mantenerse en estado natural de aquellas que
deben ser usadas con fines productivos”. Finalmente, “esta imagen se materializa en un
momento político básico” denominado ‘fase operativa”, la cual es ejecutada por las
“autoridades gubernamentales y las policías locales”436.
Sabemos que un plan de ordenamiento ambiental no es más que una posibilidad.
Supongamos que se define como “uso optimo” para un territorio “mantener sus recursos en
estado natural”, y precisamente en ese espacio subsiste una población empeñada en
explotarlos de forma ‘irracional’. Estamos frente a un conflicto en términos de gestión
ambiental. Si no fuera tan engorroso el planificador propondría trasladar toda la comunidad
hacia un territorio donde el ‘uso optimo” fuera la explotación intensiva. Pero resulta mucho
más económico “desarrollar entre los productores, líderes y representantes de la comunidad,
líneas de conducta, criterios y habilidades, que les permitan una explotación sostenible de
bajo impacto ambiental”. Entonces se lanza “una decidida tarea educativa para construir
actitudes y valores de respeto ambiental”, “promoviendo la consolidación de valores de
convivencia con los seres humanos y la naturaleza”. Por todas partes “talleres dirigidos a los
productores”, “manuales sobre tecnologías apropiadas”, “campanas de divulgación y
sensibilización a través de los medios masivos de comunicación”, se trata de ‘incorporar
decididamente la dimensión ambiental en las escuelas, grupos ecológicos, redes de trabajo,
huertas comunales, granjas demostrativas, en la comunidad en general”. Y en caso de que
la comunidad permanezca insensible a los valores ambientales, vendrán las multas, los
impuestos, las sanciones según ‘un código de conducta ambiental”. Nada se deja al azar,
para que todo esto funcione “el 20 % de los bachilleres de cada localidad presta su servicio
como policía ambiental”437.
435 Ibíd..436 Política Ambiental del Plan Nacional de Desarrollo: Documentos de Base. UNAL : Bogota. 1994.437 Ibíd.
155
Cuando aflora un conflicto entre el “uso optimo” y el uso real de un territorio, la planificación
ambiental revela su carácter policial apenas disimulado con su barniz ecológico. En los
manuales extranjeros de “landscape management”, mucho mas pragmáticos, el termino
utilizado es “policy” en lugar de “politic”. Y es que los planes de manejo ambiental, en su fase
“operativa”, son programas formativos para disciplinar las comunidades que insisten en
explotar su entorno de manera irracional. El “uso optimo” del territorio es un concepto
normativo cuya función consiste en sancionar el “uso actual” para propiciar su rectificación.
Seguramente que se establece teniendo en cuenta el “interés general”, pero esto solo
prueba que es una regla valida o deseable estadísticamente y no una propiedad ecológica
del lugar. El “uso optimo” obedece a un proyecto político o económico fundado en la
preferencia por determinado orden social. De allí que los “planes de ordenamiento” sean
vividos como una reglamentación para normalizar una diversidad, reduciendo sus
divergencias, eliminando sus peligros, nivelando sus disonancias, domando sus diferencias.
Teóricamente un plan de ordenamiento ambiental es un producto social que expresa un
pensamiento de conjunto. Supuestamente su unidad de composición se fundamenta en el
interés general. Sin embargo, una asamblea de sabios planificadores, aun ‘consultando los
actores de la comunidad”, tienen muchos problemas para presentarse como una unidad de
pensamiento. Un “plan concertado con la comunidad” no es más que un mito burocrático,
una vestimenta moderna para la Divina Providencia, esa amable señora que siempre sabe
mejor que nosotros lo que necesitamos. Y hasta nos permite elegir, con tal de que nuestra
elección no caiga por fuera de lo planificado. No se necesita esperar a que aparezcan los
“obstáculos en el terreno”, para advertir que la gestión ambiental no es la expresión de una
conciencia comunitaria, es suficiente con un solo ejecutor escéptico para demostrar que la
unidad del plan no se corresponde con el interés general. Basta que un solo individuo se
oponga a la planificación ambiental para que se capte hasta que punto estos planes son
exteriores y trascendentes al campo planificado. Por eso las líneas de estos “planes
concertados con la comunidad” tienen que ser constantemente repetidas, enseñadas,
vigiladas, ratificadas y sancionadas.
En términos prácticos la gestión ambiental es la instrumentación del poder político de un
conjunto mayoritario. En la supuesta infalibilidad de “la mayoría” se respalda la gestión
democrática del ambiente. ¿Y quien es la mayoría? Todos aquellos que cuentan o pueden
ser contados. Un conjunto numeroso o escaso, no importa su cantidad, si no su naturaleza
156
mesurable, numerable, calculable, cuantificable, planificable: individuos promedios,
medianos, mediocres. Ciudadanos-consumidores-votantes, económicamente activos, con
más de treinta años, con la esperanza de ver un tomate ecológico en el estante de su
supermercado. Sin duda que la política ambiental reconoce los intereses y las preferencias
de estas “mayorías”, no importa si las preferencias son determinadas por el mismo mercado,
no importa si los intereses son producto de la misma política ambiental, no importa si en
nombre de “la mayoría” se aplanan o se planifican todos los casos singulares que no son
cuantificables (porque no consumen, porque no votan, porque están encerrados, porque
piensan o producen de manera diferente y no-planificable).
No tratamos de decir que la planificación ambiental sea vacía o arbitraria, no hay duda que
expresa la exigencia de construir reglas colectivas ajustando la estructura social a lo que se
considera un bien común. Planificar, socialmente hablando, consiste en hacer prevalecer un
interés de conjunto que prefiere presumir y prever sus necesidades antes que
experimentarlas. Y es precisamente ese carácter previsivo lo que constituye la paradoja de
los planes ambientales. Cualquiera que sea el número de intentos por planificar
correctamente la utilización del entorno, siempre serán menos que la totalidad virtual de
maneras no planificadas para explotarlo. Se trata de la distancia insalvable entre la acción
normativa de una sociedad y su actividad cambiante, imprevisible. Existe una divergencia
fundamental entre la gestión del ambiente y su explotación. Por eso los “planes de manejo
ambiental” están obligados a trabajar sobre el reconocimiento de su inadecuación, siempre
deben reconocer su error. Cualquier plan de ordenación sufre de una rectificación eterna,
esta es la pesadilla del administrador, el interminable reajuste provocado por una actividad
social que no cesa de escapar a cualquier planificación.
Al otro lado del ‘plan de gestión’ se agita una irregularidad viva y alegre que lo desafía como
un envés hostil más que desorganizado. Debajo de cualquier plan de organización para los
espacios, en la otra cara de los programas de formación para los sujetos, se despliega una
multiplicidad turbulenta y no planificada que no cesa de proliferar sin orden ni programa. Es
la vida espontánea de miles de partículas cinemáticas entrechocándose y componiendo
figuras imprevisibles según su movimiento browniano. En este plano el problema nada tiene
que ver con la ordenación, si no con la consistencia de diferentes líneas de vida que
secretan su propia distribución. Relaciones transversales que se trazan remitiendo unas a
otras, según los deseos de cada quien y de nadie, aseguradas por la dispersión de los
157
elementos y la ausencia de centro. Aquí la actividad se difunde como una onda contagiosa
generando pequeñas composiciones hormigueantes que estallan y fulguran. Plano no
orgánico o no organizado, que no termina de crecer de acuerdo con lo que pasa en él:
alianzas, poblamientos, derrames. Nada de sujetos formados ni usos definidos, puras líneas
de actividad clandestina, comunicándose de forma indirecta, multiplicando sus conexiones
sin referencia a un término trascendente, ni a una dimensión suplementaria.
Ocurre que ningún plan de ordenamiento territorial puede escapar a las fuerzas inasimilables
y no planificadas que están llamadas a volverse contra él. Y a la inversa, todo plan de
ordenación no cesa de bloquear estas fuerzas, deteniendo las conexiones espontáneas,
incluso facilitándolas, cuando sirven para reconstruir lazos estructurales e identificables. Es
por eso que la planificación no se efectúa en los conjuntos mayoritarios que le sirven de
modelo, sin suscitar deseos minoritarios que atraviesan y trastocan esos mismos modelos.
Esta es la paradoja de todos los planes de ordenamiento ambiental. Por un lado emergen
como una reivindicación minoritaria frente a las políticas de estado, y al mismo tiempo, se
convierten en una justificación estatal para la planificación de la sociedad. Es así como el
discurso ambientalista emerge como un arma revolucionaria, y al mismo tiempo, presenta
las características de un instrumento reaccionario. Las mismas palabras pronunciadas de
forma distinta pueden servir para aplastar las actividades marginales y también ser útiles en
reivindicaciones locales.
Vivimos una época donde los grupos minoritarios no dejan de explotar este discurso sin
controlarlo. Podemos ver grupos-sujetos con un cariz revolucionario, mientras se precipitan
en formas gregarias de organización (corporaciones ecológicas, redes de trabajo,
productores preferenciales, organizaciones femeninas, indígenas, homosexuales). Estos
grupos-sujetos aparentemente “marginales”, rápidamente recuperan su centralismo, gracias
a los estatutos otorgados por el conjunto mayoritario, que los absorbe como minorías
estructuradas. Pero podemos ver también otros sujetos-grupos, o los mismos grupos bajo
condiciones diferentes, aferrados al deseo rebelde de impedir su conversión en aparatos de
estado. Minorías que seguramente construyen planes no viables desde el punto de vista
ambiental, precisamente porque ni la planificación ni su axiomática, les sirven a una masa
turbulenta que no cesa de sustraerse a cualquier plan. Estos sujetos-grupos son incapaces
de resolver sus problemas con estatutos, puesto que promueven posiciones que no pasan
por los estatutos. En lugar de reivindicar el derecho a desarrollar planes y ordenamientos,
158
amenazan cualquier orden y cualquier desarrollo. Materiales vivos para la elaboración del
azar, estos sujetos-grupos liberan un apetito creador capaz de trastocar el campo social.
En esta fracción inasimilable por la mayoría brotan los “planificadores” futuros. “Su fuerza es
expansiva y proliferante, y no saben vivir de otra forma que en la distancia moral con
respecto a la mayoría, sacan su dinamismo de la indignación, la hostilidad y la reprobación
que la sociedad les confiesa, la cual rechaza su propagación, en la que no sabe ver otra
cosa que una fracción rebelde, enferma o degenerada, de si misma”438. Se trata del producto
viciado del mismo aparato productivo. La unión entre la ciencia y la economía crea una
jerarquía de experimentadores soberanamente improductivos, sabios que santifican su
parasitismo como la caricatura más maligna de su sabiduría. Su tarea no será ordenar la
vida de los otros, ni planificar el futuro de nadie, más bien reelaboran los medios de su
actividad para enmascarar un juego de fuerzas que en sí mismo no tiene fin. En realidad los
planificadores que conocemos hoy, satisfechos y bien alimentados, liberan de las tareas más
despreciables a los planificadores inversos. Mientras aquellos ordenan científicamente el
mundo, asumiendo con seriedad su labor, pues confunden pensar una cosa con tomársela
en serio; los segundos esperan y ríen, entregados a su labor creativa: caotizando,
mezclando, interceptando, conectando, simulando, fusionando palabras, saberes, partículas,
circuitos y apetitos de todo tipo, provocando la desconfianza generalizada, derramando la
información lejos del experto juramentado, proporcionando otra como tantas armas al deseo
revolucionario de todo el mundo.
438 Pierre Klossowski. Nietzsche y el círculo vicioso. Seix-Barral: Madrid. 1979.
159
VI. Visión contemporánea
Balance - Diagrama
Los únicos ensayos de construir una historia de las ciencias agropecuarias constituyen el
mejor ejemplo de porque no existe una historia de las ciencias agropecuarias. Conocemos
dos tipos de intentos. Los primeros son de carácter sociológico, o fisiológico, narran la
historia de un saber que avanza y retrocede en el cuerpo social, al ritmo de las
circunstancias políticas y económicas439. Los segundos son de carácter pedagógico, o
mitológico, cuentan la epopeya de los grandes hombres que, a pesar de mil obstáculos e
ignorancias, abrieron un camino para el saber440. Nosotros, tan fieles a los antiguos modelos,
solemos llamar a esto "historia". “Construcciones continuas y plausibles, en las que ningún
acontecimiento puede ser orientado de otra forma sin arruinar la intención y el equilibrio del
conjunto”441. Como si la historia fuera el trabajo sordo de un pensamiento continuo que jamas
pierde su coherencia. Memoria que dejará un rastro inalterable de “anécdotas sabrosas,
biografías detalladas y conmemoraciones edificantes”.
Esta desafortunada imagen de la historia enmascara la discontinuidad radical de los
saberes, olvida la contingencia de su surgimiento. Solo así podemos suponer que toda
ciencia, que todo discurso, tuvo un origen grandioso, tiene un presente asegurado, tendrá un
futuro tranquilo, mantendrá una identidad firme y un juicio ajeno al desvarió. Y aunque todos
vivimos sin mojones ni coordenadas, arrastrados y disueltos por miríadas de
acontecimientos dispersos, pedimos a la historia que nos confirme lo contrario, que nos
fabrique un pasado sobre el cual reconocernos, que nos invente una tradición para
justificarnos, que nos construya una identidad para no perder el hilo continuo de nuestro
destino. Se necesita mucha inocencia para dejar correr el chorro salvaje de accidentes que
disuelven nuestra identidad y desquician nuestra vida, creando mas libertad de la que nadie
concibió siquiera y produciendo mas historia de la que ningún hombre soñó jamas.
439 Véanse los trabajos de Jesús A. Bejarano. Notas para una historia de las ciencias agropecuarias en Colombia. En: Ciencia, Tecnología Y Desarrollo, 10 (1-2): pg 115-117. 1986. Historia Social de las Ciencias Agropecuarias en Colombia. Colciencias: Colombia. 1984. Además los trabajos de Mesa. B. La Agronomía en Colombia. Bogotá: 1965. 440 Véanse la “Historia de la agronomía en el mundo” que parte del siglo I y continua en una línea continua hasta nuestros días. Cf. Agronomía. Colombia: 6 (2). 1993. Como también la Agronomía en Colombia. Bogotá: 1965. las reseñas históricas en la Revista de la Facultad de Agronomía. Medellín: 37 (1). 1984. Pg 7-16. Además Agricultura y Ganadería. Medellín: 181. 15-23 pg. 1964. Y Daniel Macias. 50 años de la agronomía en Colombia. 1977. 441 George Dumezil. Mito y Epopeya. Seix-Barral. 1984.
160
Nosotros no tenemos una idea del “tiempo” más que por la irrupción absurda de los
acontecimientos. Y sin esta percepción inmediata, no podríamos experimentar el “paso del
tiempo”. Por eso no consideramos el tiempo como la acumulación de los minutos que
pasan, sino como la proliferación incontrolada de los acontecimientos que surgen. Entonces
la historia no es el relato del tiempo que discurre (time), en el sentido del reloj, sino la
descripción del tiempo que acontece (weater), en el sentido del clima. Tiempo meteorológico
y no cronológico. Cao-errante y no Coherente. ¿Porque emerge tal discurso en ese
momento y no antes?, ¿Por qué se bifurca o se esfuma? Cuestión de tiempo, de
temperatura, de intemperie, de condiciones atmosféricas. Lluvias, truenos, huracanes,
estrellas fugaces. Basta un enunciado relámpago, una temperatura social, una lluvia de
opiniones, para transformar el suelo del discurso, ahora firme y seco, en un estanque oscuro
y cenagoso.
A lo largo de esta historia transitamos por atmósferas enrarecidas. Huelga decir que no
resumimos aquí este paisaje, nos limitamos a levantar un “acta”. Dejamos constancia de que
no encontramos nunca una serie monótona de proposiciones agrícolas sobre el hilo continuo
del tiempo, en su lugar nos vimos empujados a seguir un discurso vivo y mortal, capaz de
soportar giros, bifurcaciones, saltos caprichosos, cambios de dirección y aceleraciones
bruscas. Esta manera de ser en el tiempo, escindida por discontinuidades e irrupciones,
revela, al menos en parte, la historia de un discurso que difiere, no solo de los demás, sino,
en primer lugar y sobre todo, de sí mismo. En lugar de encontrar un saber coherente y
progresivo, observamos un discurso que no hace otra cosa que multiplicar sus esquicias,
alterar sus nombres, disolver sus razones, perder sistemáticamente su identidad en un
carnaval de mascaras y disfraces.
Contrario a lo que podría pensarse, este discurso carece de toda esencia. No tiene objeto,
pues su referencial no es una realidad única y estable, a la que supuestamente apunta, sino
un conjunto de situaciones cambiantes que él mismo construye y modifica. No tiene sujeto,
puesto que no hay un grupo o conciencia colectiva del que dependa, sino un espacio de
relación que determina la función y el papel de los sujetos variables que en él se inscriben.
No tiene sistema conceptual, puesto que no obedece a un marco teórico único, siendo una
forma de expresión inestable que despliega conceptos diversos y heterogéneos. No tiene
una intención, puesto que recusa toda identificación con intereses individuales, siendo un
campo estratégico donde coexisten temáticas distintas e intereses contradictorios bajo unas
161
mismas reglas de funcionamiento. Atenidos a su visión inmediata, el discurso agronómico
nos parece más una colcha de retazos que una cadena sucesiva de enunciados. Fabricado
pieza por pieza con fragmentos extraños y heterogéneos, tenemos la impresión de que su
única identidad son las mil distorsiones que lo atraviesan, su única universalidad son las
distintas circunstancias que lo diferencian, su única soberanía son las diversas las
sujeciones que lo posibilitan.
De cualquier modo, con lo visto hasta ahora, es posible arriesgar algunas hipótesis
generales sobre este discurso. Desde las antiguas órdenes imperiales sobre agricultura,
pasando por el saber clásico del fomento agrícola, siguiendo con la moderna ciencia
agronómica, este discurso se formaliza, se normaliza, se axiomatiza cada vez más. Es difícil
describir esta transformación sin dar la impresión de una evolución. Pero nada más ajeno a
la realidad; este discurso no avanza hacia formas mas perfectas de enunciación, no se
purifica, tan solo experimenta una diferenciación, reordena sus elementos constantemente,
sufre mutaciones reiteradas. Y así como actualmente existen expresiones poco científicas
dentro de este discurso, lo más que se puede decir de su forma científica, es que distingue
una manera de expresión determinada, que ni siquiera es la mas interesante o la más
contemporánea, sino tan solo un régimen transitorio dentro de otros tantos posibles. Así
como el discurso agronómico se formaliza, se axiomatiza, tampoco cesa de escapar a su
propia normalización. De repente aparecen rasgos de expresión insoportables para su
régimen enunciativo. Es así como emerge una ciencia agroecológica, fruto de la
descodificación de la agronomía convencional, y a su vez, esta última no es más que la
deformación de otros saberes. Gracias a la perdida constante de su identidad, este discurso
pude saltar por encima de su propia coherencia, liberando un potencial creador que le
impide encerrarse sobre si mismo.
Todo esto permanece muy abstracto, o no lo suficientemente abstracto, si solamente
mostramos una cara de la historia. A lo largo de su historia el discurso agronómico no ha
cesado de apoyarse, y al mismo tiempo de respaldar, distintas formas de organización
social. A medida que se hace más exacto, más formal, más científico, solicita formas de
organización más insidiosas, más penetrantes, con mecanismos de sujeción menos ruidosos
pero más efectivos. Inicialmente se trataba de una organización imperial donde los indígenas
estaban obligados a producir excedentes agrícolas. Después se trato de una organización
liberal donde los jornaleros “libres” - mulatos, mestizos, zambos – estaban obligados a
162
trabajar una tierra ajena. Actualmente se trata de una organización disciplinaria donde los
trabajadores rurales - campesinos, agrónomos, expertos y obreros son adiestrados y
obligados a sobrevivir produciendo una plusvalía industrial. A cada nueva forma de
expresión social corresponde una nueva forma de organización social: sometimiento de los
indígenas según las ordenes imperiales sobre “los mantenimientos de la tierra”,
sedentarización y fijación al trabajo agrícola de los “libres” según “el fomento de la
agricultura”, adiestramiento y normalización disciplinaria de los trabajadores rurales según la
“agricultura científica”.
Nuestro análisis solo pretende reubicar el discurso bajo sus condiciones materiales de
existencia. Es imposible considerar este discurso agronómico como un sistema cerrado de
signos que produce su sentido por el mero funcionamiento de sus relaciones. Tenemos la
sensación de haber examinado un discurso que resulta teórico en los libros, pero que aquí
en la tierra, alguien lo utiliza, sirve para algo, se ejerce sobre alguien, funciona de manera
concreta. Y no será la primera vez que un discurso científico justifique intereses de otro
orden. En el presente, cuando la ciencia agronómica se ve enteramente integrada en la
dinámica industrial, la autonomía de su discurso parece poco menos que inconcebible. Sin
embargo, esto no constituye ninguna objeción contra este discurso, puesto que para eso
habría que decretar, sobre la base de alguna moral, que debería ser de algún modo
autónomo. Para nadie es un secreto que las normas científicas pueden ser creadas para el
sometimiento de las personas. La cuestión radica en hacer algo con esta evidencia. Si la
ciencia es la máquina de producir verdades más potentes que se haya inventado el hombre.
Y si estas verdades no pueden separase de los efectos de poder que suscitan, porque no
servirse de estos efectos en provecho de otras realidades, en contra aun de quienes la
posibilitan.
El problema no se plantea en términos de dependencia-autonomía, falsedad-mentira, ciencia
y no-ciencia; sino más bien en términos de poder-potencia, ¿de que es capaz un discurso
científico?, Y más específicamente, ¿de que es capaz en este momento el discurso
agronómico? Es hora de saber si este discurso es capaz de concebir otra política para su
verdad. Pues su verdad es de este mundo, esta producida aquí gracias a múltiples intereses,
tiene aquí sus propios efectos de poder y dominio; y por lo tanto, es aquí donde puede ser
contra-efectuada. Y no para liberarla de los intereses que la posibilitan – lo cual no es más
que una quimera -, sino para insertarle otro valor y otro sentido. Y por valor entendemos las
163
fuerzas que expresa. Y por sentido entendemos el efecto de estas fuerzas. Y por crear
entendemos destruir lo que existe como producir algo distinto. Parodiando una pregunta de
Nietzsche “¿por qué no hacemos con el discurso científico lo que los orientales saben hacer
con las plantas – aunque produzcan de un lado rosas y del otro espinas?
Creemos que hay más posibilidades en los discursos científicos de las que dicen sus
especialistas. Y sin duda nunca sabremos cuales, si no intentamos desarrollarlas
concretamente. Es una verdadera lastima que el ejercicio científico consista en producir
múltiples realidades y se utilice para reproducir una realidad que en principio debe respetar
la tranquilidad moral y psíquica de la comunidad. Una ciencia que acepta, tal cual, su
inserción en el campo social, renuncia a su potencia creativa recibiendo problemas
prefabricados como cualquier otro utensilio provisto por la comunidad. Una sociedad, por lo
demás moralmente justificada en sus sabios, encargada de crear científicos como otros
tantos instrumentos propios y convenientes, reteniendo de su experimentación solo lo que
debe ser retenido, reconduciendo sus creaciones hacia la “razón” cuando desvarían
peligrosamente, previendo cualquier delirio que arrastre consigo la propia ciencia y arranque
trozos enteros del tejido social. Una ciencia creada por razones de seguridad, siempre
estará al servicio del conjunto mayoritario. Y su función no será otra que convertir en
endémica la creencia en ciertas cosas, homogeneizando los hechos y normalizando los
gustos, perpetuando el reino de las normas científicas para mantener determinado orden
social.
Una conspiración que conjugue el arte y la ciencia supondría la ruptura de las instituciones
sociales y el trastrocamiento de sus estructuras. Esta posibilidad siempre será recusada por
las instituciones que continuamente validan reglas y procedimientos en nombre de la
verdadera ciencia. Es como si las ciencias funcionaran bajo dos fuegos. Por un lado esta el
deseo experimental que las alimenta, esa fuerza creativa que las empuja cada vez mas
lejos, obligando a los científicos a destruir las realidades que acaban de construir y
revelando que su juego no es otro que reelaborar los medios de una experimentación sin
preguntarse por su finalidad. Y del otro lado, esta el interés de la institución que busca
someter este deseo creando un orden de causas, fines y razones, precisamente para una
actividad cuya única causa es romper cualquier causalidad, cuyo único fin es enmascarar un
juego sin finalidad, y cuya única razón es el deseo irracional que la anima.
164
Las formas de organización institucionales solo han servido para disciplinar el trabajo
científico: controlando los flujos experimentales para que no huyan demasiado lejos,
limitando las creaciones para que no trastornen el campo social. Pero ni siquiera Dios sabe
donde y cuando surgirá un nuevo corte innovador que convertirá en ruinas las actuales
instituciones. Hoy en día las ciencias experimentan un impulso creativo absolutamente
perturbador. Se trata de una creación enloquecida de nociones cuya irrupción obliga a la
industria, al estado, a las universidades, a complicarse cada vez más para controlar una
fuerza creativa que las amenaza con un estallido en múltiples figuras experimentales. Es la
época de las ciencias difusas, aquellas que no buscan modelar sistemas, sino más bien
modular flujos, turbulencias y torbellinos. Ni exactas ni inexactas, más bien anexactas, y sin
embargo rigurosas. No puede decirse que responden a una escuela, pues no presuponen
ningún método y evitan todo el tiempo mantener teorías que inhiban su creatividad442. Las
ciencias actuales destruyen toda imagen posible de la realidad convirtiendo el
pensamiento científico en una autentica agresión sobre lo real. Se trata de simulacros
de ciencia que, en lugar de apoyarse sobre alguna imagen o modelo, realizan la crítica
radical de todos sus modelos, aun poniéndose en riesgo ellas mismas, encontrando su
verdadero comienzo en la destrucción de sus imágenes. Es como si no pudieran comenzar,
y siempre tuvieran que comenzar, una vez liberadas de sus postulados.
A medida que las ciencias contemporáneas se liberan de la obligación de modelar un orden
para la realidad, se politizan cada vez más. Hoy en día las ciencias aprenden a reconvertir
su política a partir de su propia transfiguración. Matemáticas para demostrar la imposibilidad
lógica de un sistema cerrado. Física para probar que el comportamiento de un sistema es
impredecible. Termodinámica para afirmar que las fugas y las perturbaciones del sistema
son la fuente de su novedad. Biología molecular para señalar que la coherencia del sistema
depende de vínculos fortuitos entre elementos libres. En verdad que se trata de ciencias
políticas o de una nueva “política” para las ciencias. El afán obstinado de la ciencia
contemporánea por “deslizar problemas en paisajes desconocidos e introducir preguntas que
trastornen la definición misma de las disciplinas”, nos lleva a sospechar que el discurso
científico puede convertirse en una fuerza rebelde. “Allí donde la ciencia clásica nos había
acostumbrado a reconocer una realidad inmutable y pacifica, comprendemos hoy que
ninguna realidad, ninguna estabilidad, ninguna organización esta legitimada de antemano,
442 Cf. El nacimiento de la física. Michel Serres. Pretextos: Barcelona. 1994. Y además. La Nueva Alianza: metamorfosis de la ciencia. Ilya Prigogine. Alianza: Madrid. 1984.
165
ninguna se impone de derecho, pues todas son producto de las circunstancias y están a
merced de su disolución”443. Utilizar la creatividad científica como un multiplicador de las
formas de intervención política.
En las circunstancias actuales las condiciones atmosféricas están dadas para una profunda
politización del discurso agronómico. Siempre y cuando esta politización no se entienda
como una reforma en su estructura o sus objetivos, sino como la creación de una practica
cuyos resultados resulten literalmente desconocidos. Es la cuestión de más actualidad que
se le puede plantear a este discurso: saber si debe funcionar como un aparato institucional,
mutilando cualquier deseo creativo que ponga en riesgo las fatuidades más torpes:
humanidad, progreso, bienestar, medio ambiente, etc.; o saber si puede seguir su propio
deseo experimental, hasta el punto de ir a parar a una posición revolucionaria que denuncie
las instituciones que lo recubren como incompetentes y estériles. Basta que este discurso
sea digno de una época que le hace señas, lo invoca y lo espera. Y no para plegarse bajo el
modelo de las “ciencias modernas”, sino para sentir el brillo y el resplandor que las
diferencia, para propagar el fuego que las alimenta, para vivir lo que hay más de heroico en
esta época: desatar la fuerza creadora del simulacro hasta que deje de ser una copia de lo
real y produzca lo real en sí mismo.
No podemos renunciar al discurso científico de la agricultura, ni liberarlo de los intereses que
lo posibilitan. Pero si podemos utilizar este discurso y estos intereses para estimular fuerzas
agresivas que puedan inventar o descubrir nuevas posibilidades de vida. Podemos ver un
discurso científico que es todo lo contrario a una práctica “imparcial”, “desapasionada”,
“servicial”, una actividad civil que garantiza a todos que no hará ningún mal a nadie, puesto
que solo es una ciencia “objetiva”. Es posible y necesario reconducir la producción científica
hasta el deseo mismo, como un estimulante de la voluntad, si experimentamos es por amor
y no por interés. Solo cuando el “trabajador científico” esta integrado en una ocupación
industrial que organiza su imbecilidad, su deseo creativo esta maniatado y su labor se
realiza sin ninguna pasión, hasta el momento en que este deseo huye hacia los callejones
oscuros de la ciudad, mientras el interés se presenta todas las mañanas a trabajar (hombres
de existencia doble, cuando vuelven a casa, después de las operaciones asalariadas, son
animales extraños y deseantes).
443 Ilya Prigogine. La Nueva Alianza: metamorfosis de la ciencia. Alianza: Madrid. 1984. Pg 329.
166
Podemos ver un discurso científico sin intenciones de reconocer la verdad, liberado de la
soberana hipocresía que considera lo verdadero como el elemento natural del pensamiento
científico. Como si pensáramos a partir de una buena voluntad que busca lo verdadero, y no
en virtud de esos deseos oscuros que se apropian del pensamiento y lo obligan a pensar,
fuerzas espontáneas que nos exigen insistir en esta vía y no en otra. Es así como el sabio se
ve forzado a plantearse nuevos problemas, guiado por intuiciones necesariamente oscuras e
inútiles para un pensamiento obstinado en reconocer lo verdadero, pero que perviven
durante algún tiempo como monstruos de armario, y salen para provocar preguntas
radicalmente nuevas y en mayor numero de las que podemos contestar. Reconocer lo
verdadero solo ha servido para respetar los valores del momento, para imponer una censura
cotidiana sobre los saberes que no contemplan un bien para la comunidad, sancionando
como ininteligibles o improductivos todos los “conocimientos” que no suministren normas de
seguridad o no posean una justificación social.
La pregunta que se nos plantea insistentemente es la siguiente: si el discurso agronómico se
deja llevar por su deseo creativo, hasta convertirse en una materia viva de experimentación,
tanto en su formación como en su funcionamiento, ¿qué figura corre el riesgo de adoptar?
Debemos adelantar los índices de esta nueva figura, y no para proyectar su rostro futuro,
sino para esbozar las formas larvarias de algo que no existe todavía y de lo cual nunca
sabremos lo que será. Nos conformamos con sugerir estados embrionarios, rasgos
deformes, zonas de incertidumbre. Nos adentramos en terrenos deleznables y sin azoe
donde no podría formarse ningún Adán.
1) El nuevo discurso agronómico se excusa de ser preciso. Por definición será una
ciencia rigurosa e inexacta, liberada de esa “soberbia y vieja confusión entre la
ciencia y la precisión”. Y no por capricho, sino por razones físicas. Desde hace tiempo
que las ciencias “exactas” renunciaron a esa denominación. No se puede calcular la
trayectoria de una partícula con exactitud como tampoco se puede determinar la
condición inicial de un sistema. Haría falta una observación de una precisión infinita
para localizar un sistema en una situación puntal, con la exclusión de otro estado tan
cercano a ese como se quiera. Pero esto no es todo, el aumento de precisión implica
sacrificar información, y para obtener esa información es necesario gastar cierta
cantidad de energía. Resulta entonces imposible aumentar la precisión sin gastar la
energía necesaria para obtenerla, y esa energía es irrecuperable, puesto que es
167
mayor que la información obtenida gracias al aumento de precisión. En términos
energéticos, la precisión es un mal negocio. Y a fin de cuentas, ¿acaso la ciencia no
tiene aventuras mas extrañas y divertidas que predecir con precisión una situación?
¿Que puede inspirar, sino risa, un científico que con suma precisión anuncia un
eclipse solar pero no puede predecir si una nube le impedirá verlo?
2) El nuevo discurso agronómico se exime de ser objetivo. Disfruta con la diversidad
de sus perspectivas, sabiendo que una observación objetiva sin referencia a un punto
de vista es imposible. Hace algún tiempo se acostumbra decir que la objetividad era la
descripción exacta de lo que realmente ocurre, pero resulta que lo que realmente
ocurre depende de cómo es observado. Existe una falta de objetividad intrínseca a
cualquier ejercicio científico, y no por una mala voluntad del observador, ni por una
limitación de los instrumentos, más bien por un perspectivismo ineludible en cualquier
ejercicio científico. La distancia entre la luna y la tierra, por ejemplo, es distinta si se
evalúa desde la tierra o desde la luna, y no hay forma de saber si es mas objetivo un
científico terrícola que un lunático. No es pues que se acepte la relatividad de lo real,
sino la realidad de lo relativo. Conquista gloriosa que debemos a Nietzsche, pues
“existe únicamente un conocimiento perspectivista; y cuanto mayor sea el número de
ojos distintos que sepamos emplear para ver una misma cosa, tanto mas completo
nuestro conocimiento y mas completa nuestra objetividad”.
3) El nuevo discurso agronómico elude su universalidad. Se sabe y se quiere un
conocimiento relativo. Una relatividad que no se define por el carácter efímero de sus
postulados, ni por la subjetividad de sus personajes, sino por una condición física que
impone una distancia irreductible entre sistemas situados en espacio-tiempo
diferentes. No existe lenguaje universal, ni un conocimiento aplicable en todas partes
y en todo tiempo. A nivel microscópico, por ejemplo, los seres vivos obedecen leyes
termodinámicas, pero en su montaje indefinidamente superpuesto no dependen de
esas leyes, puesto que el montaje comienza en el interior de una molécula donde por
definición no hay leyes estadísticas. Es lo mismo que aumentar la velocidad de una
partícula hasta una magnitud cercana a la luz, en ese punto, las leyes físicas que
rigen el universo no tienen relación con las leyes que rigen nuestro universo de bajas
velocidades. Todo depende de la escala, del sistema de referencia, del universo en
que nos situemos.
168
4) El nuevo discurso agronómico no se molesta en describir la realidad. Produce sin
temores realidades propias. La ciencia clásica busca describir una realidad “tal cual
es en si misma”, pero ese “tal cual es” depende del montaje experimental escogido
para la descripción. Toda propiedad descrita en la materia es inseparable de la
claridad proyectada sobre ella, y no podremos saber que nuevas claridades
producirán la realidad futura. Sea por ejemplo la dualidad onda-partícula en la
materia, en realidad un objeto puede experimentarse como onda y como partícula, si
se observa como onda no puede observarse como partícula, y viceversa; de allí que
la realidad material del objeto dependa del tipo de estudio efectuado, siendo el
montaje experimental el encargado de decidir si interfiere o colisiona. En estas
condiciones, jamás hay que inquietarse por describir la realidad fundamental, como si
existiera de forma independiente a la observación. El lenguaje experimental elegido
es el que plantea una cuestión, y no otra, es el que describe una realidad, y no otra,
es el que suscita una respuesta, y no otra; existiendo tantas cuestiones, tantas
realidades, tantas respuestas, como lenguajes se puedan soñar.
5) El nuevo discurso agronómico es problemático y no teoremático. En lugar de
suponer un conjunto de principios teoremáticos, a partir de los cuales se deducen
otras proposiciones, según el método que permita encontrar sus soluciones; el nuevo
discurso se nos presenta como una creación delirante de problemas que se
desplazan y se transforman según las situaciones localizadas. El problema es la
aventura real del conocimiento, ¿cómo?, ¿Cuando?, ¿Donde? Puntos relevantes que
captan nuestra atención y constituyen el sentido del problema. De allí que su
planteamiento sea un asunto intuitivo que se alcanza siguiendo puntos sensibles, de
los cuales sabemos primero donde están antes de saber lo que son. “Nadar es
conjugar puntos sensibles de nuestro cuerpo con puntos singulares del mar para
formar un campo problemático; hasta alcanzar ese umbral de conciencia donde
nuestros actos reales se ajustan a los puntos en movimiento que son las olas,
proporcionado una solución al problema”444.
No consideramos el discurso agronómico como la aplicación de un conjunto de
principios que han de recibir una solución concreta en cada caso, tampoco una
444 Gilles Deleuze. Diferencia y Repetición. Jucar: Madrid. 1988. Pg 273.
169
depuración retrospectiva a partir de una solución concreta que se axiomatiza hasta
lograr un conjunto de principios. Esto seria olvidar que sin problemas no hay
soluciones ni principios, es necesario un tema complejo que no se deja reducir a
ningún principio y que subsiste a pesar de sus múltiples soluciones. Esto se muestra
claramente cuando falla un “modelo científico”: no se encuentra la solución por ningún
lado, los principios teóricos ya no sirven, todos corren enloquecidos arrancándose la
cabeza. ¡Estupor!, es necesario trazar de nuevo el problema. Feliz escándalo que
recuerda a las mejores familias que los principios no preexisten a los problemas y que
las soluciones tampoco los acallan. Cualquier niño lo sabe, no se aprende a nadar en
la arena, pero tampoco se acaba de aprender cuando se comienza a flotar en el agua.
6) El nuevo discurso agronómico se aprende continuamente y nunca llega a saberse
completamente. Es una práctica que rechaza todo sistema jerárquico y organizado
de enseñanza, con centros de monopolio y redundancia, donde cada elemento recibe
la información clasificada por un superior según un modelo de estado que permite la
experimentación solo a aquellos que remunera. Muy distinto es un discurso que
permanece en calidad de aprendizaje, un “conocimiento aproximativo” que puede ser
recomenzado en cualquier parte y alterado en cualquier otra. Las iniciativas locales se
coordinan independientemente de una instancia central realizando un cálculo de la
solución por todo el conjunto. No se busca repartir el conocimiento entre unos sabios,
sino más bien distribuir aprendices por todos lados para cubrir el mayor número de
situaciones posibles: conocimiento múltiple y no atribuible. Estamos frente a un grupo
de aprendices que se conectan para distribuirse sus problemas, pues solo el aprendiz
inviste los problemas prácticos, mientras el experto arrebata el resultado para deducir
de allí unos principios que le permitan la tranquila posesión de las reglas. Si no se
supone un saber universal, tampoco se necesita una república de sabios, más bien
una muchedumbre de tribus y de manadas que intercambien sus artesanías-problema
a través de circuitos subterráneos.
7) El nuevo discurso agronómico circula entre grupos experimentales y excéntricos.
Se trata de un discurso que no se confía a los especialistas, no se concentra en las
instituciones, se propaga por contagio, como una proliferación tipo virus, como una
expansión tipo Hacker. Los mismos usuarios-productores se conectan como puntos
170
múltiples y anónimos de una red subterránea, sin lazos formales, ni vínculos
personales, experimentando todos por su cuenta y enviándose información por los
conductos menos probables. Estos grupos-sujetos tienen como principio la conexión
acentrada y la heterogeneidad anárquica, expulsan como a un intruso a cualquier
elemento centralizador según su lógica de guerrillas. Se despliegan en un espacio liso
donde cualquier punto puede ser conectado con otro, y debe serlo, la información
circula por vías ramosas que crecen mientras se trazan. Se da por sentado que los
eslabones de experimentación se conectan con eslabones de cualquier naturaleza
(políticos, económicos, estéticos).
La red electrónica aparece como un instrumento privilegiado para estos grupos-
sujetos que cambian permanentemente la posición de sus elementos, alterándose de
forma intermitente, para impulsar un discurso que solo debe sigue la línea tortuosa de
su deseo. Se trata de un cuerpo desorganizado con elementos heterogéneos. Un
grupo-sujeto con una estética propia cuya actividad no es secreta, actúan por
irrupción y turbulencia exhibitoria, parasitando el lenguaje de los demás y ufanándose
de ello, buscan pura y simplemente existir, en un estado de tensión permanente como
si estuvieran en combate o se preparan para alguno. El único objetivo confesable de
estos grupos es mantener una experimentación acelerada que es al mismo tiempo la
negación irrecusable de todos sus frenos, promueven una constante renovación
criminal atropellando las bases de la sociedad: subversión del poder- malversación
del saber.
8) El nuevo discurso agronómico deshace el sujeto de conocimiento en múltiples
focos de observación. Mientras el sujeto del conocimiento intenta dominar las
sensaciones bajo la protección unificadora de su conciencia, el observador parcial de
este discurso es una multiplicidad de focos sensibles y sin centro. Solo cuando el
científico pierde la conciencia puede captar esos datos sensoriales que ningún sujeto
captaría y ver lo que ningún ojo podría observar. Para estudiar una proteína, por
ejemplo, debe sentir literalmente como una molécula, diluyéndose en pequeños
puntos de vista a fuerza de perder cualquier forma de subjetividad o de identidad. Que
matemático no experimenta plenamente como su ojo se convierte en el vértice de un
cono. El observador parcial es un emplazamiento móvil que se confunde con las
propias cosas. Es la pura sensación de lo observado, puesto que no es un sujeto
171
frente a un objeto, sino una perspectiva vacía a la espera de alguien que acuda a ver
o a sentir como las cosas. Por eso no es absurdo pensar que la perdida de
subjetividad nos permite una captación inmediata o una especie de resonancia con
los universos no humanos que estudiamos. Cabalgar un electrón, convertirse en una
planta, sentir como una bacteria, pensar como un hongo, en lugar de sensaciones
absurdas son las experiencias alucinatorias propias de la exploración científica. Estos
actos perceptivos buscan deshumanizar al sujeto para abrirle la posibilidad de una
plena continuidad sensitiva con la naturaleza. Quizás el nuevo discurso científico
comience con una simpatía adivinatoria sobre las cosas, y entonces hacer ciencia
será disolver nuestra identidad para sacar a la luz esas voces susurrantes y esos
idiomas secretos que nos habitan.
Resumamos los ocho caracteres de este nuevo discurso agronómico: a diferencia de una
verdadera ciencia que busca “ser universal, determinista, precisa, sin referencia al
observador, y además completa, en cuanto que busca la descripción exacta de una parcela
de realidad”; el nuevo discurso es relativo con respecto a cada situación, goza produciendo
realidades, utiliza una visión perspectivista y múltiples puntos de vista para desplegar
evidencias nuevas que puedan aligerar la vida. No es una “técnica” según la acepción
normal del término, ni una verdadera “ciencia” en el sentido legal, es un tratamiento
específico del lenguaje científico. Este nuevo discurso rechaza todo modelo pedagógico que
estratifique el aprendizaje y jerarquice la experimentación. Su principio es inventar
problemas con la máxima complejidad posible de tal manera que la solución no surja de
golpe en la cabeza de algún sabio inclinado a decir lo que hay que hacer. Se trata de una
distribución lúdica o delirante para el saber, sin controles para el aprendizaje y sin estratos
para el conocimiento. Es una distribución excéntrica y anárquica para la experimentación,
donde nada pertenece a nadie y donde todo se conecta con todo. Nunca se considera el
grado de cada individuo con respecto a un saber esencial, más bien se desafía la potencia
de cada uno para superar sus propios límites, exigiendo que su deseo creativo vaya hasta al
final de lo que puede sin importar el nivel.
Estamos lejos de una ciencia ideal o de un ideal de ciencia. Decimos que estos son los
rasgos embrionarios de un discurso dispuesto a desatar su deseo experimental hasta donde
puede ir. Y por rasgos embrionarios entendemos más los esbozos de un disfraz que una
172
fisonomía futura. No estamos frente a un modelo de ciencia, sino ante una parodia
propiamente científica, el simulacro de todo modelo posible. Este es un discurso que habla
antes de que se produzcan sus propias palabras, hace gestos antes de tener una forma
organizada, lo formulan espectros y fantasmas antes que representantes. Teatro de Alicia
para la disolución de identidades y la sustracción de esencias cuya naturaleza es
desnaturalizarse antes de cualquier representación. Aquí no hay ningún puente para otra
existencia como tampoco ningún ideal para la ciencia. Este es el modo de fingimiento para
un inconsciente que haciendo el papel de sabio, actúa más conscientemente que un sabio
en la realidad, orgulloso de su ignorancia como buen comediante de su sabiduría.
No se trata de invocar un irracionalismo salvaje. Se trata de provocar la quiebra normativa
del discurso agronómico para desatar la potencia creativa que lo recorre. Esta potencia
creativa no es otra cosa que un deseo experimental sin principio ni fin, creando todo tipo de
problemas que se forman o se diluyen, guiados por la fluctuación caótica del humor. Un
discurso que se mantenga cercano a esta movilidad inconsciente, permanece sobre los
abismos que recubre y extrae su especulación de un fondo sinsentido generador de sentido.
Entonces este discurso se transforma en una especie de instrumento para que el deseo
llegue a tomar la palabra, un espacio de simulación para las fuerzas caóticas que lo habitan,
sin perjuicio de abandonar su coherencia que ahora no es más que el uso corriente del
lenguaje haciendo pasar un simulacro de intención como falsificación de su propia
intensidad. Desde ahora no se trata de emancipar el discurso agronómico de los poderes
que lo controlan, ni de combatir los signos institucionales que lo recubren, sino de utilizarlo
como un medio para que fluya un deseo sin intención ni finalidad. Esto es reconducir la
significación del discurso sobre si misma, para que simulando la actividad de sus fuerzas
creativas, recupere la espontaneidad que en ese momento debe coincidir con su
significación real.
Somos conscientes que nadie nos tomara en serio, y es nuestro deseo que se lo haga, si no
definimos el objeto de este nuevo discurso. Salta entonces una paradoja, pues es evidente
que este discurso no tiene objeto, hace rato que deja recorrer un flujo variable que constituye
la fuerza positiva de su coherencia. Y esto debido a que el nuevo discurso se niega a
reproducir la lógica de un Sistema constante, estable y rígido. Donde las funciones
dependen de las estructuras, donde las materias se definen por las formas, donde los flujos
se subordinan a canales preestablecidos que impiden su turbulencia. Preferimos pensar un
Sy-rrema móvil, heterogéneo, inestable y flexible. Donde la fluctuación es la funcionalidad
173
propia de las materias, donde la inestabilidad es la materialidad propia de las funciones,
donde el único principio posible de permanencia es una homeorresis continua de las cosas-
flujos en un espacio abierto de turbulencias. Para este nuevo discurso la realidad objetiva se
presenta como Sy-rremas y no Sy-stemas: intersecciones, conexiones, turbulencias de
flujos. ¿Cuáles flujos? Flujos informáticos, flujos energéticos, flujos materiales. Todo fluye
decía un tal Bergson, el mas duro peñón es una masa blanda a una escala geológica. Y en
este preciso instante, antes de percibir el sudor de nuestras manos fluyendo por las fibras de
esta página, acaso la tinta de sus palabras se desliza imperceptiblemente en nuestra sangre.
Primer Flujo. Sea entonces un suelo estratificado, estriado, con sus flujos materiales
superpuestos, estructurados, partículas minerales que se desplazan en un solo sentido
en un paisaje de horizontes laminares. Nada vivo puede crecer sobre este suelo, es un
terreno estéril que no sirve al nuevo discurso. De repente, aquí o allá, en cualquier
lugar, aparece un diferencial casi imperceptible, una desviación, un desequilibrio, un
ángulo minino de inclinación en la geodésica paralela y comienza la voluta. Los
horizontes no podían mantenerse por mas tiempo superpuestos, se tocan y se alteran,
se desordenan y se desestatifican en un torbellino venéreo, aparecen migraciones y
lixiviaciones, una declinación aleatoria atraviesa este espacio generando diferenciales
de intensidad, disparidades energéticas que arrastran las partículas hacia su mejor
lecho. Aparecen entonces ejes y planos de asimetría por donde los materiales se
precipitan buscando la mínima acción, se crea un campo de vertientes y gradientes
donde la inclinación o el declive optimizan el fluir.
Estamos ahora frente a una forma topográfica muy cercana a lo que no tiene forma, es
la información propia de esta sustancia móvil, una memoria flexible que da cuenta de
su historia geológica. Este es el suelo para que crezca un nuevo discurso, no es un
material estructurado ni formado, es más bien una materialidad en movimiento que
desborda las estructuras y las formas. Materia-flujo en continua transformación que
nace de su propia asimetría, trazando descensos y caídas, desplazamientos y
hundimientos. Madriguera de minúsculas y múltiples perforaciones por donde corren
flujos de agua y viento arrastrando fragmentos metálicos en un singular tintineo. Es la
vida mineral que existe por todas partes, llenado plantas y animales de ferro-níquel o
magnesio que se cuelan o se escurren por microscópicos agujeros.
174
Segundo Flujo. Siguiendo una de estas partículas ingresamos en otro mundo, que es
como una diferente repetición del mismo mundo. Sea entonces un organismo vegetal
que en su interior transforma materias y almacena energías, un receptáculo orgánico
que puede ser analizado en términos contables - peso acumulado, peso seco,
eficiencia productiva -. Este organismo no puede servir como cuerpo para el nuevo
discurso. De repente, en todos lados y en ninguno sitio especifico, una inclinación, una
tendencia, un tropismo. El vegetal puebla un campo exterior desbordando su
organismo y su estructura, lleva acabo estiramientos, rotaciones, torciones y
dinamismos meristemáticos que solo puede ser vividos por un cuerpo intenso donde
nada esta organizado a priori. Este tejido de crecimiento no diferenciado es como una
multiplicidad cualquiera de ápices y raicillas, donde las divisiones celulares ocurren en
todo los sentidos, donde el potencial morfogenético recorre umbrales y gradientes que
se siguen o se franquean. Si un estoma se abre aquí es accesorio, lo importante es
traspasar el umbral de turgencia de la célula guarda. Las células migran por gradientes,
las hormonas se trastocan por vertientes: fototropismo, geotropismo, quimiotropismo.
Son ejes y polos que hacen del vegetal un cuerpo abierto sobre las ondas en variación
continua de los fluidos hídricos, energéticos o materiales.
Este es el cuerpo multiforme donde se trama un nuevo discurso, aquí los órganos y las
estructuras son secundarios, como contingencias necesarias frente a la agitación
resplandeciente que lo surca. Poco importa si se considera el vegetal como un flujo de
materia que se informa para captar energía o como un flujo de energía que se deforma
para captar materia. De cualquier modo, es un flujo-viviente que se arriesga en un
medio de exterioridad, deformando su propio organismo, para captar elementos cada
vez más extraños y menos cómodos. Cierto es que este cuerpo vegetal no puede
desconocer los órganos, pero tales órganos solo funcionan sobre un campo de juegos
intensivos que carecen de toda forma. Nada más exterior que este cuerpo vegetal, con
todos sus órganos en superficie, decido a ser juzgado en su completa exhibición como
si no tuviera límites. Millares de insectos viajan como las partes móviles de su sistema
reproductivo. Millones de hifas crecen a su alrededor como las piezas contiguas de un
sistema radicular sin centro ni unidad. En un sentido se llena de flujos hídricos que lo
atraviesan por múltiples conductos, para estallar en moléculas volátiles arrancadas por
el viento desde sus diminutas estomas. En el otro sentido se baña de flujos solares que
175
lo penetran por una red de múltiples receptores lumínicos, garantizando un suministro
continuo de partículas refulgentes que lo surcan en todas las direcciones. Es por eso
que su cuerpo se define como una abertura sobre unos flujos intensivos, que lo van
atravesando de lado a lado a través de sus múltiples puertas, con porteros y
pasadores, abridores de ciclos químicos y cerradores de trampillas lumínicas.
Tercer Flujo. Nunca se accede del todo a este cuerpo vegetal pero se le puede seguir
mientras se le va atravesando. Sea entonces una herramienta técnica que lo
transforma mediante cortes y percusiones, donde la parte activa del instrumento es
lanzada sobre el vegetal para darle una forma fija o imponerle una propiedad esencial.
Esta técnica instrumental no es adecuada para el nuevo discurso. Se resquebrajan las
materias y se pierden las sustancias en lugar de desplazarlas, acelerarlas o
modularlas. De pronto una inclinación, el ángulo minino de caída de las herramientas
sobre la sustancia vegetal. Seguir las ondulaciones de una materia viviente para ritmar
la operación técnica. Buscar la mínima acción guiados por las fluctuaciones propias del
cuerpo vivo. No lanzamos un ataque masivo de efectos espectaculares y no
controlados, aplicamos una fuerza constante y precisa que sigue los flujos energéticos
y materiales del cuerpo vegetal. Es una técnica de efectos sutiles que corresponden al
máximo de suavidad y control sobre el utensilio. Es necesario tener sumo cuidado,
puesto que la parte activa de la herramienta sigue siendo un filo cortante, mas aguzado
inclusive porque se trata de una talla precisa. Solo se puede maniobrar con velocidad,
tensión y ligereza, buscando las propiedades vectoriales y dinámicas de la materia
trabajada para modularla en lugar de modelarla, para acelerarla en lugar de detenerla.
No retrata de una fuerza motriz que choca contra una resistencia, así se consume y se
gasta toda la energía en su acción formadora. Estamos sobre un flujo-técnico que sigue
y deforma la materia viviente en lugar de vencerla, por eso no experimenta su
resistencia, sino que modula sus mismas tendencias. Pura acción libre que se desplaza
sobre un cuerpo móvil poblando sus turbulencias.
Se podría construir una maquina de este tipo como un sistema de cortes mecánicos y
conexiones energéticas. La maquina realiza un corte parcial sobre el flujo material,
extrae un registro que incorpora en su propio funcionamiento, e inmediatamente
después lo utiliza para deformar el flujo maquinado. Cuando se habla de esta maquina
176
no se piensa simplemente en una estructura formada de aluminio y plástico, ni mucho
menos en una forma organizada según códigos informáticos. Es un compuesto
heteróclito de materias no formalizadas que expresa vectores de movimiento en
variación continua (velocidades, retrasos, estiramientos, torsiones). Es un conjunto
heterogéneo de funciones no estructuradas atravesadas por una deformación
permanente (contrapesos, estiramientos, automatismos, resortes). Por eso cualquiera
puede formar una pieza con esta maquina, por eso nos pone en tensión. Dispositivo
cuya única función es ampliar la oscilación silenciosa del movimiento vació de sus
propias piezas. Esta es la técnica para un nuevo discurso, informar un flujo viviente
mientras se deforma así mismo. Aquí los instrumentos no se agrupan en una unidad
técnica, ni los movimientos obedecen una identidad estructural. Cada herramienta se
acopla con otras piezas mediante ligazones no localizables, todas se dispersan en
ciclos de funcionamiento indefinidamente, modificados dentro de un conjunto
automático de amplificación, diferenciación, intensificación y desmultiplicación.
Estos son los tres componentes de un nuevo objeto. Tenemos una materia-flujo que
funciona como el soporte móvil donde prolifera un cuerpo vegetal. Este cuerpo es sentido
como un verdadero flujo-viviente: Germinación, crecimiento y fructificación. Sobre este flujo
corre un flujo-técnico que lo prepara, lo deforma y lo dispersa continuamente. Nos gusta
pensar estos flujos como materiales continuos que teóricamente poseen la misma
naturaleza. Cada flujo es considerado como una continuidad infinita o una sucesión pura. Un
flujo viviente nos viene desde un origen sin tiempo y se prolonga hasta el infinito en nuestros
desechos: entra en nuestra boca, atraviesa el cuerpo, igualmente procede de otro cuerpo,
recorre nuestro intestino, sale por nuestro culo y continúa en otro organismo. Un flujo
informático, para utilizar un ejemplo menos escatológico, subsume la idea de una
continuidad infinita de datos, y aunque debe ser referida a una unidad de medida (Bits), en
primera instancia, es un chorro de información continua para nadie, la pura emisión
independiente del receptor. Estos flujos indefinidos son existencias problemáticas que solo
puede ser percibidas si aparece otro flujo que los corta o los diferencia. La luz, por ejemplo,
es una claridad para nadie, un flujo de ondas que no deja de propagarse en todos los
sentidos y en todas las direcciones, y que solo se revela como energía cuando es detenida
por una opacidad cualquiera.
177
Nuestro Sy-rrema agrícola en principio se compone de estos flujos indeterminados o
desnudos. A un primer nivel, solo existen relaciones abstractas entre las magnitudes
diferenciales de sus flujos. Pero esta indeterminación expresa únicamente el primer
momento. Cada flujo se vuelve perfectamente determinable cuando se conecta o se corta
con otro elemento, cuando se empareja en una síntesis reciproca con los demás flujos.
Ocurre que los cortes conectan y al mismo tiempo separan, son por derecho una síntesis
pero de hecho un análisis. Así es como el flujo viviente se corta y se transforma
recíprocamente con un flujo tecnológico, a partir de esta síntesis se abre la posibilidad de un
análisis en términos de cantidades energéticas, materiales o informáticas. En este segundo
momento, pasamos de las relaciones abstractas entre los flujos indeterminados, a los
valores físicos que caracterizan sus relaciones diferenciales. Finalmente, en un tercer
momento, los vínculos o los cortes diferenciales se materializan en relaciones concretas
aportando un modo de comprensión para todo el Sy-rrema. Son tres momentos simultáneos
que solo pueden explicarse sucesivamente: la indeterminación de los flujos continuos, la
determinación reciproca por corte y conexión entre los flujos, finalmente, la producción de un
Sy-rrema de flujos medibles o cuantificables como la síntesis portadora de su solución.
Este es el objeto del nuevo discurso: un conjunto operatorio de flujos energéticos,
informáticos y materiales. Piezas orgánicas e inorgánicas que se imbrican violentamente en
una alianza contra natura. Caudales de materia, luz y movimiento, que se cortan y se
conectan por sus bordes disimétricos bajo ángulos y velocidades diferentes. No cabe
preguntarse que es lo que es un flujo, sino cuando o en que condiciones corta y se conecta
con otro. No es necesario definir lo que es un Sy-rrema agrícola, sino entender en que casos
puede ser determinado, y de que manera pueden multiplicarse sus conexiones para hacer
correr sus caudales en todas las direcciones. Estamos lejos de un Sy-stema que busca
ordenar bajo su modelo de convergencia unas potencias que en realidad difieren. En este
Sy-rrema la diferencia de potenciales es el principio de emparejamiento para unos flujos
cuya única relación es la distancia. Aquí todo fenómeno esta compuesto de disparidades
infinitamente redobladas, no solo porque se ponen en juego un conjunto de elementos
heterogéneos, sino porque cada uno esta constituido en si mismo por un complejo de
diferencias. El flujo energético, por ejemplo, implica diferenciales de temperatura, de
potencial, de presión, de nivel.
178
Cualquier tipo de producción agrícola requiere una determinación rigurosa de estos flujos
materiales, energéticos e informáticos. Esto es lo que se llama un diagrama de fluxiones. Un
diagrama de fluxiones no es una foto, no es una radiografía, no es un esquema, no es un
“modelo” que rechaza lo accesorio y selecciona lo esencial para reproducirlo. Es un mapa
con miles de entradas y accidentes donde los fracasos y las fracturas son partes
constitutivas. Estamos frente a una operación fluctuante amenazada por accidentes externos
y desconocidos. Por eso el diagrama de fluxiones no puede obedecer a ningún modelo
estructural o genético. Frente a una situación mudable y llena de imprevistos, poco o nada
vale construir un Sy-stema que ajuste salidas y entradas (peso-altura-fuerza-costo-
desplazamiento). Se trata más bien de crear un Sy-rrema de caudales en un espacio sin
límite ni costanera. Cartografía modificable, alterable, flexible en todas sus dimensiones.
Madriguera, red o esponja. Politropo desmontable, adaptable, aplicable en diversos
entornos. Es el plano abierto de una afluencia continua que no puede ser representada, ni
modelada, ni calcada, ni programada; solo recorrida, modulada, cartografiada o diagramada
en un sobrevuelo. Vagabundeo lo suficientemente sinuoso como para seguir las ligeras
variaciones de su sentido. Intinerancia lo suficientemente oblicua como para recorrer las
tenues singularidades de su superficie.
El nuevo discurso no trata de representar ninguna forma fija, ni modelar unas funciones
formalizadas, tampoco de precisar unos canales uniformes, ni de encontrar unos puntos
muertos. Más bien busca seguir las líneas trazadas sobre el suelo por el hocico de un cerdo,
o recorrer las diminutas nervaduras de una hoja a la luz del sol. Por eso es tan diferente
modelar un sistema a diagramar un Sy-rrema. En el primer caso se necesita un punto de
vista fijo - exterior a lo modelado -, hay que permanecer estático para construir un modelo
universal que permita reproducir lo mismo una infinidad de veces. En el segundo caso es
inevitable deambular un poco, hay que aventurarse de vez en cuando a seguir una
intensidad fluctuante en todos sus desniveles, hay que permitirse el vagabundeo para
experimentar los diferenciales en este espacio de celeridades. Solo así podemos sentirnos
arrastrados por esos flujos despojados de forma y figura mientras multiplicamos sus cortes,
aceleramos sus partículas, agitamos su turbulencias y expandimos sus líneas erráticas. Y en
la medida que estos cortes, estas rayas, estas turbulencias, son demarcadas y
profundizadas en el acto de crear el diagrama, solicitamos la función háptica y no óptica de
nuestro intelecto. Una visión muy próxima, casi miope, que no distinga las figuras del fondo,
179
que permanezca pegada a su propio desfondamiento, que solo siga los giros, los saltos, las
rotaciones, los cambios de sentido en un teatro sin forma ni contorno.
Tamaña dificultad para un discurso que busca mantenerse sobre este escenario cambiante.
Las líneas, los cortes, las conexiones, los flujos y los reflujos son accidentales, aleatorios,
irracionales, imprevistos. Por eso el nuevo discurso no puede ser ni explicativo, ni
significante, sino mas bien implícito y asignificante. A fuerza de sobriedad debe hacerse
flexible, sinuoso, plegable y desplegable. En su afán de seguir unos caudales móviles de
energía y viento, se transforma el mismo en el murmullo fluctuante de lo que habla. Flujo
informe y continuo de palabras cuyo eco es su propio ruido y su ritmo una arritmia
deliberada. Es como soñar en voz alta. Estallido de historias completamente distintas que se
desarrollan simultáneamente dentro de otras historias. Multitud de palabras manando desde
un fondo desmesurado donde el sujeto se pierde a si mismo y el lenguaje se pone hablar sin
él. Película delirante donde no es posible equivocarse porque no hay ninguna comunicación
de sentido, ninguna significación, más bien una apertura de imágenes en todos los sentidos
sin mantener la identidad de un momento a otro.
No podemos negar la evidente afinidad del nuevo discurso con las formas virtuales del
lenguaje. La descodificación del texto (hipertexto), nos impone una nueva forma de utilizar
las palabras: no como una serie continúa de signos, sino como un plano de conexiones
múltiples y acentradas que puede ser recorrido de indefinidas formas siguiendo flujos
sonoros, visuales o auditivos. Todo ingeniero de sistemas lo sabe, antes de construir un
lenguaje programático según un código universal de signos, es necesario trazar un lenguaje
diagramático siguiendo flujos descodificados y desiguales. Esta nueva forma del lenguaje
permite ilimitadas interpretaciones debido a su no linealidad, el recorrido es siempre una
experiencia impredecible, como una navegación vacilante dirigida por un horizonte local de
búsqueda. Como sugiere Michel Serres “nunca volveré, si quiero, al mismo punto, aunque
sea el mismo nudo topológico, donde se puede ir en cualquier sentido, sin contradecir jamás
las otras direcciones”. Este es el triunfo de “lo virtual”: actualizar una multiplicidad anárquica
y sin esencia por vías divergentes.
La afinidad del nuevo discurso con el lenguaje virtual no debe llevarnos a equívocos. Un
lenguaje virtual no es menos material, ni menos real, que un lenguaje cualquiera, en si
mismo, posee una realidad sinsentido definido, que se actualiza, se diferencia y se resuelve,
180
siempre de manera distinta445. Esto hace imposible confundir el nuevo discurso con un
programa informático. Los programas informáticos siempre se ejecutan según las
posibilidades que ofrece su código original. Y el código esta allí para impedir las
realizaciones que no son viables. Por el contrario, el nuevo discurso se produce
directamente en lo real y debe conducir a donde el mismo lleve. Por eso no puede señalar
ningún proyecto. No presupone ningún programa. Tal vez su incapacidad para fijar una
dirección se llame indecisión, pero todo es poco cuando se trata de evitar la coraza limitante
de un propósito. Se trata de un pensamiento borroso, no binario, donde todo es cuestión de
grados y matices446. El nuevo discurso sugiere que cada cual lo rebase de forma distinta y lo
actualice en otro lugar. Funciona como un virus. Es un acto positivo de creación donde la
traducción y la copia se entienden como una traición y una metamorfosis. Alentar la máxima
descodificación en un espacio abierto de mutaciones. Trabajar para desquiciar todos los
códigos. Trasladar enunciados desde partes distintas. Mezclar y transcribir de forma
diferente los mismos discursos. Insertar aquí o allá fragmentos al azar. Dejar trozos en
lengua extrajera o sin traducir. Parodiar y parasitar simultáneamente todos los mensajes que
sean posibles.
Mientras el lenguaje informático responde a la lógica de la fotocopia, reproduciendo un
estado de cosas a partir de un código universal que las representa; el nuevo discurso altera
cualquier estado de cosas. Rechaza la codificación y procede con transformaciones
analógicas. Resulta fácil jugar con un código, incluso crear una clave cifrada, pero así no se
sale de un mundo representativo de signos convencionales. En todo caso tendremos una
producción limitada por su similitud con lo codificado, incluso cuando el producto es
diferente, nada impide que esa diferencia sea la simple combinación del código. Por el
contrario, una transformación analógica es independiente de cualquier combinación
analítica, es más bien una síntesis diferencial de signos dispares. Aquí los elementos entran
en relaciones reciprocas componiendo paisajes móviles de imágenes no-figurativas y
palabras no-significantes. Puras figuras-signos que solo llegan a ser lenguaje cuando su
constelación se deshace en provecho de otra. Calidoscopio de alta velocidad donde no hay
código previo ni semejanza final. Tres millones de puntos luminosos se combinan y se
deshacen para dar paso rápidamente a otra imagen. Como si no importara lo que se dice ni
445 ¿Qué es lo virtual?. Pierre Lévy. Paidós. Barcelona. 1999. 446 Pensamiento borroso: la nueva ciencia de la lógica borrosa. Bart Kosko. Critica. Barcelona. 1995.
181
como se lo dice (mensaje y código), sino no lo que se trasmite y como se lo transmite
(impulso y medio).
Vemos la cercanía del nuevo discurso con los instrumentos electrónicos. Su funcionamiento
esta cercano al lenguaje analógico y no debe confundirse con el digital. Los sistemas
digitales son integrados e integradores, operan cierto tipo de recuento que trasforma todo en
dígitos binarios (1,0 – Bueno, Malo – Blanco, Negro). Cualquier elemento capturado será
binarizado y homogenizado en una dicotomía de valores. Por el contrario, los conjuntos
analógicos son modulares y modulantes, ponen en conexión inmediata voltajes o flujos
heterogéneos, creando una modulación difusa en un plano de coexistencias simultaneas.
Aquí los impulsos se conectan o se cortan a grandes velocidades y en tiempo real. De
repente todos los voltajes son tratados como magnitudes intensivas, vectoriales, ordinales,
todos implican una diferencia irreductible con respecto a los demás. El nuevo discurso opera
como un sintetizador analógico. Tiene como función mezclar y hacer variar unos flujos
dispares para producir un ritmo fluctuante de moldeado variable y sin molde fijo. Mientras
tanto los sistemas digitales se dedican a codificar todo utilizando unidades discretas,
extensivas, escalares, según un programa de adiciones entre dígitos binarios.
Con un poco de atención se puede sentir el ritmo electrónico del nuevo discurso. Música de
47 primeros tiempos donde se descubren variaciones múltiples bajo un ritmo estereotipado y
monótono, y al mismo tiempo, se consiguen repeticiones mecánicas y disfrazadas sobre un
millar de ritmos discordes y diferentes. “Plenitud sonora que contiene en efecto otras muchas
músicas, cada una de las cuales es un devenir musical”. Música fractal decía Stock-Hausen.
El ritmo crece o se disminuye por variación o sustracción sobre el mismo impulso. Los
sonidos se amplifican y se eliminan, se hacen crecer o se dejan morir, modulando
continuamente sus velocidades. El nuevo discurso se manifiesta como una pulsación
progresiva y mortal donde incluso los silencios son una materia de expresión. Aquí el
lenguaje no marca acentos o intervalos, mejor se eleva por encima de los impulsos, unas
veces cabalga uno, otras veces se inserta en otro, pasa entre dos o permanece el mismo
como un ritmo no pulsado, creando desigualdades inconmensurables en un espacio sin
embargo limitado.
Seguramente parece muy arriesgado acercar tanto el nuevo discurso a una experiencia
musical. Y en realidad es muy arriesgado. Se corre el riesgo de empujar la práctica científica
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hacia umbrales que no son propiamente científicos. Es por eso que el nuevo discurso no
puede dormirse ni quedarse quieto, debe mantener una vigilia “tan despierta y tan lucida”
que no confunda la inconstancia de su imaginación con la pereza de su ensueño. Su acción
se ejercita en un terreno movedizo y podría fallar por lo menos en dos sentidos. De un lado
puede quedar enredado en unos datos significantes y explicativos. Establecer un programa
que devuelva alguna permanencia a su realidad fluctuante y le permita edificar bajo la suave
interioridad de su conciencia una identidad fija. Pero también puede pasar del otro lado,
precipitarse en un fondo sin líneas ni medios. Caer absorbido por el fárrago de sus propias
imágenes en una confusión sin límites. Irremediablemente perdido en un mundo
insignificante de soplos y silbidos.
Menos mal que el nuevo discurso no es un programa ni es un caos. Su capacidad de transito
lo mantiene entré ambos. Corriendo de un lado al otro por las dos caras de su superficie.
Despreocupado y al mismo tiempo celoso. Señalando la posibilidad de un espacio que no
termina de ocupar. Disimulando la creación de su sentido por pura ausencia y sugiriendo la
presencia vacía donde no esta. Permaneciendo en el umbral atrayente de su propio abismo
como un ejercicio de aprendizaje. Es un ir y volver, donde el ir en cierto modo se hace mas
fácil a medida que el volver se hace mas difícil. Pero luego, por anormal que parezca, el ir se
hace tan fácil como el volver, y después, tanto el volver como el ir se convierten en
demasiado fáciles o se nos antojan difíciles para no parar de ir y de volver. Gozosa erosión
de las palabras que no ofrecen nada más que el paladear de un acercamiento infinito. Es la
atracción de una grieta sin protección ni obstáculo de donde surge el canto inédito de un
lugar antiguo o el gruñido monótono de un tiempo porvenir.
De ahí la necesidad de empujar este discurso hacia su grieta, alejándose inmediatamente
después de hacer consciente su certidumbre. Y sobretodo refutar lo que acaba de decir,
para sacarlo de sus propias casillas despojándolo de su poder. Solo así puede mantenerse
como una experimentación activa que no pertenece a nadie. Recomenzando con cualquiera
y proliferando en todos. Continuo ejercicio para permanecer discontinuo respecto a su
propia continuad. Goteo insistente que pude renovarse en cualquier parte y en cualquier
sentido. El nuevo discurso se fragmenta en una muchedumbre de voces de las cuales el
sujeto no es responsable, mientras las palabras se propagan al infinito en un mundo sin raíz
ni zócalo.
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Nos lanzamos a la búsqueda de un objeto y finalmente nos encontramos con un extraño
sujeto. Retomando las palabras de un popular epistemólogo, un discurso es la manera de
nombrar unos objetos, y además, es una manera de establecer el sujeto que puede o debe
conocer estos objetos. Salta entonces nuestra ultima paradoja. En lugar de descubrir un
orador bien constituido que formule este discurso; nos encontramos con un lenguaje
desnudo, donde ninguna identidad puede arraigarse, puesto que la dispersión de las
palabras crea un murmullo continuo donde el sujeto no es más que un accidente gramatical.
Fluctuación final. Sea entonces un campo libidinal cargado de signos que no son por si
mismos significantes, en la media en que son el producto de un juego de pulsiones
transitorias que no tienen finalidad ni sentido (libido). Ello es aquí y también es allá. Lugar
móvil de excitaciones sin conjunción, pluralidad de centros con mil impulsos que se
superponen y se diseminan mezclando imágenes fortuitas de una manera confusa. Es la
actividad espontánea de una multiplicidad neuronal, campo aleatorio de posibilidades
infinitas, con más de quinientos millones de conexiones por milímetro cúbico, donde circulan
flujos químicos, eléctricos, endorfinas y morfinas, produciendo objetos mentales no
estabilizados. Son estas visiones que estallan y se diluyen soltando regueros luminosos de
fuego, como caballos alados que escapan dejando una estela nostálgica por no haberlos
montado nunca.
No hay porque buscar aquí ninguna declaración personal, ninguna posición individual,
ningún Yo. Esta es una actividad impulsiónal que obedece a la manifestación puramente
física del cuerpo libidinal. Superficie epidérmica donde coexisten diversos centros en una
dispersión no organizada como sujeto. Hormigueo de voces inconscientes que repugnan su
propia identidad. Y de pronto, una violencia, una inclinación. La contingencia de un
encuentro extraño y hostil deja perplejo el cuerpo o le produce un humor. El campo libidinal
se inclina, declina, fluctúa de cierta manera, tiende hacia una región puntual. Un humor
dominante se apropia del campo psíquico y lo fuerza a plantearse una cuestión. Se maquina
de repente una Idea. Emergen fulgores que no siempre son claros ni distintos.
Acontecimiento sorpresivo generado en la capacidad de combinar aleatoriamente un millar
de impulsos neuronales para responder a lo que hay de impensado y fortuito en las
tempestades y perturbaciones venidas del exterior.
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Entonces la fluctuación libidinal se empobrece, se cristaliza alrededor de una conciencia que
se supone unitaria. Los impulsos se condensan y se movilizan en determinada dirección. La
persona se fija, el carácter se afirma, aparece un sujeto consciente que declara su propio
sentido y construye una finalidad para sus actos. Elabora un discurso coherente apoyado en
un sujeto gramatical que formula declaraciones, explicaciones, proyectos, etc. Comienza por
expresarse de forma inteligible para otro intelecto. Este discurso solo ofrece una significación
para otros porque es un código de signos comunes y cotidianos. Códigos fonéticos, léxicos,
sintácticos, estilísticos, sociales o institucionales, que funcionan acogiendo o rechazando las
palabras, como mecanismos de refuerzo y selección cultural, marcando lo útil y lo real sobre
cada individuo.
Y sin embargo, esta no es la única línea. Al mismo tiempo y en el mismo espacio diverge
una línea lúdica por desconocimiento de lo útil y lo real. El intelecto simulador se da a sí
mismo un objetivo parcial, tanto porque es un despojo de objetivo, como porque no puede
ser imparcial. Se construye un discurso con un objetivo divido en dos lados disimétricos.
Corre al mismo tiempo por dos caras desiguales que se hacen frente. Cada una es el eco y
también la denegación de la otra. De un lado corre un objetivo recubierto por mil
revestimientos y disfraces, siempre deformado. Nunca nos dirá lo que es ni lo que quiere,
puesto que no tiene más sentido que ser. Deseo abierto y desbordante que no se aproxima
a nada, puesto que solo él esta ahí, como una evidencia muda y extraña. Maravillosa
atracción que no persigue nada, puesto que el objeto que viniera a colmarla la haría
desaparecer en un disgusto o en un placer. Del otro lado corre este objetivo tomándose así
mismo como un objeto placentero, pasa como una declaración de intención bajo el código
cotidiano. Entonces lo interpretamos como un objetivo valido dentro de un lenguaje
institucional. Un lenguaje tan bien instalado en nosotros, que valiéndonos de el, nunca
acabaríamos de declararnos a nosotros mismos que quiere este objetivo del otro lado.
Y si de repente el objetivo invierte o pervierte las superficies, aflora como una supresión
lúdica de la coherencia, diluyendo la conciencia de los dos lados y dejando fluir un deseo
demasiado viscoso. Por eso el sujeto se aferra a este lado de su discurso, donde necesita
los signos institucionales para hacer de su objetivo una declaración intercambiable con otros.
Construye entonces un espacio de simulación que se desarrolla fulgurante a partir de sus
vértebras inferiores. Es la simulación consiente de su inconsciencia: utilizando el código de
los signos institucionales hacer pasar de este lado un objetivo sin sentido ni finalidad. Este
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no es el objetivo de su deseo, puesto que no puede haber ningún objetivo para una fuerza
inconsciente, pero es la sabia simulación que le vale como objetivo en este discurso que
debe fingir su coherencia de este lado. El intelecto inverso o perverso debe simular un
objetivo, este es su deseo de este lado, que valga para su discurso. Y puesto que el código
institucional funciona como un constreñimiento nunca podrá conocer el deseo que esta del
otro lado. Por eso necesariamente entrega un fantasma como obsequio gratuito en un
intercambio fraudulento. Vemos funcionar el código de los signos institucionales de este
lado, como una resistencia exterior y validante sobre nuestro objetivo, pero en un segundo
momento, momento de la simulación, estos signos se excluyen así mismos convirtiéndose
en un instrumento que nos abre la posibilidad de acreditar como real un objetivo falso para
nosotros mismos, y que tiene, como única verdad, no hacer pasar nuestro deseo nunca del
otro lado. En adelante, hay una complicidad entre el intelecto simulador y el objetivo de su
discurso, que el mismo admite como la intención de producir un gran simulacro.
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Contenido
INTRODUCCIÓN......................................................................................................................................4
I. VISIÓN ANTIGUA: LA LLEGADA DE LA AGRI-CULTURA....................................................................9
1. Los Indios...................................................................................................................................10
2. El Imperio....................................................................................................................................13
3. Las Cosas de la tierra...............................................................................................................14
4. Desviaciones y resistencias....................................................................................................20
II. VISIÓN CLÁSICA: EL FOMENTO DE LA AGRICULTURA..................................................................22
1. Condiciones de aparición para el fomento agrícola............................................................22
2. Los sabios ilustrados en agricultura.......................................................................................31
3. Ordenar la población para fomentar la agricultura y viceversa.........................................33
III. VISIÓN ROMÁNTICA: LA AGRICULTURA CIENTÍFICA....................................................................40
1. Condiciones de aparición para la agronomía científica......................................................40
2. El nuevo dispositivo agronómico............................................................................................53
3. Por fin la agriculta científica.....................................................................................................58
IV. VISIÓN MODERNA: MICRO-POLÍTICA AGRARIA............................................................................85
1. Fabricar agricultores, técnicos agrícolas y agrónomos.......................................................88
2. Fabricar un caficultor..............................................................................................................105
3. La paradoja de los procesos disciplinarios.........................................................................124
4. Agronomía científica y Disciplina..........................................................................................126
5. Leyes científicas para la agricultura.....................................................................................128
V. VISIÓN POST-MODERNA: LA AGRICULTURA ECOLÓGICA...........................................................134
1. Condiciones de aparición para la agricultura ecológica....................................................134
2. La ciencia agroecológica........................................................................................................141
VI. Visión contemporánea: balance-diagrama......................................................................164
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