El renacimiento y el humanismo

Post on 08-Jun-2015

980 views 0 download

transcript

UNIVERSIDAD DE ORIENTEUNIVO

ESCUELA DE POST-GRADO

TEMA

EL RENACIMIENTO Y EL HUMANISMO.

SAN MIGUEL, AGOSTO DE 2013

Introducción

Entre 1350 y 1550 la sociedad europea occidental conoció y vivió una auténtica

revolución espiritual, una crisis de perfiles muy nítidos en todos los órdenes de la vida;

una profunda transformación del conjunto de los valores económicos, políticos,

sociales, filosóficos, religiosos y estéticos que habían constituido la vieja civilización

medieval, aquella que había sido definida, con un cierto desprecio, como la edad de las

tinieblas. La imagen que historiográficamente poseemos de aquel período que

denominamos Renacimiento es, por consiguiente, la de una época cuyo común

denominador fue la transformación, la renovación y la creación de nuevos códigos de

conducta. Por lo tanto, el Renacimiento es una época de ruptura con el oscurantismo

medieval, un período de renovación del arte y de las letras, de recuperación y de

acercamiento a los clásicos, de restauración de la Antigüedad, de un uso novedoso de

la razón en todos los campos del saber. Asimismo, el período se caracteriza por la

aparición de un fuerte proceso de secularización de la vida política y por la presencia

de una escuela de pensamiento nueva, el Humanismo.

El término Renacimiento adquirió su sentido actual hacia 1860. Este término implica

una noción comparativa por lo que renacer, en concreto, era un término en uso con

sentido claramente religioso y cristiano. La Biblia habla en muchas ocasiones del

hombre nuevo, renacido. Cristo, Juan el Evangelista y san Pablo emplearon estas

expresiones, como ya lo había hecho Isaías. No es de extrañar, por tanto, que los

teólogos medievales hiciesen constantemente uso de los mismos conceptos, de tal

manera que su empleo por los humanistas, que se hallaban dentro de la tradición

cristiana, no constituyera ninguna novedad. No obstante, es importante destacar que

los humanistas y los artistas de los siglos XIV al XVI, cuando empleaban esa

terminología, fueron conscientes de poseer por vez primera un moderno sentido de la

periodicidad histórica, esto es, tomaron conciencia de que entre la Antigüedad clásica y

su propio tiempo hubo una larga etapa de decadencia de la literatura y el arte. En su

tiempo, sin embargo, las letras y las artes habían recuperado el brillo de la Antigüedad,

es decir, se había producido un fenómeno de restauración, de refloración, de vuelta a la

luz. Tenían la certeza de que, pese a imitar a los antiguos, eran los primeros en

descubrir que se hallaban ante algo nuevo. En definitiva, estaban viviendo un

Renacimiento.

Posteriormente, en el siglo XVII, los escritores que admiraron o se ocuparon del estudio

de los doscientos años precedentes, llegaron a pensar que se trataba de un período

intermedio entre la Edad Media y lo moderno. Era una forma más de aludir a la

recuperación cultural que había representado aquella época.

De esa manera ya se podían contrastar con precisión una Edad Antigua brillante, una

Edad Media oscura en la que las letras habían sido relegadas al silencio y una época

nueva en la que renacían. Por el contrario, los escritores románticos del siglo XIX,

defensores de un medievalismo idealista, prestaron escasa atención al Renacimiento,

considerándolo además como una época pagana y materialista,

"La Cultura del Renacimiento en Italia" (1860), viene a sostener que el Renacimiento

fue una tumultuosa revuelta en la cultura de los siglos XIV y XV, provocada por el genio

del espíritu nacional italiano. El Renacimiento se distinguía, por presentar las siguientes

manifestaciones: por el nacimiento del Estado como una obra de arte, como una

creación calculada y consciente que busca su propio interés; por el descubrimiento del

arte, de la literatura, de la filosofía de la Antigüedad; por el descubrimiento del mundo y

del hombre, por el hallazgo del individualismo, por la estética de la naturaleza; por el

pleno desarrollo de la personalidad, de la libertad individual y de la autonomía moral

basada en un alto concepto de la dignidad humana.

El presente reporte que nos ocupa hace una breve descripción de los personajes que

dieron aportes importantes al Renacimiento y Humanismo, en el área de pedagogía, lo

cual se refleja en cada una de sus distintas formas de pensamiento.

Objetivos

• General

• Identificar algunos de los aportes más importantes que hicieron algunos de los

filósofos más influyentes como lo fueron: Victorino de Feltre, Tomas Moro,

Erasmo de Róterdam, Luis Vives, durante las etapas del renacimiento y el

humanismo europeo en la edad media.

• Específicos

• Detallar los datos biográficos de los filósofos: Victorino de Feltre, Tomas Moro,

Erasmo de Róterdam, Luis Vives.

• Conocer las obras más influyentes que realizaron durante los periodos del

renacimiento y humanismo.

• Determinar las principales contribuciones hicieron a la pedagogía dichos

filósofos.

Victorino de Feltre

Vittorino Ramboldini más conocido como Vittorino da Feltre

(Feltre, 1372 o 1378 -Mantua, 2 de febrero de 1446) fue un humanista y educador

italiano.

Vittorino Ramboldini fue hijo de un escribano, se marchó hacia Padua para estudiar en

la Universidad de Padua, donde fue alumno de Gasparino de Barzizza. Fue invitado a

Mantua por Francisco I Gonzaga y allí se estableció en 1422. Pronto fundó (en 1423)

allí una escuela bajo los ideales cristianos unidos a los del humanismo. La llamó Ca'

Gioiosa, que significa La casa de la alegría. La estableció alejada de la agitada y

mundanal vida cortesana, en un poblado que Gonzaga, su colaborador, dejó a su

disposición. Él vivía con los mismos alumnos en la misma casa, por lo que se ha

considerado que fundó la primera escuela pupila secular.

Obra y pensamiento

Victorino de Feltre, fue un innovador en el área educativa, convencido de que la

educación debía estar basada en el interés de los alumnos, quienes no debían

considerarla un castigo.

Fue el primer humanista en desarrollar un currículo de educación física. Su programa

incorporaba la arquería, las carreras, los bailes, la cacería, la pesca, la natación, la

esgrima, la lucha y los saltos. Según Vittorio, la educación física debería ser

considerada como cualquier otra disciplina dentro del proceso educativo del individuo,

ya que es indispensable para el aprendizaje en otros campos del saber. Además, era

importante para disciplinar el cuerpo, la preparación de la guerra y para el descanso y

la recreación. Se le atribuye a él la creación de ejercicios especiales para niños con

incapacidades físicas.

Su sistema de enseñanza fue imitado en toda Europa, especialmente en Inglaterra.

Victorino de Feltre y también abrió diversos Centros autónomos de educación en Milán,

Venecia y Mantua. El de Mantua, llamado "La Giocosa" acogió estudiantes de media

Europa por el gran prestigio que tuvo, debido a los sistemas liberales, eruditos y

naturales que empleaba.

De portentosa facilidad para exponer su pensamiento, su sistema fue modelo del estilo

renacentista, que se distinguió por buscar la educación completa de la persona desde

las artes y las letras.

Con todo, en su sistema lo religioso y lo moral tuvo la primacía, pero siempre

armonizado con la importancia otorgada a las ciencias naturales, a las expresiones

artísticas y a los ejercicios corporales, reforzado todo ello con la práctica de las virtudes

más selectas. Se le considera el mejor exponente de la pedagogía humanista y un

precedente de la educación activa de Pestalozzi.

Pedagogo italiano más original, era un humanista cristiano, el primer educador del

renacimiento italiano, tenía ideas novedosas para la época. Fue llamado para educar a

los hijos del príncipe de Mantua y dirigir una escuela dentro de nuevos ideales

humanísticos.

El instituto, modelado con el espíritu del renacimiento, fue una verdadera escuela

nueva, reuniendo sus nuevos métodos pedagógicos con las finalidades de la educación

tradicional y cristiana, en su escuela, reinaba un clima de alegría y libertad, corrigió

abusos corrientes de la época; desterró manjares delicados, la comida era sencilla y

frugal, al igual que vestidos y muebles. Pensaba que los ejercicios físicos, influían

saludablemente sobre el alma y les dio gran importancia.

Sus alumnos eran ejercitados en danza, instrumentos de música y canto; en la

primavera interrumpían las clases para dar paseos interesantes y largos recreos.

Propuso varios estudios al mismo tiempo, para que el espíritu descansara con la

variedad de los asuntos, alababa la enciclopedia de los griegos, porque la ciencia y la

educación se componen de numerosas disciplinas, y es conveniente conocerlas para

discurrir sobre ellas en su oportunidad.

Todo, en su sistema, tiende al desarrollo de la razón, a pensar. Procuró todos los

medios para que su enseñanza fuera atrayente. Prodigaba cuidados especiales a los

menos dotados, exigía una atención sostenida. Los ejercicios escritos se hacían con

sumo cuidado, y el maestro les corregía. A diario los alumnos asistían a misa en la

capilla de la casa. Era inflexible respecto a la decencia y los buenos modales.

Pretendía conocer a fondo a sus alumnos, así que los dejaba en plena libertad de

acción en las relaciones que tenían con él. Se informaba sobre las condiciones de sus

familias para descubrir las influencias de la herencia, del atavismo, y escoger las

actividades a desarrollar y las artes a dedicarse.

En la escuela había ardor para el bien y afición al estudio, por medio de alabanzas

dadas oportunamente, cultivándose con cuidado el sentido del honor y el afán de gloria.

Los castigos repugnaban a su modo de ser, por eso los aplicaba en caso de extrema

gravedad. Creía que era preferible prevenir las faltas mediante una disciplina prudente.

La bondad inteligente, combinada con firmeza, era el mejor sostén de la cultura moral.

El afecto dominaba en este sistema, uniendo a maestros y discípulos.

Puntos a destacar:

• Fue el pedagogo italiano más original, humanista cristiano.

• Primer educador del renacimiento italiano.

• Fue llamado para educar a los hijos del príncipe de Mantua.

• Estudio en la universidad de pauda.

• Fue alumno de casperino de barzizza.

• Fundo en 1423 una escuela bajo los ideales cristianos unidos a los del humanismo.

• Fundo la primera escuela pupila secular.

• Vivía con los mismos alumnos.

• Fue un innovador en el área educativa que debía estar basada en el de los alumnos.

• Fue el primer humanista en desarrollar un currículo de educación física

• Su sistema de enseñanza fue imitado en toda Europa especialmente en Inglaterra

Tomas Moro

Thomas More, conocido por la castellanización de su nombre como Tomás Moro y

en latín como Thomas Morus (Londres, 7 de febrero de 1478– Ibídem, 6 de

julio de 1535).

De Tomás Moro -Sir Thomas More en inglés- o Santo Tomás Moro, ya que la Iglesia

Católica lo beatificó en 1886 y lo canonizó en 1935, se ha dicho, entre otras cosas, que

fue “la figura más atractiva de comienzos del siglo XVI”, “la voz de la conciencia de la

primera Reforma inglesa” y “una de las tres mayores personalidades del Renacimiento

inglés”. Fue erudito, abogado, teólogo, estadista y finalmente mártir, y su influencia se

dejó sentir menos en la evolución de la Reforma de Inglaterra que en la creación de un

género literario particular: la descripción futurista e idealista de la sociedad ideal. El

título de su libro más famoso, Utopía, se ha incorporado al lenguaje común y el término

“utópico” se utiliza a menudo para referirse a una idea o un concepto idealista y

sumamente deseable pero al propio tiempo totalmente inviable e irrealista. En el campo

de la ciencia política, tanto los liberales como los socialistas atribuyen a Tomás Moro la

paternidad de algunas de sus ideas.

La vida de Tomás Moro

Tomás Moro nació el 6 de febrero de 1478 en Londres; su padre John (muerto en 1530)

era jurista. Ciertos biógrafos han dicho que fue juez, pero es más probable que fuera

abogado. Sin duda alguna influyó en el pensamiento jurídico de su hijo. Tomás se

educó en la St. Antony's School, entonces la mejor de Londres, y a los doce años de

edad fue enviado a casa del cardenal John Morton, arzobispo de Canterbury y Gran

Canciller de Inglaterra. En 1492, Morton envió al joven Moro al Canterbury College

(después Christ Church College) de Oxford, a estudiar derecho. En Oxford, Moro

estudió con Linacre (1460-1524), uno de los principales humanistas del Renacimiento.

Linacre era un erudito clásico, preceptor del hijo mayor de Enrique VII, el príncipe

Arturo, y también médico que más tarde fundaría el Royal College of Physicians (1518),

del que fue el primer presidente. Linacre, que más tarde dio nombre a un “college” de

Oxford, enseñó a Moro y a otro alumno, Erasmo, el latín y el griego, les inculcó su

entusiasmo por lo que entonces se denominaba el “New Learning” [El nuevo saber]

que más tarde recibiría el nombre de “Renacimiento”, y les comunicó su gran apetito

intelectual por los clásicos, las humanidades, la literatura, la poesía y la música. John

Colet (1467-1519) enseñaba también en Oxford en esta época y compartía muchas de

las nuevas ideas del Renacimiento, aunque su influencia en Moro se produjo a través

de sus escritos teológicos y su predicación. A su salida de Oxford, Moro completó sus

estudios jurídicos en los Inns of Court (colegios de abogados) de Londres, primero en

el New Inn y después en el Lincoln’s Inn, antes de ser nombrado profesor interino en

el Furnival’s Inn. Su competencia en cuestiones jurídicas era tal, que sus servicios

fueron muy solicitados. Ciertamente, parecía llamado a cumplir las más altas funciones.

Moro fue un hombre excepcional por muchos conceptos: por la plenitud de su vida

pública y profesional, y por sus prodigiosos escritos, en latín y en inglés, que redactaba

en los momentos que le dejaban sus obligaciones públicas, y también, y sobre todo,

por su vida familiar en la que puso en práctica muchas de sus ideas educativas, en lo

que él llamaba su “Academia”(es decir, su hogar).

Moro, hombre del Renacimiento y educador

La alta consideración en que sus contemporáneos tuvieron a Moro se debe tanto a sus

ideas como a sus escritos religiosos. Richard Whittington, maestro de escuela de

Londres, escribía a este respecto en 1520: “Moro es un hombre que posee el ingenio

de un ángel y una erudición singular; tan pronto maravillosamente alegre y entretenido

como solemne, según lo requieran las circunstancias, dijéramos, un hombre para toda

ocasión”.

Tomás Moro, “cuya integridad, encanto personal, suave determinación y doloroso

destino hacen de él la figura más atractiva de comienzos de siglo XVI”, junto con su

gran amigo Erasmo, hizo que los estudios renacentistas dieran prioridad al

pensamiento moral y religioso, y no sólo a las influencias paganas o artísticas, corno

ocurría en Italia. Se atribuía igual importancia a las cuestiones filosóficas y morales

planteadas por escritores griegos como Platón y Aristóteles que a las historias y

leyendas.

En las cartas que escribía al preceptor de sus hijos (Peter Gunnell), Moro le daba

instrucciones muy precisas acerca de su educación. Era un decidido partidario de la

educación superior para la mujer, basada especialmente en el estudio de los clásicos y

la filosofía, como antídoto de las aburridas lecciones de música, bordado y cocina. Las

hijas de Moro, por cierto, escribían en latín y lo hablaban a menudo en casa. Por

desgracia, a comienzos del siglo XVI la educación, dominada por la Iglesia, era estéril y

aburrida, y consistía en el aprendizaje memorístico del catecismo y las conjugaciones

latinas, algo de cálculo y traducciones del latín al inglés y viceversa. La progresiva

aparición, inspirada en la literatura griega, de una nueva percepción del mundo como

un lugar hermoso, y de la belleza y la personalidad del ser humano, transformó la

concepción de la educación, y Moro trató de poner en práctica las nuevas ideas en su

“academia”.

La “academia” de Moro

La familia extendida de Moro se componía de 21 personas, más otros muchos criados

y allegados. Moro se había reservado una dependencia separada con una capilla, una

biblioteca y una galería. Los viernes se recluía allí, dedicado al estudio y la oración.

Puede decirse, no obstante, que todo su hogar era un lugar de experimentos

educativos. Enseñó a su mujer y a su familia a cantar y tocar diferentes instrumentos

musicales, y a leer y debatir sobre cuestiones filosóficas y teológicas en latín y en

inglés, y a veces en griego. No hacía ninguna distinción entre hombres y mujeres, y se

ha dicho que el hogar de Moro era “un modelo intemporal de felicidad doméstica”.

La descripción más precisa de la vida doméstica de Moro nos la da Erasmo, gran

amigo y asiduo visitante de la casa: “Podernos decir de él que preside una segunda

Academia como la de Platón, sólo que en vez de la geometría y los números

encontramos allí las virtudes domésticas. Todos los miembros de su hogar están

ocupados. No se oye allí una palabra más alta que otra, sino que se mantiene la

disciplina con cortesía y amabilidad… En el hogar de Moro, se diría que ha renacido la

Academia de Platón, salvo que en ella los debates eran acerca de la geometría y el

poder de los números, mientras que la casa de Chelsea es una verdadera escuela de

religión cristiana... No hay nadie, ya sea hombre o mujer, que no lea y estudie las artes

liberales. Y sin embargo, lo que más les ocupa es la devoción. A nadie se le ve nunca

ocioso. El cabeza de familia gobierna la casa con gentileza y amabilidad, y no con

altivez y reprimendas frecuentes”.

¡Qué contraste entre esta imagen y los frecuentes azotes que recibían los alumnos de

las escuelas que no sabían la lección!

Moro creía firmemente que los hijos son un don de Dios a los padres, a la Iglesia y a la

nación. Era importante, pues, que recibieran una buena formación y educación, no sólo

de sus padres, sino también del Estado y de la Iglesia, que debía poner a su

disposición los necesarios profesores competentes para los jóvenes. Estas ideas se

exponen en Utopía. Uno de los problemas de la escuela a comienzos del siglo XVI era

que los maestros carecían de formación.

Moro estimaba que el Estado tenía la clara responsabilidad moral de organizar un

sistema adecuado de formación de los maestros, pero también de organizar el sistema

escolar.

“Utopía”

La filosofía de la educación de Moro estuvo muy influida por sus amigos y colegas y los

debates que sostenían, así como por sus lecturas, observaciones y convicciones

políticas. Tenía una firme confianza en la capacidad del ser humano de realizarse y de

superar la adversidad, de interesarse por las artes, la literatura, la música y la filosofía,

y de mantenerse al corriente de las novedades científicas.

La primera versión de Utopía se publicó en latín en 1516. La traducción al inglés no se

publicó hasta 1556, pero para entonces sus principales argumentos eran bien

conocidos y habían sido ampliamente debatidos. Utopía hizo de Moro uno de los

pensadores y visionarios humanistas más eminentes del Renacimiento.

Utopía es una sátira política, pero también una obra alegórica y romántica.

La historia se sitúa en una isla imaginaria donde no hay guerras, miseria, delitos,

injusticias ni ningún otro de los males que aquejaban a la Europa contemporánea.

Todos reciben por igual riqueza, alimentos y pobreza. Nadie tiene más que otro. El

Estado supervisa y garantiza una justa distribución de los recursos, incluidos los

cuidados de la salud. La jornada de trabajo se limita a seis horas, y el tiempo libre se

dedica al estudio de las artes, la literatura y la ciencia. Como la enseñanza técnica y

profesional está abierta a todos, cada uno puede aprender al menos un oficio. Sólo se

permite el combate en defensa propia, y los que infringen la ley son condenados a la

esclavitud.

Cada niño y niña tiene derecho a una educación completa, entendiendo por esto el

estudio de la literatura, los clásicos, el arte, la ciencia y las matemáticas, lo que hoy día

llamaríamos un “programa equilibrado”. A los niños se les despierta la conciencia

política en clases de instrucción cívica. El Estado es responsable de la educación y de

garantizar una plantilla de maestros capacitados. Las niñas no deben recibir un trato

distinto del de los niños.

En Utopía se exponen otras tres ideas pedagógicas. La primera es la siguiente: “Los

magistrados... no quieren obligar a los ciudadanos a realizar contra su voluntad

trabajos superfluos, ya que las instituciones de aquella república tienden esencialmente

a liberar a todos los ciudadanos de las servidumbres materiales en cuanto lo permiten

las necesidades de la comunidad, y a favorecer la libertad y el cultivo de la inteligencia.

Para ellos, ése es el secreto de la felicidad humana”. La segunda idea es que los niños

y los adultos deben relacionarse libremente entre sí y aprender mutuamente, idea que

sólo se ha empezado a aplicar de verdad a finales del siglo XX. La tercera idea es que

toda educación debe tener un fuerte componente moral, enseñado por sacerdotes que

son “los responsables de la educación de los niños y los adolescentes”. Si (esas ideas)

“penetran en el alma de los niños, permanecerán en ella a lo largo de toda la vida de

adultos y contribuirán sobremanera a conservar el Estado, que nunca se ve tan

amenazado como por los vicios que se derivan de doctrinas erróneas”.

Erasmo de Rotterdam

(Desiderio Erasmo de Rotterdam; Rotterdam, 1466 - Basilea, 1536) Humanista

neerlandés de expresión latina. Clérigo regular de san Agustín (1488) y sacerdote

(1492), pero incómodo en la vida religiosa (que veía llena de barbarie y de ignorancia),

se dedicó a las letras clásicas y, por su fama de latinista, consiguió dejar el monasterio

como secretario del obispo de Cambrai (1493).

Cursó estudios en París (1495) y, tras dos breves estancias en Países Bajos (1496 y

1498), decidió llevar vida independiente. En tres ocasiones (1499, 1505-1506 y 1509-

1514) visitó Inglaterra, donde trabó amistad con J. Colet y con T. Moro, en cuya casa

escribió su desenfadado e irónico Elogio de la locura (1511), antes de enseñar teología

y griego en Cambridge.

Erasmo de Rotterdam

En París inició, con Adagios (1500), un éxito editorial que prosiguió en 1506 con sus

traducciones latinas (Luciano y Eurípides) y que culminó en Basilea (1515-1517 y 1521-

1529) con sus versiones de Plutarco, sus ediciones de Séneca y de san Jerónimo y su

gran edición del Nuevo Testamento (1516: con texto griego anotado y su traducción

latina, muy distinta de la Vulgata), que le dio renombre europeo.

Si sus primeros diálogos Antibárbaros (1494) veían compatibles devoción y cultura

clásica, en el Enquiridión (1504) defendía una audaz reforma religiosa. Fruto de las

lecciones que diera para vivir, sus manuales de conversación latina (1497) son el

origen de los Coloquios familiares (1518), de gran difusión y resonancia. Fue la crítica

de L. Valla a la versión de la Vulgata lo que le decidió a dedicarse, algo tardíamente, a

las letras sagradas para reconciliar cultura clásica y teología (se doctoró en esta ciencia

en Turín en 1508).

En sus viajes, visitó también Padua, Siena, Roma (1509) y diversas ciudades de

Alemania (1514), en cuyos círculos humanísticos fue acogido de forma triunfal. León X

le dispensó de tener que vestir el hábito para que viviese en el mundo y fue nombrado

consejero del emperador (a quien dedicó la Institución del príncipe cristiano, 1516).

Aunque inicialmente no le prestó gran atención, el crecimiento del problema luterano le

hizo cada vez más difícil su insistente pretensión de neutralidad: si en 1517 se había

ido a Lovaina, en 1521 hubo de salir de la ciudad y volver a Basilea, por lo insostenible

de su situación (aun distanciándose claramente de Martín Lutero, insistía en ser no

beligerante) y para guardar su independencia. Pero en 1524 lanzó su Disquisición

sobre el libre albedrío, con una violenta respuesta de Lutero (Sobre el albedrío esclavo,

1526) y con su correspondiente réplica (Hyperaspistes, 1526). Y, pese a su neutralidad

en la pugna de Enrique VIII con el papa, su Ciceroniano (1527) refleja ya el desengaño

de quien ve sus ideales contrariados por los hechos.

Implantada la Reforma en Basilea (1529), dejó la ciudad por la misma razón que dejara

Lovaina y se retiró a Friburgo de Brisgovia. Sobre la buena concordia de la Iglesia

(1534) es una obra en la que no parece poner sus ilusiones, y no hizo comentarios

sobre la ejecución en Inglaterra de Fisher y de Moro (1535). El mismo año recomendó

a Paulo III un tono conciliador en el futuro concilio y, desde Basilea (adonde había

vuelto y de donde sus achaques no le dejarían salir), le rechazó el cardenalato; de poco

antes de morir es su Sobre la pureza de la Iglesia cristiana (1536).

Para unos hereje (que preparó el terreno a la Reforma), para otros racionalista

solapado u hombre de letras ajeno a la religiosidad (un Voltaire humanista) y para otros

gran moralista y lúcido renovador cristiano, Erasmo quiso unir humanismo clásico y

dimensión espiritual, equilibrio pacificador y fidelidad a la Iglesia; condenó toda guerra,

reclamó el conocimiento directo de la Escritura, exaltó al laicado y rehusó la pretensión

del clero y de las órdenes religiosas de ostentar el monopolio de la virtud.

Los golpes contra la Iglesia

Las polémicas de Erasmo contra la Iglesia han sido malinterpretadas con frecuencia.

Erasmo, que estaba de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, quería utilizar su

formación universitaria y su capacidad para transmitir ideas, para aclarar las doctrinas

católicas y hacer que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. Pero estos

objetivos no eran compartidos por los obispos del siglo XVI.

Desde su trabajo de académico versado tanto en la doctrina como en la vida monacal,

Erasmo creyó su obligación liberar a la Iglesia de la parálisis a que la condenaban la

rigidez del pensamiento y las instituciones de la Edad Media, ya que él creía que el

Renacimiento era una manera de pensar fundamentalmente nueva. La tradición y las

ideas de la Edad Media no tenían ya lugar en el mundo, y él, el "cruzado de la rectitud",

debía ser el encargado de cambiar el estado de cosas.

Si se considera que la convicción de Erasmo era educar, para que el estudiante

pudiese dudar de la administración y los asuntos públicos de la Iglesia y del gobierno,

sus aparentes contradicciones desaparecen y comienza a visualizarse con claridad la

enorme coherencia de su obra, mantenida con firmeza a través de los años y las

décadas.

Obras centrales

En 1503 Erasmo publica el primero de sus libros más importantes: el Enchiridion militiis

christiani ("Manual del soldado cristiano", llamado a veces "La daga de Cristo"). En este

pequeño volumen Erasmo explica los principales aspectos de la vida cristiana, que

luego pasaría el resto de su vida desarrollando y profundizando.

La clave de todo, dice en el libro, es la sinceridad. El Mal se oculta dentro del

formalismo, dentro del respeto ciego por la tradición, dentro del consumo innecesario,

dentro de las organizaciones que se niegan a cambiar, pero nunca en la enseñanza de

Cristo.

Durante su estancia en Inglaterra comienza un estudio profundo de los libros del Nuevo

Testamento, para preparar una nueva edición en traducción latina. Publicada por

Johann Froben en Basilea en 1516, la versión erasmiana de esos libros hizo que se

profundizaran los estudios bíblicos durante el proceso de la reforma protestante. De

hecho, en esta nueva traducción se basó Martín Lutero para llevar a cabo su

trascendental estudio científico de la Biblia, del cual sacaría el fundamento para sus

ideas posteriores. Por eso el trabajo de Erasmo tuvo consecuencias históricas que

continúan hasta el día de hoy y se le encuentra en la misma génesis del protestantismo

y de las nuevas iglesias cristianas.

La traducción que Erasmo hizo de la Biblia es la base de la versión inglesa, conocida

como "King James Bible" (lit. "del Rey Jacobo", por Jacobo I de Inglaterra, a veces

llamada "del Rey Jaime"). Tiene la virtud de representar la primera aproximación desde

tiempos de la versión de la Vulgata de un académico para traducir con certeza el

contenido de la Biblia. En un gesto que suele interpretarse como de profunda ironía,

Erasmo dedicó su versión de la Biblia al papa León X, que representaba todo lo que el

escritor odiaba en la Iglesia y el Estado.

Apenas publicado el texto, Erasmo acometió de inmediato la escritura de su

sorprendente "Paráfrasis del Nuevo Testamento", la que en varios tomos y en un

lenguaje sencillo y popular, pone al alcance de cualquiera que sepa leer los contenidos

completos de los Evangelios, profundizando con precisión incluso en sus ideas más

complejas. El impacto de la obra de Erasmo, a pesar de estar escrito en latín, fue

enorme en la sociedad renacentista y, por ello, de inmediato se tradujo a todas las

lenguas vulgares de los países europeos. A Erasmo le gustaron y agradeció estas

traducciones, porque comprendía que pondrían su obra al alcance de muchísima

gente, algo que nunca podría lograr el original en lengua latina.

Erasmo y Lutero

Martín Lutero fue el primer hombre que se rebela con éxito contra la jerarquía católica

y, con sus ideas, crea una Iglesia distinta de la católica. Lutero dijo en muchas

ocasiones que una de sus fuentes de inspiración era la traducción que Erasmo había

hecho de la Biblia; esa traducción había llamado de inmediato la atención del gran

reformador y la analizó detalladamente hasta el final de su vida. El amor de Lutero por

esta versión desató una catarata de traducciones que por primera vez puso al Nuevo

Testamento al alcance de la gente que no sabía leer el latín. En 1522, seis años

después de la publicación de Erasmo, Lutero la tradujo por primera vez al alemán. A su

vez, la versión alemana de Lutero fue la base de la primera traducción de William

Tyndale al inglés en 1526.

Esta situación no fue fácil para Erasmo, siendo como era su carácter y la poca simpatía

que sentía por la Iglesia y por el Papa. El conflicto entre la Iglesia y los luteranos se

hizo evidente para todo el mundo, y ambos bandos exigieron de inmediato a quienes

no habían tomado partido que eligiesen un bando.

Esto mismo le sucedió a Erasmo, que para colmo estaba en la cúspide de la fama por

sus importantes obras literarias. Lo que ni Lutero ni el Papa comprendían era que, en la

mentalidad individualista del sabio, ponerse del lado de católicos o de protestantes le

resultaba igualmente repugnante. No estaba dispuesto a colaborar con ninguno de los

dos bandos, porque le importaba más su libertad de pensamiento y su independencia

individual e intelectual. Sabía que esa libertad se perdería si se unía a cualquiera de los

bandos. Se negó a tomar partido y esa fue una jugada peligrosa.

El conflicto religioso

A través de toda su vida, Erasmo había sido consecuente en sus críticas a los poderes

establecidos y a los abusos que los malos religiosos hacían de ellos. Al verse

involucrado en la trampa de tomar partido, tuvo que dar explicaciones y decir

públicamente que sus ataques jamás se habían dirigido contra la Iglesia como

institución ni menos contra Dios como fuente de inteligencia y justicia, sino sólo a los

malos obispos y frailes que ganaban dinero vendiendo el paraíso y cometían otros

delitos religiosos como la simonía.

Erasmo pudo salirse con la suya y le creyeron, principalmente porque su brillante

trabajo con la Biblia confirmaba su fe y su enorme difusión pública lo había convertido

en un personaje querido y admirado por católicos y protestantes por igual.

Sin embargo, en general Erasmo estaba de acuerdo con las ideas de Lutero, (o mejor

dicho, Lutero estaba de acuerdo con las ideas de Erasmo) especialmente en las

críticas sobre el modo de administrar la Iglesia. Además, Lutero y Erasmo se hicieron

amigos personales, y el reformador Lutero fue una de las pocas personas a las que

Erasmo reconocía públicamente admirar. El alemán, por su parte, siempre defendió las

ideas de Erasmo argumentando que eran el resultado de un trabajo limpio y de una

mente superior.

Pero la situación no podía durar: Lutero empezó pronto a presionar a Erasmo para que

éste se presentara como la cara visible de los reformistas, a lo que el holandés se negó

completamente. Por su parte, el papado también presionaba a Erasmo para que

atacara a los protestantes. La negativa de trabajar para uno u otro bando fue

interpretada por ambos como cobardía y deslealtad. La Iglesia lo acusó con una frase

célebre: "Usted puso el huevo y Lutero lo empolló", a lo que el teólogo respondió con la

no menos conocida ironía: "Sí, pero yo esperaba un pollo de otra clase".

La discusión doctrinal

Sin que lo quisiera, el apoyo de Erasmo al desarrollo del Luteranismo tuvo en la religión

un efecto contrario al que él deseaba. Al revivir los ideales de El santo fundador de la

orden de los agustinos, el protestantismo daba un gran impulso al interés y compromiso

personal de los fieles en la religión. Esta fe vivida íntimamente, personalmente, sigue

siendo, hasta hoy, el pilar fundamental del pensamiento protestante.

Pero Erasmo siempre había luchado por cambiar los abusos que los católicos hacían

de las ideas cristianas, pero no las ideas mismas. Él afirmaba que la reforma podía

hacerse perfectamente sin recurrir a cambios doctrinales. Sólo dos veces en su vida

permitió que se lo involucrara en polémicas sobre asuntos de doctrina, ya que las

consideraba ajenas a la verdadera tarea de su vida. Uno de los temas que trató en

profundidad fue el de la libertad. Los protestantes creían en la libertad, y decían que no

hacía falta una Iglesia para alcanzar la salvación. Por su parte, los católicos,

prácticamente negaban la capacidad humana de ser libres.

En 1524, Erasmo reconoce y ataca las exageraciones de Lutero acerca de la libertad

humana en el texto De libero arbitrio diatribé, "Discusión sobre el libre albedrío". Pero,

con el ansia de verdad científica que guiaba su obra, poco después analiza los

argumentos contrarios de los católicos y termina concluyendo que ambas posturas

contienen partes de verdad.

Erasmo afirma que, en verdad, el hombre nace atado al pecado, pero que también

dispone de las formas adecuadas para solicitar a Dios que le permita desatarse. La

forma adecuada de pedírselo la ofrece solamente la Iglesia Católica, y depende del

pecador saberlos aprovechar. Esta fue su gran aportación acerca del gran problema de

su época, que enfrentaba a protestantes y católicos.

La más notable disputa de palabras fue la que sostuvo con Ulrich von Hutten, un

estudioso brillante pero de carácter inestable, que se había volcado al luteranismo con

toda la fuerza de su corazón. Hutten dijo que "Erasmo, si le queda algo de decencia,

tiene que hacer lo mismo". En su libro de (1523), acusa a Hutten de haberlo

malinterpretado acerca de su apoyo a la Reforma y reafirma su férrea determinación de

no tomar partido en la disputa, cualesquiera que fuesen los argumentos que las partes

en pugna intentaran utilizar para convencerlo.

La ciudad suiza de Basilea, donde residía Erasmo, se adhirió oficialmente en 1529 a la

Reforma, por lo que el sabio se alejó de allí y estableció su residencia en la ciudad

imperial de Friburgo. La poblaban muchos católicos, y parece ser que resultó más fácil

para Erasmo mantener su independencia intelectual allí que en Basilea.

Erasmo continuó en Friburgo con su incansable actividad literaria, llegando a concluir

su obra más importante de este período: el "Eclesiastés" paráfrasis del libro bíblico del

mismo nombre, en la cual el autor afirma que la labor de predicar es el único oficio

verdaderamente importante de la fe católica.

La última obra del pensador, titulada "Preparación para la muerte", asegura que haber

llevado una vida íntegra, proba, honesta es la única condición para alcanzar una

"muerte feliz".

Por motivos indescifrables, Erasmo se desplazó poco después de la publicación de

este libro a la ciudad de Basilea una vez más. Hacía seis años que había partido, y de

inmediato se acopló a la perfección con un grupo de estudiosos (anteriormente

católicos) que ahora analizaban detalladamente la doctrina luterana. Fue esta la última

ruptura con el catolicismo, que Erasmo mantendría hasta el fin. Murió en Basilea en

1536. El lema de toda su vida fue:

"Cuando tengo un poco de dinero, me compro libros. Si sobra algo, me compro ropa y

comida"

Obras principales

• Adagios (primera edición en 1500; edición corregida y aumentada por el autor en

1508, 1518, 1520, 1523, 1526, 1528,1533 y 1536)

• Enchiridion militiis christiani (Manual del caballero cristiano) (1503)

• De ratione studii (Sobre el método de estudio) (1511)

• Enchomion moriae seu laus stultitiae (Elogio de la locura) (1511)

• Institutio principis christiani (Educación del príncipe cristiano) (1516) dedicada a

Carlos V

• Traducción del Nuevo Testamento al latín (1516)

• Paráfrasis del Nuevo Testamento (1516)

• Colloquia (1517), edición no autorizada. Sucesivas ediciones corregidas y

aumentadas por el autor en 1519, 1522, 1526, 1530

• Spongia adversus aspergines Hutteni (1523)

• De libero arbitrio diatribe ("Discusión acerca del libre albedrío") (1524) que

desencadenó la contestación de Lutero con su "De servo arbitrio"

• Primer tomo de Hyperaspistes (Superescudo) (1526), réplica al De servo arbitrio

de Lutero

• Segundo tomo de Hyperaspistes (1527)

• De pueris statim ac liberaliter instituendis (Sobre la enseñanza firme pero

amable de los niños) (1528)

• Utilissima consultatio de bello turcis inferendo (Utilísima consulta sobre si se ha

de hacer la guerra a los turcos) (1530)

• Ecclesiastes (tratado de predicación) y Preparatio ad mortem (Preparación para

la muerte) (1534)

La censura

Todas las obras de Erasmo fueron censuradas e incluidas en el "Índice de Obras

Prohibidas" por el Concilio de Trento. De manera similar fueron denunciadas por la

mayoría de los pensadores protestantes.

Luis Vives

Luis Vives, el hombre del Renacimiento precursor del Humanismo.

Juan Luis Vives March nace en Valencia el 6 de marzo de 1492 en el seno de una

familia de mercaderes de paños, conversos del judaísmo. En 1509 marcha a estudiar a

París para realizar los estudios de Artes. Pronto rechaza la orientación marcadamente

dialéctica y las disputas de escuela de esta universidad y se adhiere a las nuevas

doctrinas del Humanismo.

Hacia 1514 se traslada a Lovaina donde, en 1517, es elegido preceptor de Guillermo

de Croy, futuro cardenal de Toledo y Primado de España. Durante su estancia en

Lovaina desarrolla sus relaciones con los principales humanistas del momento: Erasmo

de Rótterdam, Guillaume Budé, Juan de Vergara y Tomás Moro.

En 1523 se traslada a Inglaterra en donde ocupa la cátedra de Retórica en el Corpus

Christi College de Oxford y es nombrado consejero de los reyes Enrique VIII y Catalina

de Aragón, pero el proceso de divorcio de ambos lo aleja definitivamente de este país.

En 1528, Vives regresa a los Países Bajos y se instala en Brujas, donde pone de

manifiesto sus magníficas dotes de intelectual humanista y cristiano. Son los años de

madurez de su producción.

Juan Luis Vives muere en la ciudad de Brujas en 1540, a la edad de 48 años, tras una

larga y penosa enfermedad.

Juan Luis Vives fue filósofo, pedagogo y psicólogo  precursor del Humanismo y hombre

del Renacimiento. Un adelantado a su tiempo que, en la actualidad, recobra plena

vigencia por su defensa del individuo, de la solidaridad con los necesitados, de la

educación y el compromiso como plataforma social. Está considerado como uno de los

precursores de los modernos sistemas de asistencia social, uno de los padres de la

psicología gracias a su novedoso procedimiento inductivo de psicología aplicada, y un

reformista de los métodos de enseñanza y pedagogía, perfecciono

la cultura humanística.

Para Vives, la cultura no debía servir como herramienta para ganar dinero y posición,

sino como un bien espiritual, algo que convertirá al estudiante no sólo en su ser

instruido, sino más virtuoso y feliz, su legado es universal, y sus aportaciones en los

diversos campos del Humanismo han pasado a la historia como auténticas conquista

sociales.

Obra pedagógica de vives. Finalidad y contenido

Teleología pedagógica

La primera de las opciones que se le plantean era la del sabio puro, teorético o

contemplativo, cuya característica peculiar consiste en proponer como supuesto que el

saber tiene su finalidad en sí mismo; saber por saber. Frente a esta opción, Vives

afirma inequívocamente la finalidad práctica del saber.

La otra opción que se le ofrecía a Vives era la encarnada históricamente por los

sofistas. En la Grecia clásica, el sofista es un sabio práctico que se coloca en los

antípodas del sabio contemplativo. El sofista, solicitado por urgencias vitales

inmediatas, enfoca el saber en un sentido instrumental y pragmático; reivindica la

dimensión práctica del saber, pero la reduce al campo del hacer teórico-artístico. Vives

reacciona también frente a este ideal del sabio eficaz, que contrae la verdad al plano de

un subjetivismo relativista y declina la responsabilidad ética del saber que profesa.

El advenimiento del cristianismo supuso una notable ampliación y enriquecimiento del

horizonte de la sabiduría, a la vez que diseñó una nueva figura del sabio. La

concepción cristiana de la sabiduría suponía la apertura hacia un Dios personal y

trascendente que comunica a los hombres una sabiduría infinitamente superior a la

humana y sobremanera excelente.

Todos estos datos vienen a integrarse en la concepción de la sabiduría de Juan Luis

Vives.

• Para Vives, el fin último de la educación es Cristo; nos enseña que todo lo hemos de

referir a Cristo y todo a él se ha de enderezar; y tres van a ser los puntos que debe

meditar el hombre mientras viva: saber bien, hablar bien y obrar bien.

Psicología pedagógica

No sólo su obra más importante y original, el Tratado de las disciplinas, es de carácter

estrictamente pedagógico, sino que, además, su segunda obra en importancia y valor

de actualidad, el Tratado del alma, constituyen el fundamento psicológico de su

pedagogía.

La crítica moderna coincide sustancialmente en señalar que lo más valioso y actual de

la producción de Vives es su obra psicológica y, de modo particular, el valor y atención

a la intuición (de lo particular a lo general).

El reconocimiento y empleo consciente de la inducción como método de investigación,

aplicado especialmente a los problemas psicológicos, hacen de Vives un verdadero

precursor de la psicología actual, pudiéndosele adjudicar, tal vez, la consideración de

padre de la psicología pedagógica. Para conocer adecuadamente el proceso de

aprendizaje de la persona, Vives va a establecer lo que denomina “el examen de

ingenios”, que constituye la base de la orientación escolar y profesional.

En tal sentido, propone que el niño se quede en el colegio uno o dos meses para que

sean exploradas sus dotes intelectuales y morales. Propone también que los maestros

se reúnan en secreto cuatro veces al año para cambiar impresiones acerca de las

posibilidades de sus alumnos. Vive afirma que el juego y las operaciones matemáticas

son ejemplos de magníficos reactivos (hoy les llamaríamos ‘test’) para explorar el

ingenio y destaca con énfasis el papel decisivo del docente en la educación del

discente.

La importancia que Luis Vives concede a la práctica en la adquisición de conocimientos

y de hábitos se patentiza en estas palabras: “No tanto se sabe lo que recibimos por una

callada contemplación como lo que se nos trasmite por el ejercicio y el uso”.

Pedagogía diferencial

Los sectores diferenciales a los que dedica especial atención son dos: la formación del

gobernante y la educación femenina.

La formación del gobernante tenía ya una rica tradición pedagógica en los abundantes

tratados sobre la educación de príncipes. Vives no dedica un tratado especial a este

tema, pero sí abundantes observaciones y sugerencias dispersas en sus obras de

carácter moral y político-social, como la Escolta del alma, la Introducción a la sabiduría,

Sobre la concordia y discordia, etc. A todo esto hay que añadir que la preocupación de

Vives no se agota en el tradicional planteamiento de la formación personal del

gobernante, sino que apunta a una educación popular, planeada, dirigida y realizada

por una política pedagógica de largo alcance y de moderno estilo.

La pedagogía femenina le mereció a Vives una atención destacada. Le dedicó dos

tratados: La educación de la mujer cristiana y Los deberes del marido, aunque en su

concepción del papel y la educación de la mujer, Vives se mueve sustancialmente en la

línea de la tradición cristiana.

En síntesis, él se propone formarla para la vida; la vida de entonces. En esta formación

entran tres ingredientes fundamentales: la virtud y las costumbres, la preparación

profesional específica de la mujer (profesional del hogar) y la cultura.

A Vives no le parece bien que la mujer ejerza actividades públicas, como dirigir

escuelas y hablar en público, pero sí le parece conveniente y provechoso un moderado

conocimiento de la naturaleza y de las primeras letras, que ella deberá enseñar a sus

propios hijos pequeños.

Metodología heurística y didáctica

Uno de los saludables efectos que siguen a la profunda crisis que se producirá en la

Europa del s. XVI es la viva conciencia de la necesidad de una renovación de los

métodos de investigación y de enseñanza. Anunciando esa crisis y preludiando esta

preocupación es donde radica el mérito de Juan Luis Vives.

En efecto; Vives busca para la restauración del método un apoyo firme en la realidad:

la inteligencia no debe trabajar en el vacío, debe aplicarse a los contenidos y no

quedarse en el formalismo de las palabras, que no son sino un vehículo que debe

transportarnos hasta la realidad. Los puntos clave de referencia han de ser las cosas y

las necesidades vitales, a las que, lógicamente, deben ordenarse las artes y disciplinas.

En este sentido, puede decirse que Vives es el primer representante del realismo

pedagógico moderno.

Si se analiza con cierto detenimiento el contenido de la formación propuesta por Vives,

se descubre que responde a una síntesis de tres elementos: el filológico, el científico y

el filosófico-teológico, de donde se desprende que la formación y la dialéctica son

instrumentos al servicio de las disciplinas reales.

Además del contenido de la enseñanza, también se va a preocupar de la función

docente y las didácticas especiales.

Las tres condiciones básicas que Vives reclama para la figura del maestro son las

mismas que se exigen hoy: competencia científica (conocimientos claros y profundos),

capacidad pedagógica (saber enseñar) y pureza de costumbres (persona de vida

normal).

De la personalidad y la competencia del maestro espera muchas cosas: capacidad

para adaptarse y adaptar la enseñanza al nivel y al ritmo del aprendizaje del alumnos,

tacto y ponderación necesarios para la motivación y especialmente para la

administración de los premios y castigos, y el mantenimiento de la disciplina.

Organización pedagógica

Hay también en el Tratado de las disciplinas un libro dedicado al estudio de una serie

de cuestiones relativas a la organización escolar y política docente. Estas cuestiones

pueden agruparse en torno a tres temas principales:

- la escuela: emplazamiento y condiciones materiales,

- organización interna de la escuela: régimen escolar,

- relación de la escuela con la comunidad.

Sin entrar en una descripción pormenorizada conviene destacar algunos puntos. Son

los relativos al planteamiento público de la enseñanza y los problemas que atañen a la

organización pública de la misma: el establecimiento racional de centros docentes en

toda la geografía del país, la preparación y selección de los maestros, el carácter

temporal de la cátedra, etcétera.

Éstos son los cuatro pilares básicos en los que se desarrolla la propuesta pedagógica

del insigne humanista valenciano Juan Luis Vives.

Conclusiones.

• Para Victorino de feltre el camino de la educación era imposible sin la educación

física, porque su mayor exponente del humanismo fue la educación, y donde su

convencimiento fue que sus alumnos mostraban sus interés por aprender y que

no la consideraban como un castigo, a la vez considero a la educación física

como cualquier otra disciplina dentro del proceso educativo y recreación de

ejercicios para los niños con incapacidades físicas.

• El lugar de Moro en la historia de Inglaterra y de Europa está asegurado, no sólo

por Utopía sino también por su oposición de principio a la tiranía y el claro

ejemplo que dio que la conciencia y la moral pueden triunfar sobre el mal.

Sus dos mayores legados son su obra escrita y sus concepciones educativas.

Moro inspiró todo un género literario de narraciones idealistas y futuristas y

relatos de viajes fantásticos.

En cuanto a sus ideas sobre la educación, muchas de ellas parecen hoy

triviales: la responsabilidad del Estado; la educación mixta y la educación de

adultos; los programas equilibrados; la educación moral al mismo tiempo que la

académica; el uso de la lengua nacional en la educación, etc., cuyos orígenes,

especialmente en la tradición pedagógica inglesa, se remontan a Utopía y a las

descripciones hechas por Erasmo de la “academia” de Moro. No es poco que los

socialistas puedan hacer suyas las ideas de Moro respecto del control del

Estado sobre la educación, y que los liberales puedan afirmar que la idea de un

programa de estudios amplio y equilibrado proviene de él. Tomás Moro fue

verdaderamente “un hombre para toda ocasión”.

• Vives es un filósofo del humanismo y Renacimiento, es decir, un pensador más

que un sistemático Su principal aportación estriba, por una parte, en la

importancia que da a la observación, a la experiencia, a la introspección, al

razonar independiente y sin apriorismos, y esto le basta para ser denominado

con justicia "el mayor reformador de la filosofía de su época". Por otra, a la

exposición de la naturaleza ética del ser humano y a la intención moral de su

obra, tanto en el ámbito personal como en el social.

El movimiento humanista según vives cultiva con tanto esmero las humanidades,

porque El pensamiento filosófico de los humanistas es casi tan variado como su

mismo número, pero todos llegan a coincidir en el interés por los problemas

morales y humanos.

Luis vives tenía una preocupación por el ser humano concreto y sus problemas,

sus obras son encaminadas a mejorar la educación, desarrollo y vida colectiva

de los hombres y mujeres de su época, porque cree en su capacidad para

formarlos y llevarlos de nuevo a su auténtica forma humana.

• Es innegable que las obras de Erasmo produjeron una verdadera revolución

intelectual en toda Europa. La consecuencia más importante fue que por primera

vez se tradujo el Nuevo Testamento al alemán y al inglés.

Por otra parte, la increíblemente difundida popularidad de sus obras, traducidas

del latín a las lenguas vernáculas y escritas en un lenguaje simple y directo,

puso los más complejos problemas religiosos al alcance de todos los lectores del

continente, universalizando y haciendo accesibles numerosas cuestiones que

hasta ese momento habían sido exclusivas de una pequeña élite intelectual

eclesiástica.

Erasmo hizo pensar a los sabios de su tiempo, y también, gracias a su lenguaje

sencillo y agradable, a la gente común de aquellos años. Pero en los últimos

años de su vida Católicos y evangélicos se enfrentaban unos contra otros, se

mataban, torturaban, quemaban, y además, a veces se peleaban entre sí con

tanto odio como si se tratara de los peores enemigos y no de compañeros de

religión. Erasmo dijo hacia el final de sus días:

"Todos tienen estas palabras en la boca: EVANGELIO - PALABRA DIVINA - FE -

CRISTO -ESPÍRITU, pero veo a muchos de ellos comportarse como si

estuvieran poseídos por el demonio"

En ese momento de locura universal, donde la razón era asesinada por la pasión

y la justicia por la violencia, unos y otros cometían las peores atrocidades en

nombre del Dios del Amor. Los soldados y cañones reemplazaron a los

argumentos. Erasmo pudo saber que en París, habían quemado a fuego lento a

quien le traducía sus libros. En Inglaterra, sus dos amigos, John Fischer y Tomas

Moro, habían caído bajo el hacha del verdugo, y su amigo suizo Zuinglio, había

sido muerto a mazazos en el campo de batalla.

En sus últimos días sabe que el amor a la humanidad que había llenado su

corazón y su palabra, que los ideales humanistas, estaban completamente

derrotados.