Post on 24-Mar-2016
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ENTREVISTA CON: JORGE ANTONIO GÓMEZ SOLÍS
COORDINADOR DEL DEPORTE MUNICIPAL - COMITÁN
En este número:
El volcán chipotón.
Cuento de
Itzel Espejel
(integrante del Centro
Comiteco de Creación
Literaria)
Casa de Citas,
de Héctor
Cortés Mandujano
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Contenido
3.– CHICA DE DIEZ: ITZEL ESPEJEL
6- EDITORIAL:
¡Ñeve!
7.– ZAGUÁN:
ARENILLA: Luz de Las Casas.
12– PATIO:
Galería: Las fotos de la quincena.
18.– CHICA DE DIEZ: ITZEL ESPEJEL
21.– BALCONES:
Casa de Citas
Diamantes que brillan en la oscura violencia
cotidiana.
Autor: Héctor Cortés Mandujano.
33.– CORREDORES:
La Perra brava.
40.– SITIO:
ENTREVISTA:
Con Jorge Antonio Gómez Solís
Coordinador del Deporte Municipal.
Entrevistadora: Patricia Espinosa V.
49.– ACTUALIDADES.
51.– MOJOL.
Cuento: El Volcán Chipotón.
Autora: Itzel Espejel.
55.– CHICA DE DIEZ: ITZEL ESPEJEL
Revista catorcenal, hecha en la tierra de los cositías con la bendición de Tata Lampo.
Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres
Contacto: alejandromolinaritorres@gmail.com
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
EL LUGAR IDEAL PARA DISFRUTAR LO MEJOR
DE LA VIDA
CENTRO TURÍSTICO
LOS ROBLES CHUCUMALTIC
Alberca y chapoteadero.
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Restaurant—bar.
Paseos a caballo.
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Ingreso para nadar en la Laguna
Chuculmatic (buceo y snorkel).
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Carretera que conduce al Balneario
San Francisco Uninajab.
Informes:
TELS: 01 963 63 2 28 74 Y 9635963006
Comitán, ciudad que habla de vos
Comitán, ciudad que habla de vos
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
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Comitán, ciudad que habla de vos
Algunos se quejan porque el
Perro Bermúdez ha trastoca-
do el lenguaje en la televi-
sión. En su afán de ser origi-
nal ha modificado la i por la
e. Los aficionados escuchan
e x p r e s i o n e s c o m o
―teretetete‖.
En Comitán, mucho an-
tes que el Perro se volviera
comentarista deportivo, los
vendedores de nieve nunca
lograron decir ¡nieve!; en su
prisa y en su canto de gritón
inalcanzable siempre han gri-
tado: ¡Ñeve, ñeve! Los estu-
diosos del fenómeno lingüísti-
co atribuyen tal modificación
al frío del contenedor de esas
riquísimas nieves de vainilla
o de limón; otros, más empí-
ricos, dicen que el cambio se
produce en el momento en
que el nevero realiza el secre-
to para que la nieve tenga la
consistencia ideal. Una leyen-
da urbana y no muy halagüe-
ña dice que los neveros lan-
zan un escupitajo al interior
del contenedor. ¡Gulp!
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
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Comitán, ciudad que habla de vos
Artemio Gallegos López -Premio Chia-
pas– obsequió un libro al Maestro Jor-
ge, quien -lleno de gusto– lo presumió.
Tomé el libro, lo abrí y hallé un dibujo
a lápiz de mi tía Carmelita, de San
Cristóbal de Las Casas.
El libro reúne dibujos y la obra
poética y narrativa de Artemio. Es una
edición del Ayuntamiento de Tuxtla
Gutiérrez 2008-2010.
¿Cuántas páginas son necesarias
para reunir una obra de tal caracterís-
tica? ¡Muchas! ¿Por qué, entonces, abrí
el libro donde mi tía asomó como un
árbol de durazno? ¿Por qué Artemio
realizó un retrato a lápiz de ella? Para
esta pregunta tal vez pueda hallar la
respuesta, pero ¿para la primera?
¿Debo buscar alguna respuesta? ¡No!
Sería tanto como preguntar por qué la
luz se cuela en las hendijas; tanto como
preguntar por qué los hombres cubren
los techos de sus casas con tejas y sus
corazones con la brasa del cariño.
Mi papá -medio hermano de tía
Carmelita- me llevaba con frecuencia
a San Cristóbal de Las Casas; me lleva-
ba para enseñarme el lugar de su naci-
miento, el lugar de sus afectos, el lugar
de su corazón.
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Me llevaba, siempre, a casa de tía Carmelita. Yo, siempre, vestido con traje, entraba
al patio, a través de un pasillo angosto, luego torcía a la izquierda y entraba a la sala.
Quienes la conocieron sabrán que no miento al decir que ella fue lo que enseña el dibujo
de Artemio: un agua limpia sosegada. En el dibujo ¿ella lee? ¿De dónde las nubes que
parecen jugar con su cabello ensortijado? ¿De dónde la luz que es un aura en su rostro?
Mi papá me llevaba a casa de la tía Carmelita; me llevaba porque los niños deben, a
la hora que los adultos se acercan a abrazarlos, ver dónde los ángeles tienen ocultas sus
alas. Es en la infancia que se da el prodigio. Conforme crecemos abandonamos ese don.
Estamos tan necesitados de ver dónde los hombres y mujeres tienen sus manos; dónde
colocan sus pies; dónde cuelgan sus miserias; dónde hipotecan su espíritu y su corazón.
Yo, por fortuna, gracias a mi papá, pude mirar el renuevo de luz que ella poseía. Y aho-
ra, gracias al libro, pude ver cómo Artemio, niño iluminado, tuvo ese don a la hora de
hacer el dibujo.
Un día llegó mi papá a decirme que la tía había fallecido. Mi mamá, papá y yo via-
jamos a la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. La casa de la tía estaba envuelta en
una niebla luminosa, como si el mundo supiera que el destino de los ángeles no es la tie-
rra. Pero, esa luz cesó cuando sacaron el ataúd y muchas mujeres, muchas, comenzaron
a cantar: ―Para vivir hay que morir…‖. A la hora que ella dejó su casa, las paredes del
espíritu de todos se fragmentaron. Mi mamá no pudo contener el llanto. ¿Alguien pudo
contener su nostalgia de agua, de viento? ¿Alguien puede resistir la ausencia de un
ángel? ¡Nadie! Los cielos son muy altos y las menguadas alas de los mortales no alcan-
zan para intentar el vuelo.
Los Maestros Jorge y Artemio no lo saben, pero, a través de ese libro, me permitie-
ron ver, de nuevo, dónde están sembrados los renuevos de los árboles de durazno en el
cielo. ¡Gracias!
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Las cajitas de Molinari
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Es de más ¡no entienden!
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¿Por qué tengo que repetir las cosas, por qué, por qué?
¡Qué bonita familia, qué bonita familia!
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¿Y también rotula fachadas?
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Un poco pornográfico el anuncito ¿no?
Las autoridades debían usar los zapatos-sacapuntas para recortarle tantito..
¡Uy, qué lapizote!
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Porque a quien lo destruya, aunque huya, sin mucha bulla,
lo alcanza la patrulla
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Plaza Las Flores - Local 34
Servicio a domicilio:
Tel.: 108-90-44
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Comitán, ciudad que habla de vos
Normalmente escribo estas columnas con
anticipación, conforme leo, veo películas,
escucho música, vivo. A veces, lo que lee el
eventual lector sobre mis citas tiene uno o
dos meses de haber ocurrido. Esta Casa es
la excepción. Escribo hoy, jueves 11 de
agosto de 2011, luego de leer la crónica
puntual y atroz del poeta Efraín Barto-
lomé que relata el asalto brutal a su casa y
el modo en que él y su esposa, la maravi-
llosa Guadalupe Belmontes, Pillita, fueron
sometidos, amenazados y ultrajados en
una hora en que la gente de bien reposa,
descansa, duerme, y en el espacio más
íntimo que tiene cualquier hogar: su re-
cámara.
Comienza Efraín: ―Son las 4:43 de la
mañana del día 11 de agosto de 2011.
―Hace aproximadamente dos horas
un grupo de hombres armados irrumpió
en mi casa ubicada en Conkal 266 (esq.
Becal), Col. Torres de Padierna, 14200,
México, D. F.‖
Rompieron cerraduras, cristales. ―En la
oscuridad, mi mujer se ubicó tras de mí
mientras oíamos que la tranca de la puer-
ta se quebraba y los hombres entraban.
―¿Tres, cuatro, cinco?‖
Hasta su habitación irrumpieron los
entes armados; allí los dos seres humanos
que predican y practican la paz y el amor
fueron insultados, allí fueron amenazados
para que se tiraran al piso, allí se les or-
denó callar. Los asaltantes, presumible-
mente ―guardianes del orden‖, eran los
reyes déspotas; los dueños devinieron
súbditos, reducidos por la fuerza, sin de-
recho ni a mirarlos ni a hablar si no era
para responder el interrogatorio; de eso
dependía si les soltaban o no un golpe, un
balazo.
Gente armada, en tanto, y en todas
sus estancias queridas, rasgaba, rompía,
aventaba, hurtaba. Conozco la casa de
mis amigos y por eso cada rincón retrata-
do por la crónica aparecía ante mis ojos
con las manos groseras puestas. Cada pa-
labra que leía de las que escribió Efraín
me dolía, me angustiaba, ponía espanto en
mi corazón. Estos dos amados amigos
pueblan mi espíritu, engrandecen mi alma
y lo que veo detrás de lo que escribe el
poeta es la bota del poder puesta encima
del poema, la fuerza encima de la razón,
la bestia feroz a punto de saltar sobre su
indefensa presa: ‗ ―¡Abran la puerta!
¡Abran la puerta, hijos de la chingada...!‖
gritaban mientras empujaban y metían
sus rifles negros hacia el interior.‖
La Güera y yo pasamos hace poco, en ju-
nio, una semana en esta casa. Su arquitec-
tura es caprichosa y sólo pudo surgir de
una mente creativa que, además, desafía
la lógica de la albañilería y los trazos -
geométricos de la arquitectura. De lo que
menos se echó mano aquí es de la línea -
recta. Hay dos construcciones diferencia-
das: una es propiamente la casa y la otra
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Una torre que alberga la recámara de
huéspedes y pisos sucesivos donde sólo
hay pintura, libros, arte y, al final, una vi-
sión amplia de la ciudad y el cielo. Si se ve
el techo de la primera construcción desde
la altura de la alta torre uno puede pensar
en una fabulosa carpa de obediente con-
creto dejada al albedrío de un niño ju-
guetón o en la parte superior de una cue-
va construida ex profeso para guardar te-
soros magníficos. ―Son las paraboloides
hiperbólicas de Félix Candela‖, puntuali-
za Efraín, quien nos enseña orgulloso su
creación.
La mano del poeta que juega a no
ponerse diques para crear se nota desde
antes de entrar en la casa, con el cuidado
de un soberbio maguey de hojas rayadas
que preside la esquina, los cactus que la
rodean, los árboles de enfrente, las pie-
dras que marcan el camino.
Se entra a un sendero de escaleras
que se bifurcan.
Su sala parece una cueva de altos te-
chos extravagantes; una de sus paredes
está hecha sólo de cristales; se asciende al
comedor, frente al cual hay un piano:
―Quité la tranca que protege la puerta de
nuestra recámara y me asomé al pasillo:
hacia el comedor veía luces (¿verdosas?
¿azulosas? ¿intermitentes?) acompañando
los golpes violentos contra el cristal que
da al sur.‖
La admiración y la amistad que siento por
Efraín, me llevaron a escribir el libro (que
es el primer tomo de quizás tres o cuatro)
Los versos y la sangre, vida y obra de
Efraín Bartolomé.
Presentamos el primer tomo, ―En el
vientre del atanor‖, en la sala Manuel M.
Ponce de Bellas Artes, el 9 de agosto de
2011; un éxito del que hablaré en otra
ocasión. Luego de firmar libros y hablar
con muchas y muchos, de despedirnos de
los que estuvieron hasta el final, Pillita,
Efraín y yo, sin ninguna otra compañía,
fuimos hasta un restaurante de especial
sazón donde brindamos con cervezas en
mano.
Los tres estamos agotados. A Pillita
casi se le cierran los ojos cuando llegamos
a casa. Soy de nuevo su halagado y agra-
decido visitante, y ellos de nuevos mis
espléndidos anfitriones. Paso un momento
a la sala y Pillita, por la confianza que me
tienen, pone en altavoz el teléfono; oímos
la voz de Celina, hija amorosa, que emo-
cionada, desde Nueva York, le dice a am-
bos cuánto los ama. Nos deseamos buenas
noches y, cuando ya voy hacia mi cuarto,
Efraín me acompaña para poner, en cuan-
to cierre mi puerta, una protección espe-
cial por si llueve. Uno de los muchos deta-
lles de amabilidad que he recibido desde
que llegué.
―La puerta de la sala está rota de la
misma forma en que rompieron la de
nuestra recámara: la chapa en el suelo y
fragmentos de duela en el piso.
―Está abierta la puerta de la torre y
prendidas las luces del cuarto de huéspe-
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
des.‖
Tengo un sueño tan leve que, cuando vivía
en Tuxtla, recuerdo, me despertaba el be-
so que una hoja seca al caer daba al piso.
Cuando estuvimos con mi mujer en el
cuarto de huéspedes de nuestros amigos
abrí los ojos de madrugada porque una
especie de extraño siseo parecía venir del
jardín. Me incorporé (la Güera seguía
durmiendo), abrí la puerta y salí. Hacia el
lado derecho hay varios árboles de higo y
durazno; a la izquierda unas escaleras
que llevan hasta el riquísimo jardín de
cactus; enfrente, arbustos de flores. Hacia
allí caminé sobre el pasillo que llega a la
puerta de la sala. Me detuve al llegar.
Unas escaleras van hacia una parte baja.
De allí venía el sonido. Fui: el cuarto de
lavado, una lavadora encendida, un zum-
bidito.
―La puerta de la sala está rota de la
misma forma en que rompieron la de
nuestra recámara: la chapa en el suelo y
fragmentos de duela en el piso.‖
―Vamos hacia la torre y entramos al cuar-
to de huéspedes: cajones volcados, revis-
tas en el suelo, cosas sobre la mesa, puer-
tas del clóset colgando, zafadas de su riel
inferior.‖ En este cuarto dormí el 9 de
agosto de 2011. Un día antes del asalto,
una madrugada antes. He leído a solas el
correo de Efraín. Cuando mi mujer y mi
hija regresan de caminar les pongo en
pantalla la crónica. Tienen rostros de sus-
to. No entienden cómo pudo ocurrir eso.
Cuando terminan de leer se vuelven hacia
mí y dicen lo que han estado pensando:
¿Y si hubieras estado allí?
Proponen las posibilidades. Ante el
menor ruido te hubieras levantado. Y eres
muy discutidor. Tal vez te hubieran gol-
peado. Tal vez te hubieran matado.
Les cuento que apenas leí la crónica
marqué a la casa y no me respondieron.
Al celular, después. Oigo la voz que res-
ponde y empiezo a hablar atropellada-
mente. Es Balam. Me dice que Efraín está
en una conferencia en vivo con Carmen
Aristegui. Conversamos brevemente sobre
el asunto hasta que me dice: ―Mira,
Héctor, ya quedó libre mi papá. Te lo pa-
so.‖ Oigo la voz de Efraín. La noto más o
menos tranquila. Alcanzó a oír a Pillita
que también viene al aparato.
El 10 de agosto me levanté temprano y,
como suponía que mis anfitriones aún
dormían, fui a leer en una mecedora pues-
ta debajo de la sombra de un árbol. Las
olas, de Virginia Woolf.
Cuando aparecen, tomamos café y ca-
da cual cuenta su sueño. Desayunamos
con largueza mientras hablamos de la
presentación de la noche anterior y del
sinnúmero de temas que con regularidad
recorremos en nuestras proteicas charlas.
Oímos un jazz espléndido. Pillita me dice:
―Estás oyendo mi disco favorito‖.
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
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Después del desayuno, Efraín trae en-
vuelto en una tela preciosa un objeto que
será mi regalo. Él desenvuelve la bolsa
que, del mismo material, guarda el obse-
quio. Meto la mano y toco. Sé lo que pue-
de regalarme el poeta. Un libro. Y eso es,
pero no uno cualquiera, sino uno suyo que
celebra el amor que siente por su mujer:
El son y el viento, editado por Monte Car-
melo. Se terminó de imprimir el 30 de ju-
nio pasado. Aún no se distribuye. Soy de
los primeros afortunados en tenerlo.
Se arreglan, yo ya estoy listo para
partir, y antes de subirnos al coche en el
que me llevarán al aeropuerto recibo un
regalo más, de Pillita: el disco que hemos
disfrutado. Brandford Marsalis. Trío Jee-
py.
Llegamos con tiempo. Decidimos to-
mar algo mientras esperamos la hora en
que debo entrar a la sala de abordar. Creo
que es allí donde uno de los dos sugiere en
broma, con el apoyo del otro, a partir de
algo que he dicho: Se me hace, Héctor,
que tú nunca has llorado.
Escuchar que Efraín está tranquilo
me pone un nudo en la garganta. Sin duda
su interior es un amasijo de emociones: la
alegría intensa de constatar cuánta gente
lo quiere, el 9; la violencia extrema que
pone en riesgo su vida y la de su amada, el
11. Trato de sonar normal, pero sé que no
lo logro. Estoy rabioso, enfurecido y al
mismo tiempo emocionado con que nada
peor haya ocurrido con estos dos enormes
seres humanos amables y amados. A lo
que hemos llegado: alegrarnos de que los
criminales sólo nos vejen, pero no nos ma-
ten. ―La policía nunca llegó.‖ Tal vez fue
que allí estaba, en ese maridaje cada vez
más claro entre los que violan la ley y los
que deben protegernos de sus violadores.
Pillita me habla. En su voz hay más
emoción contenida y cuando comienza a
hablar conmigo me doy cuenta que está a
punto de llorar. Me cuenta: ―Cuando vi-
mos cómo había quedado el cuarto de
huéspedes, pensamos de inmediato en ti y
lo primero que se nos ocurrió fue dar gra-
cias porque ya no estuvieras en este cuar-
to, que no tuvieras que vivir este horror
que nosotros vivimos‖.
Me emociona la gran altura humana
de mis amigos, su generoso corazón. Vi-
vieron momentos de espanto y sus espíri-
tus aún siguen pensando en el bien de los
demás. Son seres de luz y bondad. En mis
ojos hay lágrimas. Sí, lloro, a veces. Y
ahora lloro por la alegría de saber que
ellos están bien, que la oscuridad no pue-
de cubrir ni apagar la luz intensa de sus
almas impecables, diamantinas.
Contactos:
hectorcortesm@hotmail.com
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Si alguien desea el archivo en PDF, favor solicitarlo a:
alejandromolinaritorres@gmail.com
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Comitán, ciudad que habla de vos
Todo nació en Toluca. Todo devino del Centro Toluqueño
de Escritores. Todo fue por obra y gracia de Abelardo
Hernández Millán y de Luz del Alba Velasko.
Todo fue como esa inspiradora ―Perra Brava‖, del
equipo Toluca, de fútbol. Porque esa porra se quita la pla-
yera cuando quiere decirnos que la afición es algo que está
en la piel. Así fue el XI Festival del Cuento Brevísimo, cele-
brado en el Café Na’Canán, de Comitán. Se trataba de
mostrar la afición y de ―leer con la cara al Sol‖; se trataba
de quitarse la playera y desnudarse ante el auditorio, por-
que esto y no otra cosa es la escritura: un desnudarse del
espíritu para mostrar las miserias o las excelsitudes.
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Abelardo Hernández Millán vino desde Toluca. Compartió con el auditorio
su experiencia en el texto breve y contó anécdotas y -de paso– presentó el
número 399 de La Hoja Murmurante.
La Hoja Murmurante es una propuesta editorial dirigida por Héctor Su-
mano Magadán. Durante más de veinte años ha formado una colección que
ya supera los cuatrocientos números. Algo insólito en este país.
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El XI Festival del Cuento Brevísimo se realizó el viernes 16
de septiembre, a partir de las cinco de la tarde. La convo-
catoria reunió a diversos narradores de la ciudad de Co-
mitán, Chiapas.
Escritores reconocidos, como el propio Abelardo, o
Luz del Alba Velasko o Francisco Nucamendi o Bertha
Maldonado o Ricardo Aguilar o el poeta Arvey Rivera
compartieron mesa con escritores noveles del Centro Co-
miteco de Creación Literaria y de la Casa del Arte.
Fotografías.
Cortesía: Na‘Canán.
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Belén no leyó algo de su autoría, pero sus escasos años de
edad la convirtieron en la ―lectora brevísima‖ del Encuen-
tro. Ella, con gran carácter compartió textos de una poeta
cubana (sic) y, posteriormente, un fragmento de la vida de
Toulouse Lautrec . ¡Bien por ella y bien por el foro que le
permitió acercarse al maravilloso mundo de la literatura!
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Comitán, ciudad que habla de vos
Itzel Espejel e Isra, inte-
grantes del Centro Comite-
co de Creación Literaria, al
lado del escritor Abelardo
Hernández Millán, del Cen-
tro Toluqueño de Escrito-
res.
El Centro Comiteco de
Creación Literaria es un
proyecto de la Universidad
Mariano N. Ruiz, auspicia-
do por el Honorable Ayun-
tamiento de Comitán 2011 -
2012.
Foto: Cortesía Na‘Canán
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Jorge Antonio Gómez Solís, es Direc-
tor del Deporte, del Ayuntamiento de
Comitán 2011-2012. Con la convic-
ción de que la “operación hormiga”
es la mejor forma de lograr el desa-
rrollo de nuestro entorno, trabaja día
a día por dar el ejemplo y demostrar
que es mejor realizar el trabajo en
equipo y no solo dar órdenes.
Toda su vida ha practicado el de-
porte con energía y con esa misma -
energía respondió las siguientes pre-
guntas:
¿Soñó con ser algún día el Director
del Deporte del Ayuntamiento y para
qué?
Si soñé con ser director del deporte.
He estado siempre en el deporte,
viendo las cosas que no se han
hecho; para eso llegué y mi único
fin es componer y mejorar algunas
cosas en este ámbito.
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¿Cuáles han sido los logros más impor-
tantes de su gestión?
Soñé con que hubiera un gimnasio de
box, también estamos componiendo el
Estadio Municipal; estamos trabajan-
do día a día en él y no voy a dejar de
trabajar hasta que yo vea empastado
completamente el estadio y con luz la
Unidad Deportiva en la que ya tene-
mos un avance del noventa por ciento.
Un logro para mí es tener buenas rela-
ciones con todas las ligas de Comitán.
Esos son los logros más importantes
hasta el momento.
El actual Presidente Municipal ¿le apues-
ta al deporte en el municipio?
Bastante, el Contador Público José
Antonio Aguilar Meza, está compro-
metido con el desarrollo sano de la ju-
ventud comiteca. Vamos bien de acuer-
do a nuestras posibilidades y se han
atendido todas las disciplinas.
Han criticado que en los campos depor-
tivos se toma alcohol a la hora de los jue-
gos, ¿cuál es su comentario?
Es rico tomarse una cerveza, pero con
responsabilidad porque el hecho de
pasar a la embriaguez se convierte en
un problema, además llegan niños a
los estadios. Hemos platicado con los
diferentes presidentes de liga; cada
quien tiene su punto de vista. Ya tene-
mos una menor escala de este proble-
ma, antes se tomaba un ciento por
ciento y ahora sólo un veinticinco o
treinta por ciento; ese fue un compro-
miso que hice, pero quitarlo de tajo es
muy difícil.
Aunque la respuesta pareciera obvia, me
gustaría que nos comentara ¿por qué es
importante que la juventud de Comitán
practique deporte?
Porque hay que volverse adicto ¡pero
al deporte! y esto sólo lo podemos ga-
nar con los espacios públicos que se
están abriendo. Comitán no debe que-
jarse porque tenemos unos espacios
públicos preciosos. Está la Unidad De-
portiva, el Estadio Municipal, el Poli-
deportivo, el espacio de la Pilita Seca y
San Sebastián con un gimnasio. Invito
a la ciudadanía y a los jóvenes que to-
men como vicio al deporte, no olviden
que el que tiene ganas de estar entre-
nando alimenta su espíritu, cuerpo y
alma para vivir en plenitud.
¿Le alcanzará el tiempo para realizar to-
das las acciones que desea?
Creo que me alcanzará. Claro, consi-
dero que hay muchas cosas que se que-
dan en el camino porque uno quisiera
darle a todos pero no se puede, no al-
canza el presupuesto. Más que nada es
muy importante rehabilitar los espa-
cios públicos, y no dejarlos caer.
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
Rodeado por el canto de las aves y los
silbatazos en las canchas; abrazado por la
sombra de una frondosa jacaranda, enfa-
tizó que está con todo el gusto de seguir
trabajando y echarle muchas ganas al de-
porte en Comitán, a pesar de que su en-
comienda es por año y ocho meses y el
tiempo ha avanzado. Esa fue su meta
desde un principio: ¡trabajar y dar todo!
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
Grupo de yoga - Casa Día
DIF Municipal.
Practica en la Unidad Deportiva.
DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.
Comitán, ciudad que habla de vos
Estamos llenos de cultura.
¿Cuándo venís a
Comitán a
llenarte de luz?
Consejo Ciudadano de Cultura Municipal
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Honorable Ayuntamiento
de Comitán
y
Universidad
Mariano N. Ruiz
¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es
¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo
auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.
Sesionamos los miércoles en la sede del Centro, frente al Santuario del
Niñito Fundador.
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CRÓNICAS DE ADOBE
Programa del martes 20 de septiembre de 2011.
Invitado de honor: Arq. Luis David Ramírez Solórzano.
Tema: ―Comitán, diseño del hombre bajo la mano del universo‖
Luis David mencionó que uno de los graves defectos de los comitecos es que nos
―creemos‖ muy listos, pero no ¡nos lo creemos!
El primer paso para subsanar dicha deficiencia -dijo– es dejar de ser racistas.
En la foto: Genaro, Itzel, Paty, Luis David, Alejandra y su hijo.
www.imer.gob.mx - Todos los martes, de tres a cuatro de la tarde.
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Comitán celebró con alegría y tranquilidad los festejos patrios.
El día 16 de septiembre, después del desfile, el parque central se llenó de jóvenes
estudiantes y, como en los buenos tiempos, dieron vueltas al parque.
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EL VOLCÁN CHIPOTÓN
Rompiéndose la cabeza, Mariana buscaba un camino hacia el Volcán Chipotón,
el cual no se había dejado de quejar de un gran dolor de cabeza, desde hacía ya
cuatro noches. Caminando de un lado a otro, Mariana pensó que sería buena
idea llamar a Tejamanil. Él o ella, o más bien ¡eso!, era como una metamorfosis,
pero una que había terminado mal. Tejamanil tenía cabeza de jabalí, cuerpo de
lobo y cola de lagartija. Sí, era bastante feo o fea; como sea, el hecho es que era
la creatura más fiel y sabia que pudiera existir. Sí, más fiel que el perro y más
sabia que el abuelo.
–¡Tejamanil, qué bueno que viniste, quiero pedirte un favor! –dijo Mariana,
entusiasmada– Quiero ayudar al Volcán Chipotón, ya que todos estamos cansa-
dos de sus quejumbrosos alaridos llenos de cenizas; aparte de que ¡míralo, po-
brecito, está sufriendo!
–Pero, ¿nosotros qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudarlo? –preguntó
Tejamanil.
–Pues, preguntándole, pero no sé cómo llegar a él –contestó Mariana.
–Yo sé un camino, pero a cambio tendrás que darme lo que llevas en tu mo-
rral. Es que, hmmmm, huele rico y tengo hambre –dijo Tejamanil, con pena.
Mariana sacó de su morral su más sagrado, rico, suavecito y grande chimbo
que su abuela hacía sólo en esa temporada del año y, con gran pesar, se lo dio a
Tejamanil, quien se lo zampó de un bocado.
–Hmmm, esto estuvo, hmmm, muy bueno –dijo
Tejamanil, lamiéndose los bigotes, empalagosos.
–Bueno, es hora de irnos –dijo Mariana, enfu-
rruñada.
–Sube a mi lomo, pequeña, que hemos de ir
con el Volcán Chipotón.
Así pues, cuando llegaron con el
Volcán, todo era más ruidoso que cuan-
do parecía que los bebés estaban rotos.
–Volcán, dinos ¿cómo podemos
ayudarte para que ya no te duela la ca-
beza? –dijeron Mariana y Tejamanil al
unísono.
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–Pues necesito cuatro de esas pastillitas blancas, esas que les dicen
―naspirias‖ –contestó el Volcán.
–¿Y por qué no vas por ellas? –preguntó Mariana.
–Porque tendría que moverme y si me muevo ¡todo sería un desastre! La
sangre fluirá por mi cabeza y destruiría el pueblo. ¿Podrían ir ustedes? –dijo el
Volcán.
–¡Claro! Iremos con la gran bruja chamán Calabaza, ella sabrá sobre las
―naspirias‖ –contestó Mariana.
Cuando llegaron con la gran bruja ella les dio las pastillas a un precio casi
regalado ya que era algo totoreca y Mariana pensó que era aún más totoreca
cuando le dijo:
–¡Cuidado, porque podría desatarse la pocalipsis!
Ninguno de los dos le hizo caso y regresaron con el Volcán Chipotón y le die-
ron las pastillas. Al tomar las ―naspirias‖ dejó de dolerle la cabeza y se puso más
feliz que nunca, como si hubiese comido un payaso, ya que reía y le salían fuegos
artificiales por su cabeza.
–¡Ah!, así que esto es la pocalipsis –dijo Mariana a Tejamanil, mientras, co-
rriendo, regresaban a casa y se cubrían de las chispas que caían y quemaban,
dejando atrás un cielo oscuro y lleno de brillantes colores.
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